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Este poema nos relata la historia y evolución de la ciudad de Cúcuta, en estos versos se
representa a Cúcuta como una mujer, nombrada en este poema como “Guasimales”, haciendo
honor al nombre con el cual fue fundada y describiéndola como una mujer primorosa, con un
esbelto talle y princesa morena, relatándonos que fue doña Juana Rangel Cuéllar quien vio a esta
muchacha y le dio donde vivir regalándole aquel nombre, pero unas hadas malignas que envidian
su esbeltez subieron con ronco ruido, sacudiendo el nido de esta mujer (Lo cual es una referencia
a el terremoto de Cúcuta de 1859) y aunque la tristeza en este momento surgió, pues la princesa
con dolor vio morir a sus rosas más purinas y sus mejores ruiseñores, es decir, a sus habitantes;
Cúcuta luego volvió a su trono más gallarda y con más vida, alegre, bella y galana. Y aquellos
ancestros que la conocieron la denominaban “el espejo de mil espejos” por todo lo que
representaba, en sus mañanas sonaba la serenata de su música de plata, el sediento viajero que
llegaba nunca quedaba con sed. Su fortuna fue tan grande que bien podía decirse que la noche era
su día y su sol era la luna, describiendo a “Guasimales” como una ciudad alegre y poderosa, que
bajo cantares y flores se ganó que la llamaran “La ciudad de los Almendros” en la que cientos de
viajantes son felices como grandes amantes. Menciona como de su seno surgió la paz y es heroína
de la guerra pues le dio a la historia y la tierra héroes como el hombre de las leyes que en el
Rosario surgió. Luego de su evolución más nunca estuvo abandonada y con el esfuerzo de su gente
rasgo el monte y alzo los rieles del primer ferrocarril para después por todos lados abrir paso y
horizonte, donde dominaba el monte hoy alumbra un verde prado convirtiendo a Cúcuta
actualmente en la ciudad de vida verde, ganándose el nombre de la ciudad de la perla, la ciudad
temprana de grandes brazos abiertos y al sol de todos los puertos.