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Racismo

El racismo, según el diccionario de la Real Academia Española, es un sentimiento


exacerbado del «sentido racial» de un grupo étnico, que habitualmente causa
discriminación o persecución contra otros grupos étnicos. La palabra designa también la
doctrina antropológica o la ideología política basada en ese sentimiento.123 Conforme a
la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación Racial aprobada por la Asamblea General de la Organización de las
Naciones Unidas el 21 de diciembre de 1965, «la doctrina de la superioridad basada en
diferenciación racial es científicamente falsa, moralmente condenable, socialmente
injusta y peligrosa, y [...] nada en la teoría o en la práctica permite justificar, en ninguna
parte, la discriminación racial».4

El primer artículo de la convención internacional sobre la eliminación de todas las


formas de discriminación racial (1965) define al racismo como: Toda distinción,
exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen
nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el
reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y
libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural o en
cualquier otra esfera de la vida pública.5

Existen autores que proponen distinguir entre el racismo en sentido amplio del racismo
en sentido restringido. En el primer caso, se trataría de una actitud etnocéntrica o
«sociocéntrica» que separa el grupo propio del ajeno, y que considera que ambos están
constituidos por esencias hereditarias e inmutables que hacen de los otros, de los ajenos,
seres inadmisibles y amenazadores. Esta concepción de los demás conduciría a su
segregación, discriminación, expulsión o exterminio y podría apoyarse en ideas
científicas, religiosas o en meras leyendas o sentimientos tradicionales. Afirma también
la superioridad intelectual y moral de unas razas sobre otras, superioridad que se
mantiene con la pureza racial y se arruina con el mestizaje. Este tipo de racismo, cuyo
modelo es el nazi y el racismo occidental en general, conduce a defender el derecho
natural de las razas «superiores» a imponerse sobre las «inferiores».6 El racismo en
sentido restringido es una doctrina de apariencia científica que afirma la determinación
biológica hereditaria de las capacidades intelectuales y morales del individuo, y la
división de los grupos humanos en razas, diferenciadas por caracteres físicos asociados
a los intelectuales y morales, hereditarios e inmutables.

Otorgar o retener derechos o privilegios basándose en la raza o rehusar asociarse con


personas por su raza se conoce como discriminación racial.

Las actitudes, valores y sistemas racistas establecen, abierta o veladamente, un orden


jerárquico entre los grupos étnicos o raciales, utilizado para justificar los privilegios o
ventajas de las que goza el grupo dominante.

Para combatir el racismo, la Organización de Naciones Unidas adoptó en 1965 la


Convención internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación
racial y estableció el día 21 de marzo como Día Internacional de la Eliminación de la
Discriminación Racial.
Autoritarismo
Autoritarismo, en las relaciones sociales, es una modalidad del ejercicio de la
autoridad que impone la voluntad de quien ejerce el poder en ausencia de un consenso
construido de forma participativa, originando un orden social opresivo y carente de
libertad y autonomía. La sociedad preindustrial está marcada por la imposición de una
fuerte autoridad y jerarquía en todos los órdenes (religioso, político, económico, etc.),
con una indiscutida autoridad paternalista dentro de la familia (patriarcado,
matriarcado), frente a los grados cada vez mayores de libertad y autonomía propios de
la sociedad industrial y la sociedad postindustrial. En el contexto psicológico individual,
pero también social, se define la personalidad autoritaria.1 En educación, se define la
pedagogía autoritaria, heterónoma o tradicional, frente a la pedagogía progresista.2

En ciencia política y sociología el concepto de "autoritarismo" no tiene una definición


unívoca, lo que permite identificar como autoritarias muchas y muy diferentes
ideologías, movimientos y regímenes políticos. Algunas definiciones lexicográficas son
simplificadoras: "sistema fundado primariamente en el principio de autoridad" -es decir,
que no admite crítica-;3 "se acuñó por el fascismo como término apreciativo, para pasar
a ser utilizado ... [en el contexto de la lucha contra el fascismo y el nazismo] para
denotar la “autoridad malvada” ... el abuso y el exceso de la autoridad que aplasta la
libertad ... más que representar lo opuesto de democracia ... significa lo contrario de
libertad".4 Otras se hacen por acumulación de términos que, si bien pueden entenderse
como relacionados, no son estrictamente sinónimos ("la doctrina política que aboga por
el principio del gobierno absoluto: absolutismo, autocracia, despotismo, dictadura,
totalitarismo").5 Las que pretenden precisar rasgos se centran en cuestiones como "la
concentración de poder en manos de un líder o una pequeña élite que no es
constitucionalmente responsable ante el cuerpo del pueblo", el "ejercicio arbitrario del
poder sin consideración de otros cuerpos" que puedan limitarles (separación de
poderes), y la inexistencia de mecanismos que permitan una efectiva alternancia en el
poder, como las elecciones libres multipartidistas.6

Autoritarismo y totalitarismo

La utilización del concepto "totalitarismo" para ciertas ideologías, movimientos y


regímenes políticos del periodo de entreguerras (comunismo soviético -estalinismo- y
fascismo italiano, nacional-socialismo alemán y nacional-sindicalismo español de los
años treinta y franquismo de los años cuarenta) se basaba en su búsqueda de la
homogeneización de todos los planos de la vida pública e incluso privada y la negación
de cualquier tipo de discrepancia u oposición, llegando a justificar la erradicación y, en
casos extremos el exterminio, del disidente o del "diferente".7 La condición extremista
de ideologías, movimientos y regímenes totalitarios los diferencia de otro tipo de
posiciones políticas que, siendo también opuestas a la democracia liberal y al
reconocimiento de derechos y libertades,8 especialmente desde la derecha política
tradicional del siglo XIX, lo hacían de una forma al menos ligeramente más moderada,
o no tan radical; como el moderantismo, el conservadurismo, el tradicionalismo, el
nacionalismo o el militarismo. La distinción entre totalitarismo y autoritarismo, a la
hora de definir regímenes concretos, sería no tanto una cuestión escencialista sino de
grado, tanto en la magnitud de sus propósitos (una revolucionaria transformación social
e incluso humana -"hombre nuevo"- en el caso del totalitarismo, propósitos
habitualmente conservadores o reaccionarios en el caso del autoritarismo) como la
forma de llevarlos a cabo, en el éxito de su implantación y en la capacidad de responder
a las circunstancias cambiantes con mayor o menor rigidez (más propia del totalitarismo
-en caso de conflicto con la realidad, opta por transformar la realidad a cualquier coste-)
o flexibilidad (más propia del autoritarismo -en caso de conflicto con la realidad, opta
por adaptarse a ella, aun a costa de apartarse de sus principios-) y su mayor o menor
prolongación en el tiempo.

Como intento de diferenciación, está muy extendida y debatida (al considerársela


orientada a la justificación del apoyo estadounidense a determinados regímenes
dictatoriales, particularmente al franquismo -a partir de los años cincuenta-) la propuesta
de Juan J. Linz de distinguir entre régimen autoritario y régimen totalitario, al admitir el
autoritarismo un pluralismo político limitado y no representativo, que evita el recurso a
la movilización de masas y otros rasgos propios del totalitarismo.9 Hasta cierto punto,
una distinción paralela es la que hace Hugh Trevor-Roper entre fascismo y fascismo
clerical. La existencia o no de un "autoritarismo de izquierdas" es también objeto de
debate.10Los regímenes autoritarios burocrático-militares son aquellos "gobernados por
una coalición de oficiales militares y tecnócratas que actúan pragmáticamente (más que
ideológicamente) dentro de los límites de su mentalidad burocrática. Mark J.
Gasiorowski sugiere que es mejor distinguir" militar simple regímenes autoritarios "de"
regímenes autoritarios burocráticos "en los que" un poderoso grupo de tecnócratas usa
el aparato estatal como Corea del Sur bajo Park Chung-hee .

Clase social
La clase social es una forma de estratificación social en la cual un grupo de individuos
comparten una característica común que los vincula social o económicamente, sea por
su función productiva o "social", poder adquisitivo o "económico" o por la posición
dentro de la burocracia en una organización destinada a tales fines. Estos vínculos
pueden generar o ser generados por intereses u objetivos que se consideren comunes y
que refuercen la solidaridad interpersonal. La formación de un sistema de clases
depende del hecho de que sus funciones sociales sean, independientemente de la
existencia de una vinculación orgánica, mutuamente dependientes a un marco social
mayor.

La sociedad de clases constituye una división jerárquica basada principalmente en las


diferencias de ingresos, riquezas y acceso a los recursos materiales. Aunque las clases
no son grupos cerrados y un individuo puede moverse de una clase a otra.1 Este sistema
está muy relacionado con el sistema productivo y es el típico sistema de estratificación
de las sociedades de Europa en los siglos XVII y XIX, hoy extendido a casi todo el
orbe, así como en gran medida de las sociedades mercantiles de la Antigüedad.2

Características generales

La adscripción a determinada clase de un individuo se determina básicamente por


criterios económicos, a diferencia de lo que sucede en otros tipos de estratificación
social, basados en castas y estamentos, donde el criterio básico de adscripción en
principio no es económico (aunque la adscripción a un determinado grupo pueda
conllevar secundariamente condicionantes económicos).

1. Generalmente, para el conjunto de individuos que configura una clase existen


unos intereses comunes, o una estrategia social maximizadora de su poder
político y bienestar social. En ciertos casos, un cierto número de individuos se
desentiende de los intereses de su clase social.
2. Las condiciones económicas que conllevan la adscripción a una u otra clase
generalmente están determinadas por el nacimiento y herencia familiar. Así en
la mayoría de las sociedades los hijos de las clases desfavorecidas a lo largo de
su vida seguirán formando parte de las clases desfavorecidas, y los hijos de las
clases más acomodadas tienen mayor probabilidad de ser parte durante el resto
de su vida de la clase acomodada.3

El conjunto de las clases sociales y sus relaciones, forman un sistema de clases que es
típico de las sociedades industriales modernas.

En este tipo de sociedad basada en el mercado, se reconoce una mayor movilidad social
que en otros sistemas de estratificación social. Es decir, todos los individuos tienen la
posibilidad de escalar o ascender en su posición social por su mérito u otro factor
valuado en el mercado. La consecuencia es la ruptura con las organizaciones
estamentarias donde cada persona está ubicada según la tradición en un estrato
específico, normalmente para toda la vida. Sin embargo, pese a estas posibilidades de
ascenso, el sistema de clases no cuestiona la desigualdad en sí misma e incluso tiende a
erosionar los lazos de responsabilidad (que eran jurídicos en las sociedades
estamentales) entre distintas posiciones sociales que se encuentran reducidas a ser
oficios y profesiones y por ende a la búsqueda del beneficio económico para la
subsistencia.

En países del tercer mundo muchas clases agrarias patricias incorporan residuos
estamentales o la emulan, develando un pasado ethos jerárquico, bien sea fruto de un
colonialismo tradicional absolutista que lo regimentara y posibilitara, como en América
Latina, o por el contrario un remanente de tradiciones sociales no eliminadas por una
colonización modernizadora de cuño capitalista, como en el caso hindú en el que se
conserva con ciertas limitaciones una sociedad de castas conviviendo con una economía
capitalista.

La clase social a la que pertenece un individuo determina sus oportunidades, y se define


por aspectos que no se limitan a la situación económica. También proveen al mismo de
ciertas pautas de comportamiento habituales: los gustos, el lenguaje y las opiniones.
Incluso las creencias éticas y religiosas suelen corresponderse con las de un estatus
social que deviene de una posición socio-económica compartida por similares hábitos
de consumo y cierta vida en común.

Un sistema de clases es por tanto, una jerarquización colectiva, donde el criterio de


pertenencia lo determina la relación del individuo con la actividad económica, y
principalmente, su lugar respecto de los medios de producción y dicha condición puede
estar estrechamente correlacionada con la herencia familiar.
Clase social según Karl Marx

Para Karl Marx las clases sociales pueden entenderse de dos formas, sea como: 1)
grupos de individuos que se definen por una misma categorización de sus formas de
relacionarse con los medios materiales de producción (particularmente la forma de
obtención de sus rentas), o 2) una conciencia de clase entendida como la creencia en una
comunidad de intereses entre un tipo específico de relaciones socioeconómicas. Esto se
desprende de la breve descripción que es frecuentemente citada del 18 Brumario de
Luis Bonaparte,4 en ausencia de una exposición dedicada del tópico en el resto de su
obra:

Los campesinos parcelarios forman una masa inmensa, cuyos individuos viven en
idéntica situación, pero sin que entre ellos existan muchas relaciones. Su modo de
producción los aísla a unos de otros, en vez de establecer relaciones mutuas entre ellos.
Este aislamiento es fomentado por los malos medios de comunicación de Francia y por
la pobreza de los campesinos. Su campo de producción, la parcela, no admite en su
cultivo división alguna del trabajo, ni aplicación alguna de la ciencia; no admite, por
tanto, multiplicidad de desarrollo, ni diversidad e talentos, ni riqueza de relaciones
sociales. Cada familia campesina se basta, sobre poco más o menos, a sí misma,
produce directamente ella misma la mayor parte de lo que consume y obtiene así sus
materiales de existencia más bien en intercambio con la naturaleza que en contacto con
la sociedad. La parcela, el campesino y su familia; y al lado, otra parcela, otro
campesino y otra familia. Unas cuantas unidades de éstas forman una aldea, y unas
cuantas aldeas, un departamento. Así se forma la gran masa de la nación francesa, por la
simple suma de unidades del mismo nombre, al modo como, por ejemplo, las patatas de
un saco forman un saco de patatas. En la medida en que millones de familias viven bajo
condiciones económicas de existencia que las distinguen por su modo de vivir, por sus
intereses y por su cultura de otras clases y las oponen a éstas de un modo hostil,
aquéllos forman una clase. Por cuanto existe entre los campesinos parcelarios una
articulación puramente local y la identidad de sus intereses no engendra entre ellos
ninguna comunidad, ninguna unión nacional y ninguna organización política, no forman
una clase. Son, por tanto, incapaces de hacer valer su interés de clase en su propio
nombre, ya sea por medio de un parlamento o por medio de una Convención. No
pueden representarse, sino que tienen que ser representados. Su representante tiene que
aparecer al mismo tiempo como su señor, como una autoridad por encima de ellos,
como un poder ilimitado de gobierno que los proteja de las demás clases y les envíe
desde lo alto la lluvia y el sol. Por consiguiente, la influencia política de los campesinos
parcelarios encuentra su última expresión en el hecho de que el poder ejecutivo somete
bajo su mando a la sociedad.5

La doctrina marxista intenta descubrir la objetividad de la existencia de las clases


(clasificaciones) socialmente relevantes a través de la formación de intereses subjetivos
yuxtapuestos y en contraposición a otros grupos de intereses comprendidos en forma
similar.6 Las clases sociales aparecen entonces como dualidades antagónicas en un
contexto histórico de conflicto cuyo eje central es el materialismo histórico. De ese
enfrentamiento mediado por la historia surge la lucha de clases que es la manifestación
misma del conflicto de los intereses materiales de los individuos en las relaciones
sociales basadas en la explotación, engendrando nuevas clases dominantes antes
mientras el desarrollo de las fuerzas productivas no sea suficiente para que la historia
finalice con una clase trabajadora subalterna capaz de reemplazar a las clases
dominantes existentes, y a la vez incapaz de transformarse en dominante de otra por
carecer de herramientas de producción propias (como sería el caso del proletariado
moderno), y así abolir toda forma de explotación. En el esquema marxiano, las clases
sociales estamentales de las sociedades precapitalistas podían encontrarse en conflicto
mutuo pero las clases dominadas poseían intereses en el mismo siendo que éstas eran a
su vez estamentos, con lo cual las transformaciones sociales exigían un ulterior
desarrollo provocado por nuevas clases dominantes:

En el estamento (y más todavía en la tribu) esto aparece aún velado; y así, por ejemplo,
un noble sigue siendo un noble y un plebeyo un plebeyo, independientemente de sus
otras relaciones, por ser aquélla una cualidad inseparable de su personalidad. La
diferencia del individuo personal con respecto al individuo de clase, el carácter fortuito
de las condiciones de vida para el individuo, sólo se manifiestan con la aparición de la
clase, que es, a su vez, un producto de la burguesía. La competencia y la lucha de unos
individuos con otros es la que engendra y desarrolla este carácter fortuito en cuanto tal.
Por eso en la imaginación, los individuos, bajo el poder de la burguesía, son más libres
que antes, porque sus condiciones de vida son, para ellos, algo puramente fortuito; pero,
en la realidad, son, naturalmente, menos libres, ya que se hallan más supeditados a un
poder material. La diferencia con el estamento se manifiesta, concretamente, en la
antítesis de burguesía y proletariado. Al aparecer el estamento de los vecinos de las
ciudades, las corporaciones, etc., frente a la nobleza rural, sus condiciones de existencia,
la propiedad mobiliaria y el trabajo artesanal, que existían ya de un modo latente antes
de su separación de la asociación feudal, aparecieron como algo positivo, que se hacían
valer frente a la propiedad inmueble feudal, y ésta era la razón de que volvieran a
revestir en su modo, primeramente, la forma feudal. Es cierto que los siervos de la gleba
fugitivos consideraban a su servidumbre anterior como algo fortuito en su personalidad.
Pero, con ello no hacían sino lo mismo que hace toda clase que se libera de una traba,
aparte de que ellos, al obrar de este modo, no se liberaban como clase, sino
aisladamente. Además, no se salían del marco del régimen de los estamentos, sino que
formaban un estamento nuevo y retenían en su nueva situación su modo de trabajo
anterior, y hasta lo desarrollaban, al liberarlo de trabas que ya no correspondían al
desarrollo que había alcanzado.7

Marx destacó que, a diferencia de todas las anteriores sociedades de la historia de


Occidente con múltiples grupos de clases antagónicas, en la moderna sociedad
capitalista el sujeto social pasa a ser el capital como proceso social, y el conflicto se
simplifica en la formación interna a la sociedad civil de dos grandes clases
caracterizadas cuya "distribución" depende de su rol económico: el proletariado y la
burguesía.8 Esta última, por su función social originaria, dispondría físicamente de los
medios de producción. Le sería propio a las clases burguesas el modo de producción
denominado capitalismo y su apoyo teórico, el liberalismo, comprendido como su
epifenómeno ideológico. El proletariado, como clase oprimida capaz de superar a la
burguesía, debería unirse contra ésta para romper con su explotación. Siendo su
negación dialéctica y sin haber generado dentro de sí nuevas clases opresoras u
oprimidas, se volvería el instrumento de la negación de la sociedad con clases. La
condición de su transformación en clase política sería la superación de sus diferencias
geográficas y culturales ("¡Proletarios de todos los países, uníos!" había sentenciado en
la última página del Manifiesto Comunista) y el descubrimiento de su conciencia de
clase para así superar la alienación.9
El marxismo, en tanto teoría y explicación causal de la realidad, ha llegado a
autointerpretarse como la adecuada ideología futura de la clase proletaria. Este enfoque
ha sido considerado una paradoja de autorreferencia por la cual la misma noción
marxiana de clase y de "ideología de clase" se vuelve la reificación de esta clase
particular, noción que es a su vez parte de la doctrina y cuyo criterio de verificación (el
éxito en el proceso histórico) es también parte de la misma.10 Otras corrientes marxistas
han entendido su pensamiento sociológico como un criterio objetivo y universal de
análisis de la realidad testeado por su carácter "progresista" para el proletariado, o bien
en términos políticos como funcional a un programa de acción de un partido
revolucionario que se presupone será beneficioso para esta clase.11

A pesar de la importancia del concepto de clase para el movimiento político marxista,


muchos autores destacan como sorprendente que el propio Marx nunca diera una
definición precisa de clase en ninguno de sus escritos, a pesar de describir muchas de
sus características.12 Éstos, a partir de ciertas menciones en parágrafos clave, creen
posible deducir, en forma alternativa al marxismo clásico, la noción que el autor habría
tenido en mente: entre otras, que la posición social de un individuo no estaría
simplemente determinada por el tipo de fuente de ingreso y por tanto las clases sociales
serían más bien entidades de tipo social y no meramente económicas. Se recalca
también el hecho de que éste haya distinguido claramente, a la manera hegeliana, entre
clase social objetiva (Klasse an sich 'clase en sí') y clase social subjetiva (Klasse für
sich 'clase para sí'), y que, aunque su análisis primigenio era dicotómico, sus escritos
posteriores consideran el desarrollo de estratos intermedios no explicables dentro de una
relación binaria opresor-oprimido. Citan la abrupta interrupción del manuscrito del
tercer volumen de El Capital, en el momento en que está respondiendo a la pregunta
ontológica «¿qué constituye una clase?»; en el mismo la clase no aparece como
rígidamente ligada al origen del ingreso o la posición en la división del trabajo:

La próxima pregunta a responder es ésta: ¿qué forma una clase?, y por ciento que esto
se desprende de suyo de la respuesta a la otra pregunta: ¿qué hace que trabajadores
asalariados, capitalistas y terratenientes formen las tres grandes clases sociales?

A primera vista, la identidad de los réditos y de las fuentes de rédito. Son tres grandes
grupos sociales, cuyos componentes, los individuos que las forman, viven
respectivamente de salario, ganancia y renta de la tierra, de la valorización de su fuerza
de trabajo, su capital y su propiedad de la tierra. Pero desde este punto de vista médicos
y funcionarios, por ejemplo, también formarían dos clases, pues pertenecen a dos
grupos sociales diferentes, en los cuales los réditos de los miembros de cada uno de
ambos fluyen de la misma fuente. Lo mismo valdría para la infinita fragmentación de
los intereses y posiciones en que la división del trabajo social desdobla a los obreros
como a los capitalistas y terratenientes; a los últimos, por ejemplo, en viticultores,
agricultores, dueños de bosques, poseedores de minas y poseedores de pesquerías.

[Aquí se interrumpe el manuscrito.]13

Karl Marx ha utilizado muchas categorizaciones variables para clasificar las relaciones
de producción por la fuente de ingreso, pero esto presupone que las condiciones que las
determinan como clases preexisten a su unidad política y a que puedan mancomunarse
en conflictos de intereses subjetivamente considerados. Con lo cual no es el conflicto el
que genera o da origen a la distinción de clase en la que basan su unidad, sino que es el
que "descubre" aquellas categorías de relaciones de producción que son significativas
para delimitar las contraposiciones de intereses solidarios entre sí. De esta forma, el
conflicto espontáneo no determina pero revela la extensión mínima que subdivide a las
diferentes clases sociales en posible relación de explotación:14

De una parte, los diferentes individuos sólo forman una clase en cuanto se ven
obligados a sostener una lucha común contra otra clase, pues de otro modo ellos mismos
se enfrentan los unos con los otros, hostilmente, en el plano de la competencia. Y, de
otra parte, la clase se sustantiva, a su vez, frente a los individuos que la forman, de tal
modo que éstos se encuentran ya con sus condiciones de vida predestinadas; se
encuentran con que la clase les asigna su posición en la vida y, con ello, la trayectoria
de su desarrollo personal; se ven absorbidos por ella.15

Clase social según Max Weber

Max Weber contribuyó a atender la complejización social de occidente en el siglo XX


(aparición de capas medias, burocracia, etc) y comprender desde una lógica de la acción
social y la racionalidad. Es un error ver a Weber como a Marx (como la sociología
funcionalista lo hizo creer desde Talcott Parsons) aún siendo éste liberal y cercano al
mundo religioso. La distancia puesta por éste se desarrolló como respuesta al enfoque
más reduccionista del marco metodológico hegeliano de Marx (primacía del factor
material económico-tecnológico para explicar el capitalismo y otras formas
socioeconómicas como necesidades históricas evolutivas) algo que Weber trata de
refutar a través de su tesis sobre la ética protestante y la cuestión de un marco cultural
imposible de explicar superestructuralmente, y principalmente mediante su idea de la
comprensión (verstehen) de la acción social. Su marco conceptual debe rastrearse en las
cosmovisiones nietzscheana21 y freudiana,22 desde donde Weber concilia el
individualismo metodológico no atomista con el estudio holista de las estructuras
sociales y culturales:23

La sociología interpretativa o comprensiva considera al individuo y su acción como su unidad


básica. Como su átomo, si puedo permitirme emplear excepcionalmente esta discutible
comparación (...) en consecuencia la teoría de la sociología consiste en reducir estos conceptos
a «acciones comprensibles», es decir, sin excepción, aplicables a las acciones de hombres
individuales participantes.

Con su obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo presentaría la tesis


pluricausal según la cual si bien puede existir una evolución propia para la sociedad
(Comte), el pensamiento (Hegel) y la tecnología (Marx), ninguna es infraestructura
determinante para la otra, así como también cada una de estas puede describir en el
camino de su desarrollo trayectos diferentes tanto por sí misma como por influencia de
las otras. Weber descubrió cómo la actitud de austeridad y negación del ocio (negocio)
en función del lucro del capital que sistematizara Benjamin Franklin se generalizó sólo
como derivado del ascetismo intramundano propio de las principales variantes de la
ética calvinista, y cómo ésta fue condición necesaria (aunque no suficiente) de
existencia de la modernidad burguesa en Occidente:
El hecho que exige explicación histórica es este: en el centro más altamente capitalista de su
época, la Florencia de los siglos XIV y XV, mercado de dinero y capital de todos los grandes
poderes políticos, esta actitud era considerada éticamente injustificable o, cuanto más,
tolerable; mientras que en el siglo XVIII, en las lejanas poblaciones pequeñoburguesas de
Pensilvania, donde los negocios amenazaban reducirse al trueque por mera falta de dinero,
donde apenas había signos de una gran empresa, donde solo se esbozaban los comienzos de
un régimen bancario, se veía en ella la esencia de la conducta moral, impuesta incluso en
nombre del deber. Hablar aquí de un reflejo de las condiciones materiales en la
superestructura ideal sería flagrante tontería. ¿Qué constelación de ideas explicaría el tipo de
actividad dirigida en apariencia hacia el puro lucro, como una vocación por la cual el individuo
se sintiera éticamente obligado? Pues ésta fue la idea que dio justificación y fundamento ético
a la modalidad del nuevo empresario.24

Respecto a la teoría de la acción social, el individualismo metodológico weberiano


contrasta con el colectivismo metodológico de la visión marxista de la sociedad, que
parte de suma dialéctica de "relaciones" socioeconómicas similares que conforman
dualidades de clases contrapuestas y que luego conforman la vida individual donde se
expresan realmente,25 así como se opone al colectivismo metodológico y a la vez
ontológico durkheimiano, en el cual la sociedad en cuanto organización tiene existencia
autónoma como una totalidad orgánica social-moral en proceso interno de
transformación, o bien sus partes (clases u otras) pueden conocer en bloque y actuar
conscientemente según un interés colectivo y/o social sin la participación comunitaria
en dicho interés de sus miembros individuales:

Por lo tanto, toda clase puede ser la protagonista de cualquier posible "acción de clase" en
innumerables formas, pero no de modo necesario, ni tampoco constituye ninguna comunidad,
y se da lugar a graves equívocos cuando, desde el punto de vista conceptual, es equiparada a
las comunidades. Y la circunstancia de que los hombres pertenecientes a la misma clase
reaccionen habitualmente frente a situaciones tan evidentes como son las económicas
mediante una acción de masas según los intereses más adecuados a su término medio –un
hecho tan importante como elemental para la comprensión de los fenómenos históricos–, es
algo que no justifica en modo alguno el empleo seudocientífico de los conceptos de "clase" y
de "interés de clase" tan usual en nuestros días y que ha encontrado su expresión clásica en la
siguiente afirmación de un talentoso escritor: 26 el individuo puede equivocarse en lo que
respecta a sus intereses, pero la "clase" es "infalible" en lo que toca a los suyos. 27

Weber distingue entre clases sociales, grupos de estatus y partidos políticos, estratos
distintos que corresponden respectivamente a los órdenes económico, social y político.

 Las clases sociales se definen por la relación económicamente determinable entre sus
miembros y el mercado. Estas son sólo una de las formas de la estratificación social,
atendiendo a las condiciones de vida material, y no constituyen un grupo consciente
de su propia unidad más allá de ciertas condiciones sin necesaria comunidad de
intereses.
 Los grupos de estatus se distinguen por su modo de consumo y por sus prácticas
sociales diferenciadas que dependen a la vez de elementos objetivos (los que después
Pierre Bourdieu llamaría capital social) y de otros puramente subjetivos como la
reputación (el honor, el prestigio, etc.)
 Los partidos políticos pueden acceder al poder estatal y alterar con mandatos
concretos las reglas abstractas de la sociedad, utilizando su influencia para obtener
beneficios ideales o materiales para sus miembros, los cuales unifican en forma
institucional intereses y estatus sociales comunes preexistentes al Estado o generados
desde él.

El contexto histórico presenta la llegada de una clase media ya fortalecida tras la


experiencia del fordismo y que se sumaría como un actor de peso entre el proletariado y
la burguesía, aunque con la salvedad de ser un estado de tránsito permanente. La
complejización de este proceso, traspasó su carga teórica a la sociología contemporánea
(desde mediados de los años setenta) la que se hizo cargo de este problema en un
contexto de crisis de la sociedad moderna-industrial tal como se había conocido
históricamente.

La visión weberiana de la lucha de clases

A diferencia del enfoque basado en la mera relación entre propiedad y forma de ingreso,
el pensamiento sociológico weberiano resalta el poder de disposición sobre bienes y
servicios, así como en los modos en que esa disposición se aplica a la obtención de
rentas e ingresos, por lo cual utiliza la posición económica en el intercambio combinada
con la posición social en la producción,28 completando así la demarcación de clase que
Marx no había podido terminar apelando sólo al último criterio.29

Dentro de la definición de clase social en sentido amplio, Weber distingue entre


diferentes criterios de clasificación por los cuales existen múltiples tipos de clases que
se yuxtaponen entre sí en un mismo individuo:

 clases "propietarias" (se definen por la probabilidad de proveerse de bienes, obtener


una posición externa a su fuente de ingresos y un destino personal)
 clases "lucrativas" (demarcadas por el valor que adquieren en el mercado los bienes y
servicios que proveen)
 clases "sociales" en sentido estricto (reúnen los rasgos anteriores pero por su
ocurrencia típica a lo largo de las generaciones es la más parecida a un "estamento")

Como se advierte, la clasificación reserva el calificativo de “social” para aquellos grupos que
ocupan un lugar en la escala que no varía con el tiempo o cuyas alteraciones son mínimas. Ello
supone que la propiedad es de por sí mudable pues su conservación no está asegurada para
siempre. A su vez, se puede formar parte de la clase lucrativa, pero a condición de que los
bienes y servicios mantengan su valor en el mercado; de lo contrario, la pertenencia a ese
colectivo se suspende. Sin embargo, el proletariado (especialmente el de la industria
mecanizada), la pequeña burguesía y la intelligentsia sin propiedad, constituyen clases sociales
en el sentido específico del término, dado que sus intereses tienden a homogeneizarse. No
obstante, de ello no deriva la lucha de clases: a juicio de Weber, la historia demuestra que
quienes poseen propiedad pueden muy bien aliarse con los sectores menos privilegiados. La
contradicción de clases tiende a efectivizarse cuando la propiedad se enfrenta al
desclasamiento, cuando las acreencias se oponen a las deudas, situaciones que pueden
conducir a verdaderas luchas revolucionarias.

Sin embargo estos conflictos y pugnas, por su misma naturaleza, no reflejan una
contrariedad cualitativa e intrínseca entre clases sociales que, como en el marxismo, las
deba definir por "contraposición"; por tanto no necesitan resolverse mediante la
transformación del sistema económico o del orden social, sino mediante cambios en el
acceso a un tipo de propiedad o a una diferente distribución de la misma:

La distinción entre clases propietarias y lucrativas se basa en la fusión de dos criterios: el tipo
de propiedad que se emplea como medio de pago, y la clase de servicios que pueden ofrecerse
en el mercado. Su utilización conjunta bosqueja una concepción pluralista de las clases en la
cual la propiedad que rinde beneficios en el mercado es altamente variable, además de
producir y reproducir numerosos y diversos intereses dentro de la clase dominante. Otro tanto
sucede con los carentes de propiedad, porque las calificaciones negociables que poseen
pueden muy bien dar lugar a intereses contrapuestos. 30

El énfasis en las categorías de la sociología clásica

Respecto a la cuestión del poder, Weber implica en gran parte un acercamiento mayor a
Tocqueville que a Marx (salvo en sus estudios sobre el bonapartismo), ya que resalta
que el poder, no importa si se somete a alguien más, siempre reside en última instancia
en los grupos políticos.31 La diferenciación entre tipos de grupos sociales relevantes
incluye a fenómenos no necesariamente incluidos en el poder político y remite al
posterior intento de Ferdinand Tönnies de regresar a distinciones más realistas y clásicas
entre "clase" (en la cual la pertenencia se descubre a posteriori en una situación de tipo
económica) y "estamento" (en el cual la pertenencia es condición a priori,
independiente del rol económico, sobre la base de una categoría cultural de la
comunidad que la acepta); por esto las primeras son un fenómeno societario y mercantil
propio de la modernidad, y las últimas un fenómeno comunitario tradicional y
religioso.32 Como fenómeno social, los estamentos tuvieron mayor relevancia que las
clases sociales en el comunitario Occidente medieval, en gran parte gracias a sus
hibridados criterios de pertenencia familiar: los hereditarios feudales y de auto-elección
clericales. Los estamentos son a su vez distinguidos de las "castas",33 fenómeno propio
de ciertos países de oriente, como el caso hindú, cuyas etnias endogámicas se vuelven
formaciones sociales superpuestas pero que, sin embargo, casi no tienen abierta relación
entre sí ni con el resto de la sociedad, cuya unidad se preserva mediante sistemas
económicos asiáticos, pseudo-feudales, y centralizados,34 un fenómeno que Marx había
objetivado como "modo de producción asiático". La distinción entre clase, casta y
estamento es, por tanto, clave en Weber:

Aun cuando en determinadas situaciones Weber utiliza el modelo dicotómico, su análisis


procede mediante la diferenciación entre clases, estamentos y partidos, recurso que utiliza
para destacar el proceso de división del poder en la comunidad. La distribución a la que alude
considera no sólo el poder económico sino también el que ambiciona prestigio y honor social y
el que lucha por la obtención de poder político. En virtud de los intereses de mercado, la clase
existe objetivamente aunque los individuos no sean conscientes de ello: es una “clase en sí”
que no funda directa e inmediatamente lazos ni conciencia. Los estamentos, en cambio,
agrupan a las personas en términos de la posesión –o de la pretensión de poseerlos– de
privilegios positivos o negativos en la consideración social. La tenencia de dinero o la condición
de empresario no constituyen calificaciones estamentales, pese a que pueden provocarlas.
Inversamente, su carencia tampoco es una descalificación estamental, pese a que puede
producirla. En síntesis, la sociedad estamental se rige por convenciones ligadas al estilo de vida
y al consumo, mientras la sociedad clasista florece sobre la economía de mercado.

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