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Pureza e impureza en la narrativa de Pedro,

Cornelio y el Espíritu Santo en Hechos 10

Carlos R. Sosa
Miembro del equipo de liderazgo
Iglesia Luterana Cristo Rey, Guatemala

En el judaismo del periodo del Segundo Templo tres ideas predominaron


en cuanto a la pureza e impureza: 1) el aspecto étnico (Israel era pueblo
santo, y los samaritanos y gentiles eran impuros), 2) el aspecto geográfico
(la pureza o impureza se definía por la proximidad al Templo) y 3) el aspecto
ritual (la pureza se mantenía y, en el caso de los no judíos, se adquiría me-
diante determinados ritos). Según estos conceptos, Cornelio era impuro, y
Pedro puro. En Hechos 10 la acción del Espíritu Santo con Pedro y Cornelio
cambia el paradigma, revelando que la pureza no tiene que ver con lo étnico,
lo geográfico o lo ritual, sino que es don de Dios a todos los que creen en
Jesucristo. Esto tiene implicaciones para nuestra neumatología y la noción
de pureza e impureza en la iglesia.
Palabras clave: pureza, impureza, Hechos 10, Espíritu Santo

In Judaism during the Second Temple period three ideas predominated con-
cerning purity and impurity: 1) the ethnic aspect (Israel was a holy people,
and the Samaritans and Gentiles were impure), 2) the geographical aspect
(purity and impurity were defined by proximity to the Temple), and 3) the
ritual aspect (purity was maintained and, in the case of non-Jews, acquired
through certain ritual actions. According to these concepts Cornelius was
impure, and Peter pure. In Acts 10 the action of the Holy Spirit with Peter
and Cornelius changes the paradigm, revealing that purity does not have to
do with ethnicity, geography or ritual, but rather is a gift of God to all who
believe in Jesus Christ. This has implications for our pneumato logy and the
notion of purity and impurity in the church.
Key words: purity, impurity, Acts 10, Holy Spirit

INTRODUCCIÓN

Los escritores neotestamentarios en su mayoría estuvieron


condicionados por o, por lo menos, conocieron el contexto teo-
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lógico de las ideas del judaismo que circulaban durante el siglo I.


Por eso, el estudio de la literatura judía extrabíblica del período
resulta iluminador a la hora de interpretar el Nuevo Testamento y
contribuye a entender de mejor manera su teología. La informa-
ción que se puede recoger en dicha literatura sirve también como
trasfondo para vislumbrar mejor las estructuras sociales del ju-
daismo antiguo.1
El presente trabajo indagará en el tema de las categorías de
pureza e impureza tal y como aparecen en la literatura extrabíblica
judaica desde el segundo Templo, para así entender mejor este as-
pecto importante del judaismo de la época de Jesús y los primeros
creyentes. Con estos datos como telón de fondo se emprenderá un
análisis del tema de pureza e impureza en Hechos 10, destacando
particularmente la acción del Espíritu Santo en relación con dicho
concepto.

CATEGORÍAS JUDÍAS DE
PUREZA E IMPUREZA
Desde el Antiguo Testamento se puede empezar a rastrear los
rasgos que configurarán la noción judía de pureza e impureza.2
Sin embargo, la literatura intertestamentaria y aquella contem-
poránea del Nuevo Testamento retratan bastante bien la teología
de estas categorías que predominó durante la vida de la primera
comunidad cristiana.
Un estudio de esta literatura revela que dentro del judaismo
había concepciones diversas del tema. Sin embargo, al parecer,
tres ideas predominaron durante el período intertestamentario y a
lo largo de los primeros 70 años del primer siglo cristiano: 1) el
aspecto étnico de la pureza, 2) la centralización de la pureza, y 3)
la pureza como una labor humana que se mantiene -en el caso de
los judíos- y se adquiere -en el caso de los no judíos- mediante
ritos preestablecidos.
1
Edesio Sánchez Cetina, ¿Qué es la Biblia? Respuestas desde las ciencias
bíblicas (Buenos Aires: Ediciones Kairos, 2003): 40.
2
A. Marx, "L'impureté selon P. Une lecture théologique", Biblica 82/3
(2001): 363-84; David P. Wright, "Holiness in Leviticus and Beyond: Differing
Perspectives", Interpretation 53/4 (octubre 1999): 351-64.
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El aspecto étnico de la pureza

El judaismo veía a Dios como la representación par exce-


llence de la santidad. Varios de los libros apócrifos del Antiguo
Testamento se refieren a Dios como "el Santo" (Eco. 23:9; Ba.
4:22, 37; 5:5; Adiciones a Da. 3:52).3 En un texto de Qumrán se
dice de Dios: "A ti pertenece la santidad antes de los siglos".4 En
2 Macabeos 14:36 se encuentra la frase "Señor santo de toda san-
tidad" (αγιβ παντός αγιασμού KOpLe) para designar a Dios.
Puesto que este Dios santo había escogido a un pueblo espe-
cífico para entregarle su ley (1 Mac. 1:15), Israel se constituía en
"pueblo santo" (Sab. 17:2; 2 Mac. 1:25; 15:24; Adiciones a Da.
3:35). Aquí en la tierra, los judíos se llamaban a sí mismo "santi-
ficados" en virtud de su elección (Jdt. 6:19).
El judaismo del primer siglo consideraba que la pureza estaba
estrechamente ligada con el origen étnico.5 "Sólo los israelitas de
origen legítimo formaban el auténtico Israel; se excluía de ese
auténtico núcleo...a todas las familias en cuyo origen se podía
constatar una mancha".6
3
Todos los textos de los libros apócrifos serán tomados de Sagrada Biblia,
versión critica sobre los textos hebreo, arameo y griego, trad. Francisco Cantera
Burgos y Manuel Iglesias González, 3ra. ed. (Madrid: Biblioteca de Autores Cris-
tianos, 2003). Las abreviaturas de estos libros vienen de las siglas que aparecen
enlapág.XCIII.
4
lQHodayot* columna V, línea 7. Todas las referencias a los textos de Qumrán
en este trabajo se tomarán de Florentino García Martínez, Textos de Qumrán, 5a.
ed. (Madrid: Editorial Trotta, 2000). Se utilizarán en este artículo las abreviaturas
ocupadas por García Martínez. En esta primera cita la referencia abreviada sería
lQHa V, 7. lQH a es un texto poético hímnico que se descubrió en la Cueva 1 de
Qumrán.
5
Bruce J. Malina, "Mestizaje y normas de pureza: La abominación del mes-
tizaje", Reseña Bíblica 40 (2003): 5-14.
6
Joachim Jeremías, Jerusalén en tiempos de Jesús: Estudio económico y so-
cial del mundo del Nuevo Testamento, trad. J. Luis Ballines, 4a. ed. (Madrid:
Ediciones Cristiandad, 2000): 348. Una parte del judaismo -la comunidad de
Qumrán- llevó la idea de santidad étnica al extremo y se separó del pueblo de
Israel porque pensaba que se había vuelto impuro (4QMMT 92-93; CD-A VI,
11-19). Ellos se llamaban a sí mismos "consejo santo", "miembros de la sociedad
eterna", "hombres de santidad perfecta" (1QS II, 19-25; VIII, 20; CD-AIV, 6;
XIV, 3-6). Una vez separados, establecieron normas rigurosas para todos aquellos
que querían formar parte de esta comunidad escogida. "Ésta es la regla para los
hombres de la comunidad que se ofrecen voluntarios para convertirse de todo mal
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Tanto los samaritanos como los gentiles estaban lejos de la


pureza étnica. Los samaritanos habitaban en la tierra prometida
pero sus prácticas religiosas no eran exactamente las que observa-
ban los judíos.7 Por ejemplo, pensaban que el monte "santo" era
Gerizim.8 Además, en varias ocasiones los samaritanos atentaron
contra los judíos, y durante la administración de Coponio, procu-
rador de Judea, profanaron el Templo. Josefo relata el suceso:

Durante la fiesta de los ácimos...los sacerdotes acostumbraban abrir las


puertas del Templo después de medianoche. En esta ocasión, habiendo
sido abiertas, algunos samaritanos que se habían introducido clandesti-
namente en la ciudad, esparcieron huesos humanos por todo el Templo
y los pórticos. Desde entonces se prohibió a todos los samaritanos la
entrada al Templo, lo cual no se acostumbraba a hacer anteriormente, y
además fué [sic] más severa la vigilancia (Ant. XVIII, 2, § 2).9

Por su parte, los gentiles no eran parte del pueblo elegido. En


Sabiduría 12:10-11 se encuentra esta severa descripción: "[Los
gentiles son] raza malvada, e innata su malicia, y que nunca cam-
biarían sus modos de pensar, pues era su linaje maldito desde el
principio".10 Se entregaban a la idolatría y sus costumbres eran
y para mantenersefirmesen todo lo que ordena según su voluntad. Que se sepa-
ren de la congregación de los hombres de iniquidad para formar una comunidad
en la ley y en los bienes, y sometiéndose a la autoridad de los hijos de Zadok,
los sacerdotes que guardan la alianza, y a la autoridad de la muchedumbre de
los hombres de la comunidad, los que se mantienenfirmesen la alianza" (1QS
V, 1-3; cp. en el mismo documento V, 13-16; 20-24). Véase además lQRegla de
la Congregación (lQ28a). Los documentos citados aquí son: Carta Haláquica
(4QMMT); Documento de Damasco, ejemplar de Geniza (CD-Α), Regla de la
Comunidad, ejemplar de la Cueva 1 (1QS).
7
H. G. M. Williamson, "Samaritanos", Nuevo diccionario bíblico, ed. J. D.
Douglas y N. Hillyer (la. edición inglesa, 1962; Colombia: Ediciones Certeza,
1991): 1242. Véase además, J. P. Meier, "The Historical Jesus and the Historical
Samaritans: What Can Be Said?", Biblica 81/2 (2000): 202-32.
8
Flavio Josefo, Antigüedades de los judíos (Barcelona: Editorial Clie, 1988),
3:236. En adelante esta fuente será citada indicando libro, capítulo y párrafo de
la obra antigua, precedidos de la abreviatura Ant.; en este caso particular, Ant.
XVIII, 4, § 1.
9
Otro suceso que profundizó la división entre judíos y samaritanos se relata
en Ant. XX, 6.
10
Otra descripción, nada favorable, de los gentiles se encuentra en el Libro de
los Jubileos, trad. F. Corriente y A. Pinero, en Alejando Diez Macho, Apócrifos
del Antiguo Testamento (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1983), 2:134, en donde
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contrarias a la ley de Moisés: profanaban el sábado, sacrificaban


cerdos y otros animales impuros, no circuncidaban a sus hijos y
frecuentaban los gimnasios (1 Mac. 1:14-15; 1:47-48; 3:45; cp.
CD-A XII, 8-11; 4QMMT 79).
Por si fuera poco, los gentiles invadieron en varias ocasiones
Palestina provocando la profanación del Templo (Jdt. 8:22; 9:8;
1 Mac. 2:12). Durante las guerras macabeas los gentiles fueron
sumamente hostiles a los judíos y sus prácticas religiosas. Ambos
libros de Macabeos concuerdan en que la desgracia más grande
de Israel fue la invasión de su pueblo por hordas gentiles (1 Mac.
1:10-13; 2 Mac. 4:13-14). Ellos llegaron hasta el Templo y efec-
tuaron la "abominación desoladora" (1 Mac. 1:54; 4:38, 45, 58;
67; 2 Mac. 5:16), la construcción de altares idolátricos sobre el
altar del Templo.11
Por todo esto, los gentiles eran impuros y los judíos procura-
ban alejarse lo más posible de ellos.12 En Tobit 1:10-11, el justo
Tobit recuerda: "Cuando fui deportado a Asiría marché a Nínive.
Todos mis hermanos y los de mi raza comían del pan de los gen-
se lee: "Apártate de los gentiles, no comas con ellos, no hagas como ellos, ni les
sirvas de compañero, pues sus acciones son impuras, y todos sus caminos inmun-
dicia, abominación y horror... Que el Dios Altísimo...te aparte de su impureza"
(Jub. 22:16-20). Las abreviaturas de los libros pseudoepigráficos se tomarán de
Diez Macho, Apócrifos del Antiguo Testamento (1984), 1:391-95.
11
Además, Antioco, al mando de los gentiles invasores, "entró en el santuario
con arrogancia, y cogió el altar de oro y el candelabro con todos sus utensilios...
y el adorno de oro de la fachada del Templo, arrancándolo todo" (1 Mac. 1:22).
No contentos con esto, los gentiles profanaron la tierra prometida, pues después
de tomar el Templo, "pusieron allí gente impía, hombres sin ley, que se hicieron
fuertes en ella [la ciudad de David]" (1 Mac. 1:34).
12
El contacto con gentiles no estaba totalmente prohibido para los judíos. En
el tratado Abodá zara "Idolatría" de la Misná se regula este contacto especial-
mente en el contexto mercantil y comercial. Los judíos tenían prohibido tener
contacto con los paganos tres días antes de susfiestas(1:1). Podían hacer nego-
cios con los paganos sin llegar a la impureza cuando estos no se hacían dentro de
los límites de la ciudad gentil donde permanecía un ídolo (1:4). Podían ayudar
a los gentiles a construir baños públicos y privados, pero tenían prohibido la
construcción conjunta de basílicas, patíbulos, estadios o tribunas (1:7). No podían
vender sus productos que todavía estaban ligados a la tierra santa (1:8). Podían
adquirir productos gentiles previo proceso de purificación por agua o por fuego
(5:12). Todas las referencias a la Misná serán tomadas de Carlos del Valle, ed.,
La Misná, 2a. ed. (Biblioteca de Estudios Bíblicos 98; Salamanca: Ediciones Si-
gúeme, 1997).
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tiles; pero yo me abstuve de comer del pan de los gentiles". Por la


similitud de lenguaje en Tobit 1:5 se puede ver que comer pan de
gentiles es un pecado serio tanto como lo es un sacrificio impuro.
Los gentiles y todo accesorio relacionado con ellos eran consi-
derados impuros. Por eso, los judíos tenían prohibido comer en
compañía de gentiles (Jub. 22:16).
En el tratado Oholot "Tiendas" de la Misná se lee: "Las ca-
sas de los gentiles (incluso dentro de Israel) son impuras" (Ohol
18:7).13 Con más razón, fuera de Israel, la tierra de los gentiles se
consideraba impura: "Si uno camina por tierra de gentiles en zona
montañosa o pedregosa, contrae impureza" (Ohol. 17:5). Incluso
la tierra de un país extranjero que se adhiere a la ropa de un judío
puede provocar impureza (Ohol. 2:3). Los gentiles no veían nin-
gún problema en construir sus hogares sobre antiguos cemente-
rios (Ant. XVIII, 2, § 3) y acostumbraban enterrar en sus propias
casas a los abortos (cp. Ohol. 18:7); esto los hacía inmundos por-
que se mantenían en contacto constante con un cadáver. Además,
solían conservar en sus tiendas réplicas de sus dioses en forma
de imágenes (Ant. XVIII, 9, § 5). Por estas prácticas, su lugar de
habitación se hacía impuro.

El aspecto geográfico de la pureza

Para los judíos que vivieron antes de la tragedia del 70 d.C, el


Templo era el lugar de la presencia de Dios (To. 1:4; 2 Mac. 14:35;
15:32; Ba. 2:16; Adiciones a Da. 3:53).14 Por lo tanto, ese recinto
era el espacio más santo de la tierra (2 Mac. 5:15; 9:16; 14:31).15
13
Aun cuando la Misná quedó consignada en forma esenta en el siglo III
d.C. por el Rabí Yehudá, no cabe duda que estos escritos contienen la tradición
oral del judaismo que estaba patente durante el siglo I. Testimonio de ello son las
citas relacionadas con el Templo La Misná conservó la tradición oral referente al
Templo aun cuando este ya no existía en el siglo III (ver infra).
14
La importancia que el Templo tenía para los judíos que vivieron antes del
70 d.C. se puede mirar en las deslumbrantes descnpciones que de él hacen en
vanos documentos de la literatura intertestamentana (Anst 84-87). Cp. Emil
Schurer, Historia del pueblo judío en tiempos de Jesús (175 a C.-135 d C), trad.
J. Cosgayay A Pinero (Madnd: Ediciones Cnstiandad, 1985), 1:619-80.
1
5 Véase Johannes Leipoldt y Walter Grundmann, El mundo del Nuevo Testa-
mento, trad Luis Gil (Madnd: Ediciones Cnstiandad, 1973), 1:211-33.
Pureza e impureza en Hechos 10 61

A partir de allí, la santidad se definía por círculos concéntricos


territoriales. El lugar santísimo del Templo era el locus sanctus.
Después estaba el Templo con sus atrios, luego el monte sobre el
cual el santuario se asentaba (To. 13:13), entonces Jerusalén como
una porción santa dentro de la tierra prometida (Adiciones a Da.
3:28; 2 Ma. 3:1) y luego Israel como la tierra santa con respecto
a todo el mundo creado por Dios (Sab. 12:3; 2 Mac. 1:7, 12, 29;
2:18; 9:14; 15:14).16 El siguiente extenso párrafo de la Misná re-
presenta bastante bien esta idea:
Mayor santidad tiene la zona dentro de los muros, porque en ella se pue-
den comer los sacrificios de santidad menor y el segundo diezmo. La
montaña del Templo tiene todavía mayor santidad, ya que no pueden
entrar en ella los hombres o mujeres que padecen flujo, ni las mens-
truantes ni las parturientas. La empalizada es todavía más santa, ya que
no pueden entrar en ella los gentiles y los que se han contaminado con
impureza de cadáver. El atrio de las mujeres es todavía más santo, ya que
no puede entrar en él nadie que haya tomado baño de purificación en el
mismo día... El atrio de Israel es todavía más santo, porque nadie puede
entrar en él que le falte todavía la expiación y se hace uno sujeto por su
causa a un sacrificio. El atrio de los sacerdotes es todavía más santo, ya
que ningún israelita puede entrar en él a no ser cuando es necesario: para
la imposición de las manos, para la inmolación y para la agitación ritual
(Kelim"Utensilios" I:*).11

Puesto que el Templo era el lugar más santo de la tierra, la


pureza o impureza de las personas, animales o cosas terrenales se
16
Bruce Malina, El mundo del Nuevo Testamento (Navarra: Editorial Verbo
Divino, 1995): 204.
17
Josefo comenta la conclusión de la reconstrucción del Templo por Herodes
en los siguientes términos: "[Después del atrio extemo] había un segundo atrio,
a escasa distancia, al cual se ascendía por algunas gradas y que rodeaba una ba-
rrera de piedra. Una inscripción prohibía la entrada a los extranjeros bajo pena de
muerte. El atrio interior tenía en el sur y en el norte tres portales a alguna distancia
los unos de los otros, y en el oriente una sola, la puerta grande, por la cual noso-
tros los judíos, con tal de que fuéramos puros, entrábamos con nuestras mujeres.
Más adentro estaba el santuario, en el cual no se permitía la entrada a las mujeres.
Y todavía más al interior un tercero, cuyo ingreso sólo era permitido a los sacer-
dotes. Allí estaba el Templo mismo y delante de él el altar en el cual ofrecíamos
nuestros holocaustos a Dios" (Ant. XV, 11, § 5). Cp. Judith Lieu, '"Impregna-
ble Ramparts and Walls of Iron': Boundary and Identity in Early 'Judaism' and
'Christianity'", New Testament Studies 48/3 (julio 2002): 305-13.
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definía por su proximidad a él.18 En ese sentido, los diversos gra-


dos de pureza, en orden descendente eran: sacerdotes, israelitas,
mujeres, samaritanos y gentiles.19
Dada su condición de especial santidad, "el [Templo] hacía
santos a las personas y objetos que entraban en contacto con él".20
Aquellos que oficiaban en el Templo (sacerdotes y levitas) po-
seían un grado óptimo de pureza.21 Alcanzar este nivel de santi-
dad solamente era posible para ellos. Luego estaban los israelitas
"laicos". Ellos tenían acceso al Templo, pero no podían entrar en
los lugares destinados para el sacerdocio, de modo que su pureza
era un grado menor que la del "clero". Los gentiles que aceptaban
el rito de la circuncisión y guardaban las leyes de Moisés pasaban
a la categoría de prosélitos. Su grado de pureza era menor que
la de los israelitas laicos, pero no eran impuros. Finalmente, los
gentiles formaban la vasta categoría de los impuros. Ellos se en-
contraban lejos del Templo y, consecuentemente, no tenían acceso
a la santidad.22 t
En suma, el judaismo concebía la santidad en términos centra-
lizados, en donde el Templo era el lugar más puro. A partir de este
centro de santidad sefijabala pureza o impureza de las personas y
las cosas. La santidad se medía en términos geográficos definidos
por círculos concéntricos desde el lugar santísimo del Templo.23
18
Malina, El mundo del Nuevo Testamento: 195.
19
Jeremías, Jerusalén en tiempos de Jesús: 440-48 (samaritanos), 449-69
(mujeres).
20
J. Maier, 7/ giudaismo del secondo tempio: 28-30, 250, citado en Antonio
Rodríguez Cannona, La religión judia: Historia y teología (Madrid: Biblioteca
de Autores Cristianos, 2001): 412.
21
Josefo registra las palabras de Jonatán cuando fue propuesto para ocupar
por segunda vez el pontificado: "Creo suficiente haber vestido por una sola vez
las vestiduras sagradas. Pues entonces, cuando las vestí, era más santo de lo que
soy en la actualidad" (Ant. XIX, 6, § 4).
22
Malina, El mundo del Nuevo Testamento: 195-96.
23
Esta afirmación es cierta solamente para los grupos judíos que no se carac-
terizaban por las prácticas acéticas. Los "terapeutas", los "esenios" y los miem-
bros de la comunidad de Qumrán no veían el Templo como el centro de su religio-
sidad. Sobre el primer grupo, véase Filón de Alejandría, Los terapeutas: De vita
contemplativa, trad. Senén Vidal (Biblioteca de Estudios Bíblicos 4; Salaman-
ca: Ediciones Sigúeme, 2005). En cuanto a los esenios, Josefo indica: "Envían
ofrendas al Templo, pero no hacen sacrificios, pues practican otros medios de
purificación. Por este motivo se alejan del recinto sagrado, para hacer aparte sus
Pureza e impureza en Hechos 10 63

El aspecto ritual de la pureza

El simple hecho de ser israelitas y estar cercanos al Templo no


garantizaba la pureza de los judíos. Existían formas variopintas
por medio de las cuales los judíos podían adquirir impureza y ver-
se privados de los beneficios de la santidad.24 Por eso, mantener la
santidad dependía del esfuerzo humano por evitar la impureza y
de la obediencia a los rituales de purificación.
Las mujeres adquirían impureza por la menstruación y por el
contacto sexual con el varón (To. 3:14-15; Adiciones a Est. 3:27;
Carta de Jr. 1:28). También se adquiría impureza cuando alguien
entraba en contacto con un cadáver (To. 2:3-5, 9; Ba. 3:11). En
cierta manera estas dos formas de contraer impureza eran inevita-
bles (en el segundo caso, en algún momento un judío debía ente-
rrar a sus familiares muertos).
Sin embargo, había una impureza que se podía evitar:
alimentarse de animales impuros. Durante la época
intertestamentaria hay testimonios de que los judíos hacían todo
lo posible por evitar esta contaminación (Jdt. 11:11-12; Taharot
"Purezas" 9:8; CD-A XII, 11-16; Arist. 128-129; Jub. 32:8; 2
Hen. 15:IO).25 De particular importancia es un relato que se
encuentra en 2 Macabeos 6-7, en donde un anciano y siete
hermanos israelitas fueron llevados al suplicio porque se negaron
a contaminarse comiendo animales impuros.26 Prefirieron la
sacrificios" (Ant. XVIII, 1, § 5). Referente a Qumrán, véase CD-A VI, 11-19.
24
Los miembros de la comunidad de Qumrán elaboraron toda una compleja
serie de reglas para mantener la pureza: "Regla para la asamblea de las ciudades
de Israel. De acuerdo con estas normas, para separar entre lo impuro y lo puro y
distinguir entre lo santo y lo profano. Vacat. Y éstas son las ordenanzas para el
Instructor, para que marche en ellas con todo viviente, según la norma para cada
tiempo. Y de acuerdo con esta norma marchará la semilla de Israel y no será mal-
dita" (CD-A XII, 19-22). Vacat es el indicador utilizado por el editor de los textos
de Qumrán para señalar "espacios dejados en blanco en el manuscrito" (García
Martínez, Los textos de Qumrán: 11).
25
Los judíos tenían permitido alimentarse únicamente de animales puros de-
collados por los judíos mismos. El tratado Julin "Profanos" de la Misná dice: "El
animal degollado por un gentil se considera como carroña y comunica impureza
al transportarlo" (1:1).
26
Sin embargo, existe una tradición judía que interpreta las leyes en cuanto a
los animales puros e impuros de una forma alegórica, probablemente para hacer-
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muerte y la tortura.27
Según la Misná los agentes de impureza mayores son: el reptil
muerto, el esperma, un muerto, el leproso, el agua de la expiación
insuficiente para una acepción (Kelim 1:1).28 "La impureza más
grave de todas es la del cadáver, ya que contamina todo aquello
que está bajo el mismo techo, impureza que no comunica ninguno
de los otros" (Kelim VA).29
Había otra forma de adquirir impureza que constituía algo así
como un mal necesario. Para no caer en la pobreza extrema, al-
gunos judíos adoptaban empleos en donde tenían que entrar en
contacto con elementos impuros. Este era el caso de "el que reco-
ge excremento de perro", "el fundidor de cobre" y "el curtidor de
pieles" (Ketubbot "El documento matrimoniar 7:10).
La impureza adquirida o legada (en el caso de los gentiles)
podía ser eliminada a través de ciertos rituales. En el tratado
Miqwaot "Baños rituales de inmersión" se detallan seis tipos de
baño ritual para quitar la impureza. Los párrafos de este tratado
dejan ver que la pureza se conseguía a través de un ritual humano
que, observado minuciosamente, concedía la anulación de la de-
plorable impureza.30
las aceptables al entorno helenista (Arist. 130-133; 144-169). En el último párrafo
de esta Carta de Aristeas se puede leer: "Todo el razonamiento de los alimentos,
de los reptiles impuros y de los animalejos va encaminado a la justicia y a un
comportamiento equitativo con los hombres" (Arist. 169).
27
"A Eleazar, uno de los principales escribas, hombre de edad ya avanzada,
y con un rostro de muy bello aspecto, le abrieron la boca y trataban de obligarle a
comer came de cerdo. Pero él, prefiriendo una muerte gloriosa a una vida conta-
minada, se puso en marcha por sí mismo hacia el tímpano" (2 Mac. 6:18-19).
28
Para una descripción del sistema rabínico de impureza, véase el debate
entre Hyam Maccoby, Ritual and Morality (Cambridge: Cambridge University
Press, 1999) y Jacob Milgrom, "Impurity Is Miasma: A Response to Hyam Mac-
coby", Journal of Biblical Literature 119/4 (invierno 2000): 729-33.
29
Véase además el tratado Oholot, en donde se regulan las leyes concernien-
tes a la transmisión y propagación de impureza en objetos o personas que habitan
en una tienda en donde yace un cadáver.
30
En la comunidad de Qumrán abundan las prescripciones en cuanto a los
rituales de purificación. Véase especialmente 4QMMT 58-62, 4QNormas Ali-
menticias y Sexuales (4Q251), 4QProceso de Purificación (4Q514), 4QRitual
de Purificación (4Q512). 4Q251 y 4Q514 son textos haláquicos, mientras que
4Q512 es un texto litúrgico. Los textos haláquicos contienen "normas concretas
de conducta derivadas de una interpretación determinada de la legislación vetero-
testamentaria" (García Martínez, Textos de Qumrán: 125).
Pureza e impureza en Hechos 10 65

Aquellos que no tenían la fortuna de haber nacido en el seno de


Israel podían llegar a formar parte del pueblo escogido por medio
de la conversión para no estar lejos de la pureza. Este fue el caso
de Elena, reina de Adiabena, y su hijo Izates, quienes adoptaron
las costumbres judías. La conversión de ambos se llevó a cabo por
medio del judío Ananias quien les enseñó a adorar a Dios según la
costumbre nacional de los judíos (Ant. XX, 2, § 3).31 En el caso de
los varones gentiles, el paso decisivo para adquirir la pureza era
la circuncisión (cp. Ant. XX, 2, § 4).32 Con todo, Jeremías obser-
va que en aquella época se pensaba que al fin de los tiempos las
promesas de Dios valían para el núcleo puro del pueblo de Israel.
Los gentiles prosélitos tenían ciertas bendiciones divinas por es-
tar cerca del pueblo de Dios, pero nunca eran considerados parte
oficial del pueblo elegido.33
Aparte de las distinciones étnicas entre judíos y gentiles, la
purezaritualno se concebía como un don de Dios. Adquirir pu-
reza o contaminarse con impureza era responsabilidad estricta de
cada persona. Cada judío debía esforzarse por seguir una larga
serie de normas que le permitían mantener y recuperar la pureza
ritual. A la inversa, desobedecer consciente o inconscientemente
31
Cp. Richard C. Steiner, "Incomplete Circumcision in Egypt and Edom:
Jeremiah (9:24-25) in the Light of Josephus and Jonckheere", Journal of Biblical
Literature 118/3 (otoño 1999): 497-505.
32
El tratado Nedarim "Los votos" refleja bien el aprecio de los judíos por el
rito de la circuncisión: "R. Elazar ben Azarías dice: despreciable es el prepucio,
ya que con él los impíos encuentran un refugio, como está escrito: porque todas
las naciones son incircuncisas. T. Ismael decía: la circuncisión es maravillosa,
ya que con ella se concluyó trece veces la alianza. R. Yosé dice: la circuncisión
es maravillosa, ya que puede desplazar el precepto severi simo del sábado... To-
davía otro dicho: maravillosa es la circuncisión, ya que si ella no existiere, Dios,
bendito sea, no habría creado el mundo" (3:11). Véase también Jub. 15:26-27, en
donde se dice que incluso los ángeles están circuncidados.
33
Jeremías, Jerusalén en tiempos de Jesús: 348. Para ser más exactos, debe
decirse que existían por lo menos tres ideas en cuanto a los gentiles en el ju-
daismo intertestamentario: 1) no hay ninguna esperanza para ellos (Jubileos-, 4
Esdras), 2) algunos van a sobrevivir al juicio futuro de Dios pero para servir bajo
el yugo del Mesías y a favor de los judíos (Salmos de Salomón 17; 2 Baruc 72),
3) Dios salvará a los gentiles para que adoren en el Templo, pero esto será hacia
el final de la historia (TestLev. 4:4; 18:9; TestJud. 24:6; OrSib. 3:195, 573, 616-
623,710-740).
66 KAIROS No. 41 /julio - diciembre 2007

una instrucción relacionada con la pureza resultaba en adquirir


impureza.34

EL ESPÍRITU SANTO EN HECHOS 10

Las categorías judías de impureza y pureza que se desarro-


llaron durante el período intertestamentario y a lo largo de los
primeros setenta años de la era cristiana constituyen un trasfondo
importante para entender muchos pasajes del Nuevo Testamento.
Se podría señalar, por ejemplo, el valor de tal trasfondo para en-
tender el ministerio terrenal de Cristo entre no judíos,35 el esta-
blecimiento de la Iglesia en tierra gentil, los primeros problemas
de las familias cristianas36 o la relación entre ley y evangelio en
Gálatas. Sin embargo, una metodología así en este artículo tendría
la desventaja de ser demasiado superficial, dada la cantidad de
espacio del que disponemos. Por eso, hemos optado por enfocar-
nos en un solo pasaje, Hechos 10. Aún más, procuraremos centrar
nuestro interés en la obra del Espíritu Santo en la vida de dos
personajes representativos, Pedro (judío) y Cornelio (gentil),37 ar-
34
Al parecer, durante el primer siglo de la era cristiana aparecieron dos judíos
que propusieron una visión no física de lo puro y lo impuro. "Hanina Ben Dosa,
quizá un poco más joven que Jesús, ha pasado a la historia sobre todo por un gesto
peculiar: atravesó su pueblo teniendo en su mano el cadáver de una serpiente que
lo habia mordido. Decía: "No es la serpiente la que mata, sino el pecado'... [De
manera similar,] Yohanán ben Zakkai, el hombre que dirigió los destinos de los
judíos palestinos después de la catástrofe del 70 d.C. [propuso:] 'Ni el cadáver
contamina, ni las cenizas de la vaca roja purifican; es Dios quien ha ordenado
hacer estas cosas'". La información y citas de esta nota están tomadas de Paolo
Sacchi, Historia del judaismo en la época del Segundo Templo: Israel entre los
siglos VI a.C.yl d.C, trad. Carlos Castillo Mattasoglio y Adela Sánchez Rojas
(Madrid: Editorial Trotta, 2004): 502-03.
35
James D. G. Dunn, "Jesus and Purity: An Ongoing Debate", New Testa-
ment Studies 48/4 (octubre 2002): 449-67; H. Stettier, "Sanctification in the Jesus
Tradition", Biblica 85/2 (2005): 153-78; y Enrique Nardoni, "Lo puro y lo impuro
en Marcos 7, 1-23", Revista Bíblica 59 (1997): 135-54, edición electrónica en
<http://www.revistabiblica.com.ar/articulos/rb59_l 35 .pdf>.
36
Yonder Moynihan Gillihan, "Jewish Laws on Illicit Marriage, the Defile-
ment of Offspring, and the Holiness of the Temple: A New Halakic Interpreta-
tion of 1 Corinthians 7:14", Journal of Biblical Literature 121/4 (invierno 2002):
711-44.
37
Cp. J. Julius Scott, Jr., "The Cornelius Incident in the Light of Its Jewish
Setting", Journal of the Evangelical Theological Society 34/4 (diciembre 1991):
Pureza e impureza en Hechos 10 67

gumentando que existe cierta relación entre la purificación de los


gentiles y la venida del Espíritu Santo sobre ellos.
En los primeros capítulos de Hechos se puede notar que el
Espíritu Santo fue prometido y descendió sobre israelitas "laicos"
(2:1-4), judíos piadosos de la dispersión (2:5) de regiones tan
lejanas de Jerusalén como Roma, Cirene, Ponto y Egipto (2:9-
10, 22, 38) y judíos de habla griega (6:l).38 Más tarde, bajo el
ministerio de Felipe, algunos samaritanos recibieron el Espíritu
Santo cuando Pedro y Juan les impusieron las manos (8:14-17).
Sin embargo, el lector debe esperar hasta llegar al capítulo 10 para
encontrar un relato extenso de la conversión de un gentil. Hasta
aquí no hay una descripción detallada acerca del testimonio del
evangelio en Cesarea. El relato del ministerio de Felipe termina
con "hasta que llegó a Cesarea" (8:40), pero no narra nada sobre
su trabajo evangelizador allí. Pablo pasó por Cesarea durante la
etapa que transcurrió entre su conversión y el inicio de su misión
a los gentiles (9:30), pero el texto no indica que él haya predicado
allí. Probablemente, Hechos 10 tiene como propósito describir de-
talladamente el nacimiento de la Iglesia en Cesarea.39

La "impureza" de Cornelio

Por varias razones, Cornelio no era el mejor candidato para ac-


ceder a la pureza según la mentalidad judía del entonces. Vivía en
Cesarea, ciudad predominantemente gentil (10:1). Literalmente
aun el polvo de Cesarea era impuro para la mentalidad judía del

475-84, edición electrónica en <http://www.wheaton.edu/distancelearning/cor-


nel00.htm>; L. Susan Bond, "Acts 10:34-43", Interpretation 56/1 (enero 2002):
80-83; Frank J. Matera, "Acts 10:34-43", Interpretation 41/1 (enero 1987): 62-
66.
38
Véase Gary Gilbert, "The List of Nations in Acts 2: Roman Propaganda
and Lukan Response", Journal of Biblical Literature 121/3 (otoño 2002): 497-
529. Debe notarse que "griegos" en Hch. 6:1 no se refiere a gentiles sino a judíos
de habla griega. Cp. F. F. Bruce, Hechos de los Apóstoles: Introducción, comenta-
rio y notas (Buenos Aires y Grand Rapids: Nueva Creación, 1998): 146.
» Walter T. Wilson, "Urban Legends: Acts 10:1-11:18 and the Strategies of
Greco-Roman Foundation Narratives", Journal of Biblical Literature 120/1 (ve-
rano 2001): 87. Véase también Santiago Guijarro Oporto, "La articulación lite-
raria del libro de los Hechos", Estudios Bíblicos 62/2 (2004): 185-204.
68 KAIROS No. 41 /julio - diciembre 2007

entonces,40 porque formaba parte de la región samaritana, allí


tenía su asiento el gobierno romano y muchos de sus habitantes
practicaban costumbres paganas.41 Ya se ha descrito en la prime-
ra sección mayor de este trabajo que samaritanos y judíos no se
llevaban entre sí; para estos, aquellos eran impuros y estaban le-
jos de acceder al círculo mayor de santidad, el Templo. Así que
Cornelio vivía en una ciudad predominantemente gentil y, a la
vez, de alguna manera convivía con samaritanos. ¡
Cornelio tenía un cargo público desempeñado a favor del
Imperio romano. Como centurión, estaba al mando del ejército y,
posiblemente, tenía que luchar contra los rebeldes judíos del en-
tonces. Quizá tuvo que enfrentarse con ellos en batallas en donde
derramó sangre. Además, los militares a las órdenes del Imperio
romano portaban insignias que tenían las efigies del emperador.42
Los judíos consideraban que estas insignias violaban la ley que
prohibía las imágenes. Por eso, muchas veces se negaron a per-
mitir que los militares romanos que portaban insignias pisaran la
tierra de Jerusalén (Ant. XVIII, 3, § l). 43 También se negaban a
prestar servicio militar (Ant. XVIII, 6, § 10). Preferían someterse
al suplicio que enlistarse en las filas militares romanas. Así Josefo
informa:

Los cónsules, habiendo primeramente seleccionado cuatro mil hombres,


los enviaron como soldados a la isla de Cerdeña, y entregaron a los su-
plicios a un número mayor [de judíos], que rehusaban el servicio militar
por fidelidad a las leyes de su patria (Ant. XVIII, 2, § 5).

40 Véase la pág. 60 de este artículo.


41
Justo González, Hechos de los Apóstoles: Introducción y comentario (Co-
mentario Bíblico Iberoamericano; Buenos Aires: Ediciones Kairos, 2000): 209.
42
Es muy probable que durante la época de Cornelio el emperador romano
recibiera culto por parte de sus subditos. Bruce W. Winter, "The Imperial Cult",
en The Book of Acts in Its Graeco-Roman Setting, ed. David W. J. Gill y Conrad
Gempf (The Book of Acts in Its First Century Setting 2; Grand Rapids: William
B. Eerdmans Publishing Company, 1994): 93-103.
43
Para muestra un botón: "Al querer pasar con su ejército por Judea, los
principales [judíos] le pidieron [al militar romano] que no lo hiciera; adujeron que
sus costumbres nacionales no permitían las imágenes y que había muchas en las
insignias" (Ant. XVIII, 5, § 3).
Pureza e impureza en Hechos 10 69

Aun cuando Cornelio simpatizaba con el judaismo, su profe-


sión era un gran obstáculo que lo alejaba del círculo selecto de
personas puras. Como si esto no bastara, quizá no estaba circun-
cidado (la señal santa). Como parte del grupo denominado "te-
merosos de Dios" (10:2), simpatizaba con el judaismo sin con-
vertirse plenamente.44 Probablemente le atraía el monoteísmo y la
ética del judaismo, pero no estaba dispuesto a circuncidarse por la
vergüenza social que tal acto acarreaba.45
Con todo, Lucas ve a los centuriones con buenos ojos. Las
dos veces que los menciona en su Evangelio aparecen como hom-
bres de fe (Le. 7:1-10 // Mt. 8:5-13;46 23:44-47),47 y su retrato
de Cornelio es muy positivo: buen cabeza de familia, devoto, te-
meroso de Dios, realizaba obras a favor de Israel, oraba a Dios
constantemente (10:2) y recibió una visión divina (10:3).48 Cabe
destacar aquí que los mensajeros de Cornelio llaman al ángel que
habló con su patrón "un santo ángel" (10:22).
Así que, nos encontramos con una persona que, evaluada bajo
el perfil del judaismo de la época, era un buen candidato para
personificar la impureza -gentil, incircunciso, vivía en Cesarea,
44
Lafraseφοβούμενος τον θεόν "temeroso de Dios", o una casi igual, se utili­
za en 10:2,22,35; 13:16,26. Al parecer era una designación técnica para referirse
a los gentiles simpatizantes del judaismo que no se circuncidaban ni practicaban
la Tora en su totalidad, pero estaban de acuerdo con el monoteísmo ético de los
judíos y asistían a las sinagogas (Ant. XIV, 7 § 110). Joseph A. Fitzmyer, Los
Hechos de los Apóstoles (Biblioteca de Estudios Bíblicos 113; Salamanca: Edi-
ciones Sigúeme, 2003), 2:57.
45
Bruce, Hechos de los Apóstoles: 241. Uno de los pecados irredimibles se-
gún el Libro de los Jubileos es negarse a aceptar la circuncisión (15:34).
46
Theodore W. Jennings, Jr. y Tal-Siong Benny Liew, "Mistaken Identities
but Model Faith: Rereading the Centurion, the Chap, and the Christ in Matthew
8:5-13", Journal of Biblical Literature 123/3 (otoño 2004): 467-94.
47
Suponiendo que Lucas-Hechos es la obra continua de un solo autor -como
induce a pensar la evidencia textual-, quien ha leído el Evangelio de Lucas, al
toparse con Cornelio el centurión en Hechos 10:1, ya espera una consideración no
muy severa del personaje. Y, en efecto, el v. 2 confirma esa sospecha.
48
Hasta ahora en Hechos solamente se han mencionado a Moisés (7:31),
Esteban (7:54), Ananias (9:10) y Pablo (9:12), todos ellos de estirpe israelita,
como receptores de visión de Dios. El relato de la visión de Cornelio provoca
perplejidad si se toma en cuenta que un ángel habla directamente con él (10:3,7).
En el judaismo intertestamentario los ángeles santos (Jub. 2:2; cp. Hch. 10:22)
son servidores de Dios que obran en beneficio de los israelitas (1 Hen. 61:10;
TestSal. 1:16; 2 Baruc 59:10).
70 KAIROS No. 41 /julio - diciembre 2007

convivía con samaritanos y estaba al servicio militar de Roma-,


pero que a los ojos de Lucas era un individuo ejemplar.

La "pureza" de Pedro

Pedro aparentemente era un judío puro. Oraba a Dios (10:9)49


y jamás había comido algo impuro o inmundo (10:14).50 Su rigi-
dez religiosa le impidió comer aun cuando tenía mucha hambre
(10:10). Suprimió tres veces la necesidad vital de alimentarse
(10:16) con tal de mantener la preciada pureza.51
Aunque no se menciona específicamente cuáles animales con-
templó Pedro en la visión (10:12 solamente da una descripción
general, "toda clase de cuadrúpedos, como también reptiles y
aves" NVI), aparentemente incluían animales impuros (cp. 10:14),
probablemente cuadrúpedos como el cerdo, el jabalí, la liebre, el
conejo, el lirón; aves como la grulla, la cigüeña, la avestruz; y
reptiles como la serpiente. Todos estos animales entraban en la
dieta común de los romanos.52
Así que Pedro representa bastante bien la visión judía de la
pureza: 1) era israelita (Gá. 2:15) -cumplía con el aspecto étnico
de la pureza, 2) podía acceder al Templo (Hch. 3:1-3) -cumplía
con el aspecto centralizado de la pureza, y 3) observaba las nor-

49
"Al medio día" no era una hora regular para orar (3:1), así que Pedro oraba
más que las horas tradicionales judías. Craig S. Keener, Comentario del contexto
cultural de la Biblia: Nuevo Testamento, trad. Nelda Bedford de Gaydou et al. (El
Paso: Editorial Mundo Hispano, 2003): 349.
50
Aunque seguramente Pedro no pertenecía a la élite religiosa que se consi-
deraba más pura por estar más próxima al Templo (cp. 4:13), sí se consideraba
un buen judío y quería seguir siéndolo (10:14). George Eldon Ladd, Teología del
Nuevo Testamento, trad. José-María Blanch y Dorcas González Bataller (Colec-
ción Teológica Contemporánea 2; Barcelona: Editorial Clie, 2002): 477.
si Primero la voz del cielo le ordena a Pedro: "Mata y come" (10:13), y ¡Pe-
dro desobedece la voz audible del Señor para no quebrantar la ley (10:14)! Luego
la voz le dice: "Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames impuro" (10:15 NVI).
Al parecer, Pedro no quedó satisfecho con la explicación celestial porque 10:16
indica que el suceso se repitió dos veces más. Esta triple repetición da a entender
al lector lo difícil que era para un judío cambiar una estructura mental tan arrai-
gada en cuanto a la noción de pureza e impureza.
52
Joaquín González Echegaray, Los Hechos de los Apóstoles y el mundo
romano (αγορά 9; Estella, Navarra: Editorial Verbo Divino, 2002): 185.
Pureza e impureza en Hechos 10 71

mas de pureza e impureza (10:14)53 -tenía una visión ritualista de


la pureza.54
A pesar de estos elementos, no se debe pasar por alto que
Pedro estaba hospedado en casa de Simón el curtidor (10:6). Este
hecho probablemente muestra que tenía menos prejuicios contra
los gentiles (o por lo menos contra los impuros) que otros judíos,
dado que los curtidores trabajaban con animales muertos, lo cual
les hacía a ellos y a sus casas ritualmente impuros.55 A la vez,
debe notarse que la casa de Simón el curtidor quedaba junto al
mar (10:6). Probablemente esto proveía el ambiente idóneo para
que sus huéspedes judíos se purificaran después de salir de su
hogar.56

£1 Espíritu Santo

La teología del Espíritu Santo no estaba muy desarrollada en


el judaismo antiguo,57 de acuerdo con los testimonios escritos de
los cuales disponemos. Las pocas referencias a él dan a entender
que era enviado por Dios como premio para aquellas personas que
53
En la frase μηδαμώς, κύρΐ€, δτι ουδέποτε εφαγον παν KOLVÒV καΐ
άκάθαρτον "¡De ninguna manera, Señor! Porque ninguna cosa común o inmunda
he comido jamás", se debe notar los adverbios enfáticos μηδαμώς "¡de ninguna
manera!" y ουδέποτε "jamás" (RVA).
54
Además, se nota que era buen judío porque cuando fue invitado a una casa
gentil prudentemente tomó consigo a varios judíos como testigos (10:23, 45).
Véase F. F. Bruce, "Luke's Presentation of the Spirit in Acts", Criswell Theologi-
cal Review 5 (otoño 1990): 24. Al respecto, González comenta: "El propósito de
llevar tales testigos bien puede haber sido el hecho mismo de que iba a casa de
un gentil, y posiblemente necesitaría testigos de su comportamiento como buen
judío" (González, Hechos de los Apóstoles: 212, n. 61).
55
Roberto Simons, Exploremos Hechos (Facultad Latinoamericana de Estu-
dios Teológicos; Miami: Editorial Unilit, 2003): 112-13.
56
Cp. William Neil, Acts, ed. Matthew Black (New Century Bible Commen-
tary; Grand Rapids: William Β. Eerdmans Publishing Company, 1986): 136.
57
En el Antiguo Testamento la expresión "Espíritu Santo" apenas aparece
en Salmo 51:18 e Isaías 63:10-11. Eduard Schweizer, El Espíritu Santo, trad.
Faustino Martínez Goñi, 3ra. ed. (Biblioteca de Estudios Bíblicos 41; Sala-
manca: Ediciones Sigúeme, 2002): 23. Véanse también W. Creighton Marlowe,
'"Spirit of your Holiness'(^7Ρ Τ nn) in Psalm 51:13", Trinity Journal 19/1 (ve­
rano 1998): 29-49; y S. Ausin, "El Espíritu Santo en la comunidad escatològica
(Is 61,1-11)", Estudios Bíblicos 62 (1999): 97-124.
72 KAIROS No. 41 /julio - diciembre 2007

andaban por la senda de la justicia, del cumplimiento de la ley.


También se usaba lafrase"Espíritu Santo" para indicar que Dios
tiene un "espíritu" santo.
En ocasiones, "espíritu santo" se refería al espíritu humano
que se comporta conforme a la ley.58 En la Misná se lee:
R. Pinjas ben Yaír decía: el trabajo asiduo trae la inocencia, la inocencia
la pureza, la pureza la abstinencia, la abstinencia la santidad, la santidad
la modestia, la modestia el temor del pecado, el temor del pecado la
piedad, la piedad el espíritu santo, el espíritu santo la resurrección de
los muertos, la resurrección de los muertos vendrá con Elias, de bendita
memoria. Amén" (Sota "La sospechosa adúltera" 9:15).

En esta cita puede notarse que el "espíritu santo" aparente-


mente no es el agente divino que concede pureza, sino producto
del trabajo humano asiduo que trae la inocencia, la santidad del
espíritu humano cuya conducta es correcta.
En Hechos 10 el personaje que hila las historias de Cornelio
y Pedro es el Espíritu. Fue él quien le dijo a Pedro que tenía que
acompañar a los hombres enviados por Cornelio (10:19). Por la
lectura completa del capítulo 10 se puede notar cómo la acción
del Espíritu transforma el paradigma judío de la pureza y la im-
pureza.
Pedro cambió su forma de pensar en cuanto a la noción de lo
puro y lo impuro en relación con los gentiles. Sabía que la ley
judía prohibía visitar o entrar en casa de un "extranjero" (10:28),
pero el Espíritu le había mandado acompañar a los enviados de
Cornelio (10:19-20). Aprendió que no debía llamar impuro o in-
mundo a los gentiles (10:28), y después de escuchar el relato de
Cornelio referente a su visión, cayó en la cuenta de que Dios no
hace acepción de personas (10:34-35).59 Porfinpudo ver la pureza
y la impureza con los ojos de Dios, en vez de contemplarlas desde
58
La frase "espíritu santo" o "Espíritu Santo" s e encuentra e n varios d o -
cumentos intertestamentarios. Véase especialmente Sab. 1:5; 7:22-23; 12:1;
Su. 1:45; 1QS VIII,16; l Q S a 11,1; C D - A 11,12; V , l l ; VII,4; 1QH 8 IV,26; VI,13;
V I I I , 1 1 , 1 5 , 2 0 ; Jub. 1:21,23; 25:14.
59 J. Julius Scott, Jr., "Acts 10:34, A Text for Racial and Cultural Reconcilia-
tion A m o n g Christians", e n The Gospel in Black and White, ed. Dennis L. Ok-
holm (Downers Grove, Illinois: InterVarsity Press, 1997): 131-39, edición elec-
trónica en <http://www.wheaton.edU/distancelearning/actslO-34.htm#_ ttnl>.
Pureza e impureza en Hechos 10 73

el aspecto del ritualismo judío.60 Se percató de que no es necesario


ser judío o prosélito para tener el favor de Dios, sino que el Señor
"ve con agrado en toda nación (¡no solo en Israel!) a los que le te-
men y actúan con justicia" (10:35 NVI).61 Su forma de concebir la
pureza en términos de etnicidad se vio fuertemente trastocada.
Mientras Pedro estaba hablando del evangelio, el Espíritu
Santo descendió sobre todos los que escuchaban el mensaje
(10:44; 15:8). Seguramente la audiencia estaba formada por
muchos gentiles romanos, incluyendo, por supuesto, a Cornelio
y su familia (10:24, 27). El hecho que cayera sobre los gentiles
el Espíritu Santo del Dios que es la pura esencia de la santidad
implica que ellos ya eran santos en virtud de su fe o que los san-
tificó al caer sobre ellos. En la narración de la venida del Espíritu
sobre los judíos en el Día de Pentecostés y sobre los samarita-
nos en Hechos 8, el texto usa la expresión "Espíritu Santo" (2:4,
33; 8:15, 17). La palabra "Santo" en los dos casos implica que
como no solo los judíos creyentes, sino también los samaritanos
creyentes, recibieron el Espíritu Santo, los dos grupos eran (o así
llegaron a ser) santos.
La acción del Espíritu también revela que la pureza no está
centralizada.62 El grupo reunido en la casa de Cornelio no estaba
en Jerusalén (donde había venido el Espíritu Santo sobre los dis-
cípulos originalmente, cp. 2:1,5). Al contrario, estaba bastante le-
jos del Templo, geográfica y sociológicamente (estaba compuesto
de gentiles, y Cornelio era centurión romano). Sin embargo, el
Espíritu Santo transforma radicalmente la noción que centralizaba
la pureza en el templo y en el pueblo judío, irrumpiendo en una
casa gentil en Cesarea63 y llenándola con su presencia santa.64
60
Johannes Munck, The Act of the Apostles: Introduction, Translation and
Notes (Anchor Bible 31; Garden City, Nueva York: Doubleday & Company,
1979): 94.
61
Jürgen Roloff, Hechos de los Apóstoles, trad. Dionisio Mínguez (Madrid:
Ediciones Cristiandad, 1984): 2 3 3 .
62
Xabier Pikaza, Creo en el Espíritu Santo (Madrid: Ediciones San Pablo,
2001): 74-75.
63
Nótese que Cornelio dice en 10:33, antes de la irrupción del Espíritu en su
hogar: "Ahora estamos todos aquí, en la presencia de Dios" (NVI). Se percató
de que no necesitaban estar en el Templo ni cerca de él para estar en la presencia
santa de Dios.
64 Glenn Ν . Davis, "When was Cornelius Saved?", Reformed Theological
Review 46/2 (mayo-agosto 1987): 43-49.
74 KAIROS No. 41 /julio - diciembre 2007

Puesto que en el pensamiento del judaismo Dios es la repre-


sentación par excellence de la santidad, Israel es santo por ser el
pueblo escogido de Dios, el Templo es el lugar más santo debido
a la presencia de Dios allí y el contacto con el Templo santo puede
santificar a una persona, seguramente la venida del Espíritu Santo
de Dios sobre los gentiles en la casa de Cornelio los santificó, o
bien demostró que ya eran santos. Que fue el Espíritu Santo que
cayó sobre ellos se afirma explícitamente seis veces: en 10:44,45,
47 (nótese la triple repetición en 10:44-47); 11:15, 16 (de nuevo
una repetición); y 15:8.
El cambio de paradigma en cuanto a la pureza y la impureza
fue tal que los "defensores de la circuncisión" (NVI) que acom-
pañaban a Pedro quedaron asombrados,65 viendo que el Espíritu
Santo también había sido derramado sobre los gentiles (10:45).
Quizá también Pedro se vio sorprendido con este acto, pues si
bien él había predicado que el don del Espíritu Santo es para "los
que están lejos" (2:39), en esa ocasión él no tenía çn mente a los
gentiles, sino a los judíos de la dispersión.66
En 11:15 y 16 Pedro habla de la venida del Espíritu Santo
sobre los gentiles en casa de Cornelio para defenderse de acusa-
ciones de haberse contaminado entrando en casa de incircuncisos
y comiendo con ellos (11:3). Si bien entró en la casa de Cornelio
antes que el Espíritu Santo cayera sobre ellos, argumenta que lo
hizo por órdenes del Espíritu (11:12; cp. 10:19-20), y aparente-
mente comió con los gentiles sólo después que fueran bautizados
en el Espíritu Santo (no hay indicios en los caps. 10-11 que haya
comido con ellos antes de la venida del Espíritu Santo, y 10:48 y
11:3 sugieren que sí lo hizo después).
65
El verbo έξέστησαν "quedaron asombrados, atónitos" al principio del v. 45
también aparece en 2:7, pero con una gran diferencia: los que se asombran en 2:7
son los judíos incrédulos; en cambio, en 10:45 ¡son los judíos creyentes (10:23;
11:12)! Lucas plasma una duplicación de lo acontecido en Pentecostés con una
inversión literaria significativa (cp. 11:15).
66
"Es evidente por la lectura del capítulo 10 de Los Hechos que Pedro pensa-
ba en la dispersión de los judíos al hablar de Mos que están lejos', pero no se ex-
cluye la posibilidad de que, hablando por el Espíritu, dijera más de lo que enten-
día personalmente entonces". Ernesto Trenchard, Los Hechos de los Apóstoles,
7a. ed. (Grand Rapids: Editorial Portavoz, 1989): 114. Una idea similar sostiene
Giuseppe Ricciotti, Los Hechos de los Apóstoles: Traducción y comentario, trad.
J. Rivera Simó, 2a. ed. (Barcelona: Editorial Luis Miracle, 1970): 209-10.
Pureza e impureza en Hechos 10 75

En Hechos 15:8-9 Pedro, hablando de la experiencia en la casa


de Cornelio, asocia "dándoles el Espíritu Santo" (v. 8) con "puri-
ficando por la fe sus corazones" (v. 9). Así las cosas, 15:8-9 puede
indicar que Dios les dio el Espíritu Santo como testimonio de que
él (Dios) ya había purificado sus corazones por la fe de ellos en
el evangelio, aunque también cabe la posibilidad de que la venida
del Espíritu Santo es lo que purificó sus corazones.
Finalmente, Hechos 10 muestra que la pureza viene "desde
arriba". El Espíritu Santo "descendió" sobre gentiles sin pedirles
de antemano la circuncisión o algún ritual de purificación (10:44).
Es más, las leyes de pureza e impureza son cambiadas por un
solo evento: el bautismo en agua (10:47-48). Para entrar a formar
parte de la comunidad santa de Dios los gentiles solamente deben
pasar por las aguas bautismales. Se nota, entonces, una estrecha
relación entre el Espíritu Santo y el bautismo.67 Este último, como
don de Dios, no es un esfuerzo humano para alcanzar la pureza. A
diferencia de las leyes judías y sus ritos de pureza, el bautismo es
un don de Dios para judíos y gentiles que han aceptado el mensaje
del evangelio.
Curiosamente, el relato del capítulo 10 concluye con una
oración escueta: "Entonces le pidieron [los gentiles a Pedro] que
se quedara con ellos algunos días" (v. 48, NVI). El texto no es-
pecifica si Pedro y los otros judíos se hospedaron y comieron en
una casa gentil, pero parece que por lo menos Pedro sí lo hizo (cp.
11:1-3; 10:28). Si esto es cierto, estaba actuando en contra de los
paradigmas judíos de pureza e impureza.

CONCLUSIÓN

Este breve estudio ha procurado entender la acción del Espíritu


Santo en Hechos 10 a la luz de las categorías judías de pureza e
impureza. Se ha notado la valiosa ayuda que provee la literatura
intertestamentaria y paraneotestamentaria para entender un relato
bíblico particular, teniendo en cuenta los patrones básicos de la
mentalidad judía del entonces.
67 Keith Warrington, Discovering the Holy Spirit in the New Testament (Pea-
body, Massachusetts: Hendrickson Publishers, 2005): 59-60.
76 KAIROS No. 41 /julio - diciembre 2007

Hemos notado que a pesar de la diversidad de judaismos


durante la época intertestamentaria y a lo largo de los primeros
setenta años de la era cristiana existían ideas similares en cuanto a
la noción de pureza e impureza. Los distintos grupos coincidían en
que la pureza y la impureza debían verse en términos de etnicidad
(judíos), centralidad (Templo o una secta particular) y ritualidad.
La literatura judía extrabíblica también nos ha ayudado a leer
el relato de Hechos 10 prestando atención particular al Espíritu
Santo. Él hila el relato de Pedro y Cornelio en este pasaje. Su ac-
ción en ambos personajes es decisiva para entender la pureza y la
impureza desde los ojos de Dios, no más a través de la óptica del
judaismo tradicional. Muestra que la pureza no es étnica ni está
centralizada. Además, se pudo notar que el Espíritu Santo se re-
cibe como don de Dios sin ningún prerrequisitoritualprevio como
la circuncisión en el caso de Cornelio y los que con él estaban.
La acción del Espíritu en los gentiles, fuera de Israel y sin pre-
vio rito de pureza, es una idea que no tiene paralelos ni anteceden-
tes en la literatura judaica de la época. Así las cosas, la doctrina
del Espíritu Santo (o por lo menos este aspecto en particular) en el
Nuevo Testamento debe verse como revelación divina. No había
posibilidad de que sus autores imitaran la neumatología judía de
su entorno.
En el terreno teológico este estudio plantea un nuevo reto.
Antiguamente la neumatología cristiana se enfocó en defender la
divinidad del Espíritu.68 En épocas más recientes la doctrina del
Espíritu Santo se ha reducido a los debates en cuanto a los dones
para la Iglesia69 o se ha enfocado la relación experimental entre
68
Cirilo de Jerusalén, El Espíritu Santo, trad. Carmelo Granado (Bibliote-
ca de Patrística 11; Madrid: Editorial Ciudad Nueva, 1998); Basilio de Cesarea,
El Espíritu Santo, trad. Argimiro Velasco Delgado (Biblioteca de Patrística 32;
Madrid: Editorial Ciudad Nueva, 1996); Didimo el Ciego, Tratado sobre el Espí-
ritu Santo, trad. Carmelo Granado (Biblioteca de Patrística 36; Madrid: Editorial
Ciudad Nueva, 1997); Ambrosio de Milán, El Espíritu Santo, trad. Carmelo Gra-
nado (Biblioteca de Patrística 41; Madrid: Editorial Ciudad Nueva, 1998); Billy
Graham, El Espíritu Santo, trad. A. Edwin Sipowicz (El Paso: Casa Bautista de
Publicaciones, 2001): 17-25.
69
Wayne A. Grudem, ed., ¿Son vigentes los dones milagrosos? Cuatro pun-
tos de vista, trad. Ismael López Medel (Barcelona: Editorial Clie, 2004); Thomas
R. Edgar, Satisfecho con la promesa del Espíritu, trad. Santiago Escuain (Grand
Pureza e impureza en Hechos 10 77

el creyente y el Espíritu.70 Pero poco se ha dicho en la teología


sistemática sobre la doctrina de la pureza y la impureza a la luz del
ministerio del Espíritu Santo en la Iglesia como comunidad que
trasciende barreras culturales y sociológicas. Por supuesto que
aquí solamente podemos señalar el reto sin desarrollar el tema.
Baste agregar, a manera de ilustración, una observación contex-
tual que señala futuros ámbitos de estudio.
La iglesia cristiana, en general, corre el riesgo de acoger una
noción equivocada de la pureza y la impureza. Por lo tanto, pue-
de llegar a concebir de manera errónea la santidad. Existe en la
mente de muchos cristianos la idea de que el templo y los líderes
evangélicos poseen una santidad superior. Esto lleva a dos com-
portamientos no bíblicos. Primero, consideran que es necesario
tener una buena conducta en el templo durante las reuniones
dominicales, pero se saben con ciertas licencias durante el resto
de la semana para cometer alguna injusticia en el trabajo o en su
familia. Segundo, algunos líderes religiosos son vistos como más
"puros" que otros cristianos. Se puede ver con tristeza cómo al-
gunos creyentes asisten a conciertos cristianos multitudinarios en
donde hacen todo lo posible por "tocar" siquiera el saco de su can-
tante favorito ungido. Ellos piensan que al tocarlos o estar cerca
de ellos tendrán una "bendición" que de otra forma no podrían
Rapids: Editorial Portavoz, 1997). No cabe duda que estos debates se intensifi-
caron con la aparición del pentecostalismo. Véase Amos Yong, Discerning the
Spirit(s): A Pentecostal-Charismatic Contribution to Christian Theology of Re-
ligions (Journal of Pentecostal Theology Supplement Series 20; Sheffield: Shef-
field Academic Press, 2000); y Pablo A. Deiros y Carlos Mraida, Latinoamérica
en llamas (Nashville: Editorial Caribe, 1994).
70 Charles R. Swindoll, Mas cerca de la llama: La pasión por el Espíritu San-
to, trad. Miguel Mesías (Nashville: Editorial Caribe, 1994); Claudio Freidzon,
Espíritu Santo, tengo hambre de ti (Nashville: Editorial Caribe, 1996); Leonardo
BofF, La crisis como oportunidad de crecimiento: Vida según el Espíritu, trad.
Jesús Garcia Abril (Servidores y Testigos 97; Santander: Editorial Sal Terrae,
2002); Jürgen Moltmann, El Espíritu Santo y la teología de la vida: La fuente de
la vida, trad. José María Garrido Luceño (Verdad e Imagen minor 11 ; Salamanca:
Ediciones Sigúeme, 2000); Yves Congar, Sobre el Espíritu Santo: Espíritu del
hombre, Espíritu de Dios, trad. José María Hernández Blanco y Vicente Hernán-
dez (Verdad e Imagen minor 15; Salamanca: Ediciones Sigúeme, 2003). Aquí se
ha procurado mostrar una variedad de fuentes que representan varias posturas
(evangélica conservadora, pentecostal, liberacionista, ecuménica, católica).
78 KAIROS No. 41 /julio - diciembre 2007

adquirir. Ante esto, la iglesia debe enfatizar la descentralización


de la santidad hecha posible por la acción del Espíritu en cada
creyente.71

7
1 Otras posibles aplicaciones se pueden considerar en Carlos Raúl Sosa Si-
liézar, "El Espíritu Santo en Hechos 10 en el contexto de las categorías judias de
pureza e impureza", Teología y Cultura 6 (diciembre 2006): 27-28 <http://teo-
logiaycultura.com.ar/arch__rev/carlos_raul_sosa_hechos_10.pdf>. El artículo en
Teología y Cultura presenta una versión resumida de las primeras dos partes de
este escrito ("Categorías judías de pureza e impureza" y "El Espíritu Santo en
Hechos 10") pero una exposición más amplia de las aplicaciones.
^ s
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