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El estrés laboral se ha considerado por muchos como la enfermedad del Siglo XX,
apareciendo como un elemento común dentro del lenguaje coloquial para designar
estados donde el individuo se siente presionado o agotado debido a las condiciones en
las que se encuentra. Cooper, Dewe, y O’Driscoll sintetizaron las perspectivas
existentes relacionadas con el estudio del estrés laboral, que tuvieron su foco de
atención tanto en la respuesta del individuo, como en el estímulo que ocasiona el
estrés, llegando a una visión más integradora que relaciona la persona y al ambiente en
el proceso de vivencia de estrés. Estudios sobre el tema del estrés han considerado el
modelo transaccional de Lazarus, que describe al estrés como “cualquier evento donde
la demanda ambiental, la demanda interna o ambas llegan a sobrepasar los recursos
adaptativos de los individuos, los sistemas sociales y los sistemas de tejidos”, Monat &
Lazarus, contribuyendo a la concepción del estrés como todo el proceso transaccional y
no sólo como una parte de él. Esta definición engloba y generaliza los conceptos de
estresor como aquellos estímulos con los que se encuentra el individuo, la tensión o
strain como las respuestas psicológicas, físicas y comportamentales que los individuos
tienen ante el estresor; y las salidas o outcomes como las consecuencias de la tensión
tanto en los niveles personales como organizacionales, Cooper et al. Para Cartwright y
Cooper el modelo transaccional de Lazarus introdujo dos elementos fundamentales: la
reacción al estrés a partir de la evaluación perceptual que se hace del mismo
otorgándole categoría de daño, desafío o amenaza; y las formas de respuesta tanto
cognitivas como emocionales ante esta amenaza a lo que se determinó como coping. A
pesar de revisiones que se han realizado, el modelo transaccional de Lazarus continúa
a ser uno de los que mejor explican el fenómeno del estrés y los elementos asociados
al mismo, Goh, Sawang, & Oei. (Ramos V.; Jordão F. 2014)
Cooper et al., reconoce, en sentido general, tres fuentes para la presencia de vivencia
de estrés ocupacional: fuentes relacionadas con el individuo, fuentes relacionadas con
la función que se desempeña y fuentes relacionadas con características de la
organización, pudiendo clasificarse estas últimas en fuentes de tipo físico como el caso
del ruido o la temperatura, y fuentes de tipo comportamental como el caso de las
expectativas asociadas al desempeño, las posibilidades de carrera, entre otras.
Estudios que han determinado diferencias de acuerdo al género, argumentan que para
los hombres, los elementos que son causa de estrés ocupacional son: falta de control
sobre las condiciones de trabajo, el logro y las posibilidades de desarrollo de carrera;
mientras que en el caso de las mujeres aparecen la elevada posición dentro de la
estructura jerárquica y la relación que se establece entre la responsabilidades
domésticas y laborales (Ramos V.; Jordão F. 2014)
En términos sencillos podemos definir el estrés como un estado de tensión psíquica que
se acompaña de cambios fisiológicos. Aunque la literatura indica que el estrés tiene
efectos perjudiciales para la salud, los especialistas distinguen dos tipos de estrés: uno
positivo y otro negativo. El distrés, es un estado de tensión psíquica que se experimenta
con malestar y el eustrés es un estado de tensión psíquica que favorece la activación
necesaria para realizar diversas actividades. En ese sentido, los estudios de Selye
permitieron determinar tres fases del estrés. En la fase de alarma el estresor impacta
en el individuo desencadenando la movilización de sus recursos personales. En la
segunda fase, llamada de resistencia, la persona que padece estrés se esfuerza por
sobreponerse ante esta situación de modo que su nivel de energía se incrementa. Este
es el momento en que el estrés resulta beneficioso porque actúa como un motivador de
la conducta. Sin embargo, si los recursos de la persona no son suficientes para
imponerse al estresor, se pasa a la fase de agotamiento. En esta tercera fase
desciende el nivel de energía y el estrés sobrepasa los esfuerzos de la persona que se
resiste, haciéndose manifiestos diversos síntomas psicosomáticos. De hecho, el estrés
se considera como un fenómeno mediador que actúa como gatillador de enfermedades
como la diabetes mellitus, la artritis, la hipertensión, la cardiopatía coronaria, la gastritis,
las úlceras pépticas, las alergias a la piel, el cáncer y otras. El estrés entonces, tiene
efectos negativos sobre la salud cuando es intenso y prolongado. Es decir, cuando
sobrepasa los recursos individuales de la persona para hacerle frente. (Arias W. 2012)
Los estudios sobre estresores laborales sitúan la agresión como uno de los factores
más estresantes y frecuentes en el trabajo. Durante los últimos quince años los
investigadores han generado un gran interés sobre la agresión laboral, dan- do lugar a
una gran variedad de constructos, Hershcovis y Barling. Sin embargo, no muchos
estudios analizan las consecuencias de la agresión laboral de manera diaria, ni sus
repercusiones en el estado afectivo cotidiano del trabajador. El incivismo laboral es una
forma leve de agresión que tiene consecuencias negativas para los trabajadores y la
organización. Se caracteriza por ser “una conducta antisocial de baja intensidad (ruda y
descortés) con una intencionalidad ambigua de dañar a la víctima y que viola las
normas laborales de respeto mutuo”, Andersson y Pearson. A pesar de su baja
intensidad, se ha comprobado que las víctimas de incivismo laboral sufren mayor estrés
laboral y distracción cognitiva, y menor satisfacción laboral y creatividad, incluso
pueden abandonar la organización, Lim, Cortina y Magley. Además, recientes
investigaciones informan de que esta forma de agresión sutil en el trabajo representa
una forma “moderna” de discriminación laboral por sexo y raza, Cortina, Kabat-Farr,
Leskinen, Huerta y Magley. La Teoría del Incivismo Selectivo se basa en la idea de que
el incivismo no siempre se produce de forma general, sino que constituye una expresión
encubierta de discriminación generando una disfunción en muchos contextos de
trabajo, Kabat-Farr y Cortina. Otra forma de agresión muy frecuente en las
organizaciones es el abuso verbal, Grandey, Dickter y Sin, especialmente en trabajos
que demandan interacción, situación habitual del sector servicios. Las manifestaciones
de abuso verbal pueden adoptar distintas formas a través de un rango variado de
conductas agresivas (insultos, gritos, amenazas, silencios incómodos, etc.). Discernir
en qué contextos se presentan estas conductas resulta relevante para alcanzar un
mayor conocimiento del problema y tomar posibles medidas de prevención. Para ello,
es importante prestar atención al origen de la agresión y al tipo de trabajo. Aquellas
personas que trabajan en ocupaciones que requieren de una constante interacción con
el otro, como sucede en el sector servicios, están expuestos a más situaciones de
abuso verbal, especialmente cuando el abuso proviene de los clientes a los que se les
presta el servicio, Grandey, Kern y Fron. (Garrosa E.; Carmona I.; Sanz A. 2015)
¿Por qué algunos empleados se queman o se aburren en su traba- jo, mientras que
otros están tan entusiasmados que el tiempo se les pasa volando? Durante las últimas
cinco décadas, la cuestión sobre qué causa estrés en el trabajo y qué motiva a la gente
ha recibido mucha atención por parte de los investigadores. En este sentido, la teoría
del diseño del trabajo ha desempeñado un papel importante. El rediseño del trabajo se
definió originalmente como un conjunto de oportunidades y limitaciones estructuradas
en tareas y responsabilidades que afectan a la forma en que un trabajador realiza y
experimenta su trabajo, Hackman y Oldham. Por lo tanto, los investigadores en este
ámbito trataron de averiguar las características laborales que hacen que las personas
se sientan satisfechas con su trabajo y estén motivadas para alcanzar las metas
organizacionales. Actualmente el diseño del trabajo se define de forma más amplia
como “el compendio de los procesos y resultados referentes a cómo se organiza,
estructura, experimenta y sanciona el trabajo...”, Grant, Fried y Juillerat. De acuerdo con
Grant y sus colaboradores, esta definición más amplia abre la puerta a roles
emergentes y dinámicos en lugar de limitarse a descripciones del trabajo estáticas
compuestas de tareas fijas asignadas por la dirección. (Bakker A.; Demerouti E. 2013)
La satisfacción laboral es uno de los indicadores clásicos al que con mayor frecuencia
se recurre cuando se persigue conocer cuál es la actitud general de las personas hacia
su vida laboral. El grado de satisfacción puede afectar la cantidad y calidad del trabajo
que desempeñan los sujetos, además de incidir sobre otros aspectos como la baja
calidad de la asistencia, el ausentismo laboral, la propensión a abandonar la
organización, entre otros. En la actualidad no existe una definición unánimemente
aceptada sobre el concepto de satisfacción laboral. Desde la perspectiva de la
Psicología de las Organizaciones, la satisfacción laboral se considera como un estado
emocional positivo o placentero resultante de la percepción subjetiva de las
experiencias laborales del sujeto. Depende de las relaciones sociales que mantienen
los profesionales dentro de la organización, de sus características personales, de sus
valores y de las expectativas que tienen acerca del trabajo. Se plantea también que es
el resultado de una evaluación cognitiva mediante la cual el sujeto compara su realidad
cotidiana con un estándar ideal construido a lo largo del tiempo. Si el resultado de tal
comparación es positivo, el sujeto experimentará una sensación de bienestar y
satisfacción; en caso contrario, vivenciará elevados niveles de estrés e insatisfacción.
La satisfacción laboral en la Atención Primaria de Salud (APS) se ha igualado en
importancia a la preparación científica del profesional o a la disposición de una
determinada tecnología, y es indiscutible que al determinarla se está midiendo la
calidad de la organización y de sus servicios internos. La eficiencia y calidad de los
cuidados y servicios prestados en un sistema sanitario está directamente relacionado
con el nivel de satisfacción de los profesionales que en él trabajan. (Reyes Y.; Reyes J.;
Cofiño M. 2012)
La ansiedad constituye una reacción normal en la vida de toda persona, a bajos niveles
es favorable, ya que motiva y aumenta la capacidad de reacciones. Sin embargo, su
exceso o una respuesta exagerada ante estímulos son dañino. Las personas pueden
predisponerse a una salud general deficiente. Por otro lado, la ansiedad persistente e
intensa a menudo provoca comportamientos nocivos como comer demasiado o
consumir alcohol o drogas que se pueden manifestar en forma de crisis. (Luengo C,
Astudillo A, Contreras S, 2014)
El trabajo está influenciado por la competencia que ha establecido el mercado entre las
diferentes empresas, provocando en muchas ocasiones desgaste en los trabajadores
en torno al mantenimiento de la actividad productiva, con bajas remuneraciones, pero
con exceso de trabajo. El estándar de vida que busca la persona para sí o para su
familia en torno al constructo consumista, da paso al surgimiento de la extensión
horaria, la multiplicidad de empleos y los empleos informales. La actividad laboral como
relación contractual se transforma en un modo de inserción social subjetivamente
motivadora, si la persona está calificada y a gusto, pero destructivo cuando las
actividades son monótonas o desprovistas de sentido. El trabajo es considerado como
una oportunidad de crecimiento personal, que al ser reconocido genera satisfacción a
pesar de la presencia de estrés. En contraposición, la insatisfacción en el trabajo surge
cuando las/os enfermeras/os dedican mayor parte del tiempo en realizar actividades
administrativas que no les permiten atender directamente a los pacientes a cabalidad o
cuando no existe el debido reconocimiento de parte de los superiores o la comunidad,
los derechos de los trabajadores se pasan a llevar o no son tomados en cuenta, las
remuneraciones no son justas y la relaciones jerárquicas e interpersonales son
conflictivas. El liderazgo, el clima laboral creativo, un mayor compromiso en el cuidado y
una mayor autonomía, son factores estrechamente correlacionados con la satisfacción
laboral, adquiriendo mayor preponderancia la autonomía. Por otra parte, si se asocia la
satisfacción laboral con la satisfacción con la carrera desarrollada, son predictores de la
satisfacción en la vida. (Seguel F.; Valenzuela S.; Sanhueza O. 2015)
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