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APA dentro de la justificación a la pregunta, y con la correspondiente referenciación (bibliografía).

1. ¿Qué relación puede establecer entre el adecuado o inadecuado desarrollo de las


funciones ejecutivas y el grado de funcionalidad de los niños dentro en una sociedad?

La función ejecutiva y las habilidades de autorregulación se definen como los procesos mentales
que apoyan a los estudiantes en su capacidad para planificar, enfocar su atención, recordar
instrucciones y hacer malabarismos con múltiples tareas con éxito. La memoria de trabajo, la
flexibilidad mental y el autocontrol son las funciones cerebrales que apoyan las habilidades de
autorregulación. El desarrollo de estas funciones es fundamental para desarrollar habilidades de
funciones ejecutivas de orden superior como el razonamiento, la resolución de problemas y la
planificación (Diamond, 2012). La memoria de trabajo es la capacidad de retener y manipular
distintos elementos de información durante cortos períodos de tiempo, y la flexibilidad mental
se caracteriza por la capacidad de mantener o cambiar la atención en respuesta a diferentes
demandas en diferentes entornos. Y luego está la necesidad siempre presente de autocontrol,
que es, en esencia, la capacidad de establecer prioridades y resistir acciones o respuestas
impulsivas.

Los educadores no pueden discutir que existe una gran necesidad de que los estudiantes
desarrollen estas habilidades; son fundamentales no solo para el proceso de aprendizaje sino
también para la supervivencia en general. Estas son las habilidades que se necesitan para
intervenir en un impulso desaconsejado, resistir la tentación o controlar las emociones en
situaciones difíciles (Diamond, 2012). Entonces, ¿qué pasa si los niños no desarrollan estas
habilidades? Las implicaciones son sombrías, pero no sorprendentes: los niños con poco
autocontrol tienen un camino difícil por delante. Treinta años después, se muestra que estos
niños tienen peor salud y tienden a cometer más crímenes que sus compañeros, lo que refuerza
aún más la necesidad de desarrollar y refinar estas habilidades en los estudiantes que
comienzan a una edad temprana (Diamond, 2011).

Los niños que no tienen funciones ejecutivas bien desarrolladas luchan por ajustar su
comportamiento y lograr cualquier objetivo que requiera planificación, organización y
participación sostenida. Estos objetivos podrían ser algo grande y a largo plazo, como ahorrar
dinero para comprar un juguete, o algo más pequeño e inmediato, como poder prestar atención
a las instrucciones del maestro para una tarea en clase. A veces, los niños que luchan con la
función ejecutiva pueden ser etiquetados como "niños malos" o simplemente con problemas de
comportamiento. Muchas veces estos niños simplemente necesitan ayuda para desarrollar sus
habilidades de función ejecutiva.

Aprender de experiencias pasadas para completar nuevas tareas será difícil para el niño sin
habilidades de funciones ejecutivas. Desarrollar habilidades de función ejecutiva desde el
principio ayudará a prepararlos para la escuela y para las interacciones sociales con sus
compañeros y familiares. También será un componente importante para el éxito en la vida
adulta, como ser capaz de mantener un trabajo o administrar la vida en la universidad.

La función ejecutiva y las habilidades de autorregulación son los procesos mentales que nos
permiten planificar, enfocar la atención, recordar instrucciones y hacer malabares con éxito
múltiples tareas. Así como un sistema de control de tránsito aéreo en un aeropuerto ocupado
maneja de manera segura las llegadas y salidas de muchos aviones en múltiples pistas, el
cerebro necesita este conjunto de habilidades para filtrar las distracciones, priorizar tareas,
establecer y lograr objetivos y controlar los impulsos.

Cuando los niños tienen oportunidades de desarrollar funciones ejecutivas y habilidades de


autorregulación, estos experimentan beneficios de por vida. Estas habilidades son cruciales para
el aprendizaje y el desarrollo. También permiten un comportamiento positivo y tomar
decisiones saludables para nosotros y nuestras familias.

Las funciones ejecutivas involucran regiones del cerebro asociadas con el procesamiento de la
información (incluidas funciones como la atención y la memoria de trabajo), la regulación de las
emociones y el comportamiento (incluidas funciones como el control de los impulsos y la
supresión de respuestas inapropiadas) e incluso la creatividad y algunos aspectos de la
personalidad. (Diamond, 2013; Zelazo et al, 2016). Los niños que tienen problemas con las
funciones ejecutivas pueden tener dificultades con la adecuación social, la planificación de
proyectos, trabajar de forma independiente, recordar detalles, prestar atención o comenzar y
completar tareas.

Los niños con problemas de funcionamiento ejecutivo presentan los siguientes desafíos:

 Dificultad para planificar y completar proyectos.


 Problemas para comprender cuánto tiempo llevará completar un proyecto
 Luchando con contar una historia en la secuencia correcta con detalles importantes y
detalles irrelevantes mínimos
 Problemas para comunicar detalles de manera organizada y secuencial
 Problemas para iniciar actividades o tareas, o generar ideas de forma independiente
 Dificultad para retener información mientras hace algo con ella, como recordar un
número de teléfono mientras marca

Una de las cosas más importantes para recordar acerca de los niños con dificultad para el
funcionamiento ejecutivo es que este es un trastorno tan grande como cualquier otro. Aunque
es una discapacidad invisible, puede tener un profundo efecto en todos los aspectos de la vida
de una persona. Se debe estar preparado para compartir esta información con maestros,
compañeros o supervisores según sea necesario para garantizar que el trastorno no se confunda
con pereza o descuido.
El funcionamiento ejecutivo es un término que los psicólogos usan para describir las muchas
tareas que realizan nuestros cerebros que son necesarias para pensar, actuar y resolver
problemas. El funcionamiento ejecutivo incluye tareas que nos ayudan a aprender nueva
información, recordar y recuperar la información que hemos aprendido en el pasado, y usar esta
información para resolver problemas de la vida cotidiana.

De acuerdo con esta definición, podemos ver cuán importantes son las habilidades de la función
ejecutiva en los primeros años de vida, la infancia y la adolescencia, y cómo los niños con déficit
o problemas de la función ejecutiva tendrán dificultades para adaptarse de manera efectiva a los
cambios ambientales.

Las funciones ejecutivas en los niños son las habilidades esenciales de autorregulación que todos
usamos todos los días para lograr casi todo. Los ayudan a planificar, organizar, tomar decisiones,
cambiar entre situaciones o pensamientos, controlar nuestras emociones e impulsividad, y
aprender de los errores del pasado. Los niños confían en sus funciones ejecutivas para todo,
desde ducharse hasta empacar una mochila y elegir las prioridades.

Los niños que tienen un mal funcionamiento ejecutivo están más desorganizados que otros
niños. Pueden tomar un tiempo extraordinariamente largo para vestirse o sentirse abrumados
mientras realizan tareas simples en la casa. El trabajo escolar puede convertirse en una pesadilla
porque regularmente pierden papeles o comienzan tareas de una semana la noche antes de su
vencimiento.

Los pasos necesarios para completar una tarea a menudo no son obvios para los niños con
disfunción ejecutiva, y definirlos claramente antes de tiempo hace que la tarea sea menos
desalentadora y más alcanzable. Seguir una lista de verificación de pasos también minimiza la
tensión mental y emocional de muchos niños con experiencia de disfunción ejecutiva al intentar
tomar decisiones. A menudo, estos niños se verán tan envueltos en el proceso de toma de
decisiones que ni siquiera comenzarán la tarea. O, si comienzan, están constantemente
comenzando y reiniciando porque han pensado en una mejor manera de hacerlo. Al final, están
agotados cuando llega el momento de seguirlo. Con una lista de verificación, los niños pueden
enfocar su energía mental en la tarea en cuestión.

2. ¿Cómo las alteraciones en el proceso de lenguajes secundarios a un daño cerebral afectan


la forma en que es percibido el niño dentro de su entorno cercano, y que soluciones
propone al respecto?

Los problemas a menudo incluyen dificultad para encontrar palabras, formación de oraciones
deficiente y descripciones o explicaciones largas y a menudo defectuosas. Estos son para cubrir
la falta de comprensión o incapacidad para pensar una palabra. Por ejemplo, al pedir ayuda para
encontrar un cinturón mientras se viste, una persona puede pedir "la cosa circular de vaca que
usé ayer y antes". Muchos tienen dificultades para comprender múltiples significados en chistes,
sarcasmos y refranes o expresiones figurativas como "Una piedra rodante no reúne musgo" o
"Da un salto volador". Los niños con lesiones cerebrales traumáticas a menudo no son
conscientes de sus errores y pueden frustrarse o enojarse y culpar a las personas con las que
hablan por las dificultades de comunicación. Las habilidades de lectura y escritura a menudo son
peores que las de hablar y comprender palabras habladas. Las habilidades matemáticas simples
y complejas a menudo se ven afectadas.

No es sorprendente que estas dificultades puedan convertirse en un problema importante en el


entorno escolar, especialmente después de los grados primarios. Los maestros no solo esperan
más y más comunicación verbal y expresión, sino que sus compañeros también exigen una
mejor comunicación social. Hay una variedad de enfoques que los maestros y asistentes pueden
usar para apoyar el aprendizaje y la comunicación; por ejemplo:

 Disminuir las distracciones auditivas, como conversaciones en voz alta, música u otros
ruidos en el aula.
 Usando un lenguaje simple y directo.
 Proporcionar tiempo suficiente para que el alumno formule una respuesta y la
comunique.
 Promueva tanta independencia como sea posible. Es fácil para un estudiante hablar lo
menos posible y confiar en que otros hablen por ellos, pero, por supuesto, necesitarán
habilidades de comunicación independientes a medida que crezcan.

Los niños con afasia tienen dificultades para hablar, comprender, escuchar, escribir o hacer
cálculos numéricos. A pesar de esto, pueden pensar con claridad y comprender sus
sentimientos, ya que la afasia afecta la comunicación y no el intelecto del paciente con afasia. La
terapia del habla es una opción efectiva para mejorar la comunicación y en el ambiente del aula
necesitan un entorno tranquilo, y un maestro que se comunica lenta, clara y repetitivamente,
usando gestos e imágenes para ayudar a la comunicación.

Los trastornos del lenguaje después de una lesión cerebral se conocen comúnmente como
afasia. La afasia puede afectar todos los aspectos del lenguaje de un niño, como pensar en la
palabra correcta, usar la gramática correcta cuando habla o escribe y comprende lo que escucha
o lee. La causa más común de afasia es el accidente cerebrovascular. La lesión cerebral
traumática, los tumores cerebrales y algunas enfermedades también pueden causar afasia. La
naturaleza y la gravedad del problema son diferentes para cada niño, dependiendo de la
cantidad y ubicación del daño cerebral.

Los niños con dificultades lingüísticas por daños cerebral, puede presentar limitaciones para
comunicarse, debido a que no son capaces de comprender y entender el lenguaje. Algunos niños
con pueden tardar mucho tiempo en pronunciar sus palabras y pueden hablar en oraciones muy
cortas. En otros casos pueden presentar dificultades para hablar pero no para entender el
lenguaje.
Los niños afásicos pueden tener problemas con la sintaxis y la semántica del lenguaje o pueden
no ser capaces de percibir los sonidos de las palabras. La identificación temprana de la condición
es esencial ya que las consecuencias a largo plazo de la afasia en el rendimiento escolar son
inquietantes. La mayoría de los niños afásicos no logran completar su educación, e incluso
aquellos que eventualmente se recuperan pueden ser incapaces de ponerse al día con el terreno
perdido. Para ayudar al niño en el aula, es esencial identificar lo antes posible la disfunción de
procesamiento exacta, ya que el problema puede mostrarse primero por falta de atención en
clase y dificultades de comprensión lectora, a menudo se supone que son problemas de
conducta o trastornos de atención.

Para empezar, algunos niños pueden necesitar terapia individual para manejar y desarrollar
habilidades específicas del lenguaje. La intervención lingüística basada en la escuela también es
muy útil para ayudar a su hijo a desarrollar habilidades y estrategias para hacer frente a sus
dificultades. Las escuelas y los maestros de educación especial pueden ayudar a establecer
programas de educación individualizados para niños con dificultades de lenguaje. También
puede ser necesario el apoyo de un ayudante de maestro para discapacidades del lenguaje más
severas.

Después de una lesión cerebral puede causar una comunicación y comprensión interrumpidas en
un niño. El daño al cerebro, ya sea por accidente cerebrovascular, trauma en la cabeza, tumor o
infección, puede afectar numerosas habilidades y, en última instancia, tener un gran impacto en
la vida diaria de un niño. Cuando las vías para la comprensión y producción del lenguaje son
interrumpidas o destruidas por una lesión en el lado izquierdo del cerebro en particular, se
desarrolla un trastorno del lenguaje adquirido llamado afasia.

Estos niños son percibidos con dificultades para hablar en oraciones cortas o incompletas, usa
palabras irreconocibles y construye oraciones que no tienen sentido, sustituir una palabra o
sonido por otro, malinterpretar lo que otras personas dicen. En general, estas limitaciones
pueden variar en gravedad dependiendo de en qué parte del cerebro se produjo la lesión y qué
tan extensa es. El trastorno del lenguaje puede coexistir con otras afecciones, como disartria,
apraxia y deterioro cognitivo. La afasia no está vinculada ni afecta la inteligencia.

El tratamiento busca restaurar la mayor capacidad del lenguaje posible a través de una terapia
individual, grupal y comunitaria centrada en la rehabilitación cognitiva. Dicha rehabilitación, que
es más efectiva cuando se inicia poco después de la lesión y se adapta a las necesidades del
niño, enseña cómo compensar la pérdida de las habilidades del lenguaje y encontrar otros
métodos para comunicarse. Con frecuencia emplea el uso de:

 Extensos ejercicios de lectura, escritura y seguimiento de instrucciones


 Tarjetas con dibujos y tableros
 Libros de trabajo
 Computadoras y tabletas
 Dispositivos de comunicación aumentativos y alternativos.
Dado el amplio grado de gravedad, los resultados pueden ser difíciles de predecir, aunque los
niños, en virtud de su corta edad, tienden a tener mejores resultados. Y aunque pocos pacientes
recuperan los niveles de comunicación completos previos a la lesión, la mayoría de los pacientes
hacen un proceso significativo.

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