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“Polanyi

La Gran Transformación”

La Gran Transformación

En su ensayo, Polanyi, habla de como el liberalismo económico y el advenimiento


de la sociedad de mercado resulta, asimismo, contradictorio.

Un punto destacable es su posicionamiento ideo político: comparte con el marxismo


su crítica radical del liberalismo económico, de la sociedad industrial, pero lo hace desde
una óptica diferente, opuesta también a la de los ideólogos liberales: para él el mercado y la
sociedad industrial no hubieran podido surgir ni sostenerse sin unas estructuras
institucionales provistas desde la esfera política.

A lo largo de todo el libro nos encontramos con un esquema: economía-política.


Este eje articula todos los argumentos y las ideas desarrolladas por Polanyi. Ese eje es el
que separa el Materialismo Histórico marxista del Liberalismo económico clásico. Polanyi
se sitúa a ambos lados de ese eje, y de ese modo obtiene la perspectiva que busca.

El primer ejemplo de las ideas de Polanyi es el capítulo donde habla de la Paz de los
Cien Años, jugando con el nombre de aquélla guerra. Una paz más que discutible, pues el
periodo que discurre entre 1815 y 1914 está jalonado de conflictos, tal vez de menor
importancia que las guerras napoleónicas o las guerras mundiales del siglo XX, pero no por
ello "pacíficas". La Santa Alianza europea se caracterizó por sus fracasos a partir de 1830;
España vivió un siglo de guerras coloniales, iniciando en la materia a sus colegas europeos,
en las cuales tenían cierta importancia los ejércitos europeos en ambos bandos. Guerras
como la de Crimea, franco-prusiana, guerras de unificación italianas y alemanas, guerras
chino-ruso-japonesas… No es un buen ejemplo por parte de Polanyi. Lo que él pretende es
demostrar cómo la paz respondía a los intereses económicos de las respectivas clases
burguesas de las potencias europeas, es decir, que algo tan precario como la paz se
mantenía solo gracias a un equilibrio de naciones sustentado por el sistema económico y
articulado por las altas finanzas internacionales.

Otro punto importante de analizar para entender a Polanyi es el fascismo del siglo
XX. La Gran Transformación se publicó por primera vez en 1944, en plena Guerra
Mundial; como tantos otros autores, Polanyi investigará a su vez las causas del origen del
fascismo en su obra. A su modo de ver, fenómenos como el comunismo de Rusia y el
nazismo alemán, así como el New Deal norteamericano, son respuestas evolutivas en el
plano institucional de naciones que han sabido leer la historia. El sistema internacional
basado en el patrón-oro suponía una tiranía económica en favor de la economía de mercado
que esclavizaba las políticas de todos los países. A partir de la crisis de 1929 algunas
naciones abandonan ese sistema. Polanyi, que ha realizado trabajos cercanos a la
Antropología, entiende los cambios de este periodo en clave de evolución y supervivencia.
Habla de una civilización que se desmorona -la del siglo XIX- porque ceden sus pilares
básicos: patrón-oro, estado liberal y mercado autorregulador, sistema institucional utópico y
contradictorio de la economía liberal. Y habla de naciones que aprovechan los vientos de la
historia, sirven a sus intereses destruyendo las últimas ruinas de lo que se disuelve y
creando nuevas instituciones que les sean útiles. Esto es lo que hizo la Alemania de los
años 30, y la Rusia comunista. Esta es la explicación del cambio social según Polanyi,
según su teoría del cambio institucional.is Las instituciones heredadas del siglo XIX
resultaban opresivas y tiránicas respecto a las nuevas condiciones reales económicas y
sociales. Alemania y Rusia supieron verlo y adaptaron sus instituciones para obtener una
ventaja respecto al resto de naciones atascadas en su empeño de conservar el sacrosanto
liberalismo económico y sus instituciones. Esta ventaja fue llevada más allá de sus propios
límites, empujada por otras fuerzas, y de ahí el triunfo de los movimientos totalitarios. Otra
vez nos encontramos el eje economía-política, sobre el cual giran los argumentos de
Polanyi.

Al investigar el origen de los cambios que condujeron a la nueva situación social y


al sistema industrial de producción, Polanyi choca frontalmente con las ideas liberales. Para
ellos los cambios eran resultados de macro procesos a gran escala y largo plazo, fenómenos
puramente económicos, que llevaron a la economía de mercado y las nuevas condiciones
sociales. La interpretación que hace Polanyi es que el origen de los cambios económicos
está en los nuevos derechos de propiedad, los acontecimientos puramente políticos que
tenían claros efectos económicos y que desataron un torbellino de cambios conocido como
Revolución Industrial. La interpretación liberal de las terribles consecuencias sociales que
conllevó, como efecto de las medidas políticas constrictoras que impidieron el libre
funcionamiento de la economía, choca frontalmente con la de Polanyi, que niega la
posibilidad de que surgiese una industria ni un mercado de no ser por una serie de
disposiciones legales y políticas, que permitieron que tal sistema sobreviviese a través de
disposiciones que atenuaban la intensidad y violencia de las transformaciones. A juicio de
Polanyi, estas disposiciones tomadas desde la esfera política sirvieron, más que a boicotear
el proceso, a salvaguardarlo de su propia energía destructora. La idea central de Polanyi es
que las leyes del mercado de que hablan los liberales no pueden funcionar fuera de una
economía de mercado, y que ésta es un sistema institucional creado deliberadamente y
sostenido artificialmente a través de un mercado autorregulador cuyo funcionamiento
autónomo exige la transformación de la sociedad y la naturaleza en mercancías.

Por tanto, el mercado es una institución nueva que prácticamente no ha existido en


ninguna sociedad anterior, en contra de lo que afirma la economía liberal. Un recorrido
antropológico nos muestra que el móvil maximizador no ha existido más que en la sociedad
actual, por lo que no había la necesidad de un mercado. Otros principios, como la
reciprocidad y la redistribución, configuraban las líneas del sistema económico: "modelos
institucionales y principios de comportamiento se ajustan mutuamente" (Polanyi,
1997:Pg.92). El sistema económico responde a las necesidades sociales. Cuando se
instituye el mercado, la relación se invierte. Los mercados tienen mucho que ver con el
comercio exterior, es decir, ajenos a un sistema económico y a cualquier tipo de
reglamentación. Este tipo comercio exterior no desarrolló, por su parte, un comercio hacia
el interior, sino que permaneció periférico a lo largo de los siglos, sin prácticamente
alteraciones. Las ciudades surgidas como consecuencia del comercio eran defensas tanto
hacia dentro, como hacia fuera (preservando el sistema económico establecido). Para que el
comercio saltase los muros de las ciudades y se desarrollase el mercado a nivel territorial
hubo que recurrir a la intervención de los poderes estatales. La reglamentación de la
actividad económica propició, no sólo la extensión del mercado a todo el territorio, sino que
además lo protegió de dos peligros como son el monopolio y la concurrencia.

La teoría de la urbanización, por tanto, refuerza la tesis de Polanyi: fue la


reglamentación e institucionalización de los mercados lo que permitió su desarrollo. Esta
intervención de los poderes políticos en la economía se inscribe en la expansión del Estado
moderno, significando un paso más en la imbricación de la economía en las relaciones
sociales.

Tal vez el análisis más riguroso y por el que más se conoce a Polanyi sea el de la
ficción de la mercancía. Según demuestra Polanyi, el trabajo, la tierra y el capital no pueden
ser mercancías, de no ser que se cree un mecanismo institucional por el que se supedite
totalmente la sociedad (naturaleza y seres humanos) a la economía. Ese mecanismo es la
economía de mercado. Polanyi las denomina "ficticias" porque no funcionan como
mercancías, es decir, no han sido producidas para la venta. Para que ello sea así, es precisa
la acción de un mercado autorregulador, y su funcionamiento requiere separar la economía
de la sociedad, hecho insólito que supone la destrucción de la propia sociedad. El
argumento de Polanyi viene a ser otra vez opuesto al que propone la teoría liberal: en el
mundo feudal y antiguo tanto el trabajo como la tierra y el capital han estado sujetos a leyes
y reglamentaciones, además de normas de tipo moral. Es decir, economía y sociedad eran
concéntricas. Hizo falta una revolución política pera poder desarrollar un nuevo sistema
institucional que separase ambas esferas, convirtiese la sociedad en apéndice de la
economía y la sometiese a sus exigencias y a sus leyes. Esto significaba la pura destrucción
de la sociedad.

La doble paradoja planteada por Polanyi es que, para crear una economía de
mercado hubo que instituir un mercado autorregulador y garantizar la provisión de las tres
mercancías básicas sin las que éste no puede funcionar -tierra, trabajo y capital- las cuales,
no son mercancías.

De esos tres elementos, el humano -el trabajo- es el que más atención le merece al
autor del libro. A su juicio, la ficción de la mercancía era más grave, no ya solo en términos
económicos, sino por lo que ello supone de cara a las consecuencias sociales. Siguiendo el
curso del libro, Polanyi investiga y analiza la creación de un mercado de trabajo a partir de
las Leyes de Pobres, y las consecuencias sociales que ello tuvo, deteniéndose en aspectos
culturales o psicológicos, que en su discurso tienen mucho peso especialmente a la hora de
entender los totalitarismos. Pese a ser éste un ensayo en clave sociológica, no es este el
punto que más nos interesa, sino los aspectos de cambio institucional. En este sentido, las
leyes de pobres allanaron el camino para transformar la sociedad en materia prima; los
trabajadores en mano de obra.

Una parte importante del libro está dedicada a estudiar las raíces teóricas y
filosóficas de la doctrina liberal, a través de las figuras más importantes de la economía
clásica, y ponerlo todo en relación con el tema principal: el origen del sistema de mercado.
A partir del esbozo de las principales ideas de esos teóricos, Polanyi plantea el punto
central de su crítica al liberalismo económico.

En las páginas precedentes ya hemos visto cómo la nueva economía de mercado se


sustenta de la propia sociedad para sostenerse y desarrollarse, pero a su vez ésta requiere
unos mecanismos de supervivencia y reproducción. Polanyi lo plantea en términos de un
doble movimiento: la expansión del mercado autorregulador por un lado, y por otro, la
autoprotección del la sociedad. Este último puede ser entendido como un mecanismo de
respuesta de la sociedad ante la perspectiva desintegradora, pero que al mismo tiempo
permitió que la ficción de la mercancía y el sistema económico de mercado pudieran
sostenerse. Dos principios destilan de este doble movimiento descrito por Polanyi: el
principio del liberalismo económico que actúa a través del libre cambio y el de la
protección social, que actúa a través de la legislación social.

En este punto Polanyi introduce un nuevo elemento de fuerza, que le abre una nueva
perspectiva de análisis: la lucha de clases. El la interpreta como la institucionalización de
ese doble movimiento. Este elemento es de gran importancia pues supone una toma de
posiciones a nivel social, respecto de la política y la economía. De esa lucha surgiría, según
la interpretación de Polanyi, el movimiento fascista del siglo XX.
Gran parte del libro está dedicada a la crítica del liberalismo económico, de ahí el
subtítulo de la obra. Polanyi plantea tal filosofía como un "credo" y ello en base a lo que él
considera un prejuicio dogmático de sus partidarios, culpable en parte de la ceguera ante las
graves formaciones sociales que se producirían posteriormente. Polanyi desenmascara la
gran contradicción en que caen los argumentos propuestos por los defensores del
liberalismo económico al acusar a las fuerzas que actuaron en defensa de la sociedad en
peligro de impedir el libre funcionamiento de la economía y no dejar que ésta alcanzase los
resultados prometidos. Esta postura acusa a fuerzas colectivistas, en clave de complot, de
boicotear el proyecto liberal, de no tener paciencia, de egoísmo y de estrechez de miras.
Polanyi analiza uno por uno sus argumentos y muestra sus contradicciones y deficiencias.
Sin embargo, pese a demostrar lo que a su modo de ver son pseudoargumentos basados en
prejuicios y dogmas utópicos, lo más interesante es lo que él denomina la "protección de la
sociedad", ya mencionada, y que de un modo difuso aparece como las respuestas de los
diferentes cuerpos sociales al ver amenazada su misma esencia. Lo que los liberales llaman
"movimiento" no es más que la suma de reacciones espontáneas, puntuales, a todos los
niveles, debido no a su acción organizada y conjunta (esa sería otra utopía), sino a que los
efectos disolventes de la economía de mercado se dejaban sentir en todos los ámbitos de la
realidad social.

Estamos de nuevo ante el doble movimiento que articula el discurso. Pero la crítica
más radical a las ideas liberales consiste en demostrar que ni el mercado autorregulador ni
la economía que toma su nombre, hubieran podido funcionar sin determinadas
intervenciones que lo "protegieran": las leyes sindicales y las leyes anti-monopolio son los
ejemplos más claros de disposiciones legales orientadas a proteger el mercado y su libre
funcionamiento a costa de la constricción de los factores intervinientes. En general los
cuerpos legales de las modernas democracias se tupieron especialmente en este periodo; las
intervenciones policiales y militares para controlar, reprimir y eliminar los movimientos
obreros fueron solicitadas y dirigidas por los partidarios de la supuesta autorregulación.

Hay un aspecto que merece la pena resaltar y comentar, aunque se aparte de los
objetivos de este ensayo, y es la defensa que se hace de la cultura. Podemos considerar la
cultura una institución, sin entrar en definiciones epistemológicas, e introducirla en el eje
del discurso, a ver qué pasa. La defensa de la sociedad, de que habla Polanyi, muchas veces
consiste en la defensa de la cultura, o defensa en términos culturales. Es más, normalmente,
los efectos deletéreos del nuevo sistema económico comienzan por manifestarse a nivel
cultural. Es lógico que la primera reacción de defensa surja en ese campo. Polanyi plantea
la degradación cultural con los más negros tonos de que dispone, y al hablarnos de
desintegración de la sociedad, muchas veces parece resonar el eco de un trasfondo cultural.
Es lógico si pensamos en los trabajos realizados en el campo de la Antropología.

Sin embargo, pese a concederle a Polanyi la razón en que la mayor cota de


degradación y desposeimiento se produce cuando se priva al hombre de sus cimientos
culturales, y es precisamente donde se hizo sentir con más fuerza y antes el efecto del
mercado, no fueron esos los primeros elementos a proteger, sino más bien los últimos. Tras
lograr los derechos políticos, la siguiente defensa se planteó en términos económicos. En
nuestros días aún estamos empezando a vislumbrar los efectos culturales del sistema de
mercado y el capitalismo; es hoy, satisfechos por nuestro bienestar y nuestra democracia,
cuando empezamos a preocuparnos por nuestras raíces culturales, en muchos casos secas e
irrecuperables a no ser como fósiles de museo.

Pero el mérito de Polanyi no es solamente reivindicar la defensa de la cultura, sino


plantear nuevos términos en los que basar la crítica al liberalismo, apartándose así del
análisis economicista en el cual coinciden tanto liberales como marxistas.

La última parte del libro trata de los movimientos sociales, desencadenados a raíz de
las transformaciones producidas, y las implicaciones con la esfera política. Nuevas
tensiones, materializadas en la lucha de clases que ahora se institucionaliza políticamente
en los parlamentos, lucha con un transfondo económico pero cuyos efectos conmocionan la
política… La extensión de la economía de mercado hizo surgir fuerzas sociales y políticas
nuevas.

El último capítulo del libro plantea el tema de la libertad desde un punto de vista
filosófico, es decir, como dilema básico de la sociedad actual. Los términos del dilema son
los dos polos que hemos venido configurando: por un lado una libertad sin restricciones ni
cortapisas, y por otro la convicción de que para alcanzar la verdadera libertad es preciso
crear instituciones que permitan su desarrollo y su auténtico disfrute por todo el cuerpo
social. Una vez más, El autor se muestra escéptico y crítico con esa falsa libertad basada en
el interés personal, cuyos efectos son la disolución de las bases constitutivas de la sociedad
y que solo beneficia a los mejor situados. La auténtica libertad requiere instituciones y
garantías, igual que cualquier sistema social exige un mínimo de poder y organización. Y es
precisamente este hecho, el descubrimiento de la sociedad, lo que otorga a la libertad su
auténtico y completo significado.

En este recorrido por el libro de Polanyi, del cual no he referido todos los aspectos
que en él aparecen, pretendo ahora rescatar dos puntos de apoyo para plantear una
discusión. Uno es empírico y el otro es teórico. El primero es el doble movimiento
representado por el principio liberal y su economía de mercado, y por la respuesta de
autoprotección de la sociedad dada por los representantes del socialismo. El punto teórico
es el que ha animado y orientado el recorrido anterior: el aspecto institucional de la gran
transformación.

Desarrollo:

1. ¿Cuál es el papel que le asigna al liberalismo económico el autor en los


conflictos de la I y II guerra mundial?

Para Polanyi la paz se presenta como respuesta a intereses económicos de las clases
burguesas de las potencias europeas, la paz era sólo posible cuando existía un equilibrio
en las naciones basado en el sistema económico y las finanzas internacionales.
Es por esto que la economía liberal esclavizaba los factores productivos y de esta
manera se establecía como el desmoronador de las bases en las que estaba cimentada la
sociedad, así, existieron naciones que pudieron aprovechar este hecho y construir otro
tipo de instituciones más provechosas y que les permitieron desarrollarse de mejor
manera dando paso a fenómenos como el fascismo y el comunismo, entre otros. Aquí
podemos evidenciar el rol de la economía liberal dentro del marco de establecimiento
de distintos antecedente de las guerras importantes del siglo pasado, y desde este punto
de vista, acercar la critica del autor a distintas temática que proporcionan una visión
global de su accionar, no sólo desde la perspectiva política, sino también desde otras,
tan importantes como la social, política, etc.

2. ¿Cuál es la hipótesis del autor?

La idea central es que las leyes del mercado no pueden funcionar fuera de una
economía de mercado, y que esta es un sistema institucional creado deliberadamente y
sostenido artificialmente a través de un mercado autorregulador cuyo funcionamiento
autónomo exige la transformación de la sociedad y la naturaleza en mercancías.
Aquí vemos como la institucionalización de distintos estamentos hace posible la
existencia de diferentes instancias que propician la creación y existencia de la
diversidad de hechos necesarios para que las naciones generen y lleguen a esta gran
transformación, de la cual depende su continuidad y su capacidad de adaptación y
lectura de la historia, esta capacidad debemos reconocerla y establecerla como
antecedente de distintos movimientos que se produjeron en Europa y trajeron
consecuencias en lo político y social, siempre esto con un carácter de supeditación al
ámbito económico.

3. ¿Qué papel jugaron las corrientes de pensamiento de izquierda en los


acontecimientos propuestos por el autor?

Plantea los movimientos de izquierda como los que comienzan la lucha de clases y
los que generan y explican de una u otra forma los distintos fenómenos que se dan en
aquella época, es el caso del fascismo, totalitarismo, etc., de esta manera vemos como la
corriente de movimientos sociales toma una inusitada importancia, que se hace presenta
y tiende a dar las fundamentalizaciones de ciertos hechos históricos que son dignos de
análisis más profundos. Polanyi concede atención al socialismo del que propone una
definición muy acertada: “Es ante todo la tendencia inherente a una civilización
industrial para trascender el mercado autorregulador subordinándolo conscientemente a
una sociedad democrática”, es decir, una solución que acepta el capitalismo y el
mercado, pero en un segundo plano, en una sociedad libre. Y de lo que se trata la
libertad , en una sociedad que ha nacido en la economía de mercado, fundada en los
ideales de libertad e igualdad que ha sido capaz de crear instituciones que ponen al
alcance de todos la salud y la cultura, no deben permitirse cesiones de parcelas de
libertad a favor de una mayor eficiencia económica. En resumen la vida de las personas
debe estar por sobre lo que es lo material y no privarse ni sufrir en pos de una mayor
eficiencia, que en último ámbito nos quita más de lo que nos da.

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