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DEMOCRACIA

Definiciones:

Democracia: La democracia es una forma de gobierno del Estado donde el poder es


ejercido por el pueblo, mediante mecanismos legítimos de participación en la toma
de decisiones políticas.

Ciudadanía: Se refiere al conjunto de derechos y deberes a los cuales el


ciudadano o individuo está sujeto en su relación con la sociedad en que vive. El
término ciudadanía proviene del latín civitas, que significa 'ciudad'. Por tanto,
ciudadanía es la condición que se otorga al ciudadano de ser miembro de una
comunidad organizada.

Vivencia de democracia: Esto significa que el pueblo es soberano, es quién tiene


fundamentalmente la autoridad principal para gobernar y administrar políticamente
un país y establecer mecanismos para hacerlo.

Derechos humanos: son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin


distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o
étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los
mismos derechos humanos, sin discriminación alguna.

Memoria histórica: es un concepto ideológico e historiográfico de desarrollo relativamente


reciente, que puede atribuirse en su formulación más común a Pierre Nora, y que viene a
designar el esfuerzo consciente de los grupos humanos por encontrar su pasado, sea este
real o imaginado, valorándolo y tratándolo con especial respeto.

Cultura de paz: consiste en una serie de valores, actitudes y comportamientos que


rechazan la violencia y previenen los conflictos tratando de atacar sus causas para
solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación entre las personas,
los grupos y las naciones.

Tratado de paz o Acuerdo de paz: Es un acuerdo entre dos o más partes hostiles,


por lo general países o gobiernos, que culmina formalmente un estado de guerra
entre las partes.
ANTECEDENTES

Se trata, de una nación que ha tenido pocos ejercicios en la democracia, en el


aprendizaje de la ciudadanía y que ha interiorizado una cultura de violencia. La
exclusión se ha manifestado en varios niveles. En el político, por la sucesión de
dictaduras tradicionales y de gobiernos autoritarios con componente militar,
instaurados o por medio de golpes de Estado o de fraudes electorales. En el social,
debido a que al haber sido el Estado expresión de intereses oligárquicos, se
mantuvieron altos niveles de concentración del ingreso y de los medios de
producción, con la consiguiente falta de acceso de los habitantes a los satisfactores
vitales básicos. Pero el nivel más profundo de la exclusión se constituyó en el
campo de las relaciones Interétnicas. Guatemala es uno de los pocos países
latinoamericanos cuya población indígena originaria, mantuvo y reprodujo su cultura
y su importancia numérica a través de las diversas etapas históricas. Entre los
indígenas se manifiestan los índices mayores de pobreza y otros indicadores como
el analfabetismo y la mortalidad infantil. Además de ello, fue constante la negativa a
reconocer la identidad cultural y los derechos de esos pueblos. El racismo y la
discriminación han formado parte del pensamiento colectivo de la nación.
Aunque muchas naciones del continente pueden haber atravesado desarrollos
históricos similares, destaca en Guatemala la resistencia al cambio y el fracaso de
los intentos de reforma. Es probable que el proceso político que tuvo lugar en el
periodo entre 1944 y 1954 del siglo pasado, “la revolución de octubre” haya sido
el más elaborado de esos intentos, ya que durante el mismo se procuró,
simultáneamente, la democratización política y la reforma social. Debido a la
coincidencia de las oposiciones internas a las reformas y a una ubicación del
contencioso, probablemente inevitable dada la época, en la dinámica de la guerra
fría, el segundo gobierno de ese periodo fue derrocado mediante un movimiento
armado respaldado por el gobierno norteamericano. La izquierda de la época
interpretó esos hechos como la reiteración de la no posibilidad de construcción de
una sociedad incluyente por medios democráticos. Unida esa percepción a la
vigencia que entonces tenían el pensamiento marxista y el recurso a la violencia
para alcanzar los cambios sociales, se explica el inicio de la guerra interna a partir
de una rebelión militar en 1960. Durante las siguientes décadas la guerra, con
altibajos y modificación de escenarios y actores, se mantuvo tenazmente como el eje
central de la vida política de la nación. Parte de ese periodo estuvo acompañada por
gobiernos autoritarios y graves violaciones de los derechos humanos.

Desde el punto de vista militar esa contienda no alcanzó niveles comparables a los
que se dieron en El Salvador y Nicaragua. Se manifestó principalmente como guerra
de guerrillas. La mayoría de los enfrentamientos armados involucraron a
formaciones no mayores de compañías, predominando el uso de infantería.
Los escenarios de combate fueron predominantemente rurales, aunque en ciertas
coyunturas la guerra urbana, principalmente en la ciudad capital, adquirieron
relevancia. El área de operaciones fue inicialmente el nororiente del país,
desplazándose posteriormente a la selva tropical húmeda del norte y el altiplano
occidental. En esta última región la confrontación adquirió su mayor intensidad. La
insurgencia no llegó a establecer territorios liberados, aunque sí áreas de influencia.
Por su naturaleza, los enfrentamientos armados no generaron bajas militares de
grandes proporciones. Sin embargo, la estrategia contrainsurgente de ese tiempo,
empleada por los gobiernos autoritarios, tuvo como efecto un alto costo humano. Se
estima que cerca de 200 000 personas perdieron la vida, 75 000 de ellas entre 1980
y 1982, siendo las víctimas en su gran mayoría población civil no combatiente,
incluyendo una elevada cifra de detenidos-desaparecidos. En el mismo espacio de
tiempo, el número de refugiados internos y desplazados externos puede haber
sobrepasado un millón de personas, equivalente a la séptima parte de la población
del país. Entre las víctimas, predominó la población campesina indígena. La
posibilidad de paz se mantuvo vigente, empero, debido a que la Comisión Nacional
de Reconciliación (CNR) creada a partir de las recomendaciones de Esquipulas y
presidida por el entonces obispo Monseñor Rodolfo Quezada Toruño, organizó
encuentros de la URNG con representaciones de la sociedad civil. Este ciclo,
conocido como el “ciclo de Oslo”, involucró a la misma CNR, los partidos políticos,
las Iglesias, los empresarios, académicos y grupos populares. Su principal resultado
fue obtener respaldo de la mayoría de entidades participantes (con excepción de los
empresarios) a la posición de que la negociación debería incluir a la agenda larga.
En 1990 asumió el poder el segundo presidente de la transición, Jorge Serrano, el
cual había participado en el proceso de Oslo. Serrano buscaba impulsar la
negociación y para ello inició su gestión con cambios en los mandos militares, con lo
que estableció su autoridad, y aceptando la agenda larga para negociar. El golpe,
conocido como “serranazo” fracasó y el Congreso de la República designó como
Presidente a Ramiro de León Carpio, quien venía fungiendo como Procurador de los
Derechos Humanos. Las conversaciones de paz se retomaron en México y en enero
de 1994 se firmó un Acuerdo Marco para la reanudación de las negociaciones.
HISTORIA

Guatemala vivió un conflicto armado interno, en el cual se manifestaron actos de


crueldad, desprecio a la vida y a la dignidad de la población guatemalteca, a través
de métodos han causado horror, por lo que el país ha buscado formas de no
repetición y una justicia de transición. Después de 36 años de conflicto armado
interno que vivió la población guatemalteca, finalmente el 29 de diciembre de 1996
se llevó a cabo en Guatemala la firma de la paz firme y duradera entre la Unidad
Nacional Revolucionaria Guatemalteca (URNG) y el Estado de Guatemala,
acontecimiento que puso fin al conflicto. El Acuerdo de Paz Firme y Duradera,
firmado el 29 de Diciembre de 1996, introduce las bases necesarias para un
desarrollo en paz y augurar un futuro moderno para el país. El acuerdo contiene 17
puntos, ante todo, declaraciones de voluntad política. La adhesión a los principios
orientados a garantizar y proteger la plena observancia y el respeto de los derechos
humanos, el compromiso de investigar las violaciones de los derechos humanos
ocurridos en el marco del enfrentamiento interno para contribuir a fortalecer el
proceso de conciliación nacional y la democratización en el país, el reconocimiento
de la identidad y derechos de los pueblos indígenas como base para la construcción
de una nación multiétnica, pluricultural y multilingüe. Forma parte del catálogo de
objetivos políticos la necesidad de un desarrollo socioeconómicos participativo
orientado al bien común. Lograr una situación social más justa se relaciona con la
necesidad de un sistema fiscal más equitativo y eficiente. Erradicar la pobreza y el
desempleo, mejorar la salud, la educación y capacitación y la seguridad social son
consideradas tareas prioritarias del desarrollo. Otro aspecto planteado es la reforma
del Estado y del Ejército.

ACUERDOS DE PAZ Y DEMOCRACIA NEOLIBERAL

A mediados de la década de 1990 se firmaron los Acuerdos de Paz, que fueron los
más completos de la región, puesto que incorporaron aspectos vinculados a la
redistribución de los medios de producción, el respeto a los derechos humanos y la
autodeterminación de los pueblos indígenas, así como la desmilitarización de las
comunidades.

Sin embargo, se avanzó más en la inclusión política que en la inclusión económica,


como sucedió en otras democracias logradas a partir de mediados de los ochenta en
buena parte de América Latina. Esta nueva oleada de democracias llegó de la mano
del neoliberalismo y del "ajuste estructural", como forma de "estabilizar" la economía,
la sociedad y la política (sin recurrir a las Fuerzas Armadas). Entonces, junto con la
democracia, se impulsó la apertura indiscriminada de los mercados y la privatización
de las economías, como el único camino "al desarrollo", para pagar el
endeudamiento externo y lograr insertarse del "mejor modo posible" en el mercado
internacional. Esto amplió la distancia entre la democracia formal y la democracia
sustantiva, y se afectó la legitimidad de esta forma de gobierno. En el caso de
Guatemala, con el advenimiento de la democracia (1986), no puede decirse que las
características de Estado contrainsurgente hayan sido superadas. Justamente, como
lo plantea Jonas, la enorme escalada de violencia en la Guatemala de los noventa
se vinculaba a que la clase dominante nunca estuvo dispuesta a otorgar
concesiones "mínimas" a las mayorías. Así, la minoría sigue necesitando un "Estado
policía que proteja las libertades y la propiedad". Vale señalar que este proceso de
acumulación no persiste aislado, sino que permanece gracias a un sistema
internacional que lo legaliza y legitima: "Los tecnócratas neoconservadores y las
instituciones Financieras internacionales involucradas de lleno en el proceso de paz
guatemalteco, impusieron sus demandas frente a las reformas sustantivas para
lograr democracia y justicia social". Los resultados de la permanencia de la
estructura de poder son contundentes. Según el instituto Nacional de Estadísticas,
en 2006, aproximadamente la mitad de la población guatemalteca se encontraba por
debajo de la línea de pobreza. Además, 74.8% de estos pobres son indígenas.
También se sabe que desde inicios del siglo XXI, Guatemala es uno de los países
con índices más altos de mortalidad en niños menores a cinco años, y que uno de
cada cinco niños sufre de desnutrición. De hecho, la desnutrición afectaba 14% de la
población guatemalteca en 1992, 17% en 1997 y 16% en 2006. A lo anterior se
suma la concentración de la propiedad de la tierra. Según el censo agropecuario de
2003, "92.06% de las y los pequeños productores únicamente cultivan 21.86% de la
superficie, mientras 1.86% de los productores comerciales ocupan 56.59% de la
superficie. Existen 47 fincas de 3 700 hectáreas o más, mientras 90% de los
productores sobreviven con un promedio de una hectárea". Esta situación en la
tenencia de la tierra adquiere una importancia crucial, pues el lugar de Guatemala en
la actual división internacional del trabajo refuerza las inversiones en actividades
como producción de alimentos, minería y generación de energía. Para el gobierno,
en coordinación con organismos internacionales, se plantea que la electricidad, la
minería y la construcción de carreteras resultan sectores muy rentables para la
inversión extranjera directa. Sin embargo, este tipo de actividades pueden llevar a
una descapitalización progresiva, a la vez que generan un daño (la mayoría de las
veces irreparable) para las comunidades cuyos territorios son saqueados y
apropiados por las empresas vinculadas a la inversión. Muchas comunidades se han
organizado para hacer cumplir la letra de los Acuerdos de Paz llevando a cabo, por
ejemplo, consultas para decidir sobre la instalación o no de "megaproyectos" en sus
territorios. Estos referéndums dan cuenta de los avances en las prácticas
democráticas, pero también se han realizado bajo la presión de la presencia de
militares. A su vez, el gobierno no tiene en cuenta el resultado de tales opiniones
comunitarias, al categorizarlas como "no vinculantes". Es como si el gobierno dijera
"qué bonito tu acto, pero no es vinculante para nosotros, no afecta de ninguna
manera lo que queremos hacer". 
MARCO LEGAL
CONSTITUCION POLITICA DE LA REPUBLICA DE GUATEMALA TITULO I La
persona humana, fines y deberes del Estado CAPITULO UNICO

Artículo 1o. Protección a la persona. El Estado de Guatemala se organiza para


proteger a la persona y a la familia; su fin supremo es la realización del bien común.
Artículo 2o. Deberes del Estado. Es deber del Estado garantizarle a los habitantes
de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo
integral de la persona.

TITULO II Derechos humanos.

CAPITULO I Derechos Individuales.

CAPITULO II Derechos Sociales, SECCION PRIMERA Familia, SECCION


SEGUNDA Cultura, SECCION TERCERA Comunidades indígenas, SECCION
CUARTA Educación, SECCION CUARTA Educación, SECCION QUINTA
Universidades, SECCION SEXTA Deporte, SECCION SEPTIMA Salud, seguridad y
asistencia social, SECCION OCTAVA Trabajo, SECCION NOVENA Trabajadores
del Estado, SECCION DECIMA Régimen económico y social.

CAPITULO III Deberes y derechos cívicos y políticos,.

CAPITULO IV Limitación a los derechos constitucionales.

TITULO III El Estado, CAPITULO I El Estado y su forma de gobierno, CAPITULO II


Nacionalidad y ciudadanía, CAPITULO III Relaciones internacionales del Estado,.

TITULO IV Poder Público CAPITULO I Ejercicio del Poder Público.

CAPITULO II Organismo Legislativo SECCION PRIMERA Congreso.

CAPITULO III Organismo Ejecutivo SECCION PRIMERA Presidente de la República.

SECCION SEGUNDA Vicepresidente de la República.

SECCION TERCERA Ministros de Estado.

CAPITULO IV Organismo Judicial SECCION PRIMERA Disposiciones Generales.

SECCION SEGUNDA Corte Suprema de Justicia.

TITULO V Estructura y Organización del Estado CAPITULO I Régimen Político


Electoral.

CAPITULO VII Régimen Municipal.

TITULO VI Garantías Constitucionales y Defensa del Orden Constitucional


CAPITULO I Exhibición personal.

CAPITULO V Comisión y Procurador de Derechos Humano


CARACTERISTICAS
Características de la democracia La democracia es algo más que un conjunto de
instituciones específicas de gobierno: se basa en un grupo de valores, actitudes y
prácticas bien comprendidas que adoptan diferentes formas y expresiones en las
distintas culturas y sociedades del mundo. Las democracias se basan en principios
fundamentales, no en prácticas uniformes. Características fundamentales de la
democracia • La democracia es una forma de gobierno en la que todos los
ciudadanos adultos ejercen el poder y la responsabilidad cívica, ya sea directamente
o por medio de representantes libremente elegidos. • La democracia se basa en los
principios del gobierno de la mayoría y los derechos individuales. Las democracias
evitan los gobiernos centralizados todopoderosos y los descentralizan en múltiples
niveles de regiones y localidades, sabiendo que todos los niveles del gobierno deben
ser lo más accesibles y dúctiles al pueblo como sea posible. • Las democracias
comprenden que una de sus principales funciones es proteger ciertos derechos
humanos básicos, como la libertad de expresión y de religión; el derecho a la
protección de la ley en un plano de igualdad; y la oportunidad de organizarse y
participar plenamente en la vida política, económica y cultural de la sociedad. • Las
democracias realizan con regularidad elecciones libres y equitativas, abiertas para
todos los ciudadanos en edad de votar.

ANÁLISIS CRÍTICO

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