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Reflexión sobre la ingeniería portuaria en el siglo XX y XXI

La historia de los puertos está íntimamente ligada a la historia de la navegación y del comercio.
Seguramente los primeros grandes navegantes del Mediterráneo fueron los cretenses, pero poco ha
quedado hoy en día de sus infraestructuras portuarias. Las primeras obras de este tipo de las que
ese tiene constancia, 2000 años ante de Cristo, se deben a egipcios y fenicios. Así, las primeras
referencias arqueológicas correspondientes a un puerto se han hallado junto a la isla de Pharos, en
Egipto, famosa especialmente por la torre iluminada que servía de guía a los barcos y que ha dado
nombre genérico a estas construcciones. Este puerto fue construido bajo el reinado del faraón
Serunset, destruido y sepultado bajo las aguas posteriormente por un terremoto y reconstruido más
tarde por Alejandro Magno.

En cuanto a operativa portuaria, hasta mediados del siglo XIX las operaciones de carga, descarga
estiba y desestiba se realizaban manualmente, lo que generaba una importante demanda de mano
de obra y requería un reducido volumen de los bultos transportados. A partir de este momento
empiezan a usarse con mayor profusión elementos mecánicos en estas operaciones y a principios
del siglo XX empiezan a ser habituales las gruas a borde de muelle. Desde el punto de vista
constructivo, hasta este momento los únicos materiales utilizados en la infraestructura portuaria son
la piedra la madera, no es hasta finales del siglo XIX que se introduce el hierro en la construcción de
pilones. Hoy en día los materiales constructivos básicos son la piedra, el hormigón y el acero. En
1912 por primera vez se monta un motor Diesel a un mercante, el danés Selandia.

En cuanto a la gestión, desde la segunda mitad del siglo XIX se han ido introducido en España
diferentes instrumentos para la administración portuaria: en 1869 se crean las Juntas de Obras de
los puertos, con dependencia directa del Ministerio de Obras Públicas; en 1978 se concede un
régimen de autonomía a los puertos de Barcelona, Bilbao, Huelva y Valencia, con lo que en estos el
organismo de gestión pasa a ser el Puerto Autónomo, mientras que en el resto se mantienen las
Juntas de Obras; en 1992, mediante la Ley 27/1992 de Puertos del Estado y de la Marina Mercante,
se crean las Autoridades Portuarias como organismos de gestión de cada uno de los puertos de
interés nacional, junto con el Ente Público Puertos de Estado, encargado de coordinar la política
portuaria del gobierno; esta Ley se modifica posteriormente, aunque manteniendo la misma
estructura administrativa, en 1997 y 2003.

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