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Se puede sembrar en casi cualquier época del año, si no hace mucho frío o mucho calor, y no
requiere demasiados cuidados.
Características de la lechuga
La lechuga es una planta anual de la familia de las compuestas que se caracteriza por presentar
amplias hojas dispuestas en forma de roseta.
☛ Unas forman un corazón denso o "cogollo" en el centro cuyas hojas son muy tiernas y
generalmente de colores más pálidos que las hojas externas. Esta es la parte aprovechable, las
hojas externas se suelen desechar por ser menos tiernas. Suelen necesitar un poco más de tiempo
para desarrollarse por completo.
☛ Las otras crecen de forma más abierta, las hojas no se agrupan en el centro de la roseta y tanto
las hojas internas como las externas tienen una textura y sabor similares. En este tipo de lechugas
se pueden aprovechar casi todas las hojas. Las lechugas de este grupo suelen necesitar menos
tiempo para formase por completo ya que, como las hojas crecen abiertas, ocupan mucho más
espacio y, enseguida se harán enormes.
Variedades
Existen muchas, resultado de miles de año de hibridación y selección, pero nos quedaremos con
que las hay adaptadas al cultivo durante todo el año, de invierno o de verano.
En función del clima local y de la estación del año, hay que elegir una u otra variedad ―adaptada a
esas condiciones―, ya que si no se hace bien, lo más probable es que el cultivo no tenga éxito.
La lechuga se adapta bien a cualquier suelo, si bien es cierto que prefiere suelos sueltos, fértiles y
bien drenados para desarrollarse de forma óptima. No soporta el encharcamiento.
Sus grandes hojas evaporan mucha agua cuando el sol es intenso y sus raíces están poco
desarrolladas por lo que, si el suelo presenta una buena capacidad de retención de agua,
tendremos que regar con menos frecuencia.
En las zonas templadas, una vez pasadas las heladas, ya puede iniciarse el cultivo en el exterior.
En climas suaves, como los de zonas costeras, ecuatoriales y subtropicales se puede cultivar
durante todo el año.
En los climas muy cálidos, o durante las épocas de más calor, se deben sembrar variedades de
verano ya que las demás se subirán a flor muy pronto y no podremos aprovechar el cultivo para
consumo.
Soporta peor las temperaturas elevadas que las bajas, pudiendo crecer a partir de 10-12 ℃ y
sobrevivir a temperaturas cercanas a 0°C.
Habrá que escoger bien la mejor variedad para cada clima y cada época del año. Si preguntamos a
algún horticultor local o a un viverista de la zona, seguro que nos podrán aconsejar al respecto.
Si la vamos a cultivar en verano, podemos plantarla entre otros cultivos que le den un poco de
sombra y frescor como por ejemplo tomates, pimientos, etc. De lo contrario, si está muy expuesta
al sol y al viento, y el suelo retiene poca humedad, veremos como las hojas ―que al ser tan
grandes evaporan mucha agua― pierden frescura rápidamente y se marchitan si no lo
remediamos.
La duración del cultivo ―cuanto tarda en crecer― de lechuga suele ser de 50 a 60 días para las
variedades tempranas y entre 70 y 80 días para las variedades tardías.
Siembra
En la siembra en semillero, se puede optar por hacerla en alvéolos, uno para cada plántula, en un
cajón sin divisiones o incluso en el suelo, ya que la lechuga tolera muy bien el trasplante a raíz
desnuda, es decir, arrancando la planta del semillero sin tierra en la raíz.
Trasplante
Para el trasplante a raíz desnuda, mejor elegir un día nublado o lluvioso, y si no es posible, al
atardecer, para que las raíces dispongan de toda la noche para volver a establecerse en el suelo.
Una vez las plantas del semillero alcanzan unos 10 cm de alto y cuando las condiciones son
favorables, realizamos el trasplante al terreno definitivo, en filas, eras o intercaladas entre otros
cultivos.
Si tienes dudas acerca de las fechas, consulta este artículo sobre cuándo trasplantar las lechugas.
Si las consumiremos tiernas, podemos hacer una siembra de asiento a voleo e ir entresacando las
plantas que vamos a consumir.
En cambio, si vamos a esperar a que la lechuga madure por completo, tendremos que plantarlas a
una distancia entre plantas de 25 - 30 cm, para que al crecer no llegue a tocarse una planta con su
vecina.
Acolchado
El acolchado del terreno es siempre opcional pero, en el caso de la lechuga, es muy conveniente
cuando el suelo tiene escasa capacidad de retención de agua y el clima es seco.
Realizando el acolchado con materiales vegetales o láminas sintéticas reduciremos mucho las
pérdidas de agua por evaporación directa manteniendo el suelo más húmedo y con menos
malas hierbas al bloquear el paso de la luz.
Riego
La lechuga es muy sensible tanto a la escasez como al exceso de agua, por tanto, los riegos irán
encaminados a mantener húmedo el terreno pero sin llegar a encharcarse.
Se recomienda el riego por goteo ya que, que la lechuga no se moja, se ahorra agua y el suelo
mantiene una humedad constante pero no excesiva. También se puede regar por inundación de
los surcos (riesgo de encharcamiento), por aspersión (se mojan las plantas) o por llenado manual
de los alcorques (consume mucho tiempo).
Escarda
Mientras el cultivo avanza, debemos estar atentos a la nascencia de malas hierbas que compiten
por la luz, los nutrientes, el agua y el espacio con las lechugas. Las elimaremos a mano, con
escardillo o, si no queda más remedio, con herbicidas.
Recolección
La cosecha se puede hacer al gusto de cada uno. Se puede cortar entera ―por debajo de las
primeras hojas― o, si queremos que siga creciendo, podemos ir recolectando hojas individuales
sin cortar toda la planta. Eso sí, debemos comenzar por las hojas exteriores, dejando la primera fila
en la planta si vemos que están viejas, y cosechando unas cuantas hojas de la segunda fila.
Lo ideal es cosecharlas justo cuando las vayamos a consumir. De estar forma aprovecharemos al
máximo todos sus nutrientes y el sabor será el mejor posible.
Plagas y enfermedades
Puede verse afectada por plagas y enfermedades en todas las fases de su cultivo, no obstante, con
los debidos cuidados es poco frecuente que tenga problemas fitosanitarios importantes.
Pueden ocasionarle problemas microorganismos del suelo
como Fusarium, Sclerotinia, Rhizoctonia, Pythiurn, etc.
Babosas, limacos, caracoles, pájaros, roedores, etc. Manteniendo el huerto limpio, libre de
malezas, desechos u objetos abandonados en el suelo, reduciremos mucho el ataque de estos
animales que suelen aprovechar esos lugares enmarañados para ocultarse.