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Ensamblaje con clavos

El procedimiento más sencillo para


unir tablas

Tal como explicamos en otro


reportaje, el ventajoso tornillo ha
marginado a los clavos que nuestros
padres y abuelos empleaban
sistemáticamente. Hoy día puntillas y
clavos son una rareza en el montaje
de muebles, cuando antaño los talleres
de carpintería los compraban por
kilos. Baste recordar que los kits de
Ikea incluyen bolsitas con fijaciones de todo tipo, excepto clavos.

Actualmente, los clavos se siguen utilizando como complemento en algunos trabajos,


especialmente aquellos que deben ejecutarse con rapidez. También pueden servir como
sustitutos de las mordazas en las uniones encoladas, ofrecen buenas cualidades en el
refuerzo de estructuras, y obviamente son requeridos en muchas labores de restauración
para reponer los genuinos clavos del mueble.

Cómo poner clavos


Siempre evitaremos que los clavos se introduzcan en la madera de manera vertical, ya
que podrían causar una grieta en el sentido de la veta. Debemos clavarlos de forma
oblicua, alternando la inclinación a izquierda y derecha, como los segmentos de la V.
Guardaremos las debidas distancias entre clavo y clavo, para que las puntas no queden
muy próximas dentro de la tabla, y escogeremos clavos proporcionados al grosor de las
maderas.

El trozo de clavo que recibe la segunda tabla será un tercio del largo total.
Sostendremos el martillo por el extremo del mango, en ángulo recto con el clavo, y
golpearemos moviendo el brazo, no la muñeca. Los primeros golpes serán suaves, hasta
que el clavo quede firme, y seguiremos con golpes secos, evitando al final dañar la
madera. En los trabajos finos con puntillas pequeñas, remataremos con el botador,
para dejar la superficie bien acabada.

Por Fernando Barón

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