- ¿Para qué? ¿Para que siguieras pendejeándome? ¿Para que siguieras recordándome cómo solo he estado cagándola durante mi vida? Ya lo sé. No necesito escucharlo por alguien más. Lo peor de todo es que ni siquiera estás aquí. Ni siquiera puedo pensar en las palabras correctas para pretender que se las digo a quien ya no está. - Iracheta, sigo aquí - Cállate - Iracheta… - ¡Ya! - Tú no tienes la culpa de lo sucedido. Fue mi decisión. Lo pensé y lo hice yo. Yo sola. No pensé en si lastimaría a los demás, y veo que se lo hice a la única persona que realmente se preocupaba por mí - … - Acertaste en no recordarme como una mujer cursi, pero eso no significa que no sea sensible, que no pueda mirarte de frente y decirte lo que siento. Tú también me importas. Quiero que estés bien, quiero… que no te duela. Eres importante para mí. Eres… la mejor persona que conocí. Podía ser lo que quisiera, y tú me dabas la confianza para serlo. No quiero verte así. No debes sentirte así - Me importabas - Lo sé. - Yo… - Lo sé… - Te quería - … - Muchas veces he seguido preguntándome por qué hiciste lo que hiciste… - … - Por qué me dejaste así. Con tantas dudas, con tanto enojo, y… tanta tristeza - … - Pero, ahora que te volví a ver, ya no sentí ese enojo y esa tristeza. Creo que se fueron. Solo me sentí, feliz. Muy feliz… de poderte ver de nuevo. De recordar tantas tonterías. - … - De saber que… estás bien - Sé qué tú también lo estarás… lo estaremos - ¿En serio? - Sí… no hay qué perdonar ni reparar. Estoy bien, recuérdalo