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estudios de cultura maya lii: 293-297 (2018)

E. Thomas Stanford, Música mayense. Dos monografías. La música de Tabasco y Música maya de
Quintana Roo. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2016, 420 pp.

DOI:10.19130/iifl.ecm.2018.52.949

“La música de una tierra invariablemente aunque posteriormente regresó; durante


exhibe las huellas de su historia”, señala más de 50 años de viajes e investigaciones
Thomas Stanford (2016: 16), autor del libro ha grabado músicas in situ y estudiado los
editado por el Instituto Nacional de Antro- contextos culturales que les dan sentido.
pología e Historia, una obra que amplía los De ahí que en este libro se resalte un as-
horizontes de nuestra comprensión de la pecto fundamental para la comprensión del
música maya sustentada en la historia, el fenómeno musical, y es lo que se refiere al
trabajo de campo, la grabación y la trans- trabajo de campo como metodología para
cripción musical. Se trata de dos obras de la investigación de corte etnomusicológico;
corte histórico y etnomusicológico integra- de hecho el autor ha realizado investiga-
das en un sólo volumen que corresponden ción y registros en más de 300 localidades
a periodos diferentes de investigación y en México, y los materiales resultados de
en los cuales el autor se hizo acompañar éstos han conformado acervos fonográficos
por sus alumnos. Conviene resaltar, como de relevancia. Entre sus trabajos en el área
se indica en el prefacio del libro, que, no maya, podemos destacar sus grabaciones
obstante que los textos que conforman de campo en Los Altos de Chiapas duran-
esta obra fueron escritos en las décadas te 1957-1958, donde pudo identificar los
de 1980 y 1990, continúan siendo vigentes elementos que hacen peculiar la música
dada la calidad de los datos y su interpre- indígena y la mestiza. Además, describió
tación, “así como por su relevancia para el las características propias de algunos ins-
conocimiento de los mayas y mayanses en trumentos, entre los que se encuentran gui-
general” (op. cit., 10). La obra es relevante tarras, marimbas, tambores y flautas.
también debido a que aborda aspectos que El primer periodo de investigación del
no han sido estudiados en los lugares con- cual resulta este libro fue realizado en Ta-
siderados en la presente investigación. basco entre los años de 1985 y 1988, y el
Thomas Stanford es un destacado et- segundo se desarrolló entre 1990 y 1995 en
nomusicólogo que ha trabajado por más el estado de Quintana Roo, aunque la obra
de medio siglo grabando y estudiando las en general conjuga la experiencia del au-
distintas expresiones musicales de México. tor en varios de sus recorridos por el área
Llegó a la Ciudad de México a mediados de maya desde finales de la década de 1950.
la década de 1950 para doctorarse en la Estos textos y grabaciones dan cuenta de la
Universidad Nacional Autónoma de México. historia local, regional y nacional.
Sólo estaría unos años en el país para con- En el prólogo, Stanford detalla los obje-
tinuar estudiando las músicas del mundo, tivos y conceptos teóricos que luego se ve-

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rán reflejados en su estudio. Al respecto, el nos elementos chontales en áreas menos
autor ha tenido como una de sus preocupa- accesibles. Distingue las regiones de la
ciones académicas más importantes definir Sierra de Tabasco, los Ríos y el Usumacinta,
las singularidades de los mundos musicales y la Costa, luego profundiza en el estudio
mayas. Desde sus primeras incursiones du- del zapateo como son estatal. Incluye ade-
rante la segunda mitad del siglo xx —en- más un apéndice donde describe detallada-
tre pueblos de lenguas tzotzil y tzeltal—, mente cada obra, las fechas de grabación,
este investigador determinó la existencia los músicos y conjuntos musicales, junto
de patrones musicales comunes en la zona con las partituras.
que ha denominado el “área musical maya” Gracias a lo anterior, Stanford logra
(ibid., 9), y con el fin de explicar los ele- establecer conclusiones por medio de su
mentos y criterios de dicha regionalización conocimiento de los contextos sociales e
musical, esta obra conjuga la experiencia históricos de cada región, destacando que
de Stanford en varios de sus recorridos de las danzas chontales son singularmente
campo. Así, la obra comienza explicando ricas: “El Bailaviejo” y “El Caballito”, y de
que ha detectado que los grupos mayenses los nahuas “El Gigante Goliat”. En “El Ca-
tienden a exhibir una falta de compás en su ballito” el danzante es un caballo que con
música, en comparación con los grupos del los cohetones relincha y hace que cobre
Istmo de Tehuantepec al sur y Aridoamérica vida. En el caso del “Bailaviejo”, los dan-
al norte del país. Pero existen en el área zantes caminan en un círculo con sentido
maya rasgos especiales, como el acompa- levógiro frente a un altar puesto en la casa
ñamiento de los instrumentos de cuerdas de un mayordomo y no en la iglesia por la
y de alientos por los tambores, los cuales oposición de esta contra dicha ceremonia.
se agrupan en dos, tres o más. Para los ma- Además, en el rito se distingue la presencia
yas la presencia de percutores es la norma, del pito (flauta de carrizo), que es tocado
sin olvidar que una gran parte de la música con una gran técnica, y se imitan trinos de
instrumental indígena “habla” sin la inter- pájaros con todo realismo. En cuanto a la
vención de la voz humana. música prehispánica, reporta la presencia
En torno a Tabasco, el libro ofrece un del tunk’ul y explica que el más conocido se
panorama de las expresiones musicales tan- resguarda en Tucta, Nacajuca.
to indígenas como mestizas, pues aborda el En lo que respecta a los grupos mesti-
estudio de géneros musicales compartidos zos, el autor nota que hacia 1850 lo más
por indígenas como el zapateo tabasqueño usual eran los conjuntos de cuerdas, inte-
—que es interpretado por músicos chonta- grados por un violín, jaranas y guitarras
les—, pero también la jarana, la marimba quintas. Y el zapateo ya existía para en-
(sones de marimba) y la canción romántica. tonces. Un poco más tarde las bandas de
En esta sección el autor hace una revisión alientos fueron introducidas, y llegarían a
histórica de los antecedentes que influye- emplearse para el zapateo. Posteriormen-
ron en la conformación de distintas regio- te, en la última década del siglo xix aparece
nes musicales de Tabasco, las cuales detalla la Bohemia tabasqueña, cuyos lazos con el
posteriormente. Y comienza por preguntar- centro del país eran evidentes; hacia 1930
se por el papel que tuvo la Iglesia en este surgen el bolero y la canción.
estado, singular por su falta de arraigo, y Asimismo, encuentra influencia chiapa-
cómo este hecho permitió preservar algu- neca y posiblemente guatemalteca en la

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región de los Ríos. También hubo incursión El planteamiento de la identidad llevó
de la jarana yucateca en el municipio de Jo- a Stanford hacia otros caminos, como la
nuta, donde aún se emplea el complemento reflexión en torno a la diversidad que en-
instrumental que era usual hacia mediados cerraría lo maya; la música maya no puede
del siglo xix, aunque le llama la atención explicarse sin considerar su variedad, y sin
que la presencia del son jarocho sea muy plantear comparaciones y confrontándola
escasa. El autor no olvida destacar la in- con otras músicas no indígenas, por ejem-
fluencia de población de orígenes africanos plo, lo maya estaría relacionado con lo crio-
que se puede identificar en la presencia llo. No obstante la contigüidad geográfica y
tanto de la marimba como de la marímbula, cultural entre los mayas cruzo’ob —que fue-
el empleo de varios tambores, a veces cinco ron los mayas rebeldes— y los mayas yuca-
o más, y la posible organización melódica tecos, el autor ha destacado las profundas
para la música chol para pito. Destaca la diferencias que se observan entre ambos
fuerte presencia de la música norteña, el repertorios musicales, mismas que en gran
bolero y del área circuncaribe. medida se deben a las relaciones interétni-
En lo que respecta a Quintana Roo, cas regionales a lo largo de la historia.
Stanford se adentra en el mundo religioso En primer lugar, Stanford advierte las
para determinar que el son de maya pax se diferencias de instrumentación: conjuntos
toca dentro de los ritos de la iglesia maya, de violines, tarola y bombo de la maya pax,
y que la jarana está asociada con las fiestas frente a los saxofones, trompetas, trombón,
patronales católicas. De igual forma, nos tarola, bombo y timbales de las orquestas
plantea una propuesta de regionalización jaraneras. Nos dice el autor que a partir de
y del entorno de dicho estado, para luego la Guerra de Castas, el violín dejó de ser un
adentrarse en la descripción y análisis de- instrumento común en la península, salvo
tallado del maya pax, de los rituales mayas entre los pueblos del centro de Quintana
y de la música maya en general en la en- Roo. La forma musical es también distinta:
tidad. Además, incluye un glosario con las binaria entre los macehuales, con un breve
palabras mayas empleadas en el texto, la puente que divide la extensión del son y el
relación de las grabaciones de campo y las baile en tres o más secciones o “vueltas”.
transcripciones musicales. Por su parte, la forma de los sones yucate-
En estas dos monografías, el autor de- cos, cuyo repertorio estaría más centrado
sarrolla la idea de una identidad maya ex- en la jarana, es más cercano a un rondó.
presada en las músicas locales y regionales; Pero Stanford encuentra no sólo diferen-
si bien acerca de la identidad como tema cias de carácter musical sino también de
clásico de la antropología mexicana se ha índole sociocultural: el son de maya pax se
escrito mucho, sobre la música como ex- toca dentro de los ritos de la iglesia maya,
presión identitaria se ha abordado casi mientras que la jarana se asocia con fiestas
nada, o mejor dicho se ha problematizado patronales católicas. Frente a los contrastes
poco. Así, el autor plantea estudiar la músi- entre estos dos repertorios mayas, llama la
ca como un marcador de identidad, ya que atención al parecido que guarda la jarana
exhibe rasgos distintivos, que son captados yucateca con el zapateo tabasqueño de los
y detallados por los mismos músicos. Ade- chontales. Las semejanzas que observa se
más, estas diferencias son marcadas entre dan en cuanto a ritmo, forma musical e ins-
comunidades, regiones y naciones. trumentación. Y evidentemente, también

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aquí tendrá que ver el estilo regional y per- de Castas. Y que los cambios en la música
sonal de tocar. yucateca no han sido aceptables para sus
Stanford detecta claramente diferen- hermanos quintanarroenses, quienes la til-
cias entre los repertorios musicales de los dan de “española”. Otro punto a destacar
cruzo’ob y los mayas yucatecos, las cuales es el contacto que tuvieron los grupos de
estriban en las distintas instrumentaciones Quintana Roo con gente de la costa, el cual
antes mencionadas. Además la forma musi- se representa en los boleros y corridos y en
cal es muy distinta, ya que en los macehua- la música caribeña.
les es más o menos binaria, y se encuentra Para reforzar la idea, Stanford vuelve a
organizada grosso modo en coplas con un enfatizar los elementos que pudieran co-
breve puente que divide la extensión del rresponder a una identidad mayanse ma-
son y el baile en tres o más vueltas. Se toca yor: el primero es el empleo de grupos de
dentro de los ritos de la iglesia maya (nomi- percutores (por lo menos dos), rasgo que
nalmente católica, pero sin la intervención no se encuentra en la república excepto en-
de sacerdotes católicos). En cambio, en los tre los mayas. Y la segunda guarda relación
sones yucatecos, centrados casi todos en la con la organización melódica de los sones
jarana, la forma musical es más o menos de los repertorios, ya que entre los tzotzi-
de rondó, difiriendo de esto únicamente en les, tzeltales y lacandones se utilizan dos o
que termina con una sección contrastante. más elementos melódicos, aparentemente
La jarana se asocia con fiestas patronales sin orden ni ritmo fijos, los cuales sirven
que son católicas, aunque presencia algu- para tener como punto de partida la im-
nas peculiaridades; y es muy parecida al provisación. En cambio, entre los choles
zapateo tabasqueño de los chontales, en de Tabasco estos elementos melódicos se
cuanto a ritmo, forma musical e instrumen- utilizan en una improvisación más o me-
tación. nos libre.
En cuanto a las corridas de toros, el au- Finalmente, el etnomusicólogo propo-
tor explica que el trasfondo de lo que está ne una proyección cronológica y plantea
sucediendo no guarda relación con las co- que con la introducción de los conjuntos
rridas españolas, porque en este caso los electrónicos a las festividades mayas pe-
toreadores (que son casi siempre jóvenes ninsulares, las jaranas y algunos sones del
locales) están lidiándose con los “aires” que maya pax podrían ser destituidos en un fu-
los pueden enfermar, y por tal razón es el turo por algún género que llegue con las
bienestar del pueblo el que está de por cumbias, el reggae o el rock. Lo cual es un
medio. Esto sucede tanto entre los yucate- elemento que se observa claramente en la
cos como con los cruzo’ob. Si un toreador actualidad, ya que existen movimientos ma-
es lastimado por un toro, se supone que es yas juveniles de rock, reggaetón y hip hop
porque ha transgredido alguna norma so- en lengua maya que están insertándose en
cial; de lo contrario, es un héroe en su co- la vida y formas de expresarse de los yu-
munidad por su exitoso desempeño. catecos.
A modo de reflexión, Stanford propone Este es un libro que servirá como fuente
que los cruzo’ob conservan más íntegro un de consulta obligada para quienes estudian
repertorio de sones que tiene una comuni- las manifestaciones musicales en el área
dad con la música maya de toda la penínsu- maya y permite comprender los procesos
la desde las décadas anteriores a la Guerra histórico-sociales que influyeron en los

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cambios y en algunos casos en la continui- con el quehacer etnomusicológico —mejor
dad de algunas de las expresiones propias dicho, antropológico— sino también con
de las comunidades y ciudades que pueblan los pueblos de los cuales ha atestiguado su
esta amplia y diversa región. Asimismo, el producción musical.
libro contiene fotografías y un apartado
de fuentes bibliográficas y documentales de Marina Alonso Bolaños
gran utilidad para los mayistas, y que el au- Instituto Nacional de Antropología e Historia
tor quiso incluir más allá de obras de perfil
propiamente etnomusicológico. Francisca Zalaquett Rock
El gusto de Stanford por legar sus cono- Centro de Estudios Mayas,
Instituto de Investigaciones Filológicas,
cimientos, “por dejar algo” como él dice,
Universidad Nacional Autónoma de México
ha hecho de su trabajo académico una ac-
tividad incesante y comprometida no sólo

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