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El lenguaje misógino en la obra de Plauto

M. Esther Ruiz Carvajal
Llengua llatina. Llengua, literatura i cultura
Consultora: Flora Grífol Aldabó
UOC-Mayo 2016

El lenguaje misógino en la obra de Plauto.



Plauto fue, junto con Terencio, uno de los dos principales comediógrafos
latinos de la época republicana. Su especialidad, la comedia, era un género
dramático que se caracterizaba por estar protagonizada por personajes de clase
media o baja, representando unos estereotipos muy concretos, con unos roles muy
determinados y dotados de unas personalidades muy definidas y específicas,
llevadas a la exageración extrema, personajes que se repiten a lo largo de todas sus
obras y que coloca en situaciones ridículamente divertidas y que concluían en un
desenlace feliz.
Pero en la obra de Plauto también encontramos situaciones en las que se
refleja una conducta misógina, y de la que podemos encontrar diferentes ejemplos
en la mayoría de sus comedias. Estas situaciones son protagonizadas por
cualquiera de sus personajes, independientemente del estereotipo, del sexo o el rol
que esté representando y puede estar dirigido hacia cualquier personaje femenino
de la obra. Es decir, que el lenguaje misógino es otra de las características que
encontramos en la obra de Plauto.
El trato de cosificación que la mujer recibe en estas obras no sólo lo
encontramos con la utilización de un tipo de lenguaje concreto en el que el insulto
y el menosprecio son evidentes, Plauto también exagera algunas conductas y
costumbres femeninas propias de esa sociedad ya que según Pérez Sánchez la
sociedad romana disfrutaba riéndose y mofándose de situaciones que encontraban
muy cercanas a su día a día1, de lo que deducimos que las obras de Plauto, a pesar
de basarse obras clásicas griegas, estaban adaptadas a la sociedad para las que
escribió, de modo que reflejaban la sociedad en donde debían representarse, es
decir, la romana.
Es por esto por lo que la mujer, en la obra de Plauto, aparece siempre


1 PEREZ SANCHEZ, Luis. La mujer en la antigüedad: su condición a través de la literatura, pág. 46

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El lenguaje misógino en la obra de Plauto
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representada mediante cuatro estereotipos diferentes: mayor o joven, libre o
esclava, que combinadas de todas las maneras posibles nos da varios modelos,
matrona o uxor, vieja esclava, joven o virgo y meretriz, y que representarían los
cánones con los que la sociedad romana identificaría los diferentes estereotipos
femeninos, pero, independientemente de su rol o clase, a todas y cada una de ellas
el diálogo le reserva insultos o vejaciones asestados por cualquier personaje de la
obra, independientemente de su sexo o clase social.
Así, centrados en algunas de sus obras, como son “Aulularia”, “Asinaria” “Las
Báquides”, “El gorgojo” o “Los dos Menecnos” resaltaremos algunos fragmentos en
los que encontramos diferentes ejemplos del lenguaje misógino y de sus
protagonistas, ya que este tipo de lenguaje al ser utilizado en diferentes
situaciones, no se concentra en un solo personaje sino que es una conducta
generalizada entre los personajes de las comedias de Plauto.
En “Aulularia” o la comedia de la Olla encontramos ya en el principio de la
obra el trato que la esclava Estáfila recibe de su amo, el viejo Euclión sólo por la
sospecha de éste de que ella pueda llegar a “oler” en donde tiene escondido el
dinero.

ACTO 1, ESCENA PRIMERA

[40] EUC. — ¡Fuera, digo, hala, fuera, afuera contigo, maldición!, ¡mirona, más
que mirona, con esos ojos de arrebañadera!
ESTÁ. — Pero, ¿por qué me pegas? ¡Desgraciada de mí!
EUC. — ¿Que por qué te pego, desgraciada! Pues para que lo seas de verdad y
para que lleves una vejez tal como te la mereces, de mala que eres.
ESTÁ. — Pero, ¿por qué me echas ahora de casa?
EUC. — ¿A ti te voy a tener que dar yo cuentas, cosechera [45] de palos? ¡Allí,
retírate de la puerta! ¡Mira qué manera de moverse! ¿Pues sabes lo que te
espera? ¡Maldición! ¡Como llegue a echar mano de un palo o de un látigo,
verás cómo te alargo esos pasitos de tortuga!
ESTÁ. — ¡Mejor prefería verme en la horca que no tener [50] que servir en tu
casa en esta forma!
EUC. — ¡Mira cómo rezonga para sus adentros, la maldita! Los ojos te voy a
sacar, malvada, para que no puedas andar espiando lo que hago. Retírate
más, un poco más, [55] un —¡eh!, para ahí—. Te juro que si te mueves de
ahí ni un dedo ni una uña o si vuelves la cara para acá antes de que yo te lo
ordene, en la horca vas a acabar, a ver si así aprendes. No he visto en mi
vida una vieja más mala que [60] ésta.

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Así observamos como Euclión, además de insultar a la esclava con palabras
como “ojos de arrebañadera”, “desgraciada” “para que lo seas de verdad de mala
que eres” “no he visto en mi vida una vieja más mala que ésta”, la maltrata
físicamente con la intención de echarla de casa.
En “Asinaria”, o “la comedia de los asnos”, encontramos tres personajes
femeninos: la joven prostituta enamorada, la matrona y la alcahueta. De éstas, la
matrona es presentada como una mujer insoportable y autoritaria, la alcahueta se
dibuja como una aprovechada que sólo se mueve por dinero mientras que la joven
prostituta se libra del trato misógino o denigrante. Ahí encontramos un diálogo
entre Deméneto, el senex casado con la matrona mencionada, y Líbano, un esclavo
del hijo de ambos, el que se aprecia la opinión que la matrona les merece:

ACTO I Escena Primera

Li. — Hasta reventar —tu mujer, quiero decir, no tú.
De. — En recompensa de lo que acabas de decir, ya 44-4 sabes, no tienes nada que
temer.
Lí. — Dios te oiga.
(…)
De. — ¿Eres tú el que está al servicio de sus amoríos?
Lí. — Sí, y también Leónidas.
De. — ¡Caray!, hacéis bien, y bien agradecido que os estoy por ello. Pero, mi mujer,
Líbano, tú sabes ya la clase 60 de pieza que es, ¿no?
Lí. — Tú eres el primero en sufrir las consecuencias, pero nosotros no nos
quedamos tampoco fuera de cuenta.
De. — No puedo por menos de decir que es una persona molesta e inaguantable.
(…)

En este otro fragmento de la misma obra apreciamos parte de un monólogo
que Agiripo mantiene pensando en Cleétera, la alcahueta, en el que observamos el
sentimiento de odio que sugiere la alcahueta debido a la conducta que ésta tiene
hacia él, y lo refuerza mediante un lenguaje amenazante además del uso de
diferentes adjetivos descalificativos.

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ACTO I Escena Segunda

De ti es de quien me voy a vengar, a ti es a quien te voy a dar el golpe de
gracia, como te lo mereces y conforme a tu conducta conmigo. Pero mira la
malvada, cómo ni siquiera piensa que sea digno de que se me acerque, de que
hable conmigo y de 150 que intente apaciguarme. Ahí sale al fin, la embaucadora
esa; yo pienso que aquí a la puerta podré decirle a mis anchas lo que me venga en
gana, ya que dentro no me lo han permitido.

Pero este tipo de conducta de menosprecio hacia la mujer, sigue
manifestándose en el diálogo que mantiene Deméneto su hijo Agiripo sobre su
esposa y madre respectivamente, delante de la joven prostituta:

ACTO V Escena Primera

De. — Yo te confieso, hijo mío...
Arg. — ¿El qué?
De. — Que estoy completamente con el alma en los pies por culpa del amor de
ésta.
(…)
De. — ¡Y que no le voy yo a quitar a mi mujer su mantón preferido para traértelo a
ti! Te juro que no me harían renunciar a ello ni por un año de vida de mi
mujer.
(…)
Arg. — Padre, di que nos sirvan vino; ya hace mucho que me tomé la primera
copa.
De. — Sírvenos vino, muchacho, empieza por mi derecha, y tú, por mi izquierda,
venga, dame un beso.
(…)
De. — Dios mío, un aliento un poco más dulce que el de mi mujer.
Fl. — Oye, dime, ¿es que a tu mujer le huele el aliento!
De. — Agua sucia preferiría beber, si fuera preciso, que no besarla a ella.
(…)
Arg. — Padre, dime, ¿la quieres tú a madre?
De. — ¿Que si la quiero? Ahora la quiero, porque no está presente.
Arg. —¿Y cuando lo está?
De. — Entonces muerta la quisiera ver.
(…)
Arg. — Echa las tabas, padre, que echemos luego nosotros (Echando las tabas.)
¡Que tú, Filenio, seas mía y que 905 mi mujer pase a mejor vida! ¡Ha salido la
jugada de Venus! Muchachos, un aplauso, y servidme una copa de vino con
miel por esta jugada!

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Pero además ésta es una conducta que también protagoniza el marido hacia
su esposa y en presencia de ella. De ese modo encontramos en “Los dos
Menecmos”, un diálogo que resalta por el trato machista que recibe la matrona o
esposa por parte de su marido, dejándole éste claro que, o cesa en su control sobre
él o ella lo perderá todo, sin ocultarle que como castigo contrataría compañía
femenina para esa noche.

ACTO I Escena Segunda
[110]
MEN.— (Hablando a su mujer dentro de la casa.) Si no fueras tan mala, tan necia,
tan rebelde, tan incontrolada, te resultaría a ti misma insoportable lo que
vieras que lo es para tu marido. A partir de hoy, si vuelves a hacerme una
escena semejante, te pondré de patitas en casa de tu padre. Cada vez que
quiero salir, me retienes, me quieres hacer volver, me preguntas que a dónde
voy, qué es lo que hago, qué traigo entre manos [115] , qué es lo que busco,
qué llevo conmigo, qué es lo que he hecho fuera. Pues no, que parece que es un
aduanero con quien me he casado; tales son la serie de explicaciones que tengo
que dar sobre lo que he hecho y lo que estoy por hacer. Te he tratado con
demasiadas contemplaciones; pero ahora te voy a decir cómo voy a proceder
de aquí en adelante: [120] yo te he puesto a tu disposición esclavas, una
buena despensa, lana, joyas, vestidos, púrpura, y no te falta de nada, de modo
que si tienes dos dedos de frente, ándate con cuidado y deja de observar a tu
marido. Ahora, además, para que no me andes espiando en vano y para
recompensar tu celo, me voy a buscar una fulana y me marcho luego a cenar
fuera.


Pero no siempre se utiliza un lenguaje misógino para crear en el público un
sentimiento de rechazo hacia las protagonistas femeninas de la obra, encontramos
un claro ejemplo de ello en el siguiente fragmento de “Las dos Báquides” en el que
aparecen los engañados padres de los enamorados de las Báquides que, a pesar de
que la intención inicial de esos padres es la de rescatar a sus respectivos hijos de
las garras de las prostitutas, ellos mismos caen en las manos de las Báquides. Todo
ello presentado mediante un diálogo que muestra a las mujeres como dos seres
irónicos y sarcásticos, acostumbrados a conseguir siempre su propósito mediante
todo tipo de trucos y que disfrutan de burlarse y reírse del sexo opuesto.


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ACTO V Escena Segunda

Ba. I. — (A su hermana.) ¿Qué es esto, tú? ¿Quién ha traído aquí a este par de
ovejas?
Ni. — Ovejas nos llaman, las malvadas.
Ba. II. — Eso debe ser que el pastor está echando una siesta y por eso van así
balando descarriadas.
Ba. I. ·— Pero, oye, están bien lustrosas, no tienen mal aspecto ninguna de las dos.
1125 Ba. II. — Las han esquilado a las dos, pero que bien apurado.
Fl. — ¡Qué manera de reírse de nosotros!
Ni. — Déjalas hacer a su gusto.
(…)
Ba. I. — Vamos a hacerlas entrar.
Ba. II. —No sé para qué, si no tienen ni leche ni lana; 1135 déjalas estar ahí, ya han
dado de sí el precio por el que fueron compradas, ya no hay nada que sacar
de ellas. ¿No ves cómo van ahí solas, errantes, como les da la gana? Lo que es
más, yo creo que a fuerza de años se han quedado mudas; ni siquiera balan, a
pesar de estar separadas del 1138 rebaño. Parecen más bien bobas que
malas.
(…)
BÁ. I. — Tú coge por tu cuenta al viejo de más allá, 1150 encárgate de amansarle;
yo me dedicaré a éste, el furioso, a ver si podemos engatusarlos que entren
aquí en casa.
BÄ. II. — Yo cumpliré mi tarea de maravilla. Mmm, qué cosa más desagradable,
tener que dar abrazos a la muerte pelona.
(…)
BÄ. I. —¿No te das cuenta, querido, que si te lo pasas bien mientras vivas, que
realmente ya no puede durar 1195 mucho, y que si dejas pasar hoy esta
ocasión, después de muerto no la volverás a encontrar?
(…)
Ni. — Llevadnos a donde os plazca, como si fuéramos unos doctrinos.
BÄ. I.— (Al público.) En buena trampa han caído los dos, ellos que venían a
ponérsela a sus hijos.

Tal y como se ha comentado, este diálogo destaca por no necesitar un
lenguaje misógino para provocar en el público un sentimiento de antipatía hacia
estas prostitutas aunque, a pesar de ello, Plauto prefiere reforzar este sentimiento
mediante algunas frases y adjetivos despectivos hacia estas mujeres:

ACTO V Escena Segunda

N i.—Ahí vienen por fin esas dos seductoras, que no saben otra cosa más que
inducir al mal. A ver, ¿qué?, ¿nos devolvéis a nuestros hijos y a mi esclavo?, ¿o
queréis que lo intente por la fuerza?

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Fl. — ¡Anda y vete ya! Tú no estás en tus trece, ¡portarte de esa manera tan
descortés con una persona tan encantadora!
BÁ. I. — (A Nicobulo.) Eres el viejo más encantador del 1170 mundo; hazme el
favor que te pido: no te pongas de esa manera por lo que ha ocurrido aquí.
Ni. — Como no desaparezcas de mi vista, por muy guapa que seas, te la vas a
ganar.
BÄ. I. — De acuerdo, no tengo miedo de tus golpes.
Ni. — ¡Qué suavita se pone! ¡Ay de mí, tengo miedo!
BÁ. II. — Éste de aquí es más tratable.
BÁ. I. — Anda ven dentro conmigo y allí puedes 1175 reprender si quieres a tu
hijo.
Ni. — ¿Me dejas ya en paz, malvada?

Pero en las comedias de Plauto, no sólo es el sénex quien tiene la potestad de
insultar o maltratar a una vieja esclava, y de ello encontramos un buen ejemplo en
“El gorgojo” cuando quien hace comentarios maliciosos sobre ella es el esclavo del
enamorado:

ACTO I Escena Segunda

[110] FÉD.— ¡No tiene sed la vieja!
PA.— ¿De cuánto crees tú?
FÉD.— Es modesta, se toma unos cincuenta cuartillos.
[110ª] PA.— Caray, entonces la vendimia de hogaño no sería bastante para ella
sola. [110b]. Hubiera estado mejor de perro, tiene un olfato muy fino.
(…)
[120ª] PA.— ¡ Hala, vacía la jarra en ese abismo, deprisa, a limpiar esa cloaca.
FÉD.— Calla, no quiero que se le digan cosas desagradables.
PA.— Bueno, entonces se las haré, en vez de decírselas.
(…)
[126-127] PA.— Fíjate con qué ansia se traga la asquerosa el vino a todo tragar.
[128-129] FÉD.— ¡Ay de mí, estoy perdido, no sé lo que decirle para empezar!
PA.— Pues dile eso que acabas de decirme a mí.
[130] FÉD.— ¿El qué?
PA.— Eso, que estás perdido.
FÉD.— ¡Maldito seas!
PA.— Yo no, sino la vieja.
LE.— ¡Aaaah!
PA.— ¿Qué pasa?, te da gusto, ¿eh?
LE.— ¡Que si me da gusto!
PA.— A mí también me daría gusto atravesarte a golpes de aguijón.

Aunque no sólo son las figuras de matrona, esclava o prostituta dianas de
agravios y desprecios. Continuando con “El gorgojo” encontramos un ejemplo de
que la joven enamorada tampoco se libra de insultos, y no se libra de ellos ni
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siquiera teniendo en cuenta de que quien la corteja es el amo del que profiere los
insultos:

ACTO I Escena Tercera

PA.— ¡Andando! Están los dos igual de perdidamente enamorados, tan loco
está el uno como la otra. ¿Te fijas?, qué empeño, los pobres, no pueden
abrazarse bastante. A ver, jóvenes, ¿os separáis ya o no?
PL.— Imposible de gozar de una felicidad completa. Yo [190] que estoy tan
feliz, y tiene que venir a entrometerse el aguafiestas ese.
PA.— ¿Qué dices, infame? ¿Tú, con esos ojos de lechuza, me llamas todavía
aguafiestas, ¡Anda, que pareces una máscara borracha, boba, más que
boba!
FÉD.— Pero ¿te atreves a insultar a mi Venus? ¿Es que se va a permitir tomar
así la palabra en mi presencia un esclavo harto de zurriagazos? ¡Te juro
que lo que has dicho te va a costar un buen castigo! ¡Toma! (Le pega.) [195]
¡Ahí tienes tu merecido, para que aprendas a saberte contener!
PA.— ¡Socorro, Venus trasnochadora!
FÉD.— ¿Todavía sigues, canalla? (Le vuelve a pegar.)
PL.— No des golpes a una piedra, por favor, que vas a quedarte sin Ano.
PA.— Estás cometiendo una vileza y una canallada grandísima, Fédromo; a
quien te aconseja bien le das de puñetazos y a esa boba le haces el amor.


Ahora bien, este tipo de conducta no es protagonizada no sólo por hombres,
también encontramos diálogos protagonizados por mujeres recalcando algunas
conductas consideradas femeninas como negativas y tratándolas como si fueran
defectos generalizados de un solo sexo.
Así encontramos en “Aulularia” un diálogo en el que es Eunomia, la hermana
de Megadoro, la que critica a su propio género:

ACTO II Escena Primera


EUN. — Yo quisiera, hermano, que tú tuvieras la convicción [120] de que mis
palabras nacen de mi afecto hacia ti y de mi interés por tu bien, ya que
vienen de parte de una verdadera hermana. Aunque no se me oculta que se
nos tiene aversión a las mujeres, porque tenemos fama de charlatanas,
[125] y con razón y hasta dicen que ni hoy en día ni nunca jamás ha habido
una mujer que fuera muda.
(…)
[135] ME. — Eres una mujer fantástica, ¡dame esa mano!
EUN. — ¿Fantástica? ¿Dónde está? ¿Es que hay alguna que lo sea?
ME. — Tú lo eres.

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EUN. — ¿Yo?
ME. — Si te empeñas, entonces, no.
[140] EUN. — Sé sincero, una mujer fantástica no existe. Cada una es peor que la
otra, hermano.

Pero en la obra de Plauto la mujer no siempre es sumisa y calla los agravios
que sufre, al menos no es el caso del carácter de la matrona, de echo encontramos a
lo largo de las obras de Plauto varios ejemplos de matronas que se rebelan contra
el marido con la intención de enderezar a éste, pero nos limitaremos a
ejemplarizarlos sólo con dos fragmentos de dos obras diferentes como son
“Asinaria” y “Los dos Menecmos”’.
En el primer ejemplo se muestra a la matrona pillando “in fraganti” al marido
con una cortesana, y tras escuchar gran parte del diálogo que éste tiene con la
prostituta, se muestra ante su marido para llevárselo a casa, no sin antes reprochar
al hijo de ambos su comportamiento para con ella.

“Asinaria”
ACTO V, ESCENA SEGUNDA

De. — ¡Ay de mí!
Art. — ¡Y tanto! ¡Arriba, enamorado, a casita!
925 De. — (A Filenio.) Échate, pues, un poco para allá.
Art. — ¡Arriba, enamorado, a casita!
De. — Yo te suplico, esposa mía.
Art.—¿Ahora de pronto te acuerdas de que soy tu esposa? Antes, cuando
estabas soltando esa retahíla de insultos contra mí, entonces, no era tu
esposa, sino un ser inaguantable.
De. — Estoy del todo perdido.
Art. — Conque apesta el aliento de tu mujer, ¿eh?
De. — Tiene un perfume de mirra.
Art. — ¿Me has quitado ya el mantón para dárselo a tu amiga?930
Fl. — Sí que es verdad, que prometió que te lo iba a quitar.
De. —¿No te callarás?
Arg. — Yo estaba pretendiendo disuadirle, madre.
Art. — ¡Bonito hijo estás hecho! (A Deméneto.) ¿Es ésa la conducta de la que
debe un padre dar ejemplo a sus hijos? ¿No te da vergüenza?
De. — Yo te juro, si no de otra cosa, de ti, mujer mía, sí que me da vergüenza.
Art. — ¡Cuco!, ¿con esa cabeza llena de canas tiene que venir tu mujer a sacarte
de una casa de perdición?
935 De. — Artemona, la cena se está haciendo. ¿No puedo quedarme por lo
menos hasta que cene?
Art.—Te juro que vas a cenar hoy el castigo que te mereces.

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“En los dos menectos” la matrona, ofendida por el comportamiento del
marido le amenaza con no dejarle entrar en casa si no le devuelve el manto que le
prestó a la cortesana, pero a pesar de que recupera el manto de quien cree que es
su marido, no cesa de increparlo y de echarle en cara su comportamiento y trato
con ella.

“Los dos menecmos”
ACTO IV ESCENA PRIMERA

MU.— Voy a mirar a ver cuándo vuelve mi marido a casa. [705] ¡Ah, ahí está!
Estoy salvada, trae el mantón.
MEN.— No me explico por dónde puede andar Mesenión.
MU.— Voy a acercarme a hacerle el recibimiento que se merece. ¿No te da
vergüenza presentarte ante mí en esa forma, canalla?
[710] MEN.— ¿Qué pasa, qué clase de locura te ha entrado, mujer?
MU.— Sinvergüenza, ¿te atreves siquiera a decir una palabra ni a hablar
conmigo?
MEN.— Pero ¿qué crimen he cometido para no atreverme a hablar?
MU.— ¿Todavía me lo preguntas? ¡Qué desvergüenza y qué atrevimiento!
[715] MEN.— ¿No sabes tú, mujer, por qué los griegos decían que Hécuba era un
perro?
MU.— No lo sé, no.
MEN.— Pues porque hacía lo que tú haces ahora: se ponía a decir toda clase de
insultos a cualquier persona que veía; por eso la empezaron a llamar
«perra», y con razón.
[720] MU.— Yo no puedo soportar unas injurias tales. Prefiero pasarme la vida
en soledad que no tener que aguantar esas injurias que me haces.
MEN.— ¿Y qué tengo yo que ver con eso de si puedes aguantar el estar casada o
si vas a abandonar a tu marido? ¿Es que es costumbre aquí el venir con esas
historias a un forastero?
[725] MU.— ¿Cómo historias? Yo no aguanto más, digo; prefiero vivir sola que
tener que soportar tus modales.
MEN.— Lo que es por mí, te juro que puedes vivir sola hasta el fin del reinado de
Júpiter.
[730] MU.— Antes me decías que no me lo habías quitado, y ahora tienes ahí el
mantón delante de mi vista: ¿no te da vergüenza?
(…)
MEN.— ¡Está bien, caramba! Mujer, eres muy descarada y muy mala. ¿Te atreves
a decir que yo te he quitado este mantón, que me ha entregado a mí otra
mujer para que lo llevara a arreglar?
MU.— Desde luego, te aseguro que... ahora voy y llamo a mi padre y le cuento las
maldades que haces. [735] Deción, ve a buscar a mi padre, dile que venga
contigo aquí; dile que la situación lo exige. Ya le contaré yo todas esas

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maldades tuyas.


También queda claro en los diálogos de Plauto que este tipo de actitudes
misóginas no sólo no solía ser reprochado por el resto de la población, sino que
además de ser aceptado este tipo de trato hacia el sexo femenino, cosa fácilmente
observable en todas las obras mencionadas ya que en todas ellas existe cierta
complicidad entre los diferentes personajes y no existe el más mínimo reproche
sobre el modo en el que se trata a la mujer. Es más, si existe algún tipo de reproche
es la actitud de ésta si se queja aunque se sepa que sus quejas están
fundamentadas. Esta actitud machista la encontramos incluso entre los familiares
de la mujer agraviada, llegando a reprochar cualquier actitud de la mujer que no
sea de sumisión total hacia el marido. De ese modo encontramos en “Los dos
Menecmos” un diálogo entre la mujer de Menecmo y su padre que muestra esta
conducta.
ACTO IV ESCENA SEGUNDA

780] MU.— Yo no he hecho absolutamente nada, padre, te lo aviso con antelación, pero no
puedo vivir ni aguantar más aquí de ninguna manera, o sea que, por favor, sácame
de esta casa.
PA.— ¿Pero qué es lo que ocurre?
MU.— Se burlan de mí, padre.
PA.— ¿Pero quién?
MU.— La persona a quien tú me entregaste, mi marido.
PA.— ¡Ya tenemos pelea! ¿Cuántas veces te avisé que anduvierais con ojo de no venirme
con lamentaciones?
[785] MU.— ¿Y cómo puedo yo evitarlo, padre?
PA.— ¿A mí me vienes con esas preguntas?
[787-788] MU.— Si me lo permites.
PA.— ¿Cuántas veces te avisé que fueras sumisa a tu marido, que no anduvieras
observando lo que hace, a dónde va, lo que trae entre manos?
[790] MU.— Pero si es que tiene trato con una fulana que vive aquí al lado.
PA.— Muy bien hecho, y con esos métodos que te traes, verás como seguirá aún más en
ello.
MU.— Pero es que se va allí de copeo.
PA.— te crees tú que por tu cara bonita va a dejar de beber, sea allí, sea donde le dé la
gana? ¡Maldición! ¿Qué descaro es ese, querer impedirle al mismo tiempo que
acepte invitaciones a cenar y que reciba visitas en casa? [795] ¿Es que quieres tener
a los hombres por esclavos? Pues no, que ya de paso, puestos a exigir, nada, le
pones su tarea y le sientas entre tus esclavas a cardar la lana.

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Pero a pesar de que después de lo expuesto podría pensarse que Plauto no
soportaba al género femenino, no hay que olvidar situar las obras en su contexto
histórico y recordar que estas obras eran reflejo de la sociedad en las que fueron
creadas, además son comedias, por tanto exageraban las situaciones burlándose de
todos y cada uno de los personajes que en ellas salían ya que se trataba de divertir
al público, Y por último, que el trato misógino en la literatura se ha dado desde la
tragedia griega y aún hoy encontramos novelas con estereotipos machistas, tal y
como lo refleja Sergio Pedregosa Peris en su estudio Misoginia en la literatura,
donde lo ejemplariza con la saga Crepúsculo2 y donde deja patente que la misoginia
no es un fenómeno puntual sino un reflejo de la sociedad que consume esas obras.



000000000

<http://recursos.salonesvirtuales.com/assets/bloques//apuntescomediaclasica.pdf>
[Consulta:28 abril 2016]

<https://www.unipa.it/dipartimenti/beniculturalistudiculturali/riviste/pan/.content/docu
menti/R._Lpez_Gregoris_Retrato-femenino-en-la-comedia-plautina.-La-modernidad-
de-Fronesia_Pan_3_2014.pdf> [Consulta:28 abril 2016]

<http://www.edu.xunta.es/centros/ieslosadadieguez/aulavirtual/file.php/226/LA_COME
DIA_DE_LOS_ASNOS.pdf> [Consulta:29 abril 2016]

<www.ibaifernandez.com/una-historia-de-la-literatura-dramatica/> [Consulta: 29
de abril de 2016]

<http://www.culturaclasica.com/?q=node/2039> [Consulta: 30 de abril de 2016]

<https://ellassonnoticia.files.wordpress.com/2014/03/la-misoginia-en-la-literatura.pdf>
[Consulta:30 de abril de 2016]

https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/809540.pdf

http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/4/1855/18.pdf

FRANCO, Carina Haydeé "Algunos personajes femeninos en la comedia de Plauto: ".


En: Revista de Estudios Clásicos, No. 32, p. 43-79. (2005)
>http://bdigital.uncu.edu.ar/2813> [Consulta: 30 de abril de 2016].


2 PEDREGOSA PERIS, Sergio. Misoginia en la literatura. pág. 18

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El lenguaje misógino en la obra de Plauto

PEREZ SANCHEZ, Luis. La mujer en la antigüedad: su condición a través de la


literatura <http://www.elcantodelamusa.com/docs/2011/abril/doc3_mujer.pdf>
[Consulta: 1 de mayo]

http://www.actors-studio.org/web/images/pdf/tito_plauto_anfitrin.pdf

https://www.yumpu.com/es/document/view/11884423/plauto-tito-macio-comedias-ii-2-
el-gorgojo-historia-antigua

https://clasicasdonjuanmanuel.files.wordpress.com/2013/01/plauto-tito-maccio-
comedias-ii-los-dos-menecmos.pdf

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