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Artículo Especial
Gustavo Figueroa
Método: Este artículo cubre un amplio movimiento de pensamiento que incluye temas
de la filosofía de la mente, ciencia cognitiva, fenomenología y hermenéutica. La ciencia
de la psicopatología está sometida a un estudio amplio y abarcativo por parte de
Jaspers.
Resultados: Se está desarrollando una nueva disciplina (con raíces antiguas) que, sin
embargo, tiene sus problemas internos. La psicopatología misma está en una fase
pluralista y somos testigos de un deseo sin precedente por parte de diversas escuelas
de trabajar juntas para aplicar la filosofía y las neurociencias al campo de la
psicopatología.
Insuficiencia de los fundamentos
Empero, lo decisivo proviene de otro lado. Desde 1975 hasta ahora la psiquiatría ha
transferido su centro de poder desde Europa a Estados Unidos. Las consecuencias son
variadas y complejas, pero sólo nos interesa un cambio de énfasis: la psiquiatría pasó
de ser primordialmente un arte práctico (clínico) a ser una disciplina
preponderantemente científica sustentada en la neurobiología (41). Pero la ciencia,
como dice Zubiri, no busca penetrar en las cosas para conocerlas mejor, sino
sustituirlas por otras más precisas la precisión objetiva (42). Y desde luego,
manejarlas mejor. Esto incumbe a la Psicopatología general de manera directa porque
su intención manifiesta es ser ciencia rigurosa. A partir de este proyecto americano se
pueden entender los severos reproches dirigidos contra Jaspers. La psicopatología,
asevera Walker (43), debe divorciarse finalmente de toda la influencia de Jaspers si es
que alguna vez tuvo éste un papel en la investigación empírica: él se contentó con
ejemplos triviales y anécdotas de acontecimientos subjetivos sin ningún valor
contrastable con datos objetivos. El nuevo paradigma de la ciencia cognitiva, recalca
por otra parte Bolton (44), marca el colapso definitivo de la distinción que funda todo
el edificio de la psicopatología de Jaspers, la distinción entre relaciones de sentido y
causal. En otros términos, un reduccionismo. El reduccionismo que cuestiona a Jaspers
queda resumido en la sentencia que conmina a "la psicopatología a cumplir con su
principal objetivo, esto es, la captura de información sobre la neurobiología de los
síntomas mentales" (22): una especie de apéndice de las ciencias duras del cerebro.
He aquí la meta del presente trabajo: rescatar las potencialidades aún no explotadas
de la "Psicopatología general" que ayuden a iluminar más profundamente la
psicopatología actual, aquejada de una severa parcialidad. Es decir, transportar a
Jaspers hasta el presente con la misión de inyectar originalidad y calado a la reflexión
sobre la existencia enferma. Para ello, primero se llevará a cabo una somera
caracterización de la psicopatología vigente, acentuando su monismo materialista
limitado a lo fenoménicamente observable; a ella se le opondrán algunas objeciones a
partir de Jaspers. En segundo lugar, se retomará la controvertida fenomenología de
Jaspers dándole un sentido diferente, más de acuerdo a la intención de la psicología
descriptiva y desmembradora de Dilthey que a la psicología fenomenológica de
Husserl. Por último, se enfocará el binomio comprender/explicar desde el círculo
hermenéutico insoslayable a toda interpretación psicopatológica.
1. Lo mental y lo físico no son sino aspectos distintos de una sola entidad: James,
Russell, Carnap; 2. Lo mental no existe, materialismo eliminativo y conductismo:
Watson, Skinner, Quine, Rorty; 3. Lo mental es físico, materialismo reductivo o
fisicalista: Feyerabend, Lashley; y 4. Lo mental es un conjunto de funciones y
actividades cerebrales emergentes, materialismo emergente (66). Esta última
concepción parece haber alcanzado la supremacía por su notable poder heurístico.
Califica las propiedades de los sistemas como emergentes y, por ello, enraizados en las
propiedades de sus componentes, pero que no se pueden predecir o deducir de la de
los elementos que los integran (67, 68). Esta postura es la culminación de toda una
antigua vertiente de la metafísica occidental que enseña sus primeros vestigios en la
sentencia del viejo Demócrito: "no conocemos en realidad nada real, sino solamente lo
que cambia según la disposición de nuestro cuerpo y según lo que penetre en él o se le
resista". El mismo Descartes lo había anunciado en la última frase de "L'homme", en la
que precisa "que no hay que concebir en esta máquina [el hombre] ningún otro
principio de movimiento y de vida más que su sangre y sus espíritus agitados por el
calor del fuego que arde continuamente en su corazón, y que no es de naturaleza
distinta a la de los fuegos que están en los cuerpos inanimados" (69).
3. Conexión esencial entre mente y cuerpo, de relaciones causales entre ambas, sean
externas o internas; la problemática afirmación de Wittgenstein sirve de fundamento:
"un proceso interno necesita de criterios externos" (73).
4. No hay nada que sea específicamente mental en los llamados estados mentales;
estos últimos consisten enteramente en sus relaciones entre sí y con los inputs y los
outputs del sistema del que son parte.
Aquí se alza otra diferencia sutil con el emergentismo biologicista y monista. Para
Jaspers no hay síntesis posible entre los conocimientos referidos a estos distintos tipos
de ser. Lo novedoso está en que se toma este fracaso la irreductibilidad como suelo
para dar un salto irracional (como lo exigía Kierkegaard) para tratar de llegar al límite
de la explicación exhaustiva del método de conocimiento apropiado a cada uno de
ellos. La hostilidad de las neurociencias para coger a cada ámbito según su esencia
peculiar, el intento de degradar los fenómenos de su pureza única e inalienable y
reducirlos a algo desigual y supuestamente más básico su naturalización es
irreconciliable con la postura de Jaspers: "ninguno es el ser en absoluto y ninguno es
sin el otro; cada uno de ellos es el ser en el ser. Pero la totalidad del ser no la
encontramos", sólo cabe el incesante trascender, el girar alrededor de planos que
nunca cogen la realidad. Al final, el misterio, lo indeterminado, que sólo puede apelar a
una experiencia en la cual de algún modo se lo presienta a través de cifras (Chiffre)
indirectas y casi inasibles: "si el ser de la trascendencia se hace presente a la
existencia, no es como él mismo ... sino como cifra, y aun así no como objeto, sino
superando toda objetividad" (78).
Pero volvamos a la realidad psicológica del ser humano. Aquí los múltiples planos del
ser se expresan en tres tipos fundamentales de conocimiento y sus correspondientes
categorías. Jaspers se sirve de los términos alemanes Dasein y Existenz para exponer
mejor la consistencia psíquica del hombre. Dasein equivale a "vida empírica", la vida
del individuo en cuanto ser físico, biológico, psicológico sometido a la categoría de la
causalidad; de un modo necesario, surge así la psicología explicativa. Por el contrario,
Existenz es manifestación de la libertad y se traduce como "existencia" propiamente
tal. Mientras siempre somos "vida empírica", únicamente somos "existencia" posible y
así nos proyectamos como seres en presencia de nuestras posibilidades, propias o
impropias. Lo psíquico en cuanto "existencia" permite el conocimiento únicamente en
la comunicación (Konmunikation), dando origen al "comprender existencial". Entre
ambos extremos la necesidad y la pura libertad resta un territorio intermedio que es la
estrecha zona del sentido; sobre la conexión de sentido se edifica la psicología
comprensiva.
Ahora queda claro que la diferencia principal entre Jaspers y la filosofía de la mente
que está a la base de las neurociencias no se ubica sólo en su intuición originaria de la
realidad el ser de lo abarcante y el monismo materialista, respectivamente, sino sobre
todo surge en la imagen del ser del hombre. Heidegger ha señalado la insuficiencia
radical de todas las doctrinas ontológicas que piensan al hombre desde la animalidad u
homo animalis, aun cuando se entienda el anima como animus sive mens, y después
como sujeto, persona, mente. Con ello, continúa Heidegger, se obtiene aclarar
aspectos importantes de nuestra condición, pero no se consigue un conocimiento
adecuado a la esencia del hombre, a su naturaleza última; en el fondo, "la" mente es
un ob-jeto, un ente quizás más sutil, pero igual un ente ante-los-ojos de la misma
consistencia metafísica que los demás, no lo propio (eigen) de lo humano (81). Algo
así suscribiría Jaspers al calificarlos como medios de "encubrimiento antes que de
iluminación" y a pesar de su alejamiento progresivo del pensamiento de Heidegger.
La fenomenología
Algo similar ocurre con el mundo-de-la-vida (Lebenswelt). El último Husserl dio énfasis
a este mundo primario que funciona más allá o con anterioridad a toda teoría
científica, epistemológica o filosófica. Es la experiencia originaria preteorética en la que
el hombre habita cotidianamente de forma espontánea y que se rige de acuerdo a
ciertas leyes implícitas en las que todos concordamos tácitamente: "el único mundo
real, dado realmente en la percepción, experimentado y capaz de ser experienciable"
(94). La constitución intersubjetiva de esta cotidianidad le permite a Husserl escapar
con éxito del monismo encapsulado que amenazaba peligrosamente a la egología
trascendental. La intencionalidad de la conciencia también ganó en profundidad al
incluir la intencionalidad operante o ejecutiva. De alguna manera Jaspers rescató estos
aportes en su magnífica descripción del humor delirante, al abandonar su clásica
escisión sujeto/objeto y entrar en el ámbito de lo pretemático o no-tético (12). Pero le
faltó asimilar reflexivamente estas decisivas contribuciones finales de Husserl que
iluminaron también con especial perspicacia la corporalidad propia y ajena
(Leiblichkeit), además del problema del otro. Blankenburg rescató estas insuficiencias
de manera creativa al aplicarse al análisis pormenorizado de las esquizofrenias no
productivas que cursan con una incapacidad peculiar de insertarse en su ambiente
regular. La modificación primaria o pérdida de estos pacientes está ubicada no en los
objetos constituidos intencionalmente sino en el sentido de lo obvio (selbstverstänlich)
inherente a la experiencia natural o mundo-de-la-vida, en sus leyes preconceptuales
(basic rules) que permiten que aparezca algo así como una percepción
intersubjetivamente compartida o validada, lo que desde antiguo se denominaba en
forma laxa el sentido común (98); este modo de ser psicótico supone un
trastrocamiento severo de la temporalidad que impugna y desestructura el pasado
apriorístico del ser-ya-en.
La fenomenología de Jaspers debe ser entendida, pues, como una psicología empírica
de hechos reales a diferencia de Husserl, caracterizada por:
Hay razones, empero, para afirmar que la fenomenología de Jaspers es más cercana y
afín al espíritu de la "Psicología descriptiva y desmembradora" de Wilhelm Dilthey que
a la Psicología fenomenológica de Husserl (99). Todas buscan responder a la pregunta
básica de Husserl: ¿Qué es lo que hace de un hecho psíquico que sea psíquico?; o sea,
presuponen algo psíquicamente dado que es accesible a través de la experiencia,
aunque sus presuposiciones son distintas de manera radical. Mientras Husserl pretende
una "justificación crítica" (kritische Rechtfertigung) lo que lo conduce a un idealismo
trascendental a una metafísica, Jaspers y Dilthey permanecen en el campo de las
ciencias empíricas, vale decir, de la teoría del conocimiento o epistemología
"puramente sobre la base de la experiencia interna sin considerar las
interdependencias psicofísicas con la corporalidad somática" (93).
Ante todo la psicología descriptiva de Dilthey y la psicología fenomenológica de Jaspers
tienen una génesis parecida. Ambas se autodefinen por combatir con decisión los
excesos y desbordes de la psicología explicativa nacida en los laboratorios. Los reparos
van orientados a la naturaleza constructivo-genética del método de la psicología
experimental.
1. Toda experiencia natural, toda intuición directa de otro sujeto está mediada por una
interpretación. Así la interpretación precede y enmarca por necesidad la visión
espontánea de nuestro prójimo. En lugar de tener una percepción desnuda del otro,
como ingenuamente suponemos, éste se muestra en una serie de perspectivas o
perfiles (Abschattungen) (92) mediatas que desbordan de significaciones potenciales.
El otro no detenta un significado inherente o propio, solamente posee un sentido
derivado o segundo.
Estas tesis enunciadas hasta aquí son especificaciones pormenorizadas de los grandes
temas de la filosofía hermenéutica postmoderna: crítica de la idea de la objetividad,
imposibilidad de un lugar "neutral" para la teoría, remisión de toda teoría a sus
horizontes históricos de gestación, constitutiva presencia de los pre-juicios en los
juicios científicos y éticos, aceptación de nuestra última finitud o radical facticidad
(105). Las críticas que ha dirigido a la metafísica tradicional y con ello a la ciencia
contemporánea cuestionan que hay un estado de cosas, que se deja poseer
intelectualmente, a partir del cual se puede certificar la nulidad o realidad de una
pretensión de conocimiento (107).
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