Mientras ondeaba sus alas, una mariposa se estremeció.

Un oscuro presagio nubló la alegría

de tripular sus deslumbrantes alas a través del campo. Escuchó el canto triste de un gorrión a
la distancia. Se aproximó y preguntó: ¿por qué está llorando señor gorrión?

¿Acaso no lo sabes? Exclamó el gorrión. ¿No has visto el cielo? ¿no has notado los nubarrones
que nos rodean? Está a punto de llover.

Y ¿Por qué va a llover? Preguntó la mariposa.

Se aproxima el invierno. Si no me crees pregúntaselo a las hormigas. Respondió el gorrión

sacudiéndose las alas, acomodándose en su nido.

Desde el aire, la mariposa vio un camino lleno de hormigas, cada una con una hojita encima.
¿Qué están haciendo? Preguntó sorprendida la mariposa.

Guardamos toda la comida en nuestro hormiguero. Respondió una obrera agitada sin parar de
caminar.

Y ¿por qué guardan todo? Insistió la mariposa.

Se acerca el invierno y no saldremos por mucho tiempo. Si no me crees pregúntale al señor sol.
Continúo la hormiga.

Rápidamente giró su cabeza, pero no encontró el sol por ningún lado. Mientras seguía su
vuelo, alcanzó a mirar una lucecita que se asomaba entre los grandes nubarrones. Voló
rápidamente y le gritó al sol: oiga señor sol porqué asusta a todo el mundo. Y ¿por qué se ha
usted escondido?

¿No sabes mariposita? Está llegando el invierno, tengo que escóndeme y dejar que las nubes
cubran el cielo y rieguen la tierra con su lluvia.

Muy sorprendida, la mariposita siguió volando y se encontró a un gusano que recogía su copo
de pelos para esconderse. Señor gusano ¿por qué está usted recogiendo su casita? Preguntó.

¿Acaso no sabes que empieza el invierno mariposa? Sí, todo se inundará, habrá crecientes,
nieve y mucho frio. Si no nos escodemos, moriremos.

¡Morir! No quiero morir. Dijo la mariposa. Se fue a buscar ayuda en las flores, pero no
encontró ninguna, soló pétalos y hojas en el suelo. Se dio cuenta que el invierno había llegado.

Bueno, tendré también que esconderme. No sea que la lluvia arruine mis hermosas alitas.