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La tecnología

Todos los días, suena mi despertador, tomo mi toalla y mi ropa, y me meto al baño. Abro la llave del agua
caliente y entro con cuidado de no pisar alguno de los juguetes de mi hijo, que me harían resbalar y salir
disparado contra la pared.

Muy seguido, mientras realizo esta rutina, me imagino todo el conocimiento que tuvo que haberse generado
para que podamos vivir así. Aprieto un botón y se prende una luz, aprieto otro y se enciende la televisión, que
transmite en tiempo real lo que sucede del otro lado del mundo o de la ciudad. Abro la llave y sale agua
caliente.

Veo a la ciencia a mi alrededor: en los estudios de Galileo con péndulos, base de los primeros relojes; en las
investigaciones biológicas del algodón, que permitieron aumentar y mejorar la producción para que millones
de personas en el mundo lo utilicen; en los trabajos sobre transferencia de calor y mecánica de fluidos, la
posibilidad de tener agua caliente.

Por supuesto, también veo a la tecnología, que es mucho más antigua y ha sabido utilizar el conocimiento
generado por la ciencia, para ampliar de manera insospechada, sus alcances. Tenemos áreas tan diversas
como la petroquímica que creó la posibilidad de producir plásticos para fabricar juguetes y miles de artículos
más o la tecnología aeroespacial, que ha permitido abandonar el planeta y viajar por el espacio.

A mí, la ciencia y la tecnología me apasionan. ¿No es sorprendente los adelantos del mundo en que vivimos?

En el número 2 de “VivirAquí” definimos ciencia como una actividad que tiene como objetivo comprender la
naturaleza y producir conocimiento, no cosas. Es lo que hacemos para saber.

Siguiendo la misma línea, presento nuevamente una definición del Dr. Ruy Pérez Tamayo:

La tecnología es una actividad humana creativa que tiene como objetivo la transformación de la naturaleza y
su producto son bienes de servicio.

Ahora sí, la tecnología sirve para hacer cosas.

Antes de que existiera el conocimiento científico, se utilizaba el conocimiento empírico, el generado por la
experiencia, normalmente basado en pruebas de ensayo y error, pues se desconocía la causa de muchísimos
fenómenos. El cazador de la edad de piedra, tallaba las puntas para su lanza y fabricaba sus herramientas,
ignorando las leyes de las máquinas simples, aunque hacía uso de ellas. Al aventar su lanza contra alguna
presa, no tomaba en cuenta la aerodinámica; pero sabía corregir el tiro si había mucho viento o la presa
estaba en movimiento.

La técnica para fabricar vino, productos lácteos, ropa, ciudades, casas y cuartos de baño, se conoce desde la
antigüedad. Sin embargo, a pesar de que el hombre sabía hacer vino, desconocía porqué se formaba, y
cuando se presentaba algún problema que impedía su elaboración o se producía un vino avinagrado, se tenía
que conformar pues no sabía cómo solucionarlo.

Actualmente, muchos de los conocimientos adquiridos de forma empírica, se han visto mejorados o
beneficiados con la aparición de la ciencia. Gracias a la ciencia, ahora sabemos quiénes son los organismos
responsables de la fermentación, conocemos su ciclo de vida, sus requerimientos y los productos de su
metabolismo. Si tenemos problemas con un vino sabemos como corregirlos.

El enorme desarrollo de la tecnología en los últimos tiempos se debe, por supuesto, al aumento en el
conocimiento. Esto quiere decir que la tecnología actual se basa en la ciencia.

HECHO:
A pesar de que muchas personas creen que la famosa “alineación planetaria”, supuesta responsable de
desastre o fortuna para muchos, es algo extraño e inusual; todos los años Mercurio, Venus, la Tierra y Marte
se alinean. Evidentemente, sin consecuencias extraordinarias.

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