Está en la página 1de 4

Desde el paleolítico hasta nuestros días, el hombre se ha valido de la creación de bienes culturales

que han servido como evidencia de su existencia. Gracias a la evolución de las civilizaciones,
estos bienes han dejado de ser simplemente una pintura ritual o una herramienta de caza y se han
amalgamado con el pensamiento político, filosófico, religioso y social de cada época. De allí que
encontremos desde obras como Palas Atenea de Fidias, que le dio a los griegos una nueva forma
de mirar a sus dioses1, hasta la propaganda fascista en Alemania durante la década de 1930, cuya
tarea era "acomodarse a los valores de ese electorado diverso a la vez que transmitir la impresión
de coherencia ideológica y unidad nacional" 2. Ahora bien, si algo tiene en común esta producción
cultural con el pensamiento en las distintas épocas de la historia, es su vinculación con el poder.

Me detendré en una de las etapas más importantes y la que sería el punto de quiebre entre el
dominio religioso y el comienzo de la modernidad en occidente -o en aspectos más puntuales-
entre el comienzo del absolutismo pleno de Luis XIV y la revolución francesa de 1789. Esta
etapa fue conocida como la Ilustración, que abarcó desde la segunda mitad del siglo XVII y lo
ancho y largo del XVIII, mejor conocido como el Siglo de las luces. La principal premisa de los
ilustrados fue el uso de la razón por sobre todas las cosas, en ella (la razón) se encuentran los
mecanismos para el progreso de la humanidad fuera de mitos y supersticiones religiosas, llevando
el conocimiento científico como blasón y dándole un gran papel a los derechos naturales del
hombre3. Estas ideas, fundadas principalmente por los franceses John Locke, Montesquieu, Jean
Jacques Rousseau y Voltaire, son las que comenzarían a poner en tela de juicio las monarquías
imperantes en Europa, comenzando con la de Luis XIV en Francia, quien fue la piedra angular
del movimiento absolutista, que básicamente conglomeraba todo el poder en las manos del rey,
dándole una especie de don divino. Ahora bien, anteriormente mencioné la vinculación de los
bienes culturales4 con el poder, cuestión que los absolutistas emplearon tan bien como la iglesia
católica, o en palabras de Ernst Gombrich, "estos reyes y príncipes desearon igualmente ostentar
su poderío e incrementar de este modo su influjo sobre el espíritu de las gentes"5.

1
Gombrich, Ernst. Historia del Arte. Debate. Madrid. 1997. p 87.
2
Clark, Toby. Arte y propaganda en el siglo XX. Akal. Madrid. 2000. p 49.
3
Antisieri, Darío y Reale, Giovanni. La Ilustración. Historia del pensamiento político y científico.
http://www.olimon.org/uan/reale_ilustracion.pdf. Consultado el 12 de junio de 2015
4
Véase Hauser, Arnold. "Posición social del artista en el Renacimiento", en Historia social de la literatura y el arte.
Tomo I. Labor. Madrid. 1978. pp 389-425. Ya que a partir del renacimiento el artista/artesano se consolida en una
nueva clase socio-intelectual estable, entenderemos los bienes culturales como arte per se o como obra de arte.
5
Gombrich, Ernst. Historia del Arte. p 447.

1
Considero que el vehículo artístico más imponente durante la ilustración fue la arquitectura, y
esta es una condición histórica (las pirámides egipcias, el Partenón griego, el coliseo romano, las
catedrales góticas y a partir del siglo XVII con el barroco, los palacios). Es por eso que
volviendo los ojos a Francia, encontramos una de las obras arquitectónicas que influenciaría las
principales cortes de Europa, esta es el Palacio de Versalles. Esta obra construida entre 1660 y
1680, se convirtió en el centro del poder de Luis XIV, conocido también como el Rey sol.

Alguna vez Richard Wagner habló sobre la Gesamtkunstwerk6, y aunque Luis XIV reinó 200
años antes de esta concepción artística de Wagner, se podría decir que de cierta manera el rey sol
dejó un vestigio, integrando la arquitectura, la pintura, la escultura, el mobiliario, la creación de
jardines y fuentes en una sola obra. Además de esta integración artística, Luis XIV quiso agrupar
a toda su corte en un solo edificio para tener control absoluto sobre ellos, es decir, para que
giraran en torno a él, a manera de los planetas en torno al sol7. Esta no solo funcionó como una
ventaja para el rey, sino también como un problema, ya que la corte era cada vez más grande y
aunque Luis XIV fue un entusiasta de las construcciones y cada año el palacio recibía
remodelaciones y ampliaciones8, este fue un factor que debilitó sobremanera el presupuesto anual
de la nación9.

Con la creación de la Academia de Pintura y Escultura, Luis XIV se convirtió en el benefactor de


las artes y la cultura. De este modo, la influencia italiana sobre el arte palaciego en Francia se iría
olvidando paulatinamente y se implantaría un estilo propio llamado Estilo Luis XIV. Las
producciones artísticas de los academicistas eran evaluadas por el director de la academia,
Charles LeBrun, quien debía garantizar las reglas del buen gusto en la obra, es decir, las reglas
impuestas por Luis XIV10.

Así como el rey era la representación del poder absoluto y su palacio evidenciaba su imponencia,
la pintura no se quedó atrás a la hora de mostrar sus atributos. Charles LeBrun tuvo una
6
Véase Poltner, Gunther. "La idea de Richard Wagner de la obra de arte total", Thémata. Revista de filosofía. Núm
30, 2003. p 172. La "obra de arte total" de Wagner buscaba integrar todas las expresiones artísticas. Para la
arquitectura la creación de teatros, para la pintura los decorados, para las plásticas los gestos de los actores y la
unificación de la música y la literatura en la ópera.
7
Es importante resaltar que en el barroco (gracias a los estudios de Galileo Galilei y Nicolás Copérnico) se descubre
que la tierra gira alrededor del sol, cuestión que cambiaría los paradigmas filosóficos occidentales.
8
En un principio el palacio fue concebido por el rey Luis XIII como un palacio a las afueras de la ciudad para ir de
caza.
9
De Sauvigny, G. de Bertier. Historia de Francia. Rialp. Madrid. 2009. p 187.
10
Ibídem. p 187.

2
maravillosa época como pintor oficial del rey, fue el responsable de las pinturas y decoraciones
de la Escalera de los embajadores (1674-1678), Galería de los espejos (1679-1684) y los
Salones de la paz y de la guerra (1685-1686) del palacio de Versalles11. Pero más allá de la
magnificencia de la pintura de LeBrun, quien se encargó de inmortalizar al rey sol con los
atributos que lo investían de poder fue Hyacinthe Rigaud. En 1701 presenta su cuadro Louis XIV,
retrato pedestre que muestra al rey envestido con toda la indumentaria propia de un monarca:
ropa de coronación bordada con la real flor de lis (símbolo del estado francés), la espada real al
lado izquierdo mientras se apoya sobre su cetro con la mano derecha, está sobre unos tacones
altos rojos, mostrando la pierna izquierda descubierta (símbolo de virilidad), mientras sobre un
banco reposa la corona real.

A la fecha de este retrato Luis contaba con 63 años de edad, y aunque dejó retratarse en una edad
avanzada el retrato tenía aspectos idealizantes. Se puede decir que el cuadro muestra a un Luis
popular, un rey al que el pueblo debía respetar y glorificar, pero más allá de eso "Luis no era un
hombre alto. [...] La peluca y los tacones altos contribuían a hacer más impresionante a Luis. La
peluca disimulaba también el hecho de que el rey había perdido buena parte de su cabello como
consecuencia de una enfermedad padecida en 1659"12.

Con la llegada de Luis XV al trono, el mensaje propagandístico del arte sobre el poder se debilitó
así como la esencia del absolutismo. El joven rey inició un reinado de libertinaje y hedonismo
total, con las que las clases superiores comenzaron un ascenso y asimismo un alejamiento al
discurso de poder, creando nuevos centros de cultura y núcleos de producción artística 13. El arte
durante este período fue el rococó; que así como la sociedad, estaba cargado de contradicciones 14.
Quien supo representar con su pincel esta época fue el pintor francés Antoine Watteau.

11
Versalles a través de los siglos. Charles LeBrun. Chateau de Versailles.
http://es.chateauversailles.fr/es/history/versailles-during-the-centuries/the-palace-construction/charles-le-brun-1619-
1690. Consultado el 12 de junio de 2015.
12
Burke, Peter. La fabricación de Luis XIV. Nerea. San Sebastián. 1995. p 121
13
Hauser, Arnold. Historia social de la literatura y el arte. Tomo II. Debate. Madrid. 1998. p 13
14
Véase en Arnold Hauser. Hauser, Arnold. Historia social de la literatura y el arte. Tomo II. "La sociedad de la
época está llena de contradicciones y tensiones; crea una monarquía que tan pronto tiene que representar los intereses
de la nobleza como los de la burguesía, y, finalmente, tiene a ambas contra sí; da forma a una aristocracia que está en
enemistad consciente tanto con la corona como con la burguesía, y tiene como propias las ideas que la conducen a su
ruina; y crea una burguesía que hace triunfar una revolución con ayuda de las clases inferiores, pero que
inmediatamente se coloca frente a sus aliados y al lado de sus antiguos enemigos", y en cuanto al arte: "el arte y la
literatura se encuentran en estado de transición y están llenos de tendencias opuestas, a menudo difícilmente
conciliables; vacilan entre tradición y libertad, formalismo y espontaneidad, ornamentalismo y expresión".

3
Particularmente me llama la atención una de sus obras maestras, La muestra de Gersaint (1720),
que se trata de una galería de cuadros del merchante Edmé-François Gersaint, pero más allá
¿trataba de hablarnos Watteau de un entierro al absolutismo guardando un cuadro de Luis XIV en
primer plano? o ¿simplemente hacía alarde de su maestría al pintar en su lienzo obras de viejos
maestros? Sin embargo, es evidente que durante el rococó se produjo un debilitamiento de las
instituciones, mientras que las ideas de los ilustrados seguían aglutinándose.

En 1737 y 1748 se descubren y comienzan las excavaciones de las ruinas de Pompeya y


Herculano respectivamente, esto permitió un acercamiento a la antigüedad clásica en las artes y la
filosofía. En Francia, el Marqués de Marigny y el arquitecto Jacques-Germain Soufflot
publicaron Observations sur les antiquités de la ville d'Herculaneum en 1754, que sirvió como
base para los estudios de artistas franceses15. No es secreto para nadie que la manifestación
artística cumbre de la era grecolatina fue la escultura, de ella y de los conceptos aristotélicos del
orden, la simetría y la delimitación se servirán los pintores para representar su obra. El máximo
exponente de la pintura neoclásica fue Jacques Louis David, conocido como el Pintor de la
revolución. Aquí alcanzamos el desborde de las ideas ilustradas de Rousseau, Montesquieu,
Voltaire y Locke.

El heredero del desastroso reino francés Luis XVI, es a quien se le atribuye el estallido de la
revolución francesa de 1789. Sin control alguno sobre la nación, convoca a una asamblea
excepcional en el palacio de Versalles ese mismo año, con 1200 diputados representantes de las
tres órdenes de la nación: el clero, la nobleza y el tercer estado, pero es imposible detener la ola
revolucionaria. David puso su arte al servicio de la propaganda revolucionaria, una escena como
El pacto de los Horacios (1784) fue el vehículo del nuevo poder que debía pertenecerle al pueblo.

Aunque las esperanzas de toda la nación -y quizás las de gran parte de Europa- estaban puestas
sobre la revolución, esta no cumplió con su lema: Liberté, égalité, fraternité, ni logró su
cometido. Napoleón Bonaparte se hizo con el poder y las artes siguen siendo hasta nuestros días
una herramienta efectiva de manipulación ideológica.

15
SlideShare. El Neoclasicismo (siglo XVIII). http://es.slideshare.net/MaximilianoJimenez/arte-neoclasico-8795889?
qid=c08e9ceb-bdc4-423e-81a1-30225957411a&v=default&b=&from_search=1. Consultado el 12 de junio de 2015.

También podría gustarte