Es una corriente innovadora que surge en Inglaterra en los años
sesentas. Se expresa una concepción del aprendizaje activa y personal. El contexto memorístico y de solución de problemas se transforma en un aprendizaje basado en la comprensión.
Las “teorías” del aprendizaje, de la enseñanza y de la evaluación se
derivan de situaciones en circunstancias reales y específicas.
En el modelo crítico reflexivo la práctica profesional es un proceso de
acción y reflexión cooperativa, de indagación y de experimentación, donde el profesor aprende, interviene para facilitar la comprensión de los alumnos y al reflexionar sobre su intervención ejerce y desarrolla su propia comprensión.
Una característica importante es el considerar a las competencias como
destrezas abiertas, analizando sus bases científicas y sus consecuencias. Se concibe al profesor como el investigador y al aula como un laboratorio permanente para la investigación educativa. Tanto el currículo como la investigación constituyen la hipótesis que el profesor tiene que probar.
El modelo crítico reflexivo es una propuesta abierta, en proceso de
permanente elaboración y enriquecimiento mediante la práctica educativa.
El modelo se va construyendo e internalizando por el propio docente en el
proceso de su ejercicio profesional.
Asumir el modelo crítico reflexivo implica un cambio de actitud y alto
compromiso para lograr una transformación real. Implica un análisis profundo de la propia práctica docente tanto individual como colectiva, cuyo punto de referencia son los acontecimientos en el aula y su entorno. Así mismo las teorías se van construyendo a partir de la reflexión sobre la acción práctica y se van modificando. La práctica son hipótesis a ser probadas en un proceso continuo y permanente.