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Roberto de Mattei

P
linio Corrêa de Oliveira na-
ció en São Paulo, Brasil, el 13
de diciembre de 1908 y falle-
ció el 3 de octubre de 1995. Fue
Diputado Constituyente, catedráti-
co en la Pontificia Universidad
Católica de São Paulo y presidente
de la Acción Católica paulista. Líder
católico de proyección internacio-
nal, fundó en 1960 la Sociedad

R
oberto de Mattei, graduado Brasileña de Defensa de la Tradi-
en Ciencias Políticas por la ción, Familia y Propiedad (TFP) e
Universidad “La Sapienza” inspiró la fundación en numerosos
de Roma, es catedrático de Historia
de la Iglesia y del Cristianismo en
“Es ésta nuestra finalidad, nuestro gran ideal. países de otras TFPs y entidades
afines, que integran hoy la más vasta
la Universidad Europea de esa ciu-
dad, donde preside el Curso de
Caminamos hacia la civilización católica red de asociaciones de inspiración
católica dedicadas a combatir el pro-
Graduación en Ciencias Históricas.
Es presidente de la Fundación Le-
que podrá nacer de los escombros ceso revolucionario que socava la
Civilización Cristiana.
panto y director de la revista “Radici
Cristiane”. En 2007 fue distinguido
del mundo moderno, De su amplísima obra intelectual
se destacan diecinueve libros, varias
por la Santa Sede con la Orden monografías, y miles de artículos de
Ecuestre de S. Gregorio Magno, por
como de los escombros del mundo romano prensa. En el curso del convulsio-
su fidelidad a la Iglesia y su actua- nado siglo que le tocó atravesar,
ción en defensa de la civilización
nació la civilización medieval” defendió brillantemente el Papado
cristiana. Entre sus más recientes y la Iglesia contra los totalitarismos
publicaciones se destacan: Pío IX nazifascista y comunista, así como
(2000, traducido al portugués e in- contra la infiltración de doctrinas
glés); La soberanía necesaria (2001, igualitarias y permisivistas surgidas
trad. al francés y al portugués); Gue- a lo largo del siglo, desde el ameri-

Roberto de Mattei
rra santa. Guerra justa (2002, trad. canismo hollywoodiano hasta la
al inglés y portugués); De Europa. teología de la liberación.
Entre raíces cristianas y sueños Heredero de la escuela contra-
postmodernos (2006); Finis Vitae, rrevolucionaria de pensadores como
(sobre la “muerte cerebral”, varios de Maistre, de Bonald, Donoso Cor-
autores bajo su coordinación - ed. tés, Plinio Corrêa de Oliveira es
inglesa 2006; ed. italiana 2007); La considerado a justo título una de las
dictadura del relativismo (2007, mayores personalidades católicas
trad. al croata, polaco y portugués); del siglo XX.
Turquía en Europa. ¿Beneficio o El libro de Roberto de Mattei es
catástrofe? (2009, trad. al inglés). la primera biografía exhaustiva de
este admirable hijo de la Iglesia.
Roberto de Mattei

Prefacio de S. Emcia. Cardenal


Alfons Maria Stickler S.D.B.
El Cruzado del Siglo XX – Plinio Corrêa de Oliveira

Derechos Reservados para esta edición:


© Asociación Tradición y Acción por un Perú Mayor
María P. de Bellido 296 - Magdalena del Mar - Lima 17
Teléfono: 462-0314
www.tradicionyaccion.org.pe

Título Original: Il Crociato del Secolo XX


© Roberto de Mattei, 1996.
Traducción: Alejandro Ezcurra Naón / Luis Paoli Piana
Diseño gráfico: Alex Arzubialde Zamalloa.

1ª edición - noviembre de 2009


Tiraje: 1,000 ejemplares

ISBN: Nº 978-9972-2735-3-7
Proyecto editorial: Nº 31501200800426
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú: Nº 2008-07238

Impreso en Erba Gráfica S.A.C.


Raúl Porras Barrenechea 1950, Lima 1 - Telf.: 425-8860 / 65
Elenco de abreviaturas

AAS Acta Apostolicae Sedis, Typographia Vaticana, Ciudad


del Vaticano-Roma, 1909 ss.
BSS Bibliotheca Sanctorum, Istituto Giovanni XXIII, Roma,
1961-1970, 10 vol.
Catholicisme Catholicisme hier, aujourd’hui, demain, dir. por G. Jac-
quemet, Letouzey et Ané, París, 1947 ss.
DB Dictionnaire de la Bible, dir. por F. Vigouroux, Le-
touzey et Ané, París, 1895-1912, 10 vol.
DDC Dictionnaire de Droit canonique, Letouzey et Ané,
París, 1935-1965, 7 vol.
DHBB Fundação Getúlio Vargas, Dicionário Histórico-Biográ-
fico Brasileiro 1930-1983, Forense-Universitária-Finep,
Río de Janeiro, 1984, 4 vol.
DM Dizionario di Teologia Morale, dirigido por los Carde-
nales Francesco Roberti y Pietro Palazzini, Studium,
Roma, 1961.
DENZ-H Heinrich Denzinger, Enchiridion Symbolorum, bajo la
dirección de Peter Hunermann, EDB, Bolonia, 1995.
DHGE Dictionnaire d’Histoire et de Géographie Ecclésias-
tiques, Letouzey et Ané, París, 1912 ss.
DIP Dizionario degli Istituti di Perfezione, dirigido por
Guerriero Pelliccia y Giancarlo Rocca, Edizioni Paoline,
Roma, 1974 ss.
DR Pío XII, Discorsi e Radiomessaggi, Tipografia Vaticana,
Ciudad del Vaticano, 1959, 21 vol.
DSp Dictionnaire de Spiritualité, Beauchesne, París, 1937-
1994, 16 vol.

5
DTC Dictionnaire de Théologie Catholique, Letouzey et Ané,
París, 1909-1972, 33 vol.
EB Encyclopaedia Britannica, H. Hemingway Benton
Publisher, Chicago, 1975, 30 vol.
EC Enciclopedia Cattolica, Sansoni, Florencia, 1949-1954,
12 vol.
ER Enciclopedia delle Religioni, Vallecchi, Florencia,
1970-1976, 6 vol.
GAF Umberto Antonio Padovani (comp.), Grande Antologia
Filosofica, Marzorati, Milán, 1954.
GER Gran Enciclopedia Rialp, Ediciones Rialp, Madrid
1971-1976, 24 vol.
HKG Handbuch der Kirchengeschichte, Herder, Friburgo,
1965-1973, 9 vol.; trad. it. Storia della Chiesa, Jaca
Book, Milán, 1975-1980, 13 vol.
IP Insegnamenti Pontifici, comp. por los monjes de
Solesmes, trad. it., Paoline, Alba, 1957-1965, 14 vol.
LTK Lexikon für Theologie und Kirche, Verlag Herder,
Friburgo, 1957-1965, 10 vol.
NDB Neue Deutsche Biographie, Duncker & Humblat,
Berlín, 1953 ss.
PG Patrologiae Cursus Completus, Series Graeca, comp. por
Jacques-Paul Migne, Migne, París, 1857-1866, 161 vol.
PL Patrologiae Cursus Completus, Series Latina, comp. por
Jacques-Paul Migne, Migne, París, 1844-1864, 221 vol.
TRE Theologische Realenzyklopädie, de Gruyter, Berlín-
Nueva York, 1977 ss.

6
25 de noviembre de 1996

Egr. Prof. Roberto De Mattei


Roma

Ilustrísimo Profesor,

Le agradezco profundamente por su gentileza en obsequiarme el precioso


volumen “El Cruzado del Siglo XX – Plinio Corrêa de Oliveira”, por Ud.
escrito. El libro consigue describir de modo muy atrayente y profundo la
figura de este eminente líder católico y hombre de acción.

Con coraje y gran visión, Plinio Corrêa de Oliveira logró defender la Igle-
sia y el papado contra los totalitarismos de este siglo y contra ciertas tenden-
cias que habrían querido destruir los valores cristianos.

Con profunda gratitud,

su devmo.,

Giuseppe Pittau, S.J.

N. del E.- Cuando envió esta carta, Mons. Pittau ejercía el cargo de Rector de la Universidad Gregoriana
de Roma. Ordenado obispo en 1998, fue designado Arzobispo titular de Castro de Cerdeña y nombra-
do Secretario de la Congregación para la Educación Católica.

7
Prólogo a la edición peruana

Aunque Plinio Corrêa de Oliveira ha tenido una influencia determinante


en la historia del siglo XX —al punto de ser considerado por altas persona-
lidades de la Iglesia como la mayor figura del laicado católico en ese perío-
do—, es aún poco conocido en el Perú, sobre todo debido al bloqueo publi-
citario-mediático que por todas partes suele cercar las ideas, acciones y per-
sonas genuinamente católicas.
No obstante, su ejemplar militancia en las filas del laicado, enfrentando
intrépidamente a todos los adversarios de la Iglesia surgidos en el siglo XX
(incluso los adversarios internos, como las corrientes sucesivamente
modernistas, progresistas y liberacionistas), así como su visión excepcio-
nalmente certera del rumbo de los acontecimientos mundiales, le valieron
desde su juventud la justa admiración de sectores cada vez más amplios,
tanto eclesiásticos como seculares, primero de su país y más tarde de todo
Occidente.
Esa admiración fue creciendo a medida que los hechos confirmaban sus
análisis, denuncias y predicciones sobre la situación de la Iglesia y del mun-
do, a las que muchos comenzaron a dar el calificativo de proféticas.
***
Uno de los países donde Plinio Corrêa de Oliveira es más conocido y
admirado es Italia, la nación por excelencia vinculada a la Iglesia. Allí el
pensamiento del gran líder católico brasileño es constantemente estudiado y
debatido en el mundo religioso, cultural y social. Aparte de la TFP italiana,
han surgido en toda la península asociaciones que se orientan oficialmente
por sus ideas, reproducen sus obras y editan diversas publicaciones sobre su
persona, escritas por intelectuales y académicos de gran relieve.
Entre estos sobresale el eminente historiador Roberto de Mattei, profesor
de Historia de la Iglesia y del Cristianismo en la Universidad Europea de
Roma y Presidente de la Fundación Lepanto. Entre 2002 y 2006 ha sido Con-

9
El Cruzado del Siglo XX

sejero para Asuntos Internacionales del Gobierno italiano, y actualmente es


Vicepresidente del Consejo Nacional de la Investigación, que supervisa las
actividades académicas y científicas de su país. En 2008 fue honrado por la
Santa Sede con la condecoración de comendador de San Gregorio Magno, por
su servicio a la Iglesia y a la civilización cristiana.
Discípulo declarado de Plinio Corrêa de Oliveira, el Prof. de Mattei asu-
mió en 1995 el reto de añadir a su vasta producción intelectual una biografía
del fundador de la TFP, que sirviera de introducción al conocimiento de ese
gran paladín del catolicismo, presentando de su vida y obra una primera idea
de conjunto para el público culto de su país. La tarea no fue fácil, dada la
excepcional riqueza de personalidad y la fecundidad de la actuación del Dr.
Plinio; pero sin duda el resultado estuvo a la altura del talento del autor,
quien logró plenamente su cometido de modo conciso, profundo y atrayente
en El Cruzado del Siglo XX.
* * *
Transcurre este año el centenario del nacimiento de Plinio Corrêa de
Oliveira. Sumándose a los homenajes prestados en el mundo entero al emi-
nente líder católico, Tradición y Acción por un Perú Mayor hace propicia la
ocasión para presentar al público peruano la primera edición hispanoameri-
cana de esta excelente biografía. En ella el Prof. Roberto de Mattei nos colo-
ca frente a una figura incomparable, con la cual muchos peruanos sentirán
inmediata afinidad al reconocer en ella, además de otros atributos, los mejo-
res trazos de nuestra catolicidad: grandeza, señorío y santidad. El Cruzado
del Siglo XX satisface así una necesidad de nuestra atribulada época, que es
conocer de cerca al hombre que más que nadie supo preverla, explicarla y
trazarle rumbos, y cuyo pensamiento y acción, hoy continuados por sus dis-
cípulos, proyectan su luz de modo creciente sobre los acontecimientos mun-
diales actuales y futuros.

Lima, 13 de octubre de 2009


Aniversario de la última aparición de Nuestra Señora de Fátima

Tradición y Acción por un Perú Mayor

10
Prefacio
de
S. Emcia. Cardenal
Alfons Maria Stickler S.D.B.*

En los períodos de crisis y confusión que la historia conoce con frecuen-


cia, las biografías de hombres representativos pueden tal vez indicar el recto
camino más que abstractos volúmenes de moral o de filosofía.
De hecho, los principios son vividos en concreto, y cuanto más la índole
de los tiempos es hostil a la encarnación histórica de los valores, tanto más
se hace necesario conocer la vida de quien haya puesto estos valores en el
centro de su propia existencia.
Es lo que ha sucedido, en nuestro siglo XX, con Plinio Corrêa de Oliveira,
el gran pensador y hombre de acción de quien el Prof. Roberto de Mattei,
por su parte, ha escrito la primera biografía en Europa, a un año de su falle-
cimiento ocurrido en São Paulo, Brasil, el 3 de octubre de 1995.
Con la coherencia de su vida de auténtico católico, Plinio Corrêa de Oliveira
nos ofrece una confirmación de la fecundidad de la Iglesia. Para los verda-
deros católicos, las dificultades de los tiempos son, de hecho, ocasiones de

(*) N. del E.- El Card. Alfons Maria Stickler, salesiano, nació en Neuenkirchen (Austria) en 1910. Su
particular vocación para el estudio de las ciencias jurídicas lo llevó a la enseñanza en el Pontificio
Ateneo Salesiano, del cual fue primeramente Decano de la Facultad de Derecho Canónico y luego
Rector desde 1958 a 1966. Poniendo al servicio de la Santa Sede sus notables dotes académicas, después
de haber dirigido el Pontificio Instituto de Altas Ciencias Latinas, fue nombrado Prefecto de la Bibliote-
ca Vaticana. En 1983 Juan Pablo II lo elevó a la dignidad episcopal y después, al crearlo Cardenal con el
título Diaconal de San Giorgio in Velabro, lo hizo Bibliotecario y Archivista de la Santa Romana Igle-
sia. Es autor de importantes estudios teológicos y canónicos traducidos a numerosas lenguas. Falleció el
12 de diciembre de 2007, fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe.

11
El Cruzado del Siglo XX

medir sus fuerzas en la Historia para afirmar la perennidad de los principios


cristianos. Fue lo que hizo el eminente pensador brasileño, manteniendo
alta, en la época de los totalitarismos de todo color y expresión, su fidelidad
inconmovible al Magisterio y las instituciones de la Iglesia. Al lado de su
fidelidad al Papado, un trazo característico de su espiritualidad, que me com-
place recordar, se manifestó en la devoción a María Auxiliadora, la Señora
del Rosario y de la victoria de Lepanto, que él veneró en la Iglesia del Sagra-
do Corazón de Jesús de São Paulo.
Aún recuerdo con satisfacción haber estado entre los presentadores en
Italia de la obra magistral de Plinio Corrêa de Oliveira, Nobleza y élites
tradicionales análogas en las alocuciones de Pío XII, que a mi juicio cons-
tituye, al lado de Revolución y Contra-Revolución, una de las producciones
más altas del talento del pensador brasileño.
Me congratulo, por fin, con el autor de esta obra, el Prof. Roberto de
Mattei, a quien me unen sentimientos de amistad y consonancia de ideales,
por la maestría con la cual ha logrado describirnos la figura y la obra de
Plinio Corrêa de Oliveira, de quien él se muestra como digno discípulo en
Europa.
Todos los fundadores y las personalidades de relieve en la historia de la
Iglesia han sufrido incomprensiones y calumnias. No sorprende que tam-
bién Plinio Corrêa de Oliveira haya sido objeto, y pueda continuar siéndolo
en el futuro, de campañas de detracción, alimentadas y articuladas por aque-
llos que se oponen a su ideal de recristianización de la sociedad. Dichas
campañas han golpeado también en nuestro siglo muchas otras asociaciones
católicas, a las que se ha querido demonizar como “sectas”. Es interesante
notar que estas campañas se vuelven tanto más agresivas cuanto mayor es la
fidelidad católica de las asociaciones por ellas golpeadas. Lo cual demues-
tra que el verdadero blanco de tales acusaciones es la Iglesia, a la cual se
quiere negar el papel de “Maestra de la Verdad” recientemente reafirmado
por el Santo Padre Juan Pablo II en la Encíclica Veritatis Splendor. Causa
desagrado que a estas campañas de descrédito promovidas por enemigos de
la Iglesia se presten a veces católicos que se pretenden ortodoxos.
Anhelo que esta biografía de Plinio Corrêa de Oliveira pueda disipar crí-
ticas e incomprensiones, y constituir un punto de referencia para todos aque-
llos que, con generosidad, desean dedicar las propias energías al servicio de
la Iglesia y de la Civilización cristiana.

12
Prefacio

Esta obra de servicio a la Iglesia no exige solamente rectitud doctrinal,


sino también vida interior y un especial espíritu de penitencia y de sacrifi-
cio, proporcionado a la gravedad de la hora presente.
Plinio Corrêa de Oliveira nos ofrece, con su vida y con su ejemplo, un
claro ejemplo de ello.
Aseguro mis oraciones y mi bendición para todos cuantos se hagan
imitadores y propagadores de este espíritu y de esta visión del mundo
auténticamente católica.

Roma, 2 de julio de 1996


Fiesta de la Visitación

13
Introducción
“Queriéndolo o no, todos estamos
escribiendo nuestras biografías.
Y en el día del Juicio,
el libro será abierto y leído”

Las páginas que siguen se proponen aproximar el lector italiano y euro-


peo a la figura de un eminente pensador y hombre de acción, llamado a ser
recordado como un gran protagonista del siglo que se cierra (*): Plinio Corrêa
de Oliveira 1.
Pese a sus escritos, traducidos a numerosas lenguas, y a su obra, difundi-
da en 26 países de los 5 continentes, Plinio Corrêa de Oliveira casi no figura
en las grandes enciclopedias o en los libros de estudio escolares, ni hablan
de él los medios de comunicación social y los “formadores de opinión”.
Esta es la mejor prueba de su distanciamiento de las modas culturales del
tiempo, y es también la razón que me lleva a escribir estas páginas y al
editor a publicarlas.
No tengo la pretensión de trazar una biografía completa de Plinio Corrêa de
Oliveira, que para ser exhaustiva debería ser monumental. Ni de exponer el
conjunto de su corpus doctrinal, aún en vías de publicación. Tampoco preten-
do trazar la historia, igualmente vasta y en pleno desarrollo, de las Sociedades
de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad, inspiradas por él y difundi-
das hoy por el mundo. Para todo esto me faltan el tiempo y las fuerzas.

(*) N. del E.- El siglo XX (la primera edición de este libro es de 1996).
1
El presente estudio ha sido realizado con espíritu objetivo y científico, a través de una escrupulosa
verificación de documentos. Las principales fuentes editoriales que he consultado para el estudio de
la obra de Plinio Corrêa de Oliveira —además de los 19 libros por él publicados— son los más de
2500 artículos y ensayos aparecidos en el semanario “O Legionário” (1927-1947), en la revista men-
sual “Catolicismo” (1951-1995) y en el diario “Folha de S. Paulo” (1968-1993). Un primer panorama
de sus principales actividades es ofrecido por los libros Meio Século de Epopeia Anticomunista (Edi-

15
El Cruzado del Siglo XX

Me propongo, más simplemente, ofrecer al lector una introducción al pen-


samiento y a la obra de Plinio Corrêa de Oliveira, que permita formular un
juicio sobre este gran personaje, amado y combatido con igual calor, pero en
general desconocido o deliberadamente ignorado. Se trata, por lo tanto, de
una primera propuesta de aproximación a su figura, en la expectativa de que
otros desarrollen todos los aspectos de una personalidad tan poliédrica y
rica, de imprevisible profundidad.
“Queriéndolo o no —escribió Plinio Corrêa de Oliveira—, todos esta-
mos escribiendo nuestras biografías. Y en el día del Juicio el libro será
abierto y leído” 2.
Cada hombre debe procurar dar un significado al libro de su vida, del cual
Dios es el primer y verdadero autor. Nuestra existencia en el tiempo tendrá
sentido solamente en la medida en que ella corresponda al misterioso esbo-
zo trazado por Dios para nosotros desde toda la eternidad. La utilidad de los
libros biográficos está en ayudarnos en este difícil camino, a través de los
ejemplos vivos de los que nos precedieron. “Verba movent, exempla
trahunt” 3. Los ejemplos de los hombres que han escrito sus biografías en el
“cristianismo vivido” de la propia existencia, pueden contribuir para orien-
tar también nuestra vida y nuestro futuro. Anhelo que éste sea el principal
fruto de mi obra dedicada al Prof. Plinio Corrêa de Oliveira.

tora Vera Cruz, São Paulo 1980), Um Homem, uma Obra, uma Gesta - Homenagem das TFPs a
Plinio Corrêa de Oliveira (Edições Brasil de Amanhã, São Paulo, s.f.) y por la obra de João S. Clá
Dias, Dona Lucilia (Artpress, São Paulo 1995), dedicada a Lucilia Ribeiro dos Santos, madre de
nuestro biografiado. Merece asimismo ser mencionada, por la seriedad de la investigación, la tesis de
doctorado de Lizâneas de Souza Lima, Plinio Corrêa de Oliveira - Um cruzado do século XX (Uni-
versidad de São Paulo, Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas, 1984).
Son de gran importancia, naturalmente, los escritos inéditos que pueden consultarse, entre los cuales
figura el Autorretrato filosófico (“Catolicismo”, Nº 550, octubre 1996) así como los numerosos testi-
monios de aquellos que tuvieron la ocasión y el privilegio de conocer personalmente a Plinio Corrêa
de Oliveira.
Deseo asimismo agradecer vivamente a todos los que han contribuido a la publicación de este libro.
Entre ellos, por las preciosas indicaciones y sugerencias de que han sido pródigos, agradezco en particu-
lar a los Sres. Armando Alexandre dos Santos, Julio Loredo de Izcue, José Messias Lins Brandão, Juan
Miguel Montes Cousiño, Stefano Nitoglia, Fancisco Javier Tost Torres, José Antonio Ureta y Guido
Vignelli, Leo Daniele, Antonio Carlos de Azeredo, João Luis Vidigal y José Narciso Pinto Soares.
2
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Seriedade, in “Catolicismo”, N. 485 (mayo 1991).
3
“Las palabras mueven, los ejemplos arrastran” - ADOLFO TANQUEREY, Compendio di Teologia Ascetica
e Mistica, Desclée, Roma 1928, p. 27.

16
Introducción

Considero un don de la Providencia el haberme encontrado con Plinio


Corrêa de Oliveira personalmente numerosas veces, entre 1976 y 1995. Sin
este conocimiento directo, que me marcó profundamente, este libro no ha-
bría sido posible.

Roberto de Mattei

17
Capítulo I

“Cuando era aún muy joven...”


“Cuando era aún muy joven,
consideré con amor y veneración
las ruinas de la Cristiandad.
A ellas entregué mi corazón,
volví las espaldas a mi futuro
e hice de aquel pasado cargado de bendiciones
mi porvenir...”

1. Los últimos resplandores de la douceur de vivre.

A la Belle Époque, período que abarca las últimas décadas del siglo XIX
hasta la Primera Guerra Mundial, se le puede aplicar con una cierta analogía
el dicho de Talleyrand: “Quien no vivió antes de 1789 no sabe lo que es la
dulzura de vivir” 1.
Es muy difícil para el hombre del siglo XX comprender el sentido y el
alcance de esta célebre frase. Nuestro siglo ha transcurrido bajo el signo de
una amargura de vivir que hoy tiene sus expresiones más llamativas en la
nueva enfermedad social de la “depresión” y en la espantosa propagación de
los suicidios, aún entre los más jóvenes. Para el hombre contemporáneo,
sumergido en el hedonismo e incapaz de experimentar auténticas alegrías
espirituales, la expresión “dulzura de vivir” tiene un significado puramente
material y se reduce a la amarga satisfacción que nace del consumo y del
goce de los bienes puramente sensuales.

1
La célebre frase de Talleyrand es mencionada, entre otros, por el historiador francés Guizot en sus
Mémoires (FRANÇOIS GUIZOT, Mémoires pour servir à l’histoire de mon temps, M. Lévy, Paris 1859-
1872 (8 vv.), vol. I, p. 6). Ya hacia el fin del siglo XVII, como recuerda Paul Hazard, “en Francia
reinan las buenas maneras, la cortesía, la cultura, la dulzura de vivir” (P. HAZARD, La crise de la
conscience européenne (1680-1715), Bouvin & C., Paris 1935, vol. I, p. 77).

19
El Cruzado del Siglo XX

Al contrario, en la acepción que le dio Talleyrand, la “dulzura de vivir”


tiene un significado más profundo y sutil. Ella puede ser entendida como
una cierta luz imponderable que se irradiaba sobre todo el cuerpo social,
desde los remotos tiempos de la Edad Media. Los orígenes de esta dulzura
de vivir, en efecto, se remontan a la Civilización Cristiana medieval y se
relacionan a la concepción cristiana de la existencia, que une indisolublemente
la felicidad del hombre a la gloria de Dios.
La doctrina católica y la experiencia cotidiana nos enseñan cuán dramática
es la vida humana. No obstante ello, el esfuerzo, el sufrimiento, el sacrificio,
la lucha, pueden dar una alegría interior que llega a impregnar de dulzura este
valle de lágrimas que es nuestra existencia. Fuera de la Cruz no existe verda-
dera felicidad ni es posible la dulzura, sino apenas la búsqueda de un placer
ciego y desordenado, destinado a la amargura y a la desesperación.
“Puede decirse de la alegría lo que San Bernardo decía de la gloria, que es
como una sombra: si corremos atrás de ella, huye de nosotros; si huimos de
ella, corre atrás nuestro. No hay alegría a no ser en Nuestro Señor Jesucristo,
esto es, a la sombra de la Cruz. Cuanto más un hombre es mortificado, tanto
más es alegre. Cuanto más procura los placeres, tanto más es triste.
Por esto, en los siglos de apogeo de la Civilización Cristiana, él era ale-
gre: basta pensar en la Edad Media. Y cuanto más se va «descatolicizando»,
tanto más se va entristeciendo.
De generación en generación, este cambio se fue acentuando. El hombre
del siglo XIX, por ejemplo, no tenía más la deliciosa «douceur de vivre» del
hombre del siglo XVIII. Sin embargo, ¡poseía mucha más paz y bienestar
interior que el de hoy!” 2.
La dulzura de vivir no era el goce desenfrenado o el “comodismo” moder-
no, sino un reflejo del Amor divino en la sociedad humana, un rayo de luz
divina que iluminaba y penetraba de alegría espiritual una sociedad que to-
davía se ordenaba a Dios, al menos en sus estructuras exteriores. Esta douceur
de vivre, que Talleyrand consideraba ya apagada con la Revolución France-
sa, continuó de algún modo esparciendo sus aromas sobre Europa hasta las
vísperas de la Primera Guerra Mundial.
La Belle Époque significó un estallido de optimismo y confianza eufórica
en los mitos de la Razón y del Progreso, simbolizado por la coreografía del

2
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Ambientes, Costumes, Civilizações, in “Catolicismo”, n. 29 (mayo 1953).

20
«Cuando aún era muy joven...»

ballet Excelsior 3. Pero la Belle Époque fue también el estilo de vida aristo-
crático y ordenado, que en los albores del siglo XX aún reflejaba múltiples
facetas del modo de ser del Ancien Régime.
La Belle Époque era el sueño de la “construcción” de la civilización mo-
derna que abría el siglo; pero era también aquella sociedad aún
entrañadamente patriarcal, que emitía sus fulgores crepusculares en la mo-
narquía austrohúngara, heredera de las glorias del Sacro Imperio Romano.
La Europa positivista y la Europa católica y monárquica coexistían en los
albores del siglo: el continente europeo aún contaba con cuatro Imperios y
quince grandes Monarquías 4.
La intensidad luminosa de los cuadros de los impresionistas y las novelas
psicológicas de Paul Bourget reflejaban bien la atmósfera de aquellos años:
una sociedad cosmopolita cuyo principal atractivo era la conversación, arte
que requería garbo, amabilidad, diplomacia, y en el cual se reconocía el
verdadero savoir-vivre 5.
París, la Ciudad-Luz, es el símbolo de esta época, la capital reconoci-
da de un mundo ideal que dilata sus límites mas allá de Francia y hasta
de Europa. Adondequiera que se extienda el influjo de la civilización
europea, se reconoce a Francia el primado de la lengua, de la cultura, de
la moda.
Ente las “islas francesas” en el mundo, había una, a comienzos del siglo
XX, que brillaba particularmente entre todas: São Paulo, en el Brasil, una de
las ciudades que mejor supo integrar los valores de la tradición propia con
los de la cultura francesa. En otro trópico y en otro hemisferio, florecía en-
tonces aquello que la Belle Époque produjo de mejor: el buen gusto, el refina-
miento de maneras, la elegancia sin afectación. Teniendo por telón de fondo
los inmensos horizontes iluminados por la Cruz del Sur, un último destello

3
Excelsior es el nombre de la ingenua ópera alegórica de Luigi Menzotti (1835-1905), con música de
Romualdo Marenco (1841-1907), que entusiasmó plateas —y no solamente italianas— por más de
veinte años después del triunfo de la primera presentación en Milán en 1881. En ella, la abertura del
istmo de Suez, el túnel del Monte Cenit, la concordia de las naciones, eran celebradas por las piruetas
de las danzarinas como el auge de la ascensión y la apoteosis del Progreso.
4
Cfr. ROBERTO DE MATTEI, 1900-2000. Due sogni si succedono: la costruzione, la distruzione, Edizioni
Fiducia, Roma, 1990, pp. 11-15.
5
Duque de LÉVIS-MIREPOIX - Conde FÉLIX DE VOGÜE, La politesse. Son rôle, ses usages, Les Editions
de France, París, 1937, p. 1. Cfr. también VERENA VON DER HEYDEN-RYNSCH, Europäische Salons,
Artemis & Winkler Verlag, Munich, 1992, p. 227; y sobre el tema en general, CAMILLE PERNOT, La
politesse et sa philosophie, Presses Universitaires de France, París, 1996.

21
El Cruzado del Siglo XX

del Ancien Régime brillaba en corazones que, con simplicidad —virtud que
es madre de todas las demás— conservaban una fidelidad llena de saudades
hacia aquella Civilización Cristiana que había iluminado su país y el mundo.
La palabra saudade expresa algo más que una nostalgia. Es el recuerdo y
a la vez el deseo de un bien ausente; un sentimiento incomunicable y velado
de melancolía, típico del alma contemplativa e intuitiva del pueblo portu-
gués y del brasileño 6. Saudade, la de aquellos paulistas, de un Brasil cristia-
no y europeo, precisamente en el momento en que los Estados Unidos co-
menzaban a ejercer la seductora atracción de la “modernidad”. Saudade de
modos antiguos, fidelidad a principios lejanos, de los cuales Europa parecía
ofrecer un último, mortecino reflejo.

2. Brasil: una vocación para la grandeza

Visitando el Brasil en los años 30, Stefan Zweig quedó sorprendido por
esta tierra, que previó destinada a tornarse “uno de los factores más impor-
tantes del futuro desarrollo de nuestro mundo” 7.
Lo que ante todo impacta del Brasil, es la grandeza de las superficies y de
los horizontes. La extensión de este país, con sus 8.511.965 kilómetros cua-
drados, es de más de la mitad de América del Sur. Las grandes montañas
que descienden a pico sobre el mar, las florestas de vegetación lujuriante, el
tumultuoso río Amazonas que, con una cuenca de más de cinco millones de
kilómetros cuadrados, representa el más vasto sistema fluvial de la Tierra,
dan la imagen de un país en el cual todo sobreabunda: la naturaleza, las
luces, los colores; tanto como para hacer pensar, según la comparación de
Rocha Pita, en un verdadero “paraíso terrestre”.

6
Cfr. vocablo “Saudade”, in Grande Enciclopédia Portuguesa e Brasileira, Editorial Enciclopédia,
Lisboa-Río de Janeiro, 1945, vol. 28, pp. 809-810. La filóloga portuguesa CAROLINA MICHAELIS DE
VASCONCELOS (1851-1925) ha subrayado la plena equivalencia entre el término portugués “saudade” y
el alemán Sehnsucht (A Saudade portuguesa, Ed. Renascença Portuguesa, Porto, 1922).
7
STEFAN ZWEIG, Brasile. Terra dell’avvenire, trad. it. Sperling & Kupfer, Milán, 1949, p. 10; Cfr.
también ERNANI SILVA BRUNO, História e Tradições da Cidade de São Paulo, Livraria José Olympio
Editora, Río de Janeiro, 1954, 3 vol.; AFFONSO A. DE FREITAS, Tradições e reminiscências paulistanas,
Governo do Estado de São Paulo, São Paulo, 1978 (3ª ed.); LUIZ GONZAGA CABRAL S.J., Influência dos
Jesuítas na colonização do Brasil, in Jesuítas no Brasil, vol. III, Companhia Melhoramentos de S.
Paulo, São Paulo, 1925.

22
«Cuando aún era muy joven...»

“En ninguna otra región se muestra el cielo más sereno, ni madruga más
bella la aurora; el Sol en ningún otro hemisferio tiene los rayos más dorados,
ni los reflejos nocturnos tan brillantes; las estrellas son las más benignas y
se muestran siempre alegres; los horizontes, ya sea que el Sol nazca o se
sepulte, están siempre claros; las aguas, sea que se tomen en las fuentes por
los campos, o dentro de las poblaciones en los acueductos, son las más pu-
ras; es, en fin, el Brasil, terrenal paraíso descubierto” 8.
El vasto territorio brasileño aparece perpetuamente revestido de luz “como
un diamante centelleando en las sombras del Infinito. (...) Su refulgencia
abre en el silencio de los espacios una claridad inextinguible, dorada, ar-
diente, blanda o pálida. Todo es siempre luz. Descienden del Sol las lumino-
sas grandes ondas ofuscantes, que mantienen en la tierra la quietud profun-
da. La luz todo lo invade, todo lo absorbe” 9.
Esta luz, que difunde una claridad inextinguible y parece conservar la
tierra en una atmósfera de recogida quietud, reviste los grandes espacios
de una misteriosa dimensión espiritual. Casi se diría que la extensión lu-
minosa de los horizontes predispone el alma para una vocación magnáni-
ma y grande.
La fecha del nacimiento del Brasil es el 22 de abril de 1500, cuando en el
horizonte de la nueva tierra aparecieron las blancas velas de la flota portu-
guesa comandada por Pedro Álvares Cabral. El primer gesto de los descu-
bridores fue plantar la Cruz sobre la playa y hacer celebrar sobre la nueva
tierra el Sacrificio incruento del Calvario. El Brasil fue desde entonces la
Tierra de Santa Cruz 10. La constelación de la Cruz del Sur pareció sellar en
los cielos esta escena, que permanecerá impresa hasta la eternidad en el
alma brasileña. “La Cruz del Sur, emblema heráldico de la Patria, por su

8
SEBASTIÃO DA ROCHA PITA (1660-1738), História da América Portuguesa, in E. WERNECK, Antologia
Brasileira, Livraria Francisco Alves, Río de Janeiro, 1939, p. 210.
9
JOSÉ PEREIRA DA GRAÇA ARANHA (1868-1931), A esthetica da vida, Livraria Garnier, Río de Janeiro-
Paris 1921, p. 101.
10
“El Brasil nació cristiano. «Isla de la Vera-Cruz» le llamó su primer historiador, que fue también
uno de sus descubridores” (P. SERAFIM LEITE S. J., Páginas de História do Brasil, Companhia Editora
Nacional, São Paulo, 1937, p. 11). El cronista de la expedición, Pero Vaz de Caminha escribió al
Soberano: “No podemos saber si hay oro, plata, metales o hierro; no hemos visto. Pero la tierra por sí
es rica (...) Sin embargo el fruto mejor que se podrá sacar será, a nuestro ver, el traer a sus habitantes
la salvación de sus almas” (cit. in ROGER BASTIDE, Il Brasile, Garzanti, Milán, 1964, p. 13; texto de la
carta de Pero Vaz de Caminha in JAIME CORTESÃO, A expedição de Pedro Alvares Cabral, Livrarias
Ailland e Bertrand, Lisboa, 1922, pp. 233-256).

23
El Cruzado del Siglo XX

dulce luz recuerda para siempre, durante la noche, la perpetuidad del pacto
de alianza. Ella dice palabras de inmortal esperanza a la nación cristiana que
crece sobre la Tierra de Santa Cruz” 11. Desde entonces, observó un diplo-
mático italiano, “el perfume originario del cristianismo es difundido en cada
ángulo de la tierra brasileña, como si hubiera sido esparcido de una vez para
siempre” 12.
La Cruz, como recuerda el P. Serafim Leite, S. J. “era un símbolo y una
promesa. Pero no era todavía la semilla. Ésta vendría prolífica y abundante
casi medio siglo después, en 1549, con la institución del Gobierno General y
la llegada de los jesuitas” 13. En aquel año, seis misioneros de la Compañía
recién fundada por San Ignacio acompañaron al gobernador Tomé de Souza,
enviado por el Rey Juan III de Portugal para evangelizar la nueva tierra 14.
Ellos, observó Stefan Zweig, trajeron consigo “la cosa más preciosa que se
necesita para la existencia de un pueblo y de un país: una idea, y precisa-
mente la idea creadora del Brasil” 15.
Los jesuitas infundieron un alma en aquella tierra potencialmente riquí-
sima —no sólo en bienes materiales— pero hasta entonces adormecida.
“Esta tierra es nuestra empresa” 16, declaró el padre Manuel de Nóbrega 17,

11
YVES DE LA BRIÈRE, Le règne de Dieu sous la Croix du Sud, Desclée de Brouwer & C., Brujas-París,
1929, p. 20.
12
ROBERTO CANTALUPO, Brasile euro-americano, Istituto per gli Studi de Politica Internazionale, Milán,
1941, p. 89.
13
S. LEITE S.J., Páginas de História do Brasil, cit., pp.12-13. “Sin desconocer el concurso de los
demás, se puede emitir sin temor esta proposición exacta: la historia de la Compañía de Jesús en el
Brasil, en siglo XVI, es la propia historia de la formación de Brasil en sus elementos catequéticos,
morales, espirituales, educativos y en gran parte coloniales. La contribución de otros factores religio-
sos no modifica sensiblemente estos resultados” (p. 14).
14
El “Regimiento” del 17 de diciembre de 1548, en el cual el Rey de Portugal Juan III trazaba a su
Gobernador Tomé de Souza las reglas de gobierno a las que debería atenerse en Brasil, afirmaba: “La
razón principal que me ha llevado a mandar poblar la citada tierra del Brasil fue que la gente del país se
convirtiese a nuestra santa fe católica” (Regimento de Tomé de Souza, Biblioteca Nacional de Lisboa,
Arquivo da Marinha, liv. 1 de oficios, de 1597 a 1602). Cfr. también P. ARMANDO CARDOSO S.J., O ano
de 1549 na história do Brasil e da Companhia de Jesus, in “Verbum”, n. 6 (1949), pp. 368-392.
15
S. ZWEIG, Brasile. Terra dell’avvenire, cit., p. 35. Cfr. CARLOS SODRÉ LANNA, Gênese da civilização
cristã no Brasil, in “Catolicismo”, Nº 519, marzo de 1994, pp. 23-24; ID., A epopéia missionária na
formação da Cristandade luso-brasileira, in “Catolicismo”, Nº 533, mayo de 1995, pp. 22-23.
16
Cit. in ANTONIO DE QUEIROZ FILHO, A vida heróica de José de Anchieta, Edições Loyola, São Paulo,
1988, p. 43.
17
El P. Manuel da Nóbrega nació en Entre-Douro-e-Minho, Portugal, el 18 de octubre de 1517 y
murió en Río de Janeiro el 18 de octubre de 1570. Doctor en Derecho Canónico y Filosofía por la
Universidad de Coimbra, en 1544 ingresó en la Compañía de Jesús y en 1549 fue enviado por San

24
«Cuando aún era muy joven...»

quien junto con el padre José de Anchieta 18 puede ser considerado el funda-
dor del Brasil. Desde el Descubrimiento hasta nuestros días los misioneros
desarrollaron una “obra sin parangón en la historia” 19 de cristianización y,
al mismo tiempo, de civilización de las tierras brasileñas. Los jesuitas cate-
quizaron a los nativos, reuniéndolos en pueblos; abrieron las primeras es-
cuelas, construyeron colegios, iglesias, caminos, ciudades 20. Cuando los hu-
gonotes intentaron apoderarse de la nueva tierra, los padres Nóbrega y
Anchieta fueron los inspiradores de las operaciones militares contra los pro-
testantes franceses desembarcados en la bahía de Guanabara 21. En el cen-
tro del arco costero de la espléndida bahía reconquistada por los portugue-
ses 22 fue fundada una pequeña ciudad destinada a convertirse en la capital:
San Sebastián de Río de Janeiro, en la cual parecen confluir, en una síntesis
irrepetible, todas las bellezas naturales del Brasil: montañas, colinas, flo-
restas, islas, ensenadas 23. La Capital de la colonia portuguesa fue, al inicio,

Ignacio al Brasil, donde fue el primer superior de la misión de los jesuitas y posteriormente el primer
Provincial. Su misión se ejerció durante más de veinte años, hasta su muerte.
18
Nacido el 19 de marzo de 1534 en La Laguna (Canarias), el Beato José de Anchieta murió en
Reritiba (hoy Anchieta), Brasil, el 9 de junio de 1597. En 1551 entró en la Compañía de Jesús y dos
años después se embarcó hacia el Brasil con un grupo de misioneros que acompañaban al Gobernador
portugués Duarte da Costa. Ordenado sacerdote en 1566, participó en la fundación de São Paulo
(1554) y de Río de Janeiro (1567) y llegó a ser Provincial de Brasil en 1578, desarrollando un infati-
gable apostolado que le valió el título de “Apóstol del Nuevo Mundo”. Fue beatificado por Juan Pablo
II en 1980. Cfr. ALVARES DO AMARAL, O Padre José de Anchieta e a fundação de São Paulo, Conselho
Estadual de Cultura, São Paulo, 1971.
19
S. LEITE S. J., História da Companhia de Jesus no Brasil, Livraria Portugalia, Lisboa, 1938, vol. I.
20
Al lado de los jesuitas, desarrollaron su apostolado los benedictinos (desde 1582), los carmelitas
(desde 1584), los capuchinos (desde 1612) y otras órdenes religiosas. Los jesuitas, expulsados en
1760 por el Marqués de Pombal, volvieron al Brasil en 1842. Sobre los 40 mártires jesuitas de 1570,
cfr. MAURICIO GOMES DOS SANTOS S.J., Beatos Inácio de Azevedo e 39 companheiros mártires, in
“Didaskalia”, Nº 8 (1978), pp. 89-155; pp. 331-366 (traducción del estudio hecho por el departamen-
to histórico de la Congregación de los Santos).
21
Fue Consejero de los Padres Nóbrega y Anchieta un aristócrata italiano, Giuseppe Adorno, de la
familia de los Dogos de Génova, que había puesto su fortuna y su vida al servicio de su nueva patria
lusitana, después de haber sido obligado a abandonar su ciudad. Además de los Adorno, se traslada-
ron a Brasil en el siglo XVI los Acciaiuoli (Accioly), los Doria, los Fregoso y los Cavalcanti (Cavalcanti
d’Alburquerque).
22
C. SODRÉ LANNA, A expulsão dos franceses do Río de Janeiro, in “Catolicismo”, Nº 509, mayo de
1993, pp. 22- 24.
23
“Río de Janeiro, desde el punto de vista de su panorama, puede ser considerado una síntesis del
Brasil. Es el corazón del Brasil que allí continúa palpitando, a pesar de que la capital haya sido
transferida oficialmente a Brasilia. Hay allí una misteriosa síntesis del país, una invitación a un
futuro cargado de misteriosas promesas” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Meditando sobre as grande-

25
El Cruzado del Siglo XX

Salvador de Bahía, una de las “células genéticas” del Brasil 24 junto con
São Paulo, Río de Janeiro y las capitanías de Pernambuco y Marañón.
El inmenso territorio fue dividido en doce Capitanías hereditarias, de las
cuales derivaron los varios Estados que compondrían la Federación brasile-
ña 25. Los donatarios, provistos de amplias concesiones, eran escogidos por
el Rey de Portugal entre “las mejores personas: ex navegantes, combatien-
tes, personajes de la corte” 26. El Brasil continuó siendo parte integrante del
Reino de Portugal, incluso durante el período en el cual la Corona portugue-
sa estuvo unida a la española (1580-1640).
En la lucha contra los holandeses, que consiguieron establecerse efímera-
mente en Bahía (1624-1625) y más prolongadamente en Recife (1630-1654),
comenzó a formarse la conciencia nacional brasileña 27. Cuando Recife, últi-
mo bastión holandés, se rindió al ejército brasileño, ya existía un pueblo
unido. “Las guerras holandesas tuvieron la virtud de consolidar en un tipo,
hasta entonces desconocido, los elementos diversos de la colonización” 28.

zas do Brasil, in “Catolicismo”, Nº 454, octubre 1988).


24
“El insigne historiador del Brasil, Sr. João Ribeiro, llama, con enérgica exactitud, células genéticas
del tejido del Brasil a los siguientes puntos de su territorio: Bahía, Pernambuco, S. Paulo, Río y
Marañón. Ahora bien, de esas cinco células genéticas, dos (...) fueron exclusivamente obra de la
Compañía: São Paulo, que ella creó por sus manos, y Río de Janeiro, que contra todo y contra todos
ella consiguió que se fundase. Las otras tres: Bahía, Pernambuco y Marañón, recibieron de los jesui-
tas el máximo de su expansión” (L. G. CABRAL S.J., Jesuítas no Brasil (século XVI), Companhia
Melhoramentos de São Paulo, São Paulo, 1925, p. 266).
25
HOMERO BARRADAS, As capitanias hereditárias. Primeiro ensaio de um Brasil orgânico, in “Catoli-
cismo”, Nº 131, noviembre de 1961.
26
PEDRO CALMON, História do Brasil, Livraria José Olympio Editora, Río de Janeiro, 1959, Vol. I, p.
170.
27
Cfr. LÚCIO MENDES, Calvinistas holandeses invadem cristandade luso-americana, in “Catolicismo”,
Nº 427, julio 1986, pp. 2-3; ID., Martírio e heroísmo na resistência ao herege invasor, in “Catolicismo”,
Nº 429, septiembre 1986, pp. 10-12; DIEGO LOPES SANTIAGO, História da Guerra de Pernambuco,
Fundação do Patrimônio Histórico e Artístico de Pernambuco, Recife, 1984. En este período fueron
muchos los oficiales italianos, sobre todo napolitanos, que vinieron entonces al Brasil (cfr. GINO DORIA,
I soldati napoletani nelle guerre del Brasile contro gli olandesi (1625-1641), Riccardo Ricciardi Editore,
Nápoles, 1932). Cuando en 1624 la Compañía de las Indias Occidentales holandesa hizo ocupar Bahía,
Felipe IV envió una flota de la cual hacía parte un Tercio napolitano dirigido por Carlo Andrea Caracciolo,
Marqués de Torrecuso. Otro condottiero napolitano, el Conde de Bagnoli, Gian Vincenzo Sanfelice, en
1638 defendió exitosamente Bahía de los calvinistas holandeses que aspiraban a formar un Estado pro-
testante en América del Sur. Entre Brasil y el Reino de Nápoles siempre hubo un fecundo intercambio
(cfr. por ejemplo: PAOLO SCARANO, Rapporti polittici, economici e sociali tra il Regno delle Due Sicilie
e il Brasile (1815-1860), Società Napoletana di Storia Patria, Nápoles, 1958).
28
P. CALMON, Storia della Civiltà brasiliana, tr. it. Indústria Tipográfica Italiana, Río de Janeiro,
1939, p. 52.

26
«Cuando aún era muy joven...»

El primer “tipo” aristocrático brasileño fue el de los señores de ingenio, los


cultivadores de la caña de azúcar, que constituyó el más típico cultivo brasile-
ño en el cuadro feudal de las Capitanías, durante toda la época colonial 29.
Las plantaciones de caña y los ingenios, las pequeñas refinerías donde
trabajaban los esclavos, construidas próximas de los cursos de agua, consti-
tuían la naciente civilización agrícola brasileña. La Casa-Grande, la facto-
ría del señor de ingenio, se asemejaba a una fortaleza militar 30. Los señores
de ingenio constituyeron la gran fuerza que se opuso a las invasiones de los
holandeses, de los franceses y de los ingleses, enemigos de la Fe y del Rey 31.
El ciclo de la caña de azúcar fue la actividad primaria agrícola e industrial
en los primeros dos siglos de la vida nacional. En el siglo XVIII, después del
inesperado descubrimiento del oro en el estado de Minas Gerais, este metal
tomó el primer puesto en la producción económica del país.
Los protagonistas del ciclo del oro y de las piedras preciosas fueron los
bandeirantes, herederos directos de los descubridores por su coraje y espíri-
tu de aventura 32. A caballo, bandera al frente, como caballeros andantes,
remontaban el curso de los ríos, escalaban las montañas, se aventuraban
hacia el interior en la búsqueda del oro y de las piedras preciosas.
En la segunda mitad del siglo XVIII, después de los ciclos socioeconómicos
del azúcar y del oro, se inicia la tercera gran era económica, el ciclo del café,
que hasta 1930 fue la principal fuente de riqueza de la economía brasileña.

29
La caña de azúcar, producto ideal para un país que comienza su desarrollo, fue cultivada desde el fin
del siglo XVI en el norte y en el sur del Brasil. El centro del cultivo era el Estado de Pernambuco,
cuyo puerto de Recife llegó a ser en el siglo XVII el mayor emporio del azúcar de todo el mundo (P.
CALMON, Storia della Civiltà brasiliana, cit., p. 85). Cfr. también PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, No
Brasil-colônia, no Brasil imperial e na República brasileira: gênese, desenvolvimento e ocaso da
“Nobreza da Terra”, apéndice a Nobreza e elites tradicionais análogas nas alocuções de Pio XII ao
Patriciado e à Nobreza Romana, Livraria Civilização Editora, Porto, 1993, pp. 159-201.
30
GILBERTO FREYRE, Casa-Grande e Senzala, Editora José Olympio, São Paulo, 1946 (5ª ed.), vol. I, p. 24.
31
La conquista de las tierras tiene, por lo demás, un carácter guerrero. “Todo latifundio desbastado,
toda merced real «poblada», todo recinto construido, todo «fabricado», tiene como premisa necesaria
una difícil empresa militar. De norte a sur las fundaciones agrícolas y pastoriles se hacen con la
espada en la mano” (FRANCISCO JOSÉ OLIVEIRA VIANA, O Povo Brasileiro e a sua Evolução, Ministério
de Agricultura, Indústria e Comércio, Río de Janeiro, 1922, p. 19).
32
Sobre los Bandeirantes, cfr. la imponente História geral das Bandeiras Paulistas (São Paulo, 1924-
1950, 11 vols.) de AFFONSO DE TAUNAY, resumida in História das Bandeiras Paulistas, Edições
Melhoramentos, S. Paulo, 1951, 2 vol.; cfr. también J. CORTESÃO, Raposo Tavares e a formação
territorial do Brasil, Ministério de Educação e Cultura, Río de Janeiro, 1958; RICARDO ROMÁN BLAN-
CO, As bandeiras, Universidade de Brasília, Brasilia, 1966.

27
El Cruzado del Siglo XX

En el siglo XIX el Brasil adquirió la independencia, pero de manera dis-


tinta a las otras naciones latinoamericanas: no fue a través de la lucha arma-
da, sino mediante la constitución de un Imperio a cuyo trono ascendió el
hijo del Rey de Portugal, D. Pedro I de Braganza (1798-1834).
El 7 de septiembre de 1822, D. Pedro I proclamó en São Paulo la indepen-
dencia del Brasil, publicando dos años después la primera Constitución. Le
sucedió su hijo, D. Pedro II 33, un soberano filántropo, cuyo largo y pacífico
reinado concluyó con la revolución republicana, inmediatamente después
de la abolición de la esclavitud 34. El Imperio había perdido el apoyo de la
aristocracia rural, que consideraba errónea o prematura la liberación de los
esclavos; el 15 de noviembre de 1889, tras un golpe de Estado incruento, la
República fue proclamada en Río de Janeiro.
“Los brasileños —escribió el historiador italiano Guglielmo Ferrero—
vieron caer suavemente la monarquía, sin derramamiento de sangre, como
terminan los bellos días de verano, calmos y luminosos” 35.

33
Don Pedro II (1825-1891) desposó en 1843 a la Princesa Teresa Cristina, hermana de Fernando II,
rey de las Dos Sicilias. Su hija mayor Isabel (1846-1921) desposó al Príncipe Gastón de Orleans,
Conde d’Eu, de quien tuvo tres hijos: Pedro de Alcántara, Luis y Antonio. Habiendo el primero
renunciado, en 1908, por sí y por su futura descendencia, a los derechos de sucesión, se tornó en
heredero del Trono de su hermano, D. Luis de Orleans y Braganza (1878-1920), casado con la Prince-
sa María Pía de Borbón-Sicilias (cfr. ARMANDO ALEXANDRE DOS SANTOS, A legitimidade Monárquica
no Brasil, Artpress, São Paulo, 1988). Sobre D. Pedro II, cfr. HEITOR LYRA, História de Dom Pedro II:
1825-1891, Editora Nacional, São Paulo, 1940. “Don Pedro fue un soberano magnánimo, generoso y
justo, un modelo de patriotismo y de cultura, de abnegación y de probidad, de tolerancia y de simpli-
cidad. Fue un sabio y un filántropo. Miembro del Institut de France y de las principales sociedades
científicas y literarias extranjeras, fue un protector de las artes, de las ciencias y de las letras. Prestó
ayuda material para la educación de muchos brasileños ilustres; este gran mecenas nunca les cerró la
bolsa” (S. RANGEL DE CASTRO, Quelques aspects de la civilisation brésilienne, Les Presses Universitaires
de France, París, s. f., pp. 29-30). Cfr. también LEOPOLDO B. XAVIER, Dom Pedro e a gratidão nacio-
nal, in “Catolicismo”, Nº 491, diciembre 1991.
34
Una primera ley de 1871, la llamada “ley del vientre libre”, concedía la libertad a los hijos nacidos
de madre esclava a partir de los 21 años de edad. En 1885 fue aprobada la “ley de los sexagenarios”
que emancipaba a los esclavos con más de 65 años. El 13 de mayo de 1888, bajo el Ministerio conser-
vador de João Alfredo Corrêa de Oliveira, la Princesa Isabel, Condesa d’Eu y Regente Imperial,
durante la ausencia de su padre, en viaje por Europa, sancionó la ley que abolía definitivamente la
esclavitud. En aquel momento Brasil tenía una población de 14 millones de habitantes con un poco
más de 700.000 esclavos; en realidad el fenómeno de la esclavitud estaba extinguiéndose espontánea-
mente. Sobre el acto de abolición de la esclavitud cfr. PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, À margem do 13 de
maio, in “O Legionário”, Nº 296, 15 de mayo de 1938. Cfr. también ROBERT CONRAD, Os últimos anos
da escravatura no Brasil, 1850-1888, Ed. Civilização Brasileira, Río de Janeiro, 1978 (2ª ed.); EMILIA
VIOTTI DA COSTA, A abolição, Global, São Paulo, 1982.
35
Cit. in S. RANGEL DE CASTRO, Quelques aspects de la civilisation brésilienne, cit., p. 29.

28
«Cuando aún era muy joven...»

En 1891 el Imperio del Brasil se convirtió en la República de los Estados


Unidos del Brasil, con una nueva bandera que ostentaba el lema positivista
“Orden y Progreso” 36. “El Brasil estaba entonces en el comienzo de una época
que se empeñaría en hacer del «Progreso» un dios y de la «Ciencia» una divi-
nidad adorada por sus élites intelectuales” 37. La República estaba conformada
por una Federación de estados autónomos, cada uno con un gobierno y un
parlamento propios. El Estado se separó de la Iglesia, fue instituido el matri-
monio civil, se alteró la política económica. Los primeros años del siglo se
caracterizaron, en el Brasil, por un clima de euforia y de optimismo, debidos a
las esperanzas suscitadas por el cambio institucional y por el progreso econó-
mico y social del país 38. Fue el “período dorado” de la I República 39.

3. São Paulo: la isla europea en el continente americano

El centro propulsor de la vida económica, política y social brasileña en


los albores del siglo XX era São Paulo.
Extendida sobre una vasta altiplanicie a ochocientos metros sobre el nivel
del mar, la ciudad había pasado de cerca de cincuenta mil habitantes en
1880 a más de trescientos cincuenta mil en 1910 40. Un río amplio y lento, el
Tieté, baña uno de sus flancos, y una cadena de montañas, la Serra da
Cantareira, la enriquece con sus aguas. Las casas eran de un solo piso, apre-
tadas unas contra otras; pero las calles ya habían sido ensanchadas forman-
do amplias vías arboladas, y en lugar de las casas coloniales surgen mansio-
nes, construcciones modernas, anchas avenidas. Se muestra como una ciu-
dad europea en los trópicos, destinada a un gran futuro.
36
Guglielmo Ferrero cuenta haber visitado en Río de Janeiro, en la calle Benjamín Constant, un
“templo de la Humanidad”, “conversando agradablemente de muchas cosas con el gran sacerdote, el
señor Teixeira Mendes” (G. FERRERO, Fra i due mondi, Fratelli Treves Editori, Milán, 1913, p. 187).
37
G. FREYRE, Ordem e Progresso, 2 vol., Livraria José Olympio Editora, Río de Janeiro, 1974 (3ª ed.),
Vol. I, p. 515.
38
Al frente del Estado se sucedieron Prudente de Morais (1894-1898), Campos Sales (1898-1902),
Rodrigues Alves (1902-1906), Affonso Pena (1906-1909), Nilo Peçanha (1909-1910), Hermes de
Fonseca (1910-1914), mientras la política exterior brasileña era constantemente dirigida en este pe-
ríodo por el Barón de Río Branco (1845-1912).
39
“Fue el «período áureo» de la Primera República, si quisiéramos dar una definición a la época, al
modo de los historiadores antiguos...” (PLINIO DOYLE, Brasil 1900-1910, Biblioteca Nacional, Río de
Janeiro, 1980, vol. I, p. 14). A comienzos del siglo Brasil tenía 17.318.556 habitantes, de los cuales
más del 60% vivía en el campo.
40
Ibid., p. 180.

29
El Cruzado del Siglo XX

En una correspondencia a Italia desde São Paulo, en julio de 1911, un escri-


tor que se esconde bajo el seudónimo de “Italicus” la describe como una ciu-
dad que vive en el período que precede y prepara el pleno florecimiento 41.
“São Paulo se ha desarrollado en veinte años con una celeridad norteameri-
cana. Era una ciudad pequeña, conocida casi exclusivamente por su Facultad
de Derecho. Los estudiantes eran toda su vida y todas las cosas tenían el mo-
vimiento a la vez solemne y calmo de las ciudades de provincia. (...)
“Ahora es una ciudad trepidante y bulliciosa de trabajo. Grandes comer-
cios y grandes industrias se han establecido en pocos meses. Los bancos
tienen un movimiento imponente. El periodismo... compite con el europeo” 42.
Una fiebre de trabajo y de iniciativa devora la ciudad, mientras que el movi-
miento de los tranvías eléctricos, inaugurado en 1901, alcanza en 1910 la cifra
prodigiosa de treinta millones de pasajeros. “Rumorea la ciudad, en febril
movimiento./ La inmensa población como un río ondea./ Y, manchando el
mirar azul del firmamento,/ chimeneas se yerguen expeliendo humareda” 43.
Las razones de esta extraordinaria ascensión, como observa Stefan Zweig,
son las mismas causas geopolíticas y climáticas que, cuatrocientos años an-
tes, habían movido a Nóbrega a elegir esta localización como la más apro-
piada para una rápida irradiación hacia todo el Brasil 44. Desde el siglo XVII
los paulistas demostraban mayores energías y capacidades que los otros bra-
sileños. “Verdaderos «portadores» de la energía nacional, los paulistas con-
quistaron y descubrieron el país, semper novarum rerum cupidi; y esta ape-
tencia de riesgo, de progreso y de expansión, en los siglos siguientes se
transfirió al comercio y a la industria” 45.
São Paulo, la ciudad de los fazendeiros, “gente que tenía más orgullo de la
hacienda que de la ciudad, y que cuando pensaba en ciudad situaba esa ciu-
dad en Europa, más exactamente en París” 46, tiene el aspecto y el alma de

41
ITALICUS, Dove vive un milione di Italiani. Lo stato di San Paolo in Brasile, in “L’Illustrazione
italiana”, Nº 34 (20 de agosto de 1911), pp. 177-200. La revista dedica un amplio reportaje al Estado
de São Paulo, en el cual la tercera parte de la población es italiana. La colectividad italiana en 1911
comprende cerca de un millón de personas, de las cuales seiscientos mil trabajan en las haciendas u
otras empresas agrícolas, ciento treinta mil habitan en la capital, los otros residen en los pueblos del
interior del Estado (p. 181).
42
Ibid.
43
BATISTA CEPELOS, O fundador de S. Paulo, in E. WERNECK, Antologia Brasileira, cit., p. 326.
44
S. ZWEIG, Brasile. Terra dell’avvenire, cit., pp. 227-228.
45
Ibid, p. 228.
46
E. SILVA BRUNO, História e Tradições da Cidade de São Paulo, cit., vol III, p. 1315.

30
«Cuando aún era muy joven...»

una gran ciudad, en la cual confluyen culturas y modos de vivir europeos.


La nota de fondo continúa siendo la de la bondad y de la universalidad por-
tuguesas, que permite la fusión y la amalgama de elementos tan diversos. Si
a la cabeza de la ascensión económica están sobre todo los inmigrantes ita-
lianos 47, francesa es la cultura, la cortesía, la vida social 48. Recorriendo la
calle 15 de Noviembre, la vía más elegante del llamado Triángulo céntrico,
se encuentran negocios de nombres inconfundibles: Au Printemps, Au Louvre,
Au Palais Royal. La librería Garraux, uno de los puntos de encuentro de la
São Paulo elegante, importa de Europa no sólo libros, sino también
champagne francés, vino del Rhin, chocolates suizos, mientras que el barrio
más aristocrático de la ciudad se llama Campos Elíseos 49.
Georges Clemenceau destaca este aspecto en su relato de viaje a Améri-
ca del Sur en 1911: “La ciudad de São Paulo es tan curiosamente francesa
en algunos de sus aspectos que, en toda una semana, no he tenido la sensa-
ción de encontrarme en el exterior. (...) La sociedad paulista (...) presenta
el doble fenómeno de orientarse decididamente hacia el espíritu francés y
de desarrollar paralelamente todos los trazos de la individualidad brasile-
ña, que determinan su carácter. Indudablemente el paulista tiende a ser
paulista hasta lo más profundo de su alma. Paulista tanto en Brasil como
en Francia o en cualquier otro lugar. Dicho esto, decidme si alguna vez ha
habido, bajo la figura de un comerciante, al mismo tiempo prudente y au-

47
Esta inmigración de masas coincide con el fin de la esclavitud. La gran mayoría de los inmigrantes
italianos que llegaron al Brasil se radicó en São Paulo. Casi todos obreros de la naciente industria
paulista se concentraban sobre todo en el barrio del Brás, cuya calle principal era la Caetano Pinto. En
1881 había llegado al Brasil, a los veintisiete años, Francesco Matarazzo, acompañado por su esposa
Filomena y por dos hijos. En 1910 ya poseía el mayor complejo industrial de América del Sur, las
Industrias Reunidas F. Matarazzo. Cfr. VINCENZO GROSSI, Storia della colonizzazione europea nel
Brasile e della emigrazione italiana nello Stato di San Paolo, Società Editrice Dante Alighieri, Milán,
1914; ANGELO TRENTO, Là dov’è la raccolta del caffè. L’emigrazione italiana in Brasile, 1875-1940,
Antenore, Padua,1984; A presença italiana no Brasil, a cargo de ROVÍLIO COSTA e LUIS ALBERTO DE
BONI, ed. it. a cargo de A. TRENTO, Fondazione Giovanni Agnelli, Turín, 1991.
48
El Conde de Gobineau cuenta que en una conversación con el Emperador Napoleón III éste le
preguntó: “En suma, ¿qué le parecen los brasileños?”, y él respondió: “Pues bien, el brasileño es un
hombre que desea apasionadamente ir a vivir a París” (Carta a Mme. de Gobineau del 7 de junio de
1869, cit. in GEORGES RAEDERS, Le comte de Gobineau au Brésil, Nouvelles Editions Latines, París,
1934, p. 53). “Parece que casi no existen brasileños que no hablan francés”, observa a su vez, admi-
rada, INA VON BINZER, institutriz alemana de la familia Prado (Os Meus Romanos. Alegrias e Tristezas
de uma educadora alemã no Brasil, Editora Paz e Terra, São Paulo, 1991, p. 18).
49
Cfr. PAULO CURSINO DE MOURA, São Paulo de outrora, Editora Itatiaia Limitada, Belo Horizonte,
1980, p. 19.

31
El Cruzado del Siglo XX

daz que supo valorizar el café, un francés de modos más corteses, de con-
versación más agradable y de delicadeza de espíritu más aristocrática” 50.
Vandeano de origen y de temperamento, pero protestante y republicano,
Clemenceau ve reflejarse en el Brasil las paradojas de su propia alma y las
contradicciones de la Belle Époque: espíritu aristocrático y positivismo
ingenuo, confianza en los “inmortales principios” de la Revolución fran-
cesa y nostalgia de la civilización y de las maneras del Antiguo Régimen.
“En aquel ambiente —todo hecho de esplendores y de ceremonia, realza-
do por la noble y alegre nota francesa— permanecía vivo, en materia de
primera importancia como es la convivencia social, el viejo aroma de mora-
lidad cristiana que nos había legado Portugal, país con el cual el Brasil había
formado, no hacía mucho tiempo, un reino unido. Así, marcada por tales
características, la aristocracia paulistana armonizó algunos de sus elemen-
tos fundamentales típicos: fe, vida social y selección 51.
El año 1900 se había iniciado en São Paulo con un acontecimiento mun-
dano que sellaba la alianza entre las dos dinastías que simbolizaban la elite
económica y social de la ciudad al fin del siglo: el matrimonio entre la bella
Eglantina, hija del conde Antonio Álvares Penteado, y el joven Antonio
Prado Jr., hijo del Consejero Antonio Prado, alcalde en los diez años dora-
dos de São Paulo, entre 1898 y 1908.
Algunos años después, otro casamiento, menos mundano y más recogido,
unía dos antiguas familias del Brasil: el de João Paulo Corrêa de Oliveira y
Lucilia Ribeiro dos Santos, celebrado el 15 de julio de 1906 en la Capilla del
Seminario Episcopal de São Paulo por Mons. Francisco de Paula Rodrigues 52.

50
GEORGES CLEMENCEAU, Notes de Voyage dans l’Amérique du Sud, Utz, París, 1991 (1911), pp. 231-
232. En un libro del BARÓN D’ANTHOUARD, aparecido en el mismo año 1911, con el título Le progrès
brésilien. La participation de la France (Plon-Nourrit, París, 1911), el autor observa que “el Brasil
(...) se adhiere hasta el fondo de su ser al movimiento de las ideas en Francia” (ibid, p. 41). “El
brasileño muestra por la cultura francesa una poderosa atracción que nadie iguala; acompaña con la
más viva simpatía nuestro movimiento intelectual, lee y conoce todos nuestros autores; es también
sensible a nuestra producción artística. En fin, Francia es el país hacia el cual se dirigen todos sus
sueños, el país del bienestar y del placer, de la elegancia y del lujo, de las novedades y de los grandes
descubrimientos, de los sabios, de los artistas, de los filósofos” (ibid, p. 375).
51
J. S. CLA DIAS, Dona Lucilia (en adelante DL), 3 vol., Artpress, São Paulo, 1995, vol. I, p.85. Los
Ribeiro dos Santos son recordados entre las familias que se distinguían en las recepciones de la
aristocracia paulista. “Se respira un aire recogido de intimidad de familia en esas ceremonias en que,
sin embargo, ostentaban uniformes, grandes cruces, diamantes y joyas” (WANDERLEY PINHO, Salões e
Damas do Segundo Reinado, Librería Martins, São Paulo, 1942, 4ª ed., p. 112).
52
DL, vol. III, pp. 209-210. En el matrimonio estuvieron presentes entre otros, el Conde Antonio

32
«Cuando aún era muy joven...»

La familia pronto recibió la bendición de dos hijos, Rosée y Plinio, que la


madre ofreció a Dios antes de nacer 53.

4. La bendición de la cuna

Plinio Corrêa de Oliveira nació el 13 de diciembre de 1908. Era domingo,


y las campanas de la cercana iglesia de Santa Cecilia parecían celebrar el
acontecimiento con su repique festivo. Fue bautizado en esta misma iglesia
el 7 de junio de 1909 54. Sus padres, João Paulo Corrêa de Oliveira y Lucilia
Ribeiro dos Santos, pertenecían a antiguas familias de aquella aristocracia
rural que espontáneamente se había formado en el Brasil desde finales del
siglo XVI y que, por su posición social y refinamiento de costumbres, puede
ser equiparada a la nobleza europea de ese período.
Los Corrêa de Oliveira descendían de señores de ingenio, los primeros
colonizadores del Brasil, los “bien nacidos, los nobles de su tiempo” 55. João
Alfredo Corrêa de Oliveira 56, hermano del abuelo de Plinio, Leodegario,
había trazado el inolvidable perfil de aquellas “generaciones fuertes que
amaban la tierra, en la cual veían resplandecer el oro de su libertad e inde-
pendencia y de la cual extraían como cosecha riqueza y virtud. (...) Para

Alvares Penteado con su esposa Anna Paulina Lacerda; Manoel Antonio Duarte de Azevedo (1831-
1912), Presidente del Senado y del Instituto Histórico e Geográfico de São Paulo; el historiador Afonso
d’Escragnolle Taunay (1875-1958), futuro Presidente del Instituto Histórico e Geográfico e historia-
dor de las Bandeiras. Mons. Francisco de Paula Rodrigues, nacido el 3 de julio de 1847 y muerto el 21
de junio de 1915, fue una de las figuras destacadas de la vida religiosa paulista de la transición entre
los dos siglos. Canónigo de la Catedral de São Paulo (1874), Arcediano (1878), fue después Vicario
General de la Diócesis, a la que gobernó ad interin tras la muerte del Obispo Mons. José de Camargo
Barros (1906).
53
DL, vol. II, p. 67. La hermana de Plinio, Rosenda Corrêa de Oliveira, llamada Rosée, nacida el 6 de
julio de 1907 y fallecida en 1993, se casaría con un hacendado de Minas Gerais, Antonio Castro
Magalhães.
54
La iglesia de Santa Cecilia fue construida en 1884. En 1895 Mons. Joaquim Arcoverde, entonces
Obispo de São Paulo, había creado la parroquia de Santa Cecilia, nombrando como Vicario al Padre
Duarte Leopoldo e Silva, su futuro sucesor en el gobierno de la diócesis. En 1901 le sucedió el Padre
Benedito de Souza.
55
FERNANDO DE AZEVEDO, Canaviais e Engenhos na vida política do Brasil, in Obras Completas, 2a.
ed., vol. XI, Ed. Melhoramentos, São Paulo, s. f., p. 107.
56
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, João Alfredo Corrêa de Oliveira, in “Diário de São Paulo”, 21 de
diciembre de 1936, cit. in DL, vol. III, pp. 215-216. En este artículo el joven sobrino describe con
gran penetración psicológica la evolución intelectual del tío, desde la posición de liberalismo intran-
sigente a un catolicismo sincero y practicante.

33
El Cruzado del Siglo XX

estas generaciones la tierra heredada era un fideicomiso de familia y un


blasón que se valoraba más que la vida, en la misma medida que el honor” 57.
João Alfredo, nacido el 12 de diciembre de 1835, dotado de extraordinaria
inteligencia, fue profesor de Derecho en la Facultad de Recife y recorrió las
más brillantes etapas de la carrera política de aquel tiempo: fue Diputado en
varias legislaturas; contando sólo 35 años, Ministro del Imperio en el gabi-
nete conservador de Río Branco; después Senador vitalicio del Imperio,
Consejero de Estado y finalmente Presidente del Consejo de Ministros. En
esta calidad, el 13 de mayo de 1888 sometió a la firma de la Princesa Isabel,
Regente Imperial, la célebre Ley Áurea que abolió la esclavitud en el Brasil.
Después de la proclamación de la República fue miembro destacado del
Directorio Monárquico brasileño y Presidente del Banco del Brasil. Falleció
a los 87 años en Río de Janeiro, el 6 de marzo de 1919.
La familia materna de Plinio, los Ribeiro dos Santos, pertenecía al grupo
tradicional de los “paulistas de cuatrocientos años” 58, fundadores de la ciu-
dad de São Paulo, y descendía de famosos bandeirantes que habían comba-
tido contra los herejes holandeses. Entre sus antepasados maternos se desta-
caba el bisabuelo, Gabriel José Rodrigues dos Santos, Profesor de la Facul-
tad de Derecho y Diputado al Parlamento Imperial, considerado uno de los
más brillantes oradores y publicistas de su tiempo 59. La hija, Da. Gabriela
Ribeiro dos Santos, madre de Lucilia, frecuentaba el célebre salón de Da.
Veridiana, una de las mujeres más influyentes de la sociedad paulista 60. Al
inicio del siglo, la “chacra” de Da. Veridiana, un palacete en estilo Renaci-
miento en el barrio de Higienópolis, era el centro de la vida social e intelec-

57
JOÃO ALFREDO CORRÊA DE OLIVEIRA, O Barão de Goiana e sua Época Genealógica, in Minha Meninice
& outros ensaios, Editora Massangana, Recife, 1988, p. 56.
58
Los Cuatrocentones “son algo más que el noble, el «verdadero señor», el aristócrata, son los autores
y los censores del almanaque Gotha brasileño. Son los que detentan y los dispensadores de la
«brasilidad». Para ellos el mundo nació hace cuatrocientos años, cuando los primeros portugueses y
sus familias, de las cuales ellos descienden, desembarcaron en el Brasil. El cuatrocentón es amable,
gentil y orgulloso. Tiene un sentido aguzado de la casta y es inaccesible: ellos, que constituyen el 70
por ciento de la clase dirigente política del país, se defienden con todos los medios de la sociedad”
(CORRADO PIZZINELLI, Il Brasile nasce oggi, Eli, Milán, 1955, p. 284).
59
Sobre Gabriel José Rodrigues dos Santos (1816-1858), cfr. DL, vol. I, p. 45, vol. II, pp. 19-26. La
obra más completa sobre esta figura es de PAULO DO VALLE, Biographia do Dr. Gabriel José Rodrigues
dos Santos, publicada con sus Discursos Parlamentares, compilados por A. J. RIBAS (Tip. Paula
Brita, Río de Janeiro, 1863).
60
Veridiana Valeria Prado (1825-1910), hija del Barón de Iguape, Antonio, se casó con Martinho da

34
«Cuando aún era muy joven...»

tual de São Paulo, juntamente con la “Villa Penteado”, el palacete Art


Nouveau que el Conde Antonio Álvares Penteado había hecho construir en
el mismo barrio por el arquitecto Carlos Ekman.

5. Del corazón de las madres al corazón de los hijos:


Da. Lucilia Ribeiro dos Santos

Lucilia Ribeiro dos Santos 61, madre de Plinio, nació en Pirassununga, en el


estado de São Paulo, el 22 de abril de 1876, siendo la segunda de cinco hijos.
Su infancia había transcurrido en un ambiente doméstico tranquilo y aristo-
crático, iluminado por la figura de sus padres Antonio (1848-1909), uno de los
mejores abogados de aquel tiempo en São Paulo, y Gabriela (1852-1934). En
1893 la familia se había trasladado a São Paulo, a una amplia casa del barrio
señorial de los Campos Elíseos. Allí, a los treinta años de edad, Lucilia había
conocido y desposado al abogado João Paulo Corrêa de Oliveira 62, oriundo
del estado de Pernambuco, en el Nordeste brasileño, quien se había trasladado
a São Paulo tal vez por sugerencia de su tío, el Consejero João Alfredo.
Cuando Da. Lucilia esperaba el nacimiento de Plinio, su médico le anun-
ció que el parto sería arriesgado, con probabilidad de que ella o el niño
muriesen. Le preguntó, entonces si no preferiría que le practicasen el aborto
para evitar poner en riesgo su propia vida. Da. Lucilia respondió de manera
tranquila pero firme: “¡Doctor, esta no es una pregunta que se pueda hacer a
una madre! Ud. no debería siquiera haberla pensado” 63. En este acto de he-
roísmo trasluce bien la virtud de una vida entera.

Silva Prado (1811-1891) y tuvo cuatro hijos, destinados a desempeñar un papel influyente en la vida
brasileña: Antonio (1840-1929), Martinico (1843-1906), Caio (1853-1889) y Eduardo (1860-1901).
Verdadera y real “matriarca” de la familia, murió en 1910 a los 85 años de edad. Cfr. DARRELL E. LEVI,
A Família Prado, Cultura 70, São Paulo, 1977, p. 63. Los Prado, junto con los Penteado, “simboliza-
ron el surgimiento económico e industrial en São Paulo, durante la Primera República” (ibid., p. 104).
61
Sobre esta extraordinaria figura cfr. la biografía Dona Lucilia, cit., con prefacio del P. Antonio
Royo Marín O.P.
62
João Paulo Corrêa de Oliveira, nacido en 1874, murió en São Paulo el 27 de enero de 1961. Más que
por la figura del padre, al que estuvo ligado por una larga y afectuosa convivencia, la vida de Plinio
Corrêa de Oliveira fue iluminada especialmente por la vida de su madre, así como Da. Lucilia tuvo su
propio modelo en su padre, Antonio Ribeiro dos Santos.
63
DL, vol. I, p. 123.

35
El Cruzado del Siglo XX

“La virtud —escribe Mons. Trochu— pasa fácilmente del corazón de las
madres al corazón de los hijos” 64. “Criado por una madre cristiana, valerosa
y fuerte —escribe de su propia madre el P. Lacordaire—, la religión pasó de
su pecho al mío, como una leche virgen y sin amargura” 65. En términos
análogos, Plinio Corrêa de Oliveira recuerda haber debido a Da. Lucilia la
matriz espiritual que desde la infancia marcó su vida: “Mi madre me enseñó
a amar a Nuestro Señor Jesucristo, me enseñó a amar la Santa Iglesia Ca-
tólica” 66. “Yo recibí de ella, como algo que debe ser tomado profundamen-
te en serio, la Fe católica apostólica y romana, la devoción al Sagrado
Corazón de Jesús y a Nuestra Señora” 67.
En una época en la que León XIII había exhortado a colocar en el Sagrado
Corazón de Jesús “toda la esperanza, a pedirle y esperar de Él la salvación” 68,
la devoción que caracterizó la vida de Da. Lucilia fue la del Sagrado Corazón,
que es por excelencia la devoción de los Tiempos Modernos 69. Una iglesia

64
Cgo. FRANÇOIS TROCHU, Le Curé d’Ars, Librairie Catholique Emmanuel Vitte, Lyon-Paris, 1935, p.
13. Desde San Agustín, San Bernardo, San Luis Rey de Francia, hasta San Juan Bosco y Santa Teresa
del Niño Jesús, es altísimo el número de los santos que reconocieron en la virtud de las respectivas
madres la fuente de la propia virtud. En los orígenes de la santidad, como observa Mons. Delassus, se
encuentra con frecuencia una madre virtuosa (cfr. Mons. HENRI DELASSUS, Le problème de l’heure
présente (2 vol.), Desclée de Brouwer, Lille, 1904, vol. II, pp. 575-576).
65
P. BARON, La jeunesse de Lacordaire, Cerf, París, 1961, p. 39. Cfr. también GENEVIÈVE GARBOIS,
Vous êtes presque la seule consolation de l’Eglise, in JEAN DELUMEAU (dir.), La religion de ma mère.
Le rôle des femmes dans la transmission de la foi, Cerf, París, 1992, pp. 314-315.
66
Plinio Corrêa de Oliveira, Un uomo, un’ideale, un’epopea, in “Tradizione, Famiglia, Proprietà”,
Nº 3, 1995, p. 2.
67
DL, vol. III, p. 85. “Había un aspecto en mamá que yo apreciaba mucho: en todo momento, y hasta
el fondo del alma, ¡ella era una señora! Con relación a los hijos, mantenía una superioridad materna
que me hacía sentir cuánto yo procedería mal si transgrediese su autoridad, y cómo semejante acti-
tud de mi parte le causaría tristeza, por ser al mismo tiempo una brutalidad y una maldad. Señora,
ella lo era, pues hacía prevalecer el buen orden en todos los dominios de la vida. Su autoridad era
amena. A veces mamá castigaba un poco. Pero aún en su castigo, o en su reprensión, la suavidad era
tan saliente que confortaba a la persona. Con Rosée, el procedimiento era análogo, aunque más
delicado, por tratarse de una niña. La reprimenda, sin embargo, no excluía la benevolencia, y mamá
estaba siempre dispuesta a oír la justificación que sus hijos le quisiesen dar. Así, la bondad constituía
la esencia del señorío de ella. O sea, era una superioridad ejercida por amor al orden jerárquico de
las cosas, pero desinteresada y afectuosa con relación a aquel sobre quien se aplicaba” (ibid, vol. II,
pp. 16-17).
68
LEÓN XIII, Encíclica Annum Sacrum, del 25 de mayo de 1889, in Le Fonti della Vita Spirituale
(1964), vol. I, p. 198. La consagración del género humano al Sagrado Corazón, anunciada por León
XIII en su Encíclica, tuvo lugar el 11 de junio de 1890.
69
La devoción al Sagrado Corazón está expuesta en tres magistrales documentos pontificios: las
Encíclicas Annum Sacrum (1889) de León XIII; Miserentissimus Redemptor (1928) de Pío XI;

36
«Cuando aún era muy joven...»

dedicada al Corazón de Jesús se levantaba no lejos de la casa de los Ribeiro


dos Santos 70. La joven madre la visitaba todos los días llevando consigo a
Plinio y su hermana Rosée. Fue allí, en el clima sobrenatural que caracteriza-
ba las iglesias de otrora, observando a su madre en oración, que se formó en el
espíritu de Plinio aquella visión de la Iglesia que lo marcaría profundamente.
“Yo percibía —recordará Plinio Corrêa de Oliveira— que la fuente de su
modo de ser estaba en su devoción al Sagrado Corazón de Jesús, por medio
de Nuestra Señora” 71. Da. Lucilia permaneció siempre fiel a la devoción de
su juventud. En los últimos años de su vida, cuando las fuerzas no le permitían
más dirigirse a la iglesia, ella pasaba largas horas en oración, hasta entrada la
noche, delante de una imagen de alabastro del Sagrado Corazón entronizada
en el salón principal de su residencia 72.
Las notas dominantes del alma de Da. Lucilia eran la piedad y la miseri-
cordia. Su alma se caracterizaba por una inmensa capacidad de afecto, de
bondad, de amor materno que se proyectaba mas allá de los dos hijos que le
había dado la Providencia.
“Ella poseía una enorme ternura —decía Plinio Corrêa de Oliveira—: fue
afectuosísima como hija, afectuosísima como hermana, afectuosísima como

Haurientis Aquas (1956) de Pío XII. Su gran apóstol en el siglo XIX fue el jesuita francés Henri
Ramière (1821-1884), que dirigió y difundió en todo el mundo la asociación “Apostolado de la Ora-
ción”. En Brasil, el gran propagador de la devoción al Sagrado Corazón fue el Padre Bartolomeo
Taddei, nacido en Italia el 7 de noviembre de 1837. Ordenado sacerdote el 19 de abril de 1862, el 13
de noviembre del mismo año entró en el noviciado de la Compañía de Jesús y fue destinado al nuevo
Colegio S. Luis Gonzaga en Itú, en Brasil. Allí fundó el “Apostolado de la Oración” y comenzó a
difundir la devoción al Sagrado Corazón, que fue el centro de su vida. A su muerte, el 3 de junio de
1913, el número de los Centros del “Apostolado de la Oración”, promovidos por él en todo el Brasil,
llegaba a 1.390, con cerca de 40.000 celadores y celadoras y 2.708.000 socios. Cfr. LUIGI ROUMANIE
s.s., Il P. Bartolemo Taddei della compagnia di Gesù, apostolo del S. Cuore in Brasile, Messaggero
del Sacro Cuore, Roma, 1924; ARISTIDE GREVE, Padre Bartolomeu Taddei, Editora Vozes, Petrópolis,
1938. Sobre la devoción al Sagrado Corazón cfr. la obra clásica de AUGUSTE HAMON, Histoire de la
dévotion au Sacré-Coeur, Beauchesne, París, 1923-1945, 5 vol., y la obra reciente de FRANCESCA
MARIETTI, Il Cuore di Gesù. Culto, devozione, spiritualità, Ancora, Milán, 1991.
70
La iglesia del Sagrado Corazón, ubicada en el barrio de los Campos Elíseos, había sido construida
entre 1881 y 1885, y confiada a los PP. salesianos. El Padre Gaetano Falcone fue durante largos años
el estimado Rector del Santuario. En esta iglesia, en la que al fondo de la nave lateral derecha se
destacaba una bella imagen dedicada a María Auxiliadora, se desenvolvió la devoción del joven
Plinio a Nuestra Señora Auxilium Christianorum de Lepanto y del Santísimo Rosario.
71
DL, vol. I, p. 214.
72
Ibid., vol. III, pp. 91-92. Da. Lucilia imploraba habitualmente la protección divina por medio de una
oración tomada del Salmo 90 y de una “Novena irresistible” al Sagrado Corazón de Jesús (ibid., pp. 90-91).

37
El Cruzado del Siglo XX

esposa, afectuosísima como madre, como abuela y hasta como bisabuela.


Ella llevó su afecto hasta donde le fue posible. Pero tengo la impresión de
que en ella hay algo que da la nota tónica de todos esos afectos: ¡es el hecho
de ser, sobre todo, madre! (...) Ella posee un amor desbordante no sólo a los
dos hijos que tuvo, sino también a los hijos que ella no tuvo. Se diría que
ella era hecha para tener miles de hijos y que su corazón palpitaba del
deseo de conocerlos” 73.
Quien no ha conocido a Da. Lucilia puede intuir su fisonomía moral a
través de la imagen que transmiten algunas expresivas fotografías, así como
a través de los numerosos testimonios de quienes la recuerdan en sus últi-
mos años 74. Ella representaba el modelo de una perfecta señora, que hubiera
encantado a un San Francisco de Sales en busca de la figura ejemplar que
inmortalizó con el nombre de “Filotea” 75. Se puede imaginar que Da. Lucilia
educase a Plinio en el espíritu de aquellas palabras que S. Francisco Javier
dirigió a su hermano, cuando lo acompañaba una noche a una recepción:
“Soyons distingués, ad majorem Dei gloriam”.
La perfección de las buenas maneras es el fruto de una ascesis que sólo se
puede alcanzar con una educación destilada a lo largo de siglos, o con un
eximio esfuerzo de virtud como el que se encuentra a veces en los conventos
contemplativos, en los que es impartida a las jóvenes novicias una educa-
ción que, bajo este punto de vista, se podría considerar regia. Además, el
hombre es hecho de alma y cuerpo. La vida del alma está destinada a mani-
festarse sensiblemente a través de la del cuerpo, y la caridad se expresa a
través de actos externos de cortesía. La cortesía es un rito social alimentado
por la caridad cristiana, también ordenada a la gloria de Dios. “La cortesía
es a la caridad lo que la liturgia es a la oración: el rito que la expresa, la

73
Ibid., vol. III, p. 155.
74
Entre sus cualidades se destacaba el continuo sentido de la oposición inconciliable entre el bien y el
mal, como recuerda su sobrino Adolpho Lindenberg: “Mantuvo esa polarización en alto grado: una
acción es óptima, otra es pésima. Me llamaba mucho la atención el fundamental horror que ella
siempre tuvo al pecado. Para mi óptica de niño o de jovencito, más que ésta o aquella virtud, en ella
sobresalía esta postura: la noción de un bien por el cual tenemos que entusiasmarnos y sacrificarnos,
y la noción del mal que es horroroso, que se odia y se desprecia” (DL, cit., vol. II, p. 173).
75
El Santo saboyano enseña en su célebre obra cómo un alma puede vivir en el mundo sin embeberse
del espíritu del mundo: “Dios —afirma— quiere que los cristianos, plantas vivas de la Iglesia, pro-
duzcan frutos de devoción cada uno según la propia condición y devoción” (SAN FRANCISCO DE SALES,
Filotea, parte I, cap. III).

38
«Cuando aún era muy joven...»

acción que la encarna, la pedagogía que la suscita. La cortesía es la liturgia


de la caridad fraterna” 76.
Lucilia Ribeiro dos Santos encarnaba lo que había de mejor en el espíritu de
la antigua aristocracia paulista. En la cortesía de su madre, expresión de su
caridad sobrenatural, el joven Plinio veía un amor al orden cristiano llevado a
sus consecuencias extremas y una repulsión igualmente radical por el mundo
moderno y revolucionario que irrumpía. El trato aristocrático y la afabilidad
de las maneras fueron desde entonces una constante de su vida. Plinio Corrêa
de Oliveira —que en sus modales recordaba al Cardenal Merry del Val, el
gran Secretario de Estado de San Pío X, célebre por la humildad de su alma y
la perfección de las buenas maneras— sabía estar magníficamente en socie-
dad. Su porte era ejemplar, su conversación inagotable y fascinante.
La Providencia dispuso que estas cualidades se alimentasen y renovasen
en una convivencia cotidiana que se prolongó hasta 1968, cuando Da. Lucilia
murió, a los 92 años de edad.

6. Primera visión de Europa

Los viajes a Europa constituían un momento privilegiado en la formación


cultural de las élites brasileñas al comienzo del siglo. Para Plinio y su fami-
lia la ocasión se presentó con la necesidad que tuvo Da. Lucilia de someter-
se a una intervención quirúrgica en el Viejo Continente.
Sufriendo de cálculos biliares, ella supo que un conocido clínico alemán,
el profesor August Bier 77, médico personal del Kaiser, operaba la vesícula
aplicando una nueva técnica que él mismo había desarrollado. En junio de
1912 Lucilia Corrêa de Oliveira embarcó en el puerto de Santos, acompaña-
da no solamente por su esposo João Paulo y por sus hijos Plinio y Rosée,
sino también por su madre Gabriela, hermanos, cuñados y sobrinos, for-
mando un grupo familiar que durante diez meses dejó de lado sus ocupacio-
nes para visitar las principales ciudades europeas.

76
ROGER DUPUIS S. J., PAUL CELIER, Courtoisie chrétienne et dignité humaine, Mame, París, 1955, p. 182.
77
Profesor de cirugía en Kiel, Greifswald, Bonn y Berlín, August Bier (1861-1949) es conocido en la
historia de la medicina por haber introducido el uso de una técnica terapéutica especial (bierterapia),
concebida esencialmente para los procesos inflamatorios agudos y crónicos. Cfr. MARTIN MÜLLER,
sub voce in NDB, vol. II (1955), pp. 230-231. Doña Lucilia mantuvo con él una amigable correspon-
dencia hasta su muerte en 1949 (DL, cit., vol. II, pp. 31-32).

39
El Cruzado del Siglo XX

En los primeros días de julio la joven madre fue operada por el profesor
Bier, en Berlín. Su convalecencia comenzó en el balneario de Binz, en la
isla de Rügen, para continuar después en Wiesbaden y Colonia. Transcurrió
así el verano de 1912, en aquella Alemania floreciente de la preguerra, a la
cual el ex Canciller Príncipe de Bülow aplica los versos de Schiller: “La
alegría reinaba en las salas de Troya / antes que la alta roca cayese” 78.
Fue un verano frío y lluvioso, en el que nevó en París, mientras que la
“cuestión de Oriente”, junto con la guerra de los Balcanes, ocupaba las pri-
meras páginas de los periódicos. A comienzos de septiembre, mientras el
Kaiser visitaba oficialmente Suiza, en Viena se realizaba un gran Congreso
Eucarístico, con la presencia del Emperador Francisco José y de toda la
Corte. La Europa de entonces, dominada por las figuras de los emperadores
Francisco José y Guillermo II, estaba ligada por una compacta red de víncu-
los dinásticos. Generaciones de príncipes y de soberanos convergieron en
diciembre de 1912 en Munich, por ocasión de la muerte del nonagenario
Regente Luitpold de Baviera, conocido como “el patriarca de los reinantes”,
y posteriormente en Berlín, el 24 de mayo de 1913, para el fastuoso casa-
miento de la princesa Victoria Luisa de Hohenzollern, hija del Emperador
Guillermo II, con Ernesto Augusto de Brunschwig Lünenberg, Duque de
Cumberland.
Doña Lucilia y su familia pasaron aquel invierno en París, donde perma-
necieron hasta fines de marzo de 1913, hospedados en el Hotel Royal, en la
Avenida Friedland. De París se dirigieron a Génova, con la intención de se-
guir viaje a Roma para prestar homenaje al Papa San Pío X, pero la noticia de
una epidemia en la Ciudad Eterna alteró el programa. Tomaron el camino de
regreso, desembarcando en el puerto de Santos el 13 de abril de 1913.
El viaje a Europa fue memorable para el pequeño Plinio, que contaba
entonces cuatro años. La Catedral de Colonia, que desde hace siete siglos
guarda las reliquias de los Reyes Magos, con sus majestuosas torres en pun-
ta, fue su primer encuentro con las maravillas del arte gótico. Las márgenes
del Rhin sembradas de una constelación de castillos, los Alpes nevados, los
esplendores de Notre-Dame y de Versalles; la costa de Liguria, espectacular
mirador sobre las dulzuras del Mediterráneo, quedaron profundamente im-
presos en su alma. Él habría podido decir, de cada monumento de la Civili-

Príncipe BERNHARD VON BÜLOW, Memorie, vol. III, Guerra mondiale e catastrofe, tr. it. A Mondadori,
78

Milán, 1931, p. 121 (la cita corresponde a los dos primeros versos de la Casandra de Schiller).

40
«Cuando aún era muy joven...»

zación Cristiana que en aquella ocasión visitó con su familia, lo que más
tarde escribiera acerca de la Catedral de Colonia, aludiendo a “algo que se
expresa en ese monumento gótico. ¡Algo de misterioso, que pide toda mi
dedicación, pide todo mi entusiasmo, pide a mi alma que ella sea entera-
mente conforme a las maravillas de la Iglesia Católica! Es una escuela de
pensamiento, de voluntad y de sensibilidad. Es un modo de ser que de allí se
irradia, y para el cual siento que nací. Es algo mucho mayor que yo, muy
anterior a mí. Algo que viene de siglos en los cuales yo no era nada. Viene
de la mentalidad católica de hombres que me antecedieron y que también
tenían, en el fondo del alma, ese mismo deseo de lo inimaginable. Y ellos
hasta concibieron lo que yo no concebí e hicieron lo que yo no hice. Pero es
un deseo tan alto, tan universal, tan correspondiente a los anhelos profun-
dos de tantos y tantos hombres, que el monumento quedó para todo y siem-
pre: ¡la Catedral de Colonia!” 79.
Habrían de transcurrir casi cuarenta años hasta que Plinio volviese a Eu-
ropa. Pero las raíces del Viejo Continente ya estaban implantadas en su co-
razón, al aproximarse la Primera Guerra Mundial.

7. El ocaso de la Belle Époque

En enero de 1919 se abrió, en la Galería de los Espejos del Castillo de


Versalles, la Conferencia de Paz 80 que cerraba a un conflicto sin preceden-
tes en la Historia, ya sea por el costo humano de más de ocho millones de
muertos, sea por la amplitud de sus repercusiones políticas y sociales.
Alemania fue humillada material y moralmente, pero el gran derrotado en
la guerra fue el Imperio Austrohúngaro 81.
A través de su destrucción, el objetivo de un reducido círculo de hombres
políticos, afiliados a la masonería, era “republicanizar Europa” y completar
así “en el plano nacional e internacional la obra de la Gran Revolución [Fran-

79
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O inimaginável e o sonhado, “Catolicismo”, Nº 543, marzo de 1996, p. 28.
80
Sobre Versalles: PIERRE RENOUVIN, Le traité de Versailles, Flammarion, París, 1969; MICHEL LAUNAY,
Versailles, une paix bâclée, Complexe, Bruselas, 1981; PIERRE MILZA, De Versailles à Berlin 1919-
1945, Armand Colin, París, 1996.
81
“Alemania está humillada y mutilada, pero subsiste. El Imperio Austrohúngaro está descuartizado,
y resta solamente la Austria germánica, que difícilmente subsiste por sí misma”. Cfr. PLINIO CORRÊA
DE OLIVEIRA, A conjuração dos Césares e do Synhedrio, in “O Legionário”, Nº 288, 20 de marzo de
1938.

41
El Cruzado del Siglo XX

cesa], que había quedado interrumpida” 82. Habiendo comenzado como una
guerra clásica, la Primera Guerra mundial terminó, según el historiador hún-
garo François Fejtö, como una guerra ideológica que tenía como objetivo el
desmembramiento de Austria-Hungría 83.
Los tratados de 1919-1920, que imponían o favorecían la transformación
de los regímenes monárquicos de Alemania y de Austria en repúblicas par-
lamentarias, instituían “más que una paz europea, una revolución europea” 84.
El mapa político europeo, trazado por el Congreso de Viena, fue rediseñado
según el nuevo criterio de la “autodeterminación de los pueblos”, enunciado
por el presidente Wilson. Sobre las ruinas del Imperio Austríaco, mientras
Alemania se encaminaba a convertirse en la única gran potencia de Europa
central, surgían nuevos Estados “multinacionales” como la República Checo-
eslovaca y el reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, más tarde Yugoslavia.
Plinio Corrêa de Oliveira intuyó cómo el fin del Imperio de los Habsburgos
sellaría el fin de la antigua civilización europea. A sus ojos Austria encarna-
ba la idea medieval del Sacro Imperio Romano, el programa de la Recon-
quista y de la Contrarreforma, que se oponían al mundo nacido de la Revo-
lución Francesa.
“El catolicismo —afirma León XIII con su soberana y decisiva autori-
dad— no se identifica con cualquier forma de gobierno, y puede existir y

82
FRANÇOIS FEJTÖ, Requiem pour un empire défunt. Histoire de la destruction de l’Autriche-Hongrie,
Lieu Commun, París, 1988, pp. 308-311. “El gran designio ofrecido por la elite política e intelectual
a los soldados de las trincheras era de extirpar de Europa el último vestigio del clericalismo y del
monarquismo” (p. 315). Sobre el papel de la masonería, cfr. ibid., pp. 337-349.
83
Sobre la Primera Guerra Mundial, ver LEO VALIANI, La dissoluzione dell’Austria-Ungheria, Il
Saggiatore, Milán, 1985; GIAN ENRICO RUSCONI, Il rischio 1914 – Come si decide la guerra, Il Mulino,
Bolonia, 1987; P. RENOUVIN, La prima guerra mondiale, Lucarini, Roma, 1989. Según FRANÇOIS FURET,
(Le passé d’une illusion, Robert Laffont, París, 1995, p. 73), 1917 es el año en que “la guerra toma su
connotación ideológica permanente”. La Revolución de febrero, que lleva a la abdicación del zar
Nicolás II, y después la de octubre, que señala el advenimiento de Lenin, suprimen el secular imperio
y allanan el camino para una nueva Rusia que rompe con las raíces de su pasado. En el mes de abril el
presidente Wilson envuelve a los Estados Unidos en la guerra proclamando la cruzada democrática
contra el autoritarismo. El 8 de enero de 1918 el mismo Wilson publica los “catorce puntos” que
prevén, entre otras cosas, la fundación de una Sociedad de las Naciones que garantice la paz mundial.
Cfr. F. FEJTÖ, Requiem pour un empire défunt, cit., pp. 306-313.
84
F. FURET, Le passé d’une illusion, cit., p. 74. Sobre el fin del imperio de los Habsburgos, cfr. ZIBNEK
A. B. ZEMAN, The Break of the Habsburg Empire 1914-1918, Oxford University Press, Londres-
Nueva York, 1961; EDWARD CRANKSHAW, The fall of the House of Habsburg, Longmans, Londres,
1963; ADAM WANDRUZKA, Das Haus Habsburg, Herder, Viena, 1983 (1978).

42
«Cuando aún era muy joven...»

florecer, ya sea en una monarquía, sea en una aristocracia, sea en una


democracia, sea aún en una forma mixta, que contenga elementos de todas
ellas. El destino del catolicismo no estaba, pues, ligado al de las monar-
quías europeas. No obstante ello, es incuestionable que estas monarquías,
al menos en sus trazos fundamentales, estaban estructuradas según la doc-
trina católica. El liberalismo quiso abolirlas para substituirlas por un or-
den diferente. La transformación que él obró fue, de monarquías aristocrá-
ticas de inspiración católica, a repúblicas burguesas y liberales de espíritu
y mentalidad anticatólicos” 85.
Si no sorprenden en Plinio Corrêa de Oliveira las raíces culturales fran-
cesas, vinculadas a la vida intelectual y social de la São Paulo de aquel
tiempo, puede causar asombro el verdadero entusiasmo que desde enton-
ces manifestó por la Austria de los Habsburgos. Las raíces del amor del
joven brasileño por el Imperio Austríaco eran esta vez sobrenaturales.
Austria, que había recogido la herencia del Sacro Imperio Romano
carolingio, constituía a sus ojos la expresión histórica de la excelencia de
la Civilización Cristiana. Entre los siglos XVI y XVII, frente al protestan-
tismo en expansión en el norte de Europa, y a la cultura laica y pre iluminista
que surgía, el Imperio de los Habsburgos era el símbolo de la fidelidad a la
Iglesia. En una época en que el valor de las dinastías primaba sobre el de
los Estados, el nombre de los Habsburgo encarnaba la Contrarreforma ca-
tólica. Bajo una misma bandera combatían los conquistadores ibéricos que
penetraban en el interior de la América Latina y los guerreros que defen-
dían las fronteras del Imperio cristiano, tras las murallas de Budapest y de
Viena. Fue en la capital austríaca que tuvo lugar, en 1815, el Congreso que
debía sancionar la restauración del orden europeo, trastornado por la Re-
volución Francesa y por Napoleón.
El Imperio habsburguiano representó, hasta su caída en 1918, el principal
blanco del odio anticristiano de las sociedades secretas y de las fuerzas re-
volucionarias. Plinio Corrêa de Oliveira defendió siempre su insubstituible
papel histórico: “Viena —escribirá al aproximarse el fin de la Segunda Gue-
rra Mundial— debe ser la capital de un gran Imperio Alemán, o de una
monarquía dual austro-húngara. Cualquier cosa que no sea eso, represen-

85
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Terceiro acto, “O Legionário”, Nº 412, 6-10-1940.

43
El Cruzado del Siglo XX

tará para la influencia católica, en la cuenca danubiana, un perjuicio irre-


parable” 86.

8. La ascensión del mito norteamericano

Los historiadores han resaltado las graves consecuencias que tuvo, en el


plano geopolítico, el desmembramiento del Imperio Austrohúngaro. Pero
aún no han salido a luz las consecuencias que esto acarreó en el plano de las
mentalidades y las costumbres. Fue como un soplo vital que, imprevistamente,
se debilitó en Europa. La atmósfera de estabilidad y de seguridad que, como
recuerda Stefan Zweig 87, marcaba le Belle Époque, se esfumó rápidamente.
Un viento de incertidumbre e inquietud tomó por asalto el Viejo Continente.
Hasta 1914, nadie contestaba la superioridad de Europa. Después de la gue-
rra, “ella duda de sí misma, de la legitimidad de su dominio, de la superiori-
dad de su civilización y de su futuro” 88. Obras de títulos antes impensables,
como “La declinación de Europa” del geógrafo Albert Demangeon y “El
crepúsculo de Occidente” del escritor alemán Oswald Spengler, se volvie-
ron verdaderos best-sellers.
Se consolidaba en el mundo el “mito americano” 89. “Mientras Europa
parecía hundirse en el caos, rayaba sobre América el cenit del esplendor

86
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, 7 dias em Revista, “O Legionário” Nº 570, 11-7-1943. “En ese sentido
es preciso tener, especialmente, fuerza y prudencia. Fuerza para destruir dentro y fuera de Alemania
todo cuanto debe ser destruido. Prudencia, para no destruir lo que no debe ser destruido, para no
exacerbar lo que debe continuar vivo. Los errores de Versalles no deben repetirse más. Nunca, nunca
más, dentro del mundo germánico, debemos poner como polo central a Prusia y Berlín. Lo verdadero
consiste en transferir este polo a Viena. En esto, más que en cualesquiera medidas de otra naturale-
za, está el secreto de buena parte del problema” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, 7 dias em Revista, in “O
Legionário”, Nº 632, 7-9-1944.
87
“Se intentó encontrar una fórmula cómoda para definir el período que precedió a la primera guerra
mundial, el tiempo en que crecimos. Creo ser lo más conciso posible diciendo: fue la edad de oro de
la seguridad; (...) Nadie creía en guerras, en revoluciones y subversiones. Todo acto radical y toda la
violencia parecía entonces imposible en la edad de la razón” (S. ZWEIG, Il mondo di ieri, tr. it.,
Mondadori, Milán, 1946, pp. 9, 10)
88
RENÉ RÉMOND, Introduction à l’histoire de notre temps, Seuil, París, 1974, vol. III, Le XX Siècle de
1914 à nos jours, p. 52. Cfr. también CARLO CURCIO, Europa, storia di un’idea, 2 vols., Valecchi,
Florencia, 1958, vol. II, pp. 789-880; JEAN GIUFFAN, Histoire de l’Europe au XX siècle, 1918-1945,
Editions Complexe, Bruselas, 1995.
89
Cfr. Apéndice I de la II parte de PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Nobility and Analogous Traditional Elites
in the Allocutions of Pius XII, Hamilton Press, York (Pensilvania), 1993, The United States: An Aristocratic
Nation Whithin a Democratic State, pp. 135-330. Cfr. también A. FREDERICK MARK, Manifest Destiny

44
«Cuando aún era muy joven...»

wilsoniano. Los Estados Unidos habían alcanzado su apogeo” 90. La Améri-


ca del Norte encarnaba una nueva way of life, que tenía su modelo cente-
lleante y artificial en Hollywood, la ciudad californiana sede del nuevo im-
perio del cinematógrafo. En los años 20 —les années folles o, según la fór-
mula británica, the Roaring Twenties— Europa sufrió transformaciones que
modificaron profundamente hábitos y costumbres de sus habitantes. La
americanización fue impuesta sobre todo por el cine 91, que se transformó en
la diversión más popular, al lado de deportes de masa como el fútbol y el
boxeo, propagados por la radio y la prensa.
El nuevo estilo de vida, que representaba la antítesis del espíritu de la
Belle Époque, no influenciaba solamente a las clases altas, sino que se ex-
tendía a las clases medias y a una amplia fracción de la clase obrera. Uno de
sus símbolos era la emancipación de la mujer que, en muchos países euro-
peos, como Francia e Italia, todavía no votaba pero ya presentaba una ima-
gen de sí misma “moderna” y agresiva, muy distinta al tipo femenino tradi-
cional. Es una nueva mujer, que se corta el cabello à la garçonne, usa faldas
y mangas cada vez más cortas, conduce su propio automóvil, mientras que
el tipo humano masculino es constituido por el hombre práctico y dinámico,
que busca el éxito, según el modelo del self-made man norteamericano. El
mito del dinero se impone implacablemente a la sociedad, paralelamente a
una desenfrenada búsqueda del placer. La vida sufre una fuerte vulgariza-
ción bajo todos los puntos de vista: el trato social, las modas, el lenguaje.

and Mission in American History, Alfred A. Knopf, Nueva York, 1963; ERNEST LEE TUVESON, Redeemer
Nation: The Idea of America Millennial Role, University of Chicago Press, Chicago, 1968. En la segun-
da parte del siglo XX, mientras el proceso revolucionario avanzaba, los Estados Unidos ejercieron un
papel semejante al de Europa en los siglos precedentes. Plinio Corrêa de Oliveira, recuerda un discípulo
suyo, “comparaba este papel al desempeñado por Austria en el siglo XIX”. Así como el imperio de los
Habsburgos representó el principal blanco de ataques de la internacional liberal de aquel tiempo, el
imperio americano terminó convirtiéndose en el villano de la internacional progresista, que ve en él el
símbolo del conservadurismo y del anticomunismo. En este nuevo contexto, el Dr. Plinio “pasó a apoyar
las actitudes anticomunistas de los EE. UU., así como las presiones ejercidas por algunas fuerzas inter-
nas del país sobre el Gobierno, para obtener una política firme contra el expansionismo chino-soviético.
Esta posición suya no implicaba, ni de lejos, la aceptación del american way of life como consentimiento
a la influencia liberalizante del americanismo. Implicaba la constatación objetiva de que los EE. UU.
son hoy una potencia sin la cual es imposible esperar que se pueda impedir el avance político-militar del
comunismo internacional” (JULIO LOREDO DE IZCUE, carta al autor).
90
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A dynamite de Christo, in “O Legionário”, Nº 321, 5-11-1938.
91
En los años veinte sus héroes son Charlie Chaplin, Buster Keaton, Douglas Fairbanks, Rodolfo
Valentino, Gloria Swanson, Mary Pickford.

45
El Cruzado del Siglo XX

También en Brasil, en los años 20, se comenzaba a notar una transforma-


ción en las tendencias. “Ese decenio fue, para nosotros —recordará Plinio
Corrêa de Oliveira—, el de la «buena vida», de los gastos fabulosos, del
café a precio alto, de los viajes interesantes a Europa, de las orgías y de la
despreocupación (...). La inercia mental brasileña era completa. El famoso
jazz band, el shimmy, el cine y el deporte monopolizaban todos los espíri-
tus” 92. Definirá el “americanismo” como “un estado de espíritu subcons-
ciente, con afloramientos concientes, que erige el goce de la vida en supre-
mo valor del hombre y procura ver el universo y organizar la existencia de
modo propiamente delicioso” 93.
En el centro de São Paulo, los salones superiores de los grandes almace-
nes Mappin exponen al público muebles ingleses, más modernos e “higiéni-
cos” que los franceses. El fútbol comienza a atraer la simpatía de los jóve-
nes, mientras una nueva visión hedonista de la vida tiene su símbolo en Río
de Janeiro, la ciudad de las playas y del carnaval. La Semana de Arte Mo-
derno que tuvo lugar en São Paulo en 1922, con el patrocinio de la elite
social paulista 94, ensayaba la revolución en la arquitectura, cuyo símbolo
será Oscar Niemeyer, arquitecto comunista que proyectaría la nueva capital,
Brasilia. En ese mismo año fue construido en São Paulo el edificio Martinelli,
el mayor de América del Sur; el arquitecto ruso Gregori Warchavchik lanza
el international style que alteraría las características típicas de los centros
urbanos brasileños 95, mientras que Le Corbusier se volvía el nuevo ideal de
los arquitectos de América Latina. La transformación radical de la ciudad,
en menos de veinte años, reflejó la modificación igualmente profunda de las
costumbres y de las ideas 96. Pero la familia Corrêa de Oliveira, en la que
bajo el influjo materno se formaba el joven Plinio, representaba sin embargo

92
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A dynamite de Christo, cit.
93
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O coração do sábio está onde há tristeza, “Catolicismo”, Nº 85, enero
1958, p.2.
94
J. DE AZEREDO SANTOS, Semana de arte moderno: precursora dos “hippies”, “Catolicismo”, Nº 256,
abril 1972, p. 7.
95
En 1925 Warchavchik publicó en el “Correio da Manhã” de Río de Janeiro el artículo Acerca da
Arquitetura moderna, en el que presentaba a Le Corbusier al público brasileño. Fue él quien constru-
yó la primera casa “modernista” de Brasil, en la calle Santa Cruz, en São Paulo.
96
La urbanización de São Paulo cambió bajo la administración de Fabio Prado (1935-1938), pero
sobre todo bajo Francisco Prestes Maia, alcalde de la ciudad de 1938 a 1945 y nuevamente de 1961 a
1965. Su filosofía urbanística fue expuesta en obras como São Paulo, metrópole do século XX (1942)
y O plano urbanístico da cidade de São Paulo (1945).

46
«Cuando aún era muy joven...»

una franja del Ancien Régime que sobrevivía y se oponía a las olas de la
modernidad.

9. Una concepción militante de la vida espiritual

En febrero de 1919, a los diez años de edad, Plinio Corrêa de Oliveira


inició sus estudios en el Colegio San Luis de la Compañía de Jesús, donde se
formaba la clase dirigente tradicional de São Paulo 97. Entre la educación
materna y la del colegio hubo, como conviene, continuidad y desarrollo. En
las enseñanzas de los jesuitas Plinio reencontró el amor por la vida metódica
que ya le había sido inculcado por la gobernanta Mathilde Heldmann 98, y
sobre todo aquella concepción militante de la vida espiritual a la que su alma
aspiraba profundamente 99.
En el colegio tuvo su primer choque con el mundo, y su primer campo de
batalla. Allí el joven Plinio encontró las “dos ciudades” agustinianas, con-
fundidas como el grano y la cizaña, el trigo y la paja, de que habla el Evan-
gelio 100, y comprendió cómo la vida del hombre sobre la tierra es una dura
lucha en la que “no será coronado quien no hubiera combatido” 101. “Vita
militia est” 102. Que la vida espiritual del cristiano sea un combate es uno de
los conceptos sobre los cuales más insiste el Nuevo Testamento, sobre todo
en las Epístolas paulinas. “El cristiano nació para la lucha”, afirma
León XIII 103. “La substancia y el fundamento de toda la vida cristiana con-
97
El Colegio San Luis fue fundado en 1867 en Itú y transferido para São Paulo, instalándose en un
imponente edificio en el Nº 2324 de la Avenida Paulista. Era entonces rector del Colegio el P. Juan
Bautista de Dréneuf (1872-1948) (Cfr. A. GREVE S.J., Fundação do Colégio São Luiz. Seu centenário,
1867-1967, in “A.S.I.A.” Nº 26, 1967, pp. 41-59). Entre sus profesores, el joven Plinio tuvo al P.
Castro y Costa, que lo acompañó en la batalla en defensa de la Acción Católica y a quien él reencontró
en Roma en los años 50 (DL, cit., vol. II, p. 259).
98
Mathilde Heldmann era originaria de Ratisbona (Baviera), y había sido gobernanta en algunas casas
aristocráticas europeas. “Uno de los mayores beneficios que mamá nos hizo fue contratar a la Fräulein”,
comentó varias veces Plinio Corrêa de Oliveira (DL, cit., vol I, p. 203).
99
Sobre la concepción “militante” de la espiritualidad cristiana, cfr. PIERRE BOURGUIGNON – FRANCIS
WENNER, Combat spirituel, in DSp, vol II, 1 (1937), cols. 1135-1142; UMILE BONZI DA GENOVA,
Combattimento spirituale, in EC, vol. IV (1950), cols. 37-40; JOHANN AUER, Militia Christi, in DSp,
vol X (1980), cols. 1210-1233.
100
Mt. 13, 24-27.
101
II Tim. 11, 5.
102
Job 7,1.
103
LEÓN XIII, Enc. Sapientiae Christianae, del 10 de enero de 1890, in La pace interna delle nazioni,
vol. III (1959), p. 192.

47
El Cruzado del Siglo XX

siste en no secundar las costumbres corruptas, sino en combatirlas y resistir-


les con constancia” 104.
De San Ignacio, Plinio aprendió que “el alma de cualquier hombre es un
campo de batalla, en el cual luchan el bien y el mal” 105. Todos poseemos,
como consecuencia del pecado original, inclinaciones desordenadas que nos
invitan al pecado; el demonio procura favorecerlas y la gracia divina nos
ayuda a vencerlas, transformándolas en ocasión de santificación. “Entre las
fuerzas que lo llevan hacia el bien o hacia el mal está, como fiel de la balan-
za, el libre arbitrio humano” 106. Plinio era ciertamente uno de los jóvenes
paulistanos de su generación que el P. Burnichon, visitando el Colegio San
Luis en 1910, describe como “serios, graves, reflexivos. Su fisonomía difí-
cilmente se ilumina, la risa parece serles poco familiar; por otro lado, ellos
pueden, según me aseguraron, permanecer en un mismo lugar durante cinco
horas escuchando discursos académicos; esto les sucede de vez en cuando.
En definitiva, la raza recibe de su clima una madurez precoz que tiene sus
ventajas y sus inconvenientes, y, por otro lado, una flema habitual que no
excluye las impresiones vivas y las explosiones violentas” 107.
El joven Plinio notó en el colegio San Luis la oposición radical entre el
ambiente familiar y el de sus compañeros, ya penetrado de malicia y de
inmoralidad. Como tan frecuentemente sucede en las escuelas, los jóvenes
que se imponían a los otros eran los más maliciosos: la pureza era objeto de
desprecio y ridículo, la vulgaridad y la obscenidad eran consideradas señal
de preeminencia y de éxito. Él reaccionó a esa situación con todas sus fuer-
zas. Comprendió que lo que ocurría no era un hecho aislado, sino la conse-
cuencia de una mentalidad opuesta a la de su familia; y que si adoptase esa
mentalidad perdería, junto con la pureza, los ideales que germinaban en su
corazón. Comprendió que el fundamento de todo lo que él amaba en el or-
den temporal era la religión, y escogió el camino de una lucha sin cuartel en
defensa de la concepción de vida en que fuera educado. Fue así que se formó
en él una convicción que, con el paso de los años, encontró fundamentos
cada vez más racionales:
104
LEÓN XIII, Enc. Exeunte iam anno, del 25 de diciembre de 1888, in Le fonti della vita spirituale,
cit., vol. II, pp. 345, 358 (pp. 337-359).
105
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Lutar varonilmente, e lutar até o fim, in “Catolicismo”, Nº 67, julio
1956, p. 2.
106
Ibid.
107
JOSEPH BURNICHON, Le Brésil d’aujourd’hui, Perrin, París, 1910, p. 242.

48
«Cuando aún era muy joven...»

“Era la concepción contrarrevolucionaria de la religión como una fuer-


za perseguida que nos enseña verdades eternas, que salva nuestra alma,
que conduce al Cielo y que imprime en la vida un estilo que es el único estilo
que hace la vida digna de ser vivida. Luego, la idea de que era necesario,
cuando fuese hombre, emprender una lucha, para derribar ese orden de
cosas que yo reputaba revolucionario y malo, y para establecer un orden de
cosas que era el orden de cosas católico” 108.
Plinio terminó sus estudios secundarios en 1925, a los 17 años. Más tarde,
evocando las angustias y el aislamiento interior vividos en aquellos años, va
a detenerse en la consideración de la aguda crisis que constituye uno de los
aspectos más importantes de la historia de la Humanidad en el siglo XIX, y
una de las causas de su profunda incoherencia.
“La actitud del siglo XIX frente a la Religión y la Moral fue una acti-
tud esencialmente contradictoria. (...) La Religión y la Moral no eran
consideradas necesarias y obligatorias para todos los seres humanos,
en todas las edades. Al contrario, para cada sexo, cada edad, cada con-
dición social, había una situación religiosa y una conducta moral opuesta
a la que el siglo XIX preceptuaba para sexo, edad y condición social
diferente. El siglo XIX admiraba la «fe del carbonero», en su simplici-
dad y su pureza. Pero ridiculizaba como preconcepto inconsciente la fe
del científico. Admitía la fe en los niños. Pero la condenaba en los jóve-
nes y los hombre adultos. Cuando mucho, la toleraba en la vejez. Exigía
la pureza para la mujer. Y exigía la impureza para el hombre. Exigía la
disciplina para el obrero. Pero aplaudía el espíritu revolucionario del
pensador” 109.
En esa ocasión, dirigiéndose a los colegas de la generación más joven,
Plinio les lanzará un vibrante llamado a la lucha y al heroísmo:
“Concebimos la vida, no como un festín, sino como una lucha. Nuestro
destino debe ser de héroes y no de sibaritas. Es esta verdad sobre la cual
mil veces meditamos, la que hoy os vengo a repetir. (...) Colocad a Cristo
en el centro de vuestras vidas. Haced converger hacia Él todos vuestros
ideales. Delante de la gran lucha, que es la nobilísima vocación de vues-

108
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Memórias, inéditas.
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Discurso no encerramento do ano de 1936, no Colégio Arquidiocesano
109

de São Paulo, in “Echos”, Nº 29 (1937), pp. 88-92.

49
El Cruzado del Siglo XX

tra generación, repetía el Salvador la frase famosa: Domine, non recuso


laborem” 110.
En 1926 Plinio Corrêa de Oliveira, siguiendo las tradiciones familiares,
se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de São Paulo.
Joven de espíritu contemplativo y de grandes lecturas, al lado de la cultura
jurídica comenzó a cultivar la filosófica, moral y espiritual. Entre las obras
leídas en estos años que marcaron profundamente su formación estaban el
Tratado de Derecho Natural del P. Luigi Taparelli d’Azeglio 111 y El Alma
de Todo Apostolado, de Don Juan Bautista Chautard 112. Esta obra, que fue
uno de sus libros predilectos, constituía un precioso antídoto a la “herejía de
las obras” 113 que comenzaba a caracterizar aquella época. A ella D. Chautard
contrapone la vida interior, que define como “el estado de un alma que reac-
ciona para controlar sus inclinaciones naturales, y se esfuerza para adquirir
el hábito de juzgar y regirse en todo según los dictámenes del Evangelio y
los ejemplos de Jesucristo” 114.

110
Ibid.
111
Sobre el padre jesuita LUIGI TAPARELLI D’AZEGLIO (1793-1862), autor del célebre Tratado Teórico
de Derecho Natural (La Civiltà Cattolica, Roma, 1949, 2 vol. - 1840-1843), en el cual las relaciones
entre derecho, moral y política son agudamente analizadas, cfr. ROBERT JACQUIN, Taparelli, Lethielleux,
París, 1943, y el vocablo de PIETRO PIRRI S.J., in EC, vol. XI (1953), cols. 1741-1745.
112
Don JEAN-BAPTISTE CHAUTARD, L’âme de tout apostolat, Office Français du Livre, París, 1947. “Es
imposible leer las admirables páginas de este libro, cuya unción recuerda a veces la «Imitación de
Cristo», sin percibir los tesoros de delicadeza que su gran alma guardaba” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA,
Almas delicadas sem fraqueza e fortes sem brutalidade, in “Catolicismo”, Nº 52, abril de 1955). Don
Jean-Baptiste Chautard nació en Briançon, Francia, el 12 de marzo de 1858. Fue religioso cistercien-
se de la estricta observancia, electo en 1897 Abad de la Trapa de Chambaraud, en Grenoble, y en 1899
Abad de Sept-Fons, en Moulins. En su largo gobierno fue obligado a ocuparse de los problemas
temporales relativos a su Orden, a la cual defendió contra la política antirreligiosa de su tiempo.
Perfecto modelo de la unión entre la vida contemplativa y activa trazada en El Alma de Todo Aposto-
lado, llegó a imponerse, con su personalidad, al ministro Clemenceau, convenciéndolo de mitigar su
actitud contra las órdenes contemplativas. Falleció en Sept-Fons el 29 de septiembre de 1935.
113
La “herejía de la acción”, entendida como una visión del mundo activista y naturalista que desco-
noce el papel decisivo de la gracia en la vida del hombre, era una de las características del “americanismo
católico” de fines del siglo XIX, condenado por León XIII en la Carta Testem Benevolentiae, del 22
de junio de 1899 (Acta Leonis XIII, vol. XI, Roma, 1900, pp. 5-20). Cfr. EMMANUELE CHIETTINI,
Americanismo, in EC, vol. I (1950), cols. 1054-1056; G. PIERREFEU, Américanisme, in DSp, vol I
(1937), cols. 475-488; H. DELASSUS, L’Américanisme et la conjuration anti-chrétienne, Desclée de
Brouwer, Lille, 1899; THOMAS MCAVOY, The Americanist Heresy in Roman Catholicism 1895-1900,
University of Notre Dame Press, Notre Dame, Indiana, 1963; ROBERT CROSS, The emergence of Libe-
ral Catholicism in America, Harvard University Press, Harvard, 1967; ORNELLA CONFESSORE,
L’americanismo cattolico in Italia, Studium, Roma, 1984.
114
J.B. CHAUTARD, L’âme de tout apostolat, cit., p. 14.

50
«Cuando aún era muy joven...»

Plinio Corrêa de Oliveira amó y vivió profundamente este espíritu, desde


los años de su adolescencia. Aún cuando desde muy joven se dedicase a la
acción y al apostolado público, nunca dejó de buscar la vida interior, a tra-
vés de un ejercicio asiduo y constante de las facultades del alma.
En el panorama confuso de los años 20, que asistían al nacimiento y la
difusión del comunismo y del fascismo mientras se afirmaba una way of life
americana que era la antítesis del estilo de vida tradicional, el ideal de la
restauración de la Civilización Cristiana expuesto por San Pío X parecía
lejano. Pero a lo largo de esos años, en el corazón del joven estudiante bra-
sileño se había formado la conciencia de una vocación 115. Ésta se ligaba de
manera misteriosa y providencial a la misión inconclusa de aquel gran Papa,
que desde su primera encíclica E supremi Apostolatus, del 4 de octubre de
1903, había elegido la divisa Instaurare omnia in Christo (Ef. 1, 10) como
programa de su pontificado y meta para el siglo XX que se iniciaba.
Restaurar en Cristo “no sólo lo que pertenece propiamente a la divina
misión de la Iglesia de conducir las almas a Dios, sino también aquello que
deriva espontáneamente de esa divina misión: la Civilización Cristiana, en
el conjunto de todos y de cada uno de los elementos que la constituyen” 116.
El propio Plinio Corrêa de Oliveira habría un día de definir su propia
vocación, con estas palabras:
“Cuando era aún muy joven, consideré con amor y veneración las ruinas
de la Cristiandad. A ellas entregué mi corazón, volví las espaldas a mi futu-
ro, e hice de aquel pasado cargado de bendiciones, mi porvenir...” 117

115
“Illos quos Deus ad aliquid eligit, ita praeparat et disponit ut id ad quod eliguntur, inveniantur
idonei” – “A quienes Dios elige entre otros, así los prepara y dispone a fin de que resulten idóneos
para aquello para lo cual fueron elegidos” (STO. TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologica, III, 27, 4c). La
vocación es la forma especial en la cual Dios quiere que sus elegidos se desarrollen. Elegidos, es
decir, escogidos y por tanto preparados para ser idóneos en relación al fin al que Dios los destina
desde toda la eternidad.
116
S. PÍO X, Encíclica Il fermo proposito del 11 de junio de 1905, in IP, vol. IV, “Il Laicato” (1958),
p. 216.
117
Estas palabras de Plinio Corrêa de Oliveira aparecen, escritas de su propio puño y letra, como
epígrafe del libro Meio Século de Epopéia Anticomunista, cit.

51
Capítulo II

“El «Legionário» nació para luchar...”


“¿Cuál era el ideal inicial del «Legionário»?
(...) No teníamos duda sobre
ese ideal. Era el Catolicismo,
plenitud de todos los ideales
verdaderos y nobles”.

1. La importancia de la Iglesia Católica en la vida del Brasil

La atmósfera religiosa en Brasil en la década de 1920 estaba todavía im-


pregnada por la profunda y benéfica acción del Pontificado de San Pío X 1.
La lucha contra el modernismo promovida por el Papa Sarto había devuelto,
al menos en la superficie, la paz interna a la Iglesia Católica, que aparecía
como una gran fuerza unida alrededor del Papa y de los propios Obispos. El
11 de diciembre de 1905 San Pío X nombró el primer Cardenal latinoameri-
cano, en la persona del Arzobispo brasileño Monseñor Joaquín Arcoverde
de Albuquerque Cavalcanti 2. El Cardenal Arcoverde, que desde 1897 era
Obispo de Río de Janeiro, se consagró a infundir nuevas energías al catoli-
cismo de su país. Desde 1921, sin embargo, su salud sufrió un acentuado
quebranto y pasó a ser coadyuvado cada vez más estrechamente por su Obispo

1
Bajo San Pío X, la vida religiosa en el Brasil tuvo un gran impulso. En su pontificado amplió las
arquidiócesis brasileñas de dos a siete, y creó cuatro Prelaturas nullius y tres Prefecturas apostólicas
(cfr. MANOEL ALVARENGA, O Episcopado Brasileiro, A. Campos, São Paulo, 1915, pp. 11, 94-95).
2
Monseñor Joaquim Arcoverde de Albuquerque Cavalcanti nació el 17 de enero de 1850 en Pernambuco
y fue ordenado sacerdote el 4 de abril de 1874. En 1890 fue nombrado Obispo de Goiás y recibió la
consagración en Roma. Fue obispo de São Paulo desde 1894 a 1897, sucediendo a Mons. Lino Deodato
de Carvalho, y después Arzobispo de Río de Janeiro hasta su muerte, el 18 de abril de 1930. “En este
príncipe de la Iglesia, primer cardenal brasileño y latinoamericano, a la sangre amerindia (Arcoverde) y
a la portuguesa de los Albuquerque se unía la sangre italiana, o más bien italianísima, en el valor cultural
de la palabra, de los Cavalcanti del siglo XVI” (GILBERTO FREYRE, Padroni e schiavi. La formazione
della famiglia brasiliana in regime di economia patriarcale, tr. it. Giulio Einaudi, Turín, 1965, p. XIII).

53
El Cruzado del Siglo XX

Auxiliar, Mons. Sebastián Leme da Silveira Cintra 3, quien a su muerte, en


1930, le sucede como Arzobispo, y será uno de los más jóvenes Cardenales
del Sacro Colegio.
A inicios de los años 20 comenzó en Brasil un movimiento de reacción al
positivismo imperante. Dicho movimiento tuvo una resonante expresión en
la conversión al catolicismo de Jackson de Figueiredo 4, un joven intelectual
que, con el apoyo del Obispo Auxiliar Mons. Leme, en 1921 fundó en Río
de Janeiro el periódico “A Ordem” y en 1922 el Centro Dom Vital. La pro-
pia elección del nombre de Mons. Vital Maria Gonçalves de Oliveira 5, el

3
Mons. Sebastião Leme da Silveira Cintra nació en Espírito Santo do Pinhal, Estado de São Paulo, el
20 de enero de 1882. Después de completar sus estudios en Roma en el Colegio Pío Latinoamericano
y en la Universidad Gregoriana, fue ordenado sacerdote en la Ciudad Eterna el 28 de octubre de 1904.
Fue luego trasferido a São Paulo, como Coadjutor de la parroquia de Santa Cecilia, y nombrado
Director del Boletín Eclesiástico. Fue además figura de relieve de la Confederación Católica, organis-
mo destinado a coordinar todas las asociaciones de acción católica en el ámbito de la diócesis. El 4 de
enero de 1911 fue consagrado Obispo de Ortosia, en la misma Capilla del Colegio Latinoamericano
de Roma en el que había sido ordenado sacerdote, y fue destinado a la diócesis de Río de Janeiro,
como Obispo Auxiliar del Cardenal Arcoverde. Por indicación de éste último, en abril de 1916 fue
designado para la diócesis de Olinda (que dos años después se tornó Arquidiócesis de Olinda y Recife).
En 1921, debido a las graves condiciones de salud del Cardenal Arcoverde, fue nombrado arzobispo
coadjutor de Río de Janeiro, con derecho a sucesión. A la muerte del Cardenal Arcoverde, en abril de
1930, fue elevado a su vez a Arzobispo y Cardenal. Murió el 17 de octubre de 1942 en Río de Janeiro.
Una biografía no exhaustiva ha sido escrita por la Hna. MARIA REGINA DO SANTO ROSARIO O.C.D., O
Cardeal Leme (1882-1942), Librería José Olympio, Río de Janeiro, 1962.
4
Sobre Jackson de Figueiredo (1891-1928), cfr. FRANCISCO IGLESIAS, “Estudo sobre o pensamento
reacionário: Jackson de Figueiredo”, in Historia e Ideologia, Perspectiva, São Paulo, 1981, pp. 108-
158; CLÉA DE FIGUEIREDO FERNANDES, Jackson de Figueiredo, uma trajetória apaixonada, Editora
Forense Universitária, Río de Janeiro, s. d. (1987-1988); ANTONIO CARLOS VILLAÇA (O pensamento
católico no Brasil, Zahar Editores, Río de Janeiro, 1975) lo define como “un agitador ideológico” (p.
11) que “representó en Brasil el pensamiento de Joseph de Maistre” (p. 12). En el décimo aniversario
de su muerte, en el número 321 del “Legionário” (5 de noviembre de 1938), Plinio Corrêa de Oliveira
dedicó a la figura de Jackson de Figueiredo un artículo (“A Dynamite de Christo”) y una página
entera con escritos del P. Ascanio Brandão y de Alceu Amoroso Lima. Sobre el catolicismo ultramon-
tano en Brasil cfr. también RIOLANDO AZZI, O altar unido ao trono. Um projeto conservador, Edicio-
nes Paulinas, São Paulo, 1992; TIAGO ADÃO LARA, Tradicionalismo católico em Pernambuco, Edicio-
nes Massangana, Recife, 1988.
5
Don Vital María Gonçalves de Oliveira nació el 27 de noviembre de 1844 en Pedras de Fogo
(Pernambuco) y estudió en los seminarios de Olinda y de Saint-Sulpice, en París. El 16 de julio de
1863 ingresó en la orden de los Capuchinos con el nombre de fray Vital María de Pernambuco. El 2
de agosto del mismo año fue ordenado sacerdote en París, y en el mes de noviembre volvió al Brasil,
donde enseñó filosofía en el seminario de São Paulo. Por propuesta del Emperador D. Pedro II, el 17
de marzo de 1872 fue consagrado Obispo de Olinda en la Catedral de São Paulo. Violentamente
atacado por una campaña calumniosa promovida por las logias masónicas, en 1874 fue arrestado y
condenado por el gobierno regalista del vizconde de Río Branco. Después del indulto, que le fue

54
“El «Legionário» nació para luchar...”

gran “San Atanasio brasileño” 6, testimoniaba las posiciones de Jackson, que


se definió abiertamente reaccionario y ultramontano. La característica de su
apostolado, como anotará el mismo Plinio Corrêa de Oliveira, radicaba “en
la noción meridianamente clara que él tuvo de que el gran problema reli-
gioso del Brasil era, en esencia, el combate al indiferentismo general” 7.
“El Brasil —recordará aún Plinio Corrêa de Oliveira— nunca atravesó
una etapa más asfixiante, bajo el punto de vista espiritual, moral e inte-
lectual, que los largos años de estancamiento que precedieron el aposto-
lado jacksoniano. (...) Fue dentro de este escenario que Jackson surgió. Y
surgió con la misión providencial de dinamitar la cantera cenicienta y
amorfa de la despreocupación del ambiente, sembrando inquietud y lu-
cha, en la placidez letal y vergonzosa del Brasil de aquel tiempo. (...)
Jackson, en el amorfismo de la sociedad de entonces, fue un reivindicador
estrepitoso y épico de los derechos de la Iglesia.(...) El apostolado de
Jackson resonó en el Brasil entero y, de norte a sur, desde el fondo del
interior al litoral, almas y almas, formando legiones y multitudes, acudie-
ron a ponerse bajo la bandera auténtica y exclusivamente católica que
este gran paladín había levantado” 8.
Entre 1925 y 1930 el movimiento católico, que en el Brasil abarcaba el
conjunto de diversos grupos y asociaciones religiosas esparcidos por todo el

concedido el año siguiente, se dirigió a Roma para esclarecer su propia conducta con Pío IX, ante
quien había sido calumniado fuertemente. Murió en París el 4 de julio de 1878, de una muerte miste-
riosa que hace suponer envenenamiento. En 1882 sus restos fueron trasladados al Brasil e inhumados
en la Basílica de la Peña, en Recife. El proceso para su beatificación, iniciado en 1953, fue reabierto
en 1995 después del nihil obstat de la Santa Sede. Cfr. ANTONIO MANOEL DOS REIS, O Bispo de Olinda
D. Frei Vital Maria Gonçalves de Oliveira perante a História, Typographia da Gazeta de Noticias,
Río de Janeiro, 1878; F. LOUIS DE GONZAGUE O.M.C., Une page de l’histoire du Brésil, Monseigneur
Vital, Librairie Saint-François, París, 1912; FR. FELIX DE OLIVOLA, Um grande brasileiro. D. Frei Vital
Maria Gonçalves de Oliveira, Bispo de Olinda, Imprensa Industrial, Recife, 1937 (3ª ed.); RAMOS DE
OLIVEIRA, O conflito Maçônico-Religioso de 1872, Editora Vozes, Petrópolis, 1952.
Plinio Corrêa de Oliveira dedicó a Don Vital una serie de cinco artículos en “O Legionário” entre
agosto y septiembre de 1944. “En la vida religiosa del pueblo brasileño, el nombre de Don Vital fue
como un gran rayo de luz. Él simboliza la fe intrépida, la bravura apostólica, la indestructible cohe-
rencia de la vida con la doctrina, de la acción con el pensamiento, al servicio de la Santa Iglesia
Católica” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, 7 dias em Revista, in “O Legionário”, Nº 587, 7 de noviembre
de 1943).
6
A. M. Dos Reis, O Bispo de Olinda, cit., p. IV.
7
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Mais um anniversario, in “O Legionário”, Nº 373, 5 de noviembre de
1939.
8
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A Dynamite de Christo, cit.

55
El Cruzado del Siglo XX

país y en todas las clases sociales, cobró un extraordinario impulso, encami-


nando hacia la vida interior y el apostolado a legiones enteras de jóvenes.
Las Congregaciones Marianas 9 constituían —también en Brasil— la espina
dorsal de este fecundo movimiento católico.
A comienzos de los años 30 el “movimiento mariano” se distinguía por la
amplitud de su irradiación y la intensidad de su fervor. Era estimulado de
modo particular por quien, al lado del Cardenal Leme, fuera la otra gran
figura eclesiástica de la época: Monseñor Duarte Leopoldo y Silva 10, Arzo-
bispo Metropolitano de São Paulo, figura hierática y austera que permane-
ció por treinta años al frente de la Arquidiócesis paulistana.
9
Las Congregaciones Marianas fueron instituidas y promovidas por la Compañía de Jesús, con la
finalidad de formar cristianos escogidos, de cualquier estado de vida y devoción. En el libro de oro de
las Congregaciones figuran Santos como Francisco de Sales, Alfonso María de Ligorio, Luis Maria
Grignion de Montfort, y valerosos defensores de la Civilización Cristiana como Don Juan de Austria,
el rey Juan Sobieski y Gabriel García Moreno. La primera Congregación Mariana en Brasil, después
del retorno de la Compañía de Jesús, fue instituida el 31 de mayo de 1870. Entre 1870 y 1928 fueron
fundadas más de 250 Congregaciones. A fines de 1927, fue fundada en São Paulo la Primera Federa-
ción Diocesana para unir y orientar las Congregaciones Marianas. A su cabeza fue puesto en 1930 el
P. Irineu Cursino de Moura. Cfr. PEDRO AMÉRICO MAIA S.J., História das Congregações Marianas no
Brasil, Ediciones Loyola, São Paulo, 1992. Cfr. también CLEMENTE ESPINOSA S.J., Magisterio Pontifi-
cio sobre las Congregaciones Marianas, El Mensajero del Corazón de Jesús, Bilbao, 1965, 2a. ed.
10
Monseñor Duarte Leopoldo e Silva nació en Taubaté, Estado de São Paulo, el 4 de abril de 1867.
Ordenado sacerdote en octubre de 1892, en 1894 es nombrado párroco de la Iglesia de Santa Cecilia en
São Paulo. Recibió la Consagración episcopal de manos de San Pío X en Roma, en mayo de 1904, y fue
nombrado Obispo de Curitiba en octubre del mismo año. En diciembre de 1906 fue transferido a la
diócesis de São Paulo, para sustituir al Obispo Mons. José de Camargo Barros, muerto en un naufragio.
Fue elevado a Arzobispo el 7 de junio de 1908, después de la creación de la nueva arquidiócesis de São
Paulo. Por sus méritos obtuvo de la Santa Sede los títulos de Conde romano, Asistente al Solio Pontifi-
cio y Prelado Doméstico de Su Santidad. Gobernó la Arquidiócesis hasta el 13 de noviembre de 1938,
día de su muerte. Desde el inicio de su episcopado había querido resumir en un símbolo la gran misión
del pueblo paulista a él confiado, erigiendo una nueva catedral en São Paulo, que fuese “una escuela de
arte y un estímulo para pensamientos más nobles y más elevados, (...) una catedral fastuosa que, testimo-
niando la abundancia de nuestras riquezas materiales, sea también un himno de agradecimiento a Dios
Nuestro Señor” (cit. in ARRUDA DANTAS, Dom Duarte Leopoldo, Sociedad Impresora Pannartz, São
Paulo, 1974, p. 42). La nueva catedral de São Paulo fue inaugurada sólo en 1954. CFR. SONIA DIAS,
SÉRGIO FLAKSMAN, Duarte Leopoldo e Silva, in DHBB, vol. IV, pp. 3150-3151. Ver también el libro que
recoge sus escritos y discursos pastorales, Escolas Profissionaes do Lyceu Salesiano S. Coração de
Jesus, São Paulo, 1921 y el estudio biográfico de JÚLIO RODRIGUES, D. Duarte Leopoldo e Silva, arcebispo
de São Paulo. Homenagem do Cléro e dos Catholicos da Archidiocese, por occasião do Jubileu de sua
Sagração Episcopal, Instituto D. Anna Rosa, São Paulo, 1929.
Cfr. también PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Um bispo providencial, in “O Legionário”, Nº 323, 20-11-
1938; O grande Dom Duarte, in “O Legionário”, Nº 374, 12 de noviembre de 1939; Dom Duarte, in
“O Legionário”, Nº 535, 8 de noviembre de 1942; y O discurso que fez junto à sepultura do nosso
grande Cardeal, in “O Legionário”, Nº 533, 25 de octubre de 1942.

56
“El «Legionário» nació para luchar...”

Atravesando en tranvía el centro de la ciudad, el joven Plinio se encontró


con el anuncio de un Congreso de la Juventud Católica, que se realizaría en
São Paulo del 9 al 16 de septiembre de 1928. Fue, para él, el descubrimiento
de un mundo cuya existencia desconocía. El Congreso se desarrolló en un
clima de gran entusiasmo en la histórica iglesia-monasterio de San Benito,
con la presencia del nuevo Nuncio Apostólico, Monseñor Benito Aloisi
Masella 11. Siendo ya congregado mariano en el Colegio San Luis, Plinio
ingresó entonces en la Congregación Mariana de la Legión de San Pedro,
anexa a la parroquia de Santa Cecilia, encontrando en ella el ideal de dedica-
ción al cual aspiraba profundamente. La congregación, fundada el 26 de
diciembre de 1926 por Mons. Marcondes Pedrosa 12, Vicario de la Parro-
quia, y puesta bajo la protección de la Anunciación, editaba un boletín deno-
minado “El Legionario” y llegó a contar hasta con cien congregados.
El inicio de la actividad pública de Plinio Corrêa de Oliveira se sitúa en
este período. Con un grupo de congregados marianos fundó la Acción Uni-
versitaria Católica (AUC), en el propio centro del laicismo y del positivis-
mo jurídico y político que era entonces la Facultad de Derecho de la Univer-
sidad de São Paulo. Para la ceremonia de su graduación académica, osó
realizar algo hasta entonces nunca ocurrido en una universidad estatal en
Brasil: hacer celebrar la Misa que tradicionalmente clausuraba el curso de
los estudios superiores, no en la iglesia de San Francisco, contigua a la Fa-
cultad, sino en el patio interno de ésta. La celebró el Vicario General de la
Diócesis, Mons. Gastón Liberal Pinto, y predicó el sermón el Padre Leonel
Franca, de la Compañía de Jesús 13. Cuando el 11 de diciembre de 1930

11
Benito Aloisi Masella nació en Pontecorvo el 29 de junio de 1879, de noble familia que ya había
dado un cardenal a la Iglesia, y murió en Roma el 1 de octubre de 1970. Ordenado sacerdote en 1902,
después de haber frecuentado la Pontificia Academia Eclesiástica fue Secretario y Regente de Nun-
ciatura en Lisboa (1905-1908), Nuncio apostólico en Chile (1919-1926) y Brasil (1927-1946) hasta
su promoción al Cardenalato. Obispo Suburbicario de Palestrina, Cardenal en 1946, Prefecto de la S.
Congregación de los Sacramentos, Arcipreste de la Basílica Lateranense, Camarlengo de la Santa
Romana Iglesia en las sedes vacantes de los pontificados de Pío XII y de Juan XXIII. Participó
activamente en la preparación del Concilio y fue nombrado Legado pontificio para la coronación de
Nuestra Señora de Fátima en 1946.
12
Paulo Marcondes Pedrosa nació en São Bento do Sapucaí, en el Estado de São Paulo, el 6 de
noviembre de 1881, y murió en São Paulo el 29 de abril de 1962. Ordenado sacerdote en 1904, fue
coadjutor y después párroco hasta 1932 de la Iglesia de S. Cecilia, Monseñor y Camarero secreto el 21
de abril de 1920. El 27 de abril de 1932 ingresó en la Orden Benedictina en el monasterio de San
Benito, del cual llegó a ser Prior.
13
Sobre el P. Leonel Franca S.J. (1893-1948), considerado por muchos el “padre espiritual” de la

57
El Cruzado del Siglo XX

Plinio Corrêa de Oliveira se graduó en Jurisprudencia, su nombre ya era


“muy conocido y admirado en la juventud católica brasileña” 14. Desde en-
tonces pasó a ser familiarmente conocido como “doctor Plinio” 15.

2. El “viraje” histórico de 1930

La Revolución de los años 30 fue para el Brasil lo que fuera para Europa
la Primera Guerra Mundial: un ruptura histórica entre dos épocas. Se cierra
el período de la llamada República Vieja 16 (1889-1930), y se abre la era de
Getulio Vargas.
Hasta entonces el poder había sido ejercido por el eje São Paulo-Minas
Gerais, esto es, por la alianza de los dos principales Estados productores del
Brasil 17. Este predominio era expresado por la fórmula “café con leche”
(Minas Gerais se dedicaba también a la ganadería lechera), según la cual los
representantes políticos de São Paulo y de Minas se alternaban en la Presi-

intelectualidad brasileña de este período, cfr. LUIZ GONZAGA DA SILVEIRA D’ELBOUX S.J., O Padre
Leonel Franca S. J., Livraria Agir Editora, Río de Janeiro, 1953, p. 173; HELIODORO PIRES, Leonel
Franca, apóstolo do Brasil moderno, in “Revista Eclesiastica Brasileira”, vol. 13 (1953), pp. 911-
921. Cfr. también A. C. VILLAÇA, O pensamento católico no Brasil, cit., pp. 123-133. El P. Franca,
cuyas obras completas están reunidas en quince volúmenes, es el autor de ensayos como A Igreja, a
Reforma e a Civilização (1922) y A crise do mundo moderno (1940) que constituyen originales re-
flexiones sobre la crisis de nuestro tiempo a la luz de la doctrina católica. Fundó y dirigió durante
ocho años la Universidad Católica de Río, la primera de ese nombre en Brasil. “Pedagogo, apologista,
maestro espiritual, vivió para la historia de la filosofía y para la filosofía de la historia” (A. C. VILLAÇA,
op. cit., p. 124).
14
“O Legionário”, Nº 70, 14 de diciembre de 1930.
15
En el Brasil, como en algunos países europeos, se suele asignar el calificativo de “doctor” a todos
los que han completado un curso superior, y tal título es de uso frecuente. Plinio Corrêa de Oliveira
inició su vida pública inmediatamente después de concluir sus estudios universitarios, antes de ser
diputado y profesor universitario. La designación con la que comenzó a ser conocido, “Doctor Plinio”,
quedó desde entonces incorporada a su nombre según las características costumbres brasileñas.
16
Sobre la “República Vieja”, cfr. JOSÉ MARIA BELLO, História da República: 1889-1954, Compañía
Editora Nacional, São Paulo, 1959, 4a. ed. Un ensayo interesante, pero generalmente subestimado, es
el de CHARLES MORAZÉ, Les trois âges du Brésil (A. Colin, París, 1954). Una de las críticas más
profundas a la República Vieja fue hecha por un monarquista, JOSÉ MARIA DOS SANTOS, inmediata-
mente después de la Revolución del año 30, en su obra A política geral do Brasil (J. Magalhães, São
Paulo, 1930). Otros dos estudios de carácter general que aportan importantes informaciones son los
de SERTÓRIO DE CASTRO, A República que a revolução destruiu (F. Bastos, Río de Janeiro, 1932) y de
DORMUND MARTINS, Da república à ditadura (Typ. São Benedicto, Río de Janeiro, 1931).
17
Desde 1906 cobra también importancia el estado de Río Grande do Sul, cuya economía no se
caracterizaba por un producto único, como en el caso de São Paulo y de Minas. Mucho más débiles
eran los otros 17 Estados de la Federación. Cfr. JOSEPH LOVE, Rio Grande do Sul and Brazilian

58
“El «Legionário» nació para luchar...”

dencia de la República. El esquema no tuvo variaciones substanciales hasta


1930, cuando el Presidente saliente, Washington Luiz, indicó como su suce-
sor, en lugar de un candidato minero, a otro representante paulista, Julio
Prestes de Albuquerque. El Estado de Minas entró entonces en coalición
con el de Río Grande do Sul, haciendo causa común alrededor del nombre
de Getulio Vargas 18, presidente de este último Estado desde enero de 1928.
El clima de confrontación política fue agravado por el crack de la Bolsa
de Nueva York y por sus repercusiones en la economía brasileña. El famoso
“jueves negro” de Wall Street, el 24 de octubre de 1929, fue el detonador de
la crisis financiera mundial. Esto tuvo como primer efecto la caída de las
cotizaciones internacionales del café en Brasil: los ingresos de divisas ex-
tranjeras bajaron de 67 millones de libras esterlinas en 1929 a 41 millones
en 1930 19. Las reservas en oro, que en septiembre de 1929 sumaban 31 mi-
llones de libras esterlinas, en agosto de 1930 bajaron a 14 millones y en
diciembre del mismo año prácticamente ya no existían 20.
En esta situación de crisis, las elecciones presidenciales del 1º de marzo
de 1930 fueron vencidas por Julio Prestes. Sin embargo, se creó en el país
un clima de agitación popular, que hizo eclosión en el mes de octubre con un
levantamiento militar. A partir de Porto Alegre, Belo Horizonte y Recife, el
movimiento se extendió a todo el país. En menos de un mes el gobierno fue
obligado a ceder. El Presidente Washington Luiz fue forzado a tomar el
camino del exilio y, a comienzos de noviembre, Getulio Vargas fue nombra-
do jefe del Gobierno provisorio.

Regionalism 1882-1930, University Press, Stanford, 1971; ID., A locomotiva - São Paulo na Federação
brasileira 1889-1937, Paz e Terra, Río de Janeiro, 1982; JOHN D. WIRTH, O fiel de balança. Minas
Gerais na Federação brasileira 1889-1937, Paz e Terra, Río de Janeiro, 1982.
18
Nacido en 1883 en Río Grande do Sul, Getúlio Vargas fue diputado y ministro federal, y más tarde
Presidente (Gobernador) de su Estado natal (1918-1930). Conquistó el poder en 1930 y lo ejerció de
manera dictatorial hasta el 29 de octubre de 1945, cuando fue destituido por un golpe de Estado
incruento. En la posguerra Vargas continuó políticamente activo. Fue senador nacional, fundó en
1946 el Partido Laborista y en 1950 fue nuevamente elegido Presidente de la República. Depuesto por
un alzamiento militar en agosto de 1954, se suicidó. Su itinerario político, que culminó con la crea-
ción del Estado Novo (1937-1945) presenta muchas analogías con el de Juan Domingo Perón en
Argentina (1946-1955). Sobre Vargas, cfr. entre otros THOMAS E. SKIDMORE, Brasil: de Getúlio Vargas
a Castelo Branco (1930-1964), Paz e Terra, Río de Janeiro 1988; PAULO BRANDI, DORA FLAKSMAN,
vocablo Vargas, in DHBB, vol. IV, pp. 3436-3505.
19
A. TRENTO, Le origini dello Stato populista. Società e politica in Brasile 1920-1945, Franco Angeli,
Milán, 1986, pp. 106-107.
20
NELSON WERNECK SODRÉ, História da burguesia brasileira, Vozes, Petrópolis, 1983, p. 243.

59
El Cruzado del Siglo XX

La ascensión de Vargas al poder constituyó una verdadera y cabal ruptura


con el pasado, y significó un cambio sustancial del papel del Estado, que
desde aquel momento pasó a actuar como agente regulador de la actividad
económica del país 21. La aristocracia rural, que durante tres siglos había sido
la guía de la sociedad brasileña, perdió la dirección política de la nación,
siendo substituida por nuevos intereses industriales y financieros 22. La ins-
tauración de la República, en 1889, había sido una revolución política, pero
había mantenido inalterada la organización social brasileña. El movimiento
de 1930, en cambio, tuvo consecuencias sociales mucho más profundas 23.

3. La Liga Electoral Católica

Después de la formación del Gobierno provisional de Getulio Vargas, el


nuevo Cardenal de Río, Mons. Sebastián Leme, había comenzado a promo-
ver un movimiento de laicos para dar voz al pueblo católico en la organiza-
ción del nuevo régimen político brasileño. El 30 de mayo de 1931, la ima-
gen de Nuestra Señora Aparecida fue conducida triunfalmente desde su San-
tuario hasta Río de Janeiro 24. Al día siguiente una multitud de cerca de un
millón de personas acompañó a la venerada imagen hasta la Explanada do
Castelo, donde la esperaban el Jefe del Estado, Getulio Vargas, y las más
altas autoridades civiles y militares. La imagen fue puesta sobre el altar y el
Cardenal Leme la proclamó oficialmente Patrona del Brasil. “El nombre de
Dios está cristalizado en el alma del pueblo brasileño”, afirmó el Cardenal.
“O el Estado, dejando de ser ateo y agnóstico, reconoce al Dios del pueblo,
o el pueblo no reconocerá al Estado” 25.

21
A. TRENTO, Le origini dello Stato populista, cit., p. 121.
22
ROBERT J. HAVIGHURST - ROBERTO MOREIRA, Society and Education in Brazil, University of Pittsburgh
Press, Pittsburgh, 1919, p. 42.
23
La revolución del año 30 fue preparada por el llamado “tenientismo”, movimiento de los oficiales
subalternos del ejército (los tenientes) que entre los años veinte y 1934 protagonizaron agitaciones y
revueltas, culminando con el episodio de la rebelión de la columna Prestes (del nombre de su comandan-
te Luis Carlos Prestes). Compuesta por cerca de mil hombres, dicha columna recorrió hasta febrero de
1927, cuando se internó en Bolivia, más de 25.000 kms., llevando la guerrilla a varios Estados del Brasil.
24
GUSTAVO A. SOLIMEO, 1717-1967. Rainha e Padroeira do Brasil, in “Catolicismo”, Nº 202, octubre
de 1967; HAMILTON D’ÁVILA, Três episodios na história da Padroeira nacional, in “Catolicismo”, Nº
418, octubre de 1985, pp. 10-12. Cfr. también JÚLIO BRESTOLONI C.SS.R., A Senhora da Conceição
Aparecida, Editora Santuario, Aparecida-São Paulo, 1984.
25
Palabra de Su Eminencia, in “O Legionário”, Nº 89, 1º de noviembre de 1931.

60
“El «Legionário» nació para luchar...”

Mientras tanto, el 9 de julio de 1932 estalló en São Paulo una revuelta


“constitucionalista” que, al no obtener apoyo de las otras regiones, sucum-
bió al cabo de pocos meses 26. Empero, los insurgentes paulistas obligaron al
gobierno a convocar para el año siguiente elecciones a una nueva Asamblea
Constituyente.
Plinio Corrêa de Oliveira, que no había participado activamente en la re-
belión, comprendió sin embargo la importancia de la convocatoria de la
Constituyente, que ofrecía ocasión para crear, más que un partido político,
un movimiento católico “por encima de los partidos” 27.
Fue el mismo Plinio quien, en octubre de 1932, sugirió al Arzobispo de
São Paulo, Monseñor Duarte Leopoldo e Silva, crear en Brasil algo seme-
jante a lo que hiciera en Francia el General de Castelnau 28, quien había funda-
do una asociación para aglutinar a los electores con el fin de orientar su voto
hacia los candidatos que se comprometieran a respetar el programa católico.
Monseñor Duarte acogió de buen grado la propuesta e invitó al joven con-
gregado mariano a llevarla a la práctica, aconsejándole hablar primero con
el Cardenal Leme. Al mes siguiente el “Doctor Plinio”, como ya comenzaba
a ser conocido, se dirigió a Río donde habló con dos jóvenes militantes del
movimiento católico, Heitor da Silva Costa y Alceu Amoroso Lima. Ellos a
su vez dieron a conocer la propuesta a Monseñor Leme. Este consideró la
idea excelente, y les encargó redactar los estatutos de la nueva asociación.
Nació así la Liga Electoral Católica (LEC) 29, con el fin de orientar el voto
católico en las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente. La LEC

26
Sobre la revolución paulista cfr. entre otros: HÉLIO SILVA, 1932: a guerra paulista, Ed. Civilização
Brasilera, Río de Janeiro, 1976; STANLEY E. HILTON, A guerra civil brasileira, Nova Fronteira, Río de
Janeiro, 1982.
27
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Liga eleitoral católica, in “O Legionário”, Nº 111, 15 de enero de 1933.
“O el Catolicismo conseguirá vencer en las urnas y hacer progresar resueltamente el país en las vías
de la restauración religiosa, o el socialismo fanático se apoderará del Brasil para hacerlo víctima de
los numerosos Calles y Lenines que pululan en los bastidores de nuestra política, ansiosos de
«mejicanizar» y «sovietizar» la Tierra de Santa Cruz” (ibid).
28
El general Noël Edouard de Curières de Castelnau (1851-1944) fue uno de los comandantes del
ejército francés durante la Primera Guerra mundial, en la cual perdió tres hijos. Ex-diputado por
Aveyron de 1919 a 1924, a partir de 1925 se dedicó a la Federación Nacional Católica, de la que fue
presidente hasta su muerte, para promover una acción cívica “en el interés de la religión católica, de la
familia, de la sociedad y del patrimonio nacional”. Le fue negado el bastón de Mariscal, a causa de sus
convicciones de fervoroso católico. Cfr. el estudio reciente de YVES GRAS, Castelnau ou l’art de
commander, 1851-1944, Denoël, París, 1990.
29
Estatuto (1932) y programa (1933) de la LEC in OSCAR DE FIGUEIREDO LUSTOSA O.P., Igreja e

61
El Cruzado del Siglo XX

presentaría a los candidatos de los diferentes partidos un conjunto de pro-


puestas, denominadas “reivindicaciones mínimas”, para comprometerlos a
obrar como católicos en el Parlamento. Fue nombrado Presidente de la mis-
ma Pandiá Calógeras, y Secretario General Alceu Amoroso Lima.
El 13 de noviembre la LEC fue instalada oficialmente también en São
Paulo. El Dr. Esteban Emmerich de Souza Rezende fue designado Presi-
dente local, y Plinio Corrêa de Oliveira Secretario. El Cardenal Leme in-
vitó a los Arzobispos, Obispos y Administradores Apostólicos del país a
crear rápidamente Juntas locales. Cada diócesis tuvo así su Junta, y en los
primeros meses de 1933 la LEC pudo redactar su programa y designar sus
candidatos al Parlamento. Cuando a fines de marzo fue formada la lista
que reunía los candidatos católicos paulistas, Mons. Duarte eligió a Plinio
Corrêa de Oliveira como uno de los cuatro candidatos por la Lista Única
de São Paulo 30.
El 3 de mayo de 1933 se efectuaron las elecciones en el país entero. Para
gran sorpresa general, el diputado más votado en todo el Brasil fue Plinio
Corrêa de Oliveira, un congregado mariano que hacía poco había dejado los
bancos universitarios 31. Se trataba de una “victoria mariana”, como titulaba
“O Legionário” su artículo de fondo: “No es preciso decir que la figura cen-
tral de esta bella página en la historia de las Congregaciones en São Paulo
fue Plinio Corrêa de Oliveira, el piadoso hijo de María, el líder de la Liga
Electoral Católica, el candidato mariano a la Asamblea Constituyente” 32.

Política no Brasil. Do Partido católico à L.E.C. (1874-1945), Ediciones Loyola, São Paulo, 1983, pp.
101-126. Cfr. también MÓNICA KORNIS, D. FLAKSMAN, Liga Eleitoral Católica, in DHBB, vol. III, p.
1820.
30
La “Lista Única por São Paulo Unido” era el resultado de la coalición de todas las fuerzas políticas
o sociales de primer plano de la vida paulista de aquel tiempo. De estas fuerzas, dos eran de carácter
típicamente partidario; el Partido Democrático, que representaba sobre todo a la intelligentsia urbana
y algunos incipientes grupos de izquierda, y el más antiguo PRP (Partido Republicano Paulista),
conservador. Las corrientes de expresión social eran la Asociación Comercial, la Federación de los
Voluntarios, representativa de la generación que se había sublevado contra Vargas, y la Liga Eleitoral
Católica.
31
Plinio Corrêa de Oliveira obtuvo 24.714 votos, el 9,5 % del total. La suma de los votos era suficien-
te para elegir dos diputados y representaba el doble de los obtenidos por el jurista Alcântara Machado,
su antiguo profesor, colocado segundo. Entre otros elegidos por la Liga Electoral Católica figuraban
Andrade Furtado, por Ceará; Monseñor Arruda Câmara e Barreto Campelo, por Pernambuco; Lacerda
de Almeida por Paraná; Aldroaldo Mesquita da Costa por Río Grande do Sul.
32
Uma victoria mariana, in “O Legionário”, Nº 120, 7 de mayo de 1933.

62
“El «Legionário» nació para luchar...”

El 15 de noviembre de 1933 se instaló solemnemente, en el Palacio


Tiradentes de Río de Janeiro, la tercera Asamblea Nacional Constituyente
brasileña. Las instrucciones del Cardenal Leme a los diputados de la LEC
eran bien precisas. No debía crearse una bancada de parlamentarios católi-
cos claramente identificable, y nadie en el Parlamento debía asumir un pa-
pel de realce como líder católico. Además, ningún diputado debía pronun-
ciarse abiertamente sobre las reivindicaciones católicas, porque un choque
demasiado “frontal” podría perjudicar el objetivo de la LEC, que era el de
modificar la fisonomía laicista del Estado brasileño. La estrategia escogida
procuraba obtener tal resultado por vías indirectas. Plinio Corrêa de Oliveira
se atuvo a estas instrucciones, pero los mayores defensores de las propues-
tas de la LEC en el Parlamento fueron, de hecho, los exponentes de la ban-
cada paulista 33.
En nombre de los diputados católicos por São Paulo, Plinio Corrêa de
Oliveira pidió a la Asamblea un homenaje especial a la memoria del evan-
gelizador del Brasil, P. José de Anchieta S.J., de cuyo nacimiento transcu-
rría el cuarto Centenario el 19 de marzo de 1934 34. Defendió en el plenario
la libertad de enseñanza y el derecho de voto de los religiosos, deteniéndose
sobre el papel benemérito desarrollado por la Compañía de Jesús en el Bra-
sil 35. Esto bastó para que en el curso del debate fuese atacado como “secta-
rio”. “Coloco mis creencias religiosas —rebatió el Dr. Plinio— por encima
de todos los afectos que pueda concebir”.
Los resultados de esta incisiva acción de la LEC no demoraron. Fueron apro-
badas por el Parlamento no sólo las “reivindicaciones mínimas” de la Liga
—indisolubilidad del vínculo conyugal (art. 144), enseñanza religiosa en las
escuelas (art. 153), asistencia religiosa a las Fuerzas Armadas y en las prisiones
(art. 113 § 6) 36— sino también otras numerosas demandas, tales como: la invo-

33
Cfr. M. KORNIS - D. FLAKSMAN, Liga Eleitoral Católica, cit.
34
“Si pudiésemos usar una comparación profana para dar una idea de la importancia de Anchieta en
nuestra historia— escribió entonces— diremos que él fue para el Brasil lo que Licurgo fue para
Esparta y Rómulo para Roma: o sea, uno de aquellos héroes fabulosos que se encuentran en los
orígenes de algunos grandes pueblos, de los cuales erigieron las murallas, construyeron los prime-
ros edificios y organizaron las primeras instituciones” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A nota da Sema-
na, in “O Século”, 7 de setiembre de 1932).
35
Cfr. “O Legionário”, Nº 145, 13 de mayo de 1934.
36
En un artículo para la revista “A Ordem”, Alceu Amoroso Lima saludaba el 30 de mayo 1934 como
“una fecha capital en la historia del catolicismo brasileño”, afirmando que después de la Constitución
masónica de 1823, de la positivista de 1891 y de la laicista de 1926, con la cuarta constitución brasi-

63
El Cruzado del Siglo XX

cación de Dios en el Preámbulo del Pacto Fundamental 37; la asistencia estatal a


las familias numerosas (art. 138 § d7); el voto de los religiosos (art. 108); el
descanso dominical (art. 121 § 7); la autorización de los cementerios religiosos
(art. 113 § 7); el servicio militar de los eclesiásticos cumplido bajo forma de
asistencia espiritual u hospitalaria (art. 163 § 3); la pluralidad y libertad de los
sindicatos obreros (art. 120); la ley contra la propaganda subversiva (art. 113 §
9). La Constitución de 1934 representó el punto culminante de la obra desarro-
llada por el movimiento católico, y el éxito de la LEC perdura como un aconte-
cimiento único en la historia del país, como lo reconoció el ex-ministro de Jus-
ticia brasileño Paulo Brosssard: “La LEC fue la organización extrapartidaria
que en la historia del Brasil ejerció la mayor influencia política electoral” 38.
En 1934 se hizo posible en Brasil establecer nuevas Universidades priva-
das. Ya existía en São Paulo la Facultad Libre de Filosofía, Ciencias y Letras
de San Benito, fundada en 1908 por los benedictinos, en la cual enseñaban
personalidades de relieve como los profesores Alexandre Correia y Leonard
van Hacker. Ella fue reconocida por el Gobierno, al igual que la Facultad
femenina de Filosofía, Ciencias y Letras del Instituto Sedes Sapientiae, dirigi-
da por las Canonesas Regulares de San Agustín. Ambas Facultades, llamadas
a confluir en la Pontificia Universidad Católica de São Paulo, invitaron a Plinio
Corrêa de Oliveira a asumir una Cátedra de Historia 39. Plinio vio en esto una
excelente posibilidad ofrecida por la Providencia para entrar en contacto di-
recto con los jóvenes. Aceptó el cargo juntamente con el de Profesor de Histo-

leña “triunfó plenamente el programa católico” (TRISTÃO DE ATHAYDE, O sentido de nossa victoria, in
“A Ordem” Nº 52, junio 1934, pp. 417, 421-422 [pp. 417-423]).
37
La nueva constitución, que substituía la de 1891 y la de 1926, entró en vigor el 15 de julio de 1934
(cfr. THEMISTOCLES BRANDÃO CAVALCANTI, Las constituciones de los Estados Unidos del Brasil, Insti-
tuto de Estudios Políticos, Madrid, 1958, pp. 379-533). Con 168 votos contra 37, los constituyentes
pusieron este preámbulo: “Nosotros, representantes del pueblo brasileño, poniendo nuestra confianza
en Dios, y reunidos en Asamblea Nacional Constituyente para organizar un régimen democrático que
asegure a la Nación la unidad, la libertad, la justicia, la prosperidad social y económica, decretamos y
promulgamos la siguiente Constitución...” (apud PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Deus e a Constituição,
in “O Legionário”, Nº 74, 8 de febrero de 1931).
38
“Jornal de Minas”, Belo Horizonte, 3 de julio de 1986. Sobre la influencia de la LEC, y en particular
sobre el artículo que ponía el Estado “bajo la protección de Dios”, cfr. también THALES DE AZEVEDO, A
religião civil brasileira. Um instrumento político, Editora Vozes, Petrópolis, 1981, pp. 79-87.
39
En 1946 estas dos instituciones confluyeron en la Universidad Católica de São Paulo, de la que fue
su Gran Canciller el Arzobispo Vasconcellos Motta y su Rector Mons. Paulo de Tarso Campos,
Obispo de Campinas. El año siguiente se dio la erección canónica, con el otorgamiento del título de
“Pontificia” (cfr. AAS, vol. 39, 1947, pp. 134 ss.).

64
“El «Legionário» nació para luchar...”

ria de la Civilización en el Colegio Universitario, adjunto a la histórica Facul-


tad de Derecho, e inició una actividad de enseñanza que, con el ejercicio de la
abogacía, fue por muchos años su principal ocupación profesional.

4. Director del “Legionário”

“O Legionário”, órgano oficial de la Congregación Mariana de la Parro-


quia de Santa Cecilia, dirigido por Mons. Marcondes Pedrosa, era un simple
folleto mensual de cuatro páginas cuando comenzó a publicarse el 29 de
mayo de 1927.
Los temas tratados por el periódico eran la defensa de los principios tradi-
cionales y familiares, la tutela de los derechos de la Iglesia, la formación de
nuevas élites católicas y la lucha contra la infiltración comunista. El primer
artículo de Plinio Corrêa de Oliveira, dedicado a la Universidad Católica,
apareció en el Nº 43, del 22 de septiembre de 1929; el segundo, publicado en
noviembre de 1929 con el título El Vaticano y el Kremlin 40, ya deja entrever
aquello que será uno de los temas de fondo de su pensamiento: la imposibi-
lidad de cualquier acuerdo entre la Iglesia Católica y el comunismo. En un
artículo con el título de Nuestras reivindicaciones políticas, en el número
del 8 de febrero de 1931, convocaba a la unión de los católicos para exigir
del nuevo gobierno la defensa de los “derechos de la Iglesia”.
Por el estilo conciso, la fuerza polémica, el amor a la verdad, el joven
congregado mariano, que tenía como sus ejemplos a los grandes publicistas
católicos como Louis Veuillot 41 y, en Brasil, a Carlos de Laet 42, mostraba
corresponder perfectamente al modelo de periodista indicado por Pío XI en

40
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O Vaticano e o Kremlin, in “O Legionário”, Nº 46, 10 de noviembre de
1929. Cfr. también A Igreja e o problema religioso na Rússia, in “O Legionário”, Nº 54, 16 de marzo
de 1930.
41
De LOUIS VEUILLOT (1813-1883), valeroso director del diario “L’Univers”, cfr. las Oeuvres Complètes,
Lethielleux, París, 1924-1940, (40 vol.). Cfr. también EUGÈNE E FRANÇOIS VEUILLOT, Veuillot,
Lethielleux, París 1902-1913, 4 vol.; EUGÈNE TAVERNER, Louis Veuillot, Plon, París 1913. “Él com-
prendió —escribió San Pío X a François Veuillot— que la fuerza de la sociedad está en el pleno y
completo reconocimiento de la realeza de Nuestro Señor Jesucristo y en la aceptación sin reservas de
la supremacía doctrinaria de la Iglesia” (Carta C’est avec, del 22 de octubre de 1913, in IP, vol. VI, La
pace interna delle nazioni (1959), p. 299).
42
Carlos Maximiano Pimenta de Laet (1847-1927) fue brillante periodista, profesor en el célebre
Colegio Pedro II y miembro de la Acadêmia Brasileira de Letras. Recibió de San Pío X el título de
Conde por los servicios prestados a la causa católica.

65
El Cruzado del Siglo XX

la Encíclica Rerum Omnium del 26 de enero de 1933, en la cual el Pontífice


declaró a San Francisco de Sales como Patrono de “todos aquellos católicos
que con la publicación de diarios o de otros escritos, ilustran, promueven y
defienden la doctrina cristiana” 43. “Antes de todo —agregaba el Sumo Pon-
tífice dirigiéndose a los periodistas católicos— estudien con suma diligen-
cia y lleguen a poseer la doctrina católica tanto cuanto puedan; que no co-
rrompan la verdad ni la debiliten o disimulen so pretexto de no ofender al
adversario” 44.
El 6 de agosto de 1933, Plinio Corrêa de Oliveira fue llamado a asumir la
dirección de “O Legionário”, que en aquel mismo mes se tornó el órgano
oficioso de la Arquidiócesis de São Paulo. La publicación no estaba destinada
al gran público, sino a los ambientes del movimiento católico, a fin de orien-
tar su pensamiento y su acción. Fue dentro de estos ambientes, del norte al
sur del país, que pronto se extendió la vigorosa influencia del semanario.
A quien lo acusaba de ser poco “caritativo” con los enemigos, Plinio res-
pondía que la actitud del “Legionário” sí era de lucha, pero defensiva y no
ofensiva: “La principal finalidad del «Legionário» es orientar la opinión
de los que ya son católicos” 45.
Plinio era el autor de los artículos de fondo y de la columna “Al margen
de los hechos”, que después se llamó “7 días en revista”. Congregó a su
alrededor a un equipo de valerosos colaboradores 46 entre los cuales estaban
dos jóvenes sacerdotes llamados a convertirse en figuras de primer plano en
el clero brasileño: el P. Antonio de Castro Mayer 47, asistente eclesiástico

43
AAS, vol. 5 (1923), p. 49.
44
Ibid.
45
P. CORRÊA DE OLIVEIRA, Ofensiva?, in “O Legionário”, Nº 181, 29 de setiembre de 1935). “Y si para
este combate nos fuese permitido escoger un lema, lo enunciaríamos así: Hacia los católicos, cari-
dad y unidad; hacia los no católicos, caridad para obtener la unidad” (ibid.).
46
Además del Dr. Plinio, componían el grupo de redactores de “O Legionário”: Fernando Furquim de
Almeida, José Carlos Castilho de Andrade, José de Azeredo Santos, Adolpho Lindenberg, José Fer-
nando de Camargo, José Gonzaga de Arruda y Paulo Barros de Ulhôa Cintra (Meio Século de epopeia
anticomunista, cit., pp. 431-432).
47
Antonio de Castro Mayer nació en Campinas, en el estado de São Paulo, el 20 de junio de 1904. Se
graduó en teología en la Universidad Gregoriana de Roma (1924-1927), donde fue ordenado sacerdo-
te el 30 de octubre de 1927. Asistente General de la Acción Católica de São Paulo (1940), después
Vicario general de la Arquidiócesis (1942-1943), el 23 de mayo de 1948 fue consagrado Obispo y
nombrado Coadjutor con derecho a sucesión del Obispo de Campos. Gobernó como Obispo la dióce-
sis de Campos hasta 1981. Mons. de Castro Mayer rompió públicamente con Plinio Corrêa de Oliveira
y con la TFP en diciembre de 1982. El hecho pronto se hizo público (cfr. “Folha da Tarde”, 10 de abril

66
“El «Legionário» nació para luchar...”

del periódico, y el P. Geraldo de Proença Sigaud 48, de la Congregación del


Verbo Divino. Entre los más brillantes colaboradores laicos, descollaba José
de Azeredo Santos, un joven congregado oriundo del estado de Minas Gerais,
venido de Río a São Paulo para ejercer la profesión de ingeniero 49. El equi-
po, de entre cinco y ocho miembros, se reunía regularmente para examinar a
la luz de la doctrina de la Iglesia recortes de diarios y noticias provenientes
de todo el mundo. “En el cuadro de la redacción de ese semanario —recor-
dará el Dr. Plinio— se formó gradualmente un grupo de amigos, todos con-

de 1984; “Jornal do Brasil”, 20 de agosto de 1984), y se relaciona con la progresiva aproximación del
ex Obispo de Campos a las posiciones de Mons. Marcel Lefèbvre, culminando con la participación
del mismo Mons. de Castro Mayer en las consagraciones episcopales de Ecône del 30 de junio de
1988, que lo hicieron incurrir en excomunión latae sententiae. Murió en Campos el 25 de abril de
1991.
48
Mons. Geraldo de Proença Sigaud nació en Belo Horizonte el 26 de septiembre de 1909. Miembro
de la Congregación del Verbo Divino, estudió teología en Roma (1928-1932) donde fue ordenado
sacerdote el 12 de marzo de 1932. El 1 de mayo de 1947 fue consagrado Obispo Diocesano de
Jacarezinho (1947-1961); después fue Arzobispo metropolitano de Diamantina (1961-1980). La amistad
de Plinio Corrêa de Oliveira con Mons. Sigaud, que duró cerca de treinta años, se había iniciado en
1935 por ocasión de un retiro espiritual en el Seminario del Espíritu Santo. “Esta amistad —escribía
el Dr. Plinio en 1946— se ha prolongado por más de diez años en los cuales nos hemos encontrado
en todas las situaciones posibles: de dolor y de júbilo, de esperanza y de momentáneo desaliento, de
incertidumbre y de decisión. Juntos hemos recibido aplausos, juntos hemos recibido censuras; nues-
tros corazones han pulsado al unísono; frente a todos los acontecimientos de actualidad hemos pasa-
do a través de todo cuanto pueda unir o desunir hombres” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Padre Sigaud,
in “O Legionário”, Nº 711, 24 de marzo de 1946). El distanciamiento, que probablemente remonta a
mediados de los años sesenta, fue anunciado oficialmente por el mismo Obispo de Diamantina, el 2
de octubre de 1970 cuando, saliendo de una audiencia con el Presidente de la República Emilio
Garrastazu Médici, declaró que la TFP se había alejado de él por causa de su apoyo a la reforma
agraria promovida por el gobierno y a la reforma litúrgica de Pablo VI. La TFP respondió inmediata-
mente con un largo comunicado de prensa en el que subrayaba el contraste entre la coherencia de las
propias posiciones y las de Mons. Geraldo Sigaud, que se habían tornado vacilantes, reafirmando “la
entera corrección de sus actitudes frente a las leyes civiles y eclesiásticas” (Dom Geraldo Sigaud e a
TFP, in “Catolicismo”, Nº 239, noviembre de 1970). Cfr. también PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Dentro
e fora do Brasil..., in “Folha de S. Paulo”, 11 de octubre de 1970.
49
“Periodista profundo, vívido y brillante, él fue un polemista en toda la fuerza del término, y como
tal su nombre permanece escrito en nuestros anales con caracteres dorados. (...) Si algún día la
Historia del Brasil contemporáneo fuera escrita con total imparcialidad, su nombre figurará entre
los más beneméritos” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, “O premio demasiadamente grande”, in “Folha
de S. Paulo”, 17 de julio de 1973). Se inició entonces una larga amistad y cooperación que duró casi
cuarenta años, hasta el día en que Plinio Corrêa de Oliveira, arrodillado junto al lecho de dolor del
amigo moribundo, en el Hospital Samaritano de São Paulo, recitó en su nombre la Consagración a
Nuestra Señora de San Luis María Grignion de Montfort. A José de Azeredo Santos se debieron, en
“O Legionário” y después en “Catolicismo”, artículos agudos sobre el maritainismo, sobre la política
de la “mano extendida”, sobre el arte moderno y sobre la gnosis.

67
El Cruzado del Siglo XX

gregados marianos como yo, que nos dedicamos de cuerpo y alma al perio-
dismo católico” 50. Bajo el impulso del dinámico Director, en 1936 el perió-
dico se transformó de quincenario de dos hojas en un semanario de ocho
páginas, y de simple boletín parroquial pasó a ser la más escuchada voz
católica del país.
Los temas tratados en el curso de 1936 fueron los más variados. La perse-
cución religiosa en Alemania, la Revolución en España, la poussée socialis-
ta en Francia, la crisis dinástica en Inglaterra, las elecciones presidenciales
en los Estados Unidos, el fracaso de la Sociedad de las Naciones, el intensi-
ficarse de la propaganda comunista en el mundo, constituyeron el objeto de
análisis y comentarios inspirados en la doctrina de la Iglesia, siempre pro-
fundos y esclarecedores. “Desintoxicar los lectores de los frutos de la pren-
sa neutra y darle información cívica realmente católica, fue nuestro cons-
tante intento” 51.
En enero de 1937, cuando fueron inauguradas sus nuevas prensas, “O
Legionário” había llegado a ser el más influyente semanario católico del
Brasil, con una tirada de 17.000 ejemplares.

5. La “guerra civil” europea

Según el historiador francés François Furet, “hay un misterio del mal en


la dinámica de las ideas políticas del siglo XX” 52.
Después de la revolución soviética de 1917, el nacimiento del Komintern
contribuyó para la expansión mundial de la nueva doctrina bolchevique. Sin
embargo, las tentativas de revolución comunista violenta en el mundo, co-
menzando por el llamado “bienio rojo” (1919-1921), provocaron una fuerte
reacción anticomunista. En la estela de esta reacción nacieron y se consoli-
daron los movimientos “fascistas”.
Bolchevismo y fascismo entraron, así, en el centro del escenario casi al
mismo tiempo. Entre 1917 y 1945, la dinámica histórica europea y mundial
fue determinada, según Ernst Nolte, por la gran “guerra civil europea” libra-
da entre el comunismo y el nacional socialismo y, por lo tanto, entre el Ter-

50
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, “Kamikaze”, in “Folha de S. Paulo”, 15 de febrero de 1969.
51
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, “Um ano de luta e de vigília”, in “O Legionário”, Nº 225, 3 de enero de
1937.
52
F. FURET, Le passé d’une illusion, cit., p. 44.

68
“El «Legionário» nació para luchar...”

cer Reich y la Unión Soviética 53. “Lo que vuelve inevitable un análisis com-
parativo del fascismo y del comunismo —escribe por su parte Furet— no es
solamente la fecha de nacimiento y la entrada en escena simultánea y
meteórica de ambos en el plano histórico, sino también la recíproca depen-
dencia entre ambos” 54.
Esta íntima interdependencia, que hoy es un dato histórico prácticamente
aceptado por todos —pero que entonces estaba lejos de serlo—, fue intuida
por Plinio Corrêa de Oliveira, quien con absoluta fidelidad al modelo de
sociedad cristiano rehusó apoyar a cualquiera de los contendientes que ocu-
paban la escena.
En el comunismo él vio una concepción diametralmente opuesta a la católi-
ca, pero consideró al nazismo una alternativa igualmente peligrosa: “Es inne-
gable —escribió— que el comunismo es la antítesis del catolicismo. Pero el
nazismo, de su lado, constituye otra antítesis de la doctrina católica, mucho
más próxima del comunismo que cualquiera de ellos del catolicismo” 55.
El rechazo de la vida “burguesa” en nombre de una concepción místico-
heroica de la existencia, junto a la evocación de las tradiciones guerreras de
Alemania y de Europa, podían constituir, y de hecho constituyeron, un atrac-
tivo seductor para muchos jóvenes incapaces de discernir el aspecto tene-
broso de una ideología saturada de socialismo y de paganismo. Plinio Corrêa
de Oliveira comprendió que el mejor modo de poner a la juventud de su país
en guardia contra el seudo misticismo nazi era, además de denunciarle sus
errores, proponer una visión heroica y sobrenatural del catolicismo. Fue esa
bandera, opuesta por igual al nazismo y al comunismo, la que “O Legionário”
enarboló con gallardía en el Brasil.

6. La denuncia del paganismo nacional socialista

El 30 de enero de 1933, Adolfo Hitler recibió del Presidente mariscal


Hindenburg el cargo de Canciller del Reich 56. Después de las elecciones de

53
ERNST NOLTE, Der europaeische Bürgerbrieg 1917-1945. Nationalsozialismus und Bolschevismus,
Propyläen Verlag, Berlín, 1987. Cfr. también STUART J. WOOLF (ed.), European Fascism, Weidenfeld
& Nicolson, Londres, 1968; GEORGE L. MOSSE, Masses and Man. Nationalist and Fascist Perceptions
of Reality, Howard Ferty Inc., Nueva York, 1980.
54
F. FURET, Le passé d’une illusion, cit., p. 33.
55
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, À margem da crise, in “O Legionário”, Nº 315, 25 de setiembre de 1938.
56
Tras la muerte del Presidente Hindenburg, el 2 de agosto de 1934, los poderes de Presidente del

69
El Cruzado del Siglo XX

5 de marzo para el Reichstag, conducidas en un clima de abierta intimida-


ción, el gabinete nacional socialista recibió por ley “plenos poderes”. Era el
día 23 de marzo. En esa misma primavera, el Führer solicitó la celebración
de un Concordato entre la Santa Sede y el nuevo régimen. El acuerdo fue
firmado en el Vaticano el 20 de julio de 1933 57. La Santa Sede, sin embargo,
declaró que el Concordato no debía interpretarse de ningún modo como una
aprobación de las doctrinas y de las tendencias del nacional socialismo 58.
Hitler nombró a Alfred Rosenberg, el hombre que representaba “la
quintaesencia de todas las fuerzas hostiles a la Iglesia y al cristianismo” 59,
su agente para la “supervisión” de la educación ideológica del partido y de
todas las asociaciones alineadas. La década que va desde 1935 hasta el fin
del régimen se caracterizó por la creciente exacerbación de la lucha
antirreligiosa, con la supresión progresiva de las escuelas, de las institucio-
nes y de la prensa católica, y la difamación sistemática de los principios y de
las organizaciones de la Iglesia.
El 14 de marzo de 1937 salió a luz la Encíclica de Pío XI Mit brennender
Sorge. Movido por el deseo de actuar para que “la fe en Dios, primer e

Reich y de Canciller fueron unificados en las manos de Hitler. Se inició así la rápida transformación
de la sociedad en un sentido totalitario. Sobre este proceso, cfr. entre otros: KARL DIETRICH BRACHER,
Die deutsch Dictatun, Kiepenheuer und Witsch, Colonia, 1980 (1969); MARTIN BROSZAT, Der Staat
Hitlers, Deutscher Taschenbuch Verlag, Munich, 1981; HANS-ULRICH THAMER, Il terzo Reich. La
Germania dal 1933 al 1945, tr. it. Il Mulino, Boloña, 1993.
57
Los plenipotenciarios de Pío XI y de Hitler en las tratativas fueron respectivamente el Cardenal
Eugenio Pacelli, Secretario de Estado, y el Vice-Canciller del Reich, Franz von Papen. Sobre el
Concordato de 1933 y sobre las relaciones entre la Santa Sede y el nacional socialismo, cfr. MICHELE
MACCARRONE, Il Nazionalsocialismo e la Santa Sede, Studium, Roma, 1947; Friedrich Engel-Janosi,
Il Vaticano fra fascismo e nazismo, Le Monnier, Florencia, 1973; ANTHONY RHODES, The Vatican in
the Age of Dictators 1922-1945, Hodden and Stoughton, Londres, 1973; ROBERT GRAHAM, Il Vaticano
e il nazismo, Cinque Lune, Roma, 1975; GIACOMO MARTINA, Storia della Chiesa, vol. IV, L’età
contemporanea, Morcelliana, Brescia, 1995, pp. 129-218.
58
Cfr. “L’Osservatore Romano” del 27 de julio de 1933. “Sin duda se puede levantar la cuestión de si
la conclusión del Concordato con el Reich había efectivamente contribuido, como posteriormente fue
muchas veces afirmado, a la Machtbefestigung (consolidación del poder) nazi, una vez conquistado el
poder. Lo cierto es que el Concordato, que fuera suscrito por Pacelli no sin preocupación, proporciona
al gobierno de la Iglesia una base jurídicamente incontestable y, al mismo tiempo, la posibilidad
efectiva de, en el período posterior, enrostrar continuamente al régimen de Alemania los arbitrios y
las violaciones al derecho de gentes” (BUKHART SCHNEIDER, Pio XII. Pace, opera della giustizia, tr. it.
Edizioni Paoline, Roma, 1984, p. 24).
59
H.-U. THAMER, Il terzo Reich, cit., p. 550. Con sus dos panfletos A los oscurantistas de nuestro
tiempo (1935) y Peregrinos protestantes de Roma (1937), Rosenberg declaró abiertamente la incom-
patibilidad entre nacional socialismo y cristianismo.

70
“El «Legionário» nació para luchar...”

insustituible fundamento de toda religión”, permaneciese “pura e íntegra en


las regiones germánicas”, el Papa condenaba los errores del nacional socia-
lismo, afirmando entre otras cosas:
“Si la raza o el pueblo, si el Estado o una determinada forma de él, si los
representantes del poder estatal u otros elementos fundamentales de la so-
ciedad humana tienen, en el orden natural, un lugar esencial y digno de res-
peto, por otro lado quien los desprende de esta escala de valores terrenos,
elevándolos a la categoría de suprema norma de todo, aún de los valores
religiosos, divinizándolos con culto idolátrico, pervierte y falsifica el orden
creado e impuesto por Dios, está lejos de la verdadera fe en Dios y de una
concepción de la vida conforme a ella” 60.
“La Mit brennender Sorge, por su claridad, por su invocación a las verda-
des de la fe cristiana y a su oposición al neopaganismo nazista, por la conde-
nación del racismo y del Estado totalitario, provocó un choque violento en
la opinión pública alemana e internacional. El Führer se llenó de estupor y
explotó en abominable cólera. Pero la Encíclica tuvo el efecto de una inti-
mación” 61. Como lo recordaría Pío XII, “descubrió a los ojos del mundo lo
que era en realidad el nacional socialismo: la orgullosa apostasía de Jesu-
cristo, la negación de su doctrina y de su obra redentora, el culto de la fuer-
za; la idolatría de la raza y de la sangre, la opresión de la libertad humana” 62.
En la resistencia al nacional socialismo en Alemania se distinguieron so-
bre todo dos prelados: Mons. Konrad von Preysing 63, Obispo de Berlín, y
60
PÍO XI, Encíclica Mit brennender Sorge, del 14 de marzo de 1937, in IGINO GIORDANI, Le encicliche
sociali dei Papi, da Pio IX a Pio XII, Studium, Roma, 1944, p. 410 (pp. 405-426). El texto de la
encíclica fue enviado clandestinamente a centenas de ciudades y pueblos de Alemania, donde fue
impreso en cada lugar y distribuido a las diferentes diócesis. El 21 de marzo de 1937, para subrayar
al máximo la importancia del acontecimiento, los Obispos alemanes leyeron personalmente, desde
el púlpito, la Encíclica de Pío XI. Sobre la encíclica cfr. HEINZ-ALBERT RAEM, Pius XI, und der
Nationalsozialismus. Die Enzyklika “Mit brennender Sorge” vom 14 marz 1937, Schöningh,
Paderborn, 1979.
61
JEAN CHÉLINI, L’Église sous Pie XII. La tourmente (1939-1945), Fayard, París, 1983, p. 87.
62
PÍO XII, Discurso del 2 de junio de 1945, in DR, vol. VI, p. 70. En dicho discurso Pío XII traza un
cuadro de este combate a la Iglesia, y de la resistencia opuesta por la Santa Sede y por el pueblo alemán.
63
Konrad Conde von Preysing, nació en Kronwinckel el 30 de agosto de 1880 y murió el 21 de diciem-
bre de 1950 en Berlín. Pertenecía a una familia de la aristocracia católica desde siempre al servicio de la
Iglesia. Ordenado sacerdote en 1912, conoció en Munich al Nuncio Pacelli quien, una vez designado
Secretario de Estado, lo hizo nombrar Obispo de Eichstatt en 1932 y después de Berlín el 6 de julio de
1935. Desde 1933, él se manifestó como el punto de referencia de los opositores intransigentes del
nacional socialismo, en contraposición a la línea “blanda” del Cardenal Adolf Bertram, Presidente de la
Conferencia Episcopal de Fulda. El 18 de febrero de 1946 fue nombrado Cardenal.

71
El Cruzado del Siglo XX

Mons. Clemens von Galen 64, Obispo de Münster. Ambos intervinieron des-
de sus sedes episcopales para defender la concepción cristiana de la persona
humana y los derechos soberanos de Dios sobre la sociedad y sobre las fa-
milias. “Yo levanto mi voz —afirmó Mons. von Galen en su sermón del 13
de julio de 1941, en la Iglesia de San Lamberto, en Münster— y en mi cali-
dad de hombre alemán, de ciudadano honrado, de ministro de la religión
católica, de Obispo católico, yo grito: ¡exigimos justicia! Si este grito no
fuere oído, no será más posible restaurar el dominio de la justicia soberana.
¡Así, nuestro pueblo alemán y nuestra patria, pese al heroísmo de nuestros
soldados que alcanzan victorias gloriosas, irán a la ruina a causa de nuestra
corrupción interna!” 65.
La actitud y el tono de estos prelados alemanes fueron admirados por
Plinio Corrêa de Oliveira, que, como ellos, pertenecía a las indómitas filas
de los defensores de la fe. Entre 1929 y 1947 fueron publicados en “O
Legionário” nada menos que 2.936 artículos contra el nazismo y el fascis-
mo, de los cuales 447 son de Plinio Corrêa de Oliveira. Es importante subra-
yar que gran parte de estos escritos aparecieron no solamente antes de la
guerra, sino también antes de la Encíclica Mit brennender Sorge, cuando
todavía se acumulaban muchos equívocos sobre el nazismo. En la persecu-
ción antirreligiosa hitleriana, el Dr. Plinio no veía apenas un aspecto acci-
dental y extrínseco de la política del Tercer Reich, sino la lógica consecuen-
cia de una visión del mundo que era la antítesis de la concepción católica.
“La realidad es que la política antirreligiosa del Tercer Reich es una ca-
racterística esencial de éste, un rasgo fundamental de su contenido ideoló-
gico o, mejor aún, el sentido profundo y la propia razón de ser del nazis-
mo” 66.

64
Clemens August Conde von Galen nació el 16 de marzo de 1873 en el castillo de Dinkloge, de una
antigua familia católica de Oldenburg. Sacerdote en 1904, fue destinado a Berlín, y después como
párroco de S. Lambert en la Diócesis de Münster, de la cual fue designado Obispo en 1933. Desde
entonces hasta 1945, condujo desde el púlpito una lucha implacable contra el nazismo, lo que le valió el
apelativo de “león de Münster”. Nombrado Cardenal en el Consistorio del 18 de febrero de 1946, falle-
ció inmediatamente después de su regreso de Roma, el 22 de marzo del mismo año. La diócesis de
Münster introdujo su causa de beatificación. Cfr. Clemens August Graf von Galen. Un vescovo
indesiderabile. Le grandi prediche di sfida al nazismo, ROSARIO F. ESPOSITO (ed.), Ediciones Messaggero,
Padua, 1985; Aa. Vv., Il leone di Münster e Hitler. Clemens August Cardinale von Galen, dir. por MONS.
REINHARD LETTMANN y MONS. HEINRICH MUSSINGHOFF, Herder, Roma-Friburgo-Viena, 1996.
65
Cit. in Clemens August Graf von Galen. Un vescovo indesiderabile..., cit., pp. 123-124.
66
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Falsificação, in “O Legionário”, Nº 397, 21 de abril de 1940.

72
“El «Legionário» nació para luchar...”

Plinio Corrêa de Oliveira reconstruyó lo que denominó “genealogía de


los monstruos”, trazando las ascendencias ideológicas del nacional socialis-
mo, desde Lutero hasta Hitler:
“El protestantismo produjo en Alemania un proceso evolutivo de ideas
filosóficas y hechos político-sociales que, paralelamente al liberalismo y en
aparente antagonismo con éste, generó el nazismo, con una lógica de hierro
(verdadera si no fuesen erradas sus premisas). (...) El nazismo es el resulta-
do de una evolución profunda, su política antirreligiosa es parte integrante
de su pensamiento, y ese pensamiento es tan entrañadamente antirreligio-
so, que yo no me asombraría más con la conversión de la masonería en
asociación de piedad, que con la transformación del Partido Nazi en ba-
luarte de las ideas católicas en Europa Oriental” 67.
Plinio Corrêa de Oliveira no dejó de denunciar el antisemitismo nazi,
mostrando la substancial diferencia con las medidas de cautela tomadas his-
tóricamente por la Iglesia en relación al pueblo hebreo.
“Las medidas de prudencia que se recomiendan en relación a los judíos
son legítimas y hasta necesarias cuando el judío no es convertido o cuando
se convirtió con la intención evidente de «épater les bourgeois». Pero esa
precaución se dirige exclusivamente contra los errores doctrinarios del ju-
dío y no contra su raza en sí, que es la raza en la cual se encarnó el Verbo.
Convertido sinceramente, el judío es un hijo dilecto de la Santa Iglesia” 68.
Siendo así, la Iglesia determinó “con incesante energía, que nunca se faltase
a la caridad para con el antiguo pueblo de Dios. El nazismo, por el contra-

67
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Genealogia de monstros, in “O Legionário”, Nº 302, 29 de junio de
1938. Él agrega: “En el elemento genéricamente germánico, el protestantismo inoculó, además del
virus del liberalismo, otro veneno: las ideologías de la fuerza. Estas teorías —por lo demás muy
emparentadas con la concepción democrática de la sistemática victoria de las mayorías— han
engendrado toda la ideología militarista y brutal de la política internacional de Federico II y de
muchos Hohenzollern, y más tarde han creado el imperio de Bismarck, la pasión militarista alema-
na, las escuelas filosóficas germánicas del siglo XIX y, por fin, como producto arquetípico de la
filosofía nietzscheana, el hitlerismo” (ibid.). Sobre las raíces culturales del nacional socialismo,
cfr. EDMOND VERMEIL, Les doctrinaires de la Révolution allemande, Nouvelles Editions Latines,
París, 1948; PETER VIERECK, Metapolitics. The roots of the Nazi mind, Capricorn Books, Nueva
York, 1961 (1941); G. L. M OSSE, The crisis of German ideology, Grasset & Dunlap, Nueva York,
1964; NICHOLAS GOODRICK-CLARKE, The occult roots of Nazism, The Aquarian Press, Wellingborough,
1985; LUCIANO PELLICANI, La società dei giusti. Parabola storica dello gnosticismo rivoluzionario,
Etaslibri, Milán, 1995, pp. 371-387.
68
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Uma velha ambição dos Judeus, in “O Legionário”, Nº 308, 7 de agosto
de 1938.

73
El Cruzado del Siglo XX

rio, es para con los judíos de una crueldad brutal e inútil” 69. “Sería preciso
que en Alemania surgiese un nuevo San Bernardo, que invocase para el
pueblo de Israel aquella misericordia que ni su gran Víctima le negó” 70.

7. Fidelidad a la Iglesia e independencia intelectual

El 19 de marzo de 1937, sólo tres días después de la Mit brennender Sorge,


Pío XI condenaba solemnemente también al comunismo por medio de la
Encíclica Divini Redemptoris. Al lado del nacional socialismo, el comunis-
mo representaba el otro enemigo continuamente denunciado por “O
Legionário”, sobre todo después que la guerra civil en España 71 mostró al
mundo su auténtica faz, la de una “llama de odio” y de “feroz persecución” 72.
“Lo que en España se discute, es si el Mundo debe ser gobernado por
Jesucristo o por Karl Marx. Toda la civilización católica, todos los princi-
pios de moral, todas las tradiciones, todas las instituciones de que se enor-
gullecen los occidentales desaparecerán irremediablemente si vence el co-
munismo” 73. “Un día llegará en que, sobre los escombros del hitlerismo,
del comunismo, del obregonismo mexicano, preguntaremos triunfantes:
Calles, Hitler, Lenín, Stalin, Lunacharski, ¿dónde estáis? Y sólo nos res-
ponderá el silencio de las tumbas” 74.
Pero la crítica de Plinio Corrêa de Oliveira al totalitarismo era bien dife-
rente de la posición individualista y liberal, que participaba de los mismos

69
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, 7 dias em revista, in “O Legionário”, Nº 232, 21 de febrero de 1937.
70
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, 7 dias em revista, in “O Legionário”, Nº 215, 25 de octubre de 1936. En
otros artículos él muestra cómo la persecución antisemita de Hitler contribuyó, de manera indirecta
pero poderosa, a la realización del sueño sionista. “Lo que los jefes del sionismo no obtuvieron, lo
obtuvo Hitler con su campaña antisemítica: pobló Tel-Aviv, la nueva ciudad hebraica de la Palesti-
na, hoy dotada de innumerables mejoras y de gran confort. La «patria nacional» de los judíos, la ha
llenado el Sr. Hitler” (ID., 7 dias em revista, in “O Legionário”, Nº 599, 3 de enero de 1944).
71
Sobre la guerra civil española cfr. LÉON DE PONCINS, Histoire secrète de la Révolution espagnole, G.
Beauchesne, París, 1938; JOSÉ M. SÁNCHEZ, The Spanish civil war as a Religious tragedy, University
of Notre Dame Press, Notre Dame (Indiana), 1987; MARIO TEDESCHI (ed.), Chiesa Cattolica e guerra
civile in Spagna, Guida, Nápoles, 1989; JAVIER TUSELL - GENOVEVA GARCÍA QUEIPO DE LLANO, El
catolicismo mundial y la guerra de España, BAC, Madrid, 1992.
72
PÍO XI, Alocución a los refugiados españoles del 14 de septiembre de 1936, in IP, vol. V (1958), La
pace internazionale, cit., p. 223.
73
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Reflexões em torno da Revolução Hespanhola, in “O Legionário”, Nº
224, 27 de diciembre de 1936.
74
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, À margem dos factos, in “O Legionário”, Nº 187, 22 de diciembre de 1935.

74
“El «Legionário» nació para luchar...”

errores que pretendía denunciar. El liberalismo, en plena decadencia, nunca


habría podido constituir una auténtica alternativa frente al nazismo o al co-
munismo.
“Tanto el error liberal de conceder libertad al bien y al mal, cuanto el
error totalitario de oprimir igualmente al bien y al mal, son graves y proce-
den de la misma raíz. En presencia de la Verdad que es la Iglesia, tanto el
Estado liberal cuanto el Estado totalitario toman una actitud idéntica a la
de Pilatos, preguntando «quid est veritas?» - «¿qué es la Verdad?». El ag-
nosticismo, el indiferentismo entre la Verdad y el error, el Bien y el mal, es
siempre una fuente de injusticias. Y el católico no puede pactar ni con una
ni con otra cosa” 75.
“Quien hipertrofia el papel del Estado será necesariamente socialista,
cualesquiera que sean las máscaras que procure ajustar al rostro. Y el fon-
do de la vertiente socialista es el comunismo. Quien hipertrofia los dere-
chos del individuo o de los otros grupos será necesariamente individualista,
y el fondo de esa vertiente es la anarquía.
“De la anarquía completa, que sería el nihilismo, o de la anarquía esta-
ble y organizada que es el totalitarismo, debemos libertarnos formando para
nosotros una conciencia católica vigorosa y firme en la cual no haya lugar
para complacencias con errores de ningún jaez” 76.
“Los católicos deben ser anticomunistas, antinazis, antiliberales,
antisocialistas, antimasónicos, etc..., porque son católicos” 77.
En el Brasil, desde 1933, había comenzado a desarrollarse el movimiento
“integralista”, fundado por Plinio Salgado 78, con sus “camisas verdes” que
imitaban las milicias del fascismo europeo. Su líder, partiendo de la premisa
de que “el progreso del espíritu humano se realiza al ritmo de las revolucio-

75
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A liberdade da Igreja no dia de amanhã, in “O Legionário”, Nº 549, 14
de febrero de 1943.
76
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Comunismo, in “O Legionário”, Nº 552, 7 de marzo de 1943.
77
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Pela grandeza e liberdade da Ação Católica, in “O Legionário”, Nº
331, 13 de enero de 1939.
78
Plinio Salgado (1895-1975), después de haberse dejado fascinar en su juventud por el materialismo
histórico y por el modelo de Bismarck, en los años 20 participó en la “revolución estética” del moder-
nismo, haciéndose un nombre como novelista y literato de tendencia nacionalista. Elegido diputado
por el Estado de São Paulo en 1928, apoyó en 1930 la candidatura de Julio Prestes contra Getulio
Vargas. Después de difundir un Manifesto de la Legión Revolucionaria (1931), a comienzos de 1932
fundó la Sociedad de Estudios Politicos (SEP) y en octubre del mismo año el “movimento integralista”
brasileño (AIB) del que fue “jefe nacional” hasta su disolución por disposición de Vargas, el 2 de

75
El Cruzado del Siglo XX

nes”, definía su concepción como una “revolución integral” 79 y proponía


una reorganización del Brasil sobre el modelo de un Estado sindical-corpo-
rativo, similar al de Mussolini y Oliveira Salazar.
El integralismo, que se pretendía anticomunista y antiliberal, tenía en co-
mún con el liberalismo un substancial agnosticismo 80. “El integralismo, pues,
no es católico ni anticatólico. Teísta como es, considera a través de un pris-
ma de pretendida neutralidad todas las religiones” 81. Frente a lo que ya
entonces definía como “falsa derecha”, Plinio Corrêa de Oliveira reafirma-
ba que el catolicismo auténtico era la única solución 82.
Un juicio igualmente negativo fue expresado por Plinio Corrêa de Oliveira
en relación al fascismo, que contaba entonces con un gran número de adep-
tos y simpatizantes en el Brasil, incluso entre los católicos y hasta en el
mismo clero. Si bien en 1929 Pío XI había firmado con Mussolini el Tratado
de Letrán, con la Encíclica Non abbiamo bisogno del 29 de junio de 1931 83
el Papa criticaba abiertamente las tendencias totalitarias del régimen y de-
claraba ilícito el juramento de fidelidad al Duce y a la “Revolución fascis-
ta”. Las críticas de Plinio Corrêa de Oliveira a la doctrina estatolátrica del
régimen fascista eran análogas a las del Pontífice 84. Él verificaba, sin em-
bargo, que “en la práctica, más de una vez, Mussolini se ha apartado de esa

diciembre de 1937. Exiliado en Portugal desde 1939 hasta 1945, a su regreso al Brasil volvió a la vida
política, sin alcanzar nunca el papel de primer plano que habría ambicionado. Cfr. la palabra “Salgado”
en PAULO BRANDI - LEDA SOARES, in DHBB, vol. IV, pp. 3051-3061. Sobre el “integralismo” cfr.
además HELGIO TRINDADE, Integralismo. O fascismo brasileiro na década de 30, Difel, São Paulo,
1979, 2a. ed.; ID., La tentative Fasciste au Brésil dans les années trente, Éditions de la Maison des
Sciences de l’Homme, París, 1988; ID., “Integralismo”, in DHBB, vol. II, pp. 1621-1628.
79
H. TRINDADE, Integralismo, cit., p. 1624.
80
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, E porque não o Catolicismo?, in “O Legionário”, Nº 189, 19 de enero
de 1936; ID., À margem de uma critica, in “O Legionário”, Nº 153, 2 de setiembre de 1934. “Al
contrario del Estado liberal, el integralista «afirma el espíritu». Sin embargo, no osa romper de una
buena vez con el peor de los preconceptos liberales: el agnosticismo oficial” (ibid.). Cfr. también
Três rumos..., in “O Legionário”, Nº 157, 28 de octubre de 1934; Extremismos, in “O Legionário”, Nº
160, 9 de diciembre de 1934.
81
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Na expectativa, in “O Legionário”, Nº 206, 23 de agosto de 1936.
82
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, E porque não o Catolicismo?, cit.
83
PÍO XI, Encíclica Non abbiamo bisogno del 29 de junio de 1931 in I. GIORDANI, Le encicliche sociali
dei Papi, cit., pp. 353-374. Cfr. también PIETRO SCOPPOLA, La Chiesa e il fascismo. Documenti e
interpretazioni, Laterza, Bari, 1971, pp. 264-270; GIANNI VANNONI, Massoneria, Fascismo e Chiesa
cattolica, Laterza, Roma-Bari, 1979.
84
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Mussolini, in “O Legionário”, Nº 241, 25 de abril de 1937; Mussolini e
o nazismo, in “O Legionário”, Nº 296, 15 de mayo de 1938.

76
“El «Legionário» nació para luchar...”

doctrina” 85; y en ese distanciamiento radica “uno de sus grandes méritos” 86,
como sucedió con la firma del Tratado de Letrán 87.
Desde 1937 él observó con creciente preocupación la progresiva
radicalización del fascismo en su tendencia totalitaria y su deslizamiento
hacia el nazismo 88, hasta entonces obstado por la presencia de la Monarquía
y, sobre todo, por la del Papado. Las críticas del Dr. Plinio provocaron una
cierta reacción entre los católicos de origen italiano residentes en el Brasil,
que pretendieron ver en esos artículos un ataque a su país 89. A estos objetantes
él respondió:
“El «Legionário» estará siempre al lado del Papa. Por eso mismo nunca
estará contra Italia. Porque la causa de la Italia auténtica, de la Italia del
Dante, de San Francisco de Asís y de Santo Tomás, nunca podrá ser diso-
ciada de la causa del Papado” 90.
No es fácil comprender hoy todo el alcance de la independencia intelec-
tual de Plinio Corrêa de Oliveira, frente al conformismo de aquellos que
Jean-Louis Loubet del Bayle definiera como “los anticonformistas de los
años 30” 91, en momentos en que la intelligentsia europea se dejaba imantar
por la estrella roja del Kremlim o por el “fascismo inmenso y rojo” cantado

85
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Mussolini, cit. La distinción de Plinio Corrêa de Oliveira entre doctrina
y práctica del fascismo parece tener cierta analogía con la hecha por el historiador Renzo De Felice
entre “fascismo régimen” y “fascismo movimiento”. “El fascismo régimen ha hecho la Conciliación,
pero el fascismo movimiento ha sido anticlerical, ha estado en clara oposición a los valores más
profundos del cristianismo” (R. DE FELICE, Intervista sul fascismo, a cargo de MICHAEL A. LEDEEN,
Laterza, Roma-Bari, 1975, p. 104). Del mismo De Felice, cfr. la monumental biografía de Mussolini,
especialmente los volúmenes dedicados a Il Mussolini, Duce (Einaudi, Turín, 1974-1976).
86
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Mussolini, cit.
87
Sobre el Tratado de Letrán cfr. PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Fides Intrepida, in “O Legionário”, Nº
50, 12 de enero de 1930; Date a Césare, Nº 52, 9 de febrero de 1930; No X.º aniversario do tratado de
Latrão, in “O Legionário” Nº 335, 12 de febrero de 1939. “El fascismo fue un pésimo régimen. El
Tratado de Letrán produjo resultados inestimables para la Iglesia y para Italia” (PLINIO CORRÊA DE
OLIVEIRA, A Questão romana, in “O Legionário”, Nº 603, 27 de febrero de 1944).
88
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A Italia em via de ser nazificada?, in “O Legionário”, Nº 306, 24 de
julio de 1938; Para onde caminha o fascismo?, in “O Legionário”, Nº 308, 7 de agosto de 1938;
Ainda o fascismo, Nº 330, 8 de enero de 1939.
89
El 27 de enero de 1939 murió en São Paulo el Conde Rodolfo Crespi, que quiso ser sepultado con la
camisa negra y que dejó 500.000 cruzeiros a Mussolini.
90
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O exemplo dos russos brancos, in “O Legionário”, Nº 322, 22 de enero
de 1939.
91
JEAN-LOUIS LOUBET DEL BAYLE, Les non-conformistes des années ‘30, Editions du Seuil, París, 1969.
Cfr. también R. RÉMOND, Les catholiques dans la France des années 30, Editions Cana, París, 1979.

77
El Cruzado del Siglo XX

por Roberto Brasillach 92. En la izquierda, celebraban los fastos del huma-
nismo soviético los franceses Romain Rolland, Louis Aragon, André
Malraux, André Gide, los alemanes Heinrich Mann y Bertolt Brecht, los
ingleses Aldous Huxley y E. M. Forster 93. Se alinearon con el fascismo y el
nazismo otros conocidos intelectuales como Giovanni Gentile, Ezra Pound,
Pierre Drieu-La Rochelle, Carl Schmitt, Martin Heidegger.

8. “Escogisteis la vergüenza y tendréis la guerra”

1938 fue el año crucial de la crisis europea. El 11 de marzo tuvo lugar la


invasión de Austria y su anexión a Alemania, que pasó a la historia con el
nombre de Anschluss. Éste fue el primer acto de la Segunda Guerra Mun-
dial 94.
Con el Anschluss, el Estado austríaco fue prácticamente borrado del mapa
europeo 95. Con “el alma indignada y el corazón en sangre”, Plinio Corrêa
de Oliveira denunció en un artículo a cinco columnas, en primera página, la
“dramática desaparición de la Austria católica del mapa europeo” 96.
Mussolini, dando media vuelta en su toma de posición de 1934 —cuando,
para evitar la anexión de Austria, había enviado las divisiones alpinas a la
frontera de Brenner— esta vez aprobó la acción de Hitler. Para celebrar la
amistad ítalo-germánica, el Führer realizó una visita oficial a Italia del 3 al

92
BERNARD GEORGE, Brasillach, Editions Universitaires, París, 1968, pp. 99-100.
93
Cfr. F. FURET, Le passé d’une illusion, cit., pp. 185-356.
94
Cfr. GORDON BROOK-SHEPHERD, Anschluss, the rape of Austria, Macmillan & Co., Londres, 1963;
ANDREAS HILLGRUBER, La distruzione dell’Europa, tr. it. Il Mulino, Bolonia, 1991, pp. 133-152. Fue
decisivo en el Anschluss el papel del Embajador en Vienna Franz von Papen (1879-1969) que ya en
1933 había allanado el camino del poder a Hitler con sus presiones sobre Hindenburg. Von Papen, que
se proclamaba católico, fue definido por Plinio Corrêa de Oliveira como “el mayor traidor de la Iglesia
en nuestros días” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, 7 dias em Revista, in “O Legionário”, Nº 516, 2 de agosto
de 1942). Una confirmación histórica de esta afirmación nos es suministrada por RICHARD W. ROLFS, The
Sorcerer’s Apprentice: the life of Franz von Papen, Lanham, Londres-Nueva York, 1996.
95
“Austria, pobre Austria eternamente escarnecida —anota el 20 de marzo de 1938 en su diario el
conde FRIEDRICH RECK-MALLENCZEWEN— cuyo único error fue sin duda el de oponerse al espíritu de la
Gran Prusia, conservando hasta el fin el recuerdo del antiguo Sacro Imperio Romano-Germánico” (Il
tempo dell’odio e della vergogna, tr. it. Rusconi, Milán, 1970, p. 66).
96
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A conjuração dos Césares e do synhedrio, in “O Legionário”, Nº 288,
20 de marzo de 1938. Así expresó el Dr. Plinio su admiración por la Emperatriz Zita de Austria
(1892-1989), esposa del último Emperador, Carlos: “Ella supo hacer por la causa de la monarquía
en Europa, a la cual está absolutamente dedicada por un puro idealismo y no por vulgar interés,
mucho más que los innumerables soberanos, ex soberanos y pretendientes del mundo entero. Ella es,

78
“El «Legionário» nació para luchar...”

9 de mayo de 1938. En aquella ocasión Pío XI se retiró a Castelgandolfo,


fuera de la época habitual, para no tener que asistir, como afirmó, en “el día
de la Santa Cruz” a la apoteosis “de otra cruz que no es la Cruz de Cristo” 97.
El número 289 de “O Legionário”, del 27 de marzo de 1938, mostraba en
primera página una imagen del Coliseo romano, con la noticia de que el
gran monumento habría sido iluminado en honor de la visita de Hitler a
Roma. “El Coliseo —decía el epígrafe—, testigo multisecular del martirio
de los primeros cristianos y de la insaciable crueldad del paganismo, ¡será
iluminado en honra del ilustre perseguidor de los cristianos de nuestros días
y restaurador del paganismo en Alemania... con una fuerte luz roja!”.
El 12 de septiembre de 1938, después de la anexión de Austria, fue la vez
de los Sudetes. Para impedir que la situación se precipitase, el primer minis-
tro británico Neville Chamberlain se dirigió personalmente a Berchtesgaden,
Alemania, para negociar un acuerdo con el Führer. Plinio Corrêa de Oliveira
no se hacía ilusiones.“La guerra —escribía en aquella ocasión— es una
cuestión de días, o de meses, pero fatalmente estallará (...). Mientras Hitler
esté en el poder, ella será inevitable” 98.
Para evitar que la situación se precipitase, Mussolini propuso, in extremis,
una conferencia cuatripartita, que se realizó en Munich el 29 y el 30 de
septiembre de 1938 99. Las democracias occidentales, representadas por el
Premier inglés Chamberlain y su colega francés Daladier, con la ilusión de
evitar la guerra buscaron a toda costa un compromiso con la Alemania nazi 100.

en este siglo de materialismo grosero, una figura enérgica e idealista, que merece el mayor respeto
de todos los observadores” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O destino trágico de duas grandes dinastias,
in “O Legionário”, Nº 247, 6 de junio de 1937). Sobre Zita, cfr. G. BROOK SHEPHERD, The last Empress,
Harper Collins Publishers, Londres, 1991.
97
M. MACCARRONE, Il Nazionalsocialismo e la Santa Sede, cit., pp. 211-212.
98
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O verdadeiro sentido do vôo de Chamberlain, in “O Legionário”, Nº
314, 18 de setiembre de 1938.
99
Sobre la conferencia de Munich y sobre el “appeasement”, cfr. MARTIN GILBERT, The roots of
Appeasement, Weidenfeld and Nicolson, Londres, 1966; CHARLES LOCH MOWAT, Britain between the
wars, 1918-1940, Methuen & Co. Ltd., Londres, 1976; TELFORD TAYLOR, Munich, the price of peace,
Hodder and Stoughton, Londres, 1979; ROBERT ROTSCHILD, Les chemins de Munich. Une nuit de sept
ans: 1932-1939, Perrin, París, 1988; R. A. C. PARKER, Chamberlain and Appeasement, St. Martin’s
Press, Nueva York, 1993.
100
“En materia de humillación, Francia e Inglaterra no podían ir más lejos. Han bebido el cáliz
hasta la última gota. Y cuando se les anunció que con la ingestión de algunas gotas más tal vez
conseguirían la paz, lloraron de alegría” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Os frutos ideológicos da paz,
in “O Legionário”, Nº 316, 2 de octubre de 1938).

79
El Cruzado del Siglo XX

Son conocidas las palabras con las que, al día siguiente de los acuerdos de
Munich, Churchill, jefe de la oposición conservadora en los Comunes,
apostrofó a Chamberlain: “Debíais elegir entre la vergüenza y la guerra:
escogisteis la vergüenza y tendréis la guerra”.
En un lúcido artículo de los años 70, sobre la “détente”, Plinio Corrêa de
Oliveira recordará así el acontecimiento:
“Munich no fue sólo un gran episodio de la historia de este siglo. Es un
acontecimiento símbolo en la historia de todos los tiempos: todas las veces
que hubiere, en cualquier tiempo y en cualquier lugar, un enfrentamiento
diplomático entre belicistas delirantes y pacifistas delirantes, la ventaja
sonreirá a los primeros y la frustración a los segundos. Y si hay un hombre
lúcido, censurará los Chamberlain y los Daladier del futuro con las pala-
bras de Churchill: «Debíais elegir entre la vergüenza y la guerra. Escogis-
teis la vergüenza y tendréis la guerra»” 101.
Menos de seis meses después, el 15 de marzo de 1939, violando los acuer-
dos establecidos, Hitler invadió Checoeslovaquia e incorporó al Reich los
territorios de Bohemia y Moravia, para los cuales instituyó un “protectora-
do”. Así, también la república Checoeslovaca, una de las creaciones de la
paz de Versalles de 1918, desaparecía del mapa de Europa. El mes anterior
había muerto Pío XI, ya gravemente enfermo. El 2 de marzo de 1939, el
Cardenal Camilo Caccia Dominioni anunciaba, desde el balcón central de la
Basílica de San Pedro, la elección del nuevo Papa, el Cardenal Eugenio
Pacelli, con el nombre de Pío XII 102.
Aquel año se había abierto con una sorprendente previsión de Plinio Corrêa
de Oliveira, aparecida en el primer número de “O Legionário” de ese año:
“Efectivamente —escribía— mientras se van delimitando todos los campos
de batalla, se va desarrollando un proceso cada vez más claro: el de la

101
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Churchill, o avestruz e a América do Sul, in “Folha de S. Paulo”, 31 de
enero de 1971.
102
Sobre Pío XII (1876-1958) en relación con los acontecimientos aquí tratados, cfr. Card. DOMENICO
TARDINI, Pio XII, Tipografia Poliglotta Vaticana, Ciudad del Vaticano, 1960; B. SCHNEIDER, Pio XII.
Pace, opera della giustizia, cit.; A. RHODES, The Vatican in the age of dictators, cit.; J. CHÉLINI,
L’Eglise sous Pie XII, cit.; G. MARTINA, Storia della Chiesa, vol. IV, L’età contemporanea, cit., pp.
219-247; GIORGIO ANGELOZZI GARIBOLDI, Pio XII, Hitler e Mussolini. Il Vaticano fra le dittature, Mursia,
Milán, 1995. El Cardenal Eugenio Pacelli había sido Nuncio en Alemania (1917-1929) y después
Secretario de Estado (1930-1939) antes de ascender al trono pontificio.

80
“El «Legionário» nació para luchar...”

fusión doctrinaria del nazismo con el comunismo. A nuestro parecer, 1939


asistirá a la realización de esta fusión” 103.
Algunos meses después, en agosto de 1939, el anuncio del llamado Pacto
Ribbentrop-Molotov “causó repentinamente el efecto de una verdadera bom-
ba en la opinión pública europea, estupefacta con este brusco acuerdo entre
los dos países representantes de las dos ideologías que hasta entonces más
se habían combatido” 104.
El tratado de no agresión entre Rusia y Alemania representaba la más imprevi-
sible “inversión de alianzas” de nuestros tiempos: “Nadie que haya vivido
concientemente aquella experiencia —escribe el historiador alemán Andreas
Hillgruber— puede olvidar la sorpresa y desconcierto, el choque provocado por
un breve anuncio de la «Oficina de Informaciones alemana» en el anochecer del
21 de agosto, confirmado al día siguiente por la Tass: «El gobierno del Reich y el
gobierno soviético se han puesto de acuerdo para la celebración de un pacto recí-
proco de no-agresión. El ministro del exterior von Ribbentrop arribará a Moscú el
miércoles 23 de agosto para llegar a la conclusión de las negociaciones»” 105.

9. “La guerra más enigmática de este siglo”

Ya en 1936 Plinio Corrêa de Oliveira había escrito: “Dentro de poco sólo


los ciegos lo podrán negar, vendrá un diluvio internacional: la guerra mun-
dial golpea las puertas de la Civilización occidental” 106. Al comienzo de
1939, él trazó en “O Legionário” un dramático cuadro de los acontecimien-
tos internacionales. “En este mar tormentoso —afirmaba—, navega la Nave

103
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Entre o passado e o futuro, in “O Legionário”, Nº 329, 4 de enero de
1939. “El nazismo —reiteraba el 8 de mayo de 1938— puede ser equiparado desde el punto de vista
internacional, casi al comunismo. Y aún así, este «casi» es muy problemático” (ID., Legitima defesa,
in “O Legionário”, Nº 295, 8 de mayo de 1938).
104
J. GUIFFAN, Histoire de l’Europe, cit., p. 195.
105
A. HILLGRUBER, La distruzione dell’Europa, cit., p. 257. El pacto de “no-agresión” tenía una vali-
dez de diez años y obligaba a las partes a desistir de todo ataque “recíproco”. Se le había agregado un
“protocolo secreto” que dejaba el camino libre a Hitler para atacar a Polonia, entregando a la URSS el
control de los tres países bálticos —Estonia, Letonia y Lituania—, de Finlandia, de Polonia y de
Besarabia. Cfr. WALTHER HOFER, Die Entfessung des Zweiten Weltkrieges. S. Fischer, Frankfurt a.
Main, 1964, pp. 73-118; GERHARD L. WEINBERG, Germany and the Soviet Union, 1939-1941, Brill,
Leiden, 1972; ARTURO PEREGALLI, Il Patto Hitler-Stalin e la spartizione della Polonia, Erre Emme
Edizioni, Roma, 1989; JUAN GONZALO LARRAIN CAMPBELL, 1939: o Pacto Ribbentrop-Molotov confirmou
as denúncias do “Legionário”, in “Catolicismo”, Nº 532, abril 1995, pp. 22-24.
106
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Unidade nacional, in “O Legionário”, Nº 219, 22 de noviembre de 1936.

81
El Cruzado del Siglo XX

mística de San Pedro. Contra ella se forman misteriosos movimientos de


olas, que degenerarán rápidamente en tempestad inmensa” 107.
El 1º de setiembre de 1939, después de la negativa polaca de ceder a Hitler
el “corredor” de Dantzig, el ejército alemán invadió a Polonia. En su “Nota
internacional” del 3 de setiembre, Plinio Corrêa de Oliveira comentó el acon-
tecimiento con estas palabras:
“Todo lleva a creer que la guerra fue resuelta no por un simple pacto de
no agresión, sino por un acuerdo secreto entre Rusia y el Reich, del cual
deba resultar probablemente el fraccionamiento de Polonia. Así, parecen
definirse las posiciones como siempre se presentaron a los que supieron
ver: la estrecha proximidad ideológica entre el nazismo y el comunismo,
traducida en una alianza militar positiva contra la civilización y la paz. Es
la guerra que se inicia con todo su hediondo cortejo de muerte, de miseria y
de sufrimientos, para intentar imponer a Europa un señor que es la antítesis
de la civilización católica y el producto de una serie secular de errores,
concretando el error contra la Verdad” 108.
Ese mismo 3 de setiembre, Gran Bretaña y Francia declararon la guerra a
Alemania. Comenzaba la Segunda Guerra Mundial que Plinio Corrêa de
Oliveira, en un artículo de cinco columnas en “O Legionário”, definía como
“La guerra más enigmática de nuestro siglo” 109. El enigma estaba repre-
sentado por el velo de aparentes contradicciones con las cuales “las oscuras
fuerzas del mal” 110 desarrollaban sus maniobras para destruir todo cuanto
aún sobrevivía de la Civilización Cristiana. El propósito de Plinio Corrêa de
Oliveira continuaba siendo el de develar, con agudeza de vistas, el mysterium
iniquitatis que se ocultaba en la Historia que le tocaba vivir.
Los primeros meses del conflicto testimoniaron un avance fulminante de
Alemania, que ocupó Polonia, Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica y
Francia. El 10 de junio de 1940, en vísperas de la entrada de las tropas ale-
107
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Ainda o fascismo, in “O Legionário”, Nº 330, 8 de enero de 1939.
108
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Nota internacional, in “O Legionário”, Nº 364, 3 de setiembre de
1939; cfr. también ID., Ao celebrarmos o advento da Paz, não nos esqueçamos da lição que encerra
esta guerra, in “O Legionário”, Nº 666, 13 de mayo de 1945.
109
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A guerra mas enigmática de nosso século, in “O Legionário”, Nº 381,
31 de diciembre 1939. Sobre la Segunda Guerra Mundial, cfr. las clásicas obras de WINSTON S.
CHURCHILL, The Second World War, Cassell, Londres, 1948-1954 (6 vols.) y ALAN JOHN P. TAYLOR,
The origins of the Second World War, Hamish Hamilton, Londres, 1961.
110
PÍO XII, Alocución al Sacro Colegio del 24 de diciembre de 1946, in IP, La pace internazionale,
cit., p. 469.

82
“El «Legionário» nació para luchar...”

manas a París y del armisticio entre Hitler y Pétain 111, Mussolini entró en la
guerra del lado del Reich. En Inglaterra, mientras tanto, el 10 de mayo de
1940 Chamberlain había presentado la dimisión y había sido sustituido como
Primer Ministro por Winston Churchill. El nuevo jefe del gobierno prome-
tió al pueblo británico “lágrimas, sacrificios, sangre y sudor” hasta la victo-
ria final, declarando en la Casa del Almirantazgo:
“Yo diría a la Casa, como lo he dicho a todos cuantos se han unido a este
Gobierno: «No tengo otra cosa que ofrecer sino sangre, sacrificios, lágrimas
y sudor». Me preguntáis: ¿cuál es nuestra política? Respondo: es la guerra
librada por mar, tierra y aire, con todo nuestro poder y con toda la fuerza que
Dios puede darnos; trabar la guerra contra una monstruosa tiranía, nunca
sobrepujada en el oscuro y lamentable catálogo del crimen humano. Esta es
nuestra política. Preguntáis: ¿cuál es nuestro objetivo? –Puedo responder en
una sola palabra: es la victoria, victoria a toda costa, victoria a despecho de
todo terror, victoria, por más largo y duro que pueda ser el camino; porque
sin victoria no hay supervivencia” 112.
Plinio Corrêa de Oliveira siempre admiró en la figura de Churchill, aun-
que fuese protestante, la fuerza de carácter y firmeza de convicciones, cuan-
do el rasgo común a los hombres políticos católicos de aquel tiempo parecía
ser la disponibilidad para “transigir” y colaborar con el adversario 113.
A fines de junio de 1940, Churchill, después de haber rechazado todas las
propuestas de paz, enfrentó la “batalla de Inglaterra” desencadenada por el
Führer para doblegar al pueblo inglés. Ya en el mes de octubre, la tenacidad
de la resistencia británica obligaba a Hitler a renunciar a su proyecto 114. La
esperanza germánica de concluir la “guerra-relámpago” se desvanecía con
la misma celeridad con que se había iniciado. Europa se encontraba, sin
embargo, bajo la bota del Führer que anunciaba la creación de su “nuevo
orden” milenario. El mapa geográfico europeo de 1941 parecía confirmar

111
“No comprendemos cómo se pueda desear el Reinado de Cristo en Francia, apoyando al mismo
tiempo con desvelos de hermano a los que en Alemania injurian, vilipendian y persiguen a Nuestro
Señor Jesucristo. No se puede ser al mismo tiempo amigo de San Pedro y de Herodes” (PLINIO CORRÊA
DE OLIVEIRA, As máscaras cairam, in “O Legionário”, Nº 504, 10 de mayo de 1942).
112
Cit. in M. GILBERT, Finest hour. Winston S. Churchill, 1939-1941, Heinemann, Londres, 1983, p. 333.
113
Cfr. por ejemplo PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Quisling, Mosley & C., in “O Legionário”, Nº 396 (14
de abril de 1940) en el que critica el “gran consorcio internacional Quisling, Mosley, Degrelle,
Seyss-Inquart & Co.”.
114
“Durante la guerra —afirmará Pío XII— el pueblo inglés ha soportado más de lo que era soporta-

83
El Cruzado del Siglo XX

sus sueños: bajo la forma de Estados anexos, “protegidos”, colaboradores o


satélites, la mayor parte de las naciones europeas ahora gravitaban en la
órbita del Tercer Reich.
Para la Iglesia Católica, se trataba de una situación radicalmente nueva
que, como ya fue observado, sólo tenía un precedente análogo en tiempos
del expansionismo napoleónico 115. Comenzaba a hablarse de la posibilidad
de una invasión nazi al Vaticano y de una deportación del Pontífice 116. El
“silencio” acerca del nazismo del cual Pío XII fue acusado, no nació de este
temor sino del de provocar, con su protesta solemne, reacciones más
despiadadas contra los católicos y contra los mismos judíos 117. El Papa in-
vocó su vocación de árbitro moral derivada de su magisterio espiritual. El
Tratado de Letrán, que en su art. 24 garantizaba la neutralidad y la inviolabi-
lidad de la Ciudad del Vaticano, le ofrecía una libertad de acción de la cual
no había podido gozar ninguno de sus predecesores inmediatos.
“¿Con quién está el Papa?”. El Papa, respondía en “O Legionário” Plinio
Corrêa de Oliveira a esta pregunta tantas veces repetida, es el Vicario de
Nuestro Señor Jesucristo, Maestro infalible de la Verdad, soberano de un
reino espiritual e indestructible: “Supremo jerarca de todo el universo, el
Santo Padre representa todo cuanto es divino, supraterrenal, inmutable,
eterno” 118. Por lo tanto el Papa no tiene “aliados” ni “enemigos”. El Papa no
está ni con Hitler ni con Stalin. “El Papa está con Jesucristo, con la
indefectibilidad, con la eternidad. Y es el Papa el que va a vencer” 119.

ble a las posibilidades humanas” (PÍO XII, Alocución al nuevo Ministro de Gran Bretaña del 30 de
junio de 1947, in DR, vol. IX, p. 137).
115
J. CHÉLINI, L’Église sous Pie XII, cit., pp. 121-122.
116
Cfr. G. ANGELOZZI GARIBOLDI, Pio XII, Hitler e Mussolini, cit., pp. 193-194. En el momento en que
Italia entró en la guerra, se había hablado de un exilio voluntario de Pío XII a un país neutral, para
salvaguardar la independencia de su misión de Jefe de la Iglesia. El Arzobispo de Nueva York, Mons.
Francis Joseph Spellman, había propuesto que el Papa buscase refugio en un país de América Latina
y, según Giorgio Angelozzi Gariboldi, “se había pronunciado el nombre del Brasil” (ibid., p. 113).
117
G. ANGELOZZI GARIBOLDI, op. cit., pp. 148-149; A. RHODES, The Vatican in the age of dictators, cit.,
pp. 337-352.
118
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Com quem está o Papa?, in “O Legionário”, Nº 589, 21 de noviembre
de 1943. Cfr. también ID., Pastor Angelicus, in “O Legionário”, Nº 568, 27 de junio de 1943. “Nuestra
posición entre los dos campos opuestos —afirma Pío XII en el Radiomensaje de Navidad del 24 de
diciembre de 1947— es ajena de toda consideración de orden temporal. Estar con Cristo o contra
Cristo: esta es toda la cuestión” (Pío XII, in DR, vol. IX, p. 394).
119
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Com quem está o Papa?, cit. Cfr. también ID., 7 dias em revista, in “O
Legionário”, Nº 541, 20 de diciembre de 1942.

84
“El «Legionário» nació para luchar...”

A lo largo de la guerra Plinio Corrêa de Oliveira comentó con dolor los


bombardeos sobre la Ciudad Eterna, sede del Vicario de Cristo 120, y expresó
reiteradamente su unión al Pontífice y a la Santa Sede. “Si el Papa sufre,
debemos sufrir con él, debemos luchar por él, debemos orar por él. En el
umbral de 1944, formemos la resolución de esmerarnos mas que nunca en
la devoción filial y entusiasta al Sumo Pontífice” 121.

10. La oscura complicidad entre nazismo y comunismo

Tras la firma del pacto Molotov-Ribbentrop, lúcidamente previsto por


Plinio Corrêa de Oliveira, éste adelantó una nueva y desconcertante previ-
sión: “El pacto ruso-alemán ha sido un acto inhábil. Es posible que dentro
de poco tiempo, Hitler y Stalin se vuelvan enemigos, para «épater les
bourgeois» y para desviar a la opinión pública” 122. El 18 de mayo de 1941
renovó la previsión en las páginas de “O Legionário”:
“Como todos ven, la colaboración ruso-alemana está llegando a su auge,
con la intervención activa de Rusia al lado de Alemania en la política asiá-
tica. El «Legionário» ya había previsto desde hace tiempo todo lo que está
aconteciendo. Pero, precisamente ahora, cuando esta colaboración parece
haber llegado a su cenit, nos permitimos agregar a nuestros lectores una
cosa que seguramente los sorprenderá: en el punto en que se hallan estas
relaciones, tanto es posible que duren largo tiempo como que, de improvi-
so, Alemania agreda a Rusia, sin que todo esto desmienta la realidad de la
simbiosis nazi-comunista. Qui vivra verra” 123.
Un mes después, el 22 de junio, Hitler abría con la “Operación Barbarro-
ja” una inesperada ofensiva contra la Rusia soviética, convencido de liqui-
darla en pocas semanas, para después lanzarse con todas sus fuerzas contra
Inglaterra. Entretanto, los Estados Unidos se envolvieron en las hostilidades
debido al fulminante ataque japonés a Pearl Harbour, el 6 de diciembre de

120
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O bombardeio de Roma, Nº 572, 25 de julio de 1943; ID., 7 dias em
Revista, in “O Legionário”, Nº 597, 16 de enero de 1944. Por ocasión de la Navidad de 1944, publicó
varios artículos comentando el Mensaje de Pío XII (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A mensagem de
Natal, in “O Legionário”, Nº 647 (31 de diciembre de 1944), Nº 648 (7 de enero de 1945), Nº 649 (14
de enero de 1945) y Nº 651 (28 de enero de 1945).
121
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, 7 dias em Revista, in “O Legionário”, Nº 595, 1 de enero de 1944.
122
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Anti Komintern!, in “O Legionário”, Nº 363, 27 de agosto de 1939.
123
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, 7 dias em revista, in “O Legionário”, Nº 453, 18 de mayo de 1941.

85
El Cruzado del Siglo XX

1941. Así se inició la “mundialización” del conflicto, que en agosto de 1942


llevó también al Brasil a entrar en la guerra al lado de los aliados 124. Plinio
Corrêa de Oliveira quiso manifestar el único auténtico sentido que podía
tener la intervención de su país:
“El Brasil —escribió— tendrá la victoria si combate con la cruz en la
mano. Es «con esta señal que venceremos». (...) No luchamos para matar:
luchamos y matamos para vivir. Y, para que vivamos, precisamos continuar
en lucha encendida contra todo cuanto, en el Brasil, pueda significar des-
cristianización” 125. “El Brasil sólo será real y genuinamente cristiano, siendo
católico, apostólico, romano. Y, por lo tanto, nuestra civilización sólo con-
tinuará cristiana si el Brasil continúa dentro del rebaño de la Santa Iglesia
Romana” 126.
En 1942, el desembarque anglo-norteamericano en las costas de Marruecos
y Argelia constituyó un importante éxito de Churchill, quien se oponía, pese a
las insistencias de Stalin, a la apertura de un segundo frente en Europa 127.
Las fuerzas ítalo-germánicas fueron obligadas a capitular en Túnez y los
anglo-americanos prepararon un nuevo desembarque en Sicilia, que tuvo
como efecto la caída del fascismo, el 25 de julio de 1943. Italia, convertida
en un campo de batalla tras el armisticio del 8 de septiembre, se partió en
dos. Era necesaria una nueva intervención terrestre para abatir a Alemania.
Las propuestas de Churchill, quien no confiando en Rusia postulaba un des-
embarque en los Balcanes, esta vez no fueron escuchadas. El 6 de junio de
1944 el desembarque aliado se daba en las costas de Normandía.
Plinio Corrêa de Oliveira veía en el desarrollo de la guerra la confirmación
de la antigua tesis de “O Legionário” sobre la ambigua relación que ligaba a
los dos enemigos-hermanos: la Alemania nacional socialista y la Rusia comu-
nista. Él percibía en esta relación un nexo que iba mucho más allá de una
convergencia de intereses políticos o diplomáticos, pues tocaba en lo más
profundo de la gran cuestión del siglo XX: la lucha mortal entre la Iglesia
Católica y sus enemigos, animados por un odio mortal hacia la Civilización

124
El Brasil fue el único país latinoamericano (con excepción de México, pero éste se comprometió
solamente en operaciones aéreas) que participó directamente en el conflicto, por medio de un contin-
gente de 20 a 25.000 hombres agregados al Quinto Ejército norteamericano, en Italia.
125
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Guerra!, in “O Legionário”, Nº 520, 30 de agosto de 1942.
126
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Civilização Cristã, in “O Legionário”, Nº 546, 24 de enero de 1943.
127
J. GUIFFAN, Histoire de l’Europe, cit., p. 217.

86
“El «Legionário» nació para luchar...”

Cristiana. “Para nosotros, la opción es sólo ésta: Cristo Rey o el Anticristo. Y


para nosotros, Anticristo es tanto el nazismo cuanto el comunismo” 128.
Cuando a comienzos de 1944 el ejército alemán es obligado a retroceder
en Rusia, en los Balcanes y en Italia, y la derrota de Hitler se delinea como
irreversible, Plinio Corrêa de Oliveira subraya cómo, frente a la imposibili-
dad de la victoria, Hitler trata de allanar el camino a los soviéticos más que
a los occidentales.
“Ese paladín del anticomunismo prefiere de tal manera, como desenlace
para la guerra que no puede vencer, la expansión rusa a la expansión anglo-
americana que, aunque perdiendo en Rusia zonas territoriales inmensas,
ejércitos enteros, prefiere dejar que esto suceda, a retirar de la zona occi-
dental los ejércitos inmovilizados en la Europa ocupada a la espera de un
segundo frente. Cada pulgada que Hitler pierde en Rusia, en parte la pierde
para mantener en el Occidente europeo las fuerzas que retardan la abertu-
ra del segundo frente. En otros términos, colocado entre dos adversarios,
está en sus manos optar por el avance de uno o del otro. Optó por el avance
de los comunistas, y por eso continúa plenamente señor del frente occiden-
tal en que todo está tranquilo, y defiende —palmo a palmo, es verdad— el
frente oriental apenas en la medida de lo que le es posible. Retengamos esta
consecuencia: entre Rusia y la coalición anglo-americana, Hitler prefiere
el avance de la primera. Derrotado, procura influir en la configuración del
mundo de mañana. Es este su último crimen” 129.
Con la prolongación de la guerra, la propaganda de izquierda procuraba
enfatizar en todo el mundo el papel antinazi de Stalin y de la Rusia soviética,
para presentarla como la “liberadora” de Europa oriental. Plinio Corrêa de
Oliveira observaba que, mientras los aliados se empantanaban en Italia, la
URSS se expandía sobre el frente del Este, extendiendo su influencia en
Europa central. Los nazis defendían palmo a palmo el frente italiano, aban-
donando a los rusos provincias enteras en Europa oriental. El nazismo “está
cometiendo la suprema traición de entregar lentamente Europa a los
bolcheviques” 130.

128
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, 7 dias em revista, in “O Legionário”, Nº 519, 23 de agosto de 1942.
129
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O santo do diabo, in “O Legionário”, Nº 601, 13 de febrero de 1944.
130
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O discurso de Churchill in “O Legionário”, Nº 617, 4 de junio de 1944.

87
El Cruzado del Siglo XX

Mientras el Ejército Rojo avanzaba hasta la bahía de Riga, en los confines


de la Prusia Oriental, en diciembre de 1944 Hitler lanzó contra el Occidente
la ofensiva de las Ardenas 131. Todas las reservas disponibles fueron transfe-
ridas al Eifel, sin preocuparse con el debilitamiento del frente oriental. El 12
de enero de 1945, el aparato bélico soviético arrolló el ejército alemán entre
el Memel y los Cárpatos, y en tres semanas avanzó hasta el Oder 132.
“Mientras prosigue la debacle nazi —comentaba el Dr. Plinio— insisti-
mos en acentuar un aspecto importantísimo de las operaciones militares.
Los nazis, fieles como siempre a su simpatía hacia el comunismo, defienden
mucho menos el frente oriental que el frente occidental o el frente sur. De
ahí derivan una serie de «triunfos» que a los ojos del público aumentan el
prestigio soviético, en cuanto los bravos soldados anglo-americanos van
avanzando debajo de metralla auténtica, en el norte de Francia o en el
centro de Italia” 133.
En febrero de 1945 se reunieron en Yalta Stalin, Roosevelt y Churchill. Inva-
dido por dos frentes, el Tercer Reich capituló entre el 7 y el 8 de mayo, mientras
Hitler se suicidaba en su bunker de Berlín. En agosto, también el Japón, reduci-
do a una extremidad de fuerzas, tras el lanzamiento de las dos bombas atómicas
americanas sobre Hiroshima y Nagasaki aceptó la capitulación.
La Segunda Guerra Mundial había durado exactamente seis años, desde
la invasión alemana a Polonia el 1º de setiembre de 1939, hasta la rendición
japonesa del 2 de septiembre de 1945. En este período se combatió en todos
los continentes, por cielo, por tierra y por mar. Como la Primera Guerra
Mundial, también la Segunda fue una guerra ideológica y revolucionaria,
cuyo fin último, más allá de los alineamientos opuestos era, como lo había
anunciado Plinio Corrêa de Oliveira, un violento ataque a los valores y a las
instituciones cristianas.
“Esta guerra —reafirma el 13 de mayo de 1945 el líder brasileño en “O
Legionário”— fue sobre todo una lucha ideológica en que se procuró apre-
tar a la opinión católica entre las tenazas de un terrible dilema: o nazismo
o comunismo. Nuestra Señora, que «aplastó todas las herejías en el mundo

131
Cuando el General Guderian avisó a Hitler de los amenazadores preparativos soviéticos sobre el
río Vístula, el Führer rechazó terminantemente la propuesta de suspender la contraofensiva (BASIL H.
LIDDELL HART, Storia militare della seconda guerra mondiale, tr. it. Mondadori, Milán, 1996, p. 997).
132
Ibid., pp. 927-935.
133
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, 7 dias em revista, in “O Legionário”, Nº 625, 30 de julio de 1944.

88
“El «Legionário» nació para luchar...”

entero», quiso que en el mes de María se quebrase una de las puntas: murió
el nazismo. Ahora debemos pedirle que quiebre la otra punta y aplaste el
comunismo” 134.
El antifascismo de Plinio Corrêa de Oliveira no tenía nada que ver con el de
los progresistas, que se fue consolidando tras los pasos de los Ejércitos de
Liberación 135. Frente al derrocamiento del nazismo, ya dirigía su mirada hacia
el adversario siguiente, cuyo enorme potencial de amenaza sobre el Occidente
advertía con toda claridad. La lucha contra el comunismo, iniciada en los años
30, constituiría desde este momento la nota dominante de su apostolado.
Mientras las tropas soviéticas avanzaban hacia Berlín, escribía: “Derri-
bado el odioso flagelo nazista, el objetivo consiste en extinguir el comunis-
mo, y a ese objetivo se debe sacrificar todo, absolutamente todo lo que lógi-
ca y lícitamente se pueda sacrificar” 136.
“La lucha contra el comunismo —escribe el 10 de marzo de 1946— debe
ser más dura, más clara, más irreductible que nunca” 137. “El socialismo de
hoy —agrega algunos meses después— como el nazismo de ayer, como an-
tes de ayer el liberalismo, ostenta mil caras: con una sonríe a la Iglesia, la
amenaza con otra y hace discursos contra ella con otra más. Contra este
nuevo socialismo, como otrora contra el liberalismo, la actitud de los cató-
licos en el mundo entero, pero sobre todo en Europa, sólo puede ser una:
combate decidido, franco, inflexible, intrépido. El socialismo no es un ani-
mal salvaje susceptible de ser domado y domesticado. Es un monstruo apo-
calíptico, que reúne la falsedad del zorro a la violencia del tigre. No nos
olvidemos de esto, porque de lo contrario, los hechos terminarán por ense-
ñárnoslo de modo muy doloroso...” 138.

134
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Regina Pacis, in “O Legionário”, Nº 666, 13 de mayo de 1945.
135
Sobre la continuidad entre fascismo y antifascismo progresista, cfr. AUGUSTO DEL NOCE, Fascismo
e antifascismo. Errori della cultura, Leonardo, Milán, 1995. “El resultado de la unidad antifascista,
en los términos en que es propuesta hoy —escribía Del Noce en 1971— no puede ser sino un fascis-
mo al revés, un fascismo disociado de la causa nacional. Nos encontraríamos delante de la consuma-
ción del fascismo, como disolución total” (ibid., p. 98).
136
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A grande missão, in “O Legionário”, Nº 652, 4 de febrero de 1945.
137
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O discurso do Sr. Winston Churchill, in “O Legionário”, Nº 709, 10 de
marzo de 1946.
138
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A falsa alternativa, in “O Legionário”, Nº 723, 16 de junio de 1946.

89
El Cruzado del Siglo XX

Como Pío XII, el pensador brasileño veía en el retorno al orden natural y


cristiano negado por el totalitarismo moderno el fundamento de la recons-
trucción 139.
Con los tratados de paz, sin embargo, Europa volvía al equilibrio contra-
dictorio de Versalles. “Raras veces en la historia mundial —afirmó Pío XII—
la espada había trazado una tan nítida línea divisoria entre vencedores y
vencidos” 140.
Una “Cortina de Hierro”, según la expresión de Churchill, atravesaba desde
ahora el continente de Norte a Sur. La Europa que nacía tomaba, así, un
rumbo bien distinto al deseado por el Papa y por la Iglesia Romana.

11. El fracaso de la “comedia” de la ONU

En 1945, después de la conferencia de Yalta, fue aprobada la carta de las


Naciones Unidas, la nueva organización internacional que debería substituir
a la Liga de las Naciones. Desde el comienzo, Plinio Corrêa de Oliveira
previó que la nueva entidad estaba destinada a fracasar por las mismas razo-
nes por las cuales había fracasado su predecesora 141:
“La Organización de las Naciones Unidas está destinada al fracaso a
causa de su laicismo. (...)
“Sólo con la «idea de Dios», nada se hace. En primer lugar, porque Dios
no es una ficción, sino una realidad, el Ser absoluto. En segundo lugar,
porque desde siempre los pueblos creyeron en Dios, o al menos en dioses, y
no por esto dejó de haber guerras. Es en el Cristianismo que se debe encon-
trar el remedio. Y Cristianismo significa Catolicismo.

139
La verdadera paz, según PÍO XII, no es el resultado de un puro equilibrio de fuerzas, sino “en su
último y más profundo significado, una acción moral y jurídica” (Radiomensaje al mundo del 24 de
diciembre de 1943, in IP, La pace internazionale, cit., p. 398), la cual sólo se puede obtener “con los
principios y de las normas dictadas por Cristo y puestas en práctica con sincera piedad” (Encíclica
Summi maeroris, del 19 de julio de 1950, in IP, La pace internazionale, cit., p. 542).
140
PÍO XII, Alocución al Sacro Colegio Cardenalicio del 24 de diciembre de 1946, in IP, La pace
internazionale, cit., p. 463.
141
Sobre el fracaso de la ONU, especialmente en lo que se refiere a la impotencia para enfrentar los
crímenes de guerra y los genocidios modernos, cfr. YVES TERNON in L’État criminel. Les Génocides
au XX siècle (Seuil, París, 1995), que ofrece un cuadro impresionante de los grandes exterminios de
masa de nuestro siglo, desde el genocidio de los judíos al de los armenios, del exterminio de los
camboyanos al de los pueblos dominados por los soviéticos.

90
“El «Legionário» nació para luchar...”

“Si la ONU fuese constituida a la sombra del Papado, bajo la presiden-


cia del Vicario de Cristo, por pueblos cristianos, entonces el orden univer-
sal no sería una quimera. Pero ni todos los pueblos de la ONU son cristia-
nos, ni todos pueblos cristianos son católicos. Ni todos los pueblos católi-
cos son dirigidos por gobiernos católicos, y ni es posible que en un ambien-
te de éstos el Vicario de Cristo ejerza una influencia eficaz.
“En estas condiciones, el fracaso es inevitable. Ya está en el cementerio
de la Historia la difunta Liga de las Naciones. Al lado de ella, ya está abier-
ta otra sepultura: es para la Organización de las Naciones Unidas” 142.

12. ¿El Islam a la conquista de Europa?

En una hora histórica en que la sombra del Islam se proyecta


amenazadoramente sobre Europa 143, otra previsión más de Plinio Corrêa de
Oliveira merece ser recordada. La inmigración musulmana a los países eu-
ropeos, cada vez más masiva, tiene en este fin de siglo un valor simultánea-
mente religioso y político, dado el estrecho nexo que en la religión de Mahoma
vincula estas dos realidades. Esta perspectiva totalizadora se hace más insi-
diosa por el hecho de que el Islam es una religión sin dogmas ni magisterio,
sin iglesia ni jerarquía, capaz de adaptarse de modo proteiforme a la reali-
dad social en la cual se implanta. Ya desde los años 40, Plinio Corrêa de
Oliveira previó en “O Legionário” la posibilidad de este peligro que hoy se
va manifestando en todo su alcance.
Mientras los ojos de los observadores políticos de la época estaban con-
centrados sobre lo que sucedía en Europa, él lanzaba su mirada hacia el
Oriente, donde avizoraba los gérmenes de la “constitución de otro vasto
bloque político e ideológico oriental anticatólico” centrado en el Islam 144.

142
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, 7 dias em revista, in “O Legionário”, Nº 76, 16 de marzo de 1947. “La
ONU ignoró pura y simplemente la existencia del Papado. Repudió, pues, la única columna sobre la
cual se puede organizar normalmente el Derecho internacional. Y fracasará como la Liga de las
Naciones, por la misma razón por la cual esta fracasó” (ID., Um ano em revista. A consolidação das
instituções democráticas. A paz no mundo, in “O Legionário”, Nº 752, 5 de enero de 1947. Sobre la
ONU cfr. también ID., A comédia da O.N.U., in “O Legionário”, Nº 704, 3 de febrero de 1946.
143
Cfr. FELICE DASSETTO - ALBERT BASTENIER, Europa: nuova frontiera dell’Islam?, Edizioni Lavoro,
Roma, 1988. Sobre la naturaleza ideológica del islamismo cfr. STEFANO NITOGLIA, Islam. Anatomia di
una setta, Effedieffe, Milán, 1994.
144
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Neopaganismo, in “O Legionário”, Nº 574, 8 de agosto de 1943.

91
El Cruzado del Siglo XX

“El peligro musulmán es inmenso” 145 escribía en 1943, y al año siguiente


afirmaba: “el problema musulmán va a constituir una de las más graves
cuestiones religiosas de nuestros días, después de la guerra” 146.
“El mundo musulmán posee recursos naturales indispensables para el
aprovisionamiento de Europa. Él tendrá en sus manos los medios necesa-
rios para perturbar o paralizar en cualquier momento el ritmo de toda la
economía europea” 147.
“Mientras que una grande y gloriosa nación católica como Italia sufre
así por la circulación de las toxinas comunistas en todo su organismo, los
musulmanes se estructuran cada vez más fuertemente. En los últimos días
tuvieron la audacia de provocar al mundo occidental con la idea de un
gobierno palestino en el exilio que funcionaría en el Cairo. Es una verdade-
ra declaración de guerra diplomática a Occidente” 148.
“La Liga Árabe, una confederación vastísima de pueblos musulmanes, une
hoy a todo el mundo mahometano. Es poner al revés lo que en la Edad Media
fue la Cristiandad. La Liga Árabe obra como un vasto bloque, frente a las
naciones no árabes, y fomenta en todo el norte de África la insurrección” 149.

13. “El «Legionário» nació para luchar”

“El «Legionário» nació para luchar” 150. Desde 1933 hasta 1947, la voz
valiente y con frecuencia solitaria de “O Legionário”, dirigido por Plinio
Corrêa de Oliveira, levantó bien alta la bandera de la Iglesia y de la Civiliza-

145
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A Questão Libanesa, in “O Legionário”, Nº 591, 5 de diciembre de
1943. “En los días de hoy, con hombres, armas y dinero, todo se hace. Dinero y hombres, el mundo
musulmán los posee cuantos quiere. Obtener armas, no será difícil... y, con esto, se tornará una
potencia inmensa en todo el Oriente, activa, aguerrida, consciente de las propias tradiciones, enemi-
ga de Occidente, tan armada cuanto él, que dentro de algún tiempo podrá ser tan absolutamente
influyente cuanto el mundo amarillo” (ibid.).
146
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, 7 dias em Revista, in “O Legionário”, Nº 604, 5 de marzo de 1944.
147
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, 7 dias em Revista, in “O Legionário”, Nº 635, 8 de octubre de 1944.
148
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, 7 dias em Revista, in “O Legionário”, Nº 728, 21 de julio de 1946.
149
Plinio CORRÊA DE OLIVEIRA, “Mahome renasce”, in “O Legionário”, Nº 775, 15 de junio de
1947. Sobre el problema islámico cfr. también JUAN GONZALO LARRAIN CAMPBELL, “Uma coisa é ter
vista, outra é visão”, in “Catolicismo”, Nº 478, octubre 1990, pp. 11-12; ID., Vinte milhões de
Maometanos invadem a Europa, in “Catolicismo”, Nº 524, agosto 1994, pp. 20-22.
150
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, 365 dias em revista, in “O Legionário”, Nº 595, 11 de enero de 1944.

92
“El «Legionário» nació para luchar...”

ción Cristiana contra el totalitarismo moderno en todas sus expresiones y


variantes. Así resumió él la posición de la revista:
“Antes de todo, amamos siempre al Pontífice Romano. No hubo palabra
del Papa que no publicásemos, que no explicásemos, que no defendiésemos.
No hubo un interés de la Santa Sede que no reivindicásemos con el mayor
ardor de que una criatura humana sea capaz. En nuestras palabras, gra-
cias a Dios, ningún concepto, ningún matiz, que desentonase del Magisterio
de Pedro en una sola coma, en una sola línea siquiera. Fuimos en toda la
línea los hombres de la Jerarquía, cuyas prerrogativas defendimos con ar-
dor extremo, contra las doctrinas que pretenden arrancar al Episcopado y
al Clero la dirección del laicado católico. No hubo equívocos, ni confusio-
nes, ni tempestades que consiguiesen dejar en nuestro estandarte la más
leve mancha en este punto. Defendimos en toda la línea el espíritu de selec-
ción, de formación interior, de mortificación y de ruptura con las ignomi-
nias del siglo. Luchamos por la doctrina de la Iglesia contra los excesos
aterradores del nacionalismo estatolátrico que dominó a Europa; contra el
nazismo, el fascismo y todas sus variantes; contra el liberalismo, el socia-
lismo, el comunismo y la famosa «politique de la main tendue». Nadie se
irguió en ninguna parte del mundo contra la Iglesia de Dios, sin que el
«Legionário» (...) protestase. Al mismo tiempo, nunca perdimos de vista la
obligación de alimentar por todos los modos la devoción a Nuestra Señora
y al Santísimo Sacramento. No hubo una sola iniciativa católica genuina
que no tuviese todo nuestro apoyo entusiasta. Nunca nadie que tuviese en
miras tan sólo la mayor gloria de Dios golpeó a estas puertas sin encontrar
columnas amigas y acogedoras. Hay en esta vida un buen combate a com-
batir. Estamos extenuados, sangramos por todos los miembros. Fue en ese
combate que nos cansamos, que nos herimos. En compensación, no osamos
pedir como premio sino el perdón de todo cuanto inevitablemente haya ha-
bido de falible y de humano en esta obra que debería ser toda para Dios,
sólo para Dios” 151.
En 1929, diez años antes del estallido de la guerra, en carta a un amigo
Plinio Corrêa de Oliveira, entonces con 21 años de edad, había escrito:
“Cada vez más se acentúa en mí la impresión de que estamos en el vestí-
bulo de una época llena de sufrimientos y luchas. Por todas partes el sufri-

151
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, 17 anos, in “O Legionário”, Nº 616, 28 de mayo de 1944.

93
El Cruzado del Siglo XX

miento de la Iglesia se vuelve más intenso y la lucha se aproxima más. Ten-


go la impresión de que las nubes del horizonte político están bajando. No
tarda la tempestad, que deberá tener una guerra mundial como simple pre-
facio. Mas esta guerra esparcirá por el mundo entero una tal confusión, que
las revoluciones surgirán en todos los rincones y la putrefacción del triste
«siglo XX» alcanzará su auge. Ahí, entonces, surgirán las fuerzas del mal
que, como gusanos, solamente aparecen en los momentos en que la putre-
facción culmina. Todo el «bas-fond» de la sociedad subirá a la superficie y
la Iglesia será perseguida por todas partes. Pero... «et ego dico tibi quia tu
es Petrus, et super hanc petram aedificabo Ecclesiam meam, et portae inferi
non praevalebunt adversus Eam». Como consecuencia, o tendremos «un
nouveau Moyen Age» o tendremos el fin del mundo” 152.

152
Cit. in DL, cit., vol. II, p. 181.

94
Capítulo III

En defensa de la Acción Católica


“Es ésta nuestra finalidad, nuestro gran ideal.
Caminamos hacia la civilización católica
que podrá nacer de los escombros del mundo moderno,
como de los escombros del mundo romano
nació la civilización medieval”.

1. Pío XI y la Acción Católica

Los orígenes de la Acción Católica se remontan, en sentido amplio, a los


años tempestuosos transcurridos entre la Revolución Francesa y la Restau-
ración, cuando, frente a los crecientes ataques a la Iglesia y a la Civilización
Cristiana, se volvió cada vez más apremiante la necesidad de organizar el
laicado católico. Al ex jesuita Nikolaus Albert von Diesbach 1 y a su discí-
pulo italiano, el P. Pío Brunone Lanteri 2, se deben la constitución de la
Amicizia Cristiana y más tarde de la Amicizia Cattolica, precursoras del
gran apostolado de los laicos católicos del ochocientos y del novecientos 3.

1
Sobre el padre Nikolaus Albert Joseph von Diesbach (1732-1798) y sobre las Amicizie, cfr. CANDIDO
BONA I.M.C., Le “Amicizie”, società segrete e rinascita religiosa (1770-1830), Deputazione Subalpina
di Storia Patria, Turín, 1962; R. DE MATTEI, Idealità e dottrine delle “Amicizie”, Biblioteca Romana,
Roma, 1980.
2
Acerca del P. Pío Brunone Lanteri (1759-1830), declarado Venerable en 1967, además de las obras
citadas en la nota precedente, cfr. R. DE MATTEI, Introduzione a Direttorio e altri scritti del venerabile
P. B. Lanteri, Cantagalli, Siena, 1975; PAOLO CALLIARI O. M. V., Servire la Chiesa - Il venerabile Pio
Brunone Lanteri (1759-1830), Lanteriana-Krinon, Caltanisetta, 1989. MONS. FRANCISCO OLGIATI indi-
caba en Pío Brunone Lanteri “uno de los símbolos más elocuentes del apostolado in genere y de la
Acción Católica in specie” (Prefacio a ICILIO FELICI, Una bandiera mal ripiegata - Pio Brunone Lanteri,
fondatore dei Padri Oblati di Maria Vergine, precursore dell’Azione Cattolica, Tip. Alzani, Pignerol,
1950, p. 6). El Prof. Fernando Furquim de Almeida dedicó una importante serie de artículos en
“Catolicismo”a las Amicizie de los PP. Diesbach y Lanteri.
3
Para un cuadro del apostolado seglar en el último siglo, cfr. SILVIO TRAMONTIN, Un secolo di storia
della Chiesa. Da Leone XIII al Concilio Vaticano II, Studium, Roma, 1980, vol. II, pp. 1-54.

95
El Cruzado del Siglo XX

Bajo el pontificado de Pío IX fueron instituidas varias asociaciones laicales


para contrarrestar el proceso de descristianización de la sociedad: el
Piusverein en Suiza, el Katholischenverein en Alemania, la Asociación de
Laicos en España, la Union Catholique en Bélgica, la Ligue Catholique pour
la Défense de l’Église en Francia, la Catholic Union en Inglaterra, la Opera
dei Congressi en Italia. Pero el gran promotor de la Acción Católica fue San
Pío X 4, quien en la Encíclica Il Fermo Proposito 5 y en la Carta Apostólica
Notre Charge Apostolique 6 le trazó con claridad los principios y objetivos,
a la vez que condenaba el modernismo político y social, representado en
Francia por Le Sillon de Marc Sangnier 7 y en Italia por la “Democracia
Cristiana” de Romolo Murri 8.
Tras el breve pontificado de Benedicto XV, el 6 de febrero de 1922 es
elegido Papa, con el nombre de Pío XI, el cardenal Achille Ratti, ex Prefecto
de la Biblioteca Vaticana, quien había asumido el Arzobispado de Milán
pocos meses antes del Cónclave. Fue Pío XI quien dio a la Acción Católica
su fisonomía jurídica y su valor público en la Iglesia.
Desde su primera Encíclica, Ubi Arcano Dei, Pío XI había querido dar
aliento a la “santa batalla” de “aquel complejo de iniciativas, de institucio-
nes y de obras que llevan el nombre de «Acción Católica»” 9. En la Encíclica
4
Así lo define Pío XII en la Alocución para su beatificación del 3 de junio de 1951, in DR, Vol.
XIII, p. 134.
5
S. PÍO X, Encíclica Il fermo proposito, del 11 de junio de 1905, cit.
6
S. PÍO X, Carta Notre Charge Apostolique, del 25 de agosto de 1910, in IP, vol. VI, La pace interna
delle nazioni, cit., pp. 268-298 e in “Lepanto”, Nº 96-97, marzo-abril 1990.
7
Sobre Le Sillon de Marc Sangnier (1873-1950), cfr. la obra del padre EMMANUEL BARBIER, Les
démocrates chrétiens et le modernisme, Lethielleux, París, 1908, pp. 358-392; ID., Le devoir politique
des catholiques, Jouve, París, 1909.
8
Acerca de Romolo Murri (1870-1944) cfr. MAURICIO GUASCO, Romolo Murri. Tra la “Cultura Sociale”
e il “Domani d’Italia” (1898-1906), Studium, Roma, 1988; BENEDETTO MARCUCCI, Romolo Murri -
La scelta radicale, Marsilio, Venecia, 1994.
9
“Decid a vuestros hermanos en el laicado —escribía el Papa— que cuando ellos, unidos a sus Sacerdo-
tes y a sus Obispos, participan en las obras de apostolado individual y social, para hacer conocer y amar
a Jesucristo, entonces más que nunca ellos son el genus electum, el regale sacerdotium, la gens sancta,
el pueblo de Dios que San Pedro exalta” (PÍO XI, Encíclica Ubi arcano del 23 de diciembre de 1922, in
IP, Il Laicato, vol IV (1958), p. 274). Entre los numerosos textos de Pío XI sobre la Acción Católica,
recordamos las cartas al cardenal Bertram, arzobispo de Bratislava (1928), al Primado de España (1929),
al arzobispo de Malinas (1929), al Episcopado mexicano (1937). Entre la bibliografía, véase las dos
documentadas tesis de doctorado de WALTER SCHEIER, Laientum und Hierarchie, ihre teologischen
Beziehungen unter besonderer Berücksichtigung des Lehramtes unter Pius XI, und Pius XII, Ateneo
Pontificio Internacional Angelicum, Friburgo, 1964; JEAN-GUY DUBUC, Les relations entre hiérarchie et
laïcat dans l’apostolat chez Pie XI et Pie XII, Pontificia Universidad Gregoriana, Roma, 1967.

96
En defensa de la Acción Católica

Quas Primas 10 del 11 de diciembre de 1925, el Pontífice había expuesto el


fundamento escriturístico, litúrgico y teológico de la Realeza social de Jesu-
cristo, afirmando que “erraría gravemente quien quitase a Jesucristo-Hom-
bre el poder sobre todas las cosas temporales” 11, porque, como ya lo había
afirmado León XIII 12, “todo el género humano está bajo la potestad de Jesu-
cristo”. El Papa denunciaba además “la peste de nuestra época” en el “lla-
mado «laicismo» con sus errores y sus impíos incentivos” 13.
Su visión de la Historia era análoga a la de sus predecesores:
“Vosotros sabéis —afirmaba— que tal impiedad no maduró en un solo
día, sino que desde hace mucho tiempo se venía incubando en las entrañas
de la sociedad. En verdad, se comenzó a negar el imperio de Cristo sobre
todos los pueblos: se negó a la Iglesia el derecho —que se origina en el
derecho de Jesucristo— de enseñar a las gentes, de hacer leyes, de gobernar
los pueblos para conducirlos a la eterna felicidad. Y poco a poco la religión
cristiana fue igualada a otras religiones falsas, e indecorosamente rebajada
al nivel de éstas; por eso se la sometió a la potestad civil y fue dejada casi al
arbitrio de los príncipes y de los magistrados; se avanzó entonces aún más
lejos: fueron los que pensaron en substituir la religión de Cristo por un cierto
sentimiento religioso natural. No faltaron los Estados que juzgaron poder
prescindir de Dios, poniendo su religión en la irreligión y en el desprecio del
mismo Dios” 14.
Pío XI confiaba a los católicos la tarea de recristianizar la sociedad, ex-
tendiendo e incrementando el Reino de Cristo. Y para este fin introdujo la
fiesta de Cristo Rey, a ser celebrada el último domingo del mes de octubre
de cada año. “La celebración de esta fiesta —afirmaba— será también una
amonestación para las naciones, de que el deber de venerar públicamente a
Cristo y de prestarle obediencia compete no solamente a los particulares,
sino también a los magistrados y a los gobernantes” 15.

10
PÍO XI, Encíclica Quas Primas del 11 de diciembre de 1925, en IP vol. VI, La Pace interna delle
nazioni, cit., pp. 330-351.
11
Ibid., p. 339.
12
LEÓN XIII, encíclica Annum Sacrum del 25 de mayo de 1899, en IP, Vol. I, Le fonti della vita
spirituale, cit., p. 191.
13
PÍO XI, Encíclica Quas Primas, cit., p. 343.
14
Ibid., pp. 343-344.
15
Ibid., p. 349.

97
El Cruzado del Siglo XX

2. La “nueva Cristiandad” de Jacques Maritain

La obra de Jacques Maritain 16 Humanismo Integral 17, publicada en 1936,


fue el manifiesto de una nueva filosofía de la Historia y de la sociedad, que
ofrecía las bases para una evolución de la Acción Católica en sentido opues-
to al programa trazado por Pío XI en la Quas Primas.
En efecto, Maritain quiso sustituir la Civilización Cristiana sacral por el
“ideal histórico concreto de una nueva cristiandad” 18, una civitas humana
profana, entendida como “un régimen temporal o una era de civilización
cuya forma inspiradora sería cristiana y respondería al clima histórico de los
tiempos en los cuales entramos” 19. En la base de su filosofía de la Historia,
que busca una hipotética “tercera posición” entre “el ideal medieval y el
ideal liberal” 20, se halla la tesis determinista de la irreversibilidad del mun-
do moderno y el postulado marxista del “papel histórico del proletariado” 21.

16
Jacques Maritain nació en París en 1882 y murió en Tolosa en 1973. Discípulo del filósofo Henri
Bergson, se convirtió al catolicismo en 1906 junto con su mujer Raïssa, judía de origen ruso. Después
de haber estado próximo de la Action Française, se separó de Maurras, proponiéndose a sí mismo
como el nuevo maître à penser del mundo católico. Tras haber pasado el período de la II Guerra
Mundial en los Estados Unidos, fue nombrado embajador de Francia ante la Santa Sede (1944-1948),
para después retornar a América como Profesor en la Universidad de Princeton. Fue a Maritain que
Paulo VI encomendó el “mensaje a los intelectuales” en la clausura del Concilio Vaticano II.
17
JACQUES MARITAIN, Humanisme intégral. Problèmes temporels et spirituels d’une nouvelle chrétienté,
Aubier-Montaigne, París, 1936, actualmente in JACQUES Y RAÏSSA MARITAIN, Oeuvres Complètes,
Editions Universitaires, Friburgo, 1984, Vol. VI, pp. 293-642. Esta obra es la recopilación de una
serie de conferencias proferidas en agosto de 1934 en la Universidad de Santander. LOUIS SALLERON,
en la “Revue Hebdomadaire” del 22 agosto de 1936, (Après l’Humanisme intégral? M. Jacques
Maritain, Marxiste chrétien, in “L’Ordre Français”, Nº 176, diciembre de 1973, pp. 11-24), denun-
ciaba lúcidamente la dialéctica de Maritain como “puramente marxista” (ibid., p. 21). Entre los nume-
rosos artículos de PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA acerca de Maritain, cfr. Maritain e o dogma de sua
infalibilidade, in “O Legionário”, Nº 190, 28 de noviembre de 1943. Para un análisis crítico del
pensamiento del filósofo francés, cfr. además JULIO MEINVIELLE, De Lamennais a Maritain, Ed. Theoria,
Buenos Aires, 1967 (1945); LEOPOLDO PALACIOS, El mito de la nueva cristiandad, Speiro, Madrid,
1952; RAFAEL GAMBRA CIUDAD, Maritain y Teilhard de Chardin, Speiro, Madrid, 1969; y los impor-
tantes artículos en “La Civiltà Cattolica” del P. ANTONIO MESSINEO S. J., Evoluzione storica e messaggio
cristiano, Nº 102 (1951) pp. 253-263; Laicismo político e dottrina cattolica, Nº 103 (1952), pp. 18-
28; L’uomo e lo Stato, Nº 105 (1954), pp. 663-669; y Umanesimo integrale, Nº 107 (1956), pp. 449-
463, traducidos bajo el título O humanismo integral en los números 75 a 77 de “Catolicismo” (marzo,
abril y mayo de 1957).
18
J. MARITAIN, Humanisme integral, cit., pp. 437-526.
19
Id., p. 442.
20
Id., p. 495.
21
Id., pp. 552-554.

98
En defensa de la Acción Católica

En último análisis, el humanismo integral hace suyos los principios de la


Revolución Francesa, condenados por el Magisterio Pontificio y destinados,
a partir de este período, a infiltrarse cada vez más ampliamente en los am-
bientes católicos, para exclusiva ventaja del socialismo y del “progresis-
mo”. La obra del filósofo francés, como observa Antonio Carlos Villaça,
“tuvo enorme repercusión en el pensamiento católico del Brasil. Fue un di-
visor de aguas. Separó profundamente. Suscitó divergencias terribles. A partir
de allí el pensamiento católico brasileño se diversifica: los maritainianos y
los antimaritainianos” 22.
A pesar de la adhesión declarada de Maritain al tomismo, su filosofía de
la Historia y su sociología convergían con el neomodernismo que germina-
ba entre jóvenes religiosos jesuitas y dominicos. Sacerdotes como el domi-
nico Yves Congar se manifestaban desde entonces convencidos de que su
generación debería “recuperar y transferir al patrimonio de la Iglesia cual-
quier elemento de cierto valor que pudiese emerger de una aproximación
con el modernismo” 23.
La Acción Católica fue, junto con el “movimiento litúrgico”, el sector
privilegiado para la infiltración del modernismo, sobre todo político y so-
cial 24, que después de una sorda incubación, hizo eclosión a comienzos de
los años 30.

22
A. C. VILLAÇA, O pensamento católico no Brasil, cit., p. 14.
23
AIDAN NICHOLS, Yves Congar, Cassel Publishers Ltd., Londres 1989, trad. it. por Edizione Paoline,
Cinisello Balsamo, 1991, p. 12. El dominico Yves Congar (1904-1995), discípulo del padre Marie-
Dominique Chenu, fue uno de los exponentes de punta de la “Nouvelle Theologie”. Definido como
“padre e inspirador del [Concilio] Vaticano II” (Bruno Forte, “Avvenire”, 23 de junio de 1996), fue
condecorado con la púrpura cardenalicia por Juan Pablo II, en noviembre de 1994. Cfr. MARIE-
DOMINIQUE CHENU, Une école de théologie. Le Saulchoir, Editions du Cerf, París, 1985 (1a. ed. Tournai,
1937).
24
Sobre el modernismo, cfr. CORNELIO FABRO, vocablo Modernismo, in EC, Vol. VIII (1952), cols.
1187-1196; RAMÓN GARCÍA DE HARO, Historia teológica del modernismo, Universidad de Navarra,
Pamplona, 1972; y entre las obras favorables a dicho movimiento, ver EMILE POULAT, Histoire, dogme
et critique dans la crise moderniste, Casterman, París, 1962; BERNARD M. G. REARDON, Roman Catholic
Modernism, Stanford University Press, Londres, 1970; THOMAS LESLIE LOOME, Liberal Catholicism,
Reform Catholicism, Modernism - A contribution to a New Orientation on Modernist Research, Matthias
Grünewald Verlag, Mainz, 1979, GABRIEL DALY O.S.A., Trascendence and Immanence - A study in
Catholic Modernism and Integrism, Clarendon Press, Oxford, 1980.

99
El Cruzado del Siglo XX

3. El “movimiento litúrgico”

El “movimiento litúrgico” del siglo XX aparece más como una desvia-


ción que como un desarrollo del movimiento promovido en el siglo anterior
por el Abad benedictino de Solesmes, Don Próspero Guéranger 25. Éste últi-
mo había entendido la renovación de la vida monástica como un retorno a la
liturgia romana tradicional, después de las devastaciones operadas por el
protestantismo y, en el seno de la Iglesia Católica, por el galicanismo y el
jansenismo. Pero el “movimiento litúrgico” 26, que tuvo su punto de partida
en Bélgica 27 y su principal centro de referencia en la abadía alemana de
Maria Laach 28 fue, en cambio, entendido como una “irrupción de laicos en
la participación activa en la vida de la Iglesia” 29.
Los reformadores tendían a suprimir la substancial diferencia entre el
sacerdocio sacramental de los presbíteros y el sacerdocio común de los laicos,
proponiendo una visión igualitaria y democrática de la Iglesia. Insinuaban la

25
Sobre don Próspero Guéranger (1805-1875), restaurador de la vida monástica en Francia, cfr. D.
PAUL DELATTE O.S.B., Dom Guéranger, Abbé de Solesmes, Plon-Nourrit, París, 1989, 2 vols. (2a. ed.)
y recientemente CUTHBERT JOHNSON O.S.B., Prosper Guéranger (1805-1875): a liturgical theologian,
Pontificio Ateneo S. Anselmo, Roma, 1984. Cfr. también F. FURQUIM DE ALMEIDA, D. Guéranger, um
douto na Lei Divina, in “Catolicismo”, Nº 66, junio de 1956, y los vocablos de B. HEURTEBIZE en
DTC, vol. VI (1920), cols. 1894-1898, y de JACQUES HOURLIER en DSp, vol. VI (1967), cols. 1097-
1106.
26
Acerca del “movimiento litúrgico”, cfr. OLIVIER ROUSSEAU, Histoire du mouvement liturgique, Ed.
du Cerf, París, 1994; DIDIER BONNETERRE, Le Mouvement liturgique, Ed. Fideliter, Escurolles, 1980;
B. NEUNHEUSET, Movimento Liturgico, en Nuovo Dizionario de Liturgia, a cargo de D. Sartore - A. M.
TRIACCA, Ediciones Paulinas, Roma, 1984. Ver además Liturgia: temi e autori - Saggi di studio sul
movimento litúrgico, a cargo de FRANCO BROVELLI, Ediciones Litúrgicas, Roma, 1990. Textos como
Das Christliche Kultmysterium (1932) de D. ODO CASEL; Vom Geist der Liturgie (1918), Liturgische
Bildung (1923), Die Sinne und die religiöse Erkenntis (1950), de ROMANO GUARDINI; Liturgie und
Personlichkeit (1933) de DIETRICH VON HILDEBRAND, constituyeron las obras de referencia del movi-
miento.
27
En el congreso de las asociaciones católicas inaugurado en Malinas en 1909 por el cardenal Mercier,
D. Lambert Beaudin (1873-1960), benedictino de Monte César, había sido el primero en sostener una
visión horizontalista y “comunitaria” de la liturgia (B. FISCHER, Das “Mechelner Ereignis” vom
23.9.1909, en Liturgisches Jahrbuch, 9 [1959], pp. 203-219). Él fue también uno de los principales
pioneros del “movimiento ecuménico”.
28
En la abadía de Maria Laach, se reencontraron unidos el abad J. Herwegen y sus monjes K. Mohlberg
y O. Casel, con el joven sacerdote italo-alemán Romano Guardini y los profesores J. Dölger y A.
Baumstark. Con el impulso de todos ellos, en 1918 comenzaron a editarse las tres colecciones Ecclesia
Orans, Liturgiegeschichliche Quellen y Liturgiegeschichliche Forschungen.
29
ERWIN ISERLOH, Il Movimento liturgico, en HKG, tr. it. vol. X/1, Milán, 1980, p. 237.

100
En defensa de la Acción Católica

idea de una “concelebración” del sacerdote con el pueblo 30; sostenían que se
debía “participar” activamente de la Misa, dialogando con el sacerdote, con
exclusión de cualquier otra forma de legítima asistencia al Santo Sacrificio,
tal como la meditación, el Rosario u otras oraciones privadas; propugnaban la
reducción del altar a una mesa; consideraban como formas extra-litúrgicas de
piedad, la comunión extra Missam, las visitas al Santísimo Sacramento, la
adoración perpetua; manifestaban poca consideración por las devociones al
Sagrado Corazón, a Nuestra Señora, a los Santos y, en general, por la espiri-
tualidad ignaciana y por la doctrina moral de San Alfonso María de Ligorio.
Se trataba, en una palabra, de una “reinterpretación” de la doctrina y de la
estructura de la Iglesia, con el objeto de adaptarlas al mundo moderno.
El padre José Ariovaldo da Silva, que ha trazado una documentada histo-
ria del movimiento litúrgico en Brasil, fija la fecha de su nacimiento oficial
en 1933 31. En aquel año, un monje benedictino llegado de Alemania, don
Martin Michler 32, encargado de impartir un curso de liturgia en el Instituto
Católico de Estudios Superiores, despertó con sus clases el entusiasmo de
algunos estudiantes brasileños 33. Se formó entonces, dentro de la Acción
Universitaria Católica (AUC), un Centro de Liturgia, cuyos trabajos se inau-
guraron con un retiro predicado por el sacerdote benedictino a dieciséis jó-
venes, en una hacienda del interior del Estado de Río de Janeiro. Fue allí que
el 11 de julio de 1933 se celebró la primera Misa dialogada y versus populum
en el Brasil 34. Desde entonces don Michler comenzó a dialogar semanal-
30
Tal principio, condenado por el Concilio de Trento (Sesión 23, cap. 4, en DENZ.-H, Nº 1757), fue
nuevamente proscrito por Pío XII (Encíclica Mediator Dei, in AAS, vol. 39, p. 556).
31
JOSÉ ARIOVALDO DA SILVA O.F.M., O movimento litúrgico no Brasil, Editora Vozes, Petrópolis,
1983. Cfr. también MONS. CLEMENTE ISNARD O.S.B., Reminiscências para a História do Movimento
Litúrgico no Brasil, apéndice en B. BOTTE O.S.B., O movimento litúrgico - Testemunho e recordações,
Ediciones Paulinas, São Paulo, 1978, pp. 208-209.
32
Don Martín Michler (1901-1969) fue benedictino en Neusheim, en Maria Laach y en San Anselmo
de Roma, recibiendo la influencia, además de Romano Guardini, de D. Beaudin y de Odo Casel. Cfr.
C. ISNARD O.S.B., O papel de Dom Martinho Michler no Movimento Católico Brasileiro, in “A Ordem”,
Nº 36, diciembre 1946, pp. 535-545.
33
Alceu Amoroso Lima, quien reconoció deber mucho a la influencia de Michler (A. AMOROSO LIMA,
Memórias Improvisadas, Ed. Vozes, Petrópolis, 1973, p. 205), vio en él “una gran luz para todos”
(ID., Hitler e Guardini, in “A Ordem”, Nº 36, diciembre 1946, p. 550). A esta influencia no se sustrajo
otro intelectual católico brasileño, Gustavo Corção, que en su obra autobiográfica A descoberta do
Outro (1944), según el P. Da Silva “deja transparecer la nítida influencia de las ideas vitalistas de Don
Martín Michler” (J. ARIOVALDO DA SILVA O.F.M., O Movimento litúrgico no Brasil, cit., p. 48; cfr.
también A. C. VILLAÇA, O pensamento católico no Brasil, cit., pp. 144-145).
34
J. ARIOVALDO DA SILVA O.F.M., O Movimento Litúrgico no Brasil, cit., pp. 41-42; MONS. C. ISNARD

101
El Cruzado del Siglo XX

mente la Misa para los universitarios en el Monasterio de San Benito de Río.


“Se iniciaba, pues, el Movimiento Litúrgico en Brasil” 35.

4. La Acción Católica en la encrucijada

En una carta dirigida el 27 de octubre de 1935 al Cardenal Leme y a los


obispos brasileños, Pío XI expresaba su deseo de que también en Brasil
fuese constituida la Acción Católica 36. Ese mismo año se funda la Acción
Católica Brasileña, con el objetivo de realizar un apostolado “para la difu-
sión y la actuación de los principios católicos en la vida individual, familiar
y social” 37. Su función era la de coordinar todas las asociaciones y las obras
católicas ya existentes en el país, sujetándolas a una única orientación. De
acuerdo a sus estatutos, ella debería colocarse bajo la inmediata dependen-
cia de la Jerarquía eclesiástica, actuando fuera de cualquier organización
partidista. El 4 de abril de 1937 la Acción Católica fue solemnemente esta-
blecida en la arquidiócesis de Río de Janeiro y Alceu Amoroso Lima, más
conocido por el seudónimo de Tristão de Athayde 38, fue nombrado primer
presidente nacional, mientras que la dirección efectiva quedó confiada a una

O.S.B. (O papel..., cit., pp. 535-539). Así recuerda Mons. Isnard este episodio: “En la sala principal él
preparó un altar para la celebración de la misa. Pero, para gran sorpresa nuestra, en vez de recostar la
mesa en la pared, la colocó en el centro de la sala y dispuso un semicírculo de sillas, diciendo que iba
a celebrar de frente hacia nosotros. ¡Fue la primera misa celebrada de frente hacia el pueblo en Bra-
sil!” (Reminiscências..., cit., p. 218). “Don Martín hizo todo eso con naturalidad, pero en aquel mo-
mento él consumaba una revolución dentro de nosotros, quebraba un tabú, y nos obligaba a seguirlo
en otros pasos que nos haría dar” (ibid.).
35
J. A. DA SILVA, O.F.M., O Movimento litúrgico no Brasil, cit., p. 43.
36
Cfr. “A Ordem”, XVI, enero de 1936, pp. 5-11.
37
MÓNICA KORNIS - DORA FLAKSMAN, Ação Católica Brasileira (ACB), in DHBB, vol. I, p. 11.
38
Alceu de Amoroso Lima, conocido bajo el seudónimo de Tristão de Athayde, nació en Río de
Janeiro el 11 de diciembre de 1893 y falleció en Petrópolis el 9 de agosto de 1983. En su formación
intelectual desempeñaron un rol profundo el evolucionismo de Silvio Romero, el idealismo de Benedetto
Croce y el vitalismo de Henri Bergson, a cuyas clases en París asistió en 1913. En 1928 se convirtió al
catolicismo, bajo la influencia del pensador católico Jackson de Figueiredo, y a la muerte de éste le
sucede como director del Centro Dom Vital y de la revista “A Ordem”, dando inicio a una nueva fase
de su vida, que lo presenta sucesivamente como estrecho colaborador del cardenal Leme, secretario
general de la Liga Electoral Católica (1932), y primer presidente de la Acción Católica Brasileña
(1935-1945). Bajo la influencia de Maritain, sin embargo, inició una revisión de sus principios filosó-
ficos y políticos, que lo llevó a retornar a sus concepciones liberales anteriores a su conversión. En
esta perspectiva ideológica promovió la organización del Partido Demócrata Cristiano (PDC), del
cual redactó el manifiesto programático, participando en 1949 del así llamado “Movimiento de Mon-
tevideo”, que tenía el objetivo de organizar la Democracia Cristiana en toda América Latina. Saludó

102
En defensa de la Acción Católica

comisión episcopal compuesta de cinco miembros. El modelo era el italia-


no, que valorizaba las diócesis como núcleos relativamente autónomos den-
tro de las organizaciones y reagrupaba las asociaciones según criterios de
edad y sexo 39.
En Brasil ya existía en esta época un movimiento católico poderoso y orga-
nizado, que tenía como su punta de lanza a las Congregaciones Marianas y,
dentro de éstas, a Plinio Corrêa de Oliveira como su líder natural. La creación
de la Acción Católica no estuvo exenta de problemas, por una cierta superpo-
sición organizativa que fatalmente provocó. Rebasando las intenciones del
Pontífice, se verificó de hecho una tendencia a absorber en la nueva estructura
todas las organizaciones preexistentes. Los problemas no nacían solamente de
los contrastes organizativos, sino del riesgo de que movimientos de antigua
tradición e indiscutible raigambre, como las Congregaciones Marianas, per-
diesen o diluyesen su identidad específica. Por otro lado la Acción Católica,
en Brasil como en muchos otros países donde se había implantado, resultaba
más permeable a las nuevas influencias progresistas.
Al momento de crearse la Acción Católica, las Congregaciones Marianas
alcanzaban en Brasil su pleno desarrollo. En vísperas de 1938 se contaban
mil Congregaciones Marianas con 150.000 congregados, de los cuales 25.000
en São Paulo 40. El P. Irineo Cursino de Moura proclamaba “la cruzada mo-
derna del ejército de María para la restauración de las reliquias religiosas de
nuestro glorioso pasado”, indicando como líderes y como “apóstoles
marianos, de la Tierra de Santa Cruz (...) los Tristão de Athayde, los diputa-
dos Mario Ramos y Plinio Corrêa de Oliveira y tantos otros que, como leo-
nes, se han batido para que nuestra Constitución sea promulgada finalmente
en nombre de Dios Todopoderoso” 41.
Al promediar los años treinta, Tristão de Athayde y Plinio Corrêa de
Oliveira aparecían como los indiscutidos líderes católicos de Brasil 42. El

con entusiasmo el Concilio Vaticano II, recibiendo la influencia de las nuevas tendencias del progre-
sismo católico. Para un análisis del confuso y contradictorio itinerario intelectual de Amoroso Lima,
cfr. CUNHA ALVARENGA (José de Azeredo Santos), História das variações do Sr. Tristão de Athayde, in
“Catolicismo”, Nº 43, julio de 1954.
39
Eran requisitos esenciales para los militantes de la A. C., definidos en sus estatutos, llevar “vida
ejemplar”, observar la “práctica de los sacramentos” y adherirse a los “programas de la ACB y de la
respectiva organización”.
40
P. A. MAIA S.J., História das Congregações Marianas, cit., p. 61.
41
Ibid., p. 93.
42
En este período, tal como Plinio Corrêa de Oliveira en São Paulo, “Athayde es considerado el gran

103
El Cruzado del Siglo XX

primero, en Río, presidente de la naciente Acción Católica; el segundo, en


São Paulo, animador de las Congregaciones Marianas. La vida y el aposto-
lado de estos dos hombres estaban, sin embargo, destinadas a divergir, hasta
volverse dos itinerarios paralelos y contrapuestos.
A Amoroso Lima se debió el deslizamiento de la Acción Católica brasi-
leña hacia posiciones abiertamente maritainistas 43. Ex discípulo de Bergson,
en la Sorbona, más tarde convertido al catolicismo, Athayde sigue una
evolución típica de muchos intelectuales de su tiempo, del filo-tradiciona-
lismo al progresismo de Maritain y Teilhard de Chardin, cuya obra lo re-
concilió “con el evolucionismo que estaba en la espontaneidad de su pen-
samiento” 44. Si es verdad, como fue señalado, que “Don Vital encarna la
negación del eclecticismo, del espíritu de indefinición” 45, el itinerario
ecléctico de Amoroso Lima representó en el Brasil la antítesis de la cohe-
rencia católica de Don Vital 46, de la cual Plinio Corrêa de Oliveira aparece
como legítimo heredero.

líder del pensamiento católico brasileño, el coordinador de las fuerzas espirituales de la Nación. Él es
aclamado como un hombre cuya calma, prudente y fructífera actividad resultó en la espléndida victo-
ria de las reivindicaciones católicas en la Asamblea Nacional Constituyente” (Hna. MARIA ANCILLA
O’NEILL, M.A., Tristão de Athayde and the Catholic social movement in Brazil, The Catholic University
of America Press, Washington, 1939, p. 118). Plinio conoció a Alceu de Amoroso Lima en 1930,
según lo recuerda el mismo Amoroso Lima en el Legionário (Cfr. TRISTÃO DE ATHAYDE, Belo exemplo,
in “O Legionário”, Nº 97, 8 de mayo de 1932).
43
Cfr. JOSÉ PERDOMO GARCÍA, El Maritenismo en Hispanoamérica, in “Estudios Americanos”, Sevilla,
Nº 11, 1951, pp. 567-592; A. AMOROSO LIMA, Maritain et l’Amérique Latine, in “Revue Thomiste”,
vol. 48, 1948, pp. 12-17; EDUARDO SERAFIM DE OLIVEIRA, A influência de Maritain no Pensamento de
Alceu Amoroso Lima, in “A Ordem”, Nº 78. “Es sobre todo a través de Amoroso Lima —observa
Villaça— que Maritain viene ejerciendo una influencia profunda y decisiva en la renovación cultural
del catolicismo brasileño” (O pensamento católico no Brasil, cit., p. 15).
44
MARIETA DE MORAIS FERREIRA - LEDA SOARES, Lima, Alceu Amoroso, in DHBB, vol. III, p. 1831.
45
A. C. VILLAÇA, O pensamento católico no Brasil, cit., p. 10.
46
Amoroso Lima intentó después presentar al fundador del Centro Dom Vital, Jackson de Figueiredo,
a quien sucediera en la dirección, como un “revolucionario inconsciente”. “Para las nuevas genera-
ciones, si llamamos a Jackson revolucionario estaremos más próximos de la verdad que dándole el
calificativo de reaccionario del que él tanto se enorgullecía” (TRISTÃO DE ATHAYDE, Foi à 25 anos, in
“Diário de Belo Horizonte”, 29 de noviembre-1 de diciembre de 1953). En realidad, como observa
José de Azeredo Santos en “Catolicismo”, Jackson representaba “un fardo incómodo para aquellos
que abandonaron su bandera a mitad del camino y que cambiaron a Don Vital y Veuillot por el infeliz
D. La Cerda y por Maritain” (Jackson, um fardo incômodo, “Catolicismo”, Nº 37, enero de 1954, p.
4). El padre Villaça, que definió a Amoroso Lima como “entrañadamente liberal”, observa que “si
Jackson marcó a fondo el alma de Alceu, no le cambió la tendencia liberal, que permaneció intacta”
(O pensamento católico no Brasil, cit., p. 13).

104
En defensa de la Acción Católica

Mientras Río de Janeiro representaba el polo progresista de la vida reli-


giosa del país, personificado en Amoroso Lima, en São Paulo se desarrolla
el polo tradicional, cuyo “liderazgo laico” se encontraba, como recuerda el
Padre da Silva, “en las manos de Plinio Corrêa de Oliveira” 47. La ideología
del líder paulista, observa el mismo P. da Silva, se resumía bien en esta
frase: “¿Queremos un Brasil verdaderamente brasileño? Hagamos de él un
Brasil verdaderamente católico. ¿Queremos matar la propia alma de Bra-
sil? Arranquémosle su fe” 48.

5. El apogeo de “O Legionário”

El 3 de mayo de 1938 son bendecidos los nuevos talleres gráficos de “O


Legionário”, con la presencia del arzobispo de São Paulo Mons. Duarte
Leopoldo e Silva 49 y de la élite eclesiástica, intelectual y social de la capital
paulista. Fueron numerosos los suscriptores y admiradores de la revista que,
no pudiendo asistir, enviaron de todas partes del Brasil mensajes de estima y
de apoyo. Entre éstos merece citarse por extenso una carta de Mons.
Octaviano Pereira de Albuquerque, obispo de Campos, una de las personali-
dades más ilustres del clero brasileño, que ofrece un elocuente testimonio
del clima de estima y de admiración que rodeaba a “O Legionário” en este
período. La carta, fechada el 18 de abril de 1938, es dirigida personalmente
a Plinio Corrêa de Oliveira:
“Obsequiado constantemente por V. S. con la remesa que se digna hacer-
me de su semanario —«Legionário»— cuya lectura prefiero a la de otras
hojas, me siento impelido a traerle mis sinceras felicitaciones por el gran
bien que éste va haciendo a la sociedad. Muestra V. S., en vista del óptimo
empleo de su actividad intelectual, haber recibido ejemplar educación reli-
giosa desde sus más verdes años y sabido bien dirigirse por maestros
provectos, que lo habilitaron a ser director de un órgano católico, ocupando
las columnas del mismo con materia útil y substanciosa sobre todos los asun-

47
J. ARIOVALDO DA SILVA, O.F.M., O Movimento litúrgico no Brasil, p. 28.
48
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O Concílio, in “O Legionário”, 2 de julio de 1939, p. 2; J. ARIOVALDO
DA SILVA, O.F.M., O Movimento Litúrgico no Brasil, cit., p. 28.
49
“Es con corazón de Obispo y con toda mi alma —afirmaba Mons. Duarte— que vengo a traeros hoy
mi bendición, no sólo por la inauguración de las máquinas de nuestro periódico sino sobre todo por
vuestra dedicación y vuestro espíritu de fe” (“O Legionário”, Nº 295, 8 de mayo de 1938).

105
El Cruzado del Siglo XX

tos referentes a la Religión y a las cuestiones sociales de la actualidad, sin


ocuparse de cosas banales y menudas. Además, me ha llamado siempre la
atención la gravedad con que son tratados todos los asuntos políticos, con-
servando inalterables sus ideales, pero sin acrimonia para los de campos
adversos, evitando discusiones inútiles y quizás contraproducentes, por ge-
nerar enconos personales. Con mis votos de felices Pascuas, pido a Dios que
continúe bendiciendo personalmente a V. S., dándole permanentemente co-
raje para, «sans peur et sans reproche» 50, propugnar por la causa de nuestra
Augusta Religión. De V. S. muy amigo y admirador” 51.
Otra visita importante y significativa ocurrió el mismo año. En el verano
de 1938 llegó al Brasil el célebre sacerdote dominico, P. Réginald Garrigou-
Lagrange 52, para participar de la Primera Semana de Estudios Tomistas rea-
lizada en Río, bajo la presidencia del Nuncio Mons. Benito Aloisi Masella.
El padre Garrigou-Lagrange viajó después a São Paulo, donde visitó al equipo
redactor de “O Legionário” 53. En el número del 18 de setiembre de 1938,
una fotografía muestra a Plinio Corrêa de Oliveira al lado del dominico fran-
cés. Este último así responde a un pedido de “O Legionário” de comentar la
frase l’Église n’est ni à droite ni à gauche (“la Iglesia no es de derechas ni
de izquierda”):
“Personalmente soy un hombre de derechas, y no veo porqué habría de
esconderlo. Yo creo que muchos de los que se sirven de la fórmula citada,

50
(N. del E.) Aplicación del calificativo de Chevalier sans peur et sans reproche - “Caballero sin
temor y sin reproche”, dado al célebre Condestable de Francia Pierre de Terrail, señor de Bayard
(1476-1524).
51
Citado en “O Legionário”, Nº 248, del 15 de mayo 1938. Una bendición especial de Pío XII,
igualmente significativa, fue transmitida al año siguiente al doctor Plinio por el Cardenal Leme, que
se hallaba en Roma para la entronización del nuevo Pontífice. He aquí el texto de la carta, datada del
5 de abril de 1939:
“Mi querido Dr. Plinio. De corazón le agradezco el cariñoso telegrama que me envió a Bahía. Le
transmito con satisfacción la especial bendición que el Santo Padre concedió a nuestro intrépido
“Legionário” y a su benemérito director, verdadero hombre de prensa católica, redactores, benefacto-
res y lectores” (cit. en “O Legionário”, Nº 346, 30 de abril de 1939).
52
El padre Réginald Garrigou-Lagrange nació en Auch, cerca de Tarbes, en 1877 y falleció en Roma
en 1964. Discípulo de los dominicos PP. Cormier, Gardeil y Arintero, fue uno de los mayores teólo-
gos del siglo XX. Cfr. la vastísima bibliografía en “Angelicum”, Nº 42, 1965, pp. 200-272. Ver
también INNOCENZO COLOSIO O.P., Il P. Maestro Réginald Garrigou-Lagrange - Ricordi personali di
un discepolo, en “Rivista di Ascetica e Mistica”, Nº 9, 1964, pp. 226-240; BENOÎT LAVAUD, Garrigou-
Lagrange, in DSp, vol. VI, 1967, cols. 128-134.
53
Cfr. “O Legionário”, Nºs. 309 (14 de agosto 1938) y 310 (21 de agosto 1938).

106
En defensa de la Acción Católica

hacen uso de ella porque abandonan la derecha para inclinarse a la izquier-


da, y queriendo evitar un exceso, caen en el exceso contrario como ha ocu-
rrido en Francia en estos últimos años. Creo también que no se debe confun-
dir la verdadera derecha con las falsas derechas, que defienden un orden
falso y no el verdadero. Pero la derecha verdadera, que defiende el orden
fundado sobre la justicia, parece ser un reflejo de lo que la Escritura deno-
mina la derecha de Dios, cuando dice que Cristo está sentado a la diestra de
su Padre y que los elegidos estarán a la derecha del Altísimo” 54.

6. Presidente diocesano de la Acción Católica

Algunos meses después fallecía el arzobispo de São Paulo. Su sucesor, Mons.


José Gaspar de Afonseca e Silva 55, representaba un tipo humano muy distin-
to. Si el aspecto de Mons. Duarte era el de un hombre granítico, que infundía
respeto y hasta temor, el trato de Mons. José Gaspar era afable y atrayente.
Conocer su real pensamiento e interpretar los nombramientos de sus auxilia-
res, frecuentemente inspirados por un fuerte sentido político y diplomático, no
era siempre fácil. Sus primeras designaciones no dejaron de causar sorpresa.
El 11 de marzo de 1940 confió a Plinio Corrêa de Oliveira el más prestigioso
de los encargos: Presidente de la Junta Arquidiocesana de la Acción Católica
de São Paulo. En el mismo período el padre Castro Mayer fue nombrado Asis-
tente General de la Acción Católica de São Paulo, mientras que el padre Proença
Sigaud era designado asesor arquidiocesano de la Juventud Estudiantil, mas-
culina y femenina. Plinio Corrêa de Oliveira asumía en sus manos, por lo
tanto, la dirección de todas las fuerzas del laicado católico de São Paulo, que
comprendía entonces las organizaciones estudiantiles, los hombres y mujeres
de Acción Católica y las asociaciones auxiliares como las Pías Uniones, las
Órdenes Terceras, las Congregaciones Marianas, etc.56
54
Cit. en “O Legionário”, Nº 313, 11 de setiembre de 1938.
55
Monseñor José Gaspar de Afonseca e Silva, segundo arzobispo de São Paulo, nació en Araxá,
estado de Minas Gerais, el 6 de enero de 1901. Fue ordenado sacerdote el 12 de agosto de 1923 por
Mons. Duarte Leopoldo e Silva. Después de haber estudiado en Roma en la Universidad Gregoriana
fue consagrado obispo, y el 28 de abril de 1935 recibe el encargo de auxiliar del arzobispo de São
Paulo. A la muerte de Don Duarte, en agosto de 1939, Mons. José Gaspar le sucede como arzobispo
de São Paulo. Falleció en un accidente aéreo el 27 de agosto de 1943. Cfr. In memoriam de José
Gaspar de Afonseca e Silva, editora Ave María, São Paulo, 1944; P. CORRÊA DE OLIVEIRA, Pobreza
edificante, in “O Legionário”, Nº 578, 5 de setiembre de 1943.
56
“Nuestro programa se resume en un lema que aceptamos con entusiasmo, porque nos es dictado

107
El Cruzado del Siglo XX

Ello no significaba necesariamente una sintonía de posiciones entre el nue-


vo arzobispo y la cúpula de la Acción Católica, por él designada. La estrategia
de Mons. José Gaspar consistía en ligar los hombres a su persona a través de la
colaboración, más que enfrentarlos abiertamente, sobre todo en presencia de
fuertes personalidades como la de Plinio Corrêa de Oliveira. La muerte pre-
matura del arzobispo de São Paulo no permite esclarecer la verdadera natura-
leza de la relación que se estableció entre los dos personajes.
Lo cierto es que en la persona del doctor Plinio, Mons. José Gaspar había
escogido un conocedor profundo y seguro de los males que comenzaban a
infectar la gran organización del apostolado seglar. Gracias a su cargo, Plinio
Corrêa de Oliveira, que hacia 1938 ya había comenzado a denunciar estos
males en “O Legionário” 57, tuvo la posibilidad de abarcar con una mirada
amplia y profunda la variada realidad católica del país. El joven Presidente
gobernó la asociación con mano enérgica, reprimiendo los errores doctrinales
que afloraban y tratando de modificar la nueva mentalidad. Luego de tres
años de trabajo, los resultados no se hicieron esperar: la Acción Católica de
São Paulo conoció un florecimiento sin precedentes. El grandioso Congreso
Eucarístico de 1942 en São Paulo reveló a toda América Latina el potencial
del movimiento católico brasileño.
En esta ocasión, cabiéndole pronunciar en su calidad de Presidente
diocesano de la Acción Católica el saludo oficial a las autoridades ante un
millón de personas, el doctor Plinio delineó así el rol histórico de su Patria:
“La misión providencial del Brasil consiste en crecer dentro de sus pro-
pias fronteras, en desdoblar aquí los esplendores de una civilización genui-
namente católica, en iluminar amorosamente todo el mundo con el haz de
esta gran luz, que será verdaderamente el «lumen Christi» que la Iglesia
irradia. Nuestra índole suave y hospitalaria, la pluralidad de las razas que
aquí viven en fraterna armonía, el concurso providencial de los inmigrantes

por la misma naturaleza de las cosas, establecida por la Providencia. Es el dístico que se encuentra
en el blasón de armas del Excmo. y Rvmo. Sr. Arzobispo Metropolitano: «para que todos sean uno».
(...) La unión entre católicos es la yuxtaposición tranquila de elementos heterogéneos. Ella es la
coordinación pacífica de personas unidas por la comunión de ideas, por la comunión de vida, por la
identidad de acción. ¿Qué ideas? ¿Qué vida? ¿Qué acción? Ideas, sólo las de la Iglesia. Vida, la vida
sobrenatural de la gracia. Acción, la Acción Católica” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Ut omnes unum
sint, in “O Legionário”, Nº 392, 17 de marzo 1940).
57
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Burocrácia, in “O Legionário”, Nº 310, 21 de agosto de 1938; ID.,
Sociologitis, in “O Legionário” Nº 311, 28 de agosto de 1938. ¡Los simples títulos de estos artículos
ya dicen mucho!

108
En defensa de la Acción Católica

que tan íntimamente se insertaron en la vida nacional, y más que todo las
normas del Santo Evangelio, jamás harán de nuestras ansias de grandeza
un pretexto para jacobinismos estrechos, para racismos insanos, para
imperialismos criminales. Si algún día el Brasil fuere grande, lo será para
bien del mundo entero. «Sean entre vosotros los que gobiernan como los
que obedecen», dice el Redentor. El Brasil no será grande por la conquista,
sino por la Fe; no será rico por el dinero tanto cuanto por la generosidad.
Realmente, si supiéremos ser fieles a la Roma de los Papas, podrá nuestra
ciudad ser una nueva Jerusalén, de belleza perfecta, honra, gloria y alegría
del mundo entero” 58.
Entre tanto, Plinio Corrêa de Oliveira quiso llevar su obra hasta las últi-
mas consecuencias. Decidió, así, escribir un libro en defensa de la Acción
Católica, ofreciendo un preciso diagnóstico de los males que la afligían.
Estos males no eran ignorados por el Nuncio Apostólico en Brasil, Mons.
Benito Aloisi Masella, quien desde hacía tiempo seguía y apreciaba la actua-
ción de Plinio Corrêa de Oliveira, aunque no lo conociera personalmente. Le
envió como emisario de su confianza al jesuita italiano P. César Dainese 59, a
la sazón rector del colegio Loyola de Belo Horizonte, quien preparó el camino
para un encuentro con el Nuncio. El coloquio tuvo lugar poco tiempo después
en Río de Janeiro. El Nuncio era un hombre de sesenta años, de actitud reser-
vada y de perfecto porte diplomático. Escuchó en silencio la exposición del
presidente de la Acción Católica paulista, lo estimuló tácitamente y encargó al
P. Dainese mantener relaciones con él. Poco después el P. Antonio de Castro
Mayer fue promovido a Vicario General de la Arquidiócesis de São Paulo. La
intervención de la Nunciatura era evidente y constituía un incentivo para el
proyecto del doctor Plinio, quien se abocó al estudio de documentos para con-
cluir lo antes posible la redacción de su obra.
Monseñor de Castro Mayer recordó más tarde haber acompañado toda la
elaboración del libro y los esfuerzos del autor para que su obra fuese perfec-

58
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Saludo a las autoridades civiles y militares, in “O Legionário”, Nº 525,
7 de setiembre de 1942.
59
César Dainese, nacido en Luvigliano (Padua) en 1894, ingresó a la Compañía de Jesús en Brasil en
1912, iniciando su noviciado en Villa Mariana (São Paulo). Después de haber estudiado filosofía en
Roma y teología en el Heythrop College de Inglaterra, fue ordenado sacerdote en 1927 y en 1930
regresó al Brasil, donde ocupó el cargo de Rector del Colegio Anchieta en Nueva Friburgo, Río de
Janeiro, en 1934-1935 y nuevamente en 1940-1945, del Colegio Antonio Vieira en Salvador, Bahía,
del cual fue Provincial (1953-1957), y del Colegio San Ignacio en Río (1963-1964). Murió en 1986.

109
El Cruzado del Siglo XX

tamente objetiva 60. Era necesaria, sin embargo, la autorización del Arzobis-
po de São Paulo. Éste, teniendo en manos el esbozo del volumen, se mostra-
ba perplejo frente a la firmeza de posiciones del líder paulista. Ante las va-
cilaciones de Mons. José Gaspar, Plinio Corrêa de Oliveira, utilizando como
canal al P. Dainese, recurrió al Nuncio explicando las dificultades que el
libro encontraba en su camino y pidiéndole un prefacio, a fin de superar el
impasse. Mons. Aloisi Masella, después de haber leído atentamente la obra
y comprendido su alcance, consintió de buen grado, recomendando al Arzo-
bispo de São Paulo no postergar más la publicación. Mons. José Gaspar
envió así el texto al P. de Castro Mayer, su vicario, para que concediese
finalmente, en su nombre, el esperado imprimatur.

7. “En defensa de la Acción Católica”

En junio de 1943, con el prefacio del Nuncio Benito Aloisi Masella y con
el imprimatur de la arquidiócesis de São Paulo, salió a luz En Defensa de la
Acción Católica 61, firmado por Plinio Corrêa de Oliveira en su calidad de
presidente de la Junta Arquidiocesana de la Acción Católica de São Paulo.
El libro, dividido en cinco partes, constituía la primera refutación de con-
junto de los errores progresistas que medraban al interior de la Acción Cató-
lica en Brasil y se reflejaban en la sociedad civil.
La obra no constituía un tratado destinado a ofrecer una idea general de la
Acción Católica. “Antes bien —escribía el autor en la Introducción— es
una obra hecha para decir lo que la Acción Católica no es, lo que ella no
debe ser, lo que ella no debe hacer” 62.
1) El primer problema de fondo que el autor enfrentaba era el de la “natu-
raleza” de la Acción Católica. “En materia de Acción Católica —había es-
crito en “O Legionário”— no hay un problema más importante que el de la
naturaleza jurídica de esa organización” 63. Las nuevas tesis atribuían a Pío

60
Mons. de Castro Mayer recuerda, por ejemplo, que la obra de Plinio Corrêa de Oliveira fue leída de
inmediato por el Prior del Monasterio de San Benito, don Pablo Pedrosa, y del citado padre César
Dainese S.J., director de la Confederación Nacional de las Congregaciones Marianas (MONS. ANTONIO
DE CASTRO MAYER, obispo de Campos, Vinte anos depois..., in “Catolicismo”, Nº 150, julio de 1963).
61
Cfr. PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Em defesa da Ação Católica, Editora Ave María, São Paulo, 1943.
62
Ibid., p. 14.
63
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Rumos da Ação Católica sob o Pontificado de Pio XII, “O Legionário”,
n. 510, 21 de junio 1942.

110
En defensa de la Acción Católica

XI la intención de conferir al laicado inscrito en la Acción Católica un “man-


dato” innovador dentro de la Iglesia. Plinio Corrêa de Oliveira examinaba la
naturaleza jurídica de la asociación para demostrar cómo el “mandato” con-
ferido a la Acción Católica por el Pontífice no cambiaba de ningún modo su
esencia jurídica, idéntica a la de numerosas otras obras católicas anteriores o
posteriores a su nacimiento. El llamado de Pío XI a los laicos, por grave y
solemne que fuese, no era distinto a las invitaciones a la colaboración que la
Jerarquía les dirigió a lo largo de la Historia.
En la Iglesia, recordaba el líder paulista, los laicos siempre han colabora-
do con la Jerarquía, desde los primeros siglos.
“¿Qué historiador de la Iglesia osaría afirmar que haya habido un siglo,
un año, un mes, un día en que la Iglesia dejase de pedir y utilizar la colabo-
ración de los laicos con la Jerarquía? Sin hablar de las Cruzadas, tipo
característico de Acción Católica militarizada, solemnísimamente convo-
cada por los Papas; sin hablar de la Caballería andante y de las Órdenes
de Caballería, en que la Iglesia investía de amplísimas facultades y tareas
apostólicas a los caballeros; sin hablar de los innumerables fieles que, atraí-
dos por la Iglesia hacia las asociaciones apostólicas por ella fundadas,
colaboraban con la Jerarquía, examinemos otras instituciones en las cuales
nuestra argumentación se demuestra particularmente firme.
“Todos sabemos que en la Iglesia existen varias Órdenes religiosas y
Congregaciones que sólo reciben personas que no tuvieron unción sacer-
dotal. En este número se hallan, antes de todo, los Institutos religiosos fe-
meninos, así como ciertas Congregaciones masculinas, como por ejemplo
la de los Hermanos Maristas. En segundo lugar, existen muchos religiosos
no sacerdotes, admitidos a título de coadjutores en las Órdenes religiosas
de sacerdotes. No se podría negar sin temeridad que, en general, los miem-
bros de estas Órdenes y Congregaciones hayan recibido una vocación del
Espíritu Santo” 64.
2) Un segundo problema, igualmente capital, se relacionaba con la natura-
leza de la relación entre los seglares y la Jerarquía eclesiástica. ¿En qué con-
siste la diferencia entre el mandato dado por Dios a la Jerarquía y la actividad
desarrollada por los fieles? ¿Puede decirse que la Acción Católica tiene, en
cuanto tal, un mandato propio? Plinio Corrêa de Oliveira respondía en estos
términos:
64
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Em defesa da Ação Católica, cit., pp. 41-42.

111
El Cruzado del Siglo XX

“1) Sí, si por mandato entendemos una obligación de apostolado impues-


ta por la Jerarquía.
“2) No, si por mandato entendemos que la Acción Católica es elemento de
algún modo integrante de la Jerarquía y tiene por lo tanto parte en el manda-
to directa e inmediatamente impuesto por Nuestro Señor a la Jerarquía” 65.
Si por “mandato” se entiende toda tarea impuesta legítimamente por una
autoridad a un súbdito, tanto la Jerarquía como el laicado lo reciben; pero
esto no excluye la existencia de una substancial diversidad de poderes con-
feridos a la Jerarquía y a los laicos. “De nuestro Señor la Jerarquía ha
recibido el encargo de gobernar. De la Jerarquía los laicos recibieron, no
funciones de gobierno, sino tareas esencialmente propias de súbditos” 66.
Es a esta altura que el doctor Plinio enfrenta el delicado problema de la
“participación de los laicos en el apostolado de la Jerarquía”, según la cono-
cida definición de Pío XI. Él advierte, en efecto, que la nueva concepción de
la participación y del mandato que comenzaba a difundirse implicaba una
nueva “teología del laicado”, que apuntaba a subvertir en un sentido iguali-
tario la propia estructura de gobierno de la Iglesia.
Para Plinio Corrêa de Oliveira no caben dudas a tal respecto: “participa-
ción”, en el sentido que le atribuye el Pontífice y, antes aún, el Magisterio de
la Iglesia, equivale a “colaboración”. El “mandato” de la Acción Católica no
llega a los fieles directamente de Dios, sino que pasa a través de la Jerarquía.
A ésta le cabe dirigir las acciones de los fieles y, por lo tanto, también de la
Acción Católica.
En efecto, “la misión de los fieles consiste en ejercer, en la misión de la
Jerarquía, la parte de colaboradores instrumentales, o sea, los fieles parti-
cipan del apostolado jerárquico como colaboradores instrumentales” 67.
“Afirmando que la Acción Católica es una participación en el apostolado
jerárquico, Pío XI quiere decir que ésa es pura y simplemente una colabo-
ración, obra esencialmente instrumental, cuya naturaleza en nada diverge,
esencialmente, del objetivo apostólico ejercido por las organizaciones ex-
trañas a los cuadros de la Acción Católica; y ésta es una organización súb-
dita, como toda y cualquier organización de fieles” 68.

65
Ibid., p. 49.
66
Ibid., p. 52.
67
Ibid., pp. 63-64.
68
Ibid., p. 64.

112
En defensa de la Acción Católica

3) El tercer punto, abordado sobre todo en las partes restantes del volu-
men, se refería a las desviaciones de la Acción Católica relativas a la litur-
gia, a la espiritualidad y a los métodos de apostolado y de acción.
Sin entrar en el problema de la “Misa dialogada”, que extrapolaba del
tema de su libro, Plinio Corrêa de Oliveira señalaba las doctrinas que defor-
maban la enseñanza tradicional de la Iglesia.
Desde el punto de vista de la vida interior, el liturgicismo que se difundía
parecía comportar una “ascética nueva” vinculada a una específica “gracia
de estado” propia de la Acción Católica. La liturgia, según las nuevas tesis,
ejercería sobre los fieles una acción mecánica o mágica tal, que volvería
superfluo todo esfuerzo de colaboración entre el hombre y Dios 69. Las prác-
ticas de las devociones más comunes 70, así como todo esfuerzo de voluntad,
desde el examen de conciencia a la participación en los Ejercicios espiritua-
les de San Ignacio, eran sistemáticamente desalentadas, porque se las consi-
deraba inútiles y superadas. El origen de estos errores, según el doctor Plinio,
se encontraba en el espíritu de independencia y de búsqueda del placer, que
quiere liberar al hombre del peso de los sacrificios impuestos por el trabajo
de santificación. “Eliminada la lucha espiritual, la vida del cristiano les
aparece como una serie ininterrumpida de placeres y consolaciones” 71.
Plinio Corrêa de Oliveira recuerda la frase de León XIII según la cual “la
perfección de la virtud cristiana está en la generosa disposición del alma que
busca las cosas arduas y difíciles” 72, así como las palabras de Pío XI en la
Carta Magna Equidem, del 2 de agosto de 1924:
“El deseo desenfrenado de placeres, enervando las fuerzas del alma y
corrompiendo las buenas costumbres, destruye poco a poco la conciencia
del deber. De hecho, son siempre más numerosos los que, hoy en día, atraí-
dos por los placeres del mundo, nada abominan más vivamente, ni evitan

69
Ibid., p. 94.
70
“Estas devociones —observa el cardenal Palazzini— ofrecen preciosas ventajas (indulgencias, etc.)
y gracias particulares de orden espiritual y también material. Todas producen efectos morales y socia-
les del más alto interés. Es en la práctica de estas devociones, tan neciamente despreciadas o descui-
dadas por los espíritus mediocres o ciegos, que pequeños y grandes, niños y adultos, doctos e ignoran-
tes, han aprendido y aprenderán a elevar sus almas por encima de las vulgaridades y de las torpezas de
este mundo” (PEDRO CARD. PALAZZINI, vocablo Devozione en EC, vol. VI, 1950, col. 1514).
71
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Em defesa da Ação Católica, cit., p. 97.
72
LEÓN XIII, Encíclica Auspicato concessum, del 17 de septiembre de 1882.

113
El Cruzado del Siglo XX

con mayor atención, que los sufrimientos que se presentan o las aflicciones
voluntarias del alma o del cuerpo, y que se comportan habitualmente, según
las palabras del Apóstol, como enemigos de la Cruz de Cristo. Ahora bien,
nadie puede alcanzar la bienaventuranza eterna si no renuncia a sí mismo,
no carga su cruz y no sigue a Jesucristo” 73.
Asociado al espíritu de oración, observa Plinio Corrêa de Oliveira, está el
espíritu de apostolado: pero éste parte de nuestro prójimo para extenderse
después, por círculos concéntricos, a los que están más alejados.
“No vacilamos en afirmar que antes de todo debe desearse la santifica-
ción y la perseverancia de aquellos que son buenos; en segundo lugar, la
santificación de los católicos alejados de la práctica religiosa; por fin, y en
último lugar, la conversión de los que no son católicos” 74.
El líder católico paulista subrayaba además la importancia del “modo” de
apostolado. En un momento en que la política de la “mano extendida” co-
menzaba a penetrar los ambientes católicos, él reiteraba el carácter heroico
y sobrenatural del apostolado católico.
“Cabe aclarar que, si tanto el lenguaje apostólico impregnado de amor y
de suavidad como el que infunde temor y vibra de santa energía, son igualmente
justos y deben uno y otro ser utilizados en cualquier época, es cierto que en
determinadas épocas conviene acentuar más la nota austera y en otras la nota
suave, sin jamás llevar esta preocupación al extremo —que constituiría un
desequilibrio— de tocar sólo una nota y abandonar la otra. ¿En qué caso se
encuentra nuestra época? Los oídos del hombre contemporáneo están evi-
dentemente hartos de la dulzura exagerada, del sentimentalismo acomodati-
cio, del espíritu frívolo de las generaciones anteriores. Los mayores movi-
mientos de masas, en nuestra época, no han sido obtenidos por el espejismo
de los ideales fáciles. Al contrario, es en nombre de los principios más radica-
les, haciendo un llamado a la dedicación más absoluta, apuntando a las veredas
ásperas y escarpadas del heroísmo, que los principales jefes políticos han entu-
siasmado las masas hasta hacerlas delirar. La grandeza de nuestra época ra-
dica precisamente en esta sed de lo absoluto y de heroísmo. ¿Porqué no sa-
ciar esta loable avidez con la predicación ufana de la Verdad absoluta, y de la
moral sobrenaturalmente heroica que es la de Nuestro Señor Jesucristo?” 75.

73
Apud PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Em defesa da Ação Católica, cit., pp. 102-103.
74
Ibid., pp. 184-185.
75
Ibid., p. 238.

114
En defensa de la Acción Católica

Con la expresión “herejía blanca”, él designó más tarde una actitud senti-
mental que se manifestaba sobre todo en un cierto tipo de piedad dulzona y
disfrazada de “caridad” hacia el prójimo:
“Dígase la verdad con caridad, dése a la caridad un medio de unirse a la
verdad, y no se sirva de la caridad como pretexto para cualquier disminu-
ción o deformación de la realidad, ni para obtener aplausos, ni para huir de
las críticas, ni para buscar inútilmente contentar todas las opiniones. De lo
contrario, por la caridad llegaríamos al error, y no a la verdad” 76.
“Otro error —añadía— consiste en ocultar y en disminuir sistemáticamente
lo que hay de mal en las herejías, a fin de dar al hereje la idea de que es
pequeña la distancia que lo separa de la Iglesia. ¡Con esto se olvida de que se
oculta a los fieles la malicia de la herejía, y se abaten las barreras que lo
separan de la apostasía! Es lo que sucederá con el empleo en amplia escala,
o exclusivo, de tal método” 77.
En el mismo sentido aludía a quienes, calificándose de “espiritualistas,
cristianos o católicos libres”, se afanan en buscar el “terreno común” con
los que yerran. “¿Buscar descender al terreno común? Se corre el riesgo de
empantanarse en la ambigüedad, de favorecer al que busca pescar en aguas
turbias. No hagamos de la perpetua retirada estratégica, del uso invariable
de términos ambiguos, y del hábito constante de ocultar nuestra Fe, una
regla de conducta que, en último análisis, redundaría en el triunfo del res-
peto humano” 78.
Al terminar la larga enumeración de puntos concernientes a desvíos de
doctrina y de mentalidad en los ambientes de la Acción Católica, Plinio
Corrêa de Oliveira concluía:
“Todos estos desvíos se relacionan, próxima o remotamente, con los
siguientes principios: una negación de los efectos del pecado original;
en consecuencia, una concepción de la gracia como factor exclusivo de
la vida espiritual; y una tendencia a prescindir de la autoridad, en la
esperanza de que el orden resulte de la libre, vital y espontánea conju-
gación de las inteligencias y de las voluntades. La doctrina del manda-
to, sostenida, por lo demás, por autores europeos de los cuales muchos
son dignos de consideración a varios títulos, ha encontrado un terreno

76
Ibid., p. 230.
77
Ibid., p. 196.
78
Ibid., p. 213.

115
El Cruzado del Siglo XX

fértil en nuestro ambiente, generando frutos que muchos de sus autores


no preveían” 79.
El libro, en un ambiente religioso todavía aparentemente unido y homo-
géneo, tuvo el efecto de una bomba. Contribuyó a despertar a la mayoría
adormecida, y a colocarla en guardia contra la corriente progresista, cuyas
insidiosas maniobras sufrieron una brusca frenada. “Ese libro —escribió
Mons. de Proença Sigaud— fue un grito de alarma y un cauterizador. Grito
de alarma, impidió que miles de fieles se entregasen, en su buena fe, a los
errores y desmanes del liturgicismo que avanzaba como una ola
avasalladora” 80.
“En la historia de la Iglesia Católica —comentaba posteriormente el mis-
mo Prelado— hay libros que fueron grandes gracias concedidas por Dios a
su pueblo. (...) Ellos son gracias, porque su contenido ilumina las inteligen-
cias con luces extraordinarias. Son gracias porque estimulan la voluntad a
proceder de tal manera que realice la voluntad de Dios”. Entre esos libros,
después de haber recordado las Confesiones y La Ciudad de Dios de San
Agustín, la Imitación de Cristo, los Ejercicios Espirituales de San Ignacio,
el Tratado de la Verdadera Devoción de San Luis María Grignion de
Montfort, Mons. Sigaud incluye también, en el vigésimo aniversario de su
publicación, la obra de Plinio Corrêa de Oliveira: “En nuestro ámbito nacio-
nal, y guardadas las proporciones, se puede decir que En Defensa de la Ac-
ción Católica fue un libro-gracia” 81.

8. Un “gesto de kamikaze”

El autor no ignoraba que la publicación de una obra de tal género sería


equivalente a un gesto de “kamikaze”: por cierto infligía un duro golpe al
progresismo naciente, pero también habría de exponer inevitablemente al
grupo de “O Legionário” a críticas y represalias, comprometiendo su in-
fluencia en los ambientes católicos. Fue exactamente lo que sucedió a partir
de esa fecha.

79
Ibid., p. 337.
80
MONS. GERALDO DE PROENÇA SIGAUD, A Encíclica “Mediator Dei” e um pouco de história da Igreja
no Brasil, in “O Legionário”, Nº 803, 28 de diciembre de 1947.
81
MONS. G. DE PROENCA SIGAUD, Um livro que foi uma graça para o Brasil, in “Catolicismo”, Nº 150,
junio de 1963.

116
En defensa de la Acción Católica

“Era un gesto de kamikaze. O estallaba el progresismo, o estallábamos


nosotros. Estallamos nosotros. En los medios católicos, el libro suscitó aplau-
sos de unos, la irritación furibunda de otros, y una extrañeza profunda en la
inmensa mayoría. La noche densa de un ostracismo pesado, completo, in-
terminable, bajó sobre aquellos de mis amigos que continuaron fieles al
libro. El aislamiento y el olvido nos envolvieron, cuando estábamos todavía
en la flor de la edad: era éste el sacrificio previsto y consentido. La aurora,
como veremos, sólo volvió a rayar en 1947. Pero el progresismo naciente
recibió con el libro un golpe del que hasta hoy no se rehizo” 82.
El arzobispo de São Paulo, Mons. José Gaspar de Affonseca e Silva, no
escondía en privado su preocupación por la actividad del movimiento guiado
por Plinio Corrêa de Oliveira, con el evidente apoyo del Nuncio apostólico 83.
Imprevistamente, sin embargo, falleció en un accidente aéreo cuando aterriza-
ba en Río de Janeiro, el 27 de agosto de 1943. Su sucesor, Mons. Carlos Carmelo
de Vasconcelos Motta 84, ya antes de ocupar la sede episcopal estaba minucio-
samente enterado de la situación efervescente en la capital paulista 85.
Mons. Carlos Carmelo, cuya visión era opuesta a la de “O Legionário”,
tenía también un temperamento muy distinto al de su predecesor: no era un
hombre de medios términos y enfrentó abiertamente la situación. Impuso
al equipo de “O Legionário” un “armisticio” 86 que sonó como desaproba-
ción hacia sus dirigentes. Plinio Corrêa de Oliveira perdió su cargo de
presidente de la Acción Católica; el padre Antonio de Castro Mayer, Vica-

82
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Kamikaze, in “Folha de S. Paulo”, 15 de febrero de 1969.
83
MONS. C. ISNARD, Reminiscências, cit., p. 221.
84
Monseñor Carlos Carmelo de Vasconcelos Motta nació el 16 de julio de 1890 en la ciudad de Bom
Jesus do Amparo (Minas Gerais). Ordenado sacerdote el 29 de junio de 1918, fue consagrado obispo
de Diamantina el 20 de octubre de 1932. El 19 de diciembre de 1935 fue elevado a la arquidiócesis de
San Luis de Maranhão, que gobernó hasta el 18 de agosto de 1944, cuando fue llamado a substituir a
Mons. José Gaspar de Afonseca e Silva como arzobispo de São Paulo. Gobernó la arquidiócesis hasta
1964, cuando fue repentinamente transferido a Aparecida, tras la revolución del 31 de marzo de ese
año. En febrero de 1946 fue elevado a la púrpura cardenalicia por Pío XII con el título de San Pancracio.
Murió en Aparecida del Norte el 18 de setiembre de 1982.
85
El informante del nuevo Arzobispo fue, según consta, el benedictino D. Paulo Marcondes Pedrosa,
a quien ya hemos mencionado como fundador de la Congregación Mariana de Santa Cecilia y de “O
Legionário” (MONS. C. ISNARD, O.S.B., Reminiscências, cit., p. 223).
86
“¡Hágase un armisticio total y absoluto en los campos contendores! Esta orientación queremos
darla, no en carácter definitivo, sino apenas de emergencia, mientras ciertos asuntos de actualidad no
fueren juzgados por la Comisión Episcopal de la Acción Católica” (cfr. “Revista Eclesiástica Brasileira”,
Nº 4, diciembre de 1944). Cfr. también Armisticio, “O Legionário”, Nº 641, 19 de noviembre de 1944.

117
El Cruzado del Siglo XX

rio general de la arquidiócesis, fue rebajado a simple vicario ecónomo de


la parroquia de un barrio obrero, San José de Belém; el padre Geraldo de
Proença Sigaud fue enviado a España 87. Siguió una tempestuosa campaña
de difamación, de la cual el Dr. Plinio y sus amigos no pudieron defender-
se públicamente, a causa del “armisticio” impuesto por el arzobispo. Fi-
nalmente, en diciembre de 1947 Plinio Corrêa de Oliveira fue exonerado
de la dirección de “O Legionário”. En el número del 29 de febrero de
1948, apareció un editorial bajo el título “Legionário en tercera fase”, en
el que se anunciaba el comienzo de una “nueva fase” en la existencia del
semanario, resumida en la frase final del artículo, no firmado: “Incipit vita
nova” 88. No contenía siquiera una palabra sobre Plinio Corrêa de Oliveira,
quien había dedicado a “O Legionário”, con inmensa generosidad, quince
años de su vida. Ese mismo año Mons. Hélder Câmara asume el cargo de
asistente eclesiástico de la Acción Católica Brasileña 89. La atmósfera ha-
bía cambiado profundamente.
El progresismo ya mostraba las líneas principales de la que sería su tácti-
ca constante en los años subsiguientes. El mismo Plinio Corrêa de Oliveira
la resume en estos puntos:
“a) Fuga del debate o del diálogo doctrinario. Las críticas a mi libro,
explicitadas en uno que otro órgano de prensa religiosa, eran dispersas, po-
bres de argumentos y ricas de pasión. A veces también aparecían implícitas o
veladas en pronunciamientos de esta o de aquella autoridad eclesiástica;
“b) Difamación y después campaña de silencio o de ostracismo. Al soplo
de una campaña difamatoria, toda ella verbal, los principales elementos
que en el Clero y en el laicado habían aplaudido mi libro fueron siendo
gradualmente reducidos al silencio, removidos de sus puestos, y relegados
al ostracismo. Un ostracismo del cual sólo algunos consiguieron librarse
enmudeciendo completamente acerca del asunto;

87
Cfr. PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Padre Sigaud, in “O Legionário”, Nº 711, 24 de marzo de 1946.
88
“O Legionário”, Nº 804, 29 de febrero de 1948.
89
Mons. Hélder Câmara había participado activamente de la Acción Integralista Brasileña (AIB),
movimiento de inspiración fascista dirigido por Plinio Salgado. En 1937 pasó a formar parte del
consejo supremo de la AIB, compuesto de 12 miembros. Cuando en 1946 el Arzobispo de Río de
Janeiro, Mons. Jaime de Barros Câmara, quiso hacerlo su obispo auxiliar, encontró dificultades en la
Santa Sede a causa de la precedente actividad política del P. Hélder como “integralista”. El Papa le
negó la nominación, que llegó solamente seis años después. En ese lapso de tiempo Hélder Câmara
maduró su pasaje del integralismo al progresismo.

118
En defensa de la Acción Católica

“c) Seguir avanzando, como si nada hubiera sucedido. Así sofocada la


oposición, sólo restaba a la corriente innovadora proseguir su marcha, dis-
creta pero resueltamente” 90.
El pequeño grupo de “O Legionário” se mantuvo, no obstante, compacto
y fiel en la tempestad: el mayor de sus nueve miembros tenía 39 años, el más
joven 22 91. A partir de febrero de 1945 este grupo se reunía, todas las no-
ches sin excepción, en la sede de la calle Martim Francisco 665, en el barrio
de Santa Cecilia, analizando con preocupación el deterioro de la situación
religiosa y política en el Brasil y en el mundo.
Plinio Corrêa de Oliveira, guía intelectual del grupo, se esforzaba en in-
fundir en éste una profunda y verdadera vida interior, en la convicción de
que la acción y el estudio debían alimentarse en las fuentes de la oración y el
sacrificio. Así explicaba él la “vida interior”:
“Un hombre debe estar empeñado en un constante análisis de sí mismo.
A todo momento, necesita saber cómo está su alma: por qué está actuando
de esta o de aquella manera; si le es lícito proceder de este o de aquel
modo; si es conforme a la moral católica sentir de este o de aquel modo
frente a un determinado acontecimiento. Este esfuerzo se llama «vida», no
sólo porque es tan intenso y debe ser tan continuo, que constituye para el
hombre como una existencia aparte, que se desdobla en un plano más alto y
más profundo que su existencia exterior. Y es llamado «vida interior», pre-
cisamente porque exige que el hombre tenga el hábito ininterrumpido de
analizarse y gobernarse a sí mismo, actuando y viviendo «dentro de sí mis-
mo» en forma incesante” 92.
En el estudio, en la oración y en la fraterna y cotidiana convivencia, el gru-
po creció en unidad y cohesión. Este período catacumbal, vigilia de nuevas lu-
chas, duró tres años 93. En dicho lapso el antiguo equipo de “O Legionário” no
cesó en su batalla polémica contra los errores que medraban en el mundo cató-

90
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A Igreja ante a escalada da ameaça comunista - Apelo aos Bispos
Silenciosos, Editora Vera Cruz, São Paulo, 1976, pp. 48-49.
91
Los ocho compañeros del doctor Plinio eran: José de Azeredo Santos, Paulo Barros de Ulhôa Cin-
tra, José Fernando de Camargo, José Carlos Castilho de Andrade, Fernando Furquim de Almeida,
José Gonzaga de Arruda, Adolpho Lindenberg, José Benedicto Pacheco Salles.
92
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Pío XII, in “O Legionário”, Nº 533, 19 de marzo de 1943.
93
“La muerte segó tres luchadores de nuestras filas tan escasas de miembros. El primero fue el
delicado, el intrépido, el noble hijo de Nuestra Señora, nuestro inolvidable José Gustavo de Souza
Queiroz. Me acuerdo también con respeto y añoranza de la personalidad ardorosa, pero al mismo

119
El Cruzado del Siglo XX

lico. Uno de sus principales blancos continuó siendo Jacques Maritain, objeto
de sabias críticas escritas por el mismo Plinio Corrêa de Oliveira 94 o por vale-
rosos polemistas como el padre Arlindo Vieira 95 y José de Azeredo Santos 96.
En este período de aislamiento e incomprensión, uno de los grandes ami-
gos del grupo fue el padre Walter Mariaux 97, jesuita alemán de mucho relie-
ve, a quien el doctor Plinio describe en estos términos: “Rubio, muy alto,

tiempo silenciosa y suave, de una militante de la JOC (Juventud Obrera Católica), Da. Angélica
Ruiz. Y la personalidad batalladora y tan distinguida de un jefe de familia ejemplar, de ese cirujano
eximio que todo Santos admiró, de ese profesor universitario relevante, de ese padre de los pobres
que fue Antonio Ablas hijo” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Nasce a TFP, in “Folha de São Paulo”, 22 de
febrero de 1969). Sobre José Gustavo de Souza Queiroz, cfr. ID., “Bem-aventurados os puros, porque
verão a Deus”, in “O Legionário”, Nº 710, 17 de marzo de 1946.
94
El 6 de febrero de 1944 Plinio Corrêa de Oliveira publicó y comentó en “O Legionário” el texto
integral de la Carta enviada por Maritain al cotidiano brasileño “O Diário” para responder a las críticas
del padre Arlindo Vieira, aparecidas el 31 de octubre de 1943 en el mismo “O Legionário” (Cfr. Os
“direitos humanos” e o Legionário, “O Legionário”, Núms. 600 y 601, del 6 y 13 de febrero de 1944).
Cfr. también ID., Desfazendo explorações maritainistas, “Catolicismo”, Nº 42, junio de 1954, pp. 5-6;
ID., A comunidade dos Estados segundo as normas de Pio XII, in “Catolicismo”, Nº 43, julio de 1954;
ID., Tolerar o mal em vista de um bem superior e mais vasto, “Catolicismo”, Nº 44, agosto de 1954.
95
En Río de Janeiro “la principal figura contra Maritain fue el culto e intrépido jesuita Arlindo Vieira”
(PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A Igreja ante a escalada da ameaça comunista, cit., p. 45). El padre Arlindo
Vieira S. J. nació en Capão Bonito, en el Estado de São Paulo, el 19 de julio de 1897. Habiendo ingresa-
do en la Compañía de Jesús, completó sus estudios en Europa, en Roma y en Paray-le-Monial, antes de
regresar al Brasil donde se dedicó a la enseñanza y más tarde a las misiones populares, viajando por los
lugares más pobres y abandonados del inmenso país. Celebró su última misa en Diego Vasconcelos, en
la fiesta del patrono de la ciudad, en 1963. Después de haber distribuido la Comunión se desmayó sobre
el altar, donde expiró produciendo una gran emoción en los presentes y dejando una fama de santidad
que continúa rodeando su memoria. “Sus semanas eucarísticas van a ser una renovación espiritual de las
parroquias. Los Vicarios disputan su presencia. No pocos obispos del interior de Minas Gerais, de São
Paulo, del Estado de Río de Janeiro recurren a sus buenos servicios. Sabe cautivar el corazón del pueblo
con su bondad. Su elocuencia arrebata. Parece que su palabra trae un verdadero mensaje sobrenatural”
(A. MAIA S.J., Crónica dos Jesuítas do Brasil centro-leste, Ediciones Loyola, São Paulo, p. 212). Sobre
el padre Vieira, cfr. FRANCISCO LEME LOPES S.J., A mensagem espiritual do P. Arlindo Vieira S. J.,
constante evocação, “Verbum”, Nº 27, 1970, pp. 403-419.
96
En septiembre de 1950 la revista franciscana “Vozes” de Petrópolis publicó un artículo de José de
Azeredo Santos, O rolo compressor totalitário e a responsabilidade dos católicos [“La aplanadora
totalitaria y la responsabilidad de los católicos”], en el que se criticaban las doctrinas de Maritain defen-
didas por Tristão de Athayde. En su número de diciembre, la “Revista Eclesiástica Brasileira” reprodujo
el artículo, explicando en nota que se trataba de cuestiones importantes y oportunas, examinadas con
agudeza y buen sentido. Pero en el mes de marzo siguiente, fue obligada a publicar una nota del cardenal
Vasconcelos Motta que no escondía su reprobación por el artículo de Azeredo Santos.
97
El padre Walter Mariaux, nacido en Ülzen, Alemania, el 21 de diciembre de 1894, ingresó en 1913 en
la Compañía de Jesús y en 1926 fue ordenado sacerdote, comenzando a desarrollar su apostolado junto
a las Congregaciones Marianas de Colonia (1929) y Münster (1933). A comienzos de 1935 fue transfe-

120
En defensa de la Acción Católica

hercúleo, exuberante de salud, gestos amplios, manos de Feld-marschall, él


causa siempre una primera impresión de robustez y determinación, que de
a poco se va completando con elementos psicológicos nuevos. No conocí
personalidad más rica en aspectos contrastantes y no obstante armónicos” 98.
En 1949 el padre Mariaux, animador de la Congregación Mariana del Cole-
gio San Luis, fue llamado por sus superiores a Europa. Parte de los Congrega-
dos dirigidos por él se incorporaron entonces al grupo que bajo la guía del
doctor Plinio se reunía en la casa de la calle Martim Francisco. Nace así el
“Grupo de la Martim”, en el que se destacaban cuatro hermanos Vidigal Xavier
da Silveira, el doctor Luiz Nazareno de Assumpção Filho, el doctor Eduardo
de Barros Brotero, el profesor Paulo Corrêa de Brito Filho y José Luiz Marinho
Villac, más tarde Canónigo y rector del seminario de Campos 99.

9. Una estrella se enciende en la noche...

En enero de 1947 llegó de improviso, inesperadamente, la noticia de la


elevación del P. Proença Sigaud a obispo de Jacarezinho, en el estado de
Paraná, vecino de São Paulo 100. Pocos meses después el P. Antonio de Cas-
tro Mayer fue nombrado obispo coadjutor de Mons. Octaviano Pereira de

rido a Roma, al Secretariado Central de las Congregaciones Marianas. Su lucha abierta contra el nacio-
nal socialismo hizo imposible su retorno a Alemania. Así, en 1940 el P. Mariaux fue destinado a desa-
rrollar el apostolado mariano en el Brasil, donde en ese mismo año conoció y se vinculó al grupo de “O
Legionário”. Volvió a Alemania en 1949. Estuvo primero en Hannover y después en Munich, donde
desde 1953 dirigió el Paulus-Kreis, la célebre congregación Maior Latina y el Secretariado nacional de
las Congregaciones Marianas. La revista “Die Sendung” fue la expresión de su apostolado seglar. Falle-
ció en Munich el 30 de abril de 1963. El padre Mariaux publicó, bajo el seudónimo Testis Fidelis, El
cristianismo en el Tercer Reich, (La Verdad, Buenos Aires 1941), documentado e implacable análisis
del anticristianismo nacional socialista. Sobre el padre Mariaux cfr. WALTER FINCKE, P. Dr. Walter
Mariaux S.J., in “Sendung”, Nº 16 (1963), pp. 97-108; MAX VON GUMPPENBERG S.J., Ein Leben im
Dienste der Kongregation, in “Korrispondenz”, Nº 13 (1963), pp. 177-181; HÉJA GYULA S.J., Father
Walter Mariaux S.J., (1894-1963), in “Acies Ordinata”, Núms. 31-32 (1962-1963), pp. 390-395.
98
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Em Itaici, in “O Legionário”, Nº 609, 9 de abril de 1944.
99
El canónigo José Luiz Villac ingresó al seminario en 1950. El doctor Plinio fue su padrino de
ordenación sacerdotal. Durante diez años fue director del Seminario de Jacarezinho y después del de
Campos. Transfiriéndose a São Paulo, prestó sus servicios apostólicos a la TFP y pudo asistir al Dr.
Plinio Corrêa de Oliveira en los días de su última enfermedad y muerte.
(N. del E.- En el año 2007, con motivo de sus bodas de oro sacerdotales, el Canónigo Villac fue
nombrado Monseñor adscrito a la diócesis de Jacarezinho, recibiendo una felicitación personal del
Papa Benedicto XVI).
100
Mons. de Proença Sigaud fue consagrado obispo el 1º de mayo de 1947 por el Nuncio Apostólico.
En esta ocasión el doctor Plinio lo comparó a grandes figuras del episcopado brasileño, tales como

121
El Cruzado del Siglo XX

Albuquerque, Arzobispo de Campos 101. Ambos sacerdotes, aislados a causa


de su apoyo al grupo de “O Legionário” y al libro En defensa de la Acción
Católica, eran ahora honrados por una manifestación de confianza de la Santa
Sede, que parecía tener el significado de una reparación. Plinio Corrêa de
Oliveira recordará el episodio con estas palabras:
“Todavía recuerdo un día de enero de 1947, en que di a mis amigos la
noticia de que, según una emisora de radio, Pío XII había nombrado obispo
de Jacarezinho al P. Sigaud. ¿Cómo? ¿Qué? Nuestra alegría era grande,
pero la duda aún mayor. El P. Sigaud, durante el vendaval, había sido man-
dado como misionero a la lejana España. ¿Volvería, entonces? Sí, volvería. Y
nuestra alegría subió al Cielo como un himno. ¡Una estrella se encendía y
brillaba en la noche de nuestro exilio, sobre los destrozos de nuestro naufragio!
“Contra toda expectativa, otra alegría nos esperaba al año siguiente. Al
llegar yo, en una noche de marzo de 1948, a nuestra catacumba, un amigo
me esperaba en la puerta, efervescente de júbilo. El canónigo Mayer, que
había pasado, durante la tormenta, del alto cargo de Vicario General de la
Arquidiócesis a párroco del distante, y por lo demás tan simpático,
Belenzinho, acababa de comunicarnos su nombramiento como obispo co-
adjutor de Campos. Es inútil decir con qué regocijo fuimos en el mismo
instante a felicitarlo” 102.
El 20 de noviembre de 1947 aparece la encíclica Mediator Dei 103 sobre la
sagrada liturgia. Tenía por objeto corregir las desviaciones del movimiento
litúrgico, desarrollando la enseñanza pontificia ya iniciada con la Mystici
Corporis 104. “O Legionário” la saludó con júbilo, publicando el texto inte-
gral del importante documento 105.

Don Vital y Mons. Duarte, “modelos de intrepidez y firmeza, de combatividad y santa audacia”.
“Todo se puede esperar de él en materia de verdadera e indomable grandeza de alma” (PLINIO
CORRÊA DE OLIVEIRA, Dominus conservet eum, in “O Legionário”, Nº 768, 27 de abril de 1947).
101
Al fallecer Mons. Pereira de Albuquerque, en enero de 1949, Mons. de Castro Mayer pasó a ser
obispo de esta importante diócesis del Estado de Río de Janeiro.
102
P. CORRÊA DE OLIVEIRA, Nasce a TFP, cit.
103
PÍO XII, Encíclica Mediator Dei, del 20 de noviembre de 1947, AAS, vol. 39 (1947), pp. 521-595.
Cfr. J. FROGER, L’encyclique Mediator Dei, in “La Pensée Catholique”, Nº 7 (1949), pp. 55-76.
104
PÍO XII, Encíclica Mystici Corporis, del 29 de junio de 1943, AAS, vol. 35 (1943), pp. 193-248.
Cfr. PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, “Mystici Corporis Christi”, in “O Legionário”, Nº 585, 24 de octu-
bre de 1943; P. JOSÉ FERNANDES VELOSO, O ‘liturgismo’ condenado pelo Santo Padre Pío XII, in “O
Legionário”, Nº 612, 30 de abril de 1944; P. ASCANIO BRANDÃO, Falsos Profetas, in “O Legionário”,
Nº 616, 28 de mayo de 1944.
105
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Notas e comentários à Encíclica “Mediator Dei”, in “O Legionário”,

122
En defensa de la Acción Católica

Al año siguiente, en la Constitución Bis Saeculari Die 106, Pío XII formula-
ba una definición de “Acción Católica” que presentaba una evidente analogía
con la ya expuesta por el doctor Plinio. Desde 1947, contra la tendencia a
nivelar las formas de apostolado reduciéndolas únicamente a la Acción Cató-
lica, el Pontífice había advertido que, en el “magnífico movimiento mundial
de apostolado seglar (...) es necesario prevenir el error, que algunos, impulsa-
dos de buen celo, pueden tener, de querer uniformar las actividades, en pro de
las almas y someterlas todas a una forma común” 107. Este modo de actuar,
insistía el Pontífice, es del todo ajeno al espíritu de la Iglesia que favorece una
“fecunda multiplicidad del apostolado católico, manifestado en diversas obras
y organizaciones, que trabajan todas intensamente bajo la guía y protección de
la Cabeza Suprema de la Iglesia”.
En ningún texto de Pío XII se puede leer que la Acción Católica sea una
“participación” en el apostolado jerárquico 108. “Este apostolado permane-

Nº 803, 28 de diciembre de 1947. “La publicación de la Encíclica «Mediator Dei» constituye así,
para todos nosotros, un motivo de santo y vibrante júbilo” (ID., Fe, união e disciplina, in “O
Legionário”, Nº 800, 7 de diciembre de 1947). El Nº 803 fue el último número de “O Legionário” bajo
la dirección de Plinio Corrêa de Oliveira. Es probable que la publicación de este comentario acerca de
la Mediator Dei haya sido la gota que hizo desbordar el vaso, determinando la destitución del doctor
Plinio y de su equipo.
106
PÍO XII, Constitución Apostólica Bis Saeculari, del 27 de septiembre de 1948. Cfr. LUDGER BRIEN
S. J., La constitution “Bis Saeculari”, texte et commentaire, Sécretariat National des Congrégations
Mariales, Montreal 1961, 4a. ed.; MONS. ANTONIO DE CASTRO MAYER, A Constituição Apostólica “Bis
Saeculari Die” - Repercussões jurídicas - Esclarecimentos doutrinários (conferencia pronunciada en
Piracicaba el 9 de diciembre de 1948), en Las Congregaciones Marianas, Documentos Pontificios,
Zaragoza, 1953; cfr. también Fr. Juan Bautista M. FERRE, O.C., Catolicismo o capillismo, Emamevica,
Madrid, 1957; ID., La Acción Católica, piedra de escándalo, Emamevica, Madrid 1958; ARTURO
ALONSO LOBO O.P., Qué es y qué no es la Acción Católica, Impr. de Aldecoa, Madrid, 1950; ID.,
Laicología y Acción Católica, Studium, Madrid-Buenos Aires, 1955; FR. CYRILLUS PAPALI O.C.D., De
apostolatu laicorum, Teresianum, Roma, 1962, 2a. ed.
107
PÍO XII, Radiomensaje al Congreso de las Congregaciones Marianas de Barcelona, del 7 de diciembre de
1947. “Es necesario prevenir el error, que algunos, impulsados de buen celo, pueden tener, de querer uniformar
las actividades, en pro de las almas y someterlas todas a una forma común, con miopía de concepción del todo
ajena a las tradiciones y al suave espíritu de la Iglesia, heredera de la doctrina de San Pablo : «Unos tienen
un don, y otros, otro: pero todos el mismo Espíritu» (1 Cor 12,4). Y, como en los ejércitos de la tierra, diver-
sas armas y cuerpos aseguran con su diferencia la armónica cooperación común que lleva a la victoria, del
mismo modo, junto a otras formas de celo, por importantes y aun principales que sean, la Iglesia desea y alienta
la existencia de organizaciones de apostolado seglar, (...) que prosperen y se desarrollen en sus formas y
métodos, siendo dentro del ejército de Cristo una bella muestra de la fecunda multiplicidad del apostolado
católico, manifestado en diversas obras y organizaciones, que trabajan todas intensamente bajo la guía y
protección de la Cabeza Suprema de la Iglesia” (Ibid.; cfr IP., vol IV, Il Laicato, cit., p. 488).
108
J.-G. DUBUC, Les relations entre Hiérarchie et laïcat, cit., p. 56.

123
El Cruzado del Siglo XX

ce siempre apostolado de laicos, y no se convierte en apostolado jerárqui-


co, ni aún cuando sea ejercido con un mandato de la Jerarquía” 109. Para
evitar cualquier equívoco y ambigüedad, el Papa empleó siempre el voca-
blo “colaboración”.
Contra el apostolado de los laicos entendido como emancipación de la
Sagrada Jerarquía, Pío XII afirmó:
“Sería además erróneo ver en la Acción Católica (...) algo de esencial-
mente nuevo, una mutación en la estructura de la Iglesia, un nuevo apostola-
do de los laicos que estaría al lado del ejercido por el sacerdote, y no subor-
dinado a éste. Siempre ha existido en la Iglesia una colaboración de los
laicos con el apostolado jerárquico, en subordinación a los obispos y a aque-
llos a quienes los obispos han confiado la responsabilidad de la cura de
almas bajo su autoridad. La Acción Católica ha querido dar a esta colabora-
ción tan sólo una nueva forma y organización accidental, para su mejor y
más eficaz ejercicio” 110.
“En tiempos recientes, comenzó a surgir aquí y allá y a difundirse extensa-
mente la así llamada teología laica, y se introdujo una particular categoría
de teólogos seglares, que se profesan independientes. (...). Por el contrario,
es necesario fijar esto: nunca hubo, no hay y nunca habrá en la Iglesia un
legítimo magisterio de laicos, que Dios sustraiga de la autoridad, de la direc-
ción y de la vigilancia del sagrado Magisterio; antes bien, la misma negación
de la sumisión ofrece argumento convincente y seguro de que los laicos que
hablan y actúan así, no son guiados por el espíritu de Dios y de Cristo” 111.
Contra las atribuciones de poderes sacrificiales a los laicos, el Papa resal-
tó que:
“Es el sacerdote celebrante, y solamente él, quien, representando a Cristo,
realiza el sacrificio; no el pueblo, no los clérigos y ni siquiera los sacerdotes
que con religiosa piedad asisten al celebrante, si bien todos éstos puedan par-
ticipar y participan de algún modo activamente en el sacrificio. La participa-

109
PÍO XII, Discurso al II Congreso mundial para el apostolado de los laicos, 5 de octubre de 1957, in
DR, vol. XIX, p. 461.
110
PÍO XII, Alocución a los dirigentes de la Acción Católica Italiana, 3 de mayo de 1951, in IP, vol.
IV, Il laicato, cit., p. 879; Cfr. también PÍO XII, Alocución al Congreso mundial del apostolado de los
laicos, 14 de octubre de 1951, in IP, vol. IV, Il laicato, cit., pp. 913 ss.
111
PÍO XII, Alocución a los Cardenales y Obispos para la canonización de Pío X, 31 de mayo de 1954,
in IP, vol. IV, Il Laicato, cit., pp. 972 ss.

124
En defensa de la Acción Católica

ción de los fieles en el sacrificio eucarístico —tal como lo hemos advertido


en nuestra Encíclica Mediator Dei sobre la sagrada Liturgia— no implica un
poder sacerdotal. (...) No faltan, de hecho, quienes no cesan de reivindicar un
poder sacrificante en el sacrificio de la Misa para todos los que la asisten
piadosamente. (...) Es necesario dictaminar firmemente que este sacerdocio
común de todos los fieles, por más alto y misterioso que sea, difiere no sola-
mente en el grado sino también esencialmente del sacerdocio propio y verda-
dero, que consiste en el poder de obrar el sacrificio del mismo Cristo” 112.
Como poniendo fin al período de ostracismo, una carta de la Secretaría de
Estado fechada el 26 de febrero de 1949, firmada por el entonces Substituto,
Mons. Juan Bautista Montini, comunicó oficialmente a Plinio Corrêa de
Oliveira el elogio y la bendición de Pío XII para su libro En defensa de la
Acción Católica 113.
El libro de Plinio Corrêa de Oliveira constituía una respuesta anticipada a
muchas teorías erróneas y peligrosas que se habrán de desarrollar en los
años subsiguientes. Los desvíos liturgicistas y laicistas incubados en la Ac-
ción Católica explotaron por fin como un cáncer en el período postconciliar,
revelando una nueva concepción de la propia Iglesia. Por lo demás, ya en
aquellos años teólogos de vanguardia como los padres Yves Congar 114 y
Karl Rahner 115 se esforzaban por extraer de los desarrollos de la “Acción

112
PÍO XII, Alocución a los Cardenales y Obispos, 2 de noviembre de 1954, in IP, vol. IV, Il Laicato,
cit., pp. 982 ss.
113
He aquí el texto de la carta enviada a Plinio Corrêa de Oliveira por la Secretaría de Estado, el 26 de
febrero de 1949:
“Preclaro Señor:
“Llevado por tu dedicación y piedad filial ofreciste al Santo Padre el libro «En Defensa de la
Acción Católica», en cuyo trabajo revelaste celoso cuidado y asidua diligencia. Su Santidad se rego-
cija contigo porque explicaste y defendiste con penetración y claridad la Acción Católica, de la cual
posees un conocimiento completo y a la cual tienes en gran aprecio, de tal modo que se hizo claro para
todos cuán oportuno es estudiar y promover tal forma auxiliar del apostolado jerárquico.
“El Augusto Pontífice de todo corazón hace votos para que de este tu trabajo resulten ricos y
sazonados frutos, y recojas no pequeñas ni pocas consolaciones. Y como prenda de que así sea, te
concede la Bendición Apostólica. Entre tanto, con la debida consideración, me declaro tu devotísimo,
J.B. Montini”.
El libro también había recibido la aprobación de veintiún Prelados brasileños: seis Arzobispos y
quince Obispos (cfr. Em defesa da Ação Católica - “Aprovações e encômios de autoridades eclesiás-
ticas”, São Paulo, 1983).
114
YVES CONGAR, Jalons pour une théologie du Laïcat, Cerf, París, 1953.
115
KARL RAHNER S.J., L’apostolat des laïcs, in “Nouvelle Revue Théologique”, Vol. 78-1 (1956), pp.
3-32.

125
El Cruzado del Siglo XX

Católica” una nueva “teología del laicado”, que incluso patrocinaba el


sacerdocio femenino 116.

10. Una nueva bandera: “Catolicismo”

En enero de 1951, Mons. Antonio de Castro Mayer fundó, en Campos, la


revista mensual de cultura “Catolicismo”. El cuerpo de redactores era coor-
dinado por José Carlos Castilho de Andrade, anteriormente secretario de
redacción de “O Legionário”. Antiguos colaboradores de la combativa revista
eran también Fernando Furquim de Almeida, que tenía a su cargo la sección
dedicada a la historia de la Iglesia; Adolpho Lindenberg, autor de comenta-
rios de economía y política internacional: José de Azeredo Santos, que se
ocupaba de filosofía y de sociología en la sección Nova et Vetera. Plinio
Corrêa de Oliveira abrió el primer número de “Catolicismo” con un artículo
no firmado, destinado a convertirse en un manifiesto de la Contra-Revolu-
ción católica 117. Subrayando el sentido de la fiesta de Cristo Rey, escribía:
“Rey celestial antes de todo. Pero Rey cuyo gobierno se ejerce ya en este
mundo. Rey que posee de derecho la autoridad suprema y plena. El rey
legisla, comanda y juzga. Su realeza se hace efectiva cuando los súbditos
reconocen sus derechos y obedecen sus leyes. Ahora bien, Jesucristo posee
sobre nosotros todos los derechos. Él ha promulgado leyes, dirige el mundo
y juzgará a los hombres. A nosotros nos compete hacer efectivo el reino de
Cristo obedeciendo sus leyes. Este reino es un hecho individual, considera-
do con respecto a la obediencia que cada alma fiel presta a Nuestro Señor
Jesucristo. De hecho, el reino de Cristo se ejerce sobre las almas; y, por
eso, el alma de cada uno de nosotros es una parte del territorio bajo la
jurisdicción de Cristo Rey. El Reino de Cristo será un hecho social si las
sociedades humanas le prestan obediencia. Se puede, por lo tanto, decir
que el reino de Cristo se hace efectivo sobre la Tierra, en su sentido indivi-
dual y social, cuando se conforman a las leyes de Cristo los hombres en lo

116
“Cada vez que una persona está en la posesión legítima y habitual de cualquier parte de un poder
litúrgico o jurídico que sobrepasa el derecho fundamental de cada bautizado, esta persona ya no es laica
en el sentido propio del término, y no pertenece más al simple «pueblo de Dios». (...) En el sentido
estrictamente teológico, una mujer puede perfectamente pertenecer al «clero», incluso si la extensión
del poder que ella recibe fuere más limitado que en el caso del hombre” (K. RAHNER, op. cit. pp. 5-6).
117
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A Cruzada do Século XX, in “Catolicismo”, Nº 1, enero de 1951.

126
En defensa de la Acción Católica

íntimo de sus almas como en sus acciones, y las sociedades en sus institu-
ciones, leyes, costumbres, manifestaciones culturales y artísticas” 118.
Entre 1951 y 1959, con ensayos de amplio espectro temático en “Catolicis-
mo”, Plinio Corrêa de Oliveira lanzó las bases doctrinales de la que sería su
obra maestra: Revolución y Contra-Revolución. Su visión de la realeza social
de Cristo es la antítesis de la maritainiana, que se abría camino en aquellos
años, y a la que el pensador brasileño continuó haciendo objeto de numerosas
críticas. La contribución intelectual del doctor Plinio, además de los editoria-
les, se expresaba de manera original también en una sección titulada Ambien-
tes, Costumbres, Civilizaciones, en la cual, a través del análisis de cuadros,
fotografías, dibujos, modas, colocaba en foco los valores de la civilización cris-
tiana y el proceso de disolución que los afectaba, iluminando aspectos hasta
entonces poco o nada considerados por los escritores contra-revolucionarios 119.
“Catolicismo”, entre tanto, comenzó a extender su batalla contra el pro-
gresismo católico mucho más allá de los límites de la diócesis de Campos.
La nueva revista se distinguía de “O Legionário” en un punto fundamental:
este último era tan sólo un periódico; la nueva publicación se encaminaba a
convertirse en el órgano de un movimiento.
Plinio Corrêa de Oliveira y sus colaboradores habían comenzado a viajar
por diversos países de Sudamérica y Europa para tomar contacto con am-
bientes católicos y anticomunistas de todo el mundo. Se puede imaginar la
emoción con la cual el doctor Plinio fue por primera vez a Roma, en el
verano de 1950, con ocasión del Jubileo. En la Ciudad Eterna, revió al padre
Castro e Costa, su antiguo profesor del colegio San Luis; fue acogido con
afecto por Mons. Benito Aloisi Masella, que había sido elevado a Cardenal;
frecuentó la mejor aristocracia romana; y fue recibido finalmente por el Santo
Padre y por Mons. Juan Bautista Montini, sustituto de la Secretaría de Esta-
do. En el curso de la audiencia Mons. Montini, volviéndose hacia él y hacia
Mons. Castro Mayer que lo acompañaba le dijo: “Profesor, quiero que sepa
que la carta que le escribí no fue un mero documento de cortesía. Cada uno
de sus términos fue pesado atentamente. Tengo el placer de declararlo aquí,
en presencia de Mons. Mayer” 120.

118
Ibid.
119
En 1982 fue publicada en São Paulo (Ed. Artpress Papéis e Artes Gráficas) una colección completa
de los Ambientes, Costumbres, Civilizaciones, conteniendo 185 artículos.
120
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, “...E sobre ti está edificada a Igreja”, in “Catolicismo”, Nº 151, julio de 1963.

127
El Cruzado del Siglo XX

El Dr. Plinio volvió a Roma, y a Europa, en el verano de 1952. En esta


ocasión fue invitado por el Archiduque Otto de Habsburgo a almorzar en su
residencia, el castillo de Clairfontaine, en Francia 121. Hijo de los extraordi-
narios Emperadores Carlos y Zita, el joven Otto era un príncipe de gran
atractivo personal e inteligencia, pero que por sus opciones políticas termi-
nó decepcionando las esperanzas de muchos contra-revolucionarios 122.
Una gran afinidad de pensamiento unió, en cambio, a Plinio Corrêa de
Oliveira y el príncipe Don Pedro Enrique de Orleans y Braganza, Jefe de la
Casa Imperial brasileña 123. En sus viajes a São Paulo, Don Pedro Enrique
visitaba al “grupo de Catolicismo”, siempre acompañado de alguno de sus
hijos. Dos de éstos, Don Luis, el primogénito, y Don Bertrand, entraron a
formar parte del círculo de los discípulos del doctor Plinio. Por sus nombres
cargados de resonancias históricas, y por su piedad y vida ejemplar, llega-
rían a distinguirse rápidamente entre los miembros prominentes de “Catoli-
cismo” y, más tarde, de la TFP.
Desde 1953 el grupo de “Catolicismo” comenzó a promover “semanas de
estudio” para amigos y propagandistas del periódico, que llegaron a reunir
cientos de jóvenes de varios Estados del Brasil. En ese mismo año aparece
una importante Carta Pastoral sobre los Problemas del Apostolado Moder-
no 124, redactada por Mons. de Castro Mayer con la colaboración del Dr.

121
DL, Vol. II. p. 52.
122
Para tener un cuadro de sus ideas políticas, cfr. OTTO DE HABSBOURG-LORRAINE, L’idée impériale.
Histoire et avenir d’un ordre supranationale, con prefacio de PIERRE CHAUNU, Presses Universitaires
de Nancy, Nancy, 1989. Al Archiduque Otto, que en su obra critica “la vieja alianza del trono y del
altar” (p. 218) y niega la existencia de una amenaza islámica sobre Europa (pp. 207-209), le son
substancialmente ajenas las ideas de “Cristiandad” y de “Revolución”, propias de la visión contra-
revolucionaria.
123
Don Pedro Enrique de Orleans y Braganza (1908-1981), casado con la princesa María Isabel de
Baviera, tuvo doce hijos. El primogénito, Don Luis, nacido el 6 de junio de 1938, es el actual Jefe de
la Casa Imperial del Brasil y el legítimo heredero dinástico de los derechos a la Corona; en orden a la
sucesión le siguen el príncipe imperial Don Bertrand, nacido en 1941, y el príncipe Don Antonio,
nacido en 1950. Este último es casado con la princesa Cristina de Ligne, de la cual tuvo cuatro hijos,
que están a su vez en la línea de sucesión al trono de Brasil: Don Pedro Luis (1983), Don Rafael
(1986), Doña Amelia (1984) y Doña María Gabriela (1989) (Cfr. A. A. DOS SANTOS, Quem é quem na
Família Imperial, in Parlamentarismo sim!, Artpress, São Paulo, 1992, p. 259). “En el panorama
sombrío y amenazador en que se encuentra el País —escribe Armando Alexandre dos Santos— (...),
Don Luis no representa solamente las saudades de un pasado remoto y glorioso, al cual los historiado-
res serios hoy son unánimes en hacer justicia. Don Luis es también depositario de las esperanzas de
días mejores que aún pueden venir” (A Legitimidade monárquica no Brasil, cit., p. 38).
124
Cfr. MONS. ANTONIO DE CASTRO MAYER, Carta Pastoral sobre Problemas do Apostolado Moderno,

128
En defensa de la Acción Católica

Plinio. La misma constituyó uno de los primeros textos de formación para


los jóvenes que se sentían interpretados por las tesis del periódico.
Cuando, en enero de 1954, celebró el cuarto centenario de su fundación,
São Paulo era una ciudad de 2.700.000 habitantes, que se expandía a ritmo
vertiginoso. El 25 de enero, el arzobispo Mons. Carlos Carmelo de
Vasconcelos Motta inauguró en la “Plaza de la Sede” la nueva Catedral,
comenzada a construir cuarenta años antes por Mons. Duarte. En agosto del
mismo año, sucede al presidente suicida Getulio Vargas, tras la presidencia
provisional de João Café Filho, Juscelino Kubitscheck, el “presidente bossa
nova”, quien prometía realizar “50 años en 5” 125. “Catolicismo” buscaba
disipar esta atmósfera de optimismo superficial, denunciando la influencia
creciente del comunismo en Brasil y en el mundo, así como el aumento de la
inmoralidad, de la cual la epidemia mundial del “rock and roll” aparecía
como el síntoma más evidente 126. Subrayando los límites del anticomunismo
liberal 127, Plinio Corrêa de Oliveira continuaba señalando en el catolicismo
la única solución a los problemas del tiempo actual.
“¿Qué es el periódico «Catolicismo»? ¿Cuál es su lugar en la Casa de
Dios? Respondiendo a esta pregunta, habremos encontrado nuestro propio
lugar junto a Jesús”, escribía, comentando la adoración de los Reyes Ma-
gos en la Navidad de 1955. “Nuestra obra es principalmente de mirra. Pe-
riódico hecho para católicos militantes y practicantes..., queremos que
ellos sean una sal muy salada, una luz puesta en lo más alto de la montaña,
y muy brillante. Ése es, Señor, el sentido de nuestra cooperación. Éste es el
regalo de Navidad que hemos acumulado durante el año entero, para

contendo um catecismo de verdades oportunas que se opõem a erros contemporâneos, Boa Imprensa
Ltda., Campos, 1953.
125
Cfr. MARIA HELMA SIMÕES PAES, A década de 60, Editora Atica, São Paulo, 1993, 2a. ed., p. 31.
Sobre Juscelino Kubitschek (1902-1976), presidente entre 1956 y 1961, cfr. el vocablo por S. PANTOJA-
D. FLAKSMAN in DHBB, Vol. II, pp. 1698-1717. Cfr. también JUSCELINO KUBITSCHEK, Meu caminho
para Brasília: cinqüenta anos em cinco, Bloch Editores, Río de Janeiro, 1978; EDGAR CARONE, A
quarta República, Difel, São Paulo, 1980. Brasilia, la nueva capital, iniciada en 1955, fue inaugurada
por Kubitschek y por su vicepresidente João Goulart, el 21 de abril de 1960. Al lado de ellos estaba
Mons. Hélder Câmara, quien la exaltó como el “sueño realizado” (J. KUBITSCHEK, Por qué construí
Brasília, Bloch Editores, Río de Janeiro, 1975, pp. 284-285).
126
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Primeiro marco do ressurgimento contra-revolucionário, in “Catoli-
cismo”, Nº 86, febrero de 1958.
127
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O anti-comunismo e o Reino de Maria, in “Catolicismo”, Nº 62, febre-
ro de 1956, pp. 1-2; ID., Covadonga, monumento de uma epopéia negativista?, in “Catolicismo”, Nº
66, junio de 1956, pp. 1-2.

129
El Cruzado del Siglo XX

ofrecéroslo. Otros os darán el incienso de sus innumerables obras, capaces


de un bien inapreciable. Nosotros nos insertamos en esa gran obra que-
mando en abundancia, en el suelo bienamado del Brasil, la mirra austera
pero odorífera del «sí, sí; no, no»” 128.
En 1958, con la muerte de Pío XII, se cierra una época. “Catolicismo” no
defecciona, sin embargo, de la línea de absoluta fidelidad a la Tradición
católica que ya había sido la de “O Legionário”.
“Nuestro «leit-motiv» debe ser el de que para el orden temporal de Occi-
dente, fuera de la Iglesia no hay salvación. Civilización católica, apostóli-
ca, romana, totalmente tal, absolutamente tal, minuciosamente tal, es lo que
debemos desear. La bancarrota de los ideales políticos, sociales o cultura-
les intermedios ha quedado patente. No se hacen paradas en el camino de
vuelta hacia Dios: parar es retroceder, parar es hacer el juego de la confu-
sión. Nosotros sólo queremos una cosa: el catolicismo completo” 129.
La gran meta que Plinio Corrêa de Oliveira había indicado en el primer
número de la revista iluminaba el horizonte de los años que se avecinaban:
“Es ésta la finalidad, nuestro gran ideal. Caminamos hacia la civiliza-
ción católica que podrá nacer de las ruinas del mundo moderno, como de
las ruinas del mundo romano nació la civilización medieval. Caminamos
hacia la conquista de este ideal, con el coraje, la perseverancia, la decisión
de enfrentar y vencer todos los obstáculos, con la que los Cruzados
marchaban hacia Jerusalén. Porque, si nuestros predecesores supieron
morir para reconquistar el sepulcro de Cristo, ¿cómo no querremos noso-
tros —hijos de la Iglesia como ellos— luchar y morir para restaurar algo
que vale infinitamente más que el preciosísimo sepulcro del Salvador, esto
es, su Reino sobre las almas y sobre las sociedades, que Él ha creado y
salvado para que lo amen eternamente?” 130

128
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Apparuit benignitas et humanitas salvatoris nostri Dei, in “Catolicis-
mo”, Nº 60, diciembre de 1955.
129
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A grande experiência de 10 anos de luta, in “O Legionário”, Nº 666, 13
de mayo de 1945, después in “Catolicismo”, Nº 173, mayo de 1965.
130
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A Cruzada do Século XX, cit.

130
Capítulo IV

Revolución y Contra-Revolución
“Si la Revolución es el desorden,
la Contra-Revolución
es la restauración del Orden.
Y por Orden entendemos la paz de Cristo
en el Reino de Cristo.
O sea la Civilización Cristiana, austera y jerárquica,
fundamentalmente sacral,
antiigualitaria y antiliberal”.

1. “Doctor de la Contra-Revolución”

Revolución y Contra-Revolución, la obra inseparablemente ligada al nom-


bre de Plinio Corrêa de Oliveira, salió a luz en abril de 1959, por ocasión del
centésimo número de la revista “Catolicismo” 1 (*).
La palabra “Revolución”, que en su origen significaba el movimiento ce-
leste de los astros, asumió un nuevo significado en el siglo XVIII, sobre
todo después de la Revolución Francesa, que se convirtió en el arquetipo de
todas las revoluciones, incluso de aquellas que históricamente la precedie-
ron. El estudio de las revoluciones es hoy un tema de fondo del pensamiento
político 2. “Revolución —afirma el filósofo Augusto Del Noce— es la pala-

1
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolução e Contra-Revolução, Boa Imprensa Ltda., Campos, 1959. La
obra tuvo cinco ediciones en Brasil y numerosas en el mundo hispánico, en Francia, Estados Unidos,
Canadá, Italia, Alemania, Polonia, Rumania y Bielorrusia. Fue igualmente difundida en Australia,
Sudáfrica y Filipinas.
(*) N. del E. – En el año 2005 fue publicada la 1ª edición peruana de Revolución y Contra-Revolución
(Tradición y Acción por un Perú Mayor, Lima, 187 pgs.) como homenaje de sus discípulos peruanos
al ilustre autor, al cumplirse 10 años de su fallecimiento.
2
Cfr. entre otras obras JEAN BAECHLER, Les phénomènes révolutionaires, Presses Universitaires de
France, París, 1970; KARL GRIEWANK, Der neuzeitliche Revolutionsbegriff. Entsehung und Entwichung,

131
El Cruzado del Siglo XX

bra llave para entender nuestra época” 3 y “el análisis de la idea de revolu-
ción es el primer problema de la filosofía” 4. Guerra y revoluciones, obser-
vaba por su lado Hannah Arendt, son las constantes que “han determinado la
fisonomía del siglo veinte” 5. Pero, mientras las guerras constituyen uno de
los fenómenos más antiguos del pasado, “las revoluciones en sentido propio
no existían antes de la edad moderna y son el más reciente de todos los
grandes fenómenos políticos” 6.
Es con el iluminismo que el término “revolución” cambia de significado
y pasa a expresar un fenómeno ocurrido en determinada época, destinado a
condicionar en profundidad el curso de la Historia. Voltaire habla con fre-
cuencia de una “révolution des esprits”, una revolución de las mentes, de la
cual los filósofos, los llamados iluministas, estaban lanzando las semillas.
“Ella —escribe en 1769— ya está en curso desde hace 15 años; y en otros 15
años, después de una mañana tan bella, vendrá el mediodía” 7. De hecho,
este concepto de una verdadera y propia regeneración o palingenesia de la
sociedad asumió su significado moderno en virtud de lo sucedido en Francia
entre 1789 y 1795 8.
La Revolución, para Plinio Corrêa de Oliveira, no indica la subversión de
cualquier orden constituido, ni la Contra-Revolución constituye una genéri-

Europäsche Verlagsnstalt, Frankfurt am Main, 1969; ROMAN SCHNUR, Revolution und Weltzbürgerkrieg,
Duncker u. Hambolt, Berlín, 1983; CARLO MONGARDINI Y MARÍA LUISA MANISCALCO, L’Europa moder-
na e l’idea de Rivoluzione, Bulzoni, Roma, 1990; CHARLES TILLY, European Revolutions 1492-1992,
Blackwell, Oxford, 1993.
3
A. DEL NOCE, Lezioni sul marxismo, Giuffré, Milán, 1972, p. 8.
4
A. DEL NOCE, Tramonto o eclissi dei valori tradizionali, Rusconi, Milán, 1971, p. 156.
5
HANNAH ARENDT, On Revolution, Faber & Faber, Londres, 1963, p. 1.
6
Ibid., p. 1.
7
FRANÇOIS AROUET DE VOLTAIRE, carta del 2 de marzo de 1769, in Oeuvres, Société Literaire
Typographique, Kehl, 1785-1789, Vol. XLVI, p. 274.
8
Sobre la Revolución Francesa, además de la clásica síntesis de PIERRE GAXOTTE, La Révolution
Française (Complexe, Bruselas, 1988), cfr. las reediciones de los estudios de AUGUSTIN COCHIN (1876-
1916), La Révolution et la libre pensée, Copernic, París, 1976 (1924), y Les Sociétés de pensée et la
démocratie moderne, Copernic, París, 1978 (1925), que influenciaron la “revisión” histórica de FRANÇOIS
FURET, Penser la Révolution Française, Gallimard, París, 1988; F. FURET - MONA OZOUF (eds.),
Dictionnaire critique de la Révolution Française, Flammarion, París, 1988. Sobre los orígenes cultu-
rales: ERNST CASSIRER, Die Philosophie der Aufklärung, Mohr, Tubingen, 1932; P. HAZARD, La crise
de la conscience européene, cit.; ID., La pensée européene au XVIII siècle, de Montesquieu a Lessing,
3 vols., Boivin, París, 1946; DANIEL MORNET, Les origines intelectuelles de la Révolution, Colin,
París, 1933; BERNARD GROETHUYSEN, Philosophie de la Révolution Française, Gallimard, París, 1956.
Sobre el aspecto religioso, cfr. la importante obra de JEAN DE VIGUERIE, Christianisme et Révolution,
Nouvelles Éditions Latines, París, 1986.

132
Revolución y Contra-Revolución

ca actitud de reacción frente a una realidad a la cual se opone. Él quiere dar


a estos vocablos el sentido preciso que le dieron, desde la Revolución Fran-
cesa, el Magisterio Pontificio y el fecundo filón de pensamiento católico
que, inspirándose en ese Magisterio y a veces anticipándolo, fue llamado
“contra-revolucionario” 9.
El autor más conocido de dicha corriente es el pensador saboyano Conde
Joseph de Maistre 10, a quien se debe una de las primeras reflexiones sobre la
Revolución de 1789. Pero esta escuela de pensamiento tuvo una amplitud que
excede en mucho a los nombres de sus exponentes habitualmente menciona-
dos. Aún antes de de Maistre, el jesuita P. Pierre de Clorivière 11 intuyó la
profundidad de la Revolución Francesa, trazando de ella un sorprendente cua-
dro: “La Revolución que hemos visto desencadenarse —escribe en 1794—
presenta tres caracteres principales previstos por las Sagradas Escrituras: ella
ha sido imprevista, es grande, será general” 12. En esta línea de pensamiento se
encuentran, en el siglo XIX, autores como Louis de Bonald 13, Juan Donoso

9
Falta una exposición orgánica y profundizada del pensamiento de la Contra-Revolución católica;
tratan del asunto, con heterogeneidad de posiciones: FERNAND BALDENSPERGER, Le mouvement des
idées dans l’émigration française (1789-1815), Plon, París, 1925, 2 vol.; DOMINIQUE BAGGE, Les idées
politiques en France sous la Restauration, P.U.F., París, 1952; JEAN-JACQUES OECHSLIN, Le mouvement
ultra-royaliste sous la Restauration: son ideólogie et son action politique (1814-1830), Libraire générale
de Droit et de Jurisprudence, París, 1960; JACQUES GODECHOT, La Contre-Révolution, doctrine et action
(1789-1804), P.U.F., París, 1961; R. RÉMOND, Les droites en France, Aubier Montaigne, París, 1982;
STÉPHANE RIALS, Révolution et Contre-Révolution au XIX siècle, Albatros, París, 1987; E. POULAT,
Antireligion et Contre-Révolution, in ID., L’antimaçonnisme catholique, Berg International, París,
1994. Tiene además gran utilidad la serie de artículos escritos por el Prof. F. FURQUIM DE ALMEIDA en
“Catolicismo”, sección Os católicos franceses no século XIX, desde el Nº 1 (enero de 1951) hasta el
Nº 80 (agosto de 1957).
10
Los escritos del Conde JOSEPH DE MAISTRE (1753-1821) fueron recogidos en las Oeuvres complètes,
conteniendo sus obras póstumas y toda su correspondencia inédita (Vitte y Perroussell, Lyon, 1884-
1886, 14 vols.; ed. ne varietur, ibidem, 1924-1928). A pesar de la abundancia de la bibliografía sobre
el autor, falta un estudio exhaustivo sobre De Maistre. Para una introducción, cfr. la compilación
Joseph De Maistre tra illuminismo e restaurazione, LUIGI MARINO (ed.), Centro Studi Piamontesi,
Turín, 1975, y DOMENICO FISICHELLA, Il pensiero político di De Maistre, Latera, Roma-Bari, 1993.
11
Del Padre PIERRE JOSEPH PICOT DE CLORIVIÈRE (1735-1820), cfr. los Études sur la Révolution, in
Pierre de Clorivière, contemporain et juge de la Révolution, con introducción de RENÉ BAZIN, J. de
Gigord, París, 1926. Cfr. también el amplio vocablo de PIERRE MONIER-VINARD S.J., Clorivière, in
DSp, Vol. II (1953), cols. 974-979. El P. de Clorivière fue el último jesuita que pronunció sus votos
en Francia antes de la supresión de la Compañía de Jesús, y sería su restaurador después de 1814. Ha
sido introducida su causa de beatificación.
12
P. DE CLORIVIÈRE, Études sur la Révolution, cit., p. 115.
13
Sobre el Vizconde LUIS-AMBROIS DE BONALD (1754-1830), cuyas Oeuvres Complètes fueron publi-
cadas por Migne en tres volúmenes (París, 1859), cfr. la clásica obra de H. MOULINIÉ, De Bonald. La

133
El Cruzado del Siglo XX

Cortés 14, Karl Ludwig von Haller 15, el Cardenal Edouard Pie 16, el obispo Mons.
Charles Freppel 17 y, al inicio del siglo XX, Mons. Henri Delassus 18, valeroso
apologista que fue tenido en particular consideración por Plinio Corrêa de
Oliveira. Es necesario no olvidar, junto a estos autores, la enseñanza de los
Papas, sobre todo del Beato Pío IX y de San Pío X, cuya Carta Notre Charge
Apostolique, de 1910, que resume todo su pensamiento, puede ser definida,
según el benedictino D. Besse, “la Contra-Revolución en acto” 19.

vie, la carrière politique, la doctrine, F. Alcan, París, 1916; cfr. también MARY HALL QUINLAN, The
historical thought of the Vicomte de Bonald, Catholic University of America Press, Washington,
1953; ROBERT SPAEMANN, Der Ursprung der Soziologie aus dem Geist der Restauration. Studien über
L.G.A. de Bonald, Kõsel, Munich, 1959; C. CONSTANTIN, in DTC, vol. II, 1 (1910), cols. 958-961.
14
Sobre Juan Donoso Cortés, Marqués de Valdegamas (1809-1853), véase el estudio introductorio
que CARLOS VALVERDE añadió a su edición de las Obras Completas, BAC, Madrid, 1970, vol. I, pp. 1-
166 (con amplia bibliografía). La carta que Donoso Cortés dirigió al Cardenal Fornari el 19 de junio
de 1852 puede ser considerada uno de los más lúcidos manifiestos de la Contra-Revolución católica
del siglo XIX. El texto original está en J. DONOSO CORTÉS, Obras Completas, cit., vol. II, pp. 746-762.
15
KARL LUDWIG VON HALLER (1768-1854) es autor de Restauration der Staat-Wessenschaft, oder Thorie
des natürlich geselligen Zustands; der Chimãredes Kustlich-bürgerlichen entgegensetzt, Steiner,
Winterthur, 1816-1843, 6 vol. Cfr. más recientemente La Restaurazione della Scienza política, de
MARIO SANCIPRIANO, Utet, Turín, 1963-1976, 3 vol. Sobre Haller, véase también MICHEL DE PREUX,
Charles Louis de Haller. Un légitimiste suisse, A la Carte, Sierre, 1996.
16
Sobre el Card. EDOUARD-LOUIS PIE (1815-1880), cfr. Les Oeuvres de Monseigneur l’Évêque de
Poitiers (10 ediciones, siendo la última de ellas de J. Ledars, París, 1890-94, 10 vol.). Cfr. también
Mons. LOUIS BAUNARD, Histoire du Cardinal Pie, Évêque de Poitiers, Oudin, Poussielgue, 1886, 2
vols., y los estudios de ETIENNE CATTA, La doctrine politique et sociale du Cardinal Pie, Nouvelles
Editions Latines, París, 1959, y de THÉOTIME DE SAINT-JUST, La royauté sociale de Notre-Seigneur
Jésus Christ, d’aprés le Cardinal Pie, Ed. Sainte Jeanne d’Arc, Chiré-en-Montreuil, 1988.
17
Mons. CHARLES FREPPEL (1827-1891) fue consultor del Concilio Vaticano I, en el que sostuvo la
infalibilidad pontificia, y desde 1869 Obispo de Angers, donde fundó en 1875 la Universidad Católi-
ca. Cfr. sus Oeuvres polémiques, in 10 vol. (Palme, París, 1874-1878) y La Révolution Française,
Trident, París, 1987 (1889).
18
Mons. HENRI DELASSUS (1836-1921), ordenado sacerdote en 1862, ejerció el ministerio en la ciudad
de Lille, donde desde 1874 fue propietario, director y principal redactor de la Semana religiosa de la
diócesis de Cambrai, que al crearse la diócesis de Lille tomó el nombre de esta última, y lo proyectó
como “uno de los baluartes de la lucha contra el liberalismo, el modernismo y todas las formas de
conspiración mundial anticristiana” (E. POULAT, Intégrisme et Catholicisme intégral, Casterman,
Tournai, 1969, pp. 258-259). Formó parte del Sodalitium Pianum y San Pío X lo elevó a Prelado
Doméstico en 1904, a Protonotario Apostólico en 1911 y al cargo de decano del capítulo de la Cate-
dral de Lille en 1914, reconociendo, por ocasión de su jubileo sacerdotal, el celo con que defendió la
doctrina católica (Actes de Pie X, Maison de la Bonne Presse, París, 1936, t. VII, p. 238). Sus princi-
pales obras son Il problema dell’ora presente, cit., después reformulado en La conjuration
antichrétienne: le temple maçonnique voulant s’élever sur les ruines de l’Église catholique, Desclée,
París, 1910, 3 vol., con una carta-prefacio del Cardenal Merry del Val.
19
Don JEAN MARTIAL BESSE, L’Église et les libertés, Nouvelle Libraire Nationale, París, 1913, p. 53.

134
Revolución y Contra-Revolución

El pensamiento de los contra-revolucionarios, en este sentido, está empa-


rentado pero se distingue del de los conservadores 20, que tienen en Edmund
Burke 21 a su precursor; y se entrelaza, en cambio, con el de los llamados
“ultramontanos”, adversarios del liberalismo católico e intransigentes de-
fensores del Primado pontificio en el siglo XIX, tales como Louis Veuillot 22
en Francia, San Antonio María Claret 23 en España y, en Inglaterra, los gran-
des convertidos como el Cardenal Henry Edward Manning 24 y el P. Frederick
William Faber 25.
A tantos nombres de representantes intelectuales es necesario agregar por
lo menos el de un estadista que simboliza la Contra-Revolución católica en
el siglo XIX: el Presidente del Ecuador D. Gabriel García Moreno 26, cuya
figura es rica en analogías con la de Plinio Corrêa de Oliveira.

20
Cfr. PIETER VERECK, Conservatism, in EB, vol. 27 (1986), pp. 476-484; ID., Conservatism from John
Adams to Churchill, Greenwood Press, Westport, 1978; Conservatism in Europe, 1770-1945, Thames
and Hudson, Londres, 1977; RUSSELL KIRK, The conservative mind; from Burke to Elliot, Regnery
Gateway, Washington D.C., 1986 (1953).
21
El nacimiento oficial del conservadorismo internacional se remonta a la publicación en 1790 de la
obra de EDMUND BURKE (1729-1797) Reflections on the Revolution in France. Sobre Burke, la literatura
es vastísima. Nos limitamos a señalar las obras de ALFRED COBBAN, Edmund Burke and the revolt against
the Eighteen Century, Allen and Unwin, Londres, 1978 (reimpresión de la edición de 1929), y The
Debate on the French Revolution (1789-1800), Adam and Charles Black, Londres, 1960, 2ª ed., y re-
cientemente CRAWFORD B. MACPHERSON, Burke, Oxford University Press, Nueva York, 1980; MICHAEL
FREEMAN, Edmund Burke and the critique of political redicalism, Basil Blackwell, Oxford, 1980.
22
Sobre LOUIS VEUILLOT, cfr. nota 41 del cap. II, y entre las obras, L’illusion libérale, in Oeuvres, cit.,
vol. 10, pp. 315-361.
23
SAN ANTONIO MARÍA CLARET (1807-1870). Fundador de la Congregación Misioneros Hijos del Co-
razón Inmaculado de María, Arzobispo de Santiago de Cuba (1849-1857), confesor de la Reina Isabel
II en Madrid, y más tarde uno de los protagonistas del Concilio Vaticano I, en el cual defendió la
infalibilidad pontificia. Fue beatificado por Pío XI en 1934 y canonizado por Pío XII el 7 de mayo de
1950. Cfr. Escritos autobiográficos y espirituales, BAC, Madrid, 1959, y el vocablo de JOSÉ MARÍA
VIÑAS, in BSS, vol. II, (1962), cols. 205-210.
24
Sobre el Cardenal Henry Edward Manning (1808-1892), cfr. DAVID NEWSOME, The convert Cardinals:
John Henry Newman and Henry Edward Manning, Murray, Londres, 1993.
25
Sobre el Padre oratoriano Frederick William Faber (1814-1863), cfr. RONALD CHAPMAN, Father
Faber, Burns and Oates, Londres, 1961.
26
Gabriel García Moreno (1821-1875), durante su mandato presidencial concluyó un concordato con
la Santa Sede (1863) que es considerado el modelo de los concordatos católicos del siglo XIX, y
consagró la República del Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús (1873). “Su existencia fue una con-
tinua batalla contra las fuerzas políticas adversas tendientes a la descristianización, y por eso fue
objeto de un odio profundo por parte de los enemigos que lo hicieron asesinar a la entrada de la
Catedral de Quito” (SILVIO FURLANI, sub voce, in DTC, Vol. V, 1950, col. 1936). Cfr. también P.
ALPHONSE BERTHE, García Moreno, Président de l’Équateur, vengeur et martyre du droit chrétien,
Téqui, París, 1926, 2 vols.

135
El Cruzado del Siglo XX

Revolución y Contra-Revolución se inscribe, por lo tanto, en un filón ca-


tólico que marca con su propia historia y fisonomía la Historia moderna.
Esta línea de pensamiento está caracterizada por una integral adhesión al
Magisterio Pontificio en todas sus expresiones, y por una reflexión en pro-
fundidad acerca del proceso histórico iniciado con la Revolución Francesa.
La obra de Plinio Corrêa de Oliveira, sin embargo, no es una repetición del
pensamiento contra-revolucionario precedente, sino su genial reelaboración
y desarrollo, que hace del autor un auténtico maestro de esta escuela en el
siglo XX. Él, de hecho, por un lado reelaboró y sistematizó, con una extraor-
dinaria capacidad de síntesis, el pensamiento precedente; y por otro lado lo
enriqueció con dimensiones nuevas e inexploradas.

2. La Cristiandad en el Magisterio Pontificio

Revolución y Contra-Revolución se fundamenta sobre un presupuesto his-


tórico y filosófico en plena armonía con el Magisterio de la Iglesia: la nece-
sidad de conformar a la ley de Cristo, no sólo los individuos particulares,
sino también las sociedades y los Estados, sobre los cuales se ejerce la ex-
clusiva soberanía del Redentor. Fruto de esta obra de cristianización de la
vida social es la Civilización Católica 27. “La civilización católica —afirma
el pensador brasileño— está para la Iglesia como el agua está para la fuen-
te, o la luz para el foco que la irradia” 28. Para él, los pueblos cristianos
forman una auténtica familia en el sentido más genuino del término. Como
la familia, también la Cristiandad está unida por una comunidad de vida: la

27
Sobre la Cristiandad medieval y la idea de Cristiandad en general, cfr. BERNARD LANDRY, L’idée de
chrétienté chez les scholastiques du XIII siècle, París, 1929; ALOIS DEMPF, Sacrum Imperium, Oldenburg,
Munich-Berlín, 1929; CHRISTOPHER DAWSON, The making of Europe: an introduction to the history of
European unity, Sheed & Ward, Londres, 1932; JEAN RUPP, L’idée de chrétienté dans la pensée
Pontificale des origines à Innocent III, Les Presses Modernes, París, 1939; RAOUL MANSELLI, La
“cristianitas” medievale de fronte all’eresia, in VITTORE BRANCA, Conceto, storia, miti e immagini
del medioevo, Sansoni, Florencia, 1973, pp. 91-133; LUIGI PROSDOCIMI, Cristianità medievale e unità
giuridica auropea, in Aa. Vv., Storia d’Itália. Dalla civiltà latina alla nostra Repubblica, De Agostini,
Novara, 1980, vol. IV, pp. 288-312, con amplia bibliografía. Para una visión de conjunto de la civi-
lización medieval, cfr. también HILLAIRE BELLOC, Europe and the Faith, con una introducción de
DOUGLAS WOODRUF, Burns & Oates, Londres, 1962 (1920); RAFAELLO MORGHEN, Medioevo cristiano,
Laterza, Bari, 1962; GIORGIO FALCO, La santa romana repubblica. Profilo storico del Medioevo,
Ricciardi, Milán-Nápoles, 1968; LEOPOLD GENICOT, Le Moyen Age, Casterman, Tournai, 1978 (3ª ed.).
28
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O crime de Hitler, in “O Legionário”, Nº 547, 31 de enero de 1943; cfr.
también Civilização cristã, in “O Legionário”, Nº 546, 24 de enero de 1943.

136
Revolución y Contra-Revolución

vida sobrenatural, que hace de cada fiel un hijo adoptivo de Cristo. “El con-
cepto de Cristiandad es una proyección, en el campo natural, de aquella
gran realidad sobrenatural que es el Cuerpo Místico de Nuestro Señor Je-
sucristo” 29.
San Pío X, en la Encíclica Il fermo propósito del 11 de junio de 1905,
había reafirmado que “la civilización del mundo es la Civilización Cristia-
na, tanto más verdadera, más durable, más fecunda en frutos preciosos, cuanto
más puramente cristiana” 30. Y en la Carta Notre Charge Apostolique del 25
de agosto de 1910, recordaba:
“No se debe inventar la civilización, ni se debe construir la nueva socie-
dad en las nubes. Ella ha existido y existe: es la Civilización Cristiana, es la
sociedad católica. No se trata sino de instaurarla y restaurarla incesantemen-
te en sus fundamentos naturales y divinos, contra los ataques siempre
renacientes de la malsana utopía, de la rebelión y de la impiedad: Omnia
instaurare in Christo (Ef. I, 10)” 31.
La Civilización Cristina, enseña a su vez León XIII, tuvo su concreta
expresión histórica en la Cristiandad Medieval.
“Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados.
En esa época la influencia de la sabiduría cristiana y su virtud divina pene-
traban las leyes, las instituciones, las costumbres de los pueblos, todas las
categorías y todas las relaciones de la sociedad civil. Entonces la Religión
instituida por Jesucristo, sólidamente establecida en el grado de dignidad
que le es debido, era floreciente en todas partes gracias al favor de los prín-
cipes y a la protección legítima de los magistrados. Entonces el Sacerdocio
y el Imperio estaban ligados entre sí por una feliz concordia y por la permuta
amistosa de buenos oficios. Organizada así, la sociedad civil dio frutos su-
periores a toda expectativa, cuya memoria subsiste y subsistirá, consignada
como está en innumerables documentos que ningún artificio de los adversa-
rios podrá corromper u oscurecer” 32.
“Esta luminosa realidad —comenta Plinio Corrêa de Oliveira— hecha de
un orden y perfección antes sobrenatural y celestial que natural y terreno, que
se llamó Civilización Cristiana, es producto de la cultura cristiana, que a su

29
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Cristandade, in “O Legionário”, Nº 732, 18 de agosto de 1946.
30
S. PÍO X, Encíclica Il fermo proposito, in AAS, vol. 37 (1905), p. 745.
31
S. PÍO X, Carta Notre Charge Apostolique, del 25 de agosto de 1910, cit., p. 612.
32
LEÓN XIII, Encíclica Immortale Dei, del 1 de noviembre de 1885, in AAS, vol. XVIII (1885), p. 169.

137
El Cruzado del Siglo XX

vez es hija de la Iglesia Católica” 33. La Cristiandad medieval fue, por lo tanto,
la sociedad humana que en el curso de la Historia realizó el ideal católico con
mayor perfección. Si Maritain escribió que “existe una sola Iglesia; pueden
existir civilizaciones cristianas, cristiandades diversas” 34, el pensador brasi-
leño, al contrario, afirma con vigor que la Cristiandad “no ha sido un orden
cualquiera, posible como serían posibles muchos otros órdenes. Fue la rea-
lización, en las circunstancias inherentes a los tiempos y lugares, del único
orden verdadero entre los hombres, o sea la civilización cristiana” 35.
El origen del término “Edad Media” y del respectivo concepto 36 se rela-
ciona con una visión historiográfica que pretendía caracterizar todo un milenio
de Historia occidental como una larga “noche”, un tenebroso paréntesis en-
tre la “luz” del mundo pagano y el “renacimiento” de la Edad Moderna. Tal
concepción, ya presente en Petrarca 37 y en el humanismo italiano, será adop-
tada por los iluministas en el siglo XVIII. De esa manera, como observa
Eugenio Garin, “el contraste entre la época oscura y el renacimiento
iluminante alimentaría una polémica de casi cuatro siglos, desde el siglo
XIV al XVIII, vinculando de manera ideal el Humanismo al Iluminismo” 38.
La “leyenda negra” sobre la Edad Media, que la historiografía marxista
quiso revivir, se ha derrumbado definitivamente, y hoy ningún historiador
serio aceptaría considerar el Medioevo como un paréntesis de tenebrosa bar-

33
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A Cruzada do Século XX, cit.
34
J. MARITAIN, Humanisme intégral, cit., p. 442.
35
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, 1ª ed. peruana, Tradición y Acción
por un Perú Mayor, Lima, 2005, p. 62.
36
G. L. BURR, How the Middle Ages got their name, in “American Historical Review”, vol. 18 (1911-
1912), pp. 710 ss.; ETIENNE GILSON, Notes sur une frontière contestée, in “Archives d’histoire doctrinale
et literaire du Moyen Age”, vol. 25 (1958), p. 65; LUDOVICO GATTO, Viaggio intorno al concetto di
Medioevo, Bulzoni, Roma, 1977; PIETRO ZERBI, Il medioevo nella storiografia degli ultimi vent’anni,
Vita e Pensiero, Milán, 1985.
37
Francisco Petrarca fue el primero en cavar un surco entre la edad “antigua”, romana, y la edad
“nueva” que sucedía a la Edad Media (cfr. Epistolae de rebus familiaribus, VI, 2; XX, 8 etc.,). WALLACE
K. FERGUSON, in Il Rinascimento nella critica storica (tr. it. Il Mulino, Bolonia, 1968, pp. 20-23), lo
considera “el primer formulador de aquel concepto de los «tiempos oscuros», que estaba destinado a
dominar durante siglos la interpretación de la Edad Media y a proveer el fondo negro sobre el cual se
haría brillar la luz del Renacimiento” (p. 21); cfr. también THEODOR F. MOMMSEN, Petrarch’s conception
of the “Dark Ages”, in Medieval and Renaissance Studies, bajo la dirección de E. F. RICE JR., Cornell
University Press, Nueva York, 1959, pp. 226-242; EUGENIO GARIN, Rinascite e Revoluzioni. Movimenti
culturali dal XIV al XVIII secolo, Laterza, Bari, 1976, pp. 4-47.
38
E. GARIN, Rinascite e rivoluzioni, cit., p. 15.

138
Revolución y Contra-Revolución

barie 39. El término Edad Media ha perdido toda connotación semántica de


signo negativo, para indicar simplemente la época histórica en la cual toda
la sociedad, en sus instituciones, en sus leyes, en sus costumbres, se dejó
modelar por la Iglesia Católica. Por esto Benedicto XV definió a la Europa
medieval como una civilización homogénea, dirigida por la Iglesia 40, y Pío
XII afirma que “es justo reconocer a la Edad Media y a su mentalidad, una
nota de auténtica catolicidad: la certeza indiscutible de que la religión y la
vida forman, en la unidad, un todo indisoluble” 41.
Toda la sociedad medieval se conformaba armónicamente al orden natu-
ral dispuesto por el mismo Dios al crear el universo, y al orden sobrenatural
inaugurado con la Redención e inspirado por la Iglesia. Fue ésta la gran
civilización que emergió lenta pero vigorosamente del caos de la época bár-
bara, bajo el influjo de las energías naturales y sobrenaturales de los pueblos
bautizados y ordenados a Cristo.
“La conversión de los pueblos occidentales —escribe Plinio Corrêa de
Oliveira— no fue un fenómeno superficial. El germen de la vida sobrenatu-
ral penetró en el meollo mismo de su alma y fue gradualmente configurando
a semejanza de Nuestro Señor Jesucristo el espíritu otrora rudo, lascivo y
supersticioso de las tribus bárbaras. La sociedad sobrenatural —la Igle-
sia— extendió así sobre toda Europa su tejido jerárquico y, desde las nebli-
nas de Escocia hasta las pendientes del Vesubio fueron floreciendo las dió-
cesis, los monasterios, las iglesias catedrales, conventuales o parroquiales,
y alrededor de ellas los rebaños de Cristo. (...) Por la fuerza de estas ener-
gías humanas revitalizadas por la gracia, nacieron reinos y estirpes nobles,
costumbres corteses y leyes justas, las corporaciones y la caballería, la es-
colástica y las universidades, el estilo gótico y el canto de los bardos” 42.

39
MARCO TANGHERONI, La «leggenda nera» sul Medioevo, in “Cristianità”, Nº 34-35, febrero-marzo
de 1978, pp. 6-9; RÉGINE PERNOUD, Lumière du Moyen Age, Grasset, París, 1944; ID., Pour en finir
avec le Moyen Age, Seuil, París, 1977; RAYMOND DELATOUCHE, La chrétienté médievale, Téqui, París,
1989; JACQUES HEERS, Le Moyen Age, une imposture. Vérités et légendes, Perrin, París, 1993.
40
BENEDICTO XV, Encíclica Pacem Dei munus del 23 de mayo de 1920, in AAS, vol. 12 (1920), p.
216.
41
“Nosotros —afirmó por su parte JUAN PABLO II— somos aún los herederos de largos siglos en los
cuales se formó en Europa una Civilización inspirada por el cristianismo. (...) En la Edad Media, con
cierta cohesión del continente entero, Europa construye una Civilización luminosa de la cual perma-
necen muchos testimonios” (Discurso a la CEE, en Bruselas, 21 de mayo de 1985, in “L’Osservatore
Romano”, 22 de mayo de 1985).
42
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A grande experiência de 10 anos de luta, cit.

139
El Cruzado del Siglo XX

¿Cuáles fueron las causas de la decadencia de la Civilización medieval?


León XIII en la Encíclica Immortale Dei escribe que “el funesto y deplora-
ble espíritu de novedades suscitado en el siglo XVI, comenzó por convul-
sionar la religión, pasó después naturalmente de ésta al campo filosófico, y
de allí a todos los órdenes del Estado” 43. El ámbito religioso, junto con el
intelectual y el sociopolítico, son los tres campos alcanzados por el proceso
de disolución que el Papa denomina “Derecho nuevo”. Se trata de un “ene-
migo” declarado de la Iglesia y de la Cristiandad, el cual, a su vez, es descri-
to por Pío XII en estos términos:
“Él se encuentra en todo lugar y en medio de todos: sabe ser violento y
astuto. En estos últimos siglos intentó realizar la disgregación intelectual,
moral, social de la unidad en el organismo misterioso de Cristo. Quiso la
naturaleza sin la gracia, la razón sin la fe; la libertad sin la autoridad; a
veces, la autoridad sin la libertad. Es un «enemigo» que se volvió cada vez
más concreto, con una ausencia de escrúpulos que aún sorprende: ¡Cristo sí,
la Iglesia no! Después: ¡Dios sí, Cristo no! Finalmente el grito impío: Dios
está muerto; y hasta Dios jamás existió. Y he ahí, ahora, la tentativa de
edificar la estructura del mundo sobre bases que no dudamos en señalar
como las principales responsables por la amenaza que pesa sobre la humani-
dad: una economía sin Dios, un derecho sin Dios, una política sin Dios” 44.
Tal enemigo constituiría el objeto específico del estudio de Plinio Corrêa
de Oliveira que, después de haber puesto a luz la naturaleza y los modos de
acción del adversario, propondrá las líneas de una eficaz reacción para ani-
quilarlo y restaurar la Civilización Cristiana.
Sintetizando la naturaleza del antagonismo irreductible entre la Iglesia y
su mortal adversario, escribe:
“Este enemigo terrible tiene un nombre: se llama Revolución. Su causa
profunda es una explosión de orgullo y sensualidad que inspiró, no diría-
mos un sistema, sino toda una cadena de sistemas ideológicos. De la amplia
aceptación dada a éstos en el mundo moderno, derivaron las tres grandes
revoluciones de la Historia de Occidente: la seudo-Reforma, la Revolución
Francesa y el Comunismo” 45.

43
LEÓN XIII, Encíclica Immortale Dei, in IP, La pace interna delle nazioni, cit.
44
PÍO XII, Dicurso Nel contemplare del 12 de octubre de 1952, in DR, vol. XIV, p. 359.
45
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., pp. 31-32

140
Revolución y Contra-Revolución

3. La gran crisis del Occidente cristiano

Revolución y Contra-Revolución presenta, ante todo, un cuadro de nues-


tra época que se resume en una palabra dramáticamente actual hoy en día:
crisis 46.
“Las muchas crisis que conmueven el mundo de hoy —del Estado, de la
familia, de la economía, de la cultura, etc.— no constituyen sino múltiples
aspectos de una sola crisis fundamental, que tiene como campo de acción al
propio hombre. En otros términos, esas crisis tienen su raíz en los proble-
mas del alma más profundos, de donde se extienden a todos los aspectos de
la personalidad del hombre contemporáneo y a todas sus actividades” 47.
Por lo tanto, en el centro de la obra del Dr. Plinio está el hombre, criatura
racional compuesta de alma y cuerpo, víctima hoy de una crisis profunda.
Aunque muchos son los factores que configuran dicha crisis, ella conser-
va siempre cinco caracteres esenciales:
1. es universal, pues no existe pueblo que no haya sido afectado por ella
en mayor o menor medida.
2. es una, en el sentido que no existe una pluralidad de crisis autónomas,
sin nexo entre sí, sino que una misma crisis afecta hoy al conjunto de
lo que en el pasado fue la Cristiandad.
3. es total, porque se desenvuelve en una zona de problemas tan profunda
que se extiende a todas las potencias del alma y a todos los campos de
acción del hombre.
4. es dominante, porque ella es como una reina que guía fuerzas y acon-
tecimientos aparentemente caóticos.
5. es un proceso, esto es, un largo sistema de causas y de efectos, nacidos
en las zonas más profundas del alma y de la cultura occidental, que
desde el siglo XV hasta nuestros días van produciendo sucesivas con-
vulsiones.

46
“En nuestros días —afirmó Juan Pablo II en Santo Domingo, el 12 de octubre de 1992— se percibe
una crisis cultural de proporciones insospechables. Por cierto el sustrato cultural de hoy presenta un
buen número de valores positivos, muchos de ellos fruto de la evangelización; pero al mismo tiempo
eliminó valores religiosos fundamentales e introdujo concepciones engañosas, que no son aceptables
desde el punto de vista cristiano” (JUAN PABLO II, Discurso Nueva evangelización, Promoción huma-
na, Cultura cristiana. Jesucristo ayer, hoy y siempre del 12 de octubre de 1992, in suppl. de
“L’Osservatore Romano” Nº 238, 14 de octubre de 1992, IV, pp. 21-22).
47
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 37.

141
El Cruzado del Siglo XX

4. Las etapas históricas de la Revolución

Las etapas históricas de este proceso multisecular son las tres grandes revo-
luciones de la Historia de Occidente: el protestantismo, la Revolución France-
sa y el comunismo. Plinio Corrêa de Oliveira resume así este proceso:
“La Seudo-Reforma fue una primera revolución. Ella implantó el espíritu
de duda, el liberalismo religioso y el igualitarismo eclesiástico, en medida
variable según las diversas sectas a que dio origen 48.
“Le siguió la Revolución Francesa, que fue el triunfo del igualitarismo
en dos campos. En el campo religioso, bajo la forma del ateísmo,
especiosamente rotulado de laicismo. Y en la esfera política, por la falsa
máxima de que toda desigualdad es una injusticia, toda autoridad un peli-
gro, y la libertad el bien supremo 49.
3) El comunismo es la transposición de estas máximas al campo social y
económico” 50.
Los orígenes de este proceso, para Plinio Corrêa de Oliveira, se remontan
al siglo XIV, cuando se inicia en la Europa cristiana una transformación de
mentalidades que en el curso del siglo XV se vuelve cada vez más nítida.
“El apetito de los placeres terrenos se va transformando en ansia. Las
diversiones se van volviendo más frecuentes y más suntuosas. Los hombres
se preocupan cada vez más con ellas. En los trajes, en las maneras, en el

48
Para el estudio del protestantismo, continúa siendo fundamental la crítica de JAIME BALMES, El
protestantismo comparado con el catolicismo, BAC, Madrid, 1967, 2 vol. (1842-1844). El desarrollo
del protestantismo puede ser seguido sobre todo en las sectas inglesas del siglo XVII y en el movi-
miento que desembocó en la Revolución Inglesa. Para Plinio Corrêa de Oliveira, la Revolución ingle-
sa del siglo XVII ocupa un lugar saliente en la trágica historia de la crisis de Occidente: “En ese
sentido, con las variantes que siempre existen cuando la historia parece repetirse, Carlos I es verda-
deramente una prefigura de Luis XVI, Cromwell un precursor de Robespierre o Saint-Just, y la Revo-
lución inglesa una «avant-première» de la Revolución Francesa” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Figu-
ras que encarnam concepções de vida, in “Catolicismo”, Nº 77, Mayo de 1957). Sobre las sectas
protestantes in genere, cfr. R. DE MATTEI, Alta ruet Babylon. L’Europa settaria del cinquecento, IPL,
Milán, 1997. Entre los más lúcidos críticos de la Revolución Francesa, no faltan autores protestantes.
Cfr. Aa. Vv., Révolution et Christianisme. Une appréciation chrétienne de la Révolution française,
L’Age d’Homme, Lausana, 1992 y especialmente JEAN-MARC BERTHOUD, La Révolution française et
les révolutions, pp. 114-163.
49
Para un panorama de la Revolución Francesa, vista en su esencia y en sus verdaderas causas, a la luz
del pensamiento de Plinio Corrêa de Oliveira, cfr. Despreocupados... rumo à Guilhotina. A
autodemolição do Ancien Régime, Ed. Brasil de Amanhã, São Paulo, 1993.
50
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., pp. 31-32.

142
Revolución y Contra-Revolución

lenguaje, en la literatura y en el arte el anhelo creciente por una vida llena


de deleites de la fantasía y de los sentidos va produciendo progresivas ma-
nifestaciones de sensualidad y molicie. Hay una paulatina mengua de la
seriedad y de la austeridad de los antiguos tiempos. Todo tiende a lo risue-
ño, a lo gracioso, a lo festivo. Los corazones se desprenden gradualmente
del amor al sacrificio, de la verdadera devoción a la Cruz y de las aspira-
ciones de santidad y vida eterna. La Caballería, otrora una de las más altas
expresiones de la austeridad cristiana, se vuelve amorosa y sentimental; la
literatura de amor invade todos los países; los excesos del lujo y la conse-
cuente avidez de lucros se extienden por todas las clases sociales” 51.
Este clima moral contenía la aspiración de un orden de cosas fundamen-
talmente distinto al medieval. Es en este estado de alma, en estas “tenden-
cias”, que se generaron los grandes errores doctrinales y las convulsiones
históricas de los siglos subsiguientes.

5. Las profundidades de la Revolución

El pensador brasileño distingue en la Revolución tres profundidades que,


cronológicamente, hasta un cierto punto se interpenetran.
La dimensión más profunda es la de las tendencias. Cuando las tenden-
cias desordenadas del hombre se rehúsan a conformarse con un orden de
cosas que debería guiarlas y corregirlas, comienzan a modificar las mentali-
dades, los modos de ser, las costumbres y las expresiones artísticas.
De estos estratos profundos, la crisis pasa al terreno ideológico. Es la
revolución en las ideas. El Dr. Plinio recuerda la frase de Paul Bourget en su
célebre obra Le dèmon du midi: “Es necesario vivir como se piensa, so pena
de, tarde o temprano, acabar pensando como se vive” 52. Inspiradas por el
desarreglo de las tendencias rebeldes, hacen eclosión doctrinas nuevas. És-
tas procuran a veces, al inicio, un modus vivendi con las antiguas, y se ex-
presan de modo que mantienen con ellas un simulacro de armonía que, sin
embargo, habitualmente no tarda en transfomarse en lucha declarada.
La revolución en los hechos sucede a la revolución en las ideas cuando
éstas pasan a producir, por medios cruentos o incruentos, la transformación

51
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., pp. 40-41.
52
PAUL BOURGET, Le démon du midi, Libraire Plon, París, 1914, vol. II, p. 375.

143
El Cruzado del Siglo XX

de las instituciones, de las leyes y de las costumbres, tanto en la esfera reli-


giosa cuanto en la sociedad temporal 53.

6. El papel de las pasiones en el proceso revolucionario

El proceso revolucionario, considerado en su conjunto como en sus prin-


cipales episodios, es visto por el pensador brasileño como el desarrollo por
etapas, y a través de continuas metamorfosis, de algunas tendencias desarre-
gladas del hombre occidental y cristiano, y de los errores y movimientos que
éstas fomentan.
La causa más profunda de este proceso es, para Plinio Corrêa de Oliveira,
una explosión de orgullo y de sensualidad que inspiró toda una cadena de
sistemas ideológicos y una serie de acciones derivadas de ellos.
“El orgullo conduce al odio a toda superioridad, y, por tanto, a la afir-
mación de que la desigualdad es en sí misma, en todos los planos, inclusive
y principalmente en los planos metafísico y religioso, un mal. Es el aspecto
igualitario de la Revolución.
“La sensualidad, de suyo, tiende a derribar todas las barreras. No acepta
frenos y lleva a la rebeldía contra toda autoridad y toda ley, sea divina o
humana, eclesiástica o civil. Es el aspecto liberal de la Revolución.
“Ambos aspectos, que en último análisis tienen un carácter metafísico,
parecen contradictorios en muchas ocasiones, pero se concilian en la uto-
pía marxista de un paraíso anárquico en que una humanidad altamente
evolucionada y «emancipada» de cualquier religión, viviría en profundo
orden sin autoridad política, y en una libertad total de la cual, sin embargo,
no derivaría ninguna desigualdad” 54.
Los autores contra-revolucionarios del siglo XIX, como de Maistre, de
Bonald y Donoso Cortés, describieron bastante bien la Revolución en su
secuencia de errores doctrinales. Lo que caracteriza la obra de Plinio Corrêa
de Oliveira es, en cambio, la atención dada a los factores “pasionales”, y a la
influencia de éstos sobre los aspectos estrictamente ideológicos del proceso
revolucionario 55.

53
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., pp. 50-51
54
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 31.
55
H.-D. NOBLE, Passions, in DTC, Vol. XI, 2 (1932), cols. 2211-2241; AIMÉ SOLIGNAC, Passions et vie
spirituelle, in DSp, vol. XII, I (1984), cols. 339-357. Las pasiones pueden ser entendidas en sentido

144
Revolución y Contra-Revolución

Conformándose a la costumbre de diversos autores espirituales, cuando


habla de “pasiones” como causales de la Revolución, el autor se refiere a las
pasiones desordenadas del alma humana 56. Y, de acuerdo con el lenguaje
corriente, incluye en las pasiones desordenadas todos los impulsos al peca-
do existentes en el hombre como consecuencia del pecado original y de la
triple concupiscencia denunciada en el Evangelio: la de la carne, de los ojos
y la soberbia de la vida 57.
La Revolución tiene, pues, su primer origen y su más íntima fuerza
propulsora en las pasiones desordenadas. Como los huracanes y los cataclis-
mos, éstas tienen una fuerza inmensa, pero para destruir 58.

7. Las velocidades de la Revolución

El proceso revolucionario se manifiesta con dos velocidades diferentes.


La primera, rápida, está destinada a un aparente fracaso, al menos en el
plano inmediato. La segunda, mucho más lenta, generalmente ha sido coro-
nada por el éxito.
Se desarrollan en la primera velocidad los movimientos revolucionarios
más radicales, como los anabaptistas del siglo XVI y las corrientes jacobinas

metafísico (cfr. S. TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologica, I-IIae, q. 23 art. 2-4) y en un sentido psico-
lógico. Noble define la pasión como “un acto único del apetito sensitivo, que comprende esencial-
mente una tendencia afectiva y una reacción psicológica” (col. 2215). Cfr. también GÉRARD BLAIS,
Petit traité practique des passions humaines, Editions Paulines, Sherbrooke (Canadá), 1976; ANTOINE
EYMIEU, Le gouvernement de soi-même. Essai de psychologie practique, Perrin, París, 1910. Indagan-
do sobre las relaciones entre ideas, sentimientos y actos, Eymieu establece algunas grandes leyes
psicológicas, de las cuales la primera es que la idea lleva al acto del cual es la representación. El
segundo principio es que la acción suscita el sentimiento del cual ella debería ser la expresión normal.
El tercero es que la pasión se aguza hasta el máximo, y emplea para los propios fines las fuerzas
psicológicas humanas.
56
“Las tendencias [desordenadas] producen crisis morales, doctrinas erróneas y después revolucio-
nes. Unas y otras, a su vez, exacerban las tendencias. Estas últimas llevan en seguida, por un movi-
miento análogo, a nuevas crisis, nuevos errores, nuevas revoluciones. Es lo que explica que nos
encontremos hoy en tal paroxismo de impiedad y de inmoralidad, así como en tal abismo de desórde-
nes y discordias”. Y sobre la marcha de exceso en exceso de ese proceso, explica a continuación el
doctor Plinio: “las pasiones desordenadas, yendo en un crescendo análogo al que produce la acele-
ración en la ley de la gravedad, y alimentándose de sus propias obras, acarrean consecuencias que,
a su vez, se desarrollan según una intensidad proporcional” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución
y Contra-Revolución, cit., pp. 53-54).
57
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 67
58
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 52

145
El Cruzado del Siglo XX

y anárquicas de los siglos XIX y XX. En la segunda, las corrientes modera-


das del protestantismo y del liberalismo que, avanzando por sucesivas eta-
pas de dinamismo y de inercia, favorecieron el deslizamiento hacia el mis-
mo punto de llegada.
El fracaso de los extremistas es tan sólo aparente: ellos crean un punto de
atracción fijo que fascina, por su propio radicalismo, a los moderados. La
sociedad termina por dirigirse lentamente por el camino hacia el cual los
más radicales pretendían llevarla.

8. Los agentes de la Revolución: la masonería y las sectas

El mero dinamismo de las pasiones y de los errores de los hombres, afir-


ma Plinio Corrêa de Oliveira, no es suficiente para explicar la marcha victo-
riosa de la Revolución. Alcanzar tal éxito requiere el impulso y la dirección
de agentes astutos y conscientes que orientan un proceso revolucionario de
suyo caótico: éstas son sobre todo las sectas definidamente anticristianas, de
cualquier naturaleza.
Agentes de la Revolución pueden ser consideradas todas las sectas y fuer-
zas secretas que se propongan como fin la destrucción de la Iglesia y la
Civilización cristiana. La secta maestra, alrededor de la cual se articulan las
otras, es la masonería 59. Esta, como se desprende claramente de los docu-

59
La primera condenación a la masonería remonta a la constitución In eminenti de Clemente XII, del
24 de abril de 1738. La excomunión fue confirmada y renovada por Benedicto XIV (Constitución
Providas, del 18 de mayo de 1751) y por Pío VII con la constitución Ecclesiam a Jesu Christo, del 13
de setiembre de 1821. León XII ratificó y confirmó los decretos precedentes con la Constitución
Apostólica Quo graviora, del 13 de mayo de 1825; en el mismo sentido se expresaron Pío VIII, con la
Encíclica Traditi del del 21 de mayo de 1829, Gregorio XVI con la Encíclica Mirari Vos del 15 de
agosto de 1832, Pío IX con la Encíclica Qui pluribus del 9 de noviembre de 1846 y numerosas otras
intervenciones. El último gran documento de los Pontífices relativo a la masonería es la Encíclica
Humanum Genus de León XIII, del 20 de abril de 1884 (in AAS, vol. XVI [1906], pp. 417-433).
Desde entonces los Papas incluyeron la condenación en los cánones 684, 2335 y 2336 del Código de
Derecho Canónico vigente de 1917 a 1983. En el nuevo Código de Derecho Canónico que entró en
vigencia el 29 de noviembre de 1983, la masonería no es mencionada expresamente como en el
Código anterior. Pero la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, en documento del 26 de
noviembre de 1983, reiteró que “continúa inalterado el juicio negativo de la Iglesia en lo que respecta
a las asociaciones masónicas, una vez que sus principios siempre fueron considerados inconciliables
con la doctrina de la Iglesia, y por lo tanto permanece prohibido inscribirse en ellas. Los fieles que
pertenecen a las asociaciones masónicas están en pecado grave y no pueden recibir la Santa Comu-
nión” (“L’Osservatore Romano”, 27 de noviembre de 1983).

146
Revolución y Contra-Revolución

mentos pontificios, y especialmente de la Encíclica Humanum Genus de


León XIII, tiene como “último y principal objetivo, el de destruir desde sus
fundamentos todo el orden religioso y social nacido de las instituciones cris-
tianas y crear un nuevo orden según su albedrío, que extraiga del naturalismo
sus fundamentos y sus normas” 60.
Desde 1931, Plinio Corrêa de Oliveira comenzó a tratar el problema de la
acción oculta de la masonería y de las fuerzas secretas 61. El pensador brasi-
leño se refirió muchas veces a las “fuerzas secretas” que actúan en la Histo-
ria, pero, debido justamente a la importancia que atribuía al problema, no
quiso pertenecer al elenco de investigadores fantasiosos tan frecuentes en
este delicado campo de estudio. Enfrentó siempre este tema con seriedad y
equilibrio, siguiendo una escuela que comprende grandes autores como el P.
Augustin Barruel 62, Jacques Crétineau-Joly 63, el P. Nicolas Deschamps 64 y,
en nuestro siglo, después de Mons. Delassus, Mons. Ernest Jouin 65 y el Conde
León de Poncins 66. Estos y otros autores documentaron de manera irrefuta-
ble la existencia de una insidiosa conspiración anticristiana en la Historia.

60
LEÓN XII, Encíclica Humanum genus, cit.
61
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A Igreja e o judaísmo, in “A Ordem”, Nº 11, enero de 1931, pp. 44-52.
62
AUGUSTIN BARRUEL S.J. (1741-1820), Mémoires pour servir à l’histoire du jacobinisme, Fauche,
Londres, 1797-1798 (4 vol.), Hamburgo, 1798-1799 (5 vol.). Las Mémoires de Barruel fueron publi-
cadas nuevamente en 1974 por la Diffusion de la Pensée Française, Chiré-en-Montreuil, con intro-
ducción de Christian Lagrave.
63
Jacques CRÉTINEAU-JOLY (1803-1875), historiador de la Vandea y de la Compañía de Jesús, utilizan-
do material documental de la Santa Sede delineó, en su obra L’Église Romaine en face de la Révolution
(Plon, París, 1859, 2 vol.), el cuadro de la lucha entre la Iglesia Católica y la Revolución en el período
que va desde el pontificado de Pío VI hasta el comienzo del de Pío IX. La obra fue reeditada por
Cercle de la Renaissance Française (París, 1976, 2 vol.).
64
NICOLAS DESCHAMPS S.J. (1797-1872), Les Sociétés Secrètes et la Société ou pholosophie de l’histoire
contemporaine, Fr. Séguin Aîné, Aviñón, 1854, 2 vol., después Oudin, París, 1882, enriquecida por
un tercer volumen de documentos y de una Introduction sur l’action del sociétés secrètes, au XIX
siècle, de CLAUDE JANNET.
65
ERNEST JOUIN (1884-1932), párroco de la iglesia de San Agustín en París, lanzó en 1912 la “Revue
Internationale des Sociétés Secrètes” la célebre RISS (publicada hasta 1939) que por la seriedad de la
documentación y por la competencia de sus colaboradores, constituyó un instrumento de estudio de
gran valor. Cfr. JOSEPH SAUVÊTRE, Un bon serviteur de l’Église, Mgr. Jouin (1884-1932), Casterman,
París, 1936.
66
LÉON DE PONCINS (1897-1975), Les forces secrètes de la Révolution, Bossard, París, 1928; con
EMMANUEL MALYNSKI, La guerre occulte, Beauchesne, París, 1936; La Franc-maçonnerie d’après les
documents secrets, Diffusion de la Pensée Française, Chiré-en-Montreuil, 1972; Christianisme et
franc-maçonnerie, Diffusion de la Pensée Française, Chiré-en-Montreuil, 1975.

147
El Cruzado del Siglo XX

“Producir un proceso tan coherente, tan continuo, como el de la Revolu-


ción, a través de las mil vicisitudes de siglos enteros, llenos de imprevistos
de todo orden, nos parece imposible sin la acción de generaciones sucesi-
vas de conspiradores de una inteligencia y un poder extraordinarios. Pen-
sar que sin esto la Revolución habría llegado al estado en que se encuentra,
es lo mismo que admitir que centenas de letras lanzadas por una ventana
pudieran disponerse espontáneamente en el suelo, de manera que formasen
una obra cualquiera, por ejemplo la «Oda a Satanás» de Carducci” 67.
En realidad, para Plinio Corrêa de Oliveira el verdadero problema no con-
siste tanto en revelar la identidad de los conspiradores, sino en algo mucho
más importante, mostrar la naturaleza profunda de la Revolución y los me-
canismos gracias a los cuales ésta avanza: en efecto, los agentes pueden
variar, pero el proceso revolucionario, sus mecanismos y su meta anticristiana
no cambian.
Si la denuncia clásica de las fuerzas secretas se centró sobre los canales
de infiltración y de control del cuerpo social, sobre todo con respecto a los
ganglios políticos y financieros de los Estados modernos, la obra de Plinio
Corrêa de Oliveira, como bien observa Fernando Gonzalo Elizondo, intro-
duce un ámbito nuevo:
“Es el estudio y la denuncia de las técnicas masónicas de gobierno de las
almas. La explicación en profundidad del conocimiento y manejo de las
tendencias desordenadas, de la creación de ambientes, de la difusión, sea
por grandes órganos de comunicación, sea por otros medios, de una menta-
lidad que, generalizándose, garantiza el éxito del avance de las ideas y de los
hechos revolucionarios” 68.

9. La meta anárquica de la Revolución

“Si la efervescencia de las pasiones desordenadas despierta por un lado


el odio a cualquier freno y a cualquier ley, por otro lado provoca el odio
contra cualquier desigualdad. Tal efervescencia conduce así a la concep-

67
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., pp. 59-60. A la masonería y a las
fuerzas secretas está dedicada una sección entera de la obra Despreocupados... rumo à guilhotina,
cit., pp. 265-317.
68
FERNANDO GONZALO ELIZONDO, El deber cristiano de la militancia contrarrevolucionaria, in “Ver-
bo”, Nº 317-318, septiembre-octubre de 1993, p. 840 (pp. 825-840).

148
Revolución y Contra-Revolución

ción utópica del «anarquismo» marxista, según la cual una humanidad evo-
lucionada, que viviera en una sociedad sin clases ni gobierno, podría gozar
del orden perfecto y de la más entera libertad, sin que de ésta se originase
desigualdad alguna. Como se ve, es el ideal simultáneamente más liberal y
más igualitario que se pueda imaginar.
“En efecto, la utopía anárquica del marxismo consiste en un estado de
cosas en el cual la personalidad humana habría alcanzado un alto grado de
progreso, de tal manera que le sería posible desarrollarse libremente en
una sociedad sin Estado ni gobierno” 69.
La Revolución está destruyendo en el hombre contemporáneo la noción
de pecado, la distinción entre el bien y el mal e, ipso facto, negando la Re-
dención de Nuestro Señor Jesucristo, que sin el pecado se torna incompren-
sible y pierde cualquier relación lógica con la Historia y la vida 70.
Poniendo toda su confianza en el individuo, como sucedió en la fase libe-
ral, o en las colectividades, como sucedió en la fase socialista, la Revolu-
ción idolatra al hombre, confiando en su posibilidad de “auto-redención”
mediante una radical transformación social.
La meta anárquica de la Revolución termina por confundirse con la utopía
de una República universal, en la cual todas las legítimas diferencias entre
los pueblos, las familias, las clases sociales, se disolverían en una amalgama
confusa y efervescente:
“Un mundo en cuyo seno las patrias unificadas en una República Univer-
sal no sean sino denominaciones geográficas, un mundo sin desigualdades
sociales ni económicas, dirigido por la ciencia y por la técnica, por la pro-
paganda y por la psicología, para realizar, sin lo sobrenatural, la felicidad
definitiva del hombre: he aquí la utopía hacia la cual la Revolución nos va
encaminando” 71.

69
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., pp. 73-74. “En esa sociedad
—que, a pesar de no tener gobierno, viviría en pleno orden— la producción económica estaría orga-
nizada y muy desarrollada, y la distinción entre trabajo intelectual y manual estaría superada. Un
proceso selectivo aún no determinado llevaría a la dirección de la economía a los más capaces, sin
que de ahí se derivase la formación de clases. Estos serían los únicos e insignificantes residuos de
desigualdad. Pero, como esa sociedad comunista anárquica no es el término final de la Historia,
parece legítimo suponer que tales residuos serían abolidos en una ulterior evolución” (ibid., ID.).
70
Cfr. PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., pp. 81-83.
71
Ibid., p. 83. Las premisas “religiosas” de esta utopía fueron bien descritas por THOMAS MOLNAR en
su obra Utopia. The perennial heresy, Sheed and Ward, Nueva York, 1967.

149
El Cruzado del Siglo XX

10. Los valores metafísicos de la Revolución

Dos nociones, concebidas como valores metafísicos, expresan bien el es-


píritu de la Revolución: igualdad absoluta y libertad completa. Éstas son
servidas por dos pasiones, el orgullo y la sensualidad. “Es en estas tristes
profundidades donde se encuentra la conjunción entre esos dos principios
metafísicos de la Revolución, la igualdad y la libertad, contradictorios bajo
tantos puntos de vista” 72.
La pretensión de pensar, sentir y hacer todo aquello que las pasiones des-
enfrenadas exigen es la esencia del liberalismo. En realidad, la única liber-
tad que éste tutela es la del mal, y en esto se contrapone a la Civilización
Católica. Ésta, al contrario, da al bien todo apoyo y toda libertad, pero cerce-
na hasta donde sea posible la acción del mal.
Plinio Corrêa de Oliveira se detiene sobre este igualitarismo radical, mos-
trando las consecuencias en el ámbito religioso, político y social. La nega-
ción de cualquier desigualdad conduce, en el plano metafísico, al rechazo
del principio de identidad y de no contradicción. Este rechazo desemboca en
el panteísmo “igualitario”, ya que, si la realidad es privada de desigualdades
e identidades específicas, desaparece también la diferencia entre los hom-
bres y Dios, y todo queda confusamente divinizado. En este panteísmo radi-
ca el aspecto gnóstico de la Revolución.
En sentido opuesto, un trazo fundamental del pensamiento de Plinio
Corrêa de Oliveira fue el amor a lo concreto, a lo individuado, a lo “distin-
to”. Él hizo suyo el principio esencial del tomismo, según el cual el objeto
propio de la inteligencia humana no es el ser indefinido, sino la “quidditas
rei sensibilis”, las esencias específicas de lo real 73. Es a través de la expe-
riencia directa de las esencias específicas que el hombre puede remontarse
al conocimiento de lo universal y a la misma formulación de los primeros
principios.

72
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 71.
73
El “actus essendi”, demasiado luminoso para la inteligencia creada, no puede constituir terreno
propio de la especulación filosófica del hombre, que tiene como primer objeto del conocimiento
precisamente las “esencias”. El primado del “actus essendi” sobre la esencia es ciertamente un dato
innegable del tomismo. Pero cuando la afirmación de este primado conduce a una exageración polé-
mica contra el pretendido “esencialismo” de la Escolástica, corre el riesgo de desviarse hacia una
postura de cuño existencialista (Cfr. C. FABRO C.P.S., Introduzione a San Tommaso, Ares, Milán,
1983, pp. 100-103).

150
Revolución y Contra-Revolución

La esencia, explica Santo Tomás en el De ente et essentia, es el objeto de


la definición de la cosa 74, aquello que ésta es propiamente. Todo lo que
existe tiene una esencia propia porque es distinto de la realidad que lo cir-
cunda y no se confunde con ésta. La esencia del ser es, por lo tanto, su
específica unidad, que lo distingue de la multiplicidad de lo real 75.
La primera propiedad de la realidad que conocemos es la esencia de las
cosas y, con ésta, no la unidad, sino la desigualdad de lo real. O, más exac-
tamente, conocemos lo que es uno a través de lo múltiple.
“Santo Tomás —afirma Plinio Corrêa de Oliveira— enseña que la diver-
sidad de las criaturas y su escalonamiento jerárquico son un bien en sí,
pues así resplandecen mejor en la creación las perfecciones del Creador 76.
Y dice que tanto entre los ángeles 77 como entre los hombres, en el Paraíso
Terrenal como en esta tierra de exilio 78, la Providencia instituyó la des-
igualdad. Por eso, un universo de criaturas iguales sería un mundo en que
se habría eliminado, en toda la medida de lo posible, la semejanza entre
criaturas y Creador. Odiar, en principio, toda y cualquier desigualdad es,
pues, colocarse metafísicamente contra los mejores elementos de semejan-
za entre el Creador y la creación, es odiar a Dios” 79.

11. La “philosophia perennis” de Plinio Corrêa de Oliveira

Plinio Corrêa de Oliveira se definió, sin vacilar, como un tomista conven-


cido, conformándose en esto con el Magisterio de la Iglesia que en el último
siglo, desde León XIII 80 a Juan Pablo II 81, no cesó de señalar al Doctor
Communis Ecclesiae como punto de referencia de los estudios filosóficos

74
SANTO TOMÁS DE AQUINO, De ente et essentia, cap. II.
75
SANTO TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologica, I, q. 11, a. 1.
76
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, Summa contra gentiles, II, 45; Summa Theologica, I, q. 47, a. 2.
77
Ibid., Summa Theologica, I, q. 50, a. 4.
78
Ibid., I, q. 96, a. 3-4.
79
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 70.
80
León XIII puede ser considerado el promotor del renacimiento del tomismo en los Tiempos Moder-
nos, con la Encíclica Aeterni Patris del 4 de agosto de 1879, en la que declaró a Santo Tomás el único
maestro oficial de las escuelas católicas en todos los niveles. Sobre este importante documento, cfr.
AA. VV., Le ragioni del tomismo. Dopo il centenario dell’Enciclica “Aeterni Patris”, Ed. Ares, Milán,
1979.
81
JUAN PABLO II, Il Centenario dell’“Aeterni Patris”, Discurso pronunciado en el Angelicum el 18 de
noviembre de 1979, in L’Osservatore Romano, 19-20 de noviembre de 1979.

151
El Cruzado del Siglo XX

para los católicos. A diferencia de muchos neotomistas del siglo XX, pre-
ocupados en colocar un puente entre la philosophia perennis y el pensa-
miento moderno 82, el pensador brasileño resaltó siempre la incompatibili-
dad entre la filosofía del ser y la orientación de la filosofía “moderna”, de
Descartes 83 a Kant, del existencialismo al nihilismo contemporáneo, viendo
en ella el itinerario progresivo de la inteligencia humana rumbo al suicidio
metafísico.
La Summa Theologica, que según Pío XII resume “el universo espiritual
del mayor genio del medioevo” 84, es para Pío XI “el cielo visto desde la
tierra” 85. Al lado de Santo Tomás, cuya Summa conoció y comentó amplia-
mente, Plinio Corrêa de Oliveira colocaba a San Buenaventura 86, cuya filo-
sofía ha sido definida con propiedad “la más medieval de las filosofías de la
Edad Media” 87. El pensador brasileño se propuso retomar el hilo de pensa-
miento que tuvo sus pilares en aquellos dos grandes Doctores de la Iglesia,
colocados por Sixto V en el mismo plano en cuanto a la santidad de doctrina
y a la autoridad de magisterio: “Hi enim sunt duae olivae et duo caldeara
(Apoc. 11, 4)” 88.

82
Cfr. por ejemplo ANTONIN DALMACE SERTILLANGES O.P., Saint Thomas d’Aquin, 4a. ed., Alcan, París,
1925. Un caso extremo de desvío del tomismo, mediante la adopción del “a priori” de Kant y del
existencialismo de Heidegger, es el del jesuita KARL RAHNER (Geist im Welt, 1ª. ed., Rauch, Innsbruck,
1939), lúcidamente denunciado por el padre estigmatino CORNELIO FABRO en La svolta antropologica
de Karl Rahner, Rusconi, Milán, 1974. Del P. Fabro, “Catolicismo” publicó en 1963 un artículo
traducido del “Osservatore Romano”, en el cual el autor subrayaba la imposibilidad de establecer un
puente entre la verdadera filosofía cristiana, que jamás podrá renegar de la noción de trascendencia
divina, y las escuelas filosóficas modernas fundadas sobre el “principio de la inmanencia” (C. FABRO
C.P.S., Filosofia moderna e pensamento cristão, in “Catolicismo”, Nº 151, julio de 1963).
83
Sobre el abandono de la metafísica en el pensamiento moderno, cfr. C. FABRO C.P.S., Introduzione
all’ateismo moderno, Studium, Roma, 1969, 2 vol.; TOMAS TYN O.P., Metafisica della sostanza.
Participazione e analogia entis, Ed. Studio Domenicano, Boloña, 1991, pp. 243-384.
84
PÍO XII, Discurso del 25 de setiembre de 1949, in DR, vol. XI, p. 217.
85
PÍO XI, Alocución en el Angelicum del 12 de diciembre de 1924, in Xenia Thomistica, Roma, 1925,
vol. III, P. 600.
86
Sobre este aspecto de la filosofía de San Buenaventura, cfr. J. M. BISSEN O.F.M., L’exemplarisme
divin selon Saint Bonaventure, Vrin, París, 1929; EFREM BETTONI O.F.M., San Bonaventura di
Bagnoregio, Biblioteca Francescana, Milán, 1973; FRANCESCO CORVINO, Bonaventura di Bagnoregio,
francescano e pensatore, Dedalo, Bari, 1980; E. GILSON, La philosophie de Saint Bonaventure, Vrin,
París, 1953.
87
Ver JACQUES GUY BOUGEROL O.F.M., en la conclusión del Congreso bonaventuriano de Roma, 26 de
setiembre de 1974, cit. in LEONARDO PIAZZA, Mediazione simbolica in San Bonaventura, Ediciones
L.I.E.F., Vicenza, 1978, p. 65.
88
SIXTO V, Bula Triumphantis Jerusalem.

152
Revolución y Contra-Revolución

La visión “sapiencial” de Plinio Corrêa de Oliveira está en nexo con las


profundas y lapidarias sentencias de Santo Tomás y de San Buenaventura
sobre la “Sabiduría”. Si el Doctor Angélico afirma que “Sapientia est ordinare
et iudicare” 89, el Doctor Seráfico le hace eco escribiendo que “Sapientiae
diffusa est in omni re” 90.
“Omnia in mensura et numero et pondere disposuisti” 91, enseña a su vez
la Sagrada Escritura. El filósofo belga De Bruyne subraya la excepcional
importancia de este versículo, sobre el cual se funda lo que define como la
estética “sapiencial” de la Edad Media 92. “Plinio Corrêa de Oliveira —re-
cuerda un discípulo suyo— vivió instintivamente desde los albores de su
«visión primera» esta estética sapiencial. Poco a poco fue explicitándola,
hasta hacer de ella una de las piedras angulares de la doctrina Contra-revo-
lucionaria, de lo que él llama muchas veces «la imagen total de la Contra-
revolución»” 93.
El doctor Plinio invitó a sus discípulos a profundizar la noción de “analogia
entis” y la teoría de la participación, así como el valor cognoscitivo y meta-
físico del símbolo. La visión de Plinio Corrêa de Oliveira es, como la medie-
val, “una grandiosa y noble representación del mundo como de un gran sis-
tema de símbolos, una catedral de ideas, la más rica expresión rítmica y
polifónica de todo lo pensable” 94. Para el hombre medieval nada existe sin

89
“La Sabiduría es ordenar y juzgar” - SANTO TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologica, I, q. 1, a. 6, c.; q.
79, a. 10, ad 3.
90
“La Sabiduría está difusa en todas las cosas” - SAN BUENAVENTURA, Hexaëmeron, col. 2, Nº 21 (V,
340 a).
91
“Dispusiste todas las cosas con medida, número y peso”- Sap. XI, 21.
92
EDGAR DE BRUYNE, L’Esthétique du Moyen Age, Editions de l‘Institut Supérieur de Philosophie,
Lovaina, 1947, p. 11. Cfr. también ID., Études d’esthétique médiévale, De Tempel, Brujas, 1946, 3
vol. “Bajo cualquier aspecto que se la considere, en realidad no existe sino una única visión medieval
del mundo, aunque ésta se exprese ya sea en obras de arte, sea en conceptos filosóficos: aquella que
San Agustín esbozara magistralmente en su De Trinitate, y que retoma directamente las palabras del
libro de la Sabiduría (XI, 21): omnia in mensura, et numero, et pondere disposuisti” (E. GILSON,
L’esprit de la philosophie médiévale, Vrin, París, 1932, p. 105).
93
MIGUEL BECCAR VARELA, carta al autor.
94
JOHAN HUIZINGA, Autunno de Medioevo, tr. it. Rizzoli, Milán, 1995, p. 283. “El hombre medieval
efectivamente vivía en un mundo poblado de significados, remisiones, segundos sentidos, manifesta-
ciones de Dios en las cosas, en una naturaleza que hablaba continuamente un lenguaje heráldico (...)
porque era señal de una verdad superior. (...) En la visión simbólica, la naturaleza, hasta en sus aspec-
tos más temibles, pasó a ser el alfabeto con el cual el Creador nos habla del orden del mundo, de los
bienes sobrenaturales, de los pasos a dar para orientarnos en el mundo en orden a conquistar los
premios celestiales. (...) El Cristianismo primitivo preparó el camino para la traducción simbólica de

153
El Cruzado del Siglo XX

significado: “nihil vacuum neque sine signo apud Deum” 95, y todo lo que
existe está hecho de manera a despertar el pensamiento y el recuerdo de
Dios. “En toda criatura existe el esplendor de la causa ejemplar divina (...).
Así, cada ser es una vía que conduce al ejemplar, es un vestigio de la sabidu-
ría de Dios” 96.
San Buenaventura nos propone un itinerario del alma hacia Dios “a través
de los signos” del mundo sensible que, bajo características siempre diferen-
tes y desiguales, nos dirigen un único llamado divino. La verdad de las cosas
consiste en representar la verdad suprema, la causa ejemplar. Es esta seme-
janza entre las criaturas y el Creador que nos permite elevarnos desde las
cosas hasta Dios 97. “El intelecto humano fue creado para ascender gradual-
mente —como los peldaños de una escalera— hasta el sumo Principio que
es Dios” 98.
Entre las clásicas “pruebas” tomistas de la existencia de Dios, Plinio Corrêa
de Oliveira apreció sobre todo la “cuarta vía” 99, pero entendiéndola como
un método de formación y un proceso psicológico que plasma el alma hu-
mana, más que como un abstracto silogismo filosófico.
“La belleza de Dios se refleja en el conjunto jerárquico y armónico de
todos esos seres, de tal manera que no hay, en cierto sentido, mejor modo de
conocer la belleza infinita e increada de Dios que analizando la belleza finita
y creada del universo, considerado, no tanto en cada ser, sino en el conjunto
de todos ellos. Dios se refleja, además, en una obra maestra más alta y más

los principios de la fe” (UMBERTO ECO, Arte e bellezza nell’estetica medievale, Bompiani, Milán,
1978, pp. 68-69). Un fresco del cosmos simbólico medieval fue trazado por MARIE-MADELEINE DAVY
en Initiation à la symbolique romane, Flammarion, París, 1977.
95
SAN IRENEO, Adversus haereses, libri V, 1. IV, c. 2.
96
SAN BUENAVENTURA, Hexaëmeron, col. 12, Nº 14-15.
97
Esta semejanza, como observa Etienne Gilson, no implica en una participación de las cosas en la
esencia de Dios. “La real semejanza que existe entre el Creador y las criaturas es una semejanza de
expresión. Las cosas están a Dios como los signos a los significados que expresan; ellas constituyen,
pues, una especie de lenguaje, y el universo entero no es sino un libro en el que se lee por todas partes
la Trinidad” (E. GILSON, La philosophie au Moyen Age, Payot, París, 1952, p. 442).
98
SAN BUENAVENTURA, Breviloquium, p. 2, c. 12 (V, 230 a).
99
Quarta via sumitur ex gradibus qui in rebus invenientur. De todas las pruebas tomistas, como
observa Gilson, la cuarta es la que suscitó el mayor número de interpretaciones diferentes (E. GILSON,
Le thomisme, Vrin, París, 1972, p. 82). Cfr. C. FABRO C.P.S., Sviluppo, significato e valore della IV
via, in “Doctor Communis”, Nº 7 (1954), pp. 71-109; ID., Il fondamento matafisico della quarta via,
in “Doctor Communis”, Nº 18 (1965), pp. 49-70, después fundidos en L’uomo e il rischio di Dio,
Studium, Roma, 1967, pp. 226-271.

154
Revolución y Contra-Revolución

perfecta que el Cosmos. Es el Cuerpo Místico de Cristo, la sociedad sobrena-


tural que veneramos con el nombre de Santa Iglesia Católica, Apostólica,
Romana. Ella misma constituye todo un universo de aspectos armónicos y
variados, que cantan y reflejan, cada cual a su modo, la hermosura santa e
inefable de Dios y del Verbo Encarnado. En la contemplación del universo de
un lado, y, del otro, de la santa Iglesia Católica, podemos elevarnos a la
consideración de la belleza santa, infinita e increada de Dios” 100.
La filosofía moderna, a partir de Kant, redujo la belleza a un elemento
puramente subjetivo. Lo bello, en cambio, según la philosophia perennis, es
una propiedad trascendental del ser; es decir, una perfección que conviene a
todas las cosas sin excepción, por el propio hecho de existir. En cuanto pro-
piedad del ser, la Belleza está ligada a los atributos trascendentales de la
Verdad, porque aquello que es conocido por el intelecto causa agrado, y del
Bien, porque el objeto de la Belleza satisface el apetito sensible. Lo bello es
el esplendor de la verdad y del bien 101, o, de otro modo, es una síntesis de la
verdad y del bien 102. “Lo bello es como una síntesis de los trascendentales.
Propiamente, es la excelencia de la inteligibilidad de un objeto cuyas partes,
espléndidamente armonizadas (unidad) fascinan la inteligencia (verdad) e
impelen la voluntad (bondad)” 103. Lo bello, como afirma San Buenaventura,
abarca todas las causas y es común a ellas. La gloria de Dios, fin último del
hombre y de la Historia, es la contemplación de su Belleza, y es esto lo que
constituye la felicidad del hombre. En efecto, si el hombre, conociendo la
Verdad se mueve hacia el fin que es el Bien divino, lo hace con un ímpetu
mayor aún cuando vislumbra a Dios a través de la belleza de las cosas crea-
das. Plinio Corrêa de Oliveira fue un ardiente paladín de lo “bello” como
arma de la Contra-Revolución del siglo XX.

100
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O Escapulário, a Profissão e a Consagração interior, informe al 3er.
Congreso Nacional de la Orden Tercera Carmelitana (São Paulo, 14 a 16 de noviembre de 1958), in
“Mensageiro do Carmelo”, edición especial de 1959.
101
Cfr. LEO J. ELDERS, La metafisica dell’essere di san Tomaso d’Aquino in una prospettiva storica, tr.
it., Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano, 1995, vol. I, p. 167. Sobre el “pulchrum” en
Santo Tomás, cfr. Summa Theologica, I, q. 5, a. 4; I, q. 39, a. 8; I-IIae., q. 27, a. 1 ad 3.
102
“Lo bello en el orden creado es el esplendor de todos los trascendentales reunidos: del ser, de lo
uno, de lo verdadero y del bien; o, más particularmente, es el fulgor de una armoniosa unidad de
proporción en la integridad de las partes (splendor, proportio, integritas, cfr. I, q. 39, a. 8)” (R. GARRIGOU-
LAGRANGE O.P., Perfections divines, Beauchesne, París, 1936, p. 299).
103
FRANÇOIS JOSEPH THONNARD A. A., Précis de Philosophie, Desclée, Tournai, 1966, p. 1227.

155
El Cruzado del Siglo XX

Si es verdad que el pulchrum es otro nombre del verum y del bonum, su


substitución por el horridum no es sino un aspecto, más insidioso porque
menos advertido, del proceso de destrucción de todas las cualidades del ser
que caracteriza la Revolución. En este perverso amor por lo horrendo se
manifiesta el odio de las fuerzas revolucionarias a la belleza humana, ima-
gen de la divina. La Revolución quiere destruir toda forma de pulchrum en
la vida del hombre para hacer más difícil, si no imposible, llegar a Dios a
través de las criaturas.

12. Ambientes, costumbres, civilizaciones

En Revolución y Contra-Revolución, Plinio Corrêa de Oliveira señala que


“como Dios estableció misteriosas y admirables relaciones entre ciertas
formas, colores, sonidos, perfumes, sabores, y ciertos estados de alma, es
claro que por estos medios se puede influir a fondo en las mentalidades e
inducir a personas, familias y pueblos a la formación de un estado de espí-
ritu profundamente revolucionario” 104.
Este punto es fundamental para entender la peculiar contribución de Plinio
Corrêa de Oliveira a la revista “Catolicismo” en la sección “Ambientes, Cos-
tumbres, Civilizaciones”, cuyo extraordinario alcance no todos compren-
dieron.
El ambiente es la armonía resultante de la afinidad de varios seres reunidos
en un mismo lugar y que, a su vez, ejerce una profunda influencia sobre los
hombres. “Los hombres forman para sí ambientes a su imagen y semejanza,
ambientes en los cuales se reflejan sus costumbres y su civilización. Pero la
recíproca también es, en gran medida, verdadera: los ambientes forman a su
imagen y semejanza a los hombres, las costumbres y las civilizaciones” 105.
Una prueba de la importancia del ambiente para el desarrollo equilibrado
de la vida natural y sobrenatural lo constituye la sabiduría con que Dios
ordenó el gran ambiente de la creación en el que estamos inmersos, formado
por los seres vivientes que nos rodean: plantas, animales, y, en su ápice, el
hombre, imagen y semejanza de Dios.

PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 80.


104

PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, “Sêde prudentes como as serpentes e simples como as pombas”, in
105

“Catolicismo”, Nº 37, enero de 1954.

156
Revolución y Contra-Revolución

En ese sentido, la interpretación y los comentarios de las fisionomías de


hombres excepcionales, santos o revolucionarios, constituyeron una nota
constante del pensamiento de Plinio Corrêa de Oliveira. En efecto, el modo
de ser de un hombre se expresa en la fisonomía, en el porte, en el trato y
también en los trajes, cuya transformación en la Historia guarda estrecha
relación con la transformación de las personalidades y de los tipos huma-
nos 106. “La sociedad, por así decir —afirmó Pío XII—, habla con el traje
que viste; con el traje revela sus aspiraciones secretas y de él se sirve, al
menos en parte, para edificar o destruir el propio porvenir” 107.
“Si el traje debe estar de acuerdo con quien lo usa, y con la circunstancia
en la cual es usado —observa por su parte el pensador brasileño—, es claro
que en el hombre eminente debe armonizarse con la importancia que ese
hombre alcanzó. Pero Dios no tiene por hijos solamente a los hombres emi-
nentes. Toda criatura humana, por más modesta que sea, tiene una digni-
dad propia, natural e inalienable. Y mayor aún, inconmensurablemente
mayor, es la dignidad del último, del más apagado de los hijos de la Iglesia,
como cristiano, o sea, como bautizado, como miembro del Cuerpo Místico
de Nuestro Señor Jesucristo” 108.
Esto vale para el arte, para el urbanismo, para la arquitectura, que resultan
de un conjunto de ideas, tendencias, aspiraciones y actitudes psicológicas 109.
Plinio Corrêa de Oliveira contrapone la Babel moderna al orden antiguo
medieval, que expresaba en la arquitectura gótica la armonía de la filosofía
escolástica 110.
“Pero los sonidos típicos de las inmensas babeles modernas, el ruido de
las máquinas, el tropel y las voces de los hombres que se afanan yendo atrás
del oro y de los placeres; que ya no saben andar, sino correr; que no saben
trabajar sin extenuarse; que no consiguen dormir sin calmantes, ni divertir-
se sin excitantes; cuya carcajada es un rictus frenético y triste; que no sa-
ben más apreciar las armonías de la verdadera música sino sólo las cacofo-

106
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Indumentária, Hierarquia e Igualitarismo, in “Catolicismo”, Nº 133,
enero de 1962; cfr. también O hábito e o monge, in “Catolicismo”, Nº 62, febrero de 1956.
107
PÍO XII, Discurso di Gran Cuore del 8 de noviembre de 1957, in DR, vol. XIX, p. 578.
108
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Dignidade e distinção para grandes e pequenos, in “Catolicismo”, Nº
33, setiembre de 1953.
109
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O espirito cristão e o esprito pagão manifestados pela arquitetura, in
“Catolicismo”, Nº 7, julio de 1951.
110
Cfr. ERWIN PANOFSKY, Gothic architecture and Scholasticism, Archabbey Press, Latrabe, 1951.

157
El Cruzado del Siglo XX

nías del jazz; todo esto es la excitación desordenada, propia de una socie-
dad que sólo podrá encontrar la verdadera paz cuando haya reencontrado
al verdadero Dios” 111.
A la par de los trajes, también el lenguaje, los gestos, los ritos, son ele-
mentos que tienen gran importancia cultural y pedagógica para el bien co-
mún de los pueblos 112. Es una “liturgia” social natural que se expresa en el
orden y en el fasto.
En el firmamento de la Iglesia se concilian armónicamente extremos apa-
rentemente contradictorios como la vocación solitaria del monje, inspirada a
una total renuncia del mundo, y el esplendor de las ceremonias pontificias que
expresaban, antiguamente, el mayor fasto del cual el mundo fuese capaz.
“No, entre uno y otro orden de valores no existe contradicción, sino en la
mente de los igualitarios, siervos de la Revolución. Por el contrario, la Igle-
sia se muestra santa, precisamente porque con igual perfección, con la mis-
ma genialidad sobrenatural, sabe organizar y estimular la práctica de las
virtudes que resplandecen en la vida obscura de un monje, y las que reful-
gen en el ceremonial sublime del Papado. Es más. Una cosa se equilibra
con la otra. Casi podríamos decir que un extremo (en el sentido bueno de la
palabra) compensa el otro y con él se concilia. El fondo doctrinario en el
cual estos dos santos extremos se encuentran y se armonizan es muy claro.
“Dios Nuestro Señor nos dio las criaturas, a fin de que éstas nos sirvan
para llegar hasta Él. Así, es preciso que la cultura y el arte, inspiradas por
la Fe, pongan en evidencia todas las bellezas de la creación irracional y los
esplendores de talento y de virtud del alma humana. Es lo que se llama
cultura y civilización cristianas. Con esto, los hombres se forman en la ver-
dad y en la belleza, en el amor a lo sublime, a la jerarquía y al orden que en
el universo reflejan la perfección de Aquel que lo hizo. Y así las criaturas
sirven, de hecho, para nuestra salvación y gloria divina. Pero por otro lado,
ellas son contingentes, pasajeras; sólo Dios es absoluto y eterno. Cabe re-
cordarlo. Y por esto es bueno alejarse de los seres creados, para en el des-

111
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Tranquilidade da ordem, excitação na desordem, in “Catolicismo”, Nº
110, febrero de 1960.
112
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Têm os símbolos, a pompa e a riqueza uma função na vida humana?,
in “Catolicismo”, Nº 82, octubre de 1957. Cfr. también, sobre el tema del ceremonial del poder pon-
tificio, los dos estudios “As cerimonias de posse de Eisenhower à luz da doutrina católica” y “Por
que o nosso mundo pobre e igualitário se empolgou com o fausto e a majestade da coroação?”, en
“Catolicismo”, Nº 27 (marzo de 1953), y Nº 31 (julio de 1953).

158
Revolución y Contra-Revolución

precio de todos ellos pensar sólo en el Señor. Del primer modo, consideran-
do todo lo que las criaturas son, se sube hasta Dios; y del otro modo, se
llega hasta Él considerando lo que ellas no son. La Iglesia invita a sus hijos
a ir por una y otra vía simultáneamente, por el espectáculo sublime de sus
pompas, y por la consideración de las admirables renuncias que sólo Ella
sabe inspirar y hacer realizar efectivamente” 113.

13. La Contra-Revolución y la Civilización Cristiana

Plinio Corrêa de Oliveira no se limita en su obra maestra a una denuncia


implacable del mal; se aplica también a delinear la única terapia que puede
derrotarlo. Si la esencia del espíritu revolucionario consiste en el odio meta-
físico a cualquier desigualdad y cualquier ley, el contra-revolucionario en-
contrará la fuerza para vencerlo sobre todo en el amor metafísico a la ver-
dad, la desigualdad y la ley moral.
“Si la Revolución es el desorden —afirma el pensador brasileño—, la Con-
tra-Revolución es la restauración del Orden. Y por Orden entendemos la paz
de Cristo en el Reino de Cristo. O sea la Civilización cristiana, austera y
jerárquica, fundamentalmente sacral, antiigualitaria y antiliberal” 114.
La Contra-Revolución no es un retorno al pasado, ni una genérica reac-
ción, sino una acción dirigida “contra la Revolución como hoy en concreto
ésta existe y, por lo tanto, contra las pasiones revolucionarias como hoy
crepitan, contra las ideas revolucionarias como hoy se formulan, los am-
bientes revolucionarios como hoy se presentan” 115.
También la Contra-Revolución, como la Revolución, es un proceso que
conoce diversas fases y velocidades. Pero en el itinerario desde el error hacia
la verdad no son admisibles las metamorfosis fraudulentas de la Revolución.
Si la Revolución esconde a sus propios adeptos su último fin, el progreso en el
bien se obtiene llevando a los hombres a conocerlo y amarlo en su integridad.
La Contra-Revolución es “conservadora” solamente si se trata de conservar
del presente aquello que es bueno y merece vivir; es “tradicionalista”, pero
nada tiene en común con el seudo-tradicionalismo que conserva ciertos estilos

113
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Pobreza e fausto: extremos harmônicos no firmamento da Igreja, in
“Catolicismo”, Nº 96, diciembre de 1958.
114
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 90.
115
Ibid., p. 89.

159
El Cruzado del Siglo XX

o costumbres, por mero amor arqueológico a las formas antiguas. El verdade-


ro apóstol contra-revolucionario debe hacer suyas las normas de San Pío X,
según las cuales los católicos no deben “cubrir a veces, casi con un velo, cier-
tas máximas fundamentales del Evangelio, por temor a que de otra manera las
personas rehúsen escucharlas o seguirlas”; aunque el santo Pontífice añadía
que “no será ciertamente ajeno a la prudencia proceder paulatinamente en la
misma proposición de la verdad, cuando se tiene que tratar con hombres del
todo ajenos a nosotros y alejados de Dios” 116.
En estado actual, concluye Plinio Corrêa de Oliveira, contra-revoluciona-
rio es quien:
“Conoce la Revolución, el Orden y la Contra-Revolución en su espíritu,
sus doctrinas y sus métodos respectivos.
“Ama la Contra-Revolución y el Orden cristiano, odia la Revolución y el
«anti-orden».
“Hace de este amor y de este odio el eje alrededor del cual gravitan todos
sus ideales, preferencias y actividades” 117.

14. La fuerza propulsora de la Contra-Revolución

Si la más potente fuerza propulsora de la Revolución es el dinamismo de


las pasiones humanas, desencadenadas por un odio metafísico contra Dios,
contra la Verdad y contra el Bien, existe simétricamente una dinámica con-
tra-revolucionaria, que es el empeño en regular las pasiones, subordinándo-
las a la voluntad y a la razón. La fuerza propulsora de la Contra-Revolución
está en el vigor de alma que le viene al hombre por el hecho de que Dios
gobierna en él la razón, la razón domina la voluntad, y ésta domina la sensi-
bilidad. Él es siervo de Dios pero, justamente por eso, señor de sí mismo.
Tal vigor de alma no puede ser concebido sin tomar en consideración la
vida sobrenatural, que eleva al hombre por encima de las miserias de la
naturaleza caída. En esa fuerza de alma está, para Plinio Corrêa de Oliveira,
el dinamismo más profundo de la Contra-Revolución.

116
S. PÍO X, Encíclica Jucunda Sane, del 12 de mayo de 1904, in AAS, vol. XXXVI, p. 524.
117
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 95. El autor distingue entre los
contra-revolucionarios “actuales”, que poseen una visión de la lucha entre el Orden y la Revolución en
toda su amplitud, y los contra-revolucionarios “potenciales”, que captan solamente algunos aspectos
particulares del combate. Estos deben ser conquistados para la Contra-Revolución integral.

160
Revolución y Contra-Revolución

“Se puede preguntar de qué valor es ese dinamismo. Respondemos que,


en tesis, es incalculable y ciertamente superior al de la Revolución: «Omnia
possum in eo qui me confortat» (Filip. 4, 13).
“Cuando los hombres resuelven cooperar con la gracia de Dios, enton-
ces se operan las maravillas de la Historia: es la conversión del Imperio
Romano, es la formación dela Edad Media, es la reconquista de España a
partir de Covadonga, son todos esos acontecimientos que se dan como fruto
de las grandes resurrecciones de alma de que los pueblos son también sus-
ceptibles. Resurrecciones invencibles, porque no hay nada que derrote a un
pueblo virtuoso y que verdaderamente ame a Dios” 118.

15. La Contra-Revolución y la Iglesia

Si la Revolución es un proceso que procura la destrucción del orden tem-


poral cristiano, claro está que su blanco último es la Iglesia, “Cuerpo Místi-
co de Cristo, Maestra infalible de la Verdad, tutora de la Ley Natural y, así,
fundamento último del propio orden temporal” 119.
La Revolución es un enemigo que se levantó contra la Iglesia para impe-
dirle cumplir su misión de salvación de las almas, que ella ejerce no sólo por
medio de su poder espiritual directo, sino también de su poder temporal
indirecto. La Contra-Revolución que surge en defensa de la Iglesia “no está
destinada a salvar a la Esposa de Cristo. Apoyada en la promesa de su
Fundador, Ésta no necesita de los hombres para sobrevivir. Por el contra-
rio, la Iglesia es quien da vida a la Contra-Revolución, la cual, sin ella, no
sería factible, ni siquiera concebible” 120.
En la perspectiva de Plinio Corrêa de Oliveira, la Contra-Revolución no es
un fin en sí misma, sino un instrumento dócil de la Iglesia. La Iglesia, a su vez,
no se identifica con la Contra-Revolución, ni necesita ser salvada por ésta.
“La Iglesia es el alma de la Contra-Revolución. Si la Contra-Revolución
es la lucha para extinguir la Revolución y construir la Cristiandad nueva,
toda resplandeciente de fe, de humilde espíritu jerárquico y de inmaculada

118
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 112. En la misma línea, ver R.
DE MATTEI, La vita interiore, fondamento della Contro-Rivoluzione, in “Lepanto”, Nº 132-133, julio-
agosto de 1993.
119
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., pp. 120-21.
120
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 122.

161
El Cruzado del Siglo XX

pureza, es claro que esto se realizará sobre todo por una acción profunda
en los corazones. Ahora bien, esta acción es obra propia de la Iglesia, que
enseña la doctrina católica y la hace amar y practicar. La Iglesia es, pues,
la propia alma de la Contra-Revolución” 121.
La exaltación de la Iglesia es el ideal de la Contra-Revolución.
“Si la Revolución es lo contrario de la Iglesia, es imposible odiar la Re-
volución (considerada en su globalidad, y no en algún aspecto aislado) y
combatirla, sin ipso facto tener por ideal la exaltación de la Iglesia” 122.
La Iglesia es, pues, una fuerza fundamentalmente contra-revolucionaria,
pero no se identifica con la Contra-Revolución: su verdadera fuerza está en
ser el Cuerpo Místico de Nuestro Señor Jesucristo.
No obstante, el ámbito de la Contra-Revolución excede, de algún modo,
al eclesiástico, porque comporta una reorganización de toda la sociedad tem-
poral desde sus fundamentos. Esta restauración social es inspirada por la
doctrina de la Iglesia, pero por otro lado, envuelve un sinnúmero de aspec-
tos concretos y prácticos que pertenecen propiamente al orden civil.
“Y a este título la Contra-Revolución trasborda el ámbito eclesiástico,
aunque continúa siempre profundamente ligada a la Iglesia en lo que se
refiere al Magisterio y a su poder indirecto” 123.
La obra de Plinio Corrêa de Oliveira concluye con un homenaje de filial
devoción y de obediencia ilimitada al “dulce Cristo en la tierra”, columna y
fundamento infalible de la verdad, Su Santidad Juan XXIII 124, y con una
consagración filial de la obra a la Virgen:
“La primera, la grande, la eterna revolucionaria, inspiradora y fautora
suprema de esta Revolución, como de las que la precedieron y le sucedieren,
es la Serpiente, cuya cabeza fue aplastada por la Virgen Inmaculada. María
es, pues, la Patrona de todos los que luchan contra la Revolución.
“La mediación universal y omnipotente de la Madre de Dios es la mayor
razón de esperanza de los contra-revolucionarios. Y en Fátima Ella ya les
dio la certeza de la victoria, cuando anunció que, incluso después de un

121
Ibid., p. 123.
122
Ibid., ID.
123
Ibid., ID.
124
En la edición italiana de 1972, y en las sucesivas, la conclusión fue mantenida en los mismos
términos, substituyendo el nombre de Juan XXIII por el del Pontífice entonces reinante, Paulo VI.

162
Revolución y Contra-Revolución

eventual progreso del comunismo en el mundo entero, «por fin su Inmacu-


lado Corazón triunfará».
“Acepte la Virgen, pues, este homenaje filial, tributo de amor y expresión
de confianza absoluta en su triunfo” 125.

16. Trasponiendo los confines de Brasil:


una escuela de pensamiento y de acción

Algunos de los principales temas abordados por Plinio Corrêa de Oliveira


fueron tratados también por otros pensadores católicos contemporáneos,
genéricamente definidos como “tradicionalistas”. Basta recordar aquí los
nombres del filósofo belga Marcel De Corte 126, del fundador francés de la
Cité Catholique, Jean Ousset 127, del filósofo italiano Augusto Del Noce 128,
del historiador suizo Gonzague de Reynold 129, del pensador español Fran-
cisco Elías de Tejada 130.
Revolución y Contra-Revolución no fue, empero, solamente una obra inte-
lectual, sino también el germen vital de un movimiento destinado a desarro-
llarse y a extenderse en todo el mundo. Plinio Corrêa de Oliveira se distingue

125
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., pp. 171-172.
126
De MARCEL DE CORTE (1905-1944), cfr. Philosophie des moeurs contemporaines, Éditions
Universitaires, Bruselas, 1944; L’homme contre lui-même, Nouvelles Editions Latines, París, 1962.
Sobre De Corte cfr. MIGUEL AYUSO TORRES, DANILO CASTELLANO, JUAN VALLET DE GOYTISOLO, In
memoriam Marcel De Corte, in “Verbo”, Nºs. 327-328 (1994), pp. 761-794.
127
JEAN OUSSET (1914-1994), Pour qu’il règne, Dominique M. Morin, París, 1986. La obra de Ousset,
publicada en 1957, tuvo numerosas ediciones en Francia y diversas traducciones. El movimiento La
Cité Catholique, fundado por Ousset en 1947, se transformó en 1963 en el Office International des
Oeuvres de Formation Civique et d’Action Culturelle selon le Droit Naturel et Chrétien. Tuvo su
mayor desarrollo intelectual en España, alrededor de la revista “Verbo” dirigida por Juan Vallet de
Goytisolo (Cfr. ESTANISLAO CANTERO, A los treinta años, in “Verbo”, Nºs. 301-302, enero-febrero de
1992, pp. 7-16).
128
Sobre AUGUSTO DEL NOCE (1910-1989), autor, además de las obras ya citadas, de L’epoca della
secolarizzazione (Giuffré, Milán, 1970, e Il suicidio della Revoluzione (Rusconi, Milán, 1979), cfr.
ROCCO BUTTIGLIONE, Augusto Del Noce. Biografia di un pensiero, Piemme, Casale Monferrato, 1991;
R. DE MATTEI, Augusto Del Noce y el suicidio de la Revolución, in “Verbo”, Nºs. 337-338 (1995), pp.
871-886.
129
Del Conde GONZAGUE DE REYNOLD (1880-1970), cfr. sobre todo L’Europe tragique, Spes, París,
1934; La formation de l’Europe, Plon, París, 1944-1952, 10 vol.
130
De FRANCISCO ELÍAS DE TEJADA (1917-1978), cfr. La monarquía tradicional, Rialp, Madrid, 1954, y
sobre esta figura cfr. el reciente estudio de M. AYUSO TORRES, La filosofía jurídica y política de Elías
de Tejada, Fundación Francisco Elías de Tejada, Madrid, 1994.

163
El Cruzado del Siglo XX

de muchos intelectuales tradicionalistas contemporáneos justamente por el


papel que atribuyó al pensamiento vivo, destinado a comunicarse a través de
la acción personal y a organizarse en el apostolado de conquista. Ésta inédita
unión de pensamiento y de acción no fue comprendida por algunos ambientes
tradicionalistas, acostumbrados a conciliar la doctrina contra-revolucionaria
con una praxis política inspirada en diversas teorías. Esto sucedió sobre todo
en Francia, después de la experiencia de la Action Française.
Francia, “Hija Primogénita de la Iglesia”, fue la patria de la Contra-Revolu-
ción católica, que allí reveló sus talentos más penetrantes, desde el P. Pierre de
Clorivière a Mons. Henri Delassus. Pero entre el fin del siglo XIX y comien-
zos del XX, bajo la influencia de Charles Maurras 131 y con el surgimiento de
la Action Française, se operó un “viraje” del pensamiento tradicionalista fran-
cés en un sentido positivista y naturalista 132. Uno de sus exponentes, Louis
Dimier, durante las lecciones dadas en el Instituto de la Action Française en
1906, enumeraba entre los “maestros de la contra-revolución” autores como
Sainte-Beuve, Balzac, Taine, Renan y hasta el socialista Proudhon 133. Esto
sucedía en los mismos años en que, en la Iglesia, se infiltraba el modernismo
social de Le Sillon condenado por San Pío X. La analogía entre el modernis-
mo y la Action Française no escapó a la observación de un autor contra-revo-
lucionario como Augustin Cochin, que así la resumió:
“El modernista, llevando el movimiento hasta su extremo, querría colocar
la Iglesia en el lugar reservado a Dios. También hoy existe quien coloque el
cuerpo antes que el espíritu y el orden antes que el fin: Maurras defiende el

131
Charles Maurras (1869-1952), fundador del periódico y del movimiento “Action Française”, ejer-
ció gran influencia sobre varias generaciones de intelectuales franceses. Un amplio cuadro de su obra
se lee en EUGEN WEBER, L’Action Française, Stock, París, 1964. Cfr. también ROGER HAVARD DE LA
MONTAGNE, Histoire de l’Action Française, Amiot-Dumont, París, 1950; COLETTE CAPITAN PETER,
Charles Maurras et l’idéologie d’Action Française, Seuil, Paris, 1972; VICTOR NGUYEN, Aux origines
de l’Action Française. Intelligence et politique a l’aube du XXe. siècle, Fayard, París, 1991.
132
Dicho “viraje” fue bien descrito por RAFAEL GAMBRA CIUDAD, en La monarquía social y represen-
tativa en el pensamiento tradicional, Rialp, Madrid, 1964, pp. 21-31 y en la voz “Tradicionalismo”,
in GER, vol. XXII (1975), pp. 671-673. Gambra distingue entre un tradicionalismo de derechas,
católico y contra-revolucionario, y un tradicionalismo de izquierda que, influenciado por Comte,
llega, a través de Taine y Renan, a la Action Française. Cfr. también R. DE MATTEI, Augustin Cochin
e la storiografia contro-rivoluzionaria, in Storia e Politica, vol. 4 (1973), pp. 570-585.
133
LOUIS DIMIER, Les maîtres de la contre-révolution au XIX siècle, Nouvelle Librairie Nationale,
París, 1907, pp. 115-135 (Balzac), pp. 161-184 (Sainte-Beuve), pp. 187-208 (Taine), pp. 209-230
(Renan), pp. 279-303 (Proudhon).

164
Revolución y Contra-Revolución

cuerpo por el orden que presenta; Le Roy 134 compromete el espíritu; es la


misma doctrina: intelectual en Le Roy, materialista en Maurras” 135.
Inicialmente algunos católicos contra-revolucionarios, como el P. de
Pascal 136 y el benedictino D. Besse 137, colaboraron con la Action Française,
apreciando en ella su dinamismo y la eficacia de sus intervenciones. Se tra-
tó, empero, de una colaboración en el plano estrictamente práctico, condi-
cionada a la fidelidad del movimiento a la Iglesia. Pero la Action Française,
en su evolución de movimiento político hacia escuela de pensamiento, vio
la doctrina maurrasiana prevalecer sobre la contra-revolucionaria 138.
La actitud prudente de San Pío X, que resumió su juicio sobre los escritos
de Maurras con la fórmula “damnabiles non damnandos”, constituye un
punto de referencia irremplazable 139. El Pontífice aprobó la condenación de

134
ÉDOUARD LE ROY (1870-1954), seguidor de Bergson, fue el filósofo que intentó conferir una base
doctrinal al modernismo. Muchas obras del P. Garrigou-Lagrange fueron escritas precisamente para
refutar su fundamental agnosticismo.
135
A. COCHIN, Abstraction révolutionnaire et réalisme catholique, Desclée de Brouwer, París-Lille,
1960, pp. 54-55. “El método de la Action Française —observa Stéphanie Rials— no ignora la tras-
cendencia, pero la trata de forma utilitarista a través de la interpretación positivista. La humanidad de
Comte se vuelve la nación de Maurras. La trascendencia se dobla ante la dimensión horizontal, la
inmanencia es idolatrada, la Providencia es negada” (Révolution et Contre-Révolution au XIX siécle,
cit., pp. 48-49).
136
Del P. GEORGES DE PASCAL (1840-1918), véanse entre otros libros Enseignement social, vues socia-
les d’un homme de tradition, Rondelet, París, 1899; Révolution et Contre-Révolution, le centenaire
de 1789 et les conservateurs catholiques, avec une lettre de M. le Marquis de La Tour du Pin, Impr.
de Saudaux, París, 1911; Les Religions laïques, Nouvelle Librairie Nationale, París, 1913.
137
JEAN-MARTIAL BESSE (1861-1920), historiador y erudito benedictino, ocupó en 1909 la cátedra de
Syllabus en el Institut d’Action Française. De él, además de L’Église et les libertés, cit., cfr. Église et
Monarchie, Jouve, París, 1910; Le catholicisme libéral, Desclée, París, 1911; Les Religions laïques,
Nouvelle Librairie Nationale, París, 1913.
138
Este aspecto fue notado por Jean Madiran: “A la generación de católicos formados católicamente,
que llegaron a la Action Française por fuerza de un «compromiso para la acción», le sucedió una
generación de formación maurrasiana que ya no era sensible a lo que podía haber de chocante, y en
cualquier caso de inaceptable para un cristiano, en el pensamiento de Maurras” (J. MADIRAN,
L’intégrisme, histoire d’une histoire, Nouvelles Editions Latines, París, 1964, p. 97).
139
El 2 de enero de 1914 la Congregación del Index juzgó que cinco libros de Maurras (Chemin du
Paradis, Anthinea, Les amants de Venise, Trois idèes politiques y L’Avenir de l’intelligence), así
como la revista “L’Action Française” por él dirigida, merecían condenación. San Pío X reputó opor-
tuno postergar la promulgación del decreto, pero la excomunión fue lanzada más tarde por Pío XI, en
1926. En 1939, después de haber sido firmada, por parte del consejo directivo de la Action Française,
una declaración de sumisión, las sanciones relativas al periódico fueron levantadas por Pío XII (cfr.
Decreto del Santo Oficio del 10 de julio de 1939; respuesta de la Sagrada Penitenciaría del 24 de julio
del mismo año) pero continuó en vigencia la condenación de los escritos de Maurras indicados por el
Index. Cfr. también LUCIEN THOMAS, L’Action Française devant l’Église. De Pie X a Pie XII, Nouvelles

165
El Cruzado del Siglo XX

Maurras, pero aplazó su promulgación pública, juzgándola inoportuna en


un momento de abierto conflicto con el gobierno francés. Los secuaces de
Maurras pusieron el acento sobre el segundo término, que manifiesta sólo
un juicio contingente, de carácter diplomático, designando una oportunidad
y no una apreciación. En el damnabiles de San Pío X permanece toda la
sustancia de un claro juicio doctrinal, que no permite a ningún católico ver-
dadero tener a Maurras como maestro.
El juicio de Plinio Corrêa de Oliveira sobre la Action Française, formula-
do varias veces en “O Legionário”, fue coherente con la posición del Magis-
terio de la Santa Sede 140.
Entre la doctrina de la Iglesia y la profesada por los dirigentes de la Action
Française, más allá de las afinidades o de las convergencias en el plano
estrictamente político, existía una incompatibilidad de fondo.
Al lado de las influencias maurrasianas 141, en algunos ambientes cultura-
les tradicionalistas de Francia de la posguerra se imprimió la marca de anti-
guos errores como el jansenismo y el galicanismo. Tales errores se contra-
ponen al espíritu católico romano, que es antes de todo universalidad y ca-
pacidad de comprender el bien, dondequiera que se manifieste, con las legí-
timas modalidades propias a cada realidad. Pero lo que ha caracterizado
dichos ambientes, fue sobre todo una mentalidad derrotista y capitulacionista,
difícilmente conciliable con las tesis combativas y llenas de esperanza de
Revolución y Contra-Revolución 142.

Éditions Latines, París, 1965; MICHAEL SUTTON, Nationalism, positivism and Catholicism. The politics
of Maurras and French catholics, Cambridge University Press, Londres, 1982. OSCAR L. ARNAL,
Ambivalent Alliance. The Catholic Church and the Action Française. 1899-1939, University of
Pittsburgh Press, Pittsburgh, 1985; ANDRÉ LADOUZE, Dominicains français et Action Française, Les
Editions Ouvrières, París, 1989.
140
Cuando la excomunión a la Action Française fue revocada por Pío XII, el Dr. Plinio puso fin a la
polémica con estas palabras: “No hay mal peor que la pretensión de ser más católico que el Papa.
Roma habló: la causa está juzgada. Que nadie se entregue a entusiasmos incondicionales o a rigor
desproporcionado” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Action Française, in “O Legionário”, Nº 359, 30 de
julio de 1939. Cfr. también ID., A Action Française e a Liga das Nações, in “O Legionário”, Nº 276,
26 de diciembre de 1937; ID. Action Française, in “O Legionário”, Nº 349, 21 de mayo de 1938.
141
Cfr. por ejemplo el número especial de la revista “Itinéraires” dedicado a Maurras (Nº 22, abril de
1968), con artículos de Jean Madiran, Henri Charlier, Jean Ousset, Pierre Gaxotte, Roger Joseph, V.
A. Berto, Henri Rambaud, Gustave Thibon, Jean-Baptiste Morvan, Jacques Vier, Louis Salleron,
Georges Lafly, Marcel De Corte.
142
Una descripción de esta mentalidad se encuentra en el folleto La mano che estingue, la voce che
adormenta, publicado por el Ufficio Tradizione, Famiglia, Proprietà, Roma, 1996.

166
Revolución y Contra-Revolución

Por singular que parezca, la influencia más profunda de Revolución y


Contra-Revolución en Europa se dio, aparte de la península ibérica, sobre
todo en Italia, país carente de una cultura tradicionalista en el sentido estric-
to de la palabra.
En efecto, el pensamiento contra-revolucionario europeo se resumía en la
fórmula “Trono y Altar”, o sea en la fidelidad a la Iglesia y a las dinastías
que en el curso de la Historia encarnaron la tradición católica. Pero en Italia,
tras la liquidación de las dinastías anteriores a la unificación realizada por el
Piamonte saboyano y la invasión de Roma en 1870, el foso abierto entre el
Papado y la Casa de Saboya no dejó espacio para un legitimismo contra-
revolucionario. Incluso después de la caída de la monarquía en 1946, los
monárquicos se aferraron a posiciones liberal-nacionalistas, mientras los
católicos eran desviados hacia la Democracia Cristiana, responsable por el
deslizamiento del mundo católico de posguerra hacia la izquierda 143. De
esta manera, en la tierra escogida por la Providencia para colocar la Cátedra
de Pedro, faltó una acción política auténticamente católica, mientras que el
Partido Comunista más fuerte y organizado de Occidente, siguiendo las lec-
ciones de Antonio Gramsci, pudo llevar adelante la estrategia del “compro-
miso histórico” que alcanzó su éxito en mayo de 1996, con la conquista del
poder por parte de los neo-comunistas.
Mientras la revolución contestataria de los años 70 asolaba a Italia, nacía,
aglutinado en torno de los principios de Revolución y Contra-Revolución,
traducido y publicado en Piacenza por Giovanni Cantoni 144, el grupo Alleanza
Cattolica, que desde 1973 comenzó a publicar la revista “Cristianità”. Tam-
bién se inspiraron en Revolución y Contra-Revolución otros grupos y movi-

143
Para un análisis de este itinerario, cfr. R. DE MATTEI, Il centro che si portò a sinistra, Fiducia,
Roma, 1994, y el manifiesto del Centro Cultural Lepanto, Prodi il Kerensky italiano?, in “Il Tempo”
e “Il Giornale”, 14 de mayo de 1996. Cfr. también GIOVANNI CANTONI, La lezione italiana, Cristianità,
Piacenza, 1980.
144
La primera traducción italiana de la obra, por las ediciones Dell’Albero, remonta a 1969. La segun-
da, con un ensayo introductorio de G. CANTONI, “L’Italia tra «Rivoluzione e Contro-Rivoluzione»”,
apareció en 1972, publicada por las Ediciones “Cristianitá”. La tercera, con un postfacio de PLINIO
CORRÊA DE OLIVEIRA, titulado “Revolución y Contra-Revolución veinte años después”, en 1977. “En
esta obra —escribía Giovanni Cantoni en su introducción— se encuentran todos los elementos que
nos permiten definirla como la expresión, en forma de tesis, del pensamiento contra-revolucionario
en la era de la Revolución cultural” (Introducción, cit., p. 49). De G. CANTONI, cfr. también Plinio
Corrêa de Oliveira al servizio di un capítolo della dottrina sociale della Chiesa: il commento del
Magistero alla “parábola dei talenti”, in “Cristianità”, Nº 235, noviembre de 1994.

167
El Cruzado del Siglo XX

mientos surgidos posteriormente, entre ellos el Centro Cultural Lepanto,


fundado en Roma en el año 1982 (*) 145.

17. Nobleza y élites tradicionales análogas


frente a la IV Revolución

Nobleza y élites tradicionales análogas 146, publicado en 1992 (**), pue-


de ser considerada la continuación ideal y el desarrollo de Revolución y
Contra-Revolución, a la cual Plinio Corrêa de Oliveira había añadido en
1976 una Tercera Parte, titulada Revolución y Contra-Revolución veinte
años después 147. En ella describía la aparición, como sucesora de la Revo-
lución comunista, de una IV Revolución menos ideológica y más tenden-
ciosa, que tiene por objeto extinguir los viejos modelos de reflexión, voli-
ción y sensibilidad, para alcanzar más rápidamente la meta última de la
Revolución: imponer, sobre las ruinas de la Civilización Cristiana, una
sociedad “tribal” y anárquica, sometida al Príncipe de las Tinieblas.
El retorno al modelo humano representado por las “élites tradicionales”
puede constituir, según expone en su última obra el pensador brasileño, el
principal antídoto a esta extrema declinación de la sociedad. En efecto, la
Revolución de la Sorbona, en 1968, constituyó una explosión de alcance

(*) N. del E.: Entre las nuevas ediciones de Revolución y Contra-Revolución publicadas en todo el mundo
desde 1995, cuando la redacción del presente libro estaba concluida, tres de ellas aparecieron en Italia,
una a cargo de la ya citada editora Cristianità (Piacenza, 1995), la siguiente a cargo del Ufficio
Tradizione, Famiglia, Proprietà (Roma, 1999) y la tercera por cuenta de Alleanza Cattolica (Ed. Sugarco,
Milán, 2009). Actualmente la obra suma 44 ediciones en 16 países, en 9 lenguas (portugués, español,
italiano, francés, inglés, alemán, polaco, rumano, bielorruso), totalizando más de 148.850 ejemplares.
145
El Centro Cultural Lepanto, fundado en Roma en el año 1982 por el autor de estas páginas, se
afirmó en Italia y en Europa por sus intervenciones doctrinales acerca de temas como el nuevo Con-
cordato (1985), el Tratado de Maastricht (1992), el peligro islámico (1993), la legalización del “ma-
trimonio” de homosexuales (1994), y la denuncia de la colaboración entre católicos y neo-comunistas
en Italia.
146
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Nobleza y élites tradicionales análogas..., cit. El libro fue traducido al
italiano, español, inglés y francés, y recibió el aplauso de varias personalidades, entre las cuales
cuatro cardenales: Mario Luigi Ciappi, Silvio Oddi, Alfons Maria Stickler y Bernardino Echeverría; y
dos conocidos teólogos, los Padres Raimondo Spiazzi y Victorino Rodríguez.
(**) N. del E.: En octubre de 2008 fue publicada la primera edición alemana de dicha obra.
147
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Rivoluzione e Contro-Rivoluzione vent’anni dopo, en Rivoluzione e
Contro-Rivoluzione, cit., pp. 59-74. Cfr. también la edición especial de “Catolicismo”, Nº 500 (1992),
con una actualización a la III Parte hecha por el propio Prof. Corrêa de Oliveira.

168
Revolución y Contra-Revolución

universal, que aceleró el proceso de proletarización de la sociedad. El im-


pulso hacia el continuo perfeccionamiento, que caracterizó la Edad Media y
los siglos siguientes, podría hoy revivir si la nobleza reencontrase el sentido
de la propia misión histórica.
“Si el noble del siglo XX se mantiene consciente de esta misión y, anima-
do por la fe y por el amor a una tradición bien entendida, todo hiciera para
cumplirla, alcanzará una victoria de grandeza no menor que la conseguida
por sus antepasados cuando contuvieron a los bárbaros, repelieron al Is-
lam hacia el otro lado del Mediterráneo y, bajo el comando de Godofredo
de Bouillon, derribaron las puertas de Jerusalén” 148.
En la conclusión de su último libro, Plinio Corrêa de Oliveira así describe
el funesto desenlace del largo proceso revolucionario:
“Pese a haber encontrado en su camino innumerables obstáculos, tal ha
sido —a partir de la confluencia histórica en que la Edad Media declina y
muere, el Renacimiento surge en medio de sus alegres triunfos iniciales, la
revolución religiosa del Protestantismo comienza a fomentar y a preparar
de lejos la Revolución Francesa, y de muy lejos la Rusa de 1917...— el
carácter inexorable de la marcha victoriosa de dicho proceso, que se diría
invencible la fuerza que lo ha movido y definitivos los resultados alcanza-
dos por él.
“«Definitivos» parecerán, efectivamente, esos resultados si no se hace
un análisis atento de la índole de ese proceso.
“A primera vista, parece eminentemente constructivo, pues levantó suce-
sivamente tres edificios: la seudo-Reforma protestante, la república libe-
ral-democrática y la república socialista soviética.
“Sin embargo, su verdadera índole es esencialmente destructiva: él es la
destrucción; él derribó la tambaleante Edad Media, al desvaído Antiguo
Régimen, el apopléjico mundo burgués, frenético y perturbado; bajo su pre-
sión se encuentra en ruinas la ex URSS, siniestra, misteriosa, podrida como
una fruta que ha caído hace tiempo del árbol.
“Hic et nunc, ¿no es verdad que son ruinas los mojones que señalan efec-
tivamente la trayectoria de ese proceso? Y, de la más reciente de esas rui-
nas, ¿qué está resultando para el Mundo sino la exhalación de una confu-
sión general que promete a cada momento catástrofes inminentes, contra-

148
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Nobleza y élites tradicionales análogas, cit., p. 138.

169
El Cruzado del Siglo XX

dictorias entre sí, que se desvanecen en el aire en el momento en que están


por precipitarse sobre los mortales y, al hacerlo, generan la perspectiva de
nuevas catástrofes, aún más inminentes, aún más contradictorias? ¿Las
cuales quizá se desvanecerán, a su vez, para dar origen a nuevos mons-
truos, o quizá se transformarán en realidades atroces, como la migración
de hordas enteras de eslavos del Este hacia el Oeste, o la de hordas maho-
metanas avanzando del Sur hacia el Norte?
“¿Quién puede saberlo? ¿Quién sabe si esto ocurrirá? ¿Quién sabe si
ocurrirá sólo (!) esto? ¿Si no será algo más y peor que esto?
“El cuadro es, sin duda, desalentador para todos los hombres que no tie-
nen Fe; por el contrario, para quienes la tienen, desde el fondo de este hori-
zonte suciamente confuso y torvo una voz, capaz de suscitar la más alentado-
ra confianza, se hace oír: «Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará»” 149.

18. El juicio de un eminente teólogo contemporáneo


sobre Revolución y Contra-Revolución

Entre los juicios vertidos sobre Revolución y Contra-Revolución se desta-


ca, profundo y articulado, el del Padre Anastasio Gutiérrez CMF, eminente
canonista de la Congregación claretiana y consultor de diversos dicasterios
vaticanos, que escribió entre otras cosas:
“Revolución y Contra-Revolución es una obra magistral, cuyas enseñan-
zas deberían ser difundidas hasta hacerlas penetrar en la conciencia de todos
los que se sientan verdaderamente católicos, yo diría más, de todos los hom-
bres de buena voluntad. En ella, éstos últimos aprenderían que la única sal-
vación está en Jesucristo y en su Iglesia, y los primeros se sentirían confir-
mados y robustecidos en su fe, y prevenidos e inmunizados psicológica y
espiritualmente contra un proceso astuto que se sirve de muchos de ellos
como idiotas útiles y compañeros de ruta.
“El análisis que hace del proceso revolucionario es impresionante y reve-
lador por su realismo y por el profundo conocimiento de la Historia, a partir
del final de la Edad Media en decadencia, que prepara el clima al Renaci-
miento paganizante y a la Pseudo-Reforma, y ésta para la terrible Revolu-
ción Francesa y, poco después, al Comunismo ateo.

149
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Nobleza y élites tradicionales análogas, cit., p. 154.

170
Revolución y Contra-Revolución

“Tal análisis histórico no es solamente externo, sino que es también expli-


cado y revelado en sus acciones y reacciones con los elementos que la psico-
logía humana proporciona, tanto la psicología individual como la psicología
colectiva de las masas. Con todo, es necesario reconocer que hay alguien
que dirige esa descristianización de fondo y sistemática. Es cierto, sin duda,
que el hombre tiende al mal —orgullo y sensualidad— pero si no hubiese
quien tomara en manos las riendas de esas tendencias desordenadas y las
coordinase sagazmente, no darían probablemente el resultado de una acción
tan constante, hábil y sistemática, mantenida tenazmente, aprovechando in-
clusive los altos y bajos provocados por las resistencias y por la natural
«reacción» de las fuerzas contrarias.
“La Obra prevé también, aunque con cautela en sus pronósticos y por vía
de hipótesis, la posible evolución próxima de la acción revolucionaria y des-
pués, a su vez, la de la acción contra-revolucionaria.
“Abundan pensamientos y observaciones perspicaces de carácter socioló-
gico, político, psicológico, evolutivo... diseminadas a lo largo de todo el
libro, dignos, no pocos, de una antología. Muchos de ellos apuntan las «tác-
ticas» inteligentes que favorecen a la Revolución, y las que pueden o deben
ser utilizadas en el ámbito de una «estrategia» general contrarrevolucionaria.
“En suma, me atrevería a decir que es una Obra profética en el mejor
sentido de la palabra; más aún, que su contenido debería enseñarse en los
centros superiores de la Iglesia, para que por lo menos las clases de élite
tomen conciencia clara de una realidad aplastante, de la cual —creo— no se
tiene clara conciencia. (...) La Obra es un producto auténtico de la Sapientia
Christiana” 150.

150
P. ANASTASIO GUTIÉRREZ C.M.F., carta al Sr. Juan Miguel Montes Cousiño, director del Ufficio
Tradizione Famiglia Proprietà de Roma, 8 de setiembre de 1993.

171
Capítulo V

Tradición, Familia, Propiedad


“En el idealismo, ardor. En el trato, cortesía.
En la acción, dedicación sin límites.
En presencia del adversario, circunspección.
En la lucha, altanería y coraje.
Y, por el coraje, victoria”.

1. Un bloque coherente e inseparable...

Llegado a la plena madurez de su vida, Plinio Corrêa de Oliveira decidió


dar una forma asociativa a la familia de almas que le rodeaba y compartía
sus mismos ideales. El 26 de julio de 1960 fue fundada en São Paulo la
Sociedad Brasileña de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad 1, la
primera de la serie de asociaciones inspiradas en su pensamiento surgidas
progresivamente en los cincos continentes 2 (*).
La trilogía Tradición, Familia, Propiedad, más que designar las asociacio-
nes fundadas e inspiradas por Plinio Corrêa de Oliveira, resume su concep-

1
El comienzo de la actuación pública de la TFP remonta al 25 de julio de 1963, cuando la asociación
asumió oficialmente la gestión de todas las actividades hasta entonces ejercidas por el Prof. Plinio
Corrêa de Oliveira a título personal, y por sus colaboradores del grupo de “Catolicismo”. El Presiden-
te de la TFP brasileña fue, hasta su muerte, Plinio Corrêa de Oliveira; vicepresidente, también hasta
fallecer, el Prof. Fernando Furquim de Almeida (1913-1981).
2
En orden cronológico, fueron fundadas TFPs, asociaciones afines u oficinas de representación en
Argentina, Chile, Uruguay (1967), Perú (1970), Colombia, Venezuela, España (1971), Ecuador (1973),
Bolivia, Francia, Portugal, Estados Unidos (1974), Canadá (1975), Italia (1976), Sudáfrica (1980),
Alemania, Australia (1982), Costa Rica (1983), Nueva Zelandia (1985), Filipinas (1986), Paraguay
(1987), Gran Bretaña (1991), India (1992), Polonia (1995).
(*) N. del E. - Con posterioridad al fallecimiento de Plinio Corrêa de Oliveira, inspiradas en su
pensamiento y acción se han fundado o están en vías de constitución nuevas TFPs y asociaciones
afines en Austria, Croacia, Irlanda, Lituania y otros países.

173
El Cruzado del Siglo XX

ción del mundo, la cual a su vez refleja los fundamentos de la doctrina social
de la Iglesia 3.
La verdadera tradición, escribe el pensador brasileño, presupone dos prin-
cipios:
“a) que todo orden de cosas auténtico y vivo contiene en sí un impulso
continuo rumbo al mejoramiento y a la perfección;
“b) que, por eso, el verdadero progreso no es destruir, sino sumar; no es
romper, sino continuar hacia lo alto.
“En resumen, la tradición es la suma del pasado a un presente que le sea
afín. El día de hoy no debe ser la negación del de ayer, sino su armónica
continuación” 4.
Tradición, del latín tradere, no significa por lo tanto un mero apego al pasa-
do, sino la transmisión, de una generación a la otra, de un patrimonio de valo-
res 5. “La tradición que nosotros representamos es la Tradición católica, es
una tradición llena de vida. Una vida natural y sobrenatural ardiente” 6. Aque-
llo que está vivo tiene necesidad, para desarrollarse, de un ambiente propicio.
El ambiente natural para la transmisión y desarrollo de los valores es la fami-
lia, que, como enseña la Iglesia, es “la célula fundamental, el elemento cons-
titutivo de la comunidad del Estado” 7. Pero la familia, para sobrevivir y desa-

3
En sus líneas esenciales —como afirma Pío XII— “fueron y aún son las mismas la familia y la
propiedad, como base de manutención personal; después, como factores complementarios de seguri-
dad, las asociaciones locales y las uniones profesionales, y finalmente el Estado” (PÍO XII, Radiomensaje
de Navidad del 24 de diciembre de 1955, in DR, vol. XVII, pp. 437-438).
4
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, TFP - Tradição, in “Folha de S. Paulo”, 12 de marzo de 1969. Cfr.
también ID., Nobleza y élites tradicionales análogas en las alocuciones de Pío XII al Patriciado y a la
Nobleza romana, Editorial Fernando III El Santo, Madrid, 1993, pag. 74-75.
5
Pío XII enseñó que no existe verdadero progreso fuera de la tradición. “La propia palabra, desde un
punto de vista etimológico, es sinónimo de camino y avance. Sinonimia, no identidad. Mientras, en
realidad, el progreso indica tan sólo el hecho de caminar hacia delante, paso a paso, buscando con la
mirada un incierto porvenir, la tradición significa también un caminar hacia delante, pero un caminar
continuo que se desarrolla al mismo tiempo tranquilo y vivaz, según las leyes de la vida. (...) Como lo
indica su nombre, la tradición es un don que pasa de generación en generación, la antorcha que, a cada
relevo, el corredor pone en manos de otro sin que la carrera se detenga o disminuya su velocidad.
Tradición y progreso se completan mutuamente con tanta armonía que, así como la tradición sin el
progreso se contradice a sí misma, así también el progreso sin la tradición sería una empresa temera-
ria, un salto en la oscuridad” (Alocución al Patriciado y a la Nobleza romana del 19 de enero de 1944,
in Nobleza y élites tradicionales análogas..., cit. pp. 263-264).
6
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Discurso del 3 de enero de 1992, in “Catolicismo”, Nº 494, febrero de
1992.
7
PÍO XII, Alocución a los padres de familia franceses del 18 de setiembre de 1951, in DR, vol. XIII, p. 242.

174
Tradición, Familia, Propiedad

rrollarse, tiene a su vez necesidad de un sustrato material que le garantice la


vida y la libertad. Por eso Pío XI, en la Encíclica Quadragesimo anno, afirma
que “es necesario que permanezca siempre intacto e inviolado el derecho na-
tural de propiedad privada y de transmisión hereditaria de los propios bienes,
derecho que el Estado no puede suprimir” 8.
Max Delespesse, conocido progresista belga, en un libro al que dio el
significativo título de Tradición, Familia, Propiedad - Jesús y la triple con-
testación, señala: “Observadores superficiales podrían sorprenderse con la
trilogía «tradición-familia-propiedad» como si se tratase de una amalgama
artificial. En realidad la conjunción de estos tres términos constituye un blo-
que coherente que se acepta o se rechaza, pero cuyos elementos no pueden
ser separados” 9.
El rechazo más radical a este bloque doctrinal ha sido expresado, en nuestra
época, por el socialismo y el comunismo, cuyos principios básicos, según el
matemático ruso Igor Safarevic 10, pueden ser reducidos a estos puntos:
a) abolición de la propiedad privada;
b) abolición de la familia;
c) destrucción de la religión;
d) igualdad, supresión de la jerarquía social.
La fórmula Tradición, Familia, Propiedad, afirma a su vez Plinio Corrêa
de Oliveira, contiene “los tres grandes principios negados por el colectivis-
mo moderno”, que a ellos contrapone una trilogía igualmente significativa:
“masificación - servidumbre - hambre” 11.

2. Nuevos métodos de apostolado

Lo que caracterizó de manera inconfundible a la TFP brasileña, como a


las otras TFPs surgidas en el mundo inspiradas por Plinio Corrêa de Oliveira,
no fue sólo la coherencia de la visión católica del universo, sino también la
sorprendente novedad de los métodos de apostolado.

8
PÍO XI, Encíclica Quadragesimo anno del 15 de mayo de 1931, in AAS, vol. 23 (1931), pp. 190-216.
Cfr. DENZ.-H, Nº 3728.
9
MAX DELESPESSE, Tradition, Famille, Propriété. Jésus et la triple contestation, Fleurus-Novalis,
París, 1972, pp. 7-8.
10
IGOR CHAFAREVIC, Il socialismo como fenomeno storico mondiale, tr. it. La Casa de Matriona, Milán,
1980, p. 267.
11
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Nobleza y élites tradicionales análogas, cit., p. 131.

175
El Cruzado del Siglo XX

Desde los comienzos de su actuación, la TFP tuvo que luchar contra la


conspiración del silencio impuesta a sus iniciativas por los medios de
comunicación. Para llegar directamente a la opinión pública, Plinio Corrêa
de Oliveira concibió la idea de realizar grandes campañas públicas en
las que los jóvenes de la TFP, por medio del uso de megáfonos, pancartas,
slogans y músicas, pudiesen atraer la atención de las personas en las
calles. El 30 de marzo de 1965, en el “Viaduto do Chá”, la arteria de
mayor movimiento de São Paulo, hicieron su primera aparición los gran-
des estandartes rojos con el león rampante, a los que en 1969 seguirían
las capas rojas, ideadas por el propio doctor Plinio. Estos estandartes y
capas distinguen hoy, en todo el mundo, el apostolado público de la TFP.
Plinio Corrêa de Oliveira siempre resaltó la importancia de este aposto-
lado mediante símbolos, tales como el estandarte, que “produce sobre la
opinión pública un choque vivificante y saludable que simboliza la con-
traofensiva del bien” 12.
En el proceso de conversión, además del factor lógico, intervienen el psi-
cológico y el sobrenatural, ya que sobre todo es la gracia de Dios la que obra
en el alma del hombre para atraerlo hacia la adhesión a la verdad y a la
práctica de la virtud. En efecto, es a través del “choque” producido por la
gracia que se verifica el pasaje del “hombre viejo” al “hombre nuevo” del
que habla San Pablo en sus Epístolas 13.
Don Chautard enseña cómo toda institución católica digna de este nom-
bre debe ser penetrada por la vida interior, que es la condición de la fecundi-
dad de la acción 14. El gran desarrollo de las actividades externas hizo nacer
en los militantes de la TFP el deseo de ambientes particularmente recogidos,
para constituir contrafuertes espirituales que impidiesen caer en excesos de
actividad. Nacieron así, junto a las sedes tradicionales, los “éremos” 15, lu-
gares de estudio y de oración caracterizados por un mayor recogimiento y
por una regla de vida precisa.

12
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Obstáculo à corrida para o caos, in “Catolicismo”, Nº 517, enero de
1994. Según enseña la Historia, señala Plinio Corrêa de Oliveira, “parece que las grandes conversio-
nes se dan la mayoría de las veces por un lance de alma fulminante, provocado por la gracia a
propósito de cualquier hecho interno o externo” (Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 108).
13
Ef., 4, 21-24.
14
Don J.B.CHAUTARD, L’âme de tout apostolat, cit., pp. 52-56.
15
La palabra “éremo” se debe a Fábio Vidigal Xavier da Silveira, dirigente de la TFP brasileña,

176
Tradición, Familia, Propiedad

La constitución de ambientes en los cuales se pudiese respirar una atmós-


fera impregnada de seriedad y de espíritu sobrenatural correspondía a la
exigencia, siempre remarcada por el doctor Plinio, de combatir la Revolu-
ción no sólo en el plano de las ideas, sino también en un plano más profun-
do, el de las tendencias. En esta misma perspectiva, en el momento histórico
en que la Revolución se difundía a través del tipo humano de los hippies y
de los punks, él ideó "hábitos de ceremonia" propios caracterizados por el
escapulario del Carmen y la cruz de Santiago, cuyo simbolismo es análogo
al de las capas rojas usadas en las actividades públicas. Estos hábitos, que
por su diseño original no pueden ser comparados ni a los tradicionales hábi-
tos religiosos, ni mucho menos a los uniformes militares, son usados en
circunstancias particulares para expresar un espíritu caballeresco opuesto a
la degradación moral moderna.
Entre los nuevos medios de propaganda, el doctor Plinio concibió tam-
bién las “caravanas”, formadas por grupos de jóvenes militantes, que reali-
zan el apostolado “itinerante” de un extremo al otro del inmenso país. Esas
caravanas recorrieron, entre 1970 a 1995, un total de 5.031.360 kms, reali-
zando 23.199 campañas en ciudades de todos los Estados de Brasil y difun-
diendo 1.741.080 publicaciones editadas por la asociación. Se trata de un
instrumento de propaganda absolutamente nuevo, que permite el contacto
con el gran público eludiendo el filtro de los mass media. Las tiradas de las
obras difundidas, enormes para América Latina, confirman la eficacia de la
iniciativa del doctor Plinio.
La TFP promovió regularmente, durante años, Semanas de Estudio de
Formación Anticomunista (SEFACs) en las cuales, con conferencias acom-
pañadas de audiovisuales, se desarrolló una crítica del comunismo, expo-
niéndose con claridad la doctrina católica opuesta a este. Dichos cursos de
formación han constituido, para jóvenes provenientes de Brasil y de todas
partes del mundo, una preciosa ocasión para conocerse, intercambiar opi-
niones y convivir en una atmósfera fraternal.
Por fin, al lado de las actividades de los militantes en sentido estricto,
llamados socios y cooperadores, una nueva forma de apostolado comenzó a
difundirse en la TFP en los últimos años: la de los corresponsales-

fallecido en 1971. Algunos años antes de su muerte, visitando el célebre Eremo delle Carceri, en
Asís, él se había entusiasmado con el espíritu sobrenatural que lo impregnaba y había aplicado el uso
de esta palabra, en el lenguaje familiar, a la sede en que trabajaba.

177
El Cruzado del Siglo XX

esclarecedores 16, que divulgan los ideales contra-revolucionarios en el inte-


rior de los ambientes familiares y profesionales en que viven.
A fines de los años 80, a través de la moderna técnica del direct-mailing,
que permite entrar en contacto epistolar con decenas de miles de correspon-
sales, las TFP se han dotado de nuevos y eficaces instrumentos de apostola-
do. Algunas campañas llevadas a cabo por los corresponsales lograron crear
auténticos movimientos de opinión y cambiar radicalmente la situación en
varios campos.

3. La evolución del clero brasileño hacia la izquierda


y el surgimiento de la CNBB

El 14 de octubre 1952, veinte arzobispos se reunieron en Río de Janeiro


para sentar las bases de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil
(CNBB) con la finalidad de “coordinar y subsidiar las actividades de orienta-
ción religiosa, de beneficencia, de filantropía y de asistencia social” en todo el
territorio nacional 17. Monseñor Hélder Câmara, elevado a obispo auxiliar de
Río de Janeiro, fue designado como primer secretario y encargado de los tra-
bajos preparatorios del proyecto de la CNBB 18. Desde 1954 la organización
episcopal, tomando una posición de preminencia sobre las diócesis, se convir-
tió en la “voz” oficiosa de la Iglesia en Brasil 19. Dentro de ella, Mons. Hélder
Cámara 20 se presentó como la figura destinada a asumir, por lo menos en
parte, el papel “carismático” ya desempeñado por el cardenal Leme en la re-

16
El propio Plinio Corrêa de Oliveira así definió el papel de los corresponsales-esclarecedores: “Nues-
tros corresponsales poseen la misión de luchar en esta gran batalla de la opinión pública, con su
ejemplo, su conducta, con todo aquello que trasluce su modo de ser católico. Y es esto lo que un
verdadero contra-revolucionario debe hacer y decir, avanzando contra la ola de perdición que viene
destrozando el mundo entero. Nosotros estamos haciendo eso. Debemos dar siempre el buen ejem-
plo, repetir la buena palabra, saber proclamar alto nuestros ideales y levantar alto nuestro estandar-
te” (Encuentro con los Corresponsales del 7 de septiembre de 1989).
17
Cfr. M. KORNIS - D. FLAKSMAN, Conferência Nacional dos Bispos do Brasil (CNBB), in DHBB, vol.
II, pp. 884-889. “Monseñor Juan B. Montini, Secretario de Estado del Vaticano y futuro Papa Paulo
VI, ejerció una gran influencia sobre el Papa Pío XII para que la organización fuese aprobada” (ibid.,
p. 884).
18
SERGIO BERNAL, La Iglesia del Brasil y el compromiso social, Pontificia Universidad Gregoriana,
Roma, 1986, p. 46.
19
Un alto dignatario de la CNBB, el Cardenal Aloisio Loscheider, la habría definido sin más como el
vocero oficioso del Vicario de Cristo (cfr. “O Povo”, Fortaleza, 16 de febrero de 1981).
20
Mons. Câmara “pronto pasó a detentar un poder de hecho, si no de derecho, muy superior al del

178
Tradición, Familia, Propiedad

novación religiosa de los años 30. Fue en este período que se manifestó el
“viraje hacia la izquierda” del episcopado brasileño, gracias también a la obra
del nuevo nuncio pontificio Armando Lombardi (1954-1966), que además de
haber favorecido el nombramiento de obispos progresistas, colaboró con Mons.
Câmara en la formulación de las declaraciones sociales más “avanzadas” 21.
En mayo de 1956, la Conferencia de los Obispos del Nordeste, organiza-
da por Mons. Câmara en Campina Grande (Paraíba) y en presencia del pro-
pio presidente de la República, J. Kubitschek, quien clausuró los trabajos,
denunció las “terribles injusticias” del país, anunciando que los obispos se
habrían puesto “del lado de los oprimidos, para cooperar con ellos en un
trabajo de promoción y de redención” 22. La cuestión de la “justicia social” y
de la “Reforma Agraria” estaba destinada a convertirse en el caballo de ba-
talla de la CNBB, sobre todo a partir de 1958, en el nuevo pontificado de
Juan XXIII.
Después de la constitución de la CNBB, dos sucesos de alcance continen-
tal tuvieron gran influencia sobre la acción de la jerarquía brasileña: la crea-
ción, en 1955, por iniciativa de Mons. Câmara, del CELAM (Consejo
Episcopal Latinoamericano) y la Revolución cubana de 1959 23.

Cardenal de Río, Mons. Jaime Câmara, primera personalidad, por su cargo, en la Iglesia nacional”
(RICHARD MARIN, D. Hélder Câmara. Les puissants et les pauvres, Les Éditions de l’Atelier, París, 1995,
p. 83). “En el caleidoscopio nacional, Mons. Hélder Câmara es un portaestandarte (...). Él resume en su
persona toda la evolución de una Iglesia en ruptura con el orden social tradicional” (CHARLES ANTOINE,
L’Église et le pouvoir au Brésil. Naissance du militarisme, Desclée de Brouwer, París, 1971, p. 77).
21
“Convencido de la necesidad de una renovación de la Iglesia en el país, que podría hacerse efectiva a
través de la CNBB, Mons. Lombardi mantuvo encuentros semanales con Mons. Hélder y asistió a varios
encuentros de la CNBB donde apoyó las declaraciones sociales más avanzadas” (M. KORNIS - D. FLAKSMAN,
Conferência Nacional dos Bispos do Brasil (CNBB), cit., p. 885). “Gran amigo de D. Hélder Câmara,
con quien almorzaba una vez por semana, sólido aliado de los que desarrollaban las nuevas estrategias
del catolicismo brasileño, [Mons. Lombardi] presidió, durante su nunciatura, la creación de 48 diócesis,
11 Arzobispados y 16 Prelaturas. Durante esos 10 años fueron nombrados 109 Obispos y 24 Arzobis-
pos, que conforman hoy la mayoría en el episcopado del país” (MÁRCIO MOREIRA ALVES, A Igreja e a
política no Brasil, Editora Brasiliense, São Paulo, 1979, p. 80). Márcio Moreira Alves observa que los
nombramientos de los obispos conservadores son todos anteriores a 1955, fecha del comienzo de la
nunciatura de Mons. Lombardi; desde entonces, con la sola excepción de Mons. José Angelo Neto,
nombrado en 1960, todos los Obispos del Brasil son de línea claramente progresista (ibid.).
22
R. MARIN, op. cit., p. 84. Desde las primeras reuniones, realizadas en Belém do Pará (1953) y
Aparecida (1954), la CNBB colocó sobre la mesa el problema de la “Reforma Agraria”.
23
Cfr. JOSÉ OSCAR BEOZZO, A Igreja no Brasil, in A Igreja Latino-Americana às vésperas do Concílio,
Ediciones Paulinas, São Paulo, 1993, pp. 46-77. Cfr. también A Igreja nas bases em tempo de transição
(1974-1985), PAULO JOSÉ KRISCHKE y SCOTT MAINWARING (eds.), L & PM Editores, Porto Alegre,

179
El Cruzado del Siglo XX

“En el punto de partida de la irrupción de la política en el seno de la


institución eclesiástica —escribe Pierre Vayssière— encontramos el CELAM,
un órgano de enlace entre los diversos episcopados del continente, creado
en 1955 por iniciativa de Mons. Hélder Câmara” 24.
Hacia fines de los años 60 un grupo de teólogos sudamericanos comenzó
a formular una “teología de la liberación” 25 cuyo espíritu penetró en la Se-
gunda Asamblea General del CELAM, realizada en Medellín en 1968, con
la presencia de Pablo VI 26. La nueva corriente teológica, que afirmaba que-
rer aplicar en América Latina las recomendaciones del Concilio Vaticano II,
presentaba la misión de Jesucristo como una obra preponderantemente de
liberación social y política. Utilizaba las ciencias sociales, y particularmen-
te la metodología marxista, como instrumento para “liberar las clases opri-
midas”. En esta perspectiva el teólogo se convertía, según la fórmula
gramsciana, en un “intelectual orgánico del proletariado” 27, teniendo como
principal función la de aproximar el “reino de la justicia sobre la tierra” 28.

1986; C. ANTOINE, L’épiscopat brésilien dans les décennies du développement, in “Études”, Nº 1-2,
junio-julio de 1986, pp. 15-26; J. O. BEOZZO, A Igreja do Brasil. De João XXII a João Paulo II, de
Medellín a Santo Domingo, Vozes, Petrópolis, 1994; J. F. REGIS DE MORAIS, Os Bispos e a política no
Brasil, Cortez Editora, São Paulo, 1982; THOMAS C. BRUNEAU, The Church in Brasil, University of
Texas Press, Austin, 1982.
24
PIERRE VAYSSIÈRE, Les révolutions d’Amérique Latine, Seuil, París, 1996, p. 263.
25
La primera formulación sistemática fue hecha en 1971 por el teólogo peruano GUSTAVO GUTIÉRREZ
(Teologia della Liberazione, tr. it., Queriniana, Brescia, 1972). Nacido en 1928 y graduado por la Uni-
versidad de Lovaina, el P. Gutiérrez fue durante muchos años profesor de la Universidad de Michigan,
ejerciendo, como observa Pierre Vayssière (op. cit., p. 358) una notable influencia en el mundo univer-
sitario norteamericano. Entre los teólogos que echaron las bases de la “teología de la liberación” recor-
damos a los jesuitas Jon Sobrino y Juan Luis Segundo, el franciscano Genesio (a.) “Leonardo” Boff y
Mons. Hélder Câmara, quien “aun cuando no fuera un teólogo de profesión dio, con la palabra y la
acción, una enorme contribución al desarrollo de la teología de la liberación” (BATTISTA MONDIN, I
teologi della liberazione, Borla, Milán, 1977, p. 36). Además de Mons. Câmara, apoyaron el desarrollo
ideológico y la organización del movimiento obispos como Leonidas Proaño en Ecuador, Oscar Rome-
ro en El Salvador, Sergio Méndez Arceo y Samuel Ruiz en México, Carlos Zambrano Camader en
Colombia. Sobre la “teología de la liberación” ver también ARMANDO BANDERA O.P., La Iglesia ante el
proceso de liberación, BAC, Madrid, 1975; P. MIGUEL PORADOWSKI, El marxismo en la teología, Speiro,
Madrid, 1976; MONS. ALFONSO LÓPEZ TRUJILLO, De Medellín a Puebla, Editorial Católica, Madrid, 1980.
26
Cfr. B. MONDIN, I teologi della liberazione, cit. p. 31. “Es en el encuentro del CELAM en Medellín
que la teología de la liberación adquiere su derecho de ciudadanía” (R. VIDALES, Acquisizioni e compiti
della teologia latino-americana, in “Concilium”, Nº 4, 1974, p. 154.
27
JOSÉ FRANCISCO GÓMEZ, El intelectual orgánico según Gramsci y el teólogo de la liberación en
América Latina, in “Cristianismo y Sociedad”, México, Nº 91, 1987, pp. 102-104.
28
ÁLVARO DELGADO, Le clergé en révolte, in “La Nouvelle Revue Internationale”, Nº 4, abril de 1973,
pp. 70-71 (pp. 65-75).

180
Tradición, Familia, Propiedad

En este mismo período ocurrió la revolución cubana, que “figuró en el


imaginario latinoamericano como el paradigma de cualquier revolución fu-
tura”, surgiendo “como un detonador capaz de encender una inmensa explo-
sión, cuya onda de choque continental debía derribar los regímenes conser-
vadores, para desembocar en la «segunda independencia» de América Lati-
na” 29. La guerrilla revolucionaria, según el esquema castro-guevarista, lle-
gó a conflagrar una veintena de países de Centro y Sudamérica, llevando el
continente al borde del caos.
En la vida religiosa y civil de Brasil y de América Latina, el izquierdismo
religioso se difundió rápidamente a través de un proceso “que fue sostenido
por miembros del episcopado y por la Acción Católica en los medios obreros
y universitarios, y que se manifestó por el nacimiento de las comunidades
eclesiales de base” 30. A comienzos de 1962, en el seno de la Juventud Uni-
versitaria Católica (JUC), fue aprobado un documento llamado “Estatuto
Ideológico” que propugnaba el “socialismo” y la “revolución brasileña”. De
la JUC y de la JEC (Juventud Estudiantil Católica) 31, las dos asociaciones
estudiantiles de la Acción Católica, nació una nueva organización, la Acción
Popular 32, que propugnaba una abierta acción revolucionaria para subvertir
los fundamentos de la sociedad brasileña 33. Afirmaba situarse al lado de la
“corriente socialista que está transformando la sociedad moderna”, adhiriendo
al “papel de vanguardia desempeñado por la Revolución Soviética” 34.

29
P. VAYSSIÈRE, Les révolutions d’Amérique Latine, cit., p. 127, 124.
30
MICHAEL SIEVERNICH, Théologie de la Libération, in DSp, vol. XV (1991), p. 501.
31
La JUC y la JEC, que constituían las dos ramas estudiantiles de la Acción Católica Brasileña (ACB),
fueron reconocidas por la Jerarquía eclesiástica en 1950 y se disolvieron de hecho con el fin de la
ACB en 1966.
32
Cfr. HAROLDO LIMA - ALDO ARANTES, História da Ação Popular da JUC ao PC do B, Editora Alfa-
Omega, São Paulo, 1984, y el término Ação Popular (AP) por M. KORNIS y D. FLAKSMAN, in DHBB,
vol. I, pp. 16-17. El primer coordinador nacional de la nueva organización fue Herbert José de Souza
y su principal ideólogo el sacerdote jesuita P. Henrique de Lima Vaz. El Documento de Base de enero
de 1963 afirmaba: “La Acción Popular opta por una política de preparación revolucionaria, que con-
siste en la movilización del pueblo, sobre la base de desarrollo de sus niveles de conciencia y organi-
zación del capitalismo (nacional e internacional) y del feudalismo” (cit. en P. J. KRISCHKE, A Igreja e
as crises políticas no Brasil, Vozes, Petrópolis, 1979, p. 85). “Sería difícil diferenciar un pronuncia-
miento así de las orientaciones oficiales de los partidos marxistas. La diferencia significativa, empe-
ro, es que partía de sectores que tenían acceso al pueblo a través de la vasta red eclesiástica de parro-
quias, escuelas, instituciones de asistencia social, etc.” (ibid.).
33
Cfr. ALOIZIO AUGUSTO BARBOSA TORRES, Acção Popular, Capítulo deplorável na história do Brasil
Católico, in “Catolicismo”, Nº 183, marzo de 1966.
34
H. LIMA - A. ARANTES, op. cit., p. 37.

181
El Cruzado del Siglo XX

Este itinerario ya había sido oportunamente previsto por Plinio Corrêa de


Oliveira. Él veía en esos desvíos el desarrollo lógico del progresismo que
había combatido en los años 30 y 40. Y veía en la TFP a la gran opositora a
tales desviaciones, así como el desarrollo legítimo del movimiento católico
precedente, en absoluta fidelidad al Magisterio perenne de la Iglesia.
La vida religiosa de Brasil, según un historiador contemporáneo, estaba
desde entonces destinada a oscilar entre dos polos: el progresista y el repre-
sentado por la TFP 35.

4. “Reforma agraria”: cuestión de conciencia

Desde el inicio de los años cincuenta, una tendenciosa campaña organiza-


da por cierta prensa de inspiración marxista comenzó a presentar al Brasil
como la tierra de las injusticias y de los desequilibrios sociales, de los gran-
des latifundios improductivos y de las miserables “favelas” al margen de los
barrios de lujo de las grandes ciudades. La “reforma agraria” era presentada
como el único medio capaz de satisfacer elementales exigencias de justicia
que estarían siendo conculcadas por los propietarios. Esta visión del proble-
ma se basaba en falsos presupuestos doctrinales y en una igualmente falsa
visión de la situación socioeconómica brasileña.
En realidad, el mayor latifundio improductivo de Brasil y del mundo es el
formado por la inmensa área perteneciente al Estado. Alrededor del 50% del
territorio brasileño está constituido hoy por tierras que pertenecen a los di-
versos poderes públicos federales, provinciales y municipales del país 36. No
se puede, pues, entender, salvo a la luz de una concepción ideológica de tipo
marxista, una “reforma agraria” que, en vez de distribuir las tierras públicas,
quiera confiscar las privadas, que han hecho de Brasil, a pesar de todo, el
segundo productor de alimentos del mundo después de los Estados Unidos.
La “Reforma agraria” reivindicada por el Partido Comunista desde los años
20 echó raíces sobre todo en los ambientes de la izquierda católica, de la in-

35
Fray OSCAR DE FIGUEIREDO LUSTOSA O.P., Presencia de la Iglesia en la sociedad brasileña, in Ma-
nual de Historia de la Iglesia, de QUINTÍN ALDEA y EDUARDO CÁRDENAS, Editorial Herder, Barcelona,
1987, vol. X, pp. 1334-1335. “Entre ambos grupos se coloca el grueso de la tropa cristiana (Obispos,
Sacerdotes y laicos), conservadores y liberales, y en las más diversas oportunidades oscilarán, sea
aprobando las tesis reaccionarias, sea apoyando ciertas reivindicaciones progresistas” (ibid., p. 1335).
36
A comienzos de los años 60, el porcentaje de tierras pertenecientes al poder público era aún más
elevado.

182
Tradición, Familia, Propiedad

telligentzia universitaria y de los medios informativos, así como en los de las


altas finanzas 37. De la unión de estas fuerzas nació, en 1960, un proyecto de
“revisión agraria” propuesto por el gobernador demócrata cristiano del Esta-
do de São Paulo, Carlos Alberto de Carvalho Pinto, apoyado también por la
CNBB. La propaganda izquierdista presentaba la situación del mundo rural
como explosiva, a causa del pretendido descontento de los trabajadores agrí-
colas, y reclamaba la expropiación de los así llamados latifundios improducti-
vos, para distribuir la tierra a los labradores. La meta era eliminar todas las
formas de propiedad rural grande o mediana, para reducir las propiedades agrí-
colas a dimensiones mínimas, lo que de hecho conduciría el país al hambre.
El 10 de noviembre de 1960, un gran manifiesto, publicado en la primera
página de uno de los más importantes periódicos de Brasil, anunciaba el lan-
zamiento del libro de Plinio Corrêa de Oliveira Reforma Agraria, Cuestión de
Conciencia 38. La primera parte de la obra se debía al mismo doctor Plinio, que
sometió el texto a Mons. Antonio de Castro Mayer y a Mons. Geraldo de
Proença Sigaud, obispos de Campos y de Jacarezinho respectivamente, para
que hicieran una revisión teológica y lo firmaran juntamente con él. Al econo-
mista Luiz Mendonça de Freitas se debía la segunda parte de la obra, de carác-
ter netamente técnico, en la cual se demostraba que el Brasil producía en abun-
dancia lo suficiente para mantenerse y desarrollarse, sin que su economía fue-
se de ninguna manera limitada por la presencia de latifundios.
El libro, por la claridad de la argumentación, la notoriedad de los autores,
pero también por el original sistema de difusión en las menores capilaridades
del cuerpo social, se convirtió inmediatamente en un “caso nacional”. La
discusión saltó de las plazas a los periódicos, a la radio, a la televisión y al
Congreso. “El libro produjo impacto no sólo en Brasil, sino en toda la pren-
sa internacional. Provocó asimismo fuertes reacciones en el episcopado bra-
sileño” 39. Mientras tanto, en agosto de 1961 había subido a la presidencia de
Brasil el político de izquierda João Goulart 40, que pretendía hacer de la

37
Cfr. GILENO DE CARLI, Historia da Reforma agrária, Gráfica Brasileira, Brasilia, 1985.
38
Cfr. VV.AA. Reforma Agrária, questão de Consciência, Editora Vera Cruz, São Paulo, 1960. Esta
obra tuvo numerosas ediciones en Brasil, Argentina (1963), España (1969) y Colombia (1971), con
un total de cerca de cuarenta mil ejemplares. A su publicación en Brasil le siguió la de un programa
positivo de política agraria, obra de los mismos autores, la Declaración de Morro Alto, con dos
ediciones en portugués.
39
JOSÉ LUIS GONZALES BALADO, Câmara, l’évêque rouge?, Ed. Paulinas, Quebec, 1978, p. 53.
40
Sobre João Goulart (1919-1976), cfr. el vocablo de MARIETA DE MORAIS FERREIRA - CÉSAR BENJAMIM

183
El Cruzado del Siglo XX

“Reforma agraria” su caballo de batalla; y Mons. Hélder Câmara, Secretario


General de la CNBB y Obispo auxiliar de Río, anunciaba que el proyecto de
reforma era “un documento inspirado en los principios de la doctrina social
de la Iglesia” 41. Pero la opinión pública brasileña no siguió a sus obispos en
este peligroso camino que abría las puertas a la comunización del país. La
reacción popular no tardó en manifestarse, culminando en el movimiento
militar que en 1964 derrocó el presidente Goulart 42. “En la preparación
doctrinaria del movimiento” 43 jugó “un papel decisivo” el “libro-bandera
contra la reforma agraria” 44 difundido por la TFP.
La caída de Goulart, que tuvo resonancia en todo el mundo, impidió que
triunfase en Brasil una revolución de corte marxista. Las repercusiones se
extendieron rápidamente del campo político al eclesiástico. En abril de 1964
Mons. Hélder Câmara dejaba su cargo de la CNBB, siendo designado arzo-
bispo de Olinda y Recife, mientras el Cardenal Carlos Carmelo de
Vasconcellos Motta era transferido de la arquidiócesis de São Paulo a la de
Aparecida. Ese mismo año la cúpula de la CNBB fue renovada, tomando
una orientación moderada. Sustituyendo a Mons. Hélder Câmara asumió
como Secretario Mons. José Gonçalves, obispo auxiliar del Cardenal-Arzo-
bispo de Río de Janeiro, Mons. Jaime de Barros Câmara, mientras que en la
presidencia del organismo fue elegido el arzobispo de Riberão Preto, Mons.

in DHBB, vol II, pp. 1504-1521. En su mensaje al Congreso en marzo de 1962, Goulart reclamaba
reformas en el sistema bancario, en la administración pública, en los impuestos, y “la gran aspiración
brasileña, la reforma agraria”, que él describía como una “idea-fuerza irresistible” (Mensaje al Con-
greso Nacional, Río de Janeiro, 1962, pp. XI-XII). “La Reforma Agraria no podrá jamás ser posterga-
da (...) otras reformas son también imperiosas” (“Folha de S. Paulo”, 2 de mayo de 1962). “La preocu-
pación de él era la reforma agraria. Vivía con eso en la cabeza. Era, realmente, su idea fija”, recuerda
su viuda, María Teresa Goulart (“Manchete”, 1º de abril de 1978).
41
El 30 de abril la Comisión Central de la CNBB dio a conocer un documento al respecto (cfr. “La
Documentation Catholique” Nº 1403, julio de 1963, cols. 899-906).
42
El 19 de marzo de 1964 una gran “Marcha de la Familia con Dios por la libertad” reunió 500.000
personas en São Paulo. Once días después el ejército intervino. Goulart fue obligado a abandonar el
Brasil, mientras otra manifestación multitudinaria en Río, el 2 de abril, reunía un millón de personas
en apoyo al nuevo régimen.
43
THOMAS NIEHAUS - BRADY TYSON, The Catholic Right in contemporary Brazil: the case of the Society
for the Defense of Tradition, Family and Property, in LYLE BROWN - WILLIAM COOPER, Religion in Latin
American Life and Literature, Markham Press Fund, Waco, Texas, 1980, p. 399. También según
GEORGES-ANDRÉ FIECHTER, la TFP “tuvo un papel importante en la movilización popular contra Goulart
en 1964” (Le régime modernisateur du Brésil, 1964-1972. Étude sur les interactions político-
économiques dans un régime militaire contemporain, A. W. Sijthoff, Leiden, 1972, p. 175). Cfr. tam-
bién EMANUEL DE KADT, Catholic Radicals in Brazil, Oxford University Press, Londres, 1970, p. 98.
44
M. MOREIRA ALVES, O Cristo do Povo, Ed. Sabiá, Río de Janeiro, 1968, p. 271.

184
Tradición, Familia, Propiedad

Agnelo Rossi. Este último sustituyó a Mons. Vasconcellos Motta como ar-
zobispo de São Paulo.
El “golpe” que llevó a los militares al poder bajo la égida del Mariscal
Castelo Branco es conocido en Brasil como la “Revolución del 64” 45. Ésta
reprimió a las organizaciones comunistas, pero no supo articular un progra-
ma de positiva reconquista psicológica y cultural. Mientras en los ambientes
moderados se difundía la ilusión de que el peligro comunista estaba defini-
tivamente apartado, los exponentes de la izquierda se infiltraban en los am-
bientes de enseñanza universitaria y secundaria y en los medios de comuni-
cación social.
El 30 de noviembre 1964 el Mariscal Castelo Branco firmó un Estatuto
de la Tierra, con el mismo estilo y espíritu de la “Reforma Agraria” de
Goulart. Pero la aplicación del documento, desde su promulgación hasta
el Primer Plan Nacional de Reforma Agraria (PNRA) aprobado por el go-
bierno Sarney en octubre de 1985, fue lenta y progresiva y, a lo largo de
veinte años, encontró siempre en Plinio Corrêa de Oliveira un riguroso e
infatigable opositor.
Cuando, en febrero de 1980, la Asamblea General de la CNBB, reunida
en Itaicí, lanzó un documento titulado Iglesia y problemas de la tierra
(IPT) a favor de la Reforma Agraria, Plinio Corrêa de Oliveira respondió
con su libro Soy católico: ¿puedo estar contra la Reforma Agraria?, mos-
trando el contraste entre el Magisterio de la Iglesia y el documento de la
Conferencia Episcopal, y denunciando la clara posición socialista y mar-
xista de este último 46.

45
Entre 1964 y 1984 se sucedieron en la Presidencia de la República del Brasil los generales Humberto
Castelo Branco (1964-1967), Arthur da Costa e Silva (1967-1969), Emilio Garrastazu Médici (1969-
1974), Ernesto Geisel (1974-1979), João Baptista Figueiredo (1979-1984). La base ideológica del
régimen implantado en 1964 fue la doctrina de la “seguridad nacional”, elaborada por la Escuela
Superior de Guerra, conocida como “Sorbona”. Dicha doctrina planteaba un concepto de guerra glo-
bal a ser librada en varios frentes (económico, político, psicológico), para garantizar el papel de Brasil
como “potencia”. Cfr. T. E. SKIDMORE, The Politics of Military Rule in Brazil 1964-1985, Oxford
University Press, Nueva York, 1988.
46
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA - CARLOS PATRICIO DEL CAMPO, Sou católico: posso ser contra a Reforma
Agrária?, Editora Vera Cruz, São Paulo, 1981. Carlos Patricio del Campo García-Huidobro, nacido
en Santiago de Chile y diplomado en ingeniería agraria, se especializó después en Berkeley; docente
de Agronomía en la Universidad Católica de Chile, colaboró desde 1972 con el sector financiero y
administrativo de la TFP brasileña. De este libro, difundido entre las élites intelectuales de Brasil y
sobre todo entre los propietarios rurales, se publicaron cuatro ediciones, con un total de 29.000 ejem-
plares. En este período la TFP difundió dos números especiales de “Catolicismo” (Nº 402, de junio de

185
El Cruzado del Siglo XX

Un nuevo libro del pensador brasileño en defensa de la propiedad privada


y de la libre iniciativa apareció en 1985 47, mientras se extendía por el país
un movimiento de violenta agitación rural, con invasiones y ocupaciones de
tierras pertenecientes a particulares 48. La urgencia de la “Reforma agraria”
era justificada precisamente por las ocupaciones de tierras 49, raras hasta 1985,
pero siempre más numerosas después de la aparición del PNRA.
El objetivo del nuevo libro era dar a los propietarios rurales conciencia de
sus derechos y estimularlos a defenderse con prudencia y energía para evi-
tar, una vez más, la imposición de la “Reforma agraria” confiscatoria 50. El
carácter socialista de ésta quedaba patente sobre todo por la penalización
económica que sufre el expropiado: el Poder público paga, a menudo con
gran atraso y con dinero desvalorizado, un precio de expropiación muy infe-
rior al real valor de la tierra. Pero la “Reforma agraria” es socialista también
por el hecho de que el trabajador manual a quien se transfiere la tierra se
transforma en la práctica, no en pequeño propietario sino en miembro de
una cooperativa agrícola estatal, que es la titular del derecho de propiedad
de la tierra; y por lo tanto se convierte en un dependiente del Estado. En este
sentido “la legislación agraria vigente perjudica, a nuestro ver, tanto el
propietario cuanto el trabajador manual en el campo. Todo en beneficio del
Estado. Y esto es socialismo” 51.

1984 y Nº 406-407, de octubre-noviembre de 1984) dedicados a despertar a la opinión pública brasi-


leña de su letargo frente a la amenaza agrorreformista.
47
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA – CARLOS P. DEL CAMPO, A propriedade privada e a livre iniciativa, no tu-
fão agro-reformista, Editora Vera Cruz, São Paulo, 1985. Además, en 1986 salió a luz, con prefacio del
Profesor Plinio Corrêa de Oliveira, la obra de CARLOS PATRICIO DEL CAMPO, Is Brazil sliding toward the
extreme left? Notes on the Land Reform program in South America’s largest and most populous coun-
try (The American Society for the Defense of Tradition, Family and Property, Nueva York, 1986), en que
el autor documenta cómo en los fundamentos de la “Reforma Agraria” no existen serias evaluaciones eco-
nómicas, sino tan sólo una toma de posición ideológica viciada por un espíritu igualitario y socialista.
48
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Invasões, reforma agrária e temas conexos, in “Folha de S. Paulo”, 21
de abril de 1986.
49
Según estadísticas del propio Gobierno brasileño e investigaciones de institutos competentes, buena parte
—a veces la mayoría— de los invasores de tierras no era constituida por trabajadores agrícolas indigen-
tes, sino frecuentemente por habitantes de las ciudades, y también por pequeños propietarios rurales.
50
En 1988 la TFP publicó un manifiesto, Ao término de décadas de luta, cordial alerta da TFP ao
Centrão (in “Folha de S. Paulo”, 28 de abril de 1988), en que se traza un balance de cerca de 30 años
de lucha contra la “reforma agraria”, recordando cómo desde el comienzo la TFP previó que el agro-
rreformismo suscitaría movimientos análogos en el campo inmobiliario y urbano, así como en el de las
empresas industriales y comerciales (cfr. Reforma Agraria, Questão de Consciência, cit., pp. 157-158).
51
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Reforma Agrária; oportuno pronunciamento do Presidente da TFP, in
“Catolicismo”, Nº 429, setiembre de 1986.

186
Tradición, Familia, Propiedad

La batalla de Plinio Corrêa de Oliveira contra la Reforma Agraria se en-


cuadra dentro de una constante defensa de la propiedad privada y de la libre
iniciativa, que hace del pensador brasileño el mayor apóstol, en nuestro si-
glo, de la doctrina social de la Iglesia sobre este punto específico.
Hoy se tiende a olvidar que la propiedad privada constituye un punto funda-
mental de la doctrina católica 52. “La conciencia cristiana —confirma de he-
cho Pío XII— no puede reconocer la justicia de un ordenamiento social que
niega o que hace prácticamente imposible o vano el derecho natural de propie-
dad, tanto sobre los bienes de consumo como sobre los de producción” 53.
Plinio Corrêa de Oliveira siempre subrayó la importancia de este punto
doctrinario, el menos comprendido por el mundo moderno, tan impregnado
de igualitarismo y de egoísmo 54. Desde los años 30 veía en el ataque a la
propiedad privada “una perturbación profunda en todo el cuerpo social”
que abría las puertas “a todos los gérmenes comunistas” 55.
Conviene señalar que Plinio Corrêa de Oliveira no fue, como alguien po-
dría creer —o hacer creer—, un “latifundista”. Aunque descendiese de di-
nastías agrícolas, su familia había perdido, desde los años 20, toda su rique-
za en bienes rurales. Esta absoluta ausencia de intereses personales en juego
atestigua la nobleza de su lucha, precisamente cuando muchos de los princi-
pales poseedores de las riquezas inmobiliarias y rurales del país apoyaban
de manera decisiva a los grupos y a los partidos de izquierda.

52
Los Papas León XIII en la Encíclica Rerum Novarum, del 15 de mayo de 1891; Pío XI en la
Encíclica Quadragesimo Anno del 15 de mayo de 1931; Juan XXIII en la Encíclica Mater et Magistra
del 15 de mayo de 1961; y Juan Pablo II en la Encíclica Centesimus Annus del 1º de mayo de 1991,
enseñan con autoridad que la propiedad constituye un derecho natural e inalienable del hombre. Santo
Tomás de Aquino afirma que “es lícito” y hasta “necesario a la vida humana poseer bienes propios”,
y que la propiedad privada constituye un desarrollo del derecho natural debido a la razón humana
(Summa Theologica, IIa-IIae, q. 66, a. 2, resp. e ad 2).
53
PÍO XII, Radiomensaje del 1º de setiembre de 1944, in DR, vol. VI, p. 275.
54
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Liberdade, trabalho ou propriedade?, in “Folha de S. Paulo”, 2 de
octubre de 1968; Propriedade privada, in “Folha de S. Paulo”, 30 de mayo de 1971; Papas e
propriedade privada, in “Folha de S. Paulo”, 6 de junio de 1971. El pensador brasileño nunca ignoró
la “función social” de la propiedad privada: “La libre iniciativa y la propiedad individual son
insustituibles para incrementar la producción. Y en esto consiste su principal función social. El hom-
bre se empeña lo más posible en trabajar, desde que sepa que puede acumular, en provecho propio,
el fruto de su labor, y transmitirlo a los hijos. Si falta ese estímulo, si todo su trabajo —descontado el
sueldo— revierte para la colectividad, él se transforma en funcionario público. De ahí que la
subproducción, y por lo tanto el hambre, sea el mal inseparable de los regímenes comunistas” (ID.,
Função social, in “O Jornal”, 30 de setiembre de 1972).
55
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A causa do comunismo, in “O Jornal”, 5 de febrero de 1936.

187
El Cruzado del Siglo XX

5. La denuncia de la infiltración comunista en el clero

Entre los años 60 y el comienzo de los años 70, la izquierda internacional


desencadenó en América Latina una ofensiva de gran envergadura, que pre-
tendía valerse del clero progresista y los ambientes católicos para desestabi-
lizar los regímenes políticos que aún eran sustancialmente conservadores.
Pero encontró en su camino a Plinio Corrêa de Oliveira y las TFPs.
Cuando en julio de 1968 se difundió un desconcertante documento del
sacerdote belga Joseph Comblin 56, profesor en el Instituto Teológico de Re-
cife, Plinio Corrêa de Oliveira juzgó que era llegado el momento de reaccio-
nar abiertamente contra la infiltración comunista ya propagada en el clero.
Dirigió una carta a Mons. Hélder Câmara, arzobispo de Recife, en la que
denunciaba, en el texto del P. Comblin, “el llamado a la subversión en el
país, a la revolución en la Iglesia, (...) la calumnia contra el Poder Civil, la
Jerarquía Eclesiástica, las Fuerzas Armadas y la Magistratura, y la confi-
guración de un cuadro groseramente falsificado de la realidad nacional” 57.
“De todas las campañas organizadas por el movimiento Tradición, Fami-
lia y Propiedad —afirma el P. Antoine— la más espectacular es sin duda la
de julio de 1968” 58. En dos meses, de julio hasta agosto, los militantes de la
TFP consiguieron más de un millón y medio de firmas contra la infiltración
comunista en la Iglesia, por las calles de 158 ciudades de Brasil. Entre las
firmas se contaron las de 19 arzobispos y obispos, de varios ministros, de
decenas de diputados y de políticos. El padre René Laurentin, que se encon-
traba de paso en Brasil, recuerda: “Grupos de jóvenes recogían firmas por
doquiera, en las estaciones ferroviarias, en los aeropuertos y en otros luga-
res públicos. Los autores de esta iniciativa me solicitaron muy amablemente
en un supermercado de Curitiba. Enarbolaban un estandarte de terciopelo
rojo con la insignia de un león en pie. Invitaban a firmar «contra el comunis-

56
Joseph Comblin nació en 1932 en Bruselas. Tras completar sus estudios eclesiásticos en Lovaina y
Malinas, donde fue ordenado Sacerdote en 1947, se trasladó en 1958 a América Latina, donde enseñó
Teología y Pastoral en diversos institutos y universidades. Entre sus obras más conocidas figura
Théologie de la Révolution (Éditions Universitaires, París, 1970), en la que define al hombre como un
“animal revolucionario”.
57
“Catolicismo”, Nº 211, julio de 1968.
58
C. ANTOINE, L’Église et le pouvoir au Brésil, cit., p. 144. “La ocasión inmediata del desencadena-
miento de las operaciones fue la publicación de un estudio reservado elaborado por el teólogo belga P.
Joseph Comblin, a pedido de D. Hélder (...) Lanzada oficialmente el 10 de julio, la campaña llegó
defintivamente a su término el 12 de setiembre siguiente. Durante ese período, los militantes de la

188
Tradición, Familia, Propiedad

mo»” 59. La petición fue presentada oficialmente en el Vaticano el 7 de no-


viembre de 1969; nunca llegó respuesta de la Santa Sede, pero el progresis-
mo sufrió en Brasil una momentánea frenada, y el padre Comblin fue obli-
gado a abandonar el país.
En enero de 1969, por ocasión de una conferencia proferida a los estu-
diantes de Harvard, Mons. Câmara propuso la admisión de China comunista
en la ONU y la integración de Cuba en el sistema latinoamericano. La res-
puesta de la TFP no se hizo esperar: “En un denso artículo aparecido en el
cotidiano «O Estado de São Paulo» —recuerda Sebastião A. Ferrarini en su
libro La prensa y el Arzobispo rojo— el presidente del Consejo Nacional de
la TFP (...) expresa todo su desacuerdo con las propuestas desconcertantes
del Prelado, que, según sus palabras, hace una típica inversión de valores,
siguiendo el ejemplo de Marx, dando el primado a la economía” 60. Fue des-
pués de este análisis del Dr. Plinio que Mons. Câmara quedó conocido en
Brasil, y después en el mundo entero, como el “Arzobispo rojo” 61.
Al término de 70 días de campaña, 40 caravanas de cooperadores habían
visitado 514 ciudades y divulgado 165 mil ejemplares de un número espe-
cial de “Catolicismo”.

6. Frente a la amenaza comunista contra la Iglesia

En septiembre de 1970 el marxista Salvador Allende ascendió al poder en


Chile, gracias también a la colaboración y a la complicidad de la Democra-

TFP recogieron 1.600.000 firmas en las calles de 158 ciudades del país” (ibid., pp. 144-145). Según
Márcio Moreira Alves, “la mayor campaña que ellos (los miembros de la TFP) emprendieron, contra
Mons. Hélder Câmara y sus amigos, obtuvo según sus organizadores 1.600.368 firmas, entre las
cuales las de diecinueve Arzobispos y Obispos, de numerosos ministros, de decenas de diputados y
otros políticos” (A Igreja e a política no Brasil, cit., p. 230). “El Brasil se volvió el centro de la
actividad de los medios reaccionarios de la Iglesia latinoamericana”, anota, alarmado, el ultra-progre-
sista ÁLVARO DELGADO (Le Clergé en révolte, cit., p. 72).
59
RENÉ LAURENTIN, L’Amérique Latine à l’heure de l’enfantement, Seuil, París, 1970, p.132.
60
SEBASTIÃO ANTONIO FERRARINI, A imprensa e o Arcebispo vermelho (1964-1984), Ediciones Paulinas,
São Paulo, 1992, p. 63. En una entrevista concedida a la periodista italiana Oriana Fallaci, Mons.
Câmara se declaraba “de acuerdo con el análisis de la sociedad capitalista” hecho por Marx, y expre-
saba su anhelo de “una sociedad rehecha desde el comienzo sobre bases socialistas y sin derrama-
miento de sangre” (O. FALLACI, Intervista con la Storia, Biblioteca Universale Rizzoli, Milán, 1980,
4a. ed., pp. 577-583).
61
Entre los obispos que en aquella ocasión se distanciaron de la TFP, el público brasileño notó con
cierto asombro a Mons. Vicente Scherer y al entonces Cardenal de Salvador de Bahía, Mons. Eugenio
Sales (cfr. “Catolicismo”, Nºs. 212-214, agosto-octubre de 1968).

189
El Cruzado del Siglo XX

cia Cristiana y de amplios sectores del clero. Lo que estaba sucediendo en


Chile tenía un significado que trascendía las fronteras de aquel país y cons-
tituía un precedente de importancia mundial. Ya en 1967 el joven dirigente
de la TFP brasileña, Fabio Vidigal Xavier da Silveira (1935-1971), en un
libro titulado Frei, el Kerensky chileno 62, había denunciado el papel desem-
peñado por el líder de la DC, Eduardo Frei Montalva 63, y por sus seguido-
res, en la comunización de Chile. Sobre el mismo asunto Plinio Corrêa de
Oliveira publicó una serie de importantes artículos en la “Folha de S. Paulo”;
y en 1973 la TFP chilena difundió un manifiesto que desarrollaba una idea
central: el comunismo no habría tomado el poder en Chile si la opinión pú-
blica católica no hubiese sido ideológicamente intoxicada y desorientada.
En 1976, la TFP chilena publicó un resonante libro en el que denunciaba
la colaboración de una gran parte del episcopado y del clero chileno con el
experimento marxista de Salvador Allende. En el Brasil fue preparado un
resumen del mismo, bajo el título La Iglesia ante la escalada de la amenaza
comunista. Llamado a los obispos silenciosos 64, al que se añadió una prime-
ra parte redactada por el propio Plinio Corrêa de Oliveira, en que analizaba
las posiciones asumidas por influyentes figuras de la Jerarquía eclesiástica
brasileña a favor del comunismo. La obra mostraba cómo la infiltración co-
munista en los ambientes católicos se había iniciado 40 años antes. Uno de
los muchos síntomas de esa dramática situación eran las poesías escandalo-
samente pro-comunistas de Mons. Pedro Casaldáliga, obispo de San Félix
de Araguaia. El libro concluía con un vehemente apelo a los “obispos silen-
ciosos”, para que salieran de su circunspección y tomaran la palabra. “En
las manos de los Silenciosos —escribía el Profesor Corrêa de Oliveira—
puso Dios todos los medios que aun pueden remediar la situación: son ellos
numerosos, disponen de posiciones, de prestigio y de cargos” 65.
Una vez más el silencio fue la única, pero elocuente respuesta 66.
62
FABIO VIDIGAL XAVIER DA SILVEIRA, Frei, o Kerensky chileno, Editora Vera Cruz, São Paulo, 1967.
63
Eduardo Frei Montalva (1914-1982), que fuera en París discípulo de Maritain, intentó colocar en
práctica la utopía política demócrata cristiana en Chile a través de su “Revolución en libertad”, que
tenía como uno de sus pilares a la “reforma agraria” (cfr. PIERRE LETAMENDIA, Eduardo Frei, Beauchesne,
París, 1989; FABIO V. XAVIER DA SILVEIRA, Frei, o Kerenski chileno, cit.).
64
Cfr. PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A Igreja ante a escalada da ameaça comunista. Apelo aos Bispos
Silenciosos, Editora Vera Cruz, São Paulo, 1976. Publicado en junio de 1976, el libro tuvo cuatro
ediciones totalizando 51.000 ejemplares.
65
Ibid., p. 86.
66
En ese mismo período, el periodista italiano Rocco Morabito, corresponsal de “O Estado de S.

190
Tradición, Familia, Propiedad

Hacia fines de los años ’70 la atmósfera política en Brasil cambió profun-
damente como consecuencia de la gradual liberalización del régimen, la lla-
mada “Apertura Política” 67. Dicho proceso se inició bajo el gobierno del
presidente Ernesto Geisel y llegó a su fin en el del general João Batista
Figueiredo. En esta fase, la izquierda católica renovó su tentativa de con-
quistar la sociedad bajo el liderazgo de nuevas figuras, entre las cuales el
cardenal-arzobispo de São Paulo, Mons. Paulo Evaristo Arns 68 y el carde-
nal-arzobispo de Fortaleza, Mons. Aloísio Lorscheider 69.

7. Una concepción tribal y comunista de las misiones

En el apéndice de Revolución y Contra-Revolución agregado en 1976,


Plinio Corrêa de Oliveira denunció el nacimiento de nuevas corrientes
“tribalistas” en el interior de la Iglesia Católica.

Paulo” en Roma, informaba en un artículo que: “era posible econtrar, sobre las mesas de trabajo del
Vaticano, algunos ejemplares del libro de Plinio Corrêa de Oliveira” (“O Estado de S. Paulo”, 8 de
Abril de 1977).
67
El presidente Geisel revocó el Acto Institucional Nº 5 (AI-5), por él mismo promulgado, que garanti-
zaba a los militares el control del Parlamento, abolió la pena de muerte y la censura de la radio y la
televisión, y permitió el retorno de algunos exiliados políticos. Un lúcido análisis de los factores que
influenciaron en el proceso de Apertura Política fue presentado por Plinio Corrêa de Oliveira en Soy
católico: ¿puedo ser contrario a la Reforma Agraria?, cit., pp. 47-55. El presidente Figueiredo promul-
gó sucesivamente la amnistía por los crímenes políticos y una ley sobre la reorganización de los
Partidos.
68
El Cardenal Paulo Evaristo Arns, franciscano, fue nombrado por Paulo VI Arzobispo de São Paulo
el 22 de octubre de 1970 y Cardenal el 2 de febrero de 1973. En mayo de ese mismo año vendió el
palacio episcopal de São Paulo, pasando a residir en una casa común en el barrio de Sumaré. Desde el
comienzo de su episcopado hizo de la “reforma agraria” y de la campaña sobre los derechos humanos
su bandera. Consideró “inevitable” la legalización del Partido Comunista brasileño y favoreció la
creación del Partido de los Trabajadores (PT) que reunía los exponentes del sindicalismo de izquierda.
Nunca dejó de apoyar a los teólogos más progresistas de Brasil y de América Latina. Después de la
publicación, el 30 de octubre de 1975, de la Declaración de Itaicí, documento episcopal de tono
aberrantemente filo-comunista, la TFP hizo publicar en la prensa el mensaje No se engañe, Eminencia,
en el cual el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira así se dirigía al Arzobispo de São Paulo: “No se en-
gañe, sin embargo, Eminencia. Nuestro pueblo sigue llenando las iglesias y frecuentando los Sacra-
mentos”; pero “Actitudes como la de los firmantes del documento de Itaicí van abriendo un foso cada
vez mayor, no entre la Religión y el pueblo, sino entre el Episcopado paulista y el pueblo. La Jerar-
quía Eclesiástica, en la propia medida en que se omite en el combate a la subversión comunista, se va
aislando en el contexto nacional” (in “Catolicismo”, Nº 299-300, noviembre-diciembre de 1975).
69
Mons. Aloisio Lorscheider, franciscano, fue Secretario General (1968-1971) y después Presidente
(1971-1979) de la CNBB. Nombrado por Paulo VI Arzobispo de Fortaleza (1973) y Cardenal (1976),

191
El Cruzado del Siglo XX

Estas “tienen en vista transformar la noble y ósea rigidez de la estructura


eclesiástica, tal como Nuestro Señor Jesucristo la instituyó y veinte siglos
de vida religiosa la modelaron magníficamente, en un tejido cartilaginoso,
muelle y amorfo, de diócesis y parroquias sin circunscripciones territoria-
les definidas, de grupos religiosos en los que la firme autoridad canónica
va siendo substituida gradualmente por el ascendiente de los «profetas»
más o menos pentecostalistas, congéneres ... de los hechiceros del
estructuralismo-tribalismo, con cuyas figuras acabarán por confundirse” 70.
Ese mismo año, en el libro titulado Tribalismo indígena, ideal comuno-
misionero para el Brasil del siglo XXI 71, el pensador brasileño analizaba 36
documentos publicados por la nueva misiología progresista, denunciando
su infiltración en la estructura de la Iglesia.
Subvirtiendo por completo el concepto católico tradicional de las misio-
nes, según el cual el fin de éstas es llevar, junto con la fe, la civilización, la
nueva corriente misionera veía en el tribalismo la posibilidad de realizar en
la tierra un utópico “reino de Dios”. Este proceso de “tribalización” aparece
como el desenlace natural del desmantelamiento de la Civilización cristia-
na, preconizado por la teología progresista. En efecto, como afirma San Pío X,
fuera del Cristianismo no hay verdadera civilización posible. Por lo tanto,
negar la misión civilizadora de la Iglesia implica inevitablemente retroceder
a la convivencia tribal de los salvajes.
“El mayor problema suscitado por esos delirios —escribía el Dr. Plinio—
no está en los propios misioneros, ni en los indios, cabe repetir. Está en saber
cómo, en la Santa Iglesia Católica, puede infiltrarse impunemente esa filoso-
fía, intoxicando seminarios, deformando misioneros, desnaturalizando mi-
siones. Y todo con tan fuerte apoyo eclesiástico de retaguardia” 72.
Dos años después, cuando el sandinismo tomó el poder en Nicaragua,
pareció haber sonado la hora de la victoria para la “teología de la libera-

acumuló desde 1975 la presidencia del CELAM y de la CNBB.


70
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 164.
71
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Tribalismo indígena, ideal comuno-missionário para o Brasil do século
XXI, Editora Vera Cruz, São Paulo, 1977. Nuevas caravanas de la TFP, que recorrieron 2.963 ciuda-
des, difundieron 76.000 ejemplares del libro publicado en siete ediciones consecutivas. Sobre la
misiología “aggiornata”, cfr. también el ensayo del P. MIGUEL PORADOWSKI, El marxismo en la teolo-
gía de misiones, en su libro El marxismo en la teología (cit); y del mismo autor, Tribalismo y pastoral
misionera, in “Verbo”, Nº 185-186, mayo-junio de 1980, pp. 567-578.
72
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Tribalismo indígena..., cit., p. 48.

192
Tradición, Familia, Propiedad

ción”. “Los liberacionistas —recuerda el cardenal López Trujillo— hicie-


ron de Nicaragua un centro de experiencias políticas que apoyaron con em-
peño y entusiasmo. (...) El sandinismo triunfante se convirtió en la punta de
lanza de la Iglesia popular...” 73. En el Brasil los líderes publicitarios de la
teología de la liberación eran los hermanos Leonardo y Clodoveo Boff, reli-
giosos franciscano y servita respectivamente, protegidos por el cardenal de
São Paulo Paulo Evaristo Arns.
A fines de febrero de 1980 se realizó, en un suburbio de São Paulo, un
Congreso internacional de Teología organizado por la “Asociación
Ecuménica de Teólogos del Tercer Mundo”, que reunía a los teólogos de la
liberación de 42 países, entre ellos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos
“comprometidos”. El Cardenal Arns fue nombrado presidente honorario del
Congreso, dedicado a la eclesiología de las Comunidades de Base.
La sesión de clausura del encuentro se convirtió en una abierta apología
de la revolución sandinista en Nicaragua, ya entonces convertida en “lugar
teológico” 74 de la “teología de la liberación”. Este homenaje al sandismo
tuvo lugar en el teatro de la Universidad Católica de São Paulo con la parti-
cipación del “comandante” Daniel Ortega, a la sazón presidente marxista de
Nicaragua, del padre Miguel d’Escoto, del “capellán” de la Revolución pa-
dre Uriel Molina y de Fray Betto, el conocido dominicano condenado por
complicidad con los terroristas brasileños.
La atmósfera revolucionaria alcanzó un paroxismo casi surrealista cuan-
do Mons. Pedro Casaldáliga, al vestir un uniforme de guerrillero sandinista
que le fue regalado por la delegación nicaragüense, afirmó: “Vestido de gue-
rrillero me siento como si me hubiese paramentado con hábitos sacerdotales”.
Y agregó en tono solemne, en medio de aplausos, que trataría de honrar este
“sacramento de liberación” con “los hechos, y si fuese necesario, con la
sangre”.
La TFP difundió un número especial de “Catolicismo” conteniendo un
reportaje especial sobre la “noche sandinista” y una denuncia de la infiltra-
ción comunista en los ambientes católicos. Se trataba de una relación com-

73
A. LÓPEZ TRUJILLO, La Teología de la Liberación: datos para su historia, in “Sillar”, Nº 117, enero-
marzo de 1985, p 33.
74
JAVIER URCELAY-ALONSO, Sandinismo en Nicaragua: ¿una revolución liberadora?, in “Verbo”, Nº
256-260, octubre-diciembre de 1987, pp. 1171-1192. Cfr. también P. VAYSSIÈRE, Nicaragua. Les
contradictions du sandinisme, Presses du CNRS, París, 1988.

193
El Cruzado del Siglo XX

pleta e ilustrada de todo lo ocurrido en dicho evento, con la transcripción


integral de los discursos pronunciados, acompañada de un análisis
introductorio y de lúcidos comentarios de Plinio Corrêa de Oliveira 75.

8. Una denuncia del carácter revolucionario de las Comunidades


Eclesiales de Base

En ese mismo período, la teología de la liberación, aunque condenada por


Juan Pablo II en Puebla, tenía su más poderosa expresión en las Comunida-
des Eclesiales de Base (CEBs), señaladas por la prensa como la gran poten-
cia emergente en Brasil. En nombre del Evangelio, las CEBs propugnaban
para el país la lucha de clases y transformaciones sociales de cuño marxista.
La más eficaz denuncia de la acción revolucionaria de las Comunidades
Eclesiales de Base fue el libro Las CEBs, de las que mucho se habla, poco se
conoce – La TFP las describe como son, publicado en agosto de 1982 e
inmediatamente difundido en todo el Brasil 76. El estudio, obra de los herma-
nos Gustavo Antonio y Luiz Sergio Solimeo, fue precedido por una primera
parte escrita por Plinio Corrêa de Oliveira, en la que el presidente de la TFP,
presentando las metas de las CEBs en el contexto brasileño, mostraba la
función de “Quinto Poder” que la CNBB había asumido en Brasil, sirvién-
dose de las CEBs como instrumento 77.
Apoyada en copiosa documentación, la obra analiza la génesis, organiza-
ción, doctrina y acción de las CEBs. Y evidencia el carácter subversivo de
las Comunidades de Base, que promovían invasiones de propiedades urba-
nas y rurales, sublevaciones en fábricas, intimidaciones y agitaciones de
todo tipo, con el fin de derribar el régimen político-social vigente en Brasil.

75
Cfr. “Catolicismo”, Nº 355, julio-agosto de 1980.
76
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA - GUSTAVO Y LUIZ SOLIMEO, As CEBs... das quais muito se fala, pouco se
conhece. A TFP as descreve como são, Ed. Vera Cruz, São Paulo, 1982. De esta obra fueron publica-
das seis ediciones totalizando 72.000 ejemplares, a las que se sumó una ulterior versión popular
ilustrada, en forma de revista de historietas, con 180.000 ejemplares. Cfr. PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA,
Suspeita estapafúrdia e juizo temerário, in “Folha de S. Paulo”, 30 de setiembre de 1982. Cfr. tam-
bién ANTONIO AUGUSTO BORELLI MACHADO, Le comunità ecclesiali in Brasile: una crociata senza
croce, in “Cristianità”, Nº 92, diciembre de 1982.
77
Plinio Corrêa de Oliveira insiste en el hecho de que el Estado moderno, sobre todo en el Brasil, más
allá de sus poderes tradicionales (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) es dominado por otros dos pode-
res, tan “informales” cuanto influyentes: los medios de comunicación social y el Episcopado. “En un
libro reciente afirmé que en Brasil no existen solamente los tres Poderes, Ejecutivo, Legislativo y

194
Tradición, Familia, Propiedad

Plinio Corrêa de Oliveira definió la actuación de las CEBs como una “cru-
zada sin cruz” 78.
“Esencialmente las CEBs constituyen una cruzada política (...) que no
excluye el pasaje de la lucha cívica legal para el campo de la violencia,
siempre que no haya otro medio para implantar las reformas que tiene en
mira” 79.
El historiador español Ricardo de la Cierva, en su libro Jesuitas, Iglesia y
Marxismo, así describe los aspectos principales del estudio de la TFP: “La
llave ideológica de las Comunidades de Base es casi siempre la teología de
la liberación. (...) Aunque sus promotores las consideran un conjunto de
puntos aislados, los estudiosos de la TFP demuestran que se trata en reali-
dad de una red perfectamente coordinada que toma impulso desde el ala
izquierdista de la Conferencia Episcopal. (...) Una de las llaves de las Co-
munidades de base consiste en la tendencia cismática a formar una nueva
Iglesia en oposición a la Iglesia institucional” 80.
El historiador español se sorprende también por el apoyo dado por la Igle-
sia institucional en Brasil a las mismas comunidades contestatarias: “La
Conferencia de los Obispos de Brasil es la más numerosa del mundo. (...)
Está compuesta de una «mayoría silenciosa» dominada generalmente por
una minoría izquierdista y liberacionista que no supera los 60 obispos, pero
que arrastra con frecuencia a los «centristas» a favor de sus decisiones. (...)
Es este mismo sector izquierdista del episcopado brasileño el que controla
al movimiento de las Comunidades de Base, que ha introducido en la socie-
dad brasileña una forma absolutamente nueva de hacer política, hasta el
punto en que el conjunto de las Comunidades se convirtió en una «potencia
electoral emergente»” 81.

Judicial, sino otros dos, hoy en día sensiblemente más influyentes frente a la opinión pública: El 4º
Poder es la Publicidad, cuya base de prestigio es más la credulidad de los ingenuos que la adhesión
de los lectores verdaderamente cultos. El 5º Poder es la CNBB, la cual —salvadas las raras y honro-
sas excepciones— pesa mucho más por su influencia sobre los crédulos que sobre los verdaderos
hombres de fe” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Prevenindo para tonificar, in “Folha de S. Paulo”, 5 de
julio de 1983; cfr. ID., Ditatorialismo publicitário centrista, in “Folha de S. Paulo”, 10 de agosto de
1983.
78
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, As metas das CEBs, in “As CEBs...”, cit., p. 86.
79
Ibid., p. 88.
80
RICARDO DE LA CIERVA, Jesuitas, Iglesia y Marxismo, 1965-1985 - La Teología de la liberación
desenmascarada, Plaza & Janés Editores, Madrid, 1986, pp. 116-118.
81
Ibid., pp. 118-119.

195
El Cruzado del Siglo XX

El 6 de agosto de 1984, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe


publicó la Instrucción Libertatis Nuntius 82, en que la “teología de la libera-
ción” era condenada de manera inapelable. A este documento le siguió, el
22 de marzo de 1986, una segunda Instrucción sobre libertad cristiana y
liberación, Libertatis conscientia 83, que se proponía como intervención “po-
sitiva” sobre el mismo asunto. Ambos documentos, aprobados por Juan Pa-
blo II, constituyen un único mensaje, que puso fin a las pretensiones de la
nueva corriente teológica y del movimiento de las “Comunidades Eclesiales
de Base” que aquella inspiraba.
La contribución doctrinal y práctica de la TFP en la lucha contra la “teo-
logía de la liberación” en América Latina es innegable. Diez años después
de esta campaña de denuncia, uno de los precursores de la “teología de la
liberación”, el padre Joseph Comblin, tantas veces denunciado por la TFP,
reconoció en una entrevista que ya entonces (1993) “las CEBs están margi-
nadas, fustigadas, fulminadas en todas partes. Hoy, ellas constituyen mino-
rías sin proyección en el conjunto de las iglesias locales” 84.

9. La TFP en el mundo: el desarrollo de la epopeya anticomunista

A fines de la década del 70, el radio de acción de las TFPs ya se había


extendido a toda América Latina, desde donde se propagaba de manera cada
vez más señalada a los Estados Unidos y a Europa. Las asociaciones inspi-
radas en el pensamiento de Plinio Corrêa de Oliveira desempeñaron un pa-
pel preeminente en contrarrestar la guerra psicológica conducida por el co-
munismo en todos los continentes, y contraponerle la integridad de la doc-
trina católica.
En diciembre de 1981, mientras los medios de comunicación de todo el
mundo ensalzaban al recién electo presidente francés François Mitterrand,

82
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción Libertatis Nuntius del 6 de agosto
de 1984, in AAS, vol. 76, 1984, pp. 890-899; DENZ.-H, Nº 4730-4741.
83
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción Libertatis Conscientia del 22 de
marzo de 1986, in AAS, vol. 79 (1986), pp. 554-559; DENZ.-H, Núms. 4750-4776. Esta instrucción
fue precedida de una notificación de la misma Congregación para la Doctrina de la Fe (AAS, vol. 77
(1985), pp. 756-762), en que fue condenado el libro del teólogo L. BOFF, O.F.M., Igreja, Carisma e
Poder (Vozes, Petrópolis, 1981).
84
Cit. in Expoente da Teologia da liberação confessa o fracasso das comunidades eclesiais de base,
in “Catolicismo”, Nº 505, enero de 1993.

196
Tradición, Familia, Propiedad

las TFPs entonces existentes en trece países dirigían a las naciones occiden-
tales un Mensaje de Plinio Corrêa de Oliveira, titulado El socialismo
autogestionario frente al comunismo: ¿barrera o cabeza de puente? 85. El
pensador brasileño, examinando el programa de Mitterrand a la luz de Revo-
lución y Contra-Revolución, mostraba cómo entre la Revolución Francesa y
el socialismo autogestionario existía “toda una genealogía de revolucio-
nes: 1848, 1871 y la Sorbona-1968” 86.
El autor del Mensaje demostraba que el programa autogestionario tenía
por objeto disgregar la sociedad en corpúsculos autónomos, a través de una
transformación no sólo de las empresas industriales, comerciales, rurales,
sino también de la familia, de la escuela, de toda la vida social, perturbando
a fondo la vida privada de cada individuo.
Los temas de fondo tratados por Plinio Corrêa de Oliveira no tenían, evi-
dentemente, alcance restringido a Francia 87. La meta de ese gran lance era
abrir los ojos a la opinión pública internacional. El Mensaje concluía con un
magnífico texto de San Pío X, augurando a Francia que volverá a resplande-
cer como la hija primogénita de la Iglesia.
Es difícil medir, por su amplitud, los efectos de esta histórica denuncia
difundida en todo el mundo. Lo cierto es que desde entonces el programa de
Mitterrand sufrió un rápido deterioro de popularidad, y el presidente francés
fue obligado a renunciar, por lo menos en parte, a las reformas que consta-
ban en su proyecto original.
Entre el neosocialismo de Mitterrand y la Perestroika lanzada por
Gorbachov 88, en 1985, existe una continuidad histórica e ideológica. En
ambos casos se asiste a una tentativa del marxismo de desvincularse del

85
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O socialismo autogestionário em vista do comunismo: barreira ou
cabeça-de-ponte? El mensaje, inicialmente publicado el 9 de diciembre de 1981 en el “Washington
Post” y el “Frankfurter Allgemeine Zeitung”, fue sucesivamente estampado en nada menos que 187
periódicos y revistas de 54 países, en 14 idiomas, con un total de 34.767.900 ejemplares. Cfr. también
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Autogestion socialiste: les têtes tombent à l’entreprise, à la maison, à
l’école, Tradition, Famille, Propriété, París, 1983.
86
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Autogestão, dedo e fuxico, in “Folha de S. Paulo”, 11 de diciembre de 1981.
87
Otro hombre símbolo del socialismo fue, en la España de comienzos de los años 80, Felipe Gonzá-
lez. La TFP española hizo oír su voz de alerta por medio del libro España, anestesiada sin percibirlo,
amordazada sin quererlo, extraviada sin saberlo. La obra del PSOE, Editorial Fernando III el Santo,
Madrid, 1988.
88
Sobre la “liberalización” de la Glasnost (1985) y de la Perestroika (1986) —tal vez la mayor
maniobra propagandística de la historia del comunismo— cfr. las observaciones y críticas de FRANÇOISE

197
El Cruzado del Siglo XX

estatismo, para acelerar la marcha hacia la sociedad de tipo autogestionario,


tal como Plinio Corrêa de Oliveira la describe en el apéndice a la Parte III de
Revolución y Contra-Revolución.
La nueva etapa del proceso revolucionario tuvo su primer y espectacular
lance el 9 de noviembre de 1989 con la caída del muro de Berlín. Mientras
Polonia, Alemania Oriental, Checoslovaquia y Hungría se separaban del blo-
que soviético, Plinio Corrêa de Oliveira promovió una colecta de firmas a
favor de la independencia de Lituania, abandonada a su destino por Occi-
dente. Con 5.218.000 firmas recolectadas en menos de tres meses, la cam-
paña “Pro Lituania libre” entró en el Libro Guiness de Récords como la
mayor colecta de firmas de la historia. La entrega de los microfilms de las
firmas se efectuó con gran solemnidad en la sede del Parlamento Lituano el
4 de diciembre de 1990 89. El 27 de agosto de 1991 la independencia de
Lituania fue finalmente reconocida por los Estados occidentales y, el 6 de
septiembre siguiente, por la misma Unión Soviética. Lo mismo sucedió poco
después con los otros Países Bálticos.
El derrumbe de la Cortina de Hierro y los sucesos en el Este europeo
levantaban nuevos interrogantes sobre el futuro desarrollo de la Perestroika,
pero ofrecían la confirmación, trágicamente evidente, del fracaso de la uto-
pía comunista 90. En un manifiesto titulado Comunismo y anticomunismo en
el umbral de la última década de este milenio, publicado en más de 50 de los
mayores periódicos del mundo en los primeros días de marzo de 1990, el
Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, con su habitual agudeza, observaba:
“Toda esta actual movida del mapa europeo se reviste aquí y allá de
circunstancias y significados diversos. Pero sobre todos ellos pende un sig-
nificado general que los engloba y penetra, como un gran impulso común:
es el Descontento. (...) Escribimos esta palabra con “D” mayúscula, por-
que es un descontento hacia el cual convergen todos los descontentos regio-
nales y nacionales, los económicos y los culturales, durante muchas y mu-

THOM, Le moment Gorbatchev, Hachette, París, 1989; MARIO FURLAN, I volti di Gorbaciov, Greco
Editori, Milán, 1990; HUBERT BASSOT, Du nouveau à l’Est? Niet, Pierre Téqui, París, 1993; HANS
HUYN, Tromperie sur les étiquettes, Documentation Chrétienne, Lausana, 1993.
89
Una delegación compuesta de once miembros de diversas TFPs encabezada por el Dr. Caio Vidigal
Xavier da Silveira, director del Bureau-TFP de París, hizo entrega personalmente del monumental
conjunto de firmas al Presidente lituano Vytautas Landsbergis, en Vilna, el 4 de diciembre de 1990.
90
“La fuerza del comunismo reside en su capacidad ilimitada de destrucción y su flaqueza en la
incapacidad de construir y de crear (...). Si el comunismo puede ser definido como un movimiento

198
Tradición, Familia, Propiedad

chas décadas acumulados en el mundo soviético, bajo la forma de una apa-


tía indolente y trágica, de quien no concuerda con nada, pero está física-
mente impedido de hablar, de moverse, de levantarse, en suma, de manifes-
tar una desacuerdo eficaz. (...) Si el Descontento en el mundo soviético se
desarrolla de este modo sin encontrar obstáculos de mayor envergadura, el
observador político no necesitaría ser muy perspicaz para percibir el punto
final adonde llegará: el abatimiento del poder soviético en todo su inmenso
imperio, hasta ayer rodeado por la Cortina de Hierro, y la exhalación, des-
de el fondo de las ruinas que así se amontonan, de un único, inmenso, atro-
nador grito de indignación de los pueblos esclavizados y oprimidos” 91.
Dos años más tarde, el 14 de mayo de 1992, en una entrevista al “Diario
Las Américas” de Miami, Plinio Corrêa de Oliveira afirmaba:
“Tal vez no esté lejos el día en que la autenticidad discutible de la retrac-
ción del comunismo revele que ésta no fue sino una metamorfosis, y que de
la larva descompuesta sale volando la «linda» mariposa de la autogestión...
Autogestión que todos los teóricos y líderes máximos del comunismo, desde
Marx y Engels hasta Gorbachev, siempre presentaron como la versión ex-
trema y cabal del comunismo, la quintaesencia de éste. (...) El comunismo,
aparentemente derrotado, se habría así diseminado por todo el mundo. En
este punto, sí, se confirmarían las profecías de Fátima, que advierten: ¡si
los hombres no se enmiendan, Rusia esparcirá sus errores por el mundo!” 92

que en su primera fase destruye todo, excepto a sí mismo, y en la segunda fase paraliza la sociedad,
creo que en su tercera fase comenzará su autodemolición” (CARLOS FRANQUI, From Paralysis to Self-
destruction, in Debates on the future of Communism, bajo la dirección de VLADIMIR TISMANEANU y
JUDITH SHAPIRO, Macmillan, Londres, 1991, p. 19).
91
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Comunismo e anticomunismo na orla da última década deste milénio,
publicado en la “Folha de S. Paulo” del 14 de febrero de 1990, después en el “Corriere della Sera” de
Milán, el 7 de marzo de 1990, y en otros 50 grandes diarios del mundo libre entre febrero y marzo de
1990. En ese mismo mes el Dr. Plinio se indagaba: “Pregunto, en efecto: Gorbachev, más la perestroika,
más el desplomamiento de la «Cortina de Hierro», más la visita del jefe ruso a Juan Pablo II, y más
el encuentro Gorbachev-Bush en las gloriosas aguas de Malta, donde otrora se reflejaban las naves
de los Cruzados, ¿todo esto no constituye una colosal maniobra para envolver al mundo entero en las
redes de una política convergencialista y autogestionaria, que deje a todos los pueblos a dos pasos
del comunismo?” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Um comentário atual, uma antiga previsão, in “Folha
de S. Paulo”, 9 de febrero de 1992).
92
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, entrevista al “Diario Las Américas”, 14 de mayo de 1992. “Gorbachev
—afirmó en otra entrevista— no fue el liquidador del régimen comunista, sino quien lo libró de ese
absceso que era el estalinismo” (entrevista al diario “Expreso” de Guayaquil, Ecuador, 31 de mayo
de 1992).

199
El Cruzado del Siglo XX

10. 1994: el mundo en una visión de conjunto

El último manifiesto redactado por el pensador brasileño apareció el 9 de


diciembre de 1994 en la “Folha de S. Paulo”. Era dirigido a los participantes
de la Cumbre de las Américas, reunida en Miami del 9 al 11 de diciembre
del mismo año, y trazaba un impresionante cuadro de la situación interna-
cional en el crepúsculo de nuestro siglo. Las palabras finales renuevan esa
confianza en la victoria de la Civilización Cristiana que constituyó la nota
dominante del empeño apostólico de Plinio Corrêa de Oliveira y de las TFPs.
Reproducimos el texto integral de este documento, que casi parece su testa-
mento histórico:
“Las TFPs de las tres Américas

I. Expresan preocupación
* por la enigmática indiferencia, debilidad y hasta complicidad de cier-
tas esferas políticas, intelectuales, eclesiásticas, publicitarias y económicas
del Continente en relación al fracasado régimen comunista vigente en la
antigua «Perla de las Antillas» y a su viejo inspirador y jefe Fidel Castro;
* por la incoherente política de «dos pesos y dos medidas» de varios
organismos y gobiernos de la región en relación a los regímenes de Haití y
de Cuba: actuaron con el máximo rigor diplomático contra el primero, mien-
tras vienen haciendo desde hace décadas concesiones liberales y hasta li-
sonjeras al segundo;
* por la hábil metamorfosis obrada, después de la caída del Muro de
Berlín, por numerosos personajes de la extrema izquierda: sin renegar su
pasado y sus metas igualitarias, y simplemente cambiando de etiqueta y
métodos de acción, consiguieron importantes posiciones políticas;
* por la utilización del poder político por parte de estos personajes con el
fin de promover una auténtica revolución cultural, que anestesia las sanas
reacciones de la opinión pública, mientras por otro lado golpea radical-
mente los principios fundamentales de la Civilización Cristiana;
* por el potencial destructivo y detonante del caos socio-económico que
muestran poseer, en América Latina, los grupos de terroristas y guerrille-
ros apoyados en conexiones internacionales;
* por la duración de la crisis que, en el plano espiritual, pero con inevita-
bles reflejos en el orden temporal, golpea a la Santa Iglesia Católica Apos-

200
Tradición, Familia, Propiedad

tólica Romana, con el paralelo avance de sectas denominadas «cristianas»,


de religiones animistas e inclusive de movimientos satánicos.

II. Deploran
* la arrogancia con que movimientos homosexuales reivindican, en di-
versos países americanos, seudo-«derechos», tan radicalmente contrarios
a las leyes de Dios y al orden natural;
* las inconcebibles presiones de algunos organismos internacionales y
de sectores sociales de varias naciones del Continente a favor del aborto y
del control de la natalidad (cfr. Conferencia de El Cairo), del divorcio, del
concubinato, de la eutanasia y de otras medidas que llevan a la extinción de
la familia;
* los experimentos de manipulación genética que utilizan embriones
humanos, desconociendo elementales principios religiosos y éticos;
* el aumento del tráfico y del consumo de drogas, y las tentativas de
despenalizar tal consumo;
* la deletérea contribución de importantes medios de comunicación so-
cial para difundir anti-valores, que corroen la Civilización Cristiana hasta
sus fundamentos.

III. Manifiestan marcadas reservas


* ante la precipitación con que algunos sectores políticos quieren llevar
adelante los procesos de integración en nuestro hemisferio, con ritmos y
condiciones que en la práctica podrán erosionar, si no abolir, las caracte-
rísticas peculiares de cada país y hasta su propia soberanía;
* ante el desconocimiento, por parte de esos sectores de los resultados
tan discutibles de experimentos similares, como el Tratado de Maastricht
en Europa, contestado por millones de europeos;
* ante las expectativas exageradas, y hasta la verdadera fascinación,
despertadas en el espíritu de las multitudes por tantos órganos de comuni-
cación social, relativos al desarrollo económico, presentado como panacea
para todos los problemas de nuestro tiempo, mientras queda relegada a un
segundo plano la profunda crisis espiritual y moral que golpea en forma
creciente el tejido social en toda América;
* ante las esperanzas frenéticas con que algunos encaran la venida de
una seudo civilización cibernética, sin apreciar todos los riesgos, ni los

201
El Cruzado del Siglo XX

graves y seguros daños de transformación en las actitudes psicológicas,


morales y culturales que acarrea;
* ante la creciente influencia, en materia política, social y económica,
que asumen determinadas organizaciones no gubernamentales (ONG), mu-
chas de las cuales poseen programas nítidamente revolucionarios (por ejem-
plo reivindicaciones tendientes a favorecer un indigenismo retrógrado y
contrario a la Civilización Cristiana), como quedó patente en la “ECO-
92”, realizada en Río de Janeiro; y ante el masivo apoyo económico inter-
nacional que está recibiendo ese tipo de ONGs;
* ante el proceso de asfixia económica y desmantelamiento de nobles
Fuerzas Armadas del hemisferio, con ilusorio fundamento en nuevas reali-
dades nacionales e internacionales;
* con respecto a aquellos que acusan a algunas Fuerzas Armadas de
haber violado los derechos humanos de los guerrilleros, mientras se mues-
tran sospechosamente omisos en denunciar los crímenes que éstos cometie-
ron y siguen cometiendo en importantes países, tales como Colombia y Perú,
contra poblaciones urbanas y rurales.

IV. Piden
* a los ilustres participantes de la Cumbre de Miami tratar a fondo, sin
temor de polémicas y debates fecundos, estos y otros asuntos delicados y
urgentes de la realidad latinoamericana;
* a los líderes de la Cumbre de Miami que presenten soluciones concre-
tas a los mencionados problemas, en armonía con las tradiciones cristianas
del Continente, interpretando así las legítimas aspiraciones de la opinión
pública de las tres Américas;
* a los referidos participantes de la Cumbre de Miami que adopten, con
la indispensable urgencia, medidas políticas, económicas y publicitarias
propias a hacer viable la inmediata normalización de la situación del pue-
blo cubano.

V. Ven con esperanza


* el saludable rechazo contra múltiples formas de Revolución anticristiana
que se manifiestan —principalmente en las clases más humildes— en consi-
derables sectores de la opinión pública de las tres Américas;

202
Tradición, Familia, Propiedad

* Las justificadas y crecientes manifestaciones de desconfianza con que


estos sectores de la opinión continental ven la acción de ciertos medios de
comunicación social —especialmente la TV— como vehículos de agresiva
inmoralidad, particularmente nociva a la infancia y la juventud;
* el fracaso electoral de candidatos presidenciales abiertamente de iz-
quierda en países como Brasil, Méjico, Colombia, Perú, Argentina, El Sal-
vador;
* el total descrédito, hasta en los sectores modestos de la población, de la
así llamada «teología de la liberación», y de las Comunidades eclesiales de
base (CEBs) inspiradas en aquella;
* el debilitamiento de la obsesión ideológica igualitaria, que durante dé-
cadas impregnó la mentalidad occidental, en beneficio del socialismo y del
comunismo;
* las excelentes perspectivas de colaboración, sobre sólidas bases cris-
tianas, de América Latina con los Estados Unidos y Canadá, abierta por los
fenómenos descritos en este ítem.

Concluyendo, las TFPs de las tres Américas

* afirman su profunda convicción de que, cuando los hombres deciden


colaborar con la gracia de Dios, el curso de la historia produce maravillas:
esta es la lección que nos fue legada por la Europa premedieval y medieval,
la cual, a partir de poblaciones latinas decadentes y de hordas de invasores
bárbaros, llegó, bajo todos los puntos de vista, a alcanzar un nivel religio-
so, cultural y económico sin precedentes;
* manifiestan por lo tanto la certeza de que, más allá de las tempestades
morales, las dificultades económicas y las celadas de todo tipo urdidas en
el Continente por los enemigos de la Iglesia y de la Civilización Cristiana,
habrá en las Américas un resurgimiento de la Cristiandad, según lo previs-
to por Nuestra Señora en Fátima en 1917, cuando anunció: «¡Por fin, Mi
Inmaculado Corazón triunfará!»” 93.

93
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, As Américas rumo ao 3º milênio: convicções, apreensões e esperanças
das TFPs do Continente, in “Catolicismo”, Nº 528, diciembre de 1994.

203
El Cruzado del Siglo XX

11. Plinio Corrêa de Oliveira como “Padre” y “Fundador”

A lo largo de 35 años, desde la fundación de la TFP brasileña hasta su


muerte, Plinio Corrêa de Oliveira redactó personalmente, o inspiró directa o
indirectamente, cientos de manifiestos, declaraciones, comunicados de pren-
sa, cartas abiertas, recolecciones de firmas, mensajes de todo género, a nombre
suyo y de las TFPs de todo el mundo 94.
En la última fase de su vida, en que desplegó una prodigiosa actividad, él
se reveló siempre más como hombre de profunda vida interior, conformándose
al modelo trazado por San Pablo: “Ya no soy quien vive, sino que es Cristo
quien vive en mí” 95. En él, la acción fue siempre la efusión externa de la vida
sobrenatural, alcanzada a través de la recitación del Rosario, la santa comu-
nión cotidiana y sobre todo una continua vigilancia de las facultades del alma.
Lo que impresionaba a sus colaboradores era la presencia en él de virtu-
des aparentemente opuestas, como la simplicidad y la prudencia, la extrema
combatividad junto a una gran afabilidad y dulzura. Alrededor de su figura
paternal fue creciendo en medida cada vez mayor el afecto y la devoción de
sus discípulos, que se complacían en considerarse sus hijos. El manifiesto
de las TFPs publicado el 3 de noviembre de 1995, en ocasión del trigésimo
día de su muerte, rinde este testimonio conmovedor:
“En medio de la tempestad contemporánea, su ejemplo de vida, su fe in-
conmovible, su intensa piedad, fueron y continúan siendo, ahora que Dios lo
llamó a sí, el sostén espiritual de todos los integrantes de la TFP brasileña,
como también de las otras TFPs autónomas y hermanadas. No pocos le de-
ben la inmensa gracia de la perseverancia en la Fe; muchos otros, que anda-
ban desviados por los tortuosos caminos del mundo, deben a sus palabras, a
su dedicación y a sus sacrificios el retorno al recto camino.
“Su solicitud por todos y cada uno de los que integran las filas de las TFPs
era casi ilimitada, y se puede decir que no hay socio o cooperador que no lo
haya tenido como verdadero padre. Su desvelo paterno llegaba al extremo
cuando estaba en causa el bien espiritual de aquellos a quienes la Providencia

94
Hasta los últimos días de su vida pronunciaba cuatro conferencias semanales para el conjunto de los
miembros de la TFP residentes en São Paulo, además de tener con grupos de ellos innumerables
encuentros y reuniones de formación y de estudio. El total de las conferencias hechas por el Dr. Plinio
a los miembros de las TFPs sobrepasa las veinte mil.
95
Gál. 2, 20.

204
Tradición, Familia, Propiedad

había puesto de algún modo bajo su cuidado; nunca perdía ocasión de dar un
buen consejo, tener un gesto de atención o una palabra de estímulo” 96.
El manifiesto de las TFPs recuerda cómo Plinio Corrêa de Oliveira fue
favorecido por la Providencia con un don particular: el discernimiento de
los espíritus. El Obispo capuchino Don Vital Maria Gonçalves de Oliveira 97,
la figura del clero brasileño más admirada por Plinio Corrêa de Oliveira,
afirmaba poseer una forma especial de penetración psicológica, heredada
de su madre, por la cual discernía las intenciones buenas o malas de las
personas. Análogamente, el doctor Plinio era capaz de penetrar la psicolo-
gía y la mentalidad de una persona, conversando con ella o simplemente
examinando su fotografía. Tal capacidad nacía de dones naturales, pero
también de una especial luz sobrenatural. Y esto no debe extrañar a nadie:
la Iglesia nos enseña, en efecto, que las facultades naturales del hombre
son elevadas y perfeccionadas por las virtudes y por los dones del Espíritu
Santo, necesarios —dice León XIII— al “hombre justo que vive de la vida
de la gracia” 98.

12. Entre incomprensiones y calumnias...

Durante su larga vida, Plinio Corrêa de Oliveira tuvo simpatizantes que le


profesaron gran estima, sobre todo en el campo eclesiástico 99. Entre éstos se
cuentan ilustres defensores de la Fe, como los cardenales Slipyj 100 y Midzsenty,
eminentes purpurados como los cardenales Masella, Pizzardo, Staffa, Ciappi,

96
Um homem de Fé, pensamento, luta e ação, in “Catolicismo” Nº 539-540, noviembre-diciembre de
1995.
97
Sobre la figura de Don Vital, cfr. la nota 5 del cap. II.
98
LEÓN XIII, Encíclica Divinum illud munus, del 9 de mayo de 1897, in IP, Le fonti della vita spirituale,
cit., p. 51.
99
Ni Plinio Corrêa de Oliveira ni su obra incurrieron jamás en ninguna censura eclesiástica oficial. No
puede ser considerada como tal una nota crítica de la Conferencia Episcopal brasileña publicada el 19
de abril de 1985, bajo el ropaje de un comunicado de prensa y no de un decreto eclesiástico. Cfr. la
respuesta de la TFP publicada en la “Folha de S. Paulo” y otros diarios el 24 de abril de 1985; cfr.
también G. Y L. SOLIMEO, Analyse par la TFP brésilienne d’une prise de position de la CNBB sur la
«TFP et sa famille d’âmes»”, Société Française pour la Défense de la Tradition, Famille et Propriété,
París, 1989.
100
El Cardenal ucraniano Josef Slipyj fue huésped de la TFP en São Paulo, el 26 de septiembre de
1968. El Dr. Plinio Corrêa de Oliveira ofreció, en aquella ocasión, una recepción en su honor con la
participación de miembros eminentes del Clero, de las Fuerzas Armadas y de la sociedad paulista (cfr.
“Catolicismo”, Nº 215, noviembre de 1968).

205
El Cruzado del Siglo XX

Echeverría Ruiz, Stickler, Oddi, y teólogos de fama internacional como los


padres Anastasio Gutiérrez, Victorino Rodríguez, Antonio Royo Marín.
“Todos los que quieren vivir piadosamente en Jesucristo —advierte sin
embargo San Pablo— sufrirán persecuciones” 101. Es difícil encontrar el fun-
dador de una institución católica que no haya sufrido calumnias y persecucio-
nes. El ejemplo de San Ignacio, que antes de la fundación de su Orden fue
acusado de ser un “iluminado” y sufrió ocho procesos, es bien ilustrativo.
Incluso después de la aprobación pontificia, la Facultad de Teología de París,
que tres siglos antes había condenado a las órdenes mendicantes, reprobó la
“novedad” de la Compañía de Jesús, acusándola de perturbar la paz religiosa
y de haber nacido más para destruir que para edificar. La misma Compañía de
Jesús fue suprimida por la autoridad pontificia de 1773 a 1814, en los años
críticos que presenciaron el estallido de la Revolución Francesa 102.
Unas veces puesta en circulación de boca en boca, otras veces amplifica-
da por los medios de comunicación, la calumnia es una vieja arma de la
Revolución, que de ella se sirve para intentar demoler la credibilidad de sus
opositores. “Mentid, mentid, siempre algo quedará”, era el pésimo dicho
atribuido a Voltaire.
La obra de Plinio Corrêa de Oliveira, más aún que su pensamiento, sufrió
incomprensiones y calumnias. Las calumnias, que tocan la propia figura del
fundador de la TFP, pueden resumirse en la acusación de haber querido
establecer, en el seno de esta asociación, un culto a su persona y al de su
madre, doña Lucilia 103. La incomprensión de fondo incide sobre su voca-
ción específica y la de la TFP: la lucha para defender y restaurar el orden
social cristiano, según la gran consigna del Magisterio Pontificio.

101
II Tim. 3, 10-13.
102
Sobre la supresión de la Compañía de Jesús por Clemente XIV (breve Dominus ac Redemptor del
22 de julio de 1773), cfr. PAUL DUDON S.J., De la suppression de la Compagnie de Jésus (1758-1773),
in “Revue des questions historiques”, vol. 132, 1938, pp. 75-107. La “verdadera causa” de esta supre-
sión, escribía en 1827 Henri de Bonald, “fue el odio contra el poder religioso y monárquico, los cuales
encontraban sólido apoyo en aquella Orden educadora de la juventud” (H. DE BONALD, Risposta a
nuove offese contra una celebre Compagnia, tr. it., Tip. Galeati, Ímola, 1827, p. 52).
103
Sobre este pretendido culto “indebido” en las relaciones con el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira, cfr. la
obra publicada por la TFP en su defensa: A. A. BORELLI MACHADO Y OTROS, Refutação da TFP a uma
investida frustra, Sociedade Brasileira de Defesa da Tradição, Família e Propriedade, São Paulo,
1984, vol. I, pp. 155-229, y los dos comunicados de prensa, A TFP afirma sua posição doutrinária e
interpela opositor (“Folha de S. Paulo”, 17 de agosto de 1984) y Voltando as costas a uma controvérsia-
realejo (“Folha de S. Paulo” 28 de agosto de 1984).

206
Tradición, Familia, Propiedad

Estas acusaciones procedían de los campos más dispares, pero sobre


todo de dos sectores opuestos: el socialista-comunista 104 y el constituido
por algunos ambientes de la derecha “tradicionalista” 105. Este auténtico
tifón difamatorio fue hábilmente canalizado por el llamado “movimiento
anti-sectas”, cuya naturaleza totalitaria y anticristiana Plinio Corrêa de
Oliveira puso al descubierto en la introducción a un estudio sobre “lavado
de cerebro” 106.
Uno de los primeros y más violentos “estruendos publicitarios” 107 partió
de Río Grande do Sul en 1975 mientras la TFP estaba empeñada en la difu-
sión de la Carta pastoral de Mons. Antonio de Castro Mayer Por el matri-
monio indisoluble. El propio obispo brasileño intervino abiertamente en de-
fensa de la Asociación difamada con una protesta de la cual transcribimos
un significativo pasaje:

104
Durante el mes de febrero de 1976, en cuatro emisiones consecutivas del programa Escucha Chile,
Radio Moscú atacó a la TFP chilena a propósito del libro La Iglesia del Silencio en Chile, que ésta
acababa de publicar. El 20 de noviembre de 1984, el diario “Izvestia”, órgano oficial del gobierno
soviético, manifestó su total solidaridad con la ofensiva publicitaria de que fueron blanco en Vene-
zuela la Asociación Civil Resistencia, hermanada a las TFPs, y el Bureau de Representación de las
TFPs en Caracas.
105
El Profesor Massimo Introvigne levanta una hipótesis que define como “inquietante”, o si se quiere
“maliciosa”: “En los últimos años, particularmente en Francia, pero también en otros países, diversas
publicaciones «lefebvristas» y «sedevacantistas» promovieron campañas contra las «sectas» con to-
nalidades particularmente violentas. Si se tratara solamente, o principalmente, de la defensa de la
doctrina católica tradicional, no habría razones para asombro. Pero, de hecho, esa literatura hace
suyos los argumentos del movimiento anti-sectas laicista, y ataca de buen grado realidades del mundo
católico como la TFP y el Opus Dei. Por eso, surge la legítima sospecha de que el movimiento anti-
sectas se sirva de ciertos grupos «lefebvristas» y «sedevacantistas» como tropas de vanguardia, como
zapadores, para ser lanzados en la liza como primera carga con arma blanca; y para, naturalmente, ser
sacrificados en el momento oportuno, una vez que, adoptando los criterios usuales del movimiento
anti-sectas, estos grupos podrán ser fácilmente, a su vez, descalificados como «sectas» cuando, si, y
en la medida en que fuera necesario” (M. INTROVIGNE, Sette e diritto di persecuzione: le ragioni di una
controversia, in G. CANTONI - M. INTROVIGNE, Libertà Religiosa, Sette e Diritto di persecuzione, Ed.
Cristianità, Piacenza, 1996, p. 106).
106
El estudio fue publicado en “Catolicismo”, Nº 409 (enero de 1985), con el título “Lavagem cere-
bral” — Um mito ao serviço da nova “Inquisição terapéutica”. Cfr. también DAVID G. BROMLEY, The
Brainwashing, Deprogramming Controversy: Sociological, Psychological, Legal and Historical
Perspectives, The Edwin Mellen Press, Nueva York-Toronto, 1983. En mayo de 1987 la American
Psychological Association, por su parte, declaró “no científica” la teoría del “lavado de cerebro”
aplicada a movimientos religiosos (cfr. M. INTROVIGNE, L’Opus Dei e il movimento anti-sette, in
“Cristianità”, Nº 229, mayo de 1994).
107
El término fue acuñado por el mismo Dr. Plinio para indicar las calumnias públicas orquestadas
que se difundían contra la TFP.

207
El Cruzado del Siglo XX

“Esa campaña difunde tales injusticias, que no puedo abstenerme de for-


mular contra ella mi protesta. Protesta que, en mi caso, es tanto más impera-
tiva cuanto, tomando en consideración mis relaciones con la TFP, la campa-
ña afecta mi honor de obispo de la Santa Iglesia. (...)
“Si la TFP fuese subversiva, nazi-fascista, perturbadora del orden públi-
co, si ella separase, contra el orden natural, los hijos de sus padres, ¿qué
decir de un obispo que mantiene el más continuo contacto con esa Sociedad,
que la conoce en todos los aspectos de sus actividades, y acepta, de buen
grado, el ofrecimiento de la misma para difundir su Pastoral en la que rei-
vindica, contra el divorcio, los derechos de Dios sobre la sociedad humana?
Él sería cómplice y hasta connivente” 108.
Los ataques más virulentos contra las TFPs fueron sucesivamente desen-
cadenados en Francia (1979) 109, Venezuela (1984) 110, nuevamente en Brasil
(1993) 111 y en España (1995). Esta última persecución, promovida por el
citado “movimiento anti-sectas”, desembocó en el secuestro de un joven
miembro de la TFP española, Santiago Canals Coma, a quien, con métodos
brutales, se quería “desprogramar” para “restituirlo” a su familia 112.
En aquella ocasión el padre Antonio Royo Marín, uno de los mayores
teólogos contemporáneos, se sintió en el deber de intervenir públicamente
en defensa de la TFP española, y lo hizo con estas palabras:

108
La carta de Mons. Antonio de Castro Mayer fue publicada en el Nº 294 (junio de 1975) de “Cato-
licismo”. Por su parte la TFP reaccionó con el documento A TFP em legítima defesa, publicada en los
diarios, y en el número especial 294 (junio de 1975) de la misma revista.
109
Se trataba de un libelo anónimo, tan calumnioso cuanto superficial y desprovisto de aquella lógica
característica de la inteligencia francesa, al cual la TFP respondió con el libro en dos volúmenes
Imbroglio, Détraction, Délire. Remarques sur un rapport concernant les TFP, Association Française
pour la Défense de la Tradition, de la Famille, de la Propriété, París, 1979. A pesar de esta documen-
tada respuesta, el libelo, más conocido como “Rapport Joyeux” (nombre de quien constó haber sido
su autor), continuó siendo citado y difundido en publicaciones semiclandestinas contra la TFP.
110
Esta persecución llevó a la suspensión de actividades, por medio de un decreto gubernamental del
13 de noviembre de 1984, de la Asociación Civil Resistencia, entidad autónoma pero vinculada a las
TFPs de 14 países. En 1985, para defenderse de otros ataques, la TFP publicó una obra del propio
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Guerreiros da Virgem — A réplica da autenticidade. A TFP sem segredos,
Editora Vera Cruz, São Paulo, 1985, y el libro de A. SINKE GUIMARÃES, Servitudo ex Caritate, Artpress,
São Paulo, 1985.
111
La TFP respondió con un artículo titulado Usando o mesmo realejo, mais uma vez investe contra a
TFP o tabloide “Zero Hora”. A TFP se defende, publicado en “Correio do Povo”, Porto Alegre, 19 de
febrero de 1993.
112
SANTIAGO CANALS COMA, ¿Renace la persecución religiosa en España? Historia de un secuestro,

208
Tradición, Familia, Propiedad

“Múltiples circunstancias me han proporcionado la oportunidad de cono-


cer a fondo la TFP y a varios de sus principales colaboradores internaciona-
les, como también su organización, su funcionamiento, sus luchas, su ex-
pansión y sus victorias. Todos ellos son católicos practicantes en grado su-
perlativo. Con su Misa, Comunión diaria, rezo íntegro de los 15 Misterios
del Rosario y otras prácticas de piedad, todas ellas tradicionales y de uso
común en la Santa Iglesia Católica. No practican ninguna ceremonia rara u
obsoleta, todas coinciden con el más auténtico espíritu católico, apostólico,
romano. Sienten una gran veneración por el Romano Pontífice a quien con-
sideran como Vicario de Cristo y su supremo representante en el mundo. Es
entrañable la devoción a la Virgen María y están convencidos de que final-
mente triunfará en el mundo entero su Corazón Inmaculado, como lo pro-
metió en Fátima” 113 (*).
El hilo conductor de las acusaciones es la calificación peyorativa de “sec-
ta”, cuya inconsistencia ha sido demostrada por la TFP en numerosos escri-
tos 114. Entre las ilustres personalidades que han defendido a la TFP de esta
calumnia, subrepticiamente dirigida contra la propia Iglesia Católica, están
los Cardenales Alfons M. Stickler S.D.B. 115 y Bernardino Echeverría Ruíz
O.F.M. Este último, en carta dirigida al presidente de la Asamblea Nacional
francesa, Philippe Séguin, expresó su “profunda perplejidad frente a esta

Editorial Ramiro el Monje, Zaragoza, 1996. “Ante Dios —testimonia el mismo secuestrado—, afir-
mo solemnemente que nunca escuché una palabra o presencié un gesto del Prof. Plinio Corrêa de
Oliveira que no me acercase a Dios Nuestro Señor, a la Virgen Santísima y al Romano Pontífice. En
fin, a la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana, nuestra Madre amadísima, cuya cabeza invisible
es Nuestro Señor Jesucristo” (ibid., p. 17).
113
Vehemente desmentido del Padre Royo Marín a la indigna campaña de calumnias contra TFP-
Covadonga, in “La Vanguardia”, Barcelona, 27 de julio de 1995. El padre Antonio Royo Marín O.P.,
Predicador General de la Orden Dominicana, es autor de 26 obras de teología y doctrina católica. Su
defensa de la Iglesia y del Papado fue recompensada con la medalla “Pro Ecclesia et Pontifice” que
le otorgó el Papa Juan Pablo II.
(*) N. del E.- El P. Royo Marín falleció el 17 de abril de 2005.
114
Cfr. el importante estudio de los hermanos GUSTAVO A. y LUIZ S. SOLIMEO, La nouvelle inquisition
athée et psychiatrique. Elle taxe de secte ceux q’elle veut détruire, Société Française pour la Défense
de la Tradition, Famille et Propriété, París, 1991, y la igualmente clara contribución sobre la materia
de BENOÎT BEMELMANS, Le Rapport Guyard à la lumière de la doctrine catholique et du droit français,
Société Française pour la Défense de la Tradition, Famille et Propriété, París, 1996. Esta obra consti-
tuye una lúcida demolición del “Rapport” sobre las sectas en Francia, divulgado por la Asamblea
Nacional en diciembre de 1995.
115
Cfr. prefacio a esta obra.

209
El Cruzado del Siglo XX

amalgama injuriosa relativa a una asociación límpida, compuesta por católi-


cos animados de un gran amor a Dios y al prójimo” 116.

13. Culto lícito e ilícito según la Iglesia

Las acusaciones de “culto” ilícito al doctor Plinio y a doña Lucilia prove-


nientes de sectores laicistas y progresistas son difíciles de comprender, pero
son aún menos comprensibles cuando proceden de ambientes católicos, so-
bre todo “tradicionalistas”.
En efecto, el siglo XX ha sido la época de la divinización del hombre,
entronizado en los altares otrora dedicados a Dios: políticos, campeones
deportivos, cantantes, han sido objeto de un culto que puede ser definido
como “fanático”, justamente por sus características extremas y desordena-
das, que lo hacen rozar en la idolatría. Si existe un culto ilícito prestado a los
hombres, existen, en cambio, formas lícitas de culto, como las reservadas a
los santos o, en el plano natural, a hombres particularmente ilustres. El cul-
to, en su esencia, es un acto de estima; y en su significado más amplio no
representa otra cosa que la expresión del sentimiento interior por el cual un
hombre reconoce la excelencia de otro hombre 117. La excelencia de los san-
tos los vuelve dignos del culto denominado de dulía o veneración, diferente
e inferior al culto supremo de adoración o latría debido solamente a la San-
tísima Trinidad y a la Humanidad de Jesucristo. La Iglesia Católica, defi-
niendo el ámbito preciso de este culto, admite su legitimidad contra la nega-
ción, de raíz herética, de la devoción a los santos 118.
Sólo a la Iglesia le corresponde establecer, de manera infalible, quién es
“santo” y promoverle públicamente el culto. Pero es lícito tributar, a quienes
murieron en olor de santidad, un culto “privado”, cuya existencia, por lo de-
más, constituye una exigencia de las autoridades eclesiásticas para los proce-
sos de beatificación y de canonización. “Honramos a los servidores —definió
el Papa Juan XV en el más antiguo proceso de canonización de la Iglesia—

116
Texto in B. BEMELMANS, Le Rapport Guyard, cit., pp. 17-18.
117
LUIGI OLDANI, Culto, in EC, vol. IV (1950), col. 1040 (cols. 1040-1044).
118
La legitimidad y utilidad del culto a los Santos fue definida por el Concilio de Trento en su sesión
XXV (DENZ.-H, Núms. 1821-1824). Cfr. también P. SEJOURNÉ, Saints (culte des), in DTC, vol. XIV,
1939, cols. 870-978; JUSTO COLLANTES S.J., La fede della Chiesa cattolica, Libreria Editrice Vaticana,
Ciudad del Vaticano, 1993, pp. 577-590.

210
Tradición, Familia, Propiedad

para que la honra redunde al Señor, que ha dicho «Quien acoge a vosotros, a
Mí me acoge» (Mt. 10,40)” 119. “Toda genuina prueba de amor tributada a los
Santos —se lee en la Lumen Gentium— por su naturaleza tiende al propio
Jesucristo y termina en Él, «corona de todos los Santos», y a través de Él a
Dios, que en sus Santos es reconocido como admirable y es glorificado” 120.
Este culto privado no es otra cosa que la manifestación de devoción que
brota espontáneamente del corazón de los fieles antes que la Iglesia se pro-
nuncie oficialmente. Tales expresiones de devoción, autorizadas por la Igle-
sia, no nacen de repente, al día siguiente de la muerte. La “fama de santidad”
suele rodear el futuro santo cuando aún está vivo: así ocurrió con casi todos
los grandes Santos en el seno de la Iglesia; así ocurre hoy con personas aún
no canonizadas, como el Padre Pío, alrededor de quien se creó, cuando toda-
vía vivía, una atmósfera de entusiasmada veneración, que inducía algunos a
hablar de “fanatismo” 121 (*).
Para limitarnos a un ejemplo más, basta recordar el estrepitoso entusias-
mo que cercó a Don Bosco en su viaje a París de 1883. El Bienaventurado
Don Miguel Rua S.D.B., su sucesor, hizo esta explícita declaración en el
Proceso de beatificación:
“Si iba a las iglesias para hacer algún sermón, era tanto el gentío que
acudía, que lo debían acompañar tres o cuatro para abrirle el paso y llegar al
púlpito; y a veces se debió poner guardias en las puertas, para alejar el peli-
gro de alguna desgracia causada por la enorme concurrencia. Si era recono-
cido por las calles y por las plazas, era circundado por muchedumbres in-
mensas, que en pleno día se postraban para implorar su bendición. En su
habitación, desde las horas más tempranas, era una continua concurrencia
de gente, que se consideraba afortunada de ver a un santo” 122.

119
JUAN XV, Encíclica Cum conventus esset, del 3 de febrero de 993, a los Obispos y Abades de
Francia y de Alemania para la canonización del obispo Ulrico de Augusta, in DENZ.-H, Nº 675.
120
Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Lumen Gentium, del 21 de noviembre de 1964, in
DENZ.-H, Nº 4170.
121
En particular, fueron tildados de fanáticos por su “culto” y denunciados a la Autoridad eclesiástica
por superstición y desobediencia, los “grupos del Padre Pío” aún activos y numerosos. Esto no impi-
dió que, el 20 de marzo de 1983, se abriese, a pedido del Episcopado polaco, la causa de beatificación
del capuchino de Pietrelcina. Cfr. RINO CAMMILERI, Storia di Padre Pio, Piemme, Casale Monferrato,
1993, pp. 169-182.
(*) N. del E.- El Padre Pío fue beatificado por Juan Pablo II en 1999 y canonizado el 16 de junio de 2002.
122
JUAN BAUTISTA LEMOYNE, Vita di San Giovanni Bosco, Società Editrice Internazionale, Turín, 1977, p.
528. Cfr. también FRANCESCO TORNIELLO, Don Bosco nella storia della cultura popolare, SEI, Turín, 1987.

211
El Cruzado del Siglo XX

No pretendemos deducir la santidad de Plinio Corrêa de Oliveira de las


manifestaciones de admiración y de devoción que sus discípulos le tributa-
ban. Tan sólo queremos subrayar la plena armonía de tales expresiones de
entusiasmo con la doctrina y la práctica de la Iglesia.
En esta perspectiva se puede comprender, además de los tributos de afec-
to que rodeaban la persona del doctor Plinio, la especial veneración nacida
en el seno de la TFP hacia la madre del fundador, doña Lucilia, después de
su muerte.
Doña Lucilia Ribeiro dos Santos tuvo una vida exclusivamente privada
hasta 1967, cuando por primera vez, a causa de una grave enfermedad de su
hijo, muchos amigos de éste llenaron su casa y fueron recibidos por ella. En
este difícil período ella, que tenía entonces 91 años, dispensó a los compa-
ñeros del doctor Plinio una acogida que dejaba trasparecer, como él mismo
recuerda, “su maternal afecto, su resignación cristiana, su ilimitada bon-
dad de corazón y la encantadora gentileza de los buenos tiempos de la São
Paulo de otrora” 123. Los jóvenes quedaron encantados con su trato tan sim-
ple y afectuoso: “Las tenues y bellas luces del crepúsculo y de la aurora
estaban siempre unidas en su sonrisa” 124.
Pocos meses después, el 21 de abril de 1968, doña Lucilia falleció 125.
Durante sesenta años había ofrecido el ejemplo de un ejercicio cotidiano de
virtud, del cual su hijo tomó ejemplo y fuerzas: aquella perfección en la vida
ordinaria que constituye el secreto de la “pequeña vía” trazada por Santa
Teresa del Niño Jesús 126. En efecto, incluso entre las paredes domésticas es
posible una “pequeña vía” para la santidad; y de ésta doña Lucilia fue, al
decir de todos que la conocieron, una encarnación viviente durante toda su
larga vida.

123
Cfr. “O Estado de S. Paulo”, 22 de agosto de 1979.
124
DL, vol. III, p. 187.
125
Da. Lucilia murió un día antes de completar 92 años, el 21 de abril de 1968. “Con los ojos bien
abiertos, perfectamente conciente del solemne momento que se aproximaba, se incorporó un poco,
hizo una gran señal de la Cruz y, con entera paz de alma y confianza en la misericordia divina,
adormeció en el Señor” (DL, vol. III, p. 201).
126
“En mi pequeña vía no hay lugar sino para las cosas comunes. Es necesario que lo que yo hago,
también lo puedan hacer las pequeñas almas” (SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS, Gli scritti, Postulazione
Generale dei Carmelitani Scalzi, Roma, 1979, Nº 227, pp. 216-217). Sobre la “pequeña vía”, cfr.
ANDRÉ COMBES, Introduction à la spiritualité de S. Thérèse de l’Enfant Jésus. Études de théologie et
histoire de la spiritualité, Vrin, París, 1948.

212
Tradición, Familia, Propiedad

Que nadie extrañe, pues, la comparación entre Lucilia Ribeiro dos Santos
y la carmelita de Lisieux. Sin la publicación de la Historia de un alma nadie
habría imaginado qué cumbres de santidad y de amor de Dios había alcanza-
do una monja, muerta a los 24 años, en el curso de una vida común de con-
vento. En el caso de doña Lucilia no fue un libro lo que nos reveló los es-
plendores de su alma, sino la propia vida de su hijo, como un espejo que
reflejó y desarrolló sus virtudes.
Después de su muerte, en el seno de la TFP algunos pensaron en recurrir
a la intercesión de doña Lucilia y, de manera espontánea y misteriosa, em-
pezó a florecer un culto privado junto a su tumba 127.
Evidentemente, pedir la intercesión de una persona no significa procla-
mar oficialmente su santidad. Entre tanto, un gran teólogo y maestro espiri-
tual contemporáneo como el P. Royo Marín, después de haber estudiado

127
La TFP brasileña fue acusada de haber querido promover un culto indebido a la madre de su
fundador a través de la recitación de algunas letanías a ella dirigidas (para una refutación exhaustiva
de estas acusaciones, cfr. G. A. SOLIMEO, Um comentário anti-TFP. Estudo acerca de um parecer
concernente a uma Ladainha. Apéndice a Refutação da TFP a uma investida frustra, cit., pp. 391-
463). En efecto, durante algún tiempo circuló entre algunos cooperadores de la asociación una letanía
con invocaciones a Da. Lucilia compuesta por dos adolescentes a fines de 1977. La letanía fue prohi-
bida por el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira tan pronto llegó a su conocimiento, incluso a causa de
impropiedades de lenguaje y singularidades de expresión claramente debidas a la joven edad y a la
inexperiencia de los autores. El P. Victorino Rodríguez y Rodríguez O.P., después de haberla exami-
nado, comentó: “Varias invocaciones son un poco ingenuas, otras muy extravagantes o técnicas y aún
otras un tanto ambiguas, de donde surge el malentendido. Por todos estos motivos me pareció oportu-
no que el Prof. Plinio la hubiese prohibido. No obstante ello, me parece exagerado calificar algunas
invocaciones como heterodoxas o blasfemas, sin poner atención en la relatividad del lenguaje em-
pleado en ellas” (Refutação da TFP a uma investida frustra, cit., p. 395). Por otro lado, si la asocia-
ción hubiese querido promover y organizar tal culto, lo habría hecho de manera completamente dis-
tinta de la que le fue atribuida. Y por fin, ¿qué pensar de una joven monja que hubiera invocado y
hecho invocar por sus propias hermanas de hábito a su propio director espiritual, enseguida después
de su muerte, con una serie de letanías en las que, llamándolo de “San Claudio”, lo definía como
“espejo de todas las virtudes”, “imagen viva de la perfección”, “torrente de las perfecciones divinas”,
“campo del Paraíso de la Iglesia”, “lirio plantado en tierra virgen”, “santuario de las gracias”, “cuya
lengua fue el órgano del Espíritu Santo”, “sol de perfección”, “semilla del Evangelio”, “voz de los
Apóstoles”, “antorcha del mundo”, “escudo de la fe católica”? Estas letanías son las que Santa Mar-
garita María Alacocque compuso e hizo recitar en su convento, dedicadas a su director espiritual, el P.
Claudio de la Colombière, fallecido hacía poco. La monja llegó a ser una gran Santa y también su
padre espiritual sería canonizado por la Iglesia, pero sólo muchos años después de la redacción de las
letanías. Los censores del Tribunal que examinaron las causas de beatificación de los dos Santos no
juzgaron que este hecho pudiese perjudicar su canonización, demostrando así cuál es la sabiduría de
la Iglesia, sabiduría de la que tantas veces no se revisten algunos de sus hijos, animados más por un
celo amargo que por verdadera caridad y amor al bien.

213
El Cruzado del Siglo XX

atentamente la biografía de doña Lucilia no dudó en afirmar que ella descri-


be “la vida de una verdadera santa, en toda la extensión de la palabra” 128.

14. Una vocación específica: la “consecratio mundi”

Las numerosas y violentas embestidas lanzadas contra la TFP en el curso


de su historia determinaron que la asociación dirigida por Plinio Corrêa de
Oliveira, al defenderse, encontrase una excelente oportunidad para definir
de manera cada vez más precisa su propia fisonomía.
¿Qué es entonces la TFP? Es ante todo una “escuela de pensamiento” que
abarca un amplio patrimonio intelectual, con gran riqueza de principios tan-
to especulativos como operativos.
“¿Qué es lo necesario en la escuela de pensamiento de la TFP? —Antes
de todo, una adhesión total y entusiasmada a la doctrina de la Santa Iglesia
Católica, Apostólica, Romana, expresada en las enseñanzas de los Roma-
nos Pontífices, y del Magisterio eclesiástico en general (atribuyendo a cada
documento, según la naturaleza, todo el acatamiento preceptuado por el
Derecho Canónico). En seguida, adhesión a una serie de principios teóri-
cos, o teórico-prácticos, que fueron deducidos, con escrupuloso rigor de
lógica, de la doctrina católica o del análisis de la realidad —sea la actual,
sea la histórica— según la metodología y los criterios elaborados cuidado-
samente en la TFP, y cuyos fundamentos se encuentran ampliamente ex-
puestos en el ensayo «Revolución y Contra-Revolución», ya mencionado.
Por fin, adhesión a una serie de principios operativos que fueron constitui-
dos por el análisis atento de la práctica, a lo largo de décadas de actuación
en común. Tales principios también tienen sus fundamentos trazados en «Re-
volución y Contra-Revolución» (Parte II, Caps. V a XI). Todos esos princi-
pios constituyen un conjunto que es el patrimonio fundamental de la escuela
de pensamiento de la TFP” 129.

128
DL, vol. I, p. 9. “La indagación concreta es ésta: ¿Da. Lucilia fue una verdadera santa, en toda la
amplitud del término? O, en otros términos, ¿sus virtudes cristianas alcanzaron el grado heroico indis-
pensable para ser reconocida por la Iglesia por medio de una beatificación y canonización? Exami-
nando los datos rigurosamente históricos ofrecidos en gran abundancia por la biografía que presenta-
mos —concluye el P. Royo Marín— oso responder con un sí rotundo y sin la mínima duda” (ibid.,
vol. I, p. II).
129
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A réplica da autenticidade, cit., pp. 132-133.

214
Tradición, Familia, Propiedad

Empero, la expresión “escuela de pensamiento” no expresa por entero la


vocación de la TFP, que, habiendo nacido como una simple asociación civil,
a lo largo de más de 30 años se fue caracterizando, cada vez con mayor
profundidad, como una “familia de almas” no exenta de analogías con una
“familia religiosa”.
En efecto, las relaciones que se establecieron con el correr de los años
entre el doctor Plinio y los miembros de la TFP eran semejantes a las exis-
tentes entre el fundador de una institución religiosa y sus discípulos. ¿Cuál
es la posición actual de esta familia de almas frente a la autoridad eclesiásti-
ca? “Es la de toda la libertad que la Iglesia concede a los simples núcleos en
formación o a las sociedades católicas nacientes” 130. El Concilio Vaticano II
declaró de hecho la libertad de asociación dentro de la Iglesia afirmando que
“los laicos tienen el derecho de crear y de guiar asociaciones” 131. “Ningún
motivo —comenta el padre Anastasio Gutiérrez— existe para negar tales
libertades alegando el bien de la perfección cristiana y del apostolado laico:
antes bien, estos fines se encuentran explícitamente admitidos en la libertad
de asociación” 132.
Para el Derecho Canónico, cada TFP es una asociación privada, de laicos
sometidos in rebus fidei et morum a la vigilancia que la Iglesia ejerce sobre
todos los fieles, considerados individualmente o asociados entre sí. La natu-
raleza jurídica de estas asociaciones civiles no cambia por el hecho de que
en ellas se realicen prácticas religiosas y que sus miembros adopten formas
de vida semejantes a la vida consagrada 133.

130
A. SINKE GUIMARÃES, Servitudo ex caritate, cit., p. 266.
131
Concilio Ecuménico Vaticano II, Decreto Apostolicam Actuositatem sobre el apostolado de los
laicos, del 18 de noviembre de 1965, Nº 19.
132
A. GUTIÉRREZ C.M.F., término Institutos de perfección cristiana, in DIP, vol. V, 1988, col. 85 (cols.
75-106).
133
En el libro Refutação da TFP a uma investida frustra, cit., se lee que: “la TFP puede ser considera-
da como una confraternitas laicalis, esto es, una asociación de católicos, con finalidades religiosas,
que no fue erigida ni es gobernada por la autoridad eclesiástica y cuyos miembros la dirigen por lo
tanto libremente, según los propios estatutos sociales” (vol. I, pp. 319-320). Cfr. también COMISSÃO DE
ESTUDOS DA TFP, A TFP: uma vocação, TFP e famílias, TFP e famílias na crise espiritual e temporal
do século XX, Artpress, São Paulo, 1986, vol. I, pp. 271-272: A. SINKE GUIMARÃES, Servitudo ex
caritate, cit., pp. 157-160. “Así —comentó el propio Dr. Plinio— la TFP se define perfectamente
como una asociación cívica ante las leyes civiles y como una confraternitas laicalis frente a las leyes
eclesiásticas, al menos mientras estudios más profundizados del nuevo Código de Derecho Canónico
no sugieran una terminología más adecuada” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A réplica da autenticidade,
cit., p. 219). Acerca de la naturaleza de la TFP frente al Derecho Canónico, cfr. también G. A. SOLIMEO

215
El Cruzado del Siglo XX

“Dada esta situación, la TFP y su familia de almas tienen una característica


peculiar. En cuanto persona colectiva, la TFP es exclusivamente una asocia-
ción civil. Sus miembros, individualmente considerados, tienen la libertad de
practicar lo que desean como católicos. La TFP se presenta así como un locus
en el que estos católicos, individualmente considerados, viven su religión se-
gún prácticas comunes que la Iglesia siempre propuso a sus fieles” 134.
Cabe notar que lo que distingue las asociaciones laicales de las eclesiásti-
cas no es el fin —que en ambos casos es religioso— sino el hecho de estar o
no instituidas en el plano eclesiástico.
La finalidad de la TFP, expresada en el art. 1 de sus Estatutos, consiste
en obrar por la restauración de los principios fundamentales del orden na-
tural y cristiano. Esta finalidad no es distinta de la misión de “instaurare
omnia in Christo” 135 y de “consagrar el mundo” 136, a lo que tantas veces
se refirieron los Pontífices de este siglo y que el Concilio Vaticano II, en el
Decreto Apostolicam Actuositatem, define como “instaurationem Ordinis
temporalis” 137. El propio Papa Juan Pablo II, citando al Concilio 138, afir-
ma que “cabe en particular a los fieles laicos llevar la influencia de la
verdad del Evangelio a las realidades de la vida social, económica, políti-
ca y cultural. De ellos es la tarea específica de la santificación del mundo
desde dentro, empeñándose en la actividad secular” 139. Con estas pala-
bras, el Pontífice no hace más que ratificar lo ya expuesto por el Concilio
Vaticano II: “El laico recibe, por gracia de Jesucristo, una vocación
específicamente laical que lo destina a buscar la santidad y a ejercer un
apostolado que trate de temas temporales ordenados según Dios” 140.
Plinio Corrêa de Oliveira, que desde los años 30 trabó brillantes polémi-
cas con el progresismo acerca del papel indebido que éste atribuía al laicado
en las relaciones con el clero, paradójicamente fue acusado de exagerar, en

- L. S. SOLIMEO, Analyse par la TFP brésilienne d’une prise de position de la CNBB sur la “TFP et sa
famille d’âmes”, cit.
134
A. SINKE GUIMARÃES, Servitudo ex caritate, cit., pp. 159-160.
135
SAN PÍO X, Carta Apostólica Notre Charge Apostolique, cit.
136
Cfr. PÍO XII, Discurso del 5 de octubre de 1957 al Congreso Mundial del Apostolado de los Laicos,
in DR, vol. XIX, pp. 459-460.
137
Cfr. J. COLLANTES S.J., La Fede della Chiesa Cattolica, cit., p. 320.
138
Cfr. Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución Lumen Gentium, Nº 31.
139
JUAN PABLO II, Discurso a los Obispos norteamericanos del 2 de julio de 1993, in “L’Osservatore
Romano”, 4 de julio de 1993.
140
Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución Lumen Gentium, Nº 31b.

216
Tradición, Familia, Propiedad

detrimento del sacerdocio, el papel de los laicos al servicio de la Iglesia.


Pero la realidad es bien diferente.
Según la doctrina católica, el orden espiritual y el orden temporal son
realidades distintas, pero no separadas, como queda implícito en la reco-
mendación de Nuestro Señor de dar al César lo que es del César y a Dios lo
que es de Dios 141. Empero, después de la Revolución Francesa el principio
liberal de la separación de las dos esferas penetró en los ambientes católi-
cos. Como consecuencia, mientras en algunos sectores políticos se imagina-
ba una restauración temporal que pudiera prescindir de la gracia y de lo
sobrenatural, otros sectores eclesiásticos, por el contrario, tendían a minimi-
zar cada vez más el papel de la naturaleza, de la razón, de la libre coopera-
ción del hombre con la gracia divina. Eran los dos errores del naturalismo y
del sobrenaturalismo, destinados a estallar después del pontificado de Pío
XII. Estos equívocos se tradujeron en dar un énfasis unilateral y arbitrario al
papel del laicado de un lado, y del clero del otro lado, en la sociedad. El
Magisterio de la Iglesia, al cual Plinio Corrêa de Oliveira se conformó cons-
tantemente, indica el camino de un equilibrio armónico.
La acción del laicado no deriva de una tendencia natural a la acción, sino
del carácter que imprimen los Sacramentos del Bautismo y la Confirma-
ción, que imponen el deber de hacer apostolado 142. Este no es otra cosa que
el ejercicio de la caridad cristiana que obliga a todos los hombres 143.
Los laicos forman una nación santa, son consagrados a Dios por el Bautis-
mo y por la Confirmación, son llamados a honrar a Dios a través de la santi-
dad de la vida y de la participación en el culto de la Iglesia; ellos tienen la
misión específica de “consagrar” a Dios el orden temporal. “Dignidad, con-
sagración, misión que las Sagradas Escrituras y la Tradición compendian e
indican con una sola palabra: sacerdocio real de los fieles” 144. La posición
de Plinio Corrêa de Oliveira, también sobre este punto, fue siempre un eco
de la doctrina de la Iglesia.
“Nuestros espíritus modernos —observa un escritor católico contemporá-
neo— tienen cierta dificultad en comprender cómo los laicos pudieron jugar

141
Lc. 20, 25; Mc. 12, 17; Mt. 22, 21.
142
PÍO XI, Carta Ex officiosis litteris del 10 de noviembre de 1933, in IP Il laicato, cit., p. 532.
143
PÍO XI, Carta Vos Argentinae Episcopos del 4 de diciembre de 1930, in IP, Il laicato, cit., p. 320.
144
P. G. RAMBALDI S.J., Sacerdozio gerarchico e sacerdozio non gerarchico, in “Civiltà Cattolica”,
vol. 102, 1951, Nº II, pp. 354-355 (pp. 345-357).

217
El Cruzado del Siglo XX

en el pasado un papel importante en el dominio espiritual sin que el clero se


incomodase” 145. Él recuerda los casos de San Benito y de San Francisco de
Asís, que fundaron y gobernaron las Órdenes por ellos fundadas sin jamás
haber alcanzado el sacerdocio, del mismo modo que San Ignacio, quien
mucho antes de acceder al Orden sagrado, ya predicó sus Ejercicios y reunió
los primeros compañeros. Se podrían agregar otros ejemplos, como el del
célebre barón de Renty 146, gentilhombre laico y padre de familia, que diri-
gió espiritualmente algunos conventos de religiosas.
Predominantemente laicos fueron los monjes de los primeros siglos, las
órdenes militares y hospitalarias de la Edad Media y los institutos de ense-
ñanza nacidos desde del siglo XVII.
“Según la doctrina tradicional de la Iglesia —afirma a su vez Juan
Pablo II—, la vida consagrada por su naturaleza no es ni laical ni clerical 147,
y por eso la «consagración laical», tanto masculina como femenina, consti-
tuye un estado de profesión de los consejos evangélicos, de suyo comple-
to 148. Tiene, por lo tanto, ya sea para la persona como para la Iglesia, un
valor propio, independiente del ministerio sagrado” 149.
En esta perspectiva, la TFP, al lado de miembros y simpatizantes casados,
cuenta con muchísimos que renunciaron al matrimonio, escogiendo un esta-
do de vida que no es el del sacerdote ni el del religioso. La castidad perfecta
—como enseña Pío XII en la Encíclica Sacra Virginitas—, no es reservada
solamente a los religiosos, sino que puede ser aconsejada también a los sim-
ples laicos, “hombres y mujeres” 150. La invitación a la perfecta castidad es,
por lo demás, continuamente recomendada por la Iglesia como una elección

145
DANIEL RAFFARD DE BRIENNE, L’Action Catholique, Renaissance Catholique, París, 1991, p. 8.
146
Sobre el Barón Gaston de Renty (1611-1649), que fue varias veces superior de la Compañía del
Santísimo Sacramento y propugnador del reflorecimiento católico en Francia del siglo XVII, cfr. la
célebre biografia del P. JEAN BAPTISTE SAINT-JURE, S.J., La vie de monsieur de Renty, ou le modèle
d’un parfait chrétien, Le Petit, París, 1651, y recientemente YVES CHIRON, Gaston de Renty. Une
figure spirituelle du XVII siècle, Éditions Résiac, Montsûrs, 1985; RAYMOND TRIBOULET, Gaston de
Renty, 1611-1649, Beauchesne, París, 1991; ID., vocablo in DSp, vol. XIII (1987), cols. 363-369.
147
Cfr. Código de Derecho Canónico, can. 588, §1.
148
Cfr. Concilio Ecuménico Vaticano II, Decreto sobre la renovación de la vida religiosa Perfectae
caritatis, Nº 10.
149
JUAN PABLO II, Exortación apostólica Vita Consecrata, del 25 de marzo de 1996, supl. de
“L’Osservatore Romano”, 26 de marzo de 1996.
150
PÍO XII, Encíclica Sacra Virginitas, del 25 de marzo de 1954, in DR, vol. XVI, p. 373 (pp. 371-
378).

218
Tradición, Familia, Propiedad

que realiza un estado de vida superior al matrimonio, teniendo por fin misio-
nes tales como obras de caridad, de enseñanza o de apostolado 151.
También Juan Pablo II ha resaltado con frecuencia la importancia de la
continencia y de la castidad en la vida cristiana. El cristiano coherente con el
Evangelio “debe insistir en los altos ideales, aunque vayan contra la opinión
corriente”. “Jesucristo (...) ha dicho que la vía de la continencia, de la que Él
mismo dio testimonio con su vida, no sólo existe y es posible, sino que es
particularmente válida e importante para el Reino de los Cielos. Y así debe
ser, desde el momento en que el mismo Jesucristo la eligió para sí” 152.
La vocación específica de la TFP, de laicos que actúan a favor de la
“consecratio mundi”, puede suscitar perplejidad por su novedad y especifi-
cidad dentro de la Iglesia. Por otra parte, “San Antonio Abad no tuvo proba-
blemente muchos precursores, cuando partió hacia el desierto”, escribe el P.
Henry, subrayando el hecho de que el Espíritu Santo puede suscitar algo
“enteramente inédito en la Iglesia” 153. En efecto, según los teólogos, no exis-
ten obras de misericordia para cuya ejecución no pueda instituirse una orden
religiosa 154. Por eso, la Iglesia alberga en su seno maternal una maravillosa
variedad de órdenes, congregaciones y familias religiosas también secula-
res, cada una de las cuales, respondiendo a las varias exigencias de los tiem-
pos y de las almas, ha puesto a la luz aspectos diversos de la radicalidad
evangélica y de la vida de la Iglesia 155. Todas ellas se remiten al “carisma”
del propio fundador 156.
“Hayan sido canonizados o no —comenta el padre Olphé-Galliard— los
fundadores son los portadores de un carisma que los habilita a suscitar una
familia espiritual destinada a perpetuar la savia de su propia santidad. La
151
Para conservar la virtud de la castidad, la TFP recomienda extrema vigilancia. Desaconseja en
particular a sus jóvenes frecuentar playas, piscinas mixtas, discotecas, lugares de disipación y de
promiscuidad que ponen en riesgo evidente la pureza. Esta vigilancia, expresión del genuino espíritu
católico, constituye uno de los puntos que más irritan al así llamado “movimiento anti-sectas”, ideo-
lógicamente dependiente del pansexualismo freudiano.
152
JUAN PABLO II, Audiencia del 31 de marzo de 1982, in Insegnamenti, cit., vol. I (1982), p. 1047.
153
A. M. HENRY, O.P., Obéissance commune et obéissance religieuse, suppl. a “La vie spirituelle”, 15
de setiembre de 1953, b. 26, VI (1953), p. 258.
154
PAUL PHILIPPE, Les fins de la vie religieuse selon Saint Thomas d’Aquin, Fraternité de la Très-
Sainte-Vierge Marie, Atenas, 1962, p. 88.
155
PÍO XII, en su alocución al I Congreso Mundial para el Apostolado de los Laicos del 14 de octubre
de 1951 (in DR, vol. XII, pp. 291-301), insiste sobre esta amplia libertad que la Iglesia deja a los fieles
de escoger el camino que ellos consideren más conveniente.
156
La expresión “carisma de los fundadores” entró en el lenguaje del Magisterio oficial con la Evangelica

219
El Cruzado del Siglo XX

autenticidad de esta última se reconoce, sea por la fecundidad de su funda-


ción, sea por el ejemplo de su experiencia personal” 157.
De muchos fundadores se ha repetido lo que los biógrafos de San Pacomio
dijeron de él y de sus discípulos: “Después de Dios, él era el Padre de ellos” 158.
“La imitación del fundador —como observa aún el padre Olphé-Galliard—
no tiene nada que ver con el culto de la personalidad que ciertas ideologías
modernas adoptan” 159, sino que proviene del principio de mediación, por el
cual toda paternidad viene de Dios 160.
No se le puede negar a Plinio Corrêa de Oliveira la característica de un
fundador. Fundador, no porque haya querido imponerse en este papel, sino
porque así lo reconocen espontáneamente miles de católicos en todo el mundo.
Fundador en sentido lato, no tanto de una orden específica como, más am-
pliamente, de una escuela espiritual e intelectual y de un estilo de vida de
lucha abierta contra la Revolución.
“Novum militiae genus ortum nuper auditur in terris...” - “Se oye repetir
que ha surgido sobre la tierra un nuevo género de caballeros...” 161. Las pala-
bras de San Bernardo bien parecen aplicarse a los discípulos de Plinio Corrêa
de Oliveira, quien, por su parte, así resumió esta versión contemporánea del
estilo caballeresco de otrora: “En el idealismo, ardor. En el trato, cortesía.
En la acción, dedicación sin límites. En presencia del adversario, circuns-
pección. En la lucha, altanería y coraje. Y, por el coraje, victoria” 162.

Testificatio Nº 11 (1971). Este documento indica los dones de la naturaleza y de la gracia concedidos al
fundador de una familia espiritual para realizar la propia misión. Sobre los “fundadores” cfr. JUAN MA-
RÍA LOZANO C.M.F., El fundador y su familia religiosa. Inspiración y carisma, Publicaciones Claretianas,
Madrid, 1970; FABIO CIARDI, I fondatori, uomini dello spirito. Per una teologia del carisma del fondatore,
Città Nuova, Roma, 1982; ID., In ascolto dello spirito. Ermeneutica del carisma dei fondatori, Città
Nuova, Roma, 1996; A. SINKE GUIMARÃES, Servitudo ex caritate, cit., pp. 184-210; ELIO GAMBARI, S.M.M.-
J.M.LOZANO, C.M.F.- GIANCARLO ROCCA, S.S.P., vocablo Fondatore, in DIP, vol. IV, (1977), cols. 96-
101; MICHEL OLPHÉ-GALLIARD, S.J., vocablo Fondatore, ibid., cols. 102-108; G. DAMIZIA, sub voce, in
EC, vol. 5 (1950), pp. 1474-1475; J. F. GILMONT, Paternité et médiation du fondateur d’Ordre, in “Revue
d’Ascétique et de Mystique”, vol. 40 (1964), p. 416 (pp. 393-426); FRANCISCO JUBERÍAS, C.M.F., La
paternidad de los fundadores, in “Vida Religiosa”, vol. 32 (1972), pp. 317-327.
157
M. OLPHÉ-GALLIARD, S.J., vocablo Fondatore, cit., col. 102.
158
Ibid., col. 103.
159
Ibid.
160
Ef. 3, 5.
161
S. BERNARDO DE CLARAVAL, Laude novae militiae, in FRANCO CARDINI, I poveri cavalieri di Cristo,
Cerchio, Rímini, 1994, p. 132.
162
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Estilo, in “Folha de S. Paulo”, 24 de setiembre de 1969.

220
Capítulo VI

Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia


“¿Cuántos son los que viven en unión con la Iglesia
este momento que es trágico como trágica fue la Pasión,
este momento crucial de la Historia,
en que toda una humanidad
está optando por Cristo o contra Cristo?”

1. “Credo in unam sanctam, catholicam et apostolicam Ecclesiam”

Credo in unam sanctam, catholicam et apostolicam Ecclesiam. Estas pa-


labras del Credo fueron, por cierto, las que más profundamente resonaron en
el corazón de Plinio Corrêa de Oliveira, a lo largo de este siglo que él atrave-
só casi por entero. Él mismo recuerda cómo el amor a la Iglesia y al Papado
siempre inspiró su lucha en defensa de la Civilización Cristiana y fue pro-
gresivamente aumentando desde los lejanos años de su niñez.
“Recuerdo aún las lecciones de catecismo en las que me explicaron lo
que era el Papado, su institución divina, sus poderes, su misión. Mi corazón
de niño (yo tenía entonces nueve años) se llenó de admiración, de amor, de
entusiasmo: yo había encontrado el ideal al cual me dedicaría por toda la
vida. Desde entonces hasta aquí, el amor a este ideal no ha hecho sino
crecer. Y pido aquí a Nuestra Señora que lo haga crecer siempre más en mí,
hasta mi último aliento. Deseo que el último acto de mi intelecto sea un acto
de fe en el Papado; que mi último acto de amor sea un acto de amor al
Papado. Pues así moriré en la paz de los elegidos, bien unido a María, mi
Madre, y por Ella a Jesús, mi Dios, mi Rey y mi Redentor bondadosísimo” 1.
Es difícil, en una época caracterizada por una frialdad y un desafecto tan
generalizados hacia las instituciones eclesiásticas, comprender el alcance

1
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A perfeita alegria, in “Folha de S. Paulo”, 12 de julio de 1970.

221
El Cruzado del Siglo XX

profundo de estas palabras. El Dr. Plinio las escribió a comienzos de los


años 70, en momentos en que la crisis de la Iglesia parecía llegar a su auge.
En la Parte III de Revolución y Contra-Revolución, agregada en 1976, el
autor notaba cómo en 1959 —cuando apareció la primera edición de su en-
sayo—, la Iglesia aún era considerada la única gran fuerza espiritual contra
la expansión mundial comunista. En los años siguientes —escribiría Plinio
Corrêa de Oliveira después del Concilio— el centro decisivo de la lucha
entre la Revolución y la Contra-Revolución se desplazó de la sociedad tem-
poral hacia el interior de la sociedad espiritual, y “pasó a ser la Santa Igle-
sia, en la cual se enfrentan, de un lado, progresistas, criptocomunistas y
procomunistas, y del otro, antiprogresistas y anticomunistas” 2.
A quien se preguntara por qué combatir los errores que medraban entre
los fieles, cuando había tantos otros fuera de las filas católicas, Plinio Corrêa
de Oliveira respondía, ya en los años cincuenta:
“Si el adversario embiste contra las murallas de la fortaleza, es necesa-
rio que todos se unan. Pero si ya penetró en la ciudadela, no basta luchar
extramuros; es necesario luchar intramuros también” 3.

2. El Jubileo del Año Santo de 1950: ¿triunfo o crisis incipiente?

El Año Santo de 1950 fue el último momento histórico en que la Iglesia


apareció al mundo en toda la fuerza que le viene de ser la Cátedra de la
Verdad. Mientras Europa se recobraba arduamente de las ruinas morales y
materiales de la guerra, el Jubileo ofreció una imagen extraordinaria de la
Iglesia militante de Cristo. El momento culminante del Año Santo fue la
proclamación del dogma de la Asunción de María al Cielo, el 1º de noviem-
bre de 1950.

2
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 154.
3
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Razões e contra-razões em torno de um tema efervescente, in “Catolicis-
mo”, Nº 71, noviembre de 1956; ID., Indulgentes para com o erro, severos para com a Igreja, in
“Catolicismo”, Nº 72, diciembre de 1956; ID., Não trabalha pela concôrdia senão quem luta contra o
erro, in “Catolicismo”, Nº 73, enero de 1957; CUNHA ALVARENGA (= JOSÉ DE AZEREDO SANTOS),
Inflitrações comunistas em ambientes católicos, in “Catolicismo”, Nº 61, enero de 1956. De esta
misma línea son tres artículos sobre el modernismo, publicados en los Núms. 81, 82 y 83 (set.-oct.-
nov de 1957) bajo los títulos O cinquentenário da Pascendi, Por orgulho repelem toda sujeição y
Revivem nos modernistas o espírito e os métodos do Jansenismo.

222
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

Un testigo cuenta que, desde la madrugada de aquel día, la Plaza de San


Pedro, aún inmersa en el silencio, “se transformó en un amplio y desmesurado
mar, en el cual refluían corrientes de multitud, incontenibles y sin interrup-
ción” 4. Todos los pueblos y todas las naciones estaban representadas en aque-
lla inmensa muchedumbre ondulante, mientras los cánticos y las plegarias se
fundían armónicamente. Precedido por la blanca procesión de Obispos reves-
tidos de capa pluvial y mitra, apareció en la sedia gestatoria el Papa. Después
de haber implorado la asistencia del Espíritu Santo, Pío XII definió solemne-
mente “ser dogma por Dios revelado que: la Inmaculada Madre de Dios siem-
pre Virgen María, terminado el curso de la vida terrena, fue asunta en alma y
cuerpo a la gloria celestial” 5. El mundo entero, conectado a través de la radio
con la plaza hormigueante, exultó. “Parecía una visión, sin embargo era una
realidad: Pío XII bendijo hasta muy avanzada la noche porque la multitud no
cesaba de llamarlo. Después que la ventana se cerró, a cada caudal de pueblo
que dejaba la plaza le sucedía otro. Todos querían ser bendecidos todavía una
vez más, antes de que aquel día maravilloso terminase” 6.
Los síntomas de una crisis incipiente, sin embargo, no faltaban. El 12 de
agosto de aquel mismo 1950, el Pontífice publicó la Encíclica Humani
Generis, para denunciar los “frutos venenosos” producidos por las “noveda-
des en casi todos los campos de la teología” 7. La Encíclica condenaba el
relativismo de aquellos que juzgaban “poder expresar los dogmas con las
categorías de la filosofía moderna, sea del imanentismo, sea del idealismo,
sea del existencialismo o de cualquier otro sistema” 8. Este relativismo, que
ya había caracterizado el modernismo condenado por San Pío X, resurgía
ahora bajo la vestimenta de “nueva teología” 9. Sus exponentes eran teólo-
4
Hna. PASCALINA LEHNERT, Pio XII. Il privilegio di servirlo, tr. it., Rusconi, Milán, 1984, p. 172.
5
PÍO XII, Munificentissimus Deus, in DENZ-H, Nº 3903. Cfr. también el texto in AAS, 42 (1950), pp.
767-770.
6
Hna. P. LEHNERT, Pio XII..., cit., p. 174.
7
PÍO XII, Encíclica Humani Generis, del 2 de agosto de 1950, in DENZ.-H, Nº 3890 (Nºs. 3875-3899)
e in AAS, vol. 42 (1950), pp. 561-577. Sobre este importante documento, cfr. VV. AA., La Encíclica
Humani Generis, C.S.I.C., Madrid, 1952; R. GARRIGOU-LAGRANGE, O.P., La struttura dell’enciclica
Humani Generis, in ID., Sintesi tomistica, Queriniana, Brescia, 1953, pp. 541-554; Mons. PIETRO
PARENTE, Struttura e significato storico e dottrinale della Enciclica Humani Generis, in ID., Dio e i
problemi dell’uomo, Belardetti, Roma, 1955, vol. II, pp. 611-636. Cfr. también J. DE ALDAMA, Pío XII
y la Teología nueva, in “Salmaticensis”, Nº 3 (1956), pp. 303-320.
8
PÍO XII, Encíclica Humani Generis, cit., in DENZ-H, Nº 3882.
9
La denominación es de Pío XII, en la alocución Quamvis inquieti del 17 de setiembre de 1946 (in DR,
vol. VIII, p. 233). La necesidad de la condenación de la “semilla funestísima del modernismo” que

223
El Cruzado del Siglo XX

gos jesuitas influenciados por el pensamiento de Teilhard de Chardin, como


los Padres Henri de Lubac y Jean Daniélou, y también dominicos que pro-
pugnaban una interpretación revolucionaria de la teología, como los Padres
Marie-Dominique Chenu e Yves Congar. Todos ellos desempeñarían un pa-
pel de primer plano en la vida religiosa de los años siguientes y después
serían elevados a la púrpura cardenalicia.
La crisis incipiente de la Iglesia se deja ver, por ejemplo, en la correspon-
dencia de aquellos años entre dos religiosos, hoy beatificados: D. Giovanni
Calabria, fundador de los Pobres Siervos de la Divina Providencia, y el Car-
denal Ildefonso Schuster, Arzobispo de Milán. “Desde hace años —escribe
el P. Calabria— con creciente insistencia siento repercutir, en el fondo de
mi corazón, la lamentación de Jesús: ¡mi Iglesia!” 10. “Dios nos conserve al
Santo Padre Pío XII —responde a su vez el Beato Cardenal Schuster— por-
que compadezco desde ahora al sucesor. Arrecia la borrasca, ¿y quién osará
asumir el comando de la barca?” 11.

3. El anuncio del Concilio Vaticano II

La muerte de Pío XII y la elección de Juan XXIII, en octubre de 1958,


marcaron un histórico viraje. El pontificado del Papa Roncalli inauguró un
nuevo estilo de gobierno, “totalmente inusitado en el desempeño del cargo
papal en los dos últimos siglos” 12. Entre los primeros actos del pontificado
estuvieron la ampliación del Colegio Cardenalicio y el nombramiento de
nuevos purpurados, cuyo número había sido fijado en 70 por Sixto V. Causó

rebrotaba en el campo dogmático, bíblico y social, emergió, diez años después, en muchos de los “votos
ante-preparatorios” del Concilio, enviados por los Obispos a Roma (cfr. Acta et Documenta Concilio
Oecumenico Vaticano II Apparando, Series I (Antepraeparatoria), Appendix Voluminis II, Pars I, Typis
Polyglottis Vaticanis, 1961, pp. 218-219). Thomas M. Loome así comenta: “Teilhard de Chardin, Congar
y De Lubac están entre aquellos considerados dignos de las atenciones del Concilio. Y de un Obispo
oímos una propuesta más seca: Doctrina J. Maritain damnetur” (Liberal catholicism, cit., p. 25).
10
Carta de D. Giovanni Calabria al Cardenal Schuster, del 21 de noviembre de 1948, in L’epistolario
Card. Schuster-Don Calabria (1945-1954), bajo la dirección de ANGEL MAJO y LUIGI PIOVAN, NED,
Milán, 1989, p. 30.
11
Carta del Cardenal Schuster a D. Juan Calabria, del 20 de julio de 1951, in op. cit., p. 93. Cuando en
1953 una imagen de Nuestra Señora lloró en Siracusa, el Cardenal comentó: “También la Santísima
Virgen llora sobre los males de la Iglesia y sobre el castigo que le está reservado al mundo” (carta del
Cardenal Schuster a D. Juan Calabria, del 6 de octubre de 1953, in op. cit., p. 160).
12
DANIELE MENOZZI, La Chiesa cattolica e la secolarizzazione, Einaudi, Turín, 1993, p. 174.

224
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

cierto estupor que el primero de la lista fuera el Arzobispo de Milán, Mons.


Juan Bautista Montini, cuyo alejamiento de Roma había sido visto como un
castigo, debido a una fuerte divergencia de ideas con Pío XII 13.
El 25 de enero de 1959, en el monasterio benedictino de San Pablo extra-
muros, Juan XXIII comunicó a los Cardenales presentes y al mundo entero su
determinación de convocar un Concilio Ecuménico. El anuncio “tuvo el efec-
to de un toque de fanfarria dentro, y tal vez aún más, fuera de la Iglesia” 14.
Al día siguiente, en un Mensaje a la diócesis de Milán, el Cardenal Montini
saludó con entusiasmo el acontecimiento: “Este Concilio será el mayor que
la Iglesia haya celebrado jamás en sus veinte siglos de historia, por la con-
fluencia espiritual y numérica, en la unidad total y pacífica de su jerarquía;
será el mayor por la catolicidad de sus dimensiones, alcanzando verdadera-
mente a todo el mundo geográfico y civil. La historia se abre con visiones
inmensas y seculares a nuestras miradas” 15.

4. ¿El Concilio habría condenado el comunismo?

Si en Roma y en Europa pocos percibían la crisis que se aproximaba, en


Brasil Plinio Corrêa de Oliveira, comentando el anuncio del Concilio, ex-
presaba en enero de 1962, en “Catolicismo”, la esperanza que éste hiciera
cesar la espantosa desorientación que tomaba cuerpo entre los católicos.
“Esta desorientación va tomando en Brasil y en el mundo proporciones
verdaderamente apocalípticas, y constituye, a mi modo de ver, una de las
mayores calamidades de nuestros tiempos” 16. En este importante artículo,
la atención del pensador brasileño se centraba en el problema de las relacio-
nes entre catolicismo y comunismo.
“Por su carácter entrañadamente ateo y materialista, el comunismo no
puede dejar de tener en mira la completa destrucción de la Iglesia Católica,

13
SILVIO TRAMONTIN, Un secolo di storia della Chiesa, Studium, Roma, 1989, vol. II, p. 259. Mons.
Hubert Jedin, a su vez, define como “sorprendente” el nombramiento de Mons. Montini, el 1º de
noviembre de 1954, para Arzobispo de Milán, como sucesor del Cardenal Schuster (Il Concilio Vati-
cano II, in HKG, tr. it., vol. X, 1, p. 123).
14
H. JEDIN, Il Concilio Vaticano II, cit., p. 108.
15
J. B. MONTINI, Discorsi e scritti sul Concilio (1959-1963), comp. A. RIMOLDI, Quaderni dell’Istituto
Paolo VI, Brescia-Roma, 1983, p. 25.
16
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Na perspectiva do próximo Concílio, in “Catolicismo”, Nº 133, enero
de 1962.

225
El Cruzado del Siglo XX

guardiana natural del orden moral, que es inconcebible sin la familia y la


propiedad” 17. Coherente con sus premisas, el comunismo no puede circuns-
cribirse a las fronteras de un Estado o de un grupo de Estados. “Mucho más
que un partido político, él es una secta filosófica que contiene en sí una
cosmovisión” 18. Su doctrina implica una concepción del mundo antitética
de la católica. Por lo tanto, para el pensador brasileño toda tentativa de “co-
existencia” estaba destinada al fracaso.
“Dentro de cada país, como también a nivel internacional, el comunismo
está en un estado de lucha inevitable, constante, multiforme, contra la Igle-
sia y contra los Estados que rehúsan dejarse devorar por la secta marxista.
Esta lucha es tan implacable como la que existe entre Nuestra Señora y la
Serpiente. Para la Iglesia, que es indestructible, tal lucha solo cesará con el
aplastamiento final de la secta comunista no sólo en Occidente sino por
toda la faz de la tierra, inclusive en los antros más recónditos de Moscú,
Pekín y alrededores. (...)
“Por todo esto, no se puede admitir que la coexistencia entre los países
cristianos y los comunistas sea susceptible de tener la estabilidad, la com-
postura, la coherencia inherentes al Derecho Internacional que debe regir
las naciones cristianas. Pues el Derecho Internacional supone la probidad
en las relaciones entre los pueblos. Ahora bien, la probidad supone la acep-
tación de una moral. Y es inherente a la doctrina comunista que la moral es
un mero y vacío principio burgués” 19.
Por otra parte, la misión docente de la Iglesia consiste no sólo en enseñar
la verdad, sino también en definir y condenar el error. El análisis y la conde-
nación de la doctrina y de la praxis del comunismo deberían constituir, se-
gún Plinio Corrêa de Oliveira, uno de los puntos centrales del Concilio Va-
ticano II que se inauguraba. Esta convicción, por lo demás, era compartida
por cientos de Padres conciliares de todo el mundo. En la fase preparatoria
del Concilio, nada menos que 378 Obispos habían pedido que éste tratase
del ateísmo moderno y, en particular, del comunismo, e indicase los reme-
dios para enfrentar el peligro 20. El Arzobispo vietnamita de Hué, por ejem-

17
Ibid.
18
Ibid.
19
Ibid.
20
Mons. VINCENZO CARBONE, Schemi e discussioni sull’ateismo e sul marxismo nel Concilio Vaticano II.
Documentazione, in “Rivista di Storia della Chiesa in Italia”, vol. XLIV (1990), pp. 11-12 (pp. 10-68).

226
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

plo, definía el comunismo como “el problema de los problemas”, la máxima


cuestión del momento: “discutir de otros problemas... es seguir el ejemplo
de los teólogos de Constantinopla que discutían ásperamente sobre el sexo
de los ángeles mientras los ejércitos mahometanos amenazaban las propias
murallas de la ciudad” 21.
Entre los Obispos a quienes la Santa Sede se dirigió para recibir consejos
o sugerencias, estaban también los brasileños Mons. Antonio de Castro Mayer
y Mons. Geraldo de Proença Sigaud. A este último se debe una respuesta en
la cual, por la amplitud de las perspectivas y la concatenación lógica, no es
difícil ver la influencia del Dr. Plinio, que mantenía con el Prelado una anti-
gua amistad:
“Hago notar que los principios, la doctrina y el espíritu de la llamada
Revolución penetran en el Clero y en el pueblo cristiano, como antes los
principios, la doctrina, el espíritu y el amor al paganismo penetraron en la
sociedad medieval, provocando la Seudo-Reforma. Muchos, entre el Clero,
ya no perciben los errores de la Revolución ni los resisten. Otros exponentes
del Clero aman la Revolución como si fuese la buena causa, la propagan,
colaboran con ella, persiguen a sus adversarios impidiendo y calumniando
su apostolado. La mayor parte de los Pastores calla; otros están embebidos
de los errores y del espíritu de la Revolución y la favorecen abierta u oculta-
mente, como ocurrió en el tiempo del Jansenismo. Los que denuncian y
refutan estos errores son perseguidos por los colegas, que los etiquetan de
«integristas». Los seminaristas regresan de los seminarios de la propia Ciu-
dad Eterna con la cabeza llena de las ideologías revolucionarias. Ellos se
definen «maritainistas», o «seguidores de Teilhard de Chardin», o «socialis-
tas cristianos» o «evolucionistas». Muy raramente los sacerdotes que com-
baten la Revolución son elevados a la dignidad episcopal; frecuentemente
son elegidos aquellos que la favorecen” 22.
“El comunismo ha creado la ciencia de la Revolución. Sus armas princi-
pales son las pasiones humanas desarregladas, metódicamente fomentadas.
La Revolución utiliza dos vicios como fuerzas destructivas de la sociedad
cristiana y constructivas de la sociedad atea: la sensualidad y el orgullo.

21
Acta et Documenta Concilio Oecumenico Vaticano II apparando, Series II, vol. II, pars III, Tipografia
Poliglotta Vaticana, Roma, 1968, pp. 774-776.
22
Acta et Documenta Concilio Oecumenico Vaticano II apparando, Series I, vol. II, pars VII, Tipografia
Poliglotta Vaticana, Roma, 1961, pp. 181-182.

227
El Cruzado del Siglo XX

Estas pasiones desordenadas y violentas son científicamente dirigidas a un


fin preciso, sometiéndolos a la férrea disciplina de los jefes, para destruir
desde los cimientos la Ciudad de Dios y construir la Ciudad del Hombre.
Hasta se acepta la tiranía totalitaria, y se tolera incluso la miseria, con tal de
construir el orden del Anticristo” 23.
En esta referencia a las pasiones desarregladas trasluce claramente la te-
sis de fondo de Revolución y Contra-Revolución. Frente al proceso revolu-
cionario, que tenía en el comunismo su más reciente expresión, el obispo
brasileño no dudaba en afirmar: “La Iglesia debería organizar, a nivel mun-
dial, una sistemática lucha contra la Revolución” 24.

5. El Concilio del “Aggiornamento”

En la mañana del 11 de octubre de 1962 se reunieron en la Basílica de San


Pedro más de 2500 Padres conciliares 25. La solemne ceremonia fue acom-

23
Ibid., pp. 184-185.
24
Ibid., p. 182. “Según mi modesta opinión —escribía aún Mons. Sigaud— la Iglesia debería organi-
zar, a nivel mundial, una lucha sistemática contra la Revolución. Ignoro si esto ya está previsto. La
propia Revoución procede exactamente de este modo. Un ejemplo de este trabajo organizado y siste-
mático es el surgimiento mundial, simultáneo y uniforme de las «democracias cristianas» en muchas
naciones, poco después de la Gran Guerra. Este fermento penetra en todos los terrenos. Se hacen
congresos, es creada una internacional, y por todas partes se levanta el slogan: «¡hagamos nosotros
mismos la Revolución, antes que otros la hagan!» Es la Revolución hecha con el consenso de los
católicos. Según mi humilde opinión, si el Concilio quiere producir frutos saludables, antes de todo
debe meditar en la condición de la Iglesia de hoy, la cual, a semejanza de Cristo, vive su Viernes
Santo, entregada indefensa a sus enemigos, como decía Pío XII en su discurso a los jóvenes italianos.
Es preciso considerar la guerra de muerte que está siendo hecha a la Iglesia en todos los campos; es
preciso identificar al enemigo, discernir su estrategia y su táctica de lucha, meditar sobre su lógica, su
psicología y su dinámica, con el fin de identificar con certeza las batallas particulares de esta guerra,
organizar la contraofensiva y dirigirla con seguridad” (ibid.).
25
Sobre el Concilio Vaticano II, la obra de conjunto más reciente y completa es la Storia del Concilio
Vaticano II, dirigida por GIUSEPPE ALBERIGO, Peeters-Il Mulino, Boloña, 1995. Hasta el momento sólo
han sido publicados dos volúmenes. Entre la abundante bibliografía, cfr. también RENÉ LAURENTIN,
L’enjeu du Concile, Seuil, París, 1962-1966, 4 vol.; ANTOINE WENGER A.A., Vatican II, Éditions du
Centurion, París, 1963, 4 vol.; GIOVANNI CAPRILE S.J., Il Concilio Vaticano II, Civiltà Cattolica, Roma,
1965-1969, 5 vol.; GIANFRANCO SVIDERCOSCHI, Storia del Concilio, Ancora, Milán, 1967; HENRI FESQUET,
Diario del Concilio, Mursia, Milán, 1967; RALPH M. WILTGEN S.V.D., Le Rhin se jette dans le Tibre:
le Concile inconnu, Éditions du Cèdre, París, 1976; La Chiesa del Vaticano II (1958-1978), in Storia
della Chiesa, iniciada por AUGUSTE FLICHE y VICTOR MARTIN, y luego dirigida por JEAN-BAPTISTE
DUROSELLE y E. JARRY, Ed. San Paolo, Cinisello Balsamo, 1994, vol. XXV/1, con amplia bibliografía
sobre fuentes y estudios.

228
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

pañada, gracias a la televisión, por millones de personas en todo el mundo.


En la Basílica colmada, los cantores entonaron el Credo y después el Mag-
níficat, mientras el cortejo de los Padres avanzaba con solemnidad. Al fren-
te, los Superiores de Órdenes religiosas, los Abades generales y los Prela-
dos nullius; luego los Obispos, los Arzobispos, los Patriarcas, los Cardena-
les, y por fin, en la silla gestatoria, Juan XXIII.
El escenario incomparable de la Basílica de San Pedro, la presencia del
Vicario de Cristo y de los sucesores de los Apóstoles, hicieron de aquella
ceremonia un espectáculo majestuoso. Nunca como en ese momento la
Iglesia Católica manifestó tanto su carácter universal, jerárquico y anti-
igualitario.
“La apertura del Concilio Vaticano II —comentó Plinio Corrêa de
Oliveira— nos invita a meditar con especial atención una verdad
cotidianamente puesta bajo nuestros ojos y que sin embargo el hombre mo-
derno, hijo de la Revolución, se niega a reconocer. La desigualdad justa y
armónica está de tal manera en el meollo de las grandes obras de Dios, que
Nuestro Señor Jesucristo, al fundar aquella obra prima de la creación, que
es su Cuerpo Místico, la Santa Iglesia Católica, la ha constituido como
sociedad desigual, donde hay un monarca que es el Papa, con jurisdicción
plena y directa sobre todos los Obispos y fieles; hay un Príncipe espiritual
en cada Diócesis, a quien le cabe gobernar a los fieles en unión y comunión
con el Papa; y está el Clero que, bajo la dirección de los Obispos, rige en
las varias Parroquias al pueblo cristiano” 26.
El discurso inaugural del Papa, pronunciado en latín e inmediatamente
difundido por los medios de comunicación a todo el mundo, como observa
el P. Wenger, fue la clave para comprender el Concilio 27. “El discurso del
11 de octubre era el verdadero mapa del Concilio. Más que un orden del día,
establecía un espíritu; más que un programa, daba una orientación” 28. La
novedad no estaba principalmente en la doctrina, sino en la nueva disposi-
ción optimista con la cual se abordaban las relaciones entre la Iglesia y el
mundo: simpatía y “apertura”.

26
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O Concílio e o igualitarismo moderno, in “Catolicismo”, Nº 142, octu-
bre de 1962, p. 7.
27
E. WENGER, Vatican II, cit., vol. I, p. 39.
28
Ibid., p. 38.

229
El Cruzado del Siglo XX

En su discurso, Juan XXIII criticó los “profetas de catástrofes” 29 y subra-


yó que de la reunión resultaría “un magisterio de carácter preponderantemente
pastoral”. El Concilio, según el Pontífice, se proponía formular, con lengua-
je adaptado a los tiempos nuevos, la perenne enseñanza de la Iglesia. Su
objetivo, según una expresión destinada a entrar en boga, era el “aggiorna-
mento” 30. Si el Concilio de Trento pasó a la Historia como el Concilio de la
Contrarreforma, “es probable que el Vaticano II quede conocido en el futuro
como el Concilio del «Aggiornamento»” 31.
La primera sesión conciliar se extendió del 11 de octubre al 8 de diciem-
bre de 1962. En la víspera de la apertura del Concilio, Plinio Corrêa de
Oliveira llegó a Roma acompañado por un nutrido grupo de amigos y discí-
pulos de la TFP brasileña 32.
Permaneció en la Ciudad Eterna hasta el 21 de diciembre, siguiendo todos
los trabajos de la sesión, que concluyó sin llegar a ninguna deliberación. Su
estado de ánimo continuaba siendo bien distinto al optimismo que se expan-
día en aquel tiempo. “Este viaje —escribía a su madre— es fruto de largas
reflexiones. (...) Yo no podría jamás, bajo ninguna consideración, renunciar a
prestar a la Iglesia, a la que dediqué mi vida, este servicio en una hora histó-
rica casi tan triste cuanto la de la muerte de Nuestro Señor” 33. En la misma
carta Plinio afirma que “nunca el cerco de los enemigos externos de la Iglesia
fue tan fuerte, y nunca asimismo fue tan general, tan articulada, tan audaz la
acción de sus enemigos internos”.
Plinio Corrêa de Oliveira, que conocía tan bien los mecanismos del pro-
ceso revolucionario, sabía con cuánta facilidad una minoría organizada pue-
de apoderarse de una asamblea e imponer su propia voluntad a una mayoría

29
Documentation Catholique, 4 de noviembre de 1962, col. 1380.
30
JUAN XXIII, discursos del 11 de setiembre de 1960 y del 28 de junio de 1961.
31
CHRISTOPHER BUTLER O.S.B., L’aggiornamento del Concilio Vaticano II, in La Teologia dopo il
Vaticano II, John M. MILLER CSC, ed., Morcelliana, Brescia, 1967, p. 3 (pp. 3-16). Según D. Butler,
“aggiornamiento” significa también, etimológicamente, “modernización”: “La Iglesia debía moder-
nizarse” (ibid.).
32
Fueron a Roma, entre otros, el Prof. Fernando Furquim de Almeida, el joven príncipe Don Bertrand
de Orleans y Braganza, Luiz Nazareno de Assumpção Filho, Paulo Corrêa de Brito Filho, Fabio
Vidigal Xavier da Silveira, Sergio Antonio Brotero Lefebvre. Este último había viajado anticipada-
mente por barco llevando consigo veinte baúles de propaganda católica, incluyendo ejemplares en
diversas lenguas de Revolución y Contra-Revolución, del Dr. Plinio, y Problemas del apostolado
moderno, de Mons. Castro Mayer.
33
DL, vol. III, p. 117.

230
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

pasiva y desorientada. Fue lo que sucedió durante la Revolución Francesa, y


volvió a ocurrir nuevamente durante el Concilio Vaticano II, definido por
algunos, no por acaso, como “el 1789 de la Iglesia”. Desde el comienzo, un
restringido grupo de prelados de Europa Central, entre los cuales estaban los
Cardenales Lercaro, Liénart, Frings, Koenig, Doepfner, Suenens, Alfrink,
coadyuvados por sus “peritos” 34, se articuló en una eficaz estructura 35. Esta
tuvo expresión en las reuniones semanales que se realizaban en la Domus
Mariae, durante las cuales eran intercambiadas informaciones, o se coordi-
naban las iniciativas “y eventualmente las presiones a ser ejercidas sobre la
Asamblea” 36. Solamente en un segundo período, cuando la minoría progre-
sista se tornó mayoría en la Asamblea, fue que los defensores de la Tradi-
ción comenzaron a organizarse.
Los obispos brasileños desenvolvieron en Roma un papel importante. Si
entre los dirigentes de las filas progresistas se había distinguido Mons. Hélder
Câmara 37, en el frente opuesto se alinearon en primera fila Mons. Antonio
de Castro Mayer y Mons. Geraldo de Proença Sigaud.
Durante la primera sesión del Concilio, Plinio Corrêa de Oliveira instaló
en Roma un secretariado que siguió activamente los trabajos de la Asamblea
y ofreció un servicio constante, sobre todo a los dos prelados brasileños más
próximos a él. Alrededor de ellos pronto se formó un grupo de Obispos y de
teólogos conservadores, entre ellos Mons. Luigi Carli, Mons. Marcel Léfèb-
vre, y un grupo de profesores de la Universidad Lateranense, como Mons.

34
Al lado de las actividades de los Padres Conciliares había las de los especialistas: los oficiales o
“peritos”, que asistían a las congregaciones generales, sin derecho a voto, y los asesores particulares,
invitados por algunos Obispos en calidad de consejeros. Entre estos últimos figuraban teólogos como
los Padres Chenu, Congar, Daniélou, De Lubac, Häring, Küng, Rahner, Ratzinger, Schillebeeckx,
que ejercieron gran influencia. Cfr. J. F. KOBLER, Were theologians the engineers of Vatican II?, in
“Gregorianum”, vol. LXX, 1989, pp. 233-250.
35
“La realidad del Concilio —según el Cardenal Siri— es ésta: hubo una lucha entre Horacios y
Curiacios. Aquéllos eran tres contra tres; en el Concilio, cuatro contra cuatro. Del lado de allá: Frings,
Liénart, Suenens, Lercaro. Del lado de acá: Ottaviani, Ruffini, Browne y yo” (BENNY LAI, Il Papa non
eletto. Giuseppe Siri, Cardinale di Santa Romana Chiesa, Laterza, Roma-Bari, 1993, p. 233). Sobre
los orígenes de la que el P. Wiltgen denomina “la Alianza mundial” (Le Rhin se jette dans le Tibre,
cit., p. 128), cfr. también Mons. HÉLDER CÂMARA, Les conversations d’un évêque, cit., pp. 152-153.
36
R. AUBERT. Organizzazione e funzionamento dell’assemblea, in La Chiesa del Vaticano II, cit., p.
177.
37
“Este hombre —recuerda el Cardenal Suenens— desempeñó un papel fundamental en los bastido-
res, aún cuando nunca haya tomado la palabra en las sesiones conciliares” (LÉON J. SUENENS, Ricordi
e speranze, Ed. Paulinas, Cinisello Balsamo, 1993, p. 220).

231
El Cruzado del Siglo XX

Antonio Piolante y Mons. Dino Staffa. Estos se reunían los martes por la
tarde en la Curia Generalicia de los Agustinos para examinar, con la ayuda
de teólogos, los esquemas esporádicamente presentados en la Asamblea.
Más tarde, el 22 de octubre de 1963, en un instituto religioso situado en la
Via del Santo Uffizio, tuvo lugar la primera reunión del grupo que asumiría
el nombre de Coetus Internationalis Patrum 38.
Los Obispos partícipes del encuentro, cerca de treinta, decidieron reunir-
se con regularidad. Mons. Geraldo de Proença Sigaud fue nombrado secre-
tario del grupo, recibiendo, a su vez, asistencia del eficiente secretariado
puesto a disposición por los miembros de la TFP presentes en Roma.
Plinio Corrêa de Oliveira, que después de su regreso a São Paulo acompa-
ñaba dia a día el desarrollo de la Asamblea, intuyó la profundidad de la
transformación en curso, que no sólo podía ser leída en las entrelíneas del
lenguaje teológico, sino que se expresaba también en gestos significativos,
destinados a tener un profundo impacto popular. El Concilio se definió como
pastoral y no dogmático, pero en el siglo de la “herejía de la acción” la
praxis puede tener un alcance revolucionario mayor que las ideas.
Juan XXIII falleció tras cuatro años de Pontificado, el 3 de junio de 1963.
Transcurridos solamente dieciocho días, el 21 de junio, fue elegido Papa el
Cardenal Juan Bautista Montini, Arzobispo de Milán, quien tomó el nombre
de Paulo VI. En su primer radiomensaje aseguró que la parte primordial de
su Pontificado estaría dedicada a la continuación del Concilio Ecuménico
Vaticano II.
Aunque preocupado por el previsible desarrollo de los acontecimientos,
Plinio Corrêa de Oliveira quiso manifestar, en “Catolicismo”, “nuestra in-
condicional adhesión, nuestro ilimitado amor, nuestra plena obediencia, no
sólo a la Cátedra Apostólica, sino también a las augustas Personas de su
Ocupante de ayer y de su Ocupante de hoy”, no sin recordar que este último
era el mismo Prelado que en 1949 le había enviado un cortés elogio en nom-
bre de Pío XII 39.

38
Sobre el Coetus Internationalis: R. M. WILTGEN, Le Rhin se jette dans le Tibre, cit., pp. 147-148; R.
LAURENTIN, Bilan de la troisième session, in L’enjeu du Concile, cit., vol. III, p. 291; R. AUBERT,
Organizzazione e funzionamento dell’assemblea, cit., pp. 177-179; V. A. BERTO, Notre-Dame de
Joie. Correspondence de l’abbé Berto, prêtre. 1900-1968, Éditions du Cèdre, París, 1974, pp. 290-
295; ID., Pour la Sainte Église Romaine. Textes et documents, Éditions du Cèdre, París, 1976.
39
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, “...E sobre ti está edificada a Igreja”, in “Catolicismo”, Nº 151, julio
de 1963.

232
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

El 30 de junio de 1963, cuando el Papa, después de la Misa Pontifical,


depuso la mitra y recibió la tiara, resonó por última vez después de muchos
siglos la fórmula solemne: “Recibe la tiara ornada de tres coronas, y sabed
que eres el Padre de los Príncipes y de los Reyes, el Regidor del mundo, el
Vicario del Salvador Nuestro Jesucristo, al cual sea dado todo honor y gloria
por los siglos de los siglos”. En efecto, entre las primeras decisiones de
Paulo VI estuvo la de abolir los “flabelli”, el baldaquín, la Silla gestatoria y,
con la supresión de la tiara, la propia ceremonia de la coronación pontificia.
La segunda sesión del Concilio, que bajo muchos aspectos fue la más
importante, comenzó el 29 de setiembre y concluyó el 4 de diciembre con la
aprobación de la Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la liturgia. Ya
al comienzo de la segunda sesión se colocó, por primera vez en la Sala con-
ciliar, la cuestión del comunismo 40.

6. La libertad de la Iglesia en el Estado comunista

El pontificado de Juan XXIII, y después la apertura del Concilio, parecían


haber inaugurado un nuevo clima de “deshielo” entre dos realidades ya de-
finidas por el Magisterio como incompatibles 41.
40
Acerca de las relaciones entre la Iglesia y el comunismo durante el Concilio, cfr. R. M. WILTGEN
S.V.D., Council News Service, 2 vol., Divine Word News Service, Roma, 1963; ID., Le Rhin se jette
dans le Tibre, cit., pp. 269-274; A. WENGER, Vatican II, cit., vol. I, pp. 187-346; vol. II, pp. 297-316;
C. F. SVIDERCOSCHI, Storia del Concilio, cit.; PHILIPPE LEVILLAIN, La mécanique politique du Vaticain II,
Beauchesne, París, 1975, pp. 361-439; V. CARBONE, Schemi e discussioni sull’ateismo e sul marxismo,
cit.; ANDREA RICCARDI, Il Vaticano e Mosca 1940-1990, Laterza, Roma-Bari, 1993, pp. 217-304.
41
Sobre la Ostpolitik, cuyas premisas remontan a los años 20 (A. WENGER, Rome et Moscou 1900-1950,
Desclée de Brouwer, París, 1987), cfr. GIANCARLO ZIZOLA, Giovanni XXIII. La fede e la politica, Laterza,
Roma-Bari, 1988, pp. 55-211; A. RICCARDI, Il Vaticano e Mosca, cit., pp. 217-264. En 1976 el Padre
Alessio Ulise Floridi, miembro durante 15 años, en carácter de “sovietólogo”, del colegiado de escrito-
res de “La Civiltà Cattolica”, publicaba un libro titulado Mosca e il Vaticano (La Casa di Matriona,
Milán, 1976) en el que analizaba la Ostpolitik vaticana bajo un ángulo inusual: el de la “disidencia”
soviética, mostrando que aquellos que deberían haber sido los beneficiarios de la distensión fueron, en
realidad, las víctimas. Posteriormente, recordando la participación en el Concilio Vaticano II de los
“observadores” del Patriarcado de Moscú, cuyo vínculo de dependencia directa del Kremlin era conoci-
do, afirmaba: “Es cierto que, de parte del Kremlin, había un profundo interés en impedir cualquier
eventual tentativa del Concilio de condenar oficialmente el comunismo (...) La Iglesia Ortodoxa Rusa
levantó sus reservas con respecto al Concilio después que quedó claro que el Concilio no condenaría al
comunismo” (In tema de “dissenso” e di “Ostpolitik”, entrevista con el Padre Alessio U. Floridi, a
cargo de R. DE MATTEI, in “Cristianità”, Nº 32, diciembre de 1977). Cfr. también DENNIS J. DUNN, Détente
and Papal-Communist relation. 1962-1978, Westview Press, Boulder (Colorado), 1979; MIREILLE MAQUA,
Rome-Moscou. L’Ostpolitik du Vatican, Cabay, Lovaina la Nueva, 1984.

233
El Cruzado del Siglo XX

El 7 de marzo de 1963 Juan XXIII recibió en audiencia en el Vaticano a


Alexis Adjubei, yerno del jerarca supremo soviético Nikita Kruschev y di-
rector del “Izvestia”, órgano oficial del gobierno soviético 42. La Encíclica
Pacem in terris 43, dada a conocer el 11 de abril de 1963, fue presentada a la
opinión pública como base para una futura colaboración entre movimientos
de inspiración cristiana y movimientos de inspiración socialista. En ella se
inspirarían muchos teóricos de la convergencia entre católicos y comunis-
tas, desde el filósofo francés Roger Garaudy hasta el italiano Franco Rodano,
el inspirador del “compromiso histórico” 44. Mientras tanto, el Kremlim ha-
bía hecho saber que, si en las reuniones del Concilio se debatiese el proble-
ma comunista, los observadores eclesiásticos de la iglesia greco-cismática
se retirarían de la asamblea. Esta amenaza contribuyó a paralizar a los am-
bientes eclesiásticos para los cuales el ecumenismo constituía un imperativo
de la hora presente.
La actitud de los gobiernos comunistas hacia la Iglesia Católica y a todas
las otras religiones iba evolucionando de la persecución abierta a una tole-
rancia limitada, que permitía una cierta libertad, aunque restringida, de cul-
to y de palabra. En la primera sesión del Concilio, algunos prelados conser-
vadores con los que Plinio Corrêa de Oliveira estaba en contacto, concorda-
ban con él acerca del hecho que no era lícito a los católicos el acuerdo con el
régimen comunista, ni siquiera a cambio de la concesión de alguna libertad
de culto. Pero consideraban que no era fácil demostrar la tesis. Él se dedicó,
entonces, a un nuevo estudio, que apareció en agosto de 1963 en “Catolicis-
mo”, bajo el título La libertad de la Iglesia en el Estado comunista 45. En la

42
Pocos días después el secretario del Partido Comunista italiano, Palmiro Togliatti, en plena campa-
ña electoral, propuso oficialmente la colaboración entre católicos y comunistas, afirmando que la
“utopía religiosa” puede servir como fermento revolucionario en el camino hacia el socialismo (cfr.
“Rinascita”, 30 de marzo de 1963). En Italia, en las elecciones del 29 de abril de 1963, el PCI aumentó
su votación en un millón de votos, provenientes sobre todo de ambientes católicos seducidos por el
“diálogo” entre la Santa Sede y el régimen soviético.
43
Texto in AAS, vol. 55 (1963), pp. 257-304
44
Sobre ROGER GARAUDY (De l’anathème au dialogue, Plon, París, 1965), cfr. PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA,
Garaudy esboça nova aproximação y A manobra Garaudy, in “Folha de S. Paulo”, 8 y 15 de marzo
de 1970. Sobre FRANCO RODANO (Questione democristiana e compromesso storico, Editori Riuniti,
Roma, 1977), cfr. A. DEL NOCE, Il cattolico comunista, Rusconi, Milán, 1981. Cfr. también GIANFRANCO
MORRA, Marxismo e religione, Rusconi, Milán, 1976.
45
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A liberdade da Igreja no Estado comunista, in “Catolicismo”, Nº 152,
mayo-agosto de 1963; ibid., Nº 161, mayo de 1964; después, con el título Acordo com o regime
comunista: para a Igreja, esperança ou auto-demolição?, Editora Vera Cruz, São Paulo, 1974.

234
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

obra, dedicada al problema de la licitud de la “coexistencia pacífica” entre


la Iglesia y el régimen comunista, el autor demostraba de manera inequívo-
ca que los católicos no pueden aceptar ningún modus vivendi con el comu-
nismo que implique en renunciar a defender el derecho de propiedad priva-
da, sancionado por el 7º y el 10º Mandamientos. El ensayo, traducido ini-
cialmente al español, francés e italiano, fue distribuido a los 2200 Padres
conciliares y a los 450 periodistas de todo el mundo presentes en Roma,
levantando una repercusión que traspasó la Cortina de Hierro 46. El 4 de ene-
ro de 1964, una versión integral del texto apareció en el diario romano “Il
Tempo”, suscitando la atención de la opinión pública de la Ciudad Eterna.
El libro tuvo numerosas ediciones en todo el mundo, habiendo sido traduci-
do en varias lenguas, inclusive el húngaro y el polaco, y obtuvo una carta de
aprobación firmada por el Card. Giuseppe Pizzardo, Prefecto de la S. Con-
gregación de los Seminarios y Universidades, y por Mons. Dino Staffa, Se-
cretario del mismo Dicasterio, más tarde Cardenal. En esta carta se augura-
ba “la más amplia difusión al denso opúsculo, que es un eco fidelísimo de
los Documentos del Supremo Magisterio de la Iglesia”.
El núcleo del estudio es una tesis de Pío XII muy apreciada por Plinio
Corrêa de Oliveira:
“De la forma dada a la sociedad, de acuerdo o no con las leyes divinas,
depende y se insinúa también el bien o el mal de las almas; es decir, si los
hombres, llamados todos a ser vivificados por la gracia de Cristo, en las
circunstancias terrenas del curso de la vida, respiran el sano y vivo aliento
de la verdad y de la virtud moral, o el bacilo morboso y con frecuencia letal
del error y de la depravación” 47.
En efecto, el orden temporal puede ejercer una profunda acción, formativa
o deformante, sobre el alma de los pueblos y de los individuos. La Iglesia no

46
El estudio fue violentamente atacado en Polonia por el movimiento alegadamente “católico-comu-
nista” Pax, en sus publicaciones “Kierunki” (Nº 8 del 3 de enero de 1964) y “Zycie i Mysl” (Nº 1-2 de
1964). También la revista “Wiez” de Varsovia se alineó con Pax. En Francia, el conocido periódico
católico de París “L’Homme Nouveau” (5 de marzo de 1964) defendió la obra del Dr. Plinio, que a su
vez fue atacada por la publicación progresista “Témoignage Chrétien” (Nº 1035 de 1964). Sobre la
“anomalía” polaca, o sea, sobre aquel singular modelo histórico de convivencia entre la Iglesia Cató-
lica y el Estado comunista en Polonia, cfr. GIOVANNI BARBERINI, Stato socialista e Chiesa Cattolica in
Polonia, CSEO, Bolonia, 1983; NORBERT A. ZMIJEWSKY, The Catholic-marxist ideological dialogue in
Poland 1945-1980, Darmouth Publishing Cº, Aldershot, Inglaterra, 1991.
47
PÍO XII, Radiomensaje La solennità della Pentecoste, del 1º de junio de 1941, in AAS, vol. 33
(1941), p. 197.

235
El Cruzado del Siglo XX

puede renunciar a rectificar este orden, ni siquiera con el pretexto de fines


“espirituales”.
“Renunciar a enseñar los dos preceptos del Decálogo que fundamentan
la propiedad privada importaría en presentar una imagen desfigurada de
ese conjunto, y por lo tanto del propio Dios. Ahora bien, donde las almas
tienen una idea desfigurada acerca de Dios, ellas se forman según un mode-
lo errado, lo que es incompatible con la verdadera santificación” 48.
Por otro lado, la misión magisterial de la Iglesia tiene por objeto una ense-
ñanza que constituye un todo indivisible. “La Iglesia no puede aceptar, en
su función docente, un medio silencio, una media opresión, para obtener
una media libertad. Sería una completa traición de su misión” 49.
Durante la congregación general del 20 de octubre de 1963, fue presentado
a los Padres, por iniciativa de un grupo de obispos franceses, un “mensaje a la
humanidad” redactado por los padres dominicos Chenu y Congar. El mensaje
suscitó varias críticas en la Asamblea, entre las cuales la de no contener nin-
guna mención a la “Iglesia del Silencio”. En particular fue criticado por los
obispos ucranianos en el exilio, que de inmediato presentaron una declaración
en la cual se llamaba la atención del mundo sobre la ausencia en el Concilio de
su Metropolita, Mons, Josef Slipyi, deportado a Siberia hacía ya diecisiete
años, mientras en las reuniones de la Asamblea Conciliar participaban dos
observadores del Patriarcado greco-cismático de Moscú, definido como “ins-
trumento dócil y útil en las manos del gobierno soviético” 50.
La distribución de La Libertad de la Iglesia en el Estado comunista se
sumó a otras dos importantes iniciativas: el 3 de diciembre de 1963, Mons.
Antonio de Castro Mayer entregó oficialmente al Cardenal Amleto Cicognani,

48
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A liberdade da Igreja no Estado comunista, in “Catolicismo”, Nº 161,
mayo de 1964. La exactitud de esta tesis fue demostrada por los últimos y dramáticos sucesos en
Rusia y en los países ex miembros del Pacto de Varsovia, en los cuales varias décadas de dominio
comunista produjeron tantos y tales daños en las facultades del hombre que aún no han podido recu-
perarse de ellos.
49
Ibid.
50
C. F. SVIDERCOSCHI, Storia del Concilio, cit., pp. 164-165. Dos días después de publicado este
documento, el 23 de noviembre, Mons. Willebrands, hablando por el Secretariado para la unión entre
los cristianos durante una conferencia de prensa, defendió a los observadores rusos, que a su juicio
habían “manifestado un espíritu sinceramente religioso y ecuménico”, y lamentó el comunicado de
los obispos ucranianos. Meses después, el 9 de febrero del año siguiente, el Cardenal Slipyi fue
libertado de manera imprevista y llegó a Roma; lo mismo sucedió, en los primeros meses de 1965,
con el Arzobispo de Praga, Mons. Josef Beran.

236
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

Secretario de Estado, una petición firmada por 213 Padres conciliares de 54


nacionalidades diversas, en la cual se pedía al Santo Padre que dispusiera la
elaboración y el estudio de un esquema de constitución conciliar en el que:
“1. Se exponga con gran claridad la doctrina social católica y se denun-
cien los errores del marxismo, del socialismo y del comunismo, desde el
punto de vista filosófico, sociológico y económico.
“2. Sean apartados los errores y la mentalidad que preparan el espíritu de
los católicos para la aceptación del socialismo y del comunismo, y que los
vuelven propensos a éstos”.
Dichos errores y mentalidad, señalan los firmantes, “encuentran su origen
en la Revolución Francesa” 51.
El cuño contra-revolucionario de la petición era evidente, y revelaba cómo
el texto del documento había sido inspirado por Plinio Corrêa de Oliveira 52.
Mons. Geraldo de Proença Sigaud, por su parte, el 3 de febrero de 1964
entregó personalmente a Paulo VI una petición de 510 Prelados de 78 paí-
ses, en la cual se imploraba que el Pontífice, en unión con todos los Obispos,
consagrase el mundo, y de manera explícita a Rusia, al Corazón Inmaculado
de María 53. También en este caso, la contribución del Dr. Plinio a la elabo-
ración del texto había sido decisiva.
Las peticiones presentadas por los dos Obispos brasileños y el libro del
Prof. Corrêa de Oliveira constituían, como él mismo lo hiciera notar en “Ca-
tolicismo”, un todo orgánico. “En su conjunto, los tres documentos consti-
tuyen, cada cual a su modo, tres episodios de inconfundible importancia, en
la lucha contemporánea contra el mayor adversario del Santo Padre, de la
Iglesia Católica y de la Cristiandad” 54.

51
R. M. WILTGEN, S.V.D., Council News Service, cit., vol. I, p. 79. Cfr. el texto de esta petición in
“Catolicismo”, Nº 157, enero de 1964.
52
El P. Wiltgen informaba que “poco antes de la entrega de las peticiones, el artículo de 16 páginas
titulado «La libertad de la Iglesia en el Estado comunista», escrito por el Profesor Plinio Corrêa de
Oliveira, un laico católico profesor universitario en Brasil, fue distribuido a cada Padre conciliar. En
el artículo son dadas pruebas doctrinarias para demostrar que es contrario a los principios católicos
admitir que la Iglesia pueda existir y gozar de la indispensable libertad en un Estado comunista”
(Council News Service, cit., vol. I, p. 79).
53
Cf. el texto del histórico documento en “Catolicismo”, Nº 159, marzo de 1964.
54
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, À margem de três documentos providenciais, in “Catolicismo”, Nº 159,
marzo de 1964.

237
El Cruzado del Siglo XX

7. El silencio sobre el comunismo: ¿un Concilio malogrado?

Marxismo y comunismo estuvieron en el centro de la discusión del esque-


ma sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo, durante la tercera sesión
del Concilio inaugurada el 14 de setiembre de 1964. Pesó sobre la discusión
la Encíclica de Paulo VI Ecclesiam Suam, publicada dos meses antes, el 6 de
agosto de 1964. En ella, el Pontífice deploraba los sistemas ideológicos
negadores de Dios y opresores de la Iglesia en el mundo, pero hacía votos de
“que estos puedan un día iniciar con la Iglesia otro diálogo positivo, distinto
al actual, que somos obligados a deplorar y lamentar” 55. “Por primera vez
—observa un historiador contemporáneo— entraba en una Encíclica la po-
lítica de diálogo con los no creyentes y con los regímenes socialistas” 56.
En el examen general del esquema conciliar, que omitía toda referencia al
comunismo, el tema fue tocado por muchos Padres conciliares con
acentuaciones diversas. El Cardenal Josef Frings, en nombre de los Obispos
de lengua alemana y escandinava, pidió no usar la palabra comunismo, para
evitar toda apariencia de ingerencia política y de vinculación con el capita-
lismo 57. En el frente opuesto, Mons. Yu Pin, Arzobispo de Nankín, en nom-
bre de setenta Padres conciliares, reclamó que fuese agregado un nuevo ca-
pítulo, o al menos una solemne declaración sobre el comunismo, para satis-
facer la expectativa de los pueblos que gemían bajo el yugo comunista 58.
El 7 de abril de 1965, mientras el esquema era sometido a revisión, Paulo
VI instituyó un Secretariado para los no creyentes, a fin de promover el
“diálogo” con éstos. La presidencia del organismo fue confiada al Cardenal
austríaco Franz König, que frecuentemente había servido de intermediario
entre la Santa Sede y los gobiernos comunistas.
El 14 de septiembre de 1965 se inició la cuarta y última sesión del Conci-
lio 59. El 21 de septiembre, después del informe de Mons. Garrone, se abrió

55
AAS, vol. LVI, 1964, Nº 10, pp. 651-654.
56
A. RICCARDI, Il Vaticano e Mosca, cit., p. 269.
57
Acta Synodalia sacrosancti concilii oecumenici Vaticani II, Typis Poliglottis Vaticanis, 1978, vol.
III, pars V, p. 510.
58
Acta Synodalia, cit., vol. III, pars V, p. 378.
59
Paulo VI anunció dos decisiones que provocaron conmoción: la institución de un Sínodo de los
Obispos que ofrecería al Papa, a intervalos regulares, la contribución “de su consejo y de su colabora-
ción”, y la aceptación de la invitación para visitar la ONU, con ocasión del XX aniversario de su
fundación (R. AUBERT, Il Concilio, cit., p. 323).

238
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

el debate sobre el esquema de “Constitución Pastoral” concerniente a las


relaciones entre la Iglesia y el mundo. El texto distribuido a los Padres con-
ciliares no hacía ninguna referencia explícita al comunismo. Una condena,
de hecho, según los redactores del documento, habría contrastado con el
carácter pastoral del Vaticano II, y constituiría un obstáculo al “diálogo”
con los regímenes comunistas.
El Patriarca libanés Máximo IV Saigh sostuvo que para salvar la humani-
dad del ateísmo, era necesario, en vez de condenar al marxismo, más bien
denunciar las causas que provocan el comunismo ateo, proponiendo “una mís-
tica dinámica y una vigorosa moral social, demostrando que está en Cristo la
fuente del esfuerzo de los trabajadores hacia su verdadera liberación” 60. El
Cardenal yugoeslavo Franjo Seper se mostró contrario a una condena del ateís-
mo comunista, afirmando que una parte de la responsabilidad por el ateísmo
moderno les cabía a los cristianos que, con pertinacia, continuaban defendien-
do el orden establecido y la inmutabilidad de las estructuras sociales. “Por
esto, proclamamos claramente que aquel conservadorismo rígido y aquel in-
movilismo que algunos insisten en atribuir a la Iglesia Católica, es ajeno al
verdadero espíritu evangélico” 61. Más explícito aún fue el Cardenal König,
que invitó a los católicos, en los países sujetos al comunismo, a prestar testimo-
nio al Dios Vivo colaborando sinceramente al progreso económico y social
del régimen, para demostrar que de la religión pueden brotar energías mayo-
res que del ateísmo. No faltaron, sin embargo, las protestas y las censuras por
parte de Mons. Geraldo de Proença Sigaud 62, de Mons. de Castro Mayer 63 y
de otros prelados como el Cardenal italiano Ermenegildo Florit y el jesuita
checoeslovaco Mons. Pavel Hnilica, ordenado clandestinamente y recién lle-
gado a Occidente. “Es necesario hablar del materialismo dialéctico —afirmó
Mons. Elko, Obispo de los rutenos en Pittsburgh (Estados Unidos)— como de
la peste de la sociedad de hoy y condenarlo como se debe, para que los siglos
futuros no nos consideren responsables de temor y pusilanimidad, por haber
tratado del mismo sólo indirectamente” 64. “Cada vez que se ha reunido un

60
Acta Synodalia, cit. (1977), vol. IV, pars II, p. 451.
61
G. F. SVIDERCOSCHI, Storia del Concilio, cit., pp. 595-596.
62
Acta Synodalia, cit., vol. IV, pars I, p. 555.
63
Acta Synodalia, cit., vol. IV, pars I, pp. 371-372. Ver también PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Lúcida
e relevante intervenção do Bispo diocesano no Concílio, in “Catolicismo”, Nº 179, noviembre de
1965, p. 8.
64
Acta Synodalia, cit., vol. IV, pars II, p. 480.

239
El Cruzado del Siglo XX

Concilio Ecuménico —afirmó por su parte el Card. Antonio Bacci— siempre


ha resuelto los problemas que se agitaban en aquel tiempo y ha condenado los
errores de entonces. Creo que callar sobre este punto sería una laguna imper-
donable, mejor dicho, un pecado colectivo. (...) Esta es la gran herejía teórica
y práctica de nuestros tiempos; y si el Concilio no se ocupa de ella, ¡podrá
parecer un Concilio malogrado!” 65.

8. Un nuevo tenor de relaciones entre la Iglesia y el mundo

El 9 de octubre de 1964, clausurada la discusión sobre el ateísmo, el Coetus


Internationalis Patrum presentó una petición en la cual se solicitaba que
“...después del párrafo Nº 19 del esquema La Iglesia en el mundo contempo-
ráneo, que trata el problema del ateísmo, sea agregado un nuevo y adecuado
párrafo que trate expresamente el problema del comunismo” 66.
Si el Vaticano II tiene un carácter eminentemente pastoral, afirmaba la
petición, “¿qué otro problema es más pastoral que éste: impedir que los fie-
les se vuelvan ateos a través del comunismo?”. Si el Concilio callase sobre
un problema de tal alcance, este silencio, en la mente de los fieles, equival-
dría “a una tácita supresión de todo cuanto los últimos Sumos Pontífices han
dicho y escrito contra el comunismo”. La existencia de los pronunciamien-
tos de tantos Papas no es un motivo para ignorar el problema, porque “ma-
yor fuerza y eficacia tendría el consenso solemne de todo el Concilio”; ni
“puede suceder que los cristianos de la Iglesia del Silencio tengan en el
futuro mayor sufrimiento que el que tienen hoy” 67.
La petición fue entregada por Mons. Geraldo de Proença Sigaud y por
Mons. Marcel Lefèbvre en la Secretaría General, en manos del francés Mons.
Glorieux. Este, sin embargo, no la comunicó a las comisiones que estaban
trabajando sobre el esquema, con el pretexto de no desear entorpecer el tra-

65
Acta Synodalia, cit., vol. IV, pars II, pp. 669-670.
66
Sobre todo el episodio cfr. A. WENGER, Vatican II. Chronique de la quatrième session, cit., pp. 147-
173; R. WILTGEN, Le Rhin se jette dans le Tibre, cit., pp. 272-278; V. CARBONE, Schemi e discussioni,
cit., pp. 45-68. El texto de la petición in Acta Synodalia, cit., vol. IV, pars II, pp. 898-900. Cfr.
también P. LEVILLAIN, La mécanique politique de Vatican II, cit., pp. 343-360.
67
El texto de la propuesta se encuentra en el estudio Il comunismo e il Concilio Vatiano II, de Mons.
LUIGI CARLI, en la obra de D. GIOVANNI SCANTAMBURLO, Perché il Concilio non ha condannato il
comunismo? Storia di un discusso atteggiamento, Ed. L’Appennino, Roma, 1967, pp. 177-240. Cfr.
también G. F. SVIDERCOSCHI, Storia del Concilio, cit., pp. 604-605.

240
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

bajo. La solicitación había sido suscrita por nada menos que 454 Prelados de
86 países, quienes quedaron estupefactos cuando, el sábado 13 de noviem-
bre, recibieron en el Aula el nuevo texto sin ninguna referencia a su pedido.
El mismo día, Mons. Carli dirigió a la Presidencia del Concilio una carta de
protesta, denunciando la arbitrariedad de la comisión, que había ignorado
un documento de tan grande alcance. Pese a las protestas, el 15 de noviem-
bre Mons. Garrone afirmó que el “modo de proceder” de la comisión con-
cordaba con el “fin pastoral” del Concilio, con la “voluntad expresa” de
Juan XXIII y de Paulo VI, y con el tenor de las discusiones que sobre este
tema tuvieron lugar en el Aula 68. Mons. Carli confirmó su recurso, al mismo
tiempo que el escándalo estallaba por la prensa 69.
El 3 de diciembre, el Coetus Internationalis Patrum dirigió un último
llamado a los Padres conciliares para que votasen contra el esquema en su
conjunto, visto que no era más posible obtener enmiendas parciales. De he-
cho, 131 Padres votaron contra la sección sobre el ateísmo, mientras 75
voces se pronunciaron contra la Constitución pastoral Gaudium et Spes so-
bre la Iglesia en el mundo contemporáneo. Esta Constitución —invirtiendo
completamente la posición del Syllabus, como observó el Card.
Ratzinger 70—, quiso ser una definición completamente nueva de las rela-
ciones entre la Iglesia y el mundo.

68
Ibid., p. 607.
69
La controversia llegó a la mesa de Paulo VI, quien juzgó que no era el caso de intervenir con su peso
para sanar la grave irregularidad. El 26 de noviembre, en el escritorio del Papa, en el tercer piso del
Palacio Apostólico, se reunieron los Cardenales Tisserant y Cicognani, y los Monseñores Garrone,
Felici y Dell’Acqua. Antes de comenzar la reunión el Cardenal Tisserant había entregado al Papa una
carta en la que se afirmaba, entre otras cosas: “Los anatemas jamás convirtieron a nadie y, si fueron
útiles en el tiempo del Concilio de Trento, cuando los príncipes podían obligar a sus súbditos a pasar-
se al protestantismo, ya no sirven hoy, cuando cada uno tiene el sentido de su independencia. Como
Vuestra Santidad ya lo dijo, una condenación conciliar al comunismo sería considerada por la mayo-
ría como una jugada de carácter político, cosa que traería inmenso daño a la autoridad del Concilio y
de la propia Iglesia” (cit. in V. CARBONE, Schemi e discussioni, cit., p. 58).
70
El Cardenal Ratzinger define la Gaudium et Spes como “una revisión del Syllabus de Pío IX, una
especie de anti-Syllabus (...) en la medida en que representa una tentativa de reconciliación oficial de
la Iglesia con el mundo tal como éste evolucionó después de 1789” (Les principes de la Théologie
catholique, Téqui, París, 1982, pp. 425-427). “Esta constitución —comenta por su parte Mons. Jedin—
fue saludada con entusiasmo, pero su historia posterior ya demostró que, entonces, su significado y su
importancia fueron ampliamente sobreestimados, y que no se había comprendido cuán profundamen-
te aquel «mundo», que se deseaba ganar para Cristo, había penetrado en la Iglesia” (Il Concilio Vati-
cano II, cit., p. 151).

241
El Cruzado del Siglo XX

El 5 de diciembre tuvo lugar, con la presencia de Paulo VI, un encuentro


interconfesional de oración, el primero en cual participase un Pontífice, en
el curso del cual los representantes de todas las confesiones religiosas pre-
sentes recitaron pasajes de la Sagrada Escritura 71. En la tarde del lunes 6 de
diciembre, “L’Osservatore Romano” publicó el decreto que abolía el Index
de los libros prohibidos y transformaba el “Santo Oficio” en “Congregación
para la Doctrina de la Fe”, afirmando que “puesto que la caridad excluye el
temor, ahora se provee mejor a la defensa de la fe promoviendo la doctri-
na” 72. Un abrazo público entre Paulo VI y el metropolita greco-cismático
Melitón de Heliópolis, venido de Constantinopla, sancionó la cancelación
de la excomunión de 1054 de la Iglesia Católica contra la Iglesia “Orto-
doxa”. En su homilía, Paulo VI recordaba que en el Concilio se había produ-
cido el encuentro entre “la religión del hombre” y la “religión de Dios”, lo
que no dejó de suscitar “asombro y escándalo” 73.
El 7 de diciembre se realizó la última sesión pública del Concilio Vatica-
no II. En la presencia del Papa, el secretario general del Concilio Mons.
Pericle Felici propuso a la aprobación de los Padres los cuatro últimos docu-
mentos: la Constitución pastoral Gaudium et Spes; los decretos Ad Gentes
sobre la actividad misionera de la Iglesia y Presbyterorum Ordinis sobre el
ministerio sacerdotal, y la declaración Dignitatis Humanae sobre la libertad
religiosa.
El Concilio Vaticano II se clausuraba sin una explícita condena del comu-
nismo; el hecho era de tal relieve “que inducía a creer en el rumor de que
hubiera existido un explícito acuerdo entre el Patriarcado de Moscú y la
Santa Sede” 74. El silencio del Concilio sobre el comunismo constituía, en
efecto, una impresionante omisión de la histórica asamblea. La ceremonia
de clausura del Concilio se realizó el 8 de diciembre de 1965. La misma,
como recuerda con cierta amargura en sus memorias Mons. Hubert Jedin,
“no correspondió al concepto que yo tenía de la solemnidad propia de un
concilio ecuménico. Fue una manifestación y, en cuanto tal, una concesión a
la época de las masas y de los mass-media” 75.
71
Cfr. G. CAPRILE, Il Concilio Vaticano II, cit., vol. V, pp. 453-457.
72
AAS, vol. 57 (1965), pp. 952-955.
73
A. WENGER, Les trois Romes, París, 1991, p. 190. El texto de la homilía in Acta Synodalia, vol. IV,
pars VII, pp. 654-662.
74
A. RICCARDI, Il Vaticano e Mosca, cit., p. 281.
75
Mons. H. JEDIN, Storia della mia vita, tr. it., Morcelliana, Brescia, 1987, p. 321.

242
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

Bien se puede imaginar la preocupación de Plinio Corrêa de Oliveira frente


a las conclusiones del Concilio y, tal vez, su perplejidad por el hecho de que
los dos Prelados brasileños próximos a él y el propio Mons. Lefebvre hubie-
ran suscrito el conjunto de las Actas Conciliares, incluso los documentos
que ellos habían combatido en el Aula conciliar 76. Lo cierto es que el líder
católico brasileño asumió una postura de respetuoso silencio, a la espera de
que los hechos confirmasen todo cuanto él ya había previsto.
“Bajo la presidencia de Juan XXIII, y después de Paulo VI, se reunió el
Concilio Ecuménico más numeroso de la Historia de la Iglesia. Estaba acor-
dado que en él irían a ser tratados todos los mas importantes asuntos de
actualidad, referentes a la causa católica. Entre ellos no podría dejar de
figurar —¡absolutamente no podría!— la actitud de la Iglesia frente a su
mayor adversario en aquellos días. Adversario tan completamente opuesto
a su doctrina, tan poderoso, tan brutal, tan astuto como otro igual la Iglesia
no lo había encontrado en su Historia, ya entonces casi bimilenaria. Tratar
de los problemas contemporáneos de la religión sin tratar del comunismo,
sería algo tan errado como reunir hoy en día un congreso mundial de médi-
cos para estudiar las principales enfermedades de la época, y omitir del
programa toda referencia al SIDA...
“Pues bien, fue esto lo que la Ostpolitik vaticana aceptó de parte del
Kremlim” 77.

9. La “Resistencia” a la Ostpolitik vaticana

La Ostpolitik vaticana tuvo numerosos críticos en todo el mundo, comen-


zando por los que deberían haber sido sus beneficiarios y que, al contrario,
declararon ser sus víctimas: los cristianos del Este europeo. Pero la manifes-
tación de discordancia pública más relevante en el campo católico fue, in-

76
En un primer momento Mons. Lefebvre pareció negar haber firmado estos documentos (“Itinéraires”,
abril de 1977, pp. 224, 231). Su firma consta, sin embargo, en el Acta Synodalia, cit., vol. IV, pars VII,
pp. 809 y 823. Monseñor Carbone, responsable por el archivo histórico del Vaticano II, verificó que
la firma auténtica consta en los originales (D. MENOZZI, La Chiesa cattolica e la secolarizzazione, cit.,
p. 224). El significado de la firma fue destacado por la revista “Sedes Sapientiae”, Nº 131 (invierno de
1991) y por el P. GEORGES DE NANTES, Situation tragique de l’Église, in “La Contre-Réforme catholique
au XXe. Siècle”, Nº 266, julio de 1990, y Nºs 280, 281 y 282, de febrero-marzo, abril y mayo de 1992.
77
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Comunismo y anticomunismo en el umbral de la última década de este
milenio, cit.

243
El Cruzado del Siglo XX

discutiblemente, la histórica Declaración de Resistencia publicada en 1974


en 21 diarios de diversos países, por las TFPs entonces existentes en Europa
y en el mundo. El autor y primer firmante de la histórica declaración fue
Plinio Corrêa de Oliveira.
En 1972, la “distensión” había recibido un extraordinario impulso con los
viajes de Nixon a China y a Rusia 78. El objetivo de la política desarrollada
en escala mundial por el Presidente norteamericano y por su Secretario de
Estado Henry Kissinger era idéntico al de la política que Willy Brandt, can-
ciller socialista de Alemania, desarrollaba en escala europea: la idea de una
“convergencia” entre el bloque occidental y el comunista. El único resulta-
do de esta política de colaboración, fundada sobre el eje privilegiado Wash-
ington-Moscú, fue el de postergar por veinte años, gracias a las ayudas eco-
nómicas, el inevitable desmoronamiento del imperio comunista, mientras la
agresividad soviética continuaba creciendo en la misma proporción en que
aumentaban los subsidios recibidos de Occidente.
En el campo eclesiástico, Mons. Agostino Casaroli 79, “Ministro del Exte-
rior” de Paulo VI, adoptaba una política de entendimiento con el comunismo
análoga a la de Brandt y Kissinger. Una de las más ilustres víctimas de la
Ostpolitik vaticana fue el Cardenal Mindszenty, Primado de Hungría y héroe
de la resistencia anticomunista que, en 1974, fue destituido de la Arquidiócesis
primada de Esztergom por Paulo VI y exiliado en Roma, para facilitar la aproxi-
mación entre la Santa Sede y el gobierno comunista húngaro 80.
78
Según Plinio Corrêa de Oliveira, “puede afirmarse sin exageración lo siguiente: desde la
bolchevización de Rusia, el comunismo no tuvo una victoria igual. Hasta las propias conquistas
catastróficas que la blandura (llamémosla así) de Roosevelt proporcionó al comunismo en Yalta, no
igualan en nocividad los resultados difusos pero profundos del «quiebre de barreras ideológicas»
obrado por el dúo Nixon-Kissinger” (A crise louca, in “Folha de S. Paulo”, 18 de agosto de 1974).
79
Nacido cerca de Piacenza en 1914, Agostino Casaroli fue ordenado Sacerdote en 1937, y en 1940
ingresó en el servicio de la Secretaría de Estado, donde desarrolló toda su carrera eclesiástica. En
1963 recibió de Juan XXIII el encargo de viajar a Budapest y Praga para explorar la posibilidad de
retomar contacto con aquellos gobiernos. Inició así una larga serie de viajes y encuentros en los países
del Este comunista, que lo llevó a realizar, sobre todo en el pontificado de Paulo VI, la política
vaticana conocida por el nombre de Ostpolitik. Juan Pablo II lo nombró en 1979 Cardenal, prefecto
del Consejo para los Negocios Públicos de la Iglesia y su Secretario de Estado, cargo que ocupó hasta
el 1º de diciembre de 1990. Cfr. ALCESTE SANTINI, Casaroli, l’uomo del dialogo, Ed. San Paolo, Cinisello
Balsamo, 1993.
80
Del Cardenal JOSEF MINDSZENTY cfr. sus Memorias, tr. it., Rusconi, Milán, 1975. Cuando el 5 de
febrero de 1974, se hizo pública la noticia de su destitución, el Card. Mindszenty lanzó un comunicado
en el que declaraba que nunca había renunciado a su cargo de Arzobispo ni a su dignidad de Primado de
Hungría, subrayando que “la decisión fue tomada únicamente por la Santa Sede” (ibid., p. 372).

244
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

“En el panorama de devastación general —escribió Plinio Corrêa de


Oliveira— el Cardenal Mindszenty se ha levantado como el gran disconfor-
me, el creador del gran caso internacional, de la negativa inquebrantable,
que salva el honor de la Iglesia y del género humano. Su ejemplo —con el
prestigio de la púrpura romana intacta en los hombros robustos del Pastor
valiente y abnegado— ha mostrado a los católicos que no les es lícito imitar
a las multitudes que van doblando la rodilla ante Belial” 81.
Pocos días después, el 10 de abril de 1974, apareció como inserción pu-
blicitaria en la “Folha de S. Paulo” una amplia declaración de la TFP brasi-
leña con el título La política de distensión del Vaticano con los gobiernos
comunistas. Para la TFP: ¿cesar la lucha o resistir?
En aquel mismo año, por ocasión de un viaje a Cuba, Mons. Casaroli
había afirmado que “los católicos que viven en Cuba son felices bajo el
régimen socialista” y que “los católicos y, en general, el pueblo cubano no
tienen la menor dificultad con el gobierno socialista” 82. Este episodio es
recordado en la declaración de la TFP, al lado de otros no menos significati-
vos: el viaje realizado a Rusia en 1971 por Mons. Willebrands, Presidente
del Secretariado para la Unión de los Cristianos, para encontrarse con el
obispo “ortodoxo” Pimen, hombre de confianza del Kremlin: y el apoyo
dado por el Cardenal Raúl Silva Henríquez, Arzobispo de Santiago de Chi-
le, al líder marxista Salvador Allende.
Frente a estos hechos, Plinio Corrêa de Oliveira, en nombre de la TFP,
escribía en un lenguaje respetuoso pero firme a la vez:
“La diplomacia de distensión del Vaticano con los gobiernos comunistas
crea, para los católicos anticomunistas, una situación que los afecta a fon-
do, mucho menos en cuanto anticomunistas que en cuanto católicos. Pues a
todo momento se les puede hacer una observación supremamente
embarazosa: ¿la acción anticomunista que desarrollan no conduce a un
81
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Ao grande criador do caso imenso, in “Folha de S. Paulo”, 31 de marzo
de 1974. Cfr. también ID., A glória, a alegria, a honra, in “Folha de S. Paulo”, 10 de febrero de 1974;
Ternuras que arrancariam lágrimas, in “Folha de S. Paulo”, 13 de octubre de 1974; Conforme queria
Budapeste, in “Folha de S. Paulo”, 20 de octubre de 1974.
82
Cfr. “O Estado de S. Paulo”, 7 de abril de 1974. En el curso de dicho viaje, realizado entre el 27 de
marzo y el 5 de abril de 1974 atendiendo a una invitación del Episcopado cubano, Mons. Casaroli
tuvo encuentros con exponentes del gobierno cubano y con Fidel Castro. Al año siguiente estuvo en la
República Democrática Alemana y entre el 30 de julio y 1º de agosto de 1975 tomó parte, como
delegado especial de Paulo VI, en la conferencia sobre “seguridad” de Helsinki, firmando el acta final
en nombre de la Santa Sede.

245
El Cruzado del Siglo XX

resultado precisamente opuesto al deseado por el Vicario de Jesucristo? ¿Y


cómo se puede comprender a un católico coherente, cuya acción se dirija en
dirección opuesta a la del Pastor de los Pastores? Tal pregunta trae como
consecuencia, para todos los católicos anticomunistas, una alternativa: ce-
sar la lucha, o explicar su posición.
“Cesar la lucha, no podemos. Y es por imperativo de nuestra conciencia
de católicos que no podemos. Pues si es deber de todo católico promover el
bien y combatir el mal, nuestra conciencia nos impone que difundamos la
doctrina tradicional de la Iglesia, y combatamos la doctrina comunista. (...)
La Iglesia no es, la Iglesia nunca fue, la Iglesia nunca será una tal cárcel
para las conciencias. El vínculo de obediencia al Sucesor de Pedro, que
jamás romperemos, que amamos desde lo más profundo de nuestra alma, al
cual tributamos lo mejor de nuestro amor, a este vínculo lo besamos en el
propio momento en que, triturados por el dolor, afirmamos nuestra posi-
ción. Y de rodillas, mirando con veneración la figura de Su Santidad el
Papa Paulo VI, le manifestamos toda nuestra fidelidad.
“En este acto filial, decimos al Pastor de los Pastores: nuestra alma es
vuestra, nuestra vida es vuestra. Mandadnos lo que quisiereis. Sólo no nos
mandéis que crucemos los brazos delante del lobo rojo que embiste. A esto,
nuestra conciencia se opone” 83.
La obediencia a la jerarquía eclesiástica, que el catecismo y nuestra propia
fe nos imponen, no es incondicional; por cierto tiene límites, como afirman
todos los teólogos. El Diccionario de Teología Moral, publicado por los Car-
denales Roberti y Palazzini explica, por ejemplo: “Es claro que nunca es lícito
obedecer a un Superior que ordene una cosa contraria a las leyes divinas o
eclesiásticas; en tal caso se deberían repetir las palabras de San Pedro: es ne-
cesario obedecer antes a Dios que a los hombres (Hech. 5, 29)” 84.
Esta legítima “desobediencia” a una orden de suyo injusta en materia de
fe y de moral se puede extender, en casos particulares, hasta la resistencia
incluso pública a la autoridad eclesiástica. Arnaldo V. Xavier da Silveira, en
un estudio dedicado a la Resistencia pública a las decisiones de la autori-

83
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A política de distensão do Vaticano com os governos comunistas. Para
a TFP: omitir-se? ou resistir?, in “Catolicismo”, Nº 280, abril de 1974. Fue publicado también en 36
periódicos brasileños y después reproducido en 73 órganos de prensa, entre periódicos y revistas, de
once países, sin recibir la mínima objeción acerca de su ortodoxia y de su corrección católica.
84
D. GREGORIO MANISE O.S.B., voz “Obbedienza”, in DTM, p. 1115.

246
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

dad eclesiástica 85, probó bien esta tesis, remitiéndose a citas de Santos, Doc-
tores de la Iglesia e ilustres teólogos y canonistas, quienes demuestran que,
en caso de “peligro inminente para la fe” 86 (Santo Tomás de Aquino) o de
“agresión a las almas” 87 (San Roberto Bellarmino) en el campo doctrinario,
es legítimo, por parte de los fieles, el derecho a la resistencia aun pública a la
autoridad eclesiástica.
De ahí la licitud de una actitud de “resistencia”: “una resistencia que no
es separación, no es rebelión, no es acrimonia, no es irreverencia. Al con-
trario es fidelidad, es unión, es amor, es sumisión” 88. Refiriéndose a la ac-
titud de San Pablo que resistió “cara a cara” a San Pedro 89, Plinio Corrêa de
Oliveira escribía: “En el sentido en el cual San Pablo resistió, nuestro esta-
do es un acto de resistencia” 90. A esta declaración de resistencia adhirieron
públicamente todas las Sociedades de Defensa de la Tradición, Familia y
Propiedad y entidades afines entonces existentes en las Américas y Europa.
Veinte años después del Concilio, la Instrucción sobre algunos aspectos
de la “teología de la liberación” de la Sagrada Congregación para la Doc-
trina de la Fe 91, que definía el marxismo como la “vergüenza de nuestro
tiempo”, pareció dar razón a la actitud de “resistencia” a la Ostpolitik por
parte de la TFP y de los católicos anticomunistas de todo el mundo 92.

85
ARNALDO XAVIER DA SILVEIRA, La nouvelle messe de Paul VI: qu’en penser?, Diffusion de la Pensée
Française, Chiré-en-Montreuil, 1975, pp. 319-334.
86
Según Santo Tomás de Aquino existe el derecho de resistir públicamente, en determinadas circuns-
tancias, a una decisión del Romano Pontífice. Afirma a ese respecto el Doctor Angélico: “existiendo
un peligro próximo para la fe, los Prelados deben ser reprendidos, hasta públicamente, por parte de
sus súbditos. Así San Pablo, que era súbdito de San Pedro, lo reprendió públicamente, en razón de un
peligro inminente de escándalo en materia de fe. Y, como dice el comentario de San Agustín, «el
mismo San Pedro dio el ejemplo a los que gobiernan, a fin de que éstos, apartándose alguna vez del
buen camino, no rehúsen como indebida una corrección venida también de sus súbditos» (Gál. 2, 14)”
(Summa Theologica, II-II, 33, 4, 2).
87
Otro gran teólogo, el Cardenal jesuita San Roberto Bellarmino, campeón de los derechos del Papa-
do en la lucha contra el protestantismo, afirma: “así como es lícito resistir al Pontífice que agrede el
cuerpo, de la misma forma es lícito resistir a aquel que agrede las almas, o que perturba el orden civil
o, sobre todo, aquel que intentase destruir la Iglesia. Digo que es lícito resistirle dejando de hacer
aquello que ordena e impidiendo la ejecución de su voluntad: pero no es lícito juzgarlo, punirlo y
deponerlo, porque esos actos son propios de un superior” (De Romano Pontefice, II, 29).
88
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A política de distensão do Vaticano..., cit.
89
Gál. 2, 11.
90
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A política de distensão do Vaticano..., cit.
91
Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Libertatis nuntius, cit.
92
La declaración fue saludada por Plinio Corrêa de Oliveira como “el chorro de agua fresca y bien-

247
El Cruzado del Siglo XX

10. La denuncia del “diálogo” modernista

Mientras la palabra “diálogo” volaba de boca en boca en la estela de la


Encíclica Ecclesiam suam, Plinio Corrêa de Oliveira publicó en diciembre de
1965 un nuevo e importante estudio: Trasbordo ideológico inadvertido y Diá-
logo 93. En éste denunciaba el uso distorsionado del término “diálogo” en el
contexto de una técnica de persuasión que desempeña, en la estrategia marxis-
ta de conquista del poder, un papel no inferior al de la violencia clásica.
Silvio Vitale, en su prefacio a la edición italiana del ensayo, así sintetiza-
ba el análisis efectuado por el Dr. Plinio:
“A través del diálogo, el comunismo conquista la oportunidad de inducir
al interlocutor católico a colocarse en un plano de relativismo hegeliano: el
coloquio se desarrolla entre personas que, en la confrontación entre tesis y
antítesis, vuelven sus miradas implícitamente hacia una síntesis que abarque
y supere las primeras. Tal posición es plenamente coherente con el comunis-
mo. (...) Para el católico, al contrario, es ruinosa porque, aceptando tal tipo
de coloquio, él pasa a contradecir la existencia de la verdad y del bien como
absolutos, inmutables, trascendentes. (...) El interlocutor incauto sale con-
vencido de que se pueda llegar a la verdad, y por lo tanto a la unidad, a tra-
vés del propio empeño de persuadir al adversario. Después comienza a con-

hechora lanzada por una manguera de bombero”. “Para quien se afligía delante de ese espectáculo,
por ahora trágico, pero que en breve puede tranformarse en apocalíptico —comentó el pensador
brasileño—, ver que un órgano como la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe afirma,
negro sobre blanco, la incompatibilidad de la doctrina católica con el marxismo es algo análogo a
que alguien, dentro de un incendio, sienta llegar hasta él, inopinadmente, el chorro de agua fresca de
una manguera de bomberos.
“Y a mí que, como Presidente del Consejo Nacional de la TFP, fui el primer signatario de la
Declaración de Resistencia a la Ostpolitik vaticana, me incumbe el deber de justicia de manifestar
aquí la alegría, la gratitud y sobre todo la esperanza que siento, dentro del incendio, con la llegada
de ese alivio.
“Bien sé que hermanos en la Fe extrínsecos a los cuadros de la TFP, sobre todo fuera de Brasil,
se abstienen de exteriorizar análogos sentimientos, sobre todo porque juzgan que una sola manguera
es insuficiente para apagar todo un incendio.
“También juzgo que una sola manguera no apaga el incendio. Pero esto no impide saludarla como
un beneficio. Tanto más que no tengo prueba de que quedaremos sólo con esa manguera. ¿No fue
inesperada la «Instrucción» del Cardenal Ratzinger? ¿Un paso inesperado no invita a esperar otros, en
la misma línea, también más o menos inesperados?” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Un primo ostacolo
agli errori diffusi dalla “Teologia della liberazione”, in “Cristianità”, Nº 117, enero de 1985).
93
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Baldeação ideológica inadvertida e Diálogo, in “Catolicismo”, Nº 178-
179, octubre-noviembre de 1965, y también Editora Vera Cruz, São Paulo, 1974 (5a. ed.).

248
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

siderar como fin supremo de la conversación no la verdad sino la unidad. En


seguida, llega a convencerse de que no existen verdad y error objetivos, y por
tanto no es necesario persuadir a nadie para llegar a la unidad. De hecho,
se convence de que sólo en función de «verdades relativas» y contingentes la
unidad puede afirmarse y progresar efectivamente. En este punto, ya comple-
tamente a merced de la utopía irenista, no es dominado por otro fin que no
sea el de la coexistencia con el adversario a cualquier precio” 94.
Pocos análisis de la dialéctica hegeliana igualan a la referida obra del
pensador brasileño, en el cual la profundidad metafísica va a la par de una
gran capacidad de análisis psicológico y lingüístico. Él recuerda que, según
Santo Tomás, uno de los motivos por los cuales Dios permite el error y el
mal es para que, por contraste, resalte aún más el esplendor de la verdad y
del bien 95. Pero, ¿cómo hacer valer este contraste, si no a través de la denun-
cia abierta y categórica de todo cuanto el error contiene de falso y el mal de
censurable? Con tal denuncia —impuesta por el consejo del Evangelio: “sea
vuestro modo de hablar: sí, sí; no, no”— se produce un saludable conflicto
en el alma de quien escucha, eliminando equívocos e incertidumbres, e im-
pulsándola hacia la adhesión a la verdad integral.
Contra toda tendencia irenista, Plinio Corrêa de Oliveira establece una
absoluta incompatibilidad: “El comunismo no puede aceptar la coexisten-
cia con quien, al contrario de él, profesa una filosofía basada en el recono-
cimiento de la verdad y del bien como valores absolutos, inmutables, tras-
cendentes, existentes de modo perfecto en la esencia divina” 96.

11. Verdadero y falso ecumenismo

La mentalidad “irenista” de transigencia con el error es típica de una dispo-


sición psicológica utópica que aspira a una era sin contrastes ni polémicas.
Plinio Corrêa de Oliveira demuestra, en Trasbordo ideológico inadverti-
do y Diálogo, que en el plano religioso el diálogo irenista favorece el
interconfesionalismo, debilita todas las religiones y las lanza en una situa-
ción de confusión absoluta.

94
SILVIO VITALE, prefacio a PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Trasbordo ideologico inavertito e dialogo,
Edizione de l’Alfiere, Nápoles, 1970, pp. 6-7, tr. it. de Baldeação ideológica..., cit.
95
SANTO TOMÁS DE AQUINO, Contra Gentes, III, 71.
96
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Baldeação ideológica..., cit., p. 116.

249
El Cruzado del Siglo XX

“Conviene distinguir desde luego dos formas de ecumenismo. Una busca


—con el fin de encaminar las almas hacia el único redil del único Pastor—
reducir cuanto sea posible las discusiones puras y simples y las polémicas,
a favor de la discusión-diálogo y de las otras formas de interlocución. Tal
ecumenismo tiene amplia base en numerosos documentos pontificios, espe-
cialmente de Juan XXIII y de Paulo VI. Pero otra modalidad de ecumenismo
va más allá y procura extirpar de las relaciones de la Religión Católica con
las otras religiones todo y cualquier carácter militante. Este ecumenismo
extremo tiene un fondo evidente de relativismo o sincretismo religioso, cuya
condena se encuentra en dos documentos de San Pío X, la Encíclica Pascendi
contra el modernismo y la Carta Apostólica Notre Charge Apostolique con-
tra Le Sillon” 97.
Admitiendo que todas las religiones sean “verdades” relativas, que se re-
lacionan entre sí dentro de un esquema dialéctico hegeliano, este segundo
tipo de ecumenismo empuja a las almas hacia una religión única y universal:
la artificiosa y falsa “religión del Hombre”
“En este punto es oportuna una observación. El ecumenismo extremado
produce, no sólo entre los católicos sino también entre los hermanos sepa-
rados, sean ellos cismáticos, herejes u otros cualesquiera, una confusión
trágica, por cierto una de las más trágicas de nuestro siglo tan lleno de
confusiones. En efecto, no existe hoy en día en el plano religioso mayor
peligro que el relativismo. Él amenaza todas las religiones, y contra él de-
ben luchar tanto el auténtico católico, cuanto todo hermano separado que
profese seriamente su propia religión. Y tal lucha —vista en esta perspecti-
va— sólo puede ser vencida a través del esfuerzo de cada uno para conser-
var íntegro el sentido natural y propio del respectivo credo, contra las in-
terpretaciones relativistas que lo deforman y lo corroen. Aliado del verda-
dero católico, en esta lucha, será por ejemplo el hebreo o el musulmán que
no tenga la menor duda, no sólo sobre aquello que nos une, sino también
sobre aquello que nos separa. Es sólo partiendo de esta toma de posición
que el relativismo puede ser expulsado de todos los campos en los cuales
busca penetrar. Como es sólo partiendo de ella que la interlocución, en sus
varias modalidades, inclusive la discusión pura y simple y la polémica, pue-
de contribuir para llevar los espíritus a la unidad. Las buenas cuentas ha-

97
Ibid., pp. 85-86.

250
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

cen los buenos amigos, dice un proverbio. Sólo la claridad en el pensamien-


to y en la exposición de lo que se piensa, lleva verdaderamente a la unidad.
“El ecumenismo exacerbado, tendiendo a que cada uno busque ocultar o
subestimar los verdaderos puntos de discrepancia en relación a los otros,
conduce a un régimen de «maquillaje» que sólo puede favorecer el
relativismo, esto es, el poderoso enemigo común de todas las religiones” 98.

12. Estalla la crisis postconciliar

Los treinta años transcurridos entre el fin del Concilio Vaticano II y la


muerte de Plinio Corrêa de Oliveira, ocurrida en São Paulo el 3 de octubre
de 1995, ofrecen un punto de partida para muchas reflexiones sobre la tra-
yectoria de la llamada Iglesia “conciliar” o “postconciliar”. El problema ha
sido deformado de manera interesada por los medios de prensa, tras la ex-
plosión del llamado “caso Lefebvre” 99, del nombre del Arzobispo francés
que desde 1976 entró en abierto enfrentamiento con la Santa Sede sobre el
tema de la Nueva Misa y de las reformas conciliares 100. Bajo el pontificado

98
Ibid., p. 87. “No comprendo —escribía diez años más tarde el pensador brasileño, por ocasión de la
visita de Juan Pablo II al templo luterano de Roma— cómo hombres de la Iglesia contemporánea,
incluso de los más cultos, doctos o ilustres, mitifiquen la figura de Lutero, el herético, en el empeño
de favorecer una aproximación ecuménica, de inmediato con el protestantismo, e indirectamente con
todas las religiones, escuelas filosóficas, etc. ¿No disciernen ellos el peligro que a todos nos acecha,
en el fin de ese camino, o sea, la formación en escala mundial de un siniestro supermercado de
religiones, filosofías y sistemas de todo orden, en el que la verdad y el error se presentarán fraccio-
nados, mezclados y puestos en tumulto? Ausente del mundo sólo quedaría —si hasta allá se pudiese
llegar— la verdad total, es decir, la Fe católica, apostólica, romana, sin tacha ni mácula” (PLINIO
CORRÊA DE OLIVEIRA, Lutero pensa que é divino!, in “Catolicismo”, Nº 398, febrero de 1984).
99
Mons. Marcel Lefebvre nació en Turcoing (Lille) el 29 de noviembre de 1905 y falleció en Martigny
el 25 de marzo de 1991. Alumno del Seminario Francés de Roma, fue ordenado sacerdote el 21 de
setiembre de 1929 por Mons. Liénart, Obispo de Lille. En 1930 ingresó a la Congregación del Espíritu
Santo, desarrollando apostolado misionero, sobre todo en el África. Fue consagrado obispo el 18 de
setiembre de 1947, nombrado Delegado Apostólico para el África francófona y, el 14 de setiembre de
1955, Arzobispo de Dakar. Dejó ese cargo en 1962, asumiendo el título de Arzobispo de Tulle. De
1962 a 1968 fue Superior de su Congregación. Constituyó, en 1970, la Fraternidad San Pío X en
Friburgo, Suiza, con la aprobación de Mons. Charrière, ordinario del lugar. En 1974 se inició el conten-
cioso con la Santa Sede, que debía llevarlo a la suspensión a divinis, a consecuencia de las ordenaciones
sacerdotales de 1976, y a la excomunión latae sententiae, después de la consagración de cuatro obis-
pos, el 30 de junio de 1988 (cfr. Il Regno-documenti, Nº 600, 1º de setiembre de 1988, pp. 477-488).
100
Mons. Marcel Lefèbvre, después de haberse distinguido entre los exponentes del ala conservadora
durante el Concilio, había firmado las Actas de la histórica Asamblea, y en sus cartas dirigidas a los
miembros de la Congregación del Espíritu Santo, de la que era Superior General, manifestó una

251
El Cruzado del Siglo XX

de Paulo VI, sin embargo, mucho antes de las cuestiones concernientes a


Mons. Lefèbvre, el tema de la “crisis de la Iglesia” 101 ya se había convertido
en un punto central de discusión, suscitando la intervención de los mayores
teólogos y filósofos de la época.
El historiador Hubert Jedin, que había colaborado con el Concilio en ca-
rácter de “perito” con el Card. Frings, después de haber intentado oponerse
a la idea de una “crisis de la Iglesia”, hacia fines de los años sesenta fue
llevado a reconocer su existencia en una conocida conferencia titulada “His-
toria y crisis de la Iglesia”, publicada en italiano por el propio “L’Osservatore
Romano” 102. El 17 de septiembre de 1968, Mons. Jedin presentó a la Confe-
rencia Episcopal alemana un memorial en que describía cinco fenómenos
relativos a la crisis de la Iglesia en curso:
“1. La cada vez más generalizada inseguridad en la fe, suscitada por la
libre difusión de errores teológicos en las cátedras, en libros y ensayos; 2. la
tentativa de transferir a la Iglesia las formas de la democracia parlamentaria

evaluación moderadamente positiva sobre las reformas conciliares. En estos documentos, Mons.
Lefèbvre no sólo recordaba la oportunidad de la renovación litúrgica deseada por el Vaticano II, sino
que exhortaba, aunque expresando reservas, a tomar los que consideraba elementos positivos del
Concilio, afirmando que éste había recibido gracias particulares “para suscitar en la Iglesia reformas
y ajustes, que no tienen otro fin que el de conducir a una más perfecta santificación y hacer revivir de
nuevo el más puro espíritu evangélico” (Mons. M. LEFÈBVRE, Lettres pastorales et écrits, Fideliter,
Escurolles, 1989, p. 217). Expresó sus críticas sucesivamente en las obras Un évéque parle. Écrits et
allocutions. 1963-1975, Dominique Martin Morin, París, 1975; J’accuse le Concile, Ed. Saint-Gabriel,
Martigny, 1976; Lettre ouverte aux catholiques perplexes, Albin Michel, París, 1985; Ils l’ont
découronné, Editions Fideliter, Escurolles, 1987. “Es difícil —observa Daniel Menozzi— explicar
las razones de este cambio de posición con base en la documentación disponible hasta el momento”
(D. MENOZZI, La Chiesa cattolica e la secolarizzazione, cit., p. 202).
101
La bibliografía sobre este tema es vasta. Véase especialmente: VITTORIO MESSORI en coloquio con el
Cardenal Joseph Ratzinger, Rapporto sulla fede, Ed. Paulinas, Milán, 1985; ROMANO AMERIO, Iota
unum. Studio delle variazioni della Chiesa cattolica nel secolo XX, Ricardo Ricciardi Editor, Milán-
Nápoles, 1985; Mons. RUDOLF GRABER, Athanasius und die Kirche unserer Zeit, Editorial Joseph Kral,
Abensber, 1973; Cfr. también DIETRICH VON HILDEBRAND, Das Trojanische Pferd in der Stadt Gottes, J.
Habbel, Ratisbona, 1969; ID., Der verwüstete Weinberg, J. Habbel, Ratisbona, 1973; P. GEORGES DE
NANTES, Liber Accusationis, Editions de la Contre-Réforme Catholique, St. Parres-les-Vaudes, entregado
a la Santa Sede el 10 de abril de 1973, tr. it., Arti Grafiche Pedanesi, Roma, 1973; P. CORNELIO FABRO
C.P.S., L’avventura della teologia progressista, Rusconi Ed., Milán, 1974; BERNARDO MONSEGÚ C.P.,
Posconcilio, Studium, Madrid, 1975-1977, 3 vol.; WIEGAND SIEBEL, Katholisch oder konziliar - Die
Krise der Kirche heute, A. Langen-G. Müller, Munich-Viena, 1978; CARD. GIUSEPPE SIRI, Getsemani
— Riflessioni sul Movimento Teologico contemporaneo, Fraternità della Santissima Vergine, Roma,
1980; GEORGE MAY, Der Glauben in der nachkonziliaren Kirche, Mediatrix Verlag, Viena, 1983.
102
H. JEDIN, Kirchengeschichte und Kirchenkrise, in “Aachener Kirchenzeitung”, 29 de diciembre de
1968 y 5 de enero de 1969.

252
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

mediante la introducción del derecho de participación en los tres planos de


la vida eclesiástica: la Iglesia universal, la diócesis y la parroquia; 3.
desacralización del sacerdocio; 4. «Estructuración» libre de la celebración
litúrgica en vez de la ejecución del «Opus Dei»; 5. Ecumenismo como
protestantización” 103.
En aquel mismo año 1968, en un discurso que hizo época, Paulo VI afir-
mó: “La Iglesia atraviesa, hoy, un momento de inquietud. Algunos practi-
can la autocrítica, se diría que hasta la autodemolición. Es como una pertur-
bación interior, aguda y compleja, que nadie habría esperado después del
Concilio.(...) La Iglesia es golpeada también por quienes de Ella forman
parte” 104. Volvió aún sobre el tema afirmando tener la sensación de “que por
alguna fisura haya entrado el humo de Satanás en el templo de Dios” y pre-
cisamente “por ventanas que debían estar abiertas a la luz” 105. “Se creía que,
después del Concilio, vendría un día de sol para la Historia de la Iglesia.
Vino, por el contrario, un día lleno de nubes, de tempestad, de oscuridad, de
indagación, de incertidumbre” 106.
Entre los teólogos y los filósofos, incluso de extracción progresista, que
han admitido y denunciado la expansión de esta crisis, recordamos apenas
algunas declaraciones significativas:
El Cardenal Henri de Lubac, antiguo corifeo de la “nouvelle théologie”:
“Es una nueva Iglesia, diferente de la de Cristo, la que se quiere instaurar;
se desea realizar una sociedad antropocéntrica, amenazada por una aposta-
sía inmanente; estamos a merced de un movimiento general de tropiezos y
de capitulación, de irenismo y de adaptación” 107.
Mons. Rudolf Graber, Obispo de Ratisbona:

103
H. JEDIN, Storia della mia vita, cit., pp. 326-327
104
PAULO VI, Discurso al Seminario Lombardo en Roma, 7 de diciembre de 1968, in Insegnamenti di
Paolo VI, tipografia Poliglotta Vaticana, Roma, 1968, vol. VI, pp. 1188-1189. A la mayoría de los
católicos, escribía el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira, le gustaría saber “qué es este humo, cuáles
son los rótulos ideológicos y los instrumentos humanos que sirven a Satanás como «sprays» de tal
humo; en qué consiste la demolición, y cómo explicar que esta demolición sea, extrañamente, una
autodemolición” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Clareza, in “Folha de S. Paulo”, 16 de agosto de 1978).
105
PAULO VI, Alocución en el 9º aniversario de su coronación, 29 de junio de 1972, in Insegnamenti,
vol. X, pp. 707-708.
106
Ibid.
107
Card. HENRI DE LUBAC S.J., Discurso al Congreso Internacional de Teología, Toronto, agosto de
1967, cit. in B. MONSEGÚ, Posconcilio, cit., vol. III, p. 371.

253
El Cruzado del Siglo XX

“Lo que sucedió entonces, hace más de 1600 años (la crisis arriana) se
repite hoy, pero con dos o tres diferencias. Hoy Alejandría es toda la Iglesia,
sacudida desde sus cimientos”. “¿Porqué se hace tan poco para consolidar
las columnas de la Iglesia, por donde se evitaría el derrumbe? Si alguien aún
considera que los acontecimientos que se desarrollaron en la Iglesia son
secundarios, o que se trate de dificultades transitorias, significa que es irre-
cuperable. Pero la responsabilidad de los jefes de la Iglesia será aún mayor
si ellos no se ocupan de estos problemas, o si creen remediar el mal con
pequeños remiendos. No: aquí se trata del todo; aquí se trata de la Iglesia;
aquí se trata de una especie de revolución copernicana estallada en el seno
mismo de la Iglesia, de una revolución gigantesca en la Iglesia” 108.
El Padre estigmatino Cornelio Fabro, consultor de la Congregación para
la Doctrina de la Fe:
“Así la Iglesia (...) en lo que se refiere a la decisión de los Pastores, se ha
deslizado hacia una situación de falta de guía que, sea en el campo de la
doctrina como en el de la disciplina, camina hacia una creciente desintegra-
ción. (...) Las terribles palabras del Evangelio —«Vosotros errabais como
ovejas sin pastor»— deben aplicarse en gran medida a la presente situación
de la Iglesia” 109.
Dice el Padre pasionista Enrico Zoffoli, miembro de la Pontificia Acade-
mia Santo Tomás de Aquino:
“Hoy la Iglesia está empeñada en superar tal vez la más grave de todas las
crisis: la tempestad desencadenada por el modernismo, después de casi un
siglo aún arrecia (...) La desorientación de los fieles es universal, angustiante,
y la lamentación de ellos llega al colmo cuando éstos oyen discursos y reci-
ben consejos de aquellos hombres de la Iglesia, asisten a algunos de sus
ritos, y notan una actitud de tal modo extraña e indecorosa, que podría lle-
varles a pensar que el Cristianismo sea una enorme impostura. Por estas y
otras cosas, ¿no son tentados hasta de ateísmo?”. “Las consecuencias son
desastrosas. (...) No hay verdad que, bajo algún aspecto, no haya sido falsea-
da. Algunas son negadas, otras calladas, otras ridiculizadas, otras adaptadas
de modo irreconocible” 110.

108
Mons. R. GRABER, Athanasius und die Kirche unserer Zeit, cit., tr. it. Sant’Atanasio e la Chiesa del
nostro tempo, Civiltà, Brescia, 1974, pp. 28-29.
109
C. FABRO C.P.S., L’avventura della teologia progressista, cit., pp. 288-289.
110
ENRICO ZOFFOLI C.P., Chiesa ed uomini di Chiesa, Il Segno, Udine, 1994, pp. 46-48, 35.

254
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

En vísperas de su muerte, en 1975, Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer,


beatificado por Juan Pablo II, afirmaba a su vez:
“Cuando yo me hice Sacerdote, la Iglesia de Dios parecía fuerte como una
roca, sin ninguna fisura. Se presentaba con un aspecto externo que inmedia-
tamente expresaba la unidad: era un bloque maravillosamente sólido. Aho-
ra, si es vista con ojos humanos, parece un edificio en ruinas, un monte de
arena que se deshace, que es pisoteado, dispersado, destruido... El Papa a
veces ha dicho que la Iglesia se está autodestruyendo. ¡Palabras duras, tre-
mendas! Pero esto no puede suceder, porque Jesús ha prometido que el Es-
píritu Santo la asistirá siempre, hasta el fin de los siglos. ¿Y nosotros qué
haremos? Rezar, rezar...” 111.
Juan Pablo II, que sucedió en 1978 a Paulo VI después del brevísimo
pontificado de Juan Pablo I 112, desde el comienzo admitió la existencia de la
crisis en términos inequívocos:
“Es necesario admitir con realismo, y con profunda y sufrida sensibilidad,
que los cristianos hoy, en gran parte, se sienten extraviados, confundidos,
perplejos y hasta desilusionados. Se han esparcido a manos llenas, ideas
contrastantes con la Verdad revelada y enseñada desde siempre; se han pro-
palado verdaderas herejías en el campo dogmático y moral, creando dudas,
confusiones, rebeliones; se ha alterado la Liturgia. Sumergidos en el
relativismo intelectual y moral, y por lo tanto en el permisivismo, los cristia-
nos son tentados por el ateísmo, por el agnosticismo, por el iluminismo va-
gamente moralista, por un cristianismo sociológico, sin dogmas definidos y
sin moral objetiva” 113.
Con todo, el documento que por cierto suscitó más conmoción fue el aho-
ra célebre Informe sobre la Fe, del Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de
la Congregación para la Doctrina de la Fe:

111
Cit. in PILAR URBANO, Josemaría Escrivá, Romano, Leonardo, Milán, 1996, pp. 442-443.
112
Durante el cónclave de agosto de 1978, Plinio Corrêa de Oliveira, describiendo el mito de
“Wyszinsky, el Cunctator” que contemporizando con el comunismo habría salvado la causa de la
Iglesia, pronosticó la eventualidad de la elección del Primado de Polonia al trono de San Pedro (PLINIO
CORRÊA DE OLIVEIRA, O Cunctator, um maximalista?, in “Folha de S. Paulo”, 24 de agosto de 1978).
El cónclave eligió al Cardenal Albino Luciani, Patriarca de Venecia, pero un mes después se reunió
nuevamente y eligió al trono Pontificio al Arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyla, con el nombre de
Juan Pablo II.
113
JUAN PABLO II, Discurso del 6 de febrero de 1981, in “L’Osservatore Romano”, 7 de febrero de
1981.

255
El Cruzado del Siglo XX

“Es indiscutible que los últimos veinte años han sido decididamente des-
favorables para la Iglesia católica. Los resultados que se han seguido del
Concilio parecen cruelmente opuestos a las expectativas de todos, comen-
zando por Juan XXIII y Paulo VI. Los cristianos están nuevamente en mino-
ría, más que en cualquier época desde el fin de la Antigüedad. Los Papas y
los Padres conciliares esperaban que se establecería una nueva unidad cató-
lica y, por el contrario, se caminó hacia una disensión que —para usar las
palabras de Paulo VI— ha parecido pasar de la autocrítica a la
autodestrucción. Se esperaba un nuevo entusiasmo y, por el contrario, se ha
terminado demasiado frecuentemente en el cansancio y en el desaliento. Se
esperaba un salto hacia adelante y, por el contrario, se está frente a un proce-
so progresivo de decadencia que se ha venido desarrollando en larga medida
bajo el signo de la evocación de un presunto «espíritu del Concilio» y de ese
modo lo ha desacreditado. (...) La Iglesia del post Concilio es un gran asti-
llero; pero es un astillero donde se han perdido los planos y cada uno conti-
núa fabricando según su gusto” 114. “Mi diagnóstico es que se trata de una
auténtica crisis que debe ser tratada y curada” 115.
La descripción de la crisis trazada por el Card. Ratzinger pronto se con-
virtió en un dato adquirido. Veinte años después de la clausura del Concilio,
“La Civiltà Cattolica” que, sobre todo por obra del P. Caprile, había acom-
pañado paso a paso el evento con entusiasmo, escribe:
“Es innegable que en los veinte años post conciliares hubo, ante todo,
una crisis de la fe: toda la revelación cristiana, en sus dogmas fundamenta-
les —existencia y cognoscibilidad de Dios, Trinidad, Encarnación, Reden-
ción, Resurrección de Jesús, vida eterna, Iglesia, Eucaristía— fue puesta en
cuestión o se intentó reinterpretarla según categorías filosóficas y científi-

114
Cardenal J. RATZINGER, Rapporto sulla fede, cit., pp. 27-28. “Me parece que una cosa se volvió
enteramente clara en esta última década: una interpretación del Concilio que entienda sus textos dog-
máticos solamente como preludio a un espíritu conciliar que aún no alcanzó su madurez, que conside-
re el conjunto como una mera introducción a la Gaudium et Spes, y este texto, a su vez, como punto de
partida para una prolongación rectilínea en dirección a una fusión cada vez mayor con aquello que se
llama progreso; tal interpretación no solamente está en contradicción con la intención y la voluntad de
los Padres Conciliares, sino que el curso de los acontecimientos la llevó al absurdo. En donde el
espíritu del Concilio acaba desvirtuado contra su texto y se reduce a una vaga destilación de una
evolución que emanaría de la Constitución pastoral, se convierte en un espectro y lleva al vacío. Las
devastaciones ocasionadas por tal mentalidad son tan evidentes que no pueden ser negadas seriamen-
te” (Card. J. RATZINGER, Les principes de la Théologie catholique, Téqui, París, 1982, p. 436).
115
Card. J. RATZINGER, Rapporto sulla fede, cit., p. 33.

256
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

cas que la vaciaron de su auténtico contenido sobrenatural. (...) A diferencia


de las crisis del pasado, la actual es una crisis radical y global: radical por-
que ataca las propias raíces de la fe y de la vida cristiana; global porque
ataca al cristianismo en todos sus aspectos” 116.
Plinio Corrêa de Oliveira, desde su primera obra hasta la última, Nobleza
y élites tradicionales análogas 117, no ignoró esta crisis, encuadrándola en la
amplia visión histórica de Revolución y Contra-Revolución. Su punto de
observación no es el del teólogo, sino el del laico, filósofo, historiador y
hombre de acción. No es sobre el mérito teológico de los documentos conci-
liares, sino sobre la realidad de los hechos y sobre sus consecuencias histó-
ricas, que se funda la denuncia del “silencio enigmático, desconcertante,
asombroso y apocalípticamente trágico del Concilio Vaticano II acerca del
comunismo” 118.
“Este Concilio —escribe— quiso ser pastoral y no dogmático. Alcance
dogmático realmente no lo tuvo. Además de esto, su omisión sobre el comu-
nismo puede hacerlo pasar a la Historia como el Concilio a-pastoral. (...)
La obra de ese Concilio no puede estar inscrita, en cuanto efectivamente
pastoral, ni en la Historia, ni en el Libro de la Vida.
“Es penoso decirlo. Pero la evidencia de los hechos señala, en este senti-
do, al Concilio Vaticano II como una de las mayores calamidades, si no la
mayor, de la Historia de la Iglesia 119. A partir de él penetró en la Iglesia, en
proporciones impensables, la «humareda de Satanás» 120 que se va dilatan-
do cada día más, con la terrible fuerza de expansión de los gases. Para
escándalo de incontables almas, el Cuerpo Místico de Cristo entró en un
siniestro proceso como que de autodemolición (...).
116
Il Concilio causa della crisi nella Chiesa?, in “La Civiltà Cattolica”, Nº 3247, 5 de octubre de 1985.
Para la “Civiltà Cattolica”, como para muchos autores, la crisis de la Iglesia no es sino el reflejo de una
crisis más vasta que hirió la sociedad occidental en los años 60-70. “Tal crisis se debe a la oleada de
secularismo, de permisivismo y de hedonismo que en aquellos años embistió al mundo occidental con
tal violencia que llegó a arrastrar todas las defensas morales y sociales que la sociedad había construi-
do a lo largo de tantos siglos de «cristiandad» (aunque más de nombre que de hecho)” (Ibid.).
117
En esta obra el pensador brasileño trató de una “crisis de una gravedad estrictamente sin prece-
dentes que atraviesa la Iglesia Católica, columna y fundamento de la moralidad y del buen orden en
las sociedades” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Nobreza e élites tradicionais análogas..., cit., p. 152).
118
Este juicio está expresado en PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, Terce-
ra Parte, agregada en 1977, cit., p. 148-149.
119
Sobre las calamidades de la fase posconciliar de la Iglesia permanece de fundamental importancia
la histórica declaración de Paulo VI del 29 de junio de 1972, cit., pp. 707-708.
120
Ibid., p. 707.

257
El Cruzado del Siglo XX

“La historia narra los innumerables dramas que la Iglesia sufrió en los
veinte siglos de su existencia. Oposiciones que germinaron fuera de Ella, y
desde fuera tentaron destruirla. Tumores formados dentro de Ella, por Ella
extirpados, y que, ya entonces de fuera hacia dentro, intentan destruirla con
ferocidad.
“Sin embargo, ¿cuándo vio la Historia, antes de nuestros días, una tenta-
tiva de demolición de la Iglesia, no hecha por un adversario, sino calificada
de «autodemolición» 121 en altísimo pronunciamiento de repercusión mun-
dial?” 122.
Para describir la crisis de la Iglesia Plinio Corrêa de Oliveira utiliza el
término “autodemolición” empleado por Paulo VI, a quien, en el mismo
libro en el cual expresa sus reservas hacia el Concilio, el pensador brasileño
dirige “un homenaje de filial devoción y de obediencia ilimitada”, en la
convicción de que “ubi Ecclesia ibi Christus, ubi Petrus ibi Ecclesia” 123.
Cada una de sus tesis —incluso la precedente, tan severa, sobre el Conci-
lio— es sometida sin restricciones, “al juicio del Vicario de Jesucristo, dis-
puestos a renunciar de inmediato a cualquiera de ellas, desde que se distan-
cie, aunque sea levemente, de la enseñanza de la Santa Iglesia, nuestra
Madre, Arca de la Salvación y Puerta del Cielo” 124.
El juicio histórico del pensador brasileño sobre el Concilio Vaticano II
coincide, como hemos visto, con el de muchos protagonistas religiosos de
nuestro tiempo. Empero, a través de las categorías intelectuales de Revolu-
ción y Contra-Revolución, él propone una llave de interpretación de la crisis
de la Iglesia dentro del proceso revolucionario que ha estudiado y descrito.
Tal juicio nace de un profundo amor al Papado y a la Iglesia, y por su cohe-
rencia se muestra bien diferente de las posiciones a veces contradictorias o
excéntricas de muchos exponentes o grupos “tradicionalistas”. El Magiste-
rio Pontificio, el Derecho Canónico de la Iglesia y las normas perennes de la
Religión católica constituyeron los inmutables puntos de referencia de Plinio
Corrêa de Oliveira y de todos los que en él se inspiran 125.

121
PABLO VI, Discurso del 7 de diciembre de 1968, cit., p. 1188.
122
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 152.
123
Ibid., p. 172.
124
Ibid.
125
Ante la situación de confusión y desorientación en que está sumergida actualmente la Iglesia, la
TFP norteamericana resumió así su posición: “1. Declaran su perplejidad frente a algunas reformas y
hechos sucedidos en la Iglesia desde el pontificado de Juan XXIII; 2. Esta perplejidad se caracteriza

258
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

13. Antiguo y nuevo Ordo Missae

En la carta apostólica Ecclesia Dei del 2 de julio de 1988, Juan Pablo II


establece que “en todas partes deberán ser respetadas las disposiciones de
todos aquellos que se sienten ligados a la tradición litúrgica latina, mediante
una amplia y generosa aplicación de las directrices desde hace ya tiempo ema-
nadas de la Sede apostólica, para el uso del Misal Romano según la edición
típica de 1962” 126. Además, pide a los Obispos y a todos los que ejercen en la
Iglesia el ministerio pastoral “garantizar el respeto de las justas aspiraciones”
de todos aquellos fieles católicos “que se sienten vinculados a algunas formas
litúrgicas y disciplinarias precedentes, de la tradición latina”.
Este importante documento tiene en cuenta todo lo ocurrido en la Iglesia
después del Concilio Vaticano II. El “caso Lefèbvre”, que culminó en las con-
sagraciones episcopales ilegítimas del 30 de junio de 1988, no es sino un sín-
toma preocupante del malestar difuso generado por la reforma litúrgica culmi-
nada con el Novus Ordo Missae de 1969 127. “La atracción teológica de la Misa
tridentina —ha afirmado el Card. Alfons Stickler— está en relación directa con
las deficiencias teológicas de la Misa procedente del Vaticano II” 128. El resul-
tado de la reforma litúrgica, según el propio Cardenal Ratzinger, “en su reali-
zación concreta (...) no fue una reanimación sino una devastación” 129.
por incomprensiones y desorientación; 3. Ella no implica afirmar que tales sucesos y reformas sean
erróneos; como tampoco afirma que no se hayan cometido errores. La TFP está compuesta de católi-
cos instruidos y bien formados, pero no especialistas. Ellos no tienen, por lo tanto, la posibilidad de
resolver problemas teológicos, morales, canónicos y litúrgicos extremamente complejos, subyacen-
tes a esta perplejidad” (Let the other side also be heard: the TFPs defense against Fidelity’s onslaught,
American Society for the Defense of Tradition, Family and Property, Pleasantville, NY, 1989, p. 78).
126
Cfr. el texto de la Carta Apostólica de Juan Pablo II in AAS, vol. 80 (1988), pp. 1495-1497.
Muchos institutos religiosos reconocidos por la Santa Sede obtuvieron permiso para celebrar la Santa
Misa según el Misal Romano tradicional. Entre éstos, la Fraternidad San Pedro, la Fraternidad de San
Vicente Ferrer, el Opus Sacerdotale, los monjes benedictinos del Monasterio de Santa Magdalena de
Barroux (Francia), el Instituto Cristo Rey Sumo Sacerdote, de Gricigliano (Italia).
127
El 3 de abril de 1969 se dio a conocer la Constitución Apostólica Missale Romanum, que constaba
de dos documentos: la Institutio generalis missalis Romani y el Novus Ordo Missae propiamente
dicho, o sea, el nuevo texto de la Misa y las rúbricas que lo acompañan. Uno de sus principales
artífices, Mons. ANÍBAL BUGNINI, secretario del Consilium ad exsequendam Constitutionem de Sacra
Liturgia, en su libro La riforma liturgica (1948-1975) (Edizioni Liturgiche, Roma, 1983) acentúa el
papel desempeñado por Paulo VI, a quien considera “el verdadero realizador de la reforma litúrgica”:
“el Papa vio todo, acompañó todo, examinó todo, aprobó todo” (p. 13).
128
Card. ALFONS M. STICKLER, L’attrativa teologica della Messa Tridentina, conferencia proferida en
Nueva York para la asociación Christi fideles, mayo de 1995.
129
Card. J. RATZINGER, Klaus Gamber, l’intrépidité d’un vrai témoin, prefacio a Mons. KLAUS GAMBER,

259
El Cruzado del Siglo XX

Cuando, en 1969, el nuevo Ordo Missae entró en vigor, algunos miembros


eminentes de la Jerarquía, al igual que muchos teólogos y laicos, desenvolvie-
ron serias críticas a la nueva liturgia de la Misa 130. A fines de octubre del
mismo año, los Cardenales Ottaviani y Bacci presentaron a Paulo VI un Breve
examen crítico del Novus Ordo Missae redactado por un escogido grupo de
teólogos de varias nacionalidades. En la carta que dirigieron al Pontífice, se
afirmaba que “el Novus Ordo Missae (...) representa, tanto en su conjunto
como en los detalles, un impresionante alejamiento de la teología católica de
la Santa Misa, tal como fue formulada en la sesión XXII del Concilio de Trento,
el cual, fijando definitivamente los «cánones» del rito, erigió una barrera
intrasponible contra cualquier herejía que atacase la integridad del misterio” 131.
Desde aquella fecha comenzaron a multiplicarse las solicitudes de fieles
de todas las nacionalidades, pidiendo el restablecimiento de la Misa tradi-
cional o al menos la “par condicio” a su favor 132. Cabe recordar, entre otros,
un “Memorandum” suscrito en 1971 por más de cien eminentes personali-
dades de todo el mundo, que pedían a la Santa Sede “considerar con la máxi-
ma seriedad la responsabilidad tremenda en que quedaría colocada ante la
historia del espíritu humano, si no permitiese que la Misa tradicional subsis-
ta en el futuro” 133.

La réforme liturgique en question, Ed. Sainte-Madeleine, Le Barroux, 1992, p. 6.


130
Entre los numerosos trabajos críticos sobre la “Nueva Misa” y la reforma litúrgica, en su mayor parte
compuestos por estudiosos laicos, señalamos: A. V. XAVIER DA SILVEIRA, La Nouvelle Messe de Paul
VI: qu’en penser?, cit.; JEAN VAQUIÉ, La Révolution liturgique, Diffusion de la Pensée Française, Chiré-
en-Montreuil, 1971; LOUIS SALLERON, La Nouvelle Messe, Nouvelles Éditions Latines, París, 1976
(1971); WOLFGANG WALDSTEIN, Hirtensorge und Liturgiereform, Lumen Gentium, Schaan, 1977; MONS.
K. GAMBER, Die Reform der Römischen Liturgie, F. Pustet, Ratisbona, 1979 (esta obra en su versión
francesa, cit., contiene prefacios de los Cardenales Silvio Oddi, Joseph Ratzinger y Alfons M. Stickler);
MICHAEL DAVIES, Pope Paul’s New Mass, The Angelus Press, Dickinson (Texas), 1980.
131
El estudio, promovido por Una Voce - Italia, fue redactado por la misma asociación junto con un
nuevo examen crítico del Novus Ordo Missae, obra de un liturgista y teólogo francés (Il Novus Ordo
Missae: due essami critici, in “Una Voce”, supl. al noticiero Nº 48-49, enero-julio de 1979).
132
Tres peregrinaciones internacionales de católicos se dirigieron a Roma para reiterar la fidelidad a
la Misa tradicional y al catecismo de San Pío X (CFR. GUGLIEMO ROSPIGLIOSI, La manifestazione del
cattolici tradizionalisti riconfermano la fedeltà al messale e al catechismo, in “Il Tempo”, 19 de junio
de 1970. Una compilación de las peticiones hechas hasta 1980 in Et pulsanti aperietur (Lc. 11, 10),
Fl-Una Voce, Clarens, 1980.
133
Entre los firmantes figuraban: Romano Amerio, Augusto Del Noce, Marius Schneider, Marcel
Brion, Julien Green, Henri de Montherlant, Jorge Luis Borges, los escritores ingleses Agatha Christie,
Robert Graves, Graham Greene, Malcom Mudderidge, Bernard Wall, el violinista Yehudi Menuhin.
Cfr. el texto y el elenco de los signatarios in “Una Voce”, Nº 7, julio de 1971.

260
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

Plinio Corrêa de Oliveira acompañó con atención las fases de la polémica


que se desarrolló en los órganos de prensa y en publicaciones especializa-
das, e informó acerca de ella al público de su país 134. El problema concernía
a todo católico y, siendo así, no podía dejar indiferente al pensador brasile-
ño, tan atento y sensible a cualquier materia que de algún modo afectase a la
Iglesia. Estudió e hizo estudiar el tema, y se solidarizó plenamente con la
obra escrita por Arnaldo Xavier da Silveira 135; pero, a pedido de una altísi-
ma autoridad eclesiástica, se abstuvo de dirigirse al público con la materia
del libro, cuyas conclusiones, sin embargo, eran objeto de una concordancia
firme y profunda por parte de los miembros de las varias TFPs, aunque éstas
no hubiesen tomado sobre el asunto una posición oficial 136. Se trataba, en

134
Cfr. por ejemplo O direito de saber, in “Folha de S. Paulo”, 25 de enero de 1970 y “Catolicismo”,
Nº 230 (febrero de 1970), en que informaba al público brasileño sobre las primeras manifestaciones
de resistencia al Novus Ordo. Por su parte Mons. Castro Mayer publicaba una Carta Pastoral sobre o
Santo Sacrifício da Missa (cfr. “Catolicismo”, Nº 227, noviembre de 1969). En 1971 apareció un
amplio y documentado artículo de GREGORIO VIVANCO LOPES, Sobre a nova Missa: repercussões que o
público brasileiro ainda não conhece, in “Catolicismo”, Nº 242, febrero de 1971.
135
El citado estudio de Arnaldo Xavier da Silveira analiza cuidadosamente el Novus Ordo, bajo la óptica
de un conjunto de cuestiones teológicas, canónicas y morales centradas en el problema de la autoridad.
El libro fue editado en São Paulo en 1970 y tuvo una difusión restringida. Más tarde fue reeditado en
francés (op. cit.), junto con tres diferentes estudios ya antes publicados en portugués: Considerações
sobre o Ordo Missae de Paulo VI, São Paulo, junio de 1970; Modificações introduzidas no Ordo de
1969, São Paulo, agosto de 1970; A infalibilidade das leis eclesiásticas, São Paulo, enero de 1971. Sobre
esta obra afirmó el profesor Corrêa de Oliveira: “En su libro, Arnaldo Xavier da Silveira afirma expre-
samente su fidelidad inquebrantable a la doctrina y disciplina de la Iglesia. Y si levanta ciertos proble-
mas de Teología o de Derecho Canónico, lo hace declarando de antemano que acata en toda la medida
preceptuada por el Derecho Canónico lo que la propia Iglesia decida. Precisamente ésta es la posición
de la TFP. Tenemos, pues, la conciencia enteramente tranquila en lo que respecta a nuestra perfecta
unión con la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Sobre o decreto
anti-TFP de D. Isnard, in “Folha de S. Paulo”, 27 de mayo de 1973); Cfr. A política de distensão do
Vaticano com os regimes comunistas. Para a TFP: omitir-se? Ou resistir?, cit.
136
“Una vez definida la posición de las TFPs como asociaciones, es preciso observar, en cuanto a sus
miembros y simpatizantes, que, como católicos (...), sufren personalmente la repercusión de los pro-
blemas específicamente religiosos que han convulsionado a la Iglesia después del Concilio Vaticano
II. Es inevitable que, como simples católicos, ellos cambien entre sí opiniones sobre esas cuestiones.
Concretamente, ese intercambio de opiniones jamás dio lugar a disensiones. Al contrario, de él ha
salido un consenso firme y madurado acerca de los principales temas referentes al misterioso proceso
de autodemolición por el cual atraviesa la Iglesia, y sobre la humareda de Satanás que penetró en ella.
(...) El consenso, enteramente personal, de los miembros y simpatizantes de la TFP en ciertas materias
extrañas a la esfera cívica, no constituye el pensamiento oficial de la TFP. Pero da lugar a un consenso
extraoficial en la TFP”. Cfr. Imbroglio, détraction, délire — Remarques sur un rapport concernant
les TFP, cit., pp. 176 y 177.

261
El Cruzado del Siglo XX

efecto, de un campo estrictamente teológico, ajeno a la competencia especí-


fica de la TFP, que se limita a la esfera temporal.
Tal vez se pueda establecer una analogía entre la posición que el Dr. Plinio
asumió frente a la Ostpolitik y la que tomó frente al Novus Ordo de Paulo
VI: en ambos casos manifestó una “resistencia” ante lo que sentía como
perjudicial para la fe y como una imposición a su conciencia 137. Pero, mien-
tras la posición asumida frente a la Ostpolitik fue pública, porque se relacio-
naba con aquel orden social que compete a los laicos instaurar de acuerdo a
la doctrina de la Iglesia, su actitud hacia la nueva Misa se mantuvo extraofi-
cial y privada. Apoyado en la opinión de numerosos e ilustres pastores y
teólogos, Plinio Corrêa de Oliveira quiso permanecer fiel a la tradición
litúrgica en la cual había sido educado, con la convicción de que el proble-
ma, de cualquier modo, se encuadraba en la crisis más amplia de la Iglesia
postconciliar, y sólo en este cuadro podía ser resuelto (*).

14. Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

“Roma —había escrito al inicio del siglo uno de los jefes del modernis-
mo— no puede ser destruida en un solo día, sino que es necesario convertir-
la en polvo y cenizas de modo gradual e inofensivo; entonces nosotros ten-
dremos una nueva religión y un nuevo decálogo” 138. ¿Cómo no ver en todo
lo que sucedió posteriormente un intento de hacer realidad esta siniestra
“profecía”?
Plinio Corrêa de Oliveira advirtió desde joven este proceso de disolución
interna de la Iglesia, lo sufrió profundamente, y empleó todas sus fuerzas

137
El Padre dominico ROGER-THOMAS CALMEL, en artículo publicado en “Itinéraires” en noviembre de
1971, tratando del problema de la asistencia a la Nueva Misa, afirmaba que “las condiciones de
obligación legal fueron anuladas”, pero subsiste, al contrario, la obligación grave de confesar abierta-
mente la fe en la Misa católica (L’assistance à la Messe suivie de l’apologie pour le Canon Romain,
in “Itinéraires”, Nº 157, noviembre de 1971, p. 6). Cfr. también A Missa Nova: um caso de consciência,
compilado sob a responsabilidade dos padres tradicionalistas da Diocese de Campos, Artpress, São
Paulo, 1982.
(*) N. del E. - En el Motu Proprio Summorum Pontificum del 7 de julio de 2007, el Papa Benedicto XVI
confirmó la licitud de la celebración de la Misa en latín según el rito tradicional, y dispone medidas
para facilitar su celebración que amplían considerablemente las ya establecidas por su predecesor
Juan Pablo II en la Carta Apostólica Ecclesia Dei, del 2 de julio de 1988.
138
GEORGE TYRREL, Letres à Henri Brémond, Aubier, París, 1971, p. 287.

262
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia

para contrarrestarlo, con la convicción de que no había salvación fuera de la


unión con el Papado.
“Es señal y condición de vigor espiritual una extrema sensibilidad, una
vibratilidad delicadísima y vivaz de los fieles por todo lo que refiera a la
seguridad, gloria y tranquilidad del Romano Pontificado. Después del amor
a Dios, este el más alto de los amores que la Religión nos enseña (...) Ubi
Petrus, ibi Ecclesia —donde está Pedro, allí está la Iglesia. La Iglesia cató-
lica está de tal modo vinculada a la Cátedra de San Pedro, que donde no
hay aprobación del Papa no hay Catolicismo. El verdadero fiel sabe que el
Papa resume y compendia en sí la Iglesia Católica entera, y esto de modo
tan real e indisoluble que si, por absurdo, todos los Obispos de la tierra,
todos los sacerdotes, todos los fieles abandonasen al Sumo Pontífice, aún
así los verdaderos católicos se reunirían en torno de él. En efecto, todo
cuanto hay en la Iglesia de santidad, autoridad, virtud sobrenatural, todo
esto, pero absolutamente todo sin excepción ni condición, ni restricción,
está subordinado, condicionado, dependiente de la unión con la Cátedra de
San Pedro. Las instituciones más sagradas, las obras más venerables, las
tradiciones más santas, las personalidades más destacadas, en suma, todo
cuanto más genuina y plenamente pueda expresar el Catolicismo y ornar la
Iglesia de Dios, todo esto se vuelve nada, maldito, estéril, digno del fuego
eterno y de la ira divina, si es separado del Romano Pontífice” 139.
Plinio Corrêa de Oliveira reafirmará continuamente, hasta el fin, este amor
al Papado:
“No es con mi entusiasmo de los tiempos de joven que me coloco hoy ante
la Santa Sede. Es con un entusiasmo aún mayor, y mucho mayor. Pues a
medida en que voy viviendo, pensando y ganando experiencia, voy com-
prendiendo y amando más al Papa y al Papado” 140.
La historia del siglo XX es la del progresivo develarse de una tragedia. En
el centro del drama está la Santa Iglesia Católica, aparentemente sumergida
por las oleadas de una terrible tempestad, pero milagrosamente sustentada
por la infalible promesa de su Divino Fundador. En esta tragedia, Plinio
Corrêa de Oliveira vio la Pasión de la Iglesia, reflejo de la Pasión de Nuestro
Señor Jesucristo en la Historia. “¿Cuántos son los que viven en unión con la

139
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A guerra e o Corpo Místico, in “O Legionário”, Nº 610, 16 de abril de
1944.
140
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA A perfeita alegría, in “Folha de S. Paulo”, 12 de julio de 1970.

263
El Cruzado del Siglo XX

Iglesia este momento que es trágico como trágica fue la Pasión, este mo-
mento crucial de la historia, en el cual toda una humanidad está optando
por Cristo o contra Cristo?” 141. A la Iglesia él había dedicado su vida 142, y
hacia Ella acudió con la generosidad de la Verónica.
“En el Velo —escribió— la representación de la Faz divina fue hecha
como en un cuadro. En la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, ella
es hecha como en un espejo.
“En sus instituciones, en su doctrina, en sus leyes, en su unidad, en su
universalidad, en su insuperable catolicidad, la Iglesia es un verdadero es-
pejo en el cual se refleja nuestro Divino Salvador. Más aún, Ella es el pro-
pio Cuerpo Místico de Cristo.
“¡Y nosotros, todos nosotros, tenemos la gracia de pertenecer a la Igle-
sia, de ser piedras vivas de la Iglesia!
“¡Cómo debemos agradecer este favor! No olvidemos, sin embargo, que
«noblesse oblige». Pertenecer a la Iglesia es cosa muy alta y muy ardua.
Debemos pensar como la Iglesia piensa, sentir como la Iglesia siente, ac-
tuar como la Iglesia quiere que procedamos en todas las circunstancias de
nuestra vida. Esto supone un sentido católico real, una pureza de costum-
bres auténtica y completa, una piedad profunda y sincera. En otros térmi-
nos, supone el sacrificio de una existencia entera.
¿Y cuál es el premio? «Christianus alter Christus». Yo seré de modo exi-
mio una reproducción del propio Cristo. La semejanza de Cristo se impri-
mirá, viva y sagrada, en mi propia alma” 143.

141
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Via Sacra, in “Catolicismo”, Nº 3, marzo 1951, VIII Estación.
142
En la noche del 1º de febrero de 1975, durante una reunión con socios de la entidad que fundó,
Plinio Corrêa de Oliveira se ofreció heroicamente a Nuestra Señora para sufrir por la TFP, en orden al
servicio de la Santa Iglesia. Tan sólo 36 horas después sufrió un grave accidente automovilístico, en
las proximidades de Jundiaí, a 70 km. de São Paulo. Las graves consecuencias de este accidente
perduraron hasta el fin de su vida. Fueron veinte años de cruces soportadas con ánimo resuelto y
varonil.
143
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Via Sacra, cit., VI Estación.

264
Capítulo VII

Rumbo al Reino de María


“Más allá de las tristezas y
de los castigos sumamente probables
hacia los cuales caminamos,
nos esperan los resplandores sacrales
de la aurora del Reino de María”

1. El caos del fin de milenio

El Siglo XX, que se abriera en un clima de confianza optimista en el


futuro, se cierra en una atmósfera de incertidumbre y de confusión. La pala-
bra “caos”, usada con frecuencia por Plinio Corrêa de Oliveira para indicar
la meta anárquica de la Revolución, a partir de los años 90 se volvió de uso
habitual en la prensa y en las propias conversaciones corrientes del hombre
de la calle, para indicar una total falta de claridad y de puntos de referencia.
A la euforia con que el Occidente acogió el fin de la guerra fría, la liberación
de los países del Este europeo y la reunificación de Alemania, le sucedió un
sentimiento cada vez más difundido de preocupación y de inquietud 1.
1
Hoy, según Ignacio Ramonet, “se puede hablar efectivamente de una «geopolítica del caos» para
definir este período que atraviesa el mundo” (Le planète des désordres, en el número dedicado a la
geopolítica del caos in “Manière de voir 33 - Le Monde Diplomatique”, febrero de 1997). Ya en 1991
el director del “Corriere della Sera”, Ugo Stille, en un editorial con el significativo título El desorden
mundial, escribía: “El año de 1990 se había inaugurado bajo el signo de la esperanza y del optimismo.
Por lo contrario, 1991 se presenta como un año difícil, lleno de incógnitas y de peligros, sobre un
fondo de turbulencia y de confusión” (U. STILLE, Il disordine mondiale, in “Corriere della Sera”, 2 de
enero de 1991). Entre la nueva literatura sobre el tema, cfr. PIERRE LELLOUCHE, Le nouveau monde. De
l’ordre de Yalta au désordre des nations, Grasset, París, 1992; GIANNI STATERA - ROBERTO GRITTI, Il
nuovo disordine mondiale, Franco Angeli, Milán, 1994; ALBERTO CAVALLARI, L’Atlante del disordine.
La crisi geopolitica di fine secolo, Garzanti, Milán, 1994. “El examen más superficial de la realidad
—escribía en 1992 Plinio Corrêa de Oliveira— pone en evidencia que la palabra «caos» se volvió
una palabra de moda” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Os dedos do caos e os dedos de Deus, in “Cato-
licismo”, Nº 499, julio de 1992).

265
El Cruzado del Siglo XX

La “crisis” descrita con cuarenta años de antecedencia por Plinio Corrêa


de Oliveira en Revolución y Contra-Revolución, parece estar llegando a su
maduración final. Nunca en la Historia la humanidad pareció estar tan dis-
tante del modelo ideal de la Civilización Cristiana señalado por el Magiste-
rio Pontificio.
El siglo que se cierra, afirmó Juan Pablo II al comienzo de su Pontificado,
“ha sido hasta ahora un siglo de grandes calamidades para el hombre, de
grandes devastaciones no sólo materiales, sino también morales; más aún,
quizá sobre todo morales” 2. En su Encíclica Evangelium Vitae, el Papa ha
reafirmado esta evaluación sobre nuestro tiempo: “El siglo XX será conside-
rado una época de ataques masivos contra la vida, una serie interminable de
guerras y una destrucción permanente de vidas humanas inocentes” 3. Este
juicio es precisamente lo inverso de aquel otro lleno de optimismo, que ha-
bía saludado la aurora del siglo al ritmo del ballet Excelsior. El Siglo XX no
será recordado como la era triunfal del progreso, sino como la época de los
sacrificios humanos en masa y de la barbarie tecnológica. La mundialización
de las guerras, el nacimiento del universo de los campos de concentración, el
aborto en escala planetaria, son expresiones diversas pero coincidentes del
gran holocausto que este siglo ofrendó al mito de la Modernidad 4.
Al “sueño de construcción” de un nuevo mundo, que hoy entra en ocaso,
le sucede un “sueño de destrucción” que embiste contra el edificio de la
modernidad, para abatirlo desde sus cimientos 5. Fracasado el seudo “orden
nuevo” propugnado por los totalitarismos, el mundo se precipita en un “nue-
vo desorden mundial”, en el cual pareciera encontrar su consumación defi-
nitiva la marcha autodestructora de la Revolución. “Caos y postmodernidad
son conceptos que van aproximándose cada vez más, hasta el punto de ten-
der a fundirse” 6.

2
JUAN PABLO II, Encíclica Redemptor Hominis del 4 de marzo de 1979, Nº 17.
3
JUAN PABLO II, Encíclica Evangelium Vitae del 25 de marzo de 1995, Nº 17. Este juicio reitera el ya
pronunciado por el Pontífice el 14 de agosto de 1993 en Denver, por ocasión de la VIII Jornada
Mundial de la Juventud (AAS, vol. 86, 1994, p. 419).
4
Los primeros en demoler este mito son hoy sus propios autores. Cfr. por ejemplo el libro del cono-
cido historiador marxista inglés ERIC HOBSBAWM, The Age of the Extremes. The Short Twentieth Century.
1914-1991, Penguin, Londres, 1994.
5
R. DE MATTEI, 1900-2000. Due sogni si sucedono, cit., pp. 11-28. Sobre la nueva “teoría del caos”,
cfr. también JEAN-LUC MÉLENCHON, À la conquête du chaos, Denoël, París, 1991; JAMES GLEICK, Chaos,
Heinemann, Londres, 1989.
6
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Os dedos do caos e os dedos de Deus, cit.

266
Rumbo al Reino de María

Las grandes filosofías de la historia nacidas con la Revolución Francesa


—la hegeliana, la positivista, la marxista— se revelan incapaces de com-
prender el sentido de los acontecimientos y de prever su dirección. La crisis
de la idea de progreso desenmascara la impostura de una filosofía profana
de la historia, opuesta a la filosofía cristiana. Y paralelamente, la Teología
cristiana de la Historia, que es la base del pensamiento contra-revoluciona-
rio, reaparece hoy en toda su vigencia y actualidad.

2. La teología de la historia de Plinio Corrêa de Oliveira

Si es verdad, como afirmara el entonces Cardenal Ratzinger, que “una


teología y una filosofía de la historia nacen sobre todo en los períodos de
crisis de la historia del hombre” 7, se puede comprender cómo la constante
reflexión de Plinio Corrêa de Oliveira sobre su propia época es proporcional
a la amplitud y a la profundidad de la crisis contemporánea.
Esta reflexión, como toda teología de la historia cristiana, se configura
según dos dimensiones históricas: una natural, fundada sobre la libertad del
hombre; la otra sobrenatural, basada en la intervención de la Providencia en
los acontecimientos humanos. “Desde el punto de vista católico, en efecto
—observa Donoso Cortés—, no hay sino una causa general de todos los
hechos humanos, y esta es la Providencia divina” 8.
Para el Cristianismo, la Historia no es sólo magistra vitae sino también
historia Salutis, historia sacra, universal, que abarca el acontecer de todo el
género humano 9. Ella es “sacra”, porque tiene como autor al propio Dios y
como centro a Jesucristo y a su Cuerpo Místico, la Santa Iglesia Católica, en
un curso de acontecimientos que se inicia con la Creación y termina con el
Juicio, al fin de los tiempos.
La primera gran teología de la historia, como afirmó León XIII, fue la
agustiniana: “Primero entre todos, el gran doctor de la Iglesia, Agustín, ideó

7
Card. J. RATZINGER, San Bonaventura. La teologia della storia, tr. it. Nardini, Florencia, 1991, p. 23.
8
J. DONOSO CORTÉS, Estudios sobre la Historia, in Obras, cit., vol. II, p. 234. “Prorsus divina
Providentia regna —escribió San Agustín— constituuntur humana” – “Sin duda los reinos humanos
son establecidos por la divina Providencia” (SAN AGUSTÍN, De Civitate Dei, Libro V, cap. I, Nº 1).
9
Sobre la teología de la Historia cristiana, permanece siempre válido el gran panorama trazado por
Mons. JACQUES-BÉNIGNE BOSSUET, Discours sur l’histoire universelle, Flammarion, París, 1966 (1681);
Cfr. también C. FABRO C.P.S., La storiografia nel pensiero cristiano, in GAF, vol. V, 1954, pp. 311-
340; R. T. CALMEL O.P., Théologie de l’histoire, Dominique Martin Morin, París, 1984 (1966).

267
El Cruzado del Siglo XX

y perfeccionó la filosofía de la historia. Todos los que vinieron después de


él, dignos de ser recordados en este ramo de estudios, tomaron por autor y
maestro al mismo Agustín” 10. En esta perspectiva, la historia de la Humani-
dad se configura como la lucha entre la Ciudad de Satanás y la Ciudad de
Dios, descrita en De Civitate Dei: “Dos amores generaron dos ciudades: la
terrena, el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios; la celestial, el amor
de Dios hasta el desprecio de sí mismo” 11. El amor de Dios y el amor de sí,
son, también para Plinio Corrêa de Oliveira, los polos que ofrecen la llave
decisiva de interpretación de los acontecimientos históricos.
“En otros términos, o el mundo se convierte y reproduce fielmente la visión
agustiniana de la «ciudad de Dios», en la cual cada pueblo lleva el amor a
Dios al punto de renunciar a todo lo que sea lesivo a los otros pueblos; o por
el contrario, el mundo será como aquella ciudad del demonio en la cual to-
dos llevan el amor de sí mismos hasta el punto de olvidarse de Dios” 12.
Pero la teología de la historia de Plinio Corrêa de Oliveira, antes de tener
su punto de referencia en la visión agustiniana de las dos ciudades, fue vivi-
da concretamente en la práctica de la meditación ignaciana de las “dos ban-
deras”, “una de Cristo, sumo Capitán y Señor nuestro, la otra de Lucifer,
mortal enemigo de nuestra naturaleza humana” 13. “Fue con razón —escri-
bió el Dr. Plinio— que San Ignacio esperaba grandes frutos de su medita-
ción de los dos estandartes. El panorama del mundo, cristalinamente claro
como era, tenía el valor de una página apologética” 14.
Esta visión teológica nace, y sobre todo puede ser aproximada de la obra,
no menos profunda, de un gran santo del siglo XVIII: San Luis María Grignion
de Montfort, autor del célebre Tratado de la Verdadera Devoción a la San-
tísima Virgen 15.

10
LEÓN XIII, Carta Saepenumero considerantes, del 18 de agosto de 1883.
11
SAN AGUSTÍN, De Civitate Dei, libro XIV, cap. 28. Sobre la concepción agustiniana de las “dos
ciudades”, cfr. Mons. ANTONIO ROMEO, L’antitesi delle due Città spirituali de sant’Agostino, in Sanctus
Augustinus Vitae Spiritualis Magister, Analecta Augustiniana, Roma, 1959, vol. I, pp. 113-146; MICHELE
F. SCIACCA, Interpretazione del concetto de storia in S. Agostino, Ed. Agostiniane, Tolentino, 1960.
12
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Um remédio que agravará o mal, in “O Legionário”, Nº 491, 8 de
febrero de 1942.
13
SAN IGNACIO DE LOYOLA, Ejercicios espirituales, Nºs. 136-138.
14
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, 3º Acto?, in “O Legionário”, Nº 419, 22 de setiembre de 1940.
15
S. LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT, Traité de la vraie dévotion à la Sainte Vierge (1712), in
Oeuvres complètes, Seuil, París, 1966, pp. 481-671. Esta obra, compuesta en 1712, permaneció ma-
nuscrita y, como previera su mismo autor, sepultada “en el silencio de un cofre” por más de un siglo.

268
Rumbo al Reino de María

Comentando, en el Tratado, las palabras del Génesis: “Pondré enemista-


des entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya; Ella te aplastará la
cabeza, y tú pondrás acechanzas a su talón”, San Luis María de Montfort
enseña: “Dios ha hecho y preparado una sola e irreconciliable enemistad,
que durará y se intensificará hasta el fin: y es entre María, su digna Madre, y
el diablo; entre los hijos y servidores de la Santísima Virgen y los hijos y
secuaces de Lucifer” 16.
Para Plinio Corrêa de Oliveira, como para San Luis María de Montfort, la
antítesis entre estas dos familias espirituales está destinada a dividir impla-
cablemente a la humanidad, hasta el término de la historia. Tal guerra no es
sino la prolongación histórica de la oposición entre la Virgen y la serpiente,
entre la progenie espiritual de María y la progenie espiritual del demonio.
“La supresión de esta lucha por una reconciliación ecuménica entre
la Virgen y la serpiente, entre la raza de la Virgen y la raza de la ser-
piente —comenta Plinio Corrêa de Oliveira— conduce al regreso (o más
bien al retroceso) a la orgullosa Torre de Babel, que de todos los modos
el neopaganismo intenta hoy reedificar” 17.
Para San Luis de Montfort, como para San Ignacio y San Agustín, se trata
de un dualismo no ontológico sino moral, según el cual la Historia no puede
ser explicada sin la acción del mal, que, con “infernal estrategia, emplea
todos los medios y empeña todas las fuerzas para destruir la fe, la moral, el
Reino de Dios” 18. Como explica San Agustín, en efecto, Dios “juzgó que
hay más potencia y más perfección en sacar el bien del mal, que en el impe-
dir al mal que exista” 19.
Con este panorama como telón de fondo, Plinio Corrêa de Oliveira así
resume el cuadro de nuestros días: “Estamos en los lances supremos de una
lucha, que llamaríamos de muerte si uno de los contendores no fuese inmor-
tal, entre la Iglesia y la Revolución” 20.

Encontrada casualmente en 1842, tuvo una fulgurante difusión, con más de 300 ediciones en una
treintena de lenguas.
16
S. LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT, Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen,
Centro de Espiritualidad Montfortiana, Lima, Perú, 1997, p. 43.
17
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Volta à torre de Babel?, in “Folha de S. Paulo”, 12 de agosto de 1980.
18
PÍO XII, Radiomensaje Bendito seja o Senhor, del 13 de mayo de 1946, in DR, vol. VIII, p. 89.
19
SAN AGUSTÍN, De Civitate Dei, libro XXII, cap. I, Nº 2.
20
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 171.

269
El Cruzado del Siglo XX

3. San Luis María Grignion de Montfort y el Tratado


de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen

San Luis María Grignon de Montfort nació en Bretaña el 31 de enero de


1673 y murió en Saint-Laurent-sur-Sèvre, en la Vandea, extenuado por las
fatigas del apostolado, el 28 de abril de 1716 21. Su vida, como ha sido obser-
vado 22, se encaja casi exactamente dentro de los límites cronológicos (1680-
1715) del período tratado por Paul Hazard en su obra —considerada hoy a
justo título clásica— sobre la crisis de la conciencia europea 23. San Luis de
Montfort fue beatificado por León XIII el 22 de enero de 1888 y proclamado
santo por Pío XII el 20 de julio de 1947. Él fue, afirmó Pío XII, “el apóstol
por excelencia del Poitou, de la Bretaña y de la Vandea” 24; los vandeanos
que se alzaron en armas contra la impiedad revolucionaria eran los descen-
dientes de los campesinos que el gran Santo, con sus misiones populares,
había preservado de los gérmenes de la Revolución, a tal punto que, como
afirma el mismo Pontífice, se ha podido escribir sin exagerar “que la Vandea
de 1793 había sido la obra de sus manos” 25.
“El gran medio de todo su ministerio apostólico, su gran secreto para atraer
las almas y darlas a Jesús, es la devoción a María” 26. Nuestra Señora, en
cuanto Medianera entre Jesucristo y los hombres, fue el objeto de la ardiente

21
Entre las numerosas biografías de San Luis María Grignion de Montfort, las más antiguas continúan
siendo las mejores. Cfr. en particular la de P.-J. PICOT DE CLORIVIÈRE, La vie de M. Louis-Marie Grignion
de Montfort, París-St. Malo-Rennes, 1785. Las obras principales del Santo son: El Amor de la Sabidu-
ría Eterna (1703-1704), las Cartas (1694-1716), los Cánticos (1700-1716), el Tratado de la Verda-
dera Devoción a la Santísima Virgen María y El Secreto de María (1712), El Secreto Admirable del
Santísimo Rosario (1712), la Súplica Ardiente para obtener Misioneros (1713), la Carta Circular a
los Amigos de la Cruz (1714), las Reglas de las Hijas de la Sabiduría. Consideran a Montfort como su
fundador o inspirador las Hijas de la Sabiduría, los Misioneros de la Compañía de María, los Herma-
nos de la Instrucción Cristiana de San Gabriel. El 8 de junio de 1981 los Superiores generales de estas
familias religiosas dirigieron un llamado a Juan Pablo II a fin de que San Luis Grignion sea declarado
Doctor de la Iglesia, “en consideración por su gran santidad, por la eminencia de su doctrina y por la
notable influencia que sigue ejerciendo en la Iglesia universal” (Carta personal al Santo Padre).
22
MARCO TANGHERONI, Introduzione a S. Luigi Maria Grignion di Montfort, Il segretto ammirabile del
Santo Rosario, tr. it. Ed. Cantagalli, Siena, 1975, pp. 7-8.
23
P. HAZARD, La crise de la conscience européene, cit.
24
PÍO XII, Homilía para la canonización de San Luis María Grignion de Montfort, 21 de julio de 1947,
in DR, vol. IX, pp. 177-183.
25
Ibid., p. 178.
26
Ibid., p. 182.

270
Rumbo al Reino de María

meditación de San Luis de Montfort. En torno a la Mediación universal de


María el Santo francés, según Plinio Corrêa de Oliveira, “construyó toda
una mariología que es el mayor monumento de todos los siglos a la Virgen
Madre de Dios” 27.
El encuentro entre Plinio Corrêa de Oliveira y San Luis María de Montfort
fue en cierto sentido inevitable. En efecto, la devoción a Nuestra Señora
representó un fundamento de la espiritualidad del Dr. Plinio, que desde niño
la aprendió a través del ejemplo de su madre, y comenzó a admirar sobre
todo un aspecto, el de la maternidad divina 28. La Santísima Virgen —escri-
bía el pensador brasileño— representa “la quintaesencia inefable, la sínte-
sis amplísima de todas las madres que han existido, que existen y que exis-
tirán. De todas las virtudes maternas que la inteligencia y el corazón del
hombre puedan conocer. Más aún, de aquellos grados de virtud que sólo los
Santos saben descubrir, y a los cuales sólo ellos saben aproximarse, volan-
do con las alas de la gracia y del heroísmo. Es la madre de todos los hijos y
de todas las madres. Es la madre de todos los hombres. Es la madre del
Hombre. Sí, del Hombre-Dios, del Dios que se ha hecho Hombre en el seno
virginal de esta Madre, para rescatar a todos los hombres. Es una Madre
que se define con una palabra: el mar, que a su vez da origen a un nombre.
Nombre que es un cielo: es María” 29.
Plinio Corrêa de Oliveira, que fue congregado mariano y terciario carme-
lita, durante toda su vida conoció, practicó y propagó las principales devo-
ciones a Nuestra Señora: rezaba cotidianamente el Santo Rosario, el Ange-
lus, el Pequeño Oficio de la Inmaculada Concepción; usó el Escapulario del
Carmen y llevó siempre consigo la Medalla Milagrosa revelada a Santa Ca-
talina Labouré; pero entre todas las devociones, consideró más perfecta la
consagración monfortiana, conocida como “esclavitud de amor” a la Santí-
sima Virgen.
Afirma el P. Antonio Royo Marín que ninguna devoción mariana puede
compararse a la que propone San Luis María en el Tratado de la Verdadera
Devoción a la Santísima Virgen 30. Es el libro por excelencia, que encierra
27
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Prólogo a la 1ª edición argentina de Revolución y Contra-Revolución,
Ed. Tradición, Familia, Propiedad, Buenos Aires, 1970, p. 16.
28
Sobre la maternidad divina de María, solemnemente proclamada en Éfeso en el año 431, cfr. J.
COLLANTES S.J., La fede nella Chiesa cattolica, cit., pp. 298-301.
29
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O serviço, uma alegria, in “Folha de S. Paulo”, 13 de setiembre de 1980.
30
ANTONIO ROYO MARÍN O.P., La Virgen María, BAC, Madrid, 1968, p. 367.

271
El Cruzado del Siglo XX

una “sublime doctrina” 31. “Este pequeño tratado —escribe a su vez el P.


Garrigou-Lagrange— es un tesoro para la Iglesia, junto con el resumen que
el Bienaventurado hizo para una religiosa con el título «El Secreto de Ma-
ría»” 32. “Se puede decir —según el P. de Finance— que con él, la idea de
Consagración ha alcanzado su perfecta expresión” 33.
Entre los innumerables testimonios al respecto, es significativo el del pro-
pio Juan Pablo II, que ha descrito así el papel del Tratado en su formación
espiritual:
“La lectura de aquel libro ha marcado en mi vida una giro decisivo. He
dicho un giro, si bien se trata de un largo camino interior que coincidió con
mi preparación clandestina para el sacerdocio. Fue justamente entonces que
me llegó a las manos este singular tratado, uno de esos libros que no basta
«haber leído». Recuerdo haberlo llevado conmigo por mucho tiempo, hasta
en la fábrica de soda cáustica, tanto que su linda tapa estaba manchada de
cal. Releía continuamente y uno tras otro, ciertos pasajes. Pronto me di cuenta
que, más allá de la forma barroca del libro, se trataba de algo fundamental.
De ahí resultó que la devoción de mi infancia y también de mi adolescencia
hacia la Madre de Cristo fue sustituida por una nueva actitud, una devoción
venida de lo más profundo de mi fe, como desde el mismo corazón de la
realidad trinitaria y cristológica” 34.
Plinio Corrêa de Oliveira “descubrió” el Tratado y se consagró a Nuestra
Señora a los veintidós años, después de haber hecho una novena a Santa
Teresita del Niño Jesús para pedir un progreso en la vida espiritual. Su vida
y su obra pueden ser consideradas como una meditación continua sobre la
obra de San Luis María Grignión de Montfort.
“Si hay una obra en la cual se percibe aquella «luz intelectual plena de
amor» de la cual habla Dante, es la de Grignion de Montfort” 35.

31
Ibid., p. 393.
32
R. GARRIGOU-LAGRANGE O.P., Vita Spirituale, Città Nova, Roma, 1965, p. 254.
33
JOSEPH DE FINANCE, S.J., Consécration, in DSp, vol. II, 2 (1953), col. 1583 (cols. 1576-1583); cfr. también
JEAN WEEGER - ANDRÉ DERVILLE, Esclave (spiritualité de l’), in DSp, vol. IV, 1 (1960), cols. 1067-1080; H.
M. GEBHARD, La dévotion du Saint Esclavage du point de vue dogmatique, J. Poncet, Lyon, 1967.
34
Juan Pablo II, N’ayez pas peur!, conversación con ANDRÉ FROSSARD, Ed. Robert Laffont, París,
1982, pp. 184-185. El P. ERNESTO MURA, in Il corpo mistico di Cristo (Ed. Paulinas, Alba, 1949, vol.
II, pp. 131-133, 167-173) recuerda la influencia del Tratado sobre San Pío X y sobre su Encíclica Ad
diem illum, del 2 de febrero de 1904.
35
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Grignion de Montfort, in “O Legionário”, Nº 376, 26 de noviembre de
1939.

272
Rumbo al Reino de María

“Pienso no equivocarme afirmando que, en esencia, el «Tratado» no es


sino la exposición de dos grandes verdades enseñadas por la Iglesia, de las
cuales él saca todas las consecuencias necesarias, y a cuya luz examina
toda la vida espiritual. Estas dos verdades son la maternidad espiritual de
Nuestra Señora con relación al género humano y la mediación universal de
María Santísima” 36.
Fue del Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen que
nació Revolución y Contra-Revolución, del cual el mismo autor ha enuncia-
do los principales puntos de enlace con la obra maestra montfortiana 37.
En vísperas de la canonización de San Luis de Montfort, cuando la com-
bustión nuclear había consumido Nagasaki e Hiroshima, Plinio Corrêa de
Oliveira realzaba el nexo profundo de este episodio con la difusión de la
“Verdadera Devoción” en el mundo:
“Hace dos siglos que la bomba atómica del Catolicismo está lista. Cuan-
do ella explote de hecho, se comprenderá en toda su plenitud la frase de la
Escritura: Non est qui se abscondat a calore eius (No hay quien se esconda
a su calor). Esta bomba tiene un nombre muy dulce. Se llama «Tratado de la
Verdadera Devoción a la Santísima Virgen». Un librito de poco más de cien
páginas. En él cada palabra, cada letra es un tesoro. Este es el libro de los
tiempos nuevos que han de venir. (...) Y, lo repetimos, es esta la «Verdadera
Devoción», la bomba atómica que, no para matar sino para resucitar, Dios
puso en las manos de la Iglesia en previsión de las amarguras de nuestro
siglo” 38.
El pensador brasileño siempre resaltó el carácter profético de San Luis
María Grignion de Montfort y su actualidad de su doctrina en el siglo XX:
“Si alguien me pidiese que le indique un apóstol-modelo para nuestros
tiempos, respondería sin vacilación, citando el nombre de un misionero...
¡fallecido hace precisamente 239 años!” 39.
36
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Grignion de Montfort, in “O Legionário”, Nº 378, 10 de diciembre de
1939.
37
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Grignion de Montfort, artículos cits.; ID., Pro Maria fiant maxima, in
“O Legionário” Nº 379, 17 de diciembre de 1939; ID., Prólogo a la edición argentina de Revolución y
Contra-Revolución, Ediciones Tradición, Familia, Propiedad, Buenos Aires, junio de 1970.
38
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Grignion de Montfort, in “O Legionário”, Nº 689, 21 de octubre de
1945.
39
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Doutor, Profeta e Apóstolo na crise contemporânea, in “Catolicismo”,
Nº 53, mayo de 1955. Cfr. también ID., O Reino de Maria, realização do mundo melhor, in “Catolicis-
mo”, Nº 55, julio de 1955; ID., Exsurge Domine! Quare obdormis?, in “Catolicismo”, Nº 56, agosto

273
El Cruzado del Siglo XX

San Luis María —agrega— es actual, como actualísimo sería hoy el pro-
feta Elías, en el sentido de ser el hombre más adaptado y adecuado para
nuestros tiempos.
“Adaptado, en el sentido de ser «apto» para hacerle bien. Adecuado,
también, en el sentido de disponer de los medios adecuados para corregir-
lo. Y, por lo tanto, modernísimo. Pues ser moderno, en efecto, no es necesa-
riamente parecerse con los tiempos, y muchas veces hasta es precisamente
lo contrario. Pero, para un apóstol, ser moderno significa estar en condi-
ciones de hacer el bien en el siglo en que se vive...” 40.

4. La devoción mariana y el apostolado contra-revolucionario

“La lucha entre la Revolución y la Contra-Revolución —escribe Plinio


Corrêa de Oliveira— es una lucha que, en su esencia, es religiosa” 41. Y
siéndolo, no puede prescindir de la gracia, de la cual depende toda auténtica
regeneración moral.
“La gracia depende de Dios; sin embargo Dios, con un acto libre de su
voluntad, ha querido hacer depender de Nuestra Señora la distribución de
las gracias. María es la Medianera Universal, es el canal a través del
cual pasan todas las gracias. Por eso su ayuda es indispensable para que
no haya Revolución o para que ésta sea vencida por la Contra-Revolu-
ción. (...) Por lo tanto, la devoción a Nuestra Señora es condición sine qua
non para que la Revolución sea aplastada, para que venza la Contra-
Revolución” 42.
Pero la contribución de Nuestra Señora en el apostolado contra-revolu-
cionario va más lejos. En efecto, es necesario no olvidar la parte del demo-
nio en la explosión y en los progresos de la Revolución. “Como es lógico
pensar, una explosión de pasiones desordenadas tan profunda y tan general
como la que originó la Revolución, no habría ocurrido sin una acción

de 1955 y el artículo de CUNHA ALVARENGA (JOSÉ DE AZEREDO SANTOS), Servo de Maria, Amigo da
Cruz e apóstolo da Contra-Revolução, in “Catolicismo”, Nº 64, abril de 1956.
40
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Doutor, Profeta e Apóstolo na crise contemporânea, cit.
41
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Prólogo a la edición argentina de Revolución y Contra-Revolución, cit.,
p. 22-23.
42
Ibid., p. 24. La Mediación Universal de María, aún no definida oficialmente como dogma, fue reitera-
da en las Encíclicas Octobri Mense, de León XIII (1891), Ad diem illum de San Pío X (1904), y Mystici
Corporis de Pío XII (1943). Cfr. C. COLLANTES S.J., La Fede nella Chiesa cattolica, cit., pp. 327-332.

274
Rumbo al Reino de María

preternatural” 43. Pero también este factor propulsor de la Revolución de-


pende de la voluntad y del poder de Nuestra Señora, a quien Dios reservó el
privilegio de aplastar la cabeza del demonio.
La constatación de este poder soberano de la Virgen introduce la idea de
la Realeza de María. Realeza en la cual no debe verse un título puramente
decorativo, como recuerda Plinio Corrêa de Oliveira, sino “un auténtico
poder de gobierno personal” 44.
“Puede decirse que la fe de los católicos en la Realeza de María —escribe
un conocido mariólogo— es tan antigua cuanto es antigua la Iglesia Católi-
ca” 45. Esta verdad de fe ha sido admirablemente sintetizada en la Encíclica
Ad coeli Reginam de Pío XII 46, promulgada en ocasión de la institución de
la fiesta litúrgica de Nuestra Señora Reina, al clausurarse el Año Mariano de
1954. “Jesús es Rey de los siglos eternos por naturaleza y por conquista; por
Él, con Él, en sumisión a Él, María es Reina por gracia, por parentesco divi-
no, por conquista, por singular elección. Y su reino es tan vasto como el de
su Divino Hijo, pues nada se sustrae a su dominio” 47. Nuestro Señor —es-
cribe a su vez Plinio Corrêa de Oliveira— ha querido hacer de Nuestra Se-
ñora “un instrumento regio de su amor” 48, entronizándola como Reina del
universo para que Ella lo gobierne y, sobre todo, para que gobierne al pobre
género humano, decaído y pecador. “Hay, pues, un régimen verdaderamen-
te marial en el gobierno del universo. Y así se ve cómo Nuestra Señora,

43
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Prólogo a la edición argentina de Revolución y Contra-Revolución, cit.,
p. 26-27.
44
Ibid., p. 28.
45
P. G. M. ROSCHINI O.S.M., Maria Santissima nella storia della salvezza, Tipografia Editrice Pisani,
Isola del Liri, 1969, vol. II, p. 486. Según otro conocido mariólogo, “el imperio de María se extiende,
aún cuando sea en el orden subordinado, tanto cuanto se extiende el reino del propio Cristo, de quien
San Pablo dice que delante de él deben doblar la rodilla por reverencia todas las criaturas: las que se
encuentran en el Cielo, las que se encuentran en los abismos, y las que se encuentran sobre la tierra
(Filip. 2, 10). Así es con respecto a María: por ser Reina del mundo, ella es Reina del Cielo, de la
tierra, del purgatorio, y además de eso hace sentir su poder real sobre los condenados en el infierno”
(DON EMILIO CAMPANA, Maria nel dogma cattolico, Marietti, Turín, 1936, p. 937). Sobre la Realeza de
María cfr. THÉODORE KOHLER, Royauté de Marie, in DSp, vol. XIII (1988), cols. 1098-1103; P. G. M.
ROSCHINI O.S.M., Maria Santissima, cit., vol. II, pp. 345-516; TOMASSO M. BARTOLOMEI O.S.M.,
Giustificazione dei titoli o fundamenti dommatici della Regalità di Maria, in “Ephemerides
Mariologicae”, vol. XV (1965), pp. 49-82.
46
PÍO XII, Encíclica Ad coeli Reginam del 11 de octubre de 1954, in AAS, vol. 46, 1954, pp. 625-640.
47
PÍO XII, Radiomensaje Bendito seja o Senhor, cit., pp. 87-88.
48
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Prólogo a la edición argentina de Revolución y Contra-Revolución,
cit., p. 29.

275
El Cruzado del Siglo XX

aunque sumamente unida a Dios y dependiente de Él, ejerce su acción a lo


largo de la Historia” 49.
“Nuestra Señora es infinitamente inferior a Dios, es evidente; pero Él
quiso darle ese papel por un acto de liberalidad. Es Nuestra Señora quien,
distribuyendo ora más abundantemente la gracia, ora menos, frenando ora
más ora menos la acción del demonio, ejerce su realeza sobre el curso de
los acontecimientos terrenos. En ese sentido, depende de Ella la duración
de la Revolución y la victoria de la Contra-Revolución” 50.

5. El Reino de María en la perspectiva montfortiana

“Por medio de la Santísima Virgen vino Jesucristo al mundo y por medio


de Ella debe también reinar en el mundo” 51. Las palabras que abren el Tra-
tado constituyen un admirable resumen del mismo. Ellas despejan de inme-
diato el campo de cualquier equívoco, definiendo perfectamente la distin-
ción de naturaleza y de misión entre María Santísima y Jesucristo: María es
el medio, Jesucristo es el único fin. El autor establece, además, una relación
entre dos acontecimientos diversos pero estrechamente conexos: el primero,
constituido por la Encarnación del Verbo y por su Natividad; el segundo,
envuelto en misterio, porque aún no ha ocurrido, es la plenitud del Reino de
Jesús en el mundo. Un reino en la historia que, como aparecerá claramente
del desarrollo del Tratado, no debe entenderse como la Parusía, sino como
el triunfo de su Cuerpo Místico, la Iglesia, gracias a los prodigios nueva-
mente realizados, después de la Encarnación, por la unión entre el Espíritu
Santo y la Virgen María 52. Este Reino es definido por San Luis Grignion
como el Reino de María.
“El reino especial de Dios Padre duró hasta el diluvio y terminó por un
diluvio de agua; el reino de Jesucristo terminó por un diluvio de sangre; pero

49
Ibid.
50
Ibid.
51
S. LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT, Tratado de la Veradera Devoción..., cit., Nº 1.
52
“La unión entre la Inmaculada y el Espíritu Santo es tan inefable y perfecta —escribe san Maximilano
María Kolbe— que el Espíritu Santo actúa únicamente a través de la Inmaculada. En consecuencia,
Ella es la Medianera de todas las gracias del Espíritu Santo” (carta a Fray Salesio Micolajczyk, del 28
de julio de 1935). El Santo polaco llega a declarar que la Inmaculada es de cierta forma la encarnación
del Espíritu Santo (cfr. H. M. MANTEAU-BONAMY O.P., Lo Spirito Santo e l’Immacolata, tr. it., LEMI,
Roma, 1977, p. 61).

276
Rumbo al Reino de María

vuestro reino, Espíritu del Padre y del Hijo, continúa actualmente y se ter-
minará por un diluvio de fuego, de amor y de justicia” 53.
San Luis María es un profeta que anuncia el advenimiento del Reino de
María, pidiendo al Señor un diluvio de fuego del puro amor que purificará la
humanidad y será encendido “de modo tan dulce y vehemente que todas las
naciones, los turcos, los idólatras, los mismos judíos se abrasarán en él y se
convertirán” 54.
¿Cuándo vendrá este tiempo feliz “en que la divina María sea reconocida
Señora y Soberana en los corazones, para someterlos plenamente al imperio
de su grande y único Jesús? (...) Este tiempo —escribe Montfort— no llega-
rá más que cuando se conozca y practique la devoción que yo enseño: «Ut
adveniat regnum tuum, adveniat regnum Mariae»: Venga a nosotros el rei-
nado de María para que venga, Señor, tu reinado” 55.
San Luis María afirma que el Reino de María será una época de floreci-
miento de la Iglesia nunca antes conocido en la historia. Llega a afirmar que,
para instaurar esta época, “el Altísimo con su Santísima Madre han de for-
mar grandes santos que superarán en santidad a la mayoría de los otros san-
tos, cuanto los cedros del Líbano exceden a los arbustos” 56.
El modo en que se realizará esta unión especial de María con las almas de
sus apóstoles será la práctica de la “verdadera devoción”, cuyo secreto San
Luis María revela y profundiza en el Tratado. La realeza de Nuestra Señora,
explica, se deberá realizar en primer lugar en el interior de las almas; de allí se
reflejará en la vida religiosa y civil de los pueblos considerados como un todo.
“El Reino de María —concluye Plinio Corrêa de Oliveira— será, pues,
una época en que la unión de las almas con Nuestra Señora alcanzará una
intensidad sin precedentes en la Historia (excepción hecha, claro está, de
casos individuales). ¿Cuál es la forma de esta unión en cierto sentido

53
S. LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT, Súplica Ardiente para obtener Misioneros, Nº 16.
54
Ibid., Nº 17.
55
S. LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT, Tratado de la Verdadera Devoción, cit., Nº 217.
56
Ibid., Nº 47. Sobre los “Apóstoles de los últimos tiempos”, cfr. A. LHOUNEAU, La Vierge Marie et les
apôtres des derniers temps d’après le B. Louis-Marie de Montfort, Mame, Tours, 1919; H. FREHEN,
Le second avènement de Jésus-Christ et la «méthode» de saint Louis-Marie de Montfort, in
“Documentation Montfortaine”, vol. 7 (1962), Nº 3; STEFANO DE FIORES S.M.M., La «missione» nell
itinerario spirituale e apostolico de S. Luigi Maria di Montfort, in AA. VV., La missione monfortiana
ieri ed oggi, Actas del 2do. Congreso intermonfortiano (1984), Centro Intermonfortiano di
Documentazione, Roma, 1985.

277
El Cruzado del Siglo XX

suprema? No conozco medio más perfecto para enunciar y realizar esta


unión que la sagrada esclavitud a Nuestra Señora, tal como es enseñada
por San Luis María Grignion de Montfort en el «Tratado de la Verdadera
Devoción»” 57.

6. Servitudo ex caritate: obedecer para ser libre

La consagración a María, bajo varias formas, es considerada parte esencial


del carisma de los monfortianos como también de los marianistas, los clare-
tianos y de varios otros institutos religiosos 58. Es practicada, además, en
muchas asociaciones, como la “Legión de María”, la “Milicia de la Inmacu-
lada”, el “Apostolado Mundial de Fátima”, la asociación “María Reina de los
Corazones” y en las propias Congregaciones Marianas. “Con la elección al
Pontificado de Juan Pablo II y sus repetidos actos de consagración de varias
iglesias particulares y naciones, de la Iglesia universal y del mundo entero
(1981, 1982, 1984) —observa el padre monfortiano Stefano De Fiores— la
consagración-entrega a María se vuelve tema teológico sin fronteras” 59.
Pese a estar incluida desde siempre en la tradición de la Iglesia, la consa-
gración a María ha sufrido sin embargo incomprensiones de varios géneros.
En la oposición a esta consagración confluyen dos tipos de críticas: la pri-
mera se refiere a su propio objeto, la Santísima Virgen, a la que prestaría un
culto indebido de “latría” 60; la segunda crítica concierne al modo de hacer la
consagración, que en la perspectiva montfortiana es concebida como “escla-
vitud” a Nuestra Señora.
El primer punto es refutado con claridad por el mismo San Luis María de
Montfort: si todas las devociones deben tender a Cristo como al fin y centro

57
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Prólogo a la edición argentina de Revolución y Contra-Revolución, cit.,
p. 33.
58
Sobre la relación entre la consagración a la Ssma. Virgen de San Luis María Grignion de Montfort
y la de San Maximiliano Kolbe, cfr. P. ANTONIO DI MONDA O.F.M. Conv., La consacrazione a Maria,
Milizia dell’Immacolata, Nápoles, 1968.
59
STEFANO DE FIORES S.M.M., Maria nella teologia contemporanea, Centro “Madre della Chiesa”,
Roma, 1987, p. 314-315. Cfr. también A. RIVERA, Boletín Bibliográfico de la consagración a la
Virgen, in “Ephemerides Mariologicae”, vol. 34, 1984, pp. 125-133.
60
“Una consagración propiamente dicha —objeta, por ejemplo, el teólogo progresista Juan Alfaro—
no se hace sino a una Persona divina, porque la consagración es un acto de latría, cuyo término final
sólo puede ser Dios” (J. ALFARO, Il cristocentrismo della consacrazione a Maria nella congregazione
mariana, Stella Matutina, Roma, 1962, p. 21),

278
Rumbo al Reino de María

de todo, ya que “de lo contrario tendríamos una devoción falsa y engaño-


sa” 61, es evidente, explica él, que también la consagración a María no puede
tener otro fin sino Cristo. “Por tanto —dice Montfort— si establecemos la
sólida devoción a la Santísima Virgen, es sólo para establecer más perfecta-
mente la de Jesucristo” 62. No se trata, en consecuencia, de culto de “latría”,
sino del legítimo culto de “hiperdulía”. “La teología, en efecto, nos dice que
debemos tener por María no sólo un culto de dulía, como el que es debido a
los santos, sino un culto de hiperdulía, que viene inmediatamente antes del
culto de latría, reservado a Dios y a la divina Humanidad del Salvador” 63.
Pero es sobre todo el segundo punto, relativo a la idea de “esclavitud” 64,
que choca a la sensibilidad moderna, porque expresa una relación de depen-
dencia y de sujeción contraria a la idea de “liberación” y autodeterminación
que constituye el leitmotiv de la mentalidad progresista 65. El hombre mo-
derno no puede imaginar que haya alguien que desee encontrar la propia
libertad en la dependencia de otro. “Ya nadie quiere ser esclavo, ni siquiera
esclavo de amor” 66, objeta un conocido teólogo progresista.
Sin embargo los Santos y los Papas, que desde el siglo IX a nuestros días
adoptaron en los actos oficiales el título de Servus servorum Dei 67, se honra-
ron en consagrarse como esclavos a Jesucristo, a la Santísima Virgen y has-
ta al mismo prójimo 68. “El Señor me ha hecho esclavo del pueblo de Hipona”,

61
S. LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT, Tratado de la Verdadera Devoción, cit., Nº 61.
62
Ibid., Nº 62.
63
R. GARRIGOU-LAGRANGE, Vita Spirituale, cit., p. 254.
64
La doctrina de la Iglesia sobre la esclavitud está expresada en la frase de San Pablo: “Ya no existe
diferencia entre el judío y el griego, el esclavo y el hombre libre, el hombre y la mujer: sois uno en
Jescucristo” (Gál. 3, 28). “La casa de cada hombre es una ciudad —agrega San Juan Crisóstomo— y,
en ella, hay una jerarquía: el marido tiene poder sobre la mujer, la mujer sobre los esclavos, los
esclavos sobre sus esposas, los hombres y las mujeres sobre sus propios hijos” (in Epistula ad Ephesios,
cit. in PAUL ALLARD, Les esclaves chrétiens depuis les premiers temps de l’Église jusqu’à la fin de la
domination romaine en Occident, Didier et C., París, 1876, p. 279.
65
Sobre la esclavitud y la moral cristiana: Card. PIETRO PALAZZINI, vocablo “Schiavitù”, in EC, vol.
XI, 1953, col. 58; VIKTOR CATHREIN S.J., Moralphilosophie, Herder, Friburgo, 1899 (2 vol), vol. II,
pp. 435-448.
66
EDWARD H. SCHILLEBEECKX, Maria Madre della Redenzione, tr. it., Ed. Paulinas, Catania, 1965, p.
142.
67
A. PIETRO FRUTAZ, Servus Servorum Dei, in EC, vol. XI (1953), cols. 420-422. San Gregorio Magno
fue el primer Papa en hacer uso de este título (cfr. PAOLO DIACONO, Vita S. Gregorii, in PL, vol. 75, p.
87).
68
S. LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT, Tratado de la Verdadera Devoción, cit., Nº 135; también
Imitación de Cristo, libro III, cap. X.

279
El Cruzado del Siglo XX

escribía San Agustín 69, mientras San Juan Crisóstomo afirmaba: “Si Aquel
que estaba en la forma de Dios se ha aniquilado a sí mismo, tomando la
forma de esclavo para salvar los esclavos, ¿qué hay de sorprendente si yo,
que soy solamente un esclavo, me hago esclavo de mis compañeros de es-
clavitud?” 70.
Plinio Corrêa de Oliveira, en una serie de artículos para el gran público
aparecidos en la “Folha de S. Paulo”, trató del problema con su habitual
claridad, reconduciendo los términos de “esclavitud” y de “libertad” a su
auténtico significado 71:
“Del hombre cumplidor de sus obligaciones se decía antiguamente que
era «esclavo del deber». De hecho, era un hombre situado en el ápice de su
libertad, que entendía por un acto todo personal los caminos que debía
recorrer, decidía con fuerza viril recorrerlos, y vencía el asalto de las pa-
siones desordenadas que intentaban cegarlo, debilitarle la voluntad y ce-
rrarle así el camino libremente escogido. El hombre que, obtenida esta su-
prema victoria, proseguía con paso firme en la dirección debida, era libre.
“«Esclavo» era, al contrario, quien se dejaba arrastrar por las pasiones
desarregladas, en una dirección que su razón no aprobaba, ni su voluntad
prefería. Estos auténticos vencidos eran llamados «esclavos del vicio». Se
habían «liberado» por esclavitud al vicio del sano imperio de la razón. (...)
“Hoy, todo se invirtió. Como tipo de hombre «libre» se considera al hippy
de flor en mano, que deambula a tontas y locas, o al hippy que, de bomba en
mano, siembra el terror a su antojo. Al contrario, se considera como mania-
tado, como un hombre no libre, a quien vive en la obediencia a las leyes de
Dios y de los hombres.
“En la perspectiva actual, es «libre» el hombre que la ley autoriza a
comprar las drogas que quiere, a usarlas como le parece, y en fin... a vol-

69
P. ALLARD, Les esclaves chrétiens..., cit., p. 242.
70
S. JUAN CRISÓSTOMO, De mutatione nominum, Homilía II, I, 1 cit. in P. ALLARD pp. 242-243. Según
el P. Garrigou-Lagrange, “si hay en el mundo esclavos del respeto humano, de la ambición, del dinero
y de otras pasiones aún más vergonzosas, felizmente existen también esclavos de la palabra dada, de
la conciencia y del deber. La santa esclavitud pertenece a esta última clase. Tenemos aquí una metá-
fora viva que se contrapone a la esclavitud del pecado” (R. GARRIGOU-LAGRANGE O.P., La Mère du
Sauveur et notre vie intérieure, Editions du Cerf, París, 1975, apéndice IV).
71
La enseñanza de Plinio Corrêa de Oliveira refleja la de León XIII en la Encíclica Libertas del 20 de
junio de 1888 (in IP, vol. VI, La pace interna delle nazioni, cit., pp. 143-176) y anticipa las de Juan
Pablo II en la Encíclica Veritatis Splendor del 6 de agosto de 1993.

280
Rumbo al Reino de María

verse esclavo. Y es tiránica, esclavizante, la ley que impide al hombre escla-


vizarse a la droga.
“Siempre según esta estrábica perspectiva hecha de inversión de valo-
res, es esclavizante el voto religioso mediante el cual, con plena conciencia
y libertad, el fraile se entrega, renunciando a cualquier vuelta atrás, al ser-
vicio abnegado de los más altos ideales cristianos. Para proteger esta libre
decisión de la tiranía de la propia debilidad, el fraile se somete, en este
acto, a la autoridad de superiores vigilantes. Quien así se vincula para con-
servarse libre de sus malas pasiones hoy está expuesto a ser calificado como
vil esclavo. Como si el superior le impusiese un yugo que cercenase su vo-
luntad... cuando, al contrario, el superior sirve de apoyo para las almas
elevadas que aspiran libre e intrépidamente —sin ceder al peligroso vértigo
de las alturas— a subir hasta la cima las escalas de los supremos ideales.
“En suma, para unos es «libre» quien, con la razón obnubilada y la volun-
tad quebrada, impelido por la locura de los sentidos, tiene la facultad de
resbalar voluptuosamente en el tobogán de las malas costumbres. Y es «es-
clavo» quien sirve a la propia razón, vence con fuerza de voluntad las propias
pasiones, obedece a las leyes divinas y humanas, y pone en práctica el orden.
“Sobre todo es «esclavo», en esta perspectiva, quien, para garantizar
más completamente su propia libertad, escoge libremente someterse a auto-
ridades que lo guíen hacia la meta que quiere alcanzar. Hasta allá nos lleva
la atmósfera actual, impregnada de freudismo” 72.
¿En qué sentido se puede conjugar la palabra “amor” con la esclavitud,
que pareciera contradecir la primera en cuanto odiosa imposición de una
voluntad sobre otra?
“En buena filosofía —explica aún Plinio Corrêa de Oliveira— «amor» es
el acto con el cual la voluntad quiere libremente alguna cosa. Así, también
en el lenguaje corriente, «querer» y «amar» son palabras utilizables en el
mismo sentido. «Esclavitud de amor» es la noble cumbre del acto por el
cual alguien se da libremente a un ideal, a una causa. O bien, a veces, se
vincula a otro.
“El afecto sagrado y los deberes del matrimonio tienen alguna cosa que
vincula, que liga, que ennoblece. En español, las manillas para aprisionar
las manos se llaman «esposas». La metáfora nos hace sonreír, y puede ha-

72
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Obedecer para ser livre, in “Foha de S. Paulo”, 20 de setiembre de 1980.

281
El Cruzado del Siglo XX

cer estremecer a los divorcistas. En efecto, alude a la indisolubilidad. En


portugués hablamos de «vínculo» matrimonial.
“Más vinculante que el estado de casado es el del Sacerdote. Y, en cierto
sentido, lo es aún más el de los religiosos. Cuanto más alto es el estado
libremente escogido, tanto más fuerte es el vínculo, y tanto más auténtica la
libertad” 73.
Plinio Corrêa de Oliveira recuerda que la consagración de San Luis María
Grignion de Montfort posee una admirable radicalidad. Ella sacrifica no
sólo los bienes materiales del hombre, sino también el mérito de sus buenas
obras y oraciones, su vida, su cuerpo y su alma. Ella no tiene límites, porque
el esclavo, por definición, nada tiene de suyo, en todo pertenece a su señor.
Nuestra Señora, en cambio, obtiene para su “esclavo de amor”, especiales
gracias divinas que iluminan su inteligencia y robustecen su voluntad.
“A cambio de esta consagración, Nuestra Señora actúa en el interior de
su esclavo de modo maravilloso, estableciendo con él una unión inefable.
“Los frutos de esta unión se verán en los Apóstoles de los Últimos Tiem-
pos, cuyo perfil moral es trazado a fuego por el santo en su famosa «Ora-
ción Abrasada». Para esto usa un lenguaje de grandeza apocalíptica, en el
cual parecen revivir todo el fuego de un Bautista, todo el clamor de un
Evangelista, todo el celo de un Pablo de Tarso.
“Los varones portentosos que lucharán contra el demonio por el Reino
de María, conduciendo gloriosamente hasta el fin de los tiempos la lucha
contra el demonio, el mundo y la carne, son descritos por San Luis como
magníficos modelos que invitan a la perfecta esclavitud a Nuestra Señora a
quienes, en los tenebrosos días actuales, luchan en las filas de la Contra-
Revolución” 74.

73
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, ibid. “Llamando a todos los hombres a las cumbres de la «esclavitud de
amor», San Luis María Grignion de Montfort lo hace en términos tan prudentes, que dejan libre campo
para importantes matices. Su «esclavitud de amor», tan llena de significado especial para las personas
ligadas por voto al estado religioso, puede igualmente ser practicada por Sacerdotes seculares y por
laicos. Pues, al contrario de los votos religiosos, que obligan durante cierto tiempo o durante la vida
entera, el «esclavo de amor» puede dejar a cualquier momento esa elevadísima condición, sin ipso
facto cometer pecado. Y, en cuanto el religioso que desobedece su regla incurre en pecado, el laico
«esclavo de amor» no comete pecado ninguno por el simple hecho de contravenir de algún modo la
generosidad total del don que hizo. Esto puesto, el laico se mantiene en esta condición de esclavo por un
acto libre implícita o explícitamente repetido cada día. O mejor, a cada instante” (ibid.).
74
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Prólogo a la edición argentina de Revolución y Contra-Revolución., cit.,
p. 33-34.

282
Rumbo al Reino de María

7. Los frutos de la consagración: ¿una nueva Edad Media?

¿En qué sentido y de qué modo la consagración a María tiene como fruto
la Civilización Cristiana? Consagrar es, por definición, subordinar el hom-
bre y la sociedad a Dios 75. La expresión “Reino de María” expresa aquel
ideal de sacralización del orden temporal a través de la mediación de María,
que no es sino la Civilización Cristiana, siempre apuntada como meta por
los Pontífices. La Civilización Cristiana, que se somete enteramente a Dios
y reconoce la suprema realeza de Jesucristo y de María, es, en este sentido,
“sacral” y jerárquicamente ordenada.
El Reino de María será una civilización sacral porque estará fundamental-
mente ordenada a Dios; la ley que regulará las relaciones con Dios y entre
los hombres será la de la dependencia, que encontrará su más alta expresión
en la “esclavitud de amor” a la Santísima Virgen.
La mediación humana de la esclavitud mariana presenta analogías con las
relaciones feudales de la Edad Media: en efecto, éstas expresaban un concep-
to cristiano de dependencia que no excluía, sino que más bien valorizaba la
libertad y la responsabilidad de los súbditos. La sociedad feudal era una socie-
dad de hombres libres, fundada sobre una relación bilateral de fidelidad recí-
proca 76. Por cierto la esclavitud es inmoral, si se la considera como total suje-
ción de un hombre a otro, en el sentido de negarle los derechos naturales
inalienables; empero, depender de otro hombre no es inmoral si estos dere-
chos son reconocidos, y si esa dependencia fuera escogida libremente, como
sucede en las órdenes religiosas y como ocurrió en la Cristiandad medieval 77.
“Lo que la Edad Media sentía y expresaba era que cada hombre tenía un
superior. Este superior era su señor, su soberano, que a su vez tenía un se-
ñor, un soberano. Así, la sociedad ofrecía a la vista aquello que Augustin
Thierry ha definido magníficamente como «una gran cadena de deberes»” 78.
75
SAN AGUSTÍN, De Civitate Dei, lib. 10, c. 6; cfr. vocablo “Consacrare”, de S. DE FIORES S.M.M., in
Nuovo Dizionario di Mariologia, S. DE FIORES - SALVATORE MEO (eds.), Paoline, Milán, 1985, pp.
394-417, y J. DE FINANCE, Consécration, cit.
76
Cfr. FRANÇOIS-LOUIS GANSHOF, Qu’est-ce que la féodalité?, Tallandier, París, 1982; ROBERT
BOUTRUCHE, Seigneurie et féodalité, Aubier, París, 1968 (1959); JOSEPH CALMETTE, La société féodale,
Colin, París, 1947, 6ª ed.; MARC BLOCH, La société féodale, Albin, París, 1989.
77
Cfr. P. ALLARD, Les origines du servage en France, J. Gabalda, París, 1913, 2ª ed.; CHARLES VERLINDEN,
L’esclavage dans l’Europe médiévale, De Tempel, Brujas, 1955 - Gante 1977, 2 vols.; FRANCESCO
MICHELINI, Schiavitù, religioni antiche e cristianesimo primitivo, Lacaita, Manduria, 1963.
78
BERTRAND DE JOUVENEL, De la souveraineté, Genin, París, 1955, p. 218.

283
El Cruzado del Siglo XX

En este sentido el Reino de María se asemejará a la Edad Media, edad


sacral y cristiana por excelencia, pero sabrá sacar las lecciones de los erro-
res que la llevaron a su decadencia.
“El Orden nacido de la Contra-Revolución deberá refulgir, más aún que
el de la Edad Media, en los tres puntos capitales en que éste fue vulnerado
por la Revolución:
1) “Un profundo respeto de los derechos de la Iglesia y del Papado y una
sacralización, en toda la extensión de lo posible, de los valores de la vida
temporal, todo por oposición al laicismo, al interconfesionalismo, al ateís-
mo y al panteísmo, así como a sus respectivas secuelas.
2) “Un espíritu de jerarquía marcando todos los aspectos de la sociedad
y del Estado, de la cultura y de la vida, por oposición a la metafísica
igualitaria de la Revolución.
3) “Una gran diligencia en detectar y en combatir el mal en sus formas
embrionarias o veladas, en fulminarlo con execración y nota de infamia, en
reprimirlo con inquebrantable firmeza en todas sus manifestaciones, parti-
cularmente en las que atenten contra la ortodoxia y la pureza de las costum-
bres, todo ello por oposición a la metafísica liberal de la Revolución y a la
tendencia de ésta a dar libre curso y protección al mal” 79.
¿El Reino de María será un retorno al pasado, o abrirá el camino a un
futuro nuevo e imprevisible?
“A ambas preguntas se debería responder afirmativamente. La naturale-
za humana tiene sus constantes, que son invariables para todos los tiempos
y todos los lugares. Los principios básicos de la Civilización Cristiana tam-
bién son inmutables. Así, por cierto, este nuevo orden de cosas, esta nueva
Civilización Cristiana será profundamente parecida, o mejor, idéntica a la
antigua en sus trazos esenciales. Y ha de ser, quiera Dios, en el siglo XXI la
misma del siglo XIII. Pero, de otro lado, las condiciones técnicas y materia-
les de la vida se transformaron profundamente, y nada sería más anorgánico
que abstraer de estas modificaciones. En este particular es necesario exac-
tamente no hacer muchos planes. Los fundadores de la Civilización Cristia-
na en la alta Edad Media no tenían en mente el siglo XIII tal como existió.
Ellos simplemente tenían la intención genérica de hacer un mundo católico.
Para esto, cada generación fue resolviendo con profundidad de miras y

79
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 91.

284
Rumbo al Reino de María

sentido católico los problemas que estaban a su alcance. Y en lo demás, no


se perdían en conjeturas.
“Hagamos, pues, como ellos. En las líneas generales, ya conocemos toda
la armazón, por la Historia y por el Magisterio de la Iglesia. En cuanto a
los pormenores, caminemos paso a paso sin planes meramente teóricos,
elaborados en gabinete: «sufficit diei malitia sua» [“a cada día basta su
malicia”]” 80.
“Los admiradores de la Edad Media —escribió además— se expresan mal
cuando sostienen que el mundo alcanzó en esta época lo máximo de su desa-
rrollo. En la línea en que caminaba la propia civilización medieval, aún ha-
bría mucho que progresar. El encanto grandioso y delicado de la Edad Media
no proviene tanto de lo que ella realizó, como de la veracidad centelleante
y de la armonía profunda de los principios sobre los cuales ella construyó.
Nadie poseyó como ella el profundo conocimiento del orden natural de las
cosas; nadie tuvo como ella el sentido vivo de la insuficiencia de lo natural
—aún cuando desarrollado en la plenitud de su orden propio— y de la nece-
sidad de lo sobrenatural; nadie como ella brilló al sol de la irradiación so-
brenatural con más limpidez y en el candor de una mayor sinceridad” 81.
En la familia de almas que reconoce la paternidad espiritual de Plinio
Corrêa de Oliveira, la confianza en el Reino de María no es un elemento
secundario o accesorio.
Las reticencias hacia esta perspectiva son típicas de quien niega el verda-
dero progreso en la vida espiritual y civil de los individuos y de los pueblos.
En el siglo XIX, reservas de este género se manifestaron hacia el concepto
de la Realeza de Cristo y la gran devoción, íntimamente ligada a ella, al
Sagrado Corazón de Jesús. Un nexo igualmente profundo une hoy el con-
cepto de Reino de María a la devoción a su Inmaculado Corazón, confirma-
da por las apariciones de 1917 en Fátima 82. Pero el concepto de Realeza de

80
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A sociedade cristã e orgânica e a sociedade mecânica e pagã, in
“Catolicismo”, Nº 11, noviembre de 1951. Sobre este punto cfr. también ID., A réplica da autenticidade,
cit., pp. 233-237.
81
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A grande experiência de 10 anos de luta, cit.
82
PÉRICLES CAPANEMA, Fátima e Paray-le-Monial: uma visão de conjunto, in “Catolicismo”, Nº 522,
junio de 1994. Fue San Juan Eudes, en 1643, el primero en establecer, entre sus religiosos, la fiesta
litúrgica del Corazón de María, que tres siglos después (en 1944) Pío XII extendió a toda la Iglesia. El
mismo Pío XII, adhiriendo a las súplicas del Episcopado portugués, el 31 de octubre de 1942 consa-
gró solemnemente la Iglesia y todo el género humano al Corazón Inmaculado de María.

285
El Cruzado del Siglo XX

Cristo, a su vez, está relacionado con el de la Realeza de María, así como


también son estrechamente conexas las devociones a los Sagrados Corazo-
nes de Jesús y de María. El Reino de Cristo en las almas y en la sociedad no
es distinto al Reino de María, y la devoción conjunta a los dos Sagrados
Corazones prepara el advenimiento del mismo triunfo.
“Para todos los fieles, la «esclavitud de amor» es, pues, la angelical y
suma libertad con la cual Nuestra Señora los espera en el umbral del siglo
XXI: sonriente, atrayente, invitándolos al Reino de Ella, según la promesa
que hizo en Fátima: «Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará»” 83.

8. “De Fatima nunquam satis”

En 1917, en Fátima, Nuestra Señora confió a tres niños portugueses un


mensaje que abría horizontes de tragedia pero también de una dulce espe-
ranza, apoyada en la promesa del triunfo de su Inmaculado Corazón 84. Sólo
muchos años más tarde Plinio Corrêa de Oliveira conoció el mensaje de
Fátima, en el cual encontró el eco de un profundo deseo que desde hacía
mucho alentaba en su corazón, coincidente con la aspiración de San Luis
María Grignion de Montfort y de todas las almas que en el curso de los
siglos habían deseado y profetizado el “Reino de María”.
En los primeros días de abril de 1945, mientras la Segunda Guerra Mun-
dial llegaba a su trágico epílogo, el Dr. Plinio desde “O Legionário” elevaba
su mirada hacia María, vislumbrando en las apariciones de Fátima el acon-
tecimiento más importante y significativo del siglo.
“«De Maria numquam satis». «De Fatima numquam satis», se podría decir.
Fátima no es un hecho ocurrido solamente en Portugal, y que interese sólo
a nuestro tiempo. Fátima es un hito nuevo en la propia Historia de la Igle-
sia. Fátima es, quieran o no quieran, la verdadera aurora de los tiempos
nuevos cuyos albores despuntaron en los campos de batalla...” 85.
83
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Obedecer para ser livre, cit.
84
Las seis apariciones de Nuestra Señora a Lucía dos Santos, de diez años, y a sus dos primos,
Francisco de nueve años y Jacinta Marto de siete, ocurrieron entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de
1917. En 1930 el obispo de Leiría, Mons. José Alves Correia, autorizó el culto a Nuestra Señora de
Fátima. En 1946 el legado papal, Cardenal Benito Aloisi Masella, coronó solemnemente la imagen de
Nuestra Señora de Fátima en el mismo santuario, en presencia de 600.000 peregrinos.
85
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Livros versus canhões, in “O Legionário”, Nº 661, 8 de abril de 1945.
Sobre Fátima, cfr. también “O Legionário”, Nº 597, 16 de enero de 1944; Nº 598, 23 de enero de 1944
y Nº 614, 14 de mayo de 1944.

286
Rumbo al Reino de María

En el año 1952 escribía en “Catolicismo”: “en medio de la confusión de


la tierra se abrieron los Cielos, y la Virgen apareció en Fátima para decir a
los hombres la verdad. Verdad austera, de amonestación y penitencia, pero
verdad rica en promesas de salvación. El milagro de Fátima se repitió casi
al fin de este triste y vergonzoso año de confusión, a los ojos del Vicario de
Cristo, para testimoniar que las amenazas de Dios continúan pendiendo
sobre los hombres, pero que la protección de la Virgen jamás abandonará a
la Iglesia y a sus verdaderos hijos” 86.
“El triunfo del Corazón Inmaculado de María, ¿qué puede ser —escribía
asimismo en “Catolicismo” en 1957— sino el Reino de la Santísima Virgen,
previsto por San Luis María Grignion de Montfort? Y este Reino, ¿qué pue-
de ser sino aquella era de virtud en que la humanidad, reconciliada con
Dios, en el regazo de la Iglesia, vivirá en la tierra según la Ley, preparán-
dose para las glorias del Cielo?” 87.
Como afirma la Hermana Lucía, el Mensaje de Fátima consiste en un úni-
co secreto con tres partes diferentes 88. Dos de ellas fueron reveladas por la
propia Hermana Lucía en 1941. La primera es la terrible visión del infierno,
adonde se precipitan las almas de los pecadores; a ello se contrapone la mi-
sericordia del Corazón Inmaculado de María, supremo remedio ofrecido por
Dios a la humanidad para la salvación de las almas. La segunda parte del
secreto se refiere a la dramática alternativa histórica de nuestro tiempo: la paz,
fruto de la conversión del mundo y del cumplimiento de los pedidos hechos
por Nuestra Señora, o un terrible castigo que alcanzará a la humanidad si ésta
se obstina en las vías del pecado. Son condiciones esenciales establecidas por
Nuestra Señora para evitar el castigo la consagración de Rusia a su Inmacu-
lado Corazón y la práctica de la Comunión reparadora de los primeros sába-
dos del mes. Está implícita en este llamado la necesidad de una conversión,
entendida sobre todo como una recristianización de la sociedad y una rege-
neración de sus costumbres. “Si atienden a mis pedidos, Rusia se convertirá
y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras
y persecuciones a la Iglesia; los buenos serán martirizados, el Santo Padre

86
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Nolite timere pusillus grex, in “Catolicismo”, Nº 13, enero de 1952.
87
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Hodie in terra canunt angeli, laetantur archangeli, hodie exultant justi,
in “Catolicismo”, Nº 84, diciembre de 1957.
88
Memórias e cartas da Irmã Lúcia, con Introducción y notas del P. ANTONIO MARÍA MARTINS S.J.,
Guimarães, Porto, 1976, pp. 218-219.

287
El Cruzado del Siglo XX

tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas. Por fin mi Inma-
culado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se con-
vertirá, y será concedido al mundo un período de paz” 89.
La referencia a Fátima caracterizó casi todas las intervenciones públicas
de Plinio Corrêa de Oliveira. En su introducción al libro del Dr. Antonio
Augusto Borelli Machado, presentó a Fátima “como el acontecimiento más
importante del siglo XX”.
“El Imperio Romano de Occidente concluyó con un cataclismo ilumina-
do y analizado por el genio de un gran Doctor, que fue San Agustín. El
ocaso de la Edad Media fue previsto por otro gran profeta, San Vicente
Ferrer. La Revolución Francesa, que marca el fin de la Edad Moderna, fue
prevista por otro gran profeta y al mismo tiempo gran Doctor, San Luis
María Grignion de Montfort. La Edad Contemporánea, que parece a punto
de clausurarse con una nueva crisis, tiene un privilegio mayor: fue Nuestra
Señora quien vino a hablar a los hombres.
“San Agustín no pudo sino explicar a la posteridad las causas de la trage-
dia que presenciaba. San Vicente Ferrer y San Luis María Grignion de Montfort
procuraron en vano desviar la tempestad: los hombres no quisieron escu-
charlos. Nuestra Señora al mismo tiempo explica los motivos de la crisis e
indica su remedio, profetizando la catástrofe en caso de que los hombres no
la oigan.
“Bajo todos los puntos de vista, por la naturaleza del contenido como por
la dignidad de quien las hizo, las revelaciones de Fátima superan todo cuanto
la Providencia ha dicho a los hombres en la inminencia de las grandes
borrascas de la historia.
“Por todo esto, se puede afirmar categóricamente y sin el menor temor
de ser contradichos, que las apariciones de Nuestra Señora y del Ángel de
la Paz en Fátima constituyen el acontecimiento más importante y más
entusiasmante del siglo XX” 90.

89
Ibid.
90
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, prefacio a ANTONIO A. BORELLI MACHADO, As aparições e a mensagem
de Fátima, conforme os manuscritos da irmã Lúcia, Companhia Editora do Minho, Barcelos, 1994.
La primera versión de este estudio fue publicada en “Catolicismo”, Nº 197 (mayo de 1967), en oca-
sión del cincuentenario de las apariciones. El trabajo fue enteramente revisto y ampliado con base en
los manuscritos de la Hermana Lucía, publicados en 1973, y reeditado en “Catolicismo”, Nº 295, julio
de 1975. La obra tuvo desde entonces una difusión de cientos de miles de ejemplares en las principa-
les lenguas (N. del E.: más de 4,5 millones hasta 2008).

288
Rumbo al Reino de María

9. El “tercer secreto” de Fátima

La “tercera parte” del secreto de Fátima, según las indicaciones de Nues-


tra Señora a Sor Lucía, debería haber sido divulgada a más tardar en 1960.
Juan XXIII, el primer Pontífice que leyó el texto de la Hermana Lucía,
rehusó darle divulgación. El 8 de febrero de 1960, a través de un lacónico
comunicado de prensa, el Vaticano informó que el secreto de Fátima no
sería revelado.
Paulo VI, elegido el 23 de junio de 1963, leyó a su vez el mensaje, pero
mantuvo la misma posición de su predecesor 91.
El 13 de mayo de 1973, los socios y cooperadores de la TFP acogie-
ron, en la Sede social de São Paulo, la imagen peregrina internacional de
Nuestra Señora de Fátima, que había llorado milagrosamente en Nueva
Orleans en 1972, con una vigilia de oraciones en la cual renovaron su
consagración a Nuestra Señora según el método de San Luis de Montfort.
Persuadido de que el “tercer secreto” contenía palabras decisivas de amo-
nestación, de orientación y de aliento para la humanidad en esta hora
extrema, Plinio Corrêa de Oliveira redactó en aquella ocasión un mensa-
je a Sor Lucía, la vidente aún viva (*), pidiéndole que rompiera el silen-
cio y revelase la parte desconocida del mensaje celestial de que era de-
positaria, a fin de “abrir los ojos de los que duermen como dormían los
apóstoles en el Huerto de los Olivos”. El mensaje fue firmado con parti-
cular solemnidad por 735 miembros de las TFPs, del Brasil y de otras
naciones, presentes aquella noche en la sede principal de la asociación,

91
Ni Juan Pablo II consideró oportuno dar a conocer la última parte del Mensaje de Fátima, que de
esa manera figura, en la época de la “sociedad transparente”, como el secreto más celosamente
guardado de nuestros tiempos. “Un secreto es un secreto. Y, en sana lógica, nadie puede sacar
deducciones de su contenido, ya que no lo conoce. Entre tanto, no es fuera de propósito hacer aquí
una conjetura. La parte aún no divulgada del secreto probablemente contiene pormenores
asustadores sobre el modo por el cual se cumplirán los castigos anunciados en Fátima. Pues sólo
así se explica por qué puede parecer duro publicarlo. Si él contuviera perspectivas distensivas,
todo lleva a creer que ya estaría publicado” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, prefacio a A. A. BORELLI
MACHADO, As Aparições e a mensagem..., cit., p. 16. (N. del E. – El llamado “Tercer secreto” de
Fátima fue finalmente revelado por la Santa Sede en junio del año 2000. Tal como el “Primer
secreto” [la visión del infierno], consiste en una representación visual, con varios cuadros o esce-
nas, la última de las cuales es un panorama de devastación que incluye la muerte de un Papa asesi-
nado. Lo cual corrobora la conjetura aquí reproducida del Dr. Plinio, como las de otros calificados
estudiosos del tema).
(*) N. del E. – La Hermana Lucía falleció el 13 de febrero de 2005, a casi 98 años de edad.

289
El Cruzado del Siglo XX

en São Paulo 92. En el mes de agosto del mismo año se inició la divulga-
ción de la versión actualizada de la obra del Ing. Antonio Augusto Borelli
Machado, Las apariciones y el mensaje de Fátima según los manuscri-
tos de la Hermana Lucía 93.
El persistente silencio mantenido por las autoridades eclesiásticas sobre el
“tercer secreto” lo ha cercado de un halo de misterio de contornos apocalípticos.
La opinión pública en general considera que el tercer secreto se refiere a una
guerra nuclear, acompañada de catástrofes naturales. La mayor parte de los
estudiosos del mensaje de Fátima, sin embargo, no es de esta opinión.
“Fatimólogos” como el claretiano español Joaquín María Alonso 94, el fran-
cés Michel de la Sainte Trinité 95 y el mismo Dr. Antonio Augusto Borelli
Machado 96 consideran que la parte esencial del tercer secreto, más que una
catástrofe material, se refiere a un castigo espiritual, constituído por la crisis
interna de la Iglesia. “Antes que esta crisis se hiciera notoria —escribe
Borelli— se comprende que un espíritu piadoso se sintiera horrorizado fren-
te a tal hipótesis. Pero, a partir del momento en que la crisis se volvió públi-
ca, no hay razón para retroceder frente a este pronóstico” 97.
Entre los que sostienen esta hipótesis está el Cardenal Silvio Oddi, ex
Prefecto de la Sagrada Congregación para el Clero.
“No me asombraría —afirma— si el tercer secreto aludiese a tiempos oscu-
ros para la Iglesia: graves extravíos, apostasías inquietantes que se verifica-
rían dentro del catolicismo. Si consideramos la grave crisis vivida desde el
Concilio, las señales de la confirmación de esta profecía no parecen faltar” 98.
El motivo de la decisión de no publicar el tercer secreto, según palabras
que el mismo Cardenal atribuye a la Hermana Lucía, es que “podría ser mal

92
Cfr. el texto in Um homem, uma obra, uma gesta, cit., pp. 201-202.
93
La obra tuvo cartas de aprobación de cerca de cuarenta Obispos, entre los cuales Mons. Philip M.
Hannan, Arzobispo de Nueva Orleans, el Cardenal Bernardino Echeverría Ruiz O.F.M., Arzobispo
de Guayaquil, el Cardenal Silvio Oddi, Mons. Germán Villa Gaviria, Arzobispo de Barranquilla.
94
Entre las varias obras del P. Alonso, fallecido en 1981, cfr. JOAQUÍN M. ALONSO C.M.F., La verdad
sobre el Secreto de Fátima, Centro Mariano, Madrid, 1976.
95
Hno. MICHEL DE LA SAINTE-TRINITÉ, Toute la vérité sur Fátima, Ed. Renaissance Catholique - Contre-
Réforme Catholique, Saint Parres-les-Vaudes, 1984-1985, 3 vv., resumidos por el Hno. FRANÇOIS DE
MARIE DES ANGES, Fátima. Joie intime, évènement mondial, ed. la Contre-Réforme Catholique, Saint
Parres-les-Vaudes, 1991. Cfr. sobre todo el volumen III, Le Troisième Secret (1985).
96
A. A. BORELLI MACHADO, As Aparições e a Mensagem..., cit., pp. 71-77.
97
Ibid., p. 76.
98
Card. SILVIO ODDI, entrevista a “Il Sabato” del 17 de marzo de 1990, p. 9.

290
Rumbo al Reino de María

interpretado”. “Para mí —agregó el purpurado— el secreto de Fátima con-


tiene una profecía triste sobre la Iglesia, y es por esto que el Papa Juan
XXIII no la divulgó; Paulo VI y Juan Pablo II tampoco lo hicieron. En mi
opinión está escrito más o menos que en 1960 el Papa convocaría un Conci-
lio del cual, contrariamente a las expectativas, resultarían indirectamente
tantas dificultades para la Iglesia” 99. “En este punto —comenta el Carde-
nal— me permito adelantar una hipótesis: que el tercer secreto de Fátima
previese alguna cosa grave que la Iglesia, naturalmente sin intención, habría
hecho. Que a causa de malas interpretaciones, de desobediencias o de cosas
del género, la Iglesia atravesaría un momento un tanto difícil. (...) Pero si
realmente así fuera, este secreto ya estaría conocido, porque la crisis de la
Iglesia está a la vista de muchos. Y todos los espíritus más perspicaces ya se
han percatado de esto desde hace años” 100.

10. Interpretación del Apocalipsis y milenarismo

La perspectiva de Fátima, centrada en la idea de un castigo de la humani-


dad, y la visión montfortiana del Reino de María, basada en la idea de una
era de triunfo de la Iglesia, han sido a veces erróneamente calificadas como
“apocalípticas” y “milenaristas”.
Hoy se tiende a dar el calificativo de apocalíptica a toda perspectiva
escatológica que prevea una catástrofe más o menos inminente en el curso de
la Historia. La palabra milenarismo, al contrario, es aplicada genéricamente a
la previsión de un “período dorado” en el futuro de la humanidad. Con una
acepción tan amplia, los dos términos acaban por englobar cualquier perspec-
tiva que aluda al fin de una época de la humanidad y a la instauración de una
nueva civilización, para indicar genéricamente una predisposición psicológi-
ca a una transformación radical y la expectativa de una “nueva era” 101.
Algunos han querido encuadrar en esa terminología superficial la teolo-
gía de la historia de Plinio Corrêa de Oliveira, que, al igual que Fátima y San
Luis María, prevé un gran triunfo de la Iglesia y de la Civilización Cristiana,

99
Card. S. ODDI., entrevista a “30 Giorni”, Nº 11, noviembre de 1990, p. 69.
100
“30 Giorni”, Nº 4, abril de 1991, p. 57; cfr. también Fátima, una profezia ancora incompiuta, in
“Lepanto”, Nºs. 108-109-110, marzo-abril-mayo de 1991.
101
Cfr. por ejemplo JEAN SÉGUY, Millénarisme, in Catholicisme, vol. IX (1982), cols. 158-165; ID., Sur
l’apocalyptique catholique, in Archives de Sciences Sociales des Religions, Nº 41 (1978), pp. 165-172.

291
El Cruzado del Siglo XX

después de una crisis metafóricamente llamada “bagarre” en el lenguaje


cotidiano de la TFP (*). Con todo, los términos apocalíptico y milenarismo,
tan inadecuadamente utilizados en nuestros días, quedan esclarecidos en su
auténtico significado si son vistos a la luz de la doctrina católica.
Milenarismo 102 o quiliasmo es, en sentido propio, la doctrina escatológica
según la cual Jesucristo reinará visiblemente en la tierra con sus elegidos
por un período de mil años entre una primera resurrección de los Santos y la
segunda, universal, al fin del mundo. Esta teoría, fundamentada en la inter-
pretación literal de un pasaje del Apocalipsis 103, fue sostenida en los prime-
ros siglos de la Iglesia por los Padres griegos y latinos, como San Ireneo 104,
San Justino 105, Tertuliano 106, Lactancio 107.
San Agustín, que confiesa haber sufrido la atracción milenarista, rechaza
decididamente este sistema en La Ciudad de Dios 108, y lo mismo hace Santo
Tomás en la Suma Teológica 109. “Si bien el quialismo no haya sido catalo-
gado como herejía —afirma el Padre Allo— el sentimiento común de los
teólogos de todas las escuelas es el de hallarse frente a una doctrina «erró-
nea», a la cual algunos de los antiguos Padres podrían haber sido arrastrados
debido a ciertas condiciones de las eras primitivas” 110.
El Santo Oficio, con decreto del 19-21 de julio de 1944, ha afirmado que
el milenarismo, aún en sus versiones mitigadas, entendido como el sistema
según el cual “Cristo Señor, antes del juicio final, sea que preceda o que no

(*) N. del E. – Expresión francesa que significa gresca, refriega, trifulca, etc., aplicada en el caso
referido para significar un desorden universal.
102
Sobre el milenarismo cfr. los vocablos de H. LESÊTRE, in DB, vol. IV (1908), cols. 1090-1097;
GUSTAVE BARDY, in DTC, vol. X (1929), cols. 1700-1763; ANTONIO PIOLANTI, in EC, vol. VIII (1952),
cols. 1008-1011; MAURILIO ADRIANI, in ER, vol. IV (1972), cols. 383-387. Cfr. también TED DANIELS,
Millenarism: an International Bibliography, Garland, Nueva York-Londres, 1992; Il Millenarismo.
Testi dei secoli I-II, CARLO NARDI comp., Ed. Nardini, Fiesole, 1995.
103
“Vi descender del cielo a un ángel que tenía la llave del abismo y una gran cadena en su mano. Y
prendió al dragón, la antigua serpiente, que es el demonio, y Satanás, y le encadenó por mil años; y le
metió en el abismo, y le encerró, y puso sello sobre él, para que no seduzca más a las naciones hasta
que se cumplan los mil años, después de los cuales debe ser soltado por un poco de tiempo. (...)”
(Apoc. 20, 1-5).
104
S. IRENEO, Adversus Haereses, V, 32-35, in PG, vol. VII, cols. 1210-1221.
105
S. JUSTINO, Dialoghi con Trifone, 80-81, in PG, vol. VI, cols. 664-669.
106
TERTULIANO, Adversus haereses, 5, 32, 1.
107
LACTANCIO, De Divinis Institutionibus, VII, 24, in PL, vol. VI, col. 808.
108
SAN AGUSTÍN, De Civitate Dei, Libro XX, cap. 7, in PL, vol. XLI, cols. 667-668.
109
SANTO TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologica, III, q. 77, art. 1, ad 4.
110
E. B. ALLO, O.P., Saint Jean, L’Apocalypse, J. Gabalda et C., París, 1933, 3a. ed., p. 323.

292
Rumbo al Reino de María

preceda la resurrección de la mayor parte de los justos, vendrá de modo


visible, para reinar en esta tierra, (...) no puede ser enseñado sin peligro
(“tuto doceri non posset”)” 111.
Cualquier católico familiarizado en grado mínimo con la historia de la
Iglesia puede comprender fácilmente cómo el “milenarismo” constituye una
doctrina inconfundible y claramente definida, muy distinta al Mensaje de
Fátima y a las tesis de San Luis María Grignion de Montfort y de Plinio
Corrêa de Oliveira.
Se puede, al contrario, hablar legítimamente de una “apocalíptica católi-
ca”, si por ella se entiende la especulación teológica sobre el Apocalipsis
que, para todo cristiano, es el libro profético e inspirado que cierra el Nuevo
Testamento 112. Libro que describe la historia futura, relacionándola con el
presente y abarcando el conflicto de todos los tiempos entre Jesucristo y el
eterno adversario, hasta “la última persecución que, en la inminencia del
Juicio final, deberá sufrir en toda la tierra la Santa Iglesia, esto es, toda la
ciudad de Cristo, por parte de toda la ciudad del demonio” 113.
“Porque será tan terrible la tribulación entonces, que no la hubo semejan-
te desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás. Y si no fue-
sen abreviados aquellos días, ninguno se salvará; pero serán abreviados por
amor de los escogidos” 114.
La historia del género humano no concluirá con una apoteosis que lleve al
auge una ascensión histórica irreversible, sino con una catástrofe, una tira-
nía universal del mal. “En la tradición de la filosofía de la historia propia del
Occidente —observa un conocido filósofo católico contemporáneo— el pro-
pio fin del tiempo tiene un nombre: dominio del Anticristo” 115. El Anticristo,
comenta Mons. Antonino Romeo, “es el enemigo capital de Cristo” que al

111
AAS, vol. 36 (1944), p. 212; DENZ.-H, Nº 3839. “El decreto afirma, pues, que el milenarismo (o
quiliasmo), aun cuando mitigado o espiritual, según el cual Cristo retornaría visiblemente a la tierra
para reinar en ella, antes del juicio universal, precedido o no de la resurrección de cierto número de
justos, es una doctrina que no puede ser enseñada sin imprudencia en lo que respecta a la fe” (G.
GILLEMAN S.J., Condamnation du millénarisme mitigé, in “Nouvelle Revue Théologique”, t. 67, mayo-
junio de 1945, p. 240).
112
MONS. A. ROMEO, Apocalisse, in EC, vol. I (1948), cols. 1600-1614.
113
SAN AGUSTÍN, De Civitate Dei, libro XX, cap. 11.
114
Mt. 24, 21-22.
115
JOSEF PIEPER, Sulla fine del tempo, tr. it. Morcelliana, Brescia, 1959, p. 113. Al término de la Historia
se presenta, según el P. Pieper, la imagen de un “seudo orden mantenido con el uso de la fuerza” (ibid.,
p. 121). El estado mundial del Anticristo será un estado totalitario en sentido extremo (ibid., p. 123).

293
El Cruzado del Siglo XX

fin de los tiempos “seducirá con satánicos prodigios y astucias a muchos


cristianos” antes de ser aniquilado por Cristo en su Parusía 116.
La vida cristiana es, en esta perspectiva, invocación y “expectativa” de la
Parusía 117, descrita en el Apocalipsis: la segunda venida del Señor “con gran
poder y majestad” 118 para consumar su Reino mesiánico, con la derrota del
Anticristo y la instauración de la Jerusalén celestial. La liturgia del Advien-
to, como también la Pascual, expresa la espera implorante de esta venida
que impele a los cristianos a “estar siempre prontos” 119.
“En efecto —comenta el Card. Billot— basta abrir el Evangelio para ad-
mitir que la Parusía es de hecho el alfa y el omega, el principio y el fin, la
primera y la última palabra de la predicación de Jesús, que allí está la clave,
la solución, la explicación, la razón de ser, la sanción; en suma, que es el
acontecimiento supremo al cual todo el resto está referido y sin el cual todo
el resto se desmorona y desaparece” 120.
Esta “apocaliptica” católica, predicada siempre por la Iglesia, nada tiene
que ver con el milenarismo antiguo ni con el moderno, cuyos orígenes son
identificados por algunos estudiosos en el pensamiento de Joaquín de Flora,
o en sus deformaciones.
Se ha discutido mucho sobre la figura, aún envuelta en una sombra de
misterio, de ese religioso calabrés 121. Él elaboró una teología de la Historia
en la que, siguiendo el esquema trinitario, distingue entre una era del Padre

116
A. ROMEO, Anticristo, in EC, vol. 1 (1948), col. 1433 (cols. 1433-1441). Cfr. también A. ARRIGHINI,
L’anticristo, la venuta e il regno del vicario de Satana, Fratelli Melita, Milán, 1988. Para una reciente
meditación sobre el tema, cfr. Card. GIACOMO BIFFI, Attenti all’Anticristo! L’ammonimiento profetico
di V. S. Solovëv, Ed. Piemme, Casale Monferrato, 1991.
117
J. CHAINE, Parousie, in DTC, vol. XI (1932), cols. 2043-2054; A. ROMEO, Parusia, in EC, vol. IX
(1952), cols. 875-882.
118
Mt. 24,30.
119
SAN BERNARDO DE CLARAVAL, In Adventu Domine sermones VII, in PL, vol. 183, cols. 35-36.
120
Card. LOUIS BILLOT S.J., La Parousie, Beauchesne, París, 1920, p. 10.
121
Sobre JOAQUÍN DE FLORA (1130-1202) y el joaquinismo la bibliografía es abundante. Cfr. los nume-
rosos estudios dedicados por Mons. GIOVANNI DI NÁPOLI al abad calabrés: La teologia trinitaria di
Gioacchino da Fiore, in “Divinitas” Nº 3, octubre de 1976; ID., L’ecclesiologia di Gioacchino da
Fiore, in “Doctor Communis”, Nº 3, setiembre-diciembre de 1979; ID., Teologia e storia in Gioacchino,
in Storia e messagio in Gioacchino da Fiore, Actas del Congreso Internacional de Estudios Joaquinitas
(19-23 de setiembre de 1979), Centro di Studi Gioachimiti, S. Giovanni in Fiore, 1980, pp. 71-150.
Cfr. también MARJORIE REEVES - BEATRICE HIRSCH-REICH, The figure of Joachim of Fiore, Clarendon
Press, Oxford, 1972; DELMO C. WEST - SANDRA ZIMDARS-SWARTZ, Joachim of Fiore: a Study in
Perception and History, Indiana University Press, Bloomington, 1983; BERNARD MCGINN, L’abate
calabrese Gioacchino da Fiore nella storia del pensiero occidentale, tr. it. Marietti, Génova, 1990.

294
Rumbo al Reino de María

iniciada con Adán, una era del Hijo que tiene en Cristo su cumplimiento, y
una tercera era, del Espíritu Santo, anunciada por San Benito. Lo que en él o
en su “posteridad” 122 es heterodoxo, no es la división trinitaria de la Histo-
ria, ni la espera de una “edad nueva”, sino la negación, si realmente la hubo,
de la unidad divina de las Tres Personas, de la perennidad del Evangelio de
Cristo y de la misión salvadora de la Iglesia en la “tercera era”. Según algu-
nos estudiosos, de Joaquín de Flora provendría un proceso de inmanentización
de la escatología cristiana dirigido a animar la utopía moderna de una auto-
redención del hombre 123.
Lo cierto es que en el siglo XIV surge una “apocalíptica” que representa
la antítesis de la teología de la Historia cristiana. El milenarismo moderno
se desarrolla con el ala izquierda de la Revolución protestante, a partir de
Thomas Müntzer y de los anabaptistas, y propone una revolución terrena
que pretende instaurar el Reino de Dios en el orden puramente temporal. La
idea humanista de “Renacimiento” 124, al igual que la protestante de
“Reformatio” 125, expresan la expectativa escatológica de una era nueva ca-
racterizada por el fin de la Iglesia Católica y del Papado, frecuentemente
identificado con el Anticristo. Se trata, más que de un milenarismo, de un
“mesianismo” que caracteriza a las sectas del ambiente anglosajón y germá-
nico, aflora en los orígenes de la filosofía moderna, y desemboca en la Re-

122
Es necesario distinguir entre Joaquín de Flora y su “posteridad”, de la cual fueron trazados itinera-
rios filosóficos y literarios que llegan hasta nuestros días. El P. de Lubac, que se aplicó a estudiar las
huellas del joaquinismo en el curso de los siglos, afirma que “la historia de la posteridad espiritual de
Joaquín es también, y en la mayor parte, la historia de traiciones a su pensamiento” (HENRI DE LUBAC
S.J., La posterité spirituelle de Joachim de Flore, Lethielleux, París, 1978 (2 vols.), vol. I, p. 67. Cfr.
también MARJORIE REEVES-WARWICK GOULD, Joachim of Fiore and the Myth of Eternal Evangel in the
Nineteenth Century, Clarendon Press, Oxford, 1987.
123
Así por ejemplo, ERIC VOEGELIN, The new Science of Politics. An Introduction, The University of
Chicago Press, Chicago, 1987 (1952); ID., Les religions politiques, tr. fr., Éditions du Cerf, París, 1994.
124
Cfr. HARRY LEVIN, The Myth of the Golden Age in the Renaissance, Faber & Faber, Londres, 1969;
GUSTAVO COSTA, La leggenda dei secoli d’oro nella letteratura italiana, Laterza, Bari, 1972.
125
Sobre la apocalíptica protestante, sobre todo entre las sectas inglesas del siglo XVII, cfr. BERNARD
S. CAPP, Fifth Monarchy Men: a Study in Seventeenth Century English Millenarism, Bowman and
Littlefield, Totowa, 1972; ERIC RUSSEL CHAMBERLIN, Anti-Christ and the Millennium, Saturday Review
Press, Nueva York, 1975; WILLIAM B. BALL, A Great Expectation: Escathological Thought in English
Protestantism, E. J. Brill, Leiden, 1975; PAUL CHRISTIANSON, Reformers in Babylon: English Apocalyptic
Visions from the Reformation to the Eve of the Civil War, University of Toronto Press, Toronto, 1978;
CATHERINE FIRTH, The Apocalyptic Tradition in Reformation Britain 1530-1645, Oxford University
Press, Nueva York, 1979; ROBIN BRUCE BARNES, Prophecy and Gnosis: Apocalypticism in the Wake of
the Lutheran Reformation, Stanford University Press, Stanford, 1988.

295
El Cruzado del Siglo XX

volución Francesa 126. El mito del progreso típico del siglo pasado, el de la
sociedad sin clases marxista, el nacional socialista del Tercer Reich y el
ecológico de los “verdes” 127 convergen en este filón de mesianismo laico,
idea que presupone la negación del pecado original y de la misión de la
Iglesia, y la “auto-redención” de la humanidad en la Historia y a través de la
Historia 128.
La oposición no podría ser más clara: la escatología cristiana quiere sa-
cralizar la sociedad y la historia, ordenándolas a Dios; el mesianismo laico
quiere una implícita divinización del hombre y de las estructuras sociales
para realizar el “Reino de Dios” sobre la tierra, en su absoluta perfección 129.
Nada tiene de común con el milenarismo la idea de una era histórica en la
cual el catolicismo alcance su plenitud, para hacer realidad el lema y el an-
helo de San Pablo y de los grandes Pontífices de este siglo: “Instaurare
omnia in Christo” 130.

11. Visión del futuro de Papas y Santos

La idea de una época histórica de triunfo de la Iglesia y de la Civilización


Cristiana remonta, mucho antes de San Luis María Grignion de Montfort y
de Plinio Corrêa de Oliveira, a santos como San Buenaventura, y en nuestro
siglo fue asumida por otro gran apóstol mariano, San Maximiliano Kolbe.

126
CFR. RENZO DE FELICE, Note e ricerche su i «Illuminati» e il misticismo rivoluzionario (1789-1800),
Storia e Letteratura, Roma, 1960; CLARKE GARRETT, Respectable Folly Millenarians ant the French
Revolution in France and England, John Hopkins University Press, Londres, 1975: D. MENOZZI,
Millenarismo e rivoluzione francese, in Critica Storica, vol. 14, 1977, pp. 70-82.
127
Cfr. ROMOLO GOBBI, Figli dell’Apocalisse, Rizzoli, Milán, 1993, pp. 264-281.
128
Sobre la utopía moderna cfr. WALTER NIGG, Das ewige Reich, Artemis, Zurich, 1954; E. GILSON,
Les metamorphoses de la Cité de Dieu, Vrin, París, 1952: T. MOLNAR, L’utopie: éternelle hérésie, cit.;
BRONISLAW BACKZO, Lumières de l’utopie, Payot, París, 1978. Cfr. también ALEXANDER CIORANESCU,
L’avenir du passé. Utopie et littérature, Gallimard, París, 1972.
129
Cfr. P. REGINALD GRÉGOIRE, Rapporti tra apocalittica medievale e messianismi laici odierni, in
Storia e mesaggio in Gioacchino da Fiore, cit., pp. 225-244. El mesianismo laico, observa el P.
Grégoire, “crea un sentimiento de satisfacción, de admiración por el hombre capaz de crear su propia
felicidad en el interior de la misma humanidad. El Absoluto pierde todo significado. Es el apogeo del
naturalismo” (ibid., p. 237). Este naturalismo encontraría su expresión no sólo en el ateísmo político
marxista y nazi, mas también en algunas formas de “teología de la liberación” que buscan la realiza-
ción puramente histórica del Reino de Dios. Sobre el milenarismo post-medieval, cfr. también el
término Chiliasmus IV, de RICHARD BAUCKHAM in TRE, vol. 7 (1981), pp. 737-745.
130
Ef. 1, 10.

296
Rumbo al Reino de María

Esta perspectiva de triunfo de la Iglesia, cabe reiterar, es absolutamente


ajena a toda forma de milenarismo condenado por la Iglesia. En efecto, se
trata de un período histórico que precede no solamente a la Parusía, sino al
mismo dominio del Anticristo, y no propone ningún “Reino visible” de Je-
sucristo sobre la tierra. La presencia visible de Jesucristo volvería inútil la
misión de la Iglesia.
La tesis de Plinio Corrêa de Oliveira es otra: el Reino de María será una
edad en que la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, tendrá una influencia y
desempeñará un papel primacial como nunca sucedió en la Historia. Aun-
que se quiera aplicar al Reino de María el trecho enigmático del Apocalip-
sis, en esto no entra milenarismo, pues el Reinado social de Jesucristo y de
María pronosticado por Plinio Corrêa de Oliveira no excluye la presencia
del pecado original ni la acción del demonio.
“Por más concreta, evidente y tangible que sea la realidad terrena del
Reino de Cristo, como fue por ejemplo en el siglo XIII —escribe Plinio Corrêa
de Oliveira—, es necesario no olvidar que este reino es solo una prepara-
ción y un proemio. En su plenitud, el Reino de Dios se realizará en el Cielo:
«Mi reino no es de este mundo» (Ju. 18,36)” 131.
“La Iglesia nos enseña, en efecto, que esta tierra es un lugar de exilio, un
valle de lágrimas, un campo de batalla y no un lugar de delicias. (...) Por lo
tanto imaginar un mundo sin luchas y sin adversidades es como concebir un
mundo sin Jesucristo” 132.
En su expectativa de esta época bendita, el pensador brasileño es acompa-
ñado por numerosos Santos y teólogos antiguos y modernos. El Cardenal
Ratzinger estableció un paralelo entre la Ciudad de Dios de San Agustín,
enunciada durante la crisis del Imperio Romano, y aquel “momento culmi-
nante en el modo cristiano de pensar la historia” 133 representado por la
Collationes in Hexaëmeron de San Buenaventura 134.

131
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A Cruzada do Século XX, cit.
132
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A utopia e a mensagem, in “Folha de S. Paulo”, 19 de julio de 1980.
133
J. RATZINGER, San Bonaventura. La teologia della storia, cit., p. 25.
134
S. BUENAVENTURA, Collationes in Hexaëmeron, seu Illuminationes Ecclesiae, in S. Bonaventurae
opera omnia, Collegium S. Bonaventurae, Quaracchi 1883-1902, vol. V, pp. 372-454, tr. esp.
Hexameron, BAC, Madrid, 1972. Estas conferencias fueron pronunciadas en París ante un numeroso
auditorio de frailes, entre la Pascua y Pentecostés de 1273. Alois Dempf considera esta obra “la
mayor y última filosofía de la historia de la Edad Media” (A. DEMPF, Sacrum Imperium, cit., p. 311).
El Cardenal Ratzinger admite una fuerte influencia de Joaquín de Flora sobre San Buenaventura (San

297
El Cruzado del Siglo XX

En esta obra San Buenaventura procura hacer algo semejante a lo que San
Agustín había hecho en la Ciudad de Dios: “hacer comprensible el presente
y el futuro de la Iglesia a partir de su pasado” 135.
La gloria de la “séptima edad”, de la que habla el Doctor Seráfico en el
Hexaëmeron, se refiere a un triunfo temporal de la Iglesia situado en el mundo
y en la historia 136. “La teología de la Historia de Buenaventura culmina en la
esperanza de una era, dentro de la Historia, de descanso sabático dado por
Dios. (...) No es aquella paz en la eternidad de Dios que nunca más tendrá
fin y que seguirá a la ruina de este mundo; es una paz que Dios instituirá
sobre esta misma tierra, espectadora de tanta sangre y lágrimas, como si
quisiese aún mostrar, por lo menos en el momento del fin cómo habría podi-
do o debido ser en realidad según sus designios” 137.
Las afirmaciones del Cardenal Ratzinger relativas a la teología de la His-
toria de San Buenaventura pueden igualmente ser bien entendidas a la luz
del pensamiento de Santo Tomás. En efecto, si el hombre, como enseña el
Doctor Angélico, es por su naturaleza un ser social 138, evidentemente es
llamado no sólo a su santificación personal, sino a la santificación de la
sociedad; y si la historia humana no alcanzase este auge de perfección so-
cial, con esto quedaría perjudicada la gloria de Dios que es el fin último de
la creación.
Este fundamento teológico y filosófico está implícito en la perspectiva
escatológica de muchos santos del siglo XX.
“¡Una gran época está por venir!” anuncia el beato Luis Orione: “Tendre-
mos novos coelos et novam terram. La sociedad restaurada en Cristo reapa-
recerá más joven, más brillante, reaparecerá reanimada, renovada y guiada
por la Iglesia. El catolicismo, pleno de divina verdad, de caridad, de juven-
tud, de fuerza sobrenatural, se levantará en el mundo y se pondrá a la cabeza

Bonaventura. La teologia della storia, cit., pp. 207-214), viendo en el primero “el precursor de una
nueva comprensión de la historia, que hoy nos parece ser tan obviamente la comprensión cristiana,
que resulta difícil creer que no haya sido así en algún momento” (ibid., p. 211).
135
J. RATZINGER, San Bonaventura. La teologia della storia, cit., p. 43.
136
Ibid., pp. 23-24. Cfr. también MIGUEL BECCAR VARELA, São Boaventura, Doutor para o Reino de
Maria, in “Catolicismo”, Nº 536, agosto 1995.
137
J. RATZINGER, San Bonaventura. La teologia della storia, cit., pp. 121, 302.
138
SANTO TOMÁS DE AQUINO, De Regimine Principum, I, 1. la tesis de Santo Tomás fue retomada por
León XIII en la Encíclica Libertas y por Pío XI en la Quadragesimo Anno. CFR. JOSEPHUS GOENAGA,
S.J., Philosophia socialis, C.I.S.I.C., Roma, 1964, pp. 39-40.

298
Rumbo al Reino de María

del siglo renaciente, para conducirlo a la honestidad, a la fe, a la felicidad, a


la salvación” 139.
“Vivimos en una época —escribe a su vez San Maximiliano Kolbe— que
podría ser llamada el comienzo de la era de la Inmaculada” 140. “...Bajo su
estandarte se combatirá una gran batalla y nosotros enarbolaremos sus bande-
ras sobre las fortalezas del rey de las tinieblas. Y la Inmaculada se tornará la
Reina de todo el mundo y de cada alma particular, como preveía la bienaven-
turada Catalina Labouré” 141. “Entonces desaparecerán las luchas de clases y
la humanidad se aproximará, tanto cuanto sea posible en esta tierra, a la felici-
dad, a un anticipo de aquella felicidad hacia la cual ya tiende naturalmente
cada uno de nosotros. Es decir, a la felicidad sin límites, en Dios, en el Paraí-
so” 142. “En efecto, cuando esto suceda, la tierra se tornará un paraíso. La paz y
la verdadera felicidad entrarán en las familias, en las ciudades, en las aldeas y
en las naciones de toda la sociedad humana, pues donde Ella reine, aparecerán
también las gracias de la conversión y de la santificación y la felicidad” 143.
El propio Pío XII, instituyendo la fiesta de María Reina y ordenando la
renovación anual en aquel día de la consagración del género humano al Co-
razón Inmaculado de María, ponía en este acto “gran esperanza de que pue-
da surgir una nueva era, alegrada por la paz cristiana y por el triunfo de la
religión” 144 y afirmaba que “la invocación del reino de María es (...) la voz

139
SAN LUIS ORIONE, carta del 3 de julio de 1936, in Lettere, 3a. ed. ampliada, Postulazione, vol. II,
Roma, 1969, pp. 369-370. Sobre San Luis Orione (1872-1940), fundador de la Pequeña Obra de la
Divina Providencia, cfr. CARLO STERPI, Lo spirito de Don Orione, Libreria Emiliana Editrice, Venecia,
1941; GIORGIO PAPASOGLI, Vita di Don Orione, con prefacio de S. Emcia. el CARD. GIUSEPPE SIRI,
Gribaudi, Turín, 1974.
140
S. MAXIMILANO KOLBE O.F.M. Conv. (1894-1941), La difesa della Chiesa sotto il vessillo
dell’Immacolata: la fondazione della milizia dell’Immacolata e i suoi primi sviluppi, in “Miles
Inmaculatae”, julio-setiembre de 1939, actualmente in Gli scritti di Massimiliano Kolbe, tr. it. Ed.
Città di Vita, Florencia, 1975-1978, vol. III, p. 555. Sobre el santo polaco cfr. también ANTONIO
RICCIARDI O.F.M. Conv., Padre Massimiliano Kolbe, Postulatione Generale, Roma, 1960; MARÍA
WINOWSKA, Le secret de Maximilien Kolbe, Ed. Saint Paul, París-Friburgo, 1971; La mariologia di S.
Massimiliano Kolbe, Actas del Congreso Internacional de Roma (8-12 de octubre de 1984), a cargo
de F. S. PANCHERI, Miscellanea Francescana, Roma, 1985.
141
S. M. KOLBE O.F.M. Conv., Carta al Padre Floriano Koziura del 30 de mayo de 1931, in Gli
Scritti..., cit., vol. I, p. 550.
142
S. M. KOLBE O.F.M. Conv., La Regina della Polonia, in “Rycerz”, Mayo de 1925, actualmente en
Gli Scritti..., cit., vol. III, p. 209.
143
S. M. KOLBE O.F.M. Conv., Calendario del “Rycerz” para el año 1925, actualmente en Gli Scritti...,
cit., vol. III, p. 189.
144
PÍO XII, Encíclica Ad Coeli Reginam, cit.

299
El Cruzado del Siglo XX

de la fe y de la esperanza cristiana” 145, reafirmando en uno de sus últimos


discursos la “certeza que la restauración del Reino de Cristo por María no
podrá dejar de realizarse” 146.

12. Rumbo al siglo del inmenso triunfo

La teología de la historia de Plinio Corrêa de Oliveira se sitúa, por lo


tanto, en el cauce de la más ortodoxa doctrina de la Iglesia, con un acento
eminentemente montfortiano. Ella brota de una profunda especulación
teológica y de una piedad mariana todavía más profunda, que lo llevó a
desear ardientemente, pero también a entrever proféticamente, el Reino de
María anunciado por S. Luis de Montfort y previsto por la misma Santísima
Virgen en Fátima, entendido por el Dr. Plinio como “una era histórica de fe
y de virtud que será inaugurada por una victoria espectacular de Nuestra
Señora sobre la Revolución”, una época en la cual “el demonio será expul-
sado y volverá a los antros infernales y Nuestra Señora reinará sobre la
humanidad por medio de las instituciones que para esto escogió” 147.
Hasta el último día de su vida, el Dr. Plinio procuró infundir a sus discípu-
los un amor ardiente a Nuestra Señora y la confianza en su triunfo. Las
ruinas de la Cristiandad, a las que había dedicado su vida, le aparecían
esplendorosas y transfiguradas, en la víspera del siglo XXI, el primer siglo
del Tercer Milenio.
“Más allá de la tristeza y de los castigos sumamente probables, hacia los
cuales caminamos, nos esperan los resplandores sacrales de la aurora del
Reino de María: «Por fin Mi Inmaculado Corazón triunfará». Es la pers-
pectiva grandiosa de la victoria universal del Corazón regio y materno de
la Santísima Virgen. Es una promesa apaciguadora, atrayente y, sobre todo,
majestuosa y entusiasmante” 148.
Al pensador y hombre de acción brasileño bien se puede aplicar lo que un
mariólogo contemporáneo escribe de Montfort:

145
PÍO XII, Discurso del 1º de noviembre de 1954, in DR, vol. XVI, p. 238.
146
PÍO XII, Radiomensaje del 17 de setiembre de 1958 al Congreso Mariano de Lourdes, in DR, vol.
XX, p. 365.
147
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Prólogo a la edición argentina de Revolución y Contra-Revolución,
cit., p. 31.
148
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Fátima numa visão de conjunto, prefacio a A. A. BORELLI MACHADO,
cit., pp. 16-17.

300
Rumbo al Reino de María

“Si el criterio más seguro para verificar si alguien es profeta es «la reali-
zación de su profecía», es decir «el veredicto de la Historia» (W. Vogels),
hoy es necesario decir que la Historia avanza en el sentido previsto por
Montfort” 149.
Cuando el siglo XX llega a su término, las palabras con que Plinio Corrêa
de Oliveira, en uno de sus más célebres artículos, resumía su visión del
futuro, iluminan con una luz trágica, pero cargada de esperanza sobrenatu-
ral, el giro histórico del Tercer Milenio:
“La guerra, la muerte y el pecado se están presentando para devastar
nuevamente el mundo, esta vez en proporciones mayores que nunca. En
1513, el talento incomparable de Durero los representó bajo la forma de un
caballero que parte para la guerra, revestido de armadura completa, y acom-
pañado de la muerte y del pecado, este último personificado por un unicor-
nio. Europa, entonces ya sumergida en las agitaciones que precedieron la
Seudo-Reforma, se encaminaba para la era trágica de las guerras religio-
sas, políticas y sociales que el protestantismo desencadenó.
“La próxima guerra, sin ser explícita y directamente una guerra de Reli-
gión, afectará de tal manera los sagrados intereses de la Iglesia que un
verdadero católico no puede dejar de ver en ella, principalmente, el aspecto
religioso. Y la mortandad que se desencadenará será, por cierto, incompa-
rablemente más devastadora que la de los siglos anteriores.
¿Quién vencerá? ¿La Iglesia?
No son rosadas las nubes que tenemos delante de nosotros. Pero una
certeza invencible nos anima, de que no sólo la Iglesia —como es obvio
dada la promesa divina— no desaparecerá, sino que obtendrá en nuestros
días un triunfo mayor que el de Lepanto.(...)
“¿Cómo? ¿Cuándo? El futuro a Dios pertenece. Muchas causas de tris-
teza y aprensión se colocan delante de nuestros ojos, incluso al mirar hacia
algunos hermanos en la fe. Al calor de la lucha, es posible y hasta probable

149
S. DE FIORES S.M.M., Le Saint-Esprit et Marie dans les derniers temps selon Grignion de Montfort,
in “Études Mariales” (1986), número monográfico dedicado a Marie et la fin des temps, vol. III,
Approche historico-théologique, p. 156 (pp. 133-171). “Montfort se demuestra hombre abierto a los
grandes horizontes de la historia de la salvación y vuelto hacia el futuro. Sobre las bases —desigual-
mente sólidas— de las revelaciones privadas, de la Biblia y de su carisma teológico-profético perso-
nal, él ve los últimos tiempos como «reino del Espíritu del Padre y del Hijo» y —por primera vez en
la tradición católica— sitúa la devoción mariana en la perspectiva de la segunda venida de Jesucristo”
(ibid., p. 160).

301
El Cruzado del Siglo XX

que tengamos terribles defecciones. Pero es bien cierto que el Espíritu San-
to continúa suscitando en la Iglesia admirables e indomables energías espi-
rituales de Fe, pureza, obediencia y dedicación que en el momento oportu-
no cubrirán de gloria, una vez más, el nombre cristiano.
“El siglo XX será, no sólo el siglo de la gran lucha, sino sobre todo el
siglo del inmenso triunfo” 150.

150
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O século da guerra, da morte e do pecado, in “Catolicismo”, Nº 2,
febrero de 1951.

302
Conclusión
“Tengo certeza de que los principios
a los cuales consagré mi vida
son hoy más actuales que nunca
e indican el camino que el mundo seguirá
en los próximos siglos.
Los escépticos podrán sonreír.
Pero la sonrisa de los escépticos
jamás consiguió detener
la marcha victoriosa
de los hombres de Fe”.

Plinio Corrêa de Oliveira falleció en São Paulo, Brasil, casi a los 87 años
de edad, el 3 de octubre 1995, fiesta, según el antiguo calendario, de una
santa particularmente querida por él: Santa Teresita del Niño Jesús.
“La vida de la Iglesia y la vida espiritual de cada fiel —escribió Plinio
Corrêa de Oliveira, refiriéndose a Santa Teresita— son una lucha incesante.
A veces Dios da a su Esposa días de una grandeza espléndida, visible, pal-
pable. Él da a las almas momentos de consolación interior o exterior admi-
rables. Pero la verdadera gloria de la Iglesia y del fiel resulta del sufri-
miento y de la lucha. Lucha árida, sin belleza sensible, ni poesía definible.
Lucha en que se avanza a veces en la noche del anonimato, en el lodazal del
desinterés o de la incomprensión, bajo las tempestades y el bombardeo des-
encadenado por las fuerzas conjugadas del demonio, del mundo y de la
carne. Pero lucha que llena de admiración los Ángeles del Cielo y atrae las
bendiciones de Dios” 1.
Esta noción corresponde a aquello que San Luis María Grignion de
Montfort pedía a la Virgen, al concluir El secreto de María:
“Por mi parte, no quiero en la tierra sino lo que Vos tuvisteis: creer pura-
mente, sin nada gozar o ver; sufrir alegremente, sin consolación de criatu-

1
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A verdadeira gloria só nasce da dor, in “Catolicismo”, Nº 78, junio de
1957.

303
El Cruzado del Siglo XX

ras; morir continuamente a mí mismo, sin relajamiento ni distensión; y tra-


bajar resueltamente por Vos, hasta la muerte, sin interés alguno, como el
más vil de los esclavos” 2.
La vida espiritual de Plinio Corrêa de Oliveira no constituyó el objeto
principal de este estudio, que ha querido sobre todo enfocar el aspecto públi-
co de su pensamiento y de su obra. Con todo, es evidente que sólo en la
profundidad de su vida interior se puede comprender el misterio de ese amor
sin medida a la civilización cristiana y de esa aversión implacable a la Revo-
lución que la agredía. De este amor y de este odio él hizo el eje alrededor del
cual gravitaron todos sus ideales y actividades 3, elevándose así como un
paradigma y piedra de contradicción de su tiempo.
Su vida, escribió el cardenal Bernardino Echeverría Ruiz, “nos invita a
reflexionar sobre el hecho de que, cuanto más intensos son los males de
una época, tanto más notables son las figuras que la Divina Providencia
llama para enfrentarlos, pues su designio es debelar las crisis suscitando
almas de fuego” 4.
Plinio Corrêa de Oliveira fue un cruzado del siglo XX: enfrentó con ga-
llardía la marcha destructora de la Revolución anticristiana, combatiendo
sucesivamente, y muchas veces simultáneamente, el seudo-misticismo nazi,
el hedonismo de la american way of life, la utopía igualitaria socialista y
comunista, el progresismo católico que trataba de demoler a la Iglesia desde
su interior.
“La combatividad cristiana —escribió— tiene el sentido exclusivo de le-
gítima defensa. No hay para ella otra posibilidad de ser legítima. Es siem-
pre el amor a alguna cosa ofendida lo que mueve al cristiano a combatir.
Ese combate será tanto más vigoroso cuanto más alto fuera el amor con que
se combate. Por eso no hay, en el católico, mayor combatividad que aquella
con que lucha por la defensa de la Iglesia ultrajada, negada y pisoteada” 5.
En las luchas y en las dificultades, al lado de la virtud de la fortaleza Plinio
Corrêa de Oliveira ejercitó sobre todo la esperanza, movido por la convic-

2
SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT, El Secreto de María, Nº 69.
3
Cfr. PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 101.
4
Card. BERNARDINO ECHEVERRÍA RUIZ O.F.M., Plinio Corrêa de Oliveira, apóstolo insigne, polemista
fogoso e intrépido, in “Catolicismo”, Nº 542, febrero de 1996.
5
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Passio Christi, conforta me, in “O Legionário”, Nº 637, 22 de octubre
de 1944.

304
Conclusión

ción, como escribía a su madre en 1930, de que “de aquel a quien Dios da la
Fe, Él mismo exige la Esperanza” 6. Síntesis suprema de estas dos virtudes
cristianas es la confianza, que Santo Tomás define con profundidad como
“spes roborata” — “esperanza fortalecida por una sólida convicción” 7.
La diferencia entre esperanza y confianza, comenta a su vez el padre
Thomas de Saint-Laurent, no es de naturaleza, sino sólo de grado y de inten-
sidad. “Los albores inciertos de la aurora como el esplendor del sol de me-
diodía, forman parte de la misma jornada... Así también la confianza y la
esperanza pertenecen a la misma virtud: una no es sino el pleno florecimien-
to de la otra” 8.
La confianza en la victoria final de la Contra-Revolución católica y en la
venida del Reino del Inmaculado Corazón de María fue la virtud que Plinio
Corrêa de Oliveira más profundamente infundió en sus numerosos discípu-
los esparcidos por el mundo, incluso fuera de las filas de las TFPs. Nutrió
esta confianza en la fuente de Fátima y también en una devoción mariana
que le fue especialmente querida: la de Nuestra Señora del Buen Consejo de
Genazzano. De ella recibió en 1967, por ocasión de una grave enfermedad y
de una aflictiva probación espiritual, una gran gracia interior: la certeza so-
brenatural que no moriría sin haber cumplido la misión que la Divina Provi-
dencia le confió 9. Él cumplió esta misión y realizó plenamente su vocación.
Al concluir este estudio, como historiador y como católico, me juzgo en
condiciones de afirmar con tranquila certeza que a pocos hombres en la
Historia de la Iglesia convienen como a Plinio Corrêa de Oliveira las pala-
bras de San Pablo, tantas veces aplicadas a los grandes defensores de la fe:
“Bonum certamen certavi”, “combatí el buen combate, acabé mi carrera,
guardé la fe” 10.
El cortejo que, enarbolando los grandes estandartes de la TFP el 5 de
octubre 1995, acompañó a Plinio Corrêa de Oliveira con recogida solemni-
dad hasta la última morada, atravesó una São Paulo bien diferente de aquella
en la que él vio la luz. Tal vez ninguna ciudad en el mundo haya sufrido en

6
DL, vol. II, p. 107.
7
Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica, II-IIae, q. 129, art. 6 ad 3.
8
RAYMOND DE THOMAS DE SAINT-LAURENT, Il Libro della Fiducia, tr. it., Pedanesi, Roma, 1991. Plinio
Corrêa de Oliveira amó y difundió particularmente esta inspirada obra.
9
Cfr. declaración del propio Plinio Corrêa de Oliveira del 10 de mayo de 1985, publicada en la revista
“Madre del Buon Consiglio”, Periódico del Santuario de Genazzano, Nº 7-8, julio-agosto de 1985.
10
2 Tim. 4, 7.

305
El Cruzado del Siglo XX

este período las devastaciones urbanísticas y arquitectónicas por las que pasó
São Paulo y ninguna, en esta radical transformación, reflejó mejor el itinera-
rio nihilista del siglo XX, desde la Belle Époque al caos turbulento que pre-
cede el viraje del milenio.
En el transcurso de una época en que, como en su ciudad natal, todo había
cambiado como un torbellino, arrasando valores e instituciones, Plinio Corrêa
de Oliveira permaneció inconmovible en los principios a los que adhirió,
coherentemente fiel a aquel ideal de civilización cristiana en el que veía no
solamente el pasado, sino también el irreversible futuro de la historia si los
hombres correspondiesen a la Gracia Divina.
“Estoy seguro —escribió— de que los principios a los cuales consagré
mi vida son hoy más actuales que nunca e indican el camino que el mundo
seguirá en los próximos siglos. Los escépticos podrán sonreír. Pero la son-
risa de los escépticos jamás logró detener la marcha victoriosa de los hom-
bres de Fe” 11.
En esta coherencia simple y absoluta está todo el heroísmo y la grandeza
de Plinio Corrêa de Oliveira. Su testamento espiritual, que reproducimos
como conclusión de nuestra obra, explica, mejor que cualquier otra palabra,
el secreto de esta grandeza.
“En nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo y de
la Bienaventurada Virgen María, mi Madre y Señora, yo, Plinio Corrêa de
Oliveira, declaro: que he vivido y espero morir en la Santa Fe Católica,
Apostólica y Romana, a la cual adhiero con todas las fibras de mi alma.
“No encuentro palabras suficientes para agradecer a Nuestra Señora el
favor de haber vivido desde mis primeros días y de morir, como espero, en
la Santa Iglesia, a la cual dediqué, dedico y espero dedicar hasta mi último
aliento, absolutamente todo mi amor. De tal suerte que las personas, insti-
tuciones y doctrinas que amé durante la vida, y que actualmente amo, las
amo porque fueron o son conformes a la Santa Iglesia, y en la medida en
que fueron o son conformes a la Santa Iglesia. Igualmente, jamás combatí
instituciones, personas o doctrinas sino porque y en la medida en que eran
opuestas a la Santa Iglesia.
“Agradezco de la misma forma a Nuestra Señora —sin que me sea posi-
ble encontrar palabras suficientes para hacerlo— por la gracia de haber

11
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Autorretrato filosófico, cit.

306
Conclusión

leído y difundido el «Tratado de la Verdadera Devoción a la Santisima Vir-


gen» de San Luis Grignon de Montfort, y de haberme consagrado a Ella
como esclavo perpetuo. Nuestra Señora fue siempre la luz de mi vida, y
espero que Ella en su clemencia sea mi luz y mi auxilio hasta el último
instante de mi existencia.
“Agradezco asimismo a Nuestra Señora —y con cuanta emoción— ha-
berme hecho nacer de Dª Lucilia. Yo la veneré y amé en todo el límite de lo
que me era posible y, después de su muerte, no hubo un día en que no la
recordase con indecible añoranza. También pido a su alma que me asista
hasta el último momento con su bondad inefable. Espero encontrarla en el
Cielo, en la corte luminosa de las almas que amaron más especialmente a
Nuestra Señora.
“Tengo conciencia del deber cumplido por el hecho de haber fundado y
dirigido mi gloriosa y querida TFP. Beso en espíritu su estandarte. Tales
son los vínculos de alma que tengo con cada uno de los socios y cooperado-
res de la TFP brasileña, como de las otras TFPs, que me resulta imposible
mencionar aquí especialmente a alguien para expresarle mi afecto. Pido a
Nuestra Señora que los bendiga a todos y a cada uno. Después de la muerte,
espero rezar junto a Ella por todos, ayudándolos así de modo más eficaz
que en la vida terrenal.
“A los que me dieron motivo de quejas, los perdono de toda mi alma.
Hago votos de que mi muerte sea para todos ocasión de la gracia que lla-
mamos del Grand Retour.
“No tengo directrices que dar para esa eventualidad, pues mejor que yo
lo hará Nuestra Señora. De cualquier manera, a todos y a cada uno pido
entrañadamente y de rodillas que sean sumamente devotos a Nuestra Seño-
ra durante toda la vida”.

307
Índice

Elenco de abreviaturas ......................................................................... 5


Prólogo a la edición peruana ............................................................... 9
Prefacio del Cardenal Alfons Maria Stickler, SDB ...................... 11
Introducción .......................................................................................... 15
Capítulo I
“Cuando era aún muy joven...” ........................................................ 19
1. Los últimos resplandores de la douceur de vivre ............................ 19
2. Brasil: una vocación para la grandeza ............................................. 22
3. São Paulo: la isla europea en el continente americano .................... 29
4. La bendición de la cuna ................................................................... 33
5. Del corazón de las madres al corazón de los hijos:
Da. Lucilia Ribeiro dos Santos ....................................................... 35
6. Primera visión de Europa ................................................................. 39
7. El ocaso de la Belle Époque ............................................................. 41
8. La ascensión del mito norteamericano ............................................ 44
9. Una concepción militante de la vida espiritual ................................ 47
Capítulo II
“El Legionário nació para luchar...” ................................................ 53
1. La importancia de la Iglesia Católica en la vida del Brasil ............. 53
2. El “viraje” histórico de 1930 ........................................................... 58
3. La Liga Electoral Católica ............................................................... 60
4. Director del “Legionário” ................................................................ 65
5. La “guerra civil” europea ................................................................. 68
6. La denuncia del paganismo nacional socialista ............................... 69
7. Fidelidad a la Iglesia e independencia intelectual ........................... 74
8. “Escogisteis la vergüenza y tendréis la guerra” ............................... 78
9. “La guerra más enigmática de este siglo”........................................ 81
10. La oscura complicidad entre nazismo y comunismo ..................... 85

309
El Cruzado del Siglo XX

11. El fracaso de la “comedia” de la ONU .......................................... 90


12. ¿El Islam a la conquista de Europa? .............................................. 91
13. “El Legionário nació para luchar” ................................................. 92
Capítulo III
En defensa de la Acción Católica ...................................................... 95
1. Pío XI y la Acción Católica ............................................................. 95
2. La “nueva Cristiandad” de Jacques Maritain................................... 98
3. El “movimiento litúrgico” ............................................................. 100
4. La Acción Católica en la encrucijada ............................................ 102
5. El apogeo del “Legionário” ........................................................... 105
6. Presidente diocesano de la Acción Católica .................................. 107
7. “En defensa de la Acción Católica” ............................................... 110
8. Un “gesto de Kamikaze” ............................................................... 116
9. Una estrella se enciende en la noche... .......................................... 121
10. Una nueva bandera: “Catolicismo” ............................................. 126
Capítulo IV
Revolución y Contra-Revolución .................................................... 131
1. “Doctor de la Contra-Revolución” ................................................ 131
2. La Cristiandad en el Magisterio Pontificio .................................... 136
3. La gran crisis del Occidente cristiano ............................................ 141
4. Las etapas históricas de la Revolución .......................................... 142
5. Las profundidades de la Revolución .............................................. 143
6. El papel de las pasiones en el proceso revolucionario ................... 144
7. Las velocidades de la Revolución .................................................. 145
8. Los agentes de la Revolución: la masonería y las sectas ............... 146
9. La meta anárquica de la Revolución .............................................. 148
10. Los valores metafísicos de la Revolución ................................... 150
11. La “philosophia perennis” de Plinio Corrêa de Oliveira ............. 151
12. Ambientes, costumbres, civilizaciones ........................................ 156
13. La Contra-Revolución y la Civilización Cristiana....................... 159
14. La fuerza propulsora de la Contra-Revolución ............................ 160
15. La Contra-Revolución y la Iglesia ............................................... 161
16. Trasponiendo los confines de Brasil:
una escuela de pensamiento y de acción ....................................... 163
17. Nobleza y élites tradicionales análogas
frente a la IV Revolución .............................................................. 168

310
18. El juicio de un eminente teólogo contemporáneo
sobre Revolución y Contra-Revolución ........................................ 170
Capítulo V
Tradición, Familia, Propiedad ........................................................ 173
1. Un bloque coherente e inseparable... ............................................. 173
2. Nuevos métodos de apostolado ..................................................... 175
3. La evolución del clero brasileño hacia la izquierda
y el surgimiento de la CNBB ........................................................ 178
4. “Reforma agraria”: cuestión de conciencia ................................... 182
5. La denuncia de la infiltración comunista en el clero ..................... 188
6. Frente a la amenaza comunista contra la Iglesia ........................... 189
7. Una concepción tribal y comunista de las misiones ...................... 191
8. Una denuncia del carácter revolucionario de las Comunidades
Eclesiales de Base ......................................................................... 194
9. La TFP en el mundo: el desarrollo de la epopeya anticomunista .. 196
10. 1994: el mundo en una visión de conjunto .................................. 200
11. Plinio Corrêa de Oliveira como “Padre” y “Fundador”............... 204
12. Entre incomprensiones y calumnias... ......................................... 205
13. Culto lícito e ilícito según la Iglesia ............................................ 210
14. Una vocación específica: la “consecratio mundi” ....................... 214
Capítulo VI
Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia ............................................ 221
1. “Credo in unam sanctam, catholicam et apostolicam Ecclesiam”. 221
2. El Jubileo del Año Santo de 1950: ¿triunfo o crisis incipiente? .... 222
3. El anuncio del Concilio Vaticano II .............................................. 224
4. ¿El Concilio habría condenado el comunismo? ............................. 225
5. El Concilio del “Aggiornamento” ................................................. 228
6. La libertad de la Iglesia en el Estado comunista ........................... 233
7. El silencio sobre el comunismo: ¿un Concilio malogrado? .......... 238
8. Un nuevo tenor de relaciones entre la Iglesia y el mundo ............. 240
9. La “Resistencia” a la Ostpolitik vaticana ...................................... 243
10. La denuncia del “diálogo” modernista ........................................ 248
11. Verdadero y falso ecumenismo ................................................... 249
12. Estalla la crisis postconciliar ....................................................... 251
13. Antiguo y nuevo Ordo Missae ..................................................... 259
14. Pasión de Cristo, Pasión de la Iglesia .......................................... 262

311
El Cruzado del Siglo XX

Capítulo VII
Rumbo al Reino de María ................................................................ 265
1. El caos del fin de milenio .............................................................. 265
2. La teología de la historia de Plinio Corrêa de Oliveira ................. 267
3. San Luis María Grignion de Montfort y el Tratado
de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen ......................... 270
4. La devoción mariana y el apostolado contra-revolucionario ......... 274
5. El Reino de María en la perspectiva montfortiana ........................ 276
6. Servitudo ex caritate: obedecer para ser libre ................................ 278
7. Los frutos de la consagración: una nueva Edad Media?................ 283
8. “De Fátima nunquam satis” ........................................................... 286
9. El “tercer secreto” de Fátima ......................................................... 289
10. Interpretación del Apocalipsis y milenarismo ............................. 291
11. Visión del futuro de Papas y Santos ............................................ 296
12. Rumbo al siglo del inmenso triunfo ............................................. 300
Conclusión ........................................................................................... 303

312
ESTA OBRA SE TERMINÓ DE IMPRIMIR
EL DÍA 22 DE NOVIEMBRE DE 2009,

FIESTA DE CRISTO REY


Arriba: los padres de Plinio, el abogado João Paulo Corrêa de Oliveira y Da. Lucilia
Ribeiro dos Santos.
Abajo, izquierda: Plinio Corrêa de Oliveira el día de su Primera Comunión.
Derecha: João Alfredo Corrêa de Oliveira, tío abuelo de Plinio y Presidente del
Consejo de Ministros durante el Imperio, autor de la “ley áurea” que en 1888 dio
libertad a los esclavos en Brasil.
«Mi madre me enseñó a amar a la Iglesia»...

Arriba: dos fotografías que retratan a Da.


Lucilia: en París en 1912, aún joven, y en São
Paulo en 1968, pocas semanas antes de su
fallecimiento.
Al lado: Torre de la iglesia del Corazón de
Jesús, de los PP. Salesianos, donde ella acudía
a rezar diariamente.
Tres fotografías de Plinio Corrêa de Oliveira
en diversos momentos de su vida.

Arriba, izq.: el día de su graduación en


Derecho; derecha: diputado a la Asamblea
Constituyente, contando apenas 24 años de
edad.
Al lado: con la toga de Profesor universitario,
en la década de 1940.
Arriba: el primer libro de Plinio Corrêa de Oliveira, En Defensa de la Acción Católica, recibió
una carta de encomio escrita en nombre de Pío XII por Mons. Montini, futuro Papa Pablo VI.
Abajo: dos figuras eclesiásticas que apoyaron el apostolado del Dr. Plinio: Mons. Duarte
Leopoldo e Silva, Arzobispo de São Paulo y el entonces Nuncio Apostólico en Brasil y
después Cardenal, Mons. Benito Aloisi Masella, con un ejemplar del periódico “O Legionario”
en sus manos.
Arriba: Revolución y Contra-Revolución, con numerosas ediciones
en diversas lenguas, es la obra principal de Plinio Corrêa de Oliveira,
en la cual se inspiran miles de católicos en todo el mundo.
Abajo: una de las primeras campañas públicas de la TFP fue la
colecta de 1.600.000 firmas contra el divorcio (1966).
Plinio Corrêa de Oliveira apoyó
siempre la “Iglesia del Silencio”
perseguida bajo el imperio
comunista. Dos grandes defensores
de la fe como el cardenal ucraniano
Josef Slipyj y el cardenal Josef
Mindszenty manifestaron a su vez
gran aprecio por la obra
desarrollada por el Dr. Plinio y las
TFPs.

Al lado: recepción al cardenal


Slipyj en la sede central de la TFP
brasileña. Abajo: el cardenal
Mindszenty recibido por la TFP
venezolana en el aeropuerdo de
Caracas.
La obra de Plinio Corrêa de Oliveira se extendió a los grandes escenarios mundiales
del siglo XX.

Arriba: una delegación de las TFPs al pie de los muros del Kremlin, sobre los cuales
aún ondea la bandera comunista, en 1990, por ocasión de la entrega al presidente
Gorbachev de cinco millones de firmas en apoyo a la independencia de Lituania.
Abajo: la TFP norteamericana, gran protagonista de la marcha anual contra el aborto
en Washington.
Foto superior: Santa Misa en sufragio
por el alma de Plinio Corrêa de Oliveira,
celebrada en Roma por el Cardenal Alfons
Stickler S.D.B. Izquierda: Vista parcial
del cortejo que acompañó sus despojos
mortales al cementerio de la Consolação
en São Paulo, el 5 de octubre de 1995.
Arriba: imagen de Nuestra Señora del
Buen Consejo de Genazzano, a la cual el
Dr. Plinio tributó una especial devoción.