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Linguistica - Apuntes de clase 1-4

Lingüística (Universidad de Oviedo)

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LINGÜÍSTICA
BLOQUE 1: La estructura de las lenguas y la comunicación lingüística
TEMA 1: El lenguaje como facultad y como actividad

¿Qué es el lenguaje? El lenguaje se considera comúnmente como un instrumento de


comunicación (sistema de signos) o como la capacidad de nuestra especie para
interactuar o comunicarse. Sin embargo, la visión lingüística del lenguaje se basa en el
generativismo, una teoría del lingüista Noam Chomsky que desgaja el lenguaje de la
comunicación; considera que el hecho de que nuestra especie utilice un sistema de
signos muy elaborado para la comunicación no implica que el lenguaje sirva
necesariamente para ésta, siendo más importantes otras características cognitivas.

Por lo tanto, según la lingüística, el lenguaje es una facultad universal privativa de


nuestra especie. Decimos que la Facultad de Lenguaje es universal porque se
encuentra presente en todas las comunidades humanas conocidas; es decir, no hay
grupo social humano que no haya desarrollado lenguaje. Decimos que es privativa de
nuestra especie porque los rasgos que caracterizan al lenguaje humano no se dan en
ningún otro sistema de comunicación del mundo animal de manera tan compleja.

El lenguaje contiene además un importante componente social en su adquisición. Los


humanos tenemos unos requisitos arquitecturales propios, es decir, un equipamiento
básico biológico que nos permite desempeñar cualquier actividad. Por lo tanto,
poseemos la FL, mas esta debe desarrollarse para alcanzar su culminación absoluta.
Para que este desarrollo sea posible el individuo debe ser criado en sociedad, pues un
humano alejado de todo contacto social jamás podría llegar a dominar el lenguaje,
pues habría sido privado del aprendizaje natural (véase el caso de los niños ferinos,
criados aislados de todo contacto humano y que nunca llegaron a desarrollar un
lenguaje). De todos modos, tanto este hipotético ser como los animales pueden
comunicarse mediante conductas prelingüísticas, del mismo modo que lo hacen los
bebés cuando aún no saben comunicarse mediante el lenguaje.

¿En qué consiste tener lenguaje? Tener Facultad de Lenguaje significa tener la
potencialidad de adquirir al menos una lengua natural humana de manera inesforzada;
es decir, el desarrollo se da por adquisición, es diferente del aprendizaje.

¿Qué es lo que sabemos hacer cuando sabemos hablar una lengua? Ser hablantes
nativos de una lengua nos capacita para atribuir significados a secuencias de sonidos
de manera experta (automática, espontánea). Nos capacita también para emitir juicios
correctos sobre la gramaticalidad de las secuencias lingüísticas, es decir, si una oración
está bien construida.

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El lenguaje como facultad. Tener Facultad de Lenguaje consiste en la potencialidad de


llegar a ser hablantes competentes de (al menos) una lengua natural humana.

La competencia lingüística se basa en el conocimiento tácito (implícito): los hablantes


no son conscientes de que lo poseen, por lo que no pueden verbalizarlo de manera
explícita; conocimiento operativo: porque saben utilizarlo en la práctica. Es el
conocimiento estable y sistemático que poseen los hablantes sobre su(s) lengua(s)
materna(s) y que desarrollan a partir de la Gramática Universal (de la que disponen por
dotación biológica) en contacto con los estímulos lingüísticos del entorno. Consiste en
la representación mental de un léxico (símbolos) y una gramática (reglas
combinatorias), aunque lo realmente interesante para Chomsky es la descripción de
los principios gramaticales, que son los que convierten el lenguaje en un sistema
creativo radicalmente distinto del de cualquier otra especie del mundo animal.

Generativismo. Noam Chomsky apareció en el universo del estudio gramatical en la


segunda mitad del siglo XX con su obra Estructuras Sintácticas, en medio de un
panorama científico opuesto a sus ideas:

- El lenguaje es creativo, no imitativo: el hablante puede producir e interpretar


oraciones que no ha oído con anterioridad.
- La gramática es generativa (productiva), no consiste en un repertorio de
conductas aprendidas.

Esto sitúa el lenguaje dentro de lo que conocemos como psicobiología. También se


opone claramente al conductivismo radical de B.F. Skinner, el cual dice que las
diferentes explicaciones sobre el comportamiento humano deben ser resueltas en
base a pruebas refutables, no a especulaciones. Para los seguidores de esta corriente
la mente “es una caja negra”: lo que ocurre a nivel mental no podemos verlo. El
lenguaje se puede entonces entender como un repertorio de comportamientos
aprendidos.

Sin embargo, para Chomsky el lenguaje es creativo porque los hablantes tienen la
capacidad de producir y entender un número potencialmente infinito de expresiones
nuevas; y porque sus producciones lingüísticas no responden de manera uniforme a
los estímulos, no se da una correlación entre lo dicho y las circunstancias. Por lo tanto,
la mente no es una caja negra, pues ha de funcionar como una potencia activa interna
e innata. Esto implica que existe una especie de órgano del lenguaje en el cerebro, es
decir, un sistema mental que nos ayuda a adquirir el lenguaje.

Este programa se denomina Modelo de Principios y Parámetros de la Gramática


Universal, también conocido como LAD (Language Acquisition Device). Para los
generativistas, la GU es la teoría que trata de describir los principios estructurales
comunes a todas las lenguas humanas, que estarían en la mente de todos los
hablantes desde su nacimiento. Estos principios son universales (presentes en todos

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los hablantes) e innatos (forma parte de nuestra herencia filogenética, es decir, es una
característica de especie que viene especificada en nuestros genes), ya que forman
parte de la dotación biológica del ser humano, y son la base de la facultad del lenguaje
(FL) que exhibe nuestra especie. Actúan a modo de “dispositivo de adquisición del
lenguaje” (LAD), puesto que capacitan al niño para transformar los datos que recibe de
la experiencia lingüística de su entorno en un sistema de conocimiento estable, a
saber: conocimiento sobre la(s) lengua(s) habladas en su comunidad.

Para Chomsky, el Language Acquisition Device (LAD) es una metáfora que él mismo
utiliza para referirse a la facultad del lenguaje, ya que nos capacita para extraer
información de los estímulos lingüísticos del entorno desde el nacimiento,
organizándolos en un sistema de conocimiento estable que nos llevará a ser hablantes
competentes de una o más lenguas. El LAD se adquiere por dotación biológica
(herencia filogenética); contiene los Principios Universales de la Gramática; y sirve para
adquirir cualquier lengua humana.

El Modelo de Principios y Parámetros es el modelo que explica las semejanzas


estructurales entre lenguas humanas. Los principios se refieren a las características
generales del lenguaje, y los parámetros son opciones más concretas dentro de cada
lengua que el niño va seleccionando según procesa los estímulos de la suya propia. Los
principios también explican las diferencias superficiales entre las lenguas, como el
orden de constituyentes oracionales, el cual puede variar dependiendo de la lengua,
pero no altera el significado de cada componente. El Modelo es lo que permite explicar
el concepto de competencia lingüística.

Chomsky vs Fodor. (Basado en Introducción a una sintaxis minimista de Eguren y


Fernández Soriano). Casos de disociaciones dobles muestran que existe un dominio
lingüístico autónomo, sin embargo éste puede quedar dañado debido a una lesión
cerebral. A pesar de que el lenguaje constituye un dominio específico sigue
compartiendo propiedades con otros dominios, estando conectado a ellos. El lenguaje
es autónomo, pero no es necesariamente un “módulo” tal y como Jerry A. Fodor
emplea el término. En The Modularity of Mind Fodor expone una teoría de la mente
basada en la distinción entre un único sistema cognitivo central y varios sistemas de
entrada. El sistema central se ocuparía de la resolución de problemas y del
pensamiento racional, y carecería de estructura. Por otra parte, cada uno de los
sentidos constituiría un sistema de entrada distinto, un “módulo”, con cuya
información se alimenta el sistema central. Los módulos fodorianos tienen las
siguientes características:

o Constituyen dominios específicos.


o Realizan tareas especiales.
o Funcionan de manera rápida y obligatoria.
o Se materializan en zonas específicas del cerebro.

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o Están predeterminados genéticamente.


o Operan sin admitir injerencias ni de otros módulos ni del sistema central, están
encapsulados informativamente.

Para Fodor el lenguaje sería un módulo más.

Sin embargo, según Chomsky el lenguaje posee propiedades específicas que se


localizan en determinadas zonas del cerebro, que está premodelado de manera innata;
pero su funcionamiento no siempre es rápido y obligatorio ni está completamente
encapsulado. Y lo que es más importante: el lenguaje es un sistema tanto de entrada
como de salida, y ambos sistemas están interconectados a través del sistema central.
Por lo tanto, determinados subcomponentes de nuestro conocimiento lingüístico
pertenecerían al sistema central, con lo cual dicho sistema tendría bastante más
estructura que la que Fodor le atribuye.

Competencia y actuación. La segunda idea básica de Chomsky consiste en que debe


establecerse una clara distinción entre la competencia y la actuación lingüística. Este
concepto es una reformulación de una de las premisas fundamentales de las
investigaciones gramaticales de todos los tiempos.

La competencia es un conocimiento perfecto y sistemático de una lengua, permite


crear construcciones sin límite de longitud y complejidad siempre y cuando respeten
las reglas combinatorias.

La actuación es una manifestación concreta de la competencia gramatical en un acto


de habla real, e impone a la competencia las restricciones propias del habla,
limitaciones no propiamente lingüísticas:

o De tipo cognitivo: memoria de trabajo, cansancio y/o estrés que limitan


nuestras capacidades atencionales…
o De tipo orofonatorio: problemas para articular las palabras (nuestro volumen
pulmonar tiene un límite, por lo que no podemos emitir oraciones
infinitamente largas).
o De tipo perceptivo: problemas para recibir la información que contiene el
lenguaje (ruido).

La actuación no es un reflejo directo de la competencia. Las razones que según


Chomsky justifican ésta dicotomía son las siguientes:

o La caracterización de los sistemas lingüísticos como lenguas-I como explicación


para la propiedad de la infinitud discreta o productividad. Los hablantes poseen
un “programa mental” con el que construyen un número infinito de
expresiones a partir de un número finito de unidades lingüísticas.

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o La distinción entre el conocimiento tácito y el uso del lenguaje en situaciones


reales puede explicarse fácilmente, pues en éste último entran en juego
numerosos factores de distinta naturaleza que no afectan al conocimiento
gramatical en sí mismo. Ejemplo: Las frases se pueden combinar de manera
recursiva, es posible insertar dentro de una frase otra frase del mismo tipo; sin
embargo, nos cuesta producir o entender oraciones con incrustaciones en el
centro que a pesar de ser gramaticalmente correctas, resultan inaceptables
dado que su procesamiento en situaciones reales sería problemático.
o Los estudios sobre lesiones cerebrales son una prueba en favor de la
separación entre competencia y actuación. Esto prueba que los mecanismos de
ejecución puedan quedar dañados sin que este hecho repercuta en el sistema
cognitivo lingüístico. Sin embargo, existe la excepción de la apraxia del habla,
una lesión cerebral que genera un problema directamente relacionado con el
lenguaje.

Algunos puntos aclaratorios controvertidos:

o La distinción entre competencia y actuación no es una idealización en contra de


los hechos, sino una hipótesis empírica avalada por pruebas tanto internas
como externas.
o Las dicotomías entre competencia/actuación y lengua-I/lengua-E no son
equivalentes. Por una parte, la noción de competencia incluye tanto a la
competencia gramatical como a la pragmática, mientras que el término técnico
lengua-I hace referencia tan solo a la competencia gramatical. Por otra parte,
en la actuación no solo registramos los enunciados que pueden producirse en
una comunidad lingüística (lengua-E), sino que nos encontramos también con
pausas, fragmentos, falsos comienzos, oraciones agramaticales, etc.
Cuando hablamos de lengua-I nos referimos a la lengua desde un punto de
vista internista, que presenta el lenguaje como algo innato, individual e
intensional; mientras que cuando hablamos de lengua-E nos referimos a una
teoría externista del lenguaje en la que la competencia lingüística se alcanza a
través de la experiencia y los estímulos exteriores, sin ninguna conexión con un
conocimiento interno e innato del lenguaje.
o Separar la competencia de la actuación y centrarse en la competencia
gramatical no quiere decir que no haya factores sistemáticos en la actuación
que merezcan ser investigados. Chomsky siempre pensó que el estudio de la
competencia gramatical debe ir acompañado siempre de la elaboración de una
teoría del uso del lenguaje que dé cuenta de la competencia pragmática de los
hablantes.
o El que existan fenómenos lingüísticos que están a medio camino entre la
competencia gramatical y la competencia pragmática (como las relaciones
anafóricas) no cuestiona en absoluto la distinción, pues estamos siempre

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dentro de los límites de la competencia. Además, una de las tareas más


interesantes para la lingüística es tratar de descubrir qué aspectos de un
determinado fenómeno lingüístico pertenecen a la competencia gramatical y
cuales a la pragmática, y ver cómo se complementan.

Cuando hablamos de competencia gramatical, nos referimos a los conocimientos


gramaticales universales innatos que posee cada persona, pero cuando aludimos a la
competencia pragmática estamos hablando del lenguaje en un plano social, pues
consiste en unos conocimientos para adecuar la competencia gramatical a una
conversación activa, y se apoya tanto en una serie de parámetros que percibimos
durante la conversación como en el grado de conocimiento mutuo entre el receptor y
el interlocutor.

Esta separación entre competencia y actuación ha sido de algún modo comparada con
el Estructuralismo de Saussure, teoría presentada en 1916 en la que se expone la
dicotomía lengua/habla.

La definición de lengua sería conocimiento lingüístico compartido por los hablantes,


mientras que la definición de habla sería la puesta en práctica de la lengua.

Podemos observar similitudes entre el concepto de Saussure de lengua y el concepto


de Chomsky de competencia, sin embargo, la lengua se define como un sistema de
signos, mientras que la competencia es una facultad mental. Esto es debido a que el
Generativismo es abordado desde un punto de vista internista, mientras que el
Estructuralismo concibe la lengua como un producto social externo al individuo.

El Estructuralismo propone el estudio sincrónico de la lengua desde una perspectiva


externista. Saussure cree que a través de la historia puede observar la evolución
fonológica de cada lengua y crear unas leyes generales basándose en ese patrón, para
de este modo poder aplicarlas a un pasado remoto e imaginarse cómo hubiera sido la
“protolengua” que ha dado lugar a la lengua actual.

El lenguaje como actividad. Funcionalismo. Mientras que el Generativismo se


pregunta por qué hablamos, el Funcionalismo se plantea para qué hablamos. Esta
corriente se preocupa principalmente por la competencia comunicativa (pragmática).
Según los funcionalistas, la función comunicativa del lenguaje daría lugar al siguiente
esquema:

SITUACIÓN
Semántica y pragmática + Gramática

La competencia lingüística estaría formada por una suma entre la competencia


gramatical y la competencia comunicativa.

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Una parte importante del Funcionalismo es la adecuación a la situación comunicativa,


es decir, según la ocasión y el receptor, el hablante realiza una selección léxica y del
grado de complejidad. El grado de formalización sintáctica que adoptamos para
nuestra expresión mantiene una relación inversamente proporcional a la inmediatez y
la predictibilidad de la situación comunicativa, y también a su grado de formalidad. En
ocasiones los hablantes pueden incluso utilizar estructuras agramaticales que son
pragmáticamente correctas dada la situación.

El Funcionalismo también cree en la motivación semántico-pragmática de la sintaxis,


es decir, que en la situación la estructura de una oración varía según la situación
comunicativa en la que se encuentra el hablante. Además, ésta corriente cree que las
intenciones del hablante influyen directamente en la semántica de las oraciones. La
focalización consiste en modificar la estructura sintáctica elegida para orientar la
atención del oyente hacia algún elemento concreto de la proposición.

Por lo tanto, desde un punto de vista funcionalista, la competencia lingüística estaría


formada por una rama gramatical, estructural y semántica; y una rama comunicativa,
social y variable.

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TEMA 2: Las lenguas y la comunicación lingüística

LENGUAJE NO ES SINÓNIMO DE COMUNICACIÓN

1) Comunicar no es sólo utilizar un código pues entran en juego las intenciones


del hablante y su objetivo comunicativo.
Los signos lingüísticos son los signos que activan conceptos en la mente de los
hablantes. Tienen dos componentes indisociables:
o Significado: concepto evocado
o Significante: imagen acústica
Ambos tienen una relación arbitraria. Por lo tanto, deducimos que el lenguaje
NO es un calco de la realidad.

Un signo o señal es toda entidad perceptible (con algún tipo de dimensión


física: visual, táctil, auditiva, olfativa…) que se asocie con un significado. Los
seres humanos son expertos en extraer significado de cualquier estímulo
presente en el entorno.

Los tipos de signos se caracterizan por la relación entre la señal (representante)


y lo que representa (representado), y según Peirce son los siguientes:
o Iconos: relación de representación/semejanza (una foto, un dibujo, un
mapa…)
o Índices: Fenómenos que se dan de manera contigua, relación de causa-
efecto (huellas de pisadas que significan que alguien ha pasado por ahí,
humo que indica la presencia de fuego…)
o Símbolos: relación arbitraria (banderas, palabras, himnos… No tienen
relación directa con lo que se les atribuye, pero se les da un significado
automáticamente)

Iconos, índices y símbolos NO se excluyen mutuamente.

o Coexistencia de diferentes tipos de signos.


 Signos híbridos: un mapa aglutina señales icónicas y simbólicas:
 Icónicas: representa por semejanza un territorio
 Simbólicas: algunos elementos se representan con
colores y formas convencionales para destacarlos (vías
principales, áreas comerciales, bocas de metro…)
o El que un signo sea un icono o un símbolo puede depender de la
intención comunicativa que se le atribuya. La estatua de la Libertad
puede ser tanto un icono de un monumento como símbolo de la
relación entre EEUU y Francia, o de los valores que se atribuyen los
estadounidenses.
o Los índices no implican que detrás de la señal haya intencionalidad
comunicativa (por ejemplo, el acento de una persona no influye en lo

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que quiera comunicar, pero al oírlo somos capaces de inferir la conexión


natural entre cómo habla esa persona y de dónde es). Sin embargo, los
seres humanos podemos utilizar índices intencionadamente.
o Los seres humanos utilizamos señales híbridas:
 Símbolos como índices (a la pregunta “¿Cómo está tu
garganta?” podemos dar la respuesta simbólica convencional de
“bien, gracias” o responder cantando, una respuesta indicial)
 Símbolos como iconos (repetir las palabras de otro con otro tono
para dar a entender algo, como cuando una persona dice
“vámonos de picnic que hace un día estupendo” y resulta que de
repente cae una tormenta)
 Onomatopeyas: símbolos con propiedades icónicas (imitan las
propiedades acústicas de aquello que representan) que se crean
a partir del inventario fonológico de una lengua:
 Son unidades léxicas que sólo funcionan en un sistema
de lengua.
 Se adaptan a los rasgos estructurales de los sistemas
fonológicos de las diferentes lenguas (guau (español) =
woof (inglés))

CONCLUSIÓN: Los humanos manejamos más signos que los lingüísticos, y


podemos comunicarnos sin necesidad de utilizar un código verbal.

Cuando nos comunicamos por medio del lenguaje podemos utilizar los signos
lingüísticos como índices o como iconos, sin que dejen por ello de ser signos.

2) Comunicar no es sólo transmitir información. Los actos de habla pueden ser


muy diferentes según la intención del hablante:
o Pretende influir en el comportamiento del oyente
o Pretende hacer al oyente partícipe de su estado psicológico
o Pretende modificar los estados de las cosas
o Pretende advertir, aconsejar

¿Cómo nos comunicamos? Partiendo de un esquema clásico con un emisor, un


código y un receptor mediante un canal (elementos básicos para realizar la
comunicación), el código lingüístico sin referente (significado situacional) está
infradeterminado, lo cual quiere decir que una oración fuera de contexto tiene
un significado gramatical al que llega cada persona conociendo el código, pero
no se puede decir que es un enunciado hasta que no se conoce el contexto de
la oración y por lo tanto conocemos todos sus significados y podemos decidir
qué acepción se debe atribuir a cada palabra. Fuera de contexto claro, se elige
la acepción a la que cada uno esté más acostumbrado por experiencia personal.
Los humanos nos comunicamos por medio del lenguaje. Las lenguas son

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códigos, por lo tanto, los humanos nos comunicamos codificando y


descodificando mensajes. Un código es un sistema convencional que establece
emparejamientos constantes entre señas y mensajes; puede ser simple o
complejo.

Los códigos simples (especies animales, no humanas) asocian un conjunto


reducido de señales fijas e invariables con un conjunto igualmente reducido,
fijo e invariable de señas. No dan la posibilidad de construir mensajes distintos
de los que están en el inventario.

Los códigos complejos son conjuntos estructurados de señales formados a


partir de unidades discretas y aislables que siempre nos van a dar la posibilidad
de combinar todos los códigos del inventario morfológico mediante reglas
combinatorias para construir nuevas derivaciones, tanto en sintagmas como en
palabras. Son códigos productivos, y sus reglas combinatorias son recursivas. La
recursividad es la propiedad que se sigue del hecho matemáticamente
analizable de que en un sistema de reglas ciertos símbolos pueden dominarse a
sí mismos, de modo que las reglas que los contienen se pueden aplicar
repetidas veces. Los códigos complejos están regidos por el Principio de
Composicionalidad, la propiedad por la que es posible descomponer las señas
complejas en unidades menores y que permite construir la interpretación de
una señal compleja como el resultado de la combinación de las unidades más
simples que la integran. De este modo, el número de mensajes puede ser
infinito. Este Principio funciona en todos los casos menos en palabras
lexicalizadas (formas compuestas evolucionadas) y conjuntos lexicalizados de
palabras. No queda más remedio que aprenderlas de memoria para deducir su
significado, la gramática no es suficiente.

La lengua es un código, un sistema combinatorio discreto que usa reglas


gramaticales jerárquicas y recursivas para combinar unidades simbólicas
discretas que no se pueden confundir entre ellas. El código lingüístico utiliza
símbolos, es decir, signos en los que se ha establecido una asociación
convencional y arbitraria entre significante y significado.

Podemos analizar y describir las lenguas humanas como códigos. La existencia


de un código es una condición necesaria y suficiente para que se produzca la
comunicación, lo cual es incorrecto. Si la comunicación fuera una simple tarea
de codificar y descodificar mensajes, el conocimiento del código debería bastar
para explicar por completo el funcionamiento de la comunicación. Sin embargo,
hay muchos aspectos tanto de la manera en que utilizamos la lengua para
comunicarnos como de las interpretaciones a las que llegamos que no
dependen simplemente del conocimiento del código lingüístico, sino que
requieren que tengamos en cuenta elementos extralingüísticos. Por otro lado,

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si la comunicación consistiera necesariamente en el intercambio de


información codificada, no podríamos concebir la existencia de comunicación
en ausencia de un código, lo cual es incorrecto.

¿Es suficiente el código? Existen algunos aspectos de lo que se comunica que


no pueden recuperarse exclusivamente recurriendo al conocimiento del código
lingüístico.

La ambigüedad lingüística. El código de la lengua establece la existencia de


diferentes acepciones para una misma palabra, es decir, empareja un único
significante con más de un significado. Podemos conocer todos esos
significados, pero este conocimiento no basta para poder decidir cuál de ellos
quiso transmitir el interlocutor en una situación concreta: fuera de contexto,
como se indicaba anteriormente, somos incapaces de seleccionar con
fundamento una acepción u otra. Sin embargo, quien emite esta oración en una
ocasión determinada quiere utilizar sólo una de estas posibles acepciones, no
todas a la vez, ni tampoco una u otra indistintamente.

Aunque podamos decodificar el mensaje, lo que sabemos de la gramática no


puede explicar totalmente la interpretación a la que llegamos. Lo que cada uno
de los diferentes emisores quiere transmitir no es sólo la pieza de información
que codifica, tan importante o más es el objetivo que pretende lograr al
hacerlo: enseñar, advertir, amenazar… Y en muchas situaciones, resulta incluso
más importante lo que se insinúa que lo que se expresa, es decir, el significado
implícito y no explícito.

La comprensión requiere algo más que el dominio del léxico o de las reglas
gramaticales de una lengua determinada. La interpretación no consiste sólo en
decodificar correctamente el contenido del mensaje, sino también en
completarlo adecuadamente con nuestro conocimiento del mundo. Y en la
producción operan mecanismos similares: en muchas ocasiones no decimos
exacta y literalmente lo que queremos comunicar. Ponemos necesariamente en
funcionamiento conocimiento y capacidades que no pueden describirse en
términos gramaticales. Por tanto, reducir toda la comunicación humana al uso
del código es incorrecto.

¿Es necesario el código? El conocimiento lingüístico asociado al código no es


suficiente para explicar todo lo que se transite cuando se comunica. Cabría
preguntarse ahora si la utilización de un código es requisito necesario para que
haya comunicación.

La respuesta es no, un comportamiento comunicativo puede tener lugar sin


mediar el uso de un código. Esto demuestra que podemos comunicarnos
eficazmente sin utilizar señales convencionales.

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¿Con quién nos comunicamos? “El emisor y el destinatario. Se presentan como


entidades con la capacidad de manejar correcta y eficientemente un código de
señales que ambos comparten.”

El manejo de un código común no es una condición necesaria para que haya


comunicación y no debe ser por tanto un componente esencial de las nociones
de emisor y destinatario: dos personas que hablen lenguas diferentes pueden
llegar a entenderse a base de señas no codificadas.

Por otro lado, incluso cuando comparten un mismo código, no es el


conocimiento de este código la única de sus capacidades que se pone en juego
en la comunicación, ni siquiera cuando de lo que se trata es de entender los
mensajes codificados lingüísticamente.

Y finalmente, la identidad de los interlocutores es en muchos sentidos un factor


esencial que determina muchas elecciones lingüísticas y que tampoco queda
adecuadamente recogido en la caracterización clásica.

¿Cuándo hay comunicación? Podemos entender esta pregunta en dos sentidos


diferentes. En uno de ellos, orientamos la pregunta hacia la recepción, de modo
que equivale más o menos a cuando diríamos que la comunicación se ha
producido con éxito. Pero lo que nos interesa es el otro sentido en el que la
pregunta se orienta hacia la producción. ¿Qué requisitos tienen que cumplirse
para que podamos hablar propiamente de comunicación? La aparición explícita
de intención comunicativa.

Parece acertado no agrupar bajo la misma denominación los procesos en los


que se transmiten contenidos intencionalmente y aquellos otros en los que los
contenidos se obtienen como fruto de la deducción a partir de datos
observados más o menos fortuitamente. Una información que no se transmite
intencionalmente no es una información comunicada.

La intencionalidad confiere además una dimensión añadida de credibilidad a la


información recibida. Cuando un emisor comunica intencionalmente unos
datos, se hace responsable de la verdad de la información que proporciona. Los
datos que uno obtiene a partir de fenómenos no intencionales no tienen más
garantía que la propia de la deducción que se ha hecho.

La intención es fundamental porque establece una diferencia decisiva entre los


actos voluntarios y los involuntarios: los actos voluntarios representan formas
de comportamiento; los actos involuntarios son actos reflejos.

La comunicación humana contrasta así con la comunicación animal en varios


sentidos. Incluso en los casos que parecen más complejos, lo que solemos

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llamar comunicación animal no pasa de ser un acto reflejo en el que el


individuo reacciona ante un estímulo o una situación de la única manera en que
puede hacerlo; esta reacción consiste en emitir una señal analógica, sin
posibilidades de elección o modificación.

3) Comunicar es interactuar con los otros. La interacción verbal va acompañada


de otros elementos no verbales que también son comunicativos, la
comunicación NO verbal, se realiza con:
o Mirada: manteniendo el contacto visual intermitente, es decir, ni
evasivo ni invasivo, para confirmar la escucha o en momentos clave de
la interacción.
Algunos síndromes genéticos neuroevolutivos cursan con problemas
para mantener un contacto visual normal, lo que también ocurre en
algunas personas lesionadas de hemisferio derecho (LHD) con
predominio frontal de la lesión.
o Expresión facial y prosodia emocional: esperamos que sean acordes al
contenido expresado en el mensaje verbal (percibimos como anormal
cuando, por ejemplo, un enunciado de contenido dramático se
verbaliza con expresión facial de alegría y un tono de voz feliz).
Algunos LHD pueden manifestar también problemas para reconocer
emociones tanto faciales como prosódicas, lo que también ocurre en
algunos trastornos del espectro autista (TEA) como el Síndrome de
Asperger.
o Gestualidad:
 Emblemas: gestos con significado convencional para una
comunidad de hablantes, casi lingüístico (asentimiento y
negación con la cabeza, pulgar arriba, barridos y dobles barridos
con los brazos…).
 Ilustradores: acompañan a la producción verbal pero por sí
solos no pueden sustituirla. Pueden facilitar el acceso léxico
(cuando no recordamos una palabra) o complementar e
enriquecer la producción verbal de manera icónica (por
ejemplo, realizando la pantomima de la acción que se está
relatando)
 Reguladores: sirven a distintas funciones interactivas, como
controlar el ritmo de la toma de turno (regulador de freno) y de
la propia producción verbal (regulador de compás).

La gestualidad natural puede verse aumentada o inhibida en


situaciones de déficit lingüístico, de manera diversa según el tipo de
trastorno o de lesión. Así pues, por ejemplo, los hablantes afásicos
suelen desarrollar un tipo de gestualidad compensatoria que

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pretende suplir y/o reparar la producción verbal, y que es más


abundante que la que producen los hablantes sin déficit.

4) No todo el uso del lenguaje es comunicativo. Tiene que haber vida sin
lenguaje, los humanos no pueden depender del lenguaje para comunicarse.

Existen diversas opiniones sobre la conexión entre el pensamiento y el


lenguaje, la idea básica implica que solo algunos pensamientos muy abstractos
no precisan el lenguaje.

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TEMA 3: La arquitectura de las lenguas y las disciplinas lingüísticas

La arquitectura de las lenguas. Podemos decir que el lenguaje está formado por la
cognición, la estructura y la sociedad. De lo referente a la estructura se ocupa la
lingüística interna.

El léxico de las lenguas es su componente repetitivo (o imitativo) y está formado por el


inventario fonológico, que a su vez consta de un inventario de morfemas y un
inventario de palabras (hechas), y de un inventario de construcciones (hechas). El
componente creativo (o generativo) de las lenguas es su gramática. La morfología (o
palabras) de una gramática está formada por el inventario de morfemas y el inventario
de palabras ya hechas; mientras que la sintaxis (frases y oraciones) está formada por el
inventario de construcciones ya hechas.

Tal y como lo define Alonso Calvo, la lexicalización es un concepto que consiste en la


“salida de una forma lingüística de las reglas productivas de la gramática”. Es decir,
cuando una palabra o expresión no tiene un significado al que podamos llegar
analizando cada una de sus partes, siendo morfológica y semánticamente opacas, con
lo cual no queda más remedio que memorizar su significado (por ejemplo: correveidile,
ojo de buey, matasuegras…). También fue Alonso Calvo quién dijo que “una forma
lexicalizada no puede derivarse mediante la aplicación de reglas de morfología
derivacional”. Esto ocurre con palabras, pero también a un nivel superior con las
locuciones fraseológicas, construcciones de varias palabras que funcionan como un
sintagma unitario (mosquita muerta, diamante en bruto, mercado negro…).

El inventario fonológico es el conjunto de representaciones fonológicas discretas que


todo hablante competente de una lengua “almacena” en su mente. Estas
representaciones desempeñan una función diferenciadora de las unidades léxicas de la
lengua. Desde una perspectiva externista, el inventario fonológico puede definirse
como el conjunto de unidades mínimas distintivas no significativas de un sistema de
lengua, es decir, que desempeñan una función diferenciadora de significados, aunque
no tienen significado en sí mismas. Desde una perspectiva internista, el inventario
fonológico forma parte del componente imitativo de las lenguas porque el hablante
tiene que aprender qué sonidos tienen función distintiva en su lengua. Hasta los 6
meses, los bebés son fonólogos universales, es decir, capaces de captar matices
sonoros distintivos de cualquier lengua natural humana. Sin embargo, esta sensibilidad
va desapareciendo a medida que el niño es estimulado exclusivamente en su lengua o
lenguas maternas. Hacia los 12 meses se inicia el balbuceo, que es una especie de
“entrenamiento” mediante el que el bebé intenta reproducir, por imitación, esos
sonidos propios de su lengua.

Las representaciones fonológicas se denominan también fonemas. El fonema es la


unidad mínima distintiva no significativa. Es distintiva porque sirve para diferenciar

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unidades léxicas, y no significativa porque, obviamente, carece de significado. Los


fonemas NO son sonidos, sino representaciones mentales que tenemos de un sonido
determinado. Los sonidos también son llamados fonos y constituyen la realidad
articulatoria y física a través de la que se manifiestan los fonemas. Un mismo fonema
puede realizarse por medio de distintos fonos, sus alófonos. Los alófonos de un mismo
fonema normalmente aparecen en distribución complementaria, es decir, se dan en el
mismo contexto fónico de manera sistemática; pero también pueden encontrarse en
distribución equivalente, es decir, el hablante elige cómo pronunciar en función de la
situación comunicativa y su grado de formalidad. De este tipo de sonidos, que aunque
se corresponden con un mismo fonema pero que podemos elegir su pronunciación
dependiendo de la situación, se dice que son variantes libres.

Del estudio del inventario fonológico se ocupan la fonética y la fonología.

La fonología estudia las unidades mínimas con función distintiva en un sistema de


lengua y, por tanto, su objeto de estudio son las representaciones mentales de las
unidades sonoras que los hablantes perciben como distintas, es decir, los fonemas. Por
lo tanto, la fonología es relativa a las lenguas concretas. Así, tenemos una fonología del
español, del francés, del inglés…

La fonética estudia los sonidos como elementos fisiológicos y físicos. En efecto, una
misma unidad distintiva puede realizarse por medio de distintos alófonos, que son las
variantes contextuales de un fonema. Sin embargo, los hablantes no perciben los
alófonos como unidades diferentes, precisamente porque carecen de función
distintiva. Además, de todos los sonidos que podemos producir sólo unos pocos
forman parte del inventario fonológico de cada lengua, pero como la fonética es
universal trata de recoger todos los fonos de todas las lenguas y establecer un alfabeto
fonético internacional.

Un inventario fonológico, por tanto, consiste en un conjunto de categorías abstractas


(internas) perfectamente diferenciadas entre sí, cada una de las cuales se realiza a
través de uno o varios sonidos, y en las que se basa la distinción entre las unidades
léxicas de una lengua.

No debemos confundir los fonemas con las grafías. Los fonemas son representaciones
mentales de sonidos, mientras que las grafías son convenciones gráficas para
representar por escrito esos sonidos. Aunque el sistema ortográfico del español es de
los más transparentes que existen, la correspondencia entre grafía y fonema no es
perfecta, de manera que un mismo fonema puede corresponderse con distintas grafías
(por ejemplo, <b> y <v> para /b/). También puede ocurrir que una misma grafía sirva
para representar distintos fonemas dependiendo del contexto gráfico en que aparezca.
Así, <c> representa el fonema /k/ cuando va seguida de las grafías <a, o, u>, pero

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representa el fonema /θ/ cuando va seguida de las grafías <e, i>. Los alógrafos son
cada una de las representaciones de una misma letra (<a>, <A>, <a>, <A>).

Morfología. Tal y como se describía antes, la morfología está formada por el inventario
de morfemas y el inventario de palabras (hechas) del inventario fonológico, y forma
parte del componente creativo (o generativo) de las lenguas.

El morfema es su unidad, la unidad mínima dotada de significado, ya sea léxico (pan,


coche…) o gramatical (masculino, femenino, plural…). Los morfemas no se componen
de unidades menores y se combinan entre sí para formar palabras.

Igual que los fonemas se pueden manifestar por medio de distintos fonos, los
morfemas pueden hacerlo por medio de distintos morfos, secuencias concretas de
fonemas en que se realizan los morfemas. Diferentes morfos de un mismo morfema
son llamados alomorfos (por ejemplo, en español existen alomorfos de plural [-s, -es],
como en perro-s y pared-es). Se trata de la manifestación fonológica concreta de un
mismo morfema en distintos contextos morfofonológicos.

Los morfemas se clasifican en lexemas, afijos y clíticos. A su vez, los lexemas se


clasifican en libres (autónomos), cuando pueden aparecer en la cadena hablada sin
necesidad de combinarse con ningún otro morfema (pan, sol), y ligados (heterónomos)
cuando requieren la presencia de algún morfema flexivo para formar la palabra (perr-,
guap-). Los afijos son, por definición, morfemas ligados, y se subclasifican en flexivos
(portadores de contenido gramatical relevante para la sintaxis, como por ejemplo los
morfemas de plural, de género, o de persona verbal), y en derivativos (cuando añaden
algún matiz semántico a la palabra con que se combinan, como –era, -ción, etc.).
Finalmente, los clíticos pueden ser libres (es el caso de los pronombres objetivos,
portadores de contenido gramatical que nos permite identificar un referente
previamente introducido en el discurso), o ligados, cuando requieren formar sintagma
con otra unidad léxica (nominal o verbal) para aparecer en la cadena hablada (es el
caso de los artículos determinado e indeterminado, y del auxiliar haber, por ejemplo).

Los morfemas léxicos, o lexemas, también pueden presentar alomorfos, de ahí la


utilidad de verlos como morfemas (por ejemplo, en recibimos y recepción los
alomorfos son recib- y recep-). Esto, en español, se da por la evolución del idioma
desde el latín vulgar y la presencia de cultismos derivados del latín culto.

El componente morfológico consta de una serie de reglas que permiten a los hablantes
combinar los morfemas de su inventario léxico entre sí para formar palabra
(morfología flexiva), o bien para crear palabras nuevas (morfología derivativa). Estas
reglas establecen que no todos los morfemas flexivos sean aplicables a todas las raíces
(por ejemplo, los morfemas de tiempo, aspecto y modo no se aplican a lexemas de
categoría nominal), y también establecen que no todos los sufijos derivativos puedan

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aplicarse a todas las bases léxicas (así, por ejemplo, el morfema derivativo –iz- requiere
combinarse con bases adjetivas para poder derivar un lexema verbal, y requiere
además añadir el morfema flexivo verbal correspondiente de manera simultánea,
como en comercial-iz-ar). Los hablantes nativos de una lengua tienen un conocimiento
operativo de estas reglas, y por eso saben que el sustantivo derivado del verbo
comunicar es comunicación y no *comunicancia, a pesar de que el sustantivo derivado
de instar sea instancia. Al igual que el conocimiento de la combinatoria sintáctica, el
conocimiento de la combinatoria morfológica es tácito, latente, implícito, pero
funciona en la práctica. Y por esto la morfología forma parte del componente creativo
de las lenguas.

Las principales operaciones morfológicas son:

o Flexión: consiste en añadir al lexema información gramatical (género,


número, persona…) que no cambia la categoría gramatical de la raíz. El
resultado de esta operación es una palabra (por ejemplo: cant-o; cant-
ab-as).
o Derivación: consiste en añadir a un lexema (base) nuevos elementos
que cambian su significado original. El resultado es una palabra distinta
que puede tener otra categoría gramatical (por ejemplo: bueno  bon-
dad).
o Composición: consiste en crear una nueva palabra a partir de otros dos
(o más) lexemas. La unidad resultante suele tener la categoría
gramatical de una de las bases originales (por ejemplo: sacar + corchos
 sacacorchos).

Seguramente  segur-a-mente

LEXEMA ADVERBIAL DERIVADO

LEXEMA ADJETIVO AFIJO DERIVATIVO

LEXEMA ADJETIVO AFIJO FLEXIVO

Segur- -a -mente

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Globalización  glob-al-iz-a-ción

LEXEMA NOMINAL DERIVADO

LEXEMA VERBAL DERIVADO AFIJO


DERIVATIVO

LEX. ADJ. DERIVADO AFIJO DERIVATIVO VT

LEX. NOMINAL AFIJO


DERIVATIVO

Glob- -al -iz- -a- -


ción

Procesos morfológicos que nos llevan a obtener la palabra derivada globalización:

Al igual que los procesos sintácticos, los procesos morfológicos presentan propiedades
de contención (si bien limitada) y jerarquía (no podemos añadir cualquier afijo en
cualquier posición ni podemos derivar palabras de cualquier categoría gramatical por
medio de cualquier morfema derivativo).

En el ejemplo, partimos de un lexema nominal (glob-), del que se deriva un lexema


adjetivo por medio de la adición del sufijo (-al). Sobre esta base, se añade el morfema
derivativo –iz- al que se añade simultáneamente (en el mismo nivel jerárquico) la vocal
temática de la primera conjugación verbal (-a-) puesto que la mayoría de verbos
derivados a partir de categorías nominales pasan a formar parte de la primera
conjugación. Sobre esta base verbal derivada, se añade el sufijo –ción, especializado en
crear lexemas nominales de verbales.

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Sintaxis. Es el siguiente nivel gramatical, pues se ocupa de las reglas gramaticales. Tal y
como se veía en el esquema de la arquitectura de las lenguas, la sintaxis forma parte
del componente creativo (o generativo) de las lenguas, son frase y oraciones formadas
a partir del inventario de construcciones (hechas) del inventario fonológico.

Un sintagma o frase es una combinación de palabras con unidad funcional (los


sintagmas pueden contener otros sintagmas) en el marco de la oración. La extensión
de un sintagma es potencialmente ilimitada, pues una unidad de un tipo puede
contener infinitas unidades del mismo tipo.

Si en la morfología se da la propiedad de contención (una palabra puede contener


otras palabras pero de manera limitada), en la sintaxis se da la propiedad de
contención ilimitada o recursividad (una frase puede contener sintagmas de manera
infinita, aunque en la práctica esto no sea posible pues, como se explica antes, en la
práctica el cerebro humano solo es capaz de procesar un número limitado de
sintagmas encadenados).

Además, las relaciones sintácticas son jerárquicas, pues unos elementos rigen a otros.
Esto se manifiesta en marcas de concordancia entre los elementos dominantes o
nucleares y los dominados por ellos, lo que nos permite percibir la existencia de
relaciones a distancia en el marco de las oraciones. Por ejemplo, un verbo siempre rige
la concordancia respecto al sintagma sujeto; y en la oración “Si no le devuelves a María
el libro mañana, entonces no podrá entregar el trabajo a tiempo por tu culpa”,
percibimos que el pronombre objetivo le se relaciona a distancia con el sintagma a
María y con el núcleo verbal de la oración principal podrá, mientras que la segunda
persona expresada en el núcleo verbal de la subordinada condicional devuelves lo hace
con el pronombre posesivo tu del último constituyente oracional.

Semántica. La semántica es la disciplina que se ocupa de estudiar el significado de las


expresiones tanto simples como complejas.

La semántica léxica estudia el significado de las expresiones simples, principalmente


sustantivos adjetivos y verbos. Estas expresiones se caracterizan por tener contenido
descriptivo accesible a la introspección.

La semántica léxica no llega muy lejos pero intenta analizar estas expresiones en
componentes menores llamados semas, es decir, intenta generar relaciones
semánticas básicas basadas en conceptos. El análisis de una unidad léxica en semas no
pretende lograr una definición exhaustiva de todos los matices de significado,

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interesan sólo los semas que establecen oposiciones significativas y permiten organizar
las palabras en microsistemas (paradigmas). Por ejemplo, en el grupo “madre, mujer,
niña, hermana”, los semas en común podrían ser los de ser humano de género
femenino y los de familia.

La semántica léxica también estudia las relaciones de significado entre unidades


léxicas:

o Relaciones de identidad
 Sinonimia: <concejal, edil>; <perro, can>
o Relaciones de contradicción (no hay grado medio), contrariedad (sí hay grado
medio) e inversión
 Antonimia: <vivo, muerto>; <alto, bajo>; <tío, sobrino>
o Relaciones de inclusión
 Hiperonimia/hiponimia: el hipónimo incluye a sus hiperónimos, también
llamados coipónimos. Ejemplo: <perro, animal>; <silla, mueble>
 Meronimia: representa un todo (holónimo) y sus diferentes partes
(merónimos). Ejemplo: <bicicleta, manillar>

Estas relaciones están basadas en relaciones lógicas subyacentes entre semas


compartidos.

La semántica combinatoria se ocupa de las expresiones complejas, es decir, de frases y


oraciones. Estudia la contribución de las unidades funcionales al significado de las
expresiones complejas, y la semántica de las relaciones sintácticas. Las unidades
funcionales son categorías menores, cerradas, o funcionales, principalmente
preposiciones, conjunciones, cuantificadores, artículos, etc. Forman clases cerradas
llamadas paradigmas y no remiten a conceptos.

Teoría de tipos semánticos. Desde el punto de vista de su combinatoria semántica, los


nombres propios denotan entidades individuales (individuos lógicos); NO tienen
significado descriptivo y se comportan como designadores rígidos, es decir, identifican
un único referente en un universo de discurso concreto. Se representan por medio de
letras cursivas minúsculas (a, b, c…) que se denominan constantes de individuo. Por el
contrario, los nombres comunes, adjetivos y verbos son predicados o propiedades,
puesto que denotan clases de cosas, conjuntos de entidades. Se representan por
medio de letras mayúsculas.

Por ejemplo:

o Juan corre = Ca
o Juan es rubio = Ra
o Juan es un hombre = Ha

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Combinatoria semántica de los predicados. Los predicados imponen condiciones


semánticas que afectan a la combinatoria sintáctica. Su significado es “abierto”, en el
sentido de que necesita saturarse por medio de la combinación con otras expresiones,
por ejemplo:

o Dar: hacer alguien voluntariamente que una cosa que posee pase a otro.

El número de expresiones o argumentos con las que necesita combinarse un


predicado para que su significado sea completo se denomina “valencia”. La valencia de
un predicado puede presentar variabilidad no aleatoria según el contexto de uso. Por
ejemplo, “vender” tendría valencia 3 <x, y, z> porque necesita tres argumentos:

o (Yo) Vendí el coche a Juan  VENDER <a,b,c>


o (Yo) Vendí el coche  VENDER <a,b>
o *Vendí a Juan  VENDER <a,c>

El lenguaje bursátil es una excepción: “Los inversores vendieron para obtener


beneficios”.

Los argumentos de un predicado asumen de manera sistemática un determinado


papel semántico o función temática. La estructura argumental de un predicado es el
conjunto de argumentos temáticamente diferenciados que han de ser saturados para
que el predicado pueda completar su significado. Por ejemplo: DAR <x,y,z> (Agente,
Tema, Destinatario).

Funciones temáticas:

o Agente: participante que lleva a cabo la acción (Pablo hizo un pastel)


o Tema: participante afectado por el suceso, sufre algún proceso (Javi le devolvió
el libro.
o Experimentante: participante que percibe o experimenta el suceso (Martín vio
una estrella; Le gusta ir al cine)
o Destinatario: participante que recibe el tema (Juan envió un SMS a Pedro)
o Origen o fuente: punto de comienzo del movimiento o participante que se
inicia en el proceso (Marta voló de París a Londres; Ha llegado una carta de
Jorge para ti)
o Meta: destino del movimiento (Lucía llevó el libro a la biblioteca)
o Ubicación: lugar en que se produce el suceso (Berta apoyó la taza en la mesa)

Las funciones temáticas NO son lo mismo que las funciones sintácticas, por ejemplo:

Pablo hizo un pastel  HACER <a, p> (Agente, Tema)

Martín vio una estrella  VER <m, e> (Experimentante, Tema)

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La función sintáctica de sujeto (subrayada) puede ser desempeñada por argumentos


con funciones temáticas (papeles semánticos) diferentes.

Los nombres comunes y adjetivos, puesto que pertenecen al mismo tipo semántico
que los predicados verbales, tienen también estructura argumental. Admiten como
mínimo un argumento (aquel del que se predican). Por ejemplo: Este coche es azul –
AZUL (b).

Los sustantivos deverbales heredan la estructura argumental del verbo de que


proceden:

o El Ayuntamiento está construyendo un polideportivo: CONSTRUIR <a, p>


(Agente, Tema) //
o La construcción del polideportivo por el Ayuntamiento: CONSTRUCCIÓN <p, a>
(Tema, Agente).

Cuando atribuimos una cualidad a un individuo, la estructura argumental la impone el


adjetivo:

o Estoy orgullosa de tus logros: ORGULLOSO <a, l> (Experimentante, Tema)


o Pedro está enfadado con Marta: ENFADADO <p, m> (Experimentante,
Destinatario)

Disciplinas externas:

o Biolingüística: disciplina que se ocupa del estudio de las bases genéticas y


anatómicas del lenguaje, así como de su desarrollo y evolución en el marco de
la especie. (BLOQUE 2)
o Pragmalingüística: perspectiva que estudia el modo en que los factores
cognitivos y sociales determinan el uso que los hablantes hacen del lenguaje.
(BLOQUE 3)
o Sociolingüística: disciplina que estudia la diversidad lingüística motivada
socialmente, así como las situaciones de conflicto lingüístico, las actitudes hacia
las lenguas, y las políticas de planificación lingüística. (BLOQUE 4)

Disciplinas aplicadas:

o Traductología
o Lingüística Forense
o Lingüística Clínica
o Lingüística Computacional

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BLOQUE 2: LENGUAJE, BIOLOGÍA, ADQUISICIÓN Y EVOLUCIÓN


TEMA 1: El lenguaje humano entre los sistemas de comunicación animal

El lenguaje es una facultad universal privativa de nuestra especie: privativa porque no


hay sociedades humanas sin lenguaje; y privativa porque ninguna otra especie dispone
de una facultad comparable. A pesar de que las distintas lenguas varían entre sí, según
Hockett todas poseen unas características o propiedades comunes que solo se dan
juntas en los sistemas de comunicación humanos, mientras que en los sistemas de
comunicación no humanos pueden darse separadamente.

Propiedades de la señal:
- Físicas:
o Canal vocal-auditivo: el ser humano es el único ser vivo capaz de
comunicarse por el medio vocal-auditivo, mediante el cual, según
Hockett, “las señales que se emiten consisten íntegramente en pautas
de sonido, producidas mediante movimientos del aparato respiratorio y
del sector superior del digestivo […] Las señales se reciben por medio de
los oídos”. Los animales tienen otros canales de comunicación, como el
cinético-táctil (en el caso de las abejas) o el químico-olfativo (hormigas).
Esta propiedad no es considerada del todo privativa, pues el canal vocal-
auditivo no es la única vía de transmisión y recepción de las lenguas
naturales humanas. En la actualidad, se calcula que hay unas 130
lenguas de signos vivas en el mundo, las cuales utilizan la vía cinético-
visual. Por tanto, el primer rasgo definitorio del lenguaje humano tal y
como lo propuso Hockett debe ser revisado para dar cabida a este
hecho.
o Transmisión irradiada y recepción dirigida: según algunos estudios, el
lenguaje humano tiene una retransmisión irradiada, es decir, la señal de
la emisión circula en todas las direcciones posibles y quien recibe el
mensaje es capaz de saber de dónde viene. De nuevo, esta propiedad
debe ser revisada pues el lenguaje de signos, debido al uso de la vía
cinético-visual se caracterizan por un tipo de transmisión local (no
irradiada, sino dirigida específicamente al receptor) y por una recepción
directa, necesariamente orientada hacia la señal.
o Evanescencia rápida: las señales se desvanecen rápidamente en el
tiempo y, a menos de ser captadas en el momento justo, se pierden. El
aspecto positivo de esta propiedad es que “impide que los mensajes ya
transmitidos cubran desordenadamente el canal de comunicación e
imposibiliten la transmisión de otros nuevos”.
o Carácter discreto: los diferentes sonidos que conforman el lenguaje
deben poder diferenciarse perfectamente unos de otros, no pueden ser
indefinidamente similares. Un sonido lingüísticamente diferenciado es
una unidad discreta. Las lenguas disponen de inventarios fonológicos
constituidos por unidades discretas. Otras especies, como las abejas,
producen señales que varían analógicamente en función de la dirección
y distancia a la que se encuentre el alimento, sin que pueda

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establecerse un repertorio de señales discretas en su sistema de


comunicación.

- Propiedades simbólicas:
o Semanticidad: lazos asociativos entre elementos de un sistema con
cosas y situaciones, relación entre el significado y la referencia asociada.
Un sistema es semántico cuando su funcionamiento depende de dichos
lazos. Es asemántico cuando la señal no tiene un significado asociado
(pájaro pinzón cebra).
o Arbitrariedad: en un sistema semántico de comunicación hay iconicidad
según el parecido de cada signo a su denotación en términos físicos o
“en la medida en que todo el repertorio de signos del sistema muestra
similitud geométrica con todo el repertorio de significados”. Un ejemplo
de iconicidad es la orientación de la danza de las abejas, ya que con
respecto al eje del panal indica la dirección de la fuente de alimento. Si
un signo no es icónico decimos que es arbitrario, como es el caso de la
ballena o de microorganismos.
o Propiedades estructurales:
 Doble articulación (o dualidad de patrón):
 1ª articulación: al segmentar los mensajes lingüísticos en
unidades menores, descubrimos que tienen componentes
regulares reutilizables. Las unidades de la primera articulación
son los signos lingüísticos: cadenas fónicas (significantes)
asociadas a significados de manera constante (y por tanto
reutilizables). No hay una denominación universal para las
unidades de la primera articulación, pero para Martinet son
monemas (morfemas léxicos + morfemas gramaticales),
unidades mínimas con significado. No hay que confundirlos con
las palabras, pues por ejemplo la palabra leonera consta de dos
monemas (león- y –era).
 2ª articulación: los monemas, a su vez, se componen de
unidades más pequeñas, también reutilizables. Las unidades de
la segunda articulación son las unidades sonoras discretas:
producciones fónicas distintas. Estas unidades se llaman
fonemas, las unidades mínimas con valor distintivo. Su
característica fundamental es que no tienen significado en sí
mismas, pero se combinan entre sí para crear monemas, que sí
lo tienen.

La doble articulación implica que el lenguaje humano es económico,


pues monemas y fonemas son reutilizables. La primera articulación
posee la ventaja de que evita la sobrecarga de la MLP, y la segunda
evita saturar la capacidad discriminatoria del sistema auditivo (nivel
perceptivo), y la capacidad de producción articulatoria del aparato
bucofonatorio (“si tuviéramos que hacer corresponder a cada
unidad significativa una producción vocal específica e inanalizable

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(…) sería incompatible con las posibilidades articulatorias y la


sensibilidad auditiva del ser humano”).

El sistema de doble articulación tiene tanto un conjunto de


elementos mínimos con significado como un conjunto de elementos
mínimos sin significado propio, pero diferenciadores de mensajes;
mientras que la articulación simple posee sólo elementos mínimos
CON semanticidad (monos vervet) o sólo elementos mínimos SIN
semanticidad (pájaro pinzón cebra).
o Productividad: si un sistema es improductivo, el número de mensajes, por
enorme que sea, es necesariamente finito. En cambio, la productividad supone
un número finito de unidades elementales pero que permite la generación de
un número infinito de mensajes.
Los tipos de unidades de la productividad son los fonemas (sin
significado), que siguen reglas fonotácticas; los monemas, que
siguen reglas morfológicas; y las oraciones, que siguen reglas
sintácticas.

Propiedades del proceso:


o Propiedades inherentes:
 Especialización: el lenguaje es un sistema de comunicación
especializado porque sus consecuencias energéticas directas son
irrelevantes, es decir, su función es enviar un mensaje.
 Desplazamiento: el lenguaje humano presenta la posibilidad de referirse
a algo que no está presente en el momento de la comunicación, algo
que está alejado en tiempo y espacio del momento y lugar en el que se
establece la comunicación. Esta propiedad es por lo visto muy rara y el
único ejemplo a parte del hombre es la danza de las abejas
 Prevaricación: el lenguaje humano nos ofrece la posibilidad de mentir,
es decir, de crear realidades falsas en la mente de nuestro receptor.
Este proceso está relacionado con la Teoría de la Mente (ToM), que es
la capacidad de atribuir estados mentales a nuestros congéneres. Para
prevaricares necesario comprender que nuestro estado mental puede
diferir del ajeno y de la realidad. El desarrollo de esta capacidad suele
completarse a los 4 años, pero en niños con Trastorno del Espectro
Autista (TEA) puede no llegar a desarrollarse nunca. Estos niños tienen
dificultad para comprender metáforas, juegos de palabras, chistes, la
ironía o incluso el objetivo comunicativo.
o Propiedades relativas a los participantes:
 Intercambiabilidad de roles: esta propiedad consiste en la capacidad del
participante de un sistema de comunicación de recibir mensajes y, a su
vez, poder emitirlos también. Las excepciones a esta propiedad en el
caso del lenguaje son solo patológicas.
 Retroalimentación total: los hablantes de una lengua oyen todo lo que
ellos mismos dicen y, por lo tanto, pueden reflexionar sobre qué decir y
cómo decirlo.
 Transmisión tradicional y cultural: según Hockett hay dos mecanismos
biológicos según los cuales se hacen posibles las convenciones que se

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establecen en un organismo para que pueda participar en un sistema de


comunicación. Uno es el mecanismo genético: los genes de un individuo
rigen la pauta de crecimiento y las pautas de comportamiento de ese
individuo. El otro mecanismo es la tradición, puesto que los genes
humanos son una condición necesaria pero no suficiente para adquirir
una lengua. Debe haber también una enseñanza por parte de otros
individuos de la misma especie. Todavía es un interrogante en qué
grado supera la tradición a la genética en el proceso de transmisión.
Hockett reserva el término “cultural” para la transmisión mediada por el
uso de símbolos, por lo que sería exclusivamente humana.

Comparemos ahora las siguientes propiedades del lenguaje humano con el mundo
animal, pues algunos animales comparten propiedades del lenguaje con nosotros.
Los monos vervet comparten muchas de las propiedades del lenguaje humano: la
evanescencia rápida, el carácter discreto, la semanticidad, la arbitrariedad, la
prevaricación y la intercambiabilidad. En cuanto a la transmisión cultural, ellos tienen
transmisión tradicional. Los monos vervet emiten chillidos para avisar a sus
compañeros de posibles ataques de animales, estos chillidos son individualizados, pues
a cada uno de los depredadores les corresponde un sonido diferente.
Las aves pinzón cebra también comparten numerosas propiedades del lenguaje
humano: la evanescencia rápida, el carácter discreto, en cierto modo también la
semanticidad, la especialización y la retroalimentación. Y, al igual que los monos
vervet, la transmisión cultural. El canto del pinzón cebra tiene finalidad de cortejo y
posee propiedades combinatorias, su canto se divide en sílabas y cada pájaro tiene un
tutor asignado para aprender e individualizar su propio canto de cortejo.

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TEMA 2: Bases anatómicas y fundamento genético del lenguaje

Requisitos anatómicos periféricos: órganos fonoarticulatorios y sistema auditivo

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Articulación

Fonación

Respiración

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Requisitos anatómicos centrales: áreas cerebrales implicadas en el procesamiento y


producción del lenguaje

El encéfalo es el centro de la creación del lenguaje. Está formado por tres partes: el
tallo cerebral, el cerebelo y el córtex. El córtex está a su vez subdividido en dos
hemisferios: el izquierdo y el derecho. El hemisferio izquierdo es la parte analítica y el
hemisferio derecho es la parte creativa. Ambas partes están unidas por un cuerpo
calloso. En el córtex cerebral existe contralateralidad, es decir, que cada hemisferio se
ocupa del lado opuesto del cuerpo.

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El área de Broca y el área de Wernicke son las áreas principales respecto al lenguaje.

El área de Broca se encarga de la secuenciación de sonidos lingüísticos mientras que el


área de Wernicke asocia significados a los sonidos lingüísticos. Existe un fascículo
arqueado que conecta ambas áreas.

Cada zona cerebral tiene una citoarquitectura distinta, es decir, que cada parte del
córtex está formada por diferentes tipos de células. Estas células pueden crecer
aumentando el tamaño de la zona, pero la caja craneana no puede crecer.

El área del giro angular está también conectada al córtex visual posterior, y de esa
unión se crea la relación entre el sonido y la grafía. Esta área tiene la posibilidad de
sufrir un daño específicamente lingüístico, que podría derivar en un trastorno para la
lectura o algún tipo de afasia.

Las afasias son trastornos producidos por la lesión de las áreas corticales perisilvanas
implicadas en el procesamiento y/o la producción del lenguaje. Son por tanto
trastornos del lenguaje que se caracterizan por la incapacidad o la dificultad de
comunicarse mediante el habla, la escritura o la mímica. Sus causas más comunes son:
o ACV: Accidente cerebro-vascular o ictus
o TCE: Traumatismo cráneo-encefálico
o Tumores cerebrales

El ACV es también conocido como ictus o infarto cerebral. Se produce cuando se


interrumpe el flujo sanguíneo a una zona del cerebro. Existen dos tipos de ictus:

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o Ictus por infarto isquémico, en el cual la arteria se bloquea a causa de un


coágulo de sangre.
o Ictus por hemorragia, en el cual un vaso sanguíneo se rompe y se ahogan las
células del córtex cerebral.
Un ictus es una lesión cerebral de episodio progresivo, es decir, que con el paso de los
minutos la gravedad de la pérdida va aumentando. En un ictus típico de gran arteria,
cada minuto que pasa se destruyen: 1,9 millones de neuronas, 14.000 millones de
sinapsis y 12 kilómetros de fibras mielinizadas. En comparación con el ritmo normal de
envejecimiento cerebral, el cerebro isquémico envejece 3,6 años por cada hora que se
demora el tratamiento. En 6 horas el resultado es mortal.

Síntomas:
o Gran dolor de cabeza
o Problemas para hablar
o Pérdida de sensibilidad u hormigueo
o Asimetría facial
o Pérdida de visión total o parcial
La clave está en la detención. Sólo el 55% de los españoles llega al hospital en las tres
primeras horas, y de éstos sólo el 20% es asistido de manera urgente por un
neurólogo. Una cuarta parte de los pacientes con ictus no ingresa en un servicio de
neurología. La mortalidad por ictus es tres veces menor si el enfermo es atendido en el
hospital por un neurólogo. La atención por un neurólogo duplica las posibilidades de
que una persona con ictus pueda valerse por sí misma tras el alta hospitalaria.

Tipos de afasia. La afasia es diferente según a qué zona cerebral afecte. Existen 5 tipos
principales:
o Afasia de Broca (motora o de producción)
o Afasia de Wernicke (sensitiva o de comprensión)
o Afasia mixta
o Afasia de conducción
o Afasia anatómica (habitualmente se trata de lesiones poco graves)

Lesión de lenguaje no fluente. Consiste en varios factores:


1Disminución global de la producción verbal, que puede llevar al uso de estereotipias,
es decir, repeticiones involuntarias (automatizadas) de cierta unidad lingüística,
normalmente ante la incapacidad de producir otras unidades de manera
voluntaria; la unidad estereotípica puede ser un sintagma, una palabra, o una
pseudopalabra (neologismo).
2Conciencia de la dificultad expresiva.
3Gran dificultad para la articulación.
4Disprosodia, es decir, alteración de la línea melódica.
5Disminución de la longitud de la frase.
6Agramatismo, es decir, omisión de palabras funcionales y morfemas flexivos (lenguaje
telegráfico).
7Alto contenido informativo a pesar de la reducción expresiva
8Parafasias fonéticas, es decir, uso de palabras relacionadas con lo que se busca pero
sin encontrar la palabra exacta.

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9Anomia de producción motora, es decir, incapacidad de acceder a la unidad léxica


correspondiente al concepto que el hablante tiene en mente; suele ser un síntoma
común a todos los tipos de afasia.
10Metátesis, es decir, cambio de lugar de uno o más sonidos dentro de una palabra, lo
cual puede desembocar en la creación de pseudopalabras, palabras sin significado.

Lesión de lenguaje fluente. Consiste en varios factores:


o Producción verbal normal o aumentada (hiperfluida).
o Anosognosia, es decir, uso de palabras sin sentido, especialmente en fases
iniciales.
o Ausencia de esfuerzo articulatorio.
o Prosodia no alterada.
o Longitud de la frase normal o alterada.
o Pragramatismo o disintaxis, es decir, morfosintaxis aparentemente preservada
con algunos fallos esporádicos; disminución cualitativa de las palabras de
contenido léxico.
o Pobreza de contenido informativo a pesar de la fluencia.
o Parafasia fonética y semántica; neologismos.
o Anomia (no mejora con ayuda) y proformas, es decir, palabras que no designan
conceptos pero toman su referencia a partir del contexto (por ejemplo, todos
los pronombres son proformas); algunas palabras de significado muy vago
(hacer, cosa, cacharro, gente...) pueden funcionar también como proformas,
porque sirven para referirse a casi cualquier cosa dentro de su categoría.
Algunos afásicos fluentes adoptan como proforma una palabra de contenido
léxico, y la usan para referirse a cualquier cosa cuando no encuentran la
palabra que buscan (es decir, cuando experimentan anomia), de modo que la
desproveen de su significado original.

Existen varios tipos de parafasias:


5) Parafasia fonética: se produce normalmente como resultado de la anomia; es
típica de hablantes afásicos no fluentes, y consiste en la sustitución de fonemas
o segmentos silábicos de la palabra objetivo (target). El resultado puede ser
una palabra real fonéticamente similar a la que el hablante deseaba producir
(por ejemplo, datación por natación), o bien una pseudopalabra o neologismo,
es decir, una unidad no existente en el inventario léxico (por ejemplo, *masido
por masivo).
6) Parafasia semántica: es un tipo de parafasia en la cual el hablante tendría
problemas para asociar el significado correcto a las palabras que desea emitir y
tendería a confundir palabras con cierto grado de similitud en su significado
pero que son totalmente distintas entre sí; por ejemplo, la persona afectada
diría “agua” en lugar de “leche” porque ambos son líquidos y bebidas.
7) Parafasia no relacionada

El significado como fenómeno distribuido. El conocimiento adquirido por el individuo


a lo largo de su desarrollo ontogénico se encuentra latente en el córtex, en circuitos
neurales distribuidos y masivamente interconectados entre sí. Esto quiere decir que la
memoria semántica se encuentra neuroanatómicamente distribuida.

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Memoria a largo plazo: la memoria evocada de forma consciente, y la cual somos


capaces de verbalizar. Se divide en:
o Declarativa (explícita):
o Episódica: recuerdos autobiográficos.
o Semántica: información sobre el mundo, proviene de todos los
sentidos, que crean una cadena interconectada para cada
concepto. En las nuevas teorías algunos lingüistas aseguran que
existe incluso un núcleo semántico (Semantic Hub). Existen
enfermedades directamente relacionadas con este tipo de
memoria, como la demencia semántica, en la cual los afectados
van olvidando poco a poco los conceptos específicos, dando
lugar a conceptos muy generales.
o Procedimental (implícita): se encarga de recordar las secuencias
motoras.

Las
formas
fónicas
de las
palabr
as dan
acceso
a
concep
tos en
nuestr
a
memor
ia
semántica que, a escala cerebral, son redes neuronales distribuidas entre las áreas
corticales encargadas de procesar los diferentes rasgos sensoriales del estímulo
(forma, color, sabor, olor, movimiento, textura, sonido....etc.).
La neuropsicóloga Karalyn Patterson propone la existencia de un centro amodal para el
procesamiento semántico (semantic hub), situado en los lóbulos temporales anteriores
de ambos hemisferios, en áreas de corteza asociativa de alto nivel, donde convergen
las representaciones de todas las áreas de modalidad específica. En este contexto, las
unidades léxicas se contemplan también como una modalidad de entrada o salida
equiparable a cualquier otra modalidad sensorial.

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Los polos temporales


anteriores se
degradan de manera
bilateral y simultánea
en pacientes con
demencia semántica
(deterioro progresivo
de su conocimiento
del mundo).

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Los problemas para la producción del habla que sufren los enfermos de Parkinson son:
o Menor función respiratoria, que provoca un menor rango de intensidad
en el habla.
o Mayor tensión laríngea y menor motilidad labial, que provocan una
mayor fonación, pronunciación imprecisa de consonantes y vocales,
intensidad y variabilidad en la prosodia, un ritmo alterado y pausas en el
habla.

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El lenguaje de los signos en el cerebro (Hickok, Bellugi and Klima)

¿De qué modo se procesa en lenguaje en el cerebro humano? Uno de los grandes
misterios del cerebro humano es la forma en que comprende el lenguaje y lo produce.
Ha habido grandes avances en la identificación de las regiones cerebrales implicadas
en el habla.

En 1861 Paul Broca descubrió que los sujetos con dificultad para hablar, a pesar de
comprender lo que se les decía, solían tener lesionada cierta zona del hemisferio
cerebral izquierdo, hoy conocida como Área de Broca.
En 1874 Carl Wernicke descubrió que en ciertos pacientes capaces de expresarse con
fluidez, pero que acusaban serias limitaciones de comprensión de lo que oían, era
típica una lesión de otra región del hemisferio izquierdo, hoy el Área de Wernicke.

Tales afasias en muy raras ocasiones son resultado de lesiones similares en el


hemisferio derecho. Lo más frecuente al producirse lesiones en el hemisferio derecho
son fallos espaciovisuales graves, como la incapacidad para copiar un dibujo sencillo.

Se suele decir que el hemisferio izquierdo es verbal y el derecho espacial. Uno de los
principales enigmas sobre el cerebro humano es la razón de que el habla se encuentre
asentada donde lo está. La ubicación de las áreas de Broca y de Wernicke parece
lógica: el área de Wernicke, implicada en la comprensión del habla, se encuentra
próxima a la corteza auditiva, región del cerebro que recibe las señales de los oídos; el
área de Broca, que participa en la producción del habla, está ubicada al lado de una
sección de corteza motora que controla los músculos de la boca y de los labios.

¿Se funda realmente en las funciones de la audición y del habla la organización


cerebral correspondiente al lenguaje? Para responder a esta pregunta conviene
estudiar un lenguaje que utilice canales sensoriales y motores distintos. Es obvio que la
lectura y la escritura se valen de la vista para la comprensión, y de movimientos de la
mano para la expresión; para muchos, sin embargo, tales actividades dependen
también de sistemas cerebrales que participan en un lenguaje hablado. En cambio, la
comunicación por señas, como la de los lenguajes mímicos o gestuales de los sordos,
cumple los requisitos necesarios.
Durante años se han examinado grupos de sordos que dominaban el lenguaje gestual y
habían sufrido lesiones a consecuencia, por lo general, de accidentes
cerebrovasculares. Mediante la evaluación de su eficiencia en la producción y
comprensión de mensajes gestuales, se propuso determinar si las regiones cerebrales
encargadas de la interpretación y la generación del lenguaje mímico son las mismas
que intervienen en el hablado.

Los signos del lenguaje. Está muy extendida la errónea opinión de que el lenguaje de
señas no es sino una colección deslavazada de gestos y pantomimas, ejecutados para
lograr una forma rudimentaria de comunicación. Sin embargo, la verdad es que los
lenguajes mímicos o gestuales de los sordomudos constituyen sistemas lingüísticos
altamente estructurados, de complejidad gramatical equiparable a la de los hablados.

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Estos lenguajes poseen elaboradas reglas para la formación de los signos individuales y
de las frases por ellos expresadas. Además, no existe un lenguaje mímico universal.
Los sordos de países distintos utilizan señas muy diferentes; de hecho, un sordo que
aprenda de adulto un segundo idioma mímico siempre tendrá “acento” al expresarse.
Por otra parte, los lenguajes gestuales no son meras traducciones a signos manuales
de los lenguajes hablados de su comunidad. Los lenguajes por señas norteamericano y
británico son mutuamente incomprensibles.

Aunque los lenguajes hablados y gestuales comparten las propiedades abstractas del
lenguaje, difieren radicalmente en cuanto a su forma externa. Los lenguajes hablados
se codifican mediante cambios acústico-temporales, es decir, variaciones en los
sonidos a lo largo del tiempo. Los lenguajes gestuales, en cambio, se basan en cambios
espaciovisuales para indicar los contrastes lingüísticos.

¿Cómo afecta esta diferencia formal a la organización neuronal del lenguaje? Por
tener los signos un código visual-espacial, cabría conjeturar que el lenguaje mímico
viniera respaldado por sistemas del hemisferio derecho del cerebro. Y,
correspondientemente, podría deducirse que en los sordos que utilizan lenguajes
gestuales el área homóloga del área de Wernicke habría de encontrarse próxima a las
regiones cerebrales asociadas al procesamiento visual, y que la homóloga del área de
Broca se hallaría cerca de la corteza motora que controla los movimientos de manos y
brazos. Se descubrió que el lenguaje mímico de los sordos que sufren lesiones
cerebrales presenta deficiencias, y que éstas se asemejan a la afasia de Wernicke o de
Broca. Además, sorprendentemente se descubrió también que las lesiones cerebrales
responsables de estas afasias en los hablantes de lenguas de signos correspondían a
áreas del hemisferio izquierdo; y que se hallaban situadas justo en donde sería de
esperar en pacientes de audición normal y dificultades parecidas.

El hemisferio izquierdo despeñaba un papel crucial en el sostén del lenguaje mímico.


Cabría
pensar que las lesiones en el hemisferio derecho, cuya participación parece crítica en
muchas funciones de naturaleza visual o espacial, habrían asimismo de tener efectos
devastadores sobre la facultad de expresión por señas, pero esta conjetura es errónea.
Las lesiones en el hemisferio derecho NO están relacionadas con el lenguaje, sino con
problemas no lingüísticos para signar, como por ejemplo dibujar. Para el lenguaje por
señas, al igual que para el habla sonora, el hemisferio cerebral izquierdo es el
dominante. En lo que al lenguaje se refiere, la organización del cerebro parece estar
especialmente afectada por la forma en que se percibe o se produce.

La presunta dicotomía del cerebro, con las facultades verbales concentradas en el


hemisferio izquierdo, y las de carácter visual y espacial en el derecho, peca de
simplista. Las investigaciones de las últimas décadas han revelado que la mayoría de
las capacidades cognitivas pueden dividirse en multitud de pasos de procesamiento. En
ciertos niveles, la actividad cerebral puede hallarse lateralizada, mientras que en otros
la actividad puede ser bilateral.

La facultad del lenguaje consta de muchos componentes. Una persona con audición es
capaz de percibir y distinguir los sonidos aislados del habla y las palabras que estos
componen, pero puede a veces resultarle difícil distinguir entre “poca” y “boca”. Ha de

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lograr, por otra parte, distinguir las desinencias morfológicas, las construcciones
sintácticas, los matices de entonación y demás rasgos suprasegmenales. Por último,
para efectuar un discurso extenso es preciso establecer mantener vínculos coherentes
entre los individuos, los lugares y los acontecimientos a lo largo de un gran número de
oraciones.

De todos los aspectos que entraña la competencia lingüística, la más nítidamente


restringida al hemisferio izquierdo es la producción de lenguaje. Las lesiones del
hemisferio izquierdo suelen mermar la capacidad de seleccionar y ensamblar los
sonidos y las palabras idóneos para hablar. Las lesiones del hemisferio derecho
raramente comparten tales efectos. Tenemos en la creación de un discurso coherente
una de las excepciones del monopolio que sobre la producción del lenguaje ejerce el
hemisferio izquierdo. Los pacientes que han sufrido lesiones en el hemisferio derecho
pueden ser capaces de construir perfectamente palabras y frases, pero es frecuente
que vayan saltando de un asunto a otro con sólo un débil enlace entre temas.

La percepción y la comprensión del lenguaje parecen estar menos confinadas en el


hemisferio izquierdo que su producción. Ambos hemisferios son capaces de distinguir
sonidos individuales del habla, y parece que el derecho desempeña un papel en la
comprensión del discurso extenso. Sin embargo, la descodificación del significado de
las palabras y las frases parece tener lugar primordialmente en el hemisferio izquierdo.
Esto puede explicar por qué se consideró en un principio que el lenguaje era una
provincia perteneciente en exclusiva al hemisferio izquierdo.

Las facultades no lingüísticas de carácter espacial pueden también subdividirse en


componentes con distintas pautas de lateralización. Si bien la mayoría de las
deficiencias muy severas de carácter espacial resultan casi siempre de la lesión del
hemisferio derecho, los investigadores han observado deficiencias de índole visual y
lesiones en el hemisferio izquierdo. Entre los síntomas típicos se cuentan dificultades
en la percepción o reproducción de las características de nivel local de un estímulo
visual, como los detalles de un dibujo, incluso a pesar de que los pacientes con LHI
(Lesión en el Hemisferio Izquierdo) sean capaces de identificar o reproducir
correctamente la disposición general de la ilustración. Los individuos oyentes con LHD
(Lesión en el Hemisferio Derecho) tienden a mostrar la pauta contraria. De ahí la
importancia atribuida al hemisferio izquierdo en la percepción y manipulación espacial
de nivel local, mientras que el hemisferio derecho intervendría en los procesos de nivel
global.

Esta imagen más elaborada del cerebro plantea una interesante cuestión: ¿guarda
relación semejante reparto de capacidades espaciovisuales entre los dos hemisferios
con el reparto de capacidades para el lenguaje por señas? Se puede considerar que
tanto las señas individuales como las frases constituyen piezas del lenguaje, mientras
que un discurso extenso puede representar la forma en que tales piezas se ensamblan.
Cabría esperar que el hemisferio dominara en la producción y comprensión de señas y
frases porque estos procesos dependen de capacidades espaciales a nivel local. Y
podría ser que el hemisferio derecho predominara a la hora de establecer y mantener
un discurso coherente en lenguaje de señas porque estos procesos dependieran de
capacidades de nivel global.

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La investigación confirmó que muchas de las personas sordas con LHD que se expresan
por señas encuentran difíciles los párrafos prolongados: su narración está llena de
incisos y comentarios tangenciales, e incluso de fabulaciones, dificultades que también
suelen sufrir los pacientes con audición y LHD. Sin embargo, algunos sordos con LHD se
encuentran con otro problema al expresarse por señas. En el lenguaje gestual, el
discurso tiene una organización espacial peculiar: cuando cuenta por señas una
historia que tiene muchos personajes, para identificar a cada uno se le asigna una
determinada ubicación en el espacio. El espacio situado frente al narrador se convierte
en una especie de escenario en el que cada personaje ocupa un puesto propio. Los
estudios descubrieron que algunos de los narradores con LHD conseguían centrarse en
un tema para su discurso, pero no eran capaces de situar un marco espacial para los
personajes de sus narraciones.

Parece ser que estos tipos de dificultades discursivas que sufren los pacientes con LHD
no se encuentran vinculados con deficiencias en sus facultades espaciales no
lingüísticas. Resulta claro que los sistemas cognitivos del hemisferio derecho que son
soporte de las facultades espaciales no lingüísticas difieren de las utilidades para
mantener un discurso prolongado.

En cuanto a los gestoparlantes sordos con LHI, sus afasias del lenguaje mímico no
están provocadas por deficiencias en facultades espaciales del sistema local. No se
encuentra correlación entre la severidad de las deficiencias espaciales de nivel local en
los sujetos con LHI y la severidad de sus afasias. Contra lo esperado, las facultades de
expresión de gestoparlantes de toda la vida parecen ser independientes de sus
destrezas espaciales no lingüísticas.

Para establecer con certeza qué partes del cerebro intervienen en el lenguaje de señas,
los investigadores tendrían que examinar docenas de sordos expertos en el lenguaje
gestual que sufrieran además lesiones en los lugares deseados, y aun así tardarían
décadas en descubrirlas todas. Sin embargo, la introducción de técnicas no invasivas
de obtención de imágenes cerebrales han proporcionado a la ciencia nuevos
instrumentos para sondear en las bases nerviosas del lenguaje.

Los investigadores se han servido de estas técnicas para investigar la función del área
de Broca en la producción del habla y en la expresión por señas. Los resultados
obtenidos con su ayuda han permitido ver que el área de Broca se activa en los
pacientes con audición cuando hablan y en los pacientes sordos cuando se expresan
por señas. Las imágenes cerebrales han confirmado también que las regiones que
intervienen en la comprensión del lenguaje de señas son en gran medida las mismas
que intervienen en la comprensión del lenguaje hablado.

En el estudio se descubrieron también regiones de actividad en los lóbulos temporales


derecho y frontal derecho. Este resultado ha llevado a algunos a sugerir que la
comprensión del lenguaje gestual puede tener una organización bilateral mayor que la
del lenguaje hablado. Asimismo, se ha detectado actividad bilateral en estudios de
oyentes atentos a un discurso. Los estudios de lesiones cerebrales hacen ver que, si
bien existen diferencias entre los lenguajes hablado y mímico, es posible que sean
sutiles.

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Las enseñanzas del lenguaje gestual. En el lenguaje mímico participan tanto el


procesamiento lingüístico como el visual espacial, facultades ambas que en los
individuos con audición están respaldadas por sistemas neuronales en gran medida
distintos. Sin embargo, en contra de lo esperado, la organización nerviosa del lenguaje
gestual tiene más en común con la correspondiente al lenguaje hablado que con la del
procesamiento espaciovisual. Esto es debido a la naturaleza modular del cerebro: cada
módulo se encuentra organizado en torno a una tarea computacional concreta. Según
esta concepción, el procesamiento de información visual espacial no se encuentra
confinado en una sola región del cerebro; por el contrario, distintos módulos nerviosos
procesan de modo diverso las señales visuales que el cerebro recibe.

No resulta tan sorprendente que la comprensión y la producción del lenguaje de señas


parezcan independientes de destrezas espaciovisuales como la reproducción de
dibujos. Aunque en ambas intervienen entradas visuales y salidas manuales, se trata
de tareas fundamentalmente distintas. En consecuencia, sería de esperar que hasta
cierto punto compartieran sistemas cerebrales en los niveles periféricos del
procesamiento, por ejemplo, en la corteza visual primaria que recibe señales del nervio
óptico, pero que difieran en los sistemas más centrales de rango cerebral superior.

En el caso de los lenguajes hablado y mímico la situación es justamente la contraria.


Estos dos sistemas se diferencian de forma radical en sus entradas y salidas, aunque
parecen implicar cómputos lingüísticos muy similares. Se espera, en consecuencia, que
los lenguajes hablado y gestual compartan gran cantidad de territorio neuronal en los
niveles cerebrales más centrales y de nivel superior, y en cambio diverjan en los niveles
de procesamiento más periféricos. En el extremo sensorial, por ejemplo, el
procesamiento periférico del habla tiene lugar en la corteza auditiva de ambos
hemisferios, mientras que el procesamiento inicial de los signos se produce en la
corteza visual primaria. Sin embargo, tras las primeras etapas de procesamiento, las
señales parecen encaminarse hacia sistemas lingüísticos centrales que tienen una
organización nerviosa común en los hablantes y en quienes se expresan por señas.

La base genética del Trastorno Específico del Lenguaje

Según Fresneda y Mendoza en su artículo Trastorno específico del lenguaje: concepto,


clasificaciones y criterios de identificación, el trastorno específico del lenguaje (TEL) (...)
hace referencia a unas importantes dificultades en la adquisición del lenguaje en
ausencia de problemas neurológicos, cognitivos, sensoriales, motores o
sociofamiliares. Según distintas estimaciones, entre un 2 y un 7% de la población
infantil presenta TEL entre ligero y grave. Un niño presentaría TEL si el trastorno no se
puede atribuir a ninguna causa obvia, si sólo afecta a alguna o algunas de sus
habilidades lingüísticas, si sus ejecuciones en tareas relativas al lenguaje son
significativamente peores que las que se refieren a otras habilidades (principalmente
cognitivas) y si los problemas lingüísticos perduran en el tiempo, aunque cambien de
alguna forma sus manifestaciones. Es por tanto una dificultad de tipo estructural NO
relacionada con otro tipo de problemas, como por ejemplo el retraso cognitivo,

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trastornos neurológicos (lesión, traumatismo, epilepsia...), deficiencias auditivas ni


anormalidades bucofonatorias, factores adversos de tipo ambiental que puedan causar
trastornos emocionales severos o TEA (Trastornos del Espectro Autista). Sin embargo,
numerosas investigaciones sobre TEL revelan que estos niños pueden presentar
deficiencias adicionales en audición, en habilidades cognitivas o motoras, sugiriendo
que este trastorno no es tan específico como parece (Fresneda & Mendoza, 2005).

El FOXP2 es una mutación en la región 7q31 del cromosoma 7. Es un gen regulador:


controla los niveles de activación de otros genes, de modo que interviene en el
desarrollo de diferentes estructuras anatómicas (corazón, pulmones, intestinos...). Los
afectados manifiestan menor grado de activación de los ganglios basales que los
sujetos control. Esto explica que la sintomatología del TEL (o, al menos, de un subtipo
de TEL) sea semejante a las propias de la afasia de Broca y a los trastornos lingüísticos
asociados a las enfermedades de Parkinson y Huntington.

TEMA 3: El proceso de adquisición de la lengua materna

Según Yule, en el momento en que un niño entra en la escuela primaria, ya es un


usuario del lenguaje extremadamente sofisticado (...). La velocidad con la que la
adquiere [su LM], junto con el hecho de que normalmente es una experiencia común a
todos los niños, que se produce sin enseñanza explícita e independientemente de las
grandes diferencias existentes en cuanto a nivel social y factores culturales, ha llevado
a pensar que hay alguna predisposición innata en el humano para adquirir el lenguaje.
Lo podemos llamar “la facultad del lenguaje” [la GU] con la que cada recién nacido
humano parece ir equipado. No obstante, esta facultad por sí sola no es suficiente.
Todos los niños normales, sin importar a qué cultura pertenecen, desarrollan el
lenguaje más o menos al mismo tiempo, pasando por las mismas etapas biológicas
ligadas a la maduración del cerebro del niño y al proceso de lateralización (y también a
otros procesos de desarrollo fisiológico como el descenso laríngeo). El niño tiene una
capacidad biológica para distinguir ciertos aspectos de los estímulos lingüísticos
durante los primeros años de vida. Lo que esta capacidad de adquisición necesita es
un estímulo constante suficiente a partir del cual se puedan extraer las regularidades
de una lengua determinada. Según este punto de vista, el niño parece adquirir
activamente el lenguaje extrayendo las regularidades de lo que oye y aplicando esas
regularidades a lo que dice (generalización analógica).

La Hipótesis del Período Crítico (HPC) sostiene que hay un lapso de tiempo durante el
cual es necesario que el individuo esté en contacto con el entorno para que pueda
desarrollar alguna capacidad biológica.
“Neuroscientists find important time factor in second-language acquisition. The study
concludes that the pattern of brain development is similar if you learn one or two

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languages from birth. However, learning a second language later on after gaining
proficiency in the first (native) language does in fact modify the brain's structure,
specifically the brain's inferior frontal cortex. The left inferior frontal cortex became
thicker and the right inferior frontal cortex became thinner.” Study by the Montreal
Neurological Institute and Hospital - The Neuro at McGill University and Oxford
University (The Medical News, 30 August 2013)
La HPC dice que si un rasgo (físico o cognitivo) está biológicamente condicionado:
o Presenta un mismo patrón de desarrollo en todos los miembros de la especie
(adquisición en etapas).
o Existe un período crítico para su adquisición.
Ejemplos en otras especies:
o KONRAD LORENZ (1903-1989) La adquisición de la impronta en gansos
presenta un período crítico de entre 9 y 21 horas tras la ovación.
o Para adquirir el trino de apareamiento, el gorrión de cabeza blanca necesita
escuchar el canto de otros machos adultos. Tiene que hacerlo, además, entre 7
y 60 días tras el nacimiento (PERÍODO CRÍTICO). De otro modo: entre los 60 y
100 días, el gorrión sólo adquiere la forma básica; después de 100 días, ya no
cantará de manera normal y tendrá dificultades para encontrar pareja.
En lo que se refiere a humanos, la HPC es una hipótesis no contrastada, lo que nos
lleva al “experimento prohibido”: aislar a un niño recién nacido de la sociedad y
comprobar si desarrolla la facultad del lenguaje por sí mismo.
Los “experimentos naturales”:
o Víctor de Aveyron: niño encontrado en Toulouse en 1790 con 12 años,
habiendo vivido solo durante todo ese tiempo. Fue tratado por el doctor Jean
Itard, y aunque demostraba gran capacidad simbólica, los avances en
morfosintaxis fueron prácticamente nulos. Inspiró la película de François
Truffaut “El Niño Salvaje”. Se duda de la presencia de un retraso cognitivo.
o Isabelle: nacida en Ohio (1938?) y encerrada con su madre sordomuda durante
6 años y medio. Cuando se la encuentra carece de lenguaje oral pero progresa
rápidamente: en 2 meses vocaliza y construye frases cortas; en 18 meses (a los
8 años de edad) alcanza el desarrollo lingüístico propio de los niños de su edad.
o Genie: nacida en California en 1958. Vivió atada a un orinal desde los 18 meses
y fue encontrada en 1972 a los 14 años de edad, sin lenguaje. Poseía una
capacidad simbólica de uso desplazado, pero no llegó a desarrollar una
gramática. También se duda si poseía un retraso cognitivo, aunque mientras se
financió su tratamiento todo indicaba que su ritmo de aprendizaje era
perfectamente normal.

Según Yule, hay etapas de aprendizaje, pero son flexibles y están sujetas a variación en
cada niño. Según Fernández López y Pero Vázquez “examinar producciones
espontáneas de habla infantil significa enfrentarse a un amplio número de fenómenos
que van a mostrarse ante el observador de modo desordenado y solapado”.

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Hay varias etapas de aprendizaje:

La inestabilidad y sobrerregularización es un rasgo típico del aprendizaje del lenguaje


de un niño, en el cual asume ciertas reglas gramaticales y las aplica a todas las palabras
que conoce aunque éstas sigan otras reglas distintas.

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El proceso de adquisición no es imitativo (o no solo). “Es importante recordar que el


niño está averiguando cómo utilizar el sistema lingüístico mientras lo usa como medio
de comunicación”. Yule (1998:209)
El proceso de adquisición no es imitativo porque en el habla de los niños se encuentran
expresiones creativas que no escuchan de los adultos:
Noah: This is Woodstock.
%sit: Coge un perro de peluche y lo acerca a la cara de Adam
Adam: Hey Woodstock, don’t do that.
%sit: Noah insiste
Adam: I´m going home so you won’t Woodstock me.
Yule (1998:207)
El proceso de adquisición no es un proceso de enseñanza formal. “El niño está
elaborando activamente, a partir de lo que se le dice, formas posibles de usar la
lengua”. Yule (1998:206) El proceso de adquisición no es tampoco un proceso de
enseñanza explícita, porque los niños ignoran los intentos de corrección de los adultos:
CHI: Nobody don’t like me.
MOM: No, say “nobody likes me”.
CHI: Nobody don’t like me.
MOM: No, listen carefully; say “nobody likes me”.
CHI: Oh! Nobody don’t likes me.
Yule (1998:211)

Por lo tanto, desde un punto de vista generativista, podemos descartar varios medios
populares de aprendizaje.

Por una parte, descartamos la teoría de la imitación. Es lógico conectar el aprendizaje


del lenguaje con la imitación de los adultos, pues los adultos con los que interactúa el
niño hablan una determinada lengua y el niño acaba hablando también esa misma
lengua. Probablemente, algún tipo de imitación resulta relevante para determinados

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aspectos de la adquisición del lenguaje, como es el caso del léxico y el inventario


fonológico. En este sentido, no debe ser casualidad que la especie humana, la única
que posee lenguaje, disponga al mismo tiempo de una capacidad de imitación vocal
que supera con creces a la que se observa en los monos.
Sin embargo, una explicación del fenómeno de la adquisición basada únicamente en la
imitación no nos llevaría muy lejos. La razón es que existen componentes
fundamentales del lenguaje que no pueden imitarse. Por ejemplo, las oraciones. A
diferencia de lo que sucede con las palabras, que se memorizan y se almacenan en el
cerebro, las oraciones se crean en función de las necesidades que van surgiendo. Es
probable que un sujeto nunca se tope con cientos de oraciones, y sin embargo podría
comprenderlas e incluso generarlas por sí mismo. Dejando al margen las salutaciones y
otras expresiones hechas, gran parte de las oraciones que emitimos y escuchamos al
cabo del día resultan novedosas en el sentido aludido anteriormente. Simplemente, no
implican las tareas de recordar y de repetir que lleva asociadas la imitación.
De hechos concernientes al proceso de adquisición del lenguaje confirman que la
imitación no constituye una explicación válida del modo en que los niños aprenden a
generar oraciones:
o En primer lugar, los niños no se muestran particularmente hábiles a la hora de
imitar aquellas oraciones que contienen palabras y estructuras con las que no
se hallan familiarizados.
o En segundo lugar, y quizás debido a que ellos mismos no son conscientes de su
falta de habilidad a la hora de imitar, lo más frecuente es que los niños no
traten de repetir exactamente las oraciones que escuchan.
En suma, si bien los niños ciertamente repiten en ocasiones lo que acaban de oír, la
imitación no parece constituir una parte demasiado significativa del aprendizaje.

Por otra parte, descartamos la teoría de la enseñanza. Cabe preguntarse si todo


consiste en que los padres sean capaces de enseñar de algún modo a sus hijos a
hablar, explicándoles para ello las cosas, o corrigiéndolos cuando cometen alguna
equivocación. Esta posibilidad también resulta improbable.
No es mucho lo que una persona con una formación media puede decirnos acerca de
la manera en que funciona el lenguaje. La razón para ello es que buena parte de lo que
sabemos acerca del lenguaje es inconsciente: ciertamente lo sabemos, pero no
sabemos que lo sabemos, de modo que no somos capaces de explicárselo a otra
persona.
Uno tiene la certeza de que su propia madre no le enseñó este tipo de cosas, y
también está seguro de que tampoco se las va a enseñar a sus propios hijos. Lo que los
padres harían sería ir corrigiendo a sus hijos conforme fueran cometiendo algún error.
Esta idea presenta dos problemas:
o Un primer problema estriba en el hecho de que en realidad los padres
no se esfuerzan por corregir con esa supuesta frecuencia el uso que sus
hijos hacen de la lengua. En general, los padres parecen prestar más

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atención al modo en que sus hijos dicen las cosas, aunque sí parecen
preocuparse por lo que los niños dicen.
o Un segundo problema que entraña la hipótesis de la corrección de los
errores es que los niños, con frecuencia, no responden
satisfactoriamente a dichas correcciones.

En resumen, la enseñanza del lenguaje no es ni lo suficientemente frecuente, ni lo


suficientemente efectiva como para llegar a ejercer un impacto significativo en el
aprendizaje del lenguaje.

TEMA 4: Los orígenes evolutivos del lenguaje

A mediados del siglo XIX la Sociedad Lingüística de París prohibió tratar ciertos temas,
entre ellos el origen del lenguaje, pues lo consideraban pura especulación y tachaban
de pérdida de tiempo la investigación de la “protolengua”. No se sabe a ciencia cierta
cómo se originó el lenguaje, pues no hay fósiles cerebrales válidos. Lo que sí se sabe es
que la teoría del lenguaje como capacidad naturalmente desarrollada de hablar, pero
transcrita, es falsa.
En la especulación sobre los orígenes del lenguaje se encuentran varias hipótesis:
o Hipótesis relacionadas con el sonido natural
 Teoría del guau-guau (o ding-dong): sostiene que las protopalabras
podrían haber sido imitaciones de los sonidos naturales de las cosas.
Problemas: “no es fácil ver de dónde vienen los nombres de las cosas de
nuestro mundo que no emiten sonidos, por no mencionar las entidades
abstractas (...). Además, también podría provocarnos un cierto
escepticismo una teoría que parece asumir que una lengua es un
conjunto de palabras utilizadas como “nombres” de entidades” (Yule,
1998:13).
 Teoría de los gritos emocionales (o del pooh-pooh): sostiene que los
sonidos originales de las lenguas provienen de la expresión de
emociones como el dolor, la alegría, el enfado...etc. Problemas: “los
ruidos expresivos que la gente hace cuando reacciona emocionalmente
contienen sonidos que no son utilizados para nada más en su lengua y
que, por tanto, difícilmente pueden ser considerados posibles sonidos-
origen” (Yule, 1998:13).

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 Teoría del yo-heave-yo: sostiene que el lenguaje pudo tener su origen


como herramienta para coordinar el esfuerzo físico de grupos de
individuos. Problemas: “no contesta a la pregunta sobre los orígenes de
estos sonidos. Los monos y otros primates tienen gruñidos y llamadas
sociales, pero no parecen haber desarrollado la capacidad de hablar”
(Yule, 1998:13)
o Hipótesis del origen oral-gestual
Propone que las señales orales se iniciaron como una forma de gestualidad realizada
con la boca (lengua, labios), de manera que los “gestos orales” fueron sustituyendo a
los gestos realizados con otras partes del cuerpo. Paget (1930) se refiere a esta
propuesta como “una pantomima de la lengua y labios”. Problemas: “hay muchos
mensajes lingüísticos (...) imposibles de transmitir con este tipo de gestos” (Yule,
1998:14)

o La perspectiva comparada con otras especies: el descenso laríngeo


(tracto vocal acomodado) es privativo de nuestra especie.

o Teoría de la fuente y el filtro: la fuente es la laringe. Se denomina


también cavidad glótica. En ella se encuentran las cuerdas vocales,
cuya vibración convierte la corriente egresiva de aire pulmonar en
una onda sonora compleja. La frecuencia de vibración de las cuerdas
determina lo que percibimos como el tono de voz de una persona. El
filtro son las cavidades supraglóticas Son la cavidad faríngea, oral, y
nasal. Actúan como una caja de resonancia cuyo volumen y
configuración puede variar por medio de los gestos articulatorios
(apertura del maxilar, posición de la lengua, abocinamiento o
retracción de los labios, posición del velo del paladar, etc.). De esta
manera, cada gesto articulatorio filtra la onda sonora originada en la
laringe de diferente manera, potenciando unas frecuencias (que se
denominan frecuencias formantes) y atenuando otras. Desde una
perspectiva comparada, la laringe es una estructura muy
conservadora. En todas las especies de mamíferos encontramos
variación en el tamaño relativo de la anatomía de la laringe, que suele
ser mayor entre los machos. Una laringe más grande alberga unas
cuerdas vocales más extensas, capaces de fonar en tonos más graves:

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“la función primordial de una laringe grande es la producción de


llamadas intensas, pero con un tono bajo. Cualquier tipo de presión
selectiva sobre voces graves (...) provocará el agrandamiento de las
cuerdas vocales y (...) el de la laringe” (Hauser & Fitch 2003). El
dimorfismo laríngeo en nuestra especie muestra que el tamaño de la
laringe no tiene un impacto crítico en la producción de los sonidos del
habla. Sin embargo, el tracto vocal acodado característico de la
especie humana sí es llamativamente diferente del de otros
mamíferos. Aun así, el descenso laríngeo parece no ser algo
exclusivamente humano: “El ciervo rojo macho muestra un descenso
de la laringe más acusado que el nuestro y la baja hacia el esternón
aún más mientras vocaliza” (Hauser & Fitch 2003). Estos datos
comparados muestran que el descenso de la laringe no es
necesariamente un indicio del habla.

BLOQUE 3: LA COMUNICACIÓN LINGÜÍSTICA Y EL DISCURSO

TEMA 1: EL USO DE LA LENGUA EN LA COMUNICACIÓN. CONTEXTO Y SITUACIONES


DISCURSIVAS. CONTENIDOS EXPLÍCITOS. CONTENIDOS IMPLÍCITOS. LA INTENCIÓN
COMUNICATIVA.

Tenemos un atributo llamado Teoría de la Mente o lectura de la mente mediante el


cual atribuimos a otro individuo representaciones cognitivas automáticamente. Es,
pues, una metarrepresentación. Es computacionalmente más compleja que la
anticipación y atribución de conductas, y el ser humano es la única especie que lo
hace. El umbral se encuentra en el punto en el que un ser es capaz de atribuir una
creencia errónea a otro ser. Esto nos distingue de los animales porque los animales
que poseen hasta cierto punto señales comunicativas (monos vervet, por ejemplo)
solo atribuyen un significado a cada señal, y por lo tanto no se da lugar a error.

Llamamos grados de intencionalidad al número de estados mentales que hacemos


intervenir en un procesamiento. El límite de estos estados mentales que podemos
atribuir a otra persona se estima que son cinco, pues a partir de cinco se multiplica la
probabilidad de errores.

Sin Teoría de la Mente la comunicación se produce con señales no ostensivas, es decir,


no intencionales. Por ejemplo, la reacción al ver a una araña puede ser recular de

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manera tensa, y la reacción al ver a un tigre suelto es salir corriendo. Esto, de manera
no intencional, envía señales comunicativas a quien nos ve.

Ejemplos:

- ¿En qué trabaja?


- No, estoy casada.

Deducimos tres cosas: de manera intencional, la mujer nos ha comunicado que está
casada, y que por tanto es ama de casa. Sin embargo, de manera no ostensiva, sin
saberlo, también nos comunica que es una mujer anticuada.

- El chotacabras cojea ante la llegada de depredadores para alejarlos de sus crías.

Esto, al tratarse de un animal, es una reacción no intencional, no ostensiva.

Deducimos entonces que las señales no ostensivas se dan en la naturaleza y en los


seres humanos de manera generalizada.

Las señales ostensivas son intencionales, pero la intención debe ser manifiesta por el
emisor, es decir, el interlocutor debe conocer el carácter intencional del estímulo. Si la
intencionalidad no es manifiesta, la señal es no ostensiva.
Las señales ostensivas establecen un tipo de comunicación llamado comunicación
ostensiva. La señal se interpreta como la prueba o premisa de la intención del emisor,
que habrá de deducirse de tal prueba. Por eso se llama comunicación ostensivo-
inferencial.
Las señales ostensivas no funcionan sin la Teoría de la Mente, pues si no fuéramos
capaces de atribuir conocimientos y creencias a otra persona, no podríamos
decodificar correctamente muchos mensajes.

Estas señales no tienen por qué ser necesariamente lingüísticas.

Lenguaje y comunicación ostensiva. El proceso semiótico está compuesto por un dato


que codifica el emisor, y una señal que decodifica el receptor. Esto da lugar a
información codificada, que es semántica y explícita. El proceso inferencial requiere
una implicatura y una información indicial dada por asociación (las personas con
Síndrome de Asperger suelen tener problemas con esto) que da lugar a información
implícita. En otras palabras, el lenguaje codifica mediante un idioma una idea
determinada, a la cual se puede añadir información implícita que el receptor puede
asimilar mediante deducciones a partir de índices. Esto implica que la intención debe
ser manifiesta. La combinación de todas las informaciones es lo que se percibe como
información comunicada.

El sujeto en la comunicación. Al recibir un enunciado deducimos datos que no nos


proporcionan explícitamente (en “algunos alumnos se fueron de clase” deducimos que

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parte de los alumnos se quedaron, aunque es posible que ese “algunos” sea parte de
“todos”). Las deducciones pueden no tener nada que ver con la intención del hablante,
aunque el mensaje sea índice de lo que deduzcamos. El sujeto en la comunicación usa
pues:
o Datos. Los tenemos en dos niveles: el entorno cognitivo (una especie de
enciclopedia mental, todo lo que uno puede manejar como verdadero; cuando
llega información nueva se modifica) y el estado cognitivo (datos con cierto
nivel de activación, dependiendo de lo que requiere el momento). El ser
humano piensa con el ESTADO cognitivo, que se activa según la ocasión en la
que el sujeto se encuentre. Somos capaces de leer el entorno y el estado
cognitivo de otra persona, aunque sea una conjetura, como si fuéramos
telépatas. Esto condiciona lo que decimos y lo que callamos. Por ejemplo,
cuando un alumno pregunta al profesor “¿cuándo es el examen?”, el profesor
puede simplemente responder “18 de enero” porque asume que el alumno
sabe que se refiere a que “el examen es el 18 de enero”. El estado cognitivo
utiliza representaciones cognitivas fuertes y débiles. Las representaciones
cognitivas fuertes son contables, secuenciales, atributos lógicos. Es el
pensamiento lógico y estructurado que se ocupa de la actividad intensa. Las
representaciones cognitivas débiles son no contables, pueden ser muchas y
simultáneas (pánico, instinto…). Son las encargadas de emociones, impresiones
y sentimientos, y son utilizadas, por ejemplo, por publicistas que crean
anuncios que nos hacen sentir algo concreto. Se deduce entonces que cuantos
más pensamientos emotivos tenga un sujeto, más desciende su nivel de
racionalidad.
o Razonamiento espontáneo. Es un término paradójico porque, obviamente, en
cuanto lo piensas deja de ser espontáneo. Tiene las siguientes características:
 Carácter experto, no reflexivo, movido por la experiencia, que sería
similar a la conducta automática pero no a la conducta refleja, pues el
carácter experto implica una conducta consciente. Las conductas son
motivadas por intereses, expectativas, presunciones…
 Accesibilidad. Esto quiere decir que razonamos sólo con los datos más
accesibles que podemos encontrar, entendiendo por accesible aquella
información relacionada con los temas tratados en la conversación,
dejando a un lado la lógica si es necesario. Lo que hace aun dato
accesible es su nivel de activación y una cadena de deducciones breve.
Es decir, que cuanta más larga sea la cadena de relaciones y referencias
más inaccesible será el dato
 Reducción de supuestos. Interviene poco en la comunicación porque
tiene poco que ver con el lenguaje; el ser humano desenreda el
lenguaje, no lo enreda.

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 Mundo cerrado. Significa que el ser humano supone que lo sabe todo,
con consecuencias tales como el razonamiento por defecto y la
categorización por defecto. El razonamiento por defecto asume como
ciertas aquellas cosas de las que no conste su falsedad. La
categorización por defecto está interesada en no confundir conceptos
similares. Por defecto el ser humano asume los rasgos típicos y no los
esenciales de un objeto o un ser, los rasgos típicos son discriminativos
(por ejemplo, al pensar en una vaca lo primero en lo que pensamos es
en sus cuernos, su rasgo típico, y no en sus ojos, un rasgo esencial).

Presunción de relevancia. Todas las deducciones las hacemos espontáneamente


porque deducimos que lo que nos dicen tiene que ser relevante para las
circunstancias. Un dato se considera relevante si:
o Tiene efectos contextuales, y por lo tanto interrelación entre los datos
recibidos y los datos almacenados, es decir, no tiene coincidencia con datos
almacenados, no crea un conflicto con datos almacenados y no hay un
incremento mutuo de la capacidad deductiva.
o Su coste de procesamiento es bajo, y por lo tanto el dato es accesible
Por lo tanto la relevancia sigue las siguientes normas:
o No aportar información obvia o que ya ha sido tratada.
o No aportar una información que pueda crear conflicto con el tema tratado.
o No aportar información innecesaria.

Información implícita. Decíamos antes que, en el momento de aportar información


para que se dé la comunicación, el proceso inferencial constaba de información indicial
(una verdad no necesaria para la relevancia del mensaje, no hay intencionalidad) y de
la implicatura, que llevaba a la información implícita (una verdad deducida del
principio de relevancia). Si la intencionalidad de la información implícita es
mutuamente manifiesta, se dice que la implicatura es fuerte. Si no hay intencionalidad
se dice que la implicatura es débil.

Inferencias.
o Implicación. Su verdad es incompatible con la falsedad de lo dicho, no se
sostiene cambiando el signo de la oración y está ligada al significado de las
palabras. Debe considerarse de hecho como un fenómeno semántico. Por
ejemplo, de la oración “Juan es abuelo de Pedro” se deduce que Pedro es nieto
de Juan, y que Pedro es más joven que Juan. La implicación se daría porque que
Juan es abuelo de Pedro es incompatible con que Pedro sea abuelo de Juan o
con que sea más viejo que Juan.
o Presuposición. Deducción cuya verdad es necesaria, pues si es falsa, lo dicho no
tiene sentido. Se deduce de la verdad y de la falsedad de lo dicho, es defectible
(puede faltar) y se procesa con nivel bajo de atención. La verdad de la

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presuposición es condición para que el enunciado pueda ser relevante en algún


contexto. Es una condición para el uso normal del enunciado. Por ejemplo, en
la oración “mi hermano me regaló un caballo” se deduce que tengo un
hermano, ya que si no lo tuviera la oración carecería de sentido y relevancia.
o Implicatura. Deducción cuya verdad es necesaria para la relevancia, pues si es
falsa, lo dicho puede ser verdadero o falso.
o Índice. Deducción sin relación con la verdad o la relevancia, si es falso, lo dicho
puede ser tanto verdadero como falso.

El entorno de la comunicación. El contexto son los datos que intervienen en el


procesamiento del mensaje. Se crea a partir del asunto. Por ejemplo, ante la oración
“son las 12” se debe conocer el contexto de la situación, pues podría tener diferentes
significados como “llegas tarde” o “ha terminado la clase”, por ejemplo. La situación
son los factores que determinan el estado cognitivo y las predisposiciones
conductuales.
Referente al contexto, el mensaje está formado por la expresión (sonidos que forman
el mensaje) y el significado. Si el mensaje es “son las 12”, la información explícita que
da la oración es la hora (deducción a la que llegamos gracias a la presunción de
relevancia), pero para acceder a la información implícita son necesarios datos
contextuales.
El conjunto de situación y contexto forman el estado cognitivo.

Situaciones discursivas. Afectan mucho a cómo pensamos y cómo actuamos. Son:


o Incertidumbre. Formada por la precisión y la expectativa de una situación
(cantidad de información sobre ella que se posee), ya sea espontánea o
reglada.
o Expectativa de relevancia. Se forma por la atención (esfuerzo cognitivo
dedicado a algo) y la inhibición.
o Variedad de estatus o jerarquía. Dependiendo de los distintos estatus alguien
tiene una situación favorable. Consta de:
 Inhibición ante la persona que posea un rango superior en el estatus.
Hay un mayor esfuerzo mental cuando las palabras van dirigidas a un
jefe.
 Espontaneidad cuando el estatus permite tomar la iniciativa en la
situación discursiva.
 Asertividad, conducta espontánea no agresiva.
 Tabú, palabras que se evitan ante miembros del estatus superior con el
uso de eufemismos.

Forma lógica, proposición y explicatura. Una proposición es una estructura


conceptual portadora de algún valor de verdad. Es la estructura conceptual más

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compleja que podemos asociar con una secuencia lingüística. Cualquier frase se
asociará con distintas proposiciones según contextos. El significado de una frase, casos
de ambigüedad aparte, es constante. Si el significado es constante y la proposición
varía, el significado no equivale a la proposición que el receptor representa. El
significado siempre es más vago que una proposición completa. Se trata de una forma
lógica, que es una estructura conceptual con relaciones veritativas, pero sin valor
veritativo. La forma lógica (el significado de la frase) se enriquece con el contexto para
completar una proposición. La proposición (forma lógica + contexto) que el emisor
quiere asociar con sus palabreas se denomina explicatura. La explicatura es una
proposición que resulta del desarrollo de la forma lógica a partir de la información
contextual, es la proposición de cuya verdad depende la relevancia del mensaje. La
implicatura es lo que deducimos para que sean relevantes las palabras que recibimos.
El contexto interviene dos veces: para completar la forma lógica, y para deducir las
implicaturas.

Por lo tanto:

SIGNIFICADO: información codificada (forma lógica + contexto1)

Proposición (implicaturas: explicatura + contexto2)

Semántica y pragmática. La comunicación consta de expresión y de interpretación. En


la interpretación intervienen la Semántica y la Pragmática. La Semántica tiene que ver
con las condiciones de verdad de los enunciados. Es semántico todo lo que determina
en qué casos el enunciado es verdadero o falso. Por ejemplo, “la bandera de España es
roja” sería correcto, aunque también sea amarilla. Incluye significado e implicaciones.
La Pragmática tiene que ver con la estrategia discursiva que atribuimos al emisor.
Tienen que ver siempre con la relevancia del enunciado (estrategia discursiva), no con
sus condiciones de verdad. Por ejemplo, “la bandera de España es roja” no sería
correcto, pues lo que se entiende por relevante en ese enunciado es que la bandera es
totalmente roja cuando, en realidad, es roja y amarilla. La gente procura que sus
palabras se entiendan con el menor esfuerzo posible. Incluye presuposiciones e
implicaturas.
Un Asperger basa su interpretación únicamente en la Semántica.

Tipos de información. Como se decía antes, la explicatura es la proposición que el


emisor quiere expresar con su frase. Normalmente es un desarrollo de la forma lógica
de la frase. Cuando no es así (cuando la proposición que desarrolla la forma lógica no
es la explicatura de la frase), se dice que el sentido es figurado. En caso contrario se
dice que es literal. El sentido figurado se da, pues, cuando el significado de la frase no

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es parte de la información que se comunica. La metáfora y la ironía son dos ejes del
sentido figurado. Se recurre al sentido figurado para bajar el coste de procesamiento
que requiere la información comunicada. El receptor abandona el sentido literal
cuando percibe la imposibilidad de alcanzar información relevante a partir de él.

La comunicación y el sentido. Entre los índices que sirven para comunicarse están los
índices lingüísticos. Un enunciado es un índice del sentido deseado por el emisor, no
una codificación de lo que se quiere decir. El destinatario infiere el sentido deseado a
partir del índice proporcionado y del contexto. Si el emisor deja gran parte del trabajo
inferencial al destinatario no es que se abstenga de codificar todo. Los códigos
humanos, que son incomparablemente más ricos que los de otros animales, no tienen
ni la exhaustividad ni la univocidad. Los códigos humanos son siempre ambiguos e
incompletos, y no permiten codificar completamente lo que se quiere decir. Esto dice
la hipótesis del modelo inferencial de la comunicación humana, que se puede resumir
en tres tesis:
o El emisor produce un índice del sentido deseado.
o El destinatario, en todos los casos, infiere ese sentido deseado a partir del
índice proporcionado y del contexto.
o Un enunciado lingüístico es un índice complejo del sentido deseado por el
emisor, no es una codificación de ese sentido deseado.
¿Cómo logra el destinatario de un acto de comunicación reconstruir lo que quiere decir
el emisor a partir de los índices que éste le proporciona y del contexto? ¿Qué aptitud
psicológica se pone en marcha? La hipótesis siguiente explica que la comprensión
inferencial es posible gracias a una capacidad psicológica característica de los
humanos, la capacidad para representar mentalmente las representaciones mentales
de los demás, conocida como capacidad metarrepresentacional o Teoría de la Mente.
Los seres humanos siempre son psicólogos espontáneos más o menos atentos a los
estados mentales de los demás. Es posible que los grandes simios tengan un mínimo
de capacidad metarrepresentacional, y aunque la tuvieran sería radicalmente
rudimentaria. En cambio, para los seres humanos nada es más automático, más
espontáneo y más constante que el hecho de vernos los unos a los otros movidos por
los estados mentales.
En ausencia de una capacidad metarrepresentacional, las otras especies animales ven
el comportamiento de otros animales como movimientos de un cuerpo. La capacidad
metarrepresentacional permite entender que tales movimientos se rigen por
intenciones y son guiados por un conocimiento, y así entender mejor y predecir el
comportamiento de los demás. Este poder predictivo enriquece las posibilidades de
cooperar con los otros, protegerse de ellos o incluso sacar provecho de ellos. La
capacidad metarrepresentacional tiene por función principal permitir una mayor
riqueza de interacciones entre los miembros de la especie. Sin embargo, la capacidad

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metarrepresentacional, aunque no sea ésta su función principal, permite la


comunicación inferencial o no ostensiva, incluso en ausencia del lenguaje.
La comunicación humana se caracteriza por dos niveles de intención: una intención
informativa y una intención comunicativa, que no es otra cosa que una intención
informativa de nivel superior, la intención de informar al destinatario de la intención
informativa que tiene hacia él el emisor. Dejando claro que le mueve una intención
informativa, el emisor adquiere la posibilidad de transmitir información a los demás
por medios simbólicos. Estos medios pueden ser lingüísticos, pero también mímicos o
de comportamiento improvisado desde el momento en que este comportamiento
proporcione realmente un índice de lo que quiere decir el emisor.
Hay una relación esencial entre intención informativa, intención comunicativa y
sentido deseado. El sentido deseado no es más que el contenido de una intención
informativa que a su vez constituye el objeto de una intención comunicativa.
Lo que constituye el contenido de una intención informativa como un sentido, es
precisamente que esta intención informativa es en sí misma el objeto de una intención
informativa de nivel superior, de una intención comunicativa. Cuando alguien quiso
informar de algo a alguien, y para conseguirlo quiso informar de esta intención, fue
cuando apareció una nueva propiedad en el mundo: la significación.
Nuestros antepasados pueden haber tenido capacidades metarrepresentacionales
suficientes para formar intenciones comunicativas. Para esto no tenían necesidad de
lenguaje. Cualquier índice que pudieran dar de su intención podría servir para lo
mismo. Pero, por supuesto, para aquellos seres capaces de diseñar y reconocer
intenciones comunicativas, un lenguaje como el humano es ventajoso. Se trata de una
fuente, un repertorio infinito de índices de una riqueza extraordinaria. El lenguaje
puede proporcionar índices preciosos y detallados de sentidos deseados
indefinidamente variados y complejos.
La comunicación humana es un efecto secundario de la capacidad de asignar estados
mentales a otros. El rasgo que distingue a los humanos de otras especies animales con
las que están relacionados no es el lenguaje, sino esta capacidad
metarrepresentacional. Esta capacidad hace posible una forma de comunicación
inferencial que no está presente en otras especies. Desde el momento en que se
desarrolla la comunicación inferencial, se cumplen las condiciones necesarias para la
adquisición del lenguaje como las lenguas mismas. Las lenguas humanas son códigos
de riqueza inigualable, pero al mismo tiempo están llenas de ambigüedades. No son
buenos instrumentos para la comunicación codificada. Sin embargo, proporcionan
gran cantidad de índices a la comunicación inferencial. Las lenguas humanas, por lo
tanto, sólo encuentran su función en una especie capaz de comunicarse
inferencialmente. La comunicación basada en la capacidad de reconocer en el otro a
un ser movido por estados mentales se mantuvo relativamente rudimentaria hasta
que aparecieron y se desarrollaron las lenguas humanas. La comunicación inferencial
es posible sin lenguaje, pero gracias al lenguaje su poder expresivo se multiplica

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prodigiosamente. El papel del lenguaje en la comunicación del sentido deseado por el


emisor consiste en proporcionar un conjunto de índices indefinidamente variados y
complejos en ese sentido. Una vez más, el papel del lenguaje no es ni más ni menos
que esto.

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BLOQUE 4: El cambio lingüístico y la diversidad de lenguas


Causas del cambio lingüístico. Según el movimiento lingüístico del Estructuralismo, las
lenguas son sistemas y los cambios afectan al sistema, no a elementos aislados.
También dice que los sistemas tienen tensiones y dinámicas internas que mueven al
cambio. Hay factores externos e internos del cambio. Los factores externos son los
factores históricos: la dominación y el sustrato de las lenguas (cambios lingüísticos por
la influencia de la lengua hablada originalmente en un territorio sobre la lengua del
pueblo que la intenta invadir), la dominación y el superestrato de las lenguas (el mismo
proceso que en el sustrato pero al revés) y el contacto de lenguas. Los factores
internos son: el principio de economía (tendencia al mayor número de oposiciones con
el menor número de rasgos), la tensión entre presiones asimilativas sintagmáticas y
disimilativas paradigmáticas, y la tracción y propulsión.
Según el lingüista Coseriu las lenguas son sistemas que no existen fuera de los
hablantes. No existe la teleología. También dice que la colectividad no tiene
propiedades diferentes a los individuos y que los cambios son actos libres y finalistas,
no mecánicos y causales. Para él los factores del cambio fueron las finalidades
expresivas históricamente condicionadas; las fases del cambio son una innovación
individual y una adopción colectiva; y la propagación del cambio es intensiva si es
inmediata o extensiva si es gradual.

Azar y casualidad en el cambio. Las tres fases del proceso evolutivo son las siguientes:
- Variedad, que se desarrolla en los genes.
- Selección, que se desarrolla en los individuos.
- Evolución, que se desarrolla en la población.
La primera fase, la variedad, aparece a través del azar. En cambio, la segunda fase, la
selección, ya se basa en la casualidad. Por tanto un idioma histórico es simplemente
una sucesión de momentos sincrónicos.

Variedad azarosa. Las lenguas cambian porque son internamente variables. Las
diferentes variedades de la homogeneidad y la heterogeneidad idiomática son:
o Variedad espacial (variedades diatópicas). Variantes en la forma de hablar de
una misma lengua debidas a la distancia geográfica que separa a los hablantes.
Lo único que diferencia un idioma de un dialecto es el tratamiento legal. Para
conseguir ese tratamiento deben cumplirse dos factores: la inteligibilidad
intrínseca y poseer una tradición literaria e identidad etnolingüística.
o Variedad social (variedades diastráticas). Variantes en la forma de hablar del
hablante que dependen de la clase social de éste.
o Variedad discursiva (variedades diafásicas). Variantes en la forma de hablar
del hablante dependiendo de la situación lingüística y su grado de formalidad
requerida.

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Todas estas variedades son sistemas. Un idioma es un conjunto de sistema. Por


ejemplo, para elaborar el español estándar se selecciona un sistema, ya que no es igual
el español hablado en Andalucía que el español hablado en Asturias o Galicia. Un
dialecto es un sistema, si varía varían sus variedades.

Selección: el momento causal. Innovación y variedad sin causas de selección sólo


deriva en una lengua fragmentada que acaba por morir. Innovación y variedad con
causas de selección adquiere uniformidad e inercia, guiando un cambio lingüístico.
Este es el camino hacia la institucionalización del idioma.
La razón de que el español cambie y que no desaparezca es la misma: la falta de
espontaneidad, o dicho de otro modo, que el idioma evoluciona de manera uniforme.
Cuando los hablantes no son espontáneos la lengua, por algún motivo, cambia de
manera uniforme. Cuando lo son la lengua se fragmenta, y una lengua fragmentada es
una lengua desaparecida.

Instituciones. Las instituciones son constelaciones de normas y acciones sociales que


suponen:
o Regulación explícita de actos sociales y orientación eficiente hacia algún fin.
o Uniformidad y previsibilidad de las acciones colectivas.
o Inercia, control social automático.
o Simbolización de grupo y conciencia y aceptación de grupo.

Grupos sociales. Son un conjunto de personas con alguna interacción social con
conciencia y aceptación de tal interacción. Los grupos sociales muestran un alto nivel
de altruismo interno y hostilidad potencial externa, así como un comportamiento
parcialmente compulsivo. Este comportamiento suele intensificarse cuando se trata de
un grupo social relacionado con la nación o la familia. Los grupos sociales utilizan
elementos de cohesión como el idioma y su estatus.

Norma culta. La norma culta está regida por los ejes diastrático y diafásico de la
lengua, es decir, por las variantes del lenguaje que dependen de la clase social y de la
situación en el momento del habla. La norma supralocal está regida por el eje
diatópico, es decir, por las variantes de un mismo idioma en sus diferentes
localizaciones geográficas. Ambas normas crean el modelo que desemboca en un
patrón de estabilidad y un posible rechazo de variedades dialectales.

Institucionalización del idioma. Se da cuando un idioma posee “sentimiento


lingüístico”. Es la suma de un sentimiento de tradición con un sentimiento
instrumental. Este sentimiento se desarrolla mediante instituciones normativas, el
sistema educativo y la norma escrita.

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Tratamiento legal y oficialidad. Un idioma es legal y oficial cuando es usado en los


medios de comunicación, en internet y a través de las nuevas tecnologías y en ámbitos
profesionales.

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