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Cómo educar a un hij@ únic@

Por diversos motivos el tamaño de las familias en occidente se está reduciendo y tiende a
aumentar el número de familias con un solo hijo. A simple vista parece que será más fácil
educar a un solo hijo que a más de uno, sin embargo, la simplicidad logística que supone
educar a un hijo único redunda en una mayor complejidad psicológica: Educar a un hijo
único puede resultar muy absorbente y estresante para los padres. Tener un solo hijo
tiene aspectos positivos no sólo para los padres sino también para el niño: más atención y
recursos, mayor grado de intimidad con los padres… Estas ventajas también conllevan
riesgos: La atención exclusiva de los padres puede fomentar en el niño un concepto
exagerado de su importancia y el apego puede crear dependencia emocional del hijo hacia
los padres. En cada familia la dinámica será distinta y aquí sólo hablamos de tendencias
que se suelen presentar en los hijos únicos.

Los principales retos psicológicos a los que se enfrentan los hijos únicos son…
1.- El hijo único puede tener problemas para establecer su propia identidad diferenciada
de la de sus padres. El instinto innato que tienen todos los niños de imitar y querer ser
como sus padres y complacerles es mucho más acusado en el caso de los hijos únicos. Para
fomentar su identidad propia debemos ir con cuidado y no elogiar en exceso los
parecidos: Debemos fomentar la diferencia elogiando al niño desde muy pequeño cuando
haya hecho algo “a su manera”.

2.- Al no experimentar la rivalidad, las tensiones y concesiones propias de la convivencia


entre hermanos, el hijo único puede presentar cierto grado de inmadurez emocional y
preferir la compañía de adultos, o niños mayores o menores que ellos y evitar la compañía
de niños de su edad. La convivencia obligatoria con niños de su edad que se produce en la
escuela puede llegar a solucionar este problema. Para ello es conveniente que el niño se
escolarice a los 3 años. Si observamos que, en el parque por ejemplo, el niño prefiere
jugar con nosotros en lugar de jugar con los otros niños deberemos incitarle a que lo haga
no jugando con él y fomentando las actividades de ocio en las que tenga que socializarse
con otros niños de su edad: talleres, deportes, teatro…
3.- La atención exclusiva que los padres prestan al hijo único tiene efectos muy positivos
sobre la autoestima y la autoimagen del niño que pueden desbordarse y convertirse en
una actitud egocéntrica. Para evitar esto debemos fomentar la autoestima y la
autoimagen positiva del niño sin caer en exageraciones poco realistas dándole siempre y
desde muy pequeños un feedback descriptivo (“¡Cómo me gusta esta flor roja que has
pintado!” En lugar de “¡Qué bien dibujas, es la flor más bonita que he visto!”) junto con
estímulos realistas (¡Te felicito, has sacado un 7 en matemáticas, a ver si el próximo
examen puedes sacar un 8! En lugar de “!Tu eres el más listo de la clase y puedes sacar
las mejores notas de la clase!”)

4.- El apego entre los padres y el hijo único hace que el niño se sienta muy seguro y
protegido y sienta las bases para una fuerte independencia a medida que el niño madura
ya que bien llevado este apego hace que el adulto hijo único se sienta seguro también
cuando no está con sus padres. El apego mal gestionado genera ansiedad en el hijo único
cuando no está con sus padres. Para que el hijo herede solamente el lado bueno del apego
debemos fomentar su individualidad con actividades que le diferencien de nosotros,
fomentar que tome sus propias decisiones, fomentar que cuide de sí mismo: Desde muy
pequeño podemos ir introduciendo actividades de autocuidado de las que se
responsabilice el mismo como lavarse los dientes, hacerse la cama… Estás actividades se
irán ampliando y complicando a medida que el niño crezca, también debemos permitir e
incluso fomentar que el niño pase tiempo con sus amigos u otros niños de su edad.

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