Está en la página 1de 12

El singular como diferencia divina

María J. Binetti∗

Resumen
Mucho se ha hablado sobre la posición de la diferencia como motor
dialéctico de la existencia singular kierkegaardiana. El pecado, el otro
o el Otro fisuran la subjetividad humana y la obligan a una identidad
que guardará siempre la herida. El sujeto de la escisión es, en este
sentido, el existente mismo, y tal debe ser el caso si la perspectiva se
concentra en la individualidad. No obstante, y desde el punto de vista
especulativo, creemos que los mismos principios utilizados por
Kierkegaard para explicar el dinamismo de la existencia singular nos
llevan más lejos, a saber, nos conducen al absoluto mismo como sujeto
último de toda alteridad, respecto del cual el singular hace la
diferencia.
Palabras-clave: Identidad. Contradicción. Reduplicación. Repetición.
Dialéctica.

Abstract
Much has been said about the position of difference as a dialectical
motor of Kierkegaardian singular existente. Sin, other or Other break
human subjectivity and force it to an identity which always maintains
the wound. The subject of division is, in this sense, the existent itself
and such must be the case if the perspective concentrates in
individuality. Nevertheless, and from the speculative point of view, I
think that the same principles used by Kierkegaard to explain the
dynamism of singular existence, lead us further on, that is to say, to the
absolute itself as ultimate subject of all alterity, regarding which the
singular makes the difference.
Keywords: Identity. Contradiction. Redoubling. Repetition. Dialectics.


MARÍA J. BINETTI é Doutora em Filosofia pela Universidade de Navarra (Espanha).
Pesquisadora do Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET - Argentina). E-
mail: mjbinetti@yahoo.com.ar

12
Introducción que el pensamiento
kierkegaardiano
Mucho se ha hablado
contenga. Lo haremos
sobre la posición de la
así por entender que
diferencia como
es precisamente éste
motor dialéctico de la
el ámbito en el cuál
existencia singular
surge y se resuelve la
kierkegaardiana. El
cuestión planteada. El
pecado, el otro o el
hecho de que
Otro fisuran la
Kierkegaard no se
subjetividad humana
haya preocupado por
y la obligan a una
explicar los principios
identidad que
metafísicos que
guardará siempre la
sostienen su filosofía,
herida. El sujeto de la
escisión es, en este Søren Kierkegaard (1813-1855) reclama con mayor
sentido, el existente mismo, y tal debe razón aún su
ser el caso si la perspectiva se concentra aclaración.
en la individualidad. No obstante, y Significado y alcance de la diferencia
desde el punto de vista especulativo, en el pensamiento kierkegaardiano
creemos que los mismos principios
utilizados por Kierkegaard para explicar La categoría de diferencia ocupa el
el dinamismo de la existencia singular centro del pensamiento kierkegaardiano
nos llevan más lejos, a saber, nos y posee en él un doble valor, estratégico
conducen al absoluto mismo como y estructural. En primer lugar, ella
sujeto último de toda alteridad, respecto posibilita la crítica de Kierkegaard al
del cual el singular hace la diferencia. hegelianismo –prototipo, para él, de la
cultura moderna–, entendido en los
Si bien no hay en Kierkegaard un términos de un idealismo subjetivo que
desarrollo teológico exhaustivo, sí hay elimina toda diferencia real, para poner
los suficientes indicios para elaborar, a en el lugar de la contradicción efectiva
partir de sus propios presupuestos una identidad abstracta y formal. No es
metafísicos, un concepto de lo divino el objetivo de estas líneas probar la
como reduplicación infinita de lo finito consistencia de la crítica
y temporal. Planteado en estos términos, kierkegaardiana ni con Hegel mismo ni
el dinamismo dialéctico de la con el hegelianismo danés del siglo
subjetividad coincidiría con la diferencia XIX. Sea o no ésta consistente, lo
de un sujeto absoluto manifestado en seguro es que, por oposición a cierta
todas las cosas. La intención de las lectura de la modernidad en general y
siguientes páginas consiste en explicar del hegelianismo en particular,
por qué la singularidad debería Kierkegaard propone el concepto de
concebirse como diferencia divina y la diferencia como categoría clave a partir
dialéctica kierkegaardiana, como el de la cual recuperar lo que el sistema
devenir de un absoluto reduplicado en la habría absorbido en la noche
historia humana. indeterminada del absoluto, esto es, la
irreductibilidad de la existencia singular.
Intentaremos ubicarnos en una
perspectiva estrictamente especulativa, En segundo lugar, la noción de
salteando las connotaciones diferencia sostiene y produce la
psicológicas, existenciales o dogmáticas dialéctica del devenir espiritual en todo

13
estadio, momento o figura de su universal en su diferencia consigo
apropiación reflexiva. Cualquiera sea el misma” (KIERKEGAARD, SV2, IV 65-
nivel de interiorización dialéctica, habrá 66). La unidad primigenia queda de este
siempre una diferencia estética, ética o modo traspasada por su propia
religiosa –destino, culpa o pecado– diferencia, afirmada de manera
capaz de mediar el despliegue de la reflexiva.
identidad subjetiva. En este sentido, ella
constituye un concepto análogo, cuyo
referente principal debe buscarse en lo La diferencia resulta del desdoblamiento
que Kierkegaard denomina la diferencia de la identidad inmediata, que afirma lo
cualitativa entre el hombre y Dios, que otro en el lugar de lo mismo. De aquí
es –desde el punto de vista religioso– que interiorización signifique para
pecado y –desde el punto de vista Kierkegaard diferenciación dialéctica.
metafísico– contradicción absoluta. Toda relación y determinación de
Si bien en su inmediatez indeterminada espíritu es eo ipso dialéctica, porque “el
el espíritu dormido reposaría sobre la espíritu es diferencialidad en sí”
unidad sustancial del todo, sin (KIERKEGAARD, Pap, X A 32). Esto
dualidades ni contradicción, lo cierto es implica, en primer lugar, que la
que “lo inmediato nunca es, sino que es diferencia es inmanente a la subjetividad
suprimido ni bien es” y que, por lo tanto, ella supone la
(KIERKEGAARD, SV2, VII 100)1. La identidad inmediata que niega. En
inmediatez es suprimida de inmediato segundo lugar, implica que la realidad
por la reflexión, que la afirma como el subjetiva no es meramente sustancial ni
sustrato de su propio movimiento monádica sino relacional, porque donde
reduplicador. Una vez eliminada la hay diferencia hay –por lo menos– dos
inmediatez, la negación ha sido términos que se niegan mutuamente. El
reflexivamente puesta y con ésta devenir espiritual coincide entonces con
comienza la diferencia y la la intensificación de una alteridad que
contradicción de la conciencia, tanto en avanza desde la diversidad hasta la
el plano teórico como existencial (Cf. contradicción absoluta, según sean los
KIERKEGAARD, Pap, IV B1 146)2. La grados o niveles de su profundidad
pura inmediatez de una identidad reflexiva. En el estadio estético, la
sustancial resulta así el efecto de su diferencia significa diversidad o
propia negación, presupuesta y puesta multiplicidad extrínsecas, cuyas vanas
por la mediación reflexiva del espíritu. formas se alternan en la sucesión de la
Mientras que la subjetividad dormida se mala infinitud. En el estadio ético, la
desvanece en la indeterminación diferencia es interior al yo y se
sustancial del todo, ella despierta, por la manifiesta como la oposición entre el
reflexión, a “la infinitud de la vida tiempo y la eternidad, lo finito y lo
infinito, la posibilidad y la necesidad.
En el estadio religioso, la diferencia
1
SKIERKEGAARD: Samlede Værker, ed. A. cualitativa entre Dios y el hombre
B. Drachmann, J. L. Heiberg, H. O. Lange, A.
aparece como contradicción en sí y por
Ibsen, J. Himmelstrup, 2ª ed., 15 vol.,
København: Gyldendal 1920-1936 [en adelante: sí. La dialéctica de la subjetividad se
SV2], VII 100. profundiza de este modo desde una
2
Cf. KIERKEGAARD: Papirer, ed. P. A. diferenciación exterior hacia una
Heiberg, V. Kuhr - E. Torsting, 2ª ed., 20 vol., bipolaridad intrínseca, para reducirse
København: Gyldendal 1909-1948 [en adelante:
finalmente a la negación total del yo.
Pap.], IV B1 p. 146.

14
Por ser diferencia de la identidad, el La diferencia constituye el
espíritu es negación (KIERKEGAARD, desdoblamiento de lo uno, por el cual
Pap, XI1 A 152) o, mejor dicho, auto- coexisten e insisten en su contradicción
negación reflexiva o esencial. La acción todos los opuestos. Sin embargo, y así
libre que lo produce será entonces una como la inmediatez presupone su
“decisión negativa infinita” mediación reflexión, así también la
(KIERKEGAARD, SV2, VII 27, 254; cf. diferencia presupone y afirma la
también Pap., XI1 A 564), y la relación identidad que la produce, de manera tal
que lo determina, igualmente negativa. que sigue valiendo para Kierkegaard la
Tal constitución esencial convierte la primacía de lo uno sobre lo otro. En
decisión en una elección desesperada de efecto, si el significado y alcance de la
la muerte, por ser ésta el lugar donde la diferencia se resolviera en ella misma
subjetividad descubre su determinación por encima de la identidad, entonces el
más propia, a saber, el no-ser. Con esta pensamiento kierkegaardiano se
nada se enfrenta la posibilidad infinita reduciría o bien a la infeliz conciencia
de la libertad, y en ella afirma su poder de una alteridad extraña e irreconciliable
como impotencia absoluta. El destino de –como ha sostenido más de un
la reflexión es así la negación de la intérprete– o bien a la diseminación de
identidad por su diferencia. un pluralismo inconcebible –como
parecería leer la posmodernidad–. Por el
Hasta aquí, podríamos decir que contrario, entendemos que para
Kierkegaard reemplaza el concepto de Kierkegaard la diferencia se resuelve en
identidad abstracta –sustancial y la identidad, y resolver significa aquí
formal– por una identidad reflexiva, también permanecer.
diferencial y dinámica, que resulta de su La diferencia le pertenece a la identidad,
propia negación. No se trata con esto de porque “el uno precede a la separación y
poner la diferencia en el lugar de la sólo con la separación comienza el
identidad, sino más bien de ponerla en el número. La unidad precede a la
corazón mismo de la identidad, en el oposición y con la oposición comienza
punto de ruptura de la inmediatez y en la la existencia” (KIERKEGAARD, Pap,
esencia de la reflexión. Este principio IV A 57). El punto de partida de la
especulativo le permite afirmar que “la filosofía kierkegaardiana no reside en la
existencia es dialéctica” diferencia pura sino en la diferencia de
(KIERKEGAARD, Pap, VII1 A 123) y la identidad y en la contradicción de lo
“la vida misma es contradicción” uno. Tal punto de partida coincide
(KIERKEGAARD, Pap, V A 68). La además con el punto de llegada del
contradicción de la existencia humana devenir subjetivo, toda vez que para
supone la interiorización constante de Kierkegaard “a la inmediatez se puede
una alteridad, en virtud de la cual lo volver una segunda vez”
idéntico se produce como reduplicación (KIERKEGAARD, Pap, XI1 A 360).
efectiva. En el plano estético, la Ciertamente, no es posible recuperar la
reduplicación afirma la diferencia yo- identidad del origen sin una ruptura, sin
mundo. En el plano ético, ella pone la la diferencia y la contradicción en las
diferencia entre el tiempo y la eternidad, cuales se define la dialéctica infinita de
la realidad e la identidad, la finitud y la lo uno. No obstante, y precisamente en
infinitud. En el plano religioso –es decir, esta misma ruptura, deben la fe, la
en su último fundamento metafísico–, repetición, la reduplicación o el amor
entre el ser y el no-ser absolutos. mediar la re-afirmación de lo uno.

15
Desde el punto de vista especulativo, la La diferencia del espíritu se dice de
pertenencia de la diferencia a la muchas maneras, pero todas ellas
identidad le asigna la doble función de remiten, como a su causa y fundamento,
separar y unir al mismo tiempo los a la diferencia entre Dios y el hombre,
términos de la diversidad, la oposición o que es para Kierkegaard cualitativa e
la contradicción. Por un lado, la infinita (Cf. KIERKEGAARD, Pap., V
diferencia niega lo uno, desdoblándolo A 16; VII1 A 84; X2 A 296; X3 A 23; X4
en su interior. Por otro lado, y puesto A 258; XI1 A 2; XI1 A 66-67, XI1 A
que es diferencia reflexiva de la 495). Lo diferenciado es aquí el ser de lo
identidad, ella relaciona recíprocamente absoluto, respecto del cual lo otro vale
los términos de la desigualdad, la como no-ser. Entre estos dos términos
oposición o la contradicción, y los une no cabe una mera distinción de grado
en un tercer elemento intermedio, que sino una negación total, conforme con la
Kierkegaard llama “lo tercero positivo” cual la subjetividad corresponde a la
(KIERKEGAARD, SV2, XI 143-144). nada. De aquí la negatividad que
De este modo, la identidad no será ya ni embarga a la existencia, confrontada con
el uno inmediato ni el dos de la una absolutidad frente a la cual ella, en
separación, sino el tres de la sí y por sí, no es. El hecho de que la
reconciliación, mediado por la subjetividad devenga nada delante de
diferencia. Dios (Cf. KIERKEGAARD, Pap., II A
357-60; III A 212; V A 16; X2 A 503;
La superación de la identidad abstracta y XI1 A 491) no es una metáfora ni una
su reemplazo por una identidad expresión meramente ética, sino la
diferenciada o mediada convierte lo uno estricta realidad metafísica de la
en el resultado de sí mismo, en lo subjetividad humana, aniquilada por su
tercero positivo. Repetición, propia contradicción. La diferencia
reduplicación, paradoja, espíritu, cualitativa es entonces negación, no de
conciencia, subjetividad, libertad, fe, lo otro sino de lo mismo, de la
Dios, amor etc. expresan otros tantos subjetividad en sí y por sí, y con esto se
nombres de este dinamismo dialéctico manifiesta claramente por qué para
que contiene en sí lo mismo y lo otro, Kierkegaard una relación infinita es ipso
ambos mediados y superados. Según facto negativa, aún cuando su
sean los diferentes niveles de negatividad sea superior a la positividad
interiorización en los que opere, lo de lo inmediato (Cf. KIERKEGAARD,
tercero indicará o bien la relación Pap., IV A 56; X4 A 456).
recíproca de realidad e idealidad, finitud
El ser de lo absoluto coincide con el no-
e infinitud, tiempo y eternidad,
ser de lo finito, y su coincidencia
posibilidad y necesidad; o bien la
constituye la gran paradoja del
relacionalidad autoconciente del espíritu
pensamiento kierkegaardiano, la enorme
subjetivo; o bien la reduplicación propia
contradicción que él llama pecado – “lo
del movimiento amoroso que
otro” (Cf. KIERKEGAARD, SV2, IV
Kierkegaard le atribuye a lo divino. En
471), “lo negativo” (KIERKEGAARD,
cualquiera de estos casos, la identidad
SV2, IV 432) – en tanto que negación
de lo tercero salva la contradicción en la
total de la subjetividad humana.
contradicción misma de una unidad
Respecto de Dios, el hombre es lo otro;
diferenciada.
respecto de la inmanencia humana
subjetiva, Dios es el Otro, y ambos
Lo divino como diferencia singular términos afirman en el pecado su mutua

16
aniquilación. No sólo el absoluto lo será mediante su misma
aniquila lo finito sino que el hombre contradicción. En estos términos se
mismo aniquila a Dios cuando no lo produce ese retorno a lo primitivo, a la
reconoce. La contradicción del pecado inmediatez indeterminada del origen,
conforma, como toda categoría que se convertirá a partir de ahora en
espiritual, una realidad relacional, esto una segunda inmediatez determinada
es, relativa al ser de lo absoluto. Su por la diferencia cualitativa.
diferencia está supeditada a la identidad
Varias categorías kierkegaardianas
divina y constituye, en este sentido, la
expresan la superación de la conciencia
diferencia misma de lo divino, el no-ser
de pecado por la unidad diferenciada de
Dios. Sólo en esta reciprocidad reflexiva
lo divino. A saber, el concepto de
la subjetividad se descubre contradicha
repetición, como segunda potencia de la
por una alteridad que ella misma es y no
conciencia; la idea de reduplicación, en
es.
tanto que desdoblamiento de la
El hecho de que la conciencia del identidad; la noción de fe, como
pecado sea “un acto objetivo, pues la movimiento en-sí y para-sí de la
conciencia de Dios es precisamente infinitud; la contemporaneidad, en
inmanente en la conciencia del pecado” cuanto insistencia y coexistencia de lo
(KIERKEGAARD, Pap., III A 39; cf. absoluto y relativo; y, finalmente, la
también SV2, V 207-208) indica esta categoría de amor, como vínculo
mutua implicancia del ser y el no-ser en perfecto de unidad. Tales nociones
el seno de la subjetividad humana. Si el coinciden en la producción e inclusión
absoluto no fuera inmanente al no-ser, la de la diferencia dentro del dinamismo de
diferencia no podría significar ni la identidad. Entre todas ellas,
negación ni contradicción, sino que se consideramos que es propiamente el
reduciría a una mera diversidad amor aquella en la que Kierkegaard
extrínseca. Además, y en el caso de expresa de manera total y perfecta el
negar la inmanencia, la nada constituiría restablecimiento positivo de una
para el yo su último destino. Por el identidad relacional entre lo uno y lo
contrario, el hecho de que la absolutidad otro.
divina sea inmanente al pecado, que el Las obras del amor muestran de manera
no-ser coincida con el ser de lo absoluto, ejemplar la primacía metafísica del
indica que la diferencia está de amor, definido allí como el fundamento
antemano reconciliada por una identidad de todas las cosas, omnipresente por
absoluta, por la identidad de Dios como esencia e invariable bajo todo cambio.
“primitividad” (KIERKEGAARD, Pap., La identidad amorosa – eterna e
X4 A 433; XI1 A 62) de la conciencia inmutable – precede y sostiene toda
humana. multiplicidad y variación. Ella no
representa la inmovilidad trascendente
Lo más originario del yo es la divinidad de una perfección sustancial y abstracta
misma, escindida en la diferencia del sino que, por el hecho de contener la
pecado y llamada a recuperarse en ella. diferencia, el amor constituye un
Pero precisamente porque hablamos movimiento eterno (Cf.
aquí de una referencia de lo otro a la KIERKEGAARD, SV2, IX 19), cuya
identidad, resulta entonces que el identidad produce, asume y supera cada
pecado contiene su propia redención. Lo momento y término de su desarrollo. Lo
que el yo no puede en sí ni por sí, lo eterno es la presencia total y simultánea
puede en y por el Uno; lo que él no es, de lo uno en cada instancia y lugar del

17
devenir, la contemporaneidad de un Kierkegaard, relación, y la relación no
presente repetido en todo tiempo. Sólo se produce entre dos sino entre tres. En
de este modo logra el movimiento del el mismo instante en que la conciencia
amor realizarse como unidad idéntica y reconoce la escisión de lo uno, ella
absoluta de todas las cosas, porque todas afirma lo tercero como restitución de lo
las cosas no son sino sus propias dividido a la unidad (Cf.
diferencias, el dinamismo de lo KIERKEGAARD, Pap., IV B1 148), y
inmutable y eterno expresado en ellas. de este modo se concibe la estructura
A este dinamismo eterno e infinito del silogística de lo efectivo. El espíritu, la
amor Kierkegaard lo denomina subjetividad, el yo o la conciencia son
reduplicación. En efecto, la para Kierkegaard un silogismo, y esto
reduplicación es el único movimiento significa que ellos configuran el círculo
capaz de llegar a ser otro sin salir de lo de la repetición, mediante el cual lo uno
mismo, vale decir, capaz de se pone como diferencia y recuperación
diferenciarse en la propia identidad y de de sí, como identidad y contradicción en
ganar en sí y para sí la diferencia. Por lo tercero positivo de la igualdad.
eso él se determina como un
movimiento eterno e infinito, cuya
En la esfera de la diferencia realidad-
diferencialidad transcurre en el círculo
idealidad, finitud-infinitud, poder-deber,
de lo idéntico y cuya temporalidad es
posibilidad y necesidad, tiempo-
asumida por la totalidad de un solo
eternidad etc., lo tercero positivo es el
instante. El instante, en tanto que única
propio yo, porque se trata aquí de una
y sola vez del tiempo y la eternidad, lo
oposición relativa cuyos términos
finito y lo infinito, lo contingente y lo
pueden ser mediados por la reflexión
necesario, actualiza una identidad que
inmanente de la subjetividad. No
ha abandonado su inmovilidad abstracta
obstante, y en la esfera de la escisión yo-
para repetirse en las vanas diferencias
pecado, ser-no ser, lo tercero positivo es
del mundo, no ya tan vanales. La
Dios mismo, en cuanto se trata ahora de
eternidad repetida en el tiempo afirma la
una contradicción absoluta que
diferencia, pero afirma con ella el único
confronta al yo con el Otro y cuyos
punto de su reciprocidad. Y lo mismo
términos sólo pueden ser reconciliados
ocurre con el desdoblamiento de lo
en reflexión de la Alteridad misma.
infinito, lo necesario e incondicional,
Respecto de esta dialéctica suprema, lo
cuya negación resulta afirmación
divino opera como “el intermediario”
mediada por su propia alteridad.
(KIERKEGAARD, SV2, IX 72), “la
El hecho de que “el amor sea una instancia intermedia”
reduplicación en sí mismo” (KIERKEGAARD, SV2, IX 127) y “lo
(KIERKEGAARD, SV2, IX 208) y se tercero” (KIERKEGAARD: SV2, IX
mantenga “siempre reduplicado en él” 141; IX 384) de la reconciliación
(KIERKEGAARD, SV2, IX 320) subjetiva. La diferencia de lo divino
implica que su identidad no coincide ni queda de este modo superada por el
con la pureza de una esencia inmutable amor, cuya identidad precede y funda
ni con la exclusión insuperable de su toda separación. Si el amor es el
opuesto. Por el contrario, lo reduplicado fundamento, el constructor y la obra, el
coincide con lo tercero como resultado éxito de la identidad está garantizado.
de la contradicción entre dos términos, Más aun, si el amor es lo propiamente
igualados ahora en una nueva identidad. reduplicado, la diferencia está
La realidad efectiva es, para eternamente salvada por el “para-sí”

18
(KIERKEGAARD, SV2, IX 271) de su El mismo punto de lo absoluto se
unidad. expresa magistralmente en la categoría
de contemporaneidad como producción
Dicho esto mismo con otras palabras, el simultanea de una diferencia siempre
movimiento infinito del amor “cubre la suprimida, o bien, de una identidad en
multitud de los pecados” (Cf. todo caso diferenciada. La
KIERKEGAARD, SV2, IX 318 ss), en contemporaneidad es autopresencia
tanto y en cuanto su negatividad es absoluta, presente total y originario en el
asumida y superada por la dinámica de cual todo se reconcilia con su otro. “Ser
la reduplicación. El amor invierte el perfectamente presente a sí mismo, tal
signo de la alienación en el signo de la es el fin supremo, la tarea suprema de la
reconciliación, sin eliminar la alteridad vida personal, su poder”
pero sin abandonar tampoco la unidad (KIERKEGAARD: Pap., VII B 235). 2
que la precede. No se trata aquí ni de Consiste en esto la segunda inmediatez
erradicar la diferencia para volver a una que la conciencia está llamada a
identidad indeterminada y abstracta –la alcanzar, pero que no puede alcanzar sin
noche del absoluto–, ni de permanecer ruptura. En la contemporaneidad, lo otro
en una dualidad alienante del yo –la queda metafísicamente superado por la
infeliz conciencia irreconciliable. Esta autotransparencia de la conciencia, y de
falsa opción es tributaria de un aquí que la reconciliación se efectúe al
intelectualismo abstracto que modo de una plenitud subjetiva, que es
Kierkegaard siempre rechazó. Por una presencia y comprensión de lo absoluto.
parte, la diferencia está destinada a
resurgir, haciendo posible de este modo En conclusión, debemos decir que es
el devenir sucesivo de su duración. Pero, precisamente la aniquilación total del
por otra parte, la permanencia de la pecado la que reclama una superación
diferencia se produce en el seno del dialéctica, que afirme la reconciliación
dinamismo amoroso, que es identidad y más allá de la subjetividad humana, esto
reconciliación. es, en lo absoluto mismo como sujeto de
último de toda identidad y diferencia. Si
En la conciencia del pecado, Dios tal no fuera el caso, ni la conciencia del
irrumpe como diferencia de la pecado sería inmanente a lo divino; ni la
subjetividad, contradicción y negación existencia, contradicción; ni el amor,
total de sí. Sin embargo, tal separación viable.
está precedida por la unidad translucida
en su misma escisión. A esta unidad se El singular como diferencia divina
puede y debe retornar, ya que “lo divino El ámbito de la individualidad es, sin
y lo humano son dos puntos (:) que lugar a dudas, la perspectiva
terminan en un punto; también en este fundamental desde la cual Kierkegaard
sentido es extraño que ‘:’ no sea una ha elaborado su filosofía y ganado la
separación mayor que ‘.’ sino menor” existencia singular como eje de la
(KIERKEGAARD, Pap., II A 473). El reflexión especulativa. Ningún
único punto de lo divino y lo humano es intérprete se atrevería a cuestionar la
lo divino, en su diferencia cualitativa primacía del sujeto existente –escindido
con lo humano. La máxima diferencia
y recuperado en y por otro– como
sólo es posible en la identidad absoluta,
núcleo alrededor del cual se desarrolla la
que engendra y sostiene su propia
travesía dialéctica descrita por
negación a fin de que lo finito pueda ser
Kierkegaard. Sin embargo, y sin negar
en Ella.
la primacía de esta tematización singular

19
cuya originalidad logró invertir el eje estéticas, éticas o dogmáticas, para
del pensamiento filosófico, la exigencia ubicarnos en el nudo de la cuestión
de analizar sus implicancias y metafísica: la auto-contradicción de
consecuencias nos obligan a plantear Dios, negado en el hombre y
una cuestión muy descuidada por su reconciliado en la negación de la
exégesis metafísica, a saber: ¿cuál es el negación, que es a la vez afirmación del
sujeto último de la dialéctica uno y el otro.
kierkegaardiana: el hombre o Dios? Para
insistir en la respuesta, diremos que lo La más obvia consecuencia de lo dicho
propiamente reduplicado, negado y es que la dialéctica de la subjetividad
recuperado es Dios mismo, cuya humana se convierte en el lugar de esa
identidad amorosa se expresa en la otra dialéctica que el absoluto establece
diferencia de la subjetividad humana. para sí. Dios se debate en el hombre, se
niega y recupera en él, de manera tal que
El dinamismo dialéctico de la existencia el pecado se manifiesta como alteridad
singular remite necesariamente a una en la inmanencia de lo divino. Con tal
subjetividad absoluta, que contradice y afirmación coincide la quizás exigua
aniquila al individuo fin de ganarlo pero contundente conceptualización
para-sí. Invirtiendo la perspectiva kierkegaardiana de lo absoluto y, en
fundamental desde la cual Kierkegaard particular, la idea de que Dios sea
asume la reflexión filosófica y reduplicación infinita, vale decir, que su
situándonos ahora del otro lado identidad se repita en la diferencia de la
especulativo, afirmaremos que es el existencia singular. Recordemos que
hombre quien hace la diferencia de estamos aquí en una filosofía de la
Dios. Tal posicionamiento no sólo es reflexión, para la cual la identidad
posible sino necesario, en tanto y en divina no podría jamás entenderse como
cuanto lo divino constituye el una esencia abstracta y trascendente,
fundamento de lo existente, el ser-en y sino siempre restablecida en la alteridad
para-sí presente en toda realidad y de la existencia, la finitud y la historia.
manifestado por todos sus cambios.
“Dios es duplicación infinita”
Junto con los múltiples fragmentos de (KIERKEGAARD, Pap., XI2 A 97), su
los Papirer referidos a una lucha entre identidad “en-sí” deviene “para-sí”
Dios y el hombre, se encuentra al menos (KIERKEGAARD, Pap., XI2 A 205; cf.
uno que establece dicha contradicción también SV2, IX 271) por la mediación
en la egoidad misma de Dios y por de un otro en el cual él quiere ser
causa de su propio interés. Allí dice reconocido y amado. Donde hay
Kierkegaard: “Dios quiere reconciliarse reduplicación, hay diferencia; y donde
por amor. El tiene que reconciliarse”, y hay diferencia reduplicada, se trata
de aquí que el cristianismo sea en siempre de una identidad tercera que
verdad “la divina pasión de la lucha de presupone, pone y supera su propia
Dios consigo mismo, de modo que en contradicción. En este sentido Dios debe
cierto sentido nosotros hombres ser el intermediario y lo tercero de la
desaparecemos como hormigas unidad. La reduplicación indica la
(mientras esto es sin embargo amor mediación de un absoluto que vuelve
infinito hacia nosotros)” sobre sí en cada manifestación exterior.
(KIERKEGAARD, Pap., X4 A 212). La Al respecto enuncia Kierkegaard:
importancia del presente texto supera “cuando lo eterno es en un hombre, lo
por mucho las intenciones metafóricas, eterno se redobla en él de manera tal que

20
a cada momento que es en él, se trata de Nuevamente, la figura del silogismo
una duplicidad: volviéndose hacia lo permite comprender la mediación de lo
exterior y recuperándose en el interior que se pone como uno a través de la
de sí mismo, pero de tal modo que haya diferencia.
una sola y misma cosa, de lo contrario
no hay reduplicación. Lo eterno no es Si el concepto de reduplicación justifica
sólo en sus propiedades, es en sí mismo; la superación de la identidad abstracta y
no hay simplemente propiedades, sino trascendente por la presencia eterna e
que él es en sí mismo con las infinita de lo Uno, ex-sistente y a la vez
propiedades que él tiene. Así es el in-sistente en su devenir, el concepto de
amor” (KIERKEGAARD, SV2, IX 318). amor explica la reduplicación. En
Al exteriorizarse, lo divino se recupera a efecto, el dinamismo amoroso introduce
sí mismo en otro sin perder la identidad en lo divino la pasión y la afectividad
absoluta de todas sus diferencias que su representación abstracta le niega.
relativas. No sólo “Dios es amor”
(KIERKEGAARD, Pap., II A 418; X2 A
“El único, el uno y el todo” 493; X3 A 98; también SV2, IX 78), sino
(KIERKEGAARD, SV2, VIII 135) que “en esto reside la duplicidad: en que
permanece él mismo en cada una de sus él ama al hombre y quiere ser amado”
manifestaciones (Cf. KIERKEGAARD, (KIERKEGAARD, Pap., XI2 A 105).
SV2, VIII 158-159), por una síntesis de Amar y ser amado supone un
trascendencia e inmanencia que se llama desdoblamiento activo-pasivo, por el
propiamente reduplicación. Sólo de este cual se afirma la diferencia inmanente
modo Dios logra ser todo en todo (Cf. de lo divino. De aquí la escisión, la
KIERKEGAARD, Pap., III A 38; III A negación y el desgarramiento de Dios,
45; III A 165), asumiendo lo absoluto y que debe atravesar la contradicción de lo
lo relativo de una misma presencia. humano para manifestarse allí como el
Desde sus inicios, el pensamiento único amante y amado absoluto. Pero de
kierkegaardiano rechazó la allí también la presencia efectiva del
representación abstracta de la amor en el fundamento de lo otro, de
inmutabilidad divina, que convierte a manera tal que cualquier otro no sea
Dios en una sustancia estática y sino su propia diferencia, eternamente
trascendente (Cf. KIERKEGAARD, asegurada por el silogismo de la unidad,
Pap., IV A 102; IV A 157). Por el que hace del amor el fundamento, la
contrario, él se ha pronunciado a favor obra y el constructor (Cf.
de una divinidad afectada por la finitud 2
KIERKEGAARD: SV , IX 247).
y el dolor humano (Cf.
KIERKEGAARD, SV2, XIV 293 ss). La En virtud de su reduplicación amorosa,
noción de reduplicación es precisamente la subjetividad divina queda
la que le posibilita introducir en la determinada de manera relacional. Dios
divinidad un movimiento infinito y es lo tercero de la unidad, pero lo tercero
eterno, respecto del cual “el medio es el implica en todo caso los otros dos
Uno, el fin es el Uno, el medio y el fin términos de la diferencia que él mismo
son una y la misma cosa” unifica. Como términos independientes
(KIERKEGAARD, SV2, VIII 271). Se de la diferencia Dios – hombre, ambos
trata aquí de un dinamismo circular, se excluyen y niegan, generando así la
donde cada momento es principio, mayor contradicción posible. Sin
medio y fin, y donde la identidad queda embargo, y como término absoluto de la
sobrepuesta en su propio devenir. identidad, Dios (= Dios – hombre)

21
constituye el último sujeto de la allí como traducción divina. A la
reconciliación: la determinación repetición espiritual de esta unidad
intermedia de la unidad. Él se reconcilia primitiva se ordena el desdoblamiento
consigo mismo en la diferencia y su metafísico de ambos términos opuestos,
reconciliación coincide con la del cuya determinación intermedia no es ni
hombre. El resultado de tal dinamismo el uno ni el otro, sino su igualdad. Tanto
es entonces una identidad absoluta que Dios como el hombre deben ser
mantiene la separación a fin de reduplicados, repuestos y reasumidos en
producirse en ella. El amor, lo tercero de su diferencia. La novedad radical de la
la unidad, no existe sino en la diferencia repetición kierkegaardiana consiste en
amante-amado, que separa y une a la que lo propiamente reduplicado no es la
vez. conciencia humana sino la conciencia
del absoluto mismo.
La afirmación de lo divino como lo
tercero expresa la superación tanto de su Si se admite que Dios es la diferencia de
identidad abstracta como del dualismo la subjetividad humana, debe admitirse,
sustancialista y monádico. Lo tercero es como necesaria consecuencia lógica,
“presencia” (KIERKEGAARD, SV2, IX que ésta última sea la diferencia divina,
386) actual y activa en la conciencia porque no estamos aquí en un sistema
humana, el todo en todo que delinea la sustancialista sino en el ámbito de una
figura del silogismo para cada momento especulación reflexiva, para la cual la
y cada parte de su desarrollo dialéctico. sustancia es sujeto, el sujeto es relación
Lo divino no es, para Kierkegaard, el recíproca y la reciprocidad es identidad
lejano y oscuro más allá del en la diferencia. Con esto intentamos
entendimiento sino el más acá de lo decir que Kierkegaard, antes de ser el
concretamente presente al espíritu. Dios pensador de la existencia, es el pensador
y el hombre constituyen una misma de esa totalidad que es una y única. Para
realidad relacional, identificada en su él especular significa ver lo particular en
propia diferencia. Desde el punto de el todo: el universo en el singular y el
vista de la abstracción, Dios es el Otro singular en Dios. La primacía de su
del otro humano, por una infeliz tematización existencial presupone este
exclusión alienante. Sin embargo, y arquimédico punto, donde el absoluto
desde el punto de vista de la unidad, deviene inmanente a la existencia finita
ambos son la diferencia de un todo, cuya y su identidad se actualiza en la historia
inmediatez originaria está presupuesta humana.
en la libertad y debe ser puesta por ella a
fin de devenir efectiva. Si el individuo es el lugar de la
contradicción divina –su diferencia–, él
“Dios es él mismo esta pura es por lo mismo el lugar de su
reciprocidad, esta pura traducción de tu reconciliación. Esa lucha de Dios por ser
propia manera de ser” amor, su reduplicación como amado y
2
(KIERKEGAARD, SV , IX 433). En amante absoluto, se abre y cierra en la
esta relación recíproca de lo divino y lo subjetividad humana, que pertenece al
humano se resuelve lo absoluto. Dios se Otro. El enorme poder que Kierkegaard
repite en el hombre y se establece allí le ha concedido a la singularidad le
como pura reciprocidad de una viene de lo alto y, en este sentido, la
diferencia que ya ha sido saldada. En primacía de su perspectiva existencial es
consecuencia directa, la conciencia el resultado directo de la
humana se repite en Dios y se establece inmanentización de lo absoluto, que

22
convirtió al hombre en el lugar de Dios Sin lugar a dudas, la filosofía de
e inauguró la historia de lo divino. Kierkegaard gira en torno a la
experiencia que cualquier pobre hombre
Conclusiones
singular existente pueda realizar. No
Las páginas precedentes han intentado obstante ello, hemos intentado mostrar
sacar las últimas consecuencias del que esta perspectiva no se basta a sí
pensamiento kierkegaardiano, a partir de misma sino que remite necesariamente a
una serie de principios que lo sostienen una dialéctica absoluta, en la cual se
sin haber sido suficientemente decide la suerte de lo divino. La última
explicados por su autor. Kierkegaard verdad del pensamiento kierkegaardiano
supone un concepto de identidad dice que el absoluto mismo debe
dinámico, reflexivo y relacional, que aniquilarse a fin de que el hombre pueda
incluye su propia diferencia. El supone existir, tanto como el hombre debe no-
además un concepto de diferencia ser para que Dios exista. La subjetividad
incluido en la identidad como humana constituye la nada de lo divino,
contradicción de sí misma. A partir de el desgarramiento de Dios, el otro donde
estos supuestos metafísicos, la ambos devienen reduplicación efectiva.
existencia puede comprenderse En la contradicción entre Dios y el
dialécticamente, sin perder el hombre, ambos términos están llamados
fundamento uno que se afirma a través a coincidir por la continuidad recíproca
de ella por un dinamismo mediador y de su identidad.
circular.
El descenso de lo absoluto o el ascenso
Con Kierkegaard, lo concreto pierde su de lo humano recorren, en definitiva, un
sentido sustancialista y monádico, para solo camino. Subrayar una u otra
convertirse en el sujeto de una alteridad dirección no hace más que confirmar su
que lo desdobla y lo niega. De aquí la repetición, capaz de sostener la
estructura relacional de la subjetividad identidad de los términos. Que Dios sea
tanto humana como divina, entendidas la diferencia de la subjetividad consigo
abstractamente como términos misma o que la subjetividad sea la
contradictorios y concebidas diferencia de Dios, resulta la misma
concretamente como la reduplicación de verdad, expresada abstractamente desde
un único sujeto efectivo –lo tercero el uno o el otro.
positivo–, que traspasa su propia
Entre la subjetividad humana y la divina
diferencia. La mediación de lo uno y lo
media una identidad, en su diferencia
otro, que por una parte justifica las
consigo misma.
categorías kierkegaardianas de
repetición, contemporaneidad, instante,
paradoja, etc., supone por la otra parte la Referencias
inmanencia de lo absoluto en la historia
KIERKEGAARD, Søren. Samlede Værker, ed.
humana y su reconocimiento en el A. B. Drachmann, J. L. Heiberg, H. O. Lange,
hombre. La conciencia del hombre es la A. Ibsen, J. Himmelstrup, 2ª ed., 15 vol.,
conciencia de Dios, afirmada en su København: Gyldendal 1920-1936. [SV2].
diferencia esencial y reunificada por el ______. Papirer, ed. P. A. Heiberg, V. Kuhr -
amor. E. Torsting, 2ª ed., 20 vol., København:
Gyldendal 1909-1948. [Pap.].

23

También podría gustarte