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DEVOCIONARIO DE LOS CUARENTA Y

SEIS ROSARIOS

SANTÍSIMA VIRGEN DE GUADALUPE


(LOS ROSARIOS DEBEN COMENZARSE EL DÍA 28 DE
OCTUBRE PARA TERMINARLOS EL DÍA 12 DE DICIEMBRE
HISTORIA
Esta venerable tradició n enlaza el mes de octubre,
dedicado al Santo Rosario, a partir del día 28 hasta el 12
de diciembre, fecha de la Fiesta de Santa María de
Guadalupe.
La devoció n comenzó hace má s de cien añ os por
iniciativa de Monseñ or Antonio Plancarte y Labastida,
Abad del templo del Tepeyac en el siglo XIX, quien tenía
una gran devoció n a la Virgen Morena y a quien se le
atribuye el origen de esta devoció n. Fue gracias a la
iniciativa de Monseñ or Plancarte que la Virgen Morena
recibió la coronació n pontificia en 1895 y que se mandó
construir y agrandar la Antigua Basílica de Guadalupe.
El origen de esta devoció n se dio con el habitual rezo
diario del santo rosario en los jardines del Santuario
(actual Basílica) hasta el día de la Fiesta de Santa María
de Guadalupe, el 12 de diciembre, y se establecieron que
fueran 46 rosarios en referencia a las 46 estrellas que se
ven en el manto de Nuestra Señ ora de Guadalupe.
+ ORACIONES INICIALES
Guía: Ave María Purísima
Todos: Sin pecado concebida
Todos: Por la señ al + de la Santa Cruz, de nuestros +
enemigos líbranos, + Señ or Dios nuestro. En el nombre
del Padre, + y del Hijo + y del Espíritu + Santo. Amén.

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+ ACTO DE CONTRICIÓN
Dios y Señor mío, que por mi amor quisiste nacer en un
pesebre y morir en la Cruz. ¡Qué grande ha sido mi ingratitud
cada vez que me he permitido ofenderte! ¡Qué grande mi
atrevimiento cada vez que he faltado a tu ley! Tú, Señor,
ostentando tu Misericordia para conmigo, te has mostrado
Dios, pues solo en un ser infinito puede caber infinita bondad.
A mí, cada vez que he dado pruebas de mi pequeñez, de mi
ingratitud y de mi nada, me has dado pruebas de tu
misericordia infinita, por eso ahora vengo arrepentido a
implorar tu perdón, tanto más necesario, cuando más criminal
me considero.
¡Perdó n, Dios mío, ¡Perdó n, Padre amantísimo! Te ofendí
y al considerarlo, siento grandísimo temor, pero al verte en
la Cruz, renace mi confianza y puedo esperar ser
perdonado.
Así lo espero ciertamente y por eso te digo, como
David, desde el fondo de mi alma, apiá date de mí ¡Oh
Dios mío! segú n tu gran misericordia. Amén.
+ OFRECIMIENTO
¡Oh Purísima Virgen de Guadalupe! A quien amo
tiernamente como a mi verdadera y dulcísima Madre,
dígnate admitirme en tu sagrada presencia; aquí vengo a
ofrecerte en unión de los Á ngeles y de los Santos uno de los
cuarenta y seis Rosarios con que deseo honrarte. Este
nú mero debe de serte muy agradable, puesto que lo has

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escogido y es la cantidad de las estrellas que adornan tu
regio manto.
También vengo, oh Soberana Señ ora, a pedirte por las
necesidades pú blicas y particulares que me aquejan ¿A quién
he de recurrir, si no a Ti que eres mi Madre? Muéstrame la
suave compasión que le mostrase a Juan Diego. Verdad es que
no lo merezco, porque no tengo las virtudes de aquel piadoso
indio; más espero de tu misericordia infinita que me darás un
corazón puro y amante como el suyo. Entonces podré oír en
el fondo de mi alma que alivias mis penas con aquellas
mismas dulcísimas palabras que le dijiste “Hijito mío no te
aflijas ¿Por ventura no estoy Yo aquí yo que soy u Madre? ¿Por
ventura no estás aquí acogido bajo mi amparo?”
Sí Madre mía dulcísima, sí se me ofrece otra cosa,
ademá s de las gracias que te estoy pidiendo, te suplico
que bendigas a toda tu nació n mexicana, para que venga
sobre ella el reinado de Jesucristo.
De un modo especial protege a todos los que te sean
má s devotos, para que, formando tu familia íntima en
esta vida, tengan la dicha de formar tu corte predilecta
allá en el cielo. Desde donde contigo alabaremos
eternamente al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.
+ ORACIÓN PREPARATORIA
¡Oh Virgen de Guadalupe! Que nos has descubierto en
tu Santo Rosario con qué poder vencer a nuestros
enemigos, el escudo para defendernos de sus asaltos y la
escala que nos conducirá al paraíso, ayú danos cuando a
ti recurramos con esta oració n y haz que podamos
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merecer por ella todas las gracias necesarias, no solo
para nosotros, sino también para los que amamos, para
los pobres pecadores, para los moribundos y para las
almas del purgatorio y todo el mundo cristiano. Amén.
Guía: Abre, te ruego, mis labios, Dios eterno y adorable.
Todos: Para alabar tu Nombre, y el de tu Santísima Madre.
+ MISTERIOS DEL SANTÍSIMO ROSARIO
Misterios Gozosos (lunes y sábado)
1. La encarnación del Hijo de Dios (Lc 1,26-38).
2. La visitación de Nuestra Señ ora a Santa Isabel (Lc 1,39-45).
3. El nacimiento del Hijo de Dios (Lc 2,4-10).
4. La Presentación del Señ or Jesú s en el templo (Lc 2,22-38).
5. La Pérdida del Niño Jesús y su hallazgo en el templo (Lc. 2,41-52).
Misterios Dolorosos (martes y viernes)
1. La Oración de Nuestro Señ or en el Huerto (Lc 22,39-46).
2. La Flagelación del Señ or Jesucristo (Lc 27,24-26).
3. La Coronación de espinas (Mt 27,27-30).
4. Nuestro Señ or con la Cruz a cuestas (Mt 27,31-35).
5. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo (Jn 19,28-30).
Misterios Gloriosos (miércoles y domingo)
1. La Resurrecció n del Señ or (Mc 16,1-7).
2. La Ascensió n del Señ or a los cielos (Mc 16,15-20).
3. La Venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles (Mc 16,15-20)
4. La Asunción de Nuestra Señ ora a los Cielos (Lc 1,46-50).

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5. La Coronació n de la Santísima Virgen María como
Reina de Cielos y tierra (Ap 12,1.10).
Misterios Luminosos (jueves)
1. El Bautismo en el Jordán (Mt 3,13-17).
2. La autorrevelación en las bodas de Caná (Jn 2,1-12).
3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión (Lc 4,14-15).
4. La Transfiguración del Señ or (Mc 9,2-8).
5. La Institución de la Eucaristía (Lc 22,19-20).
Después de cada misterio, se dice un Gloria y una
jaculatoria de las siguientes:
1. Guía: Santa María de Guadalupe, Reina de México
Todos: Salva nuestra Patria y conserva nuestra fe
2. Guía: Mi corazó n en amarte eternamente se ocupe.
Todos: Y mi lengua en alabarte, Madre mía de
Guadalupe
3. Guía: Virgen de Guadalupe por tus cuatro
apariciones.
Todos: Antes de cuarenta y seis rosarios remedia
mis aflicciones.
Al concluir los misterios se rezan un Padre Nuestro y tres
Ave Marías saludando a la Santísima Virgen como Hija del
Padre, Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo:
Dios te Salve, Santísima María de Guadalupe, faro
resplandeciente que nos conduce al puerto de salvació n,
luz divina que ilumina a los bienaventurados, flor
preciosa que esparce suavísimos olores. Dios te Salve
hija del Eterno Padre, Virgen purísima y castísima antes
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del parto, en tus manos encomendamos nuestra fe, para
que la ilumines, llena eres de gracia, el Señor es contigo…
Dios te Salve, Santísima María de Guadalupe, vida de
los Santos, alegría de los Á ngeles, esperanza del hombre,
nube luminosa en cuyo seno bajo el Hijo de Dios, Dios te
Salve Madre de Dios Hijo, Virgen purísima y castísima en
el parto: En tus manos encomendamos nuestra
esperanza, para que la alientes, llena eres de gracia, el
Señor es contigo…
Dios te Salve, Santísima María de Guadalupe, paloma
castísima, modelo de amor, lirio de pureza, símbolo de
castidad, Dios te salve Esposa del Espíritu Santo, Virgen
purísima y castísima después del parto, en tus manos
encomendamos nuestra caridad, para que la inflames,
nuestras necesidades para que las remedies y nuestras
almas para que intercedas por su salvació n, llena eres de
gracia, el Señor es contigo…
Dios te Salve, Santísima María de Guadalupe, océano de
gracia, manantial de misericordia, soberana emperatriz
del cielo y de la tierra, Dios te Salve Sagrario de la
Trinidad augusta, Virgen concebida sin la culpa original.
Dios te Salve Reina y Madre de misericordia, vida…
A ti, oh Virgen bendita, este Rosario ofrecemos,
porque la gracia alcancemos, de la bondad infinita,
acuérdate que la Iglesia necesita de tu favor y te

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pedimos con fervor que las gracias extiendas, y a todos
nos concedas el ir a la Gloria. Amén.
+ LETANÍA A NUESTRA SEÑORA
Se responde repitiendo la misma letanía
Señ or, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, ten piedad de nosotros.
Señ or, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, ó yenos.
Jesucristo, escú chanos,
Se responde “Ten piedad de nosotros”
Dios Padre celestial,
Dios Hijo, Redentor del mundo,
Santísima Trinidad, que eres un solo Dios,
Se responde “Ruega por nosotros”
Santa María de Guadalupe,
Santa Madre de las Naciones de América,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Jesucristo,
Madre del verdadero Dios por quien se vive,
Madre de la divina gracia,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre Virgen,
Madre Incorrupta,
Madre Inmaculada,
Madre Amable,
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Madre Admirable,
Madre del Buen Consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Madre que nos tienes bajo tu manto y tu protecció n,
Madre que por ventura nos guardas en tu regazo,
Madre de los mexicanos,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneració n,
Virgen digna de alabanza,
Virgen Poderosa,
Virgen Clemente,
Virgen Fiel,
Espejo de Justicia,
Trono de la eterna sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso de honor
Vaso de insigne devoció n,
Rosa Mística,
Rosa del Tepeyac,
Torre de David,
Torre de marfil
Casa de oro,
Arca de la Alianza
Puerta del cielo,
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Estrella de la mañ ana,
Estrella de la nueva evangelizació n,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consoladora de los Afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Tú que te dignaste descender a nuestro suelo,
Tú que iluminaste la fe de nuestro pueblo,
Tú que te apareciste a Juan Diego,
Tú que te mostraste vestida del sol,
Tú que tienes un manto de estrellas,
Tú que quisiste mostrarte morena,
Tú que quisiste que te edificaran un templo para mostrar
y dar ahí todo tu amor, compasió n, auxilio y defensa,
Reina de los Á ngeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apó stoles,
Reina de los Má rtires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina llevada al cielo,
Reina del Santo Rosario,
Reina de la Paz.
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Guía: Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo.
Todos: Perdó nanos, Señ or.
Guía: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo.
Todos: Escú chanos, Señ or.
Guía: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo.
Todos: Ten piedad de nosotros.
Oremos:
Te pedimos, Señ or, que nosotros tus siervos gocemos
siempre de salud de alma y cuerpo, y, por la intercesió n de
Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este
mundo y concédenos las alegrías del cielo, Amén.

+ CONSAGRACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA


"Oh, Virgen mía, Oh, Madre mía, yo me ofrezco enteramente a ti y
en prueba de que te amo, te consagro en este día y para siempre,
mis ojos, mis oídos, mi boca, mi corazón, en una palabra, todo mi
ser. Ya que soy todo tuyo ¡Oh Madre de bondad! Guárdame y
defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.
TRIDUO A NTRA. SRA. DE GUADALUPE
(Comienza el día 9 y termina el día 11 de diciembre, un día
antes de su Fiesta: el 12 de diciembre. Está formado por tres
oraciones, una para cada día, por medio de las cuales se pide
una Gracia especial a Nuestra Señora de Guadalupe)

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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(Día I) Virgen Santísima, Madre del Verbo Encarnado,
por aquella maternal piedad con que amparaste a los
mexicanos, recibiéndolos por tus hijos, desde los
primeros añ os en que nuestra Nació n abrazó la Religió n
Cató lica, te pedimos nos alcances constancia en la fe y
fortaleza en las tentaciones, para que, unidos de mente y
de corazó n, vivamos siempre sujetos al Supremo Pastor
de la Iglesia, fuera de la cual no hay salvació n.
Ave María
(Día 2) Virgen Santísima, que con el dulce nombre de
SANTA MARÍA DE GUADALUPE te dignaste aparecer entre
nosotros y establecer en el templo que escogiste el trono
de tu misericordia y de tu protecció n, te rogamos, oh
Madre, que, así como nos visitaste en la vida, nos visites
con tu maternal presencia y amparo en la hora de
nuestra muerte.
Ave María
(Día 3) Virgen Santísima, Madre y Abogada nuestra, que,
en señ al de singular protecció n, nos dejaste
milagrosamente pintada tu admirable Imagen, que nos
sirve como glorioso estandarte para vencer a los
enemigos de nuestra santa fe, por el Sagrado Corazó n de
tu Santísimo Hijo Jesú s, y por tu Inmaculado Corazó n te
suplicamos que, así como nos alegramos de contemplar
tu bendita Imagen en la tierra, así nos gocemos
eternamente con tu amorosa presencia en el cielo y, si a
esto no se opone, te rogamos nos concedas las gracias
que ahora confiadamente te pedimos.

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Ave María
Todos los días:
Guía: Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Todos: Para que seamos dignos de alcanzar las
promesas de nuestro Señ or Jesucristo. Amén.
Oración
Padre de misericordia, que has puesto a este pueblo tuyo
bajo la especial protecció n de la siempre Virgen María
de Guadalupe, Madre de tu Hijo, concédenos, por su
intercesió n, profundizar en nuestra fe y buscar el
progreso de nuestra patria por caminos de justicia y de
paz. Por Jesucristo Nuestro Señ or. Amén.

ORACIÓN PARA EL 12 DE DICIEMBRE A NTRA. SRA. DE


GUADALUPE
Oh Virgen Santísima de Guadalupe, amadísima Madre y
Señ ora nuestra, que te dignaste fijar en esta Nació n esos
tus ojos misericordiosos y escogerla como herencia tuya
¿Qué pudo moverte a descender desde los cielos hasta
nuestro á rido Tepeyac, sino el singular amor que nos
tienes y la inmensa miseria nuestra? Gracias, Señ ora.
Que los á ngeles te alaben por tan insigne favor; que las
naciones todas te bendigan, y que México, postrado a tus
inmaculadas plantas, te aclame con toda el alma: “Tú
eres la gloria de nuestro pueblo.” Pediste un templo y te

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ofrecemos millares. Nos llamas “hijos míos muy
queridos” y, aceptando tan dulce título, que nos
conmueve hasta las lá grimas, queremos llamarte
nuestra Reina y nuestra Madre, y ser, no solo tus
vasallos fieles y tus hijos amantísimos, sino también tus
humildísimos esclavos. Manda, altísima Señ ora, que
estamos prontos a obedecerte. Reina en nuestras almas
y eleva tu trono en nuestros corazones: reina en
nuestros hogares y líbranos de todo mal; protege a la
Iglesia mexicana y hazla gloriosa y libre; vela sobre
nuestra nació n, feliz a pesar de todo porque la amas, y
concédele la paz. Perdona a los hijos ingratos y
prevaricadores, robustece la fe de los que te aclaman e
invocan y concédenos, en fin, que formando tu cote aquí
en la tierra, vayamos a cantar contigo ante el trono de
Dios.

CANTO I
En una vistosa nube
á ngeles con alegría,
y en un arco de colores
bajó la Virgen María.
Quedo admirado Juan Diego
de ver qué linda venía,
gustoso subido a la cuesta
a ver para que lo quería.
Hijo, le dijo la Virgen
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una merced me has de hacer,
a México has de bajar
y al Arzobispo has de ver.
Tomó el indio la calzada
para México bajó ,
mirar al Arzobispo
estas razones le dieron.
La Emperatriz de los cielos,
Señ or, te manda decir,
que le hagas en Guadalupe
un templo para vivir.
Dijo el señ or Obispo
¿Esto có mo podrá ser?
Hasta que me traigas señ as
hijo te podré creer.
Triste se volvió Juan Diego
Donde la Virgen quedó ,
Las razones que mandaste
El Señ or no las creyó .

Tengo á ngeles que me sirvan


dijo la Virgen inmensa,
es mi gusto que Juan Diego
me corra esta diligencia.
La Emperatriz de los cielos,
con sus manos poderosas,
de señ as cortó unas rosas
y al Arzobispo las mandó .
Gustoso se fue Juan Diego
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cuando las señ ales llevó
y al descubrir el ayate
estampada se quedó .
Luego el señ or Arzobispo,
tan pronto como la vio,
rodeada de serafines,
al punto se arrodilló .
Pues perdó name Juan Diego
por Dios te suplico yo,
perdó name la evidencia,
por Dios te lo ruego yo.
Luego el señ or Arzobispo,
al punto se encaminó
al cerro del Tepeyac
a donde se apareció .
Que dicha tuvo Juan Diego
aquella linda mañ ana
en que bajó a este mundo
la Virgen Guadalupana.

Madre mía de Guadalupe,


te ofrezco este sacrificio,
Tú me has de favorecer
Señ ora en el día del Juicio.
Madre mía de Guadalupe
dueñ a de mi corazó n,
alza tu bendita mano
y danos tu bendició n.
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CANTO II
Oh Virgen, la má s hermosa
del Valle del Anauac,
tus hijos muy de mañ ana
te vienen a saludar.
(La siguiente estrofa es el coro que puede repetirse al finalizar
cada una de las que le siguen)
Despierta, Madre, despierta;
mira que ya amaneció,
mira este ramo de flores
que para ti traigo yo.
Cuando miro tu carita
llena de tanto candor,
quisiera darte mil besos
para mostrarte mi amor.
Madre de los mexicanos
dijiste venías a ser;
pues ya lo ves, Morenita,
sí te sabemos querer.

Recibe, Madre querida,


nuestra felicitació n
hoy por ser el día tan grande
de tu tierna aparició n.
Aquella alegre mañ ana
en que apareciste a Juan
mientras Dios me dé la Vida
nunca se me olvidará .
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Mira que soy mexicano
y por eso tuyo soy;
busca en vano en el mundo
quien te quiera má s que yo.
Recibe, Madre querida,
nuestra felicitació n;
míranos aquí postrados
y danos tu bendició n.
Envidia no tengo a nadie
sino al á ngel que a tus pies
hace cuatrocientos añ os
que te sirve de escabel.
Salve, Virgen sin mancilla,
de belleza sin igual,
que Guadalupe es tu nombre
y tu trono el Tepeyac.
Tú brillaste, Virgen Santa,
como estrella matinal,
anunciando la alborada 
que iba pronto a comenzar.
Hoy a tus pies acudimos,
dignaste, Madre, mirar
a tus hijos que llorando
venimos ante tu altar.

CANTO III
Buenos días, Paloma Blanca,
hoy te vengo a saludar,
saludando tu belleza
en tu trono celestial.
Eres Madre del Creador,
y a mi corazó n encantas;
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gracias te doy con amor.
Buenos días, Paloma Blanca.
Niñ a linda, Niñ a santa,
tu dulce nombre alabad,
porque eres sacrosanta, 
hoy te vengo a saludar.
Reluciente como el alba,
pura, sencilla y sin mancha.
¡Qué gusto recibe mi alma!
Buenos días, Paloma Blanca.
Qué linda está la mañ ana,
el aroma de las flores,
despiden suaves olores,
antes de romper el alba.
Mi pecho con voz ufana,
gracias te da, Madre mía;
en este dichoso día,
antes de romper el alba.
Cielo azul yo te convido,
en este dichoso día,
a que prestes tu hermosura,
a las flores de María.
Madre mía de Guadalupe,
dame ya tu bendició n;
recibe estas mañ anitas,
de un humilde corazó n.

CANTO IV
Del cielo bajó , del cielo bajó , 
triunfante y ufana,
a favorecernos, a favorecernos,
la Guadalupana.

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En el Tepeyac, en el Tepeyac,
a hora temprana,
a Juan Diego habló , a Juan Diego habló ,
la Guadalupana.
Dichoso Juan Diego, dichoso Juan Diego,
que en esa mañ ana,
se le apareció , se le apareció ,
la Guadalupana.
Por señ al le envía, por señ al le envía,
la misma mañ ana,
flores al Obispo, flores al Obispo,
la Guadalupana.
Cambio de tono en la siguiente estrofa (se canta 2 semitonos más alto):
Del cielo bajó, del cielo bajó, 
triunfante y ufana,
a favorecernos, a favorecernos,
la Guadalupana.
(Esta siguiente estrofa también es con el mismo tono que la anterior)
En el Tepeyac, en el Tepeyac,
a hora temprana,
a Juan Diego habló, a Juan Diego habló,
la Guadalupana.
(Estrofas alternativas que pueden ser cantadas en vez de las dos
anteriores y con el mismo tono que las primeras estrofas)
Por adorno tiene, por adorno tiene,
unas flores bellas,
y en todo su manto, y en todo su manto,
brillan las estrellas.
Y su nombre santo, y su nombre santo,
y la fe cristiana,
nos regaló a todos, nos regaló a todos,
la Guadalupana.
CANTO V
(La siguiente estrofa es el coro que puede repetirse al finalizar
cada una de las que le siguen)
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Desde el cielo una hermosa mañana/ (2)
/la Guadalupana, la Guadalupana
la Guadalupana bajó al Tepeyac./ (2)
/Suplicante juntaba sus manos/ (2)
/Y eran mexicanos, y eran mexicanos
y eran mexicanos su porte y su faz./ (2)
/Su llegada llenó de alegría / (2)
/De luz y armonía, de luz y armonía
De luz y armonía todo el Aná huac./ (2)
/Junto al monte pasaba Juan Diego/ (2)
/Y acercose luego, y acercose luego
Y acercose luego al oír cantar./ (2)
/Juan Dieguito la Virgen le dijo/ (2)
/ Este cerro elijo, este cerro elijo
este cerro elijo para hacer mi altar./ (2)
/Y en la tilma, entre rosas pintada/ (2) 
/su imagen amada, su imagen amada 
su imagen amada se dignó dejar./ (2)
/Desde entonces para el mexicano/ (2) 
/ser guadalupano, ser guadalupano, 
ser guadalupano es algo esencial./ (2)

CANTO VI

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Madre, eres ternura,
eres una flor,
blanca y preciosa,
llena de amor.
Si, Señ ora ven a mí,
ven, ven a mí,
cú breme con tu manto,
lleno de amor.
Madre, eres ternura...
Si, Señ ora ven a mí...
CANTO VII
¿Quién será la Mujer
que a tantos inspiró poemas bellos de amor?
Le rinden honor la mú sica y la luz,
el má rmol, la palabra y el color.
¿Quién será la Mujer que el rey y el labrador
invocan en su dolor,
el sabio, el ignorante, el pobre y el señ or,
el santo al igual que el pecador?
(La siguiente estrofa es el coro que puede repetirse al finalizar
la que le sigue)
María es esa mujer
que desde siempre el Señor se preparó,
para nacer como una flor
en el jardín que a Dios enamoró.
¿Quién será la Mujer radiante como el Sol
vestida de resplandor,
la luna a sus pies, el cielo en derredor
y á ngeles cantá ndole su amor?
¿Quién será la Mujer humilde que vivió
en un pequeñ o taller,
amando sin milagros, viviendo de su fe,
la Esposa siempre alegre de José?
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Coro…
CANTO VIII
(La siguiente estrofa es el coro que puede repetirse al finalizar
cada una de las que le siguen)
Oh María, Madre mía,
oh consuelo del mortal,
/ amparadme y guiadme
a la patria celestial. / (2)
Con el á ngel de María
las grandezas celebrad;
/ transportados de alegría
sus finezas publicad. / (2)
Quien a ti ferviente clama
halla alivio en el pesar;
/ pues tu nombre luz derrama,
gozo y bá lsamo sin par. / (2)
De sus gracias tesorera
la nombró tu Redentor;
/ con tal Madre y medianera,
nada temas, pecador. / (2)
Pues te llamo con fe viva
muestra oh, Madre, tu bondad;
/ a mí vuelve compasiva
tu mirada de piedad. / (2)
Hijo fiel quisiera amarte
y por ti só lo vivir;
/ y por premio de ensalzarte,
ensalzá ndote morir. / (2)
Del eterno las riquezas
por ti logré disfrutar
/ y contigo sus finezas,
para siempre publicar. / (2)

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CANTO VIII
(La siguiente estrofa es el coro que puede repetirse al finalizar
cada una de las que le siguen)
Santa María de la esperanza:
/ mantén el ritmo de nuestra espera. / (2)
Nos diste al esperado de los tiempos,
mil veces prometido en los profetas;
y nosotros de nuevo deseamos
que vuelva a repetirnos sus promesas.
Brillaste como aurora del gran día;
plantaba Dios su tienda en nuestro suelo.
Y nosotros soñ amos con su vuelta,
queremos la llegada de su Reino.
Viviste con la cruz de la esperanza,
tensando en el amor la larga espera;
y nosotros buscamos con los hombres
el nuevo amanecer de nuestra tierra.
Esperaste, cuando todos vacilaban,
el triunfo de Jesú s sobre la muerte;
y nosotros esperamos que su vida
anime nuestro mundo para siempre.

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CANTO IX
Mientras recorres la vida tú nunca solo está s,
contigo por el camino, Santa María va.
(La siguiente estrofa es el coro que puede repetirse al finalizar
cada una de las que le siguen)
/ Ven con nosotros al caminar,
Santa María, ven. / (2)
Aunque te digan algunos que nada puede cambiar,
lucha por un mundo nuevo, lucha por la verdad.
Si por el mundo los hombres sin conocerse van,
no niegues nunca tu mano al que contigo está .
Aunque parezcan tus pasos inú til caminar,
tú vas haciendo caminos, otros los seguirá n.
Reflexión
“En la sonrisa que nos dirige la más destacada de todas las criaturas, se
refleja nuestra dignidad de hijos de Dios, la dignidad que nunca
abandona a quienes están enfermos. Esta sonrisa, reflejo verdadero de
la ternura de Dios, es fuente de esperanza inquebrantable. Sabemos
que, por desgracia, el sufrimiento padecido rompe los equilibrios mejor
asentados de una vida, socava los cimientos fuertes de la confianza,
llegando incluso a veces a desesperar del sentido y el valor de la vida. Es
un combate que el hombre no puede afrontar por sí solo, sin la ayuda
de la gracia divina.
Cuando la palabra no sabe ya encontrar vocablos adecuados, es
necesaria una presencia amorosa; buscamos entonces no sólo la
cercanía de los parientes o de aquellos a quienes nos unen lazos de

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amistad, sino también la proximidad de los más íntimos por el vínculo
de la fe.
Y ¿quién más íntimo que Cristo y su Santísima Madre, la Inmaculada?
Ellos son, más que nadie, capaces de entendernos y apreciar la dureza
de la lucha contra el mal y el sufrimiento.
La Carta a los Hebreos dice de Cristo, que É l no sólo “no es incapaz de
compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en
todo exactamente como nosotros” (cf. Hb 4,15). Quisiera decir
humildemente a los que sufren y a los que luchan, y están tentados de
dar la espalda a la vida: ¡Volveos a María! En la sonrisa de la Virgen está
misteriosamente escondida la fuerza para continuar la lucha contra la
enfermedad y a favor de la vida. También junto a Ella se encuentra la
gracia de aceptar sin miedo ni amargura el dejar este mundo, a la hora
que Dios quiera.
Qué acertada fue la intuición de esa hermosa figura espiritual
francesa, Dom Jean-Baptiste Chautard, quien, en El alma de todo
apostolado, proponía al cristiano fervoroso encontrarse
frecuentemente con la Virgen María “con la mirada”. Sí, buscar la
sonrisa de la Virgen María no es un infantilismo piadoso, es la
aspiración, dice el salmo 44, de los que son “los más ricos del pueblo”
(44,13). “Los más ricos” se entiende en el orden de la fe, los que tienen
mayor madurez espiritual y saben reconocer precisamente su
debilidad y su pobreza ante Dios. En una manifestación tan simple de
ternura como la sonrisa, nos damos cuenta de que nuestra única
riqueza es el amor que Dios nos regala y que pasa por el corazón de la
que ha llegado a ser nuestra Madre.
Buscar esa sonrisa es ante todo acoger la gratuidad del amor; es
también saber provocar esa sonrisa con nuestros esfuerzos por vivir
según la Palabra de su Hijo amado, del mismo modo que un niñ o trata
de hacer brotar la sonrisa de su madre haciendo lo que le gusta.

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Y sabemos lo que agrada a María por las palabras que dirigió a los
sirvientes de Caná: “Hagan lo que É l les diga” (Jn 2,5).
(Benedicto XVI, 15 de sept, 2008)

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