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Apuntes mecánicos

Cuando era niño y toque la rueda de la grúa de mi papá, supe que era hijo de engranajes. No
cabía duda de que ese complicado entramado de claves, tornillos, tuercas, etc., me habían
parido.

Como es natural, el colegio demuestra que el perro es hijo del grande sol, pero que el gato no
lo es. Y ¿por qué? porque el perro es lindo y el gato también. No hay otra razón más que esa.
Todos entendíamos y afirmábamos con la cabeza. Yo no me comía ese cuento, yo sabía que
mi gato, traido de la montaña, era también hijo del Sol, sino ¿de quén más iba a ser? ¿de la
montaña? no, imposible, la montaña es una silla o una copa, o una falda, o una teta, pero
nunca será una madre de gatos.

Y ahora, usando toda esta mentira como excusa para completar mi proceso, rsulta que estos
hiijos de puta no me creen. Que dizque no cumplo con los requisitos, ¿usted quien se cree pa’
juzgar las letras, los apuntos o las mecánicas? usted solo es un hijo de puta más que
monopoliza el conocimiento y se enriquece de él. Los odio, pedazos de nada, solo tendré que
llenar esta hoja con babosadas para engañarlos, tranquilos. Sigan insistiendo en rechazarme la
hoja y la tinta, que yo seguiré escupiendo rojo para vuestros ojos.

Solo faltaran unas lineas de bollo más. Tres, dos, uno. Hacer una cuenta regresiva podría
ayudar, quizás unas sumas. Cinco más tres es ocho, ocho son dos ojos, dos ojos son visión,
una visión es una imagen que no existe, como es también una que existe, lo que existe está y
es, lo que es, lo que es, lo que es no sé lo que es

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