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DONALD TRUMP vs XI JINPING: ESCENARIO EN EL PODER GLOBAL

Miguel Ángel del Pozo Rosquete

“...the emphasis on Leninism on the struggle


against imperialism seemed appropriate for China...”
Brantly Womack

“...Shanghai Party never became


the leadership-oriented charismatic party
that evolved in China’s countryside...”.
Patricia Stranahan.

Las relaciones (sic) de los Estados Unidos de Norteamérica con la República


Popular China se documentan desde el Tratado de Tianjin (1858): “...The United
States was one of the leading "treaty powers" in China, forcing open a total of
23 foreign concessions from the Chinese government...” (“...Estados Unidos
fue uno de los líderes de los “poderes tratadistas” en China que forzaron
al gobierno chino [manchú] a la apertura de un total de 23 concesiones
otorgadas a los Potencias Extranjeras...”). Buen comienzo para una nación
aspirante a convertirse en una de las potencias mundiales del siglo XIX.

Sirva de introducción a nuestro texto induciéndole al lector a “una cierta


animaversión” hacia nuestro vecino del norte con la finalidad de solidificar
nuestra aprensión (¿?) hacia “...los Estados Unidos de América...” en su tránsito
a convertirse en “una epidemia mundial e histórica” sustentada en la letra de su
Constitución junto con el diseño expansivo propuesto por Alfred Thayer Mahan
consolidado en la “Doctrina Monroe” y la “seguridad de la nación y del Estado
norteamericano”.

Es por ello que para nada asombran los vaticinios del Libertador, Simón Bolívar;
los desequilibrios en las relaciones bilaterales venezolano-estadounidenses; las
amenazas en permanente presencia en dichas relaciones (léase: “Golpe de
Abril, 2002 y el apoya las políticas terroristas desarrolladas durante el Gobierno
del Presidente constitucional Nicolás Maduro Moros); la decisión de Barack
Husseim Obama como también las decisiones políticas del huesped de la Casa
Blanca actual, Donald Trump.

Nos hemos decidido en mencionar a nuestra Patria, Venezuela, en el marco


referente del título propuesto para estas letras, porque, en nuestro criterio, las
decisiones de Política de Estado de carácter intervecionista de los EEUU de
Norteamérica hacia nuestra Patria, Venezuela, tienen, en una de sus razones
de Estado, reiteramos, las serias, profundas y objetivas relaciones de mutuo
acuerdo además de estar sustentadas sobre bases equilibradas de igualdad
con la República Popular China, relaciones que comenzaron a desarrollarse,
estructuralmente, con la diplomacia que desarrollara el señor Embajador, don
Régulo Burelli Rivas, sobre las bases fundamentales de la celebración del
Natalicio del Libertador, Simón Bolívar, en el año 1983.

Es muy probable que ustedes pudieran considerar “algo exageradas” nuestras


afirmaciones en objetivando las asimetrías, obvias, que “saltan a la vista” en las
actuales realidades por las que están atravesando los paradigmas sistémico-
capitalista profundamente agravados, para desgracias de los liberales, con la
pandemia del Covid-19. Es decir, circunscribir las crisis sistémicas capitalistas
en tiempos históricos cuales transitan desde la “Crisis de Wall Street”; es decir,
la estructura y la super-estructura del capitalismo del siglo XXI no ha dejado de
erosinarse, “a si mismo”, sin importar las decisiones en la Política, con “p”
mayúscula, que han venido asumiendo los líderes liberales para la economía
global.

Es decir, en necesario tomar en consideración dos variables que están


“afectando” al sistema del capitalismo global post-neo-liberal hacia su
reconversión profunda, reingeniería aspirada, en un “neo-liberalismo”, en
espejo, mirando las realidades de aquel capitalismo del siglo XIX tanto en sus
variables económicas como ideológicas y militares pasando por el resto de las
bases estructurales de ese modo de producción cual, por histórico, pareciera
que se encuentra en crisis en sus propia perfectibilidad evolutiva.

En ese orden, en considerando las objetividades en curso actuales en todas


sus dimensiones, nos “tropezamos” con la realidad de tener que aceptar, en
clara objetividad, la existencia, en el marco referente de nuestra globalidad
anarquizada en permanente caos inducido, de tres líderes mundiales de
“grandes ligas” (parodiando a Nicolás Maduro Moros en su entrevista a la
emisora digital “La Pizarra”). Nos referimos al Presidente de la Federación de
Rusia, Vladimir Putin, al Presidente de la República Popular China, Xi Jinping y
Donald Trump, como Presidente de los EEUU de Norteamérica.

Cabría preguntar sí el señor Trump es un “lider mundial” o más bien representa


el “liderazgo significado del imperio norteamericano global”. La pregunta es
apropiada en un acercamiento a una reflexión tratando de ser objetivo y
evitando las lógicas condicionantes ideológicas que nos inundan
continuamente. Frente a esa inquietud, Vladimir Putin se ha venido destacando
como referente necesario en la actual geopolítica mundial tanto en lo relativo a
la paulatina recuperación de Rusia en “lo militar” pero, fundamental, en sus
propuestas de equilibrio en escenarios algido y difíciles producidos por el
imperio norteamericano. En esa misma línea, el Presidente Xi Jinping viene
demostrando ser el lógico heredero de aquellas pautas que se fueron gestando
durante las realidades del Frente Unido Nacional (1924-1947), siendo un
político que se iría formando a través de diferentes responsabilidades del
Estado chino incluso en el propio seno de “lo militar” del EPL.

¿Cómo podríamos confrontar a Donald Trump con Xi Jinping?

Desde lo étnico pasando por lo “histórico-cultural” a lo ideológico tanto así como


las asimétricas experiencias políticas de ambos políticos; ello nos permitiría
expresar, como precisar, que es supremamente difícil lograrlo en considerando
sus calidades de líderes políticos tanto en el ejercicio de sus decisiones en las
políticas nacionales como en sus actuaciones en “lo global-mundial”. Lo que
nos lleva a la pregunta: ¿cómo podríamos comparar a dos personajes tan
profundamente asimétricos?

Simple respuesta sería que uno es el Presidente de los EEUU de Norteamérica


como imperio histórico-contemporáneo mientras que el otro es el líder de una
nación de 5.000 años de Historia con una población de 1.450 millones de seres
humanos. Sería prudente precisar que uno viene de la empresa privada
norteamericana, Donald Trump, mientras que el otro es un político con larga
trayectoria nacional, Xi Jinping.

Son dos personalidades sobre quienes resulta difícil realizar una equilibrada y
objetiva comparación aún cuando nos desagraden las comparaciones pero las
actuales realidades, inesperadas, nos obligan a tener que reflexionar sobre sus
actuaciones y comportamientos como líderes mundiales ante lo significado de
la actual pandemia mundial del coronavirus.

En ese sentido podríamos analizar, comparativamente, sobre el ejercicio del


poder gubernamental en la toma de sus decisiones, asumidas por ambos
presidentes, en el marco de sus responsabilidades de Estado en tiempos
equilibrados con sus nacionales en sus diversas y diferentes sociedades como
en el ejercicio de sus responsabilidades como líderes mundiales en el campo
de sus relaciones internacionales.

En ese orden de ideas, con respecto al Presidente Donald Trump, quien ha


venido manifestándose en permanentes confrontaciones tanto en lo interno-
nacional como en sus enfrentamientos con diferentes líderes mundiales incluso
en el conjunto de sus “socios y aliados, con políticas cotidianas cuales
promueve el huesped de la Casa Blanca en el marco de una política de Estado
en contra de las decisiones, también de Política de Estado, de otros líderes
mundiales, en nuestro caso concreto, Xi Jinping, cuales son asumidas como
praxis nacionales e internacionales de “no confrontación” y de asumir con
drásticas decisiones la implementación de esas políticas nacionales tomando
en cuenta dos variables: la pandemia en una nación de 1.400 millones de
habitantes y la responsabilidad, ética y moral, que la expansión global del
“virus” en estos momentos de real-crisis humanista.

Pero nos tropezamos con una tercer variable a considerar con un acercamiento
lo más cercano a la objetividad posible en lo real-geoestratégico con relación a
las relaciones tanto de los Estados Unidos de América como de la República
Popular China con América Latina, Centroamérica y el Caribe en todas sus
significaciones. Es decir, Washington ha mantenido, históricamente, una política
de “expansión-y-control” de todas las regiones geográficas al sur del río
Bravo y de la península de la Florida. La Historia así lo demuestra sin ambajes.

En ese mismo orden, las relaciones de nuestros países, “Nuestra América”, con
China se podrían calificar como de “nuevas temporalidad históricas” con sus
dramáticas realidades en tiempos de la “Guerra Fría”. El acercamiento de la
República Popular China a “Nuestra América” se ha venido realizando, en los
tiempos contemporáneos, de manera paulatina e inteligente en considerando
objetivas realidades geopolíticas e ideológicas que marcaron nuestras
realidades durante la segunda mitad del siglo XX. Esos acercamientos, con la
excepción de Cuba y México, caminaron en los tiempos post-Revolución-
Cultural teniendo en lo que podríamos definir como de “aceleración geopolítica”
a partir de la década de los años 90 del mencionado siglo próximo pasado
sustentándose, dichos acercamientos, en las relaciones de intercambios
comerciales y culturales mientras que Washington, en esos mismas
temporalidades, desarrolló lo que nos proponemos como una nueva etapa
histórica cual podríamos definirla como la “etapa neo-liberal-anti-socialista”. En
ese marco histórico, el “hecho histórico” que marcó la definición de esa política
imperial-norteamericana sería el “Golpe de Abril del 2002” contra el Gobierno
del Presidente-Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, un golpe de estado al
“estilo-chileno”. A partir de la reacción cívico-militar de los sectores populares y
militares nacionalistas, Washington junto con las derechas se vieron en la
imperativa necesidad de realizar una profunda reingeniería de “golpe de estado”
aplicando la “Guerra Política”, como base fundamental, con las consecuencias
bien conocidas aunque poco estudiadas.

Durante ese proceso “neo-golpista-norteamericano”, la República Popular


China supo “leer el tablero” realizando continuos acercamientos al mejor estilo
de un(a) jugador(a) del juego de “go” que se está expresando, en el escenario
actual pandémico, en profundas diferencias vis a vis con Washington cuyo
gobierno, en el marco de la aplicación de la “Política-Mahan” (ejemplo: bases
militares en Colombia), busca cercar a Venezuela, militarmente, bajo la excusa
del tráfico de estupefacientes colombianos.

Medicinas chinas versus militarismo imperial estadounidense.

UNIDAD, LUCHA, BATALLA, VICTORIA.


delpozo14@gmail.com

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