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El coronavirus observado desde una

mirada sociológica
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¿Qué hace que en España e Italia la población envejecida haya sido contagiada de una
forma muy superior a países como China y Corea?

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VALERIA RUIZ

martes, 24 marzo 2020


En esta época de posmodernismo y posverdad, de fakenews, donde proliferan gurús, coachs
y expertos en múltiples disciplinas desde un plano pseudocientífico, la sociología se hace
más necesaria que nunca. La sociología como deporte de combate, como autodefensa.
Como espíritu crítico frente al espíritu liberal de la mentira.

Estamos viviendo -y malviviendo- una trágica página de la Historia de la Humanidad. El


coronavirus –y sus consecuencias-, han llegado para instalarse. La OMS declaró el brote de
COVID-19 como pandemia mundial el 11 de marzo de 2020, después de que el primer caso
se detectara en China el 31 de diciembre de 2019. ¿Quién lo hubiera imaginado tras ver lo
acontecido en el país donde se inició? Pues la imaginación sociológica entrenada sin los
propios sesgos que nos hacen ser, a la vez, el sujeto que estudia y es estudiado.

Beck ya aventuró los riesgos inherentes a esta sociedad desarrollada, globalizada e


interconectada, en su estudio sobre la Sociedad del riesgo (1986). En este análisis, el autor,
se centra en la ciencia, el progreso, la individualización, las crisis medioambientales y el
peligro. El riesgo de la contingencia. El desarrollo científico va en contra de nuestro propio
desarrollo. Estamos abocados a ser los verdugos de nuestra propia existencia. Teorema de
Thomas y profecía autocumplida. La paradoja de convertir motu propio el riesgo como
nuestra cotidianidad. ¿Llegará la modernidad reflexiva a tiempo para salvarnos o
seguiremos vagando en esta modernidad líquida?

Somos seres ubicuos. Virtual y presencialmente. Podemos estar en un punto geográfico


concreto, y un par de horas más tarde, encontrarnos a mil kilómetros de distancia, esta
actual capacidad masiva de traslado tiene una contrapartida: facilita que una epidemia
local se convierta en pandemia mundial.

Pero, ¿qué tiene que ver esto con la sociología?

Bien, un sociólogo no puede describir el comportamiento biológico de un virus: cómo


muta, cómo se propaga, cómo se extingue. No tenemos remedios, ni recomendaciones
sanitarias. 
Pero sí podemos hacer un análisis comprensivo, en sentido weberiano, de cómo se
comportan los agentes que lo portan y lo transportan. Éste es el principio social de las
epidemias y las pandemias: su capacidad masiva de alcance.

La conducta y la acción social de los individuos es lo que da significado y caracteriza que,


un microorganismo que habita en un ser humano en un momento determinado de un lugar
determinado, acabe habitando en cientos de miles de personas alrededor del mundo. 

Comprender la globalidad de estos fenómenos se escaparía a los límites de la aproximación


que pretender ser este ensayo, requeriría de un estudio profundo, interseccional y
multidisciplinar. Por eso, en el transcurso de éste, se abordará de manera superficial el 2
papel que juega el análisis sociológico en el estudio de las pandemias y los distintos
factores que pueden intervenir en su expansión.

Cifras y datos actualizados a 23/03/2020

A día de hoy, los datos en España en referencia al COVID-19, según fuentes oficiales
del Ministerio de Sanidad, son los siguientes: 33.089 casos confirmados, 4.517 casos
nuevos desde ayer, 2.182 fallecidos por esta causa y 3.355 personas curadas.

El primer caso en nuestro país se detectó en La Gomera el 31 de enero. Actualmente, las
CC.AA más afectadas en números relativos según tasa, son: Madrid, La Rioja, Navarra y
País Vasco, con entre 101,7 y 210,2 casos por 100.000 hab. El porcentaje de mortalidad de
los casos con datos notificados, según grupos de edad, es el siguiente:

Tabla 1. Distribución según grupos de edad

% letalidad intragrupo
Grupos de Nº  Nº % fallecidos
respecto a casos
edad (años) confirmados fallecidos sobre el total
confirmados
0–9 129 0 0 0
10 – 19 221 1 0,12 0,45
20 – 29 1.285 4 0,5 0,31
30 – 39 2.208 3 0,37 0,14
40 – 49 2.219 9 1,12 0,31
50 – 59 3.129 20 2,48 0,64
60 – 69 2.916 63 7,83 2,16
70 – 79 3.132 164 20,37 5,24
<80 3.020 541 67,2 17,91
 TOTAL 18.959 805 100 %
Fuente: Ministerio de Sanidad (2020)

A nivel global, existen confirmados 294.110 casos. En Europa, según la última


actualización de los datos, se han alcanzado los 162.836 casos. Los países con mayor
número de fallecidos son:
 Italia: 5.476 de 59.138 casos confirmados. Tasa de mortalidad: 9,3%
 España: 2.182 de 33.089 casos confirmados. Tasa de mortalidad: 6,6%.
 Francia: 674 de 16.018 casos confirmados. Tasa de mortalidad: 4,2%.
 Alemania: 55 de 18.610 casos confirmados. Tasa de mortalidad: 0,3%.
 En China hubo 81.304 casos positivos y 3.259 personas fallecidas. En total, una
tasa de mortalidad del 4%.

Estos datos deben interpretarse de forma cautelar debido a dos razones: primero, porque
es imposible medir la magnitud real de personas contagiadas, dado que según las 2
publicaciones recientes, un alto porcentaje de la población es y será asintomática; segundo,
porque que no todos los países se encuentran en el mismo punto de la curva, es decir, en
la misma fase del progreso de la expansión vírica. Según la Ley de Farr -denominada así
por el epidemiólogo que aplicó este modelo -, las epidemias siguen un patrón de
distribución normal basada en la campana de Gauss, lo que determinará su situación actual
y futura dependiendo de la fase en la que se encuentre:

Como sabemos, este es un modelo estadístico que puede alterarse si se modifican los
patrones sociales, es decir, si somos conscientes de la situación e instauramos medidas que
alteren nuestras conductas antes del ascenso de la curva, podremos llegar a suavizarla. Por
lo tanto, ¿por qué tiene cabida la sociología en este análisis?

Porque es la disciplina que estudia el comportamiento social, y entre otras medidas


sanitarias, de control y paliativas, son las conductas sociales las que explican cómo se
comporta el progreso de la pandemia. Las pautas culturales es uno de los principales
factores que condiciona las diferencias entre la magnitud de alcance del COVID-19 en los
diferentes países.

Factores no culturales en la pandemia del Coronavirus

Es evidente, que existen factores de peso que no son puramente culturales -aunque puedan
depender de ello-, que han influido en la magnitud de este fenómeno y en las diferencias de
los efectos causados en distintos países. No se puede hablar de un factor determinante, sino
del sumatorio de múltiples:
 La calidad del sistema sanitario y el acceso público a éste: Cantidad, en términos
relativos y proporcionales a la población total, de recursos disponibles:
 Equipo humano: personal sanitario en cada área de intervención.

 Equipo material: nº de test realizados, nº de camas, nº de respiradores, nº de


mascarillas, etc. 

 Factores políticos: rapidez y medidas adoptadas en la gestión de la pandemia:


diferentes medidas de control y de restricción, parálisis de la actividad empresarial,
flujos y movimientos poblaciones, gestión de medios de transporte públicos y
privados, inversión económica pública, mecanismos de control de signos clínicos a 2
población laboralmente activa y potencialmente portadora, etc.
 Demografía: Principalmente, la distribución de la estructura de edad poblacional,
que detallaremos más adelante, pero también los datos geopoblacionales en sí: la
población total del país y cómo se distribuye geográficamente en núcleos. La
gestión de un problema de estas características es diferente según la densidad
poblacional de los países y según la magnitud de sus flujos turísticos.

¿Cuál es la estructura poblacional en España?

Según los últimos datos definitivos del INE a 1 de julio de 2019, España tiene una
población residente de 47.100.396 de personas. En la siguiente gráfica, se muestran los
datos desagregados por grupos de edad: 

Gráfica 1.  Población residente en España a 1 de julio de 2019.

Fuente: elaboración propia


a través de los datos del INE 

Si bien es cierto que, la pirámide poblacional de España es muy diferente a la de China


-tenemos una población con una tasa mayor de envejecimiento-, no es muy dispar a la del
resto de países europeos: una población envejecida similar y una población infantil
levemente más baja -exceptuando Italia-, según lo consultado en diferentes fuentes
demográficas. Por lo que, en sí, no parece ser un problema de cómo se distribuye la
población, sino de cómo se comporta socialmente esta población y quiénes son los grupos
de edad más afectados:

 Según los datos publicados sobre las características demográficas de las personas


contagiadas en China:
 Sólo afectó en un 4% a las personas de edad superior a 80 años.

 Se concentró de una forma más o menos proporcional entre personas de 30 a


69 años.
 Según los datos publicados sobre las personas contagiadas en Italia:
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 El 18,2% son personas mayores de 80 años.
 Se concentra de forma casi uniforme en los grupos de edad mayores a 50
años.
 En el caso de Corea, el cual no hemos mencionado anteriormente, sigue un patrón
aislado, dado que ha afectado de forma muy baja a la población más envejecida, en
cambio, el 27,3% de los afectados son jóvenes de entre 20 – 29 años.

Lo que podemos extraer en común es que: el mayor porcentaje de mortalidad se acumula


en personas de más de 50 años, acentuándose en población  >70, por lo que, a mayor
porcentaje de contagios en población envejecida, mayor es la tasa de mortalidad. De igual
forma, se observa que en términos relativos, la mortalidad dentro de la población
envejecida sigue siendo más elevada en Italia y España que en el resto de países –lo cual
podría ser explicado por los recursos sanitarios disponibles-. 

Qué nos explica la sociología

Si demográficamente existe una relación significativa entre población envejecida y


mortalidad, lo que más explica, a grandes rasgos, la alta mortalidad en los países
mediterráneos, es el elevado porcentaje de población mayor contagiada. Entonces, ¿qué
explica los diferentes patrones de contagio por grupos de edad en los países observados?
¿Qué hace que en España e Italia la población envejecida haya sido contagiada de una
forma muy superior a países como China y Corea? La cultura.

Podríamos hablar de temas clásicos de macrosociología como son las diferencias de clase,
la estratificación social, la división sexual del trabajo y múltiples factores más que, sin
duda, moldean esta pandemia. Pero en este caso, abogo por un análisis de perspectiva
microsociológica.

Conductas y actitudes sociológicas

¿Qué tienen en común culturalmente España e Italia? Son países mediterráneos con ciertas
similitudes sociales, países donde el contacto intrapersonal es mucho más recurrente que en
el resto.  Países con una vinculación familiar basada en redes sociales con lazos fuertes –
véase el familismo amoral de Bandfield-,  donde conviven familias extensas, donde la
emancipación juvenil se retrasa hasta edades avanzadas y donde pueden convivir en un
mismo hogar tres generaciones diferentes –hijos, padres, abuelos-. Las personas valoran y
priman vivir cerca de sus familiares, existe cierta dependencia bidireccional, son más
comunitarios y menos individualistas. Desarrollan un infinidad de rituales sociales para la
cohesión y la interconexión social. ¿Qué diferencia existe entre saludar con dos besos o dar
la mano? El carácter cultural de la sociedad. Los países mediterráneos, por su tradición
histórica –facilitada por su climatología- los hace factibles a desarrollar una cultura de ocio,
de hacer vida cotidiana fuera del hogar, de invertir una gran cantidad de tiempo en las
relaciones sociales físicas, de afectividad. ¿Diríamos lo mismo de China, Alemania o
Noruega? 

El crecimiento exponencial del virus en nuestro país –entre otros factores- se debe a la gran 2
cantidad de interacciones sociales que se producen diariamente, vivimos en una sociedad
red donde fluctuamos por diferentes flujos: familiares, sociales, laborales y de ocio. El
mayor número de contagio en la población envejecida es fruto de su menor aislamiento -en
términos genéricos-, se han visto expuesto a un mayor contacto con familiares contagiados
y/o portadores. 

Por último, todas estas casuísticas culturales, han propiciado que la vida social y laboral
haya sido más difícil de paralizar en nuestro país, facilitando el avance del COVID-19, que
en países como China, cuyo modelo social y político, siempre ha sido más conservador,
disciplinado y autoritario con un fuerte control gubernamental.

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