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PROTOCOLO TEÓRICO 1

Integrantes
Nicoll Dayana Gonzalez
Aranza Valentina Maldonado
María Alejandra Martínez
Sergio Camilo Cruz
Marco Antonio Robayo
Jhon Sneyder Molina

___________________________________________________________________________

Delimitación de la población: ​Instrumento dirigido a estudiantes universitarios entre los 18


y los 29 años de edad que residen en la ciudad de Bogotá, Colombia.

Objetivo:

● El presente instrumento tiene como objetivo brindar un informe descriptivo acerca de


las actitudes y tendencias que tienen los jóvenes universitarios respecto a prácticas
sexuales poco convencionales. Se propone como un instrumento de carácter
evaluativo que puede ser utilizado en diferentes ámbitos clínicos, educativos,
institucionales e/o investigativos.

1. Planeación de la prueba

1.1​ ​Tema de interés: ​Prácticas e intereses sexuales en estudiantes universitarios.

1.1​ ​Justificación:

El interés de crear un instrumento dirigido hacia las distintas prácticas e intereses sexuales
que pueden tener las personas, en primer lugar, va encaminado a despatologizar conductas
sexuales consensuadas que pueden ser más comunes de lo que se cree. Una muestra de esto
se encuentra en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, quinta edición
(DSM-5; American Psychiatric Association, 2013), donde se incluyen ocho subtipos de
trastornos parafílicos: exhibicionista, fetichista, frotteurista, pedófilo, masoquismo sexual,
sadismo, travestismo (es decir, de género cruzado) y voyeurista. Sin embargo, en el estudio
de Ashley ​et al. ​(2017) cuando se cita el DSM-5 se hace la aclaración de que tener intereses
sexuales “atípicos” por sí solos no son suficientes para considerarlo un trastorno, en estos
casos un trastorno parafílico.

En segundo lugar, se quiere que el instrumento sea un apoyo y/o una guía en el ámbito
clínico como en el investigativo acerca de estas prácticas sexuales poco convencionales, lo
cual podría conllevar a su posible inclusión en los avances de programas de educación sexual
tanto para jóvenes adolescentes como para adultos jóvenes.

Desvarieux, ​et al​ (2005) asegura que existen datos de que las actitudes erotofílicas
favorecen la vida sexual. Sin embargo, en la terapia clínica, es común que las personas tengan
actitudes negativas hacia diferentes aspectos de la sexualidad. De acuerdo con Desvarieux, ​et
al​ (2005) “una actitud negativa hacia las fantasías sexuales dificulta que la persona disponga
y utilice estos pensamientos como herramienta útil en su vida sexual, estando claramente
demostrado que su uso es beneficioso” (Fuertes & López, 1997; Nutter & Condron, 1985;
Sierra et al., 2003 en Desvarieux, ​et al​ 2005. Pp. 534).

De este modo, la culpabilidad sexual es un factor determinante de la conducta sexual


(Sierra, Perla y Santos, 2011). Ésta tiene un efecto negativo sobre el comportamiento sexual y
los estados emocionales, ya que estos “se caracterizan por elevados niveles de ansiedad y
depresión que interfieren en la satisfacción sexual” (Desvarieux, ​et al​ 2005.Pp. 529). Así, en
un estudio realizado por Sierra, Perla y Santos (2011) acerca de la culpabilidad sexual, se
concluyó que la culpabilidad sexual en los jóvenes estaba fuertemente influida por la
erotofilia, y las actitudes hacia conductas sexuales como las fantasías sexuales y la
masturbación.

Por otro lado, para Dawson, Bannerman y Lalumière (2016) “los intereses parafílicos
representan deseos sexuales antiguos y persistentes”, adicionalmente se hace énfasis en que
dichos deseos no necesitan estar necesariamente asociados con algún tipo de angustia o con
alguna discapacidad clínica significativa. (Dawson et al., 2016). Como empezamos a ver
durante mucho tiempo este tipo de “prácticas atípicas” han tenido muy mala reputación y han
sido asociadas a condiciones clínicas. Sin embargo, algo importante que hay que mencionar
es que la mayoría de los estudios sobre parafilias se han hecho según ​Watts ​et al. ​(2017) casi
que exclusivamente desde las áreas forenses o clínicas, usualmente empleando muestras que
son típicamente masculinas de delincuentes sexuales.

Debido a este sesgo en las muestras, en el campo de la investigación hay estudios que se
han interesado por ampliar el panorama como en el de Ahlers que es del 2011 y algunos
como el de Dawson que datan del 2016, donde se manifiesta que: “investigaciones recientes
sugieren que los intereses parafílicos pueden ser mucho más comunes de lo que se
presume”(Ahlers et al., 2011; Dawson et al., 2016) , e incluso pueden encontrarse en niveles
comparables en no delincuentes y delincuentes​ ​(Williams ​et al.,​2009). Lo anterior reafirma
que aunque culturalmente se han estigmatizado ciertas prácticas sexuales, realmente pueden
ser más frecuentes en nuestros diario vivir de lo que realmente quisiéramos pensar.

Finalmente para hablar de cifras, en una comunidad alemana masculina Ahlers ​et al.
(2011) descubrieron que el 64% de los miembros de la comunidad masculina alemana
informaron al menos un interés parafílico, siendo el más común voyeurismo (35%),
fetichismo (30%) y sadismo (22%), seguido de frotteurismo ( 13%), pedofilia (10%),
fetichismo transvestista (5%) y exhibicionismo (4%).

Otro punto importante por tocar es la sexualidad, que según González ​et al. (​ 2007)​ ​“la
sexualidad es principalmente una construcción social de un impulso biológico, que es
además, multidimensional y dinámica”. Es decir que al ser una construcción social los
valores, las normas sociales y los roles preestablecidos que tiene el ser mujer u hombre,
tienen una fuerte influencia en la forma en la que se da la sexualidad de los individuos. Se
podría decir que los roles de género más allá de ser una guía para los individuos de lo que se
espera que hagan, se ha convertido fuertemente en una estigmatizadora de todo lo que no
encaja en la “normalidad” que nos plantea.

En el caso de los hombres según González et al. (2007) “el rol histórico es la conquista
sexual, como una forma de probar su propia masculinidad”. Entonces se ve a los hombres
preocupados por su desempeño a la hora de tener relaciones sexuales, de alguna manera dejar
satisfecha a la mujer es una prueba de ese buen desempeño masculino; usualmente este tipo
de ideas según González et al. (2007) “conduce a patrones de conducta tales como el inicio
sexual temprano, muchas veces riesgoso, tener múltiples parejas o la actividad sexual
coercitiva y abusiva”.

En cuanto al rol de la mujer la estigmatización es mucho más alta, en este caso de acuerdo
con González et al. (2007) se dice que:

Para las mujeres, el rol prescrito es la pasividad en la actividad sexual, por lo tanto no
se las alienta para que tomen decisiones respecto a la elección de sus parejas sexuales,
para que negocien con sus compañeros el momento y la naturaleza de la actividad
sexual, para que se protejan de un embarazo no deseado y de infecciones de
transmisión sexual.

Como se puede observar los roles de género que son preestablecidos por cada sociedad no
son precisamente sanos, ni para el hombre ni para la mujer por el contrario para González et
al. (2007) pueden llegar a ser : “especialmente negativas para las prácticas sexuales
satisfactorias y la salud sexual y reproductiva de hombres y mujeres”. Es por esta razón que
con la creación de este instrumento y su uso en otros ámbitos, se busca bajar un poco esa
estigmatización de las prácticas sexuales, ayudar a que las personas conozcan qué actitudes y
tendencias tienen para que tengan un desarrollo más pleno de su sexualidad, partiendo de que
no debe ser patologizadas aquellas prácticas desarrolladas minoritariamente, debido a que la
sexualidad al ser una construcción, es susceptible de ser cambiada y modificada.

En cuanto a la investigación colombiana se encontró que la mayoría de trabajos se han


orientado a indagar temas de salud sexual y reproductiva de manera general sin profundizar
en las variaciones sexuales consideradas atípicas. A pesar de que algunos artículos hallados
evaluaron estas conductas y actitudes liberales o conservadoras como una dimensión de
análisis más generales, la mayoría utilizó instrumentos de otros países en la aplicación
(Rodríguez-Gázquez, Camacho, Jaramillo & Ríos, 2015; Zambrano, Toscano & Gil, 2015;
López, Carcedo, Fernández & Caballero, 2017). Asimismo, se encontró que los instrumentos
desarrollados en el país se enfocan en aspectos relacionados con salud sexual y reproductiva
o con prácticas sexuales convencionales (Bello, Oviedo, Vera, Celis, 2013; Ospina &
Manrique, 2007).

Teniendo en cuenta los prejuicios todavía existentes en la sociedad colombiana con


respecto a prácticas sexuales no reproductivas y orientadas únicamente a la obtención de
placer (Semana, 2011), la pertinencia de este instrumento yace en su utilidad para sondear la
prevalencia de estas actitudes en la juventud universitaria, ya sea con fines pedagógicos sobre
sexualidad, evaluativos en el ámbito psicoterapéutico o investigativos para detectar
diferencias y correlaciones en el comportamiento sexual de esta población.

1.2​ ​Definición del constructo y dimensiones

La ​erotofilia​ está definida como la disposición o actitud a responder positiva/excitatoria o


negativamente/inhibitoriamente a determinados estímulos sexuales. Junto a la activación
fisiológica y las respuestas cognitivas, la erotofilia-erotofobia constituye uno de los
mediadores que guían el comportamiento sexual en la Secuencia de Conducta Sexual de
Fisher, Byrne, White y Kelley (1988).

El principal instrumento utilizado para medir este constructo fue creado por los
introductores del concepto y se denomina Encuesta de Opinión Sexual o SOS por sus siglas
en inglés (Fisher et al., 1988; Wiederman, 2002). No obstante, autores más recientes han
desarrollado adaptaciones de esta prueba teniendo en cuenta las transformaciones en la
vivencia de la sexualidad en la actualidad como, por ejemplo, Rye, Serafini & Bramberger
(2015)​ ​con la Escala de Liberalismo Sexual (SLS por sus siglas en inglés).

La erotofilia-erotofobia como rasgo se ha relacionado con otras dimensiones de la


personalidad que se adquiere a través del aprendizaje y la socialización sobre el sexo. Los
individuos erotofóbicos tienden a caracterizarse por conservadurismo en los roles sexuales y
a manifestar más frecuentemente sentimientos de culpa sexual, inhibición y ansiedad sexual.
Por su parte, la erotofilia define a personas que responden positivamente a señales sexuales
tanto internas (fantasías, ideas) como externas (erotismo explícito), así como por la
disposición a incluir variedad de estrategias en la vivencia de su sexualidad (Fisher et al.,
1988).

Teniendo en cuenta que la erotofilia-erotofobia es una actitud hacia estímulos sexuales, se


parte del Modelo de los Tres Componentes para extraer las ​dimensiones​ a evaluar, a saber, la
cognitiva, afectiva y conductual. Lo cognitivo hace referencia a las creencias, pensamientos o
información que el individuo tiene sobre el objeto de la actitud. Lo afectivo es una
manifestación de agrado o desagrado y finalmente lo conductual se determina por las
intenciones o disposiciones a actuar ante lo evaluado (Breckler, 1984).

Las ​prácticas sexuales no convencionales​ (USBs por sus siglas en inglés) se refieren a
preferencias con respecto al objeto sexual, a la edad de la pareja o la naturaleza de la
actividad sexual, y se diferencian de los trastornos parafílicos (PRD por sus siglas en inglés)
en que estas no representan malestar o inhabilidad clínicamente significativa en quienes las
implementan. Los comportamientos sexuales no convencionales más referenciados en la
literatura son: fetichismo, voyeurismo, exhibicionismo, sadomasoquismo, sexo grupal y
swinging ​(Mendes de Oliveira & Najjar, 2009). En este sentido se hace necesario diferenciar
entre este tipo de prácticas que se realizan de manera consensuada y la violencia sexual.

Las actitudes y percepciones con respecto a prácticas sexuales poco convencionales como,
por ejemplo, el BDSM (Bondage, disciplina, dominación, sadismo y masoquismo), han sido
poco estudiadas en la literatura (Rye et al., 2015), además, pocos instrumentos evalúan esta
dimensión de manera específica, a excepción de la Escala de Actitudes hacia Sexo No
Convencional (ATUSS por sus siglas en inglés) (Wenner, Russell & McNulty, 2011). Por
otro lado, de acuerdo con Mendes de Oliveira & Najjar (2009) la investigación se ha centrado
en temas de parafilias y compulsiones sexuales, dejando de lado comportamientos que no
cumplen los criterios o el umbral para diagnósticos referentes a patologías sexuales.

Es preciso recalcar que se busca construir un instrumento que permita evidenciar la


erotofilia-erotofobia con respecto a las prácticas en general y no ahondar en cada una de ellas.
La manifestación del constructo en cada una de las dimensiones, de acuerdo con la literatura,
se definiría de la siguiente manera: lo cognitivo por los conocimientos e información que el
individuo manifiesta tener acerca de algunas prácticas no convencionales. La segunda
subdimensión de lo cognitivo incluye las creencias y pensamientos que se tienen con relación
a las mismas.Los ítems referentes a lo afectivo se centran en evaluar las reacciones de agrado
o desagrado con respecto a las variaciones en la sexualidad. Finalmente, los componentes
conductuales buscan que la persona evalúe en una escala de acuerdo o desacuerdo sus
intenciones o acciones encaminadas a inmiscuirse en comportamientos atípicos durante las
relaciones sexuales.
1.4​ ​Red nomológica:

1.6​ ​Tabla estructura de la prueba

Cognitivo Afectivo Conductual


Dimensiones
Conocimientos Creencias Positivo Negativo Intención Actos
Objetivo Tipo Número de ítems Total

Conductas
Sexuales
Específicas Escala Likert 4 6 6 6 6 6 34

Conducta Sexual
General Escala Likert 3 3 3 3 3 3 18
Total 7 9 9 9 9 9 52
1. 7 Referencias

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