Está en la página 1de 1

A MIS 29 AÑOS, EN BUSCA DE MI MISMA.

Por Friedrich Nietzsche

La genealogía de la moral
Acceda al libro completo (en formato .pdf)
Prólogo
1
Nosotros los que conocemos somos desconocidos para nosotros, nosotros mismos somos desconocidos
para nosotros mismos: esto tiene un buen fundamento. No nos hemos buscado nunca, ¿cómo iba a
suceder que un día nos encontrásemos? Con razón se ha dicho: ''Donde está vuestro tesoro, allí está
vuestro corazón''; nuestro tesoro está allí donde se asientan las colmenas de nuestro conocimiento.
Estamos siempre en camino hacia ellas cual animales alados de nacimiento y recolectores de miel del
espíritu, nos preocupamos de corazón propiamente de una sola cosa de ''llevar a casa'' algo. En lo que
se refiere, por lo demás, a la vida, a las denominadas ''vivencias'', ¿quién de nosotros tiene siquiera
suficiente seriedad para ellas? ¿O suficiente tiempo? Me temo que en tales asuntos jamás hemos
prestado bien atención ''al asunto'': ocurre precisamente que no tenemos allí nuestro corazón ¡y ni
siquiera nuestro oído! Antes bien, así como un hombre divinamente distraído y absorto a quien el reloj
acaba de atronarle fuertemente los oídos con sus doce campanadas del mediodía, se desvela de golpe y
se pregunta ''¿qué es lo que en realidad ha sonado ahí?'', así también nosotros nos frotamos a veces las
orejas después de ocurridas las cosas y preguntamos, sorprendidos del todo, perplejos del todo, ''¿qué
es lo que en realidad hemos vivido ahí?'', más aún, ''¿quiénes somos nosotros en realidad?'' y nos
ponemos a contar con retraso, como hemos dicho, las doce vibrantes campanadas de nuestra vivencia,
de nuestra vida, de nuestro ser ¡ay!, y nos equivocamos en la cuenta... Necesariamente permanecemos
extraños a nosotros mismos, no nos entendemos, tenemos que confundirnos con otros, en nosotros se
cumple por siempre la frase que dice ''cada uno es para sí mismo el más lejano'', en lo que a nosotros se
refiere no somos ''los que conocemos''...

También podría gustarte