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¡Claro que existen!

(Norberto Arroyave 2020)

La escena desoladora de Spider-Man haciéndose polvo entre los brazos de Tony Stark, la del
sacrificio de la viuda negra y la de la épica muerte de Iron-man, no fueron más que un anuncio
al mundo del riesgo inminente al que estaba expuesta la raza humana: los héroes estaban
muriendo.

Nos estábamos quedando solos, sin quien expusiera su cuerpo de acero para detener las balas
homicidas, sin quien viniera desde Wakanda para defendernos del mal, sin la fuerza
descomunal del hombre verde para arrasar la vileza, sin quien dominara el tiempo por si un día
quisiéramos volver a empezar. Y esta realidad, que para entonces no supimos entender, hoy
cobra la primera consecuencia.

Con la misma eficacia que el escueto chasquido de Thanos, el COVID-19 ha ido devastando
cuerpos que no esperaban perder su hálito, que ayer caminaban seguros por la senda de la
vida, que despertaban con el sol para la batalla del día a día.

Así, de forma inesperada, el enemigo mortal llegó desde un lejano continente para incubarse en
sus nuevos huéspedes y asesinarlos silenciosamente desde las entrañas, pero ya no tenemos
el escudo del capitán América ni el martillo de Thor para defendernos, ahora estamos nosotros,
y ha llegado la hora de mostrarle al mundo el cartel de los verdaderos héroes; los héroes de
carme y hueso:

que no usan capa, sino pijamas de protección,

que no usan armadura, sino chalecos con cintas reflectantes,

que no usan guanteletes, sino la dureza de su brazo atezado,

que no aparecen en excéntricas naves, sino en motos de bajo cilindraje,

que no son anónimos, sino que responden a nombres como don Pacho, doña Gloria, don
Augusto o doña Marta,

que no usan casco, sino toca,

que no levantan piedras de tamaño ingente, pero sí montañas de desechos,

que no buscan el amor que salva, sino que abandonan a su familia para atender el llamado de
la bandera,

que no reconcilian naciones, pero que sí unen en tiempos de confinamiento.

Estos son los héroes reales, los que siempre han estado ahí, los ignorados, los que no creían
que eran héroes, los que se levantan y se acuestan con la luna, los que resucitó el asesino
oriental, los que quieren descoronar al que vino con corona, los que no se han dado cuenta de
que el mundo se detuvo porque su prisa trae calma a quienes hoy tenemos tiempo para
sentarnos a escribir. ¡Claro que existen!, y porque existen, hoy, en tiempos de crisis, tenemos la
fortuna existir.

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