Tenemos todos aquellos escritos en que el autor inventa toda una serie de personajes que
históricamente nunca existieron, pero los hace moverse dentro de un marco social y
rigurosamente histórico, donde no hay anacronismo y los personajes situados en el propio
ambiente, representan los moldes culturales característicos del momento histórico en el cual
desarrolla la obra; esto es una novela histórica. Ramón Amaya Amador marca un hito en la
historia de la literatura hondureña describiendo páramos desde la herida de un pueblo, bajo
una atmósfera de furia y condena, dotándoles de periplos y desvelos, una voz quebrantable
por las angustias de un ser que vive a flor de piel, inmerso en la lectura.
Nuestro autor nace el 29 de abril de 1916 en Olanchito, Yoro. Destacó en sus escritos
difíciles momentos de su época, así como su absoluta solidaridad con los más pobres, actitud
que le trajo como consecuencia la persecución de gobiernos y empresas bananeras no solo en
la mayor parte de su vida, sino también después de su fallecimiento, en la censura de sus
obras en los años 80s por el gobierno central. Hombre generoso, polifacético, estudioso,
apegado a los valores morales y espirituales, inculcados por su abuela y su madre, lo llevó al
mundo literario, cuya producción, incluyó treinta y cinco obras, de las cuales fueron
publicadas doce, entre novelas, cuentos, ensayos, poesía y teatro; se han traducido al alemán,
checoslovaco, chino, ruso e inglés. Sus novelas, Cipotes, Los Brujos de Ilamatepeque y
Jacinta Peralta son libros destacados a nivel nacional e internacional.
El Señor de la Sierra del escritor Amaya Amador nos presenta a primera vista un problema
de clasificación; no nos atrevemos a llamarla una historia novelada porque se sale de los
moldes que caracteriza a este género de obras; tampoco es una novela histórica, pues aunque
los personajes en un cincuenta por ciento hablando comprobados, el ámbito en que se
mueven está fuera de la realidad social, económica, religiosa, política y cultural de los
habitantes indígenas del área de Cerquín.[ CITATION Ama93 \l 18442 ]
En cambio Ramón Amaya Amador en Prisión Verde, narra las condiciones miserables de
vida del obrero bananero, sus luchas reivindicativas en los campos de la Standard Fruit
Company, y las expulsiones de los propietarios de sus tierras (por esa misma compañía) en el
Valle del Aguán, departamento de Yoro. Y en Destacamento Rojo (1962), nos presenta una
visión panorámica de la famosa huelga bananera de 1954 que tuvo como marco histórico las
plantaciones de la Tela Railoard Company (subsidiaria de la antigua United Fruit Company)
y que repercutió profundamente en la vida política, social y económica de Honduras.
[ CITATION Ama12 \l 18442 ]
El autor escribe Cipotes en su estadía en Praga durante el año 1963. Sin embargo, los
materiales básicos de la misma fueron elaborados por el autor en el corto periodo que estuvo
en Honduras después de su regreso del exilio, en 1956-1959. El tema le fue sugerido por las
conversaciones que, a su paso por el Parque Central, rumbo a la redacción de El Cronista,
tenía frecuentemente con los lustrabotas que permanecen en dicha plaza, visitando lugares de
la urbe, donde sus personajes corren llanamente sumergidos en sus realidades. Una novela
con impacto social, construye una narrativa sólida y de elementos estéticos descriptivos, una
prosa criolla, necesaria de recordar. Una auténtica crónica de una vida azarosa, que hace
constar que el porvenir social no está muy lejano si se decide trabajarse una vida, abierta a las
aventuras. La historia nos remite a una verdad: Recordar a los olvidados. Escenas de la vida,
algunas sórdidas otras conducidas por la inocencia, un contacto con la familia hondureña que
sufre y propone una perspectiva de liberación y valores perdidos. [ CITATION Ama08 \l 18442
]
En las Violetas del Hambre, Amaya Amador hace una antología de cuentos y relatos cortos
donde nos presenta historias cotidianas de nuestro pueblo, convencido que “en la vida de
cada persona, por muy insignificante que ella aparezca en la sociedad, algo positivo debe
tener”. El Cronista del Pueblo nos plasma con su acostumbrada crudeza, la brutalidad de una
sociedad patriarcal (Como de hierro oxidado, La niña que no existía) opresora y violenta (El
niño dios visita la sierra, La abandonadera, La mula que fue fusilada) en donde hasta el
amor se esconde (El Nido, Tres estancias y un amor incomprendido, Cuando a deshora se
busca el amor).[ CITATION Ama121 \l 18442 ]
Sin embargo, los sueños y las ilusiones, la abnegación la dignidad, el patriotismo y sobre todo
la conciencia de la condición humana, sobresalen a través de los obreros Amaru, Lucas, la
maestra Toñita, etc., verdaderas violetas del hambre en busca de “una salida humana” a su
fatalidad. En definitiva, nos dice Amaya Amador, “que sobresalga la vida” y “el amor del
lector a la vida y a la lucha por ella”. Encontramos un paralelismo entre sus obras, tomando
en cuenta la desgarrada historia de cada personaje con la situación, la conjetura entre la
crítica del narrador y la del lector, toman partida e importancia en el pensamiento moral que
se fija en cualquier tiempo, materializándose desde la forma estilística hasta el compromiso
del lector.
La dicotomía entre sus obras con principios revolucionarios y democráticos, como fundador
de la revista Vistazo, teniendo participación en los periódicos hondureños, El Atlántico,
Alerta y El Cronista, en Guatemala en los periódicos, Nuestro Diario, El Popular, Progresista
y Diario de Centroamérica. Entre sus obras reeditadas se encuentran Operación Gorila y el
Señor de la Sierra, permaneciendo inéditas La Molienda y tres volúmenes de La
Morazaneida,[ CITATION Ama122 \l 18442 ] que relata en cinco tomos la vida de nueve
centroamericanos pocos meses antes de su muerte. A los cincuenta años de edad fallece el
escritor y periodista, tras un accidente de avión en las cercanías de Bratislava,
Checoslovaquia, cuando participaba en el congreso del partido comunista de Bulgaria.
Una de las novelas más emblemáticas que Amaya Amador escribió en el exilio fue Jacinta
Peralta[ CITATION Ama96 \l 18442 ], en esta narra las vicisitudes en que se ven sometidas las
jóvenes que como Jacinta emigran a la ciudad por búsqueda de mejores condiciones de vida.
Una historia desgarradora con una profunda dimensión moral, la lucha de la mujer por
mejores condiciones de vida y las impresiones fatídicas que desgastan psicológicamente a los
personajes, acciones peyorativas hacia la mujer y una carga colectiva de ignorancia producto
de las costumbres y del frenesí en el que se desarrolla una sociedad. Jacinta es un pulso
herido que ronda por las calles de nuestras ciudades.
METODOLOGÍA
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