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Historia Corta de la Saga Oscuros

Este texto no viola ningún derecho de copyright. Ya que se encuentra totalmente


gratis y disponible en su idioma original (Inglés)

Fuente: Walmart - Lauren Kate

Traducido por: Staff Saga Oscuros (http://sagaoscuros.blogspot.com)

Recomendamos leer esta historia corta luego de leer “Oscuros” de Lauren Kate. No
contiene spoilers de “Oscuros: El Poder de las Sombras”, pero si ayuda a su
comprensión.

1
Daniel en L.A.

Cuando el sol se puso sobre los barrios bajos de Los Ángeles, una ciudad de tiendas de
campaña se levantó. Una por una hasta que la multitud de ellas impedía el paso de los
carros por las calles. Un montón de tiendas de jirones arrancados de nylon en la parte
posterior de un camión de Wal-Mart. Y las otras tiendas hechas de la nada, una sábana
sobre alguna tabla de madera. Familia enteras metidas en esas tiendas. Para ellos la
pérdida había terminado allí, porque al fin podían dormir sin miedo a la muerte. Y
porque, después de la noche, los policías dejaron el lugar solo. Daniel termino allí
porque siete mil personas le hacen más fácil soportar todo. Y porque los barrios bajos
era el último lugar en la tierra donde esperaba encontrar a Luce.

Daniel se había hecho una promesa después de la última vida. Perderla de esa manera:
Un resplandor brillante en medio de un lago congelado. No podía soportarlo. No podía
dejar que ella muriera de nuevo por él. Ella merecía amar a alguien sin tener que
pagarlo con su vida. Y tal vez hubiera podido si tan solo Daniel se hubiera mantenido
alejado.

Así que, en el centro, a lo largo de la calle Grittiest en la ciudad de los ángeles, Daniel
monto su tienda, lo había hecho todas las noches durante los últimos tres meses, desde
que Luce había cumplido trece años. Cuatro largos años antes de que, como suele pasar,
se encuentren. Eso fue lo que llevo a Daniel a romper con ese ciclo.

No había nada más solitario o depresivo que los barrios bajos de los ángeles. Ninguno
de los otros hogares que había construido Daniel para el mismo había resultado tan
desolador. Pero al menos en ese lugar, no había nada de romanticismo. El tenia los días
libres para pasear por la ciudad, y en la noche, tenía una tienda, que al cerrar la
cremallera dejaba el resto del mundo fuera. Tenía unos vecinos que se cuidaban los
unos a los otros. Tenía un sistema que podía manejar.

Hacia hace mucho tiempo había dejado de buscar la felicidad. Travesuras que nunca se
atrevió a realizar, no como lo hicieron sus amigos ángeles caídos. No; prevención. –
Prevenir a Luce de enamorarse de él, de siquiera conocerlo en esta vida.- ese era su
único y último objetivo.

Él rara vez volaba, y extrañaba hacerlo. Sus alas querían salir y sentirse libres. Sus
hombros le provocaban picazón casi todo el tiempo y la piel de su espalda se sentía a
punto de estallar por la presión. Pero parecía demasiado conspicuo dejarlas libres. –
Aun en la noche, en la oscuridad y solo. Siempre hay alguien que lo ve, y Daniel no
quiere que Arriane o Roland o incluso Gabbe sepan dónde está escondido. Él no quiere
ni la más mínima compañía.

Pero de vez en cuando, se supone que debía reunirse con un miembro de La Escala.
Ellos eran una especie de oficiales de libertad condicional para los caídos. En el
comienzo, La Escala tenía más importancia. Más ángeles por ahí que vigilar, más
Ángeles para llevarlos a su verdadera naturaleza. Y ahora que muy pocos de ellos se
mantuvieron “en juego”, a La Escala le gustaba tener un cuidado especial con Daniel.

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Todas las reuniones que él ha tenido con ellos a lo largo de los años, has sido nada más
que una enorme pérdida de tiempo. Hasta que la maldición se rompió, las cosas estaban
obligadas a seguir un curso: el limbo. Pero Daniel ha estado dando vueltas por ahí el
tiempo suficiente para saber que si él no los busca, ellos vendrán por él.

Al principio, Daniel había pensado que la nueva chica era uno de ellos.

Resulto que era algo completamente diferente.

- Hey.

Una voz fuera de la tienda. Daniel abrió la cremallera y saco la cabeza. El cielo al
atardecer era de un rosa pálido. Otra noche caliente.

La chica estaba parada enfrente a él. Ella tenía el cabello en puntas y una desgastada
camiseta blanca. Su cabello rubio enrollado en un espeso nudo en la parte superior de su
cabeza.

- Me llamo Shelby – Dijo.

- ¿Y?... – Dijo Daniel mirándola fijamente.

- Y que tú eres el único chico de mi edad en este lugar. O al menos, el único chico de mi
edad, que no está a la vuelta de la esquina cocinando Crack. – dijo señalando una parte
de la calle que desemboca en un callejón oscuro que Daniel nunca había visto. – Solo
pensé en presentarme.

Daniel entrecerró sus ojos. Si ella fuera de La Escala hubiera tenido que anunciarse
antes. Ellos aparecen en la tierra vestidos como humanos, pero siempre anuncian su
llegada a los Caídos. Es simplemente una regla más.

- Daniel - dijo finalmente. Él no salió de su tienda.

- ¿No eres amable? - Pregunto en voz baja. Se veía molesta pero aun así, se quedó
dónde estaba. Se le quedo mirando fijamente, cambiando su peso de un pie al otro y
tirando del dobladillo de sus shorts. – Mira, uh, Daniel, tal vez esto te va a sonar
extraño, pero tengo una entrada a la fiesta de esta noche en el Valle. Vine a preguntarte
si querías ir – se encogió de hombros – podría ser divertido.

Todo lo relacionado esta chica parecía un poco más grande que la vida. La cara
cuadrada, la frente alta, los ojos verdes salpicados de color avellana. Su voz se elevó por
encima de todo el lugar. Se veía lo suficientemente fuerte como para hacerlo en la calle,
pero por otra parte, también sobresalía. Casi tanto
como Daniel.

Se sorprendió al darse cuenta que, mientras más la miraba, más difícil se le hacía apartar
la mirada. Se veía tan increíblemente familiar. El debió haberse dado cuenta de eso
desde antes, cuando la veía caminar por ahí. Pero no fue sino hasta ese momento que se
dio cuenta a quien le recordaba Shelby. Ella era la viva imagen de

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Sem.

Antes de la caída, Sem fue uno de los confidentes más cercanos de Daniel. Uno de los
poco verdaderos amigos que tenía. Precoz y lleno de opiniones, Semihazah fue honesto
y ferozmente leal. Cuando comenzó la guerra y muchos de ellos dejaron el cielo, Daniel
estaba demasiado ocupado con Luce. De entre todos los Ángeles, Sem fue el único que
se acercó y comprendió la situación de Daniel.

El tenía una debilidad similar por el amor.

Precioso, hedonista. Sem podría lanzar un hechizo sobre alguien conocido.


Especialmente el sexo débil. Por un tiempo, parecía que cada vez que Daniel veía a Sem
luego de la caída, el tenía una chica mortal diferente bajo sus alas.

Excepto la última vez que se encontraron. Fue hace un par de años. Daniel estaba en la
época en la que Luce estaba viva, por lo que se acordó de visitar a Sem el verano antes
de entrar a la escuela intermedia. Daniel pasaba sus días en Quintana Roo cuando
Semihazah se presentó en su puerta solo.

Una llamada de negocios. Sem tenía la insignia que lo demostraba. Una cicatriz de La
Escala. La insignia de oro de la cicatriz de siete puntas. Ellos lo habían encontrado. Lo
habían estado persiguiendo y finalmente se cansó. Daniel se preguntó si alguna vez se
ha sentido cansado de todo esto.

A Daniel le dolía ver a su amigo así… tan… tan cambiado. Ahora hacia parte de La
Escala y todo en el parecía más pequeño. La llama dentro de él se había apagado.

Su último encuentro fue tenso y sin gracia. Hablaron como si fueran unos extraños.
Daniel recordó haberse sentido aún más furioso cuando Sem ni siquiera pregunto por
Luce. Cuando se fue, maldijo por lo bajo y Daniel supo que no lo volvería a ver. El
pediría que lo reasignaran de caso. El pediría a alguien más fácil de tratar.

Daniel acepto que tal vez nunca volvería a ver a su amigo. Razón por la cual, se dio
cuenta de quién era la chica.

Parada delante de el en el barrio bajo de L.A. estaba una descendencia de Semihazah.


Una hija.

Ella debe de tener una madre mortal. Shelby era una Nefilim.

Daniel se puso de pie para verla mejor. Ella se puso rígida, pero no retrocedió ni un solo
paso cuando se le acerco a su rostro. Era de unos 14 años. Linda, pero problemática.
Como su padre. ¿Ella siquiera sabía quién – o que – era? Sus mejillas se sonrojaron
mientras Daniel la miraba con detenimiento.

- Um, ¿Estas bien? – pregunto ella.

- ¿Dónde es la fiesta?

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Pasaron una hora atrapados en el tráfico en una van llena de extraños. Daniel no era
capaz de hablarle a Shelby, aun si supiera que decirle. “Háblame del padre que te
abandono” no parece la mejor manera de comenzar. Cuando finalmente pasaron las
colinas de los ángeles, llegaron a un extenso valle. La van se detuvo frente a una casa a
oscuras. No se parecía en nada a una fiesta.

Daniel tuvo cuidado. Durante todo el viaje estuvo buscando señales de que esa fiesta
fuera más que una ordinaria y humana fiesta. Una señal de que Shelby perteneciera a un
círculo de Nefilims de los que le había odio hablar a Roland. Daniel nunca le había
prestado atención a eso antes.

La puerta estaba abierta, Daniel entro siguiendo a Shelby y Shelby siguiendo al resto de
personas. Esa no era una reunión celeste. No, la gente de esa fiesta parecía sin vida. La
única luz de la habitación provenía del refrigerador que quedo medio abierto cuando
alguien fue por una cerveza, estaba tapada y caliente y algo en la esquina de la
habitación olía a podrido.

Daniel no sabía porque había venido, que estaba haciendo en ese lugar, y esto le
provoco un dolor por Luce. Él podía volar lejos de ahí e ir hasta ella en ese momento!
El tiempo que pasaban juntos eran los únicos momentos en toda la existencia de Daniel
en los que su vida tenía sentido.

Hasta que ella se va en un destello y todo se vuelve oscuro.

Él estaba olvidando su promesa, de mantenerse lejos esta vez. De dejarla vivir.

En la oscuridad, en la desagradable habitación, Daniel se imaginó como seria su vida sin


ella, y se estremeció al pensarlo. Si hubiera tenido una salida, la hubiera tomado. Pero
no lo hizo.

- Esto apesta.- Shelby estaba parada al lado de Daniel. A pesar de que Shelby estaba
gritando por encima de la música discordante, Daniel solo lograba leer sus labios.
Señalo la puerta trasera con su cabeza. Daniel asintió, siguiéndola.

El patio trasero era pequeño y cercado. El césped estaba descuidado y quemado, con
parches de tierra arenosa. Se sentaron en una placa de cemento pequeña, mientras
Shelby destapaba una cerveza.

- Lo siento, te arrastre hasta acá para ver este espectáculo de mierda. - Dijo, tomando un
trago, luego se la paso a Daniel.

- ¿Sales con esta gente muy seguido?

- Es la primera y última vez – dijo – Mi madre y yo, no nos quedamos en un mismo


lugar por mucho tiempo, así que nunca llego a tener algún amigo por mucho tiempo.

- Bien – Daniel dijo – Quiero decir, no creo que esta sea la clase de amigos con los que
debes pasar tu tiempo. ¿Qué edad tienes, catorce?

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Shelby resoplo - Um, gracias por la advertencia, papa. Pero soy capaz de cuidarme sola,
años de práctica.

Daniel dejo la cerveza y miro hacia el cielo. Una de las razones por la que le gustaba
L.A. era que nunca se veían las estrellas. Esta noche, pensó, las extrañaba.

- ¿Qué hay de tu familia? - pregunto Daniel finalmente.

- Mi mama es buena, trabaja todo el tiempo. O, todo el tiempo se la pasa buscando


trabajo. Tiene un talento especial para que la despidan. Así que seguimos mudándonos y
ella sigue prometiendo que algún día las cosas serán “estables” para nosotros. He tenido
algunos problemas, ya sabes, adaptándome. Es una larga historia…

Shelby se detuvo, como si pensara que ya había dicho demasiado. La forma en la que
estaba evitando la mirada de Daniel, le hizo entender que ella sabía al menos un poco
sobre su linaje de Nefilim.

- Pero mi mama piensa que ella tiene la solución –continuo, sacudiendo la cabeza. – ella
tiene la idea de abrir una escuela y todo. Es algo así como un sueño.

- ¿Y tu padre?

- Nos abandonó antes de que naciera. Un hombre con mucha clase, ¿no?

- Solía ser así – Daniel dijo suavemente

- ¿Qué?

Luego – Daniel no supo porque – extendió su mano y tomo la de Shelby. Ni siquiera la


conocía, pero sintió la necesidad de protegerla. Era la hija de Sem. Lo cual la convertía
casi en la sobrina de Daniel. Ella se sorprendió cuando sus dedos se entrelazaron, pero
no se apartó.

Daniel quería llevársela lejos de ahí. Ese no era un lugar para una chica como Shelby.
Pero al mismo tiempo, él sabía que esa fiesta o ese barrio no era el problema. La vida de
Shelby era el problema. Estaba totalmente jodida. Todo por culpa de Sem.

Justo como todas las vidas de Luce estaban jodidas por culpa de Daniel.

Daniel trago saliva y se sorprendió a sí mismo, al sentir la nueva necesidad de ir por


Luce. El no pertenecía a ese lugar, a ese patio cercado. En esta noche calurosa, en esta
estúpida fiesta, con nada por lo que luchar por el resto de la eternidad.

Ahora Shelby apretaba su mano. Cuando sus ojos se encontraron, se veían diferentes.
Más grandes. Más suaves. Se veían como…

Uh-oh

Se alejó y se puso de pie rápidamente.

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Shelby pensó que él quería algo muy diferente a lo que en realidad pasaba por su mente.

- ¿A dónde vas? – Dijo ella- ¿Hice algo mal?

- No –Daniel suspiro – Yo lo hice.

Él quería dejar las cosas claras pero no sabía cómo. Daniel fijo su mirada en la puerta de
alambre roto cuando una sombra se tambaleo ligeramente en el viento fuerte y cálido.

Una anunciadora.

Normalmente las ignoraba. El último par de años, aparecían cada vez menos. Tal vez
esta anunciadora, tal vez, tenía que ver algo con Shelby. Tal vez él podría mostrarle
todo a través de la sombra, en vez de las palabras.

Daniel asintió hacia la anunciadora y la dejo deslizarse en la palma de su mano. Luego


de un rato, Daniel la convirtió en un rectángulo, un rectángulo negro.

Podía ver como la imagen comenzaba a verse más clara. Y supo instantáneamente que
había cometido un gran error. Luce. Sus alas se quemaron y su corazón dolía como si se
hubiera roto en pedazos dentro de él. El no sabía que o cuando la estaba viendo en el
tiempo. Pero eso no le importaba. Todo lo que podía hacer era no entrar en la sombra e
ir tras ella. Una sola lagrima se deslizo por su mejilla.

- ¿Qué demo…? – El tono sorprendido de Shelby interrumpió la concentración de


Daniel

Pero antes de que Daniel pudiera responder, una sirena sonó en la calle. Las luces
intermitentes iluminaron un lado de la casa, luego, el césped del patio trasero. La
Anunciadora se escapó de las manos de Daniel. Shelby se puso de pie, estaba mirando a
Daniel como si hubiera acabado de entender algo, pero no tenía palabras para
explicarlo.

Entonces fue cuando la puerta que estaba detrás de ellos se abrió y dio paso a un puñado
de chicos corriendo.

- Policías – Uno de ellos le susurro a Shelby, antes de que todos atravesaran el césped
hasta la cerca. Se ayudaban entre ellos a pasar al otro lado de la cerca.

Un momento después, dos policías estaban revisando el perímetro de la casa y se


detuvieron enfrente de Daniel y Shelby.

- Bien, niños, vendrán con nosotros.

Daniel entrecerró los ojos. No era la primera vez que lo arrestaban. Tratar con los
policías siempre ha sido para Daniel una molestia menor y una gran broma. Pero Shelby
no lo estaba tomando tan bien.

- ¿Ah si? – Exclamo – ¿Bajo que cargos?

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- Irrupción a la fuerza en una residencia privada. Uso ilegal de sustancias. Consumo de
alcohol. Perturbación de la paz y alguien robo ese carrito de compras de Ralphs. Elige,
cariño.

En la estación Daniel saludo a los dos policías que conocía y sirvió dos tazas de café,
una para Shelby y otra para él. La muchacha lo miro nerviosa, pero Daniel sabía que no
tenía mucho de qué preocuparse. Estaba a punto de tumbarse en el asiento donde
minutos antes el policía le tomo sus datos y lleno su ficha policial cuando vio a alguien
de pie en la puerta de la estación.

Sophia Bliss

Estaba vestida con un elegante traje negro, con su cabello color plata enrollado a la
altura de su cabeza en un nudo, sus tacones negros haciendo ruido con cada paso que
daba en el suelo de madera mientras se acercaba a Daniel. Sus ojos se fijaron
rápidamente en Shelby, luego volvieron a Daniel, mientras se dibuja una sonrisa en su
rostro.

- Hola, cariño – dijo. Se volvió hacia los policías – Soy la oficial de libertad condicional
de este adolescente. ¿Por qué esta aquí?

El policía le entrego el reporte. La Srta. Sophia lo reviso rápidamente, chasqueando su


lengua.

- ¿Enserio, Daniel, robo de un carrito de compras? Y sabias que esta era tú última
violación antes de que la corte ordenara la reforma escolar. Oh, no pongas esa cara –
dijo. Una extraña sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios – Te gustara Espada &
Cruz. Lo prometo.

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