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APROXIMACION A LA DESOBEDIENCIA CIVIL

EL CASO COLOMBIANO.

Fabio Andres Cotes Manjarrez1


Resumen
La Desobediencia Civil, entendida como un acto contrario al derecho, que mediante la
violación de la ley, en un acto público y pacífico, busca el alcance de la eficaz y pronta
derogatoria de la ley injusta, en tanto esta es contraria a los principios constitucionales de
los Estados democráticos y al régimen internacional de los derechos humanos. En este
texto, se realizará una aproximación conceptual de la Desobediencia Civil y sus elementos,
que, sin el objetivo de plantear un concepto nuevo al respecto, poder realizar un análisis de
su comprensión actual desde el caso colombiano, partiendo de los hechos en conocimiento
por parte de la Corte Constitucional, como el análisis de las manifestaciones ocurridos en el
marco de las marchas civiles desde el 21 de noviembre del 2019 al primer bimestre del
2020.

Palabras Clave: Desobediencia Civil, Ley Injusta, derechos.

Introducción.

Al hablar de la desobediencia civil, este adquiere su vida conceptual con Thoreau

(Rivas:19)2 en tanto implica directamente la integración de la comunidad civil, toda vez que

esta es desentendida de cualidades distintas a las acciones del ciudadano3, para actuar

contra los excesos del poder público, que siendo legitimo en los Estados democráticos,

adquiere relevancia en tanto que “para la tesis totalitaria que sostiene la obediencia al

derecho sin límites, resulta inaceptable la desobediencia civil” (Rivas, 1995: 20), no

obstante, aunque en los Estado de Derecho, democráticos, el estímulo sigue siendo el

1
Estudiantes de tercer año del programa de Derecho de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la
Universidad Libre, Seccional Barranquilla. Perteneciente al grupo de investigación «Poder Público y
Ciudadanía.» Línea «Hombre, sociedad y Estado.» fabio.andres.cotes@gmail.com
2
Hernan Ortiz Rivas, Desobediencia Civil y Objeción de Conciencia.
3
Sobre las acciones de ciudadanos, se hace una particular aclaración, pues con esta afirmación se hace
referencia a la actividad que los individuos hacen como tales, que desentendidos de fines propios de una
actividad militar, económica o política, que desentendido de su actividad, la acción corresponde en estricto a
una actividad civil.
cumplimiento al Derecho en tanto “lo más que se puede aspirar es a un Derecho

relativamente justo”(Siches,1900: 134).

Con esto, y a partir del ensayo “La desobediencia Civil” de Thoreau, surgieron

numerables definiciones del mismo, ergo, para esta investigación, son sus elementos

criterios de interés como fuente de su justificación en los Estados democráticos, en los que

ha mantenido legitimidad en tanto permite comprenderse como una vía para la superación

de las cuestiones que atañen a los conflictos originados en las relaciones de poder entre los

individuos y el Estado, mas, como afirma H. A. Bedau, una respuesta apropiada a la

ofensiva o leyes injustas, como lo es la desobediencia, hace parte de una discusión debatida

aun desde el sglo IV A.C (Bedau: 1) lo cual es de necesaria atención, pues dadas las fuente

de sus principios, como lo son Sócrates, Antígona, Los Apóstoles Cristianos, Thoreau,

Ghandi y Marthin Luther King Jr, se puede extraer una comprensión amplia sobre la

desobediencia civil, no obstante, la delimitación, o bien, una conceptualización estricta es

ausente.

A pesar de que los antiguos son la guía para la determinación de los elementos de la

Desobediencia Civil, en los ordenamientos jurídicos y su visión normativa, se hace una

constante exigencia contra la generalidad presente en los conceptos dados sobre la mismas,

es por esto que no hay tal cosa como un estatuto jurídico de la desobediencia civil, por lo

que la discusión suele ser relegada en estricto la filosofía del Derecho. Sin embargo, es

posible hacer una particularización, pues la razón jurídica encuentra los fundamentos de su

legitimidad desde su cercanía a la filosofía del derecho.


Pregunta de Investigación.

Actualmente ¿Es legítimo apelar a la desobediencia civil ante el derecho injusto en

Colombia? De ser afirmativa la respuesta, la pregunta secundaría es ¿A qué retos se

enfrenta la desobediencia civil frente a las condiciones que la legitiman?

Para poder dar respuesta a lo anterior, para el siguiente artículo se buscó alcanzar

los siguientes objetivos: Primero, identificar los elementos y las justificaciones que

caracterizan la Desobediencia Civil como concepto en un sentido estricto. Segundo,

analizar con base en lo anterior, las circunstancias expuestas por la Corte Constitucional y

las manifestaciones civiles desde el 21N, con el fin de poder tener cercanía sobre su

legitimidad reconocida y los retos que se enfrenta como concepto, donde el problema de la

desobediencia civil, como se discute desde la teoría Rawlsiana, se entiende como aquella

que parte de los principios de deber y obligación política de los individuos, lo cual es de

necesaria discusión toda vez que se legitima en tanto la ley en los Estados de Derecho, se

asume como un acto carente de perfección.

Metodología.

La metodología seguida para la producción de este artículo fue deductivo analógica,

mediante la cual se buscó seguir una comprensión de los elementos y los justificantes que

legitiman la desobediencia civil, con ello, analizar los retos a los que se enfrenta el

concepto y su legitimidad en los ordenamientos jurídicos contemporáneos, y

particularmente, en el Colombiano. Todo esto, sustentado con el soporte de bases


doctrinales, libros centrados en la materia y artículos científicos, además de fuentes

jurisprudenciales nacionales y noticias virtuales. Con el fin de dar una respuesta sobre la

desobediencia civil en Colombia, y tratar los retos a los cuales esta es sometida en las

sociedades contemporáneas.

Sobre la justificación y los elementos de la Desobediencia Civil.

Al momento de establecer una relación entre la ley y los individuos, las

posibilidades y justificaciones que por parte de estos últimos se tienen para poder violentar

la misma, son diversos, sin embargo, solo ciertos actos son justificados. De ahí que la regla

general entiende que cualquiera sea el caso, la violación a la ley se entiende como un acto

ilegal, pues se trata de un juicio que, como lo expone Kelsen en su Teoría Pura del

Derecho, parten de los juicios de valor, donde estos juicios de valor son juicios de hecho,

ya que las normas con las cuales se relacionan han sido creadas por actos que son hechos

acaecidos en el espacio y en el tiempo (1969: 44) por lo que un acto contrario, o que

cumpla los presupuestos legales para una sanción consecuente, como la ley penal, son actos

ilegales. Sin embargo, la particularidad de esta regla es que la ley no se limita a una estricta

declaración, pues como sigue “el derecho positivo tiene la particularidad de reservar a

ciertos órganos el poder de decidir si un hecho es lícito o ilícito” (Kelsen, 1969: 44) lo cual

es una “regulación objetiva” (Sichez, 1900: 115)4

4
Sobre la regulación objetiva, Recasénse Siches en Introducción al Estudio del Derecho reconoce que para la
resolución de un conflicto se tienen dos vías, por un lado, el de la fuerza, que es aquel camino donde gana el
mas fuerte. Por otro lado, está la regulación objetiva, donde es una autoridad que se encarga de dar respuesta a
las partes en conflicto. Para esto, véase la 4ta Parte sobre Las Funciones del Derecho. Donde a continuación
al reconocimiento de los medios para la resolución de conflictos en el Derecho, reconoce que al momento de
presentarse tal conflicto entre los individuos y el Derecho Positivo,
donde esta regulación objetiva lleva consigo un argumento de obediencia a los preceptos

normativos, en tanto que su obligatoriedad se encuentra legitimada por un poder

mayoritario, con todo, teniendo en cuenta la incidencia de factores sociales en el ilícito,

como afirma Recasénse Siches, sobre los conflictos concretos de intereses y las soluciones

que se den a éstos, dependen de cuáles sean las situaciones sociales en que tales

antagonismos surgen (Siches: 116).

Con base en lo anterior, la idea del Derecho injusto es entonces la base de la

desobediencia civil para realizarse en contra de la ley. En teoría de la Justicia, Jhon Rawls

reconoce que una teoría de la desobediencia civil debe establecer sus motivos y además,

“las condiciones que la justifican en un régimen democrático (más o menos justo)”

(Rawls:331) Con esto, la desobediencia civil cumple su cometido únicamente en sociedades

más o menos justas, pues predicar lo contrario es natural de una concepción ideal de la

justicia, donde a la par de un principio dado, se espera que todos lo cumplan, sin embargo,

siendo esto un ideal, la desobediencia civil solo corresponde a una teoría parcial y no ideal

de la justicia, pues esta es propia solo de “Estados próximos a la justicia […] en el que la

estructura básica de la sociedad es casi justa” (Rawls, 1900: 331).

Siguiendo con Rawls, vale identificar entonces las condiciones que legitiman la

desobediencia. Sobre las leyes, su inobservancia a causa de la desobediencia civil se

justifica por dos razones. Por un lado, la ley se juzga injusta cuando es contraria a las

normas públicamente aceptadas5 y por otro lado, cuando adecuándose a la concepción de

5
Sobre el juicio a la ley por las normas públicamente aceptadas, se hace en el entendido de la
jerarquía normativa, donde siendo la norma de rango superior a la ley, la constitución, la primera ha
de ser sometida a los juicios o bien al control de constitucionalidad, con el denominado Control de
justicia de una comunidad social, esta concepción es irracional (Rawls:323). Partiendo de

estos dos elementos, delimitados por el autor, se entiende entonces que para la primera

causal de las injusticias en las sociedades, la posibilidad de la desobediencia civil un acto

de la sociedad contra la ley, juzgada en función de la norma públicamente aceptada, no

obstante, el segundo factor excluye la posibilidad de ejercer un acto de desobediencia civil,

justamente, porque la ley no se presenta prima facie injusta, sino más bien, irracional6.

Es así que en función de las causas de la injusticia en las sociedades casi justas, se

justifica la inobservancia a la ley. Con base en esto, Rawls define entonces la desobediencia

civil como un acto público, no violento, consciente y político, contrario a la ley, cometido

habitualmente con el propósito de ocasionar un cambio en la ley o en los programas del

gobierno (Rawls: 332), que en su sentido estricto, los elementos que la justifican son

entonces: la existencia de una norma injusta, donde el acto busque el incumplimiento

mediante un acto público, que a su vez es político7, pues juzga la ley injusta en función de

su superior jerárquica (La constitución ); que sea pacífico, y del cual, el autor o participes,

sean conscientes del mismo y acepten las consecuencias acaecidas.

Que desobedecer la ley sea la regla de uno de sus elementos, nos lleva al entendido

que, como una acción, en estricto, la conducta se juzga ilegal. Siendo este un punto de
constitucionalidad de las lees del cual Karl Lowenstein definió como un acto político en tanto
afirma que el control de la constitucionalidad es, esencialmente, control político y, cuando se
impone frente a los otros detentadores del Poder, es en realidad, una decisión política. Véase
Teoría de la constitución
6
Frente a la relación injusticia-Irracionalidad de la ley, se hace una delimitación en las justificaciones de la
desobediencia civil, pues, una norma injusta, no necesariamente representa un irracional, no obstante, una
norma irracional si representa en estricto una injusticia, pues, aunque pueda ser validada por la mayoría, en
tanto irracional, no adquiere legitimidad, pues la obligación que se crea de la misma, no contiene más sustento
que una aceptación sin valoraciones sobre los juicios de hecho, vulnerando derechos sin una razones más allá
que por la voluntad de la mayoría sin justificaciones de la misma.
7
Ibidem. 5
partida sin mucha complejidad al comprender los elementos de la desobediencia civil, H. A.

Cohen, en On Civil Disobedience, publicado por la Journal of Philosophy, previo a Rawls,

trata la construcción de una comprensión detallada de la misma y sus justificaciones, donde

tal acto no se verá limitado a una acción propagandística, sino que se desarrolla con un fin

obstruccionista, dejando en duda aun las primeras8 acciones anteriormente mencionadas.

Con Bedau, para empezar a hablar de desobediencia civil, la conducta debe

entenderse como ilegal, lo cual permite en principio distinguirlo de una protesta limitada a

desfiles, o la ocupación masiva del espacio público, pues esto no representa la

desobediencia civil, ya que esta, como lo juzga Bedau “It is always the sort of thing that

can send one to jail” (Bedau: 654). Dado entonces el juicio de ilegal al acto de la

desobediencia civil, en este entendido, la misma no puede ser justificada por la misma ley,

ya que “en un ordenamiento jurídico dado, la ley no puede justificar la violación de la ley”

(Cohen, 1971: 85) pues la confrontación con la identidad de esta entraría en contradicción,

permitiendo y al mismo tiempo, castigando una conducta. Empero, esto solo deja claro que

la justificación de la desobediencia civil no puede tener un sustento a priori por la ley, sin

embargo, el castigo desprovisto de las justificaciones de la desobediencia civil, a posteriori,

sería entonces “aplicar la ley por la ley” (Araujo, 2014: 60).

Mas, se justifica entonces la desobediencia civil en tanto se aceptan las

consecuencias acaecidas a la desobediencia, por lo que Philip A. Hart, en el informe fiscal

de la Comisión Nacional sobre las causas y la prevención de la violencia de 1986, juzga

8
Si bien, fue Bedau, quien detalló con mejor detalle los elementos de la desobediencia civil, previo a Rawls,
este adopta sus elementos, sin embargo, considerando el efecto de la misma como uno dirigido a captar la
atención de la opinión pública. De esto, véase El problema de la Justificación de la Desobediencia Civil.
“Understand, any tolerance that I might feel toward the disobeye is depent on his

willingness to accept whatever punishment the law may impose” (A. Hart, p 108). No

obstante, como lo expone Hannah Arendt en Crisis de la república, en el contexto de los

Estados Unidos de finales del siglo XX, respecto a la guerra de vietnam, la justificación

mediante la aceptación de cargos se vio plausible en tanto un “período de desorden, cuando

la distinción entre tales actos (en los que un individuo viola la ley para probar su

constitucionalidad) y las violaciones ordinarias se torna mucho más frágil” (Arendt, 2000:

47) y donde la situación aceptada es planteada en tanto el desobediente actúa

individualmente, pues a diferencia del objetor de conciencia, el desobediente civil no actúa

en estricto solo, ya que “Es muy poco probable que la desobediencia civil practicada por un

solo individuo tenga mucho efecto, y el desobediente será considerado como un excéntrico

al que resulta más interesante observar que reprimir” (Arendt, 2000: 47)

Sin embargo, la poca probabilidad de que el desobediente cumpla su cometido (la

superación de la ley injusta) no se ve efectiva entonces en la acción individual, que es en

principio, el elemento que sostienen los juristas ante la insistente comprensión de la

desobediencia civil como un acto en estricto, individual, pues, en el marco de sociedades

complejas, amplias, propias de la modernidad, sus probabilidades de éxito no solo serán

menores, sino también, inconsistente, inviable o con un fin propagandístico, por lo que no

será la mejor vía para la superación de la injusticia denunciada. Y así, esta idea en estricto

de la desobediencia civil como acto individual, lleva a la consideración de la misma como

una filosofía de la subjetividad, donde por cualquier razón, un individuo pueda


desobedecer9. Es así que, a través del acto contrario a la ley a causa de una moral superior,

no se justifica en primera instancia el actuar del desobediente, empero, la obligación de

cumplir el contenido de la misma no es suficiente con la conciencia de que la ley fue

producida bajo los requerimientos formales.

Bedau, reconociendo entonces la ilegalidad del acto, agrega que este ha de ser

caracterizado por la publicidad. Si se pretende un cambio con la inobservancia a una ley

determinada, tal acto debe ser público, pero en detalle, el fin no es solo que el público tenga

conocimiento, el objetivo para poner en conocimiento el injusto, es la autoridad, no

obstante, como acto civil, es “an act that properly belongs to the public life of the

comunity” (Bedau, 1961: 656) que sin agotar su fin en el convencimiento público, como

afirma Thoreau no se trata de “esperar hasta haber convencido a la mayoría para

cambiarlas” (Thoreau: ) sino, influir directamente contra la ley, o a las acciones de los

programas de gobierno, centrado en las autoridades.

Ahora bien, la lucha callejera, daños a la propiedad privada, y en principio daños

materiales o situaciones de violencia objetiva como medios para lograr su cometido, no son

hechos por los cuales expresar orgullo como acto de desobediencia civil, pues esto no lo

representa. Si es entonces de juzgarse un medio para el desobediente, el único posible, es el

pacífico, en posición de indefensión, donde la desobediencia civil es entonces un arma sin

carga frente a la mayoría. Más ante la reacción al acto pacifico, Bedau deja claro que:

9
N. W. Puner, op. cit., p. 708. REFERENCIA 1.0. No obstante, Tampoco se busca justificar las
razones de la desobediencia civil en grupo minoritario, pues las mismas no dependen en estricto de
una mayoría, o bien, de cualquier voluntad. Esta debe entenderse primero como un acto
desinteresado, pues no se busca que la injusticia causada por la ley particular, deje de surtir efectos
para quien así lo demanda, es justamente,
Even if the reaction to his act is a violent one, whether by the police or by a hostile

public, I do not think this negates the civility of his act; it is not a logical

consequence of anyone's attempt to act nonviolently that anyone else should

respond with violence. (Bedau: 656)

Cuando por los elementos anteriores la regla de la desobediencia civil es entendida,

además de ser un acto público, pacífico, que se asume como un acto contra un gobierno

por razón de una ley específica, como Bodeau afirma, “act could qualify for the title of civil

disobedience” (Bodeu: 656) tal acto de desobedecer una ley no busca usar tal justificación

para ir en contra del gobierno de momento, lo que este busca es mitigar los efectos, o bien,

las posibles consecuencias de la ley o programas de gobierno, contrario censu, que ir en

contra del gobierno sea el camino para obstaculizar la ley o plan de gobierno, pero queda

claro, que el fin es mitigar los efectos de la ley o programa, no al gobierno, o el

ordenamiento en su conjunto. A esto se le denomina entonces desobediencia directa o

indirecta10.

En su momento, Throeau afirma sobre el individuo que este “no está obligado a

obedecer más que aquello que crea correcto” (Thoreau: 1800). Se reafirma la conciencia del

individuo y su valoración de lo justo o injusto, y con ello, de lo que está obligado a

10
Sobre la desobediencia directa e indirecta de la ley, refiere justamente a los medios para forzar al legislador
al cambio o derogatoria de la misma, donde la desobediencia es directa cuando se incumple el mandato
especifico de la ley, y la indirecta, cuando no se viola directamente la ley, sino que que la conducta viola otras
disposiciones con el fin de denunciar con mayor facilidad su objetivo. Un ejemplo ilustrativo de la
desobediencia directa es entonces el caso de Antigona, donde incumplió directamente el mandato de Creonte,
y sobre la desobediencia indirecta, David Throeau, el cual no pagar los impuestos, era su medio para
declararse en contra de la guerra de EEUU contra México
obedecer o no, sin embargo, por ser un acto de conciencia, no por ello adquiere una

justificación incuestionable. A diferencia de Rawls, Bodeau reconoce que la desobediencia

civil es un acto de convicción11 que busca influir directamente contra la ley, donde “to

justify his disobedience by an appeal to the incompatibility between his political

circumstances and his moral convictions” (Bodeau: 659) en el cual “La perfección moral

individual de un acto consiste en la coherencia entre los principios de conducta (la

conciencia) de un determinado individuo y su actuación” ( Araujo, 1984: 47) Sin embargo,

la justificación de la conducta no se agota en la absoluta subjetividad moral del

desobediente, la comprensión de esta es en tanto es la conciencia consecuencia de una

convicción del actuar.

Cuando se afirma entonces que la desobediencia civil es por tanto un acto de

conciencia individual o colectiva, se alude a la convicción, en el entendido de que esta es

causada por su conciencia. De ahí que el individuo acepte las consecuencias del acto, como

por ejemplo, si ante las consecuencias acaecidas por el incumplimiento del decreto de

Creonte, Antígona hubiese doblegado su conducta, tal acto fuese muestra de su poca

convicción moral. Es así que la convicción, propia de la conciencia del desobediente es una

que no espera nada más que la superación de la injusticia, desinteresado, lo cual significa

en estricto aceptar las consecuencias del acto, sin que buscar estas consecuencias sea el

objetivo.

Hay un punto a aclarar sobre la conciencia como causa de la convicción del

desobediente. Como individuo, si el objetivo es cumplir su cometido fundado en un interés

11
Ibidem…659
personal, ¿Qué sentido tiene cambiar la ley? La cual generaría efectos para todos, donde a

lo sumo, si este fuese el caso “bastaría como objetivo la consecución de una excepción para

el caso concreto” (Araujo. 1984: 49). Además, Rawls se acerca a una respuesta en tanto

afirma que una justificación para la desobediencia civil es la existencia de una “norma

públicamente aceptada” (Rawls: 323), del ordenamiento jurídico en su conjunto respecto a

la sustancialidad de las normas, en el entendido de las libertades fundamentales y garantías

sociales, enmarcadas en el régimen internacional de los derechos humanos, y en las cartas

constitucionales en tanto derechos fundamentales, por lo que la conciencia del individuo

puede generar una convicción, no solo fundada, sino, compartida por otros. Y con esto,

partiendo del acto individual a desobedecer, como sigue Bodeau, “and if anyone can have

the right to resist conscientiously whatever he chooses, everyone else can have an equal

right” (1986: 660).

Por esto, se tiene entonces que la desobediencia civil es legítima en los Estados

democráticos, en tanto estos, a pesar de fomentar el cumplimiento del derecho en el marco

de su legitimidad, no por ello sus normas son incondicionales, pues recaería en la

valoración ideal de la actividad legislativa, ya que son, como lo establece Habermas,

“cualificadas” (Habermas, 1988:51) por lo que, solo a través de un acto que violando la ley,

pacífico y público12 la convicción del desobediente busque efectuar un cambió a la ley o

programa de gobierno, en tanto busca su efecto general en la derogatoria o modificación,

del que la justificación de la antijuridicidad de la conducta, es una posibilidad.

El caso colombiano: La Corte Constitucional.

12
La publicidad de la desobediencia civil se entiende entonces no solo como un acto que busca la aceptación
de una sociedad en específico, sino, de un acto expuesto, donde no hay posibilidad de encubrirse en la
privacidad del desobediente, quedando a la notoria atención de la comunidad y la autoridad.
Analizar la desobediencia civil y su legitimidad contra el derecho injusto, es esto lo

que Bodeau deja en cuestión al preguntarse “Is it true that a government can be brought to

reverse its policy through civil disobedience alone If so, what sort of government and what

sort of policies? If not, under what circumstances can civil disobedience be effective?”

(Bedau: 665) Por lo que Rawls, responde de manera positiva en tanto la desobediencia civil

es legítima en estados prontos a la justicia, en el entendido de que la producción legislativa

no es perfecta, y como recalca Siches sobre los ordenamientos jurídicos “incluso el mejor

de ellos, habrá de contener algunas injusticias,” (Siches)

Entonces, la cuestión sobre la legitimidad de la desobediencia civil en el caso

colombiano se responde a partir del entendido de esta por parte de la Corte Constitucional.

¿Qué ha dicho la Corte Constitucional sobre la legitimidad de la Desobediencia Civil? Con

base en la sentencia T 603/12, se hace una particularización del concepto y sus elementos

distinguiendo del mismo otras formas legitimas de oponerse a la norma, como lo es la

objeción de conciencia. En referencia a Hernán Ortiz Rivas, filosofo del Derecho, la Corte

reconoce que si bien la desobediencia civil no es el único acto que justifica la violación a la

ley13, esta se caracteriza esencialmente por ser publica y no violenta, que además, se

sustenta en una moralidad superior14 para esto citan de su texto Desobediencia civil y

objeción de conciencia que la misma se encuentra, primero, justificada jurídicamente en

tanto el desobediente apela a la defensa de los principios de normas superiores, como lo son

los derechos humanos, o bien, los derechos fundamentales, y donde los recursos jurídicos

para la superación de la injusticia son lentos o ineficientes. 15 También cita la justificación


13
A lo largo del trato que hace la corte en esta sentencia, particulariza la desobediencia civil como una forma
de manifestarse contra el derecho injusto, que es una vía justificable como la objeción de conciencia.
14

15
Rivas
moral, que, teniendo en cuenta lo establecido en la Declaración Universal de los Derechos

Humanos, donde es “esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de

derecho a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión

contra la tiranía y la opresión” (Universal de los derechos Humanos, 1948) así, el individuo

tiene derecho a revelarse contra el derecho que juzga inmoral. Y por último, una

justificación política, en tanto solo “es justificable en un Estado Social y Democrático de

Derecho […]del que es posible que la legitimidad democrática, produzca paradójicamente

ciertas ilegalidades jurídicas que necesitan corregirse de inmediato” (Rivas,1999: 33).

Aunque las justificaciones son claras, no lo es tanto la referencia de la moralidad del

desobediente, la cual llega a ser amplia y poco concreta, por lo que prevalece su

condicionalidad, no dependiente solo a una norma moral, sino, a los derechos reconocidos,

como herramienta dada en los Estados de Derecho, valorando la voluntad en el desinterés

del desobediente, la búsqueda de efectos generales como muestra de su convicción aun

frente a la sanción, por lo que el desobediente, “impulsado por motivos éticos o morales , se

expone a ser sancionado y asume tal resultado como una consecuencia plausible frente a su

acometer si llega a considerarse que su desobediencia no resulta justificada” (Corte

constitucional) En este aparte, la justificación citada por la corte en su lectura sobre la

desobediencia civil se limita a la moral relativa del individuo, excluyendo que de la

conciencia del desobediente, para su justificación, no puede desconocer la misma como un

acto de convicción, por lo que el desobediente es consiente que su acción acarrea una

sanción como consecuencia, y no como posibilidad, y donde su no-justificación amerita la

firme imputación de un castigo, sin embargo, la moral toma consistencia en tanto ningún
individuo asumiría el castigo por una voluntad de la cual no tuviese convicción plena, por

lo que esta encuentra su fundamento en la moral o normas positivas claras o justificables,

pero se defiende mediante la convicción de los actos, que por otro lado, no se trata de un

grado mayor o menor de los mismos, pues la convicción se presenta como un todo.

En esta sentencia, la corte reconoce que la desobediencia civil es una de múltiples

acciones ilegales justificadas, donde esta y la objeción de conciencia distan en que una ha

de estar amparada por el derecho positivo, que según el artículo 18 de la constitución, “Se

garantiza la libertad de conciencia. Nadie será molestado por razón de sus convicciones o

creencias ni compelido a revelarlas ni obligado a actuar contra su conciencia”

(Constitución), y que además, “la objeción de conciencia no aspira a modificar, cambiar o

frustrar la normatividad sino a desacatarla en casos concretos” (Ortiz. 1999: 35) en tanto

que la desobediencia civil, sin mantener cercanía con algún derecho reconocido, busca

frustrar la normatividad.

A pesar de lo anterior, en la sentencia no se da una respuesta que permita vislumbrar

todas las características de la desobediencia civil, y se limita a mostrar lo amplio que es el

debate sobre la misma, que, para la tarea de su comprensión, desde esta providencia, es

poco fructífero, no obstante, mantiene la claridad al reconocer la legitimidad de su

discusión en el Estado Social de Derecho, y particularmente, en el marco de la constitución

del 91, donde el cumplimiento de la ley, se construye en el entendido de que a la existencia

de cumplir una obligación, esta no puede prevalecer frente a los derechos fundamentales,

“pues la primacía de estos últimos es -por antonomasia- un rasgo central en el Estado

Social de Derecho” (Corte Constitucional), insistiendo que si bien es legítima en el


ordenamiento jurídico Colombiano, lo es a título de hecho 16, no de derecho, empero,

mantuvo consigo poca claridad doctrinal sobre las razones de la legitimidad de la

desobediencia civil en el marco de la constitución del 91, y su justificación en el caso

particular; su trato es incompleto.

Previo a la sentencia anterior, lo dicho sobre la desobediencia civil por parte de la

Corte Constitucional tiene registro desde 1994 con la sentencia C-511. Sobre la discusión,

es en el salvamento de voto donde los magistrados, entre ellos Carlos Gaviria Diaz,

exponen su criterio. En concreto, engloban la desobediencia civil en las democracias

constitucionales, donde se parte por reconocer el deber de los nacionales y extranjeros de

obedecer la constitución, las leyes, respectar y obedecer a las autoridades (Art4

Constitución política de Colombia) por lo que “toda persona está obligada a cumplir la

Constitución y las leyes” (Constitucion política de Col, art 95) y en el entendido de este

deber “es consustancial a la idea misma de derecho, puesto que es contradictorio y auto

frustrante un ordenamiento normativo que establece prescripciones, pero que autoriza a los

destinatarios de las mismas a obedecerlas o no obedecerlas” (Sentencia). Por lo que frente

al reconocimiento de la legitimidad de la desobediencia civil, se antepone el deber de

cumplir con las obligación impuestas por las normas, pues las mismas son manifestación de

la soberanía del pueblo en las democracias participativa, donde es el mismo titular de la

soberanía quien legitima el ejercicio del poder por mutuo acuerdo, y por tal motivo, se

somete al cumplimiento de este.

16
Se entiende como hecho, sin embargo, como hecho jurídicamente relevante, pues la ilicitud del mismo
representa una conducta antijuridica, por lo que es un hecho de derecho, distinto a su categoría como derecho
subjetivo.
Es así que, por un lado, la estricta obediencia se legitima en tanto es el soberano

quien aprueba las normas y ejerce el poder para imponer su cumplimiento obligatorio. Sin

embargo, siendo la regla anteriormente mencionada, la regla de las mayorías, el ejercicio de

tal poder se encuentra con una condición para su legitimidad en tanto sus disposiciones no

se ven enfrentadas con los derechos de los individuos. Como limites al poder, son entonces

los derechos las mismas herramientas, como la tutela, para poder someter al mismo, mas

los magistrados reconocen que la desobediencia civil mantiene legitimidad “en casos

extremos de regímenes represivos” (Sentencia C 511-94) como un hecho, sin protección

jurídica, ilegal, no obstante, en el entendido del preámbulo de la declaración Universal de

los Derechos Humanos, “Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo

tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e

inalienables” (Preámbulo de la DUDH) al individuo le deben ser dadas, en un régimen de

derecho, todas las herramientas para la protección de los mismos, a fin de que el hombre

no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión

(Sentencia)

Entonces, la desobediencia civil es un hecho ilegal, el sociedades extremas y

democráticas, en los que pierde en su totalidad una figura jurídica, sin embargo, con mayor

tolerancia en los Estados de Derecho, en el entendido de una via de hecho contra la

injusticia, se aleja en estricto de la categoría de derecho en tanto la conducta es una

violación al ordenamiento positivo, “y que se le puede imponer una sanción; pero por

razones morales o políticas asume los costos de tal conducta, con el fin de transformar el

derecho positivo o llamar la atención sobre una norma que considera injusta”(Sentencia)

por lo que hasta este punto, el entendido de la ilegitimidad de la desobediencia civil


encuentra su justificación en estados de opresión, como hecho, más no como una figura

jurídica institucionalizable, o permitida en mediana medida.

Si bien la desobediencia civil no tiene justificación alguna de derecho en Estados de

opresión, la hay en aquellos Estados que fundan su ordenamiento jurídico en la protección

de derechos y la supremacía de una Constitución, sin embargo contrario a la sentencia T

603/12 donde en los Estados democráticos es legítima a título de hecho, en esta

preovidencia se valoró previamente, no solo como legítima, sino, parcialmente

institucionalizable.

Que la desobediencia civil sea entonces una discusión legítima en los Estados

Constitucionales, parte por entender la misma no solo como un hecho, sino como un

“estatuto negativo” (Valera, 1982: 85), o bien, como un “poder negativo” (Corte

constitucional). Sobre este poder negativo, el mismo “consta en suspender sectorialmente la

eficacia del derecho positivo cuando éste atenta contra los derechos humanos, desconoce la

Constitución o no da cumplimiento a la voluntad popular” (Sentencia) pues hace parte de la

“configuración normativa de los derechos subjetivos” (Valera, 1982:85) que se ejercen

contra los Estados, categorizando los derechos como un “Orden de valores cuya realización

se impone contra los poderes públicos”(Valera, 1982: 86) que sobre las normas

constitucionales, genera únicamente el reconocimiento de un poder público al cargo de

obligaciones para el cumplimiento de tales valores, y que, como afirma Valera, sin ser esto

una ventaja o una carga para los individuos, los deberes constitucionales generan en estricto

una relación de la conducta de los poderes públicos, y no de la conducta de los particulares


(Valera). Por lo que la fundamentación del principio de sujeción al derecho de los

ciudadanos a la constitución adquiere una significación ideológica, más que jurídica.

Es entonces por la noción ideológica de deber de las normas constitucionales que la

desobediencia civil en las democracias constitucionales, como afirman los magistrados, los

poderes negativos, “son las acciones públicas y ciudadanas para impedir la aplicación de

disposiciones contrarias a las garantías fundamentales” (Corte Constitucional) donde siendo

la desobediencia civil, distinta a las manifestaciones públicas, a la objeción de conciencia,

son actos de “resistencia legal”(Corte Constitucional) del que sobre la soberanía popular, se

distingue entonces su poder para hacer las normas (positivo) como el poder de impedirlas

(negativo)
https://www.semana.com/nacion/articulo/paro-nacional-21-de-noviembre-convocan-en-
colombia-a-gran-huelga-contra-gobierno-de-duque/640030

https://www.larepublica.co/economia/comite-del-paro-convoca-nueva-jornada-de-paro-
nacional-para-el-25-de-marzo-2959607
https://www.eltiempo.com/vida/educacion/paro-nacional-21-de-febrero-siga-en-vivo-las-
marchas-en-todo-el-pais-464592

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