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EAT 7 HARLIN may PIE ‘ AWW. BAZAN » Com. Historia urbana. La historia urbana estudia un vasto universo de problemas vinculado con Ia historia de las ciudades y la historia en las ciudades, a través de un variado mend de aproximaciones. Por tal razén, conviene tener presente que, mas que una sub-disciplina histérica, con sus estos tedricos © instrumentos metodolégicos especificos, Ja historia urbana deberia verse como un campo de tensiones entre enfoques y perspectivas diferenciados (quo pueden tener su contro e tura, el urbanismo o la planificacién, en la geografia, en la historia social o la econémica, en ia historia cultural o la politica, en la demografia, la antropologia o Ia historia institucional, en muchas otras disciplinas y en mas de una a la vez). Como todo lo que ocurre con las disciplinas de lo urbano, la definicién de la historia urbana se hace muy problematica por la variedad de aspectos que involucra la ciudad y por la diversidad de tradiciones de reflexién y accion que intervienen en las mitliples canteras que ella ofrece al conocimiénto. A pesar de ello, Ja historia urbana se graanizé a nivel internacional como una sub-disciplina profesional (con sus instituciones. sus revistas y sus congresos) entre los afios sesenta y setenta del siglo XX, dafiniendo, atin muy laxamente, in universo de problemas especifico: a historia de los fenémenos urbanos, esto es, la transformacién en ol tiempo de la forma y Ja materialidad de la ciudad, entendiendo por ello desde. sos incase de urbanizacion hasta los discursos de la urbanistica, desde los aspectos morfoldgicos hasta las representaciones y los usos sociales de la ciudad. E corpus historiografico que se analizara se organiza asi en torno a los trabajos ‘due consideran Ja ciudad como artefacts material histéricamente producido, pero incluye también, necesariamente, trabajos con otros focos y otras perspectivas. Podria decirse que, en ultima instancia, casi una unica condicién comprende a todas las obras que integran el corpus que seleccionamos, lo que evidencia el doble movimiento de restriccién y ecumenismo metodologico: sea que el foco de un trabajo histérico esté puesto en la sociedad, en la economia, en a cultura, en Ja politica o en toda ello a la vez, sera aqui considerado parte de la historia urbana cuando uno de sus intereses centrales sea trazar vinculaciones entre aquellos foces y las transformaciones del artefacto ciudad en tanto tal; cuando el estudio de la sociedad, ta economia, la cultura ola ectos de la materialidad de fa ciudad y, viceversa, cuando sea iluminado por ellos. Al menos desde que la modernizacién fulminante que comenzé en Occidente a finales del siglo XVIII aceleré las transformaciones urbanas y, mas atin, definié la ciudad como el sitio emblemattico de la transformacién, o>jeto especifico y, sobre todo, sujeto y motor de toda modernizacién, lugar en permanente inestabilidad que transmite sus caracteristicas disolventes a la sociedad que la habita; al menos desde entonces, = ‘cuando el sentido de! cambio s¢ identificé directamente con ei espacio urbano, siempre han existido voces para relatar aquello que la ciudad ya no era 0 estaba en fiesgo de extincién, el pasado perdido en el camino del progreso. Este espiritu coleccionista suele ser provincianamente romantico, pero no exclusivamente conservador, ya que los “anecdotarios” y las “memorias" de ciudad, preocupados por relevar un pasado glorioso, no siempre lo hacen en clave decadentista, sino que muchas veces buscan en el pasado las razones del destino también glorioso realizado en la empresa modernizadora. Como sea, de ese espiritu surge la identificacién de los restos materiales de la ciudad hist6rica con la encarnacién de un alma del lugar y una identidad local siempre aménazados; surge, en sintesis, una linea maesira de los, enfcaues de historia de Ia cludad, la que la vincula direclamente con la memoria y la preservacién, Esta tendencia narrativa fue muy fuerte hasta la primera mitad del siglo XX, produciendo la mayoria de los textos historicos sobre ciudades especificas; en su perfil mas académico, :produjo la linea de las “blografias de ciudad’, algunos de cuyos | Bayalasy 5 ke \ 4 trabajos son atin hoy teferencia ineludible por sus aportes documentales; en su perfil més popular, produjo infinitas narraciones lugerefias en las que la idea difundida de erudicién se traduce én una acumulacidn de datos sin mayor sentido. En verdad, estas tendencias siguen fuettemente presentes hasta el dia de hoy en toda literatura sobre ciudades, y si bien también se encuentran en el costado amateur (y por ello, democratico) de toda historiografia, la materialidad de la ciudad exaspera una relacién clasica de estas historias con sus fuentes, de modo que se confunde la produccién y organizacién de documentacién con el hacer histérico in toto. Veremos que no escapan de este riesgo muchas de las historias urbanas académicamente aceptadas. yen de es! \dencias narrativas mas o menos silvestres, surgieron ya en los comienzos del siglo XX dos entoques Se hi de historia de J ciudad que han tenido prolifica descendencia, que vinculado a los primerd anglosaion y Ia urbanistica clasica Sere que Srlecodent-nousaato sara comarendar et clon eobucuieron, de su relacién con la Sociedad y la naturaleza (en Se onknnlia detnmlolaiasis lnssologia terpenes ), de ‘modo q \Gonicamenta solvente pero culturalmenta orienteda. Ee una linea que se fila ens trabajos de! bidtogo escocgs Patrick Geddes, pero su mejor representante en el mundo anglosajén fue uno de sus mas famosos discipulos Jewis Mumford, quien en dos obras de vasto aliento (La cultura de las civdades, de 1938, y La oiudad en Ia historia, Ge 1961) clasificé las etapas historicas de la cludad de acuerdo a ejes vinculados con la tecnologia y la estructuracién regionalista del ambiente humano. En el mundo aleman, luego de la “correccién’ historicista de la tradicién urbanistica que produjo el manual de Camillo Sitte (1889), el conocimiento de la historia de la ciudad se volvié un ‘componente mas de [a lucha por s transtarmecion ‘como muestra Das steinerne Berlin (1930), de Werner Hegemann. Una vision diractamente operativa, en el sentido de que se trata de una historia orientada a responder a las demandas de reforma _urbanistica, que en Francia tiene un.elemplo temprano en la obra de Pierre Lavedan (lntroducton a une histoire de ‘architecture urbaine, de 1926; Geographio des viles, de 1936). 9h sacurin aufrunna dust Suva ta gaicrala mana banosen que comparte can la perspectiva anglosajona tanto la matriz regionalista como la voluntad qulturalista y al mismo tiempo determinista; este enfoque produjo algunes pociones ave para la geografia, la historia y la economia: la nocién de “godo" (Paul Vidal de la Blache), que comprende a la ciudad como un punto de intensificacién de las funciones _gcondmices de una regién; la nacién “alma de la ciudad” (Marcel Poéte), que supone Ja formacién socio-esfacial de un ser colectivo, producto de la cooperacién humana en -Suadaptacién al ambiente, La abra de Poéte (como Une vie de cité. Paris de sa naissance & nos jours, de 1924-1931) y los trabalos de Henri Pirenne sobre la ciudad. medieval, con su visién de la “revolucién urbana” que en el sigio XI dio origen ala ciudad occidental moderna, de tesonancias mucho mas amplias en la historiografia general, comparten rasgos de pertenencia a ese enfoque, que en sus estribaciones ‘extremas podria incofporar la obra histérico-geografica de Lucien Febvre y otros annalistes y los trabajos pioneros sobre la memoria social que Maurice Halbwachs realizé con Paris como objeto en los primeros afios del siglo XX. La formacién de la historia urbana como discipling Pero, como dijimos, la historia urbana se define como disciplina a nivel internacional -entte los afios sesenth y setenta, fundando sus principales centros de estudio y sus Publicaciones especificas, desde el ef Urban History Newsletter, boletin bibliografico que comienza a editatse en 1963 en ingiaterra, hasta el norteamericano Journal of Urban History, que se inicia en 1974 0 la italiana Storia urbana, de 1977. Cabe reconocer en esos afios una encrucijada de factores que se ttaman para sostener fa novedosa prod ndimen Fla crisis, Polenciada desde ta Segunda posquerra. sie Ins relatos madernistas que vinculahan Inecénicamente la ciudad y el progreso. + Por una parte, la preocupacién de nuevas corrientes de reflexién arquitecténica por la permanencia, encarnada en la ciudad por las tipologias populares, la morfologia urbana y los monumehtos histéricos; una preocupacién de la cual La arquitectura de la ciudad (1966), de Aldo Rossi, es ejemplar, especialmente porque ese libro fue una influencia decisiva para que durante las décadas de 1970 y 1980 la historia de la arquitectura y la ciudad ocupara un lugar privilegiado dentro de las propias practicas proyectuales. Ya fuerg de la arquitectura, el mismo clima puede verse presidiendo en os afios 1980 el i mo memoria material colectiva, uno de cuyos ejemplos mas ambiciosos aparece en la obra dirigida por Pierre Nora, Les lieux de mémoire (1986 Por otra parte, Ja apafcién de ia historicidad dea whanistia como proteston, nun line-de ceflexién que-comenzé a buscar en ig historia de la formaciGn disciplinar_ wa fa explicacion al “racaso” de la urbanistica moderna, Invroduccion a la urbanistca de” |. Leonardo Benevolo (1963), The Making of Urban America de John Reps (1965), yt L (1965) y Urbanismo. Utopias y realidades de Frangoise Choay (1965) son los textos. pioneros y a la vez paradigmaticos de diferentes formas de abordaje de la cuestién, inaugurando los dos ultimos la practica de reproduccion de fuerites que en las décadas. de 1970 y 1980, permitiria la recuperacién de todo el legado “clasico” de la urbanistica (especiaimente a través det trabajo de historiadores como Giorgio Piccinato y Donatella Calabi). Asimismo, la revaloracion ds las relaciones entre fa sociedad y el espa moderniged occidental que leva adelante Michel Foucault an los afics 1970, de enorme influencia en fos estudios hist6ricos, geograficos y culturales, en especial en su u efecto sobre la consideracion de las précticas urbanas como disposilivas decisivos 3 PaAcKus marcando a fuego una de las usinas MAS HV Gres \Tavar productivas de ee ee y la arquitectura, laEscuela de Venecia” (ver. por 7 WN ejemplo, de Georges Jeyssot y Paolo Moracchiello, Le macchine imperfette. Architettura, programa, istituzioni nel XIX secolo, de 1980, con la introduccién programaitica de Manfredo Tafur. ‘Einalmente (aunque sin dnimo taxativo), el lugar f rental que asume la teflexién cultural sobre Ja ciudad en e! marca del detvale maderidad/posmodemnidad, con la pueva visibiidad que adquirié desde finales de la década de 1960 el pensamiento de figuras como Camilo Sitte y el nacimiento del urbanismo modemo de George y Christianne Colins C AS ‘queen las primeras décadas del siglo XX hablan organizado su reflexion sobre la modemidad a partir de interpretaciones de la vida metropolitana; aulore’ como Franco Rella y Massimo Caciari o, en claves muy diferentes, ‘Richard Sennett y Marshall Berman, son buengs ejemplos de estas miradas cuiturales sobre la ciydad y el pensamiento urbano que, especialmente a través de la rapida celebridad de Todolo 90°.3 TS" ‘30/00 se disuelve en et aire, de Berman (1982), se generalizaron en los afios ochenta (, a.€ 403 y noventa Como parte de esta densa trama fueron surgiendo diferentes formas de encontrar multiples puntos de tangencia y superposicién entre ellos y aunque muchas veces encontremos autores que se desplazan muy bien de uno a otro. Estos andariveles fueron: la revaloracién de la ciudad como espacio histérico: la revaloracion Se la ciudad como objeto del pensamiento social y la cultura; la revaloracion de la urbanistica como préctica profesional. |a revalorizacin del proceso de urbanizacion ‘como parte sustancial de los procesos saciales y econémicos de la madernizacién: Aevaloracién de la autonamia de lo urbano. Un hito en el despliegue del primer andarivel a comienzos de los afios sesenta fue la conferencia organizada por el Joint Center for Urban Studies, de MIT y Harvard, la sobre “Los historiadores y la ciudad”, con la cual Oscar Handlin y John Burchard editaron en 1963 el libro homénimo. También en 1963 Assa Brigs publica, en la misma direccién, un libro que se volveria clasico, Victorian Cities, y dos décadas mas tarde ae Cari Schorske publica uno de ios libros mas influyentes en la definicién de la ciudad _ ‘somo un “espacio histérica” significativo para connotar los hechos cociales y politicos y Ja producci6n cultural de todo un periodo; Viena fin-de-siécle, Politica y cultura (1981 En el segundo andarivel, el de la ciudad como objeto del pensamiento, en los, afios sésenia se abrid, con el libro de Lucia y Marion White, Los intelectuales contra tak Ciudad (1962), un abanico de estudios que buscaban en la literatura, ta Sociologia 0 la filosofia una histeria ce las representaciones urbanas. Trabajos como el que Schorske publicé en el libro de Handlin y Burchard, sobre la ciudad en el pensamiento filosofico de Voltaire a Spengler, 0 el libro de Thomas Bender Toward an Urban Vision (1975), y otros gue comenzaron a incluir también las ideas ubanisticas o, mas en general, jag no como. a objeto do. una historia disciplinar, sino ‘como capitulo de una mas amplie historia cultural de !a ciudad, como aparece con claridad en algunos trabajos de Paolo ¥ Sica (La imagen de le ciudad. De Esparta a Las Vegas, 1970), Joseph Rykwert (La idea‘de ciudad, 1976) y Anthony Sutcliffe (Metrdpolis, 1984), 0, mas recientemente, Paul Rabinow (French Modern, 1998) y David Frisby (Cityscapes of Modernity, 2001). Aparte de este uso cultural de las ideas Lsonicas sobre la ciudad, a histoia de la urbanistica como tal ha tenido en su andarivel especifico un desarrollo x extraordinario desde los trabajos inaugurates de los afios sesenta, constituyéndose casi en una disciplina historiografica auténama, con sus especialistas, sus congresos y publicaciones. Las lineas de mayor densidad historiografica son aquellas que han logrado escapar tanto de la vertiente operativa insinuada en el libro citado de Benevolo, como del formato monografico-descriptive presente en el libro de los Collins sobre Sitte; ambas vertientes constituyen, desde ya, fuerzas poderosas que tensionan toda historiografia disciplinar (con relatos produaidos kas més de las veces por los mismos précticantes de la disciplina), y que en el caso de la urbanistica se manifiestan en cientos de historias justificatorias o anacrénicas (que analizan, por ejemplo, la “ucbanistica’o la “plabificacion urbana” de periodos en los que no exislia nada patecido a allas) o de‘papers académicos que coleccionan biografias de urbanistas, hacen la historia heroica de “pioneros” o “descubren” urbanistas “olvidados’. El libro de Giorgio Piccinato, La construccién de la urbanistica. Alemania 1871-1914, de 1974, fue ‘un hito en la concepcién renovada de la urbanistica como practica profesional histéricamente producida y a la vez significativa de otros procesos econdmicos, sociales, politicos e ideolégicos que intervienen en la realizacién de la ciudad. Tanto ena vertiente europea continental, marcada por el impacto tedrico de Foucault, como en la vertiente anglosajona, mas preocupada por una historia social y técnica de la disciplina, durante las décadas de 1970 y 1980 se produjo e!_gorpus basico de esta historiografia, dentro del cual destacan ios trabajos de Donatella Calabi, Paolo Sica, Marco de Michelis, Jean Louis Cohen, Monique Eleb, Marcel Roncayolo, Frangoise Choay, Anthony Sutcliffe Peter Hall, etc. Elcuario andarival, el de la revaloracién del proceso de urbanizacién, es expresivo de la alianza que una linea historiografica trazé con la renovacién de las ciencias sociales en los afios sesenta, especialmente con la economia y 'a sociologia. El nombre de H. J. Dyos, creador del primer centro académico especifico, el Grupo de Historia Urbana en la Universidad de Leicester (editor del Urban History Newsletter), es emblematico de esta vertiente, con gu preotupabién por ver la ciudad como. les rializacion, desarrollo econémico ic0s, etc. (The Study of Urban History, de 1968, compilado por Dyos, és la muestra de la produccién inicial del grupo a la vez que una ‘exposicién de su programa de investigacién). Los trabajos de Philip Hauser y Leo ‘Schnorre (como su cdmpilacién The Study of Urbanization, de 1965, producto del Comité de Urbanizacién que, como un signo también de los tiempos, formé en 1958 el Social Science Resedrch Council), se encuadtan en esta vertiente, dentro ta corientacion determinante de los postulados de ia teoria de la modernizacién y contando, muchas veces, con el auspicia de organismos multinacionalas, de modo que se convirlieron en piezas clave de la perspectiva adoptada en los afios sesenta por los esludios sobre la ciudad en los paises en desarrolia, Mas recientemente, ya sin esas ‘componentes caracfetisticas de fos afios sesenta, esta vertiente ha continuado produciendo trabajos importantes, como los de Jan de Vries (La urbanizacién de Europa 1500-1800, 1984) y E, A. Wrigley (Gentes, ciudades y riqueza, 1987). winto andarivel, finalmente, el de la autonomia de lo urbano, se desarrollo en los aftos setenta, especialmente en Europa continental cin innovadora frente ala consideracion iudad como escenario social. Es una perspectiva que se funda, como resefiaron Olmo y Lepetit (1995). en dos principios: que la ciudad es ot ico aut , guyo significado habita por completo en la 2 Sus elementos inlrinsecos, y que, en virlud de ello, es creadora de. inngvaciones ave hacen v modiean su propia historia, La figura de fa ciudad con® “tiempo petrificado’, de Jean-Claude Perrot (Genése dune ville moderne. Caen aux Xville siécle, 1975), 0 como “personaje histérico”, de Cesare de Seta, quien la define como “la mas persistente y ja mas dificilmente modificable condicion ipre ha creacio en su historia’, respaldaron la necesidad de una historia urbana especifica. capaz de “inventar los instrumentos y las Iéenicas que le pusdan permitic una. Inlerpretacién menos empitica, menos funcional ¢ instrumental del fenémeno ciudad: una enti r espacial teduride a ninguna otra exprasién dé la actividad humana (De Seta, “L'ideoloaia della cilta nella cultura oremarxista’, en A. Caracciolo, Dalla citta preindustriale alla cifla del capitalism, 1975). Este ultimo planteo hace explicito un conflicto permanente en \as historias de ciudad y, mas en gerteral, en toda teoria de lo urbano) en la consideracién de tas elaciones ciudad/sociedad, enire la tendencia a una total h una total aulonomia, Roncayolo (1990) analiza este conflicto mostrando cémo en el primer caso anida el fiesao de convert las formas materiales en mera modalidad de Jas prdcticas sociales, mientras que en el segundo, el de exasnerar las contiquidades. sessile endizdndola de todo acontecer externo a ella. Se trata de ithanos anglosai en fos afos setenta, en re la consideracién de lo “urbano como proceso” (la posicién del grupo de Leicester) y de lo “urbano como sitio” (en tomo a la cual se organiza la New Urban History en los Estados Unidos, como puede verse en el libro programatico de 1968 editado por Richard Senet y Stephan Thernstrom, The Nineteenth Century City: Essays in New Urban History). Pero, eri tado caso, mas allé del momento programatico que presidié algunos de esos debates, es importante comprender que se trata de un conflicto intrinseco al pensamienio sobre la ciudad, que no alinea limpiamente tendencias historiograficas 0 enfoques confrontados, sino que Se encuentra presente en cada uno de los andariveles que enumeramos. En América Latina se desarrollaban desde comienzos del siglo XX enfoques que velan -frecolombina, como sarle de la histor joo-institucional de ta Colonia, o como le sv historia arquitecténica, Recién en los afios cinouenta, en el marco de los na, comenzé a abordarse la ciudad, yen particular la ciudad que $e modemiza en el sigio XIX, desde las nuevas. tendencias historiogréficas, siendo la mesa sobre “Expansién urbana en la América ante el siglo XIX’, realizada en la 71 reunién de ia American Historical ‘Association en diciembre de 1956, una de las primeras critalizaciones institucionales, con la participacion de dos historiadores que serian protagonistas del desarrollo de la historiografia urbana &n el continente, Richard Morse y James Scobie (Estudios _ Americanos N° 67-68, Sevilla, abril-mayo 1957). Los afios sesenta y setenta fueron también, como en el resto del mundo, afios de consolidacién de tendencias especificas de historia urbana, pero en el caso latinoamericano el enfoque quasi exoluyente de esas décadas fue el del cuarto andativel que mencionamos para la historiografia internacional, el de la historia de la ciudad como proceso de-urbanizacion. En el desarrollo de este enfoque ocupan un lugar predominante tos “Simposios sobre la Urbanizacién en América Latina desde sus origenes hasta nuestros dias”, que comenzaron a sesionar bianualmente en los ‘Congresos Internacionales de Americanistas desde 1966 (ocasién del XXXVII Congreso, realizado én Mar del Plata), con la organizacién y el impulso de Jorge Enrique Hardoy y Richard P. Schaedel quienes, junto con Morse, editaron buena parte de los resultados en Una coleccién de libros imprescindible. Junto a ellos, un pufiado de latinoamericanistas, como Scobie, Francisco Solano (autor en 1973 de uno de las primeros estudios bibliogréficos especificos de historia urbana latinoamericana), Erwin Palm, Woodrow Borah, Ralph Gakenheimer, Gabriel Guarda, Armando de Ramén, George Kubler, Graziano Gasparini, Alejandra Moreno Toscano, Nestor Goulart Reis, etc., constituyeron una activa red intelectual con fluidos contactos con los estudios de la metrépoli contemporénea (que en muchos casos ellos también encaraban). De hecho, tal como quedaba implcito en el mismo titulo de los simposios, a volunlad de us problemas, los que ocupaban una parte central de la agenda politica y académica que estaba constituyendo a las ciencias sociales en la reaién, en los marcos intelectuales puestos por la Sociologia funcionaiista y Ia teoria de la modernizacién. Asi, las didlogos ene [a historia, la socilogia, a demografa y la economia estatian. comla gula de algunas figuras de presencia continental en los debates sobre el desarrollo, como los ya mencionados Hauser y Schnorre, Gino Germani, Albert Hirschmann, Milton Santos, Hétio Jaguaribe, John Friedmann, José Matos Mar 0 Anibal Quijano, € instituciones como la ONU 0 la CEPAL, el Consejo Latinoamericano en Ciencias Sociales, la Sociedad Interamericana de Planificacién (SIAP) o las fundaciones Ford 0 Rockefeller, patrocinando los encuentros, los proyectos de investigacién y las publicaciones (son los afios de formacién de las Comisiones de Desarrollo Urbano y Regional en casi todos los organismos multinacionales). moderna. y nor eso los siglos XIX y XX entraron répidamente en foco cama.un giclo que debia verse de modo unitario. Fue un periodo de enorme productividad que, como 10 podia ser de otro modo dada la intensidad politica de la agenda urbana, estuvo también atravesado por crisis y mudanzas te6ricas, La mas importante, y la ms conocida, fue la que llavé ge la tooria del desarrollo a la teoria de la dependencia y de “os paradigmas dal esituclural-{uncinnalismo de ta sacioloaia de la modemnizacién de_ -origen norteamericano, a los del esifucturalismo marista de la socialogia urbana francesa (con el protaganismo excluyente.de Manuel Castells), Pero también en este giro la historia tuvo un rel importante, ya que, como sostenia Quijano en 1967, "No se_ podria entender nuestra historia actual (...).sin tomar en cuenta el desarrollo de (las) elaciones de dependencia desde una perspectiva de largo alcance en el pasado" ("La urbanizacién de la sociedad en Latinoamérica’) ae Feoria" de fa “ciudad latinoamericana”. Es deci, como en el tromento anterior, También oni por lave rider oneratvaments of presente. Y hay otro niiclea en comin que permite, desde el punto de vista de ta ‘istorograffa urbana, ‘vat esns dos momenias ledricos el desarolistay el dependentista, como bn Unico ciclo: el desinterés por las ideas urbanisticas. Va a ser la crisis del paradigma dependentista, en los arios ochenta, lo que ponga fin a ese ciclo, ‘clausurando algunas canteras fundamentales del pensamiento latinoamericano, pero al mismo tiempo abriendo el trabajo historiogréfico a un mayor ecumenismo tedrico que se hizo eco de los diferentes andariveles que venia recorriendo la historiografia urbana en el mundo, especialmente de la revaloracién de la ciudad como huella y motor de la cultura modema. Por supuesto, algunas obras pertenecientes al marco anterior pudieron escapar a sus limitaciones, quedando como referentes en el nuevo ciclo; esto es lo que ocurre, entre otros, con trabajos de Morse, -un defensor casi solitario durante \as décadas precedentes de ia importancia de las perspectivas histérico-culturales (como mostré en Formagao histérica de S&0 Paulo, cuya primera edicién en inglés es de 1958, 0 Las ciudades latinoamericanas, de 1973), y con dos libros cldsidos, que abordaremos mas adelante en el capitulo sobre Argentina, Buenos Ailes, del centro a jos barrios, de Scobie (1974) y Latinoamérica, las cludades y las idebs, de José Luis Romero (1976). A parlir de.mediados de Jos afios ochentla, entonces, comienza a aparecer una nueva generacion de obras histéricas. con preocupaciones compistamente diferentes de aquelia voluntad de formar parte de une “teoria de la ciudad latinoamericana”, Por una parte, dentro del registro de la dimension social y cultural de la ciudad y, especialmente, de ios debates sobre la madernidad, aparecen estudios puntuales de ciudades (A tropical belle époque, sobre Rio de Janeiro, de Jeffrey Needell en 1987; Una modernidad periférica, sobre Buenos Aires, de Beatriz Sarlo en 1988; Orfeu extatico na metrépole’ sobre Sao Paulo, de Nicolau Sevcenko en 1992) 0 visiones mas generales sobre la selacion entre ciudad y cultura moderna (algunos capitulos de Trem fantasma. A modernidade na selva, de Francisco Foot Hardman en 1988 y de Desencuentros de la modernidad en América Latina, de Julio Ramos en 1992; Quatro vezes cidade, de Maria Alice Rezende de Carvalho en 1994). Por otra parte, dentro del registro de la ciudad coma objeto del pensamiento, cabe reconocer el impacto decisivo que luo, especialmente en ef boom del tema ciudad en los estudios literarios, una obra péstuma de Angel Rama que en algunos aspeclos podria pensarse como integrante del ciclo ariterior, La ciudad letrada (1982) Y la misma connotacién de "boom’ puede darsele al ceaistro de la historia de la urbanistica, con algurios temas, como jos viajes y las visilas de urbanistas célebres, que se volvieron répidamente clasicos, disparando emprendimientos colectivos y miiltiples revisiones (Ios trabajos sobre los viajes de Le Corbusier de Jorge Liernur, Fernando Pérez Oyarzin, Carlos Martins o Margarethe Pereira Dos Santos, por ejemplo; los trabajos sobre Joseph Bouvard, Jean Claude Nicolas Forestier, Kat Brunner, Werner Hegemann, José Luis Sert, etc., presididos por investigaciones en archivos documentales y con visiones renavadas sobre sus relaciones (gcnicas @ -ideolagicas), o nuevos estudios sobre Jas ceformas urbanas decimonsnicas, con perspectivas mucho ras sofisticadas sobre la insercidn de tas ideas urbanas de}. periodo en algunos contextos urbanos y politicos especificos (como en O Rio de Janeiro de Pereira Passos, organizado por Giovanna Rosso Del Brenna en 1985, en Urbanismo europeo én Caracas, de Arturo Almandoz en 1997, 0 en La muralla y los callejones, de Gabriel Ramon sobre Lima en 1999). Junto con una’ apropiacién generalizada de los temas de la historia de ta ciudad desde perspectivas literarias, antropolégicas 0 proplamente historicas, durante la década de 1990 los est universitarios de. investigaci6n de muchos paises latinoamericanos, especialmente a partir de los enfoques*sobre.la histaria de la urbanistica o sobre la construccién material de Ia ciudad (y casi exclusivamente en Jas escuelas de arquitectura), con revistas especializadas y encuentros periédicos. Pero en pocos paises se encuentra lun desarrollo tan explosivo como en Brasil, donde desde finales de los afos ochenta se realizan bianuaiménte Seminarios de Historia da Cidade e do Urbanismo que ya se han vuelto multitudinafios. ELcaso de Brasil es muy parliqular por el desarrollado. niz6 en todo su territorio nacional. Y, de hecho, junto a sus importantes logros en la extensién de! conocimiento, ya puede verse este caso como un ejemplo de normalizacién acatémica de los estudios de historia urbana, con su inevitable dimension burocratica y formulaica, en verdad, una lectual renovadora como Historias de ciudad e historia urbana en la Argentina Si nos atuviéramos al desarrollo disciplinar del campo de la historia urbana como tal en la Argentina no es muicho lo que podriamos decir, ya que aqui, al igual que en el resto de Latinoamérica, sélo se produce muy recientemente. Pero conviene remontarse bastante mas atrés, np para buscar los “origenes” o los “antecedentes” de una historiografia urbana Eoncebida como una marcha acumulativa de progreso cientifico (2 la manera de las historiografias disciplinares hagiograficas, que organizan sus etapas de "precursores’, “pioneros’ y asi siguiendo hasta su presente realizado), sino para siluar aquellas reflexiones histéricas sobre la ciudad que fueron fundantes de un corpus de representaciones clasicas o de un canon documental a los que se acudiré una y otra vez en el desarrollo posterior del trabajo historiografico. |. Cuadros de costumbres: de la literatura de viajes al memorialismo Buenos Aires y las Provincias Unidas de! Rio de Ia Plata, de! cénsul inglés en las Argentina, Woodbine Parish, editada en Inglaterra en 1839 y traducida al castellano en 1853, es una inmejorable exposicién del estado del saber urbano y territorial en la primera mitad del siglo XIX. Esta "pequefia enciclopedia de conocimiento sobre el pais argentino”, en palabras de Busaniche, inciula, ademas de descripciones geograficas, geolégicas y palontecidgicas, notas sobre costumbres, produccién, comercio y aventuras personales, algunos importantes capitulos sobre la historia de las provincias del Plata. Este género literario, cuyo ilustre paradigma se encuentra en los Viajes a las regiones equinocciales del nuevo continente, de Alexander Von Humboldt, habia sido frecuentado por varios compatriotas de Parish que recorrieron los territorios del Plata en la primera mitad del siglo XIX; y justamente por las perliculares caracteristicas del genero, que cruza tan diversos registros, Ia literatura de viajeros se convirlié en una de las fuentes privilegiadas para los estudios historicos de las cludades y el paisaje argentinos. En su segunda edicién inglesa de 1852 Parish menciona las principales fuentes y obras en lag que se habia basado, y esto es un buen indicio del canon documental mas recurrido, asi como de la indigencia de trabajos estrictamente hist6ricos sobre el Plata. Menciona las crénicas de los inicios de !a Conquista (Ulrico Schmidl, Ruy Dias de Guzman, Martin del Barco Centenera, Alvar Nufiez Cabeza de Vaca), algunos testimonios “mas o menos presenciales" de los hechos, a los que sumaba la historia de Herrera, historiador de la Corte que habia trabajado en el Archivo de Indias, y para él siglo XVIII as relaciones de los jesuitas compendiadas por e} Dean Funes en la Historia del Paraguay (1816). Queda asi reconocida, implicitamente, la importancia inaugural de la Publicacion de la Coleccién de obras y documentos relativos a la historia antigua y moderna de las provincias del Rio de la Plata, editada por Pedro de Angelis, que retine en seis tomos, comentados y anotados de manera sistematica, las principales fuentes de la historia local. Parish conformé ademas una coleccién propia, que muestra un particular interés geogréfico: entre otros documentos, los diarios de Piedra y de los hermanos Viedma, de Villarino sobre el Rio Negro, de Luis de la Cruz, quien atraves6 las pampas desde Antuco a Buenos Aires, de Pedro Garcia durante su expedicion a las Salinas en 1810. Asimismo, gracias a la colaboracién que obtuvo de oficinas ‘gubernamentales como el Departamento Topogréfico, Parish pudo relevar otras expediciones de importancia, como la travesia entre Valparaiso y Buenos Aires que registran Bauza y Espinosa, destacados de la expedicién de Malaspina en 1789 y, especialmente, los trabajos de los comisionados coloniales para definir, entre 1750 y 1777, los limites de los dominios entre Espafia y Portugal, entre los que se destacan los informes de Félix 6e Azara, parcialmente publicados en Paris en 1809. Con la informacién que se lievé de aqul, Parish pudo encargar en Londres un plano de las provincias del Plata a John Arrowsmith, el mas completo en su momento y base de las cartas posteriores; un, ejemplo excelente de cémo en la historia urbana y territorial muchas veces la produccién historiografica se confunde con la propia produccién de los documentos que permiten conocer materialmente y conformar intelectualmente él objeto de estudio. Parish concluye mencionando dos viajes mas de importancia en el reconocimiento geogréifico de la region: los de los buques Adventure y Beagle, entre 1826 y 1836, con la presencia en una de las travesias de Charles Darwin, y el del naturalista Alcide D‘Orbigny, relatado en el Viaje a la América Meridional. A los que ‘s6ie cabria sumar los'trabajos de Emeric Essex Vidal, William Mc Cann y John Beaumont en la priméra mitad del siglo, y Martin De Moussy en la segunda, si quisigramos completa el corpus fundamental en la produccién historiografica posterior. Se trata de fuentes primarias que, més alld de su cardcter fragmentario, han generado los marcos de interpretacién histéricos y geograficos, las descripciones y las Visiones canénicas, el sefialamiento de los espacios fisicos privilegiados para comprender el habitar en el Plata. Los modelos setéricos utilizados en esta literatura de vViajeros fueron estudiados por Adolfo Prieto (Los viajeros ingleses y la emergencia de Ja literatura en la Argéntina, de 1996), quien mostré el impacto que tuvieron en obras ‘como la Memoria de Tucuman, de Juan Bautista Alberdi, el Facundo de Domingo Faustino Sarmiento o La cautiva de Esteban Echeverria; obras relevantes no solo para la literatura, sino también para la comprensién e interpretacién del espacio local, en ta medida en que el presupuesto de relacién entre sociedad y paisaje, arquitectura y caracter de los pueblos, naturaleza y determinaciones psiquicas, resultaba una de las claves de su ideario, como bien muestra esa figura fundamental del imaginario territorial argentino, “civilizacién y barbarie’, y como mds directamente muestra ta preocupacién permariente de Sarmiento por los temas urbanos y territoriales. Dentro de esos mismos presupuestos, pero con una preocupacién especifica or la produccién material y técnica de la ciudad y el territorio, Carlos Pellegrini publice en la Revista del Plata (1853-1854) un pufiado de articulos que constituyen los primeros trabajos hist6rico-urbanos sobre una ciudad argentina, Buenos Aires (y veremos que esto tantbién es significativo, ya que Buenos Aires seguiré concentrando hasta el dia de hoy una parte decisiva de toda la produccién nacional en historia urbana). Se trata de dirticulos basados en una serie de documentos que Pellegrini habia comenzado a reunir a finales de la década de 1820 para “una historia civil y arquitectural. de Buenos Aires"; “Recoleta’, por ejemplo, en el que sigue los avatares del barrio a traves de Sucesiones, ventas de tierra y edificaciones desde principios del siglo XVII, concluyendo en un apoyo entusiasta a los modestos ensayos de macadam contemporaneos. Como se ve, Pellegrini es uno de los primeros operadores urbanos preocupados por darle densidad histérica a la justificacién de su accionar técnico, mostrando una inflexion que seria tipica de este género historiografico. Ya en el entresiglo, la misma voluntad produciria dos historias del puerto de Buenos Aires, pero en el marco de una batalla técnica y politica sin cuartel por darie legitimidad a las diferentes propuestas en juego: la de Eduardo Madero (Historia de! Puerto de Buenos Aires en 1892) y la de-Luis Huergo (Historia técnica del Puerto de Buenos Aires en 1904). Dos historias que, como mostr6 Silvestri (1993) también marcarian puntos historiograficos de partida: la de Madero, porque fue el producto de la primera busqueda sistematica'en el Archivo de Indias en funcién de una problematica urbana; la de Huergo, porque constituye la primera historia técnica de un dispositivo urbano. Contempéraneamente a estos trabajos, en pleno vértigo de la transformacién urbana pero también en el marco de las primeras crisis severas del imaginario modemizador portefio, aparece otra de las inflexiones tipleas en este género historiografico, el merhorialismo urbano. Las obras son muy conocidas: Buenos Aires 10 desde sesenta afios atras, de José Antonio Wilde (1881), La gran aldea, de Lucio V. . Lopez (1884), Las beidades de mi tiempo, de Santiago Calzadila (1891). Retratan a través de recuerdos la ciudad crialla del siglo XIX previa a la modernizacién, y funcionaron durante mucho tiempo como “descripciones objetivas” de ella, al punto de que el titulo de la novela de Lépez le puso nombre a todo ese perlodo en la historiografia general sobre Buenos Aires. Sin embargo, como mostré Aliata (1992), los relatos que estas obras realizan funcionan mejor en una historia de las representaciones urbanas de la élite de finales del siglo XIX (atenazada por una modemizacién que né podia rechazar pero que ya no parecia poder cumplir sus ambiciones civilizatorias) que en una historia que quiera conocer cémo era la Buenos Aires que ellas describen, ya que los ojos con los cuales lo hacen son los ojos nostalgiosos de la infancia perdida (Infancia personal e infancia de la ciudad, que suelen coincidir como momento de epifania en el espiritu memorialista). Es interesante ver la operacién que realizaron estos textos: dulcificaron los tépicos urbanos que la literatura de viajeros seleccionaba con su necesidad genérica de color local (el matadero, el desembarco en la dificil costa, el Riachuelo en la Vuelta de Rocha, las lavanderas en el rio, la sociabilidad patriarcal portefia, etc., etc.), convirtiendo esas marcas conflictivas de la ciudad que buscaba modernizarse en simpaticos rasgos de identidad, Pero mas interesante aun es advertir que esos cuadros de costumbres funcionaron hasta la década de 1980 como materia prima de la imagen de Buenos Aires que ofrecia la historiografia. 4, Documentalismo y anecdoteric: de! Centenario al presente Entre 1890 y el Centenario se produce una verdadera explosién historiogréfica en los temas urbanos. La crisis del 90 radicaliza la incomodidad que un sector de la élite ya venia experimentando respecto de los resultados de su programa modernizador, y esto pondra un foco critico muy especial en Buenos Aires, vista como una metrépoli desarraigada, babel de lenguas extrafias, encamacién y motor de la desaparicién.del sentido de pertenencia nacional y la destruccién de las "sanas tradiciones* del pats criollo. Estas tendencias regeneracionistas van a mantener tensiones en muchos: aspectos con las visicnes celebratorias del progreso urbano, pero hacia comienzos de siglo XX, cuando aquél malestar empalme con el inicio de los preparativos para el Centenario y, por tanto, con la natural vocacién nacionalista ¢ historicista que todo aniversario patrio disr ara, todos parecen coincidir en la necesidad de re-historizar la ciudad, convistiéndola'en un-espacio de ritualizacién y divulgacién de la memoria patria. Esto significa a tanto poblar la ciudad de monumentos (para generar una “pedagogia de las estatuas” en los téxminos de Ricardo Rojas), como realizar una serie de acciones recordatorias (colocacién de plaquetas conmemorativas en los solares histéricos, cambios en la nomenclatura para homenajear figuras y acontecimientos patrios, etc.) que requerfan el respaldo y el concurss del saber histérico. Ya en 1891 Ia ‘evista EI Nacional reprodujo completa una encuesta que el Concejo Deliberante de Buenos Aires habia realizado en 1883 entre figuras destacadas de la vida nacional sobre la Piramide de Mayo. El Concejo buscaba respaldo para oponerse a la propuesta de reforma de la Plaza de Mayo del intendente Torcuato de Alvear, que entre olras medidas suponia la demolicién de la pirdmide. Figuras como Mitre, Sarmiento, Lépez, José Maria Estrada, Andrés Lamas, Nicolés Avellaneda, Adolfo Carranza, entre otros, es decir, algunos de quienes estaban en e808 mismos afias fundando las visiones historiograficas sobre ef pasado nacional, fueron convocados a opinar sobre los valores de la Pirémide de Mayo y sobre cual debia ser su destino, Mas alld del debate, que es un ejemplo extraordinario del estado de! pensamiento de le dirigencia politica y cultural decimonénica sobre la relacion entre historia y progreso en la construccién de la nacién, es notable el gesto realizado Por la Revista Nacional de convertir ese debate en una fuente histérica sabre los origenes materiales d> la nacién, encarnados en la propia piramide. W Pero esa volur\tad historicista va a recibir en la primera década del siglo el impulso del respaldo oficial, en funcién de los preparativos para el Centenario. Hay una secuencia de endargos oficiales que dan como resultado los primeros textos sobre el patrimonio urbano y arquitecténico en el pais. Y podria decirse que toda una linea de la historiografia nacionalista nace en esos encargos oficiales, con su pasién por el documentalismo y su ambicién patridtica. Algunos de los emprendimientos mas importantes que prodiicen esos encargos son: la excursién a las Misiones Jesuiticas que realiza Leopoldo Lugones (con Horacio Quiroga como fotégrafo), cuyo informe publica en El imperio jesultico en 1904; las expediciones arqueologicas qué la Universidad de Buenos Aires realizaba en el noroeste del pais, con los trabajos de Ambrosetti (iniciados @ finales de siglo) y Debenedetti (que comienza en 1909); el viaje de Gaspar Garcia Vifias al Archivo de Indias para formar la Coleccién de copias de Documentos (1492-1680), encargada por Paul Groussac para la Biblioteca Nacional. De todos mods, la rriayor parte de los textos producidos en este espiritu seran sobre Buenos Aires, la sede de la celebracion: Documentos y planos relativos al periodo Colonial en la ciudad de Buenos Aires, 5 tomos de Enrique Pefia (1910); Buenos Aires colonial. Edificios y costumbres, de José Antonio Pillado (1910); Origen del nombre de las calles de Buenos Aires, de Adolfo Carranza (1910) entre los mas caracteristicos. A los que se debe agregar los trabajos de geografia histérica de Anibal Cardozo (discutiendo con Groussac sabre el origen de la ciudad de Buenos Aires, un tema que haria las delcias de la Academia en los afios posteriores) 0 los articulos que se escribieron para el censo de 1910, continuando la practica de los censos anteriores en los que se encuentran resefias histéricas de Alberto Martinez, Carlos Maria Morales 0 Mariano Pelliza, Pero‘el censo de 1910 fue todo él concebido como un monumento combinado de progreso ~en primer lugar, demografico— e historia; el tomo 3 esta integramente dedicado a trabajos histéricos, con escritos de Alberto Martinez, Enrique Prins, Vicente Quesada y otros sobre la historia demografica, arquitecténica, de la Buenos Aires colonial, de su escudo de armas, su alumbrado o sus obras sanitarias, Se trata de un estilo historiografico que durante el siglo XX seguira vigente, tanto en su versién més profesional-documentalista como en su version mas memorialista (y muchas veces mezclando ambas). Encarnaré en algunas obras de referencia por su carécter documenta, como Nuestro antiguo Buenos Ares, Cémo era y cémo es desde la época colonial hasta la actualidad, su asombroso progreso edilicio, trajes, costumbres, ete., de Alfredo Taullard (1927) y, del mismo autor, Los planos mas antiguos de Buenos Ajres, 1580-1880 (1940); 0, mas en general, en la produccién de instituciones como la Junta Numismatica, la Academia de Historia y sus estribaciones no académicas, en géneral de auerdo a los criterios de la Nueva Escuela Histérica (una produccién tan similar a los trabajos citados, que también muchos de estos saldrén para otro aniversario, el del cuarto centenario de la ciudad de Buenos Aires en 1936): los multiples estudios que dedicaron a la ciudad Ricardo Levene, José Torre Revello, Romulo Zabala, Enrique de Gandia, Ismael Bucich Escobar, Lafuente Machain, Juan José Najera, etc., etc. Un estilo documentalista con el que Amilcar Razzori (quien habia Sido secretario del intendente Mariano de Vedia y Mitre en los afios treinta) va a componer en 1945 una obra monumental, detallando en 3 tornos todos los hechos juridicos y politicos de la creacién de cada una de las ciudades en las diferentes etapas de fundacién urbana en la Argentina, reproduciendo largos fragmentos de sus documentos principales (Historia de /a ciudad argentina). Pero mas alld del mayor 0 menor rigor, es un estilo cuyos rasgos centrales (desde el punto de vista de la concepci6n historiografica sobre la ciudad) reencontramos mucho mas adelante en una forma mas popular en los Cuadernos de Buenos Aires, encargados Por la Municipalidad desde los afios 1960 a un conjunto de historiadores que trazaron la historia de los barrios, sus documentos fundacionales, sus hechos fabulosos y sus anecdotarios. t - Il. La ciudad como engarnacion de la sociedad y la politica 1 Pero a comienzos del: siglo XX se escribieron también dos obras que desarrollan aspectos diferentes dé la historia de la ciudad (las dos sobre Buenos Aires). y que podriamos considerar modélicas de concepciones mas complejas para una historia urbana: La ciudad indiana, de Juan Agustin Garcia (1900) y Buenos Aires, de Juan Alvarez (1918). La ciudad indiana fue escrita por Juan Agustin Garcia dentro del espiritu general que animaba-una obra como La ciudad antigua de Fustel de Coulanges (1864), a quien Garcia cita, junto con Taine, como fuente inspiradora. “Ciudad” es, en estas obras, un modo clasico de encarnar la sociedad, sus habitos e instituciones en Una forma material. Lo que se propone Fustel es el estudio de “los principios y las reglas que gobernaban la sociedad griega y la sociedad romana’, y lo que se propone Garcia es una “interpretacion cientifica” de los “fendmenos sociales argentinos"; de hecho, la “ciudad indiana” es para Garcia mas que la Buenos Aires colonial como tal 8 un epitome de la sociedad nacional en los siglos XVIl y XVIII. Por eso puede ver all la formacién de motiv’ss culturales de largo aliento de toda la seciedad argentina; de “costumbres", en el sentido de que reconoce en ellas la conformacién de wn “cardcter nacional’: fa fé en la grandeza futura, el pundonor criollo, el culto al coraje y el desprecio por la ley. Para Garcia, como para Fustel y Taine pero también como para Sarmiento, estas costumbres se forman en el medio ambiente, que aqui no fue el ‘espacio publico de la ciudad ni el espacio privado del hogar, sino la vastedad de ‘las campafias’, tema al que dedica los capitulos iniciales del libro. Y esos habitos tienen la capacidad de encarnar en un organismo que les da continuidad en el tiempo, més alld de todos los cambios sociales y culturales; de alli su persistencia en una psicologia nacional, que Garcia 2usca develar para contribuir con e! necesario proceso terapéutico colectivo. Desde este punto de vista, Garcia continda las hipotesis trazadas por Sarmiento, colocando un hito en una linea interpretativa de largo aliento: sus caracterizaciones sociales y culturales (especialmente las del culto al coraje y el desprecio por la ley) van a tener un impacto notable, primero, en la produccién ensayistica sobre e "ser nacional’ (en los textos de Martinez Estrada, fundacionales de todo un registro de los imaginarios urbanos y territoriales), y también en una produccién histérica tan atenta a las dimensiones culturales del ensayo como la de José Luis Romero. Pero, a esa linea de psicologia social, de estudio de los habitos y costumbres, Garcia le afiade el andamiaje novedoso dado por fa nueva sociologia, que le permite introducir andlisis sobre la forma legal y la estructura econémica de la ciudad y sus territorios, Para Garcia le ciudad de Buenos Aires es, entonces, el espacio histérico que condensa la vida social argentina (y que por lo tanto permite su interpretacién). Para Juan Alvarez, en cambio, es la pieza fundamental del engranaje institucional y politico que impide el equilibrio interno de la Republica. Alvarez (que varios afios después escribird una historia completa dedicada a una ciudad, Rosario), escribe Buenos Aires cuatro afios después de Las guerras civiles argentinas, y podria considerarse casi una ampliacin y una ilust‘acién de sus hipétesis. En Las guerras civiles... Alvarez habia producido una de las pocas alternativas articuladas que desnaturaliza el gran relato nacional cristalizado por Mitre (incluyendo su inversién revisionista), mostrando la historia nacional no bajo la forma de una lucha entre la civilizacién y la barbarie (Buenos Aires y el interior), sino como la conflictiva evolucién de pugnas entre bloques regionaies, que suponian formas de agrupacién territoriales y sociales completamente diferentes entre siy respecto de la “nacién argentina”, que en el relato tradicional yacia simplemente a la espera de su organizacién definitiva. Estas pugnas culminaron para Alvarez con la imposicién del dominio del bloque mas fuerte, el de Buenos Aires, paso fundamental para clausurar un ciclo de guerras e inestabilidad. Pero lo que se dedica a probar con Buenos Aires es que los problemas severos que araviesa Ia Argentina no tienen tanto que ver con la ampliacién de su sufragio (como cree una elite politica reformista que Alvarez ve completamente desencaminada), sino con el modo en que ta 13, concentracién artificial de funciones y poderes en Buenos Aires tensiona toda la estructura institucional del pais a un desequilibrio cada vez mds peligroso. Aivatez produce as/ el primer texto de una larga saga encargada de mostrar el crecimiento artificial de Buenos Aires, planteando un tema que sera caro tanto a la ensayistica del ser nacional (Martinez Estrada terminé poniéndole nombre a toda la cuesti6n: La cabeza de Goliath) como a la sociologia urbana de los afios sesenta: el problema de la “primacia’. Utiizando los postulados clasicos de la geografia humana, lo que se descubria es que Buenos Aires se habia desarrollado al reves que las modélicas ciudades europeas, no como expresién de las tendencias naturales, es decir, econémicas det territorio nacional, sino como un artefacto artifical de cardcter monstruoso: politico y burocratico. Para ello, Alvarez se detiene largamente en el andlisis de las variablas econémicas, que manejaba con gran solidez, para postular que todo e| desarrollo industrial de la ciudad (clave de su desarrollo demografico), dependié de algunas decisiones politicas traducidas en cléusulas aduaneras; finalmente, que todo él desarrollo de Buenos Aires se produce a expensas del desarrollo nacional, ir'virtiendo lo que era hasta el Centenario una conviccién generalizada. Y mas todavia que en Martinez Estrada, hay que buscar en otro ensayista el impacto de esta visién articulada de la historia territorial nacional: Bernardo Canal Feijéo, cuya Teoria de la ciudad argentina (1951) ofrece una vision hist6rica de gran originalidad sobre la conformacién territorial-institucional de la Argentina, traduciendo el malestar con el desequilibrio encarnado por Buenos Aires en ‘a primera propuesta de planificacién regional de aliento mumfordiano, la del desarrollo de la cuenca de los ribs Dulce-Salado. lll. Miradas operativas: historias de “evelucién” urbanistica Otra linea importante‘a considerar, que se desarrollara durante todo el siglo XX, es la de la historia mas especifica de las transformaciones urbanas realizada por sus propios practicantes. Vimos cémo ya en el siglo XIX era posible encontrar algunos textos; se trata de und linea de relato técnico justificatorio de las acciones presentes que vimos asomar con Pellegrini y que hacia finales de siglo desarrollé en sus memorias técnicas Carlos Marias Morales (por ejemplo, el "Estudio topografico y edilicio" que publica eh el censo de 1904), bajo la forma de épica de los grandes momentos de !a modgrnizacién de Buenos Aires, consolidando la linea de reformadores gloriosos (el virrey Vértiz, Bernardino Rivadavia y el intendente Alvear) y la agenda de temas que debian ser remantados en una historia escrita desde el presente (higiene, trapspories, apertura de calles y plazas, ete.) El urbanismo clésico puede constituirse en’ a cientifica a finales del siglo X1X cuando encuentra el modo de desarmar el organismo” cludad en una Serie de sub-sistemas (saritaro, val, de transporte, etc.) a fos que les aplica un tipo de andlisis y diagnéstico con capacidad de generalizacién; sub-sistemas urbanos que irén ganando autonomia y que encajaran también, necesariamente, en una historia del progreso urbano. Es un tipo de relato que en 1925 encontrar una doble articulacién en la “Breve sintésis historica, EvoluciOn urbana de la ciudad de Buenos Aires”. Por una parte, una articulacién dentro detun plan urbano, el Proyecto Orgénico de urbanizacién del ‘Municipio, del cual es’el texto introductoria: por primera vez aparece la forma paradigmatica del Plan con su capitulo de introduceién histérica como parte det diagnéstico sobre la ciudad que se busca reformar (Novick, 2003). Por otra parte, una artciulacién con las lineas historiograficas de la Nueva Escuela Historica, ya que una de sus figuras, Emilio Ravignani, era entonces Secretario de Hacienda del intendente Noel y como tal integré la Comision de Estética Edilicia encargada del Plan. Como mostré Novick (2003) el mismo titulo del capitulo es revelador del criterio ‘historiogréfico adoptaifo, ya que “evolucién” y “sintesis” eran nociones utilizadas contemporaneamente en la geografia humana y la historia social, aplicadas mas directamente por los primeres cultores del urbanismo cientifico en su impronta biologista, como Geddes 0 Poéte. La funcionalidad estrecha a un proyecto urbano, de i o 14 todos modos, redunda en una alta especificidad del texto, que elude las anécdotas costumbristas tipicas del memorialismo para centrarse en los t6picos de la “evolucién” de la forma urbana, rélevando la intervencién institucional (desde los primeros departamentos de ingenieros y arquitectos creados por Rivadavia hasta las reglamentaciones muhicipales) y deteniéndose en las obras de arquitectura 0 ingenieria de importancia técnica 0 simbdlica. Otro de los elementos que introduce este texto es la forma de presentacién: mas como una serie de ilustraciones comentadas que como un relate tradicional; una forma caracteristica de las historias urbanas producidas por la urbanistica (y, podriamos agregar, del modo de ver la historia de los practicantes de la arquitectura o el urbanismo: como una serie de ejemplos paradigmatizos de lo bueno y lo malo que puede hacerse con la técnica). Una forma de felato, cuya encarnacién mas duradera se dard en la “Evolucién de Buenos Aires en e! tiempo y en el espacio’, el andlisis histérico preparado por el Estudio del Plan de Buenos Aires entre 1948 y 1949, publicado en 1956 por la Revista de Arquitectura en un numero especial al cuidado der Eduardo Sarrailh, uno de los jovenes miembros de EPBA. Aqui la palabra “evolucion’ muestra la permanencia del enfoque biologista soire la forma urbana, pero la palabra “espacio” indica que se han introducido las nuevas miradas de la arquitectura moderna. Lo interesante de este trabajo es que junto a estas miradas (que implicaron que toda la cronologia estuviera organizada de acuerdo a los items funcionalistas “habitat”, “circular’, trabajar’, “cultivo del cuerpo y del espir'tu"), se desplegé una vision organicista mumfordiana critica del progreso urbano y una vision historiografica nacional critica de los relatos liberales canénicos, debida sequramente a dos historiadores cultores de un revisionismo de izquierda, Rodolfo Puiggrés y Eduardo Astesano, asesores historiograficos del EPBA. Gon esta peculiar combinacién se constituy6 sin embargo un relato maestro en la ideologia arquitecténica respecto de la historia de la ciudad: la idea de que el desarrollo econémico; social y cultural de Buenos Aires estuvo "comandado desde afuera’, y de que la “revolucién industrial" habia roto el “equilibrio” de la ciudad tradicional que debia ser restaurado por el Plan. Una representacién clasica de! modernismo argentino, que ya en los afios treinta proponia a la técnica urbanistica como la herramienta adecuada para producir un reencuenttro con la ciudad de los mayores, pero cuya eficacia mayor en el trabajo del EPBA podria atribuirse a la forma narrativa, que lleva a la apoteosis el estilo del lenguaje grafico que ya encontramos en la “Breve sintesis..." de 1926. IV. z: Analogamente a lo de scripto para América Latina, las corrientes historiograficas que renuevan en los afios sesenta los enfoques sobre la ciudad estaran marcadas en la Argentina por su fuerl2 vinculacién con la conformacién de las redes intelectuales e institucionales de las ciencias sociales, en especial por las practicas de la planifica urbana. Un momento clave en esta renovacién lo constituye la formacién en la Universidad de Buenos Aires, a finales de los afios cincuenta, del programa de estudio sobre inmigracién, coordinado por Gino Germani y José Luis Romero, figuras clave en la constitucién académica de la sociologia y la historia social. Germani habia comenzado a tratar temas dé Sociologia urbana desde mediados de los afios cincuenta, impulsado por emprendimientos de alcance internacional, como las encuestas demogréficas que la UNESCO, con la guia de Philip Hauser, auspiciaba en ciudades del mundo subdesarrollado, o la serie de encuentros que comienzan a realizarse sobre “problemas de urbanizacion en América Latina’, como el de Santiago de Chile, sede de la CEPAL, en 1959 (Ph. Hauser, La urbanizacién en América Latina, 1961) para el cual Germani realiza el primer andlisis histérico-sociolégico sobre "El proceso de urbanizacién en la Argentina” (Instituto de Sociologia, UBA, 1959). Asimismo, Germani realizara una serie de emprendimientos para comunicar las nuevas aproximaciones con tradiciones clasicas en la historia y la sociologia urbanas, como las obras de Henri Pirenne, Max Weber, Robert Redfield o Louis Wirth (Urbanizacién, desarrollo y modernizacién, 1976) Durante los afios sesenta y setenta, esta seré la linea de enfoques completamente domiante en los temas de historia urbana, més allé de algunos casos excepcionales, como jos pasajes sobre la historia de la ciudad que Juan José Sebreli dedica en el influyente Buenos Aires, vida cotidiana y alienacién (1964), una aproximacién ciertamente afectada por la ambicién cientifica de la nueva sociologia, ero que mantiene un didlogo més fructifero con la tradicién de la ensayistica, ala manera de Martinez Estrada. El enfoque dominante, en cambio, fue “operativo" en el mismo sentido que plantedbamos para las historias producidas desde la practica de la urbanistica, ya que también va a estar orientado por las demandas del presente que le planteaba la intervencién técnica en la ciudad (y ya que también muchos de los autores de trabajos hist6ricos eran asimismo planificadores activos), pero con métodos de anélisis mucho mas sofisticados en términos sociolégicos, demograficos 0 geograficos Los diversos centros de investigacién farmados por Jorge Enrique Hardoy desde que en 1961 regresa de Harvard, donde realizé el doctorado con una tesis, sobre las ciudades precolombinas, fueron los lugares mas activos en la produccién de este tipo de historia: énire 1961 y 1965 el Instituto de Planeamiento Urbano y Regional del Litoral (IPRUL), creado en la Universidad del Litoral cuya sede rosarina se habia convertido en un motor de modemizacién académica, tanto en arquitectura (con la presencia de Jorge Ferrari Hardoy y buena parte de la joven vanguardia de OAM), como en historia (con Tulio Halperin Donghi) o literatura (con David Virias y Adolfo Prieto); a partir de 1965, cuando el IPRUL debe abandonar la Universidad del Litoral, el Centro de Estudios!Urbanos y Regionales (CEUR) en la Universidad de Buenos Aires, nombre que va-a mantener cuando en +968 deba abandonar la UBA e instalarse en el Instituto Di Tellat donde funcionara hasta 1976, cuando muchos de sus integrantes debieron abandonar el pals, luego de lo cual el CEUR seguird existiendo ero con mucho menor protagonismo; finalmente el Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrolla (IIED-América Latina) que Hardoy forma en su exilio en Inglaterra. Desde esos centros Hardoy auspicié las reuniones latinoamericanas ya mencionadas sobre "El proceso de urbanizacién desde sus origenes hasta nuestros dias’ (e! primer volurien que compila con Schaedel con las ponencias del simposio de 1966 es publicada gor la Editorial del Instituto Di Tella), y auspicié un tipo de practica de historia urbana subsidiaria de las agendas que se desprendian de la planificacién urbana y regional, claramente el foco de interés de todas esas instituciones, cuyos recursos de financiamiento provenian casi con exclusividad de tundaciones internacionales (Ford'e Rockefeller) u organismos estatales (Consejo.Federal de Inversiones, Consejo Nacional de Desarrollo) para tareas de planificacién. Hardoy va a mantener, a lo largo de toda su carrera como planificador y gestor institucional de emprendimientos sobre la ciencia urbana y regional, un interés personal por la historia de las ciudades precolombinas y coloniales con que comenzé su carrera académica; un interés un poco extrafio en el medio argentino de la renovacién universitaria, que se va a volear casi con exclusividad a los temas de la ciudad de los siglos XIX y XX. Con el foco puesto en "ei procesa de urbanizacién” y en este universo de vinculaciones de fa hi$toria urbana con las ciencias sociales, tan paradigmaticamente representado por el CEUR pero que se desarrollé también en otros centros de investigacién, se van & desplegar varias lineas de aporte a la historiografia urbana. En primer lugar, estudios’de sociologia histérica, como los realizados por el propio Hardoy sobre politicas del suelo o planificacién municipal (Las ciudades en América Latina, 1972) 0 por Oscar Yujnovsky sobre La estructura interna de la ciudad (1971) 0 sobre las politicas de vivienda (Claves politicas de! problema habitacional argentino, 1984), En segundo lugar, estudios de demografia histérica, como los realizados por Zulma Recchini de Laites y Alfredo Laties (La poblacién de Argentina, 1975). En tercer lugar, estudios de historia social de le ciudad, cama los realizados por Francis Korn, vinculada en un inicio,al proyecto de sociologia urbana de Germant (Buenos Aires: los huéspedes del 20, 1974), o por Luis Alberto Romero, quien realiza en el CEUR las investigaciones histéricas para los estudios sobre la “estructura regional” argentina de Alejandro Rofman (Sistema socioecénomico y estructura regional en la Argentina, 1973). En cuarto lugar, estudios de geografia histérica urbana, como los ya clasicos realizados pat Horacio Torres sobre la formacién metropolitana de Buenos Aires (EI ‘mapa social de Buenos Aires, 1978) y por César Vapiiarsky sobre las cludades de la Patagonia (La formaci6n de un area metropolitana en la Patagonia, con . Pantelides, 1987) 0 sobre las transformaciones histéricas de la ted urbana argentina (EI crecimiento urbano en la Argentina, con N. Gorojovsky, 1989). Podia decirse que Junto con la linea de demografia histérica practicada por los Lattes, que constituyé el corpus basico de informacién procesada que todavia se sigue utlizando, la elaboracién de los “mapas sociales” de Torres y los aportes de Vapfiarsky sobre las categorias de io urbano 0 sobre el novedoso peso de las ciudades intermedias en la red urbana, es el tipo de enfoques que, dentro de este contingente historiogrético, mejor ha atravesado la prueba del tiempo, trascendiendo con holgura los estrechos ites programaticos del contexto que los produjo. De hecho, sin formar parte propiamente de las mas recientes renovaciones historiograficas, estas dos lineas son las que han continuaco ofreciendo ininterrumpidamente hasta el presente importantes aportes al conocimiertto histérico, como se ve con claridad en el tiltimo trabajo de \Vapfiarsky, dedicado a una minuciosa reconstruccién demografica y cartografica del Gran Buenos Aires (La aglomeracién Gran Buenos Aires, 2001). Es en el campo de la geografia histérica, por otra parte, donde debe relevarse una de las pocas producciones significativas sobre historia urbana que en el periodo se desarrollaron por ftiera de estos Ambitos de investigacién, como el Instituto de Sociologia de la UBA, el CEUR, ¢ el Instituto Di Tella, que, aunque atravesados por debates y conflictos (especialmente en el curso del pasaje desde el funcionalismo al estructuralismo y desde el reformismo a la izquierda marxista), formaban un universo bastante compacto de premisas tedricas e idaoligicas. Se trala de los trabajos de. Patricio Randle sobre la ciudad pampeana (La ciudad pampeana, 1969) 0 la cartografia de la pampa anterior (Atlas, 1971), desarrollados desde el curso de Planeamiento de la Universidad de Buenos Aires 0 desde Oikos (Asociacién para la Promocién de ios Estudios Tertitoriales), con una clara orientacién politica de derecha. Es interesante notar cémo aparecen en sus trabajos algunas categorias aparentemente comunes, como “estructura urbana’, pero que si en la linea de sociolégica-historica servia para connotar la preeminentcia de lo socio-econémico sobre lo espacial, para Randle es un modo de caracterizar las cualidades estrictamente fisicas «le ta ciudad, sus invariantes tipolégicas y espaciales. Y también con ‘este apego por la materialidad de la ciudad, Randle se va a constituir en un publicista de las tradiciones del "planeamiento fisico” (como comienza a liamarse la urbanistica realizada por arquitectos), desde Geddes y Mumford hasta Poéite, en momentos en que los presupuestos tebricos de la planificacién (su apuesta Por la matematizaciér, de los procesos de andlisis y disefio, sus debates tedricos sobre ‘economia regional, etc.) parecian haberlos dejado completamente atras. Asi realiza algunos de los pocos textos sobre historia de la teoria urbanistica (Evolucién urbanistica, 1972), aunque en la modalidad de tas “historias ejemplares ipica de las historias disciplinares tradicionales, Desde el punto de vista de la historia de la urbanistica como practica histérica, ‘en cambio, y, en especial, de la historia de las practicas urbanisticas concretas en las, ciudades argentinas, en todo este periodo se cumple aquello que notamos para América Latina: un completo desinterés que se apoyaba en el fuerte cardcter operativo de todos los estudios. Es decir, si bien para intervenir en la ciudad contemporanea Podia parecer necesario comprender la evolucién histérica de sus problemas, resulta comprensible que desde el punto de vista de la propia técnica de la intervencién se adoptara una posiciéni de “progreso cientifico”, de acuerdo al cual las soluciones aw aplicadas en el pasado se vuelven completamente irrelevantes 0, peor incluso, “nocivas*. Es el limite historiografico objetivo que encuentra una historia disciplinar escrita por los propios practicantes de la disciplina. V. Historia social v cultural de la ciudad Coincidiendo en muchos aspectas con este clima general en la aproximacién a los, temas urbanos, se producen en el periodo dos libros que son, sin embargo, completamente singu.ares en su profundidad historiografica y en su capacidad de impacto hacia el futuro; los dos libros ya mencionados de James Scobie, Buenos Aires del centro a los barrios (1974), y José Luis Romero, Latinoamérica, las ciudades y las ideas (1976). Scobie recorre todo el camino de los estudios urbanos latinoamericanos, desde aquella mesa pionera:de 1957 sobre la ciudad del siglo XIX en la que lo encontramos con Morse, hasta sus trabajos sobre urbanizacién en América Latina o su posterior dedicacién a la Argentina. Y no cabe duda de que comparte las premisas funcionalistas de aque! nutrido contingente de académicos norteamericanos que se habian volcado a estudiar las ciudades tatinaamericanas, y que, ya en el marco de la cultura de Buenos Airgs, fue afectado por las principales cozriantes de debate de la epoca, a las que sin embargo pudo incorporar ecuménicamente en su libro ~desde el revisionismo, que apé'rece en su presentacién del parteaguas de 1880 como una derrota de las fuerzas industtialistas y nacionalistas “del sur” a manos de los grupos comerciales y burocrdticos “del norte” con el resultado de una “malsana dependencia’; hasta el desarrollismd, que aparece en su visién del crecimiento urbano como un continuo de progreso desde el centro a los barrios. Posiblemente donde mas aparezcan las limitacignes de aquel contexto ideolégico sea en su visién de la expansién urbana corhe un producto exclusivo de! mercado (loteos populares y traza tranviaria). Sin embargo, tuvo el talento para realizar con todo ello una historia urbana ejemplar acerca del modo en que los procesos sociales, econémicos, politicos y culturales se articulanten la produccién de una ciudad, construyendo motives de gran condensacién de la trama historico-urbana que hasta el dia de hoy han amojonado Nuestra comprensién de la modernizacién de Buenos Aires: el conflicto del puerto, la produccién de la centralidad, la peculiaridad del “barrio en la conformacién socio- espacial de la ciudad, el rol de la inmigracion. Romero, por su parte, combina también los estimulos tedricos e historiograficos de este periodo de expansién de los estudios urbanos en una forma extremadamente personal. Sus apraxiniaciones al tema de la ciudad comienzan con breves ensayos durante la década de 1960 sobre las relaciones campo-ciudad en América Latina, en los que pone en practica un original modo de leer en algunos clasicos del siglo XIX y XX, como Sarmiento ¢ Martinez Estrada, probleméticas que su formacién en historia medieval y su temprano seguimiento del ensayo centro-europeo le permitian convertir en claves de comprerisién aguda de la cultura urbana latinoamericana. Y en 1972 publica un pequefio trabajo sobre Buenos Aires en el que produce la primera gran estilizacién de las diferentes etapas histéricas de la ciudad, valiéndose para eso no de las categorias tedrica’ en uso en los debates urbanos, sino de la prolifica literatura y ensayistica producidas sobre la ciudad, extrayendo categorias socio-historicas muy efectivas de equellas fuentes culturales que precisamente la renovacién tedrica habia dejado de lado (“Buerlos Aires: una historia"). En este marco, Latinoamérica, las ciudades y las ideas constituye una obra de magnitud completamente diversa: la misma eficacia para éstilizar en formulas expresivas periodos completos, la misma capacidad para leer Ids huellas sociales y culturales en la ciudad, pero desplegadas en un fresco histérico todavia inigualado. En todos estos trabajos es posible entresacar, sin duda, la misma agenda tematica de los estudios sobre urbanizacién: el caracter diferencial de la ciudad latinoamericana frente a la europea, el problema de la aculturacién en el "continuo folk-urbanc”, la cuestién, por ende, de la "trancisién’, la cuestién de la desorgénizacién social en la metrépoli masificada, etc., etc. Pero su $ 18 t profundo conocimiento de la produccién cultural latinoamericana filtra esos temas - otorgandoles una nueva densidad, la densidad de un cdsico (Gorelik, 2001). Desde mediados de los afios setenta, estos dos libros aparecieron como un faro para orientar nuevos estudios en el contexto del progresivo debilitamiento de las bases tedricas ¢ ideotigicas de aquel ciclo tan productivo de investigacion urbana; oficiaron de puente efttre aquellas agendas teéricas y los olros andariveles por los cuales se venia renovando la historia urbana en el mundo, especialmente fa vision de la ciudad como un espacio histérico cultural. Asi se produjeron, en los afios siguientes, algunas obras aistadas pero importantes en la reorientacion de los enfoques, como el libro de Francis Korn Buenos Aires: una ciudad moderna (1981) 0 la obra colectiva en dos voltimenes sobre’ Buenos Aires que organiza Luis Alberto Romero con la guia de los breves ensayos de su padre (de hecho, la periodizacién de toda la obra seguira fielmente la que José’ Luis Romero traz6 en “Buenos Aires: una historia’, al punto de que sus breves paragrafos seran ahora utlizados por separado como introducciones. caracterizadoras de cada periodo) (Buenos Aires. Historia de cuatro siglos, 1983). En este caso, también aparecen los limites que generaba la debilidad del campo historiografico sobre la ciudad; fa mayor parte de los trabajos oscilan entre visiones de la sociedad, la economia, la politica o la cultura casi sin vinculos con la ciudad, y Visiones de la arquitectura o la urbanizacién casi sin vinculos con la vida social y cultural urbana; los textos mas produetivos son los de aquellos que ya venian desarrollando temas Urbanos (los Romero, Scobie, Rechini de Lattes) o los de algunos historiadores perspicaces (Tulio Halperin, Natalio Botana, Juan Carlos Torre, Leandro Gutiérrez) que lograron identificar nécleos en la trama sociedad / ciudad. Vi. : Ya en los comienzos ie la democracia estas lineas de renovacién comenzaron a articularse con una renovacién de otro tipo, proveniente de los propios estudios urbanos, en una interfocuci6n muy activa de la que emergerd finalmente la historia urbana como campo disciplinar especifico. Es decir, en fa Argentina ta disciplina historiografica de la ciudad no se forma como producto de una reconcentracién de las disciplinas de fo urbano sobre si mismas, sino de una intensa interaccién entre historiadores de la arquitectura y ta ciudad, historiadores culturales, historiadores sociales, socidlogos, criticos literarios, etc., en el clima febril que desde los tltimos ajios de la dictadura activaba los centros y grupos de estudio como productivas maquinas de mezcla teérica y disciplinar. De ese clima, y como indicio ejemplar de la nueva centralidad cultural del tema ciudad en la introduccién de los debates sobre la modernidad, surgié una de las visiones histérico-criticas mas agudas de la cultura moderna argentina, pensada como cultura urbana: tos trabajos de Beatriz Sarlo desde comienzos de los afios ochenta, que encuentran un momento altisimo de condensacién en el ya citado Una modernidad periférica (1988), donde Buenos Aires se convierte ya no en-el escenario de la produccién cultural de vanguardia, sino en el propio campo de tensiones que produce la cultura y permite interpretaria En los grupos de estudios urbanos y arquitéct6nicos la renovacién provino, basicamente, de dos ‘uentes. Por una parte, una transformacién interna a les grupos auspiciados por Jorge Enrique Hardoy, que comienzan a atender a los temas de la historia social y cultural urbana, especialmente un nutrido grupo de Rosario. Y vale la pena sefialar la notab'e capacidad que Hardoy demostré desde el comienzo de su carrera de migrar en cada giro de los tiempos y de identificar, cada vez, fas figuras adecuadas para encarnarlos; las agendas de los simposios sobre urbanizacién son un muy buen ejemplo: la edicién de 1982, por ejemplo, se titula "Cultura urbana latinoamericana’, y la de 1986, "Nuevas perspectivas en los estudios sobre historia urbana latinoamericana’, con trabajos de algunos exponentes clave de laS problematicas emergentes a nivel regional, como Angel Rama, Murilo de Carvalho, Sevcenko, Needel, Trachtenberg, etc. Por otra parte, los grupos que comienza a organizar Jorge Liernur a su regreso de sus estudios en la Escuela de Venecia en “La 419 Escuelita” y el Centro ‘de Estudios de la Sociedad Central de Arquitectos (CESCA). Una iniciativa temprana muestra el tipo de interlocucion a la que apostaban esos ‘grupos: el seminario “Metrépolis y condiciones de vida” organizado en 1983 por el CESCA junto con CLACSO, con la organizacién de Liemur y Hardoy, y la participacién de historiadores provenientes de la arquitectura, como Femando Aliata, Anahi Ballent, Alejandro Crispiani, Roberto Fernandez o Rafael Iglesia, etc., historiadores como Luis Alberto Romero y Leandro Gutiérrez, que comenzaban en el PEHESA sus importantes, trabajos sobre los sectores populares urbanos y sus instituciones barriales en Buenos Aires, 0 Diego Armus'y Hugo Vezzetti, que abrian la problematica del higienismo y las politicas sanitarias, y algunas figuras de la renovacién intelectual como Sarlo. La agenda de la investigacién comenzaba a esbozarse sobre los temas poco estimados durante el Ciclo anterior: relacién entre cultura urbana e ideas urbanisticas; andlisis de las politicas de vivienda pero como parte de dispositivos socio-histéricos del habitar; producci6n cultural del paisaje urbano; instrumentos técnicos y mentalidades en la produccién del territorio; los roles del Estado en la formacién de instrumentos de intervencién y gestién urbanas pero también en la conformacién de un espacio publico politico-urbano; etc., et. El clima favorable a la interlocucién daba a esa agenda una alta intensidad tedrica, frente aa necesidad simultanea de abrirse a todos los estimulos pero también fundamentar conceptualmente una disciplina inexistente, Y ponia como centro de todas las referencias la perspectiva cultural, en el sentido de que fa cultura aparecia como la gran articuladora de los nuevos enfoques historiogrétficos, en tanto las nociones de representacién e imaginario abrian explosivamente las posibilidades de entender las relaciones entre ciudad y sociedad. Por supuesto, ilambién se desarrollé desde desde los afios ochenta un tipo de historia urbana que sé mantuvo dentro de marcos mas tradicionales, especialmente aquellos deudores dela visin documentalista y patrimonialista de la historia de la ciudad y la arquitectuéa. Dentro de esa linea, son destacables por su investigaciéon documental el trabajo:de Alberto de Paula sobre la ciudad de La Plata (...) y el mas reciente sobre un plan de fundaciones urbanas de la corona espafiola a fines del siglo XVIII (Las nuevas poblaciones en Andalucia, California y el Rio de la Plata, 2000). Un caso especial en la misma linea lo constituye Ramén Gutiérrez, una figura clave en la historiografia de la arquitectura (v.) que ha hecho varias incursiones en historia urbana. Especial por el contraste entre la importancia de muchos de sus aportes (sus estudios de temas urbanos y territoriales en los sigios coloniales y el primer perlodo independiente, como en algunos capitulos de Arquitectura y urbanismo en Iberoamérica, 1983, 0 los volimenes de Territorio y fortticacién, 1991, con Cristina Esteras) y la debifidad de las interpretaciones y las categorias utilizadas, sobre todo en los temas en los que se introduce la modernidad, justamente la problematica que mas abordajes renovados recibié desde aquellos afios (Buenos Aires. Evolucién histérica, 1992). La vision reduétiva de la modernitad tiende a manifestarse en particular en la vision aplanada de la turbanistica a partir de la hegemonia de las ideas francesas en la segunda mitad del siglo XIX, enfoque ideolégico que Gutiérrez (y muchos de quienes han seguido este camino historiografico) comparten con una figura que proviene de un universo de ideas diferente como Hardoy. En efecto, en el mismo momento en que la urbanistica aparecia gor fin en la agenda de temas densos de la historiografia, esta linea de trabajos la analizé como un producto espiireo de la dependencia cultural; ya Porque fueran concehidas como soluciones tecnocraticas alejadas de los problemas reales de la ciudad, o'como soluciones foraneas inapropiadas para la realidad local, o como visiones elitistas impuestas por el poder, las ideas urbanisticas se redujeron a un. capitulo casi risible (si no hubiese sido al mismo tiempo ideolégicamente abominable) de la historia urbana de las ciudades latinoamericanas. Se trata de una concepoién que hace pasar todo el complejo mundo de contactos culturales y transculturaciones implicito en la circulacién internacional de las ideas urbanas par el estrecho embudo de la nocién de “influencia’, dando como resultado que todas las reformas del periodo 4 } fundamental de modegnizacién urbana, entre finales del siglo XIX y los afios 1930 quedaran opacadas detras de la categoria omniexplicativa de “haussmannizacion’. La nueva agenda de temas, por su parte, se ira materializando en obras colectivas como las ofganizadas por Armus: Sectores populares y vida urbana (1984) y luego Mundo urbano y cultura popular (1990). Y encontrar un momento de institucionalizacién en la gestién de Liernur del Instituto de Arte Americano (Facultad de Arquitectura, Universidad de Buenos Aires), con seminarios de discusion y formacién y encuentros multidisciplinares, como las Jornadas Buenos Aires moderna: Historia y perspectivajurbana, realizada en 1991 con la presencia de principales figuras de la renovacién historiogréfica. Estos encuentros comenzaran @ asumir durante los afios noventa una dimensién internacional y una gran diversidad institucionel, como myestran, por mencionar sélo a algunos entre los mas importantes, el Seminario Internacional Vaquerias, organizado por el Programa Internacional de Investigacion sobre el Campo Urbano en 1996 (Vaquerias, Cordoba); la Conferencia Internacional *La cultura arquitecténica hacia 1900. Revalorizacién critica y preservacién patrimonial’, organizado en 1999 por la Universidad Torcuato Di Tella y la UNESCO; y el Congreso Internacional “Buenos Aires 1910. El imaginario para una grar’capital’, organizado por la Getty Foundation La consolidacién historiografica de la década del noventa se percibe, precisamente, en la insercion de la historiografia urbana como parte de las ciencias histéricas en general: los principales congresos académicos de historia (como las Jornadas bianuales de Escuelas de Historia) incluyen de modo habitual varias mesas de historia urbana o territorial; los nuevos emprendimientos editoriales sobre historia argentina incluyen capitulos sobre estos temas, como se ve en los tomos de la Nueva Historia Argentina de fa Editorial Sudamericana o en los de la Historia de la vida privada de la editorial Taurus; se asientan estudios de posgrado en estos temas; y se asientan grupos de historia urbana en diferentes universidades con investigadores de la mas diversa procedencia, como ocurre en La Plata, Rosario, Mar del Plata, Santa Fe, Cordoba (gracias a lo cual estas ciudades han sido objeto en los tltimos afios de una importante cantidad de estudios, rompiendo la hegemonia que detentaba Buenos Aires). La normalizacién institucional no garantiza la riqueza intelectual de las investigaciones (como ya mencionamos para el caso brasilefio), y es dable notar ya una serie de limites que ‘e estén poniendo un techo la investigacién historica en los temas urbanos: la tendencia a identificar el objeto de estudio con la ciudad en la que se asienta cada grupe de historia urbana; \a ausencia, por ende, de miradas abarcadoras de la realidad urbana nacional, o de perspectivas que busquen los contactos entre diferehtes exeriencias urbanas de la region, el riesgo de reproducir rutinariamente para cada ciudad las mismas preocupaciones, como si el objeto ciudad garantizara por si mismo la unicidad de las preguntas y como si el conocimiento historico fuese una es‘anteria que debe ir completando anaquel por anaquel. Pero no cabe duida, en cambia, que el mayor rigor académico ha elevado notablemente el nivel de los instrumentos que se manejan, ha complejizado el nivel de debate y ha dejado abierto el abanico de abordajes posibles. De todos modos, como ya nos encontramos ante el analisis de los tiempos presentes y, mas atin, como buena parte de sus protagonistas se encuentran entre los redactores de este Diacionario, mas que hacer una eslimacién crilica sobre las diferentes lineas teméticas y metodolégicas que estan en curso desde los afios noventa, parece sens’to restringirse a su descripcién, para lo cual es muy util fa caracterizacién realizada hace muy poco por Alicia Novick (2003). Novick organiza tres grandes ejes de estuciios, en funcién de otros tantos “nuevos temas-problema’: el giupo que aborda el problema del Estado, las instituciones y las capacidades y modos de formacién y actuacin de los profesionales en la ciudad; el que aborda la constituci6n del urbarismo en las primeras décadas del siglo; y el que trabaja en el registro de los estudios culturales. 2 Dentro del priraero, menciona trabajos sobre la conformacién del territorio en el periodo rivadaviano (FF. Aliata), la produccién de la vivienda estatal de entreguerras (Ana Marfa Rigotti) y durante el peronismo (A. Ballent); trabajos sobre la constitucion Gientifica de la Ingenieria y el higienismo (Graciela Silvestri), la agrimensura (Fernando ‘Williams; Silvia Décovla), la ingenieria (Eduardo Gentile y Gustavo Vallejos), el higienismo (Gonzalez Leandri; D. Armus; Manica Paiva), la ingenieria sanitaria (Sandra Sanchez); scbre los modelos de intervencién viatios (Adriana Collado, S Déccola), de parques'(Sonia Berjman) del arte urbano (Raul Piccioni), sobre ta cartografia (Graciela Favelukes), los reglamentos y cédigos de edificacién (Carlos Mazza), la conformac.én cultural del paisaje (G. Silvestri y F. Aliata; Paula Bruno y C. Mazza). Dentro del segundo el eje, la génesis del urbanismo a comienzos de siglo XX, menciona trabajos sobre las relaciones entre reforma urbana y reforma social (A. Novick, Oscar Bragos); sobre los usos de la ciencia en el primer urbanismo (A. M Rigotti); sobre las representaciones del urbanismo desde los discuros utdpicos (Margarita Gutman), de las doctrinas (P. Bruno), de los lenguajes y las metaforas en los discursos urbanisticos (A. Novick; Horacio Caride), de los contactos internacionales (J. Liernur). Y dentro del tercer eje, el de la historia cultural, menciona trabajos sobre las representaciones de la electricidad en Buenos Aires (G. Silvestri y J. Liemnur), sobre el modernismo en Mendoza (Ricardo Ponte), sobre la “invencién de la playa” (Fernando Cacopard) y sobre las politicas urbanas y las representaciones literatias en la formacién del ex’pacio pliblico en Buenos Aires (Adrian Gorelik). A lo que convendria agregar e| trabajo histérico socio-cultural sobre ciudades que estan desarrollando investigadores como Elisa Pastoriza en Mar del Plata, Agustina Prieto en Rosario, Cristina Boixadés en Cordoba o el analisis de la industria y los consumos urbanos realizado por Fernando Rocchi en Buenos Aires Bibliografia : (Aclaracién: No se cit&n los trabajos de historia urbana, sino sélo aquellos que reflexionan sobre la produccion Historiogafica). Aliata, Fernando, “Ciudad o aldea. La construccién de la historia urbana de! 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