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Integrantes
Nicoll Dayana Gonzalez
Aranza Valentina Maldonado
María Alejandra Martínez
Sergio Camilo Cruz
Marco Antonio Robayo
Jhon Sneyder Molina
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Objetivo:
1. Planeación de la prueba
1.1 Justificación:
El interés de crear un instrumento dirigido hacia las distintas prácticas e intereses sexuales
que pueden tener las personas, en primer lugar, va encaminado a despatologizar conductas
sexuales consensuadas que pueden ser más comunes de lo que se cree. Una muestra de esto
se encuentra en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, quinta edición
(DSM-5; American Psychiatric Association, 2013), donde se incluyen ocho subtipos de
trastornos parafílicos: exhibicionista, fetichista, frotteurista, pedófilo, masoquismo sexual,
sadismo, travestismo (es decir, de género cruzado) y voyeurista. Sin embargo, en el estudio
de Ashley et al. (2017) cuando se cita el DSM-5 se hace la aclaración de que tener intereses
sexuales “atípicos” por sí solos no son suficientes para considerarlo un trastorno, en estos
casos un trastorno parafílico.
En segundo lugar, se quiere que el instrumento sea un apoyo y/o una guía en el ámbito
clínico como en el investigativo acerca de estas prácticas sexuales poco convencionales, lo
cual podría conllevar a su posible inclusión en los avances de programas de educación sexual
tanto para jóvenes adolescentes como para adultos jóvenes.
Desvarieux, et al (2005) asegura que existen datos de que las actitudes erotofílicas
favorecen la vida sexual. Sin embargo, en la terapia clínica, es común que las personas tengan
actitudes negativas hacia diferentes aspectos de la sexualidad. De acuerdo con Desvarieux, et
al (2005) “una actitud negativa hacia las fantasías sexuales dificulta que la persona disponga
y utilice estos pensamientos como herramienta útil en su vida sexual, estando claramente
demostrado que su uso es beneficioso” (Fuertes & López, 1997; Nutter & Condron, 1985;
Sierra et al., 2003 en Desvarieux, et al 2005. Pp. 534).
Por otro lado, para Dawson, Bannerman y Lalumière (2016) “los intereses parafílicos
representan deseos sexuales antiguos y persistentes”, adicionalmente se hace énfasis en que
dichos deseos no necesitan estar necesariamente asociados con algún tipo de angustia o con
alguna discapacidad clínica significativa. (Dawson et al., 2016). Como empezamos a ver
durante mucho tiempo este tipo de “prácticas atípicas” han tenido muy mala reputación y han
sido asociadas a condiciones clínicas. Sin embargo, algo importante que hay que mencionar
es que la mayoría de los estudios sobre parafilias se han hecho según Watts et al. (2017) casi
que exclusivamente desde las áreas forenses o clínicas, usualmente empleando muestras que
son típicamente masculinas de delincuentes sexuales.
Debido a este sesgo en las muestras, en el campo de la investigación hay estudios que se
han interesado por ampliar el panorama como en el de Ahlers que es del 2011 y algunos
como el de Dawson que datan del 2016, donde se manifiesta que: “investigaciones recientes
sugieren que los intereses parafílicos pueden ser mucho más comunes de lo que se
presume”(Ahlers et al., 2011; Dawson et al., 2016) , e incluso pueden encontrarse en niveles
comparables en no delincuentes y delincuentes (Williams et al.,2009). Lo anterior reafirma
que aunque culturalmente se han estigmatizado ciertas prácticas sexuales, realmente pueden
ser más frecuentes en nuestros diario vivir de lo que realmente quisiéramos pensar.
Finalmente para hablar de cifras, en una comunidad alemana masculina Ahlers et al.
(2011) descubrieron que el 64% de los miembros de la comunidad masculina alemana
informaron al menos un interés parafílico, siendo el más común voyeurismo (35%),
fetichismo (30%) y sadismo (22%), seguido de frotteurismo ( 13%), pedofilia (10%),
fetichismo transvestista (5%) y exhibicionismo (4%).
Otro punto importante por tocar es la sexualidad, que según González et al. ( 2007) “la
sexualidad es principalmente una construcción social de un impulso biológico, que es
además, multidimensional y dinámica”. Es decir que al ser una construcción social los
valores, las normas sociales y los roles preestablecidos que tiene el ser mujer u hombre,
tienen una fuerte influencia en la forma en la que se da la sexualidad de los individuos. Se
podría decir que los roles de género más allá de ser una guía para los individuos de lo que se
espera que hagan, se ha convertido fuertemente en una estigmatizadora de todo lo que no
encaja en la “normalidad” que nos plantea.
En el caso de los hombres según González et al. (2007) “el rol histórico es la conquista
sexual, como una forma de probar su propia masculinidad”. Entonces se ve a los hombres
preocupados por su desempeño a la hora de tener relaciones sexuales, de alguna manera dejar
satisfecha a la mujer es una prueba de ese buen desempeño masculino; usualmente este tipo
de ideas según González et al. (2007) “conduce a patrones de conducta tales como el inicio
sexual temprano, muchas veces riesgoso, tener múltiples parejas o la actividad sexual
coercitiva y abusiva”.
En cuanto al rol de la mujer la estigmatización es mucho más alta, en este caso de acuerdo
con González et al. (2007) se dice que:
Para las mujeres, el rol prescrito es la pasividad en la actividad sexual, por lo tanto no
se las alienta para que tomen decisiones respecto a la elección de sus parejas sexuales,
para que negocien con sus compañeros el momento y la naturaleza de la actividad
sexual, para que se protejan de un embarazo no deseado y de infecciones de
transmisión sexual.
Como se puede observar los roles de género que son preestablecidos por cada sociedad no
son precisamente sanos, ni para el hombre ni para la mujer por el contrario para González et
al. (2007) pueden llegar a ser : “especialmente negativas para las prácticas sexuales
satisfactorias y la salud sexual y reproductiva de hombres y mujeres”. Es por esta razón que
con la creación de este instrumento y su uso en otros ámbitos, se busca bajar un poco esa
estigmatización de las prácticas sexuales, ayudar a que las personas conozcan qué actitudes y
tendencias tienen para que tengan un desarrollo más pleno de su sexualidad, partiendo de que
no debe ser patologizadas aquellas prácticas desarrolladas minoritariamente, debido a que la
sexualidad al ser una construcción, es susceptible de ser cambiada y modificada.
El principal instrumento utilizado para medir este constructo fue creado por los
introductores del concepto y se denomina Encuesta de Opinión Sexual o SOS por sus siglas
en inglés (Fisher et al., 1988; Wiederman, 2002). No obstante, autores más recientes han
desarrollado adaptaciones de esta prueba teniendo en cuenta las transformaciones en la
vivencia de la sexualidad en la actualidad como, por ejemplo, Rye, Serafini & Bramberger
(2015) con la Escala de Liberalismo Sexual (SLS por sus siglas en inglés).
Las prácticas sexuales no convencionales (USBs por sus siglas en inglés) se refieren a
preferencias con respecto al objeto sexual, a la edad de la pareja o la naturaleza de la
actividad sexual, y se diferencian de los trastornos parafílicos (PRD por sus siglas en inglés)
en que estas no representan malestar o inhabilidad clínicamente significativa en quienes las
implementan. Los comportamientos sexuales no convencionales más referenciados en la
literatura son: fetichismo, voyeurismo, exhibicionismo, sadomasoquismo, sexo grupal y
swinging (Mendes de Oliveira & Najjar, 2009). En este sentido se hace necesario diferenciar
entre este tipo de prácticas que se realizan de manera consensuada y la violencia sexual.
Las actitudes y percepciones con respecto a prácticas sexuales poco convencionales como,
por ejemplo, el BDSM (Bondage, disciplina, dominación, sadismo y masoquismo), han sido
poco estudiadas en la literatura (Rye et al., 2015), además, pocos instrumentos evalúan esta
dimensión de manera específica, a excepción de la Escala de Actitudes hacia Sexo No
Convencional (ATUSS por sus siglas en inglés) (Wenner, Russell & McNulty, 2011). Por
otro lado, de acuerdo con Mendes de Oliveira & Najjar (2009) la investigación se ha centrado
en temas de parafilias y compulsiones sexuales, dejando de lado comportamientos que no
cumplen los criterios o el umbral para diagnósticos referentes a patologías sexuales.
Conductas
Sexuales
Específicas Escala Likert 4 6 6 6 6 6 34
Conducta Sexual
General Escala Likert 3 3 3 3 3 3 18
Total 7 9 9 9 9 9 52
1. 7 Referencias
Ahlers, C. J., Schaefer, G. A., Mundt, I. A., Roll,S., Englert, H., Willich, S. N., & Beier,
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