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La antropología —del griego antrophos «hombre» y logos «tratado»— es la

ciencia que estudia al hombre en todas sus dimensiones, tanto como ser social,

como en su aspecto biológico o natural. Aunque en los inicios de la ciencia el

especialista o antropólogo abordaba el estudio de los dos aspectos que

concurren en el hombre, la complejidad de estos estudios determinó que se

crearan dos ramas especializadas: la antropología física y la antropología

cultural. La primera de estas ramas se ocupa de la evolución del hombre dentro

del reino animal, así como de sus variaciones físicas desde el punto de vista

biológico, mientras que la segunda estudia la cultura

humana en toda su amplitud, o sea, todo aquello que ha aprendido el hombre

durante su historia y que caracteriza su comportamiento social. Esto explica que

el carácter de la antropología sea ambivalente: tiene valor como ciencia natural

al referirse su estudio a los aspectos biológicos del hombre, y es ciencia social,

puesto que se ocupa de los aspectos culturales y del comportamiento del

hombre en el seno de la sociedad.

Como toda ciencia, la antropología se rige por determinados métodos de

trabajo. Estudia, describe y clasifica los fenómenos que tienen que ver con el

hombre, establece las relaciones entre estos fenómenos y trata de formular las

leyes que los originan. A estas leyes generales sólo puede llegar después del

estudio exhaustivo de fenómenos que se repiten, estableciendo lo común y lo

diverso entre ellos. La importancia de la antropología radica en que sus

conclusiones y el establecimiento de regularidades se pueden aplicar en la

solución de problemas perspectivos o del futuro. Los métodos básicos de que se


vale la ciencia antropológica son el analítico-descriptivo y el histórico. Mediante

la combinación de estos dos métodos,

la antropología trata de alcanzar sus fines. El método analítico-descriptivo se

emplea en los fenómenos que se manifiestan en el presente del antropólogo, el

método histórico se usa cuando los fenómenos estudiados pertenecen al

pasado. La combinación de ambos métodos se justifica por la relación histórica

que vinculan a los fenómenos entre sí, tanto desde el punto de vista natural

como, sobre todo, desde el punto de vista social. La sociedad, enfocada

históricamente evidencia sus vínculos con el pasado, y el presente contiene los

ingredientes que conformarán la sociedad futura.

La antropología, como todas las ciencias en su desarrollo, ha experimentado

variaciones en sus métodos de trabajo. Aunque su historia como ciencia es

relativamente breve, estas variaciones también se han producido, especialmente

en los últimos cincuenta años. En sus inicios la ciencia antropológica,

fuertemente influenciada por las teorías evolucionistas, empleaba con

preferencia los métodos descriptivos y comparativos, reducidos a aspectos

generales de la sociedad o grupo estudiado, y de ahí trataba de extraer sus

conclusiones. Desde los inicios del presente siglo, los métodos que se utilizan

hacen cada vez más hincapié en la labor de campo, que permite el análisis

descriptivo

más completo, como condición previa a cualquier conclusión de carácter

general. Se insiste cada vez más en la utilización de métodos, especialmente los

de las ciencias naturales, en las investigaciones antropológicas y el alejamiento


de los primitivos enfoques filosóficos y especulativos. Otra variación en los

métodos lo refleja el interés hacia los aspectos etnográficos en los estudios de

antropología cultural.

Actualmente, además, se tienen en cuenta los movimientos a distintas áreas

geográficas de pueblos o grupos humanos, la clasificación de series de datos

sobre diferentes culturas que facilitan la labor comparativa y con el propósito de

poder definir las regularidades. Aquí los métodos de la estadística desempeñan

un importante papel.

Sin desdeñar la importancia del método comparativo, inherente a cualquier

ciencia, algunos antropólogos contemporáneos no están de acuerdo en la

absolutización de los resultados derivados del mismo, en los estudios culturales.

Las razones que exponen consisten en las diferencias existentes en la

aplicación de métodos comparativos en la naturaleza y en la sociedad, y la

incongruencia de trasladar el mismo método, indiscriminadamente, a dos

realidades

distintas, pues plantean que lo que es válido para la primera, puede no serlo

para la segunda. Estos antropólogos parten del principio de que cada cultura

posee sus valores específicos y que el estudio de cada una de ellas no debe ser

precedido de los prejuicios derivados de otra cultura determinada. Estos

criterios han fortalecido la tendencia a hacer una labor de campo más intensa,

en la que el antropólogo se ve obligado a convivir con el grupo humano que

estudia, a aprender a comunicarse en su lengua y a conocer los aspectos

culturales de más relevancia, los que caracterizan a una cultura en particular.


Otros antropólogos se oponen al empleo unilateral de la labor de campo, pues

consideran que obstaculiza el objetivo principal de la antropología en lo de

alcanzar el conocimiento de leyes generales, aplicables universalmente. Por

último, otro método que actualmente se emplea, se relaciona con la llamada

«ecología cultural». Se basa en la interacción que se produce, según se supone,

entre la sociedad y el medio ambiente en que se desarrolla. El método tiene su

base en la antigua teoría de que el medio ambiente es determinante para el tipo

de cultura que define a una sociedad dada. El medio ambiente del que se trata,

no se refiere únicamente al entorno natural, sino que se extiende a la tecnología

de que dispone la sociedad en cuestión, así como la interacción que se produce

de sus contactos con otras sociedades. Este método, aunque de empleo

reciente, tiende a ganar adeptos por la importancia de su enfoque

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