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TRIBUNAL SUPERIOR DE BOGOTÁ

SALA SÉPTIMA DE DECISIÓN CIVIL

Magistrado Ponente
OSCAR FERNANDO YAYA PEÑA

Bogotá D. C., veintiséis de febrero de dos mil catorce


(aprobado en sala de febrero 4 de 2014)

11001 3103 002 2010 00320 01

Se decide la apelación que impetró el demandante contra la


sentencia que el Juzgado Segundo Civil del Circuito de Bogotá
profirió el 8 de julio de 2013, en el proceso ordinario promovido por
Pedro Antonio Camacho Fonseca contra Luz Dary Mermeo Garzón.

ANTECEDENTES

1. LA DEMANDA. Pidió el libelista que se declare que entre


las partes de este litigio “existió una sociedad de hecho desde el 7 de
febrero de 1987 hasta el 29 de diciembre de 1990”, y que en
consecuencia, se ordene su disolución y liquidación.

Camacho Fonseca relató que convivió con la demandada desde


el 7 de febrero de 1987 hasta diciembre de 2003; que procrearon tres
hijos y que “con esfuerzo mancomunado y aportes en dinero y en
trabajo, adquirieron algunos bienes muebles e inmuebles”, entre los
que se halla el predio identificado con matrícula 50C-28640,
“mediante compra efectuada por la señora Mermeo Garzón a
Eduardo Henao Rendón, conforme la escritura pública 9094 de
diciembre 26 de 1990, de la Notaría Sexta de Bogotá”.

Agregó que en el proceso de disolución y liquidación de la


sociedad patrimonial de hecho entre compañeros permanentes que
se adelantó en el Juzgado 12 de Familia de Bogotá (Rad. 2004

FL. 45
00521), se excluyó del respectivo inventario el precitado inmueble,
“bajo el fundamento legal que la declaración sólo tenía efectos a
partir de la vigencia de la Ley 54 de 1990, esto es, del 30 de
diciembre del mismo año, a pesar de haberse conciliado que la unión
marital se inició en febrero de 1987” y que ese predio “fue adquirido
con el fruto de los aportes en lo que se refleja la cooperación de la
pareja CAMACHO - MERMEO, tanto en trabajo como en especie”.

2. LA OPOSICIÓN. La demandada excepcionó “inexistencia


de la sociedad comercial de hecho”.

Amén de admitir la convivencia que según su contraparte tuvo


lugar entre el 7 de febrero de 1987 y el mes de diciembre de 2003, lo
mismo que el surtimiento de las actuaciones judiciales a que refiere
la demanda, la señora Mermeo Garzón aseveró que “el inmueble fue
adquirido con dineros producto de la liquidación de la sociedad
conyugal con Mariano Gómez Rico”, y que “no es cierto que el señor
Camacho Fonseca hubiese hecho aportes dinerarios para la compra
del inmueble”.

Refiriéndose al anexo de la demanda que alude a un “contrato


civil de obra” (folios 2 y 3, cuaderno principal), la opositora manifestó
que “el hecho que el actor aparezca en el contrato de obra de
demolición y construcción de la casa de la calle 70 No. 32 -30/32” de
Bogotá, contratando tales labores con un tercero, se dio por la
iniciativa del ahora demandante, quien, en todo caso, no “hizo aporte
alguno para la demolición y construcción del referido inmueble”.

3. LA SENTENCIA RECURRIDA. El juez a quo negó las


pretensiones. Sostuvo que “la conformación de la sociedad de hecho
no puede deducirse de la sola convivencia, la cual, en determinados
casos, tan solo sería un indicio del ánimo societario que, por regla
general, debe acompañar todo tipo de sociedades, toda vez que si (los
compañeros) no despliegan una actividad conjunta, sino por el

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contrario se limitan a dispensarse recíprocamente sus dones y a
prestarse el auxilio inherente a la unión marital de hecho, o si cada
uno de ellos, de manera separada, gestiona sus propios negocios sin
el aporte decidido del otro, no podrá afirmarse que entre ellos se
conformó una sociedad de hecho”.

Acotó que las manifestaciones que la demandada plasmó en su


declaración de parte “no fueron derrumbadas por el actor”; que con
las versiones de los testigos Edgar Antonio Moreno Chaparro y José
Rátiva se acreditó “la existencia de la actividad comercial de la
señora Mermeo, incluso antes de la configuración de la sociedad
marital, así como la procedencia de los dineros con los cuales se
obtuvo el inmueble”, de donde coligió que “el solo hecho de haberse
adquirido el inmueble cuando ya convivían las partes no es
indicativo de la existencia de una sociedad de hecho”.

4. LA APELACIÓN. El inconforme destacó que él y su


contraparte “empezaron a trabajar en una actividad común -la
floristería-, adicionaron ahorros, destinaron bienes para el pago del
maestro de obra, pagaron su labor conjuntamente y le dieron un
destino mixto al bien transformado, en cuanto ocuparon una de las
unidades para su vivienda y las restantes las pusieron a producir
mediante el arrendamiento”; que el juez a quo pasó por alto “que
cuando el bien fue comprado los socios ya llevaban más de tres años
de convivencia y trabajo conjunto; que los socios antes de unirse
ejercían el comercio y no sólo la demandada”, y que “el juzgador le
dio plena credibilidad a la manifestación de la demandada, con total
desconocimiento del artículo 195 del C. de P. C.”.

CONSIDERACIONES

La alzada en estudio está llamada a prosperar, por cuanto las


probanzas obrantes en la foliatura llevan a colegir que por un
periodo que cubrió en su totalidad el aludido en la demanda (del 7 de
febrero de 1987 al 29 de diciembre de 1990), y que incluso se

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extendió hasta diciembre de 2003, los señores Camacho Fonseca y
Mermeo Garzón, además de sostener una relación de pareja estable y
permanente, desplegaron ambos actividades económicas (vinculadas
principalmente a la venta de flores), todo ello con el propósito de
consolidar un patrimonio para su beneficio común.

Y es que de conformidad con los pronunciamientos


jurisprudenciales que se reseñarán ulteriormente, las circunstancias
arriba registradas imponen colegir la concurrencia de los elementos
necesarios para la estructuración de la sociedad de hecho cuyo
reconocimiento se reclamó en la demanda, esto es, “la pluralidad de
aportes, el reparto de utilidades y el objeto”, pues, ello es medular,
“la sociedad de hecho, cualquiera que sea su categoría, exige para
serlo que se reúnan los elementos esenciales de las sociedades
regulares”1.

A sustentar tales asertos se destinarán los siguientes párrafos.

1. Cierto es que de antaño, ha dicho la Corte que “per se, el


trato sexual que normalmente se dispensan los amantes no
trasciende de esta unión concubinaria, porque ‘en común sólo tienen
el lecho y la vida de los afectos’” (CLII, 347). De ahí que también se
haya anotado que “es claro que quienes, sin estar ligados por vínculo
matrimonial alguno, deciden cohabitar como marido y mujer bajo un
mismo techo y lecho, esa convivencia por sí misma, al no ir más allá
de las manifestaciones íntimas, no alcanza por tanto a constituir
comunidad de bienes, ni a configurar ningún tipo de sociedad o
compañía de índole pecuniaria”2.

Sin embargo, la misma Corporación precisó que “cuando, a la


par con esa vivencia sentimental, ellos deciden aunar esfuerzos
encaminados a formar un capital a través de los correspondientes
aportes, con el propósito de repartirse entre sí las ganancias o las

1
REYES VILLAMIZAR, Francisco. Derecho Societario – Tomo I. Bogotá: Temis, 2009, p. 35.
2
CSJ, sent. de 28 de octubre de 2003, exp. 7007, M.P. César Julio Valencia Copete.

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pérdidas derivadas de la especulación, entonces ahí sí hay lugar a
afirmar que aparece estructurada una verdadera sociedad de
bienes, formada por los hechos. En esta última eventualidad, por
supuesto que le corresponde al interesado acreditar fehacientemente
todos los elementos esenciales que estructuran una sociedad, vale
decir, el animus societatis o sea la intención de asociarse -distinta del
interés individual de los socios-, el aporte de los consocios destinado
al desarrollo y explotación de la compañía, o en sentido más amplio,
‘la recíproca colaboración en la pareja en una actividad económica
con miras al logro de un propósito común’ (CC, pág. 40), así como
también la pretensión de obtener una utilidad económica repartible o
de asumir, de consuno, las pérdidas que puedan originarse de ella”3.

Así las cosas y atendiendo el principio onus probandi incumbit


actori, en el asunto sub lite incumbía al señor Camacho Fonseca
acreditar que entre él y la señora Mermeo Garzón “…brotó una
comunidad de intereses, esfuerzos y realizaciones nacidas
simultáneamente con la relación afectiva que los unió, llevándolos a
refundir sus propósitos económicos con los de su relación de
pareja”4.

2. Corroborando lo que afirmó en la demanda, ha de verse


que en el acta que recogió la audiencia de la conciliación que el
Juzgado 12 de Familia de Bogotá aprobó por auto del 2 de marzo de
2004 (prueba trasladada en copia auténtica5), figura que los
litigantes allí manifestaron, al unísono, que “… convivimos como
marido y mujer desde el 7 de febrero de 1987 y hasta diciembre
de 2003; nuestra unión marital de hecho fue singular, pública,
estable e ininterrumpida” (fl. 52); que en su escrito de contestación
(fl. 40), la opositora admitió como “cierto” el hecho primero de la

3
CSJ, sent. de 28 de octubre de 2003, ya citada.
4
CSJ, sent. de junio 27 de 2005, exp. 7188, M.P. Pedro Octavio Munar Cadena.
5
La expedición de las copias del proceso 2004 00521 fue ordenada por el Juzgado 12 de Familia de
Bogotá mediante auto del 28 de enero de 2013 (fl. 89, cdno. 2).

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demanda6, y que al absolver su declaración de parte (fl. 80), ella
reafirmó lo atinente a su “convivencia marital” con Camacho Fonseca
para el periodo que arriba se mencionó.

También es útil resaltar, con apoyo en los testimonios que


dispensaron los señores Julio César Raga Reyes, José Rativa
(comerciantes de flores) y Edgar Antonio Moreno Chaparro
(constructor) en el año 2012, lo mismo que en la declaración de parte
que absolvió la demandada, que se demostró que durante su
convivencia, Pedro Antonio y Luz Dary emprendieron actividades
mercantiles afines (comercialización de flores), con miras a
conformar un patrimonio del cual pudieran reportar beneficios
patrimoniales comunes.

El testigo Raga Reyes relató que “conozco al señor Pedro


Antonio Camacho Fonseca hace más de 40 años, desde que yo
tenía 10 años, porque nuestras mamás vendían flores en los
Carullas. A doña Luz Dary Mermeo Garzón la conozco hace como
unos 27 años porque yo le surtía flores al negocio que ella tenía”
(fl. 96). Por su parte, José Rativa aseveró que “conozco a Pedro
Antonio Camacho Fonseca hace 28 años porque él era vecino mío,
compartíamos juegos de microfútbol y también porque la mamá de
Pedro fue comerciante de flores al igual que él y yo”, y que “a la
señora Luz Dary Mermeo Garzón la distinguí cuando se unió con
Pedro Camacho hace como unos 23 o 25 años (…) yo le conocí a
ella un local a la entrada del cementerio en Chapinero donde
vendía flores” (fls. 94 y 95).

Con similar orientación, el testigo Edgar Antonio Moreno


Chaparro manifestó que la actividad económica de Pedro Antonio es
la de “comerciante de flores desde que lo conozco, es decir 20 o 22
años”, y que “yo la conocí (a Luz Dary) en su negocio en el local del

6
“Pedro Antonio Camacho Fonseca y Luz Dary Mermeo Garzón se unieron maritalmente de hecho el 7
de febrero de 1987, unión que perduró hasta el mes de diciembre de 2003” (fl. 8).

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cementerio vendiendo flores, siendo vecino de la obra que está
construyendo el señor Gustavo Vivas” (fls. 92 y 93).

3. Ha de verse, seguidamente, que con el escrito de


“contrato civil de obra” visible a folio 2 del cuaderno principal, la
declaración de quien figura en dicha documental como “contratista”
(el constructor Edgar Antonio Moreno Chaparro), y los testimonios de
José Rativa y Julio César Raga Reyes, se acreditó una de las
manifestaciones concretas del patrimonio que surgió como
consecuencia de la conjunción de esfuerzos (aportes) que a partir del
7 de febrero de 1987 acometieron ambos litigantes. Tales probanzas
reflejan que por la iniciativa de los señores Camacho Fonseca y
Mermeo Garzón, se llevó a cabo la construcción de una edificio que
se destinó a la vivienda de la pareja y sus tres hijos comunes
(nacidos entre 1987 y 1991), y también, al arrendamiento de
apartamentos y locales comerciales.

Sobre estas temáticas y en refuerzo de lo que con suma


claridad se registró en el precitado escrito de “contrato civil de obra”,
el testigo Moreno Chaparro señaló que “conozco el inmueble ubicado
en la Calle 70 No. 32-30/32 de esta ciudad porque yo lo construí,
eso fue como en el año 1992 aproximadamente, don Pedro y doña
Luz Dary me contrataron para que demoliera y construyera una
casa de dos pisos y posteriormente me dieron un carro en parte
de pago para que construyera los otros 2 pisos. La plata ambos
me pagaban porque eran un hogar y siempre estaban juntos”.

Lejos de incurrir en contradicción alguna, este declarante, de


singular importancia frente a las resultas de este litigio, sostuvo que
“Duré como año y medio o dos construyendo el inmueble, no me
quedaron debiendo nada, don Pedro era el que me daba el dinero,
a veces doña Luz Dary, entre ambos me pagaban. Cuando estuvo
terminado el segundo piso don Pedro y doña Luz Dary se fueron a
vivir al inmueble con sus tres hijos” (fl. 92).

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Por su parte, el testigo Julio César Raga Reyes aseveró que
“Pedro contrató al señor Edgar Moreno para que le demoliera el
rancho y levantara el inmueble que es de 4 pisos”; que “sé que en el
primer piso hay locales y en los otros son apartamentos”, y que
“Pedro era quien le cancelaba al maestro Edgar Moreno quien
construyó el inmueble, porque en varias oportunidades yo vi que él le
entregaba lo de las cadenas que era una suma aproximada de
$6’000.000 (2 veces) y también supe que le entregó una camioneta
como parte de pago por la construcción y recién que empezó la
construcción vi que le entregó $2’000.000” (fl. 96).

Las declaraciones recién trascritas las refrendó el testigo José


Rativa, en cuanto manifestó que “en una ocasión me encontré con
Pedro y con el señor que le estaba construyendo la casa y
compartimos una cerveza y ellos estaban hablando de la obra y
escuché que Pedro le estaba canjeando un carro al maestro como
parte de pago de la obra que le estaba haciendo. Sé que el maestro
le terminó el inmueble que es una casa de 4 pisos, en el primer
piso son locales, los demás son vivienda, lo sé por las 2 veces
que fui, una a la terminación de la obra a un asado y la otra vez
al cumpleaños de una hija de Pedro y Luz Dary” (fl. 94).

En resumidas cuentas, concluye el Tribunal que aquí la parte


actora acreditó, como era de su cargo, “los elementos estructurales
del contrato societario de hecho entre ‘concubinos’, ‘o sea, la
calidad de asociado, los aportes y la participación o distribución
de riesgos, pérdidas y utilidades (artículos 2079 Código Civil -hoy
derogado por el artículo 242 de la Ley 222 de 1995- y 98 Código de
Comercio), cohesionados en el acuerdo asociativo (animus
contrahendae societatis, animus societatis, affectio societatis)’ (cas.
civ. 30 de junio de 2010, exp. 08001-3103-014-2000-00290-01)”7.

7
CSJ, sent. de diciembre 5 de 2011, exp. 2006 00164 01, M.P. William Namén Vargas.

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4. Es más, inclusive en este litigio la parte actora excedió el
comentado gravamen probatorio, pues los elementos de la sociedad
de hecho que, al margen de las previsiones de la Ley 54 de 1990,
puedan suscitarse entre compañeros permanentes “no deben
entenderse, examinarse, analizarse o valorarse al margen, con
independencia o prescindencia de la relación personal y familiar,
tanto cuanto más que en línea de principio confluyen y ‘pueden estar
inmersos en esa comunidad de vida (…)’ (cas. civ. sentencia de 27 de
junio de 2005, exp. 7188)”8.

En efecto, en la antedicha oportunidad, la Corte precisó que el


rigor que otrora se reclamara para dar por acreditado el ánimo de
asociarse de los compañeros permanentes (exigiendo que la affectio
societatis se exteriorizara en actividades diversas al desarrollo de la
vida familiar) debía ser atenuado, atendiendo el entorno familiar y de
mutua colaboración, inclusive, en el plano laboral, profesional y
económico, ya que “la comunidad de vida singular, estable o
duradera entre quienes como pareja conviven more uxorio, integran
una unidad o núcleo familiar caracterizado por los lazos afectivos, la
cohabitación, las relaciones sexuales, la ayuda y el socorro mutuos,
por elementales reglas de experiencia, evidencia de suyo, por sí y
ante sí, el prístino designio de conformar también una comunidad
singular de bienes con esfuerzos recíprocos y el propósito de
asociarse, de obtener un patrimonio o ‘provecho económico común’”9.

5. La contundencia de los planteamientos hasta aquí


expuestos deja sin piso la única defensa que plasmó la opositora
(“inexistencia de la sociedad comercial de hecho”). En el sub lite no
solo se acreditó que Pedro Antonio y Luz Dary unieron esfuerzos “en
pie de igualdad, en forma conjunta, con el propósito común de
‘formar un patrimonio’ que les reportara beneficios a ambos,
actividades que reflejan el ánimo de asociarse para la consecución de

8
CSJ, sent. de diciembre 5 de 2011, exp. 2006 00164 01, M.P. William Namén Vargas.
9
Ibídem.

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esos fines económicos”10, de donde se colige, a su vez, el surgimiento
de una sociedad patrimonial entre quienes fueron compañeros
permanentes, la cual, “por tratarse de una sociedad distinta de la
conyugal, no es de carácter universal, sino que está conformada
por aquellos aportes en los que se refleja la cooperación de la
pareja en su consecución”11.

Súmase a lo anterior que -contrario a lo que alegó la opositora-


aquí se demostró que el demandante intervino directamente y
efectuó aportes para dar cumplimiento al contrato de demolición y de
construcción de la casa de la Calle 70 N° 32-30/32 de Bogotá. A este
respecto la Sala destinó, casi que en su totalidad, la consideración
tercera de esta providencia, por lo que sobran comentarios
adicionales.

6. Ante la prosperidad de la alzada en estudio, se condenará


en costas de ambas instancias a la opositora (art. 392, num. 6°, C.
de P. C.).

DECISIÓN

Por lo expuesto, el Tribunal Superior de Bogotá, Sala Séptima


de Decisión Civil, administrando justicia en nombre de la República
y por autoridad de la Ley, REVOCA la sentencia que el Juzgado
Segundo Civil del Circuito de Bogotá dictó el 8 de julio de 2013 en el
proceso ordinario de la referencia, y en su lugar, resuelve:

PRIMERO. Declarar impróspera la excepción de “inexistencia


de la sociedad comercial de hecho”, que impetró la opositora.

10
CSJ, sent. de 27 de junio de 2005, ya citada.
11
Ibídem. En el mismo sentido, sents. de septiembre 29 de 2006, exp, 1999 01683 01, M.P. Pedro
Octavio Munar Cadena, y diciembre 5 de 2011, exp. 2006 00164 01, M.P. William Namén Vargas.

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SEGUNDO. Declarar que entre Pedro Antonio Camacho
Fonseca y Luz Dary Mermeo Garzón existió una sociedad de hecho
entre el 7 de febrero de 1987 y el 29 de diciembre de 1990.

TERCERO. Ordenar la disolución y liquidación de la referida


sociedad, teniendo en cuenta lo que se consignó en la consideración
quinta de esta providencia.

CUARTO. Costas de ambas instancias a cargo de la


demandada. Las de segunda se liquidarán por la Secretaría del
Tribunal, incluyendo como agencias en derecho la suma de
$1’500.000. Cumplido, devuélvase el expediente a la oficina de
origen.

Notifíquese y cúmplase

Los Magistrados,

OSCAR FERNANDO YAYA PEÑA

MANUEL ALFONSO ZAMUDIO MORA

GERMÁN VALENZUELA VALBUENA

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