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ACTIVIDAD MODULO 1. CURSO ÉTICA.

1. Los derechos colectivos son los también llamados derechos de los pueblos,
colectivos o solidarios, que comenzaron a gestarse a partir de la segunda
guerra mundial, o sea en la segunda mitad del siglo XX. El sujeto protegido ya
no es el individuo en sí mismo, como en los de primera generación, o por su rol
social, como en los de segunda generación, sino por integrar un pueblo, una
nación, o ser parte de toda la humanidad. Se toma en cuenta a las personas,
como integrantes de una comunidad con conciencia de identidad colectiva. Los
derechos deben proteger al individuo y no a ciertos grupos con sus particulares
intereses, y bastaría con que cada uno luchara por sus derechos, para que se
lograra, con la suma de los derechos individuales, la protección de los
derechos colectivos.

No puede entenderse la existencia de derechos humanos si no tienen como


objetivo la defensa y desarrollo de todos y cada uno de los individuos que
pueblan la tierra, uno a uno considerados. El estado debe garantizar la
participación en la vida pública nacional, en lo económico y en lo político, de
los diversos pueblos, y no debería estar controlado por ningún grupo social,
político o económico particular, sino que en él deberían participar
representantes de los diferentes sectores sociales relevantes en el país, así
como de los diferentes pueblos. El estado debe servir a todos ellos,
fomentando su desarrollo, y estableciendo y gestionando mecanismos para
evitar, y en su caso para resolver, conflictos entre los diversos pueblos y entre
diferentes sectores de la sociedad. Esto es lo que se conoce como un Estado
plural.

2. Todo el proceso de reflexión y reconstrucción de la memoria que realizan las


personas ponen en evidencia que hablar del conflicto armado no es solamente
mirar al pasado y quedarse recordando o lamentando eternamente, sino que
significa posibilitar la comprensión del presente y contribuir a una reformulación
del futuro. Este es un aspecto que se trabaja muy bien, pues al poder
establecer un registro de las resistencias y de las múltiples formas en que la
población civil ha afrontado y resistido las violencias se logra una nueva
perspectiva de análisis incluyente, plural y participativa, que más allá de buscar
la construcción de una memoria colectiva lo que busca es dignificar la memoria
de las víctimas y sus familias, así como reconocer su papel transformador en la
historia. Estos hechos sin duda han cambiado las vidas, la forma de pensar y
vivir de estas poblaciones.

Colombia es un país donde el conflicto armado es el pan de cada día y no es


raro ver en nuestros noticieros masacres, desplazamientos y atentados. Y que
pesar que vemos y vivimos esto nuestra actitud es de indiferencia ante la
realidad que viven unos compatriotas donde no se les respetan sus derechos
humanos, pero fuera de esto el documental demuestra que somos un pueblo
muy aguantador y las mismas victimas nos han mostrado y recordado a gritos
que nuestro país se desangra y que no nos olvidemos de ellos; ya que
realmente el pueblo es el que esta siento sacrificado en esta guerra de
poderes, en esta guerra de corrupción de desigualdad social.
Es claro que antes de pensar en qué deberían hacer los demás debemos
pensar en qué estamos contribuyendo nosotros como ciudadanos a la paz y a
la memoria. Tal como el documental muestra que las mujeres afectadas por la
violencia y el desplazamiento resisten, y los campesinos que se han
organizado para hacer frente y decir no. Ellas y muchas otras personas han
logrado dar un paso adelante y demostrarnos que esas acciones son las que
fortalecen a la sociedad, la ayudan a crecer y mantenerse en pie en medio de
la guerra.

Colombia debe aprender a tener tiempo para la tristeza, tener tiempo para los
duelos, porque sólo en el encuentro con el otro, con la otra, podremos
comprender tanto dolor y nutrirnos de la valiente resistencia de los millones de
víctimas, para así unirnos al ruego.

El fin del conflicto armado es una condición para que las víctimas puedan
sentirse seguras y reconocidas, para que puedan hablar, elaborar sus duelos,
reclamar y retomar los proyectos que los armados destruyeron. El fin del
conflicto no garantiza que las heridas se sanen, pero sí permitirá crear
condiciones para que las víctimas encuentren posibilidades de reparar los
daños.

Que sirva este documental para recordar algunos de los muertos, algunos de
esos colombianos anónimos que fueron asesinados por aquellos que le
perdieron todo el respeto a la vida, a la diferencia, que hicieron cotidiana la
muerte; una muerte que llevó a que las víctimas compusieran cantos tristes
para batallar las cosas terribles que han vivido en este país, porque aquí la
guerra ha hecho parte del diario vivir.

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