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GURFINKEL DE WENDY
I. CONCEPTO
También hay que tener en consideración que no existe una regulación jurídica
única para el derecho real de dominio, si bien su estructura básica, su línea
medular está inserta en el CCiv.; conforme el objeto del derecho además de las
normas de dicho código habrá que atenerse a las leyes que regulan la propiedad
de buques(1)y aeronaves(2), al régimen jurídico del automotor (3), las leyes de marcas
y señales(4), de caballos de carrera y equinos de pura sangre (5), sin descuidar
aquellas que, provenientes del derecho público, condicionan y limitan el ejercicio
de este derecho(6), o pueden provocar su extinción cuando causas de utilidad
pública lo aconsejan.
Entre los derechos reales el dominio es el más completo, el que abarca todas
las facultades que una persona puede ejercer sobre una cosa, a diferencia del
condominio y la propiedad horizontal (entre los derechos sobre cosa parcialmente
propia) y los derechos sobre cosa ajena. En este sentido "la plenitud de la
propiedad significa que constituye el derecho subjetivo patrimonial de naturaleza
real al que el ordenamiento le atribuye los poderes y facultades más robustos...
éste es, en verdad, un derecho matriz, pues en él tienen principio o fuente los
demás derechos reales y, en forma virtual, los comprende a todos" (7).
1. Legislación argentina
El poder del sujeto sobre la cosa es tal que, para ratificarlo, Vélez reafirma en el
art. 2014 que "el ejercicio de estas facultades no puede serle restringido porque
tuviera por resultado privar a un tercero de alguna ventaja, comodidad o placer, o
traerle algunos inconvenientes, con tal que no ataque su derecho de propiedad".
El art. 1941 del CCiv. define el dominio perfecto como "el derecho real que
otorga todas las facultades de usar, gozar y disponer material y jurídicamente de
una cosa...". Este artículo, en lugar de dar una verdadera definición, hace más bien
una enumeración de los principales atributos del dominio, una descripción de ese
derecho.
1. Límites legales
La mención a los límites legales dentro de los cuales debe ser ejercido el
dominio en el art. 1941 no se explica sino a partir de la evolución histórica del
instituto, y las discusiones acerca del carácter absoluto que se le asignó en ciertas
épocas y legislaciones(18), morigerado luego por el principio de la función social de
la propiedad. Tantas han sido las críticas a este derecho aparentemente sin límites
y tan extendido el temor a un ejercicio abusivo, que el legislador entendió
necesario fijar sus límites en la definición del dominio cuando en realidad no se
trata de una cualidad para ser destacada especialmente en este derecho, sino que
es común a todos los otros derechos, sean reales o personales.
Con esta premisa puede afirmarse que el objeto de la propiedad pueden ser
cosas o bienes (derechos), en tanto el objeto del derecho real de dominio siempre
consiste en cosas materiales, con el sentido y alcance del art. 1883, ya analizado
en el capítulo II(22)o como lo define Freitas: "El dominio (derecho de propiedad
sobre cosas), es el derecho real, perpetuo o temporal, de una sola persona sobre
una cosa propia, mueble o inmueble, con todos los derechos sobre su sustancia, o
sobre su sustancia con algunos derechos sobre su utilidad" (23).
1. Aspectos constitucionales
IV. CARACTERES
La doctrina clásica ha estudiado los caracteres del dominio tal como se derivan
de la tradición romanista y han sido elaborados por la doctrina francesa y por las
legislaciones que siguieron esa línea, entre ellas la de nuestro país.
Esos caracteres de absoluto, exclusivo y perpetuo no sólo han merecido
distintas denominaciones con el correr de los tiempos (29)sino también en cuanto al
alcance de cada uno de ellos que, como es de suponer, se han ido adaptando al
concepto de dominio que antes analizamos.
Entendemos que el motivo del silencio legal respecto del carácter de absoluto
del dominio se debe a las críticas que en su momento mereció la interpretación
amplia de aquel vocablo, tal como lo explicamos supra (apartado II.1.). A ese
concepto nos referimos a continuación.
1. Carácter absoluto
Revisando las acepciones antes enunciadas, y sin descartar otras que pudieran
elaborarse en el futuro, entendemos que, a pesar que en el actual derecho positivo
no hay norma escrita que lo establezca, el carácter absoluto del dominio sigue
vigente, no como contrapuesto al carácter relativo de los derechos personales
puesto que desde este ángulo dicha calidad es atribuible a todos los derechos
reales y por lo tanto no es un atributo que permita diferenciar al dominio de los
restantes derechos reales. En cambio, consideramos que la nota distintiva está
marcada por la amplitud o plenitud que el dominio confiere al titular respecto de la
cosa sobre la que ejerce su derecho, ejercicio que está limitado por las normas
legales que emanan del derecho positivo en cualesquiera de sus aspectos
(constitucional, privado, administrativo, etc.).
2. Carácter exclusivo
A diferencia de lo que sucede con el carácter absoluto del dominio, que no está
expresamente enunciado en el CCiv., el art. 1943 establece: "El dominio es
exclusivo y no puede tener más de un titular. Quien adquiere la cosa por un título,
no puede en adelante adquirirla por otro, si no es por lo que falta al título".
Esos conceptos, aplicados ahora al derecho de dominio, son útiles para aclarar
no sólo el sentido y alcance de este carácter exclusivo sino también la posibilidad
de concurrencia de derechos reales sobre una misma cosa. Es decir que una cosa
mueble o inmueble puede ser el asiento de distintos derechos reales y cada uno
corresponde a un titular diferente, sin que por ello se desnaturalice su carácter de
exclusivo(37); por ejemplo A es el titular dominial de una casa y constituye un
derecho de usufructo a favor de B; C es condómino de un campo y constituye una
hipoteca sobre su parte indivisa a favor de X, en tanto que D (el otro condómino)
constituye otra hipoteca a favor de Z. En el primer ejemplo hay dos titulares de
derechos reales sobre la casa pero cada uno es exclusivo en cuanto a la
categoría, naturaleza y contenido de ese derecho real: A tiene la nuda propiedad y
B el usufructo. En el segundo ejemplo hay cuatro titulares de derechos reales: C y
D como condóminos(38), en el cual cada uno es titular del derecho real exclusivo
sobre una parte ideal o cuota parte indivisa, y X y Z como acreedores hipotecarios
cuyo derecho recae sobre la parte ideal de cada uno de los constituyentes de la
hipoteca(39).
Hay que recalcar que el carácter exclusivo no es privativo del dominio sino que
resulta común a los demás derechos reales en tanto todos ellos tienen la
prerrogativa de satisfacerse directamente de la cosa, con exclusión de cualquiera,
es una cualidad que precisamente diferencia los derechos reales de los
personales.
3. Carácter perpetuo
La cosa, como elemento del derecho real de dominio, es esencial puesto que
sin ella no habrá soporte material sobre el cual ejercer poder alguno, en
consecuencia: si no hay cosa no hay dominio. Pero la misma conclusión es
aplicable para cualquier derecho real: si no hay objeto (sea que se considere
incluidos en él bienes y cosas o solamente cosas), no hay derecho real. Si la
perpetuidad dependiera de la existencia de la cosa, todos los derechos reales
tendrían ese carácter en tanto su soporte material no hubiera sido destruido,
consumido, transformado o puesto fuera del comercio.
En tanto el derecho real de dominio implica el sometimiento de una cosa a la
voluntad de una persona y además es absoluto en el sentido que confiere el
máximo de facultades respecto de ella, en nuestra interpretación el codificador, al
asignarle el carácter de perpetuo no ha puesto el acento en la cosa sino en la
voluntad de su titular, de allí que su derecho perdure en tanto él no se desprenda
del objeto o, habiendo sido desposeído, no inicie las acciones correspondientes
dejando que otro posea y adquiera la cosa por prescripción (52).
Además, aunque el derecho real recaiga sobre la misma cosa, una diferencia
fundamental entre dominio perfecto e imperfecto es precisamente el carácter de
perpetuidad en el primero y de temporalidad en el segundo, que está destinado a
durar sólo un tiempo: hasta que se cumpla la condición o plazo resolutorio
convenido (art. 1946).
Sin embargo hay que reconocer, como lo señala Salvat (53), que a pesar de la
amplitud del dominio plasmada en este carácter de perpetuidad, la usucapión y la
expropiación por causa de utilidad pública constituyen limitaciones a dicha
cualidad.
El art. 1945 del CCyCN, partiendo de la premisa que "el dominio de una cosa
comprende los objetos que forman un todo con ella o son sus accesorios", sienta el
principio de la extensión del dominio de los inmuebles en los siguientes términos:
"El dominio de una cosa inmueble se extiende al subsuelo y al espacio aéreo, en la
medida en que su aprovechamiento sea posible, excepto lo dispuesto por normas
especiales...".
1.1. Tesoros
1.1.1. Concepto
En primer lugar debe tratarse de cosas muebles porque 1°) los inmuebles
siempre tienen dueño, 2°) debe estar oculto en otro mueble o en un inmueble, 3º)
esa cosa mueble debe tener individualidad propia sin haberse convertido en un
inmueble por accesión(59)puesto que en este último supuesto pertenece al titular de
dominio del inmueble.
i) Descubrimiento y búsqueda
En principio nadie puede buscar tesoros en predios ajenos, salvo que pretenda
haber guardado una cosa determinada en él; en ese supuesto puede iniciar la
búsqueda sin autorización del titular dominial pero previamente debe designar el
lugar preciso del escondite y garantizar la indemnización de los daños que
eventualmente produzca (art. 1954).
Cabe recordar en este punto que, frente a una disposición similar contenida en
el art. 2553 del CCiv. de Vélez, Lafaille(69)acotaba que en realidad nadie puede
invocar la propiedad de un tesoro puesto que, por definición, el tesoro es una cosa
sin dueño conocido, por lo cual cuando alguien pretende la titularidad se trata en
realidad de reivindicar la cosa perdida y no de adquirir un tesoro.
Conforme el art. 1952 se llama descubridor del tesoro "el primero que lo hace
visible, aunque no sepa que es un tesoro". Según sea la calidad de ese
descubridor (dueño del predio, poseedor, tercero, etc.) y el carácter del hallazgo
(encuentro casual o búsqueda) la ley le asigna diferentes derechos:
ii) Tercero
1.2. Minas
1°) las que corresponden al dominio privado del Estado nacional o provincial
sólo pueden ser explotadas por éstos o por concesión. El art. 236, inc. b) incluye
entre los bienes privados del Estado las minas de oro, plata, cobre, piedras
preciosas, sustancias fósiles y toda otra de interés similar, y quedan sujetas a lo
normado en el Código de Minería. En esta categoría queda perfectamente
diferenciada la propiedad de la tierra de la del subsuelo, constituyendo una
expresa limitación al principio de la extensión del dominio del art. 1945 del
CCCyCN en cuanto expresa:" El dominio de una cosa inmueble se extiende al
subsuelo...en la medida en que su aprovechamiento sea posible, excepto lo
dispuesto por normas especiales", en el caso el Código de Minería;
Del juego armónico de los arts. 235, inc. c) y 239 resulta que cuando se trata de
aguas subterráneas, al ser del dominio público del Estado, el propietario del
terreno podrá extraerlas en su beneficio con las limitaciones que establezca la
reglamentación respectiva; las aguas que no corren por cauces naturales
pertenecen al titular dominial quien puede usarlas y también cambiar su
dirección(72)en la medida que no causan perjuicio a los inmuebles que las reciben
(art. 1976).
En este sentido Gatti interpreta que "lo correcto no es decir que el propietario de
un inmueble lo es también del espacio aéreo existente sobre el mismo, sino que él
puede ejercer su derecho de propiedad e impedir que los demás lo ejerzan en
aquel espacio"(76).
El dominio, como todos los derechos, también queda en este aspecto limitado
por las reglamentaciones respecto de su ejercicio. En ese sentido el Código
Aeronáutico(78)dispone: "Nadie puede, en razón de un derecho de propiedad,
oponerse al paso de una aeronave. Si le produjere perjuicio tendrá derecho a una
indemnización" (art. 6°). El propietario del fundo también deberá soportar
aterrizajes forzosos y, producido éste, no puede impedir la continuación del vuelo
(art. 5° del Código Aeronáutico).
Conforme la normativa que venimos citando, la seguridad del vuelo exige fijar
disposiciones que limiten la altura de los obstáculos a la circulación aérea ubicados
en las proximidades de los aeropuertos (art. 30). Por ello "En las áreas cubiertas
por la proyección vertical de las superficies de despeje de obstáculos de los
aeródromos públicos y sus inmediaciones, las construcciones, plantaciones,
estructuras e instalaciones de cualquier naturaleza no podrán tener una altura
mayor que la limitada por dichas superficies, ni constituir un peligro para la
circulación aérea" (art. 31).
2. El principio de accesión
Cabe hacer aquí dos observaciones: 1°) conforme el postulado adoptado por
nuestra legislación civil lo principal es el inmueble, de modo que lo que accede a él
es de propiedad del titular de dominio (81); y 2°) las presunciones del art. 1945 ceden
cuando sobre el predio se ha constituido un derecho real de superficie forestal,
incorporado como derecho real en el art. 1887, inc. h). En este sentido se ha
entendido que cuando se constituye un derecho real de superficie se suspende
temporariamente la aplicación del principio de accesión para el titular dominial y la
presunción del art. 1945 opera a favor del superficiario(82).
En todo caso, habrá que tener presente, como lo explica Lafaille (84), que los
elementos que se aporten sólo tienden a establecer el quantum del crédito del
solicitante quien nunca podrá intentar la demostración de la propiedad de las
construcciones o plantaciones por resultar incompatible con el principio de
accesión a que nos venimos refiriendo, salvo el supuesto en el que el titular
superficiario sea el autor de las obras.
2.2. Accesorios
Como principio general debe tratarse de una incorporación por adhesión física y
no meramente moral(86), en la cual los muebles dejan de tener individualidad y se
extinguen como tales: el ladrillo es parte del edificio, la semilla germina y se hace
una planta, quedando incorporada al inmueble. En caso que ese mismo edificio se
derrumbara, por las causas que fueren, los escombros retomarían su calidad de
cosas muebles.
Por su parte, la invasión del espacio aéreo se presenta cuando quien edifica
asienta bien los cimientos del edificio, pero en las alturas éste se ensancha
levemente e invade así el espacio aéreo del propietario vecino restándole espacio,
lo cual lo obligará a su vez a modificar los planos de su propio proyecto, y con ello
reducir las dimensiones de su futura construcción, con el inconveniente, además,
de tener que hacerla en forma irregular. Si es antieconómica la destrucción de lo
hecho, la cuestión debe resolverse en el pago de los daños y perjuicios
ocasionados(90). Con estos fundamentos se consideró procedente la acción
incoada contra un consorcio de propietarios por la invasión del espacio aéreo del
edificio vecino(91).
3. Frutos
El dominio de una cosa también se extiende a los frutos que ella produce.
Aclara más adelante la norma citada que "los frutos naturales e industriales y
los productos forman un todo con la cosa, si no son separados", ello por cuanto
una vez separados del objeto que los produce cobran individualidad y
pertenecerán a la categoría de cosas muebles en sus diversas calificaciones
(consumibles, fungibles, etc.).
1. Facultades materiales
En este sentido, el art. 1891 del CCyCN expresa que "Todos los derechos
reales regulados en este Código se ejercen por la posesión, excepto las
servidumbres y la hipoteca"(97). Cabe aclarar que el artículo está inserto en el
título I denominado "Disposiciones generales" de los derechos reales.
En esta misma línea el art. 1941 del Código vigente, si bien confiere al titular
dominial la facultad de usar, gozar y disponer de la cosa, esos poderes no son
ilimitados sino que deben ejercerse "dentro de los límites previstos en la ley".
2. Facultades jurídicas
El art. 1941, entre las facultades que otorga al titular del derecho de dominio,
incluye la de disponer jurídicamente de una cosa (118).
3. Exclusión de terceros
La facultad de exclusión surge del art. 1944 que dice: "El dominio es excluyente.
El dueño puede excluir a extraños del uso, goce o disposición de la cosa, remover
por propia autoridad los objetos puestos en ella, y encerrar sus inmuebles con
muros, cercos o fosos, sujetándose a las normas locales".
Las reglas antedichas resultan aplicables de acuerdo con las circunstancias del
caso y habrá que evaluar no sólo la existencia o no de autorización del propietario
sino también si hay plazos previstos, intimaciones efectuadas, etc.
Esta facultad de exclusión, en forma similar a lo que sucede con las restantes
potestades que conforman el contenido del derecho de dominio, tiene su límite
natural en la regla del art. 1941 en cuanto se refiere al ejercicio no abusivo y dentro
de los límites legales, y en las restantes normas del código que autorizan entrar en
predio ajeno, como el art. 1977: cuando es indispensable poner andamios en el
inmueble vecino el dueño de éste no puede impedirlo y sólo tendrá derecho a la
indemnización por el daño que se le causare. Algo similar ocurre en el supuesto
del art. 1954: cuando alguien busca un tesoro que dice propio en terreno ajeno,
puede hacerlo sin consentimiento del dueño, haciéndose cargo de las
indemnizaciones a que hubiera lugar.