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Iniciando la cuarentena, el peruano empezó a comprar, en grandes cantidades, todas las

mascarillas de nuestra nación. Nada nuevo aún, pero lo “peor” llegaría al día siguiente. Si ibas
a una tienda, lo que te recibía era un tumulto de manos arrancándose las cosas entre sí.
Algunos pudieron coger lo que necesitaban y lo que les serviría para el futuro cercano.
También, a pesar de todo lo dicho por el ejecutivo, gran parte salía a las calles como si el
presidente haya hablado a un fantasma. Detenidos en centenares intentaron burlar a la ley.
Gente con problemas de salud y muy mayor se vio afectada. Además. Se empezó a dar dinero
a las personas que más lo necesitan, pero la desesperación se apoderó de ellas y luchan por
un lugar al frente de las grandes colas. Y en eso se resume la cuarentena hasta ahora.
Imprudencia en tiempos inoportunos, donde 416 y muchos más están en riesgo.

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