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Epidemiologia y Salud Mental Un Analisis PDF
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VERTEX
Volumen XV - Nº 55 Marzo – Abril – Mayo 2004
HISTORIA Y
EPISTEMOLOGIA
DE LA PSIQUIATRIA
Comité Editorial
Martín Agrest, Norberto Aldo Conti, Pablo Gabay, Aníbal Goldchluk, Gabriela
Silvia Jufe, Eduardo Leiderman, Daniel Matusevich, Martín Nemirovsky, Fabián
Triskier, Ernesto Wahlberg, Silvia Wikinski.
Corresponsales
CAPITAL FEDERAL Y PCIA. DE BUENOS AIRES: S. B. Carpintero (Hosp. C.T. Gar-
cía); N. Conti (Hosp. J.T. Borda); V. Dubrovsky (Hosp. T. Alvear); R. Epstein (AP
de BA); J. Faccioli (Hosp. Italiano); A. Giménez (A.P.A.); N. Koldobsky (La PLata);
A. Mantero (Hosp. Francés); E. Matta (Bahía Blanca); D. Millas (Hosp. T.
Alvarez); L. Millas (Hosp. Rivadavia); G. Onofrio (Asoc. Esc. Arg. de Psicot. para
Grad.); J. M. Paz (Hosp. Zubizarreta); M. Podruzny (Mar del Plata); H. Reggiani
(Hosp. B. Moyano); S. Sarubi (Hosp. P. de Elizalde); N. Stepansky (Hosp. R.
Gutiérrez); E. Diamanti (Hosp. Español); J. Zirulnik (Hosp. J. Fernández). CORDO-
BA: C. Curtó, J. L. Fitó, H. López, A. Sassatelli. CHUBUT: J. L. Tuñón. ENTRE RIOS:
J. H. Garcilaso. JUJUY: C. Rey Campero; M. Sánchez. LA PAMPA: C. Lisofsky.
MENDOZA: B. Gutiérrez; J. J. Herrera; F. Linares; O.Voloschin. NEUQUÉN: E. Stein.
RIO NEGRO: D. Jerez. SALTA: J. M. Moltrasio. SAN JUAN: M. T. Aciar. SAN LUIS:
G. Bazán. SANTA FE: M. T. Colovini; J. C. Liotta. SANTIAGO DEL ESTERO R. Cos-
tilla. TUCUMAN: A. Fiorio.
Corresponsales en el Exterior
Informes y correspondencia: ALEMANIA Y AUSTRIA: A. Woitzuck. AMÉRICA CENTRAL: D. Herrera Salinas.
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(1093), Buenos Aires, Argentina
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Massei; A. Berenstein; M. A. Díaz. EE.UU.: G. de Erausquin; R. Hidalgo; P.
E-mail: editorial@polemos.com.ar Pizarro; D. Mirsky; C. Toppelberg (Boston); A. Yaryura Tobías (Nueva York).
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ISRAEL: L. Mauas. MÉXICO: M. Krassoievitch; S. Villaseñor Bayardo. PARAGUAY:
En Europa: Correspondencia J. A. Arias. SUECIA: U. Penayo. SUIZA: N. Feldman. URUGUAY: M. Viñar.
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Mabel Penette
Hecho el depósito que marca la ley.
Composición y Armado:
Omega Laser Gráfica VERTEX, Revista Argentina de Psiquiatría, Vol. XV N° 55, MARZO – ABRIL – MAYO 2004
Moreno 1785, 5° piso Todos los derechos reservados. © Copyright by VERTEX.
(1093), Buenos Aires, Argentina
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Volumen XV - Nº 55 – Marzo – Abril – Mayo 2004
DOSSIER
HISTORIA Y EPISTEMOLOGIA DE LA PSIQUIATRIA
Vertex • Historia de la Psiquiatría en Europa. Modos de hacer
Revista Argentina de
historia de la Psiquiatría, F. Fuentenebro de Diego,
Psiquiatría
R. Huertas García-Alejo pág. 23
Aparición • La epistemología y la historia de la psiquiatría,
trimestral: G.E. Berrios pág. 29
marzo, junio, • La noción de epistemología regional en psiquiatría,
setiembre y
G. Lantéri-Laura pág. 38
diciembre de cada
año, con • La psiquiatría como ciencia clínica. De Emil Kraepelin
dos Suplementos al neokraepelinismo, P. Hoff pág. 42
anuales. • Recobrar la libertad de pensamiento. Entrevista
a Jean Garrabé, J. C. Stagnaro pág. 48
Indizada en el
• Psicoanálisis y Epistemología. Desarrollo mental y
acopio bibliográfico
“Literatura producción de teorías, S. Zysman pág. 50
Latinoamericana en
Ciencias de la
Salud” (LILACS) y
MEDLINE.
EL RESCATE Y LA MEMORIA
Para consultar • La ilusión de una clasificación psiquiátrica
listado completo Por Henri F. Ellenberger pág. 58
de números anteriores:
www.editorialpolemos.com
CONFRONTACIONES
• “Estamos anclados en sistemas nosológicos caducos”.
Reportaje a Víctor Peralta, S. Strejilevich y J. Bustin pág. 67
Ilustración de tapa
Neva Brass LECTURAS Y SEÑALES
Miedo a lo desconocido • A propósito de Morel y la démence précoce, E. L. Mahieu pág. 73
0,90m x 1,40m • In memorian. David Liberman, S. Zysman y S. Arbiser pág. 76
técnica mixta
• Indice alfabético de autores pág. 79
1998
Premio mención del Salón
Nacional de la Municipalidad
de Tres de Febrero
V ERTE X REVISTA ARGENTINA DE PSIQUIATRIA
55
S
EDITORIAL er pobre y tener dificultades para leer y comprender los tra-
tamientos y mensajes médicos es ciertamente un riesgo para
la salud. Las consecuencias del analfabetismo sobre la sa-
lud han sido ampliamente estudiadas desde hace tiempo
(hace casi diez años que el JAMA, más precisamente en su
entrega del 6 de diciembre de 1995, publicó uno de los prin-
cipales estudios sobre la barrera que representa el analfabe-
tismo para el acceso a la salud). En los EE.UU., en la época
del artículo mencionado, se manejaban cifras sorprendentes para lo que podría es-
perarse de un país central y cabeza del mundo desarrollado: 21% de los adultos
(unos 40 a 44 millones) era analfabeto funcional y un 25% adicional (otros 50
millones) lo era parcialmente, es decir, que no era capaz de entender, interpretar y
aplicar la información de material escrito. El sondeo, que revelaba que sólo el
21% de los adultos sabía de verdad leer y escribir, causó un gran impacto, pues
relegaba a Estados Unidos al puesto 49 entre los países con mayor índice de alfa-
betización, cuando en los años sesenta había sido el primero del mundo.
Pero hay otros datos preocupantes, en América Latina más del 60% de los en-
fermos crónicos es funcionalmente analfabeto; más del 66% de las personas mayo-
res de 60 años tiene habilidades de comprensión pobres, y los enfermos con dificul-
tades de comprensión tienen un 52% más de probabilidades de ser hospitalizados
que aquellos que no presentan estas dificultades. Como enumera Gonzalo Casino
“hay una amplísima variedad de situaciones y problemas causados por el analfa-
betismo, desde dificultades para leer un prospecto o un termómetro hasta la inca-
pacidad de entender e interpretar una prescripción médica. Por sorprendente que
parezca hay quien no entiende qué significa tomarse un comprimido con el estó-
mago vacío, por no hablar del texto de un consentimiento informado”.
El problema del analfabetismo completo o del funcional se ve agravado en
los países pobres por los fenómenos de desnutrición infantil que lesionan, desde
el principio de la vida, a nivel orgánico, las potencialidades de aprendizaje pos-
teriores en la vida de los sujetos sometidos a carencias precoces.
En nuestro país, aunque no se dispone de datos estadísticos completos y fe-
hacientes es de suponer que se pueden trasladar, sin temor a exageraciones o
error, datos y hechos igualmente o mucho más dramáticos que los que acaba-
mos de mencionar. Efectivamente, hoy en día en la Argentina registramos cifras
alarmantes de desnutrición –que no debemos olvidar que permanecen iguales a
las de hace pocos meses cuando los medios de difusión sacaron el tema a la luz
pública con virulencia inusitada para acallarlo “inexplicablemente” poco des-
pués– y deserción escolar, o directamente la no entrada en el sistema educativo
de miles y miles de niños y jóvenes. El problema debería preocupar superlativa-
mente, no solamente por sus consecuencias en las adquisiciones intelectuales de
las nuevas generaciones sino por su repercusión en la Salud Pública de la pobla-
ción. Una poderosa razón para entender la urgente necesidad de incluir en las
instituciones educativas a todos los excluidos de ellas. El acceso a la escuela no
debe entenderse, meramente, como un lugar de contención social, provisión de
alimentación mínima o socialización de las conductas sino como un ingrediente
indispensable en la prevención de la salud ■
J. C. Stagnaro – D. Wintrebert
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4. De López, P., ….
revista de
experiencias
clínicas y neurociencias
Trastornos neuropsiquiátricos en
pacientes con Enfermedad de Alzheimer
Andrea Pollero
Médica. Residente de 3° año de Psiquiatría. Hosp. “Dr. Teodoro Álvarez” (GCBA).
E-mail: andreapollero@hotmail.com.ar
Mariana Giménez
Médica. Residente de 3° año de Psiquiatría. Hosp. “Parmenio T. Piñero” (GCBA). Tel: 15-4477-7023;
E-mail: mariangimenez@hotmail.com.ar
Ricardo F. Allegri
Prof. Asociado de Neurología. Inst. Universitario CEMIC. Jefe de Neurología (a/c) y del Laboratorio de Memoria del Hosp.
“Abel Zubizarreta” (GCBA). Investigador del CONICET y del GCBA. Tel/Fax: (54) 11 4546.8227;
E-mail: allegri@jede.net
Fernando E. Taragano
Prof. Titular Psiquiatría. Inst. Universitario CEMIC. Jefe de Neuropsiquiatría - SIREN CEMIC. Tel/Fax: (54) 11 4546-8227;
E-mail: taragano@arnet.com.ar
Resumen
Introducción: En la década pasada, las manifestaciones neuropsiquiátricas de la enfermedad de Alzheimer (EA) eran descriptas re-
cién en los estadios moderados y tardíos. Objetivo: Realizar un relevamiento de los síntomas neuropsiquiátricos en los diferentes
estadios de la EA. Material y métodos: A 72 pacientes con EA probable (criterios NINCDS ADRDA) y 19 sujetos controles se les rea-
lizó una extensa evaluación Neurológica, Neuropsicológica, y Neuropsiquiátrica que incluyó el Inventario Neuropsiquiátrico (NPI-
Q). Resultados: 87,5% desarrollaron síntomas psiquiátricos, siendo los de mayor frecuencia apatía e irritabilidad. En aquellos con
CDR 0,5 dichas manifestaciones ya se hallaron en el 66,6%. Los pacientes con deterioro leve (MMSE 21-30) presentaron más sín-
tomas en la esfera afectiva, aquellos con deterioro moderado (MMSE 11-20) más síntomas psicóticos y en los de deterioro grave
(MMSE 0-11) mayor expresión de síntomas frontales. Conclusiones: Los síntomas neuropsiquiátricos son manifestaciones frecuen-
tes de la EA, y pueden ser reconocidos y tratados adecuadamente aún en los primeros estadios de esta enfermedad ya que contri-
buyen a la sobrecarga del cuidador y a menudo provocan institucionalización temprana.
Palabras clave: Enfermedad de Alzheimer – Síntomas neuropsiquiátricos – Conducta – NPI – MMSE – CDR.
Tabla 1 Tabla 2
Datos Demográficos Síntomas neuropsiquiátricos
Referencias: los datos (salvo sexo) están expresados en media Referencias: El rango observado es de 0-12 para todos los sín-
(desvío estándar). n: número de pacientes. MMSE: Mini Mental tomas neuropsiquiátricos. M: media; DS: desvió estándar; n:
State Examination; CDR: Clinical Dementia Rating; NS: no signi- número de pacientes y % ptes: porcentaje de pacientes.
ficativo estadísticamente.
L
os síntomas neuropsiquiátricos son manifesta- encéfalocraneano, antecedentes psiquiátricos previos
ciones comunes en las demencias. La Enferme- al inicio de la EA, ausencia de un informante, pacien-
dad de Alzheimer (EA) no es la excepción, ya tes que cumplían los criterios NINCDS-ADRDA pero
en 1907 Alois Alzheimer describe entre los síntomas presentaban características clínicas que sugerían otro
de ésta patología neurodegenerativa, conductas ex- tipo de demencia (demencia frontotemporal, demen-
trañas, delirios y alucinaciones(9). Si bien la EA se cia por cuerpos de Lewy, demencia vascular).
define principalmente en términos de sus caracte- Los pacientes fueron evaluados mediante una en-
rísticas cognitivas y éstas son las bases del diagnós- trevista clínica, evaluación neuropsiquiátrica y bate-
tico clínico(10); apatía, agitación, ansiedad, deli- ría neuropsicológica extensa. Los datos demográficos
rios, alucinaciones y otros pueden ser los síntomas se encuentran en la Tabla 1.
de presentación, incluso antes de que el deterioro El grado de deterioro cognitivo fue determinado
cognitivo sea evidente, o bien surgir en el transcur- utilizando Mini Mental State (MMSE)(4) y el estadio
so de la enfermedad(7, 13) evolutivo de la demencia fue establecido utilizando
Los síntomas neuropsiquiátricos de la EA tienen Clinical Dementia Rating (CDR, rango 0-3)(6).
consecuencias significativas ya que afectan la calidad Los síntomas neuropsiquiátricos fueron reporta-
de vida, no sólo del paciente sino también del cuida- dos por un familiar o cuidador, a través de la versión
dor, y se encuentran asociados con aumento del uso traducida y adaptada por los autores del Inventario
de psicotrópicos, mayor riesgo de institucionaliza- Neuropsiquiátrico Abreviado (NPI-Q)(11). Esta esca-
ción y mayor costo económico(3). Asimismo, dichos la examina la presencia de 12 síntomas específicos:
síntomas pueden contribuir, junto con el perfil de apatía, delirio, alucinaciones, desinhibición, euforia,
deterioro cognitivo, al diagnóstico diferencial con irritabilidad, agitación, depresión, ansiedad, con-
otras demencias(2). ductas motoras aberrantes, comportamientos noc-
El objetivo del presente trabajo fue realizar un re- turnos y apetito. El NPI-Q otorga un score total, que
levamiento de síntomas neuropsiquiátricos en una es el producto de frecuencia por severidad y subsco-
población de pacientes de nuestro medio con diag- res para severidad (rango de 0 a 3) y frecuencia (ran-
nóstico de EA, analizando su frecuencia y distribu- go de 0 a 4). También provee de valores que repre-
ción según nivel de deterioro cognitivo y estadio de sentan el grado de sobrecarga del cuidador. El infor-
la enfermedad. mante al responder el NPI-Q, debía señalar la pre-
sencia o ausencia de cada uno de los síntomas men-
cionados y en caso afirmativo determinar la frecuen-
Material y métodos cia y severidad de ellos (Tabla 2).
Para evaluar a la población de los 14 sujetos con
Fueron evaluados 72 pacientes que cumplían crite- CDR 0,5 se tomó un grupo de 19 sujetos sanos apa-
rios diagnósticos para EA probable, según NINCDS- reados por edad y escolaridad para control de sínto-
ADRDA(10). Los criterios de exclusión fueron: antece- mas en población normal (ver Tabla 1). Los sujetos
dentes de enfermedad cardiovascular o traumatismo controles eran familiares de nuestros pacientes que
Apatía
Ansiedad
Ideas delirantes
Alucinaciones
Agitación
Irritabilidad
Desinhibición
Euforia
ambos presentes en el 55.5% de
los pacientes. En orden decre-
ciente, los restantes síntomas se
distribuyeron de la siguiente for-
ma: 50% ansiedad, 45,8% depre-
sión, 33,3% agitación, 30,5%
Síntomas neuropsiquiátricos
alucinaciones, 30,5% delirios,
29,1% comportamientos noctur-
nos, 23,6% desinhibición, 20,8%
conductas motoras aberrantes,
20,8% alteraciones del apetito y Figura 2
8,3% euforia (Figura 1). Síntomas neuropsiquiátricos agrupados según síndromes (depresi-
En la Tabla 2 se observa el sco- vo, psicótico y frontal) en pacientes con CDR 0,5 y sujetos controles
re total del NPI-Q para los diferen-
tes síntomas, dicho score es el
producto de frecuencia por severi- 40
Frecuencia por Severidad
* p<0.05
dad. Los valores más altos halla-
dos fueron de 3,7+4,7 para la apa- 30
tía y 2,9+3,8 para la irritabilidad. Controles
Con respecto al estadio de la 0,5
enfermedad, establecido por 20
* *
CDR, se obtuvieron los siguientes
datos: los pacientes con CDR 0,5 10
(Alzheimer predemencia) presen-
taban depresión y apatía como
síntomas significativamente ma- 0
Depresión
Apatía
Ansiedad
Ideas delirantes
Alucinaciones
Agitación
Irritabilidad
Desinhibición
Euforia
Apatía
Ansiedad
Ideas delirantes
Alucinaciones
Agitación
Irritabilidad
Desinhibición
Euforia
presentan en el 87,5% de los pa-
cientes con dicho diagnóstico. Es-
tos datos coinciden con los halla-
dos por otros autores como Cum-
mings, que reportó síntomas no
cognitivos en el 88% de los pa-
Síntomas neuropsiquiátricos
cientes(11) y Lyketsos quién halló
dichas manifestaciones en el
presentaba irritabilidad, el 44% depresión, el 33% 60%(8).
apatía, el 22 % agitación y el 11% ansiedad. Si bien clásicamente se considera que la EA co-
En los pacientes con CDR 1 todos los síntomas mienza con síntomas puramente cognitivos, los
estudiados se hicieron presentes; y los scores obte- síntomas neuropsiquiátricos fueron de alta fre-
nidos para apatía, depresión, ansiedad e irritabili- cuencia en los estadios precoces de la enfermedad.
dad fueron mayores con respecto al estadio previo En el grupo de pacientes con CDR 0,5 el 66.6% pre-
de la enfermedad. En el estadio CDR 2 todos los sentó síntomas neuropsiquiátricos, predominando
síntomas se exacerbaron, siendo
más notoria la elevación de los Figura 4
puntajes de NPI-Q para los sínto- Síntomas neuropsiquiátricos en EA según MMSE
mas psicóticos, la depresión, la
irritabilidad y la agitación. En el
grupo de pacientes con CDR 3 se 60
observó una caída de todos los >20
síntomas, con excepción de la 11 a 20
apatía que presentó una pequeña 50 <11
Frecuencia por Severidad
Apatía
Ansiedad
Ideas delirantes
Alucinaciones
Agitación
Irritabilidad
Desinhibición
Euforia
aquellos del síndrome afectivo. La comparación de dio CDR 3 aumentaron la apatía, la agitación, las alu-
este grupo con una población de controles sanos cinaciones, la desinhibición y las conductas motoras
mostró diferencias significativas. aberrantes, en tanto que el resto de los síntomas dis-
Los síntomas más frecuentes fueron la apatía y la minuyó su frecuencia y severidad, incluyendo de-
irritabilidad, ambos hallados en el 55,5% de los pa- presión y delirios.
cientes. Estudios previos reportan a la apatía como De acuerdo al puntaje de MMSE, los pacientes con
el síntoma de mayor frecuencia(11, 5). deterioro leve (MMSE 21-30) presentaron más sínto-
Con respecto a los síntomas psicóticos son muy mas en la esfera afectiva; en aquellos con deterioro
variables los valores hallados en diferentes estudios. moderado (MMSE 11-20) se destacaron los síntomas
La frecuencia de delirios y alucinaciones en la EA os- psicóticos y en los de deterioro grave (MMSE 0-11) se
cila del 10% a 73 % y del 3% a 50% respectivamen- evidenció mayor expresión de síntomas frontales
te(3, 5). En la muestra de pacientes que estudiamos A diferencia del compromiso cognitivo que es
ambos síntomas se presentaron en el 30,5% de los mayor a medida que evoluciona la demencia, los
pacientes. síntomas neuropsiquiátricos fluctúan en frecuencia
La depresión fue hallada en el 45,8% de los pa- y severidad en los estadios leve, moderado y severo
cientes, arrojando los reportes previos valores de 0 a de la EA.
86%(3, 11). Es de destacar que tanto el DSM IV como la CIE-10
Al evaluar los síntomas neuropsiquiátricos según no tienen en cuenta los síntomas no cognitivos en el
el estadio de la enfermedad en pacientes de la comu- diagnóstico de la EA. Sin embargo, la alta prevalencia
nidad se observó un aumento progresivo de los mis- de los mismos y su correlación con alteraciones neuro-
mos hasta el estadio CDR 2, destacándose en este es- químicas y neuroanatómicas demostradas(1,12), de-
tadio la aparición de síntomas psicóticos. En el esta- bieran hacer reconsiderar dichos criterios ■
Referencias bibliográficas
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Alejandra Barcala
Psicóloga, Magíster en Salud Pública (UBA), Doctoranda en Psicología (UBA).
Arce 957 2º C (Cap. Fed.) 4777-2016. E-mail: alebarcala@arnet.com.ar
P
ensar en salud o en epidemiología –desde la A partir de que el neoliberalismo –fruto de las socie-
perspectiva de la salud colectiva– implica ir más dades post industriales– se ha instalado en las socieda-
allá de la tradicional manera de delimitar el des latinoamericanas caracterizadas por la existencia
campo. Es ahondar en las condiciones socioeconó- de mercados dependientes, las condiciones de vida
micas, vinculadas a los procesos de salud-enferme- han ido precarizándose notoriamente hasta llegar, en
dad en el marco de un determinado sistema político. estos últimos años, al empobrecimiento rotundo.
Desde esta perspectiva pensamos la salud como un Este contexto macro plantea una distribución del
derecho inalienable, donde la estructura económica mapa económico mundial y de las condiciones a las
y las relaciones sociales de producción y de cambio que nuestros mercados y ciudadanos están sujetos. El
de una sociedad –y no los fenómenos biológicos en máximo observable de este proceso neoliberal está
sí mismos– son los que determinan la relación del dado por: 1) la totalización del sistema capitalista, 2)
hombre con la naturaleza, y consecuentemente los la creciente concentración de riquezas en grupos re-
procesos de vivir, enfermar y de curarse(13, 14). ducidos, 3) la transnacionalización de las corporacio-
Desde esta concepción la epidemiología intenta nes, y 4) la inversión especulativa por encima de la
explicar los “problemas” y los “procesos” de salud- productiva. Los emergentes directos de este proceso
enfermedad de las distintas poblaciones y contextos son: la explotación, la precarización en todo sentido
y luego articular este conocimiento con las políticas (salarios bajos, salarios en negro, empleos inestables,
sanitarias que resulten necesarias. Así, conocer las largas jornadas laborales, ausencia de medidas de se-
condiciones de vida, los datos demográficos y so- guridad, incorporación temprana de niños al merca-
cioeconómicos de los hogares, los datos sanitarios y do de trabajo), la desocupación, la creciente polariza-
la inversión en salud resulta indispensable para ción de clases o niveles socioeconómicos y el incre-
pensar y ofrecer las respuestas que son necesarias en mento de población en situaciones de extrema po-
función de los procesos de salud/enfermedad de breza. Así, la intensidad de la pobreza es mayor que
una determinada población. De este modo, la meto- una década atrás porque la estructura económica de
dología empleada para el estudio de los distintos la región muestra un fuerte resentimiento.
procesos del “enfermar” consiste en partir de las En la Argentina, entre 1998 y 2002 se profundizó
Resumen
Este trabajo propone –desde una perspectiva de salud colectiva– plantear algunos lineamientos propios de la epidemiología en
relación con la salud mental, dar a conocer los registros estadísticos con los que se cuenta en esta materia y reflexionar sobre
la necesidad de recuperar el conocimiento epidemiológico como herramienta fundamental para diseñar las políticas sanitarias
que resulten necesarias. Los datos relevados corresponden a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. No pretende ser un análi-
sis exhaustivo ni total de la situación actual de la salud mental de la población.
Palabras clave: Epidemiología y Salud mental – Registros estadísticos en Salud Mental – Políticas en Salud Mental.
la recesión económica. En este período la desocupa- ticulación con el Estado. La interrelación entre el espa-
ción se expandió un 4,2%, los salarios reales cayeron cio social general y el específico de la salud, permite re-
un 23,7%, la pobreza creció más de un 60% y la in- flejar las circunstancias sociales, la estructura de clase y
digencia aumentó un 180%(16). En Mayo de 2002, el la dinámica histórica que genera cada situación parti-
53% de la población total argentina –alrededor de 19 cular(26). Esto evidencia, entonces, la necesidad de re-
millones de personas– era pobre, y el 24,8% –casi 9 contextualizar históricamente el problema planteado.
millones– era indigente (INDEC, 2002)1. En el últi-
mo año, el número de personas en situación de indi-
gencia viene incrementándose de manera alarmante, La salud mental en el escenario mundial
siendo los niños los más golpeados por la pobreza
(siete de cada diez niños son pobres). Los trastornos mentales son universales, vale decir
Si bien la ciudad de Buenos Aires es uno de los lu- que no son exclusivos de un grupo en particular, o de
gares menos desfavorecidos del país, en los últimos ciertos países. Sin embargo, en zonas donde las condi-
años el perfil socioeconómico de los pobladores de la ciones de vida expresan un notorio déficit, se produce
misma se fue transformando y sufrió el deterioro más una mayor concentración de patología mental. La ta-
importante de su historia, comparado con la media sa de trastornos mentales es dos veces mayor entre los
del territorio nacional. pobres que entre los ricos(19). Las últimas investiga-
En el año 2002, tres de cada 10 porteños estaban ciones suministran pruebas cada vez más firmes sobre
desempleados o subempleados y veinte de cada 100 la génesis bio-social de los trastornos mentales.
no accedían a la canasta básica de bienes y servicios. Según estudios recientes(25) se ha estimado que en
Las villas de emergencia albergaban el 5,2% de la po- el mundo alrededor de 450 millones de personas pa-
blación (145.000 habitantes). decen enfermedades neuropsiquiátricas. Estos mismos
Es entonces cuando se agudizó la brecha entre ricos estudios demuestran que más del 25% de la población
y pobres y en los últimos cinco años la desigualdad so- padece uno o más trastornos mentales o del compor-
cial se amplió un 355%. El 10% más favorecido econó- tamiento a lo largo de la vida. La prevalencia encon-
micamente ganaba 178 veces más que el sector menos trada es mayor en la población femenina que en la
beneficiado. En Mayo del año 2002, el desempleo tre- masculina. Se estima también que una de cada cuatro
paba a 16,3% y se profundizaba el deterioro en la cali- familias tiene al menos un familiar afectado por un
dad de vida. Según las cifras arrojadas por el INDEC trastorno mental o del comportamiento. La carga que
(2001) de los 2.776.138 habitantes que viven en la Ciu- representa el familiar enfermo no sólo es emocional si-
dad, 726.739 (26,2%) carecían de cobertura en Salud. no económica. Todos esos estudios (UK700 Group,
Las transformaciones económico-sociales que se 1999) han demostrado que el impacto de la enferme-
vienen produciendo en la ciudad de Buenos Aires en dad mental es, además de negativo, prolongado.
las últimas décadas tienen sobre el proceso de sa- Desde comienzos de la década del 90 la OMS ha
lud/enfermedad y la atención de sus alteraciones un propuesto medir la pérdida de salud de una pobla-
impacto tal que modifica de manera paulatina tanto ción mediante el AVAD2. Esta modificación ha intro-
las prácticas sociales como la vida cotidiana de las fa- ducido un cambio sustancial ya que modificó los in-
milias. Este impacto no es ajeno al ámbito de la Sa- dicadores tradicionales para evaluar la salud. Junto a
lud Mental. En un contexto de crecientes desigualda- éste, la OMS construyó indicadores sintéticos3 del ni-
des e inequidades, la subjetividad de cada vez más in- vel de salud alcanzado por una población: el EVAD
dividuos se encuentra en situació de vulnerabilidad. (Esperanza de Vida Ajustada en función de la Disca-
Los niveles de sufrimiento que trae consigo la sensa- pacidad) y el EVAS (Esperanza de Vida Ajustada en
ción de indefensión y de desamparo se van incre- función del estado de Salud).
mentando. La fragmentación paulatina y el deterio- Dentro de las 20 causas principales de EVAD, tres
ro del Estado producen una fragilidad del yo(15). son trastornos mentales (para todas las edades) y seis4
Tanto la crisis prolongada, como el proceso de des- si se considera el grupo de 15 a 44 años. El último in-
financiamiento de los servicios de salud y de la seguri- forme de la OMS de 2001(25) prevé –según tendencias
dad social constituyen ejes ordenadores determinantes futuras– que la carga de discapacidad propia de los tras-
a la hora de entender las relaciones generadas entre: sa- tornos mentales aumentará en un plazo de tiempo ma-
lud/enfermedad/atención y el grupo doméstico(17). yor. Si se considera sólo el componente de discapaci-
Por otra parte, en el sector Salud, definido como es- dad de la carga, se observa que las enfermedades men-
pacio social, transcurren procesos que lo redefinen per- tales y neurológicas son responsables del 30,8% de to-
manentemente, tanto en términos coyunturales como dos los años de buena salud perdidos por discapacidad
históricos. Esto se produce dada la dimensión de poder (APD). Por otra parte, los trastornos psicosociales son la
que en él habita. Su cuota de poder se genera en la ar- tercera causa de morbilidad en el mundo.
* AVAD, EVAD y EVAS son indicadores sintéticos del nivel de salud alcanzado por una población. Indicadores a los
que se arriba a través de encuestas sanitarias en las distintas poblaciones (medición del estado de salud en relación
con 7 dominios básicos y clasificado según Clasificación nernacional del Funcionamiento, de la discapacidad y de la
La depresión5, que hoy ocupa un lugar preponde- Algunas características comunes sobre registros
rante en el escenario social, ha sido pensada en térmi- en salud mental en las distintas sociedades
nos proyectivos para el año 2020 como la segunda cau-
sa de discapacidad, luego de las miocardiopatías, y pre- Siendo innegable ya la estrecha imbricación entre
vé una tendencia ascendente. A este panorama se debe la estructura socioeconómica, las condiciones de vida
sumar, a su vez, que el 20% de los casos de depresión y la salud, la necesidad de participación de la comuni-
sigue una evolución crónica sin remisiones, en particu- dad en las respuestas a sus problemáticas es indispen-
lar cuando no cuenta con el tratamiento adecuado. sable(23). Pese a ello, queda siempre desfasado el co-
Algunos autores –pertenecientes al campo psi- nocimiento epidemiológico en relación con las eva-
coanalítico– afirman que "el sufrimiento psíquico se luaciones y las políticas concretas llevadas adelante.
manifiesta hoy, predominantemente bajo la forma En la mayoría de los casos –en especial en nuestro
de la depresión". Así como la histeria se había con- país– existe una significativa carencia de datos epide-
vertido en el paradigma del siglo XIX, la depresión miológicos en Salud Mental. Se cuenta sólo con datos
“ha devenido –en el siglo XXI– la epidemia psíqui- estadísticos de consultas, en los cuales aparecen varia-
ca de las sociedades democráticas, a la vez que los das expresiones de desfasaje. El primero radica en que
tratamientos se multiplican para ofrecer a cada con- el conocimiento nunca llega a manos ni de sus efecto-
sumidor una solución honorable”(20). Esta descrip- res, ni de los usuarios de los servicios. Otro de los des-
ción, no descarta la existencia de otras patologías fasajes, consiste en la falta de capacitación del perso-
dentro de la esfera de la semiología sólo que, cada nal técnico o administrativo en el relevamiento de los
vez más, son vividas y tratadas como depresión. Po- datos requeridos para ser consignados. La consecuen-
demos pensar que este reemplazo de un paradigma cia de ello es la falta de información confiable o la fal-
por otro no es inocente, pero en este punto compe- ta de coherencia en el dato registrado.
te analizar las causas que lo producen y revisar la Si existiera un rasgo común que unificase el con-
historia en juego. cepto de salud y enfermedad mental –a nivel mun-
Entre las estimaciones previstas para el 2020 (Cua- dial– sería precisamente la falta de registros y datos es-
dro I) se han sumado, por primera vez, las conse- tadísticos que experimenta la mayor parte de las socie-
cuencias sufridas por los desplazados migrantes, pro- dades del planeta(25, 28). Si bien existen estudios ais-
ducto de desastres naturales, económicos, sociales y lados, no hay sistemas de morbilidad exhaustivos ni
políticos. Se estima que entre la tercera parte y la mi- continuos en lo concerniente a la salud mental. Una
tad de la cantidad de refugiados o desplazados –que de las razones que justificaría esta carencia es el alto
hoy asciende a 50 millones– sufren de angustia, y el costo que requieren estos estudios y la falta de una tec-
diagnóstico más frecuente es el de estrés post-trau- nología adecuada que permita arrojar datos precisos. A
mático6(25). ello debe agregarse, la negligente y deliberada falta de
una decisión política en materia sanitaria.
A estos problemas de índole política y administra- sector Salud: la descentralización y el Hospital de Au-
tiva debe agregarse otro problema intrínseco al cam- togestión. Estas políticas condujeron a una progresi-
po de la Salud Mental: no hay todavía una unifica- va desfinanciación y deterioro de los servicios. Dicha
ción de registro de los estándares en la Argentina pa- reforma estatal tenía como condición la producción
ra clasificar la patología mental. En este sentido, los de información para la implementación de políticas,
manuales DSM IV y la CIE 10 constituyen –a pesar de hecho que no se produjo.
las limitaciones que plantean– un esfuerzo clasifica- Por otra parte, una de las características principa-
torio importante, pero no son utilizados en todos los les del sistema de salud en general –y en salud men-
Servicios hospitalarios (inclusive en la Ciudad de tal en particular– en nuestro país, es la marcada
Buenos Aires) de modo uniforme y sistemático. orientación del sistema hacia la atención secundaria.
Los recursos humanos están abocados en su mayoría
a tareas asistenciales y no preventivas.
Políticas en Salud Mental Este trabajo no pretende, entonces, compensar las
carencias evidenciadas, ni dar un análisis acabado, si-
A pesar de la relevancia que supone la alta preva- no explorar y dar a conocer los datos existentes y
lencia de los trastornos mentales confirmada por el promover algunas lecturas posibles del ámbito de la
12% de carga de morbilidad en el mundo, el presu- Salud Mental en la Ciudad de Buenos Aires. Para ello
puesto mundial para salud mental es inferior al 1% hemos escogido centrar este estudio, en los servicios
del gasto total en salud. En esta misma línea, más del del subsector público de la Ciudad de Buenos Aires.
40% de los países incluidos (191 países miembros) en Aunque resultaría interesante relacionar datos sobre
el informe de la OMS, no disponen de una política la Inversión en Salud Mental y la distribución y asig-
en salud mental, y la cifra asciende a 90% cuando se nación presupuestaria en la Ciudad, se ha restringido
trata de una política en salud mental que incluya a el presente trabajo al análisis de los datos epidemio-
niños y adolescentes(22, 25). lógicos existentes y los datos estadísticos del movi-
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires jerarquiza miento hospitalario.
–tanto en su Constitución, como en la Ley Básica de
Salud (1999)– el derecho a la salud de los ciudadanos.
En ambas se hace alusión a que las políticas de salud Estudios Epidemiológicos
mental reconocerán la singularidad de los asistidos por en la Ciudad de Buenos Aires
su malestar psíquico y su condición de sujetos de dere-
cho, garantizando su atención en los establecimientos En la Ciudad de Buenos Aires no se dispone de da-
estatales, propendiendo a la desinstitucionalización tos epidemiológicos actualizados sobre padecimiento
progresiva y creando una red de servicios y de protec- mental y población.
ción social, con criterios de accesibilidad, equidad, in- El último estudio fue realizado por el Programa de
tegralidad, solidaridad, universalidad y oportunidad. Epidemiología Psiquiátrica (Consejo Nacional de In-
Con la sanción de la Ley 448 de Salud Mental de la vestigaciones científicas y Técnicas [CONICET] 1979-
Ciudad de Buenos Aires (aún no reglamentada) que re- 1982), dando a conocer que un 26% de la población,
conoce a la salud mental como un proceso determina- presentaba síntomas de moderados a graves requi-
do histórica y culturalmente en la sociedad y cuya pre- riendo de atención psicológica y/o psiquiátrica.
servación y mejoramiento implica una dinámica de En 1995, en la misma jurisdicción, se realizó un
construcción social, se establece la necesidad de un sis- estudio epidemiológico sobre motivos de consulta y
tema de información, de vigilancia epidemiológica y diagnósticos en salud mental, acerca de la población
de planificación estratégica como elementos ineludi- adulta que demandaba atención ambulatoria en los
bles para la correcta gestión del Sistema. Servicios de Psicopatología y Salud Mental de los
Si bien este marco jurídico constituye un avance Hospitales “J. A. Fernández”, “P. Piñero” y “E. Tor-
fundamental en términos de reconocimiento de de- nú”(11). Este estudio demostró que los principales
rechos, no se ha acompañado de las acciones y deci- motivos de consulta referidos por los pacientes eran:
siones políticas necesarias para garantizarlos. Tampo- sentimientos de ansiedad, tensión y nervios, y depre-
co se han modificado sustancialmente las prácticas sión, siguiendo los problemas vinculares y de pareja.
institucionales. Los motivos de consulta fueron codificados por los
No obstante, es importante destacar que este mar- autores según C.I.E. de la OMS (Décima revisión) y el
co legislativo se desarrolló en un escenario nacional 54,5% correspondía a trastornos neuróticos, un
que venía emprendiendo un proceso de reforma sa- 13,8% a trastornos del humor y en tercer lugar con
nitaria (enmarcado en la reforma global del Estado), un 9,7% a la esquizofrenia y trastornos delirantes.
que, desde 1993, desarrollaba nuevas políticas para el Los mismos autores hallaron en un trabajo realizado
0 0
■
1.180.00 ■ 100.00
0 0
■
1.160.00 80.000
0 60.000
1998 2000 2001 1996 1997 1998 1999
Fuente: Registro de prestaciones de psicopatología y Salud Fuente: Dirección Gral. de Est. y Censo GCBA. Sobre la base de
la Dirección de Estadísticas para la Salud de la Secr. de Salud
en el Hospital “J. A. Fernández” y en el Centro de Sa- precarios contratos laborales directamente no la po-
lud Mental Nº 1, que la mayor frecuencia de trastor- seen. Entre los resultados hallados se sabe, además,
nos mentales es ocupada por los trastornos neuróti- que más de la mitad de los consultantes tienen edu-
cos, siguiéndoles los trastornos de personalidad y en cación secundaria y universitaria, y el porcentaje de
tercer lugar los trastornos del Humor. desocupación corresponde al 25% de la población
En ambos estudios, en lo referente al perfil de la atendida. Respecto del lugar de residencia de los con-
demanda, hay coincidencia: por un lado el predomi- sultantes, la mayoría de ellos residía en la Ciudad de
nio de género es el femenino; por otra parte la de- Buenos Aires.
manda (en Consultorios Externos) está conformada No contar con estudios exhaustivos de población,
por sectores medios y sectores medios empobrecidos, ni con investigaciones epidemiológicas que contem-
formados por grupos familiares cuyo nivel educativo plen la totalidad de los hospitales de la Ciudad en ma-
es alto; algunos de los miembros perdieron el empleo teria de salud mental, revela la insuficiencia de datos
y, consecuentemente, la cobertura social o, debido a epidemiológicos para la Ciudad de Buenos Aires.
Pirovano
R. Mejía
Rivadavia
Santojani
Tornú
V.
Sarsfield
Zubizarret
Total
Fernández
Alvarez
Argerich
Durand
Fuente: Elaboración propia en base a Registro de prestaciones de psicopatología y Salud Mental. Ana Roca
(Dirección de Salud Mental del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires)
Consultas en los Servicios de Salud Mental en salud mental de los últimos años –comparadas las
de la Ciudad de Buenos Aires cifras registradas entre los años 1998 y 2001 y tenien-
do en cuenta el cambio en el modo de recolección de
Con el objeto de recabar información se explora- los datos– las mismas evidencian que la consulta de-
ron, además, datos relacionados con las consultas cae (Gráfico I). Esto sucede, aun cuando en el nuevo
realizadas a los Servicios de Salud del Sector público modo de registro se suman prestaciones que antes no
de la Ciudad. Para el análisis de los datos estadísticos estaban contempladas.
existen dos fuentes: el Registro de Prestaciones de La consulta programada en hospitales generales
Consultorios Externos de Psicopatología y Salud decae10 un 9%, entre los años 2000/2001, conti-
Mental de la Dirección de Salud Mental de la Ciudad nuando la tendencia de los años anteriores. En algu-
de Buenos Aires, y la Publicación “Movimiento Hos- nos hospitales, como el “Dr. T. Álvarez” y el “T. Vélez
pitalario” perteneciente a la Dirección de Estadísticas Sarsfield” caen hasta un 27%. Sólo en tres (“J. A. Fer-
para la Salud de la Secretaria de Salud del Gobierno nández”, “B. Rivadavia” y “A. Zubizarreta) de los do-
de la Ciudad de Buenos Aires7. ce hospitales generales crece la consulta o se mantie-
Con el objetivo de generar indicadores que sirvan al ne idéntica (Gráfico II).
proceso de planeamiento, programación y evaluación Por el contrario, en los Hospitales “J. T. Borda” y
de la gestión y que permitan la comparación entre hos- “B. Moyano” (Hospitales Neuropsiquiátricos mono-
pitales y servicios de la especialidad, en el año 2000, la valentes por excelencia) entre los años 1996 y 2001
Dirección de Estadísticas para la Salud reformuló el se delinea una tendencia creciente en dichas consul-
subsistema estadístico de Psicopatología y Salud Men- tas. No se puede afirmar esta misma tendencia, en el
tal (“Movimiento Hospitalario”, Dirección de Estadísti- caso del Hospital “T. de Alvear”, donde la consulta
cas para la Salud, 2000). aún con leves fluctuaciones se mantiene estable. Pa-
Se modificó la forma de registro incluyéndose una ra el Centro de Salud “A. Ameghino”, según esta
nueva unidad de medida8: la "Entrevista" clasificada fuente la consulta también decae (Gráfico IV).
en “Entrevista de admisión” (según sexo y edad) y Si tomamos los datos de la Dirección de Estadísticas
“Entrevista ulterior”. Esta última incluye: Psicotera- para la Salud del Gobierno de la Ciudad, analizando
pia individual, Psicoterapia grupal, Psicoterapia de en particular las prestaciones de los Hospitales Neu-
pareja y familia, Psicoprofilaxis individual, Psicopro- ropsiquiátricos de adultos se observa que, tanto en el
filaxis grupal, Psicoprofilaxis familiar, Psicodiagnós- “J. T. Borda” como en el “B. Moyano” y en el de Emer-
tico, Certificado de Salud Mental, Psiquiatría, Psico- gencias “T. de Alvear”, las mismas han aumentado
pedagogía individual, Psicopedagogía grupal, Terapia (Gráfico III). En el Hospital “J. T. Borda” el aumento
ocupacional individual, Terapia ocupacional grupal, fue del 142%, entre los años 1993 y 199911, 115% en
Musicoterapia individual, Musicoterapia grupal, Ta- el “B. Moyano”, 107% en el “T. de Alvear”. En el Cen-
ller grupal comunitario, Interconsulta, y Supervisio- tro “A. Ameghino” se mantiene estable.
nes9. Dentro de los datos provistos por esta misma
En este último ítem se comete el error de ubicar las fuente se observa un aumento significativo de las
supervisiones como prestaciones, llegando a sumar consultas recibidas por guardia en relación con las
en algunos hospitales cifras que oscilan entre 9 su- programadas. Esto se pone de manifiesto en el Hos-
pervisiones en el Hospital “E. Tornú” y las 8718 en el pital T. Borda, cuya relación varía de 1 consulta en
Centro de Salud Mental “A. Ameghino”. En total, pa- guardia cada 27 consultas programadas en 1995 a 1
ra el año 2001, se registraron 33.502 supervisio- por guardia cada 7 programadas en 1999 y en el Hos-
nes/prestaciones. pital de Emergencias Psiquiátricas T. de Alvear de 1
Además, se observaron variaciones entre los datos consulta por guardia cada 4 programadas aumenta a
de la Dirección de Salud Mental y los datos de la Se- 1 por guardia cada 2 programadas (Cuadro II).
cretaría de Salud, siendo ambos, organismos de la Del análisis de los datos recolectados se desprende
Ciudad de Buenos Aires. Está última registra menor que las cifras de las consultas difieren según las fuen-
número de prestaciones. Esta situación sumada a las tes, observándose una importante dispersión espe-
modificaciones en los modos de registro a través de cialmente para el caso del Hospital Alvear y en el
los años, expresa significativas dificultades para la Centro de Salud Ameghino. Esta disparidad lesiona
comparación de los datos. Aún en 2000, año en el la confiabilidad de los datos (Gráficos III y IV).
que se unifica el modo de registro entre ambas fuen- Un estudio realizado por el equipo profesional, a
tes, se siguen observando variaciones en muchos cargo de la única ambulancia de emergencias psi-
hospitales, aunque menos significativas. quiátricas del ámbito público de la Ciudad de Buenos
Si consideramos el Registro de la Dirección de Sa- Aires perteneciente al Hospital “T. de Alvear”(21) ob-
lud Mental, los datos relativos a consultas externas serva que se han duplicado las demandas entre los
Alvear 41.682
Fuente: Dirección Gral. de10.942 1/4sobre la publicación
Estadística y Censos (GCBA) 89.748 40.910Hospitales Municipales.
“Movimiento Hospitalario”. 1/2
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micas las que exigen un conocimiento más acabado de be darse y que la construcción de un conocimiento
prestaciones y registros de enfermedad, porque es el no puede apoyarse en lo anterior.
control de costos el que está en juego y no la necesidad A partir de los datos recabados en la Dirección de
de una epidemiología de la realidad(3). Salud Mental del Gobierno de la Ciudad de Buenos
Por otra parte, es un hecho habitual en distintas Aires, hallamos que, en líneas generales, la consulta
latitudes, que una vez registrados los datos epidemio- programada decae. Si bien, dada la falta de confiabi-
lógicos no exista relación entre las necesidades de la lidad de los datos, no se puede concluir que esta ten-
población y el sistema de salud y los servicios de sa- dencia sea absoluta, resultaría interesante investigar
lud mental que se brindan(5). En esos casos, se si- la veracidad o no de este dato.
guen brindando los mismos servicios sanitarios, aún Estudios realizados en poblaciones pobres –tanto
cuando éstos vayan a contramano o desmientan las en nuestro país, como en otras sociedades latinoame-
evaluaciones y los datos obtenidos. ricanas, por ejemplo en México– muestran que en
A partir de los registros estadísticos de prestaciones épocas de crisis el ingreso de los hogares más pobres,
en Salud Mental, en el subsector público de la Ciudad baja y el área de salud es sacrificada dado que la po-
de Buenos Aires –adonde se incluyen por ejemplo, su- blación termina por no consultar al médico(2, 8).
pervisiones con el mismo estatuto que las entrevistas Como efecto del empobrecimiento –tal como se ha
de psicoterapia– es dable pensar que esto obedece a descrito para la Ciudad de Buenos Aires– la pobla-
una lógica de medición de la productividad del sistema ción se repliega de la consulta o deserta de ella, tra-
y del control sobre la utilización del tiempo de los pro- tando de resolver cuestiones esenciales para su super-
fesionales (repitiendo año tras año estadísticas que jus- vivencia. En esas investigaciones, es habitual encon-
tifiquen una planta profesional), aunque el sistema trar como primeros obstáculos la falta de dinero pa-
muestre signos de resquebrajamiento evidente. ra el traslado al dispositivo de salud, con el objetivo
En el proceso de recolección de datos hemos ubi- de sostener con continuidad los tratamientos y para
cado –en la Ciudad de Buenos Aires– algunas dificul- la adquisición de prescripción farmacológica.
tades tales como: una falta de utilización de un siste- Dentro del conjunto de acciones en salud mental
ma de codificación único y una codificación que al es posible observar una predominancia de la activi-
día de hoy es escasamente conocida o completada dad asistencial por encima de la prevención y dentro
por los efectores o por el personal administrativo y de la primera el abordaje psicoterapéutico individual
profesional de las distintas instituciones sanitarias. es el prioritario. Si consideramos la profunda crisis
Ello contribuye fuertemente a que no se disponga en por la que atraviesan cada vez más hogares de la Ciu-
la actualidad de cifras confiables que permitan un co- dad de Buenos Aires –situación que favorece la rup-
nocimiento preciso de las prácticas en salud mental tura del vínculo social y la fragmentación de los la-
y de las necesidades reales en ese dominio. zos comunitarios– resulta llamativo que siga siendo
Dada la particularidad del campo de la salud men- hegemónica la oferta psicoterapéutica individual.
tal, muchas de las prácticas en esta materia –en espe- Cabría preguntarse si los dispositivos psicoterapéuti-
cial aquellas actividades que se ligan a lo preventivo cos pueden no estar adecuándose a las necesidades
o lo comunitario– no tienen registro alguno, ya que específicas y actuales de la población.
no se han encontrado aún sistemas exhaustivos de Este posible desfasaje de los servicios de atención
cuantificación o de evaluación para este tipo de ac- puede explicarse en virtud de la falta de dispositivos
ciones. Los sistemas vigentes suelen ser limitantes y comunitarios que alberguen y contengan la necesidad
no contemplan estas prácticas. de la población, la falta de dispositivos grupales y la
A la falta de datos en el Sector público, se debe falta de enlaces con otras disciplinas y sectores. A es-
agregar la falta de continuidad con experiencias lle- tos factores debe agregarse también, quizás, la deficita-
vadas a cabo cuatro o cinco décadas atrás, prácticas ria capacitación de los profesionales para poder repen-
transformadoras de la práctica sanitaria, pero que, sar y rediseñar respuestas terapéuticas que se adecuen
como consecuencia de los procesos dictatoriales fue- más a las necesidades de esa población, que hoy no
ron interrumpidas, produciéndose un hiato en la llega a la consulta programada por costosa o, quizás,
transmisión intelectual y cultural con las generacio- por ineficiente o por inadecuada. En muchos casos, es-
nes posteriores de los trabajadores de la salud. Cabe te tipo de respuestas están al servicio del manteni-
mencionar que es sobre estos jóvenes sobre quienes miento de una identidad profesional, cuya matriz se
se concentra, hoy en día, gran parte de la oferta psi- encuentra alejada o en desfasaje respecto de la real ne-
coterapéutica en el subsector público(1). cesidad que plantea subvertir lo conocido y enfrentar-
Esta característica de pulverización de la historia, se a profundos niveles de desamparo.
propia de los procesos dictatoriales, ha contribuido a Por uno o varios motivos, esta práctica no incluye
generar la idea de que la inscripción histórica no de- estrategias renovadoras o reflexiones responsables de
modo constante y sistemático, que contemplen las da vez menos una respuesta adecuada. A este cuadro
prioridades ante las cuales el profesional se encuen- de situación se agrega la “precarización” del pensa-
tra. Hay un aplastamiento de lo creativo y una repro- miento y de la práctica de todos los efectores de la sa-
ducción a-crítica, más pendiente de justificar niveles lud (funcionarios, técnicos y administrativos).
de productividad, fieles a un sistema predatorio, que Los complejos procesos macro-contextuales y políti-
de resolver el padecimiento del semejante. cos, y el retroceso de la participación del Estado, en la
A partir de los datos dados por la Secretaria de Sa- responsabilidad de las políticas sociales históricamente
lud, y de la investigación realizada en el Hospital “T. consensuadas, ha derivado en decisiones que genera-
de Alvear”, se desprende una tendencia al aumento ron un deterioro de las condiciones sanitarias. Así es
de la consulta en emergencia. Podría inferirse que el que se ha acentuado la inequidad y se ha excluido o
aumento de la consulta en emergencia supone, sobre “desafiliado”(6) a buena parte de la población.
todo, un mayor estado de gravedad del padecimien- Las condiciones de profundo deterioro económico
to de los pacientes. –tal como se desprende de los datos antes descritos
Sería necesario además, indagar si se ha modificado para la Ciudad de Buenos Aires– han provocado des-
la estrategia de utilización de los dispositivos de aten- censos significativos de los niveles de vida, el empo-
ción por parte de la población, otorgando prioridad a brecimiento de las condiciones sociales y las condi-
los Servicios de Guardia por encima de la consulta pro- ciones de precarización del trabajo, cuyo impacto se
gramada. A ello puede sumarse que los dispositivos de ha sentido en forma traumática, no sólo en los hoga-
menor complejidad, que deberían catalizar progresiva- res más pobres, sino en los distintos estratos sociales
mente dicha atención son ineficientes o insuficientes. sujetos a otros procesos de transformación.
Dentro de este fenómeno, podemos ubicar la existen- Estos procesos han profundizado las desigualda-
cia de extensas listas de espera, como un modo de ex- des, incrementando las diferencias entre ricos y po-
pulsión encubierto, incidiendo esto en la disminución bres y experimentando un impacto determinante en
de la consulta en consultorios externos. el campo de la salud mental. La salud, y en particular
Por otro lado, resulta llamativo que –a pesar de la la salud mental, constituye uno de los lugares donde
benéfica repercusión que han tenido los servicios de se reflejan más directamente los efectos de la crisis.
Psicopatología de los Hospitales Generales, desde su Estas particulares formas de producción socioeco-
creación en el año 1957, y la aceptación por parte de nómica generan un estilo de sociedad y proponen con-
la comunidad de las prácticas en salud mental en diciones para la aparición de nuevas subjetividades o
nuestro país– la demanda mayoritaria para resolver nuevas formas de organización social. Son condicio-
el padecimiento mental sea hoy a dispositivos histó- nantes estructurales que deben tenerse en cuenta a la
ricamente manicomiales, según la tendencia arriba hora de enmarcar y evaluar la salud mental de los ciu-
descrita. dadanos y a la hora de analizar un perfil epidemiológi-
Es posible que, a partir de la caída de la estructura co que refleje esas condiciones estructurales. Vale decir
socioeconómica de nuestro país evidenciada en los que, si bien los modos de sufrimiento son subjetivos y
últimos años, las problemáticas que motivan la con- subjetivables, los procesos macro-contextuales deter-
sulta en todos los Servicios de Salud Mental sean ca- minan los modos de padecer, así como también las res-
da vez más graves y complejas, lo cual torna priorita- puestas que pueden ser ofrecidas. La detección en au-
rio pensar y organizar la oferta de servicios en fun- mento y progresiva de depresiones o seudo-depresio-
ción de la nueva situación. nes en estos contextos y condiciones de vida, vuelve,
Como principal y contundente conclusión se ob- entre otras cosas, a poner en discusión la determina-
serva que se torna cada vez más necesaria la existen- ción endógena-biológica de la salud mental. Los cons-
cia de estudios epidemiológicos que den cuenta del tantes procesos de des-subjetivación y de des-identifi-
impacto de la crisis en la salud mental. Se comprue- cación (fragmentos plausibles de supervivencia que se
ba una clara ausencia de políticas sanitarias, eviden- ven reducidos en función de lo auto-conservativo y ya
ciada por la falta de datos, diagnósticos y planifica- no de la auto-preservación) son la base para la repre-
ción racional de respuestas a las necesidades que sentación del sí mismo, articulado en función de pro-
plantea la población. cesos de inclusión y exclusión constante(4). En la ac-
La falta de datos epidemiológicos es un exponen- tualidad, parece existir un espacio flotante sin fijación
te claro de la precarización sanitaria y de la indiferen- ni referencia, una disponibilidad pura adaptada a la
cia evidenciada en los distintos sectores profesiona- aceleración de los tiempos y de los cambios(12).
les (con distintos niveles de responsabilidad), en es- Para algunos teóricos –como Giddens(10)– que in-
pecial de los sectores políticos que terminan acen- tentan conceptualizar la modernidad, el yo actual es
tuando la exclusión que padecen las personas que su- quebradizo, fracturado y fragmentado, es decir que
fren trastornos mentales. Si consideramos que la ten- lo histórico-social actúa como un fuerte condicio-
dencia en el mundo demuestra la carencia de res- nante a la constitución del narcisismo y, en definiti-
puestas sanitarias necesarias en materia de salud va, a la constitución psíquica. De este modo, en la
mental, la situación se agrava en el contexto de la constitución del sujeto, los sentimientos omnipoten-
Ciudad de Buenos Aires. tes de valoración alternan con sus opuestos, el vacío
Como hemos descrito, en esta ciudad, las condi- y la desesperación, lo que termina produciendo una
ciones de vida han ido volviéndose más precarias, frágil identidad del yo. Ya que la subjetividad se
peligrando así severamente la salud mental de todos construye en el encuentro con las instituciones en
los ciudadanos. Esta precarización incluye a cada las que se alberga, la fragmentación paulatina y el de-
uno de los sujetos expuestos a padecer cada vez más terioro de cada una de ellas produce una fragilidad y
una patología mental, quienes, a su vez, recibirán ca- una caída de la unidad del yo.
En un momento como éste, la importancia de con- lectivos que permitan la articulación con el trabajo clí-
tar con un conocimiento epidemiológico de la salud nico en el campo de la Salud Mental(9, 27). Todo ello
mental se ve subrayada por la necesidad de reflexionar contemplando nuestra condición latinoamericana en
acerca de las condiciones estructurales actuales de el específico momento de desmembramiento económi-
nuestra sociedad utilizando modelos de explicación co- co, político y social que atravesamos ■
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L
a reflexión filosófica –esa mansamente deglutida por muchos
otros, jóvenes (y no tan jóvenes)
actividad original del hombre que
colegas, se lleva de la mano con el
lo acompaña desde los inicios de
a-historicismo (muerte o fin de la
los tiempos históricos y que es parte
historia). Y estos fenómenos, que no
constitutiva de su naturaleza como
son comprensibles si los desgajamos de
también lo son sus padecimientos y la
sus orígenes reaccionarios, no son un
muerte– ha acompañado, como su
asunto menor de nuestra cultura. Como
sombra, a las concepciones de la locura
denuncia el profesor de la Pennsylvania
a través de la historia y, aún en State University, Henry A. Giroux, “el
tiempos modernos, la comprensión del llamado a ignorar la historia representa
sufrimiento mental de un sujeto, un asalto al pensamiento mismo”.
históricamente situado como miembro Quizás en respuesta a esos
de una sociedad, sólo ha sido posible fenómenos, en los últimos años,
incluyendo la perspectiva filosófica. comienzan a aparecer, y a ganar una
Sin embargo, en los últimos años, audiencia cada vez más grande,
la psiquiatría se ha ido vaciando de importantes desarrollos en el terreno de
contenido filosófico para incluirse en el la reflexión filosófica e historiográfica
universo de una medicina naturalista y de la práctica psiquiátrica.
tecnocientífica. Este proceso de La presencia en las páginas de este
“desfilosofización” del psiquiatra no se Dossier de figuras de relevancia
da sin efectos sobre los alcances internacional que se dedican al estudio
individuales y sociales de su práctica, de estos temas nos honra, y es,
como viene siendo denunciado desde también, una muestra de la red de
hace mucho tiempo por autores tan vínculos de trabajo e intercambio
dispares como Jaspers, Roth, Shorter y, científico establecida con ellos desde los
actualmente, por el movimiento de la tres nucleamientos que convocan a los
postpsiquiatría. La pretensión de psiquiatras argentinos interesados en la
a-teorismo (muerte de las investigación de esos tópicos: el
psicopatologías), tan resistida por Capítulo de Historia y Epistemología de
muchos psiquiatras, pero también la Psiquiatría de la Asociación de
E
uropa fue pionera en la asistencia psiquiátrica rie de temas para la reflexión que vertebran la com-
y en alcanzar un sólido nivel académico de la prensión que hoy tenemos de esta parcela cultural,
historiografía psiquiátrica. Los trabajos en este como un corpus académico que propicia la creación
área presentan, desde los últimos años, un extraor- de una historia intelectual más completa u holística.
dinario renacer. No es nuestro propósito hacer un En lo que podemos considerar desarrollos nacio-
análisis exegético de todas y cada una de las escue- nales y comenzando en el ámbito de la psiquiatría
las de pensamiento europeo, pero sí establecer un inglesa hay que destacar una serie de trabajos que se
pequeño marco contextual para situarlas en el mo- iniciaron con la recopilación, ya clásica, de tres siglos
mento actual. de psiquiatría por parte de Richard Hunter e Ida Mac
En septiembre de 1991 un número monográfico Alpine(42) hasta el refinamiento ulterior de los tres
de History of Psychiatry estuvo dedicado exclusiva- volúmenes colectivos –The Anatomy of Madnes–(11) y
mente al análisis de la Psiquiatría y sus historiado- los aportes de Germán Berrios y Roy Porter (desgra-
res (A. Scull) y a la Historia de la Psiquiatría en Eu- ciadamente fallecido este último recientemente y en
ropa, respectivamente. Recogía la perspectiva de plena madurez creativa).
distintas naciones como Austria, Bélgica, Gran Bre- Estos dos últimos autores personifican dos de las
taña, Alemania, Italia, Suecia y Suiza. Lamentable- corrientes más representativas. La que podríamos
mente países con un vasto caudal en la historia de considerar internalista a partir de la historia desarro-
la psiquiatría y fundadores ellos mismos de la disci- llada por los clínicos y que es una historia conceptual
plina, como Francia, estaban ausentes. No obstante, de los síntomas, síndromes y enfermedades, como
los trabajos entonces presentados pudieron ofrecer supone la obra monumental de Berrios(7) The History
una muestra de los temas e intereses de la discipli- of Mental Symptoms. Descriptive psychopathology since
na que sigue siendo interesante para el análisis una the nineteenth century. Y la corriente externalista que
década después. ofrece una reflexión desde una aproximación funda-
Por otra parte, la historia de la psiquiatría europea, mentalmente histórica o social(65, 53).
además de ofrecer un marco de desarrollo para toda Han sido perspectivas que no se han mantenido
una serie de escuelas nacionales, ha sugerido una se- aisladas, como lo pone de manifiesto la consolida-
ción institucional del diálogo entre ambas cristaliza-
do alrededor de la revista History of Psychiatry (funda-
da y editada por Berrios y Porter) o determinados tra-
* Este texto, con leves modificaciones, fue presentado como In-
troducción a la publicación de los trabajos presentados en el V bajos sobre una serie de temas clínicos elaborados
Congreso de la Asociación Europea de Historia de la Psiquiatría desde las dos orillas, como lo demuestra A History of
realizado del 12 al 14 de Septiembre de 2002, Madrid, España Clinical Psychiatry(6).
(ver Fuentenebro de Diego, F; Huertas García-Alejo, R (Edit.), Adicionalmente, y en el capítulo de las aportacio-
Historia de la Psiquiatría en Europa. Temas y tendencias, Freni, nes anglosajonas, han surgido una serie de publica-
Madrid, 2003).
ciones de enorme interés como la dedicada a conme-
Resumen
Europa fue pionera en la asistencia psiquiátrica y en alcanzar un sólido nivel académico de la historiografía psiquiátrica. Los
trabajos en esta área presentan, desde los últimos años, un extraordinario renacer. En el presente trabajo se hace una descrip-
ción de las publicaciones en libros y revistas y de las corrientes de la historiografía psiquiátrica actual.
Palabras clave: Historia de la psiquiatría – Psiquiatría europea – Bibliografía en historia de la psiquiatría.
morar los 150 años de la psiquiatría británica(8, 26). nómenos, como los sueños, sonambulismo, el éxta-
En ellas son analizados temas tan diversos como el sis o las alucinaciones en la Francia del XIX y en el
nacimiento de determinadas instituciones nosoco- contexto de un tema central a la cultura de ese siglo
miales y gremiales –como el Royal College of Psychia- como el de la relación entre sueño y locura
trists– ideas acerca de las perspectivas psicopatológi- Jan Go1dstein(33) en Console and Classify ofrece el
cas, terapéuticas o asistenciales y, por último, de las emerger del alienismo a lo largo del siglo XIX subsu-
figuras y escuelas de pensamiento psiquiátrico du- miendo las historias que concurren en la determina-
rante ese período de tiempo. ción de la historia de la psiquiatría francesa en ese
La contribución francesa ha sido múltiple y hete- período: una historia intelectual, responsable de la
rogénea. Comprende desde la recolección de textos o elaboración del cuerpo de conocimiento científico;
fragmentos de clásicos(64) –lo que ha supuesto una otra de carácter social y determinante en la forma-
forma sencilla de hacer accesible el interés y el lega- ción de una nueva profesión y, finalmente, una his-
do histórico a las nuevas generaciones de psiquia- toria política de la articulación y prosecución de los
tras– a la propuesta de temas y material historiográ- objetivos administrativos. Dora Weiner(75) en The ci-
fico, que podríamos considerar, en cierto modo, in- tizen-patient analiza el devenir de la enfermedad en el
trínsecamente franceses, especialmente vinculados a París revolucionario e imperial subrayando las políti-
temas y cultura fin-de-siécle, degeneración y nosolo- cas de salud en Francia durante la Revolución y bajo
gía o a la profundización en determinados autores Napoleón. La igualdad es entrevista por una serie de
como Pinel. En todo caso este último apartado ha médicos reformadores y revolucionarios como el de-
concitado el interés de una serie de distinguidos au- recho de cada ciudadano a la salud, y a la resistencia
tores de otras latitudes que han encontrado un fértil social a su alcance sólo es posible superarla con la
terreno de investigación y ha propiciado la elabora- participación plena de los ciudadanos-pacientes.
ción de una serie de trabajos que ya podemos consi- Mención aparte requiere la importante aportación
derar como clásicos(33, 75,76, y otros). de Lantéri-Laura. Además de sus trabajos en el área
En el capítulo de la recuperación histórica de au- de la historia conceptual y del análisis epistemológi-
tores y aportaciones clínicas en Francia puede partir- co –como el Ensayo sobre los paradigmas de la psiquía-
se desde la protohistoria more hagiográfico de Seme- tría moderna(49)– su incursión en la historiografía
laigne(68) hasta los trabajos historiográficos de Pi- psiquiátrica revela una gran profundidad. Un claro
chot(61) y clínico-históricos de Bercherie(5). Respec- exponente lo constituye la historia conceptual de las
to a este último autor hay que resaltar los dos volú- alucinaciones en la psiquiatría francesa(46) o su His-
menes consagrados a la historia y estructura del saber toire de la Phrénologie(47), donde plantea un recorrido
psiquiátrico y a la génesis de los conceptos freudia- original desde la protohistoria del trabajo de Gall
nos, respectivamente. En el primero son analizados hasta las sombras arrojadas por la frenología sobre el
los autores de la primera psiquiatría clínica, los fun- pensamiento psicopatológico contemporáneo, fun-
damentos de la nosología clásica, la clínica clásica de damentalmente la semiología y la biotipología. A es-
las enfermedades mentales para concluir con la era te trabajo habría que añadir el dedicado a la apropia-
psicodinámica, Kraepelin, Jaspers y la psiquiatría ción médica de las perversiones en su Lecture des per-
francesa de entreguerras. Mientras que en la Génesis, versions. Una recopilación, absolutamente funda-
se recogen el nacimiento y evolución de la metapsi- mental, de la obra de Lantéri-Laura lo constituyen
cología freudiana en el marco de las grandes corrien- los tres volúmenes dedicados a las Recherches Psychia-
tes de la psicología positiva del siglo diecinueve y de triques(48) centrados sobre el lenguaje, los delirios y
la constitución del campo clínico de la histeria. la semiología, respectivamente.
Sin duda los temas fin-de-siécle han despertado un En la reflexión histórico-conceptual de temas psi-
enorme interés. Al rescate de la obra de autores injus- copatológicos o clínicos, al trabajo precitado sobre
tamente olvidados tales como Blondel(28), se deben las alucinaciones hay que añadir el de Garrabé(31)
añadir los de temas como la teoría de la degenera- sobre la esquizofirenia. Plantea un recorrido que
ción. En este sentido el trabajo de Pick(62) sobre ese abarca desde la conceptualización kraepeliniana de
tópico es abordado desde la perspectiva de conside- la dementia praecox a las formas de pensamiento y
rar aquella como “the conditión of conditions, the ulti- existencia esquizofrénicas, concluyendo con las im-
mate signifier in pathology” lo que, en su gran exten- plicaciones culturales y políticas de una enfermedad
sión y desarrollo permitirá constituirse como el de- que, por su ubicación en el panorama médico del si-
nominador común de una cultura literaria, médica y glo XX, puede bien adjetivarlo como el de la esqui-
antropológica que también penetra en otros países zofrenia.
como Italia o Inglaterra. En la reflexión sobre el mar- En otro orden de cosas habría que destacar la la-
co o la irrupción médico-legal del alienismo es de bor editorial de colecciones dirigidas a la recupera-
destacar el trabajo de Ruth Harris(35) que estudia ción del pensamiento psiquiátrico o de los clásicos
–además de parcelas tan interesantes como feminis- como L’Harmattan o Les Empécheurs de penser en rond.
mo y alcoholismo en el fin de siglo– el debate que ro- Por no hablar de la amplia serie de estudios en rela-
deó la relación entre crimen y locura en Francia, en- ción con autores contemporáneos como De Cléram-
tre 1880 y 1914, contemplando cómo las teorías psi- bault o Henry Ey –en los trabajos de autores como Al-
quiátricas emergentes y la nueva sociología socava- bernhe y Roux, Garrabé, Palem y Clervoy(27).
ron los fundamentos del antiguo sistema legal y fun- Para entender la consolidación gremial del alienis-
damentaron la nueva criminología. El aporte de mo es aconsejable la lectura de "Inheriting Madness"
Tony James(43) incide en las preocupaciones de alie- de lan Dowbiggin(21). Se centra en el debate de las
nistas, pensadores y escritores, sobre una serie de fe- ideas sobre el tratamiento moral, somaticismo o de-
nido en las últimas décadas un importante auge que la historia institucional, entre los que destacan los de-
merece la pena analizar con cierto detenimiento, dicados a establecimientos concretos, que analizan su
porque es el resultado complejo de dinámicas e in- organización y funcionamiento en el marco general
fluencias procedentes de tradiciones historiográficas de la reflexión sobre la respuesta social hacia la locu-
diversas. ra. Así, establecimientos asistenciales como los de Za-
En primer lugar, es necesario destacar la obra pio- ragoza(20, 24, 25), Valladolid(30), Sevilla(1) o Valen-
nera de Julián Espinosa(23) sobre La asistencia psi- cia(73), han sido estudiados desde este punto de vis-
quiátrica en la España del siglo XIX. Publicada en 1966 ta. Especial mención merecen, asimismo, los trabajos
–y convertida hoy en un clásico– ofreció, por prime- sobre el Manicomio de Leganés (Madrid)(18, 74),
ra vez, una completa visión de conjunto de la asis- pues tienen el aliciente sobreañadido de incorporar el
tencia psiquiátrica española en el marco de las refor- debate sobre el manicomio modelo en España.
mas isabelinas, poniendo de manifiesto cómo, a par- Los vínculos entre psiquiatría, historia y antropo-
tir de la Ley de Beneficencia de 1849, se establecen logía están presentes en los trabajos de Josep M. Co-
los principios básicos de lo que fue el modelo asisten- melles y, en particular, en su libro La razón y la sinra-
cial del Estado liberal-burgués en la España de la se- zón. Asistencia psiquiátrica y desarrollo del Estado en la
gunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del España contemporánea(16). Más que explicar las cau-
XX: una precaria asistencia para pobres a cargo de la sas de tal o cual acontecimiento de la historia de la
Beneficencia pública –en manicomios dependientes asistencia psiquiátrica, Comelles se plantea com-
de las diputaciones locales– y, al amparo de esta in- prender qué sentido tiene el conjunto de ese pasado
hibición estatal, un cierto florecimiento de la inicia- asistencial en el contexto de la historia contemporá-
tiva privada, con la fundación de un número relati- nea española. Libro ambicioso e influyente que supo-
vamente importante de establecimientos privados, ne una aportación imprescindible, no sólo en la con-
sobre todo en Madrid y Cataluña. sideración de la asistencia psiquiátrica como “pro-
El libro de Julián Espinosa inaugura, con un enfo- ducto” de un determinado modelo de Estado, sino
que riguroso y crítico, la historiografía de la asisten- también porque –aunque referido en su mayor parte
cia psiquiátrica en la España contemporánea, en un a Cataluña– da cuenta del proceso –no exento de
momento –la década de los sesenta– en el que los dis- contradicciones– de “superación” del manicomio co-
cursos hagiográficos no estaban aun superados, y la mo eje del dispositivo asistencial de la locura y ana-
historia social –en cualquiera de sus vertientes– no liza la puesta en marcha de algunas iniciativas de
había llegado a hacerse un hueco en la producción transformación de la asistencia psiquiátrica, como la
histórica española. protagonizada por la Mancomunitat de Cataluña.
A partir de este momento, se fueron perfilando Este proceso de transformación de la asistencia
dos corrientes historiográficas bien definidas, aun- manicomial supone un punto de inflexión funda-
que en ocasiones con importantes nexos y relaciones mental en la historia de la psiquiatría del siglo XX: el
entre ambas. Una historiografía crítica que tendrá paso del asilo –como espacio cerrado de segregación
como pilares metodológicos fundamentales la histo- y estigmatización– al abierto espacio social, en el que
ria de la locura de corte foucaultiano, y la historia so- la defensa y el control social no desaparecen pero se
cial propiamente dicha. hacen más difusos y sutiles, a la vez que se incorpo-
La primera tiene su origen, obviamente, en los tra- ran principios provenientes de la Salud Pública a la
bajos de Michel Foucault y sus seguidores. Desde que asistencia psiquiátrica. En España, el intenso debate
Michel Foucault publicara en 1961 su Histoire de la desarrollado durante el primer tercio del siglo XX, y
folíe à l’âge classíque, un especialísimo interés por los que culminó en la importante iniciativa de reforma
“espacios de la locura” vino a desarrollar toda una psiquiátrica llevada a cabo por la segunda República,
historiografía sobre la institucionalización de la mar- ha sido objeto de investigaciones diversas centradas,
ginación del enfermo mental, a la que no fue ajena bien en el estudio de los textos legislativos(10, 22),
el radicalismo cultural de los años sesenta y el propio bien en el análisis del modelo de atención que se es-
movimiento antipsiquiátrico. En España la traduc- taba proponiendo, mediante la incorporación de los
ción de obras como las de M. Foucault o E. Goffman, principios de la Higiene Mental a la asistencia psi-
que subrayaban los aspectos coercitivos, segregativos quiátrica(37). Clara apuesta por despojar la práctica
y marginalizadores del asilo para locos, coincidieron psiquiátrica, al menos en su vertiente preventiva, del
con las luchas psiquiátricas del “tardofranquismo” y carácter de "prestación especial" que tradicionalmen-
con la reivindicación por parte de sectores profesio- te había ostentado. Opción que no siempre resultó
nales y sociales de una reforma psiquiátrica en pro- fácil de articular, pues, como ha demostrado Ricardo
fundidad. Aunque con objetivos y resultados diferen- Campos(13), los psiquiatras españoles de los años
tes, los trabajos de José Luis Peset(58) y de Fernando veinte y treinta siguieron teniendo serias dificultades
Alvarez-Uría(4), fueron pioneros en España de este ti- teóricas y prácticas para prescindir del concepto de
po de acercamientos. peligrosidad social a la hora de definir la enfermedad
Especial peso historiográfico tienen, a nuestro jui- mental y su intervención sobre ella.
cio, los trabajos que, con mayor o menor influencia Aunque con menor tradición que la historia de la
de la escuela de Annales, se han desarrollado en los úl- asistencia psiquiátrica, en los últimos años se ha
timos años centrados en aspectos asistenciales y de prestado un especial interés por el proceso de institu-
beneficencia. En este contexto, el loco –como un cionalización de la psiquiatría en España, bien me-
marginado más– y, de manera particular, las institu- diante el estudio de los procesos asociativos(50), co-
ciones a él destinadas, han sido objeto de numerosos mo de otros aspectos que tienen que ver la creación
estudios desde la perspectiva de la historia social y de de determinados mercados y la configuración de mo-
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L
a epistemología de la psiquiatría es una empre- tituciones de apoyo financiero –y de los académicos
sa1 que ha sido dejada de lado. Poco se sabe de la psiquiatría en general– reside en “alentar” la
acerca de cómo los psiquiatras son capaces de “investigación causal” y en dejar de lado cómo se re-
obtener (al menos) aspectos de los fenómenos de conoce a los síntomas en primer lugar2. Esta visión
perturbación mental con el poder de un lenguaje miope es luego exacerbada por la visión ingenua-rea-
descriptivo, creado por el hombre. lista ya que tales descubrimientos no conducirán a
El problema existe, tanto si las descripciones de es- un “pensar”, en el sentido que Heidegger alguna vez
tos acontecimientos son obtenidas a través de una desarrolló, sino a la acumulación de pacientes, a la
negociación directa entre el médico y el paciente, o aplicación de algoritmos mecánicos y al análisis esta-
por medio de los llamados instrumentos psiquiátri- dístico.
cos, o como por alguna otra forma más profunda de Existen dos perspectivas desde las cuales el clínico
entendimiento. Aunque parecería obvio que la ver- puede acercarse a la epistemología de la psiquiatría,
dadera objetividad y pretensiones de verdad de nues- es decir, buscar una respuesta a las preguntas: 1) qué
Resumen
En este artículo se trata la historia de la psiquiatría como una de las vías para poder dilucidar la epistemología de la psiquia-
tría. Se ha sugerido que los métodos filosóficos e históricos no son fundamentalmente distintos y que ambos usan las mismas
herramientas para abordar distintos períodos de las narrativas de la psiquiatría. Se ha analizado en detalle la historia de la his-
toria de la psiquiatría y se ha hecho referencia al abordaje conceptual aplicado a la historia de los síntomas y enfermedades
mentales. Se han enfatizado las necesidades históricas del clínico. El análisis conceptual debe ser conciente del hecho de que
trata con una combinación compleja de narrativas que se relacionan de forma directa e independiente con la historia de las
palabras, los conceptos y las conductas implicadas en la construcción de un síntoma. En este sentido, se considera que la his-
toria de la psicopatología descriptiva presta atención tanto a los elementos constructivos (aceptando que el contenido “semán-
tico” de los términos involucrados puede cambiar notablemente de un período a otro, y que depende de la situación social),
como a las “invariantes” (frecuentemente biológicas) que confieren continuidad a formas particulares de conducta. Con res-
pecto a esto último, los historiadores de la clínica han considerado una forma de realismo ingenuo de la cual (qua médicos)
no deben sentirse avergonzados. La colaboración entre historiadores y clínicos podría transformar el enfoque histórico con-
ceptual en un arte refinado. El cuerpo de conocimiento resultante no sólo daría bases sólidas a los historiadores para sus ma-
cro-conceptos, sino también constituiría una contribución directa al a comprensión clínica y cuidado del paciente. Un resul-
tado así sería el mejor remedio para los afectados crónicamente por remordimientos historiográficos.
Palabras clave: Historia de la psiquiatría – Epistemología de la Psiquiatría – Historia de los síntomas y enfermedades mentales
Marx22 a afirmar que la historia psiquiátrica requería son menos importantes respecto del resultado final
“una visión de la historia, una definición de psiquia- (tal como lo es en el caso de la psicoterapia) que la
tría y un precepto de lo que debería ser la psiquiatría; imaginación histórica, la honestidad y el cuidado en
y luego a desarrollar una visión lakatosiana de la his- el manejo de los datos.
toria como un “constructo tentativo”23. Se han expre- Algunos problemas mayores parecen haber surgi-
sado visiones similares respecto de la historia de las do por el hecho de que la historia de la psicopato-
ciencias de la conducta24 y de la medicina25. logía pueda ser escrita desde la perspectiva de la his-
Desde el Simposio de Yale la historia foucauldiana toria de la medicina en ocasiones todavía tradicio-
ha saltado a la primera plana26, 27. Sin embargo otro nal en su enfoque35 y desde la perspectiva más
enfoque historiográfico fue desarrollado por clínicos “avanzada” de la historia de la ciencia. La historia
franceses como Ey, Baruk, Lantéri-Laura, Trillat, Ber- de la psiquiatría nació bajo los auspicios de la histo-
cherie, Morel, Garrabé y Postel quienes publicaron ria médica36 y así el enfoque biográfico fue uno de
trabajos de primer nivel. Algunos historiadores socia- los primeros en aparecer, seguido rápidamente por
les también han hecho contribuciones importan- publicaciones antológicas y narrativas. Los enfo-
tes28 y su trabajo definitivamente ha equilibrado los ques intelectualistas del tipo “cadena del ser”37 se
excesos médicos. En algunos casos, sin embargo, han desarrollaron después de 1930 y la historiografía
mostrado idiosincrasias personales, lo que llevó a los psiquiátrica continuó como lo ilustra el volumen de
clínicos a sentir que un énfasis excesivo en el valor Ziboorg38. Las explicaciones históricas permanecie-
explicativo de las variables sociales puede conducir a ron vinculadas al enfoque tradicional de la historia
un abandono de los aspectos biológicos de la insanía. de la medicina (es decir, eran “internalistas”, “linea-
Está claro que su perspectiva es más relevante para la res” y “de Whig”39 hasta el momento en que fueron
compresión de fenómenos tales como la creación de cuestionadas por Michel Foucault. Los pocos estu-
asilos que para la detallada estructura interna de la dios sobre historia de la psicopatología que aparece-
psicopatología descriptiva29. rían durante este período fueron igualmente tradi-
Hace algunos años aspectos complejos de la histo- cionales en su enfoque40.
ria de las ciencias de la conducta fueron falsamente La historia de la ciencia también tuvo su período
iluminados por la aplicación de las ideas de Kuhn30. “tradicional” hasta que comenzó la revolución con-
En efecto, algunos se consolaban creyendo que las ceptual durante la década del ’50. El debate entre las
ciencias de la conducta y su historia estaban tan atra- varias formas de realismo y construccionismo social
sadas porque habitaban algún tipo de primitivo lim- no había sido todavía aplacado41. La visión “interna-
bo pre-paradigmático31. Es probable que esta actitud lista” se basaba en la creencia de que la ciencia con-
haya retrasado el desarrollo (o redescubrimiento) de sistía en una acumulación poco sistemática de obser-
una epistemología de las ciencias inexactas32 que, al vaciones de las cuales emanaban teorías42. El induc-
menos desde el tiempo de Dilthey y Weber, ha esta- tivismo, el nombre técnico para esta forma de gene-
do mirándonos fijamente a la cara. Una visión histo- ración de teorías, sacó conclusiones sobre la natura-
riográfica igualmente ingenua condujo a Zilboorg y a leza de la verdad, la “regularidad” de la naturaleza y
Alexander y Selesnick33 a considerar toda la psiquia- los contextos de descubrimiento y justificación, to-
tría prefreudiana como “prehistórica”. Sea como fue- dos los cuales han sido atacados43. Aunque en este
re, parece haber una “necesidad legítima”34 para los modelo, aparentemente había poco espacio para
estudios históricos que formulan preguntas específi- consideraciones no intelectuales y contextuales, dio
cas sobre la génesis de las categorías descriptivas de lugar a buenos trabajos en áreas como la historia de
la psicopatología y sobre su interacción con el con- las ciencias naturales y la medicina44. Este enfoque
texto psicológico y filosófico. tradicional fue menos exitoso en el campo de las
ciencias de la conducta (incluyendo la historia de la
psicopatología) porque categorías tales como “descu-
La historiografía de la psicopatología brimiento”, “observación”, “reproducción”, “eviden-
cia” y “experimento”45 eran aún más difíciles de de-
Ya deberían estar claras cuáles son las diferencias finir y además, porque estos temas dependen mucho
entre psiquiatría y psicopatología descriptiva. Mien- del uso adecuado de las metáforas46.
tras que la segunda es el lenguaje de la descripción y En el mundo de habla inglesa la “revolución con-
sus unidades de análisis son los síntomas que carac- ceptual” arriba mencionada comenzó durante la dé-
terizan las varias formas de enfermedad mental, la cada del ’50 con el trabajo de Toulmin47 y Hanson48
psiquiatría es el nombre para el conjunto de activida- que propusieron nuevos modelos para el cambio
des dedicadas a la implementación del lenguaje des- científico, siguiendo la línea de Gastón Bachelard,
criptivo (que incluye tomar medidas biológicas, psi- ese francés historiador de la ciencia tan olvidado49.
cológicas y sociales) y que es hoy considerada como Estos autores desafiaron la verdad y la ontología del
una rama de la medicina. Es probable que el joven “hecho científico” y sugirieron que la precisión his-
psiquiatra o historiador que se aventure en este cam- tórica había sido sacrificada en beneficio de un orden
po se sienta confundido por las diversas maneras en superficial y algunas visiones de discutible progresis-
que se escribe la historia de la psicopatología. Sin mo. Los filósofos de la ciencia también se sentían dis-
embargo, deberían saber que los así llamados enfo- conformes con la visión inductivista que, de hecho,
ques biográfico, antológico, narrativo, socio-político, ya había sido cuestionada por Popper en 193450.
institucional y conceptual reflejan simplemente mo- Aunque la noción de Popper de “falsación” no esta-
das e influencias teóricas y que el método y la teoría ba exenta de supuestos inductivistas, los tonos liber-
tarios de su prosa sirvieron como exhortación contra
encontrar la “verdadera”; sin embargo, debe explicar ción que hacer no sólo a la cultura psiquiátrica, sino
en primer lugar por qué el clínico-naturalista se en- también al conocimiento clínico. Basados en la
cuentra en ese puesto. El enfoque creacionista re- creencia de que las perturbaciones mentales no son
quiere que se dé una explicación de la visión interior más que reflejos complejos y distorsionados de los si-
que ha guiado al clínico-escultor. Esta explicación tios y estados cerebrales disfuncionales tratarán de
exige que esta última sea vista en contraste con su determinar qué fenómenos “psiquiátricos” del pasa-
contexto social. Esta contextualización va del “cons- do eran mero ruido, y cuáles eran descripciones de
truccionismo social” severo, que puede llegar a expli- leves señales biológicas moduladas por la gramática
car la actividad de hacer teoría en medicina en térmi- de las expresiones de individuos enfermos y los códi-
nos de la historia personal de sus practicantes67 a for- gos interpretativos de sus grupos culturales.
mas más suaves de explicación social que dejan lugar A través de la historia, el lenguaje descriptivo de
para el progreso científico y para el papel de la lógi- la psiquiatría ha mostrado períodos de estabilidad y
ca interna de la ciencia68. Cuando escribe sobre la de cambio. Mientras que el cambio atrae mucho la
historia de la esquizofrenia, entonces, el clínico debe búsqueda del alma, la estabilidad se da por hecho.
decidir con cuál de estas dos visiones se siente más Pero el historiador deberá preguntar por qué la psi-
cómodo. Mientras que la historia tradicional de la copatología descriptiva ha permanecido en estado
medicina ha seguido la metáfora del jardín, la histo- inmóvil por un período considerable de tiempo. Se
ria actual de la psicopatología ha recibido la influen- dará cuenta de qué artefactos –tales como símbolos,
cia de la visión creacionista69. mitos, mentalidades y otras construcciones sociales–
son factores tan firmes como la señal biológica cap-
turada por el síntoma. Sin embargo, su relativa con-
Una historia para los clínicos tribución es aún desconocida y debería ser de interés
para el historiador clínico, en particular cuando al-
Como se dijo antes, la historia de la psicopatolo- gunas de estas categorías de larga tradición son cues-
gía es, junto con los análisis clínicos y estadísticos, tionadas72.
parte de un proceso general de calibrado al que el
lenguaje de la psiquiatría debe ser periódicamente Hacia una nueva historia de la psicopatología
sometido. Aquí “calibrado” significa reajuste de des-
cripciones a 1) cambios que afectan los fundamentos El enfoque colaborativo/cooperativo anteriormen-
biológicos de los síntomas (causados, por ejemplo, te esbozado, de base clínica, puede causar incomodi-
por mutaciones genéticas), 2) virajes en los modelos dad entre los historiadores profesionales, quienes
psicológicos tendientes a una conceptualización di- quizás teman que los clínicos se apropien y distorsio-
ferente de la conducta normal y anormal o 3) varia- nen la historia de la medicina en general, y la de la
ciones en la importancia social de síntomas o enfer- psiquiatría en particular. Estos temores infundados
medades. Por desgracia, la información histórica de han llevado a algunos a exagerar la autonomía de la
esta naturaleza no es tan fácil de conseguir para los historia médica.
clínicos como los datos estadísticos y clínicos. Una En el caso de la psicopatología, esta preocupación
de las razones es el carácter fragmentario del conoci- puede reflejarse en un exceso de énfasis puesto en los
miento histórico de los síntomas psiquiátricos; otra factores sociales; mientras que la historia social debe
razón, la falta de consenso acerca de cómo presentar ser considerada de igual importancia, el exceso de
esta información y, una más, la renuencia de los his- preocupación por los macro-conceptos y las pregun-
toriadores profesionales a trabajar en este campo. tas sociales puede desviar la atención de la compleja
Si la investigación histórica trata acerca de cómo historia interna de los síntomas psiquiátricos. Una
identificar las razones y explicaciones para la perió- consecuencia del predominio del enfoque social es
dica recreación de los síntomas, ¿cómo debería pre- que algunos jóvenes historiadores (que naturalmen-
sentarse a sus productos para que tuvieran el máxi- te intentan hacerse un nombre) tienen problemas
mo impacto? Es mi opinión que los estilos históricos con el análisis clínico y prefieren escribir un tipo de
que en este capítula llamamos “conceptual” y “cuan- trabajo que ganará el favor de los círculos de moda.
titativo70 ofrecen el marco adecuado dentro del cual Así, la historia de la psicopatología ha sido dejado en
pueden dar cuenta de la historia de los términos, manos de algunos clínicos de mayor edad que care-
conceptos y conductas, los tres componentes crucia- cen del conocimiento técnico o del empuje necesario
les en la formación de síntomas mentales. Las técni- para hacer frente a las complejidades involucradas, o
cas estadísticas modernas entonces pueden ser usa- ha sido confinada a las secciones introductorias de
das para planificar el uso regional, e identificar clus- los escritos clínicos.
ters y patrones tal como están escondidos en muchas Las dolorosas punzadas éticas de la década del ’60,
bases de datos clínicos históricos. Por ejemplo, el uso provocadas por el movimiento antipsiquiátrico, han
de drogas psicotrópicas parece haber causado cam- dado lugar, en particular en la psiquiatría de habla
bios en las manifestaciones de la enfermedad, y los inglesa, a los esfuerzos descriptivos y “libres de teo-
síntomas resultantes atenuados o distorsionados son ría” de los años ’70. Aquellos que se han dedicado al
más difíciles de evaluar; desde este punto de vista, los calibrado de la nomenclatura de la psiquiatría, espe-
grupos de pacientes estudiados antes de que fuera cialmente los expertos en el DSM-IV-R, normalmen-
posible usar tal medicación contienen información te muestran gran ignorancia de la historia concep-
importante que debería ser analizada por medio de tual de los síntomas y enfermedades. Necesitan la
todas las técnicas estadísticas actuales71. ayuda de los historiadores profesionales. Sin embar-
Así, los historiadores clínicos tienen una contribu- go, la respuesta poco entusiasta de estos últimos (que
siguen interesados en temas más elevados) ha llevado sólo significa que las últimas no necesitan ser men-
a que los clínicos desarrollaran la industria histórica cionadas en cada ocasión; el exceso de explicación en
del “hágalo Ud. mismo”, que lucha con valor contra la historia de la psiquiatría es una falta igual a la fal-
la falta de entrenamiento histórico, contra un acceso ta de explicación.
limitado al material primario y contra obstáculos lin- El desarrollo de conceptos paralelos en el área de la
güísticos. Como consecuencia, no se han alcanzado “psicología anormal” ha sido tratado con reticencia
altos niveles de investigación en la historia de la psi- por los historiadores de la psicología; por ejemplo, la
copatología, que debería ser tan estricta como en historia de la anormalidad, de la perturbación de per-
cualquier otra área de la medicina. sonalidad, de las alucinaciones, etc., no ha sido toca-
Por lo tanto, hay una necesidad de que los clínicos da74. Esto no sorprende. La historiografía psicológica
y los historiadores trabajen cooperativamente, y en clásica se ha concentrado en tres puntos: a) las fuen-
este capítulo se sugiere que el primer paso hacia tal tes filosóficas de la psicología; b) los mecanismos his-
colaboración debería ser el calibrado de la psicopato- tóricos tendientes a su “separación” de la filosofía; y
logía descriptiva. Por ejemplo, se debe llevar a cabo c) la confiabilidad y validez de las teorías psicológicas
un análisis de su estructura conceptual y sus orígenes competentes. Sólo el ocasional historiador con inicia-
históricos. Luego se podría poner a prueba un mode- tiva se ha preocupado, inspirado en la moda de
lo general estudiando síntomas individuales. El mo- Kuhn, por el “estatus paradigmático” de la psicología.
delo surgerido en este capítulo está basado en el nido Dado que la mayor preocupación de la historiogra-
de la analogía de las “cajas chinas”73: las cajas inte- fía convencional de la psicología ha sido la compren-
riores contienen explicaciones filosófico-psicológi- sión de lenguajes y teoría, y su capacidad para expli-
cas, las cajas “externas”, explicaciones socio políticas. car la conducta normal, es entendible que se haya he-
La dependencia de las “cajas interiores” puede en ge- cho poca mención al momento histórico en que las
neral ser suficiente para comprender la génesis y la categorías de conducta normal comenzaron a ser
evolución de ciertos síntomas, y los resultados histó- aplicadas a la conducta enferma, anormal o desviada.
ricos de este enfoque son aquí llamados “historia Del mismo modo, pocos se han sorprendido acerca
conceptual”. El énfasis puesto en las “cajas interio- de por qué le llevó tanto tiempo a la terminología y
res”, sin embargo, no debe ser interpretado como un a los mecanismos explicatorios de la psicología nor-
rechazo del poder explicativo de las “cajas externas”: mal el ser aplicados a la psicopatología ■
Notas
1. Para leer el último manifiesto epistemológico del grupo 12. p. 24 en Feuchtersleben, (1847), op. cit.
de Cambridge ver: G E Berrios (2000) The History of Psychia- 13. K. Kahlbaum, Die Gruppirung der psychischen Krank-
tric Concepts. In Henn et al (ed) Contemporary Psychiatry. Vol heiten und die Eintheilung der Seelenstörungen (Danzig: A.W.
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2. Sobre este tema ver: G E Berrios & E Chen (1993) Symp- 14. p. 1 en D. Giné y Partagás,. Tratado Teórico-Práctico de
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3. Para una publicación recientes del grupo de Cambridge chiatry, Vol 1, (New York: Basic Books, 1974); H. Ey, P. Bernard
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Doctoral Dissertation (Baltimore: John Hopkins Press, 1976); R. ley, 1976)
Castel, F. Castel y A. Lovell, La Société Psychiatrique Avancé. 41. Sobre este tema ver D. Bloor, Knowledge and Social Ima-
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Fondements de la Clinique. Histoire et Structure du Savoir Psy- 53. La literatura en este área es muy vasta. Los psiquiatras
chiatrique, (Paris: La Bibliotheque d'Ornicar, 1980); J. Postel y encontrarán útil el libro de F. Suppe (ed.) The Structure of
C. Quetel (eds.), Nouvelle Histoire de la Psychiatrie, (Paris: Pri- Scientific Theories (Urbana: University of Illinois Press, 1977);
vat, 1983); W. Leibbrand y A. Wettley, Der Wahnsinn, (Mu- M. Meyer, Découverte et Justification en Science (Paris: Klinck-
nich: Karl Alber, 1961) sieck, 1979); P. Smith, Realism and the Progress of Science
30. T. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions (Chica- (Cambridge: Cambridge University Press, 1981); and, Jardine,
Jefe de Servicio Honorario, Hospital " Esquirol ", Ex Director de Estudios, École des Hautes Études en Sciences Sociales, Paris, Francia.
E-mail: glanteri@club-internet.fr
E
l recurso a la noción de epistemología regional ble unidad basada en que, durante todo ese período,
aparece en nuestras reflexiones cuando nos pre- –en Francia con Ph. Pinel, y después con É. Esquirol;
guntamos sobre los fundamentos de la patología en el Gran Ducado de Toscana, con V. Chiarugi; en el
mental y las incertidumbres que pueden resultar de reino del Piamonte-Cerdeña, con J. Daquin; en Bélgi-
ello, y cuando tomamos en cuenta la diversidad irre- ca, con J. Guislain; en el Reino Unido, con S. Tuke;
ductible que ha adquirido, poco a poco, y a pesar de en Alemania, con J. C. Heinroth o K. Ideler, o con
ella, desde el fin del Iluminismo (Aufklärung) hasta W.Griesinger– la alienación mental, tomada en singu-
los comienzos del siglo XXI. Nos proponemos aquí, lar, regía todo el conjunto de la psiquiatría, asignán-
determinar exactamente los orígenes y el alcance de dole tanto sus fronteras, como su contenido
tal vocablo, a fin de dilucidar su sentido y de preci- Se trataba, en efecto, de una enfermedad, de tal
sar, eventualmente, su utilización correcta. suerte que la patología mental quedaba incluida fir-
Para comenzar abordaremos la situación histórica memente en la medicina, pero una enfermedad que se
que condujo, progresivamente, a la medicina men- revelaba única y constituía por ella sola toda una espe-
tal, a esta multiplicidad barroca que vuelve cada vez cialidad. Y debía ser tratada en establecimientos espe-
más dificultosas las tentativas que intentan restituir- cíficos en los que reinaba una sola terapéutica a la que
le alguna unidad; después buscaremos dilucidar las Ph. Pinel llamaba: tratamiento moral de la locura.
razones por las cuales arribamos a considerar a la psi- Sin embargo, a partir de los años 1850-1860, ese
quiatría como un conjunto de dominios diversos, paradigma unitario, criticado primero por J. P. Falret,
que no pueden organizarse bajo un solo principio y luego por V. Magnan y muchos otros, cedió el lu-
psicopatológico capaz de conferirles la posibilidad de gar al de las enfermedades mentales en plural, y des-
una síntesis. Veremos, entonces, cómo esta noción de entonces las especies mórbidas se han multiplica-
de epistemología regional, siempre utilizada en plu- do, las fronteras de la patología mental devinieron de
ral, porque se encuentran necesariamente más de más en más borrosas y el término enfermedad men-
una, permite retomar estas aporías de una manera ra- tal sirvió para designar afecciones de lo más diversas
cional y proponer una suerte de solución prudente entre sí como, por ejemplo, la neurosis fóbica y el
aunque sin duda imperfecta. mongolismo, o la enfermedad de Gilles de la Touret-
te y la presbiofrenia, y así sucesivamente.
Hacia mediados del siglo XX, el concepto operato-
Situación histórica rio de estructura modificó en parte esa situación bus-
cando legitimar un esfuerzo de unificación. Prove-
Entre el fin del siglo de las Luces y la mitad del si- nía, a la vez, de la Teoría de la Forma, con K. Koffka
Resumen
El momento actual de la psiquiatría muestra la imposibilidad de contar con un sólo referente teórico o un principio unificador
para todo el campo de la especialidad. Se enumeran diversas posibilidades de referencias teóricas, e incluso la ausencia de ellas
en diversos cuadros clínicos. Esta variedad de referencias conduce a hablar de diversas epistemologías regionales que coexis-
ten en la actualidad.
Palabras clave: Epistemología y psiquiatría – Epistemologías regionales – Historia de la psiquiatría.
es en razón de esta evolución que ninguna epistemo- cia psicopatológica, como en nuestro ejemplo de la
logía global es posible desde hace largo tiempo. depresión involutiva. Todas las variedades de registro
Sin embargo, ciertas partes de ese campo, disloca- así descritas no gozan de una explicación psicopato-
das y separadas unas de otras, se revelan como de lógica unitaria y sus eventualidades pueden expresar-
una psicopatología que vale para cada una de ellas. se por los símbolos 0,1 y >1. Es por ello que habla-
Es lo que nosotros proponemos entender bajo el tér- mos de epistemologías regionales en plural.
mino de epistemología regional, insistiendo sobre ese Por otro lado, la suma de esas epistemologías regio-
epíteto. Algunas precisiones deberían aclararnos a nales alude a elementos finitos y numerables y no re-
propósito de ello. cubre la totalidad del campo de la psiquiatría. Ade-
Por un lado, el dominio de la psiquiatría remite a más, debemos señalar que esas referencias psicopato-
tres registros que debemos distinguir cuidadosamen- lógicas cuestionan órdenes de conocimiento diferen-
te entre sí. Un primer registro incluye partes disocia- tes entre sí los que, a su vez, carecen de unidad. En
das entre ellas, de las cuales ninguna posee, por el suma, ciertas regiones tienen una epistemología y
momento, una psicopatología explicativa. Un segun- otras no, y no existe epistemología global que logre
do registro comporta partes igualmente disociadas dar cuenta de todas esas epistemologías regionales en
entre sí, pero en el que cada una de ellas posee una conjunto. Dicho en otros términos, no poseemos un
referencia psicopatológica explicativa propia que no meta-lenguaje para el cual las epistemologías regio-
es válida para las otras del mismo registro. Un tercer nales serían un lenguaje-objeto y debemos reconocer
registro, bastante reducido, está compuesto por par- que este abordaje de estilo kantiano nos deja, en par-
tes y cada una puede encontrar más de una referen- te, desprovistos ■
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Paul Hoff
Profesor Titular de Psiquiatría. Secretario de la Sección de Historia de la Psiquiatría de la Asociación Mundial de Psiquiatría (WPA),
Psychiatrische Universitätsklinik Zurich, Lenggstrasse 31, CH 8029 Zurich, Suiza
L
as bases de la concepción psiquiátrica de Emil pecializada, decididamente parte de la disciplina mé-
Kraepelin (1856-1926) son rediscutidas una y dica, unificada y estructurada. Su nosología debería
otra vez. Dicho "redescubrimiento" tiene que ver servir también al objetivo máximo de la "unidad cien-
con el trabajo orientado hacia la neurobiología, por tífica de la psiquiatría". Dicha nosología debía estar al
parte de investigadores autodenominados "neokrae- servicio de la investigación y praxis psiquiátricas, sin
pelinianos" (Blashfield 1984). Como en el caso de convertirse jamás en un objetivo en sí misma. Habría
otros autores que siguen otras direcciones teóricas, se de orientarse sobre todo a la empiria clínica y no ha-
incurre también con Kraepelin en reduccionismos cia resultados dogmáticos ( Hoff 1994 ).
acríticos. La siguiente presentación pretende contri- Kraepelin fue catalogado como un opositor escép-
buir, a través de un repaso de la posición clínico- tico a los debates filosóficos en psiquiatría. Sin em-
práctica de la psiquiatría actual, a una comprensión bargo, se puede apreciar en su entendimiento psi-
diferenciada del pensamiento de Kraepelin y de su quiátrico, la influencia de importantes antecedentes
contexto histórico. filosóficos, la mayoría de forma implícita. Las co-
rrientes filosóficas más esenciales son el realismo, el
naturalismo, el paralelismo y el "experimentalismo",
2. Los supuestos filosóficos de Kraepelin las cuales serán aclaradas en lo que sigue.
Resumen
Las bases de la concepción psiquiátrica de Emil Kraepelin han sufrido un "redescubrimiento" que tiene que ver con el trabajo
orientado hacia la neurobiología, por parte de investigadores autodenominados "neokraepelinianos". Como en el caso de otros
autores que siguen otras direcciones teóricas, se incurre también con Kraepelin en reduccionismos acríticos. La siguiente pre-
sentación pretende contribuir, a través de un repaso de la posición clínico-práctica de la psiquiatría actual, a una comprensión
diferenciada del pensamiento de Kraepelin y de su contexto histórico.
Palabras clave: Neokraepelinismo – Emil Kraepelin – Clínica psiquiátrica
las noticias del mundo exterior a nuestra percepción, tanto al investigador por la naturaleza y que existen por
más defectuosas y faltas de seriedad serán nuestras ideas, entero independientemente de él y de su idiosincra-
las cuales se desarrollan en la conciencia del hombre según sia. El científico describe lo que ha descubierto obje-
su medio ambiente, desde el propio yo y desde el lugar de és- tivamente, es decir, lo "dado". Su propia actividad,
te último hacia el entorno ambiental" (Kraepelin 1899, to- aun en la formulación de hipótesis científicas, inclu-
mo 1, págs. 126-127). Kraepelin raramente tuerce su yendo su sistema nosológico, debe ser más bien deja-
camino hacia un acercamiento a un realismo crítico: da de lado (ver punto 3).
"Todo ser es, para nosotros, vivencia interna ante todo. La
forma de esta experiencia interior es llamada por nosotros, Paralelismo
conciencia; nuestra vida anímica representa la cadena de
procesos de conciencia eslabonados previamente" (Kraepe- En referencia al psicólogo y filósofo Wilhelm
lin, 1921, tomo 1, pág. 1). Kraepelin explica aquí que Wundt (1832-1920), al cual por un tiempo estuvo
solamente tenemos acceso a los objetos a través de personal y estrechamente ligado, y en cuyo laborato-
nuestra conciencia. Con todo, ello no significa de nin- rio de Leipzig había trabajado algunos meses, Kraepe-
gún modo una posición kantiana. Aun más, él quiere lin rechazó el estricto materialismo, dado que lo con-
ser comprendido en el sentido de su maestro Wilhelm sideraba inadecuado para la psiquiatría. Él defendió
Wundt, en relación a las operaciones mentales funda- un punto de vista paralelista. Por cierto, no hizo su-
mentales, entendidas no de un modo apriorístico, sino ya por completo la compleja argumentación wund-
accesibles por medio de la investigación empírica, pri- teana en relación a los problemas anímico-físicos. Pa-
vilegiando el a posteriori. Concretamente, ello significa ra Kraepelin no resultaba tampoco aquí interesante
que el investigador psiquiátrico debe describir de la la problemática filosófica, sino sólo las posibles im-
manera más objetiva posible, aquello que él encuentra, plicancias de ella para la investigación psiquiátrica.
lo que realmente existe o lo que la naturaleza le presen- Para hablar más gráficamente, para él se trataba me-
ta, no aquello que él tan sólo construye. La circunstan- nos de un paralelismo entendido teóricamente, que
cia de que, desde la séptima edición de su manual, de un "paralelismo metódico": exigía y practicaba la
Kraepelin haya introducido la "fuerza de la fantasía" co- aplicación de una metodología de las ciencias natu-
mo función anímica autónoma, garante de la creativi- rales, en especial en cuanto a la experimentación, en
dad y de la espontaneidad, no cambia en nada sus ar- el área de la psiquiatría y la psicología.
gumentaciones más fundamentales.
"Experimentalismo"
Naturalismo
El experimento debía ser afirmado como base prin-
Este aspecto está indisolublemente unido a la cipal de la investigación psiquiátrica (y psicológica).
cuestión del realismo. Ello implica datos cuantificables en oposición a los mé-
Según la convicción de Kraepelin, la realidad exter- todos cualitativos. Kraepelin desde siempre se había
na (la "naturaleza") no sólo es completamente inde- manifestado escéptico respecto de teorías del tipo sub-
pendiente de nosotros, sino que es ella también la que jetivo-heurístico, incluso en el caso del psicoanálisis;
crea todas las obras culturales que son, supuestamente, abiertamente se mostraba reacio a aceptar dichas teo-
típicas del hombre. El principio naturalista será aplica- rías, pronunciándose en contra. Esta fuerte valoración
do, sobre todo en el temprano Kraepelin, verdadera- de lo experimental dividía las aguas y diferenciaba en-
mente de un modo intransigente también a ámbitos tre la psiquiatría y la psicopatología por una parte, y la
abstractos tales como la moral, el derecho y la religión. psicología por otra, sin que se desdibujaran los respec-
Ellos son fenómenos emergentes, relativos, típicos de tivos límites. En cierto momento de su vida, Kraepelin
la época y no casuales en relación con determinados representó la postura que consistía en que el camino
momentos de la historia de la evolución, tanto como experimental debía utilizarse no sólo para la enferme-
las características biológicas directas del hombre. Valo- dad, sino que también la psiquis sana debía aprehen-
res absolutamente válidos, quizás en el sentido de un derse desde la perspectiva de las ciencias naturales.
apriorismo kantiano, no tendrían cabida aquí.
A este contexto del naturalismo pertenece la am-
plitud de Kraepelin, incluso su extenso uso de la doc- 3. El principio de "las entidades morbosas naturales"
trina de la degeneración. Su comprensión del alta-
mente especulativo y vago concepto de "degenera- Durante toda su carrera psiquiátrica, Kraepelin re-
ción" como momento patogénico esencial en casi to- presentó el principio de "las entidades morbosas na-
dos los transtornos psíquicos no constituye de nin- turales" en psiquiatría. Éstas vienen dadas por la na-
gún modo la excepción, sino más bien la regla en turaleza a cada entidad singular y deben ser descu-
cuanto a los autores en psiquiatría de fines del siglo biertas a través de la investigación psiquiátrica, no
diecinueve y comienzos del veinte. Por lo demás, la simplemente construidas o hipostasiadas. Luego de
idea de la degeneración saltó en ese entonces por so- que estas entidades morbosas, partiendo de la natu-
bre las fronteras de la psiquiatría, adentrándose en el raleza, fueran establecidas "biológicamente", para de-
ámbito político y literario con una considerable in- cirlo en términos actuales, ya no juega más un rol de-
fluencia (Hermle 1986, Pick 1989). cisivo el tan importante postulado kraepeliniano, cu-
Las consecuencias del realismo y del naturalismo ya perspectiva de investigación se pretende acercar
kraepelinianos para la nosología psiquiátrica están a aquí. El resultado debe ser, al fin y al cabo, el mismo.
la vista: es su hipótesis central de la existencia de "en- El siguiente esquema intenta ilustrar el orden de
tidades morbosas naturales", que le son presentadas ideas en cuestión:
Anatomía patológica - Etiología • Creó una clasificación clara y sistemática del he-
terogéneo campo de los fenómenos psiquiátricos.
"Entidades morbosas naturales"
• Fue la expresión de la definida identidad de
Sintomatología (curso de la enfermedad incluido) Kraepelin como científico que trabajaba cuantitativa
y experimentalmente, intentando mantener los con-
Esquema 1: estructura medular de la comprensión tenidos especulativos al margen de la psiquiatría. Di-
kraepeliniana de la enfermedad cha identidad se correspondía por completo con el
espíritu de la época.
Kraepelin sometió las convicciones fundamentales Dado este trasfondo, Kraepelin tuvo éxito en dar
de sus últimos escritos programáticos de los años 1918 un impulso decisivo a diversas áreas de la investiga-
-1920, los cuales estaban influenciados por objeciones ción psiquiátrica, como ser la psicofarmacología y la
hechas por Alfred Erich Hoche (1865-1943), Ernst psicología experimental, la psiquiatría llamada en ese
Kretschmer (1888-1964) y Karl Birnbaum (1878-1950), entonces "comparada", hoy "transcultural", la neuro-
a una crítica prueba. A pesar de ello, nunca dejó de la- patología, la epidemiología psiquiátrica y la genética,
do su postulado de la existencia y cognoscibilidad cien- como así también la psiquiatría forense. Su esperanza
tífica de las entidades morbosas naturales en psiquia- depositada en la posibilidad de la integración rápida
tría. En efecto, ordenó el cuadro que clínicamente fue de diferentes principios teóricos, en un camino a una
llamado dementia præcox o la enfermedad maníaco- unidad de la psiquiatría "científicamente real", no ha
depresiva, las que posiblemente no se correspondían sido cumplida, por cierto. Por una parte, podríamos
directamente con las entidades morbosas que les ser- decir que ha hecho aportes esenciales a la psicología
vían de base, sino que a lo sumo eran una forma típi- laboral, a través de sus investigaciones sobre el trasfon-
ca, aunque no patognomónica, de manifestación de do psicológico del trabajo (su "curva del trabajo" aún
las mismas entidades. Este ordenamiento fue llevado a se cita hoy en día en la literatura psicológica). Pero,
cabo en su trabajo "Die Erscheinungsformen des Irreseins" por lo contrario, la aplicación directa de la psicología
(1920). La forma de manifestación de la enfermedad experimental en la práctica y la investigación clínicas,
estaba moldeada no sólo por el curso de la enfermedad desde siempre exigida por Kraepelin, apenas ha sido
en sí mismo, sino también por factores biográficos, so- implementada (Hoff 1992, Gruhle 1929).
ciales y aspectos físico-corporales independientes de di- Se puede hablar con certeza de una fase de frag-
cha enfermedad. Kraepelin incorporó de aquí en más mentación en la construcción de la teoría psiquiátri-
entre los planos de las entidades morbosas específicas ca en la era post-Kraepelin.
y de la sintomatología transversal clínica inespecífica Esta diversidad teórica, que tiene muchas causas,
–ciertamente con poca precisión conceptual– el nivel todavía existe hoy en día. No obstante ello, en las úl-
de las "condiciones preformadas", y desde entonces ha- timas décadas del siglo veinte, en especial vinculado a
bló del "registro de la locura". Esto mostraba similitudes autores de habla inglesa con una orientación neuro-
con la doctrina del síndrome (Hoche 1912), en varios biológica, ha surgido un llamado a un "redescubri-
aspectos, aunque Kraepelin se sujetaba muy bien al miento" de los principios kraepelinianos. Blashfield
postulado básico de la distinción, dada por naturaleza, describe a los "neokraepelinianos" como "un grupo de
de las entidades morbosas psiquiátricas. El segundo es- psiquiatras que se había pronunciado contra los argumen-
quema iluminará más acabadamente el resumen ex- tos anticlasificatorios de los años cincuenta y sesenta del
puesto: siglo veinte. Los neokraepelinianos pusieron de relieve el
valor positivo de la clasificación, apoyaron el modelo de la
I. Diversos "procesos morbosos"
medicina, alentaron claramente la teoría científica en la
("entidades morbosas naturales" Krankheitsvorgäng)
psicopatología, la cual debía basarse en la genética y la
que desencadenan
bioquímica". (Blashfield 1984, págs. 34-35) Para una
↓
comparación del punto de partida de la posición de
II. Patrones de reacción ("condiciones preformadas"
Kraepelin y del actual "neokraepelinismo", en una
gegebene Vorbedingungen, vorgebildete Einrich Tungen)
perspectiva histórica de las ideas, se nos ocurren asom-
biológicos y/o psicológicos
brosos paralelos. He aquí algunos ejemplos:
que conducen a
• La coincidente exigencia de una transformación
↓
de la investigación psiquiátrica toma su fuerza como
III. Síntomas y síndromes
para resultar convincente, del extendido desconten-
("formas de exteriorización de la locura")
to con la incompatibilidad metódica y conceptual de
las distintas teorías ya existentes.
Esquema 2: postulados nosológicos básicos del último
• El mismo Kraepelin y los neokraepelinianos no
Kraepelin (1920)
confiaban en que el diagnóstico psicopatológico
transversal tuviera una función determinante en el
ordenamiento nosológico. El cuadro clínico debería
3. De Kraepelin al "neokraepelinismo"
correlacionarse con parámetros neurobiológicos y
con el desarrollo de la enfermedad.
Hallamos razones determinantes para la gran in-
• La investigación psiquiátrica, como así también la
fluencia que obtuvo (y todavía tiene) la psiquiatría
autocomprensión de cada uno de nosotros, debe
de Kraepelin:
orientarse según el modelo de las ciencias naturales;
• Ella se orientaba hacia la clínica, con un objeti-
debe tomar distancia especialmente de teorías "espe-
vo pragmático; en especial, atendía al desarrollo de
culativas". Los ataques de Kraepelin son válidos ante
las enfermedades mentales.
todo en relación a la "psiquiatría romántica", pero
también respecto del psicoanálisis. Por último, el blan- fico". La necesidad de una reflexión filosófica aparece,
co principal de las críticas de muchos "neokraepelinia- por consiguiente, en el caso del "neokraepelinismo",
nos" sigue siendo, junto con lo arriba expuesto, la re- de ninguna manera con menor significación que para
lativización sociológica de los principios médicos. el mismo Kraepelin.
• En ambos casos se juzga optimista y confiada- 3. "La psiquiatría trata hombres que están enfermos y
mente la productividad científica de la propia teoría, que solicitan tratamiento a causa de su enfermedad mental"
lo cual resulta más que esencial en vinculación con Este criterio tiene poca relación con los propios
la disposición al uso de nuevos métodos de investi- textos de Kraepelin. Tampoco aporta ningún esclare-
gación existentes: para Kraepelin, la anatomía cere- cimiento. Su primera parte es tautológica, y la segun-
bral que se desarrollaba rápidamente, la neurofisiolo- da muestra un desconocimiento de la situación psi-
gía y la bioquímica, la genética psquiátrica y la epi- quiátrica, en tanto que a menudo los pacientes pro-
demiología; para los autores actuales, la biología mo- fundamente desequilibrados no sólo no solicitan tra-
lecular, la bioquímica, así como los procedimientos tamiento sino que lo rechazan de plano.
neurofisiológicos y por imágenes, cada vez más refi- 4. "No hay ninguna frontera entre normalidad y enfer-
nados (estáticos y funcionales). medad"
• Por de pronto, se manifestó poco interés por También este postulado coincide con la convic-
cuestiones filosóficas. En el mismo Kraepelin ello se ción de Kraepelin, pero solamente en lo concernien-
mostró con el ejemplo de la acotada recepción que te al principio de las "entidades morbosas naturales".
tuvo la filosofía de Wundt. En este punto también, Para Kraepelin, había transiciones muy fluidas de un
los trabajos del entorno neokraepeliniano raramente estado de salud a otro de enfermedad en el diagnós-
reconocen que consideran necesaria la discusión tico práctico. Una transición de esa clase no se daba
científica de las bases filosóficas de las teorías. abruptamente, sino de un modo continuo y lento.
• Ambas orientaciones se ocupan del estableci- Precisamente Kraepelin puso un fuerte énfasis en lo
miento de una psiquiatría con eje en la investiga- premórbido. Opinaba que, a menudo, en las rarezas
ción, decididamente entendida como disciplina mé- remontables a la infancia de los psicóticos, se podía
dica autárquica, claramente delimitada respecto de hallar la posibilidad de un lento "crecimiento" de la
ciencias sociales y heurísticas que trabajan en cam- psicosis a partir de transtornos previamente dados;
pos de estudio en común. hoy se hablaría de "vulnerabilidad" y de pródromos
• Uno de los pensamientos básicos del "neokrae- de la psicosis manifiesta.
pelinismo" es, consecuentemente, la suposición de la 5. "Hay enfermedades mentales diferenciables. Las en-
existencia de trastornos mentales delimitables, acce- fermedades mentales no son un mito. No existe solamente
sibles a la investigación empírica. El impulso decisi- una, sino muchas enfermedades mentales. La tarea de una
vo para este desarrollo se encuentra ya en los años psiquiatría científica, tal como la tarea de las otras discipli-
cincuenta, y por cierto se ha publicado al respecto en nas médicas especializadas, es desentrañar la causa, diag-
el manual de psiquiatría clínica de W. Mayer-Gross, nosticar y efectuar el tratamiento de dichas enfermedades".
E. Slater y M. Roth, aparecido en inglés en 1954. Kler- Este criterio se corresponde de nuevo exactamen-
man (1978) ha formulado en detalle y muy rigurosa- te con la búsqueda kraepeliniana de las "entidades
mente las peticiones principales del "neokraepelinis- morbosas naturales". La formulación apuntada por
mo". Él menciona nueve postulados básicos que, en Klerman, en cuanto a que las enfermedades mentales
lo que sigue, deben ser discutidos a la luz de la posi- no son ningún mito, se debe leer como respuesta a la
ción original de Kraepelin: polémica suscitada por autores antipsiquiátricos, por
1. "La psiquiatría es una rama de la medicina" ejemplo Szasz (1972), quien afirmaba justamente lo
Este postulado afirmativo hubiera sido evidente contrario.
para Kraepelin. 6. "El centro de gravedad de un médico activo psiquiá-
2. "La psiquiatría debería establecer modernos méto- tricamente debería descansar especialmente sobre los as-
dos científicos, construidos con conocimientos corrobora- pectos biológicos de las enfermedades mentales".
dos científicamente en su aplicación". También este postulado refleja el exacto pensa-
Aun cuando la intención de Kraepelin fuera idénti- miento de Kraepelin. Éste subrayaba siempre la di-
ca, este criterio implica algunas dificultades: permane- mensión correspondiente al curso de la enfermedad
ce en la oscuridad la línea por la cual delimitar méto- y por lo tanto consideraba la perspectiva biológica
dos y conocimientos científicos respecto de aquellos como decisiva.
que no lo son. Finalmente, cada opositor al "neokrae- 7. "Debería haber un explícito y comprometido esfuer-
pelinismo" invocará su adscripción al criterio de la zo en el trabajo diagnóstico y de clasificación".
cientificidad. Sobre todo, autores de orientación psico- Aquí no encontramos discrepancia alguna con la
dinámica objetarán que aquí el adjetivo "científico" posición de Kraepelin.
("scientific") está equiparado sin reparos a lo "cuantifi- 8. "Los criterios diagnósticos deberían ser establecidos
cable por las ciencias naturales". Klerman no comenta en un código. Debería haber un rumbo de investigación
este asunto. Tal reduccionismo metódico no sería de reconocido y considerado científico, el cual validara di-
ningún modo considerado, por una cuestión de prin- chos criterios a través de distintas técnicas. Más allá de
cipios. No obstante, debe permanecerse siempre con- esto, los departamentos psiquiátricos de las escuelas de
ciente de esta problemática. De otro modo se incurre medicina deberían enseñar estos criterios sin efectuar una
en un dogmatismo por el cual se aceptan líneas de in- crítica desvalorizadora, tanto tiempo como dichos crite-
vestigación que se transpolan en bloque al respectivo rios estén probados".
"lenguaje científico" cuantificable predominante; El énfasis en la influencia que la formación conti-
cualquier otro proceder se descalifica como "no cientí- nua y el estudio tiene sobre el desarrollo de la totalidad
da lejana meta de una clasificación biológica no era de ello, su enseñanza debe ser entendida en el con-
aún realizable, la estrategia "funcional" se presenta a texto de un marco histórico científico. Si esto no su-
primera vista como la mejor solución posible, al me- cede, se importan otra vez, invocando a Kraepelin,
nos provisoriamente. De esta manera, síndromes clí- toda clase de prejuicios en la psiquiatría; sin duda,
nicos que se corresponden con el mismo tratamien- una variante indeseada del "neokraepelinismo". En
to, pensados funcional-nosológicamente, o conside- segundo lugar, no se puede permitir que la psiquia-
rados idénticos, por ejemplo compulsiones, angustia tría de Kraepelin sea reducida discrecionalmente a la
y humor depresivo, aun cuando desde la perspectiva biología, en función de sus lazos naturalistas: queda
de la nosología clásica se hallen muy lejanos unos de el hecho de que Kraepelin ha considerado la "pers-
otros, podrían ser tratados todos ellos con antidepre- pectiva clínica" como meta irrenunciable para la pre-
sivos del tipo ISRS. tendida unidad de la psiquiatría en el sentido de una
En efecto, la desnosologización no ha sido exigida "ciencia realista".
ni llevada a cabo solamente con argumentos neurobio- Una operacionalización acrítica y reduccionista
lógicos. También la sutil comprensión psicopatológica del proceso diagnóstico o, por otra parte, el postula-
del diagnóstico transversal y longitudinal ha produci- do que pretende sustituir por completo la psicopato-
do nuevos criterios de ordenamiento nosológico. Son logía a través de validaciones biológicas externas no
recordados los debates surgidos desde los trabajos de constituyen, seguramente, una continuación conse-
Kasanin y Langfeldt de los años 1933 y 1937, en cuan- cuente del pensamiento de Kraepelin. Formulado de
to al estatus del "nivel intermedio esquizoafectivo" otra forma: el entendimiento psiquiátrico de Kraepe-
(Janzarik 1980) o tras la comprobación de que, tanto lin tiene, sin duda alguna, sus límites metódicos y
las depresiones "endógenomorfas" podían cursar en conceptuales. Un "hiperkraepelinianismo" ingenuo
una esquizofrenia, como así también un síndrome re- deberá hoy en día soportar todavía más críticas que
sidual del tipo "deficiencia pura" podía darse en pacien- el mismísimo Kraepelin; y esta vez con razón. Entre-
tes maníacodepresivos (Huber et al. 1989). tanto, el punto de discusión de los fundamentos his-
tóricos y teóricos de la psiquiatría ha llegado así y to-
do a un nivel tal, a pesar de todas las controversias,
Resumen y perspectiva final que un simple retroceso apodíctico hacia posiciones
dogmáticas ya no resulta aceptable.
Una psiquiatría orientada neurobiológicamente, La viva discusión en torno a la obra de Kraepelin
que dice seguir a Kraepelin, debe comprender su en- y su significado para la comprensión actual (y futu-
señanza tanto en relación con sus contenidos como ra) de la psiquiatría, es una fuerte comprobación de
respecto de su dinámica histórica. Esto significa dos lo relevante que resulta para la praxis la investiga-
cosas distintas: en primer lugar, no debemos extraer ción histórico psiquiátrica. Es por ello que ésta debe-
de manera aislada los momentos de su doctrina que ría intensificarse y ser llevada consecuentemente al
nos resulten adecuados y positivos. Aun cuando el más alto nivel en el marco de una estrecha coopera-
mismo Kraepelin apenas haya tomado conocimiento ción internacional ■
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Vertex: ¿Cuál es su opinión sobre las nosografías en el grupo de la psicosis esquizofrénicas (véase, por
criteriológicas actuales del tipo DSM y CIE? ¿En- ejemplo, la presentación de Norman Sartorius de
cuentra una diferencia significativa entre ellas? los resultados de los estudios de la OMS en la Enci-
Jean Garrabé: No se puede apreciar la validez de una clopedia Médico Quirúrgica en 1983). Es de notar
clasificación de enfermedades en sí. Sólo podemos que estos estudios epidemiológicos tuvieron un im-
hacerlo teniendo en cuenta cuál es el objetivo que se pacto en las concepciones psicopatológicas de la es-
han fijado sus promotores al concebir su sistema no- quizofrenia al poner en relieve la importancia de los
sológico. Hay entre la Clasificación Internacional de factores culturales en la evolución de estas psicosis.
Enfermedades (Cap. V) y los DSM un punto común: Sin embargo, nadie pensó en los años 70 que el en-
el objetivo, que es recoger datos mediante instru- foque estadístico epidemiológico podría sustituir al
mentos estadísticos (no hay que olvidarse de la S de psicopatológico.
la sigla DSM) pero difieren en varios puntos que no Cuando en el Congreso Mundial de Psiquiatría de
son sólo detalles: Honolulu (1977) la Sección Clasificaciones de la
La clasificación de la OMS es una clasificación ge- WPA recomendó que se revisasen las clasificaciones
neral de enfermedades con un capítulo específico pa- nacionales, en los países en las que éstas existían, pa-
ra los trastornos mentales (V o F), capítulo que, sin ra hacerlos corresponder con la décima edición de la
embargo, debe respetar los mismos criterios, ya que CIE, entonces en preparación, la American Psychiatric
debe utilizarse conjuntamente, por ejemplo, para co- Association (APA) emprendió la revisión del DSM-II,
dificar los factores orgánicos en las enfermedades muy alejado de la clasificación de la OMS.
mentales y viceversa. La opción de escoger, para el DSM-III, el sistema
Además, siendo una clasificación internacional de criterios de inclusión/exclusión de la Escuela de
debe poder utilizarse en el mundo entero, o, al me- Saint Louis, la declaración de ateoricismo a pesar de
nos, en los países integrantes de la OMS (la historia la importancia del conductismo hizo, paradójica-
nos dice que las clasificaciones internacionales con- mente, que si la nueva clasificación norteamericana
cebidas entre las dos guerras mundiales por la Ofici- en algunos puntos se acercaba a la internacional, en
na de Sanidad de la Sociedad de Naciones sólo las uti- otros se alejara de ella.
lizaron los médicos de los países integrantes de la Su objetivo seguía siendo recoger datos estadísti-
misma, cosa que no hicieron ni los Estados Unidos, cos pero, ante todo, en los Estados Unidos en donde,
que no formaban parte de ella, ni los de los países to- no lo olvidemos, hay escuelas de pensamiento muy
talitarios que se retiraron de la Sociedad). distintas, lo que obliga a escoger criterios con un
En la octava edición de la CIE (1974) aparece una consenso mínimo; pueden recoger estos datos otros
novedad: el capítulo “Trastornos mentales” se profesionales además de los psiquiatras. No se ha va-
acompaña de un glosario con definiciones, en prin- lorado bastante que el DSM-III prepara el diagnósti-
cipio universales; aunque correspondían, en su ma- co asistido por computadora en psiquiatría, ya que si
yoría a la nosografía europea de la época. Los auto- se rellenan correctamente los ítems correspondientes
res del glosario de la CIE 9 (1979) reconocen dificul- a cada categoría diagnóstica, se volvería inútil recu-
tades en su empleo que son inevitables, según ellos, rrir al examen clínico clásico del enfermo por parte
por el estado actual de los conocimientos en psi- del médico. Es sabido que abogados, compañías de
quiatría y por la necesidad de que fuesen aceptados seguro, etc., han utilizado los DSM-III y IV para dis-
por el mayor número de países y de escuelas de pen- cutir diagnósticos practicados a algunos de sus clien-
samiento a través del mundo. A pesar de estas difi- tes con el método antiguo. Naturalmente los respon-
cultades las ediciones 8 y 9 de la CIE permitieron sables de este error metodológico no son los respon-
investigaciones epidemiológicas y transculturales sables de la clasificación sino los que la utilizan para
otros fines que aquéllos para los que fue ideada, repi-
támoslo una vez más: recoger datos estadísticos para es-
* Ex Presidente de la Société Médico Psychologique. Miembro
tudios epidemiológicos comparativos.
del Grupo de Revisión de la Classification Française des
Troubles Mentaux de l’Enfance et l’Adolescence (CFTMEA).
Vertex: ¿Qué ha sido de los diagnósticos de la clíni- J. G.: No me parece posible imaginar una confluen-
ca francesa y de la psiquiatría dinámica en la prác- cia futura entre ambas vertientes, porque eso signi-
tica concreta de los psiquiatras franceses? ficaría que tienen el mismo objetivo y, en realidad,
J. G.: Muy a menudo, los psiquiatras que han recibi- son como líneas o planos paralelos que sólo pue-
do la formación adecuada hacen el diagnóstico se- den converger en un punto del infinito. Esto no
gún el método clínico, y, en cambio cuando se trata impide que pueda haber intercambios de unas a
de reunir datos para una estadística, por ejemplo la otras. Me limitaré a hacer un par de comentarios.
de la actividad de una institución, utilizan la CIE 10 Por ejemplo la transformación del Trastorno de
que es la clasificación oficial en Francia, en tanto país Personalidad Múltiple (Multiple Personality Disorder)
miembro de la OMS. de las CIE 9 y 10 y de los DSM-III y III R en Desor-
Pero se ha cometido en nuestro país, así como en den Disociativo de la Identidad (Disociative Identity
otros, un error mucho más grave porque han caído Disorder) es efecto del retorno a la concepción psi-
en él psiquiatras aguerridos e, incluso, profesores de copatológica inicial de la disociación histérica.
psiquiatría que pensaron que podían sustituir el Otro ejemplo es el de la categoría F 20.4, de la CIE
DSM y la CIE al enfoque psicopatológico y que “en- 10, que es denominada, de manera sorprendente,
señar y aprender” la psiquiatría consistía en enseñar “Depresión post esquizofrénica”, ya que no se pro-
cómo se utilizan estas clasificaciones, y que con es- duce después de una psicosis esquizofrénica sino
te aprendizaje bastaba para saber tratar a los enfer- en su mismo transcurso. Esto plantea una serie de
mos. Este era el objetivo del diagnóstico clínico: po- preguntas: ¿Forma parte de la esquizofrenia? ¿Cuá-
der determinar en la práctica, para un sujeto deter- les son los síntomas que se deben a la depresión y
minado, cuáles son las indicaciones y las contrain- cuáles al tratamiento? Y, por último, ¿es realmente
dicaciones de los distintos tratamientos que se pue- una depresión o parte de la sintomatología propia
den utilizar en su caso. de la esquizofrenia? Solamente un enfoque psico-
patológico podría responderlas. Lo que hemos in-
Vertex: ¿Es posible imaginar una confluencia futu- tentado transmitir a nuestros discípulos en el arte
ra entre ambas vertientes, el pensamiento semioló- que hemos recibido de nuestros maestros, es el
gico clásico y las clasificaciones actuales basadas pensar con nuestros enfermos cómo recobrar la li-
en criterios? bertad del pensamiento ■
E
n este trabajo estudiaremos la clase de relación que Si bien más abajo y con más detalle, nos referiremos
presumiblemente existe –desde una perspectiva a los conceptos freudianos sobre las TSI, recordemos
psicoanalítica– entre la adquisición de conoci- que Freud(11, p.207) en 1908 no sólo las bautizó como
mientos en general, el armado de teorías basadas en ge- “teorías” sino que sostenía que, entre otras cosas, su im-
neralizaciones de dichos conocimientos y las teorías se- portancia derivaba de “encontrárselas presentes y operati-
xuales infantiles estudiadas por el psicoanálisis (TSI), vas en las neurosis, en las que adquieren una influencia de-
cuya relevancia para este proceso queremos tratar de es- terminante en la formación de los síntomas”. Es así como
tablecer. Freud, al ir armando una “teoría general de las neurosis”
Lo que sabemos, por ahora, es que el psicoanálisis sos- sobre la base de la sexualidad como principal fuente in-
tiene su ejercicio clínico sobre un variado conjunto de consciente del conflicto psíquico, utilizó un hallazgo
teorías (no siempre compatibles entre sí) y que, tanto el clínico (quizás sería más apropiado hablar de los hallaz-
material suministrado por los pacientes como las interpre- gos del caso Juanito) para ampliar dicha teoría con una
taciones analíticas, pueden considerarse vehículos de sen- nueva: la que postula que existen “teorías” imperfectas
das “teorías” que versan básicamente sobre la problemáti- sobre los hechos sexuales que son instrumentales en la
ca de dichos pacientes. Ahora bien, si a esta perspectiva la causación de síntomas en niños y adultos por igual. Es-
considerásemos correcta, tendría sentido para nosotros ta ampliación de lo que podríamos llamar “familia de
una indagación psicoanalítica sobre las teorías en general, teorías”(19, p.170) da sustento, por un lado, a la afirma-
en tanto tales y como productos de la mente humana, co- ción de que detrás de toda neurosis de un adulto se
mo también sobre sus condiciones de producción y sobre oculta una neurosis infantil: como sostiene Freud, am-
las relaciones que puede haber entre esas condiciones y bas ponen de manifiesto la existencia de “teorías sexua-
los enunciados teóricos propiamente dichos. Se trata de les infantiles” (las que se hacen evidentes por los sínto-
emplear nociones teóricas del psicoanálisis, cuyo estatus mas y se integran en el fenómeno transferencial como
científico mismo sigue siendo objeto de debates, para em- la “teoría del paciente sobre sí mismo”, mencionada
pezar a abordar precisamente con ellas la cuestión de la más arriba). Pero, por otro lado, se convierte en un nu-
construcción de teorías en general. Sin duda, se trata de do de problemas epistemológicos planteados por la exis-
una empresa difícil aunque atractiva y necesaria que aquí tencia de relaciones entre el conflicto psíquico y la teo-
solo quedará expuesta sumariamente. En este contexto, rizacion misma. Es cierto que en la literatura clásica las
también esperamos poder mostrar que las teorías sexuales TSI son consideradas principalmente desde la perspecti-
infantiles no sólo constituyen de por sí un excelente cam- va de su función defensiva. Ese era el enfoque freudia-
Resumen
Este trabajo tiene por objeto estudiar desde una perspectiva psicoanalítica la relación entre la adquisición de conocimientos
en general, el armado de teorías basadas en generalizaciones de dichos conocimientos y, lo que se considera un antecedente,
las teorías sexuales infantiles (TSI). El psicoanálisis es también una psicología de los procesos psíquicos normales, entre los que
se cuenta la actividad creadora que incluye el pensamiento científico. Esto interesa a psicoanalistas y epistemólogos y abre el
camino a necesarias empresas interdisciplinarias.
Palabras clave: Desarrollo cognitivo – Psicoanálisis y epistemología – Etología – Fantasía inconsciente – Teorías sexuales infan-
tiles.
no en el contexto de la primera tópica y de la psicopa- abandonar determinadas hipótesis teóricas. Freud mismo
tología que entonces manejaba. En realidad, Freud ne- nos ha dado el ejemplo de su interés por corroborar em-
cesitaba corroborar empíricamente la existencia de neu- píricamente sus teorías y también, a veces, de cómo la
rosis en los niños y particularmente la etiología sexual teoría intenta imponerse a los datos clínicos. Dificultades
de las mismas, pero conviene tener presente también similares pueden advertirse en las discusiones que toda-
–por su interés para este trabajo– que él creyó necesario vía siguen a propósito de los estadios más tempranos del
salvar con un comentario explícito una supuesta obje- desarrollo psíquico, el desarrollo del pensamiento y el pa-
ción metodológica referida a las conclusiones extraídas pel del lenguaje, problemas todos íntimamente relacio-
por analogía de los relatos de la infancia normal y neu- nados con la antinomia narcisismo primario-relaciones
rótica, como así también llamar la atención sobre la im- de objeto1. En este contexto el estudio de las TSI se vuel-
portancia de las TSI en la elucidación del significado de ve especialmente relevante puesto que muestran con cla-
mitos y cuentos de hadas. Evidentemente, queda resal- ridad la interrelación entre los datos usados en la genera-
tada de este modo una triple importancia de las TSI: co- lización de hipótesis, las condiciones (psíquicas) en que
mo expresión de la sexualidad infantil, como fantasías los mismos se obtienen y la estructura y calidad del pro-
inherentes al fenómeno transferencial y como aspecto ducto final. Esta cuestión que atañe a lo que los episte-
revelador de la actividad creativa. El espacio relativa- mólogos denominan contextos de descubrimiento y de
mente acotado que se les ha dedicado en la literatura justificación de las teorías nos interesa por igual a ellos y
psicoanalítica debe entonces tener alguna explicación y a nosotros, por lo que un enfoque interdisciplinario pare-
haré algunos comentarios en ese sentido. ce ser lo más necesario.
La humanidad ha debido recorrer un camino difícil En el intento de precisar los pasos sucesivos en la cons-
hasta llegar a comprender y aceptar que un niño es des- trucción del pensamiento en los humanos, que en algún
de el comienzo un ser humano, con sentimientos y nece- punto de su desarrollo veremos plasmado en forma de
sidades que deben ser comprendidas y atendidas y, asi- TSI, sobresalieron en sus respectivas épocas Freud y Bion.
mismo, con capacidad para formarse alguna idea –así sea A los fines de este trabajo, solo nos ocuparemos de las hi-
precaria– del mundo que lo rodea. Esto lo conocemos los pótesis que ellos introdujeron en la medida que sean ne-
analistas de niños, y los historiadores de la cultura, y lite- cesarias para ir marcando el camino que intentamos se-
ratos nos han brindado cuadros muy reveladores del des- guir en el mismo. Por otro lado, Money-Kyrle(25, p.448)
cuido y el sufrimiento a que los chicos fueron sometidos que se propone “salvar la brecha entre el psicoanálisis y la
a lo largo de los siglos. El estatus de la infancia fue mu- etología” (intento que consideramos necesario y vigente),
chas veces degradante, incluso abyecto, y una de las for- contribuye a considerar el desarrollo cognitivo humano
mas más tontas y exquisitas a la vez de maltrato en este desde una perspectiva compatible con las teorías darwi-
sentido ha sido la inveterada costumbre de considerar a nianas y post darwinianas que ya interesaban al Freud del
los niños como incapaces de discernimiento alguno, lo Proyecto(9). En el diálogo interdisciplinario esperamos que
que llevó a considerarlos como seres que sólo a determi- resulte útil también la introducción de ciertas nociones de
nada edad podían considerarse humanos en el pleno sen- la epistemología genética para iniciar una consideración
tido de la palabra. Para ello debían sobrevivir a veces a sis- general de la construcción de teorías en la que las teorías
temas educativos bastante parecidos al adiestramiento de psicoanalíticas puedan estar incluidas.
animales. Esta nociva actitud que podemos ver como par-
te de un “malestar en la cultura” basado en profundas es-
cisiones psíquicas, lleva, a veces, a preferir una imagen de Los desarrollos freudianos
la infancia todavía no amenazada por conocimiento al-
guno, “inocente” en el sentido estricto de la palabra, y En 1908 Freud publica: “Sobre las teorías sexuales de
otras, a terribles prácticas de explotación y aún de aniqui- los niños”, que según Strachey constituye la primera pre-
lación de las que cada cultura tiene sus propias versiones. sentación completa y coherente sobre este tema. Esto
En lo que concierne al tema de este trabajo creo evidente ocurría a solo un año de “La ilustración sexual de los ni-
que los descubrimientos analíticos freudianos y post freu- ños” y uno antes del famoso caso Juanito, que al parecer
dianos han significado una gran contribución al esfuerzo ya habría estado en prensa en 1908. Siguiendo a Stra-
por revertir este estado de cosas y por eso nos podemos chey podemos decir que hay algunas menciones a las
sentir satisfechos, pero tenemos, no obstante, en nuestro TSI en “La interpretación de los sueños” y que el concep-
propio territorio, algunas dificultades: nuestras limitacio- to es incorporado a los “Tres ensayos sobre una teoría se-
nes ingresan a las teorías de que disponemos en función xual” recién en 1915. Freud había circunscrito aquellos
de nuestros compromisos intelectuales y afectivos, pues- hechos primordiales sobre los que los niños intentan
to que hacemos enunciados acerca del funcionamiento teorizar: el origen de los niños, el nacimiento, la natu-
mental con el único instrumento de que disponemos: raleza del coito, las diferencias entre los sexos y la cas-
nuestra mente, sujeta tanto a presiones internas como ex- tración. Su interés era dejar bien fundados sus novedo-
ternas. En la clínica, y sabedores de este problema, trata- sos conceptos sobre la sexualidad humana (1905), lo
mos de escrutar la contratransferencia para afinar nues- que lo llevó a compilar y explicar las teorías de los ni-
tras interpretaciones. Pero, a veces, cuando teorizamos y ños definiéndolas, hipotéticamente, como el resultado
no tenemos un paciente a nuestro lado, olvidamos las de la “operación de un autosostenido instinto de inves-
precauciones y tendemos a creer que proponemos hipó- tigación” que se ve coartado por las mentiras de los
tesis teóricas exentas de cualquier componente subjetivo. adultos(11, p.213). Si tomamos en cuenta sus posterio-
La opción entre observar la neurosis infantil directamen- res comentarios(14, p.126-127) sobre la curiosidad se-
te o conformarse con el niño reconstruido en el análisis xual natural de los niños, veremos que se establece un
de adultos es crucial y puede constituirse en un obstácu- sólido vínculo entre ésta y el espontáneo interés de la
lo importante o ayudar a evitarlo: sabemos que los datos humanidad por investigar, saber, y crear.
empíricos sirven para validar o, por refutación, obligar a Una lectura atenta del trabajo de 1908 permite entre-
ver el desarrollo de líneas divergentes. Un poco antes de ta de aprehender al dar una representación figurada del mis-
la citada mención de un autosostenido instinto de in- mo, es el momento mismo en que surge el deseo”.
vestigación, Freud dice, también, que el interés del niño Conviene recordar que tanto Laplanche y Pontalis,
por la existencia de dos sexos “de hecho no surge es- como Strachey en la nota introductoria a “Fantasías his-
pontáneamente [...] aparece bajo el aguijón de los ins- téricas y su relación con la bisexualidad”(12) subrayan el
tintos egoístas que lo dominan, cuando –quizás al final hecho de que “el tema de las fantasías parece haber estado
de su segundo año– se ve confrontado con la llegada de muy presente en la mente de Freud alrededor de la fecha de
un nuevo bebé”. Pero luego(loc. cit., 223) también dice: este trabajo” (1908). Otro tema conexo que a la sazón
“Estas parecen ser las más importantes de las típicas teo- ocupaba la mente de Freud era el de la novela familiar,
rías que los niños producen espontáneamente en su motivo de otro trabajo, que fue publicado por primera
temprana infancia, bajo la sola influencia de los compo- vez con el libro de Otto Rank “El mito del nacimiento del
nentes del instinto sexual”. (El subrayado es nuestro). héroe”. Para Marthe Robert(28) “la leyenda de Edipo com-
Parecería entonces que mientras por un lado Freud bina de manera notable el tema del niño hallado, inocente o
creía que los niños construyen sus teorías sobre la base presexual de algún modo, con los temas del parricidio y el in-
de informaciones falsas provistas por los adultos (y esti- cesto en los que Freud encontró la confirmación de su análi-
mulados por sus instintos egoístas), por el otro cobra sis de los hechos psíquicos inconscientes. Edipo es hijo de re-
fuerza la idea de que esas teorías aparecen como resulta- yes, pero fue criado por pastores y su nacimiento queda para
do de una espontánea actividad intelectual infantil. él como enigma”. Y sigue: “Así como el complejo de Edipo
Sobre la base de esto, y de modo correlativo, podrían es de hecho un universal humano, no existe ficción, o repre-
sostenerse dos posturas divergentes sobre las TSI desde sentación, o imagen artística, que no sea de algún modo su
la perspectiva de su valor epistemológico: la primera es- ilustración velada. En este sentido, las ‘novelas’ no son otra
taría más enfocada hacia la patología y la segunda aten- cosa que una expresión ‘edípica’ más, entre otras”.
dería a su valor en la construcción del conocimiento. En resumen, de lo dicho hasta ahora, surge con fuerza
Así vemos que, como resultado de una falta de informa- la hipótesis de la existencia de una íntima relación entre
ción (o la existencia de información falsa y distorsiva), fenómenos en apariencia diversos, como las fantasías, las
los niños elaboran sus falsas teorías, y, si bien “cada una teorías sexuales infantiles, la novela familiar del neuróti-
de ellas contiene un fragmento de realidad verdade- co, los sueños diurnos y la creación literaria, siguiendo so-
ra”(p. 215), de todos modos “este cavilar y dudar, no obs- lamente el hilo del pensamiento de Freud, tal como lo fue
tante, se transforma en el prototipo de todo trabajo intelec- expresando en varios trabajos distintos entre 1908 y 1909,
tual posterior dirigido a la solución de problemas, y el primer incluyendo por supuesto “La ensoñación diurna y el escritor
fracaso tiene como efecto una deformación de todo el futuro creativo”. Es en este último trabajo adonde, después de es-
del niño”(p. 219). Pero, si se las toma como el producto tablecer la continuidad que se puede encontrar entre el
de los “componentes del instinto sexual que están a la sa- juego de los niños, los sueños diurnos, y la escritura crea-
zón agitándose en el organismo infantil”(p. 215), aparece- tiva, dice además: “No puedo pasar por encima de la relación
rían como pasos necesarios hacia la adquisición de un entre las fantasías y los sueños”, afirmación que, a nuestro
conocimiento verdadero de los hechos sexuales y como juicio, va fuertemente en el sentido de reconocerles un
parte del desarrollo más extenso de la capacidad intelec- origen común y por ende un sustento metapsicológico
tual, siempre abierto a los conflictos inevitables de todo también común. Luego(16), en “Los dos principios del suce-
funcionamiento mental. der psíquico”, al sostener que “es probable que el pensamien-
Ahora bien, siguiendo a Freud en casos tales como to originalmente haya sido inconsciente, en la medida en que
“Juanito” o el “Hombre de los Lobos”, por ejemplo, ve- iba mas allá de meras presentaciones ideacionales y se dirigía
mos que las fantasías patológicas con que se encontraba al a las relaciones entre impresiones de objetos, y que no adquirió
vencer la represión no eran sino versiones activas de esas otras cualidades, perceptibles a la conciencia hasta conectarse
teorías sexuales que había estudiado2. Esto no puede me- con residuos verbales” y que “el fantasear abandona la depen-
nos que plantearnos la relación entre fantasías en general, dencia de los objetos reales”, expone y deja, mutuamente
fantasías originarias y teorías sexuales, y aquí, nuevamen- implicados, varios problemas. Los mismos, en síntesis, se-
te, se advierte una divergencia puesto que, las teorías se- rían los siguientes: relaciones entre fantasía consciente e
xuales, supuestamente, y siguiendo uno de ambos puntos inconsciente, fantasía y realidad, pensamiento y desarro-
de vista freudianos, se construyen con material aportado llo cognitivo y el rol de los objetos en estos procesos. El
por los adultos, mientras que las fantasías originarias (o avance teórico sobre ellos, y en particular los diversos es-
primarias) son, y siempre han sido, inconscientes, más tudios sobre las relaciones objetales en general, particular-
allá de toda experiencia personal. mente las más tempranas, dieron lugar a la formulación
De todos modos, las similitudes y conexiones entre de nuevas hipótesis.
los términos mencionados existen y al respecto Laplan-
che y Pontalis dicen en su Diccionario(20, p. 149): “Al Las TSI y la fantasía inconsciente:
considerar ahora el tema que encontramos en las fanta- la escuela kleiniana
sías originarias.... nos sorprenderemos de la existencia
de un rasgo en común: todas se refieren a los orígenes. No cabe duda de que Melanie Klein expandió el cono-
Como los mitos colectivos, tratan de proveer una repre- cimiento de las TSI, dotando a sus descripciones de las
sentación y una ‘solución’ a lo que al niño se le presen- mismas del increíble verismo y detalle con que las veía
ta como un gran enigma; dramatizan como momento desplegarse en las sesiones. Al igual que Freud, atravesó
de emergencia, como el origen de una historia, algo que una etapa temprana en que creyó mucho en el poder pro-
se presenta al sujeto como una realidad de naturaleza tal que filáctico del esclarecimiento por parte de los adultos para
demanda una explicación, una ’teoría‘”. (El subrayado es revertir las groseras distorsiones de la realidad que adver-
nuestro). Ya ellos habían sostenido(21) que podría tra- tía en el material infantil. Pronto, sin embargo, tuvo que
tarse de “un mito sobre el origen: de hecho, lo que Freud tra- reconocer también la necesidad de la interpretación y el
papel decisivo de la realidad psíquica en la trama de las ceso a sus contenidos a través del conocimiento de la
TSI, lo que en su edificio teórico pasó a llamarse fantasía fantasía inconsciente que podemos conjeturar a partir
inconsciente; un concepto novedoso y muy abarcativo en de todas y cualesquiera de sus producciones. Así, podría-
el que se basa la idea de una continuidad de los distintos mos lícitamente sostener que las TSI expresan en su tra-
tipos de fantasía con los procesos cognitivos y con la crea- ma ciertas fantasías inconscientes que constituyen la
ción en general. Con su trabajo: “Naturaleza y función de la realidad psíquica en cada momento dado, cuyo estudio
fantasía”(18) Susan Isaacs dio forma y sustento teórico a adquiere relevancia porque dan cuenta, al mimo tiem-
dicho concepto, que ya estaba presente a lo largo de la po, del desarrollo de la sexualidad (haciéndose presen-
obra de Klein, presentándolo durante las Discusiones Con- tes en tal carácter en la transferencia) y del desarrollo
troversiales en Londres (1941-44). Sabemos que el grupo cognitivo que podría pasar a considerarse como el ine-
kleiniano quería validar su propio enfoque de la fantasía, vitable y simultáneo correlato del accionar pulsional.
distinto del que había propuesto Freud (aunque fiel a su Siguiendo uno de los muchos caminos abiertos por
pensamiento según sus miembros). Insustituible para Freud, se vuelven así especialmente importantes todos
ellos en la clínica, y desarrollado sobre la base del registro los estudios sobre las tempranas interacciones entre el
de todas las manifestaciones de los niños y de pacientes niño y su medio, así como el desempeño de los objetos
adultos, verbales y conductuales, servía para pasar a la en el sentido de favorecer u obstaculizar la adquisición
construcción de hipótesis sobre la realidad psíquica subya- de conocimientos, cuestión que abordan tanto los psi-
cente que –aquí siguiendo el pensamiento freudiano muy cólogos cognitivistas como los psicoanalistas volcados a
de cerca– genera los síntomas y da forma a la neurosis. Di- alguna de las teorías de las relaciones objetales.
cho desde una perspectiva epistemológica, al utilizar de
este modo el concepto de la fantasía inconsciente como
base para la formulación de la interpretación, la primera Salvando la brecha entre psicoanálisis y etología
tácitamente queda caracterizada como la teoría presu-
puesta de las hipótesis interpretativas. Este modo de ver Continuando con el estudio de las TSI desde la pers-
las cosas implica un profundo cambio teórico sin el cual pectiva de las relaciones objetales, retomamos la cita de
muchos desarrollos posteriores hubieran sido imposibles. Money-Kyrle (vide supra) no sólo por el poder sintético del
Es necesario destacar que el enfoque que los kleinianos y enunciado, sino como homenaje a un autor mucho me-
post kleinianos dan al tema de la fantasía inconsciente si- nos recordado y mencionado de lo que merece. Lo que se
gue siendo casi privativo de esa corriente de pensamiento puede entender de su breve formulación es que las hipó-
psicoanalítico. Esto es especialmente válido en lo que con- tesis psicoanalíticas y las etológicas no solo encuentran
cierne a la rigurosidad con que se aplica en la clínica; por puntos de contacto, sino que los mismos pueden servir a
más que haya habido intentos de compatibilizar los con- los analistas para validar o refutar sus hipótesis. La obra de
ceptos similares de otras escuelas. este autor está signada desde el comienzo por un sosteni-
Elizabeth Bott Spillius(4) hace un detallado seguimien- do interés en los procesos cognitivos a los que considera,
to del concepto en Freud y Klein. En su resumen final di- así como a las relaciones objetales, presentes desde el co-
ce: “En suma, creo que la idea central de Freud es que el mo- mienzo de la vida en tanto producto del siempre presen-
tor principal de la vida psíquica es el deseo inconsciente, no la te componente cognitivo de la actividad pulsional. En
fantasía. El ‘trabajo’ de hacer fantasías y el de hacer sueños tanto las hipótesis psicoanalíticas sean compatibles –o
son procesos paralelos en los que deseos inconscientes prohibi- por lo menos no se opongan de modo insalvable– con las
dos alcanzan expresión parcial y disfrazada. Para Freud [....] y de los etólogos en general cuando tratan de describir y ex-
sus seguidores [....] las fantasías se conciben como realización plicar la conducta animal, y con las leyes propuestas por
imaginada de deseos frustrados. Ya se originen en el sistema Darwin en sus estudios sobre la evolución y la selección
Consciente (Cc) o en el Preconsciente (Pc), son una actividad de las especies, cabría, en principio, sostener que el infan-
del yo y se forman de acuerdo a los principios del proceso se- te humano, al igual que los cachorros de otras especies,
cundario. Esto no es todo [...] porque pueden ser reprimidas al posee al nacer cierto equipo cognoscitivo innato de cuyas
Inconsciente (Inc), donde se asocian a deseos pulsionales, que- vicisitudes operativas dependerá su ulterior desarrollo
dan sujetas a las leyes del proceso primario, y pueden hallar sa- cognitivo. La extensa producción de Money-Kyrle fue
lida en sueños y otros derivados. Para Freud y especialmente muy tenida en cuenta por Bion y, si bien no puede hablar-
para los analistas franceses, existen también las fantasías pri- se en sentido estricto de una colaboración, la lectura de
marias, ‘inconscientes desde siempre’, de la escena primaria, la sus respectivos trabajos da cuenta de la proximidad de sus
castración y la seducción, que también pueden ser incorporadas ideas y de su mutua fecundación. Durante el tiempo que
a los sueños y expresadas mediante otras derivaciones...”. dedicó a analizarse en Viena con Freud, fue discípulo de
Quedaría así abierta una cuestión acerca del estatus Moritz Schlick, uno de los fundadores del Círculo de Vie-
ontológico y metapsicológico de ambos tipos de fanta- na, y tomó de él la idea de que el conocimiento consiste
sía inconsciente. La escuela kleiniana parece resolverlo en el uso de la capacidad (innata) para reconocer algo (un
al definir a la misma como el contenido Inc. de toda ac- objeto) como perteneciente a una clase. En dos de sus tra-
tividad psíquica, incluso los sueños, puesto que “pasa a bajos más recordados(24, 25) utiliza esta hipótesis junto
ocupar el lugar asignado al deseo inconsciente” y se vuelve con la teoría de Bion(2) sobre el desarrollo del pensamien-
así un concepto inclusivo hasta el punto de reconocer la to. La idea fuerte que Money-Kyrle introduce es la de pos-
presencia de fantasías inconscientes anteriores a la ad- tular la existencia de un conocimiento innato no de los
quisición del lenguaje hablado y expresadas a través de objetos, sino de aquellas características reconocibles por
canales somáticos. De esta manera se configura un pun- el sujeto que le permiten ubicarlos en una clase. De esta
to de vista según el cual en un psiquismo que, aunque manera –y sin tener que desconocer la inmadurez inicial
precario, opera desde el comienzo de la vida, reconoce del infante humano– éste vendría a quedar mejor inclui-
objetos y trata de regular sus relaciones con ellos a par- do en una visión de nuestra especie más compatible con
tir de los significados que les asigna, tendríamos un ac- su pertenencia al reino animal y de algún modo sujeta a
las leyes generales de la evolución para las que cobra im- lor epistemológico y su papel en el desarrollo del pensa-
portancia la posesión de capacidades cognoscitivas tem- miento, así como su pertenencia a la actividad creativa
pranas. El autor citado expone en ambos artículos alguna y teorizadora en general. Se replantea entonces el papel
opinión sobre este tema. Primero(24, p. 418) sostiene que desempeñado por la información falsa o distorsionada
“si (las preconcepciones innatas) son el producto de alguna es- que proveen los adultos frente a la hipótesis de un co-
pecie de memoria racial o de variación cerebral y selección qui- nocimiento innato que abarca los datos básicos de la
zá sea psicoanalíticamente irrelevante. Personalmente, pienso biología y de la sexualidad, conocimiento que pasa a ser
que son producto de la variación y la selección”. Luego(24, p. objeto de tendencias opuestas: saber y no saber (los vín-
443) dice “Nuestra ‘herencia filogenética’, entonces, con- culos K y –K descriptos por Bion). Este replanteo podría
tiene nociones de clase que no podemos imaginar, aun- decirse que ha quedado explicito a través de una consi-
que podemos reconocer a sus miembros. Esta es la parte deración más objetiva del valor asignado al esclareci-
cognitiva de la respuesta innata que precede a la afectiva y la miento sexual de los niños por parte de los adultos.
conativa. Puede suponerse que la variación y la selección ha- 6. La idea de que las fantasías inconscientes, salvo las
yan producido de este modo un inmenso caudal de informa- primarias, solo lo son por haber sido oportunamente re-
ción potencial, que posiblemente cobra existencia por etapas primidas, parece ceder terreno frente a las hipótesis ex-
especialmente durante las primeras semanas o meses de la vi- puestas y a la posibilidad de considerar el Inc. como un re-
da post natal sin contar lo que ocurre antes). (El subrayado es servorio de pulsiones a las que desde siempre es intrínse-
nuestro). Si bien seguir citando in extenso puede ser tenta- co un componente cognoscitivo. Este modo de pensar,
dor, lo dicho parece suficiente para hacer notar la compa- más acorde con las hipótesis etológicas, apunta a conside-
tibilidad del enfoque biológico evolutivo con las teorías rar las TSI como motorizadas espontáneamente desde el
psicoanalíticas sobre el pensamiento humano que sostie- interior de una mente infantil “evolutivamente preparada
nen que el desarrollo cognitivo se basa en el reconoci- para eso”. De su producción surge la posibilidad de conce-
miento de aquello que la herencia filogenética nos ha pre- derles un valor epistémico de teoría “científica” en cier-
parado para reconocer. Si este proceso falla por realizarse nes, definiendo así al niño como “un pequeño investiga-
el encuentro de la preconcepción con un objeto “espu- dor”3. Sus teorías son precisamente eso, y se ponen de ma-
rio”, se produce lo que Money-Kyrle llama “malentendi- nifiesto con el grado de coherencia y adecuación a la rea-
do”, cosa que probablemente constituya la base de las dis- lidad que supieron alcanzar en cada momento.
torsiones que encontramos en las TSI. Intentemos un re- Considerando entonces así a las TSI como un caso
sumen de lo tratado hasta ahora: muy particular de lo que son, en general, las teorías,
1. En el contexto de su visión ampliada de la sexua- puede resultar útil introducir algunas ideas de la episte-
lidad humana y del papel que desempeñan en la etiolo- mología genética propuestas por Jean Piaget y Rolando
gía de las neurosis, Freud colocó las TSI en perspectiva y García(26).
les reconoció importancia desde por lo menos tres dife-
rentes puntos de vista.
2. Las relaciones que por su parecido formal y por su Psicoanálisis y epistemología genética
comprensión metapsicológica tienen las TSI con otras
formas de la vida de fantasía llevan a plantear el proble- Antes de seguir avanzando en este apartado, comen-
ma de las fantasías en general, concientes e inconscien- zaremos introduciendo dos preguntas que pueden pare-
tes, y su participación en diversos productos psíquicos, cer ingenuas. Primero, ¿Son en verdad teorías las TSI?
incluso el pensamiento abstracto y las teorías científi- Segundo, ¿Su carácter infantil radica en su contenido o
cas, lo que pondría de manifiesto el aspecto cognitivo en su estructura? Para contestar la primera puede ser útil
de la actividad pulsional en general. recurrir a la opinión de un epistemólogo destacado co-
3. Consideramos la posibilidad de tomar el concepto mo Gregorio Klimovsky(19, p.29) quien asigna al térmi-
kleiniano de fantasía inconsciente (expresión mental no varias acepciones. Todas ellas, sin embargo, refieren
del instinto, contenido primario de los procesos menta- a una hipótesis o a un conjunto de las mismas, puede
les inconscientes) como denominador común, el hilo tratarse de una hipótesis inicial y de todas las que sur-
conductor que permite comprender toda la secuencia gen a consecuencia de ella. Puede también tratarse del
de las distintas producciones mentales, hasta llegar a las enunciado de regularidades empíricas o del enunciado
más sofisticadas. de leyes que reflejarían la generalización de dichas regu-
4. El reconocimiento del aspecto cognitivo de la activi- laridades. Siguiendo estas definiciones, las TSI podrían
dad pulsional requiere una reconsideración del papel de considerarse un caso más. En cuanto a su carácter infan-
los objetos (según lo ya expuesto, su rol favorecedor o no til creo que podemos reconocerlo tanto en su armado
de los más tempranos reconocimientos), un tema caro a interno como en sus contenidos. Se trataría de hipótesis
las teorías psicoanalíticas sobre las relaciones objetales, y de generalizaciones de hipótesis basadas en el material
que, no obstante, no terminan de ponerse de acuerdo so- empírico provisto por un lado por la propia observación
bre los primeros estadios de las mismas (narcisismo prima- y por otro por las explicaciones de los adultos.
rio o relación de objeto). Deberemos también tomar nota Como puede advertirse se trata de un desarrollo cuyas
del cambio teórico involucrado en el pasaje desde la con- características permiten su inclusión en el campo de estu-
cepción de un impulso epistemofílico a la idea de compo- dio de la epistemología genética. Como lo hace notar
nente cognoscitivo de toda actividad pulsional. Bleandonu(3, p.150, nota 1) se trata de una denomina-
5. Las TSI pueden entonces considerarse parte de la ción que tanto cabe a la ya mencionada teoría de Bion co-
sexualidad infantil, en parte concientes, en parte conte- mo a los estudios de Jean Piaget, aunque, para explicar el
niendo trozos importantes de verdad. No puede desco- hecho de que Bion no mencione a un autor que segura-
nocerse el papel defensivo (y al servicio del Principio de mente conocía, señala que se trata de enfoques y proce-
placer) que tienen ni su precaria estructura explicativa. dencias teóricas muy divergentes. Desde nuestra perspec-
Pero, siguiendo todo nuestro argumento, resalta su va- tiva, y sin desconocer las diferencias existentes, creemos
que ciertos aspectos de las investigaciones de Piaget pue- Para explicar nuestro punto de vista a este respecto es
den sernos muy útiles. En particular nos referimos al li- necesario recordar que la pretensión de postular una ne-
bro escrito en colaboración con el argentino Rolando ta separación entre ambos contextos choca con el cono-
García en el que no sólo estudian la coherencia lógica in- cimiento y la experiencia psicoanalíticos. Vale la pena re-
terna de las teorías sino que establecen la existencia de cordar una frase de Didier Anzieu: “La interpretación for-
analogías significativas entre la construcción del conoci- mulada por el psicoanalista es un proceso secundario infiltra-
miento a nivel individual y la historia del desarrollo cien- do por el proceso primario y que el paciente entiende [...],
tífico en general. Interesa también destacar que conciben igualmente, en este doble nivel”(1, p.255). Anzieu se oponía
el desarrollo cognitivo constituido por etapas, no como por igual, a la existencia de un área psíquica autónoma,
sucesión lineal con un punto de llegada que destituye las no conflictiva, de la que emanaría (y a la que se dirigiría)
etapas previas, sino como reorganizaciones sucesivas en la interpretación, y “a una concepción de la práctica psicoa-
las que los materiales existentes se “reflejan” e ingresan nalítica que estaría en el límite de un psicoanálisis sin inter-
reformulados para formar parte de un nivel superior. Sos- pretación” (refiriéndose al análisis de cuño lacaniano). Me
tienen que “... para el sentido común el niño no inventa interesa destacar el doble nivel simultáneo y su mutua in-
nada y recibe por educación todo lo que aprende. Sin em- filtración porque permite decir lo siguiente: si ésta es la
bargo, la mejor prueba de la falsedad de esta tesis es el de- forma en que opera de continuo la mente humana, va de
sarrollo espectacular que tiene lugar en el curso de los suyo que cualquiera de sus producciones deberá reflejar-
dieciocho primeros meses de vida, cuando el niño no ha- la en mayor o menor medida. Un somero recorrido de la
bla todavía y sólo está provisto de un pequeño número literatura psicoanalítica disponible permite constatar que
de conductas: el progreso de su inteligencia y la construc- la opinión transcripta no constituye de ningún modo
ción del espacio, de los objetos permanentes, de la causa- una opinión solitaria. En realidad, ya bastante antes Mo-
lidad, etc. atestiguan una sorprendente multiplicidad de ney-Kyrle(23, p.324) había introducido un punto de vis-
invenciones y descubrimientos. Resulta de aquí que, ya a ta parecido al sostener que “el instinto principalmente
partir de este periodo, se plantea el problema de saber si se tra- crea nuestro primer mundo que sobrevive en el inconscien-
ta de novedades sucesivas, de la ejecución de un programa he- te, y que el mundo del sentido común se desarrolla a par-
reditario, o aun de la actualización de posibilidades implica- tir de él bajo la influencia de la experiencia de unos po-
das desde el comienzo en ciertas intuiciones sintéticas a prio- cos meses” (El subrayado es nuestro). Pero, si se trata de
ri.”(26, p. 19-20) (El subrayado es nuestro). También di- la relación entre el “sentido común”, la ausencia del mis-
cen que no existen percepciones o experiencias “puras” mo en los procesos inconscientes y la coexistencia de am-
sino que la lectura de la experiencia supone la aplicación bos, es de estricta justicia citar la extensa obra de Matte-
de instrumentos cognoscitivos que la hacen posible. Blanco (1975-1988) quien se refiere a la misma definién-
Es conveniente aclarar que dadas las correspondencias dola como la “antinomia fundamental”(22, p.70 etc.).
que en este enfoque se establecen entre el nivel indivi- Para tener una mínima idea de hacia donde se orienta el
dual y el general, pueden surgir problemas cuando las vi- pensamiento de este autor conviene extraer de su tex-
cisitudes del aprendizaje individual se confunden con la to(p.97) la cita que hace de un diálogo entre Einstein y el
propuesta de una teoría científica que aspira a reclamar matemático francés Hadamard, interesado en la psicolo-
una validez general. Cuando esto ocurre, pueden esperar- gía de la invención en el campo de las matemáticas, don-
se dos consecuencias importantes en el psicoanálisis: una de el primero sostiene que “El deseo de llegar finalmente a
es la confusión intra teórica entre ciertos conceptos evo- conceptos lógicamente relacionados es la base emocional de
lutivamente distorsionados sobre determinados hechos y este juego bastante vago”. En su comentario, Matte dice
los enunciados teóricos por parte del analista acerca de que “podemos también sostener que el inconsciente, que tan
las “leyes” que supuestamente gobiernan dichos hechos, poco respeta las leyes del pensamiento lógico, es no obstante el
cosa que a veces se hace visible en las generalizaciones de padre del pensamiento lógico”(loc. cit., 98)5.
los contenidos de algunas TSI. La otra –cabe llamarla in- En definitiva, y para volver a lo que consideramos cen-
ter teórica– puede darse en el nivel clínico, cuando las in- tral en este trabajo, distintas fuentes psicoanalíticas mues-
terpretaciones de las teorías que el paciente desarrolla en tran en su producción el inevitable tendido de puentes
la transferencia, se topan con las teorías que constituyen entre las condiciones psicológicas en que se construye una
el marco de referencia del analista. Hasta ahora, las TSI teoría y su consistencia lógica interna. Si volviéramos a un
han sido estudiadas como generadoras y a la vez expre- enfoque exclusivamente freudiano podríamos decir que el
siones de alguna patología. Pero su valor “teórico”, o di- funcionamiento inconsciente, al servicio del Principio de
cho en otras palabras, su condición de teorías (a ser refu- placer, posiblemente pesa mas en el contexto de descubri-
tadas), pasos hacia un conocimiento más acorde a la rea- miento. Ya Freud en el Proyecto, cuando diferencia distin-
lidad, no ha sido a mi modo de ver suficientemente su- tos tipos de errores de juicio, los atribuye a intensas facili-
brayada en la teoría psicoanalítica. taciones de catexias de ciertos grupos de neuronas. Con-
Creemos haber mostrado someramente hasta aquí secuentemente, el funcionamiento de los sistemas Pc.-Cc
los puntos de contacto entre ciertas hipótesis psicoana- puede pensarse más ligado por el tipo de lógica que admi-
líticas y las de la epistemología genética de Piaget y Gar- ten al contexto de justificación. Canestri, en su ya men-
cía, incluso la posibilidad de considerar el desarrollo cionado trabajo, dice, siguiendo a Lakatos, que “Popper,
cognitivo como dependiendo en cierta medida de la que echó las bases de esta (falible) lógica del descubrimiento,
existencia de un programa heredado (opinión que co- no se ocupó de la meta-cuestión de la naturaleza de esta inves-
mo vimos también sostiene Money-Kyrle). tigación y no se dio cuenta de que no se trata de psicología ni
Nos detendremos, ahora, en el problema de los contex- de lógica, sino de una disciplina independiente, la lógica del
tos de descubrimiento y de justificación, que desde su descubrimiento, la heurística”. Demos entonces ahora la pa-
perspectiva genética Piaget y García desarrollan extensa- labra a los epistemólogos.
mente en el capítulo IX de su libro, y sobre el que se tam- Klimovsky(loc. cit., 29) sostiene que “La frontera en-
bién se ocupa en un trabajo reciente Jorge Canestri(5)4. tre los dos contextos no es nítida ni legítima, pues ha-
bría estrechas conexiones entre el problema de la justi- siderar los dichos del paciente y las interpretaciones del
ficación de una teoría (y de sus cualidades lógicas) y la analista como sendos enunciados teóricos, ambos ex-
manera en que se la ha construido en la oportunidad en que presando en distinta medida en su formulación la ma-
ella surgió.” (El subrayado es nuestro) Un ejemplo claro nera y la oportunidad en que se produjeron, cosa que,
aunque no el único, y muy cercano a la materia de este en definitiva, no constituye sino el interjuego transfe-
trabajo, de la existencia de este tipo de conexiones y de rencia-contratransferencia. Etchegoyen(6, p.637) al re-
sus consecuencias sobre el producto final puede encon- ferirse al modo en que ambas teorías se contrastan en la
trarse en la revisión que hace Etchegoyen(7) del caso sesión analítica para que una de ellas sea refutada, sos-
Juanito. En la misma, el autor repasa el historial minu- tiene que el insight ostensivo del paciente se produce
ciosamente y encuentra una sostenida omisión por par- precisamente cuando percibe que su propia teoría no ha
te de Freud de ciertos datos en el material del paciente podido superar la prueba de su refutación6.
que hubieran permitido reconocer que el niño, efectiva- Se nos plantean entonces dos preguntas inquietan-
mente, tenía un cierto conocimiento del genital feme- tes: ¿Podremos responder a las exigencias de esta tarea?
nino con sus características propias. Puede suponerse Y la otra: ¿Seremos capaces de aplicar este enfoque a
que de no haber existido dicha omisión la teoría de la nuestras propias teorías?
fase falica tendría que haberse planteado de otro modo.
Volvamos al libro de Piaget y García, y a la importan-
cia que asignan al modo de uso de los instrumentos cog- Discusión y conclusiones
noscitivos disponibles para la lectura de la realidad (un
punto de vista bastante compatible con la teoría de la En lo que respecta a la primera pregunta considera-
identificación proyectiva). Allí(p. 243) y después de un mos que se trata de una de las varias responsabilidades
extenso estudio y contrastación de las opiniones de que tenemos frente a la comunidad científica: somos los
Popper, Lakatos, Kuhn, y Feyerabend, entre otros auto- propios psicoanalistas quienes podemos proporcionar
res, dicen: “Los neopositivistas adoptaron una posición los datos y los conocimientos necesarios para un replan-
a priori sobre la irrelevancia del proceso de descubri- teo más fructífero de lo que es una innecesaria confron-
miento para lo que ellos consideraron como el objetivo tación de posturas epistemológicas. Y decimos varias
fundamental de la filosofía de la ciencia: justificar la va- porque tenemos otras parecidas en la intersección con
lidez del conocimiento científico. En flagrante contradic- otras disciplinas. No es menor el interés que despierta la
ción interna, no buscaron ninguna base empírica para sus posibilidad de un trabajo interdisciplinario sobre la
afirmaciones, adoptadas como dogmas” (El subrayado es construcción de las teorías científicas. El intento de ha-
nuestro). Esta última afirmación que subraya fuerte- cernos escuchar en campos alejados del específicamen-
mente el enfoque de la epistemología genética, alcanza te nuestro es difícil, pero podría llegar algún momento
muy especialmente a Popper(27), que pretendía con la en que el esfuerzo se vea compensado y se renueven los
separación de ambos contextos “acabar con todo psico- conceptos freudianos sobre el “múltiple interés del psi-
logismo” para dedicarse, exclusivamente, a la lógica in- coanálisis”(17).
terna de las teorías. Ahora bien, existen argumentos En lo que respecta a la segunda, pienso que también
fuertes contra la pretensión de negar toda conexión en- se trata de una deuda de los analistas, pero esta vez con
tre ambos contextos, pero tropezamos con la dificultad nosotros mismos. El esfuerzo por aclarar y refinar nues-
de que quienes adoptan esta postura lo hacen esgrimien- tro lenguaje teórico y la consistencia interna de nuestras
do argumentos “lógicos” que para nada necesitan tomar teorías, así como su consecuente empleo como base en
en cuenta las condiciones y “la manera en que se la ha la clínica, no puede sino ir unido al estudio de las con-
construido [la teoría] en la oportunidad en que ella sur- diciones psicológicas en que las teorías (psicoanalíticas)
gió.” Pero puede decirse que esa manera y esa oportuni- se generan en la mente. No otra cosa puede deducirse de
dad no son otra cosa para los psicoanalistas que una ex- la opinión expresada por Freud (1910) cuando señalaba
presión de la subjetividad del autor de las teorías y de su al estudio de la contratransferencia como uno de los ca-
incidencia en el acto creativo. ¿Cómo podemos, enton- minos del futuro desarrollo de la ciencia psicoanalítica,
ces, intentar acercar los que parecen ser puntos de vista porque ¿Qué otra cosa podemos decir de la contratrans-
epistemológicos irreductiblemente opuestos? Quizás ferencia sino que se trata precisamente del estado emo-
haciendo notar que nadie en su sano juicio intentaría cional y psicológico del analista, que solo dejará de per-
justificar lógicamente una teoría tan solo basándose en turbarlo en su tarea interpretativa cuando logre pensar-
la “manera” o en la “oportunidad” de su creación, pero lo verbalmente en términos lógicos e integrarlo en su
que tampoco puede descartarse sin pruebas suficientes “teoría” sobre los hechos clínicos registrables en la si-
el impacto que las mismas pueden tener en la estructu- tuación analítica?
ra lógica del producto final. Consideramos, entonces, En la Argentina, David Liberman sostenía que an-
que es una tarea posible (aunque difícil) de los psicoa- tes de volcarnos a las teorías del más alto nivel de abs-
nalistas la de contribuir a una mejor solución de este tracción sería prudente empezar por aquellas que es-
problema y, desde la perspectiva del tema de este traba- tán más a nuestro alcance cerca de la base empírica,
jo podríamos decir que disponemos de un enorme capi- cuando trabajamos “bajo fuego” en la sesión, puesto
tal de datos empíricos y teorías con las cuales abordar- que en esa forma podemos contrastarlas una y otra
las (muy especialmente las TSI). vez para luego examinarlas en detalle cuando estamos
Recordemos lo dicho hasta ahora: las TSI están ope- en el intervalo entre sesiones. Su tarea quedo lamen-
rativas en el fenómeno transferencial y su armado “teó- tablemente trunca por su prematura desaparición.
rico” permite una clara visión de las relaciones entre Uno de sus discípulos se dedicó durante mucho tiem-
ambos contextos, esto es entre su lógica interna y las po con un grupo de colaboradores a estudiar sesiones
condiciones (psicológicas) de su producción. Recorde- analíticas anónimas, para tratar de establecer el tipo
mos también que habíamos visto la posibilidad de con- de relación existente entre las formulaciones del ana-
lista y la teoría (psicoanalítica) presumible que podría del pensamiento humano –que incluye necesariamen-
sustentarlas. El esfuerzo que actualmente realiza en el te las TSI– atañen por igual al psicoanálisis y a cual-
mismo sentido un grupo de trabajo perteneciente a la quier psicoterapia que se pretenda científica no solo
Federación Psicoanalítica Europea no hace sino subra- por su contribución a un mejor conocimiento del fun-
yar el hecho de la existencia de inquietudes y necesi- cionamiento mental y sus productos sino porque pro-
dades teóricas y prácticas paralelas, casi simultáneas y vee de instrumentos mas precisos para validar o refu-
en distintas latitudes, cosa que afirma la vitalidad de tar las hipótesis con las que trabajamos. Pero, además,
nuestra disciplina y la razonable esperanza de poder nos permiten asumir de pleno derecho nuestro papel
avanzar en nuestra tarea. En suma, los estudios psi- de interlocutores y colaboradores creíbles en la comu-
coanalíticos sobre el desarrollo y la complejización nidad científica toda ■
H
enri Ellenberger (1905-1993) ocupa un lugar aparte en la historiografía del psicoanálisis y de
la psiquiatría dinámica de la cual fue un pionero. Autor de la monumental Historia del des-
cubrimiento del inconsciente y de múltiples otros trabajos que testimonian de su apasiona-
do interés por las enfermedades del alma, y las diversas terapéuticas para curarlas desde la Antigüedad
hasta los métodos del psicoanálisis moderno, Ellenberger –quien optó por la Daseinanalyse– asimiló
la doctrina freudiana, en línea con el pensamiento de Ricœur, a una hermeneútica. En el artículo que
reproducimos a continuación el gran psiquiatra suizo desarrolla un sesgo crítico en relación a los lími-
tes y dificultades para la concepción de las nosografías psiquiátricas.
E
l objetivo de este artículo no es cuestionar los debe evitar (prejuicios, tradiciones aceptadas ciega-
méritos de las clasificaciones de las enfermeda- mente, prestigio de ciertas palabras, etc.). Si bien Des-
des mentales, y menos aún proponer una clasi- cartes insistió sobre todo en las “directivas para la con-
ficación nueva. Lo único que aquí se persigue es lla- ducta de la mente”, más tarde Spinoza redactó un tra-
mar la atención acerca de un punto que parece haber tado sobre la “purificación del entendimiento”. Hasta
sido obviado por los autores de las nosologías psi- aquí, se trataba sobre todo de errores de orden intelec-
quiátricas. tual. Las investigaciones de Bache-
Una metodología no sólo debe lard1 sobre el papel perturbador de
establecer un sistema de reglas que los factores afectivos e inconscien-
sirvan para alcanzar el objetivo de- tes en la investigación científica in-
seado, sino también indicar los trodujeron un nuevo aspecto del
errores que hay que evitar. Cuando mismo problema.
los Griegos de la antigüedad formu- Aquí trataremos el problema de
laron las reglas fundamentales de la las clasificaciones psiquiátricas
lógica, también se preocuparon por desde este nuevo punto de vista.
definir las distintas variedades de ¿Cuáles son los factores irraciona-
sofismas. Del mismo modo, Francis les, las motivaciones inconscien-
Bacon enunció los principios de la tes, que pueden interferir en la
investigación científica y luego des- elección y la elaboración de estas
cribió los “ídolos” que el estudioso clasificaciones?
Antes de entrar de lleno en el
tema, sería conveniente hacer un
* L´Evolution psychiatrique, vol. 28, N°.2, breve resumen del problema gene-
1963, p. 221-242. Publicado en MLM y
BU.
ral de las nosologías psiquiátricas2.
grupos estadísticamente significativos y dignos de ser 3) Lunáticos (lunatics), pierden la razón en forma
llamados “cuadros clínicos”. intermitente.
Aparte de las clasificaciones naturales, las clasifica- 4) Individuos normales que, durante un breve epi-
ciones artificiales y las nosologías de los anticlasifica- sodio, perdieron momentáneamente la razón (por
dores, existen sistemas intermedios –como el famoso ejemplo, durante un episodio de ebriedad).
de Henri Ey– sobre los que no podemos detenernos En realidad, las “clasificaciones” de este tipo no
aquí. El objetivo de nuestro artículo no es intervenir son más que sistemas de clasificación (classement) su-
en el fondo de la discusión nosológica psiquiátrica, marios, destinados a responder a una necesidad in-
sino hallar las causas de error a las que a veces se ex- mediata y definida. El director del asilo, por ejemplo,
ponen los nosologistas, y más particularmente, los quiere decidir con rapidez en qué sector debe ubicar
clasificadores. a un nuevo enfermo. El magistrado querrá disponer
El análisis de más de un centenar de sistemas no- de un medio práctico para orientarse en la aprecia-
sológicos psiquiátricos nos ha mostrado la posible in- ción de la responsabilidad de un detenido que puede
fluencia de tres tipos de causas de error. A veces se estar sufriendo trastornos psíquicos, sin preocuparse
trata de una concepción incompleta de la naturaleza por establecer un diagnóstico médico en el cual tal
y del papel de una clasificación determinada. A ve- vez ni crea.
ces, de la proyección de un esquema inconsciente Es probable que con una forma menos simplista,
que le atribuye un marco a la clasificación. A veces, las clasificaciones de este tipo hayan tenido un papel
también, el clasificador se deja influir por motivacio- de cierta importancia en la historia de la nosología
nes personales afectivas e inconscientes. psiquiátrica. La segunda clasificación de Pinel (“ma-
nía”, “melancolía”, “demencia”, “idiotismo”), aún
más sumaria que la de Daquin, unía un aspecto uti-
Clasificaciones imperfectas: litario preciso a una terminología de carácter tradi-
pragmatistas e idealistas cional.
La ilusión idealista representa lo contrario de la an-
La primera variedad de causas de error es conse- terior. Los nosologistas que fueron víctimas de ella
cuencia de una orientación demasiado centrada en el remplazan la clasificación real por la “idea” de la clasi-
aspecto concreto o el aspecto abstracto de las clasifi- ficación, o mejor dicho, reducen la operación de la cla-
caciones. sificación a su parte abstracta. Nada más sencillo que
El proceso de la clasificación pertenece al tipo de construir una clasificación haciendo abstracción de la
operaciones que Janet llamara de las “conductas do- existencia de los hechos por clasificar. Las mitologías
bles”. Este accionar consiste en coordinar una serie de la India y de Grecia nos ofrecen un ejemplo de estas
doble de operaciones, unas concretas y otras abstrac- jerarquías donde los dioses, los semi-dioses, los héroes,
tas. La lengua francesa define con claridad la opera- titanes, ninfas, monstruos, dragones y otros seres fabu-
ción concreta del classement y la operación abstracta losos eran cuidadosamente clasificados por géneros y
de la classification propiamente dicha. La segunda especies. Por desgracia, algunos autores de nosologías
(classification) es el plan según el cual se realizará el psiquiátricas terminaron haciendo lo mismo.
primero (classement); este último es el trabajo mate- Algunos de ellos se dieron a la tarea de sintetizar
rial que, si no fuera guiado por un plan clasificatorio, todas las doctrinas de sus antecesores. Robert Burton,
sólo sería una selección más o menos grosera8. el famoso autor de la Anatomía de la melancolía11, no
A veces sucede que el nosologista se limita a una era médico, pero había leído casi todas las obras mé-
de estas dos operaciones, o hace demasiado hincapié dicas y literarias conocidas de su época. El término
en una de ellas. De esto resultarán dos tipos de error “melancolía” tenía entonces un sentido muy vago y
que, a falta de términos más adecuados, llamaremos se aplicaba a todas las variedades de afecciones men-
la “ilusión pragmatista” y la “ilusión idealista”. tales y de caracteres anormales. Por lo tanto, había
La ilusión pragmatista es la de los nosologistas que que dividir y subdividir la melancolía en innumera-
pretenden reducir la clasificación a una operación de bles variedades. Burton declara que esta clasificación
una utilidad práctica inmediata; el resto les parece es “un laberinto de incertidumbres y de errores”. Sin
superfluo. Un ejemplo de esto es la clasificación de embargo, se propone establecerla conciliando todas
Daquin9, quien a fines del siglo XVIII clasificaba a los las opiniones de todos los autores. El resultado fue
alienados en seis grupos: un sistema heteroclito y una obra densa, salvada del
1) Locos furiosos (o “locos de atar”). olvido sólo por sus méritos literarios.
2) Locos tranquilos (deben estar encerrados pero no Otros autores, haciendo tabla rasa de la experien-
atados). cia de sus antecesores, erigieron nosologías psiquiá-
3) Extravagantes (requieren vigilancia permanente). tricas a priori. Kant, que no tenía experiencia alguna
4) Insensatos (de comportamiento imprevisible). sobre las enfermedades mentales, describió sus diver-
5) Imbéciles (deben ser tratados como niños). sas formas, que creyó poder deducir de las funciones
6) Locos en demencia (requieren atención física). normales de la mente. Fue así como publicó, como
Otro ejemplo: la clasificación del jurista inglés Co- apéndice a su Antropología12, una clasificación de las
ke10, quien distinguía cuatro grupos de sujetos anor- afecciones mentales sobre la que podemos decir, co-
males: mo mínimo, que peca de exceso de abstracción.
1) Idiotas (fools natural), irresponsables de naci- Las ilusiones pragmáticas e idealistas pertenecen a
miento. las causas de error que Bacon llamaba “ídolos de la ca-
2) Alienados (insane), normales en el pasado, pero verna”, es decir, las ilusiones que se derivan de la óp-
que perdieron el juicio. tica personal del autor. Por un lado, el médico absorto
en su trabajo clínico y administrativo, no ve el interés legio en varias áreas del pensamiento. Denys l’Aréo-
de la teoría. Por el otro, el pensador abstracto, que ha pagite, en su tratado De la jerarquía celeste, dividía a
perdido el contacto vivo con los hechos. ¿Acaso el ca- los ángeles en tres órdenes, cada una de las cuales se
pítulo más legible de la Anatomía de la melancolía no subdividía en tres clases, de manera que en total ha-
es aquel en el que Burton nos describe los sufrimien- bía 9 clases. La Divina Comedia de Dante es otro buen
tos de la “scholar’s melancholy”, la “melancolía del ejemplo de estructura ternaria. Las clasificaciones
hombre estudioso”, que él mismo padecía? psiquiátricas ternarias eran frecuentes en Alemania a
comienzos del siglo XIX. La más famosa fue la de
Heinroth16.
Proyección de esquemas intelectuales Pero “el número preferido” no es sólo un fenómeno
individual. También existe en el plano colectivo, ya sea
Otro grupo de causas de error resulta de la existen- como número sagrado o cargado de un significado má-
cia, en la mente del clasificador, de esquemas intelec- gico, ya sea simplemente como número habitual que
tuales que éste suele proyectar sin darse cuenta, de sirve de base para las numeraciones y las clasificacio-
manera que ejercen una influencia importante en la nes. Sabido es cuán importante era el número 7 para
forma y el contenido de sus concepciones nosológi- los babilónicos (nuestra semana de 7 días es un vesti-
cas. Es el caso de las ilusiones numérica, lingüística, gio de esto). Para los indígenas de Norteamérica, el nú-
sociocéntrica, y las que se asocian a modos intelec- mero 4 era de gran importancia. Los etnólogos han
tuales contemporáneos. reunido abundante documentación sobre el tema17.
La ilusión numérica. A menudo se ha observado Nos limitaremos a señalar el uso del número 10 en los
que hay individuos que tienen una predilección, quipus de los Incas18. No hay duda alguna de que esas
consciente o no, por tal o cual número o sistema de cuerdas, usadas para realizar cuentas extremadamente
números. Estos individuos tienden a clasificar todo complejas, se basaban en un sistema de clasificación
por 2, por 3, por 4 o por cualquier otro número. decimal. Es éste un ejemplo de clasificación artificial
Théodore Flournoy mostró que si se les pide a los su- perfectamente racional, comparable a la clasificación
jetos que escriban al azar, en un lapso determinado, decimal universal, inventada por el bibliotecario nor-
la mayor cantidad posible de cifras (de 1 a 9), inme- teamericano Melvil Dewey en 1873.
diatamente se manifiestan grandes diferencias indi- Flournoy declaraba que el número 1 era el menos
viduales. “Cada individuo posee, en general sin sa- frecuente entre los números favoritos experimental-
berlo, una preferencia o una aversión marcada por mente demostrados. Desde el punto de vista psicoló-
ciertas cifras. Estas idiosincrasias son permanentes y gico colectivo, varios observadores notaron su im-
volvieron a hallarse con cuatro años de intervalo13”. portancia en los EE.UU. “It’s one world” es una de las
Las preferencias más frecuentes atañen a los números expresiones clave que destacan la aspiración hacia
3, 5 y 7. Ignoramos si el “número preferido” puesto un mundo único, unificado, incluso homogeneiza-
de manifiesto por los métodos experimentales es el do, donde se borrarían las distinciones de origen, na-
mismo que el que ejerce tanta influencia en las con- ción y lengua. Así como las barreras y los cercos de-
cepciones teóricas de ciertos autores. saparecen en el paisaje norteamericano, las barreras
El número 2 fue exaltado por los románticos alema- morales tienden a borrarse entre los individuos. Es
nes con la forma de las “polaridades” o parejas de no- sorprendente ver el vigor con el que los sociólogos
ciones antagonistas y complementarias. En este aspec- norteamericanos rechazan la noción de clase social y
to, Freud se les asemejaba. Jones asegura que “toda es- la remplazan por la de un “continuum” que indica
pecie de pluralismo le era completamente ajena”14. La grados de bienestar material o social. ¿Nos sorpren-
vida mental, según Freud, estaba dominada por pola- derá entonces si es precisamente en los Estados Uni-
ridades como la de sujeto-objeto, placer-displacer, ac- dos donde la noción de las clasificaciones psiquiátri-
tividad-pasividad, libido-instintos del yo; más tarde cas es combatida y remplazada por la de un “conti-
Eros-Tánatos. Algunos autores decían en son de broma nuum”? Esta observación, desde luego, no atañe en
que Freud sólo sabía contar hasta 2. modo alguno al problema de la validez de la teoría
Otros autores tienden a emplear un sistema bina- unitaria de las enfermedades mentales, problema que
rio, cuyos términos se dividen a su vez en 2, luego en sigue estando fuera del tema de nuestro artículo.
4, y así. Balint observa que, en el sistema de Szondi, Para terminar, digamos que el “número preferi-
todo se divide por 2 y por múltiplos de 2, pero nada do”, ya sea individual, ya sea que haya surgido de
por 3 ó 5. Szondi distingue así 2 clases de reacciones una representación colectiva, puede ser objeto de
subdivididas en 4 formas, hay 4 vectores, 8 factores, una proyección inconsciente de donde resulta, en el
16 clases pulsionales, etc.15. clasificador, una ilusión numérica. Cuando Heinroth
En la doctrina de Galeno, todo era por 4. Había 4 dividía a los enfermos mentales en 3 órdenes que
cualidades físicas, 4 materias, 4 elementos, 4 humo- abarcaban, cada uno, 3 géneros y cada uno de estos
res, 4 grados, 4 funciones naturales, 4 edades de la vi- géneros 4 especies, obteniendo así 9 géneros y 36 es-
da, etc. pecies de enfermedades mentales, ¡podíamos sor-
Una variedad particular de “cuatromanía” es aque- prendernos de que la naturaleza hubiera procedido
lla donde el número 4 es representado por un cuadra- de manera tan geométrica!
do cuyos lados constituyen dos pares de “polaridades”. La ilusión lingüística. En 1836, Wilhelm von Hum-
Así sucedía en el sistema de los 4 humores de Jean Fer- boldt publicó un famoso libro sobre las variedades de
nel y, hoy en día, el sistema de las funciones psicológi- estructura del lenguaje humano19 donde afirma que
cas de Jung es otro ejemplo de esto mismo. el lenguaje es el “órgano constructivo del pensa-
Los sistemas ternarios ocuparon un lugar de privi- miento” y que la función más elevada del lenguaje es
la de crear el pensamiento por medio de la combina- lar, sobre el grupo al que pertenece cada sheitani, pero
ción de conceptos, la cual depende a su vez de la es- Koritschoner confiesa que el principio de esta clasifi-
tructura de la lengua empleada. Estas ideas fueron re- cación le escapa por completo.
tomadas y desarrolladas recientemente por los nor- Pero tal vez más aún que el vocabulario en sí, es la
teamericanos Sapir20 y Whorf21, quienes trataron de estructura gramatical de la lengua la que le da a la no-
definir cómo la filosofía de una población determi- sología sus principios fundamentales. Nuestras lenguas
nada se halla estructurada por su lengua; en otras pa- europeas modernas son analíticas. Distinguen catego-
labras, por la manera en que esta lengua constituye, rías de palabras (verbos, sustantivos, adjetivos, pro-
en sí misma, una clasificación original. nombres, etc.), su morfología verbal comporta diferen-
Por su parte, los historiadores de la filosofía y de las cias de personas, tiempos y modos, su sintaxis distin-
ciencias mostraron de qué manera el desarrollo de es- gue el sujeto, el verbo y el complemento. Pero la me-
tas disciplinas podía llegar a depender de las lenguas nor variación en esta estructura modifica el sistema de
utilizadas. Cornford, por ejemplo, declara que los filó- las nociones psicológicas y psicopatológicas.
sofos griegos, al no conocer más lengua que la suya En ocasiones ha surgido el interrogante acerca de
propia, creyeron que la estructura de la lengua griega por qué antes del siglo XVII el problema del “yo” casi
reflejaba la del universo. “Platón”, nos dice Cornford, no había llamado la atención. ¿No se trataría sólo de
“escribió un diálogo entero, el Cratilo, para refutar la una cuestión de lingüística? Cuando Descartes dice:
creencia de que cada cosa tiene un nombre que le per- Cogito, ergo sum, pone el acento en el acto del pensa-
tenece naturalmente (...) Aristóteles resolvió varios pro- miento y el hecho de ser. Pero cuando se traduce en
blemas mostrando que algunos términos tenían varios francés: Je pense, donc je suis, se enuncia el sujeto del
sentidos22”. Por el contrario, si las bases de la gramáti- verbo por separado y aparece el problema del “yo”. De
ca y la lógica se echaron en India y en Grecia, fue por- una lengua moderna a otra, las diferencias entre los
que los pensadores de estos países tenían a su disposi- pronombres dan lugar a variaciones conceptuales no-
ción lenguas de una rara perfección –el sánscrito y el tables. Recordemos cuán difícil fue trasladar al francés
griego antiguos– que constituían en sí mismas excelen- el Es del psicoanálisis freudiano. Pero el Ich und Du de
tes instrumentos de análisis del pensamiento. Es poco Buber también resultó de difícil traducción. ¿Se dirá en
probable que el mismo trabajo hubiera podido hacerse inglés “I and Thou”, ya que esta lengua no conoce el tu-
con una lengua desprovista de toda estructura grama- teo (o sólo lo emplea cuando se habla con Dios)? o en
tical, como el chino (más allá de los méritos literarios latín “ego et tu”, cuando en esta lengua se tutea indis-
de la lengua de Confucio). tintamente a todo el mundo? Incluso entre el francés y
Estas consideraciones psicolingüísticas pueden el alemán, el tuteo presenta sutiles diferencias. Por este
arrojar cierta luz sobre el estudio de las nosologías motivo, casi todo el vocabulario de la Daseinsanalyse,
psiquiátricas desde dos puntos de vista distintos. calcado sobre la estructura de la lengua alemana, pre-
En primer lugar, las afecciones que deben clasificar- senta profundas dificultades de traducción.
se se designan necesariamente por medio de términos El análisis de la estructura verbal de las lenguas
tomados del vocabulario de la lengua del clasificador. podría dar lugar a muchas otras consideraciones des-
Ahora bien, sabido es cuán difícil resulta entenderse de el punto de vista de la nosología psiquiátrica, pe-
de un país a otro sobre el sentido de ciertos términos, ro es un tema que no ha sido explorado en profundi-
no sólo sobre aquellos tomados de la lengua corriente dad hasta ahora. Uno de los intentos más originales
(Sehnsucht, spleen, “cafard”, tristeza, etc.), sino sobre en este campo es el del psiquiatra norteamericano Er-
vocablos científicos tales como “melancolía”, “para- nest Southard25.
noia”, “psicopatía”, etc. La dificultad aumenta cuando Southard afirma que las ideas delirantes pueden
se trata de un país de civilización muy distinta. Un psi- definirse y clasificarse más rigurosamente en térmi-
quiatra de Tokio, el doctor Takeo Doi, mostró cómo nos de categorías gramaticales que en términos de
ciertos términos psicológicos japoneses, como torawa- categorías lógicas. Basándose en el análisis gramati-
re, amaeru, resultaban intraducibles en lenguas euro- cal de las palabras pronunciadas por cierta cantidad
peas. El término shinkeishitsu, agrega Doi, si bien se ba- de enfermos delirantes, Southard halla que la voz ac-
sa en el modelo del término alemán Nervosität, ad- tiva predomina en el delirio de grandeza, la voz pasi-
quiere en japonés un significado tan particular que va, en el delirio de persecución y la forma refleja, en
también se ha vuelto intraducible23. el delirio de autoacusación. El delirio de persecución
Si observamos poblaciones cuya mentalidad se ale- puede expresarse ya sea en primera, ya sea, con más
ja aún más de la nuestra, la dificultad se torna prácti- frecuencia, en tercera persona, y a estas diferencias
camente infranqueable: se manifiesta a la vez en las les corresponden distinciones clínicas. (Recordemos
palabras, los conceptos y la clasificación de estos con- que en la alucinosis alcohólica crónica, el enfermo
ceptos. Hans Koritschoner publicó un estudio muy cu- oye que hablan de él en tercera persona). Tras distin-
rioso sobre la clasificación de las afecciones mentales tas consideraciones sobre el papel del género o del
o sheitani, tal como la enseñan los curanderos del este número, Southard se extiende sobre el significado
africano24. Koritschoner hizo un relevo de nombres y nosológico de los “aspectos” del verbo. Sostiene que
una descripción sumaria de 22 sheitani, afecciones hay una diferencia capital entre dos tipos de delirio
bien diferenciadas entre sí, aunque ni su nombre ni su de persecución, uno donde el discurso del enfermo se
cuadro clínico tengan equivalentes en nuestras noso- expresa en aspecto “perfecto” (correspondiente al ao-
logías occidentales. Los médicos indígenas clasifican rista griego), y otro donde se expresa en aspecto “im-
estas sheitani en dos grupos: uno, las sheitani ya pwani, perfecto” (que marca una acción no terminada o ite-
cuenta con 9 afecciones, el otro, las sheitani ya bara, rativa). Al hablar de los modos, Southard declara que
con 13. Los médicos indígenas concuerdan, sin vaci- el imperativo es el más primitivo, el del niño peque-
ño o del salvaje (agreguemos que es el de la creencia naturales, los elementos se hallan clasificados dentro
en la omnipotencia del pensamiento). El indicativo, de un sistema único y solidario “cuyas partes están
que es el modo de la comprobación, remplaza poco coordinadas y subordinadas unas a otras, según grados
a poco al imperativo, a medida que en el niño el de parentesco”. El espacio está dividido en siete regio-
principio de realidad va sustituyendo al principio de nes: Norte, Oeste, Sur, Este, Cenit, Nadir y Centro. Ca-
placer. En cuanto al subjuntivo, es el modo de la vo- da ser animado o inanimado, cada fenómeno natural,
luntad diferenciada, y el optativo, el del deseo. Sout- cada color, cada tipo de actividad humana se halla cla-
hard concluye diciendo que lo que él llama delirio sificado en una de estas siete regiones. Ahora bien, “es-
pragmático es un “precipitado de subjuntivo”, y el ta distribución de los mundos es exactamente la mis-
delirio fantástico, un “precipitado de optativo”. ma que la de los clanes dentro del pueblo”. Así es, el
Este trabajo de Southard, publicado en 1916, no pa- pueblo zuni está dividido en siete partes, cada una de
rece haber llamado la atención hasta el momento. Es las cuales corresponde a uno de los siete espacios fun-
de esperar que estas investigaciones sean retomadas te- damentales. Cada una de estas divisiones se superpone
niendo en cuenta los recientes progresos de la psicolin- a un grupo de clanes totémicos. “No sólo la división de
güística. Sería importante precisar en qué medida los las cosas en regiones y la división de la sociedad en cla-
marcos clínicos de nuestras nosologías derivan de la es- nes se corresponden exactamente, sino que están ínti-
tructura de nuestras lenguas. Sería curioso saber qué ti- mamente entrelazadas y confundidas.”
pos de concepciones nosológicas corresponderían a las Un grado más en la complejidad y entramos en el
categorías lingüísticas de ciertos idiomas muy diferen- sistema astrológico chino, el cual, según los autores,
tes de las lenguas indoeuropeas, como las lenguas de la resulta de la combinación de varios sistemas anterio-
Polinesia o de los indígenas americanos. res: uno basado en la división del espacio en cuatro
La ilusión sociocéntrica. En un trabajo ya clásico, regiones y ocho subrregiones o “potencias”; el otro,
Durkheim y Mauss estudiaron el origen de las clasifica- fundado en la distinción de cinco elementos. Dos ci-
ciones26. “Toda clasificación”, expresan los autores clos que siguen cada uno de estos dos sistemas cons-
“implica un orden jerárquico cuyo modelo no provie- tituyen, mediante su combinación entre sí y con
ne ni del mundo sensible ni de nuestra conciencia”. otros elementos, el calendario chino. Todos los seres
¿De dónde proviene este modelo? ¿No sería acaso de la vivientes o inertes, los fenómenos naturales y mu-
estructura social? Los clasificadores hablan de “afinida- chas nociones abstractas se incorporan así dentro de
des” (es decir parentescos), de “familias”, de “géneros” un sistema clasificatorio altamente artificial. Según
(término que, etimológicamente, designa un grupo fa- Durkheim y Mauss, este sistema es indudablemente
miliar o genos). Para resolver este problema, Durkheim de origen sociológico, al menos en cuanto a las divi-
y Mauss examinaron las clasificaciones más primitivas siones del espacio, que, en su origen, correspondían
que se conocen, las de los australianos. a subdivisiones sociales. En definitiva, “el punto de
Toda tribu australiana se halla dividida en dos fra- partida de los primeros sistemas de la naturaleza no
trías, divididas a su vez en dos clases matrimoniales fue el hombre, sino la sociedad”.
que por lo general suelen abarcar varios clanes toté- Este trabajo de Durkheim y Mauss provocó una
micos. “De este modo, todos los miembros de la tri- ola de objeciones entre los etnólogos acerca de la va-
bu se hallan clasificados en clases bien definidas y lidez de los hechos planteados y su interpretación.
que se contienen una dentro de otra. Ahora bien, la Dejaremos para los especialistas las discusiones perti-
clasificación de las cosas reproduce esta clasificación nentes27. Pero volviendo a nuestro tema, la teoría so-
de los hombres”. Así es como en las tribus más sim- ciológica de las clasificaciones llama nuestra aten-
ples, que no tienen más que una división bipartita en ción sobre una ilusión –la ilusión sociocéntrica– y
dos fratrías, los astros, las plantas, los animales, los podemos preguntarnos qué papel ha tenido ésta en
fenómenos naturales, etc., se hallan repartidos entre la historia de las nosologías.
dos fratrías: por ejemplo, el sol pertenece a una y la Ya hemos observado la predilección de los hindúes
luna a la otra, el viento a una y la lluvia a la otra, etc. por sistemas de clasificación muy tajantes, pero artifi-
En otras tribus, las cosas serán repartidas, al igual que ciales y rígidos (en nosología así como en filosofía o en
los humanos, en dos fratrías y cuatro clases. Aquí ya mitología), y que nos remiten a la institución de las
no se trata de una dicotomía simple, sino de una castas fijas y jerarquizadas. La antípoda del sistema de
concepción jerárquica del universo. En las tribus de castas inamovibles es, tal como hemos visto, la socie-
organización más compleja que se ordenan en fra- dad norteamericana, y a veces esto parece aflorar en
trías, clases matrimoniales y clanes, el universo se nosología mediante una predilección por sistemas uni-
vuelve comparable a una vasta tribu con sus divisio- tarios, reflejo del “crisol de razas” o melting pot ameri-
nes gentilicias. “Es que, si bien el totemismo es, por cano. Pero éstas no son más que vagas analogías. ¿Pue-
una parte, la agrupación de los hombres en clanes se- den hallarse correspondencias más precisas?
gún los objetos naturales (especies totémicas asocia- Desde la Antigüedad, el nacimiento de los grandes
das), también es, a la inversa, una agrupación de los Estados dio lugar a nuevos sistemas clasificatorios y je-
objetos naturales según los grupos sociales.” rárquicos complejos: provincias y divisiones adminis-
Pasando de Australia a Norteamérica, Durkheim y trativas, jerarquías nobiliarias o militares, etc., y así fue-
Mauss hallaron sistemas clasificatorios más evolucio- ron surgiendo nuevos modelos para clasificaciones de
nados. En los Zunis, “la noción que la sociedad tiene otro orden. Se ha dicho que el tratado De la jerarquía ce-
de sí misma y la representación que se construyó del leste de Denys l´Aréopagite, les atribuía a las potencias
mundo están tan entrelazadas y confundidas que se celestes una organización jerárquica que refleja la de
puede calificar su organización de mito-sociológica”. Y los funcionarios de la corte imperial de Bizancio. Otro
es que los seres animados e inanimados, los fenómenos ejemplo, más moderno y tal vez menos cuestionable,
es el del famoso naturalista Linneo, cuyo sistema de la mo filosófico ejercía una influencia simultánea en las
naturaleza asombra por su carácter sociomórfico. Lin- ciencias naturales y en la psiquiatría. El mejor ejem-
neo concebía a la naturaleza como un vasto imperio di- plo de esta tendencia surge de la confrontación de las
vidido en tres grandes “reinos”: animal, vegetal y mi- dos clasificaciones típicas de esa época.
neral. En lo más bajo de la escala se hallaban las espe- Una de ellas es la de Oken, uno de los naturalistas
cies vivas, en cuya nomenclatura reinaba una gran más eminentes del siglo XIX29.
confusión. Linneo empezó por atribuirles a cada una Oken consideraba al hombre el ser más elevado de
un nombre doble: esta nomenclatura binaria imitaba la creación, a la vez clave del reino animal y medida
la que la sociedad contemporánea acababa de impo- de la perfección de la organización de cada especie.
nerles a todos los sujetos, apellido y nombre. Quedaba Según este autor, no existe nada en el animal que no
por poner orden en el caos de la sistemática botánica. tenga su correspondencia en el hombre. Oken clasi-
Como buen latinista, Linneo trasladó al ámbito de las ficaba a los animales en 5 “ciclos” y 13 clases, cuyo
plantas las divisiones del sistema administrativo y mi- esquema es el siguiente:
litar romano, al decir de Agassiz en su historia de las
Ciclo I: Animales digestivos.
clasificaciones zoológicas28. Linneo habría empleado
Clase 1: Infusorios (animales-estómago).
el siguiente sistema de equivalencias:
Clase 2: Pólipos (animales-intestinos).
Botánica Classis Ordo Clase 3: Acalefos (animales-glándulas lácteas).
Ejército romano Legiones Cohortes Ciclo II: Animales circulatorios.
Clase 4: Acéfalos (animales bi-auriculares).
Genus Species Varietas Clase 5: Gasterópodos (animales uni-auriculares).
Manipuli Contubernia Miles Clase 6: Cefalópodos (animales bi-cardíacos).
Ciclo III: Animales respiratorios.
Sabemos que luego Linneo aplicó el mismo siste-
Clase 7: Gusanos (animales-piel).
ma de clasificación botánica a la zoología, y más tar-
Clase 8: Crustáceos (animales-branquias).
de incluso a la nosología médica (que incluía una no-
Clase 9: Insectos (animales-tráquea).
sología psiquiátrica).
Ciclo IV: Animales carnosos.
La ilusión de los modos intelectuales contemporáneos. Si
Clase 10: Peces (animales-huesos).
recorremos la historia de las clasificaciones psiquiátri-
Clase 11: Reptiles (animales-músculos).
cas al mismo tiempo que las de las clasificaciones botá-
Clase 12: Aves (animales-nervios).
nicas y zoológicas, a menudo nos sorprendemos por el
curioso “aire de familia” que presentan entre sí en dis-
tintas épocas. Sabemos, por ejemplo, el tremendo éxi-
to que tuvieron las grandes clasificaciones sistemáticas
en el siglo XVIII: en medicina, en zoología, en botáni-
ca, parecían calcadas unas sobre otras. A veces lo eran
e incluso tenían los mismos autores. Boissier de Sauva- Búsqueda de
ges, en su Tratado de las clases de enfermedades, distin-
guía 10 clases, subdivididas en 4 órdenes y 23 géneros; Médicos
Centro Pivado de
uno de éstos, el género melancolía, abarcaba 14 espe-
cies. Evidentemente, Boissier de Sauvages había trasla-
Psicoterapias Psiquiatras
dado a la medicina los principios de la sistemática lin-
neana. Pero Linneo escribió, imitando a Boissier, un En el Centro Privado de Psicoterapias trabajamos hace más
tratado de nosología, su Genera Morborum, donde la de 20 años prestando asistencia en Salud Mental para pre-
clasificación de Boissier aparecía revisada y con modi- pagas y Obras Sociales.
ficaciones en su terminología. Por entonces surgieron Contamos con un área de docencia que brinda cursos
en toda Europa sistemas clasificatorios donde los ani- (con docentes nacionales e internacionales) sobre terapias
sistémicas e integrativas.
males, las plantas, las enfermedades físicas y mentales,
Asimismo, estamos realizando investigaciones en forma
incluso los cuerpos químicos, eran minuciosamente conjunta con Universidades de California y de Maine
distribuidos en “clases”, “órdenes”, “géneros”, “espe- (EE.UU).
cies” y “variedades”.
El fin del siglo XVIII trajo, junto con la Revolu- Se requieren médicos psiquiatras, con consultorio/s
ción francesa, una revolución en las clasificaciones. propios para reforzar nuestro plantel (se privilegiarán
Nada ilustra mejor la rapidez de este cambio como el las posiciones en el Gran Bs. As.).
hecho de que Pinel publicara en 1798, en su Nosogra- Para tomar la responsabilidad de la atención de los
fía filosófica, una clasificación de las enfermedades pacientes que son derivados nos gustaría contactarnos
mentales muy complicada y del tipo “botánico”, y con profesionales que se interesen en:
tres años después, en 1801, su Tratado médico-filosófi-
co de la locura, donde no hallamos más que cuatro ✓ Trabajar en colaboración con psicólogos que
grandes tipos de enfermedades mentales: manía, me- hacen terapias focales.
lancolía, demencia e idiotismo. ¿Se trata de una sim- ✓ Llevar las historias clínicas electrónicamente.
ple coincidencia si, para esa misma época, Cuvier re- ✓ Participar de las reuniones semanales de super-
volucionaba la zoología sistemática con su nueva cla- visión.
sificación de los animales en cuatro grandes “tipos”
Enviar C.V. a: Dr. Sergio Grosman;
(Vertebrados, Moluscos, Articulados, Radiados)?
Coordinador de Psiquiatría: sergiog@cpp.com.ar
En esa misma época, en Alemania, el romanticis-
Ciclo V: Animales sensoriales. lo nos quedan las hipótesis. Trataremos de ver cómo
Clase 13: Mamíferos (animales sensoriales). podríamos formularlas en tres casos distintos. Se trata
de Platter, Paracelso y Morel.
Vemos que en la concepción anterior a esta curio-
Pocas personalidades de la medicina se conocen tan
sa clasificación, los distintos grupos zoológicos son
bien como la de Felix Platter (1636-1714), el famoso
como los “disjecta membra” del organismo humano,
médico de Bâle, pionero de la anatomía, la epidemio-
el cual es, por así decir, el reino animal condensado
logía, la enseñanza médica y la psiquiatría. Además de
armoniosamente en un ser viviente llevado a su pun-
sus publicaciones y sus escritos administrativos, con-
to de perfección.
tamos con su autobiografía, el Diario que llevó a lo lar-
Examinemos ahora de manera somera la clasifica-
go de toda su vida, su correspondencia, las listas de sus
ción de las enfermedades mentales de Heinroth30. Este
numerosas colecciones, y cantidad de relatos escritos
autor comenzaba distinguiendo en la mente humana,
por sus alumnos y visitas. No exageramos al decir que
tres facultades fundamentales: afectividad, intelecto,
tenemos mucha más y mejor información sobre Plat-
voluntad. Toda afección mental, según Heinroth, con-
ter que sobre Pinel o Esquirol. Sobre Platter existe una
sistía en una exaltación, una depresión o una mezcla
muy buena biografía escrita por Karcher31 y un estu-
de exaltación y de depresión que afectaba una de estas
dio psicoanalítico de Christoffel32. Uno de los rasgos
tres facultades. De aquí surgían 9 géneros de enferme-
principales de Platter era su pasión por el orden, la
dades mentales, según el siguiente esquema:
puntualidad, el detalle minucioso. Se distinguía tam-
Exaltación Depresión Estado mixto bién por su intensa actividad de coleccionista. Platter
Afectividad Wahnsinn Melancholia Wahnsinnige poseía una inmensa cantidad de drogas, un herbario
Melancholie voluminoso, cantidad de medallas, grabados, instru-
Intelecto Verrücktheit Blödsinn Verwirrtheit mentos de música, minerales, un jardín botánico pri-
Voluntad Mania Willenlosigkeit Scheue vado e incluso un pequeño zoológico. Llevaba listas e
inventarios minuciosos de todas sus colecciones. Mu-
Cada uno de estos 9 géneros estaba subdividido en
chas de ellas aún existen. En especial las colecciones
4 especies, cuya nomenclatura no reviste importan-
de observaciones clínicas de sus enfermos, que siem-
cia aquí. Se ve en este esquema que para Heinroth la
pre mantenía al día y clasificadas. No hay duda de que
enfermedad mental se identificaba, de algún modo,
la nosología entera de Platter es el fruto de su pasión
con una de las grandes funciones de la mente huma-
por las colecciones y de la necesidad de clasificar todos
na, así como para Oken la clase de los gusanos era la
sus materiales. Christoffel, basándose en el análisis de
piel humana hecha animal. Como no es probable
distintos incidentes de la vida de Platter, concluyó que
que Heinroth y Oken se hayan inspirado directa-
éste sufría de “neurosis obsesiva con agresividad y mi-
mente uno del otro, se puede suponer que ambos
soginia enmascaradas”. También presentaba cierto mi-
modelaron sus respectivas teorías a partir de un es-
soneísmo, lo que podría explicar por qué, una vez que
quema conceptual común, como fue el caso de Pinel
establecía las líneas generales de su clasificación, nun-
y Cuvier, de Boissier de Sauvages y Linneo.
ca la cambiaba, y se limitaba a completarla si era nece-
sario. Sin dejar de reconocer el importante papel de
Platter como pionero de la psiquiatría, es difícil no
Motivaciones inconscientes del clasificador
coincidir con Christoffel en su diagnóstico y no admi-
tir que la clasificación de Platter se hallaba estrecha-
Se pueden distinguir dos tipos de psiquiatras. Algu-
mente ligada a su neurosis obsesiva.
nos, la gran mayoría, nunca se ocupan de las clasifica-
La vida de Paracelso (1493-1551), otro gran pione-
ciones, o se conforman con emplear la que consideran
ro de las clasificaciones psiquiátricas, es menos cono-
corriente u oficial. Otros le dan una importancia pri-
cida que la de Platter. Durante largo tiempo permane-
mordial a este problema, y llegan a dedicarle casi toda
ció oculta detrás de una nutrida leyenda que se había
su vida. Aquí surgen dos interrogantes. ¿De dónde pro-
formado a su alrededor, incluso antes de su muerte.
viene, en estos últimos, esa imperiosa necesidad de cla-
Para algunos, Paracelso fue un genio, para otros, un
sificar? ¿Por qué llegan a proclamar la validez de una
charlatán, un precursor científico, un filósofo místico,
forma de clasificación determinada en lugar de otra?
etc. Minuciosos trabajos de distintos historiadores fue-
Cuando nos topamos con un hombre como Burton,
ron arrojando luz sobre su personalidad33. Hoy en día
el infortunado scholar de Oxford, que pasa su vida en-
puede considerarse que su vida y su doctrina fueron
tera estudiando cientos de doctrinas médicas para tra-
un intento desesperado de unificar los dos mundos
tar de sintetizarlas en una sola, podemos preguntarnos
tan distintos a los que pertenecía desde su nacimien-
si la “melancolía” que padecía basta para explicar su
to. Así es, su padre, miembro de la familia noble de los
conducta; por desgracia, no sabemos nada sobre su vi-
Bombast von Hohenheim, era hijo ilegítimo, y como
da. Cuando vemos a Kraepelin organizar y reorganizar
tal, había sido rechazado por su familia y reducido al
sin cesar su clasificación, de manera que los estudian-
papel de modesto médico de pueblo. Su madre servía
tes esperaban con ansiedad la próxima edición de su
en el poderoso y rico monasterio de Einsiedeln, lugar
Tratado para ver qué cambio introducía, podemos pre-
de peregrinaje, donde según se contaba, se producían
guntarnos qué misterioso motivo lo impulsaba. (Algu-
curas milagrosas. La muerte temprana de la madre fue
nos autores lo acusaban de regentear la nosología psi-
seguida por la partida del padre hacia Villach, en Aus-
quiátrica tal como Bismarck manipulaba los partidos
tria, región minera y metalúrgica. El joven Paracelso,
políticos en el Parlamento prusiano). Lamentablemen-
precozmente desarraigado, se hizo médico como su
te, los detalles biográficos que conocemos sobre Krae-
padre. Podemos suponer que se identificó con éste,
pelin no bastan para aclarar este punto. En realidad, só-
sintiéndose merecedor de honores pero condenado a
ser rechazado en todas partes (las persecuciones que macología. El esfuerzo inmenso y prolongado de Mo-
sufrió a lo largo de toda su vida parecen haber sido rel para crear una nueva clasificación psiquiátrica po-
consecuencia, sobre todo, de su actitud arrogante y dría explicarse, en parte, por la necesidad de resolver
provocativa). Por otro lado, se solidarizaba con la cla- sus propias contradicciones internas lo cual, desde lue-
se popular a la que pertenecía su madre, la humilde go, no le quita valor científico y filosófico.
campesina del monasterio milagroso. De allí su odio
por el mundo de la nobleza, por la Universidad donde
se enseñaba en latín una medicina galénica ineficien- Conclusión
te y perimida, y su deseo de brindarle al pueblo una
medicina nueva, en lengua vulgar, basada a la vez en El objetivo de este estudio no era formular una
la experiencia y en la fe en los milagros. Podemos opinión sobre la validez de las clasificaciones psi-
creer que los constantes esfuerzos de Paracelso por ha- quiátricas existentes, sino llamar la atención sobre
cer y rehacer nuevas clasificaciones psiquiátricas eran, distintas causas de error que pudieron influir en los
inconscientemente, un esfuerzo por resolver las con- esfuerzos de los clasificadores. Algunos de ellos par-
tradicciones internas que debía enfrentar. tieron de una noción incompleta de la naturaleza
Podemos suponer que una dinámica similar se ma- de la clasificación, y decidieron dedicarse a ella pa-
nifestó en la vida y la actividad de Benedict Augustin ra responder así a necesidades prácticas inmediatas,
Morel (1809-1873). Ciudadano francés nacido en Ale- o a concepciones abstractas. Otros proyectaron in-
mania y criado en Luxemburgo, bilingüe, católico des- conscientemente cuadros esquemáticos de orden
tinado a la iglesia, pero que pasó a un entorno materia- numérico, lingüístico, sociológico, o tomados de las
lista, amigo de Claude Bernard, pero siempre creyente, corrientes intelectuales contemporáneas. Finalmen-
sin duda Morel tuvo que superar grandes dificultades te, otros clasificadores fueron víctimas, tal vez, de
antes de resolver estas contradicciones. Su obra refleja un dinamismo personal inconsciente que los llevó
con claridad sus esfuerzos por conciliar la ciencia y la a satisfacer tendencias afectivas inconscientes o a
teología, la psiquiatría y la biología, la genética, la far- resolver sus problemas por procuración ■
Notas
17. Ver la obra del matemático alemán Karl Menninger, Zahlwort
1. Gaston Bachelard, La Formation de l´esprit scientifique. Con- und Ziffer. Eine Kulturgeschichte der Zahl, 2 vol., Göttingen, Van
tribution à une psychanalyse de la connaissance objective, París, den Hoeck y Ruprecht, 1958.
Vrin, 1947. 18. L. Leland Locke, “The Ancient Quipu or Peruvian Knot
2. No trataremos aquí el problema filosófico y epistemológi- Record”, The American Museum of Natural History, 1923.
co de las clasificaciones. Sobre este punto remitimos al lector a 19. Wilhelm von Humboldt, Über die Verschiedenheit des
las obras de Jean Piaget, La Genèse du nombre chez l´enfant, Neu- menschlichen Sprachbaues (1836). Reedición: Darmstadt, Claassen
châtel y París, Delachaux, 1941, e Introduction à l´épistémologie gé- y Roether, 1949.
nétique, París, PUF, 3 vol., 1950. 20. Edward Sapir, “The Nature of Language”, in Selected Writings,
3. Galeno, Œuvres, trad. Daremberg, vol. II, París, 1856, p. 707. David Mandelbaum (ed.), University of California Press, 1951.
4. Heinrich Neumann, Lehrbuch der Psychiatrie, Erlangen, F. 21. B.L. Whorf, Language, Thought and Reality, J.B. Carroll
Enke, 1859, p. 75-76. (ed.), New York, Wiley, 1956.
5. Bartolomé Llopis, “La psicosis única”, Archivo de Neuro- 22. F.M. Cornford, The Unwritten Philosophy, Cambridge Uni-
biología, vol. 17, 1954, p. 1-39. versity Press, 1950, p. 43.
6. Karl Menninger et al., “The unitary concept of mental ill- 23. L. Takeo Doi, “Morita Therapy and Psychoanalysis”. (Ar-
ness”, Bulletin of the Menninger Clinic, vol. 22, 1958, p. 4-12. tículo inédito, graciosamente cedido por el autor.)
7. Carlos Seguin, Renato Castro, Oscar Valdivia y Sergio Zapa- 24. Hans Koritschoner, “Ngoma ya Sheitani. An East-African Na-
ta, “Cuadros clínicos y cultura. Sobre un nuevo método de agru- tive Treatment for Psychical Disorders”, Journal of the Royal Anthropo-
pación nosográfica en psiquiatría”, Congrès mondial de psychia- logical Institute of Great-Britain and Ireland, vol. 66, 1936, p. 209-219.
trie, Montreal, junio de 1961. 25. Ernest E. Southard, “On the Application of Grammatical Ca-
8. Cf. Thérèse Leroy, La Technique du classement. La science de tegories to the Analysis of Delusions”, Philosophical Review, vol. 25,
la classologie, París, Guy Le Prat, 1945- 1916, p. 424-455.- Todo mi agradecimiento para el Dr. Karl Mennin-
9. Joseph Daquin, La Philosophie de la folie, ou Essai philosop- ger quien me posibilitó la lectura de este artículo poco conocido.
hique sur le traitement des personnes attaquées de folie, París, 1792. 26. Emile Durkheim y Marcel Mauss, “De quelques formes pri-
10. Citado por J.C. Bucknill y D. Hack Tuke, A Manual of Psy- mitives de classification. Contribution à l´étude des représentations
chological Medicine, 4ta. ed., Londres, 1879, p. 25. collectives ", L´Année sociologique, vol. 6, 1901 – 1902, p. 1-72.
11. Robert Burton, The Anatomy of Melancholy, Oxford, John 27. CF. Claude Lévi-Strauss, La Pensée sauvage, París, Plon,
Lichfield, 1621. 1962, capítulo II.
12. Emmanuel Kant, Anthropologie in pragmatischer Hinsicht 28. Louis Agassiz, “Essay on Classification”, in Contributions
(1798), Ed. J.H. Kirchmann, 3ra. ed., Leipzig, 1880. to the Natural History of the United States of America, vol. I, Boston,
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vers individus”, III. Internationaler Congress für Psychologie, Munich, 29. Citado por Louis Agassiz, “Essay on Classification”, op.
4-7 de agosto de 1896, Munich. lehmann, 1897, pp. 221-222. cit., p. 212-213.
14. Ernest Jones, The Life and Work of Sigmund Freud, vol. II, 30. Johann Christian Heinroth, op. cit.
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15. Michael Balint, “On Szondi´s Schicksalsanalyse and Trieb- 32. Hans Christoffel, “Psychiatrie und Psychologie bei Felix
diagnostik”, International Journal of Psychoanalysis, vol. 29, 1948, Platter”, Monatsschrift für Psychiatrie und Neurologie, vol. 27, 1954,
p. 240-249. p. 213-227.
16. Johann Christian Heinroth, Lehrbuch der Störungen des See- 33. La monografía más reciente es la de Walter Pagel, Paracel-
lenlebens, 2 vol., Leipzig, F.C.W Vogel, 1818. sus, Bâle y New York, S. Karger, 1958.
H
acia fines del siglo XIX una febril actividad ocupaba a muchos psiquia-
tras europeos. Estaban intentando lograr una clasificación de las enfer-
medades mentales capaz de generar consenso y ordenar el incipiente cam-
po de trabajo. Finalmente, fue Kraepelin –sobre la base de un arduo trabajo de,
por momentos, casi futurística metodología– el que logró una clasificación capaz
de generar un apreciable consenso. Sin embargo, como el mismo Kraepelin seña-
ló, el trabajo no estaba acabado y el andamiaje dicotómico sobre el que había
montado, inicialmente, su clasificación, mostraba importantes fisuras.
Pero esa advertencia fue formulada en 1920, cuando la psiquiatría ya esta-
ba lanzada en la persecución de la ansiada terapéutica. Hubo dos fuertes olas,
que barrieron el interés por investigar la base clínica de nuestra disciplina. La
primera, casi contemporánea, fue el psicoanálisis, que ofreció tanto una forma
de comprender la psicopatología como un esquema de trabajo y terapéutica pa-
ra una serie de malestares de la época. La segunda fue la aparición de la psi-
cofarmacología en los años ’50. Probablemente debido a sus éxitos iniciales,
ninguna de estas dos grandes corrientes de pensamiento continuó interrogan-
do a la clínica de nuestra especialidad sino que, por el contrario, consolidaron
apresuradamente un modo de pensarla (la dicotomía kraepeliniana) en el afán
de extender las aplicaciones de ambas. Fueron 80 años de una casi ausencia
de un debate profundo sobre cuál es la mejor manera de ver y clasificar aque-
llo que padecen las personas que solicitan nuestra ayuda. Mientras las tecno-
logías neurocientíficas avanzaron a pasos acelerados, la curiosidad científica
sobre la clínica se estancó. Y así, terminado el siglo XX, desembocamos en
una situación paradójica: se cuenta con tecnologías terapéuticas del siglo XXI,
que son aplicadas cotidianamente sobre un soporte clínico diseñado en el XIX,
que ni siquiera conformaba a sus creadores en los tempranos años del XX. No
obstante, esta situación ha ido cambiando en los últimos años. Actualmente,
Vertex: ¿La clínica psiquiátrica actual, está a la al- de la conducta normal y patológica. Desde esta pers-
tura de los desarrollos técnico-terapéuticos y del pectiva se entiende el fracaso relativo en el conoci-
avance sostenido de las neurociencias básicas? miento del sustrato neurobiológico de las enferme-
Víctor Peralta: No está a la altura de ninguno de esos dades mentales. La psicopatología actual se basa en
dos factores. Entendemos mal o, mejor dicho, inte- síntomas mentales tradicionales y se han descuidado
gramos mal lo que los pacientes nos enseñan. Esta- otros síntomas que tienen más información (y por lo
mos anclados en sistemas nosológicos caducos, poco tanto menos ruido) neurobiológica, como son deter-
validados y con poca base empírica. minados síntomas sin nombre, microsíntomas o sín-
tomas subclínicos; en definitiva, síntomas neurobio-
Vertex: ¿Por qué? lógicos sutiles que también presentan –en mayor o
V. P.: Porque por diversas razones los psiquiatras so- menor medida– los enfermos mentales.
mos muy distintos del resto de los colegas médicos.
No hemos evaluado nuestros conceptos clínicos. Nos Vertex: ¿A qué denomina síntomas neurobiológicos?
hemos guiado por las grandes figuras de la psiquia- V. P.: Síntomas neurobiológicos son trastornos moto-
tría de principios del siglo XX y no hemos sido capa- res, trastornos cognitivos, quejas subjetivas de tipo
ces de validar empíricamente los conocimientos que cognitivo, que encierran más información neurobio-
nos han aportado. No somos capaces de evaluar la lógica que síntomas tradicionales como la tristeza,
realidad clínica independientemente de modelos los delirios o las alucinaciones.
(sean estos kraepelinianos o psicoanalíticos) que pe-
san sobre nosotros como lápidas. Vertex: ¿No será un cierto cartesianismo latente en
la estructura ideológica de la psiquiatría el factor
Vertex: ¿No es más complejo el problema? ¿Se trata que impide dar ese salto cualitativo en el modo de
sólo de cómo integramos lo que observamos o tam- observar los problemas que atendemos?
bién de cómo y qué estamos observando en nuestros V. P.: Totalmente de acuerdo, porque cerebro y con-
pacientes? ducta (normal o patológica) son los dos aspectos del
V. P.: Son, efectivamente, las dos cosas. La psicopato- mismo fenómeno psico-neuro-biológico. No son dos
logía descriptiva actual es virtualmente idéntica a la cosas distintas, en absoluto. La cuestión es saber en
utilizada en el siglo XIX, no ha evolucionado y no se qué medida los fenómenos mentales patológicos se
ha adaptado a los conocimientos de los que actual- corresponden con procesos biológicos o psicosociales.
mente disponemos sobre las bases neurobiológicas
Vertex: ¿No es sintomático de esto el hecho paradó- el retraso mental es la vía final común de múltiples
jico de que mientras gran parte de los síntomas tra- factores ambientales (p. ej., complicaciones obsté-
dicionales psiquiátricos se suceden en “el teatro de tricas) y genéticos. En la medida en que se expresen
la conciencia”, durante los últimos años no hay ca- estos factores acaban produciendo retrasos menta-
si ningún trabajo en las revistas de psiquiatría de- les límite, moderados o graves. Conceptualmente
dicado al enfoque actual de ese problema? la esquizofrenia es lo mismo. Y cuando hablo de
V. P.: Sí, no hay dudas. ¡Vamos! Los conocimientos factor esquizofrénico en la población psicótica ha-
neurobiológicos de que actualmente se dispone, por blo –analógicamente– del factor del retraso mental
desgracia, están desligados de los síntomas en su en la población de pacientes con alteración en el
contexto más amplio y profundo. Nos debemos acer- neurodesarrollo. Hay pacientes con alteraciones
car a los síntomas que nos refieren nuestros pacien- del neurodesarrollo con un mínimo, apenas per-
tes desde perspectivas a-teóricas, meramente feno- ceptible, retraso mental y hay pacientes en donde
menológicas. Nuestra función es dar sentido a esos el trastorno del neurodesarrollo se manifiesta por
síntomas, saber cómo se organizan, cuál es su estruc- retraso mental en diferentes niveles de gravedad.
tura interna, si hay puntos de corte entre síntomas,
entre grupos de síntomas. Como decía Hoche, el Vertex: ¿Son las palabras el soporte adecuado para
gran psicopatólogo alemán, hay entidades clínicas describir lo que estamos empezando a ver o son in-
de tres órdenes. El primer orden son los síntomas. El suficientes?
segundo son los síndromes y el tercero son las enti- V. P.: Insuficientes, a todas luces. Es todo lo que nos en-
dades nosológicas. Y, hoy por hoy, hay muy pocas contramos delante de nosotros cuando vemos un pa-
evidencias de que haya auténticas entidades nosoló- ciente, son las palabras, son los silencios, son sus mo-
gicas en psiquiatría. Por esto nos tenemos que con- vimientos, es su expresividad. No podemos transcribir
centrar en los elementos básicos y naturales que los todo lo que nuestro ojo percibe, todo lo que nuestro oí-
pacientes nos proporcionan: los síntomas y su agru- do oye, todo lo que nuestro olfato huele, y esta es una
pamiento natural en síndromes. impresión clínica que yo tengo muchas veces cuando
me encuentro delante de mis pacientes. Que soy inca-
Vertex: Volviendo a su charla de ayer, le escucha- paz de describir, cuando paso a hacer la nota clínica,
mos hablar del factor esquizofrénico y entendimos todo lo que he percibido. No lo llegaría a transcribir de
su importancia, pero nos quedó una “pequeña” du- ninguna manera, ni aún grabándolo en video.
da: exactamente ¿qué es?
V. P.: Yo creo que el factor esquizofrénico se entiende Vertex: ¿Cómo pesa esto que estamos diciendo res-
muy bien desde la analogía con la inteligencia o des- pecto de la responsabilidad que nos toca a los psi-
de la relación existente entre la inteligencia normal y quiatras frente al hecho de poder –en el futuro– mo-
el retraso mental. Existe un factor de inteligencia ge- delar la carga genética que gobierna nuestros cere-
neral descrito muy bien por los psicólogos, luego hay bros?
factores de inteligencia o de habilidades intelectuales V. P.: Sobre ese punto soy extraordinariamente escép-
específicas que tienen comparativamente mucha ma- tico. Porque los factores genéticos de la enfermedad
yor importancia. El factor esquizofrénico general hace mental, en general, y de la esquizofrenia, en particu-
referencia a esto, a que los constructos de esquizofre- lar, son extraordinariamente complejos. Hay muchos
nia que se han ido produciendo en el último siglo genes que confieren la vulnerabilidad para desarrollar
identifican nuclearmente las características de “lo es- un trastorno mental concreto, cada gen con distinto
quizofrénico” y que, en su polo extremo, son todos los grado de expresividad y, probablemente, con distinta
síntomas clásicos de la enfermedad. En el otro polo, el cualidad de interacción con otros genes o con el am-
factor esquizofrénico estaría presente en forma de ras- biente para provocar la enfermedad. Confluyen mu-
go en personas que consideramos a todas luces nor- chos genes y muchos tipos de interacción genes/am-
males. O sea, que una persona puede tener delirios, biente y veo muy difícil que seamos capaces de con-
alucinaciones, trastornos formales del pensamiento, trolar a todos ellos y sus interacciones. No sólo tene-
síntomas catatónicos, de manera muy marcada, eso es mos factores genéticos, tenemos también factores am-
factor esquizofrénico en un polo (la esquizofrenia nu- bientales de muy diversa índole. Imaginemos que só-
clear) y que otra persona los puede tener de manera lo cien genes están implicados en la esquizofrenia y
subclínica (en forma de rasgos esquizotípicos), sin que que, también, sólo diez factores ambientales lo están
interfieran en su funcionamiento. Esta dimensionali- (biológicos, psicológicos, familiares, sociales, demo-
dad de la esquizofrenia la vio muy bien Bleuler al es- gráficos). Un sencillo análisis de permutaciones (sin
tablecer el continuo personalidad esquizoide normal- contar las interacciones diferenciales entre los facto-
personalidad esquizoide-patológica-esquizofrenia sim- res) nos da una idea clara de la dificultad de la empre-
ple-esquizofrenia. sa que tenemos delante. Una cosa es la identificación
de los factores de vulnerabilidad en la población es-
Vertex: ¿Qué síntomas serían los que están en ese quizofrénica y otra, muy distinta, su expresividad in-
factor esquizofrénico? dividual. Esta es una de las razones que explican la
V. P.: Todos los síntomas que históricamente se enorme heterogeneidad de la enfermedad y que el
han relacionado con la enfermedad; no hay un so- concepto mismo de esquizofrenia se haya mostrado
lo síntoma que sea específico de la esquizofrenia. tan esquivo e inestable a lo largo del tiempo.
Lo voy a explicar desde el punto de vista de la pa-
tología de la inteligencia. Nadie discute que el re- Vertex: Más allá del número de factores en juego,
traso mental carece de entidad nosológica, ya que ¿no tendríamos que hacer el ejercicio de ligar cada
factor sintomático con un módulo cerebral y con un nóstico: los déficits cognitivos mediante medidas de
posible dominio genético? rehabilitación cognitiva, los síntomas negativos me-
V. P.: Exactamente. Los síndromes factoriales son diante medidas de rehabilitación social, los síntomas
agrupaciones naturales de síntomas como conse- afectivos con antidepresivos o estabilizadores del
cuencia de algún factor etiológico y, más probable- ánimo, etc.
mente, un mecanismo patogénico común. Yo creo
que cada síndrome esquizofrénico se corresponde Vertex: ¿Por qué el pueblo español tiene que gastar
con la alteración de módulos cognitivos (semi) inde- su dinero y su tiempo en un psiquiatra que, como
pendientes. Los factores etiológicos, o factores de usted mismo dijo, está en un hospital de una pro-
riesgo, según la terminología más actual son relativa- vincia periférica y se dedica a hacer análisis facto-
mente inespecíficos pero, cuando se expresan neuro- rial y psiquiatría teórica en vez de ocuparse de cues-
biológicamente, lo hacen de forma modular. tiones terapéuticas?
V. P.: Esa es una buena pregunta. Bien, primero una
Vertex: O sea que, por ahora, no invertiría sus es- puntualización. Nosotros nos dedicamos a la investi-
fuerzos en estudios de genética. gación de forma no remunerada, se podría decir, in-
V. P.: En población esquizofrénica lo estamos hacien- cluso, altruista, aunque este es un concepto en el que
do. Estamos realizando un estudio intentando ligar no creo. Pero no nos dedicamos a la investigación en
genes candidatos con diversos fenotipos distintos del vez de, sino además de la labor clínica diaria. La razón
sistema clasificatorio DSM. exacta del interés por la investigación no la sé, pero
creo que, parafraseando a Monod, hay un poco de
Vertex: ¿Se puede saber qué están utilizando como azar y otro poco de necesidad. Como ves, cuando
rasgo fenotípico? hay necesidad el término altruismo pierde sentido. El
V. P.: Claro, es totalmente público. Debido a que no hecho de estar en una provincia periférica de España
existe una definición unitaria de la esquizofrenia uti- (y en un Servicio clínico no universitario) nos pro-
lizamos un abordaje dimensional (multidimensio- porciona la tranquilidad necesaria para investigar so-
nal) y, por otra parte, un abordaje categorial (poli- bre problemas clínicos reales o de nuestro interés,
diagnóstico); es lo que nosotros hemos denominado por estar relativamente al margen de las corrientes de
“la aproximación polidiagnóstica-multidimensional poder y de presión. Nos interesó la esquizofrenia por-
de la esquizofrenia”. Es decir, mapeamos el estado que es una enfermedad a la vez devastadora y enig-
clínico del paciente en función de sus síntomas y de mática. Enigmática porque todavía no sabemos có-
los criterios diagnósticos de los que disponemos. Y mo definirla. Desde el inicio procuramos, con mi
hemos podido confirmar nuestra hipótesis de partida compañero, el Dr. Manuel Cuesta, abordar la enfer-
de que los síndromes dimensionales se validan mejor medad en toda su magnitud clínica, estudiando los
genéticamente que las clasificaciones categoriales. síntomas de los pacientes de una manera muy am-
plia y sin prejuicios diagnósticos previos. Y, volvien-
Vertex: Aplicando estos conceptos al tratamiento, do a los datos, nos dimos cuenta de que los síntomas
nos lleva a entender que debemos tratar síntomas que los pacientes refieren tienen una estructura in-
o, en el mejor de los casos, síndromes pequeños, pe- terna, nos proporcionan una información que no es-
ro no enfermedades. tá en los libros. Los pacientes no presentan síntomas
V. P.: Exactamente, de hecho es lo que hacemos la al azar, manifiestan los síntomas que sus módulos ce-
mayoría de los psiquiatras en la práctica clínica dia- rebrales expresan. Esto nos permitió ver a la enferme-
ria. Pero el abordaje categorial nos vuelve a producir dad desde una perspectiva muy amplia y comenzar a
un escotoma, viendo sólo el diagnóstico y no lo que entender o a vislumbrar cómo surgen los síntomas
realmente tiene el paciente. en los pacientes, cómo se transforman, cómo se com-
binan entre ellos y –lo que es una cosa interesante
Vertex: Un dato anecdótico: en un estudio transversal desde el punto de vista clínico– nuestros análisis fac-
que realizamos en la Argentina sobre el diagnóstico y toriales nos ayudaron a ver de nuevo a los pacientes,
el costo del tratamiento de la esquizofrenia compro- a verlos desde perspectivas ateóricas y desde la mera
bamos que el 75% de la muestra tenía más de 11 estructura interna de sus síntomas, de sus quejas, de
puntos en la escala de Depresión de Hamilton pero sus déficits, sin el sesgo de conceptos o criterios diag-
sólo el 11,5% estaba tomando antidepresivos. Cuan- nósticos.
do comparamos a aquéllos que estaban tratados con
antidepresivos versus los que no lo estaban haciendo, Vertex: ¿No es justamente este fenómeno subversivo
encontramos que los primeros tenían significativa- el que genera tantas resistencias a un cambio teóri-
mente menos síntomas psicóticos... co-clínico que se presenta como necesario?
V. P.: Sobre esto quisiera insistir. Se sabe que un pa- V. P.: Exactamente. Lo mencionamos brevemente al
ciente esquizofrénico (o con cualquier otro diagnós- inicio de la entrevista, es eso. Partimos de modelos
tico) con un cuadro depresivo, de la misma intensi- psicopatológicos y diagnósticos que no han sido de-
dad que el que tiene otro paciente diagnosticado co- mostrados empíricamente. Esa es la cuestión. Lo que
mo padeciendo sólo un trastorno depresivo, tiene hay que empezar es a ver los síntomas como son.
muchas menos probabilidades de ser tratado del cua- Hay un trabajo maravilloso de Berrios en el que de-
dro depresivo. El abordaje multisindrómico o multi- muestra cómo, dependiendo de la perspectiva diag-
dimensional nos abre, precisamente, una ventana a nóstica que tengamos de un paciente tendemos a ver
toda la psicopatología del paciente y a todos los tra- unos síntomas y a dejar de ver otros. Cuando vemos
tamientos posibles, independientemente de su diag- un paciente con el diagnóstico de esquizofrenia, lo
que tendemos a ver son síntomas esquizofrénicos, y temente no es una cuestión que me quite el sueño.
tendemos a dejar de ver síntomas depresivos, trastor- Por cierto, sería más sabio empezar la casa por los
nos motores, fobias, angustia, etc.; esa es la cuestión, cimientos en vez de por el tejado y, a este respecto,
no ves todo lo demás. Por eso tenemos que aprender necesitamos saber más sobre las unidades básicas
a acercarnos a los pacientes y a sus necesidades de de análisis, los síntomas, su agrupamiento sindró-
una manera más ingenua y no contaminada por mo- mico, la relación entre los síndromes y, por último,
delos teóricos o diagnósticos. cómo estos síndromes deberían ser clasificados,
tanto categorial como dimensionalmente. La pri-
Vertex: Mi inquietud aparece ante la evidente resis- mera labor del grupo de trabajo debería ser, por
tencia que hay frente a discutir activamente un te- ejemplo, establecer definiciones de las unidades
ma tan de fondo como éste. Yo sospecho que el pro- básicas de análisis, los síntomas. Algo que parece
blema es que, en realidad, no sólo estamos hablan- tan trivial pero que aún no se ha realizado. Esto,
do de cómo ver las enfermedades mentales sino de que parece poco útil para el gran entramado de in-
cómo ver la conducta humana en sí misma. Cuan- tereses asociados a los meramente científicos, debe-
do yo me examino introspectivamente en forma di- ría ser la primera labor del DSM-V: seleccionar y de-
mensional me veo como un concierto de comporta- finir los materiales con los que cimentar el edificio
mientos y no como un comportamiento único, uní- nosológico.
voco. Me empiezo a entender más como una orques-
ta sinfónica –con todas sus disonancias– que como Vertex: ¿Hasta qué punto esta estructura psiquiá-
un instrumento solista. Esta perspectiva de uno trica actual o de la clínica psiquiátrica no está
mismo choca con la mayoría de las descripciones también auspiciada por una necesidad de marketing
subjetivas que podemos encontrar en la literatura, de los laboratorios? ¿Es posible que ellos sientan
el cine o la filosofía. Tengo la sensación de que este que un cambio de esta magnitud les haría muy
nuevo modo de entendernos, que puede parecer a complejo vender sus productos, que deberían redise-
priori mucho más anárquico, va a ser muy tranqui- ñar todo su marketing si empezáramos a pensar en
lizador cuando llegue al público general. Es mucho forma más libre y pragmática nuestros problemas?
más tranquilizador observar que yo puedo ser diso- V. P.: Sin ninguna duda el statu quo actual está apo-
nante internamente, complejo, incluso contradicto- yado por los laboratorios farmacéuticos. Pero los la-
rio, y no que tengo que ser precisamente armónico, boratorios están equivocados: podrían, con mucha
único, para estar bien. menor inversión, apoyar otra visión totalmente dis-
V. P.: Por supuesto. Otro problema fundamental en la tinta de la “ciencia” psiquiátrica pero, claro, ello cho-
psicopatología y en la psiquiatría general es el del lí- caría con sus intereses de empresa privada, por lo
mite entre la normalidad y la patología. No hay un menos a corto plazo.
solo trastorno psiquiátrico –exceptuando quizás a las
enfermedades neurodegenerativas– que no tenga sus Vertex: Si hoy se quisiera reunir con colegas para
raíces en la normalidad y que no plantee problemas discutir sus ideas: ¿con quién se sentiría cómodo y
de diagnóstico diferencial con la normalidad, enten- estimulado y con quién se sentiría incómodo?
dida ésta en el sentido normativo. Es impresionante V. P.: Me sentaría a hablar con muchos colegas argen-
ver, en la esquizofrenia, cómo la estructura interna tinos que he encontrado, que he conocido y que tie-
de los síntomas que se organizan en grandes dimen- nen una perspectiva psicopatológica muy distinta a la
siones se reproduce en pacientes psicóticos no esqui- mía pero que están más interesados en los pacientes,
zofrénicos, en pacientes con trastornos de personali- en lo que les pasa y en sus necesidades, que en los mo-
dad esquizotípica y en personas normales, sin tras- delos teóricos. En definitiva, me siento más a gusto
tornos de personalidad, en forma de rasgos esquizo- con la actitud de adaptar las teorías a los pacientes,
típicos. Esto apoya lo que han sugerido muchos au- que con la contraria, de adaptar los pacientes a las teo-
tores, hoy desgraciadamente olvidados, de que todas rías. Dentro del concierto mundial hay una persona
las manifestaciones psiquiátricas son formas de reac- que creo que va a revolucionar la psiquiatría de este si-
ción preformadas en el cerebro que se desencadenan glo: Jim van Os1. Jim es un psiquiatra holandés que es-
por múltiples factores (biológicos, sociales, psicológi- tá poniendo los pilares y re-evaluando las grandes
cos) y que esa estructura neurobiológica está presen- aproximaciones psiquiátricas –categoriales y dimen-
te en las personas normales. Resumiendo, desde la sionales– dentro del campo de la psicosis y, desde una
normalidad, pasando por los trastornos de la perso- perspectiva epidemiológica, nos está proporcionando
nalidad, hasta los grandes síndromes psiquiátricos una nueva visión de la etiología de las enfermedades
no hay solución de continuidad. mentales en términos de factores de riesgo. Dentro de
las escuelas, creo que la escuela británica de Murray es-
Vertex: Ante esto y su enorme producción no puedo tá haciendo aportaciones muy interesantes. Pienso
dejar de hacerle una pregunta: ¿Lo han convocado
para integrar el grupo de trabajo del DSM-V?
V. P.: No, y lo que voy a decir lo publicáis si que- 1. Hanssen M, Peeters F, Krabbendam L, Radstake S, Verdoux
réis. El sistema DSM es un complejo de intereses H, van Os J., How psychotic are individuals with non-psy-
económicos, ideológicos y políticos y, en cierta me- chotic disorders? Soc Psychiatry Psychiatr Epidemiol. 2003
dida, científicos. Representa la antítesis del conoci- Mar;38(3):149-54. / Janssen I, Krabbendam L, Jolles J, van Os
J. Alterations in theory of mind in patients with schizophrenia
miento científico, es decir, propone la ciencia por and non-psychotic relatives. Acta Psychiatr Scand. 2003
consenso, y una visión a-histórica de la psiquiatría. Aug;108(2):110-7.
Yo no sé por qué no me han llamado, pero eviden-
que McGorry, en Australia, desde una perspectiva del tría quienes, en vez de admitir las grandes fallas de sus
estudio multifactorial y prospectivo de las manifesta- modelos, los esconden o los reproducen ad infinitum
ciones iniciales de las psicosis, va a dar un vuelco a en aras de sus teorías.
nuestra concepción nosológica y, probablemente, te-
rapéutica de las psicosis. Vertex: ¿Qué hacemos mientras resolvemos estos
Y ya que no me lo preguntáis me lo pregunto yo apasionantes problemas? Nuestros pacientes siguen
mismo. Muchas veces me he imaginado dialogando consultando y padeciendo las graves consecuencias
con Kraepelin, Hoche, Bleuler... que sus enfermedades –bien o mal definidas– pro-
ducen. ¿Cómo damos una respuesta actual a un
Vertex: ¿Y qué les diría? problema que va a estar resuelto, si somos optimis-
V. P.: De Kraepelin siempre me impresionó el cambio tas, en un futuro, medianamente cercano?
que se produjo durante los últimos años de su existen- V. P.: Una cosa es nuestra manera de entender lo
cia en su pensamiento psiquiátrico. Fue capaz de que les pasa a los pacientes y otra cosa, muy distinta,
adoptar una visión crítica del trabajo desarrollado a lo son los mecanismos de los que nosotros disponemos
largo de su vida y dar un vuelco a su sistema nosoló- para ayudar a nuestros pacientes. La mejor herra-
gico y publicarlo en su famoso artículo de 1920, “Las mienta de que disponemos es nuestra actitud e inte-
formas de manifestación de la locura”, en el que em- rés por sus problemas, así como una posición cientí-
pezó a cuestionarse realmente su sistema categorial di- ficamente honesta sobre lo que conocemos acerca de
cotómico de las grandes psicosis y vislumbró una la naturaleza y los remedios disponibles para contra-
aproximación dimensional a las mismas. ¡Realmente rrestar la enfermedad mental. Otra cuestión es si dis-
se produjo un cambio de paradigma de la psiquiatría ponemos de los medios materiales para llevar a cabo
por y en la misma persona que había desarrollado el esa labor. Aquí entran ya en juego factores de índole
paradigma anterior! Algo asombroso y paradójico en administrativa, de política sanitaria y económica,
la historia de la ciencia. Su sistema dicotómico de las que varían enormemente de país a país o, incluso,
psicosis endógenas nos ha llegado hasta la actualidad dentro del mismo país. Por ejemplo, en España la
con pocas modificaciones y su postura crítica final con prioridad en el tratamiento de las enfermedades
tal distinción apenas si ha tenido influencia posterior. mentales graves está centrada en la rehabilitación y
Más específicamente, lo que me intriga de la revolu- en el apoyo institucional (centros de media y larga
ción interior de Kraepelin son la honestidad científica estancia, hogares protegidos, etc.). Y esto no se debe
y los mecanismos personales que se tuvieron que dar tanto a un problema económico, ya que habría me-
en este gran hombre para dar un giro copernicano a su dios, sino a un problema ideológico que venimos
sistema de pensamiento. Sobre estos mecanismos me arrastrando durante tres décadas, que niega la reali-
gustaría hablar con el propio Kraepelin. Esta trayecto- dad de la enfermedad mental y, por lo tanto, las ne-
ria contrasta con la de otros prohombres de la psiquia- cesidades de los pacientes ■
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Peralta V, Cuesta MJ, Giraldo C, Cardenas A, Gonzalez F. Classif- Sep;177:233-40.
A propósito de Morel y
la démence précoce
Eduardo Luis Mahieu
Docente titular de Semiología Psiquiátrica e Historia de la Psiquiatría. Director del Seminario de Esquizofrenias, del Centro de Formación de
Posgrado en Psiquiatría, Fac. de C. Médicas, Universidad Nacional de Córdoba
C
omo extenso comentario, podríamos calificarlo, en realidad de otro artículo, el Prof. Eduardo
Mahieu, nos envía desde Córdoba una detallada búsqueda en los textos de Morel para ilustrar
los orígenes del concepto de demencia precoz complementando lo ya publicado en el número
anterior de Vertex. Pero hay otro hallazgo, fruto de su erudición, y es su señalamiento acerca de la
Comunicación que realizó el Dr. Charpentier con antelación a la 8ª edición del Manual de Kraepelin.
Agradecemos, entonces, al Prof. Mahieu sus valiosos aportes que esperamos sean seguidos por otros.
La Redacción
C
omo complemento a los artículos de Norberto
Conti y Stagnaro aparecidos en Vertex (vol. XIV, cinco secciones:
no 53, 227, 234), vayan las notas siguientes: 1. Alienaciones o locuras hereditarias.
Las dos obras fundamentales de B. A Morel son sus: Es la Sección más larga y se subdivide en cuatro cla-
• Etudes Cliniques, Traité Théorique et Pratique des Ma- ses, correspondientes a las cuatro generaciones sucesivas
ladies Mentales, editado en 1863 en Nancy (Grimbiot et de la locura hereditaria a evolución progresiva. La 4ª cla-
Veuve Raybois Edit.) y en París (Víctor Masson J.B. Baí- se, terminal, corresponde a las “locuras hereditarias en
lliére), en dos tomos de 471 y 600 págs, cuando el autor el plano intelectual, físico y moral francamente caracte-
era médico en jefe del Asilo de Alienados de Maréville, rizado por anomalías mórbidas congénitas: imbecilidad,
cerca de Nancy, y el idiocia, cretinismo; amencia, imbecillitas, ingenii, fatuitas
• Traité des Maladies Mentales, editado en 1860 en París ingenii, morososis, demencia innata, stupiditas...” A esta
(Víctor Masson) en un solo tomo de 865 págs., cuando clase pertenece el caso en el que utilizará dos veces la ex-
Morel se desempeñaba como médico en jefe del Asilo de presión “demencia precoz”, y con el que comenzará la
los Alienados de Saint-Yon, en Sotteville-les-Rouen. historia de la "demencia precoz entidad”. Lo transcribi-
En ambas se encuentra la expresión "démence préco- ré in extenso más adelante.
ce", siempre con minúsculas que, nos apresuramos a 2. Alienaciones mentales por intoxicación.
puntualizar, no significó nunca la denominación de una 3. Locuras histérica, epiléptica, hipocondríaca. (En esta Sec-
entidad clínica, sino tan sólo un “estado” de transición, ción se referirá largamente al "delirio de persecución"
o de terminación de todas las enfermedades mentales, como una de las especies de la locura hipocondríaca).
similar a la idiocia, imbecilidad y, a veces, a la stupidité 4. Locuras simpáticas.
(que no traduzco, para diferenciarlo de “stupeur", esta- 5. Alienaciones o locuras idiopáticas (Delirio agudo y pará-
do este más transitorio y reversible). Esos "estados" se- lisis progresiva).
rían característicos, en especial, de la 4ª clase de su Folie
Héréditaire, y que corresponde a la 4ª generación de las 2ª Parte: Demencia - Formas terminales (sólo dos pági-
familias degeneradas según su concepción de la Folie hé- nas).
réditaire á Evolution Progressive, como ya veremos. A continuación citaremos ordenadamente las veces
La clasificación de las enfermedades mentales en el que Morel empleó la expresión “demencia precoz (y de-
Traité esencialmente etiológica, es muy simple, y consta mencia juvenil, antecesora de la hebefrenia de Kahl-
de dos partes: baum-Heker, y que tampoco significó una entidad en el
pensamiento de nuestro autor).
madre estaba alienada, su abuela excéntrica en último única que examinamos aquí. Es precoz porque afecta a
grado. Ordené la interrupción de los estudios de este ni- los jóvenes, y también es precoz porque sucede rápida-
ño y su aislamiento en una institución hidroterápica. mente al trastorno mental inicial, que es incluso apre-
Los ejercicios gimnásticos, los baños, el trabajo manual, ciable desde el comienzo; de tal suerte que se la puede
debían entrar en las nuevas condiciones higiénicas de su llamar primitiva tanto como consecutiva y terminal [...]
existencia. Estos medios fueron empleados con perseve- El comienzo es variable". En un pequeño número de ca-
rancia e inteligencia bajo la dirección de un médico tan sos no se observa ningún delirio, las facultades bajan
sabio como esclarecido, el Sr. Dr. Gillebert d’Hercourt, y progresivamente, (Bourneville, Charpentier, Kraepelin,
una modificación de las más felices se cumplió en el es- Christian); es el estado que Charpentier llama la demen-
tado orgánico del niño. Creció considerablemente, pero cia precoz simple de los niños normales. Chaslin, en sus
otro fenómeno, tan inquietante como los de los cuales "Elementos de Semiología y Clínica Mentales" de 1912,
he hablado, vino a dominar la situación. El joven enfer- en nota al pie del inicio del Capítulo XIII: "Grupo pro-
mo olvidó progresivamente todo lo que había aprendi- visorio de las locuras discordantes" nos dice que "recor-
do, sus facultades intelectuales tan brillantes sufrieron daré que uno de mis predecesores en Bicétre, el Dr.
una detención muy inquietante. Una especie de torpor Charpentier, ha sido uno de los primeros en Francia en
vecino del “hébétement" reemplazó la actividad primera, retomar la cuestión, que dormitaba desde Morel, y a dar
y, cuando lo volví a ver, juzgué que la transición fatal al una descripción que aún puede leerse con fruto", para
estado de demencia precoz estaba en vías de operarse continuar luego plegándose a las concepciones kraepeli-
[...] Tal es, en mucho casos, la funesta terminación de la nianas, con algunas modificaciones. Después, el silen-
locura hereditaria. Una inmovilización súbita de todas cio, ni Zilboorg, ni Ey, ni Garrabé ni Berrios lo citan. La-
las facultades, una demencia precoz, indican que el jo- mentablemente no he podido conseguir hasta ahora, la
ven sujeto ha alcanzado el término de la vida intelec- comunicación original de Charpentier.
tual, de la que puede disponer. Entonces es designado Próximamente me referiré a un antecedente que con-
bajo el nombre de imbécil, de idiota. Estos tristes repre- sidero importante: la descripción por Ball de los cuatro
sentantes de las degeneraciones en la humanidad for- períodos o fases de la Demencia Vesánica, en sus "Lec-
men la 4ª clase de nuestras locuras hereditarias". ciones sobre las Enfermedades Mentales" de 1880-1883,
Este largo párrafo, cierra el desarrollo de la tercera clase pero que hace remontar a sus lecciones orales de 1875-
de las locuras hereditarias, cuya síntesis introductoria reza 1876, anteriores a la creación de la Cátedra de Enferme-
"locuras hereditarias a existencia intelectual limitada. Ten- dades Mentales y del Encéfalo en 1879 en Ste. Anne, y
dencias precoces e innatas para el mal. Transición al idio- de la que fue su primer titular ■
tismo más irremediable bajo la influencia de ciertas causas
intercurrentes [...] transición precoz al idiotismo faculta-
des iniciales brillantes, idiotismo consecutivo”.
Pero si bien Morel no elevó a la categoría de entidad Bibliografía
a la demencia precoz, quien sí lo hizo fue Charpentier
Arnaud, (in Gilbert Ballet: Traité de Patohologie Mentales. Doin,
en 1890 (tres años antes de que Kraepelin mencionara Paris 1903)
por primera vez la Dementia Praecox, en la 4ª edición de Ball, Traité des Maladies Mentales. Asselin, Paris 1880-1883
su Tratado). En el primer Congreso de Medicina Mental Baruk, La Psychiatrie Française de Pinel á nos jours. P. U. F Paris
de los alienistas franceses, celebrado en Rouen en 1890, 1967
el hoy injustamente olvidado psiquiatra de Bicétre pre- Bercherie, Les fondements de la Clinique. Seuil, Paris 1980
sentó su comunicación sobre “las demencias precoces”, Berrios, A History of Clinical Psychiatry NY University Press 1995
Berrios, The History of Mental Symptoms. Cambridge University
en plural, (como también lo hizo Bleuler en 1911 con su Press 1996
obra fundacional “Dementia Praecox o el grupo de las Callebat, Histoire du Médécin. Flammarion, Paris, 1999
esquizofrenias"). Kraepelin nunca citó a Charpentier, Constant, Introduction a la Vie et á 1'oeuvre de B. A Morel.
aunque sí a otros alienistas franceses, Christian y Masse- Confront. Psy. N° 11. 1973
lon, quienes, en 1900, introdujeron las ideas del maes- Chaslin, Elements de Sémiologie et Clinique Mentales. Asselin et
tro de Munich en Francia, pero sí citó a Morel, sólo re- Houzeau, 1912
Ey, EMC Psychiatrie 37005 A 10 -- 37281 A 10, Paris 1955
cién en la 8ª edición de su tratado de 1909-1913. Ar- Ey, Etudes Psychiatriques. Deselée de Brower, Paris 1948 -60-53
naud, en el Tratado de Gilbert Ballet de 1903, en la Sec- Ey, Traté des Hallucinations. Masson París 1973
ción Demencias Vesánicas (que subdivide en Tardía y Ey, Notion de Schizophrenie. DDB, Paris 1977
Precoz, agregando a esta última: (Hebefrenia), puntuali- Garrabé, Histoire de la Schizophrénie. Seghers, Paris 1992
za que "Charpentier indica once variedades de demen- Kraepelin, Trattato de Psichiatria. Vil Edizione - Vallardi, Milano
cia precoz (igualmente Kraepelin, en la 8ª, al separar las (sin fecha)
Kraepelin, Dementia Praecox and Paraphrenia. 811, Krieger, New
parafrenias de la Dementia Praecox también indica on- York 1971
ce formas de esta última). La epilepsia, la histeria, la sí- Lanteri-Laura, Démence. Esquísse d'une lexicographie histori-
filis, el traumatismo, más raramente el alcoholismo, que. Confront. Psy 1991
pueden ser su causa determinante, en estos diferentes Mora, “Historical and Theoretical, Trends in Psychiatry” in
casos la demencia precoz es sintomática y se distingue Comprehensive Textbook of Psychiatry, Kaplan, Freedrnan, Sa-
únicamente por la época de su aparición de la demencia dock, Baltimore 1980
Morel, Etudes Cliniques. 1853
consecutiva a las mismas afecciones, pero desarrollada Morel, Traité des Maladies Mentales. 1860
tardíamente. En otros casos se muestra en sujetos hasta Semelaigne, Les pionniers de la psychiatrie française. Baílliere,
allí normales o que por lo menos no presentaban una 1930-32
afección mental o nerviosa caracterizada; es la conse- Zilboorg, Historia de la Psicología Médica. Hachette, Buenos Ai-
cuencia inmediata y temprana de un trastorno mental res, 1945
de naturaleza variable. Es la demencia precoz idiopática, la
In memorian
David Liberman (1920-1983)
R
ecientemente se conmemoraron los 20 años de la desaparición del eminente psicoanalista argentino Da-
vid Liberman. Deseando participar del homenaje a quien nutrió con su pensamiento la corriente de la
psiquiatría dinámica en nuestro país, la redacción de Vertex convocó a dos destacados psicoanalistas por-
teños pertenecientes a la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (ApdeBA) quienes nos aportan una evoca-
ción de ese gran maestro del psicoanálisis argentino.
“...Yo ya me había recibido... y, con mi Era el hermano del medio de los tres
novia y su familia caímos a comer a un hijos del matrimonio Liberman; en-
restaurante donde un pianista ejecuta- tre Rosita y Bernardo. Su madre, de
ba música de fondo: David era el ejecu- origen polaco, murió joven; y su pa-
tante. Me acerco y lo saludo. Me res- dre, que había nacido en Safed, Pales-
ponde el saludo contento ante mi pre- tina, bajo el dominio otomano fue el
sencia y enseguida me cuenta –mien- que con su orquesta “Sam Liberman”
tras seguía tocando– que a la madruga- de música judía alcanzó notoriedad
da del día siguiente tenía que rendir To- animando durante décadas las cele-
xicología. Al levantar la vista para di- braciones de su colectividad. David
rigirla a la partitura mis ojos recono- conoció a Fedora a los 19 años y se ca-
cen, en cambio, el libro abierto de esa só con ella a los 25. Alex, periodista y
asignatura...” Diana, médica y psicoanalista, fueron
(palabras más o menos, Mauricio producto de ese feliz matrimonio.
Goldemberg me contó esta enterne- Desde el colegio primario hasta su
cedora anécdota en Caracas en Fe- muerte fue amigo entrañable de León
brero de 1993). Grinberg con quién compartía en la
adolescencia la lectura de Freud. En la
David Liberman, maestro Facultad de Medicina, otro compañe-
ro, Ludovico Rosenthal –que luego se-
Existen múltiples modelos de ría traductor de gran parte de las
gravitaron en un medio psicoanalíti-
“maestro”. Y así, nuestra identidad Obras Completas de Freud– conecta-
co como el nuestro, tan pródigo de
científica se va forjando en la fragua ría a ambos amigos con la Asociación
reconocidos pensadores y maestros.
de esos personajes tan significativos Psicoanalítica Argentina, para ese en-
Pero, exento de las pequeñas vanida-
que cada cuál contiene en el acervo tonces, recientemente fundada. Allí
des o ambiciones de poder, su lide-
de sus series complementarias. Recor- tomó contacto con el que será luego
razgo se asentaba mayormente en su
demos tan solo la decisiva impronta su analista y, a mi juicio, el que influ-
inagotable creatividad y su contagio-
que las enseñanzas de Charcot deja- yó mayormente en el rumbo de sus
so entusiasmo por generar ideas y
ron en el joven Freud: prototipo de cualidades como analista y como
trasmitir saber. Por eso como maestro
maestro imponente, carismático, vi- pensador y autor del psicoanálisis:
tuvo “discípulos”, y no “seguidores”;
dente (“visuel”) y de una seguridad Enrique Pichon Rivière. En cambio,
diferencia nada desdeñable.
arrolladora: “La théorie, c’est bon, de su padre heredó un finísimo oído
En este mismo orden, lejos de
mais ça n’empêche pas d’exister” (A.E. musical que evolucionó hacia su pa-
ejercer la enseñanza como una pos-
Tomo 3, Pág. 3). sión por el jazz moderno, que si bien
tura jerárquica, y fiel a la trayectoria
David Liberman no poseía esos era poco apreciado por sus hijos –se-
de su propio maestro, Enrique Pi-
rasgos naturalmente carismáticos. gún testimonio de Alex– lo era, sin
chón Rivière, encaraba la enseñanza
No respondía a ninguno de esos mo- embargo, por algunos amigos músi-
como un proceso en “espiral dialéc-
delos de “autoridad”. Tampoco os- cos, como el renombrado “Mono” Vi-
tica” donde el par “enseñar-apren-
tentaba una figura garbosa y ni si- llegas.
der” se configura en una entidad in-
quiera fascinaba con las dotes de un El mayor peso de su personalidad
disoluble.
orador elocuente: su dicción a veces científica no le impidió ocuparse
se dejaba traicionar por el desfasaje también de tareas políticas y prácti-
Algunos datos biográficos
entre el vértigo de su pensamiento cas. Es así que ocupó lugares en to-
creativo y las lógicas limitaciones de dos los estamentos de las tareas ins-
David nació en Buenos Aires en
su humano aparato de fonación. titucionales que le fueron demanda-
1920 y falleció el 30 de Octubre de
Sin embargo, no se cuestiona que das. Presidente de APA y luego de
1983, precisamente el día en que el
fue un verdadero maestro. No cabe APdeBA, y vicepresidente de la Aso-
país retornaba a la democracia luego
duda que lo fue; y se podría agregar ciación Psicoanalítica Internacional,
de una larga y sangrienta dictadura.
que de los grandes, de los que más entre muchas otras. Yo mismo fui
testigo de su actitud sensata y moderada en el tormen- breadaptado” (Liberman y col., 1982). Y así, en la plenitud
toso proceso de división de la APA, que llevó a la funda- de su imponente capacidad productiva, su prematura y
ción de ApdeBA en la década de los años 70. cruel muerte interrumpe una obra científica en desarrollo
de inimaginable potencialidad.
Sentido y visión panorámica de su obra1
Samuel Arbiser
Aunque David Liberman no lo enunciara explícita-
mente, de la ponderación en perspectiva del conjunto de
sus aportes se percibe –en mi opinión– el firme propósito La obra de Liberman
de sustraer la clínica psicoanalítica de la tendencia al cli-
ché, el adoctrinamiento y la mistificación oracular; riesgos
y su relación con la música
a los que la exponían la peculiaridad de su práctica, la di-
Cuando se llega a cierta altura de la propia vida, pasa-
versidad teórica y su relativo aislamiento del mundo cien-
do ya el mezzo del cammin que menciona el Dante, es casi
tífico-académico. En contraste, y para sustraerse de esos
inevitable que participar en el homenaje que se le tributa
riesgos, su obra trasunta la búsqueda del mayor resguardo
a una persona fallecida ponga de manifiesto el tipo de re-
posible por la singularidad de cada paciente acorde a su
lación que se mantuvo con ella, el papel que el que aún vi-
respeto irrestricto por la diversidad humana. En su con-
ve atribuyó en su momento al muerto y lo que de todo eso
cepción del psicoanálisis, aunaba en forma inextricable la
queda, el significado, los efectos perdurables de la interac-
clínica, la investigación y el rigor metodológico. Para él la
ción entre ambos, y la valoración retrospectiva que se ha-
sesión y el proceso –en síntesis– la clínica psicoanalítica
ce del conjunto. En suma, quién fue y quién es el falleci-
eran el punto de partida de toda indagación. Entendía que
do para uno, y que de lo que recordamos haber hecho jun-
la división entre la metapsicología, la psicopatología y la
tos permite alguna inferencia sobre lo que pudimos haber
clínica derivaban de la metodología científica en que se
sido para él. Si, como se dice, cualquier cosa que uno es-
sustenta la medicina que habían adoptado los teóricos del
criba tiene siempre algo de autobiográfico, esto habrá de
psicoanálisis; y se alineaba, en cambio, con quienes pre-
ocurrir no importa a que aspecto de la vida u obra del fa-
tendían para la disciplina un método propio basado en su
llecido uno se remita en el homenaje.
peculiar “base empírica”. Casi se podría afirmar desde esta
Me toca hoy participar en un acto que yo quiero que
perspectiva, que el sentido de su obra consistió en un serio
sirva no sólo para evocar el recuerdo de la persona que fue
intento de sistematizar la clínica psicoanalítica a partir de
mi analista, sino para afirmar el valor de su obra y su vi-
esos valores –singularidad y tolerancia a lo diverso– con la
gencia en la actualidad. Lo haré “a mi manera”, siguiendo
mayor precisión y el mayor rigor científico que nuestra
este rumbo que vengo de esbozar.
disciplina admite. En el marco de esta postura, su obra
Puedo decir que mi primer contacto con Liberman tu-
abarca un proceso creciente de reformulaciones a medida
vo lugar a comienzos de 1963, mientras tramitaba mi di-
que las disciplinas auxiliares le fueron brindando los ins-
ploma de médico, tras aprobar los últimos exámenes de la
trumentos conceptuales apropiados. Así, en 1946, aplica el
carrera en la Facultad de Medicina de la Universidad de
método historiográfico de Ranke a la clínica en su Semio-
Buenos Aires, y fue por medio de un libro que un gran
logía Psicosomática, (Liberman,1947). En 1962, en La Co-
amigo mío me regalo con motivo de mi cumpleaños: el li-
municación en Terapéutica Psicoanalítica utiliza la teoría de
bro era-es: La comunicación en terapéutica psicoanalítica edi-
la comunicación, especialmente los aportes de Ruesch
tado por Eudeba hacía poco, con una dedicatoria en la que
(1957) para clasificar los distintos tipos de Persona por su
mi amigo me deseaba un buen futuro en la especialidad, a
modo de comunicación con el interlocutor correlacionán-
la que había empezado a inclinarme cuando todavía no
dolo con las fases del desarrollo de la libido (Freud
sabía que finalmente me dedicaría a ella. En aquel mo-
[1905,1933], Abraham [1924]) y las ansiedades paranoicas
mento yo ignoraba absolutamente las formas que el desti-
y depresivas (M. Klein, 1952), para precisar los afectos do-
no iría a tomar: el cuándo, el cómo, y el cuánto tendría yo
minantes en cada estructura clínica. Más adelante recurre
que ver con Liberman era algo que recién comenzaba. Pa-
a Ch. Morris (1962) para agrupar y sistematizar a los ana-
sado el tiempo puedo decir, no sin sentirlo espontánea-
lizandos, desde las distorsiones objetivables a partir de las
mente como una ocurrencia algo irracional, que hubo
áreas semióticas; y más adelante al temprano N. Chomsky
ciertos hechos que con intervalos aproximados de veinte
(1965) de las “estructuras superficiales” (fonológicas) y
años marcaron en mi vida hitos de esa relación.
“profundas” del lenguaje para que la Gramática Generati-
Veinte años después de ese primer “encuentro” con su
va sirva a la evaluación de las disposiciones a la “repara-
obra, Liberman fallecía y era velado en APdeBA, mientras
ción”. Luego, los “factores” y “funciones” de la comunica-
afuera sonaban los cánticos y la algarabía general por la
ción de Román Jakobson (1960) le permiten formular su
recuperación de la democracia en la Argentina. Por su
doctrina de “los estilos”. Esta doctrina de los estilos incor-
gran poder de síntesis recuerdo el comentario de otro ami-
pora en su fase final el desarrollo de las nociones de “com-
go en el momento mismo en que se llevaban sus restos:
plementariedad estilística”, “funciones del Yo” y el “Yo
“estos son los momentos en que una sesión con David se
idealmente plástico”. En los últimos años de su produc-
vuelve necesaria”, dijo al abrazarme. Este enunciado, tan
ción retoma el temprano interés por el padecimiento psi-
al estilo del típico humor tragicómico judío, hubiera en-
cosomático a través de la caracterización del “paciente so-
cantado a David. También recuerdo que un tiempo des-
pués, cuando salíamos con Elena Evelson de un acto en su
homenaje realizado en la Sociedad Hebraica Argentina y
1. Parágrafo reducido y, con algunas modificaciones, del capí-
escuchábamos música de jazz proveniente de algún lugar
tulo “David Liberman” escrito en el libro Grandes Psicoanalistas
Argentinos, compilado por Roberto Doria Medina, Lumen 2001, cercano, ella me dijo: “esto le hubiera gustado a David pa-
Buenos Aires. ra su velorio”. Yo creo que su observación era atinada por-
que como todos sabemos David tocaba y amaba el jazz y Hasta aquí, entonces, la ficción. En la realidad de las
eso hubiera sido un velorio al estilo de New Orleáns, pero muchas horas de análisis que pasamos juntos, no todo pa-
también porque su propio origen abrevaba en ese judaís- ra mí fue estar atento a la interpretación por el uso que
mo laico y un poco irreverente que llevó al gran escritor eventualmente podía dar a su contenido. Si pensé en la fi-
Sholem Aleijem a pedir a sus descendientes que en los gura fantaseada de un magíster ludi (maestro del juego),
aniversarios de su fallecimiento no se reunieran a llorar creo que puedo explicar hoy, con un poco más de detalle,
sobre su sepultura sino a leer alguno de sus famosos cuen- lo que puede ser una abstracción de una serie de disposi-
tos humorísticos. Pocos meses más tarde, y por invitación ciones, capacidades, voluntad, y habilidad práctica para
de la Revista de la Escuela de Psicoterapia para Graduados encontrar los mejores medios de aplicar a situaciones con-
(1984, 9, 12) escribí un primer obituario de Liberman, del cretas un amplio registro de conocimientos teóricos, pro-
que me interesa extraer algo de lo que pensé entonces pa- ducto de una silenciosa decantación de las innumerables
ra desarrollarlo ahora mejor, otros veinte años después y alternativas del proceso psicoanalítico. Es llamativo, pero
en la APdeBA del 2003 en que un Liberman sigue siendo no debe sorprender a nadie, que coexistieran en la labor
necesario. Los veinte años que van de 1963 a 1983 fueron de Liberman la aspiración al rigor científico tanto en la
para mis años de formación, los del pasaje de la pediatría formulación de sus teorías como en su implementación
a la psiquiatría y al psicoanálisis, en los que analizarme clínica, con el elemento lúdico, la variación sobre un te-
con Liberman fue una experiencia fundamental. Pero pa- ma, la improvisación, la sorpresa, la alteración de un rit-
ra poder retomar lo escrito entonces y explicarlo ahora, mo o el cambio de tiempos, la producción de un descon-
dejando que cobre presencia en mis palabras lo que cierto buscado o de un concierto necesario pero inexisten-
aprendí de esa experiencia emocional, fueron necesarios te. Le cabe a Liberman este nombre de maestro del juego
los años siguientes, los años de la maduración. porque se necesita de la maestría que se alcanza por el ri-
Lo que dije en aquella oportunidad es lo que sigue: guroso entrenamiento y el cuidado que se pone en lo que
“Muchas veces, en ese prolongado lapso [de tratamiento], se hace para que el producto final aparezca como fruto de
se me ocurrió pensar que su forma de concebir y ejercer la espontaneidad y de la mayor libertad para pensar y ac-
el psicoanálisis lo hacía acreedor, con justicia, al título tuar. Creo que es muy posible que Liberman no haya pen-
de magíster ludi, con que Herman Hesse designa al pro- sado nunca en que podría ser denominado así. También
tagonista de su recordada y famosa novela “El Juego de creo que a mí se me ocurrió hacerlo porque me acostum-
Abalorios”. A mi juicio Liberman había alcanzado tal bré a percibirlo en acción conmigo y eso me inculcó cier-
grado de profundo conocimiento de los principales ta capacidad de abstraer patrones de acción y estrategias
aportes a la teoría psicoanalítica que parecía manejarlos posibles que desde entonces me vienen sirviendo en mi
cómodamente como los diferentes registros de un saber propio trabajo y me sirven de estímulo en el intento de
universal, o como quien es capaz de seguir con seguri- mejorar mi propio rendimiento como analista. Me parece
dad un tema con sus variaciones a través de notaciones que de la labor de Liberman no sólo podemos decir lo que
distintas. Sabía también acompañar la ejecución de ese él mismo sostuvo en su obra escrita, como por ejemplo
noble juego en sus distintas evoluciones con el cuidado- que “el insight, como resultado de la elaboración psicoanalíti-
so rigor del científico que siempre trató de ser”. ca inconsciente, está asentada en el postulado de Chomsky
La importancia que el hecho de haber recibido educa- acerca del grado de gramaticalidad, competencia y actuación
ción musical y haber sido músico tuvo para Liberman es en los que los componentes semánticos y sintácticos se originan
evidente y hay comentarios y trabajos que lo mencionan por la creatividad del paciente-hablante como inventor de su
explícitamente2. Lo que yo me propongo es aclarar y ex- propia lengua”. Creo que la creatividad tanto del paciente
pandir lo que creo haber captado (palabra que Liberman como del analista, tal como se pone de manifiesto a través
usaba a menudo) en su forma de trabajar y muy particu- de las interacciones en la sesión analítica, hunde sus raíces
larmente en su manera de escuchar: seleccionar la parte en una capacidad no menos rica que la del lenguaje habla-
del material de la que decidía ocuparse, y la manera en do, que es la capacidad de creación musical que Liberman
que finalmente formulaba su interpretación. Para eso la estaba muy acostumbrado a reconocer. Sabemos que le
referencia al juego de los abalorios puede ser útil. Hesse prestaba gran atención a todo lo para-verbal, a los compo-
cuenta en su ficción que el juego efectivamente comenzó nentes prosódicos y fonológicos de todo lo dicho en se-
siendo de abalorios, cuentas de vidrio de tamaño, forma y sión, porque allí encontraba los indicios de la operación
colores diversos; los alambres que las sostenían correspon- de las fantasías inconscientes más primitivas. Pero estos
dían a las líneas del pentagrama y las cuentas a los valores quizás sean para todos nosotros los aspectos de su trabajo
de las notas “con las que se construían, variaban, transpor- más reconocidamente vinculados con sus estudios musi-
taban, desarrollaban, cambiaban, citas musicales o temas cales. Tengo para mí que posiblemente se puedan detectar
inventados y se contraponían a otros”. Pero el desarrollo en su modo de trabajar otros elementos igualmente vincu-
del juego llevó a que comenzara a ser empleado por casi lados con la música aunque menos reconocibles. Por de
todas las ciencias, “poco después comenzó a trabajar con pronto, escuchar todas las voces que es capaz de hacer es-
este método la filología y a calcular figuras idiomáticas en cuchar una sola persona. Luego, escuchar todas las voces
la misma forma en que la física calculaba procesos natura- provenientes de ambos miembros de la pareja analítica.
les”. Gracias a su poder de universalidad el juego se expan- Encontrar el momento y el tono adecuado para interpre-
dió hasta pasar a constituir una lengua con múltiples po- tar, esto es dar entrada a la voz terapéutica. Decidir si la se-
sibilidades y quien las dominara al jugar sería el magíster sión transcurrirá como un canon, o una fuga, o cualquier
ludi. otra forma musical. O si se tratará de una jam session. Y por
último, como en la música de cámara, la sobriedad, la con-
centración, la economía de medios, el magno descubri-
2. Dupetit (Psicoanálisis, 1985,VII,1-2, 12); Zac (loc. cit., 37); Is- miento de la grandiosidad de lo íntimo.
saharoff (2003, Revista de la SAP, 6, 104). Como en el juego de la ficción de Hesse, la maestría de
Liberman consistía, a mi juicio, en la posibilidad de reco- sigo creyendo que resume bien la preocupación de Liber-
nocer en cualquier enunciado o en cualquier acción su man por la precisión y a la vez por la sencillez y la falta de
pertenencia simultánea al psicoanálisis, a la lingüística o a ampulosidad. Juan de Mairena propone un ejercicio a su
la música, o aún al dominio de otras ciencias. Aprendí de alumno: “Sr. Pérez, por favor ponga Vd. en lenguaje poético es-
Liberman que la pertenencia a esos variados dominios es ta frase: Los eventos consuetudinarios que acaecen en la rúa”.
natural y que no debemos pretender imponer la hegemo- Y a través de Pérez responde Antonio Machado: “lo que pa-
nía de uno sobre los otros sino encontrar sus puntos de in- sa en la calle” ■
tersección y buscar en ellos los elementos más útiles para
la labor analítica, que quizá podemos imaginar como un Samuel Zysman
“juego de abalorios” más próximo a nosotros. Al igual que (de la “Jornada de homenaje al Dr. David Liberman”
en mi nota de 1984, dejé para el final una cita poética que APdeBA, 15 de noviembre de 2003).
Volumen XIV, 2003 años que realizan tentativas de N° 53, pág. 235.
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