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Existen autores que proponen distinguir entre el racismo en sentido amplio del racismo
en sentido restringido. En el primer caso, se trataría de una actitud etnocéntrica o
«sociocéntrica» que separa el grupo propio del ajeno, y que considera que ambos están
constituidos por esencias hereditarias e inmutables que hacen de los otros, de los ajenos,
seres inadmisibles y amenazadores. Esta concepción de los demás conduciría a su
segregación, discriminación, expulsión o exterminio y podría apoyarse en ideas
científicas, religiosas o en meras leyendas o sentimientos tradicionales. Afirma también
la superioridad intelectual y moral de unas razas sobre otras, superioridad que se
mantiene con la pureza racial y se arruina con el mestizaje. Este tipo de racismo, cuyo
modelo es el nazi y el racismo occidental en general, conduce a defender el derecho
natural de las razas «superiores» a imponerse sobre las «inferiores».6 El racismo en
sentido restringido es una doctrina de apariencia científica que afirma la determinación
biológica hereditaria de las capacidades intelectuales y morales del individuo, y la
división de los grupos humanos en razas, diferenciadas por caracteres físicos asociados
a los intelectuales y morales, hereditarios e inmutables.
Autoritarismo y totalitarismo
Clase social
La clase social es una forma de estratificación social en la cual un grupo de individuos
comparten una característica común que los vincula social o económicamente, sea por
su función productiva o "social", poder adquisitivo o "económico" o por la posición
dentro de la burocracia en una organización destinada a tales fines. Estos vínculos
pueden generar o ser generados por intereses u objetivos que se consideren comunes y
que refuercen la solidaridad interpersonal. La formación de un sistema de clases
depende del hecho de que sus funciones sociales sean, independientemente de la
existencia de una vinculación orgánica, mutuamente dependientes a un marco social
mayor.
Características generales
El conjunto de las clases sociales y sus relaciones, forman un sistema de clases que es
típico de las sociedades industriales modernas.
En este tipo de sociedad basada en el mercado, se reconoce una mayor movilidad social
que en otros sistemas de estratificación social. Es decir, todos los individuos tienen la
posibilidad de escalar o ascender en su posición social por su mérito u otro factor
valuado en el mercado. La consecuencia es la ruptura con las organizaciones
estamentarias donde cada persona está ubicada según la tradición en un estrato
específico, normalmente para toda la vida. Sin embargo, pese a estas posibilidades de
ascenso, el sistema de clases no cuestiona la desigualdad en sí misma e incluso tiende a
erosionar los lazos de responsabilidad (que eran jurídicos en las sociedades
estamentales) entre distintas posiciones sociales que se encuentran reducidas a ser
oficios y profesiones y por ende a la búsqueda del beneficio económico para la
subsistencia.
En países del tercer mundo muchas clases agrarias patricias incorporan residuos
estamentales o la emulan, develando un pasado ethos jerárquico, bien sea fruto de un
colonialismo tradicional absolutista que lo regimentara y posibilitara, como en América
Latina, o por el contrario un remanente de tradiciones sociales no eliminadas por una
colonización modernizadora de cuño capitalista, como en el caso hindú en el que se
conserva con ciertas limitaciones una sociedad de castas conviviendo con una economía
capitalista.
Para Karl Marx las clases sociales pueden entenderse de dos formas, sea como: 1)
grupos de individuos que se definen por una misma categorización de sus formas de
relacionarse con los medios materiales de producción (particularmente la forma de
obtención de sus rentas), o 2) una conciencia de clase entendida como la creencia en una
comunidad de intereses entre un tipo específico de relaciones socioeconómicas. Esto se
desprende de la breve descripción que es frecuentemente citada del 18 Brumario de
Luis Bonaparte,4 en ausencia de una exposición dedicada del tópico en el resto de su
obra:
Los campesinos parcelarios forman una masa inmensa, cuyos individuos viven en
idéntica situación, pero sin que entre ellos existan muchas relaciones. Su modo de
producción los aísla a unos de otros, en vez de establecer relaciones mutuas entre ellos.
Este aislamiento es fomentado por los malos medios de comunicación de Francia y por
la pobreza de los campesinos. Su campo de producción, la parcela, no admite en su
cultivo división alguna del trabajo, ni aplicación alguna de la ciencia; no admite, por
tanto, multiplicidad de desarrollo, ni diversidad e talentos, ni riqueza de relaciones
sociales. Cada familia campesina se basta, sobre poco más o menos, a sí misma,
produce directamente ella misma la mayor parte de lo que consume y obtiene así sus
materiales de existencia más bien en intercambio con la naturaleza que en contacto con
la sociedad. La parcela, el campesino y su familia; y al lado, otra parcela, otro
campesino y otra familia. Unas cuantas unidades de éstas forman una aldea, y unas
cuantas aldeas, un departamento. Así se forma la gran masa de la nación francesa, por la
simple suma de unidades del mismo nombre, al modo como, por ejemplo, las patatas de
un saco forman un saco de patatas. En la medida en que millones de familias viven bajo
condiciones económicas de existencia que las distinguen por su modo de vivir, por sus
intereses y por su cultura de otras clases y las oponen a éstas de un modo hostil,
aquéllos forman una clase. Por cuanto existe entre los campesinos parcelarios una
articulación puramente local y la identidad de sus intereses no engendra entre ellos
ninguna comunidad, ninguna unión nacional y ninguna organización política, no forman
una clase. Son, por tanto, incapaces de hacer valer su interés de clase en su propio
nombre, ya sea por medio de un parlamento o por medio de una Convención. No
pueden representarse, sino que tienen que ser representados. Su representante tiene que
aparecer al mismo tiempo como su señor, como una autoridad por encima de ellos,
como un poder ilimitado de gobierno que los proteja de las demás clases y les envíe
desde lo alto la lluvia y el sol. Por consiguiente, la influencia política de los campesinos
parcelarios encuentra su última expresión en el hecho de que el poder ejecutivo somete
bajo su mando a la sociedad.5
En el estamento (y más todavía en la tribu) esto aparece aún velado; y así, por ejemplo,
un noble sigue siendo un noble y un plebeyo un plebeyo, independientemente de sus
otras relaciones, por ser aquélla una cualidad inseparable de su personalidad. La
diferencia del individuo personal con respecto al individuo de clase, el carácter fortuito
de las condiciones de vida para el individuo, sólo se manifiestan con la aparición de la
clase, que es, a su vez, un producto de la burguesía. La competencia y la lucha de unos
individuos con otros es la que engendra y desarrolla este carácter fortuito en cuanto tal.
Por eso en la imaginación, los individuos, bajo el poder de la burguesía, son más libres
que antes, porque sus condiciones de vida son, para ellos, algo puramente fortuito; pero,
en la realidad, son, naturalmente, menos libres, ya que se hallan más supeditados a un
poder material. La diferencia con el estamento se manifiesta, concretamente, en la
antítesis de burguesía y proletariado. Al aparecer el estamento de los vecinos de las
ciudades, las corporaciones, etc., frente a la nobleza rural, sus condiciones de existencia,
la propiedad mobiliaria y el trabajo artesanal, que existían ya de un modo latente antes
de su separación de la asociación feudal, aparecieron como algo positivo, que se hacían
valer frente a la propiedad inmueble feudal, y ésta era la razón de que volvieran a
revestir en su modo, primeramente, la forma feudal. Es cierto que los siervos de la gleba
fugitivos consideraban a su servidumbre anterior como algo fortuito en su personalidad.
Pero, con ello no hacían sino lo mismo que hace toda clase que se libera de una traba,
aparte de que ellos, al obrar de este modo, no se liberaban como clase, sino
aisladamente. Además, no se salían del marco del régimen de los estamentos, sino que
formaban un estamento nuevo y retenían en su nueva situación su modo de trabajo
anterior, y hasta lo desarrollaban, al liberarlo de trabas que ya no correspondían al
desarrollo que había alcanzado.7
La próxima pregunta a responder es ésta: ¿qué forma una clase?, y por ciento que esto
se desprende de suyo de la respuesta a la otra pregunta: ¿qué hace que trabajadores
asalariados, capitalistas y terratenientes formen las tres grandes clases sociales?
A primera vista, la identidad de los réditos y de las fuentes de rédito. Son tres grandes
grupos sociales, cuyos componentes, los individuos que las forman, viven
respectivamente de salario, ganancia y renta de la tierra, de la valorización de su fuerza
de trabajo, su capital y su propiedad de la tierra. Pero desde este punto de vista médicos
y funcionarios, por ejemplo, también formarían dos clases, pues pertenecen a dos
grupos sociales diferentes, en los cuales los réditos de los miembros de cada uno de
ambos fluyen de la misma fuente. Lo mismo valdría para la infinita fragmentación de
los intereses y posiciones en que la división del trabajo social desdobla a los obreros
como a los capitalistas y terratenientes; a los últimos, por ejemplo, en viticultores,
agricultores, dueños de bosques, poseedores de minas y poseedores de pesquerías.
Karl Marx ha utilizado muchas categorizaciones variables para clasificar las relaciones
de producción por la fuente de ingreso, pero esto presupone que las condiciones que las
determinan como clases preexisten a su unidad política y a que puedan mancomunarse
en conflictos de intereses subjetivamente considerados. Con lo cual no es el conflicto el
que genera o da origen a la distinción de clase en la que basan su unidad, sino que es el
que "descubre" aquellas categorías de relaciones de producción que son significativas
para delimitar las contraposiciones de intereses solidarios entre sí. De esta forma, el
conflicto espontáneo no determina pero revela la extensión mínima que subdivide a las
diferentes clases sociales en posible relación de explotación:14
De una parte, los diferentes individuos sólo forman una clase en cuanto se ven
obligados a sostener una lucha común contra otra clase, pues de otro modo ellos mismos
se enfrentan los unos con los otros, hostilmente, en el plano de la competencia. Y, de
otra parte, la clase se sustantiva, a su vez, frente a los individuos que la forman, de tal
modo que éstos se encuentran ya con sus condiciones de vida predestinadas; se
encuentran con que la clase les asigna su posición en la vida y, con ello, la trayectoria
de su desarrollo personal; se ven absorbidos por ella.15
Por lo tanto, toda clase puede ser la protagonista de cualquier posible "acción de clase" en
innumerables formas, pero no de modo necesario, ni tampoco constituye ninguna comunidad,
y se da lugar a graves equívocos cuando, desde el punto de vista conceptual, es equiparada a
las comunidades. Y la circunstancia de que los hombres pertenecientes a la misma clase
reaccionen habitualmente frente a situaciones tan evidentes como son las económicas
mediante una acción de masas según los intereses más adecuados a su término medio –un
hecho tan importante como elemental para la comprensión de los fenómenos históricos–, es
algo que no justifica en modo alguno el empleo seudocientífico de los conceptos de "clase" y
de "interés de clase" tan usual en nuestros días y que ha encontrado su expresión clásica en la
siguiente afirmación de un talentoso escritor: 26 el individuo puede equivocarse en lo que
respecta a sus intereses, pero la "clase" es "infalible" en lo que toca a los suyos. 27
Weber distingue entre clases sociales, grupos de estatus y partidos políticos, estratos
distintos que corresponden respectivamente a los órdenes económico, social y político.
Las clases sociales se definen por la relación económicamente determinable entre sus
miembros y el mercado. Estas son sólo una de las formas de la estratificación social,
atendiendo a las condiciones de vida material, y no constituyen un grupo consciente
de su propia unidad más allá de ciertas condiciones sin necesaria comunidad de
intereses.
Los grupos de estatus se distinguen por su modo de consumo y por sus prácticas
sociales diferenciadas que dependen a la vez de elementos objetivos (los que después
Pierre Bourdieu llamaría capital social) y de otros puramente subjetivos como la
reputación (el honor, el prestigio, etc.)
Los partidos políticos pueden acceder al poder estatal y alterar con mandatos
concretos las reglas abstractas de la sociedad, utilizando su influencia para obtener
beneficios ideales o materiales para sus miembros, los cuales unifican en forma
institucional intereses y estatus sociales comunes preexistentes al Estado o generados
desde él.
A diferencia del enfoque basado en la mera relación entre propiedad y forma de ingreso,
el pensamiento sociológico weberiano resalta el poder de disposición sobre bienes y
servicios, así como en los modos en que esa disposición se aplica a la obtención de
rentas e ingresos, por lo cual utiliza la posición económica en el intercambio combinada
con la posición social en la producción,28 completando así la demarcación de clase que
Marx no había podido terminar apelando sólo al último criterio.29
Como se advierte, la clasificación reserva el calificativo de “social” para aquellos grupos que
ocupan un lugar en la escala que no varía con el tiempo o cuyas alteraciones son mínimas. Ello
supone que la propiedad es de por sí mudable pues su conservación no está asegurada para
siempre. A su vez, se puede formar parte de la clase lucrativa, pero a condición de que los
bienes y servicios mantengan su valor en el mercado; de lo contrario, la pertenencia a ese
colectivo se suspende. Sin embargo, el proletariado (especialmente el de la industria
mecanizada), la pequeña burguesía y la intelligentsia sin propiedad, constituyen clases sociales
en el sentido específico del término, dado que sus intereses tienden a homogeneizarse. No
obstante, de ello no deriva la lucha de clases: a juicio de Weber, la historia demuestra que
quienes poseen propiedad pueden muy bien aliarse con los sectores menos privilegiados. La
contradicción de clases tiende a efectivizarse cuando la propiedad se enfrenta al
desclasamiento, cuando las acreencias se oponen a las deudas, situaciones que pueden
conducir a verdaderas luchas revolucionarias.
Sin embargo estos conflictos y pugnas, por su misma naturaleza, no reflejan una
contrariedad cualitativa e intrínseca entre clases sociales que, como en el marxismo, las
deba definir por "contraposición"; por tanto no necesitan resolverse mediante la
transformación del sistema económico o del orden social, sino mediante cambios en el
acceso a un tipo de propiedad o a una diferente distribución de la misma:
La distinción entre clases propietarias y lucrativas se basa en la fusión de dos criterios: el tipo
de propiedad que se emplea como medio de pago, y la clase de servicios que pueden ofrecerse
en el mercado. Su utilización conjunta bosqueja una concepción pluralista de las clases en la
cual la propiedad que rinde beneficios en el mercado es altamente variable, además de
producir y reproducir numerosos y diversos intereses dentro de la clase dominante. Otro tanto
sucede con los carentes de propiedad, porque las calificaciones negociables que poseen
pueden muy bien dar lugar a intereses contrapuestos. 30
Respecto a la cuestión del poder, Weber implica en gran parte un acercamiento mayor a
Tocqueville que a Marx (salvo en sus estudios sobre el bonapartismo), ya que resalta
que el poder, no importa si se somete a alguien más, siempre reside en última instancia
en los grupos políticos.31 La diferenciación entre tipos de grupos sociales relevantes
incluye a fenómenos no necesariamente incluidos en el poder político y remite al
posterior intento de Ferdinand Tönnies de regresar a distinciones más realistas y clásicas
entre "clase" (en la cual la pertenencia se descubre a posteriori en una situación de tipo
económica) y "estamento" (en el cual la pertenencia es condición a priori,
independiente del rol económico, sobre la base de una categoría cultural de la
comunidad que la acepta); por esto las primeras son un fenómeno societario y mercantil
propio de la modernidad, y las últimas un fenómeno comunitario tradicional y
religioso.32 Como fenómeno social, los estamentos tuvieron mayor relevancia que las
clases sociales en el comunitario Occidente medieval, en gran parte gracias a sus
hibridados criterios de pertenencia familiar: los hereditarios feudales y de auto-elección
clericales. Los estamentos son a su vez distinguidos de las "castas",33 fenómeno propio
de ciertos países de oriente, como el caso hindú, cuyas etnias endogámicas se vuelven
formaciones sociales superpuestas pero que, sin embargo, casi no tienen abierta relación
entre sí ni con el resto de la sociedad, cuya unidad se preserva mediante sistemas
económicos asiáticos, pseudo-feudales, y centralizados,34 un fenómeno que Marx había
objetivado como "modo de producción asiático". La distinción entre clase, casta y
estamento es, por tanto, clave en Weber: