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LOS ASPECTOS GENERALES DEL ESTADO DE MICHOACÁN DURANTE EL

PORFIRIATO.

Al iniciarse la insurrección militar de Tuxtepec, que llevaría al general Porfirio Díaz a la


presidencia de la República, en Michoacán existían tres fuerzas políticas que buscaban imponer
un proyecto de organización económico-política a nivel estatal y eran parte de otras que se
expresaban a nivel nacional. Un grupo lo formaban los opositores al presidente Sebastián Lerdo
de Tejada; otro apoyaba al licenciado José María Iglesias para ocupar el Ejecutivo del país,
mientras que un tercer sector agrupado en torno al gobierno estatal mantenía su lealtad al
presidente Lerdo de Tejada. Por su parte, los conservadores se mantenían observantes de la
situación de inestabilidad política, esperando el mejor momento para sacar provecho y de nuevo
obtener privilegios.
Cuando ya había avanzado el movimiento tuxpecano y la caída del gobierno lerdista era
inminente, sus partidarios, en acuerdo con el comandante militar de Michoacán, nombraron al
general Epitacio Huerta, como gobernador interino, en sustitución del licenciado Rafael Carrillo
que se retiro del cargo. Por sus parte los iglesistas, apoyados por los generales Francisco Olivares
y Juan Velasco, se pronunciaron a favor de los postulados del Plan de Tuxtepec reformado en
Palo Blanco y reconocieron al general Felipe N. Chacón como gobernador interino, nombrado
por el general Porfirio Díaz el 25 de diciembre de 1876.1
Entre 1880 y 1910 Michoacán ocupó un lugar importante en el proyecto de desarrollo del capital,
tanto extranjero como nacional. A ello, aunado los sucesivos gobiernos que se desarrollaron en el
período del Porfiriato se mantuvieron bajo una misma línea de comportamiento que se había
venido observando en los gobiernos referentes a la República Restaurada.
El primero del periodo del Porfiriato fue el general Felipe N. Chacón, designado por Porfirio
Díaz en diciembre de 1876. Tan pronto como se hizo cargo del gobierno el general Chacón,
mando cesar a todos los funcionarios de la administración anterior, disolvió los ayuntamientos,
removió a los prefectos y subprefectos e impuso a las nuevas autoridades la protesta, por escrito,
de lealtad al nuevo régimen. Además, las autoridades quedaron obligadas a atacar y hacer
cumplir todas las disposiciones contenidas en el Plan de Tuxtepec. En un intento de equilibrar las
fuerzas políticas de la entidad, el general Chacón incorporó a su administración a viejos políticos
1
Bravo Ugarte, José, Historia sucinta de Michoacán. Estado y Departamento 1821-1962, México, Editorial Jus ,
1964, tomo III, p. 167
1
conservadores y liberales moderados. Esa situación no fue bien vista por el general Díaz, quien
envió al general Manuel González a Michoacán a levantar informes sobre la situación político-
administrativa estatal.2
Manuel González llego como gobernador y comandante militar a Michoacán en 1877. El
desorden administrativo, militar y político en Michoacán era alarmante, además de corrupción e
incompetencia en el sector gubernamental y una desatención generalizada a los problemas
sociales de la entidad, como la educación y la salud pública.3
En junio de 1877, se eligió al licenciado Bruno Patiño como gobernador, quien enfrento diversas
dificultades al tratar de implantar una reforma fiscal y administrativa en la entidad, como
consecuencia de las duras críticas que se le imputaban, así como los pesados problemas, el 1° de
noviembre de 1878 renuncia al gobierno. En 1879 el general Manuel González fue electo para
ocupar la gubernatura, puesto al que más adelante renunció por haber sido propuesto a asumir la
candidatura a la presidencia de la República, por lo que Octavio Fernández fue designado como
gobernador interino. 4
El gobierno de Prudenciano Dorantes que se va de 1881 a 1885, priorizó la construcción de vías
de comunicación y creó el registro público de la propiedad, lo que permitió elevar
sustancialmente la recaudación fiscal. También ordenó la construcción del Palacio de Justicia en
la capital del Estado.
Los representantes más distinguidos del régimen porfirista en Michoacán fueron los gobernadores
Mariano Jiménez y Aristeo Mercado. El primero fue uno de los generales oaxaqueños de la
rebelión de Tuxtepec y gran amigo de Porfirio Díaz, dio el impulso definitivo a los ferrocarriles
con la construcción de los ramales Morelia- Pátzcuaro y Yurécuaro- La Piedad. Introdujo en
Morelia el alambrado eléctrico y diversas obras de mejoramiento urbano. Fundó el Museo
Michoacano y dispuso la publicación de obras de carácter cultural. El 24 de noviembre de 1886
decretó la sustitución de alcabalas por un nuevo impuesto, llamado Decreto de Consumo.
Jiménez fue el primer gobernante michoacano en reelegirse, siguiendo la pauta que el presidente
Díaz había ya establecido. 5

2
Fuentes documentales para la historia del Porfiriato en Michoacán. Colección Porfirio Díaz, Periodo 1876-1884.
Investigación, transcripción e introducción de Jesús Guzmán Urióstegui, México, Los Reyes Editorial, Gobierno del
Estado de Michoacán, 2004, pp. 18-84.
3
Nava Hernández, Eduardo , Michoacán bajo el Porfiriato, México, Universidad de San Nicolás de Hidalgo, Facultad
de Economía, 2008, p. 40
4
Gutiérrez Martínez, Ángel, “La política económica de los gobiernos porfiristas, 1876-1910, en Historia General de
Michoacán. El Siglo XIX, Gobierno del Estado, 1989, tomo III, pp. 147-148.
5
Nava Hernández, Eduardo, Michoacán bajo el Porfiriato, Op. Cit., pp. 41- 42
2
Aristeo Mercado fue ratificado, después de que Mariano Jiménez se retirara de su cargo, como
gobernador y perpetuado en el poder (posible a la reforma del 31 de enero de 1894 a la
constitución local) hasta que lo hecho la revolución maderista. Amplio las concesiones en
ferrocarriles, minería y explotaciones madereras, y se dio en este periodo la culminación dl
proceso de fraccionamiento de las tierras comunales, a través del decretó del 18 de junio de 1902.
Sus bases: la radicalización del proceso de acumulación originaria por medio del despojo a las
comunidades campesinas, la explotación extensiva de los recursos naturales y el empuje recibido
de la dinamización de las actividades de exportación y de las inversiones de capital,
particularmente extranjero. El gobierno mercadista se caracterizó por su desatención a la
educación pública.6
El 3 de abril de 1909, en la culminación de si prolongado mandato, el general Porfirio Díaz,
presidente de la República, realizó una fastuosa gira por el estado de Michoacán. Para esa etapa
el estado se ubica en los niveles intermedios entre las entidades del país, en cuanto a su grado de
desarrollo económico. La población total relativa en la entidad mostró una tendencia
descendiente durante este periodo. La población michoacana se asentaba en 1877 en 271
ciudades, villas y pueblos , que para 1910 eran ya 229. Morelia era la capital, y principal ciudad. 7
Por otro lado, en Michoacán, particularmente, la expansión del capitalismo en el Porfiriato se
expresó en la minería, la industria manufacturera, la extensión de los ferrocarriles y de las
comunicaciones en general, el comercio, la explotación forestal, la electricidad, la
industrialización de la carne y el crecimiento de un sector de agricultura comercial; pero con
mayor fuerza, en las violentas y radicales modificaciones aperadas en la estructura de la
tendencia de la tierra y de los recursos naturales, generalmente a costa de las propiedades de las
comunidades indígenas.
La minería se beneficiaba de una doble coyuntura para colocarse como uno de los sectores más
dinámicos de la economía nacional y tratar de recuperar el lugar que tenía durante la época de la
colonia. La plata fue apoyada por el gobierno porfirista con nuevas exenciones, además de que el
descubrimiento de nuevas vetas y novedosas aplicaciones de la tecnología más avanzada, pasaron
a favorecer su exportación como antaño.8 Correspondiente también a este periodo la introducción
de la electricidad en el proceso de trabajo, que fue otro gran avance en la productividad minera.9

6
Miguel Ángel Gutiérrez, La política económica… Óp. Cit.,pp. 139- 155.
7
Nava Hernández, Michoacán… Óp. Cit., pp. 4-6.
8
Ibíd., p. 7.
9
Ibíd., p. 9.
3
Aun no se restauraba la República cuando ya el desarrollo de las manufacturas se convertía en
una preocupación manifiesta de los gobiernos liberales, expresada en Michoacán en el Decreto de
Industrialización del 9 de abril de 1867. Ahora, en medio de la restauración republicana, los
empresarios encontraban el ambiente de paz y estabilidad social que podrían favorecer la apertura
de nuevas factorías.
Otras fábricas textiles tuvieron actividad en Michoacán en este periodo. Sobre todo después de
1892, cuando el Congreso estatal expidió la ley número 34 para eximir de impuestos prediales
hasta por 10 años y aduanales a las empresas que se establecieran en la entidad. Desde 1889 se
habían generado condiciones más favorables para la expansión no sólo cuantitativa sino también
productiva del sector textil.
En esta etapa inicial de industrialización, los mayores esfuerzos y los avances concretados se
debieran a empresarios nacionales, incluso muchos de ellos de la propia región, o extranjeros
avecinados en la localidad. Lo mismo acurre tanto en la minería como en las manufactureras
textiles.10 Sólo en un segundo momento, correspondiente a la consolidación del porfiriato, las
inversiones serían ya preferentemente extranjeras. Por otra parte, estas actividades despuntaron
gracias al apoyo de una política fiscal favorable, impulsada por los gobiernos estatales.
La extensión de vías férreas por la geografía de Michoacán se convirtió en uno de los principales
o el principal indicador del desarrollo alcanzado por el capitalismo prerrevolucionario mexicano.
Confluyeron en la cristalización de los proyectos ferroviarios el interés de las compañías
constructoras estadounidenses e inglesas, el de los gobierno federal y estatal y el de las
burguesías locales, ansiosas de tener acceso por ese medio de transporte a mercados más lejanos
y más seguros. La construcción de ferrocarriles cumplió también en la entidad con la doble
función de impulsar el capital de inversión e integrar mercados. 11
Los primeros proyectos ferroviarios, impulsados por la iniciativa de la burguesía local y el
gobierno del estado, fracasaron por carencia de recursos financieros. En 1874 la proyectada línea
interoceánica, que uniría a Morelia con Uruapan, Apatzingán, Coalcomán y el puerto de Maruata,
naufragó al resentirse en México los efectos de la recesión económica internacional. En 1877
frente a la demanda de una empresa minera en Guanajuato de conectar esa ciudad con Morelia, el
gobierno michoacano opto por auspiciar a los capitalistas locales para que construyeran su propia
vía férrea, pero no hubo respuestas. Por ello, un año después gestiono ante el gobierno federal
una concesión para tender un ferrocarril de Salamanca a Morelia y al Pacífico michoacano, con
10

11
Ibíd., p. 11- 14.
4
ramales a Celaya, Zamora, Maravatío, y Zitácuaro. La incapacidad del gobierno local para reunir
las sumas que este ambicioso proyecto reclamaba lo hicieron aborta, perdiéndose la concesión en
1879. Por la misma razón fracasó el cuarto proyecto, Pátzcuaro-Morelia-Salamanca en 1880, que
finalmente fue traspasado a la Constructora Nacional Mexicana, subsidiaria de la empresa
estadounidense Palmer y Sullivan. 12
La aparición en escena de la Compañía Constructora Nacional Mexicana representaba, pese a
todo, una nueva etapa en las comunicaciones de Michoacán. El Ferrocarril Nacional Mexicano
era, junto con el Ferrocarril Central Mexicano, una de las dos grandes empresas que pasarían a
controlar en lo sucesivo las comunicaciones estratégicas del país.13
La construcción ferroviaria en el estado, si bien importante, fue en general lenta y atravesada por
contradicciones entre los intereses de los distintos grupos regionales, así como por problemas
financieros a menudo insalvables. De los muchos proyectos elaborados en la década de los
ochenta para dotar a Michoacán de las líneas de comunicación interna, pocos llegaron a
concretarse, y lo hicieron además con rezago de años.
En lo que se refiere a la producción maderera aparece como resultado del tendido de las vías
férreas y el auge de la minería. En 1882 el gobierno de Prudenciano Dorantes expidió un decreto
para la protección y conservación de los bosques y arbolados, que ponían esos recursos bajo la
protección y administración de los ayuntamientos. En 1885 se levantó un detallado inventario de
los montes y regiones arboladas en Michoacán con el mismo propósito. No obstante, pocos años
después, el gobierno estatal, encabezado por Aristeo Mercado, permitía la instalación de
compañías madereras diversas.
La industrialización de la carne fue el último sector productivo impulsado netamente por el
capital extranjero en Michoacán durante el periodo porfirista. Sus objetivos fueron, desde el
inicio, producir para la exportación Europea, donde provinieron las inversiones para la planta
empacadora de Uruapan. La Empacadora Mexicana se ubicó así, junto a algunos centros
mineros, fundado con inversiones netamente extranjeras y tecnologías importadas, orientando
hacia una demanda externa a la región y, por supuesto, al país.
Las instituciones acreditadas indudablemente tuvieron un papel fundamental en el México
porfiriano cuando, a más de crearse como instituciones de emisión, los bancos sirvieron para
movilizar los capitales que la desamortización y nacionalización de bienes eclesiásticos
liberaban en la circulación.
12
Bravo Ugarte, Historia Sucinta…Op. Cit., p. 255
13
Nava Hernández… Michoacán… Op. Cit., p 14
5
La recepción de las instituciones de crédito en Michoacán, puede considerarse, sin embargo,
tardía. Desde 1882, bajo el gobierno de Prudenciano Dorantes, el Congreso estatal expidió un
decreto ordenado al gobernante que gestionara la instalación de una filial bancaria en Morelia, lo
que se logró al finalizar el siglo, una vez consolidadas ya otras áreas de inversión de capital.
La historia del Banco de Michoacán, por tratarse de una institución originada en los capitales
locales, es la más notoria. En 1889 el gobierno estatal convocó a importantes capitalistas para que
se integraran al plan de consolidar un banco regional propio. Gracias a las aportaciones de los
anteriores y un capital de 300 000 pesos, se funda el 26 de enero de 1901 el Banco Refaccionario
de Michoacán, S.A. Este banco no llegó a subsistir debido a los problemas administrativos que se
presentaron, lo que se puede rescatar de esta institución bancaria, es el hecho de que financio la
magna desecación de la Ciénega de Zacapu, que fue promovida por los españoles hermanos
Noriega. Posteriormente, en consecuencia de la concesión que recibe de la Secretaría de
Hacienda se trasforma en 1902 en Banco de Michoacán, pero en 1908 vuelve a convertirse en
Banco Refaccionario, para finalmente ser absorbido por el Banco Central Mexicano. 14
El desarrollo de las instituciones bancarias en torno a las actividades productivas fundamentales
de la región implicó el desplazamiento del crédito usuario laico o eclesiástico que habían
predominado durante casi la totalidad del siglo XIX, y fue un rasgo distintivo del desarrollo del
capitalismo en las regiones del país, sobre todo en aquellas que, como Michoacán, presentaba
condiciones para la exportación de productos primarios. De esta manera se tejían nuevas formas
de entrelazamiento entre los grupos regionales dominantes y la naciente oligarquía financiera
nacional. Al mismo tiempo, se podía ver como se favorecía la modernización de los sectores
agroexportadores, en caso especial el minero.
Uno de los grandes conflictos durante el porfiriato fue la política de privatización de las tierras
comunales que se intensificó con nuevos decretos, este problema tiene sus antecedentes al iniciar
la vida independiente del país, bajo las nuevas administraciones que repercutieron en este rubro,
este es el caso del estado de Michoacán, como en muchos de los estados de México. En 1877 el
gobernador Manuel González ordenó “dividir justa y equitativamente la propiedad de las
comunidades de indígenas para que fueran éstos individual y ni colectivamente responsable del
pago de impuestos que le correspondiera por los terrenos que, en ese reparto, le tocara a cada uno
de los miembros de dichas comunidades. En este mismo año, salió una circular que disponía que

14
Nava Hernández, Michoacán bajo… Op. Cit., p. 20

6
las comunidades en Michoacán conformadas a la manera jurídica española dejara de existir y sólo
serían consideradas como reuniones de individuos que poseen interés común.15
Muchas comunidades desaparecieron a lo largo del proceso, mientras que otras quedaron
reducidas al mínimo en sus límites y en menor rango de su población. Además, se introdujo la
división interna y se llegó inclusive a la violencia armada para presionar a que las tierras fueran
fraccionadas o para evitar que los antiguos comuneros intentaran reorganizarse para pelear sus
tierras. El patrón de las luchas agrarias en el periodo es, prácticamente invariable a lo largo del
periodo: corresponde a la oposición de los pueblos y comunidades a la individualización de la
propiedad y a la expansión de las haciendas y propiedades privadas en general.
En diciembre de 1868 la asamblea de comuneros de Churumuco resolvió no aceptar bajo ninguna
circunstancia el reparto de tierras que el gobierno promovía; sin embargo, cuatro años después,
un grupo minotario de comuneros transigió con la distribución y con las presiones que las
autoridades ejercían. En 1877 el gobierno nombró, con la aceptación de un número de indígenas,
una comisión repartidora, que al año siguiente logró repartir una parte de las tierras, pese a la
sostenida oposición de un amplio sector de los comuneros, pero con la injerencia de poderosos
hacendados de la región como el militar Pioquinto Huato. La repartición resultó fraudulenta, ya
que carecía de toda legalidad y era de manera desventajosa para los campesinos. En 1884 los
comuneros se organizaron para recuperar sus tierras, ante la falta de respuesta del gobierno. Entre
1892 y 1895 los comuneros de Churumuco recuperaron parte de sus tierras. Las impugnaciones al
reparto, así como las acciones represivas del gobierno se reflejarían aun después del porfiriato. 16
Respecto a lo mencionado con anterioridad, se puede observar que la mayor parte de los
conflictos en el estado, esta como fuente principal los conflictos y movilizaciones sociales, como
consecuencia de la ocupación de tierras de las comunidades y pueblos por las grandes haciendas,
que en su mayoría pertenecían al sector privado. Lo que se resaltaba, era el hecho de que estas
grandes propiedades disponían de todo el territorio de Michoacán, es decir, el estado se repartía
en unos pocos, que muchos de los propietarios no eran mexicanos. Pero por otro lado, las
diversas unidades de haciendas conocieron bajo el gobierno porfiriano no sólo un notable

15
Gutiérrez, Martínez , La política económica…Op. Cit., p. 146
16
Maldonado, Gallardo, Alejo, La lucha por la tierra en Michoacán1928-1932. Morelia, Secretaría de Educación del
Estado de Michoacán., 1985. P. 101.

7
florecimiento sino también un rápido proceso de modernización que las colocó ventajosamente
en el ámbito de la agricultura y la ganadería, lo que apunto al auge de la economía del estado.
El periodo de dominio de Porfirio Díaz conto con altibajos que se pueden encontrar en cada uno
de los elementos de su gobierno, en un primer momento se impulsó a la economía con acuerdos
en que participaba la inversión extranjera, la explotación de recursos naturales, y el avance al
desarrollo de actividades agrícolas. Sin embargo, quizá en contraparte este el daño que se le
imputo a la sociedad debido a una serie de procesos que determinaban la pérdida de tierras de los
pobladores. Al igual que todos los periodos de nuestro país, este es muy complejo en cuestión de
determinar si fue bueno o malo, simplemente nos deja marcado con las innovaciones que se
implementaron en su momento para el desarrollo del país.

8
BIBLIOGRAFÍA

BRAVO, UGARTE, José, Historia sucinta de Michoacán. Estado y Departamento 1821-1962,


México, Editorial Jus , 1964, tomo III.

Fuentes documentales para la historia del Porfiriato en Michoacán. Colección Porfirio Díaz,
Periodo 1876-1884. Investigación, transcripción e introducción de Jesús Guzmán Urióstegui,
México, Los Reyes Editorial, Gobierno del Estado de Michoacán, 2004.

NAVA HERNÁNDEZ, Eduardo, Michoacán bajo el Porfiriato, México, Universidad de San


Nicolás de Hidalgo, Facultad de Economía, 2008.

GUTIÉRREZ MARTÍNEZ, Ángel, “La política económica de los gobiernos porfiristas, 1876-
1910, en Historia General de Michoacán. El Siglo XIX, Gobierno del Estado, 1989, tomo III.

MALDONADO GALLARDO, Alejo, La lucha por la tierra en Michoacán1928-1932. Morelia,


Secretaría de Educación del Estado de Michoacán., 1985.

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