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Hipóstasis de los

Arcontes

La Hipóstasis de los Arcontes es un texto


que se ha conservado en un único testigo
copto, constituyendo el tratado 4 del
Códice II de Nag Hammadi (NHC II, 4, pp.
86, 20 – 97, 23). Está precedido por el
Libro Secreto de Juan y los evangelios de
Tomás y Felipe, y seguido por el Escrito sin
Título y la Exégesis del Alma. Se encuentra
en un muy buen estado de conservación,
con algunas lagunas menores. El título
aparece explícito. La traducción castellana
la Hipóstasis de los arcontes se limita a
reproducir los términos griegos del título
copto. Una traducción según el significado
de esos vocablos griegos sería “la
realidad de las potestades”.
Idioma y lugar de origen
La lengua de la versión copta es el
sahídico con fuertes contaminaciones
subacmímicas, como en todo el Códice II.
La lengua de la composición del texto
habría sido griega. Sus enlaces con el
pensamiento de Filón hacen que se
proponga Alejandría como un lugar
probable de composición. También se ha
propuesto Siria como lugar de
composición en razón del ambiente
lingüístico semita que se muestra en los
nombres del creador maléfico del mundo
(Saclas = el loco) y Yaldabaoth.

Proceso de formación
El texto, en su estado actual es el
resultado de la reedición cristiana de un
texto originalmente judío. La mayoría de
los comentaristas aceptan que el escrito
griego subyacente al texto copto presenta
varios estratos redaccionales, el último de
los cuales, por lo menos, es cristiano.
Los estratos más antiguos son por lo
menos dos: el antropogónico y el
teogónico, y podrían derivar de fuentes
comunes al Evangelio apócrifo de Juan
(Apócrifo de Juan) y sobre todo al Escrito
sin Título (Tratado sobre el origen del
mundo). La primera fuente se trataría de
una versión re-escrita del Génesis,
considerada "Génesis verdadero", es decir
un nuevo relato de la historia de Génesis
desde un punto de vista gnóstico. La
Hipóstasis, el Escrito sin título, y el
Apócrifo de Juan, habrían utilizado esta
misma fuente.

La segunda fuente, no tan claramente


vinculada al Apócrifo de Juan, puede
reconstruirse parcialmente por el análisis
comparativo con el Escrito sin Título. De
esa reconstrucción hipotética resultan los
enlaces con la filosofía de Filón de
Alejandría (principios del siglo I e.c.), gran
exegeta y filósofo judío, sobre todo en
relación a su doctrina de las dos
hipóstasis de Dios, y la determinación de
características diferentes para cada una.
Las fuentes comunes mencionadas
podrían ser judías si se confirma la
hipótesis de un judaísmo helenístico
antiyavista y antinomista. En todo caso, se
trata de una especulación teológica
estrechamente ligada a la revelación
bíblica y a los métodos midrásicos.

El último redactor griego se apoya, ya


secundariamente, en el Nuevo Testamento
(Pablo), y probablemente agudiza los
trazos negativos del universo arcóntico. El
texto original dataría de principios del
siglo II e.c. y la re- edición de finales de
ese mismo siglo.

Finalidad y contenido
El escrito se presenta como una
instrucción sobre el tema de los
dominadores (arcontes) de este mundo
mencionados por san Pablo. La intención
expresa de este escrito (86.26 - 27) es
enseñar la verdad sobre los poderes que
tienen autoridad sobre este mundo. El
relato empieza con el alarde del demiurgo,
el arconte principal, en palabras atribuidas
al Dios de la Biblia: "Yo soy el que soy, Dios
no es nada separado mí". Puede
agregarse como objetivo del tratadista
cristiano la clarificación de la condición
del hombre gnóstico (la raza de Set) y su
conflictiva relación con los "príncipes de
este mundo". Con este fin, el autor procede
a una rectificación de la historia sagrada.

Antropogonía
Después de una breve alusión al primer
arconte, el tratadista pasa a la
antropogonía. La creación del hombre es
explicada a partir de los textos del
Génesis interpretados con una técnica
midráshica y ostentosamente rectificados.
Los arcontes crean primero al hombre
terrenal como una copia de su propio
cuerpo y según la imagen divina. Después
de nombrar varios animales y aves, los
arcontes ponen a Adán en el Jardín del
Edén, y tratan de tomar el espíritu que ha
recibido de lo alto. Pero este espíritu se
hace una mujer, "Madre de los vivientes"
(89: 15). Los arcontes tratan de violarla,
pero se convierte en un árbol, dejando que
solamente un reflejo de sí sea profanado.
Este reflejo es la "Mujer carnal" (90: 2), la
bíblica, que se hace esposa de Adán.

La original, mujer dotada de espíritu se


hace una serpiente ahora, y en esta forma
enseña a Eva, diciéndole que coma del
árbol del conocimiento del bien y el mal.
Eva y Adán lo hacen y son expulsados del
jardín como en el Génesis; la diferencia
está en que aquí el arconte principal es un
ser ignorante, celoso y temeroso. El autor
conoce una especulación sobre la "ayuda"
femenina que auxiliará a Adán, pero la
desarrolla confusamente. El cotejo con
Sobre el origen del mundo permite
reconstruir las secuencias de la fuente
original. La Eva psíquica levanta a Adán, y
después la Eva espiritual, "viva semejanza
de la divinidad", lo convierte en hombre
espiritual.
Después de esto, se cuenta la historia de
Caín y Abel, y Eva da a luz a Set. Como
espirituales, Adán y Eva engendran a Set,
que es el antepasado común de la raza
gnóstica. Sin embargo, a diferencia de la
versión de la historia contada en Génesis,
Eva también pare una hija, Norea, que es
en realidad la mujer espiritual del Jardín
del Edén. Cuando, locos de celos, los
arcontes tratan de destruir la humanidad,
Norea pide refugio a Noé. Es en este
momento que los arcontes tratan de
violarla y pide ayuda (93: 1-2). Su llanto es
respondido por la llegada del ángel
Eleleth. La raza gnóstica es salvada de la
extinción por el arconte Sabaot, bajo cuyo
poder quedará hasta la venida del
Salvador (judaísmo recuperado).

Teogonía
El argumento teogónico (origen de los
arcontes) es abordado en segundo lugar y
presentado como una revelación del ángel
Elelet a Norea. El ciclo teogónico explica
el origen del arconte a partir de la materia.
En este momento, la voz del relato cambia
a la primera persona, y el texto asume la
forma de un discurso de revelación, donde
el narrador pregunta a Eleleth sobre la
naturaleza y el origen de los arcontes,
sobre su propia naturaleza y sobre la
cantidad del tiempo restante hasta la
liberación escatológica de los "hijos de la
luz" (97: 13-14).

En sus réplicas a las preguntas de Norea,


le cuenta sobre la actividad creadora de
Sofía, sobre el abandono de Samael (el
demiurgo), hijo de Sabaot; sobre la
actividad de Zoe (la "Vida"), hija de Sofía, y
el arrepentimiento de Samael. Estas
revelaciones últimas provienen de un
origen diferente al del que abrió la
Hipóstasis y no están totalmente de
acuerdo entre sí. El texto concluye con una
discusión sobre la venida del "Hombre
Verdadero" (96: 33), el elegido, el que viene
de la "Luz incorruptible" (96: 21).
La doctrina más importante de este
pasaje es la distinción entre un arconte
maligno, Yaldabaot, y un arconte converso,
Sabaot, el Dios de los judíos. El tratado
concluye con una evocación cristiana de la
obra del Salvador.

Un fragmento

Los arcontes se
reunieron en asamblea y
dijeron: "Vamos,
tomemos tierra y
creemos un hombre de
barro". Y modelaron su
criatura haciéndola
completamente de
tierra. Ahora bien, el
cuerpo que tienen los
arcontes es de mujer, es
un [aborto] de rostro de
animal. Así pues,
tomaron [barro] de la
tierra y modelaron [a su
hombre] de acuerdo con
el cuerpo de ellos
mismos y [de acuerdo
con la imagen] de Dios
que se les había
aparecido en las aguas.
Entonces dijeron:
"Vamos, apoderémonos
(de esta semejanza) por
medio de nuestra
hechura, de manera que
esta vea a su viva
semejanza... y que la
capturemos en nuestra
hechura", sin
comprender, a causa de
su impotencia, el poder
de Dios.

Y sopló en su rostro:
entonces el hombre pasó
a ser psíquico sobre la
tierra por muchos días,
y ellos no pudieron
ponerlo en pie a causa
de su impotencia. Como
vendavales,
perseveraron en el
propósito de capturar
aquella semejanza que
se les había manifestado
en las aguas, pero
ignoraban la potencia
de la semejanza. Sin
embargo, todo esto
sucedió de acuerdo con
la voluntad del Padre
del todo.

Después de estos
sucesos, el Espíritu vio
al hombre psíquico
sobre la tierra. El
Espíritu partió de la
tierra adamantina,
descendió y habitó en él.
Aquel hombre pasó a
ser un alma viviente. Y
le puso de nombre Adán,
puesto que fue hallado
arrastrándose sobre la
tierra.

Enlaces
En inglés:[1] (enlace roto disponible en Internet
Archive; véase el historial y la última versión).
El texto completo en castellano, con
introducción: [2]

Datos: Q1267838

Obtenido de
«https://es.wikipedia.org/w/index.php?
title=Hipóstasis_de_los_Arcontes&oldid=11792619

Última edición hace 9 meses por Aosbot

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