Está en la página 1de 6

Indice

La mujer intratable...............................................2
Los lobos reconciliandose con los perros. .3
El leon y el asno presuntuoso..........................4
La gaviota, el espino y el murciélago............5
La comadreja y los ratones...............................6
La mujer intratable
Tenía un hombre una esposa siempre
malhumorada con todas las gentes de su casa.
Queriendo saber si sería de  igual humor con los
criados de su padre, la envió a casa de éste con un
pretexto cualquiera.
De regreso después de unos días, le preguntó el
marido có mo la habían tratado los criados en casa
de su padre, y ella respondió :
-Los pastores y los boyeros só lo me miraban de
reojo.
-Pues si tan mal te miraban, los que salen con los
rebañ os al despuntar el día y no vuelven hasta el
empezar la noche, ¿có mo te mirarían todos aquellos
con quienes pasabas el día entero?
Pequeñ os signos nos señ alan grandes cosas, y
débiles luces nos muestran secretos ocultos.
Los lobos reconciliandose con los
perros
Llamaron los lobos a los perros y les dijeron:
-- Oigan, siendo ustedes y nosotros tan semejantes,
¿ por qué no nos entendemos como hermanos, en
vez de pelearnos ? Lo ú nico que tenemos diferente
es có mo vivimos. Nosotros somos libres; en cambio
ustedes  sumisos y sometidos en todo a los
hombres: aguantan sus golpes, soportan los
collares y les guardan los rebañ os. Cuando sus
amos comen, a ustedes só lo les dejan los huesos.
Les proponemos lo siguiente: dennos los rebañ os y
los pondremos en comú n para hartarnos.
Creyeron los perros las palabras de los lobos 
traicionando a sus amos,  y  los lobos, ingresando
en los corrales, lo primero  que hicieron fue matar a
los perros.

Nunca des la espalda o traiciones a quien


verdaderamente te brinda ayuda y confía en tí.
El leon y el asno presuntuoso
De nuevo se hicieron amigos el ingenuo asno y el
leó n para salir de caza. Llegaron a una cueva donde
se refugiaban unas cabras monteses, y el leó n se
quedó a guardar la salida, mientras el asno
ingresaba a la cueva coceando y rebuznando, para
hacer salir a las cabras.
Una vez terminada la acció n, salió el asno de la
cueva y le preguntó si no le había parecido
excelente su actuació n al haber luchado con tanta
bravura para expulsar a las cabras.
-- ¡ Oh sí, soberbia -- repuso el leó n, que hasta yo
mismo me hubiera asustado si no supiera de quien
se trataba !

Si te alabas a tí mismo, será s simplemente objeto de


la burla, sobre todo de los que mejor te conocen.
La gaviota, el espino y el
murciélago
Se asociaron una gaviota, un murciélago y un
espino para dedicarse juntos al comercio. El
murciélago buscó dinero, el espino unas telas, y la
gaviota, una cantidad de cobre. Hecho lo cual
aparejaron un barco. Pero surgió una tremenda
borrasca hundiéndose la barca y perdiéndose la
carga; só lo salvaron sus vidas.
Por eso desde entonces la gaviota revolotea
siempre al acecho en las orillas para ver si el mar
arroja en alguna playa su cobre; el murciélago,
huyendo de sus acreedores, só lo sale de noche para
alimentarse; y el espino, en fin, apresa la ropa de
los viajeros tratando de reconocer sus telas.

Siempre volvemos a lo que es de nuestro verdadero


interés.
La comadreja y los ratones
Una comadreja, inactiva por su edad y sus
enfermedades, no era capaz de agarrar a ratones
como antes lo hacía.
Por lo que se hizo rodar en harina simulando ser
alimento y fue a posar en una esquina oscura. Un
rató n, suponiendo que era comida, saltó sobre ella,
y fue agarrado al instante y devorado.
Otro cayó de una manera similar, y luego un
tercero, y todavía otros después de ellos.
Un rató n mayor muy experimentado, que había
evitado muchas trampas y ratoneras, observó
desde una distancia segura la trampa de su
enemiga mañ osa y dijo,
--¡Ah! ¡Tú incapaz que yaces allí, aunque estés llena
de harina, siempre te reconoceré!
Y desde entonces ella no pudo volver a cazar má s
ratones.

La vejez y la experiencia son las mayores fuentes de


sabiduría.

También podría gustarte