Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ECONOMI ́A AMBIENTAL
En este sentido, las empresas no pueden actuar ni sobrevivir al margen de la sociedad en la que se
ubican. Asi ́, al mismo tiempo que las sociedades occidentales comenzaban a preocuparse por las
con- secuencias ambientales de su modo de vida, las empresas comenzaban a incorporar, lenta
pero pro- gresivamente, variables ambientales en su planificación. Cada vez se haci ́a más
necesario desarrollar instrumentos para la gestión del impacto ambiental de sus actividades en un
escenario caracterizado por la creciente demanda social de protección ambiental y por la presión,
sobre todo legislativa, por parte de las Administraciones Públicas. Estas presiones externas
llevaron, en primera instancia, a dise- ñ ar medidas correctoras de final de tuberi ́a o de li ́nea (end
of pipe). Progresivamente el peso de las variables ambientales se fue incrementando hasta
alcanzar la integración plena en la gestión empresa- rial a medio y largo plazo, de forma que el
medio ambiente se convierte progresivamente en un factor de competitividad y diferenciador de
productos y empresas. El objetivo pasa a ser producir lo mismo o más con menos recursos y
menos residuos (ecoeficiencia) y, en muchos casos, esto aumenta el valor del producto final.
En definitiva, a pesar de que el medio ambiente se vei ́a inicialmente como un coste añ adido por
parte de las empresas, con el tiempo, ha ido convirtiéndose en una variable de gestión que resulta
en mejoras de calidad y eficiencia en los procesos productivos, haciendo incluso posible la
reutilización de residuos como materias primas o su reciclado, mejorando la imagen de la
empresa y dando lugar a productos con valor en el mercado. En este proceso ha influido de forma
determinante la asunción, por parte de las empresas, de que su actividad no puede ni debe
aislarse del entorno, de la sociedad, o de las expectativas de sus principales interlocutores.
En este proceso, fueron las multinacionales las pioneras en percibir que la aceptación social con-
tribui ́a al éxito económico. Los gestores de estas compañ i ́as comenzaron a utilizar en la década de
los 80 argumentos ambientales en la publicidad de sus productos para demostrar que eran
«limpios y ver- des». En los 90 las empresas recibieron un nuevo esti ́mulo para asumir su relación
con el medio- ambiente a través de la introducción de las certificaciones de gestión ambiental
(serie ISO 14000 y el Esquema de Ecogestión y Ecoauditori ́a da la Unión Europea — EMAS) y del
incremento y endureci- miento de la normativa ambiental.
El objetivo general de este capi ́tulo es describir la relación entre la empresa y el medio ambiente,
siguiendo el enfoque del WDCSD y considerando el medio ambiente como una oportunidad (de
1nEl Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible o World Business Council for
Sustainable Deve- lopment (WBCSD) se fundó durante el periodo previo a la Conferencia de la
ONU sobre Medio Ambiente y Desarro- llo de Rio, 1992. Actualmente engloba a 175 empresas
internacionales con el objetivo de extender el concepto de sostenibilidad en la gestión empresarial
(más información en http://www.wbcsd.com).
La amplitud de la temática que se aborda en este capi ́tulo requiere un esfuerzo de si ́ntesis que ine-
vitablemente impide la profundización en las múltiples y diversas temáticas planteadas. Se ha
optado por proporcionar un extenso listado de lecturas complementarias y sitios web para el
lector que desee completar la información aqui ́ esbozada o buscar datos reales que ilustren los
conceptos descritos.
Reducció n de costes
Aumento de ingresos
Mejora de la competitividad
Los competidores intentan evitar el llamado dumping ecológico que se basa en el hecho de que las
normas ambientales se exigen por igual a todas las empresas del mercado (aplicado
fundamentalmen- te cuando existen bloques de pai ́ses con una normativa ambiental común como
ese el caso de la UE), de forma que el incumplimiento de estas normas no sea causa de reducción
de costes de producción, mejorando la competitividad de algunas empresas. Por tanto, se produce
dumping ecológico en aque- llas empresas cuyos costes de producción no incorporan el coste de
internalizar las regulaciones o poli ́- ticas ambientales. Es obvio que una empresa que cumple la
legislación y, por tanto, produce a un coste superior, puede demandar a la empresa que incumple
para que asuma los costes ambientales y asi ́ obli- garla a competir en igualdad de condiciones.
Esta relación fundamental entre la actividad empresarial y sus diferentes interlocutores ha dado
lugar al concepto de Responsabilidad Social Corporativa (RSC). La RSC se produce cuando las
empresas deciden voluntariamente contribuir al logro de una sociedad mejor y un medio
ambiente más limpio a través de sus operaciones comerciales y las relaciones con sus
interlocutores (Comisión de las Comunidades Europeas, 2001). Según el WBCSD la Responsabilidad
Social Corporativa es «el com- promiso de las empresas de contribuir al desarrollo económico
sostenible, mediante la relación con los empleados y sus familias, la comunidad local y la sociedad
en general, con el objetivo de mejorar su calidad de vida».
La responsabilidad social de las empresas no sólo implica cumplir con las obligaciones juri ́dicas,
sino también ir más allá invirtiendo en capital humano, en el entorno y en las relaciones con sus
inter- locutores y ver esta inversión como una oportunidad de mejorar la competitividad de la
empresa. La aplicación de normas más estrictas que los requisitos de la legislación, por ejemplo en
materia de for- mación, condiciones laborales o relaciones entre dirección y trabajadores,
normalmente tiene un impacto directo en la productividad. De la misma forma, en materia
ambiental, el conocimiento y la experiencia en nuevas tecnologi ́as y el desarrollo de estrategias
respetuosas con el entorno puede mejorar la competitividad de la empresa.
En la práctica y a nivel internacional, a través de, por ejemplo, la poli ́tica comercial y de coopera-
ción para el desarrollo, las instituciones internacionales pueden incidir directamente en el
comporta- miento empresarial. Asi ́, son destacables el pacto mundial de las Naciones Unidas (UN
Global Compact, 2000), la Declaración tripartita de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
sobre las empresas multinacionales y la poli ́tica social (ILO’s tripartite declaration of principles
concerning multinational enterprises and social policy, 1977/2000) y las directrices de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) para las empresas
multinacionales (OECD guideli- nes for multinational enterprises, 2000). Estas iniciativas no son de
obligado cumplimiento pero están apoyadas por la voluntad de los gobiernos de fomentar su
adopción por parte de las empresas.
Las directrices de la OCDE sobre RSC incluyen un mecanismo de aplicación en el que participan los
gobiernos e interlocutores sociales. Su contenido abarca varios ámbitos de responsabilidad social
tales como el trabajo infantil y forzado, las relaciones sociales, la protección del medio ambiente,
la protección de los consumidores, la transparencia y la publicación de información reservada, la
lucha contra la corrupción, las transferencias de tecnologi ́a, la competencia y la fiscalidad.
Los principales agentes del cambio empresarial hacia una gestión integradora de sus impactos en
el entorno son aquellos que presionan a las empresas a incorporar criterios ambientales en sus
deci- siones de gestión y, en último término, a reducir su impacto sobre los recursos naturales y el
medio ambiente. Estos factores se analizan a continuación agrupados en (i) cambios en las
preferencias socia- les, (ii) las Administraciones Públicas como reguladores y (iii) el medio
ambiente como factor de com- petitividad.
Los impactantes efectos de los accidentes industriales sobre la opinión pública, la labor de las ONG
y los grupos de presión de defensa del medio ambiente, la cada vez mayor evidencia cienti ́fica de
los efectos sobre la salud humana y los ecosistemas de las emisiones y residuos, desembocaron en
el cam- bio de enfoque hacia la gestión del medio ambiente en las empresas.
Los accidentes de plantas qui ́micas como las de Seveso (Italia) en 1976 o Bhopal (India) en 1984, o
el de la planta de Sandoz (Suiza) en 1986; de centrales nucleares como la de Three Mile Island
(EEUU) en 1979 o Chernobyl (Rusia) en 1986; de petroleros como el Amocco Cadiz (Francia) en
1978, el Exxon Valdez (EEUU) en 1989 o el más reciente del Prestige (Españ a) en 2002, son sólo
una muestra de las numerosas catástrofes ambientales ocurridas en todo el mundo a lo largo de
las últimas décadas Estas catástrofes funcionaron como germen de la preocupación ambiental y
del aumento de la conciencia social en relación con el medio ambiente.
No obstante, aunque estos desastres fueron el detonante, la preocupación ambiental fue expan-
diéndose hasta alcanzar los efectos ambientales de toda actividad productiva, y no sólo las graves
con- secuencias de estas catástrofes industriales. Inicialmente fueron las ONG ambientalistas y las
asociaciones de consumidores las que comenzaron a difundir información y a llamar la atención
sobre los problemas ambientales derivados de los procesos de producción y consumo y su riesgo
para los ecosistemas y la salud humana. La cada vez mayor evidencia cienti ́fica de los efectos de
determinados contaminantes fue un elemento adicional que otorgó fiabilidad y credibilidad a la
información propor- cionada por estos activos grupos de presión.
Asi ́, a consecuencia de las grandes catástrofes, pero también de la acción de las ONG y los grupos
de presión de defensa de la naturaleza y del mayor y mejor acceso a la información, surge una
sociedad que incorpora demandas ambientales, de productos y procesos menos nocivos para el
medio ambiente, entre sus demandas de calidad. En general, podri ́amos afirmar que la presión
social sobre las empresas tiene varias vertientes: en primer lugar, como
ciudadanos/votantes/contribuyentes, influyen sobre las Admi- nistraciones Públicas para
endurecer la legislación ambiental y el control de las actuaciones de las empre- sas; en segundo
lugar, como consumidores, sus preferencias configuran las caracteri ́sticas de la demanda e
influyen sobre las decisiones de producción de las empresas. Además, si los consumidores están
dis- puestos a pagar más por productos y servicios más «ecológicos», surge una oportunidad para
aquellas empresas cuyos productos y servicios incorporen ventajas medioambientales: el mercado
verde.
Como ejemplo de la evolución de la conciencia social, que es uno de los factores que más ha con-
dicionado los cambios en las empresas, describiremos los resultados de una encuesta realizada a
nivel
europeo. Se trata del EUROBARÓ METRO 58.0 (The European Opinion Research Group, 2002). En
esta encuesta realizada en septiembre y octubre del 2002 a más de 16.000 europeos se observa el
cambio de concienciación pública hacia determinados problemas ambientales y su solución. Asi ́, la
Tabla 9.2 nos muestra como pocos entrevistados consideran que la actividad humana está en
armoni ́a con el medio, el 4% de los encuestados (Portugal alcanza el 9%, y es el porcentaje más
alto). Existen dos grupos que poseen aproximadamente el mismo peso: aquellos que defienden
una visión más optimista, en torno al 45% de los europeos, más defendida por los ciudadanos de
Suecia, Francia y Grecia, y aquellos más pesimistas, como los italianos, alemanes y daneses. Es
destacable que la visión más optimista preva- lece en individuos con más añ os de educación.
Tabla 9.2NSituación actual y perspectivas futuras respecto al estado del medio ambiente (%
encuestados).
Respecto a los problemas ambientales que más preocupan a los europeos están aquellos
relacionados con la actividad industrial. En concreto, el 50% de la muestra se declara muy
preocupada por los riesgos asociados a la energi ́a nuclear y sus residuos, y el 45% por los desastres
ambientales causados por las actividades industriales. Asimismo, si comparamos los resultados de
las encuestas realizadas en el añ o 1999 con las realizadas en el añ o 2002, se observa un aumento
generalizado de la preocupación por pro- blemas relacionados con la contaminación de ri ́os y lagos
(15 puntos porcentuales superior en el 2002) y de mares y costas (10 puntos porcentuales),
además de por los desastres naturales, opinión quizás condi- cionada por las inundaciones
ocurridas en centroeuropa en el añ o de realización de las encuestas.
Tabla 9.3NMedidas para solucionar problemas ambientales
En esta encuesta, se pidió a los encuestados que eligiesen entre un conjunto de soluciones las más
úti- les para solucionar de forma más eficaz los problemas ambientales (Tabla 9.3). En general, se
observa una preferencia general por regulaciones más estrictas (48% de la muestra) y,
paralelamente por incrementar la información y concienciación (45%). Mejorar la aplicación de la
legislación y aplicar impuestos a los contaminadores son las siguientes opciones por orden de
preferencia (40% y 36%, respectivamente). Por pai ́ses, Grecia, Holanda y Suecia defienden en
mayor medida la aplicación de regulaciones más estrictas (62%, 61% y 57%). En Francia existe una
mayor preferencia por aplicar el principio «quien contamina, paga», con un 49% de la muestra a
favor comparada con la media europea del 36%.
La sociedad ha asumido que tiene derecho a vivir en un medio ambiente saludable y, por tanto,
que debe exigir responsabilidades en el caso de una degradación del mismo. En consecuencia, las
empre- sas se ven en la obligación de demostrar que toman las medidas necesarias para minimizar
su impac- to ambiental y que utilizan de forma sostenible los recursos.
La regulación en materia ambiental, definida y aplicada por las Administraciones Públicas compe-
tentes, bien sean estas estatales, regionales o locales, es el primer y principal motor de los
cambios empresariales en materia ambiental. Como se ha abordado en capi ́tulos anteriores, la
regulación gu- bernamental es necesaria por la presencia de externalidades o ineficiencias del
mercado en la asigna- ción de recursos.
La regulación inicialmente estaba restringida a las normativas de mandato y control (véase Capi ́tu-
lo 7). Se aplicaron, según este esquema, prohibiciones relacionadas con el uso de determinados
inputs en los procesos productivos. Un ejemplo es la prohibición de utilizar carbón que supere un
determina- do nivel de impurezas en las centrales termo-eléctricas; o la prohibición de utilizar DDT
como pesti- cida en cultivos agri ́colas. A medida que surgi ́a evidencia cienti ́fica sobre umbrales o
concentraciones a partir de las cuales comenzaban a aparecer efectos sobre la salud o los
ecosistemas, se establecieron estándares o li ́mites a los niveles de emisión o inmisión de
determinados contaminantes. Los li ́mites y autorizaciones para la ubicación de determinados
procesos productivos en lugares especi ́ficos, bien
por la especial sensibilidad ecológica de los mismos, bien por su cercani ́a a núcleos de población,
constituyen otra forma de regulación generalmente aplicada.
Finalmente, los instrumentos regulatorios más recientes y novedosos son los instrumentos de tipo
económico, que inciden sobre las decisiones de las empresas, pero que incorporan mayor
flexibilidad y, por tanto, son más coste-eficientes. Entre estos nuevos instrumentos podri ́amos
destacar los impuestos y subvenciones ambientales, los permisos de contaminación transferibles,
etc. También los incentivos a la I+D+i (Investigación, Desarrollo e Innovación) en métodos de
reciclaje y reutilización, ahorro energé- tico y de materias primas, reducción de volumen y carga
contaminantes de emisiones, vertidos o resi- duos, etc., se deben incorporar como instrumentos
de poli ́tica ambiental de la Administración Pública.
Finalmente, la regulación en sentido amplio también influye en la gestión ambiental de las empre-
sas mediante la integración de mercados y el consiguiente incremento de las presiones
competitivas sobre la empresa; salvaguardando la competencia y la libre entrada y estimulando la
adopción de estándares de eficiencia como los ISO 14001 o EMAS.
La empresa con una correcta gestión ambiental puede beneficiarse de una posición de ventaja
frente a sus competidores. Teniendo en cuenta que la regulación ambiental es el marco impuesto
por la normativa de las Administraciones Públicas y es el contexto en el que la empresa desarrolla
sus actividades, los direc- tivos pueden encontrar en el cumplimiento (y avance) de la regulación
una ventaja competitiva, tanto minimizando sus efectos negativos sobre el medio (reducción de
costes internos y externos, y mejoras en la eficiencia de productos y procesos), como maximizando
los efectos positivos (incremento en los ingre- sos) a través de nuevos sectores y oportunidades de
negocio relacionados con las tecnologi ́as ambien- tales. En relación con la competitividad, la
globalización y el incremento de la competencia en los mercados se han hecho necesarios
estándares de reconocimiento internacional para productos y servicios (por ejemplo, normas ISO
14000), que serán contempladas en un epi ́grafe posterior.
La empresa se enfrenta a la disyuntiva mediante la cual considera a la gestión ambiental como una
ventaja competitiva en el mercado, pero también es consciente de los efectos ambientales y
riesgos asociados a su actividad y que, la corrección de los mismos conlleva un coste. Existen
diferentes enfo- ques empresariales, a la vista de este conflicto. En la Tabla 9.5 se presentan las
posibilidades.
En primer lugar, la empresa puede adoptar una postura reactiva, caracterizada por una actuación
medioambiental presionada por las regulaciones y el entorno social, centrada en cumplir las
exigen- cias legales mi ́nimas y en que estas se formalicen y apliquen al resto de empresas
competidoras. Este tipo de empresa es posible que evite los problemas a corto plazo pero vive con
retraso los cambios del mercado y pierde competitividad a largo plazo.
En cambio, la empresa socialmente responsable asume que su actividad está intri ́nsecamente rela-
cionada con la sociedad en la que opera, utiliza la gestión ambiental como elemento de mejora de
su imagen y, por tanto, de su competitividad. Finalmente, la empresa sostenible es la que
aprovecha las nuevas oportunidades de negocio en los mercados existentes, e incluso en los
nuevos mercados, a rai ́z del cambio hacia la calidad de vida como objetivo de la sociedad. El
proceso de innovación que asu- men estas empresas las lleva normalmente a disfrutar de una
posición de liderazgo en los mercados en los que operan.
Los epi ́grafes posteriores profundizarán en este último argumento de la estrategia ambiental en la
empresa, analizando en primer lugar (epi ́grafe 9.3), algunos indicadores de adaptación de la
empresa y, en segundo lugar (epi ́grafe 9.4 y 9.5), algunos instrumentos de gestión ambiental.
De la misma forma que se han diseñ ado i ́ndices de desarrollo sostenible para pai ́ses y/o regiones,
surge la necesidad de definir i ́ndices que nos informen sobre el grado de integración de la poli ́tica
empresarial con el desarrollo sostenible. Los indicadores deben ser, de nuevo, limitados en
número, relevantes, simples y útiles.
Inicialmente, y debido a que los inversores valoran positivamente las prácticas de sostenibilidad de
las empresas, las empresas asumen que es importante realizar un esfuerzo de comunicación y
transmisión de información sobre riesgos y oportunidades derivadas de su estrategia de
sostenibilidad. Asi ́ surgen las Memorias de Sostenibilidad, normalizadas y estandarizadas a través
de la Global Reporting Initiative3, que impli ́citamente suponen un compromiso para medir
variables ambientales, sociales, laborales, etc.
ECONOMI ́A AMBIENTAL
9.3.1NLa ecoeficiencia (E/E) Ante la necesidad de evaluar el comportamiento ambiental de las
empresas surge el concepto de eco-
Para la OCDE, el concepto es más amplio, englobando gobiernos, otros sectores económicos, con-
sumidores, etc.: «La ecoeficiencia expresa la eficiencia con la cual los recursos ecológicos son
utilizados para satisfa- cer las necesidades humanas. Puede ser considerada como la ratio de un
output dividido por un input; siendo el output el valor de los productos y servicios producidos por
una empresa, sector, o economi ́a en su conjunto, y el input, la suma de las presiones ambientales
generadas por la empresa, sector o econo- mi ́a. Medir la ecoeficiencia depende de la identificación
de indicadores de input y output».
La ecoeficiencia o eficiencia ambiental, respecto a los recursos naturales como input o al medio
ambiente como sumidero de residuos, se puede estimar para una determinada empresa o una
planta (nivel microeconómico), un sector económico, por ejemplo, industria, energi ́a, transporte,
turismo (nivel sectorial) o un pai ́s o región (nivel macroeconómico).
Normalmente se define como el ratio del Valor Añ adido Bruto (VAB) respecto a la cantidad fi ́sica
de recursos naturales utilizados y/o cantidad de contaminantes emitidos (presión ambiental), en
defi- nitiva, el VAB por unidad (fi ́sica) de uso de los recursos naturales o ambientales. No existe un
i ́ndice único o agregado de presión ambiental por lo que la ecoeficiencia se calcula para los
diversos indica- dores de consumo de recursos o generación de residuos.
El VAB se suele calcular a coste de factores y a precios constantes (Comisión Europea, 1999), y se
define como la renta bruta obtenida de la actividad una vez ajustada por subvenciones e
impuestos indirectos. Se valora a precios constantes para obtener un indicador de volumen
(evitando el efecto de los precios). Se utiliza este indicador de producción por su amplio uso en
indicadores de productivi- dad; porque es el indicador más relevante y útil para la comparación de
resultados a nivel de sector, subsector, rama empresarial, etc.; finalmente, no suele existir
problema de disponibilidad de datos de valor añ adido.
La ecoeficiencia es un concepto clave porque proporciona información sobre la relación entre cre-
cimiento económico y deterioro ambiental. Asi ́, un aumento de la ratio representa una mejora en
la ecoeficiencia o desempeñ o ambiental de la empresa.
En el largo plazo, el crecimiento del output es siempre positivo. Si este crecimiento de la produc-
ción es igual o inferior al crecimiento de la ecoeficiencia, se dice que existe una disociación
absoluta entre presión ambiental y crecimiento económico. En tal caso, las presiones ambientales
se estabiliza- rán o eventualmente disminuirán a pesar de la expansión continua del output. Si, en
cambio, el creci- miento del output es mayor que la mejora en ecoeficiencia, la presión ambiental
en términos absolutos aumentará, aunque en menor medida que el crecimiento de la producción,
y se dice que existe diso- ciación relativa.
ECONOMI ́A AMBIENTAL
Los inputs ambientales son la energi ́a, tierra y materias primas (también los residuos reciclados o
reutilizados), y los outputs, los efluentes li ́quidos, las emisiones al aire y los residuos, que
contribuyen al agravamiento de problemas ambientales como la destrucción de la capa de ozono,
la acidificación, la eutrofización, la dispersión de toxinas, la pérdida de biodiversidad, etc. Todos
los indicadores ambientales se restringen a presiones directas. Estos se clasifican en indicadores
genéricos, válidos para todos los subsectores (Tabla 9.6), e indicadores especi ́ficos para cada
sector.
Con el objetivo de visualizar de forma simplificada la evolución de la ecoeficiencia y, en ausencia
de un i ́ndice de presión ambiental único, se condensa la información del indicador económico y de
los indicadores ambientales en un solo gráfico, representando su variación relativa durante un
periodo determinado de tiempo (en la Figura 9.4 entre 1994 y 1995) y proporcionando una
información visual directa sobre la evolución de la ecoeficiencia.
En la Figura, el eje de las Y representa la variación del VAB y el de las X la variación de los indi-
cadores ambientales en el periodo. Cada indicador se define, por tanto, por dos coordenadas (X,Y),
siendo Y la variación de VAB y X la variación del indicador ambiental. Por ejemplo, en la Figura 9.4,
el indicador de ecoeficiencia respecto a las emisiones de CO2 tiene como coordenadas (5.8, 5).
Como el crecimiento del VAB indica una evolución positiva mientras que el incremento de los indi-
cadores ambientales es un dato negativo, la ubicación de la tendencia de cada indicador de
ecoeficien- cia en los cuadrantes del gráfico nos proporciona una información inmediata. Asi ́, las
tendencias ecoeficientes o positivas se situan en los dos cuadrantes superiores, siendo los
inferiores negativos o no ecoeficientes. Existen a su vez en sub-áreas: (++) y (+) para la parte
eficiente, y (− −) y (−) para indicar la intensidad de la ineficiencia ambiental.
(++): Eficiencia total. VAB e indicador ambiental se mueven en dirección positiva, aumentando el
primero y disminuyendo el segundo.
(+): Eficiencia media. Una de las coordenadas vari ́a en dirección positiva y la otra en dirección
negativa, pero la variación positiva compensa la negativa.
(−): Cada indicador tiene una de las coordenadas que vari ́a en dirección positiva y la otra en direc-
ción negativa, pero la variación negativa es superior a la positiva.
En la Figura 9.4 todos los indicadores se sitúan en los dos ejes superiores, mostrando que la
industria qui ́mica francesa es ecoeficiente respecto a los indicadores ambientales considerados. Se
observa que existe ecoeficiencia total (++) respecto a las emisiones de compuestos orgánicos volá-
tiles (VOC) y de óxidos de nitrógeno (NOx). Ambos tipos de emisiones decrecieron mientras el VAB
aumentó. Los restantes tres indicadores son de media eficiencia (+). El consumo de energi ́a, la
gene- ración de residuos y las emisiones de CO2 aumentaron pero en menor proporción que el
incremen- to en VAB.
El siguiente modelo de crecimiento analiza la relación entre gastos ambientales, crecimiento eco-
nómico y mejoras en ecoeficiencia (Comisión Europea, 2002). Se trata de una versión del modelo
de crecimiento clásico de Harrod-Domar (Wan, 1971). Supongamos que el crecimiento del output
(Y) es una función simple de la inversión agregada (I),
Y = I
donde es la tasa de crecimiento del output respecto al capital invertido. La inversión agregada
depen- de del ahorro agregado,
I = s(1 − e)Y
Y =s(1−e) Y
(9.3)
(9.4)
Donde π indica la tendencia a largo plazo de las mejoras en ecoeficiencia y F(e) es una función cón-
cava de la renta real, e. La teori ́a que subyace a esta ecuación es que para aumentar la tasa de
creci- miento de la ecoeficiencia por encima de la tendencia π, se requiere que un porcentaje
creciente de output se destine a gastos ambientales.
En el Figura 9.5 la curva de crecimiento del output representa la ecuación (9.1). Se trata de una
cur- va decreciente en e. La relación entre el gasto ambiental y el crecimiento del output es
negativa9. En general, los gastos ambientales para la empresa, al menos a corto plazo,
representan un coste que ini- cialmente no proporciona un output con valor de mercado. A medio
plazo, en cambio, es posible que refuerce su posición competitiva y la imagen de la empresa frente
a sus interlocutores.
En el mismo gráfico, la curva de ecoeficiencia representa la ecuación (9.4), con ordenada en el ori-
gen π y creciente en e pero a una tasa decreciente. Esta curva muestra rendimientos decrecientes
del
332
ECONOMI ́A AMBIENTAL
gasto ambiental. Por ejemplo, inicialmente se pueden obtener relativamente importantes mejoras
en ecoeficiencia con técnicas de fin de li ́nea (end-of-pipe). Avances en materia ambiental a partir
de este punto pueden requerir cambios en los procesos productivos que conllevan gastos más
elevados. Por ello, la relación entre gastos ambientales y ecoeficiencia es normalmente creciente y
muy pronuncia- da en las primeras etapas, suavizándose en fases posteriores. En el li ́mite, se
puede afirmar que exis- ten li ́mites fi ́sicos a la capacidad de mejorar la ecoeficiencia con la
tecnologi ́a existente.
==
Por tanto, esto implica que la tasa de crecimiento de la presión ambiental viene dada por la distan-
cia entre las dos li ́neas del gráfico. A la izquierda de la intersección entre estas dos li ́neas, el
crecimien- to de la presión ambiental es positivo pero menor que la tasa de crecimiento del output
(disociación relativa), mientras que a la derecha del punto de intersección las presiones
ambientales disminuyen (disociación absoluta). La presión ambiental es estable en el punto de
intersección.
Para completar el modelo, supongamos que el gobierno puede puede incidir en el nivel de gasto
ambiental de las empresas mediante, por ejemplo, cambios en la regulación. La curva de
intercambio en la Figura 9.6 muestra las combinaciones factibles: si el gasto ambiental aumenta,
se reducen las pre- siones ambientales pero también el crecimiento del output
Supongamos que las preferencias del gobierno se representan a través de curvas de indiferencia
que representan niveles de utilidad superiores ante presiones ambientales menores y mayores
niveles del output. Por tanto, el gobierno optimiza sus decisiones eligiendo el nivel de gasto
ambiental que le sitúa en la curva de indiferencia de mayor nivel de utilidad. La posición relativa
de estas curvas de indife- rencia depende, en general, del nivel de renta real porque a medida que
esta aumenta, la evidencia CAPI ́TULO 9 Empresa y medio ambiente 333
demuestra que las preferencias se inclinan por una mayor protección ambiental frente a un
incremen- to en el crecimiento económico (el conjunto de curvas de indiferencia se acerca al eje
de abscisas).
Algo similar ocurre con las mejoras en tecnologi ́a ambiental que conducen a un incremento en la
tendencia de la tasa de mejora en ecoeficiencia (π). En la Figura 9.5, esto se refleja mediante un
movi- miento paralelo hacia arriba en la curva de ecoeficiencia, reduciendo la tasa de crecimiento
de la pre- sión ambiental para cada nivel de gasto ambiental. A consecuencia de la mejora en π , la
curva de intercambio en la Figura 9.7 pivotari ́a hacia arriba (ver li ́nea de puntos), en la dirección de
mejoras ambientales pero permitiendo, a su vez, un mayor crecimiento económico.
Ejemplo: Evolución de la ecoeficiencia en Europa (industria manufacturera)
Asi ́, las emisiones de gases causantes de lluvia ácida procedentes de la industria disminuyeron en
dos tercios desde 1980; las emisiones de precursores de ozono cayeron a un cuarto respecto al
mis- mo añ o; las emisiones de gases de efecto invernadero disminuyeron un 10,5% respecto a
1990 —lo que implica una contribución sustancial a los objetivos asumidos en Kyoto—, siendo la
industria manufacturera responsable del 80% de esta disminución; las emisiones de gases que
contribuyen a la 334
ECONOMI ́A AMBIENTAL
Según la propia UE estos resultados son consecuencia del endurecimiento de la poli ́tica ambiental,
pero también de la competencia en los mercados, la inversión en tecnologi ́a (de prevención y
control de la contaminación) y la innovación (en tecnologi ́as y prácticas de gestión). Estas mejoras
ambienta- les han supuesto un incremento en el gasto anual de la industria en protección
ambiental hasta alcan- zar los 32.000 millones de euros en 1998 —equivalente al 2% del valor
añ adido total de la industria o al 0,4% del PIB.
Para ilustrar este análisis de ecoeficiencia, la Figura 9.8 muestra la evolución de la producción y de
las emisiones de CO2 en la industria europea de manufacturas. Se observa que las emisiones de
CO2 en la industria manufacturera europea descendieron un 11% entre el añ o 1985 y el 2000,
aunque las emi- siones totales en Europa aumentaron en el mismo peri ́odo debido sobre todo al
sector del transporte. El descenso se debe fundamentalmente al cambio de carbón y fuel a gas
como combustible. Simultá- neamente la producción en este peri ́odo aumentó un 31%, resultando
en una mejora en ecoeficiencia del 42%. En este caso, el aumento de la producción es superior a la
mejora en ecoeficiencia y existe, por tanto, disociación relativa entre crecimiento y ecoeficiencia.
Figura 9.8 Ecoeficiencia en el sector europeo de manufacturas (emisiones de CO2) I ́ndice 1985 =
100
Tanto las entidades de crédito como los mercados financieros están comenzando a valorar el
compor- tamiento ambiental de las empresas. Las entidades de crédito están cada vez más
interesadas en cono- cer los riesgos medioambientales de sus potenciales clientes, tanto los
relacionados con posibles responsabilidades como con la pérdida de cuota de mercado a
consecuencia de la deficiente adaptación a las demandas ambientales. En los mercados
financieros, los denominados fondos éticos invierten su
Los resultados de este tipo de fondos son prometedores aunque es pronto para afirmar que su
ren- dimiento financiero es definitivamente superior. Sin embargo, los primeros resultados han
despertado el interés de inversores y administradores de empresas. Los reguladores de algunos
pai ́ses como Sue- cia, Dinamarca, Alemania y el Reino Unido están explorando cómo mejorar y
estandarizar los infor- mes ambientales de las empresas para que sean más útiles para los
inversores interesados.
En algunos casos, el factor ambiental puede ser un criterio de selección atractivo desde el punto
de vista de la rentabilidad financiera. Este es el motivo de que se hayan creado i ́ndices sociales de
los mer- cados bursátiles. Su objetivo es funcionar como parámetros útiles para demostrar las
repercusiones positivas sobre los resultados financieros de una selección basada en criterios
sociales.
336
ECONOMI ́A AMBIENTAL
El i ́ndice social más relevante es el Dow Jones Sustainability Index (DJSI), creado en 1999 por Dow
Jones —que publica el indicador bursátil—, STOXX Limited —empresa europea li ́der en el dise- ñ o
de i ́ndices— y SAM Sustainability Group —la organización pionera internacionalmente en inver-
siones sostenibles—. El DJSI refleja el comportamiento de un grupo de empresas li ́deres en gestión
ambiental. Se crearon cinco tipos de i ́ndices: uno global y cuatro regionales para Norteamérica,
Euro- pa, Á sia-Paci ́fico y los Estados Unidos.
• DJSI Mundial. Integra el 10% de las 2.500 mayores empresas del i ́ndice Dow Jones Mundial, en
términos de su comportamiento económico, ambiental y social. Fue creado en 1999.
• DJSI STOXX y DJSI EURO STOXX. El primero integra el 20% de las empresas mejores en tér- minos
de sostenibilidad del Dow Jones STOXX SM 600. El segundo es la parte europea del ante- rior. Fue
creado en 2001.
• DJSI para Norteamérica y DJSI para los Estados Unidos. El primero integra el 20% de las empre-
sas mejores en términos de sostenibilidad entre las 600 empresas norteamericanas más grandes
del i ́ndice Dow Jones Mundial. El segundo es la parte estadounidense del anterior. Fue creado en
2005.
Para cada área existen, a su vez, cinco i ́ndices: uno general y cuatro que eliminan, respectivamen-
te, empresas relacionadas con tabaco, alcohol, juego y a los tres sectores conjuntamente. Estos
i ́ndices están incentivando la creación de productos financieros para inversores que valoran la
componente ambiental a la hora de decidir (Figura 9.10). De hecho, actualmente existen más de
50 licencias en 14 pai ́ses para emitir productos financieros basados en el DJSI.
Figura 9.10 Evolución de los activos basados en el DJSI (en millones de euros)
La construcción del DJSI sigue el siguiente proceso. En primer lugar, la identificación de las
empresas li ́der en sostenibilidad se realiza a partir de la Evaluación de Sostenibilidad Corporativa
que realiza SAM Research11. Posteriormente, las empresas se asignan a uno de los 58 sectores del
i ́ndice y se definen los criterios y ponderaciones utilizados en la evaluación de los riesgos y
oportunidades que
derivan de las poli ́ticas económicas, sociales y medioambientales de las compañ i ́as (Tabla 9.7).
Price- waterhouse Coopers realiza un informe de seguridad externo para garantizar que las
evaluaciones rea- lizadas se completan siguiendo las reglas establecidas. Las empresas se ordenan
dentro de su sector de acuerdo a puntuación en sostenibilidad corporativa y aquellas que
aparecen como li ́deres en sostenibi- lidad se incorporan al DJSI.
nEn el cálculo del i ́ndice de sostenibilidad se utiliza la siguiente fórmula ST = (PRES* PCR* PPR),
siendo ST, la sostenibilidad total, PRES la puntuación otorgada a la pregunta, PCR la ponderación
del criterio y PPR la ponde- ración de la pregunta.
338
ECONOMI ́A AMBIENTAL
Una vez que las empresas se incorporan al i ́ndice son inspeccionadas periódicamente y pueden ser
excluidas en cualquier momento. En estas revisiones se investigan aspectos clave del
comportamiento social y ambiental:
• Prácticas comerciales: fraude fiscal, blanqueo de dinero, fraude en las cuentas, casos de corrup-
ción, etc.
• Abusos de los derechos humanos: discriminaciones, trabajo infantil, etc. • Conflictos laborales:
despidos masivos o huelgas continuas. • Accidentes o eventos catastróficos: muertes, cuestiones
de seguridad laboral, fallos técnicos,
Entre los criterios ambientales utilizados se valora la poli ́tica y gestión ambiental en la empresa, el
desempeñ o ambiental o ecoeficiencia, los informes ambientales publicados y se establecen
criterios especi ́ficos del sector. La Figura 9.11 presenta los resultados, agrupados por sector, del
indicador de desempeñ o ambiental o ecoeficiencia en la industria para el DJSI mundial. Se
observan las puntuacio- nes obtenidas y su distancia respecto a la media.
El DJSI ha crecido un 180% desde 1993, en comparació n con el 125% del I ́ndice Dow Jones Mun-
dial en el mismo periodo. Durante los cinco añ os anteriores a agosto de 2001, el DJSI sobrepasó
cla- ramente al DJ. Mientras el primero obtuvo un rendimiento anualizado del 15,8%, el DJGI
aumentó en un 12,5% durante ese periodo. En general, se espera que las empresas responsables
tengan un rendi- miento superior a la media ya que su capacidad para abordar problemas
medioambientales y sociales es una medida crei ́ble de la calidad de la gestión.
Figura 9.11 Desempeñ o ambiental de la industria (2005)
los gobiernos. Los inicios de estos estudios se encuentran en la Nacional Enviromental Policy Act
(NEPA) de los Estados Unidos, aprobada en 1969. Actualmente son una técnica generalizada en
todos los pai ́ses industrializados, recomendada por organismos internacionales como el PNUMA,
la OCDE y la UE. En el caso de la UE existe una normativa especi ́fica, la Directiva 85/377/CE,
ampliada en 1997 a un gran número de proyectos. Entre los proyectos que deben realizar
evaluación de impacto están las refineri ́as, las centrales térmicas, las instalaciones qui ́micas, la
construcción de autopistas, presas, etc.
El impacto ambiental es el efecto que genera en el medio ambiente cualquier actividad humana y
su análisis ha supuesto un avance significativo respecto a la evaluación de la viabilidad de una
empre- sa, actividad, obra pública, etc. añ adiendo criterios ambientales a los análisis técnicos y
económicos usuales. La novedad es que un proyecto puede no realizarse o ser obligado a
modificar aspectos de su definición, en base a sus impactos ambientales.
Los procesos de Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) son procedimientos juri ́dico-administra-
tivos que tienen como objetivo el análisis real y completo (identificación, predicción e
interpretación) de los efectos que cualquier actuación tiene sobre el entorno, con el objetivo de
prevenir o corregir en la medida de lo posible, estos efectos. Se utiliza normalmente como
instrumento de planificación, al servicio de la decisión, es decir, el proyecto puede ser aceptado,
modificado o rechazado por las Admi- nistraciones Públicas a la vista de la EIA.
El concepto de EIA debe diferenciarse del de Estudio de Impacto Ambiental (EsIA), que son los
trabajos encaminados a predecir las consecuencias del proyecto sobre el medio ambiente y a
estable- cer medidas correctoras. Es un estudio té cnico, interdisciplinar, que normalmente incluye
una des- cripción medioambiental del área afectada antes de la realización del proyecto; la
definición de las modificaciones que el proyecto va a producir y las medidas correctoras aplicables;
también define un programa de vigilancia y recuperación y los posibles impactos residuales que se
espera que perma- nezcan aún después de aplicar las medidas correctoras.
Por otro lado, la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) también es una parte del proceso de EIA.
En este caso recoge la decisión final del organismo competente, una vez que el EsIA ha estado a
exposición pública, a la vista del estudio, las alegaciones e informes institucionales recibidos. Esta
decisión debe determinar si se debe o no llevar a cabo el proyecto y, en caso afirmativo, establece
las condiciones de ejecución.
La Figura 9.12 presenta esquemáticamente el procedimiento administrativo para la realización de
una Evaluación de Impacto Ambiental en Españ a, desde la recepción del proyecto y la realización
de las primeras consultas para determinar el contenido del EsIA (lo que se denomina scoping),
hasta la entrega y exposición pública de este estudio, la revisión del mismo, finalizando con la
declaración de impacto ambiental y el establecimiento del programa de vigilancia y seguimiento.
La participación pública es un elemento fundamental en las EIA, dando oportunidad a los ciu-
dadanos para que contribuyan en la definición de proyectos que les afectan a través del medio
ambiente, y para que influyan en la decisión sobre su viabilidad. Como se observa, esta participa-
ción se lleva a cabo en dos momentos del procedimiento: en el peri ́odo de determinación del
alcan- ce del estudio ambiental o consultas previas, y en el trámite obligatorio de exposición
pública del EsIA.
En el inventario de impactos del EsIA, se contemplan efectos sobre suelos, atmósfera, rui ́dos y
vibraciones, medio biótico, paisaje, medio socio-econó mico y medio cultural y etnográfico. En la
valoración de impactos, estos se suelen evaluar de forma cualitativa, analizando la magni- tud,
importancia, sinergia, reversibilidad y recuperabilidad. Es recomendable la realización de una
evaluación cuantitativa pero realmente, aunque existen métodos de valoración que lo permiten,
no se suele llevar a cabo (al menos no es exigible) la valoración económica o social de estos im-
pactos.