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Ejercicio hermanos

-Si me matas, juro por todos tus dioses que lo último que verás será el inicio del fin de este
mundo.
- ¿El inicio del fin? Tú nos condenaste a nosotros y a ti a vivir bajo el yugo de criaturas de
antinatura. ¡Míralos y dime que no estamos ya condenados!

En el lodo y dándole la cara a un cielo carmesí, el hermano Valiente soporta el peso de su


consanguíneo, tratando de mantener la fuerza en su espada que impide al enorme martillo de
su hermano aplastarle la cara. La muchedumbre los miraba con ojos perdidos.

- ¡Ellos son la única esperanza que tenemos, hermano estúpido! ¿No lo ves? ¿No te dabas
cuenta? La locura asolaba el reino, la gente destripaba a sus vecinos sin razón alguna. Ellos
vinieron a salvarnos, sus miles de ojos cantan al unísono una canción de paz.
- ¿A costa de qué? - Dijo el hermano mayor al levantar el martillo. Los invitaste y los dejaste
entrar, abriste las puertas de nuestro cielo y ahora una eternidad de tinieblas acecha detrás de
esos agujeros en las nubes. No… hermano Valiente, lo que hago lo hago por el bien.

El golpe del martillo chocó contra la espada y vibró desgarrando la carne cansada. El martillo
volvió a subir y en el tiempo que le tomó bajar, el hermano mayor recordó; pero la espada ya
no soportó su embestida. De espaldas al lodo su hermano lo miraba.

-Esto es por tu bien.

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