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BREVE HISTORIA
DE GRECIA Y ROMA
PEDRO BARCELÓ

Historia de Grecia

1. Inicios de la historia griega

1. Espado y población subdividido en numerosos dominios y ofrecía una imagen


de fragmentación política semejante al posterior mundo de
El hábitat originario de la civilización griega, para cuya de- la polis, en época clásica. Por esta razón, persiste la
signación utilizamos el término Hélade, se extendía desde el incógnita de si los soberanos micénicos pueden ser
sur de la península balcánica a lo largo del Egeo y sus is- considerados re-yes absolutos de manera análoga a los
las hasta la costa occidental de Asia Menor. El elemento que monarcas orientales. La observación de las relaciones de
a la vez separa y unifica esta zona llena de contrastes es el poder internas permite extraer una serie de indicios que
mar, que marcó como ningún otro factor las condiciones de apuntan más bien a ver en ellos algo parecido a cabecillas tri-
vida de sus moradores. Las vías de conexión con tierra, es- bales. Esta opinión se fundamenta en las donaciones de
casas y deficientes, dificultaban el tráfico debido a los condi- tierra que el pueblo (da-mos) otorgaba al señor (wanax) en
cionantes espaciales. En relación con las estériles cadenas reconocimiento a los ser-vicios prestados, así como el
montañosas, la proporción de superficie útil para la agricul- paralelo que puede estable-cerse con la donación de una
tura era mínima. La excesiva fragmentación territorial en tie- parcela (témenos) al rey (ba-sileús) en tiempos homéricos.
rra firme, junto a la dificultad de las comunicaciones y el gran La existencia de una adminis-tración finamente articulada
número de islas dispersas, favorecieron un proceso contrario hace patente el carácter institu-cional de la monarquía
a la formación de unidades estatales de gran extensión y micénica. Los inventarios de los palacios atestiguan la
poderío. Por estos motivos el mapa de Grecia se caracteriza detallada contabilidad de los escribas reales sobre
por una extrema atomización geopolítica. El elemento huma- agricultura y ganadería. Gracias a los oficios, actividades y
no de esta extensa región, que denominamos utilizando el listados de entrega de materias primas, podemos entrever
término griego de forma genérica (otro sinónimo sería la voz un alto grado de especialización artesanal; así, por
heleno), era de todo menos uniforme. En su mayoría lo for- ejemplo, los numerosos trabajadores empleados en la
maban inmigrantes indoeuropeos que se superpusieron y ab- casa real, libres y siervos, que ponen de relieve la fuer-za
sorbieron a la población autóctona mediterránea. En la económica del palacio. Los registros sobre el potencial
me-moria posterior perduran los nombres de las tribus de militar aparecen en aquellos textos que informan de los de-
los a-queos, dorios, jonios o griegos noroccidentales como beres de las localidades costeras en lo que respecta al a-
sinóni-mos de las distintas etapas de penetración territorial listamiento de remeros o de detalles sobre carros de gue-
en suelo griego. rra y unidades militares que son mantenidos por el señor.
La importancia del palacio en la vida religiosa queda atesti-
2. Micenas
guada por los minuciosos registros de ofrendas rituales pa-
Los testimonios más antiguos de la historia griega se re- ra los dioses. Los palacios micénicos constituían, dentro
montan hasta la época micénica (aprox 600 - 1200 a.C.), tér- de una región, tanto lugares de producción como de alma-
mino procedente de la localidad peloponesia Micenas. cenamiento y distribución de productos de primera necesi-
Con él se hace referencia a una cultura ubicada en el área dad. Sin embargo, la limitada capacidad de almacenamiento
del Egeo cuyos elementos identificativos son tanto enor- de los yacimientos excavados no permite en modo alguno
mes complejos palaciegos como monumentales tumbas de concluir que la totalidad de las actividades económicas es-
cúpula. La información que nos proporcionan las tablillas de tuvieran radicadas exclusivamente ahí; antes bien, éstas es-
la lineal B (en su mayor parte inventarios de palacio escritos taban destinadas al abastecimiento del personal dependiente
con un silabario descifrado por M. Ventris y J. Chadwick), del palacio, que debía de ser cuantioso, pero que represen-
unida al recuerdo del pasado conservado en los cantos épi- taba una mínima fracción dentro del total de la población.
cos homéricos y en especial los restos arqueológicos, dan la Los destinos del mundo micénico aparecen marcados por
sensación de un dominio territorial extenso, en cuyo centro colectivos jerarquizados, cuya población es difícil de calcular
gravitaban impresionantes residencias acordonadas por mu- y que, en lo que respecta a su extensión e importancia, di-
rallas ciclópeas, tal como las encontramos en Micenas, Ti- ferían entre sí considerablemente. De estas comunidades,
rinto, Pilos o Cnosos, por sólo citar los ejemplos más signifi- las que mejor se conocen son Micenas y Pilos. Su desmo-
cativos. Probablemente, el mundo micénico permanecía ronamiento a lo largo del siglo XII a.C. conllevó una pro-
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funda transformación de la historia de Grecia, pues las for- Atenas, se asientan en las riberas occidentales de Asia Me-
mas de organización económica, social y política que les su- nor, donde llegarán a colonizar una de las más trascenden-
cedieron ya no presentan ninguna relación con la realidad de tales regiones de la Hélade.
la era micénica; y esto es debido en primer lugar al hundimi- La realidad cotidiana de los siglos oscuros aparece marca-
ento de la cultura palaciega. Con la destrucción de las resi- da por un estamento dominante no institucionalizado, cuya
dencias reales se asestó un golpe definitivo a la estructura preeminencia se debía a los méritos y habilidades persona-
social piramidal del mundo micénico. Uno de sus imponen- les. Las precarias condiciones económicas y sociales deter-
tes símbolos, las enormes tumbas de cúpula, cayó en de- minaban que sólo hubiera un mínimo grado de cohesión
suso, al igual que la escritura. Ambos elementos servían a po-lítica, pues, dado el caso, los sembrados eran asolados
las necesidades de palacio, y con su abandono se convirtie- por correrías o el ganado era diezmado por epidemias y, en
ron en superfluos. Estas conmociones, que —por lo menos consecuencia, los grupos poblacionales se desintegraban
parcialmente— pueden ser atribuidas a conquistadores fo- con relativa facilidad. A esto se debe añadir además las lu-
ráneos (en muchos casos se los ha designado como «los chas de los señores por conseguir más propiedades e influ-
pueblos del mar» o «invasores dorios»), trajeron consigo un encia. De la exigua cultura material de los siglos oscuros, ca-
cambio general de las condiciones de vida. El mapa demo- racterizada por el abandono del rito funerario de la inhuma-
gráfico de Grecia sufrió una variación decisiva. Las expulsio- ción en favor de la incineración, se diferencia ostensiblemen-
nes y trasvases de población, así como los movimientos mi- te el siglo VIII a.C., época de la que podemos vislumbrar sus
gratorios, todavía duraron algún tiempo, aunque las locali- perfiles gracias al epos homérico.
dades pequeñas o periféricas sufrieron las consecuencias
4. El mundo homérico
del nivel de destrucciones en menor medida que los anti-
guos centros de poder. En su totalidad, la dimensión del Al aproximarnos a Homero nos adentramos en los inicios
cambio fue tan importante que la mayoría de los investiga- de la tradición escrita. Frente a los inventarios de los pa-
dores hablan en este caso de una ruptura cultural. lacios micénicos, tan limitados por sus informaciones es-
quematizadas, los poemas homéricos (Ilíada y Odisea)
3. La edad oscura
transmiten una idea multifacética de la realidad cotidiana, de
¿Qué quedó tras la desaparición de la cultura palaciega? los pensamientos y de los sentimientos, así como del siste-
¿Persistían algunas formas bajo las cuales el mundo micéni- ma de valores de los hombres que aparecen retratados en
co logró perdurar en las turbulencias de ese tiempo? O, di- los múltiples episodios narrativos. La Ilíada y la Odisea ofre-
cho de otra manera: ¿cómo hay que imaginarse la articula- cen una imagen extremadamente compleja, y en modo al-
ción social de esa época que nosotros, a falta de mayores guno unitaria, de una sociedad denominada homérica en
conocimientos, llamamos «edad oscura» (dark ages)? honor al presunto autor de los poemas. Considerando su
En primer lugar se comprueba que la autoridad institucio- dimensión social, los poemas aúnan tanto elementos con-
nalizada, tal como puede ser supuesta para la era micéni- tinuadores como de ruptura y de cambio en las realidades
ca, había desaparecido. La idea de reyes a la cabeza de unos históricas subyacentes. Éste es el resultado, ya difícilmente
asentamientos de reducidas dimensiones y parecidos a al- reconstruible, de la fusión de diferentes líneas de transmi-
deas entre los siglos XI a IX a.C. es inadecuada. El sistema sión, de planos de conciencia, de tradiciones orales y de re-
económico predominante gravita en torno al pastoreo, evi- miniscencias de épocas pretéritas. La yuxtaposición de re-
denciando una relativa penuria de la cultura material (con cuerdos abarca desde la era micénica pasando por los si-
la excepción de producciones de cerámica geométrica de glos oscuros hasta la propia época del siglo VIII a.C., cuando
indudable valor), así como una alta cuota de inestabilidad los poemas adoptan la forma en que nos han sido transmi-
fruto de una forma de vida semisedentaria. Las condicio- tidos. Aunque todo parece indicar que es precisamente
nes económicas de las diseminadas comunidades rurales esta última fase la que configura el sustrato principal de
ofrecían pocas posibilidades para la diferenciación social de las relaciones sociales y políticas del mundo homérico,
las clases superiores frente al resto de la población. Algu- hay suficientes indicios que apuntan hacia épocas muy leja-
nas casas de gran tamaño y enterramientos más lujosos nas. Los tiempos micénicos son rememorados en el enorme
indican, desde luego, que había personas mejor situadas. número de barcos y tripulaciones del «catálogo de las na-
Éstas son caracterizadas en la jerga de la antropología mo- ves» (Ilíada 2.494-759) de la coalición liderada por Agame-
derna como chiefs o big men, mientras que ellos muy pro- nón para rescatar a Elena de Troya, así como algunos ras-
bablemente se denominasen a sí mismos basileís. Estos gos del comportamiento cortesano en los palacios de Nés-
cabecillas tribales constituían la élite de las sociedades tor (Odisea 3.5-13), de Menelao (Odisea 4.1-137) y de Alcí-
aldea-nas. Sin lugar a dudas ocupaban una posición de noo (Odisea 6.289-315; 7.1-13), y, en no menor grado, la fun-
primer or-den dentro de sus respectivos grupos, y algunos de damentación sacra de la realeza en la sociedad: los reyes
entre e-llos, como, por ejemplo, el propietario de la tumba son brotes divinos, pues descienden de los mismos dioses.
señorial de Lefkandi (Eubea), podían incluso cultivar un Asimismo, los reyes tienen derecho a regalos y poseen, co-
estilo de vi-da refinado. Pero aún queda por demostrar si mo los dioses, un témenos. La generosidad de Agamenón
poseían u-na hegemonía incuestionable sobre todo el para con Aquiles o la de Menelao para con Ulises transmite
territorio. una idea de riqueza sólo imaginable en el entramado de con-
Es también por estas fechas cuando acontece un gran tactos persistentes entre los soberanos micénicos. Mucho
despliegue poblacional hacia el este. Emigrantes jonios más complicada es la tarea de precisar la relación de las insti-
procedentes del continente europeo, y de forma especial de tuciones homéricas con las de los siglos oscuros, puesto
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que aquí, frente a la época palaciega micénica, carecemos El papel de la mujer en el mundo homérico es de una extra-
de base de comparación. No obstante, algunas capas de ordinaria complejidad. Diosas (Ártemis, Hera, Afrodita, Ate-
tra-dición homérica sólo pueden ser descifradas mediante el nea, etc.), ninfas (Calipso) y seres con poderes sobrenaturales
establecimiento de una relación directa con los siglos osco- (Circe) con marcados atributos femeninos destacan en medio
ros. De este modo, M. Finley no ve en el mundo de Ulises las de una sociedad patriarcal que abarca seres divinos y huma-
condiciones del siglo VIII a.C., sino las de la época inmedia- nos por igual. En la esfera de los mortales, vemos un buen
tamente anterior, los siglos oscuros, y esto lo fundamenta a- nú-mero de mujeres asentadas en los puestos de máximo
duciendo que un enorme número de elementos contempo- prestigio como madres (Anticlea, madre de Ulises), esposas
ráneos no aparece en el epos: no se mencionan jonios y do- (Clitem-nestra, esposa de Agamenón) o hijas (Nausica, hija
rios, el uso de la escritura, las armas de hierro, la coloniza- del rey Al-cínoo) de los principales protagonistas de los poemas.
ción griega ni el comercio que ésta propició, así como tam- En el ide-alizado estado de los feacios, Arete desempeña las
poco se hace referencia a esas comunidades políticas que funciones de reina, y los epítetos que le dedica el poeta dejan
entre tanto se habían desembarazado de la monarquía. entrever ad-miración y respeto. En Ítaca, Penélope se ve
Este parecer, sin duda alguna ingenioso, no ha llegado a solicitada por numerosos nobles que esperan desposarla,
convencer. La opinión común de la investigación actual pues es a través de ella como se puede conseguir el mando en
hace hincapié en que ante todo son las condiciones del si- la isla. Ya los pri-meros versos de la Ilíada, en los que se pregona
glo VIII a.C., es decir, el momento de la fijación de la Ilíada la ira de Aquiles contra Agamenón, giran en torno a Briseida,
y la Odisea, las que se encuentran plasmadas en los excepcional mu-jer, objeto de la disputa entre ambos
poemas. Todos los aspectos esenciales del epos, sean guerreros. La figura de E-lena cobra un tinte especial, ya que
políticos, eco-nómicos, sociales y religiosos, tales como su rapto constituye el deto-nante de la expedición de los aqueos
polis, asamblea, lazos familiares, guerra, comercio, oikos contra Troya. Fuera de la órbita de las clases dirigentes obser-
(esto es, la familia junto con sus esclavos y sus vamos numerosos ejemplos de mujeres empleadas en casas
propiedades muebles e in-muebles), agricultura, ganadería, nobles como amas de llaves (Euriclea pertenece al oikos de
así como el sistema de valo-res de la sociedad, reflejan Ulises) o sirvientas realizando la-bores domésticas o trabajando
estructuras y situaciones que se encontrarían por todas en el campo. El estatus social de muchas de ellas es la es-
partes en la Grecia del siglo VIII a.C. clavitud. Sobre las mujeres de las clases medias apenas dispo-
En un plano institucional, los poemas nos sitúan enfrente de nemos de informaciones directas. Es nota-ble que, a pesar del
diversas formas de estatalidad. Agamenón representa en cier- acentuado dominio de los hombres, la épi-ca homérica les re-
tos lugares una idea de poder real ilimitado que continúa anti- serva un espacio importante, visible a través de las múltiples
guas tradiciones micénicas y que es apenas comprensible para alusiones que les dedican los poemas. Esta a-tención no llegará
los hombres del siglo VIII a.C. Sus recursos abarcan un vasto a ser superada en épocas posteriores, don-de veremos a la
campo de acción que traspasa las fronteras de su ciudad. Su mujer relegada a su casa, desenvolviéndose libremente en el
posición real se fundamenta en el carácter hereditario y en la gineceo, pero sin apenas comparecer en pú-blico. La vida
elección divina. El cetro y la sagrada ley fueron otorgados al pública es un dominio netamente masculino. Una buena prueba
abuelo de Agamenón, Pélope, por el propio padre de los dio- de ello nos la proporciona el historiador atenien-se Tucídides al
ses, Zeus. Frente a estas concepciones de soberanía, muy a- referirse al comportamiento de las mujeres de su ciudad en
lejadas de la realidad social y económica del siglo VIII a.C., en tiempos de guerra durante el siglo V a.C.: «Y si tuviera que
los poemas se encuentran otras totalmente distintas y por su- hacer mención a la virtud de las mujeres que desde este mo-
puesto mucho más comedidas. Hay una serie de basileis cuyo mento quedarán viudas, con una breve alabanza lo diré todo.
poder apenas va más allá de sus reducidas comunidades. Sus Vuestra gran gloria consistirá en no ser inferiores a vuestra
pensamientos se centran en el témenos deseado o en el que condición natural, y en que entre los hombres se hable de vo-
ya han conseguido. La despensa, descrita con minuciosidad, lle- sotras lo menos posible sea como crítica sea como elo-gio»
na de alimentos y de reservas de metal, y especialmente los re- (Tucídides 2.45).
baños, que son los que sirven para medir la riqueza de los in- Las comunidades de la época homérica se diferencian en lo
teresados, desempeñan un papel importante en todas sus social de los colectivos aldeanos de los siglos oscuros. Visto en
pretensiones y acciones. En definitiva, sobre todo en la Odi- su totalidad, se percibe a lo largo del siglo VIII a.C. un progreso
sea aparece ante nuestros ojos una realeza cuyos representan- generalizado en la cultura material, así como un resurgimiento
tes apenas parecen ser algo distinto de nobles hacendados. económico y social que afecta a todos los ámbitos de la vida
És-tos son integrantes de un colectivo aristocrático y anhelan privada y pública. Otras fuentes, aparte de las homéricas, po-
una posición de primacía en competición con sus iguales. Para nen de manifiesto que se produce un avance decisivo sobre todo
con-seguir este fin, Ulises, por ejemplo, se ve obligado a tomar en la estructura de la población, en la dinámica de la coloniza-
medi-das coercitivas a su regreso a Ítaca. Las condiciones en ción, en el urbanismo, en la navegación, en la situación econó-
esta isla poseen un interés especial, Ítaca ostenta todas las mica, en el desarrollo social, en lo militar y en el ámbito cultural.
caracterís-ticas de una ciudad-estado autónoma (esto es, de El paso de una sociedad basada en la ganadería a un modo de
una polis): templo, consejo y asamblea popular están vida fundamentalmente agrícola y sedentario ya había empe-
presentes; además observamos una articulación social zado algún tiempo atrás, pero sólo durante el siglo VIII a.C. to-
diferenciada que abarca a esclavos, jornaleros libres, artesanos y mará cuerpo de una manera definitiva. Con ello se posibilita la
campesinos independien-tes, y en la que, finalmente, una capa explotación más intensiva de las tierras de labor y, por ende, se
de nobles hacendados se sitúa en la cúspide de la pirámide amplía la base alimenticia dando a la vez un gran impulso al de-
social. sarrollo de nuevas técnicas. El crecimiento de la población de-
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ducido por los arqueólogos –en algunos territorios percibimos cantos homéricos, que nos presentan una sociedad aristo-
una explosión demográfica— se deja interpretar bien como crática íntimamente ligada al Olimpo de los dioses.
causa, bien como resultado de este cambio estructural. La pre-
5. Los dioses griegos
sión demográfica obliga a engrandecer el hábitat roturando nue-
vos campos y al mismo tiempo pone en evidencia el valor de la Para comprender la religión griega no deben subestimarse
tierra de labor. No debe excluirse por tanto que hubiera tensiones las aportaciones de la población pregriega. Sabemos que
con los vecinos perjudicados por el auge de los colectivos en vías en los pueblos del área egea ya predominaba el culto de
de expansión. Las antiguas correrías por causa del ganado de- la Mater Magna. Invasores guerreros de habla griega traje-
jaron paso a contiendas crónicas por la posesión de tierras de la- ron consigo una religión patriarcal, dominada por Zeus, que
bor. El objetivo era siempre aumentar los asentamientos agríco- en los siglos siguientes logrará absorber las antiguas for-
las propios. La vía para su consecución pasaba por la conquis- mas de culto. En las tablillas micénicas escritas en lineal B
ta de los territorios limítrofes. Estas acciones guerreras produje- se encuentran ya nombres del panteón griego clásico. Con
ron un cambio del dispositivo militar y de la estrategia de todo, las numerosas deidades, su genealogía y su campo de
combate: la conciencia de formar parte de un colectivo político acción sólo son accesibles para nosotros con el inicio de la
co-mún y la falange de hoplitas (infantería pesada) son los escritura. A través de este medio se puede percibir una
elemen-tos básicos que configuran el nuevo contexto político. El tendencia a la permeabilidad y unificación de las diversas
proceso de colonización que empieza a desarrollarse a partir deidades. El epos homérico posee un valor indiscutible co-
del siglo VIII a.C. puede ser concebido como reacción a las mo pionero en este intento de sistematización. Las deida-
profundas transformaciones que operan por doquier. Con el des (Afrodita, Apolo, Ares, Ártemis, Atenea, Hades, Hefesto,
envío de colo-nos griegos a todas partes del área mediterránea Hermes, Poseidón, etc.) se insertan en un panteón según el
se exportaron también los conceptos políticos griegos modelo de la sociedad aristocrática, a cuya cabeza se alza-
basados en la unidad de la ciudad-estado (polis). Las comuni- ba el rey y padre Zeus. El antropomorfismo enraizado en el
dades ultramarinas, ci-mentadas en la igualdad de sus ciuda- pensamiento griego intenta transmitir de manera plástica
danos, ejercieron a su vez una considerable influencia sobre nacimiento, juventud, relaciones amorosas y carácter de ca-
sus respectivas metrópo-lis. Ideas, bienes y hombres se encon- da personaje inmortal. Aunque los dioses no eran en absolu-
traban en el centro de este mutuo intercambio. El descubri- to perfectos, poseían determinados atributos que los dife-
miento de nuevas rutas facilita la adquisición de materias primas. renciaban de los hombres, tales como inmortalidad, felici-
La producción artesanal recibe un impulso cualitativo y dad, omnipotencia, omnipresencia y omnisapiencia.
cuantitativo que puede ser seguido con detalle gracias a la ex- Mientras que Homero describe el Olimpo de los dioses
portación de cerámica, que aumenta a pa-sos agigantados. La como una eterna armonía, Hesíodo inaugura el mito de la
formación de la polis como expresión de un nuevo modo de creación del mundo haciendo uso de antiguas líneas de tradi-
vida, basado en la explotación planificada del suelo agrícola y en ción orientales: Zeus, hijo de Crono, sólo consigue su domi-
la concentración de la producción artesanal, trajo consigo una nio tras duras luchas contra los titanes. Tras ser reconocido fi-
capa de ciudadanos (politai) dispuestos a lu-char y que, en caso nalmente por los otros habitantes del Olimpo como sobera-
de conflicto por causa de las enormes tensio-nes entre co- no, les asigna sus derechos y deberes. La inclinación de
munidades vecinas, defendían la propia casa (oikos) y la polis o Hesíodo por la sistematización hizo que éste asignara or-
bien se perocupaban de ampliar su campo de ac-ción. En den jerárquico y genealógico al incalculable número de
comparación con la situación existente en los siglos prece- divini-dades veneradas. De este modo, Hesíodo pasa a ser
dentes, las diferencias económicas entre la masa de la po-bla- el primer teólogo de los griegos.
ción y los privilegiados fueron a más como consecuencia de la Heródoto matizó en el siglo V a.C. que Homero y Hesíodo
multiplicación de la riqueza, de la que sobre todo se aprove- «fueron los que crearon, en sus poemas, una teogonía pa-
chaban estos últimos. La nueva diferenciación social, el bie- ra los griegos, dieron a los dioses sus epítetos, precisaron
nestar y la toma de conciencia de sí mismos se pueden perci- sus prerrogativas y competencias, y determinaron su fiso-
bir a través de nuevas formas artísticas dedicadas a la repre- nomía» (Heródoto 2.53). Heródoto no se refería al culto a
sentación social de la aristocracia, en el aumento de bienes los dioses que los griegos profesaban, sino al aspecto de los
de prestigio o en la suntuosidad de los enterramientos. dioses en la literatura épica y poética. En este punto debe
La fundación de colonias, la erección de los primeros tem- subrayarse que Homero y Hesíodo aúnan en sus obras lí-
plos y el amurallamiento de las ciudades datan de esta épo- neas divergentes de tradición y de este modo, sin aden-
ca. Tales empresas dan muestras no sólo de la organización y trarse en particularidades locales, otorgan a los dioses
capacidad de la ciudad-estado, sino que también atestiguan una validez panhelénica. Un vistazo a la época clásica nos
el nuevo papel de sus capas dirigentes. Los chiefs del pasado permite dilucidar que las divinidades mantuvieron los rasgos
son relevados por una aristocracia que pretende funda- característicos que les había asignado Homero, llegando con
mentar una posición de poder institucionalizada en función el tiempo a fusionarse ampliamente con el espíritu cívico de
de la diferenciación surgida en las relaciones sociales. Los ba- la polis. Esto sucede pese a que a partir del siglo VI a.C.
sileís del siglo VIII a.C. se encuentran al principio del proceso surgió una crítica racionalista con los filósofos jonios, des-
de formación de la nobleza griega. La vida refinada que lle- pués con la sofística y finalmente con Platón; y con ella se
vaban se aprecia gracias a las espléndidas armas, a los aju- desechaba el mito representado por Homero y los trági-
ares y al mobiliario, a los costosos rituales de enterramiento cos. Como en la práctica el mundo del mito mantenía tenaz
y, en no menor medida, al arte poético que se desarrollaba sus posiciones, la filosofía postplatónica buscará otras
en las cortes nobiliarias y que alcanzó cimas sin igual en los vías interpretando el mito como metáfora plástica de las
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verdades éticas o de la filosofía naturalista. Un proceso pa- consejo de ancianos, tribunales populares y un sistema admi-
recido se percibe también en la poesía dramática. Si bien nistrativo diferenciado dirigido por magistrados electos tem-
Esquilo todavía festejaba el mito en escena, Eurípides es poralmente. Debido a que en el mundo griego coexistían
para nosotros el representante de una ilustración de cuño unas 700 poleis, una polis normal era un lugar pequeño limi-
filosófico donde se retoman mitos de una manera muy libre tado en cuanto a extensión y habitantes. Las más conoci-
con el fin de conseguir materia literaria para enunciados é- das, con diferencia, son sólo unas pocas que se habían
ticos. poblado densamente (por ejemplo, Atenas, Esparta, Corin-
La ascensión de las ciudades-estado venía acompañada to, Mégara, Mileto, Siracusa, Tebas, etc.), que poseían un
de la invocación de divinidades protectoras que estaban en centro urbano y además disponían de un territorio (chora) re-
estrecha relación con cada polis. Entre las más conocidas so- lativamente amplio. Para este tipo de polis se ha generaliza-
bresalían Hera en Samos, Ártemis en Éfeso o Palas Ate- do el término de ciudades-estado, denominación que pue-
nea en Atenas. Generalmente cada individuo podía creer lo de ser malinterpretada, pues podría entenderse que el esta-
que quisiera siempre que evitara expresar opiniones clara- do sólo dominaba sobre los territorios circundantes a ella; sin
mente ateas. En caso contrario, le amenaza el destierro, pu- embargo, el radio de difusión de la polis abarca por igual la
esto que el culto garantizaba la prosperidad de la polis y, por ciudad y los campos colindantes. Otra dificultad en torno a la
lo tanto, constituía una obligación cívica para cada uno. Fi- exactitud del contenido del concepto de polis surge de su di-
estas, sacrificios y banquetes cultuales comunes eran ce- ferente grado de urbanización. El caso de Amorgos es espe-
lebraciones sacrales y a la vez políticas en las que la comu- cialmente instructivo. En esta pequeña isla coexistían varias
nidad de ciudadanos se transformaba en una comunidad entidades soberanas y, por lo tanto, cada polis tenía una po-
cultual y se aseguraba tanto su propia solidaridad como la blación escasa. Si se pone en relación el número de habitan-
buena armonía con los dioses. tes de la isla con el terreno de labor disponible resulta paten-
Los cultos mistéricos y los oráculos tenían una enorme im- te que la desigualdad en el reparto de tierras se topaba con
portancia. Entre los más famosos destacaban el de Deméter las fronteras naturales. Consecuencia de esto era un alto
y Perséfona en Eleusis y los oráculos de Apolo en Dídima y grado de igualdad social y de homogeneidad política. Y si se
en Delfos. A través de éstos la divinidad entraba en con- ponen además Atenas y Esparta como ejemplos para esta-
tacto directo con los hombres, por ejemplo mediante reci- blecer una comparación, la contraposición es evidente. Fren-
tados oraculares, que eran desvelados a petición de los inte- te a Atenas, ciudad comercial cercana al mar, que puede ser
resados; los sacerdotes podían influir en el devenir político considerada como un centro urbano de gran complejidad,
como observaremos al analizar la función desempeñada por Esparta evidenciaba un grado bastante inferior de
el oráculo de Apolo en Delfos en el proceso de la expansión desarrollo urbano. La comparación estructural de ambas
colonial griega. ciudades per-mite determinar otro componente esencial
respecto a la na-turaleza de la polis. Atenas y Esparta se di-
6. La ciudad-estado
ferencian también por cuanto respecta a sus formas de
Cualquier intento de describir a grandes rasgos la realidad estructuración política interna, de lo que se deduce que el
estatal de Grecia constituye una tarea difícil. Frente al Esta- concepto de polis no es-taba ligado a ninguna forma
do romano, que se distinguió por un desarrollo más o me- específica de gobierno. En una polis podía imperar una
nos homogéneo y continuo a través de los siglos, las condi- constitución oligárquica tanto como una democrática sin
ciones griegas están caracterizadas por numerosas formas que ello supusiera un cambio de signifi-cado del concepto de
y manifestaciones. En un espacio muy reducido pululan di- polis. De ahí que la polis griega sea muy parecida a la idea
versos modelos de gobierno en estrecha vecindad que, por moderna de estado, que no conlle-va una declaración
una parte, ofrecen una imagen abigarrada de la realidad es- implícita sobre la forma de gobierno existente.
tatal y social; pero, por otra, dificultan una sistematización con Lo que sí causa algunas dificultades a nuestro pensamien-
validez general. Las ciudades-estado (poleis) tienen una im- to moderno es la identificación de la ciudadanía como ente
portancia capital dentro de la idea de estado de los griegos. político y comunidad cultual tal como la comprendían y prac-
Sobre la polis ya se ha hablado en relación con las capas so- ticaban los griegos. Esta asimilación indisoluble, es decir, la e-
ciales dirigentes. En un principio ésta era un lugar amuralla- cuación entre política y religión, constituía una de las
do, el embrión de una comunidad posterior, que podía sur- condicio-nes básicas del concepto de estado en la
gir, por ejemplo, con la agrupación de varias aldeas (sunoi- Antigüedad. No ol-videmos que de la voz griega para
kismós, sinecismo) y de ese modo pasar a formar una designar la asamblea de los ciudadanos, ekklesía, deriva
unidad mayor. En la polis se percibe sobre todo una nuestra palabra iglesia.
comunidad au-tónoma que se rige por unas normas y un Asimismo, una característica de la polis era la voluntad in-
sistema de valores propios, y donde un número de politai quebrantable de afirmación de su independencia política
(ciudadanos libres) or-denaba la vida pública según sus (autonomía, eleuthería) y, del mismo modo, una fuerte ten-
propios criterios (Aristó-teles, Política 1275b). Se establece dencia a su autoabastecimiento (autarkía), y finalmente el an-
como uno de sus rasgos más fundamentales la pre- helo de unificación de la vida política interna, cuya expresión
eminencia de los intereses públi-cos frente a los asuntos se encuentra en la consecución de la igualdad de dere-
particulares de sus ciudadanos. chos para todos los ciudadanos (isonomía).
En el centro de la polis griega se encontraba la asamblea Los ciudadanos de una polis griega se diferencian enorme-
popular como órgano sancionador de cualquier decisión de mente del tipo de ciudadano moderno (Aristóteles, Política
naturaleza política; otras instituciones fundamentales eran el 1275a ss.); aquéllos percibían a su polis no sólo como hogar
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y centro cultual, sino también como un destino común. El de las phulai (tribus), phratriai (fratrías, clanes) y genos (fa-
de-recho civil era para los politai una parte integrante de su milia) desempeñaba un papel crucial. Conocemos tres tribus
identidad. Las naturalizaciones de foráneos no eran nada dorias y cuatro jonias. Las phulai y las familias tenían sus hé-
habituales, pues necesitaban la aprobación de la mayoría de roes propios, cuyo culto corría a cargo de la nobleza. En
la ciudadanía. Pese a todo, muchas ciudades griegas cualquier caso, la tribu era la unidad más importante, tal
acepta-ban de buen grado residentes extranjeros, e incluso como se puede percibir por la necesidad de una reforma de
en algu-nas poleis éstos, junto con los siervos, superaban en tribus llevada a cabo por Clístenes en Atenas. Originalmente
número a los ciudadanos de pleno derecho. Los extranjeros la tribu era una sección militar: «Distribuye a los hombres
(metecos y periecos) no tenían derechos civiles, pero estaban por tribus y clanes, Agamenón, de modo que el clan defienda
sujetos al derecho vigente en la ciudad que los acogía. La al clan, y la tribu a la tribu» (Hornero, Ilíada 2.362 s.). Las fra-
vida públi-ca y privada eran reguladas y reglamentadas por trías eran creaciones de la época arcaica relacionadas con
las leyes (nomoi) de la polis. Un grupo aparte lo constituían el desarrollo de la polis. Mediante estas formas de organiza-
los es-clavos, que en el mundo griego tenían una situación ción interna se garantizó la consistencia de la sociedad tribal.
fija en el nivel más bajo de la sociedad. En algunas póleis, En tanto que los nobles tenían atribuida la celebración del
su número podía ser incluso superior al de ciudadanos culto, monopolizando con ello el contacto con los dioses, es-
libres. Una parte fundamental de la vida eco-nómica griega ta-ban en condiciones de ejercer funciones de mando. La co-
se basaba en la explotación de esta fuerza trabajadora. mu-nidad tribal estaba integrada por los seguidores, en sus
Ligadas a la formación y al desarrollo de la polis aparecen diver-sos escalones sociales, de cada una de las casas
durante el siglo VIII a.C., intensificándose en épocas posterio- aristocráticas. Como cada hombre principal disponía de
res, un cúmulo de manifestaciones culturales tales como la sus propios seguidores, en caso de necesidad los podía
escritura —que llega a la Hélade a través de la adaptación movilizar para la guerra. Hasta bien entrado el siglo V a.C.,
del alfabeto fenicio a las peculiaridades lingüísticas grie-gas el poder de esta capa social se fundamentaba en la
— y , a partir de ahí, la literatura, la codificación de las continuidad de las agrupaciones tribales en torno al genos.
leyes, así como múltiples esfuerzos intelectuales encamina- Las relaciones de los nobles entre sí se establecían en
dos a mejorar las condiciones de vida cotidiana y dar a la vez función de los mandamien-tos de la ética aristocrática y se
explicaciones racionales sobre la estructura, composición y materializaban en el de-sempeño de funciones públicas
finalidad del universo. (sacerdocio, generalatos en la guerra y en la paz, legaciones,
etc.), así como en la perte-nencia al consejo. Precisamente
7. La sociedad tribal
este último, mediante sus banquetes comunes (sumposia) y
Junto a la polis coexistía otra forma de estado más antigua las asociaciones de nobles (hetairiai), tenía establecido un
en su origen: la sociedad tribal (ethnos), que abarcaba un fuerte vínculo con la tradición dentro del contexto de veloz
considerable número de asentamientos y un espacio bas- cambio político que podrá ser observado en Grecia a partir de
tante mayor que la polis. Sin embargo, desde una perspec- las Guerras Médicas.
tiva organizativa, aparece mucho menos cerrada. Para de- Podemos retener que desde el siglo VIII a.C. el mundo grie-
nominarla se utilizaban simplemente los nombres de los go, dividido entre sociedades tribales (ethnea) y ciudades-es-
pueblos en cuestión, por ejemplo, macedonios, epirotas o tado (poleis), experimenta un notable crecimiento económi-
te-salios, con lo que se pone ya de relieve un criterio de dife- co y adquiere una considerable dinámica política y social que
renciación respecto a la polis. La ciudad-estado recibe su le posibilitará reestructurar su propio territorio, así como
nombre en función de los distintos asentamientos (Atenas, acometer audaces empresas exteriores que marcarán el
Esparta), mientras que del ethnikón se extrae el nombre del futuro ritmo del mundo mediterráneo.
país. Precisamente son estos ethniká los que ya servían pa-
ra denominar aquellos grupos humanos que penetraron en
Grecia en el transcurso de las oleadas migratorias. Y de BREVE HISTORIA
esto resulta evidente que el ethnos constituía el núcleo origi-
nal, mientras que la polis representa un desarrollo posterior. DE GRECIA Y ROMA
En lo que respecta al territorio, los estados tribales (Mace- PEDRO BARCELÓ
donia, Épiro, Tesalia, etc.) ocupaban una parte sustancial del
suelo griego, a pesar de no estar tan densamente poblados
Historia de Grecia
como aquellas regiones llenas de poleis (Peloponeso, Ática, CAPITULO 1
Beocia, etc.). MADRID
En la vida política de la época arcaica, el principio gentilicio ALIANZA EDITORIAL
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