Está en la página 1de 8

Liceo María Auxiliadora

Santa Cruz.

EL GÉNERO NARRATIVO.

Corresponde a la narración o relato de acontecimientos ficticios, generalmente por medio de la


prosa. Estos sucesos se relacionan entre sí, girando en torno a un tema central que se desarrolla a lo
largo del texto. En ese sentido, el autor relata hechos en un tiempo y espacio determinados, por medio
de la voz de un narrador ficticio. A este género pertenecen las novelas, cuentos, fábulas, mitos, leyendas,
etc. El género narrativo, presenta las siguientes características:
 Presencia de un narrador.
 Relación de los acontecimientos ubicados en un espacio y tiempo determinados.
 Presencia de personajes caracterizados física y psicológicamente.
 Dinamismo, es decir, evolución de los hechos y los personajes a lo largo de la historia.
 Predomina la función representativa o referencial del lenguaje.

1.- ELEMENTOS BÁSICOS DE UNA NARRACIÓN.

* Narrador: es un elemento ficticio, creado por el autor, y permanecerá vigente todo el tiempo que la
novela o cuento existan como tales.
* Personajes: son los agentes de la narración, sobre su actividad se constituye la historia y el relato. Son
seres imaginarios que exhiben distintos grados de importancia. El protagonista es el personaje más
significativo del relato. Suele estar presente otro personaje que lo enfrenta, oponiéndose a sus acciones:
es el antagonista. Existen, además, otros personajes secundarios, auxiliares o transitorios que cumplen
roles menores.
* Tiempo: es el tiempo ficticio en el que se desarrollan los acontecimientos en el relato. Por no
corresponder al tiempo real organiza las acciones de modo peculiar.
* Espacio: constituye esa determinación del relato que se refiere al lugar en donde se realiza la acción,
ya sea ligado al especio físico, sociocultural o psicológico que compromete la acción de los personajes.

*******************

• El autor es (o fue) un ser humano siempre externo a la construcción narrativa, y es quien determina el
tipo de narrador que quiere para su historia.
• El lector es el ser humano que actualiza y resignifica el texto narrativo cada vez que lo lee.
• El narratario es también un elemento ficticio supuesto por el relato, es el receptor ficticio que se
configura por todas las marcas textuales que van prefigurando un lector ideal propio de cada texto.
• Los mundos posibles constituyen la creación fundamental y más abarcadora que posibilita el relato. La
constitución de un mundo da carácter de referencialidad al género. El discurso narrativo literario es
creador de mundos autónomos, distintos del mundo real, y sólo existen en el espacio de lo posible. Si
bien es cierto que el mundo real es el referente que presta un carácter de verosimilitud a los mundos
literarios, el escritor, en un trato implícito con el lector, puede apartarse del mundo real para
representar en y sólo a través del lenguaje verbal, nuevas versiones del mundo, pudiendo proyectarse,
incluso, hacia la más desbocada fantasía.
• Las acciones son el centro de lo narrativo, pues esta se considera como una sucesión de acciones. Una
acción no es cualquier incidente narrado o descrito: una acción es en términos simples una decisión que
cambia el curso de los acontecimientos.
EL NARRADOR

El narrador es el ser ficticio creado por el autor de un texto narrativo, que cumple la función de
intermediario en la entrega del relato por el autor al emisor. A través del narrador, el autor organiza y da
forma internamente a la narración, remitiéndose a un mundo ficticio, cuya realidad es independiente del
mundo real, es decir, creada o recreada a partir de éste por medio del lenguaje, de la palabra expresiva
en distintos niveles de representación.

Tipos de narrador según su participación en los acontecimientos.

A.- NARRADOR HOMODIEGÉTICO (O PERSONAJE)  HOMO: IGUAL ; DIÉGESIS: HISTORIA.


En este caso, un personaje asume el papel de narrador y narra desde su perspectiva, por lo cual
conoce los hechos desde su propia experiencia como participante en ellos. Por lo tanto, es un narrador
que forma parte de la historia. Cuenta los sucesos en primera persona gramatical.

A.1.- Narrador protagonista: El narrador protagonista es un narrador personaje que desempeña el rol
principal del relato.
Ejemplo:
“Ha venido Angélica esta tarde y he vuelto a perder tontamente más de media hora de estar con
ella. ¡Qué siempre me pase lo mismo!...Tanto como deseo verla, y tocarla, y sentirla bien
cerquita de mi, y luego pierdo así el tiempo… ¡Me da más rabia!”
Eduardo Barrios, El niño que enloqueció de amor.

A.2.- Narrador testigo: El narrador testigo es un narrador pasivo, observador de los hechos. Puede ser un
personaje que no participa de la acción o que narra los hechos luego de ocurridos, según lo que ve,
escucha o le han contado. Su conocimiento de los hechos es limitado. Puede narrar utilizando una
tercera persona gramatical, sin que desaparezca la primera, que lo posiciona como personaje.
Ejemplo:

“[…] Lo vi desde que se zambulló en el río. Apechugó el cuerpo y luego se dejó ir corriente abajo,
sin manotear, como si caminara pisando en el fondo. Después rebalsó la orilla y puso trapos a
secar. Lo vi que temblaba de frío. Hacía aire y estaba nublado […]”
Juan Rulfo, El hombre.
B.- NARRADOR HETERODIEGÉTICO (NO PERSONAJE)  HETERO: DISTINTA ; DIÉGESIS: HISTORIA:
Narra en tercera persona gramatical. Se reconocen dos tipos: narrador omnisciente y narrador
objetivo u observador.

B.1.- Omnisciente: es aquel que puede conocer el mundo interno de los personajes, sabe lo que sienten
o piensan y en alunas ocasiones, sabe lo que sucederá en el futuro, a través de la interpretación de los
pensamientos o sentimientos de los personajes. Es una especie de dios que todo lo ve y sabe.
Ejemplo:

“Para siempre habría de recordar el instante en que hubo de abandonarla. Cada vez que la
recordaba, sentía que su mundo interior se desplomaba y la angustia inundaba su ser”

B.2.- Objetivo u observador: es aquel que se asemeja a una cámara de cine, registrando sólo los
aspectos externos de los acontecimientos. Se preocupa de entregar datos concretos tanto de personas,
lugares, acciones, etc.
Ejemplo:
“El no contestó, entraron al bar. Él pidió un whisky con agua; ella pidió un whisky con
agua. Él la miró; ella tenía un gorro de terciopelo negro apretándole la pequeña cabeza; sus ojos
se abrían, oscuros, e n una zona azul; ella se fijó en la corbata de él, roja, con las pintas blancas
sucias, con el nudo mal hecho”
Eduardo Mallea, Conversación.
ACTIVIDADES

1. Según la información leída, complete el siguiente esquema.

2. Realice un mapa conceptual con los tipos de narradores y sus características.

3. Reconozca el tipo de narrador presente en los siguientes fragmentos. Justifique el por qué de su
elección.

“Aunque procuraba prestar la mayor atención no entendía nada; no obstante, se esforzaba, tomando
notas, llenando de ellas cuadernos, y no perdía una sola clase. Cumplía con su obligación de la misma
manera que el caballo de una noria da vueltas con los ojos vendados, sin enterarse de la tarea que
realiza”
Flaubert, Gustave. Madame Bovary. Fragmento.
NARRADOR:

“El sol entredoraba las azoteas salidizas de la Segunda Sección de Policía –pasaba por la calle una que
otra gente, la Capilla Protestante- se veía una que otra puerta abierta, y un edificio de ladrillo que
estaban construyendo los masones
Asturias, Miguel Ángel. El señor presidente. Fragmento.
NARRADOR:

“- Está chiflado- dijo el obrero.


-Ahora la gente se vuelve chiflada –dijo la mujer.
-Habría sido mejor llevarlo a la oficina- añadió el batín
Dostoievsky, Fredor. Crimen y castigo. Fragmento.
NARRADOR:
“Le dije que no lo hiciera, pero no me hizo caso. Caminó hasta la ventana, arrojó la piedra, y huyó.
Cuando volví a verlo, me dijo: “mi madre me castigo” pero no importa, seguiré haciendo lo que quiero”
NARRADOR:

“Jugaban tranquilamente, nada molestaba sus risas ni sus gritos, hasta que sintieron sin saber por qué,
un miedo inmenso en sus corazones”.
NARRADOR:

“Ese domingo, frente al arco, miré al arquero a los ojos. Miré a mis compañeros. Pensé en mi familia y en
mis pichangas de infancia. Si anotaba ese penal, se cumpliría el sueño de mi vida”
NARRADOR:

“Siempre supo que lograría todo lo soñado”


NARRADOR:

“Diez días habían pasado desde que tuvo lugar aquella penosa conferencia. No sintiéndome capaz de
cumplir con los deseos de mi padre sobre la nueva especie de trato”.
Isaacs, J, María. Fragmento
NARRADOR:

“Era la época de exámenes y yo tenía que estudiar más de lo que costumbre”


Hesse, Herman. Demian. Fragmento.
NARRADOR:

“No tenía muchas ideas pero trabajaba. Sonreía con sus largos dientes y sus descarnados labios. No era
un gran personaje pero había tomado parte en grandes manifestaciones de masas.”
Rojas, Manuel. Sombras contra el muro. Fragmento.
NARRADOR:

“La mañana del 4 de octubre, Gregorio Olías se levantó más temprano de lo habitual. Había pasado una
noche confusa, y hacia el amanecer creyó soñar que un mensajero con antorcha se asomaba a la puerta
para anunciarle que el día de la desgracia había llegado al fin”.
NARRADOR:

“Hace muchos años tuve un amigo que se llamaba Jim, y desde entonces nunca he vuelto a ver a un
norteamericano más triste. Desesperados he visto muchos. Tristes como Jim, ninguno. Una vez se marchó a Perú,
en un viaje que debía durar más de seis meses, pero al cabo de poco tiempo volví a verlo”.
NARRADOR:

“Estaban sentados frente a frente, ambos en silencio. Ella bebía con lentitud. Procurando no mirarla de
frente, él se inclinó hacia la mujer, extendió la mano derecha y acarició sus dedos. Como impulsada por
un resorte, ella dio un respingo y retiró bruscamente el brazo”.
NARRADOR:

“Estaban sentados frente a frente, ambos en silencio. Ella bebía con lentitud. Procurando no mirarla de
frente, él se inclinó hacia la mujer, extendió la mano derecha y acarició sus dedos. Como impulsada por
un resorte, ella dio un respingo y retiró bruscamente el brazo”
NARRADOR:

“… Como independientes de él (dos palomas), sus manos revolotearon en el aire limpio de la mañana y
fueron a juntarse sobre el misal (…) Pero el sacerdote no pensaba en el Espíritu Santo, ni en palomas.
Pensaba: no tengo escapatoria…”
Blanco, Guillermo. Misa de Réquiem. Fragmento.
NARRADOR:

“El Moro acercó su cabezota y me dijo algo al oído; para disimular le di un terrón de azúcar que tenía en
la mano. Afortunadamente nadie lo oyó, de lo contrario hubieran pensado que yo estaba loco, porque la
gente no habla con los animales (o los animales no hablan con la gente, todo es cuestión de puntos de
vista)”
Gudiño, Eduardo. El Moro. Fragmento.
NARRADOR:

“Cuando Ro vuelve a despertar, la pieza está colmada de sol. Se halla solo en su cama. Le duele la cabeza
(…) Ro se sienta de un salto, pone sus pies en el suelo, se levanta con un sacudón de la orilla de la cama y
se pone la camisa y los pantalones. Desea otro minuto a solas antes de hablar con ella”
Dos Passos, Jhon. Los días mejores. Fragmento.
NARRADOR:

4. Elija uno de los fragmentos anteriores y transfórmelo a las otras voces narrativas (Por ejemplo, si en
el fragmento que escogió hay un narrador homodiegético conviértalo a heterodiegético y viceversa)

5. Indique el concepto de las definiciones entregadas a continuación.

El tipo de narrador que se puede relacionar con una cámara de cine.


El narrador que cuenta su propia historia recibe.
El tipo de narrador que cuenta la historia del protagonista y lo sabe porque participa de ella.
Ente encargado de contar la historia en los textos narrativos.
Narrador que conoce y sabe todo acerca de los personajes.

6. Señale que tipo de narrador presente en el cuento adjunto. Justifique el por qué de su respuesta.
El Padre
Olegario Lazo Baeza.

Un viejecito de barba larga y blanca, bigotes enrubiecidos por la nicotina, manta roja, zapatos de taco
alto, sombrero de pita y un canasto al brazo, se acercaba, se alejaba y volvía tímidamente a la puerta del
cuartel. Quiso interrogar al centinela, pero el soldado le cortó la palabra en la boca, con el grito:
-¡Cabo de guardia!
El suboficial apareció de un salto en la puerta, como si hubiera estado en acecho.
Interrogado con la vista y con un movimiento de la cabeza hacia arriba, el desconocido habló:
-¿Estará mi hijo?
El cabo soltó la risa. El centinela permaneció impasible, frío como una estatua de sal.
-El regimiento tiene trescientos hijos; falta saber el nombre del suyo repuso el suboficial.
-Manuel… Manuel Zapata, señor.
El cabo arrugó la frente y repitió, registrando su memoria:
-¿Manuel Zapata…? ¿Manuel Zapata…?
Y con tono seguro:
-No conozco ningún soldado de ese nombre.
El paisano se irguió orgulloso sobre las gruesas suelas de sus zapatos, y sonriendo irónicamente:
-¡Pero si no es soldado! Mi hijo es oficial, oficial de línea…
El trompeta, que desde el cuerpo de guardia oía la conversación, se acercó, codeó al cabo, diciéndole por
lo bajo:
-Es el nuevo, el recién salido de la Escuela.
-¡Diablos! El que nos palabrea tanto…
El cabo envolvió al hombre en una mirada investigadora y, como lo encontró pobre, no se atrevió a
invitarlo al casino de oficiales. Lo hizo pasar al cuerpo de guardia.
El viejecito se sentó sobre un banco de madera y dejó su canasto al lado, al alcance de su mano. Los
soldados se acercaron, dirigiendo miradas curiosas al campesino e interesadas al canasto. Un canasto
chico, cubierto con un pedazo de saco. Por debajo de la tapa de lona empezó a picotear, primero, y a
asomar la cabeza después, una gallina de cresta roja y pico negro abierto por el calor.
Al verla, los soldados palmotearon y gritaron como niños:
-¡Cazuela! ¡Cazuela!
El paisano, nervioso por la idea de ver a su hijo, agitado con la vista de tantas armas, reía sin motivo y
lanzaba atropelladamente sus pensamientos.
-¡Ja, ja, ja!… Sí, Cazuela…, pero para mi niño.
Y con su cara sombreada por una ráfaga de pesar, agregó:
-¡Cinco años sin verlo…!
Mas alegre rascándose detrás de la oreja:
-No quería venirse a este pueblo. Mi patrón lo hizo militar. ¡Ja, ja, ja…!
Uno de guardia, pesado y tieso por la bandolera, el cinturón y el sable, fue a llamar al teniente.

Estaba en el picadero, frente a las tropas en descanso, entre un grupo de oficiales. Era chico,
moreno, grueso, de vulgar aspecto.

El soldado se cuadró, levantando tierra con sus pies al juntar los tacos de sus botas, y dijo:
-Lo buscan…, mi teniente.
No sé por qué fenómeno del pensamiento, la encogida figura de su padre relampagueó en su mente.
Alzó la cabeza y habló fuerte, con tono despectivo, de modo que oyeran sus camaradas:
-En este pueblo…, no conozco a nadie…
El soldado dio detalles no pedidos:
-Es un hombrecito arrugado, con manta… Viene de lejos. Trae un canastito…
Rojo, mareado por el orgullo, llevó la mano a la visera:
-Está bien… ¡Retírese!
La malicia brilló en la cara de los oficiales. Miraron a Zapata… Y como éste no pudo soportar el peso de
tantos ojos interrogativos, bajó la cabeza, tosió, encendió un cigarrillo, y empezó a rayar el suelo con la
contera de su sable.
A los cinco minutos vino otro de guardia. Un conscripto muy sencillo, muy recluta, que parecía caricatura
de la posición de firmes.
A cuatro pasos de distancia le gritó, aleteando con los brazos como un pollo:
-¡Lo buscan, mi teniente! Un hombrecito del campo… dice que es el padre de su mercé…
Sin corregir la falta de tratamiento del subalterno, arrojó el cigarro, lo pisó con furia, y repuso:
-¡Váyase! Ya voy.
Y para no entrar en explicaciones, se fue a las pesebreras.
El oficial de guardia, molesto con la insistencia del viejo, insistencia que el sargento le anunciaba cada
cinco minutos, fue a ver a Zapata. Mientras tanto, el padre, a quien los años habían tornado el corazón
de hombre en el de niño, cada vez más nervioso, quedó con el oído atento. Al menor ruido, miraba
afuera y estiraba el cuello, arrugado y rojo como cuello de pavo. Todo paso lo hacía temblar de emoción,
creyendo que su hijo venía a abrazarlo, a contarle su nueva vida, a mostrarle sus armas, sus arreos, sus
caballos…
El oficial de guardia encontró a Zapata simulando inspeccionar las caballerizas. Le dijo, secamente, sin
preámbulos:
-Te buscan… Dicen que es tu padre.
Zapata, desviando la mirada, no contestó.
-Está en el cuerpo de guardia… No quiere moverse.
Zapata golpeó el suelo con el pie, se mordió los labios con furia, y fue allá.
Al entrar, un soldado gritó:
-¡Atenciooón!
La tropa se levantó rápida como un resorte. Y la sala se llenó con ruido de sables, movimientos de pies y
golpes de taco.
El viejecito, deslumbrado con los honores que le hacían a su hijo, sin acordarse del canasto y de la
gallina, con los brazos extendidos, salió a su encuentro. Sonreía con su cara de piel quebrada como
corteza de árbol viejo. Temblando de placer, gritó:
-¡Mañungo!, ¡Mañunguito…!

El oficial lo saludó fríamente.

Al campesino se le cayeron los brazos. Le palpitaban los músculos de la cara.


El teniente lo sacó con disimulo del cuartel. En la calle le sopló al oído:
-¡Qué ocurrencia la suya…! ¡Venir a verme…! Tengo servicio… No puedo salir.

Y se entró bruscamente.
Y el campesino volvió a la guardia, desconcertado, tembloroso.
Hizo un esfuerzo, sacó la gallina del canasto y se la dio al sargento.
-Tome: para ustedes, para ustedes solos.
Dijo adiós y se fue arrastrando los pies, pesados por el desengaño. Pero desde la puerta se volvió para
agregar, con lágrimas en los ojos:
-Al niño le gusta mucho la pechuga. ¡Denle un pedacito…!.

También podría gustarte