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El desarrollo económico en México.1932–1982


El propósito fundamental de este trabajo es exponer cuales son las
determinaciones fundamentales que dan origen a determinados procesos
territoriales urbanísticos y de naturaleza arquitectónica. Desde nuestra perspectiva
teórica y metodológica las determinaciones fundamentales de la diversidad de los
procesos sociales son de carácter económico. Son los procesos económico–
productivos la base sobre los cuales se levanta todo el edificio social. Por
supuesto, la determinación de la totalidad social no se reduce únicamente a lo
económico, pues también influyen dialécticamente los procesos políticos y demás
esferas superestructurales. Nuestros objetos de estudio: el Paseo de la Reforma y
el barrio de La Merced han tenido mutaciones histórico–sociales que responden
en un primer momento a determinaciones de carácter estructural económico, pero
también a determinaciones políticas, ideológicas y culturales. Aquí nos enfocamos
solamente a aquellos procesos relativos directa o indirectamente al Paseo de la
Reforma.

Grandes etapas históricas económicas.

Para intentar aproximarnos mejor al periodo de estudio que nos corresponde es


conveniente tener su ubicación dentro de un marco histórico–social más amplio y
complejo, de ahí la necesidad de establecer grandes etapas históricas económicas
que forman parte de un largo proceso que da lugar a una formación social
concreta cuyo desarrollo histórico no se puede explicar en sí mismo sino en el
marco de un proceso mundial de la génesis del capital y su desarrollo que en
nuestro caso se viene a establecer a partir de la conquista española iniciada en
1521. Por supuesto, debemos considerar la economía preexistente que prevalece
como forma residual durante la Nueva España; la de la sociedad mesoamericana
cuya forma económica tiene fundamento en una variante del modo de producción
asiático caracterizado por un despotismo–tributario.1

Entonces, una primera gran etapa lo constituye la economía colonial cuya longitud
temporal abarca aproximadamente poco más de tres siglos, de 1521 a mediados
del siglo XIX. La economía del periodo colonial durante esos años es “como una
combinación de una economía mercantilista –que se originó a partir de la
inserción de la zona en redes de relaciones globales– con una economía de
autoconsumo y de trueque; hacia 1540, una vez superado el colapso
económico causado por las epidemias, las guerras, la introducción de la
tecnología europea, los nuevos cultivos y la ganadería, la economía
comenzó a crecer a raíz del auge minero y la exportación de monedas de
plata hacia Europa. A partir de entonces, la actividad exportadora impulsó
el crecimiento y desarrollo de las ciudades, la monetarización parcial de la
economía y el desarrollo del mercado interno, rasgos que confirieron un sello
distintivo a la economía novohispana, y que contradice la vieja noción de
una economía fundamentalmente agraria y de subsistencia durante esos
años.” 2 En tal sentido, en la economía de la Nueva España hay despuntes
2

capitalistas en su forma más embrionaria, empieza haber industria (los obrajes) y


trabajo asalariado. Dice Marx en el capítulo XXIV, La llamada acumulación
originaria, del tomo 1 de El Capital: “Los descubrimientos de los yacimientos de
oro y plata en América, la cruzada de exterminio, la esclavización de las
poblaciones indígenas, forzadas a trabajar en el interior de las minas, el comienzo
de la conquista y del saqueo de las indias, la conversión del continente africano en
cazadero de esclavos negros, son todos hechos que señalan los albores de la era
de producción capitalista (...) Las riquezas apresadas fuera de Europa por el
pillaje, la esclavización y la masacre refluían hacia la metrópolis donde se
transformaban en capital.” Durante la conquista se realizó un genocidio en el
campo de batalla, sobreexplotación de la mano de obra, epidemias y destrucción
civilizatoria terminaron con casi siete millones de indígenas. La economía
mesoamericana fue aplastada violentamente por el coloniaje hacia una transición
rápida hacia un proceso de mercantilismo con base a un mercado en creciente
expansión y en la explotación del trabajo indígena durante la segunda mitad del
siglo XVI.

Una segunda etapa lo configura un periodo de ocho décadas, de 1850 a


1930.3 Según Sergio de la Peña, entre 1830 y 1845 se empieza configurar un
proyecto de industrialización delineado por una incipiente burguesía, y de “las dos
décadas que van de 1855 a 1875 son de vital importancia para la implantación del
capitalismo industrial en México”. Este periodo se puede considerar históricamente
como una transición al capitalismo cuyos bases primarias se construirán durante el
Porfiriato. Durante este régimen político, un ciclo que duraría 34 años, iniciado en
1877 y concluido en 1911, la economía entra en un proceso de desarrollo
embrionario capitalista con base principalmente a las inversiones extranjeras. “La
condición de dependencia con la que la economía mexicana entró al sistema
capitalista, todas las ramas de la producción que se desarrollaban en el periodo
porfirista estuvieron sujetas a las necesidades del mercado externo… un notable
crecimiento económico, una considerable expansión de las vías de comunicación
y de los centros urbanos, y una imagen de solidez en el extranjero que el país no
había logrado obtener hasta entonces.4

“En el proceso económico, como en el político, se distinguen dos fases: la primera,


iniciada alrededor de 1880 y concluida en 1895, se caracterizó por los esfuerzos
gubernamentales tendientes a equilibrar las finanzas, modificando el sistema de
impuestos para captar más ingresos, reduciendo al mismo tiempo los gastos
presupuestales y pudiendo llegar así a un arreglo de la deuda pública interna y
externa, y a la solución de la crisis financiera que azotara el país entre 1891 y
1893. Esta primera fase sentó las bases para que en la segunda (1896-1910) se
lograra el equilibrio del presupuesto federal y la obtención de superávits por
primera vez en la historia de México.

“Es indudable que durante el porfiriato el país creció económicamente, se


desarrolló la industria, la minería, la agricultura, se impulsó la construcción de vías
férreas. En términos macroeconómicos, México presentaba una situación
excelente, Sin embargo, la situación social y económica del pueblo, de los obreros
3

y los campesinos, más del 80% de la población, vivían en la miseria. La riqueza


generada por la inversión extranjera asociada en algunas ocasiones con el capital
nacional era concentrada sólo por unos cuantos. Por lo tanto, podemos asegurar
que crecimiento económico no es sinónimo de desarrollo social.”

Dice John Womack que “Las preguntas fundamentales de la historia moderna de


México se refieren al decenio revolucionario, los acontecimientos de los años
1910-1920”. En otro texto afirma: “La interpretación reconocida… entre
historiadores y economistas es clara. Lógicamente, pasa por una serie de tres
fases distintas. En la primera, de 1880 a 1910, la economía dependía, en el
exterior, de Gran Bretaña y Estados Unidos, y en el interior estaba confinada a las
haciendas en las que se desperdiciaba la tierra, el capital y la mano de obra. En la
segunda, entre 1910 y 1920, la Revolución destruyó la antigua organización
económica. Aunque destruyó mucho capital y mató a mucha gente, abatió la
independencia internacional del país, acabó con las haciendas, y liberó el capital
interno y la mano de obra para atender operaciones más eficientes.”5 En 1910
estalla la Revolución. Hubo receso entre 1910 y 1914, y una posible contracción
en 1915-1916, en ese año 1916 se da una relativa estabilidad económica, y de
1917 a 1932 una etapa de crisis y reconstrucción económica, social y política. Una
tercera gran etapa de 1932 a 1982, cinco décadas, la constituye la consolidación
de un desarrollo capitalista semiindustrializado, semicolonial y dependiente que a
partir de 1983 a la fecha prevalece bajo nuevas formas de regulación económica y
política: el llamado neoliberalismo. Debemos considerar que dentro de cada una
de estas tres grandes etapas históricas también se establecen periodos
singulares, como es el caso especialmente del arco temporal de 1932 a 1982.

Cambios históricos políticos en las estructura de poder.

La actual formación histórica–social concreta mexicana deviene de un largo


proceso de varios siglos, cuya génesis cultural económica se remonta a la
Colonia. Entendemos por formación histórica–social el conjunto de los elementos
que configuran una sociedad, en un momento determinado de su desarrollo
histórico, tanto los elementos relacionados con la producción económica, como
los elementos jurídico-políticos e ideológicos. Estamos hablando entonces de la
configuración histórica de una nación o una sociedad determinada. Si bien la
constitución de una formación histórica–social esta determinada en primera o
última instancia por la producción económica también existen determinaciones de
naturaleza superestructural como las formas ideológicas y las formas políticas que
corresponden a las formas de conciencia social. La dinámica histórica social
consiste en un movimiento de procesos sociales diversos cuyo fundamento
estructural es económico pero también intervienen procesos políticos derivados de
las estructuras del poder político dominante y de formas ideológicas diversas tales
como el arte, la religión, la filosofía, la educación, etcétera. Pero los procesos
económicos no están ajenos a tales formas políticas e ideológicas; existe una
dialéctica entre la base estructural y lo superestructural que se influyen
mutuamente; de ahí que, por ejemplo, dentro de esta dinámica histórica social
también tengan peso determinante los conflictos sociales, económicos y políticos
4

que son expresión de la lucha de clases. De tal manera que la dinámica


económica histórica de una formación social está inmersa en esta conflictualidad
clasista y, en el caso del proceso de la acumulación de capital en su origen y
desarrollo está presente tal conflictualidad, la cual, determina a su vez las formas
políticas del Estado y sus regímenes políticos. Desde esta perspectiva, los
cambios y transformaciones de las estructuras del poder político institucional
también se presentan paralelamente a los cambios de las grandes épocas
económicas históricas mencionadas. La Revolución de Independencia de 1810,
culminada en 1821, al igual que la Revolución contra la dictadura del Porfiriato en
1910, son ejemplo de ello.

Del Virreinato de la Nueva España, al Estado oligárquico del Porfiriato, al Estado


capitalista posrevolucionario y su derivación neoliberal, representan profundas
transformaciones de las estructuras de poder político dominante que tendrán
consecuencia, al igual que la dinámica económica, en la territorialización de los
diversos procesos sociales. La urbanización de la ciudad de México (traza urbana,
configuración barrial, Centro Histórico, etcétera), incluidas las manifestaciones
arquitecturales, responden a los procesos económicos y políticos.

El México actual es imposible de explicar sin su génesis revolucionaria de 1910 y


las mutaciones económicas a lo largo de las cinco décadas de 1932 a 1982
también se explican por los conflictos sociales y políticos. Este es el marco dentro
del cual, por ejemplo, la dinámica de la urbanización capitalista se desarrolla, y
con ello también la diversidad de formas arquitectónicas que son interés en esta
investigación.

En la esfera de la política de un largo periodo de nueve décadas, es decir, desde


1930 a 2020, la historia de los profundos cambios del poder político y sus agentes
hegemónicos se pueden caracterizar a grandes rasgos como el origen de Estado
posrevolucionario de naturaleza bonapartista sui generis, específicamente a partir
del régimen cardenista, hasta la instauración de un gobierno neoliberal en un
nuevo marco de la mundialización del capital a partir del régimen delamadridista a
la fecha. Podemos hablar de una larga transición de un desarrollo estabilizador
bonapartista a un lumpendesarrollo neoliberal económico, social y político.6

La formación y consolidación del capitalismo en el siglo XX. 1932–1982.

Este breve análisis histórico pretende hacer una aproximación a los procesos
económicos durante este periodo, especialmente a las décadas del 50 y 60 en la
ciudad de México, que establecen el fundamento material del eje urbano–
arquitectónico del Paseo de la Reforma. Es durante estas dos décadas que este
eje urbano se desarrolla y se consolida como uno de los más importantes de toda
la estructura reticular metropolitana. Por supuesto, a finales del siglo pasado y
principios del presente esta gran avenida tendrá un remozamiento formal
arquitectónico y en sus usos del suelo, lo que conlleva a un proceso de
revalorización capitalista del suelo. La modernización del Paseo en las últimas
décadas han hecho de esta zona metropolitana la más espectacular por sus
5

edificios y su paisaje urbano. Esta rúa es un espacio que condensa en sus


edificios corporativos la febril actividad económica–financiera del país; los
rascacielos, los más altos del país, representan y simbolizan el poder del gran
capital local y foráneo, pero también es una mera ilusión de la modernidad del
siglo XXI como escaparate escenográfico de un progreso totalmente cuestionable
e inmerso en una realidad nacional caótica y brutal de un neoliberalismo rapaz.

Dentro de este periodo podemos esbozar, a su vez, varias etapas que


corresponden a diferentes formas de desarrollo del capital en cuanto a
crecimiento económico y las políticas estatales de impulso a la inversión privada.
Podemos delinear las siguientes fases: de 1929 –agudizamiento de la crisis
económica proveniente de 1927– a 1940: reconstrucción económica nacional y
principios del proceso de industrialización; de 1940 a 1952 el modelo de
industrialización por sustitución de importación es (ISI); dentro de este largo
proceso económico caracterizado por el desarrollismo está inmerso el desarrollo
estabilizador de 1952 a 1970.

El inicio de este amplio periodo (1932–1982) es consecuencia de dos grandes


factores, uno de carácter endógeno y otro exógeno. Ambos estrechamente
ligados. El primero tiene que ver con los estertores del proceso revolucionario en
la tercera década y la creación del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en
marzo de 1929, pero principalmente con una situación de profunda crisis
económica nacional; el segundo, ese mismo año, con el terrible estallido de una
crisis económica mundial. La Gran Depresión, también conocida como Crisis del
29, fue una gran crisis financiera mundial que se prolongó durante la década de
1930, en los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial.

Este periodo de 1932 a 1982 se sitúa históricamente entre dos grandes crisis
económicas que serán manifestaciones propias de un desarrollo capitalista. La
primera crisis, la de 1932, se ubica en una etapa de reconstrucción económica y
política posrevolucionaria y la segunda, de 1982, de una profunda crisis de un
capitalismo inmerso en un proceso de globalización financiera de un capitalismo
tardío7 que dará inicio localmente a una reestructuración de la economía política
bajo su forma neoliberal.

¿Cuál es el significado histórico–social de esta etapa económica nacional? Una


respuesta es que este periodo tiene una enorme trascendencia en el México
contemporáneo; en él se erigen los cimientos de la modernización del país, la
modernización entendida en todos los sentidos posibles; es decir, el capital local
adquiere sus rasgos modernos durante estas décadas. Por supuesto, es el México
actual el que nos permite entender mejor este lapso histórico: el pasado explica el
presente pero también el presente explica el pasado desde una perspectiva
dialéctica socio–histórica; aunque a final de cuentas es el desarrollo superior el
que explica el desarrollo inferior.

Según Sergio de la Peña y Teresa Aguirre, “El arribo de Cárdenas al poder


coincidió con la recuperación económica luego de la crisis de 1929–1932… La
6

economía empezó a crecer a partir de 1933 y con ello inició el ciclo de expansión
más largo de la historia (50 años, con breves recesiones)… Los estímulos internos
y externos favorecieron un robusto crecimiento del PIB real de 4.1 promedio anual
entre 1933 y 1940, en parte por el aumento de inversiones privadas que se
orientaron en mayor medida a la construcción e industrias manufactureras. De
esta manera entre el uso de la capacidad disponible, al principio, y su ampliación
mediante nuevas inversiones después, hubo una expansión importante de la
industria de la construcción, impulsada sobre todo por inversiones públicas y en
las manufacturas”. 8 Dentro de nuestra perspectiva, podemos establecer que a
partir de la década de 1940, a la par del inicio de un proceso de urbanización
expansivo en el país, particularmente en la Ciudad de México (Véase el cuadro 1),
comienza una dinámica creciente del sector de la construcción que se reflejará
inicialmente en la producción edilicia como es el caso de algunas construcciones
en el Paseo de la Reforma, antecedente de la modernización arquitectónica y
urbana de la capital del país; es el caso del Hotel Reforma edificado en 1936 y
nueve años después el Hotel Plaza (ubicado a unos pasos del Paseo: Av.
Insurgentes y Calle Sullivan).
Cuadro 1

Fuente: INEGI. Censos y conteos de población de 1895 a 2000.

Con el fortalecimiento del Banco de México, fundado en 1925, se crean otras


instituciones bancarias para generar el crédito a los inversionistas nacionales. Por
ejemplo, se funda en abril de 1934 Nacional Financiera como banca de fomento
industrial. El Banco Nacional de Obras Púbicas, creado en 1933, se especializó en
el financiamiento a la obra pública, especialmente urbana. Uno de los primeros
edificios altos erigido en el Paseo de la Reforma fue el Edificio Corcuera, iniciado
en 1930 terminado en 1934, frente a la Glorieta de El Caballito. Este edificio se
cayó con el terremoto de 1957 y su lugar lo ocupa un hotel moderno. El segundo
edificio en altura en esta avenida, también erigido frente a El Caballito fue el de la
Lotería Nacional, construido entre 1938 y 1946. Estas edificaciones, entre otras,
representaban, incipientemente, la relativa recuperación de la economía nacional.
Es el caso, también, del edificio La Nacional ubicado en la Avenida Juárez,
iniciado en 1928 y terminado en 1934. Es considerado el primer rascacielos de
7

principios del siglo XX. Hasta 1937 fue el edificio más alto de la ciudad, al ser
desplazado por el Edificio Corcuera.

El periodo de 1940 a 1952, enmarcado durante el primer quinquenio con la


Segunda Guerra Mundial, se puede caracterizar como la fase de industrialización
sustentada en la política de sustitución de importaciones, desarrollada al cobijo de
un proteccionismo. Esta industrialización tenía sus fundamentos con el auge del
modelo primario exportador. A partir de 1940 se puede hablar propiamente de la
industria como motor de la economía, pero a principios de los cincuenta se pasa a
una segunda etapa de industrialización con base a lo que se denomina como el
desarrollo estabilizador.

Este largo periodo de cinco décadas es el antecedente histórico más importante


que explica nuestra situación actual, pues el inicio en 1982 de lo que algunos
economistas denominan como el desarrollo “hacia fuera”, el modelo económico
neoliberal (MEN), es consecuencia directa del llamado desarrollo “hacia dentro”, la
industrialización dirigida por el Estado. Este medio centenario del siglo pasado
constituye la creación de la base económica del país, pues representa la
infraestructura de un capitalismo semiindustrial que, especialmente a partir de
1945, estará inmerso en el marco de una onda larga expansiva del capital
mundial.9 La gráfica 1 nos permite observar la evolución del PIB promedio anual
de 1922 a 2006. La estabilidad del desarrollo económico desde 1945 a 1982 forma
parte de la onda larga expansiva mundial del capital. “México creció a una tasa
media anula cercana a 6.5% desde principios de los años cincuenta hasta
principios de los ochenta, con una notable estabilidad financiera externa e interna
sobre todo a partir de 1955 que, durante un cierto tiempo, se hablara de desarrollo
estabilizador. Incluso llegó a hablarse de un “milagro mexicano” ya que nunca se
había estado tan cerca de los niveles de ingreso de los países ricos como en
1980… Sin embargo –dice Guillén Romo– la contrapartida del denominado
‘milagro mexicano’… fue una muy desigual distribución de los frutos del
crecimiento”.10 Cierto, los frutos de la riqueza solamente fueron para una minoría
social compuesta de una la elite burguesa, la más beneficiada, y una elite
burocrática gubernamental. Empero, la base productiva que sostenía todo el
proceso de industrialización era una masa laboral proletaria industrial urbana; por
supuesto, los otros agentes económicos eran los empresarios. Afirma Jeffrey
Bortz “… de que el argumento tradicional sobre el crecimiento industrial de la
posguerra pasaba por alto el componente fundamental de ese proceso : los
trabajadores industriales de México… los economistas e historiadores han
olvidado el papel de la clase trabajadora industrial en el crecimiento económico del
país. Sin embargo, para entender el crecimiento económico de la posguerra se
debe tomar en cuenta a quienes construyeron y operaron la nueva planta
industrial”.11 El capital y el trabajo explotado son indisolubles en todo proceso
capitalista y aquí también debemos considerar dentro de la masa laboral de los
trabajadores industriales a la fuerza de trabajo de la industria de la construcción.
Sin los maestros de obra y los albañiles no se puede construir nada, y son ellos,
como trabajadores directos de la producción edilicia los que han levantado los
grandes edificios a los largo de la historia del Paseo de la Reforma.
8

A partir de los años cuarenta, Bortz afirma que “Podría argüirse que la depresión
inicial de los niveles salariales financió el auge industrial de México, el que as u
vez estimuló un ascenso posterior. Durante la declinación salarial, la clase
trabajadora industrial no podía defender de manera institucional las tasas
salariales. Al interior de los sindicatos, el poder se encontraba en manos de la
burocracia, de las masas obreras”. En efecto, el proceso creciente de acumulación
de capital en todo este periodo de la sustitución de importaciones y del llamado
desarrollo estabilizador se origina en gran medida por los bajos salariales en casi
todas las ramas productivas. Los “charros” sindicales están cumpliendo muy bien
su función de contención salarial y también política manteniendo dóciles a los
trabajadores. Los obreros de la construcción, dice Bortz, son los peor pagados. De
acuerdo con Bortz, “desde 1939 México ha experimentado tres fases del ciclo
salarial largo. De 1939 hasta 1952 bajaron las tasas del salario real; de 1952 a
1976 aumentaron tales tasas, y de 1976 a 1986 volvieron a declinar”.12

Gráfica 1
PIB 1921-2008 (tasa de crecimiento).

Fuente: Interpretaciones sobre el desarrollo económico de México en el siglo xx. Leonardo Lomelí Vanegas.
http://www.revistas.unam.mx/index.php/ecu/article/view/45045/40596

De acuerdo con la interpretación de Héctor Guillén, a partir de la década con el


desarrollo “hacia dentro” el Estado será el motor del crecimiento como empresario,
pues “la nacionalización de producciones estratégicas destinada a sostener la
economía se vuelve una prioridad… el Estado modernizador va a dedicarse a
estimular la industrialización del país” para crear las condiciones favorables al
desarrollo de una industria nacional para sustituir la importaciones que se
volvieron imposibles con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. A partir de la
9

segunda mitad de los cuarenta, México estableció la política de consolidar y


agrandar un sector industrial para satisfacer las necesidades del mercado interno.

En 1947 da inició la política proteccionista para impulsar la industrialización


sustitutiva de importaciones. 13 Guillén Romo afirma que el proteccionismo
engendró un modelo de desarrollo regional en torno a las megalópolis con efectos
sobre la distribución espacial de la población. “En la medida en que el modelo ISI
implicaba una política de crecimiento industrial orientada hacia el interior en la que
el mercado interno era el principal destino de la producción de las empresas del
sector manufacturero , se incitó a las empresas industriales a instalarse en los
grandes centros de consumo provocando un rápido crecimiento de las ciudades”.14
Aumentando la concentración geográfica de la actividad económica. Y dentro del
auge de la producción industrial en general, por ende, se desarrollaba la industria
de la construcción urbana en tanto productor de las condiciones generales de la
producción social (infraestructura urbana y equipamientos colectivos), y de
soportes materiales para todas las actividades económicas, sociales y políticas
(construcción de edificios corporativos empresariales, edificios públicos, hotelería,
educativos, recreativos, etcétera). Esta dinámica económica con base a la
industrialización impulsó al sector edilicio de lo cual una manifestación importante
fue la modernización de la arquitectura mexicana y ejemplo de ello es la
construcción de la Ciudad Universitaria en 1951 y de grandes edificios en el Paseo
de la Reforma. A partir de 1950 se construyeron innumerables obras públicas en
infraestructura urbana y regional, y equipamientos colectivos de salud asistencial,
educativos y culturales, reflejando la política gubernamental de un Estado de
Bienestar relativo para legitimar un régimen poco representativo de los intereses
de las mayorías poblacionales urbanas y rurales.15

Cuadro 2
Formación bruta de capital fijo en la construcción, 1940–1955
(millones de pesos a precios de 1970)

Años 1940 1940 1945 1945 1950 1950 1955 1955

Tasa de crecimiento promedio anual

Construcción 3 844.4 64.0 7 083.7 62.4 9 953.7 59.2 13 588.1 54.9

Fuente: Historia Económica de México, página 377.

Con base a los datos del Cuadro 2 podemos observar que la dinámica económica
del sector constructor tuvo un fuerte crecimiento durante estos 15 años, pues se
multiplicó vertiginosamente de casi cuatro mil millones de pesos a casi 13 mil
millones y medio de pesos. Este crecimiento industrial en gran medida obedece al
arranque de un proceso de urbanización acelerado que expresaba, a su vez,
nítidamente un proceso de acumulación de capital con al modelo ISI, pues al
finalizar la guerra se empujó la migración hacia las ciudades que se expandían
vertiginosamente. Como bien señalan Sergio De la Peña y Teresa Aguirre, a partir
10

de 1950: “Era cierto que la modernidad de escaparate empezaba a cambiar al país


sobre todo a la ciudad de México; la urbanización se aceleró entre 1940 y 1950, se
duplicó la población urbana, se construyó Ciudad Universitaria, se introdujo la
televisión al país, la carreteras se expandieron y el uso del automóvil… Así que el
segmento beneficiado por la modernidad veía en el proyecto alemanista un futuro
promisorio”.16 Con el proceso de urbanización acelerado en la Ciudad de México,
la urbe empieza a adquirir los rasgos de una metrópolis y se hace necesario
construir nuevas vialidades, como es el caso del Viaducto Miguel Alemán
inaugurado en septiembre de 1950 y la remodelación en 1949 del Paseo de la
Reforma durante la regencia de Fernando Casas Alemán. “La remodelación y
modernización de la gran avenida fue casi total, iniciándose así una nueva era de
modernismo y acelerando el cambio de fisonomía de la aristocrática avenida de
principios del siglo XX, por el de una vía altamente comercial y dinámica, que era
ya una absoluta y tangible realidad en el tramo comprendido entre la glorieta de El
Caballito y la Glorieta de Colón.”17 Frente a esta glorieta se inició la edificación en
1946 del edificio de la Secretaría de Recursos Hidráulicos que sería el más alto
del Paseo de la Reforma a partir de la demolición por el temblor en 1957 del
edificio Corcuera, que estaba situado frente al Caballito. 18 La ciudad se
“moderniza”.

“México se transforma en una gran ciudad”.


Grabado realizado en 1947, de Alfredo Zalce [1908-2003].
11

A partir de mediados de los años cuarenta se empieza a conformar uno de los


sectores industriales que determina la impronta de los procesos territoriales
urbanos y arquitectónicos como es el capital inmobiliario, y a partir de los años
cincuenta se consólida económicamente, aunque es la rama industrial más
afectada de los ciclos económicos del capital en general. El capital inmobiliario
constructor más desarrollado y complejo es aquel que edifica la obra pesada
pública (presas, puentes, carreteras, infraestructura urbana, etcétera) y los
grandes edificios en altura empleando la mayor y más avanzada tecnología
edilicia.

El edificio de la Secretaría de Recursos Hidráulicos, inaugurado en 1949. El edificio quizá más


emblemático del Paseo de la Reforma, signo de la modernidad urbana y arquitectónica en tiempos
del régimen alemanista. Pero “todo lo sólido se desvanece” y hoy su lugar lo ocupa un hotel.
12

En 1947 se fundó la empresa constructora Ingenieros Civiles Asociados (ICA), que


años después de convertiría en el consorcio cuasimonopólico más importante del
país. 19 Un ejemplo de su creciente actividad durante sus primeros años es la
construcción de las oficinas centrales del IMSS con sede en Paseo de la Reforma,
inauguradas en septiembre de 1950, en tiempos del régimen de Miguel Alemán
Valdés, quien a la par de su investidura presidencial era un magnate empresario20
dedicado a los negocios inmobiliarios. Poco más de una década después, en
1962, la ICA construye el Hotel María Isabel en el Paseo de la Reforma. También
ejemplo de la creciente actividad del sector constructor fue la creación de la
Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción en marzo de 1953. Después
de 53 años la ICA construyó en su mayor parte la infraestructura y superestructura
de la Torre Mayor, hoy día es el quinto edificio más alto del país. Dicha torre está
ubicada en el Paseo de la Reforma y durante siete años fue la más alta. Su
construcción inició en enero de 1997 y fue inaugurada seis años después.21

Torre Mayor, iniciada en 1997 y terminada en 2003. Construida por ICA.


13

La modernidad neoliberal en el Paseo de la Reforma

En cierto sentido la modernidad urbanística y arquitectónica del Paseo de la


Reforma inicia a finales de los años cuarenta, y durante décadas esta modernidad
dejará impronta a lo largo del Paseo, especialmente con sus rascacielos. Por
supuesto, cada época histórica tiene sus propios momentos de modernidad, como
el propio Marshall Berman lo dice22, es el caso del París decimonónico con las
aperturas de los bulevares de Haussmann, que nos evocan a nuestro Paseo de la
Emperatriz en los tiempos de Maximiliano. Cada mutación histórica urbanística y
arquitectónica corresponde a los aires de transformación de naturaleza
económica, política y social. De tal manera que, a lo largo de la historia del hoy
Paseo de la Reforma tenemos en su primer momento la modernidad de un Imperio
traído de la Europa, de la Francia en particular, resultado de un bonapartismo de
Napoleón Tercero con todo y sus rasgos cretinos y despóticos, de acuerdo con
Marx en su extraordinario libro El 18 Brumario de Luis Bonaparte (1852). Después
vendría la época afrancesada aristocrática del Porfiriato y su modernización del
Paseo. La oligarquía criolla quería verse reflejada en el espejo del París capital del
mundo. Después, en pleno siglo XX vendrían las modernizaciones de un
capitalismo a la mexicana con el desarrollo estabilizador y una década más tarde,
a mediados de los años ochenta, la instauración del neoliberalismo como
manifestación de un capitalismo más potente económicamente pero más salvaje
política y socialmente. Ejemplo de un desarrollo desigual y combinado del capital,
el Paseo de la Reforma representa el espíritu modernizador de un progreso
ilusorio marcado por profundas contradicciones sociales emanadas de cuatro
décadas perdidas en crecimiento económico de un país sumido en la
hiperviolencia social.

Los rascacielos son la arquitectura monumental más expresiva del capitalismo. La


construcción de rascacielos es una exhibición de fuerza económica, política y
cultural. Es por eso que los rascacielos son la arquitectura monumental más
expresiva del capitalismo. Las torres son para el poder. Las torres también son
construidas para crear un símbolo de la superioridad y poderío del capital
corporativo. Nuestros rascacielos corporativos son el resultado del empuje del
mundo industrial y comercial competitivo. Masas de torres juntas representan una
era cultural que lucha por fama y reconocimiento. Tengo una torre más alta que la
tuya... parece un deseo natural pero es parte de la competencia del propio capital
en general y del inmobiliario en particular. Se trata del poder, del poder y del
dinero.23
14

Rascacielos en el Paseo de la Reforma

Notas y bibliografía:


1
Krader, Lawrence. Historia y significado del modo asiático de producción, en Historia,
antropología y política, Modesto Suárez (compilador), México, Alianza Editorial Mexicana.
Bartra, Roger. Breve diccionario de sociología marxista. Colección 70, número 127. México 1973.
Véase: Formaciones economicas precapitalistas. Marx, Karl. Siglo XXI Editores, México, 1989.
https://e1.portalacademico.cch.unam.mx/alumno/historiademexico1/unidad2/mesoamerica/economia.
2
Kuntz Ficker, Sandra (coordinadora): Historia económica general de México: de la Colonia a
nuestros días, El Colegio de México, Secretaría de Economía, México, D. F., 2010.
Gálvez Cancino, Alejandro. Los periodos de la historia y del colonialismo. El modelo de
colonización española en América. Estratto da Archivio Storico Siciliano. Serie IV–Vol. XIX, 1993.
Societá Siciliana per la Storia Patria. Palermo, 1996
Véase también: La Formación del capitalismo en México, de Sergio de la Peña. Siglo XXI Editores,
México, 1976.
Para una aproximación al papel económico y político–militar de las ciudades durante la conquista
véase: Conquista y urbanización. Ciudades novohispanas en el siglo XVI: la fundación de
Guadalajara, de Román Munguía Huato, en Arte y arquitectura. Universidad de Guadalajara, 2013.
3
“…entre 1810 y 1850 hubo en realidad un cierto crecimiento de la economía. Este repunte fue
correlato de al menos cinco aspectos de la dinámica económica nacional. El primero de ellos
se relaciona con el crecimiento demográfico más o menos sostenido desde 1810, con una
ligera reducción entre 1857 y 1869, momento que coincide con el decrecimiento
económico que experimentó el país a partir de mediados de 1850. Además del incremento
demográfico también considera la distribución territorial de la población, lo que en buena
medida definió el desempeño regional de la economía. Segundo, en el arco temporal de
1821 a 1850 la producción agrícola en las haciendas –Morelos y Michoacán, por ejemplo–
no sólo superó la economía de subsistencia, sino que también contribuyó a recuperar de
manera importante el valor de aquellas. Tercero, entre 1821 y 1850 ingresó a México mayor
capital extranjero que por un lado desplazó el financiamiento por parte de mineros y
comerciantes novohispanos, y por otro avivó el sector argentífero y generó mayor
circulante. Cuarto, la industria textil algodonera, cuyo esplendor fue durante los años 1830-
1845, además de haber sido otro sector al que se le inyectó capital extranjero, fue un
acicate para la agricultura comercial de esos años y coadyuvó en el pro-ceso de sustitución de
15


importaciones. Y quinto, la rebelión de Independencia dio lugar a la eliminación o disminución
de importantes ramos fiscales, que permitió, a pesar del impulso a las contribuciones
directas, una mayor capacidad adquisitiva de la población; también promovió la reducción
de los suelos alcabalatorios y por tanto se dinamizó la circulación de mercancías; en suma, estos
aspectos, aunados al fomento de las estructuras empresariales de transporte, ayudaron a
construir la plataforma del comercio interno de la primera mitad del siglo XIX”.

Según Sandra Kuntz Ficker en su escrito “De las reformas liberales a la gran depresión,
1856-1929”, existen dos aspectos de la historia económica del México durante esta etapa: “Por un
lado, los beneficios financieros acarreados por la nueva normatividad liberal, que arrancó
con la Ley de Desamortización de 1856, la promulgación de la Constitución de 1857, y las
distintas leyes sobre terrenos baldíos, deslindes y colonización. La autora señala que el
impacto de este cambio institucional se notó en el incremento del valor de la tierra, su
privatización y su conversión en factor productivo; la consecuencia de ello fue la
concentración territorial. Además, destaca la importancia que para el sostén de la economía
tuvieron el repunte demográfico, el impulso al transporte terrestre y marítimo, el
comercio exterior, el proceso de industrialización, la formación del mercado interno y
la inversión extranjera en la minería, en el transporte y en los deslindes de tierras. Por otro
lado, la Constitución de 1917 dio cierta continuidad a la política fiscal del Porfiriato (1877-
1911), pero también contempló cambios relevantes a largo plazo para la economía del
país, particularmente con el artículo 27, referente a los recursos del subsuelo nacional. Dicho
artículo posibilitó una importante derrama fiscal procedente del petróleo, que significó una
relativa estabilidad para la economía mexicana, pero esa estabilidad no se entendería sin la
presencia de otros gravámenes: el viejo impuesto del timbre, a la industria, a las ex-
portaciones, a las importaciones, así como el novedoso impuesto sobre la renta, entre varios
otros. Lo anterior contribuyó a que desde 1924 y hasta 1932 se registraran momentos de
superávit –con las reservas que merece la crisis de 1929–, que inspiraron la reorientación
del gasto público hacia el sector social, económico y educativo. Por último, Kuntz Ficker
resalta algunos logros importantes de la Revolución: el papel del Estado como regulador
y participante en la economía, los derechos laborales, la articulación del movimiento obrero y
la reforma agraria.”
Óp.Cit. Historia económica general de México…
4 “Durante todo el Porfiriato la agricultura desempeñó un papel central en la economía nacional, en
la medida que era la principal fuente de empleo, generadora de divisas mediante las exportaciones
y por su importante papel en la acumulación de capital. La política agrícola se concentró en facilitar
la acumulación de tierras a unos cuantos y el desarrollo de enclaves de exportación. Muy pocas
fueron las acciones tendientes a mejorar los sistemas de producción mediante la incorporación de
innovaciones tecnológicas, lo cual se reflejó en un pobre desarrollo de la investigación, educación y
transferencia de tecnología. La producción suficiente de los alimentos fue una de sus principales
debilidades debido al carácter rígido de las hacienda, que no fueron capaces de responder a una
demanda interna creciente, al mismo tiempo que, al sujetar a la mayor parte de los campesinos por
medio del peonaje, impidieron que este sector de productores abasteciera el mercado interno. La
producción de trigo, cebada, frijol y chile en 1910 era la misma que en 1877, a pesar del notable
aumento de la población. De ahí que los alimentos se encareciera y que productos como el maíz
tuvieran que importarse. Al iniciarse la última década del Porfiriato, el modelo agroexportador
constituía la base del sistema económico que, bajo la perspectiva imperante en aquellos tiempos,
introducía al país por el camino del progreso, con una industria apenas incipiente. Las inversiones
extranjeras se habían enfocado a la explotación de los productos agrícolas demandados por el
sector exportador, entre los que destacaban los siguientes: algodón, azúcar, café, tabaco,
henequén, así como el ganado bovino. Dicha explotación se vio favorecida por una serie de leyes y
concesiones establecidas por el gobierno porfirista, tanto para el cultivo de la tierra como para la
creación de una infraestructura de comunicaciones y transportes al servicio del comercio exterior.
Entre las medidas legislativas de referencia, sobresale, por sus implicaciones sociales, la Ley de
deslinde y colonización de terrenos baldíos, en realidad una nueva versión de la política de
desamortización de las tierras de campesinos indígenas y de tierras comunales, instrumentada por
16


los liberales a mediados del siglo XIX y que exacerbó descontento de los campesinos despojados
que se unieron a la revolución maderista.”
https://es.wikipedia.org/wiki/Econom%C3%ADa_del_porfiriato
Véase también: “La economía porfiriana. Alcances y límites”, De la Revolución a la
Industrialización. Volumen 4. Sergio de la Peña y Teresa Aguirre, en Historia Económica de
México. Coordinador Enrique Semo. UNAM–Océano, México, 2006. De la Peña y Aguirre
caracterizan a este periodo económico sustentado en modelo primario–exportador; con un
mercado interno regulado por el Estado; con un fuerte crecimiento de la infraestructura física y
social, que da base a un mercado de tierras y de capitales; un impulso a la diversificación
económica y profundización de la división social del trabajo.
Afirma Héctor Guillén Romo que “…todo mundo está de acuerdo en considerar que el Porfiriato fue
un periodo de crecimiento dinámico que la Revolución mexicana cortó súbitamente. Cabe señalar
que durante el Porfiriato la política comercial no se orientaba únicamente a la exportación. En
efecto, en este periodo se aplicó una política arancelaria focalizada para poyar la sustitución de
importaciones en la industria de bienes de consumo, facilitando al mismo tiempo con reducciones
en los aranceles, el acceso de los productores manufactureros a los bienes de capital y bienes
intermedios exteriores a bajo costo. La protección comercial selectiva formaba parte de una política
más general para promover una rápida industrialización. La economía mexicana entró en una fase
de lento crecimiento hasta que la organización política emanada de la Revolución logró estabilidad
sentando las bases para una fase de expansión económica.
“Una de las múltiples causas de la Revolución mexicana fue el gran peso de las grandes empresas
extranjeras y la extrema dependencia de la economía mexicana bajo Porfirio Díaz.” Guillén Romo,
Héctor. Los caminos del desarrollo del tercer mundo emergente. Siglo XXI Editores, México, 2018.
Cierto, como bien dice Pedro Salmerón Sanginés: “En la década de 1900 casi toda nuestra plata la
exportaban la American Smelting and Refining, y otras similares; nuestro cobre, la Cananea
Consolidated Cooper; nuestro henequén, la International Harverest; nuestro caucho, la
International Rubber; nuestro petróleo, las filiales con nombre "mexicano" de la Royal Dutch Shell,
la Standard Oil, la Sinclair Oil, cuyos operadores en México se llamaban José Yves Limantour,
Olegario Molina, Enrique Creel, Francisco Bulnes, Porfirio Díaz Romero-Rubio.” El porfiriato:
régimen de privilegio. La Jornada, 3 de septiembre de 2019.
https://www.jornada.com.mx/2019/09/03/opinion/017a1pol
5
La economía de México durante la Revolución, 1910-1920: historiografía y análisis. Revista
Argumentos. Número 69. Mayo–Agosto 2012. UAM Xochimilco. Página 25. Véase, del mismo
Womack: La economía en la Revolución (1910-1920). Revista Nexos, 1 de noviembre de 1978.
https://www.nexos.com.mx/?p=3241
6
Acerca del bonapartismo a la mexicana es conveniente leer el libro de Manuel Aguilar Mora: El
escándalo del estado. Una teoría del poder político en México. Ediciones Fontamara, México,
2000. Véase el capítulo sobre El bonapartismo sui generis, página 111. Aguilar Mora dice: “A
continuación citamos las líneas clásicas en las que Trotsky definió de modo insuperable el origen y
el proceso de desarrollo del que llamó bonapartismo sui generis (de género propio, muy especial,
tan particular, tan peculiar), refiriéndose directa y precisamente al régimen mexicano durante el
gobierno de Lázaro Cárdenas.
“En los países industrialmente atrasados el capital extranjero desempeña un papel decisivo. De
aquí surge la relativa debilidad de la burguesía nacional con relación al proletariado nacional. Esto
crea condiciones especiales del poder estatal. El gobierno vira entre el capital doméstico y
extranjero, entre la débil burguesía nacional y el proletariado relativamente poderoso. Esto le
confiere al gobierno un carácter bonapartista sui generis. Se eleva, como si dijéramos, ya sea
haciéndose el instrumento del capitalismo extranjero y atando al proletariado a las cadenas de una
dictadura policíaca, o maniobrando con el proletariado o incluso yendo tan lejos como para hacerle
concesiones, ganando así la posibilidad de conseguir una cierta libertad hacia los capitalistas
extranjeros.”
Sobre la mutación histórica–política del desarrollo estabilizador fincado políticamente en el
bonapartismo al lumpendesarrollo fincado en el neoliberalismo económico véase de mi autoría: Del
desarrollo estabilizador al lumpendesarrollo. El México bárbaro neoliberal, en Ixaya. Revista
universitaria de desarrollo social. Año 7, Número 13 /junio-noviembre 2017. Universidad de
17


Guadalajara.https://es.scribd.com/document/406080549/Del-Desarrollo-Estabilizador-Al-
Lumpendesarrollo
7
“…el término ≪capitalismo tardío≫ de ningún modo sugiere que el capitalismo y el
imperialismo hayan cambiado su esencia, haciendo obsoletos los descubri-mientos analíticos
de Marx en El Capital y de Lenin en El imperialismo. Así como Lenin sólo pudo desarrollar
su descripción del imperialismo sobre la base de El Capital, en tanto confirmación de las
leyes generales que gobiernan el curso entero del modo capitalista de producción, del
mismo modo hoy en día tan sólo podemos intentar proporcionar un análisis marxista del
capitalismo tardío sobre la base del estudio que Lenin hiciera del imperialismo. La era del
capitalismo tardío no es una nueva época del desarrollo del capitalismo. Es tan sólo un
desarrollo posterior de la época del capitalismo imperialista y monopolista. Por implicación,
pues, las características de la época imperialista, enumeradas por Lenin, conservando toda
su validez en el capitalismo tardío. En segundo lugar, debemos expresar nuestro pesar por
no haber sido capaces de proponer un mejor término para esta era histórica que el de
≪capitalismo tardío≫, término que no es satisfactorio porque es de carácter cronológico y
no sintético.
“El capitalismo tardío trata de explicar la historia de posguerra del modo de producción capitalista
de acuerdo con las leyes básicas del movimiento del capital descubiertas por Marx en El Capital.
Intenta, en otras palabras, demostrar que las leyes “abstractas” del movimiento de este modo de
producción siguen siendo operativas y verificables en y a través de la historia “concreta” del
capitalismo contemporáneo.” Mandel, Ernest. El capitalismo tardío. Era, México, 1979.
8 Óp. Cit. Historia Económica de México, página 295.
9
Véase de Ernest Mandel Las ondas largas del desarrollo capitalista. La interpretación marxista.
Editorial Siglo XXI, Madrid, 1986. La teoría de las ondas largas y la tecnología contemporánea.
François Chesnais. https://vientosur.info/spip.php?article15262
“En la segunda mitad de la década de 1930 la actividad económica en México inició una
onda larga expansiva de largo plazo que puso final al largo periodo de inestabilidad y lento
crecimiento que se había manifestado desde el final del siglo XIX y que se agudizó durante la
Revolución Mexicana y la Gran Depresión. La fase de despegue de esta onda larga expansiva
coincide con el inicio del proceso de industrialización sustitutivo de importaciones (ISI)
inducido por la implosión del mercado mundial y el desplome de los flujos internacionales
de capital durante la Gran depresión y la Segunda guerra mundial.”
http://critica-azcapotzalco.org/ASAC/integrantes/AMF/AMF%20AMEP.pdf
10 Óp.Cit. Los caminos del desarrollo del tercer mundo emergente. Pág. 450
11
Águila, Marcos T. Y Jeffrey Bortz. México y el mundo del trabajo: ensayos sobre trabajadores,
líderes y gangsters. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 2014.
12
Óp. Cit. México y el mundo del trabajo. Página 350
13
Óp. Cit. Los caminos del desarrollo del tercer mundo emergente. Pág. 443. Entre 1940 y 1980 la
economía tuvo una tasa de crecimiento anual del PIB de 6.2%.
14
Ibid. Pág. 447
15
Portilla Marcial, Octavio Carlos. Del Estado de Bienestar al Estado Neoliberal. “El Estado de
Bienestar en México se puede asociar directamente con la etapa del Milagro Mexicano,
comprendido de 1940 a 1970, el cual su antecedente es la Revolución Mexicana, la cual con su
nuevo proyecto de nación, con una visión de cabida para todos y con la innovación en sus letras de
los recién concebidos derechos sociales pugnaban por lo menos en teoría por una mayor equidad
y prosperidad para su gente.” www.redalyc.org/articulo.oa?id=67681607. Véase también de Andrea
Revueltas: Las reformas del Estado en México: del Estado benefactor al Estado neoliberal.
www.redalyc.org/articulo.oa?id=26700314: “Más tarde, ya consolidada la estructura política,
durante la década de los 40, el Estado diseña un proyecto de crecimiento económico (modelo de
sustitución de importaciones) que, revestido de una imagen protectora de justicia social, tuvo como
meta la industrialización basada en la transferencia de recursos provenientes del campo (en
particular, de la explotación del trabajo campesino). El detalle consiste en que, aunque se trataba
de una economía dirigida, se dejó en manos de la iniciativa privada el desarrollo de las actividades
productivas.
18


“Este proyecto tuvo como base un ‘pacto social’ entre los ‘factores de la producción’. Ambos,
patrón y trabajador, aceptaron el ‘tutelaje del Estado’: el primero porque era el principal beneficiario
(a través de todas las políticas que se instituyeron para estimular el crecimiento de la industria), el
segundo porque el Estado, revistiéndose de una imagen paternalista, se autodenominó ‘protector
del trabajador’.
“El Estado, al mismo tiempo que adoptaba una retórica populista (obrerista y agrarista),
instrumentaba políticas de bienestar social, fundaba toda una serie de instituciones que tenían
como objeto proporcionar ciertos servicios sociales y asistenciales a los trabajadores y creaba
también las condiciones favorables para que la burguesía, que hasta aquel entonces había sido
débil y numéricamente escasa, se desarrollara y fortaleciera: construyó la infraestructura necesaria
para la industria, hubo exención de impuestos, servicios subsidiados, mano de obra controlada y
barata, protecciones arancelarias. Desde aquel tiempo, se estableció entre los dos sectores
hegemónicos (burocracia y burguesía) una relación muy estrecha y, aunque por momentos ha
podido ocurrir que la segunda quisiera sacudirse de la tutela de la primera, los conflictos surgidos
entre ambas han sido más bien verbales que auténticos, ya que la burguesía ha gozado de
ventajas inmensas bajo el ala protectora del Estado.”
16
Óp. Cit. Historia Económica de México. pág. 419.
17
http://www.mexicomaxico.org/Reforma/reforma.htm
18
Larrosa, Manuel. Mario Pani. Arquitecto de su época. UNAM, 1985. Un poco de historia del
nuevo edificio de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos aparece en este libro en la
página 46.
19
Munguía Huato, Román. Los empresarios de la obra pública en México. El capital monopolista
en la construcción: 1960-1980, en Empresarios de México. Edmundo Jacobo, Matilde Luna y
Ricardo Tirado (compiladores). Universidad de Guadalajara, Guadalajara, 1989. Véase también:
Fragoso, Juan Manuel, Elvira Concheiro y Antonio Gutiérrez. El poder de la gran burguesía.
Ediciones de Cultura Popular. México, 1979.
20
Krauze, Enrique. La presidencia imperial. Ascenso y caída del sistema político mexicano (1940-
1996). Tusquets Editores, México, 2000. Capítulo III. Miguel Alemán. El presidente empresario. “De
los negocios a la política”: “De pronto aquello fue jauja gracias a una idea de Ramos Millán: la
urbanización. Fraccionamientos México, nueva compañía del grupo de amigos, se dedicaba a
comprar grandes terrenos colindantes con la ciudad y pertenecientes a viejas haciendas
arruinadas, abandonadas o en peligro de expropiación. A los miembros de la antigua aristocracia
porfiriana les urgía vender, aunque fuera barato, para cambiar de giro en negocios urbanos. Los
jóvenes abogados (Ramos Millán, Alemán Valdez, y otros) vieron la oportunidad y con el apoyo de
militares poderosos consiguieron créditos blandos. Las primeras aventuras inmobiliarias tuvieron
lugar en los intrincados terrenos de Cuernavaca…Más tarde abarcaron la amplia zona de los llanos
de Anzures hasta la hacienda de los Morales. El rancho de Polanco se convirtió en un lujosos
barrio residencial. En un extremo del bosque de Chapultepec, con vista al castillo, el licenciado
Alemán y sus amigos construyeron soberbias residencias de tipo californiano. En esos años
(inicios de los treinta) adquirió también, a un precio muy bajo, el rancho Los Pirules en el norte de
la capital, que con el tiempo se convertiría en la populosa Ciudad Satélite…” Página 103-104.
Siendo presidente del país, dice Krauze: “La industria de la construcción tuvo un desarrollo sin
precedente. Las carreteras se volvieron lo que los ferrocarriles en el porfiriato: el símbolo del
progreso… La fiebre constructora incluyó otros ámbitos, además de las presas y carreteras… Se
inauguró la moderna red de aeropuertos (en diversas ciudades del país).” Urbanizo al puerto de
Acapulco, etcétera. Dice Krauze: “… si hay una metáfora del proyecto alemanista, de su indudable
grandes, pero también de su megalomanía, ese espejo fiel es la ciudad de México. La urbanización
de la ciudad revelaba la impronta e cada periodo político…Si la nueva ciudad era el espejo del
alemanismo, la Ciudad Universitaria fue el espejo de ese espejo.” Página 116. También ejemplo de
esa pujanza económica durante el alemanismo, de un capitalismo floreciente, es la edificación de
la Torre Latinoamericana iniciada en 1948 y terminada en 1956. Véase también:
https://www.proceso.com.mx/136091/la-historia-del-alemanismo-escrita-en-su-momento
http://www.ejecentral.com.mx/estrictamente-lo-que-costo-no-pagar/
21
Torre Mayor. Un reto de Altura. A+G Editores, México, 2003. Página 63.
19


La Jornada, 2 de enero de 2003. “Es considerado el edificio inteligente y corporativo más grande
del Distrito Federal”. Hoy inicia operaciones la Torre Mayor. A la fecha 41% de su superficie está
arrendada a cuatro empresas internacionales. Con un total de 55 pisos y 225 metros de altura, que
representará para el grupo Reichmann International una erogación de 300 millones de dólares y
para la economía local ‘detonar su crecimiento al convertir la zona de Reforma en el principal
distrito de negocios’”.
22
Para una idea aproximada del concepto de modernidad, compartimos mucho de lo expresado
por Marshall Berman en su libro Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la
modernidad. Siglo XXI Editores. México 1991. Por supuesto, cada época histórica tiene sus propios
momentos de modernidad, como el propio Berman lo dice, es el caso del París decimonónico con
las aperturas de los bulevares de Haussmann.
23
Munguía Huato, Román. La construcción de rascacielos: una exhibición de fuerza La
arquitectura del poder https://www.jornada.com.mx/2002/11/17/mas-roman.html
Lorenzo Rocha (Milenio México / 31.07.2014) escribe: “La arquitectura global se manifiesta
principalmente a través de los llamados edificios-icono. Se trata de construcciones que contemplan
dentro de su programa de necesidades la representación a nivel simbólico de la institución a la que
albergan. En la mayoría de los casos estos edificios deben sobresalir en el paisaje urbano y ser
parte reconocible de la línea horizontal de una ciudad. Por esta razón, muchos de ellos deben ser
edificios de gran altura que, además de su presencia fálica, se puedan divisar a lo lejos y permitan
al público relacionarlos con sus antecesores históricos: los obeliscos y las torres. No es
coincidencia que estos edificios adopten el nombre de la compañía que pagó por ellos, aunque en
muchos casos hayan sido vendidos y subdivididos. Recordamos a los edificios como Seagram
(una marca de whisky) o Panam (una línea aérea). Sin embargo, sus inquilinos actuales y pasados
no necesariamente trabajaron para dichas compañías. La mayoría de estos edificios
permanecieron casi vacíos por años, ya que la demanda de espacio para oficinas era ampliamente
superada por la oferta. El icónico edificio Empire State, que con sus 103 pisos ostentó el privilegio
de ser el más alto del mundo durante 45 años, permaneció prácticamente vacío por décadas por la
depresión económica estadunidense y llegó a ser apodado Empty State Building (Edificio en
estado vacío).” https://www.milenio.com/cultura/la-critica-de-espacios-no-mas-rascacielos.
Dice Peter M. Ward en su libro México: una megaciudad. Producción y reproducción de un medio
ambiente urbano. (Conaculta–Editorial Patria–Alianza Editorial, México 1991) Esencialmente, hoy
podemos observar dos grandes tipos de arquitectura. Los edificios para las grandes empresas
nacionales e internacionales, bancos, etcétera, a menudo tienen una “firma” particular que desean
conservar. De estilo internacionalista, estos edificios no se verían fuera de lugar en otras grandes
ciudades del mundo; refuerzan las ideas de modernidad, funcionalidad, dominación (de las
finanzas y el comercio) y una falta de humanismo”. Página 286.

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