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DE CARTAGENA
DIRIGIDO POR
Sacra Norma Náder David
1889
Institución Universitaria
BELLAS ARTES Y
CIENCIAS DE BOLÍVAR
CREAMOS fUTURO.
Bellas Artes
COMO HISTORIA D E CARTAGENA
Dirigido por
Sacra Norma Náder David
RECTO RA
Prólogo
Carlos Art uro Fernández Uribe
1889
Institución Universitaria
BELLAS ARTES Y
CIENCIAS DE BOLIVAR
CREAMOS FUTURO.
Sacra Norma Náder David Catalogación en la publicación - Biblioteca Nacional de Colombia
Directora del proyecto
Bel las Artes como historia de Cartagena /d irigido por Sacra
Norma Náder Dav id; pró logo, Carlos Arturo Fernández
l<aren David Daccarett Uribe; [autores]. Álvaro Medina [et al ] - ia ed.
Editora general -- Ca rtagena: Institución Universitaria Bellas Artes y
Ciencias de Bolívar, 2016.
l<enneth Moreno May 408 p.
Editor asistente
IS BN 978-958-99601-9-6
Alfredo Marcos María
Editor consultor y corrector de estilo i . Artes- Historia - Cartagena 1 Náder David, Sacra Norma
11. Fernández Uribe, Carlos Artu ro 11 1. Medina, Álvaro. i941-
ISBN 978-958-99601-9-6
Todos los derechos rese rvados. 1889
Institución Universitaria
Queda estab lecido el depó si to legal que marca la ley. BELLAS ARTES Y
Los textos son responsabil idad exclusiva de sus autores. CIENCIAS DE BOLIVAR
CREAMOS FUTURO.
AUTORIDADES UNIVERSITARIAS
CONSEJO DIRECTIVO
Gobernador del Departamento de Bol ívar Dumel<Tu rb ay Paz
De legado del Pres idente de la Repúb li ca Hernando Pereira Brieva
De legada de la Ministra de Educación Naciona l Lina María Cardona
Representante del Sector Productivo Leobardo Marrugo Muñoz
Represen tante de las Directivas Académicas Estela Ba rreta Álvarez
Representante de Exrectores Aníba l Olier Bueno
Representante de Egresados Lau rina Cabal lero Salguedo
Representante de Profesores Miroslav Swoboda García
Representan te de Estudiantes Fab ián Rengifo Correa
Rectora Sacra Norma Náder David
2 .2
Génesis de la Academia de Bellas Artes de Bolívar.
El arte en la consolidación de las ideas de cultura
y civilización, a finales del siglo XIX, en Cartagena
Aunq ue ex isti ó un intento de crear una escuel a de pintura en Cartagena de Ind ias en
la época colo nial . a flna les del siglo XVIII' , las prime ras academ ias de bellas artes en
Col om bia surgieron propiam ente en Santafé de Bogo t á, en 1886, y en Cartagena de
Indias, en t re 1889y 1891 , como parte de un proyecto político , eco nó m ico , soc ial y cultural
que se proponía consolidar la id ea de nación , encaminar su ent ra da a lo s procesos de
La autora desea agradecer a las sigu ientes personas e instituciones: Albert o Aristizá bal Bula, Alexandra Caicedo,
Caro lina Vanegas Carrasco. Cristina Reyes. Federico Gui llerm o Serrano López, María Bea t riz García Dereix.
María Eugenia Fernández, Orlando de la Vega, Rodrigo Arteaga, Yo landa Pupo de Mogolló n, Fototeca Histórica
Cartagena de Indias. Museo Nacional de Colombia y Un iversidad Tecno lógi ca de Bolíva r.
Como lo muestra el hist oriador Se rgio Paolo Solano (2012), en 1792 el pintor cartagenero Pablo Cabal lero. en
su con dición de artista ya reconoc ido, cercano al virrey Caballero y Gón_go ra y qu ien había participado en la
Expedi ción Bot án ica , elevó ante la Corona una represe ntac ión para que se le pe rmitiera abrir una escu ela de
di buj o y pintura en Ca rtage na, que. en palabras de Cabal lero. «con el t iempo [podría] elevarse a Academia de
Pintura»(cit por Sola no, 2012 , p. 51). Caba ll ero declaraba ante el rey conocer y habe r est ud iado «nó solo las reg las
de este nob le arte. sino tam bién ext enderse a adq uirir en la Historia Sagrada y profana , y ciencias naturales, todo
aquel complejo de conoci m ientos sin cuya noticia más se borra que se pin t a por no alcanzar las proporciones
y propiedad que hacen el encanto de los inteligentes» (p. 51). Sobre la creació n de la escuela, argumentaba
Caballero. «pod rá haber en esta forma al cabo de algunos años suficiente número de pintores así para las obras
que Vuestra Maj est ad se digne encomendarles. como las que en el país se necesiten sin te ner que envia r fuera
de él sumas muy cons iderables como ahora sucede» (p. 52) Las an otaciones de Caballero nos permiten ver que
ya en la Colonia la pintura intentó procurarse una jera rquía f rente al resto del artesanado. Cabal lero, incluso,
la reco noce como un arte noble que req uiere conocim ientos que vinculaban la inteli gencia, es decir, más allá
del simple saber-hacer con el que se asociaba ge nera lmente a los oficios mecánicos, y que tenía además una
cierta deman da que era estim ulada po r la presencia del virrey en Ca rtagena, y de Mutis y la Exped ición Botán ica.
en la Nu eva Granada . Fin almente. la autorizac ión no le f ue concedida ; segú n Edua rdo Lemaitre, «la negat iva
f ue f undada en la co ndi ción de pardo del peticionarion (cit por So lano, 201 2. p 28). Para profundiza r sobre la
trayectoria de Pab lo Caballero , so bre cómo siendo un hom bre pardo se f ue ase gurando , co n su ofi cio de pintor y
su participación en las m il icias , un espacio de reconoci m iento en la sociedad co lon ial urbana. y sobre la situación
de la pi ntura respecto a los grem ios de artesanos en Cart agena de Indias. en la segu nda mitad del siglo XVII I,
véase Solano (2012)
l 101
Unibac
Este texto se propone mostrar de qué manera tales ideales estuvieron pre-
sentes explícitamente en la creación de la Academia de Bel las Artes de Bol íva r.
entre 1889 y 1891, y cómo de li nearon su funcionamiento en los pocos años de
existencia de est a primera etapa. La creac ión de la Academ ia no puede enten-
derse como un hec ho ais lado, sino que hizo parte de la definición de nuevos de-
rroteros ideológicos, en una sociedad que estaba cambian do y que pretendía
consolidar nuevos regímenes estéticos. Además, mostrará cómo, posterio r-
men te , se vio en frentad a a mú ltip les cierres y reaperturas, en un contexto social
que estaba cambiando lentamente, y en el que las bellas artes y el arti sta tuv ie-
ron que ir encontrando y construyendo un espacio socia l de acción, circu lación y
legitimac ión en la ciudad, hasta llegar a su reapertura defini t iva en 1958
Cartagena había sido uno de los principales puertos en Amé rica durante la Co-
lonia, pero quedó, desp ués de l período de la Independencia, sumida en una pro-
funda crisis, que signi fi có un retroce so en términos económicos y de mográfi -
cos, durante la mayor parte del siglo XIX. En las dos últimas décadas del sig lo,
empezó a sentir los síntomas de una pau latina recuperación , cuyo princ ipal mo-
tor fue la actividad portuaria 3 . En esta recuperación, fueron muy importantes
alg unas obras de infraestructu ra, como la recuperación de la navegabilidad de l
canal del Dique (1879) y la construcción del ferrocarril Ca la mar-Cartagena (inau-
gurado en 1894), que permitieron conectar la ciu dad directamente con el río
Magdalena, y la construcción del muelle La Machina, que posib ilitó, desde 1893,
En América Lat ina, esto s procesos de acceso a la moderni dad fueron restring idos; como lo plantea
Nésto r García Ca ncl in i (2009), se basaron en la idea del mantenimiento de la hegemo nía oligárqu ica,
2. con una democratización restringida a las minorías y una «renovació n de ideas pero co n baja
"'oo eficiencia en los procesos sociales» (p. 67).
Cartagena tuvo, junto con su vecina Barran qui lla , una ub icación geográfica estratégica, ya que se
t rataba de una ciudad puerto con posibi li dad de conectarse con el río Magdalena, que era la principal
arte ria del transporte y la comun icación del país naciente. y, por lo tanto. la ciudad era un punto
<
u importante de en lace de la nación con los mercados internacionales.
102 1
1 BELLAS ARTES COMO HISTORJA DE CARTAGENA 1
que los barcos de mayor calado llegara n directamente al muelle (Meisel Roca,
2000, p. 26). Además, entre 1890 y la década de 1920 se crearon y prosperaron
algunas empresas, en lo que fue un cierto impulso industrial (p. 43). Paralelos
a este despertar económico, t ambién se dieron procesos de modernización ur-
bana. Se inauguró la prime ra planta eléctrica, en 1891, y el primer acueducto; se
Luis Fe lipe Jaspe, Carril del
construyó el mercado público de Getsemaní, en 1904, y se inició, ya en las pri-
tren hacia el muelle La Machina,
meras décadas del siglo XX, la expansión urbana f uera del casco antiguo hacia
ca. 1915 . Colección Fototeca
Histórica Cartagena de In dias, nuevos barrios residenciales , como El Cabrero, Manga y Pie de la Popa, adonde
Universidad Tecnológica de empezaron a desplazarse las élites de la ciudad busca ndo la «comodidad de los
Bolívar, en adelante, UTB. tiempos modernos» (Samudio, 2000, p 142)
--
·-,:....
4 A med iados de l siglo XIX , el Partido Liberal había puesto en marcha un proyecto federa lista, en lo
que se de nom inó los Estados Unidos de Co lom bi a. El pa ís naciente carecía aún de lazos de identidad
comú n y est uvo azotado durante buena parte del sig lo XIX por múltiples guerras civi les . El li beralismo
rad ica l, como f ue denomi na do ese proyecto, además, ha bía visto con optimismo la educació n como
mecan ism o pa ra entrar en la civilización, y generó una fuerte te nsión con la Ig lesia, porque la vio
como un obstáculo para el progreso. El proyecto re generacioni sta surgió como una reacción al
proyecto del libe ral ismo radica l, y se enunció como una alternativa para superar la f ragme ntación
de la na ció n y las contin uas guerras civiles. Propuso la construcción de la unidad nacio nal a pa rtir de
la defin ición de un proyect o central ista, que aposta ba por el fo rtalecimiento y exaltació n de rasgos
comunes co n base en la herencia hispana.
l 103
Unibac
Jeneroso Jaspe, Vista Rafael Núñez 5 , se definió lo que Jorge Orlando Mela (1991) llama «modernización
panorámica de Cartagena. 1894. tradicionalista», que configu ró un contexto aprop iado para que avanzara lamo-
Óleo sobre lie nzo / 60 x 320
dern izaci ón económica, pero, al mismo tiempo, definió unas maneras específicas
cm. Colecc ión Museo Nacional
de asumir la modern idad social y cultural, paradójicamente, desde el forta lec i-
de Colomb ia. Foto: ©Museo
Nacional de Co lomb ia / Ósca r miento de ciertos rasgos trad iciona listas. buscando que el progreso económico
Monsalve Pino. no cuestionara las estructuras sociales , y conservando un orden en el que no pe-
ligra ra el poder político, económico y cu ltu ra l de las élites. La Reg eneración se
concib ió como un proyecto de vuelta al orden en el que, en palabras de Núñez,
«el particularismo enervante [debía] ser remplazado por la vigorosa genera lidad»
(citado en Posada Carbó, 1998, p. 369). Desde esta premisa, se fortale ció la idea de
nación, cen t ralista, y cuyos rasgos de identidad debían estar definidos desde la
t ríada de heren cia hi spánica: una religión, un idioma y una raza 6 . Este proyecto se
afianzó en la Constitución de 1886 y con la firma de un concordato con la Igl es ia
católica, en 1887 Al proceso regenerad or siguió un la rgo período de hegemonía
conse rvadora. que dura ría hasta el año 1930, cu ando, en términos gensirales, pre-
valecieron y se ase ntaron estos discu rsos.
Rafael Núñez f ue un ca rt agenero protagon ista en la conso lidación del proyecto político de
moderni zación de la nación a fina les del siglo XIX. Fue presidente del Estado Soberano de Bolívar
(1876-1879), do nde cu m plió un papel f undamental en el desarrollo de las obras de infraestru ctura que
im pulsaron la actividad portuaria de Cartagena , fue recto r de la Universi dad de Cartagena y tres veces
presidente de Colomb ia, en t re 1880y1894. Nú ñez fue el gran pensador re gene racionista y su líder.
El historiador Sergi o Paolo So lano (1 999) ha estudiado las ideas y estrategias que usaron los
inte lectuales y políticos regenerado res en el Caribe co lom biano para consoli dar un «comportamiento
co munitario,, desd e la m oral cató lica y la tradición cultural española. En pa labras de Solano: «Esta
co ncepción de lo social tuvo dos actores centrales: la Iglesia, intentando un proce so de recat olización
(la pretensión de con qu istar el espacio institu cio nal pe rdido durante el domin io li bera l radica l,
especialmente en la educación como m edio para mol dea r las al mas) y el Est ado, pret endiendo
establ ecer un ord en político y social a través de la excl usión política de sus contrincantes. a quienes
consideraba portadores de una ideolog ía a la que se le achacaba la causa de todo el caos. Algunos
elem entos de este proyecto fueron si m ilares a los del resto del país: ce rra r las fronte ras a toda
influe ncia de corriente del pensam iento que se consi dera ra extra ña a nuestras tradicio nes (entre
2. ellas. el liberali smo). búsqueda de las raíces de la nacionali da d se gú n el hispan ismo (i dioma, rel igió n,
costu m bres , antidemocracia) y construcc ión de una simbología patria (escudo e him no naciona les .
"'oo pan t eón de héroes, a través de una historiografía académica que abandonó las preocupaciones
o de los hi sto riado res decimonó nicos),, (p . i 4) . Ade más de Núñ ez, diversos intelectua les estuvieron
_¡
::.> asociado s a las ideas regeneracion istas en Cartagena, a fina les de l sig lo XIX y primeras décadas del
r
"- sig lo XX. Algu nos de los más destacados en Ca rtagena fueron Joaq uín F. Vélez, José Ma nue l Goenaga,
< Manuel Dávila Fl órez, Abel M. de lrisarri y Henri qu e L. Román , entre otro s. Véase So lano (1999) .
u
104 1
l llELLAS ARTES C OMO HISTORI A DE CARTAGENA 1
moderno. Como explica Zandra Pedraza (1999), lo moderno era visto como algo ajeno, y
se convirtió en un objeto de deseo para superar el propio provincianismo (p. 16). De esta
manera, la identidad nacional se empezó a construir desde lo que se consideraban los idea-
les de la vida civilizada, asociada fundamentalmente al mundo europeo, en especial, his-
pánico o francés, y definidos desde unas nociones de la moral cristiana, del buen gusto y
del refinamiento en los modales. Este modelo cultural afirmó una clara fractura entre las
burguesías emergentes y las clases populares. Se definió una concepción aristocrática de
la cultura, en la cual se empezaron a asumir ciertos modales de distinción. Se consolidó lo
que Antonio Cándido define como «la estructura tradicional de la cultura -donde coexis-
ten lado a lado el analfabetismo extenso y el refinamiento social pero provinciano de las
élites cultas-» (cit. por Brunner, 1992, p. 46).
En este proyecto político y cultural, las bellas artes jugaron un papel fundamental,
por varias razones. Primero, ofrecían una clara posibilidad de ir afirmando la identidad
común que requería la nación, porque la pintura y la literatura permitían crear y poner a
circular imágenes y textos de los mitos, los eventos y los héroes, que debían conformar y
propagarlos hitos de la identidad nacional. Segundo, las bellas artes estaban asociadas al
modelo cultura! europeo, y por lo tanto hacían parte del régimen estético europeizante del
momento El goce estético fue visto como un mecanismo de distinción; por eso, también
la sociabilidad de las burguesías empezó a reclamarnuevos espacios vinculados a las artes,
como los teatros, los ateneos, las exposiciones artísticas, etc. Y, tercero, las bellas artes
func ionaro n también como un mecanismo de estructuración del cuerpo civilizado entre
las oligarquías provincianas: el refinamiento de l cuerpo se favoreció a través de ciertas
prácticas, como tocar piano, las interpretaciones teatrales, el canto lírico, pintar o hablar
correctamente. Al mismo tiempo, se promovió la práctica del retrato; y el acto de hacerse
retratar; más allá de un elemento de distinción, que también lo fue, funcionó como una
nueva manera de escenificación del propio cuerpo. Este es otro aspecto importante sobre
el papel que empezaron a desempeñar las bellas artes en las sociedades modernas.
Por todas estas razones, las bellas artes fueron postu ladas como un componente
substancial para el progreso y la civilización de la nación. Esta demanda por las artes im-
plicó construir el estatus del artista como un nuevo actor social, cuyas funciones se fueron
definiendo, y diferenciando claramente del artesanado y de los gremios, y, por lo tanto,
empezó a ser notoria la necesidad de definir espacios institucionales para su profesiona-
lización.
Rafael Núñez, desde 1886, de manera temporal, y, a partir de 1888, de manera definitiva,
se desplazó a Cartagena, y desde allí siguió ejerciendo como presidente titular de la
República de Colombia 7 Dada la importancia que el proyecto político liderado por Núñez
El poder acumu lado por Núfiez y su liderazgo en el proyecto regeneracion ista le permitieron desplazarse.
in icia lmente por motivos de salud. a su casa en El Cabrero en Cartagena; y desde allí ejerció como presidente
ti tu lar, a través de una designación por encargo a sus vicepreside ntes, que seguían recibiendo instrucciones desde
Cartagena. Sobre la manera como Núfiez ejerció el poder desde Cartagena y las implicaciones que esto tuvo para
la ciudad. véase Posada Carbó (2002).
1 105
Un iba e
dio a las bellas artes 8 , no es nada extraño que, con su traslado a Cartagena, se
intentara gestar un proceso análogo al que se había concretado en 1886 con
la creación de la Escue la Nacional de Bellas Artes, en Bogotá. En ese proceso
había sido clave la gestión de Albe rto Urdaneta (1845-1887) , amigo personal
de Nú ñez, que había creado y dirigido el Papel Periódico Ilustrado desde 1881, un
periód ico que operó como expres ió n cultural de la ideología regeneracionista, y
desde el que se cimentó un discurso, en torno al arte y al artista, que buscaba
2. legitimar su importancia en la construcción de la nación. Este proyecto derivó
o
-'
Para prof und izar sob re las re lacio nes entre la Rege nerac ió n y las artes, véase: Medi na, 2014 [1978];
Acu ña , 2002 y López, 2005.
106 1
1 BELLAS ARTES COMO H TSTORJA DE CARTAGENA 1
en la creación defin itiva, ya que había n existido algunos intentos anteriores 9 , de la Escuela
Nacional de Bel las Art es , y en la realizació n de la Primera Exposic ión Anual de Bellas Artes , en
1886 (Acuña, 2002, p. 11)
Sobre la creación de l In stit uto Mus ica l, anotó su direct or en un informe a dos años de
su funcionamiento:
Este establecimient o se fundó el 20 de agosto de 1889, bajo el ilustrado gobierno del señor doc-
t or José Manuel Goenaga G. y su digno colaborador D. Enrique L. Román, entonces secretario
de gobierno y hoy gobernador. [ ... ] En la fundación fueron admitidos 32 alumnos, y antes del
cumplimiento del año escola r (junio de 1890) se dieron dos conciertos públicos, en uno de los
cuales se hizo so lemnemente la distribución de premios.[ ... ] Movido el gobierno por el deseo
de dar mayor ensanche a la instrucción musica l, contrató un Profesor de instrumento de viento
para fundar una nueva banda mi li tar y dar clases en el Inst ituto. Poco t iempo después se hizo
venir otro Profesor de instrumentos de cuerda, resu ltando de aquí que el Instituto cuenta en
la actualidad con un buen cuerpo de Profesores que atienden debidamente á las clases que se
dan en él. [ ... ] Los resultados que se está n obt eniendo yá con la fundación de este plantel de
educación, coronarán los esfue rzos del Gobierno del Departamento (Margottini , 1892, p. 354).
Hubo un intento privado en 1846, cuando un grupo de personaje s construyó un documento de creació n de una
Academia de Dibujo y Pintura, y uno público. cuan do en 1873 el presidente Manuel Murillo Toro sancionó una ley que
creaba una Escuela de Bel las Artes; ninguna de las dos entró en fu ncio nam iento. Posteriormente . el pintor mexicano
Fel ipe Santiago Gutiérrez creó algu na s escuelas privadas. que fueron el antecedente sobre el que flnalmente se fu ndó
la Escuel a Nacional de Bellas Artes en 1886 (Faj ardo, 2004; Gonzá lez. 2013; Hu ertas. 2014).
10
Un primer ace rcamie nto a esta etapa fundaciona l de la Academia lo hizo Ra úl Ballesteros (2013), en su t esis de pre grado
«Las artes plást icas en Cartagen a a través de la Academia de Bellas Artes» . Ba ll esteros se centra entre 1890 y 1894,
buscando dilucidar alg unos elementos del papel que cumplieron las bellas artes en Cartagena. en el contexto social y
político regeneracion ista .
11
Ambos profesores llegaron a la ciudad para vincularse al Instituto Musical como profesores. El periódico El Porvenir
anu nció el 12 dej ulio de 1891 la llegada de Giovanni De Sanctis. «profeso r con tratado por el Gobierno del Departamento
pa ra la enseñanza de instrumentos de viento».
1 107
Unibac
~~~~~ ~~~
Anuncio de la llegada del Año y medio después de ex istir el Instituto Musica l, se creó la Academ ia
profes or Giovanni De Sanctis a de Bellas Artes de Bo lívar, mediante el Decret o 141/1891de28 de abril, sie ndo go-
la ciudad. El Porvenir , julio 12 bernador de l departamen t o Henrique L. Román 12 y secretario de gobie rn o Luis
de 1891. Arch ivo de la autora.
Patrón Rossano, ambos cercanos ideológicamente a Núñez y a la Regeneración.
El decreto conte m plaba que la academ ia esta ría compuesta por cuatro escue las:
(Derecha)
Apertura de matrículas de la la de Música: la de Dibujo, Pintura al ó leo y Ornamentación: la de Esrn ltura, y la
Escuela de Dibujo, Pintura y de Arquitectura y Grabado Pero en realidad las dos últimas nunca ent raron en
Ornamentac ión de la Academia func ionam iento, posib lemente por el proble m a, ya me ncio nado, de la falta de
de Bel las Artes de Bolívar. quien pud iera estar al f ren t e de ellas. Las cuat ro escue las conformaban lo que se
El Porvenir, junio 7 de 1891.
defi nía como las «artes li be rales», que, co n la creac ión de las academias de bel las
Archivo de la autora.
artes. daban un paso m ás en su diferenc iació n defin itiva de las «a rtes mecá ni-
cas», que correspondían a los ofi cios artesanales13
12
Henrique L. Román era hermano de la última esposa de Rafael Núñez, So ledad Romá n. Fue un
impulsor de las iniciativas cultura les en la ciudad en este período; además de habe r fundado la
Academ ia durante su mandato, impu lsó la in iciativa de co nst rucción del Teatro Mu nicipal.
1
3 Como bien lo expl ica Santiago Castro-Gómez (1014), durante la Co lonia se consolidó la diferenciación
entre las «artes libera les» propias de gente blanca y constit utivas de los currículos de las universidades
(que incluían las discipli nas asociadas al buen hab lar -la gramática, la dialéctica y la retórica -, y al
2. <<buen medirn - la aritmética , la geometría, la astronomía y la música-) y los «oficios mecán icos»
asociados a la actividad artesanal y grem ial propia de las clases bajas, los indios, negros y mu latos.
o En el siglo XIX, se retomó esta diferenciación y jerarqu ización; pero como artes libera les se entendía
las bellas artes y las bellas letras , y para estas se crearo n las escue las o academias de be llas artes
de Bogotá y Cartagena , mientras que las «artes mecánicas>> se referían a los oficios técnicos y
artesanales, que permanecieron en las escuelas de artes y oficios (p. 3).
108 1
1 BE LLAS A HT ES C OM O 1-! I STOR I A D E CA HT AGENA 1
Según su decreto de fundaci ón, la Academia de Bel las Artes de Bo lívar es-
taba «dest inada a dif und ir el buen gusto y a fomentar el cu ltivo de t odo cuanto
se [relaciona ] con su objeto» (Decreto 141/1891). Sobre los pro pósitos id eol ógicos
que subyacían a su creaci ó n, so n cla ros y exp lícitos los términos en los que se re-
ferían los di rectores de am bas escuela s. Margotti ni. en un infor me que present ó
en 1892 al m in ist ro de Instrucci ó n Pública en Bogotá, puntua lizaba: «El país está
satisfecho con el resultado que se ha obteni do con la f und ación de un plante l de
14 Epifanio Ga ray era hij o de l min iaturist a y eba nista Narciso Garay. Estu dió en el Colegio Mayor de
Nuest ra Señora del Rosario y, al parecer, por las relac iones de su padre t uvo acceso a clases con el
pintor cost umbrist a José Ma nuel Groot (Gira lda Jaramillo, 1948, p. 152). Recib ió formació n musical
desd e joven, se vinculó a una com pañ ía de ópera italiana en Bogot á en 1866, y, t al como anot a Bea t riz
Gon zález (201 3), su periplo de vi da t uvo múltip les m ovimie ntos con compañías de zarzuel a por
diversas ciudades nacional es y ext ra nj eras, esp ecialm ente en Estados Un idos, buscan do perfeccionar
su formación musical (p 304). De t al m anera que Ga ray alternó su dedicación a la música y a la
pi ntura desde muy j oven . Vivió varios períodos de su vida en Panamá, donde se casó y tuvo sus dos
hijos , Nico le y Narciso, a quienes tambié n introdujo desde m uy temprano en la música
15 No sa be mos si antes de su lleg ada a Ca rtagena se había esta blecido algú n conta cto con Garay con
la idea de crear la Academ ia y diri gir la Escue la de Di buj o, Pin tu ra y Orname ntación en Ca rtagena . Lo
que sí sa bemos, por una ca rta que Garay le di rige a su amigo Pedro Ca rlos Manrique desde Panamá,
en enero de 1890 , es que Ga ray había reci bido la noticia de la posibi lidad de regresar a Bogotá como
di recto r de la Escue la Nacio nal de Bel las Art es . Garay expresó su complacenc ia por esa eventual idad
«como com pre nderás yo ansío ir a Bogotá, tanto po r mí como por m is muchachos , pero no me
gustaría ir de subalt erno , así, pues t e diré, que yo me encuentro en cond iciones pa ra se r Directo r de la
Esc uela de Bellas Artes , subordinando a mí la Academia de Música, que por lo que he oído la di rige el
ce lebérrimo maestro Rosa [s ubrayado en origi nal]. [ ... ] El sueldo que yo gane no debe estar m uy lej os
al que hoy se paga a los otros profesores que hay.[. ] El Gobierno debe pagarme los gastos de viaje de
Panamá a Bogotá con m i famil ia y en ate nción a que voy co n ci erto caráct er oficial, debe eximírseme
de t odo pag o en las adua nas : no sería ju st o cob rarm e po r introduci r cu adros pintados por mí ni por
mi bibl ioteca ni por los objetos ind ispensab les de m i profesión y del estu dio de m is hijos como son
sus viol ines, un violonchelo , un piano y otros obj et os ya pe rte necientes al arte de la música o de la
pintura» (Com unicac ión personal , 26 de enero de i 890). Finalmente, la po sibilidad de Bogotá no se
co ncretó, y a los pocos m eses viajó a Cartagena, donde se estab leció ese mismo año.
i 1 09
Unibac
educación como éste, nuevo entre nosotros, y tan útil como es para difundir las
luces de tan divino arte, fuente moralizadora de progreso y de civi li zación)) (Mar-
gottini 1892, p. 354) . Mientras que Garay se dirigía al gobernador en los siguientes
términos: «Las Be llas Artes, uno de los factores más indispensables en el adelanto
de los pueblos, han hallado decidida protección bajo vuestro Gobierno. Los es-
fuerzos que habéis hecho en pro de ellas, serán coronados de ntro de pocos años,
y vuestra Administración, que tan halagador impulso les ha dado, marcará para
Cartagena una era brillante de luz y de prog reso» (Garay, 1893, s/p) .
Efectivamente, había un gran consenso sobre la idea de que las bellas artes
tenían un papel fundamental que desempeñar para el progreso y la civili zación
del país y la ciudad Además , se les atribuyó un poder extraordinario como «fu en-
te moralizadora», es decir que se vio en ell as la posibilidad de adecuar las conduc-
tas y las costumbres de las personas.
Para ser admitidos, se preveía que los aspirantes debían tener no menos
de diez años de edad , «salvo precocidad en las disposiciones para el arte» , no pa-
decer enfermedades contagiosas, para lo cua l debían presentar «certificaciones
juradas de dos médicos gra duados» y «haber observado siempre conducta socia l
intachable)), que debía certificarse por «tres personas de reconocida honorabi-
lidad y res identes en la ciudad)), y, por últim o, se exigía a los estudiantes «com-
prometerse a permanecer en la Academia hasta obtener el diploma co rrespon -
diente>> so pena de, en caso de deserción, incurrir en una mu lta de cien pesos por
cada año que hubiera permanecido en la Academia (Academ ia de Bellas Artes de
Bolívar, 7 dejunio de 1891, s/p).
16
El dato de ve inte estudian t es proviene de la nota de prensa que anunció su apertura, y Urueta &.. G. de
Piñeres, 2011 [1 887-1912] aflrman que la escuela llegó a t ener 29 alumnos, 18hombresy11 mujeres (p. 333).
17 Como lo muestra Dalín Miranda Salcedo (2003), en el período se prestó gran importancia a la
inco rp oración de la mujer al sistema ed ucativo; se crearon, por ejemplo, las Escuelas del Bello Sexo,
que pretendían ser el «labo ratorio de la mujer que necesitaba la sociedad>> (p. 35). A las m uje res se las
vio como un recurso civil izador, ya que permitirían reproducir las bue na s costumb res en el interior de la
vida fam il iar (Pedraza Gómez, 1999. p. 32) . En tal sentido, la Academ ia de Bellas Artes f ue otro espacio
para la educación de la mujer a flnales del siglo XIX.
1101
J BELLAS ARTES COMO HISTORIA DE CARTAGENA J
18
(Ar r iba) Aunque no podem os sa be r cómo f uncionó en la práctica este requis ito , sí podemos
deducir que t iene im plícita la posib il idad de contro l sobre la proveniencia de los
Anuncio del ini cio de las clases
aspirantes. Esto es consecuente con la idea de estatus que se le dio a las bellas artes
de la Escuela de Dibujo, Pintura y
en el pe ríodo.
Orna m entación. El Porvenir. ju nio 14 de '9 Zand ra Pe draza (1999) explica que «en lo que concierne a las clases med ias y altas. se
1891. Arch ivo de la au tora. [pu so] énfasis en una propuesta educativa que [benefic iara] el desarrollo sensorial,
el co nocimie nto científico, el control del cuerpo, la delicadeza en las emociones y el
(Abajo) buen gusto. m ed iante una compleja compos ición de elementos. La idea que se crea
de ese cuerpo moderno es el res u Ita do de la selección de facto res de las más diversas
Anuncio de la apertura de in scripciones
provenie ncias, com binados localmente sobre el fond o de una tradición hispánica y
en el segundo año de funcionam iento de
católica m uy sól ida todavía, y una estructura de clases y géneros intran sigente que
la Escue la . El Porvenir, ju lio 31 de 1892. [haría] de las nociones de refinamiento y buen gust o uno de los pilares del orde n
Archivo de la autora. social de la modern idad» (p 20).
1 111
Unibac
que diferenciaba a las bellas artes de otro tipo de saberes es que estas implicaban
un aprendizaje desde y con el cuerpo: tocar un instrumento, cantar, dibuja r o pintar,
involucran la incorporación de ciertos movimientos y modales; además, como la s ar-
tes en el período se vincu la ro n tan explícitamen te a la idea de reflnamien t o y de buen
gusto, era particu larmente claro que los estudiantes de bellas artes pasarían por un
proceso de redeflnición corporal.
Exceptuando á De lgado que es yá maestro en el manejo del carbón. nin guno de los
alumnos ha cogido en la mano una pa leta, porque el sistema de comenza r el estudio
de la pintura antes de esta r bien ad iestrado en el del dibujo, trae consigo malísimas
2. consecuenc ias, pero, para el próximo año, los alumnos más ade lantados requieren
yá el estudio de la pintura, y, por consigu iente, se harán necesarios nuevos materia-
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les, no porque los que vinieron de Europa hayan tocado á su fln, sino porque el estu-
dio de la pintura demanda útiles ind ispensables que no se encuentran en el comercio
de la plaza (Garay, i893, s/p)
112 1
1 BEL LAS A RT ES COMO 1-l!ST ORI A DE CARTACE NJ\ 1
Como diji mos , el prin cipal objetivo que se le encomendó a la Academ ia fue el de
difundir el buen gusto , y este propós ito estético estaba m uy asociado a valo res
mo ra les. Existió una te ndencia, en el período, a equipa r lo bel lo con lo bueno,
disposición deriva da de la im po rt ancia que se le di o a la moral cristiana en el
programa de civilizació n de la nación , con la religión como elemento un ifl cador,
herra mienta para defln ir los comporta mientos deseab les y como f undamento
social en todos los f ren te s21 Las bellas artes, al m ismo t iempo que alimen t ar el
bu en gusto y la belleza, tenían la propiedad de desarro ll ar los nob les sentim ien-
t os, es decir que el elemento de distinción de cla se que daba el goce estético se
asoc ió a la bondad. Es m uy elocuen te la idea de que las bellas artes «hijas del
je ni o del hombre,[ ... ] t ienen la naturaleza, es decir, lo be llo por mode lo, el gusto
por maestro , lo bueno i el bien po r m isión» (Urdanet a 1870 , p. 410).
20
Ga ray menciona a los alu m nos que seguían asistie ndo a la Escuela en 1893 con reg ula ridad : «Se han
distinguido por puntualidad en la asistencia Enrique Del gado . Augusto lllidge, Miguel Gómez. Abe-
lardo García, Man uel Vega A y Aquil ino Pa lomino. Fidel J Pérez O. ha asistid o con alguna reg ulari dad;
pero no es tánta que pueda po nerlo al lado de los anterio res. Jorge Zú ñiga ha observado muy poca
regulari dad . [ ... ] Entre las señorit as. se han distingu ido por su puntua lidad: Ana D. Sánchez. Horten-
sia Flórez. Josefa Jaraba, M. Tro ncoso y Del ia Ju liao Las señoritas María y Cristina de la Esp ri ella , no
han asisti do co n la pu ntua lidad de las anterio res , pero sus faltas todas est án justificad as. Las de más
que no menciono. han observado una asistencia irreg ulan> (Garay, 1893, s/p). Este listado nos permite
te ne r acceso a los nombres de algunos de los estud iantes que asist ieron a la escuela en su prim era
etapa de existen cia .
21
En palabras de Joaq uín F. Vélez (1833-1906), pedagogo y máximo dirig ente del Part ido Conservador en
Bol ívar: «Las cuestiones científicas y literarias . las políticas e históricas. se ligan íntimamente co n las
cuestiones rel ig iosas» (cit. por Solano . 1999. p. 19) -
1 11 3
Uni bac
Bend ición del Club Cartagena en todos los espacios de la vida burguesa. la ciudad , la arquitectura, los objetos
-en su segunda sede, ub icada cotidianos 22 • los pasatiempos como la música o la literatura. En este sentido,
en el barrio Getsemaní-
la Academia de Bel las Artes no so lo generó espacios de formación para que los
por Mons. Brioschi, 1924.
jóvenes cartageneros incorporaran los hábitos depurados y se forma ran nuevos
Co lección Fototeca Histórica
de Cartage na, UTB . artistas que pudieran cubrir la demanda por estos objetos y productos cu ltura-
les en Cartagena, sino que , además, cumplió un pape l fundamental al crear un
ambiente asociado a las bellas artes, en el que se activaran nuevos espacios,
escenarios y hábitos que posibi litaran el contacto de la élite local con la cultura
y las artes.
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:::> Sob re los gustos en la arquitectura. el mobiliario y los objet os de la burguesía emergente. a fina les del
siglo XIX en Cartagena , se rea lizó recientemente la investigación «Mobiliari o, espacio y uso social de la
casa de la élite republicana cartagene ra» . Pa ra profundizar. véase Caicedo Suárez &._Arteaga (2014).
114 1
1 BELLAS ARTES COMO HISTORIA DE CARTACE NA 1
Interior de la casa de Daniel En cuanto al primer aspecto, es importante decir que la Academia de Bellas
Lemaitre Tono , ca. 1930. Artes no apareció co mo un hecho aislad o, sino que en este período empezaron
Colecc ión Fototeca Histórica
a surgir ot ra serie de inici ativas que, aunque algunas veces requirieron períodos
de Cartagena, UTB.
largos de incubación, ev id encian el interés por crear nuevos espacios para la vida
del espíritu y el reflnamiento social de la burguesía emergente. Por ejemplo,
en 1874, había abie rto sus puertas el Teatro Mainero, y en 1884 se conformó la
sociedad Compañía del Teatro de Variedades de Cartagena, con la idea de hacer
otro teatro que se concretaría más ade lante con la construcción del Teatro
Municipal 23. En 1881, se abrió al público la bib li oteca, que anteriormente era
del Colegio del Estado, y en 1889 se reinauguró con el nombre de Biblioteca
23 El Teatro Mainero fue construido por Juan Bautista Ma inero (1831-1918), un hombre de negocios, en
el m ismo luga r donde había funcionado anteriormente el Co li seo. En 1884, se conformó la nue-
va sociedad por acciones con la idea, según la escritura públi ca de creación, de «formar i cons-
t ruir en esta ciudad una sociedad por acciones de a cien pesos cada una, con el fi n de constru ir de
un modo apropiado a nuestro clima un teatro al estilo de los de verano en Europa» (Álvarez, 1993).
Esta sociedad -con la participació n de Rafae l Núñez, quien, según Álvarez (1993), fue su principa l
animador-, no duraría mucho , y después de que el m unicip io le cedie ra, a cambio de un número de
acciones, el Convento de la Merced para la construcción del t eatro, la sociedad se di luyó . Desp ués de
varios nuevos intentos, so lo hasta 1904, por in iciativa de Henrique L. Román, se conformó una nueva
j unta directiva y, con fondos públicos aprobados por el concejo, se in ició la co nstrucción del Teatro
Mun icipa l, que se ina uguró en los festejos del ce ntena rio, en 1911, con la ce lebración de los primeros
juegos norales de la ciudad (Urueta &..G. de Piñeres, 2011 [1887-1912], p. 638).
1 115
Unibac
(Abajo)
Reina de los estudiantes en
los primeros juegos florales
de Cartagena. Teatro Munic ipal,
ca. 1911. Colecc ión Fototeca
Histórica de Cartagena, UTB.
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1 BE LL AS ARTES COMO H ISTOR JA DE CA RTAGENA 1
1 117
Unibac
que se registró en el Instituto Musical fue el de la señorita Julia S. Watts, quien obtuvo el
título de Profesora de Piano, el 21 de febrero de 1892 El evento fue descrito de la siguiente
man era:
Numerosa concurrencia llenaba los salones del local horas antes del acto que iba á verifl-
carse. Transportado á un Edén se creía uno al vertántas gra cias all í reunidas, tánta frescura
y tánta juventud; y en él se olvidaban las penalidades de la vida para soñar un mundo de
delicias y de encantos . [ ... ] Todas las miradas se fljaban ávidas en aquella simpática niñ a de
16 años que con una precocidad admirable en la música iba a merecer el títu lo de Profeso-
ra [ ... ]Dijimos que la concurrenc ia fue numerosa y debemos añadir que fue muy escogida
Allí estuvieron el Ilustrísimo señor D. Eugenio Biffl, nuestro j oven gobernador D. Henrique
L. Román, su distinguido Secretario D. Luis Patrón R. y muchos otros caballeros que sería
ca nsado enumerar El seño r Margottini eligió á la suerte varios temas sobre la música de los
principa les compositores, y la señorita Watts con una habilidad asombrosa, arrancó de las
teclas del piano notas arrobadoras y dulces que ll enaron de entusiasmo á la concurrencia .
[ ] La seño rita Watts abre camino á tántas señoritas aflc ionadas á la música como hay entre
nosotros y con aptitudes para obtener tan espléndido triu nfo [ ... ] Ojalá nuestra sociedad
vuelva á presenciar pronto, no una vez más, sino muchas, cuadros tan conmovedores pa ra
todo corazón entusiasta por las bellas artes y que marcan un grado más elevado en la escala
de la civilización de los pueb los (Grado. 1892, p 2).
También , de los ensayos púb li cos de los estudiantes se hacía un importante desplie-
gue en crónicas que ci rculaban en los periódicos y que se desbordaban en elogios a la la-
bor que estaba cumpliendo el Institu to en Cartagena: «Hoy se veriflcará el ensayo público
y distribución de premios de este acred itado plantel. [ ... ] Los ensayos públicos que viene
dando el Instituto, y que cada día le co nq uistan mayores aplausos, son prueba irrefutable
de que el señor Margottini sí sabe lo que hace y es muy competente como profesor» (Insti-
tuto Musical, 12 dejul io de 1891)
Otro ejemplo en el cual se hace muy clara la articulación entre las be ll as artes , la
Academia y la sociabi lización de la burguesía emergente, fue el papel que desempeñaron
estas instancias por fuera de las labores académ icas. Aquí se trae a colación la celebración
del primer gran baile de fln de año en el Club Cartagena. La crónica del evento lo muestra
claramente:
El salón de baile producía un efecto deslu mbrador. Numerosas luces, cuadros de gran valor
artístico, jarrones de Sevres, coronas de ~ores y mil otras bellísimas monerías en ordenado
desorden le daban alegría al corazón. [ ... ]A las diez de la noche comenzó el baile con más
de ochenta parejas. que danzaban al compás de las piezas que ejecutaba con maestría la
banda militar. A las doce pasaron las damas al comedor y allí nuestro inteligente amigo D.
Juan e Ramírez recitó una bella poesía relativa al acto. Cuando regresaron aqué llas al salón
fueron agradablemente sorprend id as por las inscripciones Feliz año nuevo que puso el artista
Garay en el centro de las coronas que decoraban los muros; é inmediatamente la orquesta
tocó el Himno nacional con que se acompañó el re parto á las damas y á los caballeros de las
elegantes tarjetas con que el Club les daba la felicitac ió n de año nuevo.[ ...] Este ba ile hará
época en nuestra sociedad; por el lujo y buen gusto derrochado en él por el señor D. Fernan-
2. do Vélez D. (Gran Baile, 3 de enero de 1892, p. l).
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Aunque sería muy extenso citarla completa, esta crónica, como la mayoría de la épo-
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,,_ ca, se detiene en menciones minuciosas sobre las decoraciones, las imágenes, las obras
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118 1
1 BELLAS AR TES C OMO HISTORIA DE CAR TAGENA 1
de arte, los adornos que se disponían en los espacios. Y este no es dato menor porque
revela el interés por ir conso lidando el nuevo rég imen estético como evidencia de civili-
zación y de modernidad. Tambi én vemos la mención a los artistas: la Banda Militar del
Instituto Musical y Epifanio Garay aparecen como ejecutores de papeles puntuales en
ese escenario.
Los trabajos presentados en la pri mera exposición eran, en su mayor parte, copias de
mascaril las de yeso. pues tan sólo había un ret rato copiado de l natural por el alumno
Enrique E. Delgado y una composición orig inal del mismo. En la última exposici ón hubo
- por el contrario- mucha variedad: las copias de mascarillas abundaron; más de 20
retratos del natural se exhibieron: las am pliflcaciones y reducciones de l mode lo de yeso,
que son una de las más graves diflcultades en el arte del dibujo, también han existido
con profu sión ; los retratos al óleo de Enrique Delgado marcan un gran paso dado por
éste en el camino del arte, y la composición original de l mismo, expuesta al lado de la
del año pasado, acusa notabi lísima diferencia á favo r de la de este año (Garay, i893 , s/p)
Garay presen taba así el avance de sus estudiantes; y de la cita se puede deducir
que los ejerc icios que desarrollaban en la Escuela hacían un importante énfasis en el
retrato. Las exposiciones se realizaban en los propios salones de la institución, y perma-
necían abiertas al público durante una semana.
Garay tamb ié n rea lizó su propia exposición. Para las fechas de apertura de la Escue-
la, en junio de 1891, exhibió varias de sus obras, especialmente retratos de la élite local:
1 119
Unibac
HOY trucción pública, at raíd o por la exhibición hecha por el pintor Garay
de los retratos del doctor Núñez, Monseñor Paul y otros cuadros.[ ... ]
es el último domingo que es- Aunque en asuntos de pintura somos menos que profanos, respecto
tará abierta al público la Ex~ del retrato del doctor Núñez diremos que la ejecución nos ha pareci-
posición hecha por el señor do valiente y que en él ha puesto de rel ieve el señor Garay su inteligen-
Garay, en que figuran los re- cia como artista (Exposición artística, 1891).
tratos del Excelentísimo señor
<lector Rafael N úñez y el Ilus- El comentarista, tras advertir sobre sus propias limitaciones para
trísimo señor Paúl. dar un juicio respecto de l arte, hizo una detallada descripción del
cuadro de Rafael Núñez, para rematar dicie ndo: «Esto que deci-
mos vale menos que un aplauso, siendo apenas [una] imperfecta
Anuncio del cierre de la
exposición de Epifanio
descripción de lo que el hábil pincel del señor Garay ha tratado sobre ese lienzo que
Garay. El Porvenir, jun io tantos admiradores le ha conqu istado entre nosotros» (s/p) Estas exhibiciones eran
21 de 1891 Archivo de la eventos novedosos alrededor del arte y de lo bello en un contexto, que, como hemos
au t ora. visto, los estaba demandando; pero, además, fueron puestas en escena que ayu-
daron a ir definiendo la imagen del artista tomo un actor social, con prestigio. Y la
(Derecha)
práctica de hace rse retratar o comprar obras de arte, como un hábito de distinción
Ep ifan io Garay. Rafael
Núñez, 1891. Óle o sobre
y de buen gusto.
lie nzo / 263 x 203 cm . En efecto, la actividad de Epifanía Garay como pintor en Cartagena se con-
Colección Museo Nacional
centró, fundamentalmente, en la realización de retratos de ciudadanos distingui-
de Colomb ia Foto: ©Museo
dos y con poder político, económico o religioso, empezando por el propio presidente
Nacional de Colombia/
Juan Cam ilo Segura.
N úñez. Así, desde su paso por Cartagena, Garay fue consolidando su perfil como ar-
t ista retratista de la burguesía emergente en Colombia a finales del siglo XIX, y muy
cercano a las esferas del pode r rege ne racionista.
120 1
1 BELLAS ARTES COMO HISTOR IA DE CAl!TAGE NA 1
1 121
Unibac
(Derecha}
Epifanio Garay Bolívar. 1891.
Óleo sobre lienzo/ 295 x 215
cm. Colección Gobernación
de Bolívar, Cartagena. Foto:
©Museo Nacional de Colombia
/ Juan Camilo Segura.
12 2 1
1 BELLAS ARTES COMO HI STO RI A DE CAR 1' AGENA 1
1 123
Un ibac
Un cuadro que revela otro matiz importante de la demanda que se les hacía
a los pintores en ese momento, es el Bolívar (1891) 2 9. La pintura daba la posibilidad
de crear las imágenes q ue consagraran los momentos y héroes fund acio nales de
la nación. El retrato de Simón Bo lívar fue encargado directamente por la Gober-
nación: y allí aparece El Libertador en primer plano, de cuerpo entero , con su traje
militar, mientras al fondo se desarrollan varias escenas de la Bata ll a de Boyacá
Este cuadro retoma la iconografía de un retrato de Francisco de Paula Santander
que había rea lizado José María Espinosa. en 1853: sin embargo, podemos ver las di-
ferencias estructurales en el dominio técnico, en las proporciones y en el desarro ll o
de un mayor realismo y cuidado del detalle, respecto de su antecesor.
27
En su período en Cartagena. Núñez. además de seguir al mando dando órdenes a través de su
vicepres id ente. se concentró en la producción intelectual, y, a t ravés de sus escritos en el diario loca l
El Porvenir, continuó pe nsan do y dando línea sobre el proyecto pol ítico e ideológico regeneracion ista.
Conjlaba m ucho en el papel de la prensa. en sus propias palabras: «Hay que emprender una nueva
predicación por la prensa». Como anota el historiador Jorge Orlando Melo, sus artículos en El Porvenir
«co nstituían una gu ía que era leída por todos los políticos para encontra r orientaciones que casi siempre
era obliga torio seg uir» (citado en Posada Carbó , 2002, p. 64) .
28
Agradezco a Alexandra Caicedo por su co laboración en el análisis de los estilos de los muebles del
estu dio de Núñez que aparecen en el retrato de Garay.
29 El Bolívar-uno de los cuad ros más impo rtantes rea lizados por Garay en la ciudad, que ha pe rtenecido
por más de un sig lo a la co lección de la Gobernación y hace parte fundamenta l del patrimon io del
Departamento, por su importancia histó rica en el contexto cultural y po lítico de jl nales de siglo XIX-.
2. infortunadamente desapareció del Pa lacio de la Proclamación, que estaba siendo resta urado, en mayo
de 2015, mie ntras escribía este texto. Algo estropeada, la pieza fue recuperada en marzo de 2016.
30 El cuadro de l gobernador Hen ri que L. Román, otro po lítico ilustrado, se concibe en un plano más
reducido . El personaje apa rece de medio cuerpo y, au nque su pose es mucho menos espo ntá nea, es
retratado al lado de su escritorio. sosteni endo lo que parece un periód ico , con la idea de estar realizando
una actividad; la il um inación dejlne zonas claras que resalta n ciertos detal les.
124 1
1 BELLAS ARTES COMO HISTORI A DE CA RTA GENA 1
En todos estos cuadros, podemos ver las maneras como Garay re-
trató a esa nueva clase socia l que estaba construyendo su autoimagen , y
que quería caracterizarse como mod erna y civil izada desde su relación con
el cuerpo y los buenos modales. En el retrato de Te resa Díaz Granados, por
31 Sobre est e cuadro , la tradició n oral en Cartagena señala que se t rata del retrato de Crist ina
Jiménez de Cavelier con su hij o recién nacido, Jo rge En rique Cavelier; sin embargo, esta versión
no es clara, dado que el cuadro no fue pintad o en Cart agena y, de hecho, aparece documentado
en el Papel Periódico Ilustrado, en 1886 («E l cuadro de D. Epifanio Garay)), 1886, p. 64). Además,
en términos estilísti cos, aun que en Recreación ya encontramos las característ icas principal es
de los retratos de Ga ray, en una escena en la que los perso najes son retratad os realiza nd o una
activi dad y en actitud dese nvuelta, co n una correcta disposición de la esce na y un cuidado
en la té cni ca, es m ucho m ás ace ntuado el claroscu ro respecto de los cua dros de su período
cart age nero .
1 J 25
Unibac
ej emp lo, la act itu d de todo el cue rpo es muy di ci ente32 : el m odo com o se re-
cuesta so bre la si ll a, deja cae r su m ano izq ui erda y gira su cabeza m ientras
se ai rea co n ese enorme y delicado aban ico qu e ocu pa una porció n muy
im po rtante del cu ad ro , la aparente natura li dad de ese cu erpo nos habla
de l refinam iento corpo ral que se est á procu rando esta cla se soc ial. El cu er-
po se empezaba a form ar deli berada m ente desde la infancia, y eso es claro
en los retrat os de las niñ as María Paul ina de Zubiría (1891) y Ed elm ira de la
32
En este sentido , es muy discutible la posición de M arta Tra ba respect o a los cuadros de Garay.
Para Traba , sus cua dros no signifl caban nada, en sus propias pa labras: «Co m o t odo en Ga ray,
su vida es u na suerte de especifl cac ión; vesti dos, encajes, te rcio pelos, manos , pliegu es, so n
especificados po r una pintura que no puede significar porque no t iene nada que si g nifjca r, sino
2. que simplement e señala , marca, una existencia corpora l. Fuera del poder de no decir nada, de
no expresar ni sentim ientos, ni t ensiones , ni alegrías, ni sobresa lt os, la obra de Ga ray se con -
sume laboriosamente en los adelantos t écn icos» (Traba, ig74, p. 74). Evide ntem ente , en esa
o idea de especi fj cac ión que defjn e Traba, y en la posibi lidad de ma rca r unos rasgos corporales,
::o radica la fuerza de sign ifjcación de los cuadros de Ga ray; en especial, si lo contextualizamos
en el ambiente cu ltural e ideológico q ue hemos ve nido describiendo a lo largo de este trabaj o,
podemos entender la potencia de las imágenes que creó.
126 1
1 BELLAS ARTES COMO H ISTOR IA DE CART AGENA 1
(Izquierda)
Epifanio Garay. Edelmira de la Vega,
1892. Óleo sob r e lie nzo / 150 x
100 cm. Colecc ión Bea triz de la
Vega . Fo to: ©M useo Nac iona l de
Colombia/ Juan Cam ilo Segura.
(Derecha)
Epifanio Garay. María Paulina de
Zubiría, 1891. Óleo sobre li enzo
/ 52 x 44 cm. Colección privada.
Foto: Andrea Es lava.
(Abaj o)
Epifanio Garay. Recreación, 1885.
Óleo sob re lienzo/ 100 x 81 cm .
Colección priva da. Foto: Andrea
Eslava.
[ 127
Unibac
SE VENDEN
2 espejos grandes, 1 reloj y todos los
en fi n, present ado por Dios mismo, y que. consultado con
circun specc ión . mien te poco y engaña rara vez: en general ,
muebles necesarios para amueblar una ten emos la cara que merecemos (ccRet ratos» , 1892, p. 3).
casa. Dichos muebles son de nogal, finos
y elegantes, y están aún empacados tal ·
como se han recibido de Nueva York. Continúa diciendo que «Un buen retrato equiva le a un exa-
Todo al contado y á precio de factura. men de conciencia» (p. 3) y que en ese sentido los retratos repre-
Calle de la Factor1a, casa de la señora
Angela N. de Amador. senta ban testimonios importantes pa ra conocer, por ejemp lo, a
los hombres célebres, no tanto por lo que hicieron, sino por lo que
fueron . El artículo es muy revelador de las ideas y reflexiones que
circu laban en la época sobre las implicaciones de la práctica, que se
"128 1
1 BELLAS ART ES CO MO HISTORI A DE CARTAGE NA 1
Confiamos en que este esfu erzo de nuestro am ig o Jaspe por despertar en no-
sotros el gusto por el arte, no será pérdida positiva para él; y que las fami lias
acomodadas de Cartagena, que sí son amantes de lo bello y de lo bueno, lo
alentarán para que siga trayéndo nos copias siqu iera de tánto como hay que
adm ira r en el Viej o Mundo y que nosotros no conocemos ni aún sospechamos
que existan (s/p)
1 1 29
Unibac
En este período, la función soc ial del artista estaba circun scrita a realidades muy dis-
tintas de la idea que actualmente tenemos de un in te lectua l que se autoconcibe como
individ uo, y reivindica su capacidad crítica y su posición como creador autónomo fren -
te a cualquier poder o ideología, que esté por fuera de los límites del propio campo de
creac ió n33 Por el contrario, en ese momento el artista estaba claramente articulado
con el campo general del pode r po lítico y religioso, y entendía su papel al lí como sos-
tenedor y participante de ideologías y de proyectos políticos concretos. Retomamos
la categoría que se ha usado dentro de la historia de los intelectuales en América Lati-
na, siguiendo a Ángel Rama (1998), del letrado 34 , y nosotros complementamos dicien-
do el artista-letrado3s
33 El cam ino hacia la autonomía del artista en la ciu dad y en la región, y la búsqueda de definición de unas reg las
de juego y unas instituciones autónomas para el arte, es un proceso que se fue conso lidando lentamente
durante toda la prim era mitad del siglo XX Este es un problema que hemos abordado y desarro llado en otras
investigaciones . Véase: Ramírez Botero (2013, 2012, 2011, 2010).
34 La figura del letrado se ha usado en América Latina para caracterizar a los hombres de saber, que operaron
como una élite intelectual comprometida co n los intereses del poder. Este término ha sido acuñado por Án-
gel Rama en su libro La ciudad letrada, en el que plantea que. desde la Colonia hasta fines del siglo XIX, las
élites letradas formaron parte del sistema de poder al que sirvieron «media nte la ideologización destinada
a sustentarlo y justifi car lo» (Rama, 1998, p. 43) . Su papel se basó en «producir discursos de legitimac ió n del
orden social, incluid a la definición de la cu ltura legítima, que no era otra cosa que la de los mismos letrados.
Sobre el fondo de esta prolongada contin uidad, que liga a la gente de saber con la estructura de la domina-
?
"""'. ción social, se despl iegan los cambios o discontinuidades en las moda lidades de esé papel social y los dis-
cursos correspond ientes de legitimació n: por ejemplo, el camb io del discurso rel igioso de dom inación a los
o__¡ discursos ideo lóg icos modernos» (Myers. 2008, p. 18).
35 En esta categoría de letrados -aunque el concepto provenga de las letras y de los hombres de saber-. es
estructural la func ión de los pintores, escultores, mús icos o arquitectos. Ha habido una tende ncia a exclui r a
los artistas plásticos de las historias de los intelectuales. pero, en realidad, jugaron un papel determinante .
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1 BELLAS ARTES COMO HISTORIA DE CARTÁGENA 1
de l Cente nario (1911), y diseñó para este un obelisco y las esculturas de la Libertad,
la Juventud y el Tra bajo. A este inventario, se suman el diseño del Camel lón de los
Má rt ires , la Puert a de l Re loj (1905), y la reforma que le imprime un aspecto neogótico a
la fachada de la igles ia del Co nve nto de San Diego, entre otros trabajos. Pintó escenas
históricas, como el fusi lam iento de los mártires de la Independencia y algunos retratos
de pe rso najes loca les , como Ba rto lomé Calvo, Fernando Gómez Henríquez y la familia
De Leó n. Jeneroso Jaspe, su hermano, fue miembro fundador de la Academia de La
Historia de Cartagena de Ind ias, y pin t ó especia lmente paisajes y vistas de la ciudad .
36 La cercanía y la complacencia hacia la fami lia presidencial, por ejemplo, fue siempre explícita. Se llegaron
a rea li zar conc iertos líricos en la casa de N úñez y su esposa Soledad Román (Conchita Micolao, 1891, s/p);
además, frente a su casa, en el Parque deApo lo, se hacía una prime ra función, a las 5:00 p. m , de las retretas
de la Banda Militar del Instituto Musical, que luego, a las 8:00 p. m, se presentaba en el Parque de Bolívar.
En los conciertos públ icos se hacían dedicaciones especiales; por ejemplo, en el del 7 de agosto de 1890,
Nicole y Na rciso Ga ray, los dos hijos de Epifan io, interpretaron el Ave María con dedicación especial para doña
Soledad Romá n (Velada literario-musical celebrada en Cartagena para conmemorar las gloriosas fechas del natalicio
del Libértador y de la Batalla de Boyacá, l 8go, s/p).
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Un ib ac
A partir de al lí, la Aca demia inició un proceso t o rtuoso y vertigin oso. Llegaro n
otro s intentos de reaperturas y nuevos cie rres. En 1898, por inici ativa privada de los
señores Eloy Palacios T. 38 y Ernesto Vil late, se fundó el Inst ituto de Dibujo y Pintura, y
la Gobernación decidió «pro teg er su fundación», cederl es un espacio, fac ilitarles los
modelos de yeso de la extingu id a escuela, y crear cinco becas pa ra apoyar la iniciativa
(Decreto 72/1898, Decreto 89/1898). Lo mismo sucedería con alguna s escue las priva-
das de música; en 1911 se reportó la existencia de una escue la denominada Academi a
Beethoven , creada por iniciativa privada, y que habría durado tan so lo cuatro meses y
desaparecido por la ausencia de sus propieta rio s de la ciudad (Urueta &.. G. de Piñeres,
2011 [1 887-1912], p. 333).
En 1930, hubo un nuevo intento. En el marco de la ce lebraci ón del centenario
del fallec im iento de El Libertador, la Asamblea de Bolívar dispuso, por ord enanza, una
ext ensa agenda de co nmem oración, dentro de la que se contemplaba la creación de la
Escuela de Bel las Artes (Asamb lea Departamental de Bol íva r, 1930, p. 2). Sin embargo ,
el decreto que la hizo efectiva exp licitaba que no se podía efectuar el gasto para su
creación, pero que a pesar de est o «la Gobernación se halla animada por el deseo de
qu e cuanto antes funcione la Escuela de Bel las Artes y con ta l m otivo ha so licitado el
concurso de artistas que dicten las co rrespondientes cátedras ad hon orem hasta que
la Asamblea disponga lo conven iente» (Decreto 152/1930).
37 Se ven al gunos esfuerzos para evitar la desaparición definiti va ; en el decreto que anuncia la claus ura tempo ral
se di ce que se hicieron alg unas gestiones para provee r un nuevo profesor extranjero (Decreto 176/1893). Un año
después, mediante una ordenanza se autoriza al gobernado r pa ra abrir un crédito ad icional a fi n de «atender
á los gastos que demande el servicio del Instituto M usical, Escuela de Dib uj o, Pintura y Ornamentació n[ ... ],
cuya clausu ra ind efi ni da t raería al fisco pérdi da de co nsideración y un retroceso lamentable para la culta
sociedad de Bo líva r» (O rdenanza 34/1894).
38
Eloy Pa lacios (1847-1919) f ue un escu lto r venezolano que estu dió en Múnich, Aleman ia. A su reg reso, en 1873,
se desem peñó co m o di recto r de la Escuela de Escultura de Caracas. Rea lizó bustos de hombres pol ít icos de
su país, como los presi dentes Anto nio Guzmá n Blanco y José Ma ría Vargas, y de próceres como José Fél ix
Ribas. También , viajó por diferent es países latinoamericanos, donde recibió encarg os como el busto del
presidente de Costa Rica José M ora les , y un ret rat o de la fam il ia presidencial cuba na. En Ca rtagena, rea lizó
la escu ltura ecuestre del Libertador que se instaló , en 1896, en el Parque de Bol ívar, diseñada po r Lu is Felipe
Jaspe . En 1898, se em itió un decreto por el cual se protegía la fu ndación de un instituto de bellas artes, que
2.
>/)
Pa lacios.junto a ErnestoVillat e (del cual no se t ienen mayores noticias), había decidido fu ndar en Cartagena,
o por lo cual puede deduci rse que este artist a estu vo establecido algún ti em po en la ciu dad (Decret o 72/1898) .
o"'
39
El decreto de f undación definía un programa de estudio para cuatro años , co n los siguientes cu rsos y
-'
:;;, profeso res para el primer año, dibuj o li nea l y natu ral, y ornam entac ión, a cargo de Antonio Ama dor y C.; el
f....
o.. se gundo año , trabaj os al óleo con el mismo A. Amado r; terce r año , pintu ra a la acuarel a con Da niel Lemait re ,
<
V y, el último año , co pias de pinturas célebres y tra bajos originales , con Jeneroso Jaspe (Decreto 152/1930) .
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1 BELLAS ARTES C OMO HISTORIA DE CA HT AGENA 1
Habría que esperar hasta 1957 para la reapertura definitiva de una escuela que
incluyera las dos áreas disciplinares de música y artes plásticas, y otras nuevas como el
teatro. Mediante la Resolución 755/1957de19 de diciembre, se transformó el Instituto
Musical preexistente en Instituto Musical y de Bel las Artes, cuyo objeto principal sería
la enseñanza y el fomento de las artes en genera l, «especialmente de la música, el dibu-
jo, la pintura, la escultura y el teatro». En febrero del 1958, se iniciaron las clases del área
de plástica, con los profesores Pedro Ángel González y Juan Antonio Horrillo, de dibujo;
Pierre Daguet y Hernando Lemaitre Román, de colorido; Héctor Lombana, de modela-
do, y Donaldo Bossa, de historia del arte; bajo la asesoría técnica de Miguel Sebastián
Guerrero y la dirección de Maruja de León de Luna Ospina (((En función la escuela de
Bellas Artes después de sesenta años de cerrada>>, 1958, s/p; Ramírez, 2010, p. 21).
Estos mú lti ples intentos de creación de una escuela de artes han transcurrido
paralelamente con procesos sociales de búsqueda de definición en espacios de acción,
legitimación y circu lación para los artistas en la ciudad y en la región. Es decir, estruc-
turas instituciona les autónomas que fueran haciendo posible la figura de l artista mo-
derno y profesional 4 º , que se fue distanciando poco a poco de la del artista- letrado de
finales del siglo XIX. Este es un proceso que sigue en acto. La autonomía del campo
artístico y el fortalecimiento de todas sus instituciones son procesos en los que, desde
la primera creación del Institu to Musical en 1889, se ha avanzado mucho, pero en los
que todavía le esperan importantes retos a Cartagena y a la actual Institución Uni-
versitaria Bellas Artes y Ciencias de Bolívar.
40 Para el artista m oderno, que reivind ica su posició n como creador autónomo, es importante la existencia de
un campo artístico en el cua l pueda producir, tener un públ ico y vivir en estas cond iciones de autonomía. En
este escenario su rge la necesidad de profesional ización, no solo de la actividad plástica y de autogestión de
los artistas, sino también de las institucio nes del campo artístico, como los museos, los salones, las galerías,
los públ icos, etc, que hagan posible la circulación, legitimac ión , comercia lización y reproducc ión de un
sistema de consumo del arte .
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Un iba e
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