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La perspectiva y fundamentos de la ESI, aportes

01 para el abordaje de los embarazos, maternidades y


paternidades adolescentes (EMPA) en las escuelas

Presentación

Estimadas y estimados colegas:


Durante estas dos semanas fuimos presentándonos en el primer foro. Ello nos permitió conocernos
un poco más en cada aula. Iniciamos así un ritmo de intercambio que nos tendrá comunicadas y
comunicados entre mensajes, noticias, clases, foros, lecturas y reflexiones.
El propósito de esta clase es acercarnos al marco conceptual y normativo desde el cual
abordaremos la temática del curso. Para ello analizaremos la Ley Nacional, su enfoque y
fundamentos. Conocer el plexo normativo vigente es un punto ineludible en tanto que estos
documentos establecen aspectos consensuados socialmente que nos orientan, en este caso, para la
implementación de acciones tendientes a la promoción de los derechos sexuales y derechos
reproductivos, la potenciación de procesos de toma de decisiones autónomas, y la garantía del
derecho a la educación, aspectos centrales para el abordaje de los EMPA en las escuelas.
A su vez, como un modo de aproximarnos a la temática, haremos una primera lectura en torno a los
condicionamientos de estos procesos. La intención es que, a partir de la visibilización de las
diferentes dimensiones que se conjugan en estas experiencias, podamos reflexionar acerca de los
siguientes interrogantes:
● ¿Los EMPA constituyen situaciones problemáticas? ¿En qué sentido?
● ¿Qué los transforma en ejes de políticas públicas?
● ¿Cuáles son los desafíos desde la ESI para el trabajo de estas temáticas?
● ¿Qué procesos deberían promover las y los docentes, para acompañar a las y los jóvenes
respecto a embarazos no intencionales, desde una dimensión amplia del cuidado?

La ESI en la escuela: Embarazos, maternidades y paternidades en la adolescencia


Las y los invitamos a observar la siguiente lámina que está incluida en el
Cuaderno ESI- Educación Sexual Integral para la Educación
Secundaria:

Imaginemos las edades que tendrán la chica y el chico de la primera viñeta,


sus intereses, sus actividades, los grupos de pertenencia.

Luego, imaginemos la situación previa a la escena representada: ¿Por qué


no habrán podido tener en cuenta que les podría pasar esto? ¿Cómo serán
sus experiencias sociales, escolares a partir de este hecho? ¿Cómo deberían
acompañar las instituciones y los adultos y las adultas ante estas
situaciones?

Escriban las respuestas a estas preguntas, luego serán retomadas en el


ejercicio final de la clase.

La ESI como marco para el abordaje de los EMPA

La ESI en la escuela: Embarazos, maternidades y paternidades en la adolescencia


Desde sus inicios las escuelas participan en la producción de los cuerpos sexuados. En ellas circulan
prácticas más o menos explícitas que los condicionan: la formación en filas separadas en varones y
mujeres, las expectativas diferenciales de rendimiento escolar y de comportamiento, los reiterados
cuentos y novelas de príncipes azules que rescatan a princesas desvalidas y las salvan y protegen, y
tantos otros ejemplos que conforman lo que se ha dado en llamar el “currículum oculto”.
Las escuelas transmiten también contenidos explícitos ligados a la sexualidad. Graciela Morgade
(2011) ha sistematizado diferentes tradiciones de educación sexual, presentes a lo largo de la
historia en las instituciones escolares. En su análisis señala que aún con las diferencias encontradas
entre ellas, el énfasis generalmente estuvo centrado en la reproducción y en la prevención de
situaciones consideradas riesgosas.
Uno de los modelos con mayor fuerza y presencia en los espacios educativos es el modelo bio-
médico, que se centra, únicamente, en la necesidad de transmisión de información científica sobre
la anatomía de la reproducción y sobre los métodos anticonceptivos como medios para evitar
situaciones “no esperadas”. Generalmente, sus contenidos son transmitidos por personas
consideradas expertas: profesionales de la salud, profesores de biología y, por qué no, agentes de
algún laboratorio (subestimando a veces la capacidad de las y los docentes). Desde esta
perspectiva, a partir de séptimo grado se incluyen en el diseño curricular algunos pocos contenidos
vinculados a las sexualidades, en las materias de ciencias naturales o biología.
Así, desde sus orígenes, a través del currículum oculto y del explícito, las escuelas participan
activamente en la producción de las sexualidades. Dejan marcas subjetivas y materiales que
impactan en los modos de concebir y vivir los cuerpos, las feminidades, las masculinidades, las
relaciones sexuales, las prácticas de cuidado, y también las maternidades y paternidades.
La Ley 26.150 de Educación Sexual Integral, sancionada en el año 2006, marca un hito significativo.
Por un lado, estipula una referencia normativa que establece derechos para los estudiantes y
responsabilidades para el Estado. Por otro lado, brinda una mirada particular, es decir, nos aporta
unas lentes desde dónde nombrar, trabajar y abordar estas temáticas en la escuela: la perspectiva
integral.

La ESI en la escuela: Embarazos, maternidades y paternidades en la adolescencia


Las y los invitamos a leer la Ley Nacional 26150 de Educación Sexual Integral:
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/120000-
124999/121222/norma.htm

Las leyes son instrumentos que expresan la voluntad soberana sobre lo que está prohibido, lo que
está permitido y/o lo que es una obligación. En tal sentido, esta normativa, de alcance nacional,
adscribe a las normas vigentes en nuestro país que prohíben la discriminación hacia las diversas
experiencias sociales y sexuales.
En relación a la temática que aquí se aborda, la Ley Nacional 26.150 guarda sintonía con la Ley
Nacional 25.584, que sanciona la discriminación de alumnas embarazadas y alumnas madres. A
su vez, forma parte de un conjunto de leyes que enfatizan la voluntad del Estado de ampliar
derechos a mujeres, niños, niñas y adolescentes.
Además, las leyes obligan a realizar determinadas acciones: así, por ejemplo, esta normativa
establece la responsabilidad del Estado Nacional y de los Estados Provinciales en garantizar la ESI
en todos los niveles y modalidades del sistema educativo de gestión pública y privada, según las
orientaciones del Programa Nacional de ESI y sus adaptaciones provinciales. Y también se enlaza
con la Ley Nacional 25.273, que establece un régimen de inasistencias justificadas para alumnas
embarazadas.
Por último, las regulaciones normativas, además de obligar a realizar determinadas acciones, y
prohibir otras, brindan una orientación general para saber desde qué lugar debemos actuar. De
este modo, la Ley 26.150 establece como enfoque el de la Educación Sexual Integral, “que articula
aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos” (Art. 1). Por tanto, reconoce una
forma de entender la sexualidad como un entramado complejo que implica mirarla no ya desde una
sola dimensión, sino desde un conjunto de dimensiones.
De este modo, la ESI presenta un marco mucho más amplio, que replantea los modos de entender
la prevención, el cuidado del propio cuerpo y del cuerpo de los otros, sin rechazar las dimensiones
biológicas y médicas, pero sin reducirse tampoco a ellas. El cuerpo, la afectividad, los deseos y

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temores se constituyen en aspectos fundamentales para que haya una ESI que también hable de
felicidad, de plenitud, y no solo de enfermedades y peligros.
En tal sentido, la concepción de integralidad nos remite, entre otras cosas, a que no alcanza con
transmitir información pertinente y actualizada sobre sexualidad (que es un derecho y un insumo
muy importante para la toma de decisiones). Además, y fundamentalmente, debe promoverse la
capacidad crítica para un ejercicio consciente, autónomo y responsable de esa información que
acompañe el desarrollo integral de la sexualidad.
Todos estos aspectos que aporta la ESI estipulan un marco sistemático de mucha potencia en el
trabajo en torno a los EMPA. Profundicemos ahora en su enfoque para aproximarnos mejor a esta
normativa.

El Enfoque de la ESI, una nueva perspectiva en torno a las


sexualidades

La ESI se erige sobre algunos ejes que constituyen los pilares de su enfoque:
● el enfoque de derechos,
● el enfoque de género,
● el respeto por la diversidad, la valoración de la afectividad, y
● el cuidado del cuerpo.

Enfoque de derechos

La ESI se ancla en la perspectiva de los derechos humanos y reconoce a sus destinatarias y


destinatarios como sujetos de derechos.
Se enmarca en antecedentes como la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de
Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), sancionada en 1979, y la
Convención sobre los Derechos del Niño, de 1989. Estos dos tratados son significativos en tanto
visibilizan a las mujeres, niñas, niños y adolescentes como sectores vulnerables, a la vez que los
designa como sujetos de derecho.

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El antecedente nacional más directo e influyente de la ESI es mucho más reciente: se trata de la Ley
Nº 25.673 sancionada en 2003, que crea al Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación
Responsable. Esta norma, que representa una conquista fundamental de los movimientos de
derechos humanos, de promotores de salud y de mujeres en materia de derechos sexuales y
reproductivos, encomienda, entre otros aspectos, la tarea de desarrollar contenidos y capacitar a
los y las docentes para la tarea de informar, dentro de un contexto sanitario, sobre cuidados
integrales para la vida sexual.
También contamos con una serie de normativas vinculadas específicamente a los EMPA, que
abordaremos en próximas clases, y que junto a la Ley Nacional 26.150 componen el plexo
normativo desde el cual la escuela se instituye como promotora del derecho a la educación sexual,
los derechos sexuales y reproductivos y el derecho de todas y todos a acceder a la educación libre
de discriminaciones y violencias.

Enfoque de género

Este enfoque es sin duda uno de los que más aportes ha brindado a la construcción del abordaje
integral. Constituye una propuesta inspirada en las demandas de los organismos de derechos
humanos, los movimientos de mujeres y socio-sexuales (llamados también LGTTBIQ: lesbianas,
gays, travestis, transexuales, bisexuales, intersexuales y queer).
Este enfoque busca develar la trama de relaciones sociales en las que se encuentran inmersos los
cuerpos humanos, y visibilizar que el uso, el disfrute y el cuidado del mismo (las prácticas en las que
lo comprometemos) están fuertemente condicionados por el sector socioeconómico y educativo de
pertenencia, las costumbres y valores del grupo social que la integran, y particularmente, por las
relaciones de género.
Presta especial atención al trabajo que podemos realizar en la escuela para desnaturalizar lo que
hacemos cotidianamente, particularmente aquellas acciones que promueven las inequidades entre
los sexos-géneros y la vulneración de derechos. Por ejemplo, cuando decimos que las niñas deben
realizar juegos “suaves”, con poco contacto físico, porque son “delicadas” y “frágiles”, mientras los
varones no deberían participar de ellos, porque son más bien brutos y que eso es “natural”,
estamos reproduciendo un orden de género injusto y desigual. A su vez, aludimos a la naturaleza

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para justificar diferencias sexo-genéricas que lejos de ser naturales se vinculan a un proceso de
socialización diferencial. En este caso insistentemente se generan prácticas —sutiles e
invisibilizadas— que estimulan la suavidad en las niñas y la fuerza física en los varones, que luego
son leídas como atributos naturales.

¿Cuáles serán los efectos de estas formas diferentes de socializar según el


sexo-género sobre los modos de vivir la corporalidad, la sexualidad, los
proyectos posibles de imaginar?
¿Qué desigualdades, injusticias y violencias producirán estas formas de
socialización diferencial?

Para la temática que estamos abordando en el curso, ¿cuáles serán los efectos de un discurso que
refuerza una feminidad pasiva sexualmente, que tiene como destino la maternidad, y una
masculinidad que se consolida en tanto proveedora, potente y protectora? Volveremos en otras
clases sobre estos aspectos.
El enfoque de género constituye una lente crítica para ver y analizar desde una mirada histórico
cultural las relaciones sociales, los prejuicios y estereotipos en relación con aquello que se
considera exclusivamente masculino o exclusivamente femenino. Por eso se lo plantea como una
base, un pilar de la ESI, en tanto estimula la capacidad de construir conocimiento crítico y pone en
relación las experiencias sexuales con lo social.

Respeto por la diversidad

La ESI se sustenta en la enseñanza del respeto por todas las formas de identidad, su reconocimiento
y valoración, y más específicamente, en la diversidad sexual. En relación a los EMPA, nos invita a
reflexionar sobre el lugar que tienen las diversas experiencias adolescentes en las instituciones
escolares.

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Ciertas imágenes como las de muñecas rotas, las infancias y adolescencias perdidas suelen
utilizarse insistentemente para ilustrar estos procesos. Como un recurso diferente, eufemístico o
que va en el mismo sentido, estas experiencias a veces se presentan como lo exótico.
Estas imágenes consolidan una mirada que presenta a los EMPA como desvíos, como situaciones
“anormales”, como el reverso o la contracara de “una” adolescencia que se propone como un
proceso normal, universal y natural.
El concepto de diversidad que estamos empleando rechaza la existencia de un modelo único frente
al cual el resto sea “lo diverso”, una desviación del ideal. En cambio, supone un abordaje que,
desde una perspectiva crítica, reconoce todas las diversas formas de identidad sin jerarquías, sin
ubicar en el centro a ninguna de ellas para justificar su supremacía.
No hay que perder de vista que la escuela representa para algunas niñas, niños y adolescentes un
espacio de afecto, contención y referencia que puede ser difícil de encontrar en otros ámbitos. Por
eso, los ejes de la ESI constituyen un planteo que une el derecho a ser tratado y valorado en
igualdad y en el respeto a la diversidad: que la escuela sea una experiencia inclusiva y positiva para
todas y todos.
En tal sentido, se trata de reconocer las diversas experiencias; identificar las desigualdades que se
producen en torno a ellas, para encontrar mecanismos que atenúen las injusticias y estimulen
relaciones de mayor respeto e igualdad.

La valoración de la afectividad

La ESI considera a la afectividad como un eje que debe ser tenido en cuenta tanto en la interacción
cotidiana como en las propuestas educativas. La escuela debe ser un espacio para el
reconocimiento del mundo emocional, para la expresión y la comunicación. Nos estamos refiriendo
a la posibilidad de darle un espacio a la expresión y al análisis de las emociones y los sentimientos
de todas las personas involucradas en el hecho educativo: alumnas, alumnos, familias y docentes.
Se trata de valorar la afectividad como una dimensión emocional de las experiencias que vivimos,
de estimular reflexiones, de analizar críticamente la dimensión social de las emociones y no
tratarlas como situaciones individuales, naturales e inevitables. Así, por ejemplo, para el caso de los
EMPA podemos poner en tensión la noción insistente del amor romántico en los textos literarios y

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películas: aquel que propone una feminidad pasiva que espera ser rescatada y después tutelada por
un varón que la cobijará y decidirá lo mejor para ella. Otro ejemplo podría ser interrogarse sobre la
noción del amor incondicional de las mujeres, especialmente hacia sus hijas y/o hijos.

El cuidado del cuerpo

La experiencia de la sexualidad incluye una experiencia de la corporalidad. Tratamos al cuerpo de


un determinado modo, lo valoramos, lo sentimos, lo disfrutamos o padecemos. Y no lo hacemos en
soledad, sino en relación con otras y otros, en función de, por ejemplo, las imágenes de belleza que
circulan en nuestra sociedad, de lo que se considera “saludable”, de lo que se considera “correcto”,
etcétera.
La sociedad impone sentidos respecto de cuál es un cuerpo “normal”, un cuerpo “bello”, un cuerpo
“sano” ... Sentidos que consumimos, imágenes de lo ideal con las que a veces nos comparamos.
Este eje sobre el cuerpo constituye un núcleo fundamental de la enseñanza y del aprendizaje en el
área de ESI: aprender a respetar el propio cuerpo y el de las y los demás desde el nivel inicial;
comprender lo que es la intimidad y su respeto. Así, este marco normativo estimula experiencias
educativas que promueven la toma de decisiones autónomas sobre el propio cuerpo. Para poder
cuidarse, la información científica es un elemento necesario, aunque no suficiente. Habrá que
identificar qué otros aspectos se ponen en juego al poner en acción esa información. ¿Cómo
operarán allí los mitos en torno al funcionamiento del propio cuerpo? ¿Cómo operan las relaciones
entre los sexos-géneros, la posibilidad o no de prever, de proyectar, las posibilidades de asumir
prácticas sin presiones? Este punto será abordado en próximos encuentros.

Los fundamentos de la ESI: soportes desde donde generar


abordajes de los EMPA

Promoción de la salud

Desde el enfoque de la ESI, se entiende a la promoción de la salud como aquello que las sociedades
generan a través de las condiciones biológicas, sociales, económicas, culturales, psicológicas,
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históricas, éticas y espirituales, y que, así juntas, influyen en la posibilidad de estar más sano o más
enfermo, en lo que llamamos el proceso (y no “estado”) de salud-enfermedad-cuidado.
En consecuencia, la promoción de la salud implica más que la prevención de los riesgos. Promover
salud requiere movilizar los recursos individuales y comunitarios (como la capacidad de organizarse
para buscar soluciones o demandarlas a quien corresponda, de sentirse y reconocerse como
ciudadano que tiene algo para decir, participar, reclamar, aportar, etc.), para mejorar las
condiciones materiales e institucionales de acceso al sistema sanitario, a la educación, a la cultura,
de modo que permitan un desarrollo integral en ambientes que tiendan al bienestar, y que
contribuyan a la autoestima y a la autodeterminación de personas y grupos.

Así entendida, la salud es un asunto colectivo y un derecho social.

Las personas involucradas como sujetos de derechos

La ESI reconoce a niños, niñas y adolescentes la posibilidad de decidir autónomamente sobre su


cuerpo, su sexualidad. El paradigma de derechos genera una ruptura conceptual importante que
trae aparejada una transformación de las prácticas institucionales hacia este grupo. Desde esta
mirada, niños, niñas y adolescentes ya no son considerados legalmente como personas de menor
rango, “menores” que el Estado debe “tutelar” y controlar, sino como sujetos cuya voz debe ser
escuchada, buscando siempre su “interés superior”, su bienestar, y mejores condiciones de
crecimiento y desarrollo.

La atención de lo complejo del hecho educativo

Atender a lo complejo del hecho educativo en relación a la ESI implica reconocer la particularidad
de la escuela. Se trata de una política educativa específica y obligatoria para la escuela, que
conlleva obligaciones para las y los profesionales de la educación, con preparación para la tarea
pedagógica. No se trata de suplantar a las familias ni a las instituciones de salud, sino de asumir el
lugar de responsabilidad que tiene la escuela desde su especificidad como institución del campo
cultural. En este sentido, la ESI es una oportunidad para fortalecer la atención hacia las

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particularidades y las diferentes experiencias y trayectorias de niñas, niños y adolescentes; de hacer
que las instituciones, a través de las y los docentes, tutores/as, preceptores/as, coordinadores/as,
autoridades y personal administrativo, atiendan a la necesidad de afrontar el desafío de la inclusión
como un mandato ético y político.

La integralidad del enfoque de la ESI y sus implicancias

Un espacio de enseñanza y aprendizaje sistemático, con contenidos adecuados a la edad de los


alumnos y las alumnas, su situación y su contexto sociocultural, que comprende saberes y
habilidades para la toma de decisiones conscientes, críticas y autónomas.

Embarazos, maternidades y paternidades adolescentes como eje de las


políticas públicas, puentes entre educación y salud

No siempre se visualizó a los EMPA como temáticas particulares ni como


fuentes de política pública. Al reflexionar acerca del lugar del Estado y de las
instituciones escolares sobre estas temáticas se presentan diferentes
tensiones y preguntas. Los EMPA ¿son de por sí situaciones problemáticas?
¿Por qué? ¿Qué es lo que nos lleva a pensar en la necesaria intervención del
Estado y sus políticas frente a estos procesos? ¿Por qué abordarlos desde la
ESI?

De acuerdo con los criterios definidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), para fines
principalmente estadísticos se toma la edad cronológica como parámetro para definir los EMPA.
Así, en este grupo se incluye a aquellos embarazos, maternidades y paternidades que se presentan
antes de los 20 años de edad, mientras que el límite inferior es menos claro. Las comparaciones
internacionales casi siempre se limitan al grupo de 15 a 19 años y se refieren solo a la fecundidad.
Es decir, refieren a los casos de mujeres de esas edades que han tenido una hija o hijo vivo. Esta

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clasificación deja afuera a las maternidades que se presentan en edades inferiores, una parte del
fenómeno que, a pesar de no ser cuantitativamente importante en la Argentina, sí lo es por
motivos de orden social y de salud. Por todo esto, si el criterio fuera la edad, existe un acuerdo
generalizado para incluir en la categoría EMPA a aquellos que se dan entre los 10 y los 19/ 20 años
de edad.
Tal como señala Fernández (2010), según esta definición, cualquier mujer o varón en esa franja
etaria que atraviese estos fenómenos están incluidos en esa categoría. Ahora bien, esto no implica
uniformidad u homogeneidad en la experiencia. Desde una mirada histórico-social, o si se
establecen distinciones de clase, etnia, edad, por regiones rurales o urbanas, entre otras,
seguramente comenzarán a delinearse las múltiples y desiguales formas de vivir estos procesos.
Es por ello que será necesario estar atentas y atentos a ciertas generalizaciones que en ocasiones se
realizan sobre estos fenómenos, lo cual tiene efectos significativos en las políticas y acciones
institucionales dirigidas a quienes atraviesan estos procesos.
Comencemos por algunas de estas generalizaciones. En reiteradas ocasiones se utiliza el concepto
de “maternidad adolescente” para aludir a los EMPA. Este concepto, que parece una simplificación
del lenguaje o una costumbre, no deja de tener efectos sobre aquellos que son nombrados bajo
este “paraguas”. En principio, en esta clase, podemos comenzar a decir que estos procesos son
diferentes. No es lo mismo, material ni subjetivamente, estar atravesando un embarazo que la
maternidad. Las posibilidades de estudiar, de trabajar, de salir con amigos, las alegrías y los
temores, son diferentes. También es necesario aclarar que la utilización de la nominación
“maternidad” para aludir a los embarazos invisibiliza todos aquellos embarazos que no llegan a
término por diferentes razones. Lo que no solo da cuenta de un error conceptual, sino también de
una insistencia política que deja en las sombras una situación íntimamente anudada a estos
procesos. Por otro lado, tampoco impacta del mismo modo la experiencia social, laboral y escolar
de la maternidad que la de la paternidad.
Así, podemos por ejemplo preguntarnos: ¿vivirá del mismo modo estos procesos una niña de 11
años que una adolescente de 18? ¿Se atravesará del mismo modo la experiencia en un espacio rural
empobrecido que en una clase media urbana? ¿Le sucederá lo mismo en torno a su escolaridad a
una adolescente embarazada que vive con su pareja que a una adolescente madre que vive con un

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grupo familiar? ¿Serán similares las expectativas en torno a la continuidad escolar y al empleo para
una adolescente madre que para un padre adolescente?
En las posibles respuestas a estas preguntas puede identificarse que si bien ellos y ellas atraviesan
situaciones en las cuales algunas cuestiones se comparten, la experiencia no puede pensarse como
homogénea. La visibilidad de las diferentes experiencias que se generan en estas circunstancias
resulta un aspecto central al momento de plantear una política pública, acciones institucionales,
estrategias comunitarias y/o proyectos áulicos en relación a la temática. Sobre este punto
volveremos en la clase siguiente.
Ahora bien, teniendo en cuenta estas distinciones también pueden establecerse algunas
continuidades e insistencias que señalan aspectos importantes al momento de plantear un
abordaje sobre la temática.
Acercarnos a ver cómo se comportan estos procesos en nuestro país, nos permitirá, por un lado,
tener más elementos para pensar estrategias que permitan abordar estos fenómenos. Por otro, nos
ayudará a poner en tensión algunas afirmaciones que refuerzan la estigmatización. ¿Se presenta un
incremento de la fecundidad adolescente en nuestro país? ¿Qué desigualdades se presentan en su
ocurrencia? ¿Cuáles son sus consecuencias? ¿Cómo se comportan estos procesos según las edades?
Según un Informe de UNICEF (2013), en Argentina el porcentaje de recién nacidos de madres
adolescentes (entre 10 y 19 años), respecto al total de nacimientos, se mantiene estable desde
hace 20 años en valores cercanos al 15%.

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Sin embargo, el análisis global del país no da cuenta de la desigualdad entre las provincias, ya que el
porcentaje de la fecundidad adolescente para 2011 superó al promedio nacional en 6 de 24
provincias, con valores superiores al 20%: Formosa y Chaco con 25%; Misiones, con 22%, y
Catamarca, Corrientes y Santiago del Estero, con 21%. Corrientes y Formosa, a su vez, mostraron un
ascenso del porcentaje de nacidos vivos de madres adolescentes superior al 20% constituyendo,
junto a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y San Juan, las jurisdicciones con mayor incremento
acumulado entre el año 2001 y 2011. La situación de Formosa es particularmente preocupante
porque sus mujeres tienen 16 veces más riesgo de morir a lo largo de su vida reproductiva por
causas relacionadas con el embarazo, el parto y el puerperio que las mujeres que residen en la
Ciudad de Buenos Aires.
Los datos muestran que, si bien la fecundidad adolescente en la Argentina no se ha incrementado
sustantivamente, es relativamente alta respecto de la fecundidad total, con una importante
disminución en la fecundidad de las mujeres adultas. Lo que constituye un problema es su estrecho
vínculo con las desigualdades sociales. Los EMPA no son fenómenos exclusivos de los sectores

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populares, sin embargo, es allí donde se encuentran con mayor frecuencia y, además, se presentan
con rasgos singulares que tienen que ver con los contextos de vulneración social y educativa.
La tasa de fecundidad adolescente es un indicador que muestra la probabilidad de embarazo en
esta población y puede analizarse según dos franjas etarias: adolescencia precoz (10 a 14 años) y
adolescencia tardía (15 a 19 años). La distinción entre estos embarazos resulta un dato sustantivo
en varios sentidos. Por un lado, diferentes estudios señalan que en los embarazos de menor edad
se presentan mayores vulnerabilidades para la salud de la madre y de su hija o hijo. También
podemos decir que la situación subjetiva para afrontar estas situaciones no es igual en una niña de
10 años que en una adolescente de 17. Por ello resulta necesario tener precaución en ciertas
consideraciones que surgen con insistencia y que totalizan los embarazos y maternidades entre los
10 y los 19 años de edad y que aluden a niñas madres.
Por otro lado, se sabe que los condicionamientos que se anudan a un caso y a otro suelen ser
diferentes. El aumento de la cantidad de nacimientos en niñas madres cercanas a los 10 años
señala indirectamente la precocidad de la edad del comienzo de las relaciones sexuales. Según la
Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), a esas edades, el inicio de las relaciones
sexuales es, la gran mayoría de las veces “producto de relaciones forzadas o no consentidas,
algunas de las cuales terminan en embarazos” (s/d).
Las desigualdades que se vinculan con estos procesos se evidencian en otros datos. De acuerdo con
el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA, 2013), el 69% de los embarazos adolescentes
son no planificados. Es decir que los embarazos se imponen, la mayoría de las veces, como una
resolución en la cual la posibilidad de decidir autónomamente sobre el propio cuerpo quedó
quebrada, obturada. La información, el conocimiento sobre el propio cuerpo, las relaciones de
género que se juegan al momento del cuidado anticonceptivo, el acceso al aborto, constituyen,
entre otros factores, algunos de los elementos que impactan —de muy distinto y desigual modo—
al momento de decidir sobre el propio cuerpo, la sexualidad, la continuidad o no de un embarazo.
Según el informe de UNICEF ya mencionado, “en 2011, 36 adolescentes menores de 20 años
fallecieron en Argentina por causas vinculadas al embarazo o el parto, lo cual representa casi el 12%
de la mortalidad materna en nuestro país” (UNICEF, 2013, p.2). Investigaciones más profundas del
campo de las ciencias sociales (Romero, Ábalos y Ramos, 2010; Gogna y col, 2008) alertan sobre el
hecho de que la alta frecuencia de embarazos no planeados en la población adolescente aumenta

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el riesgo de exposición a un aborto inseguro, de abandono escolar, y de limitaciones de acceso al
mercado laboral, lo que condiciona las perspectivas de desarrollo personal, especialmente en las
adolescentes de menores recursos.
Leamos algunos pasajes de entrevistas a adolescentes madres que viven en contextos de
marginalización urbana realizadas en el marco de una investigación desarrollada por Paula Fainsod
(2011). En ellos se exponen algunas de las experiencias en torno al modo en el cual llegan a sus
embarazos y a la continuidad de los mismos.

R: Yo sé que lo hice con él, que no me cuidé. Pero no pensé que iba a llegar
el momento en que yo iba a estar embarazada. Siempre le decía a todas mis
hermanas: “yo no voy a tener hijos, yo no quiero saber nada de hijos”. El
error lo cometí yo en no cuidarme. En las relaciones que tuve con él nunca
me cuidaba.
Raquel. 15 años de edad, vivía con su madre y asistía a la escuela al
momento de su primer embarazo.

D: Te cuento desde el principio. Yo estaba de novia y me quedé embarazada,


pero sin darme cuenta. Él se habrá dado cuenta, pero es más tonto que no
me avisó nada [se ríe]. Pero yo no me di cuenta, que sé yo, era re pendeja,
no sabía, pensé que el sí.
Delia. 15 años de edad, vivía con su tía y no asistía a la escuela al momento
de su primer embarazo.

K: Yo tenía quince años, estudiaba lo más bien. Después me empezó a gustar


un chico y bueno… nos hicimos novios. Y bueno, estuvimos juntos, sin
cuidarnos porque no sabíamos nada… yo creía que él sabía.
Karen. 15 años de edad, vivía con su madre y asistía a la escuela al momento
de su primer embarazo.

A: Tenía diecisiete, ni enterada estaba. Después de cuatro meses, fui al


médico. Me hizo un test y me dio positivo. Igual, lindo, porque iba a tener
un bebé. No caía, no podía creer que pudiera estar embarazada.
Alejandra. 17 años de edad, vivía con su madre y asistía a la escuela al
momento de su primer embarazo.

R: Le dije a mi hermana, le comenté a mi hermana y mi hermana le comentó


a mi mamá. Mi mamá no me hablaba mucho, se enojó conmigo cuando se

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enteró que yo estaba embarazada.
E: ¿Por qué pensás que se enojó?
R: Porque me dice que perdió la confianza en mí.
E: Pero vos, ¿por qué pensás que ella estaba enojada, más allá de lo que te
decía?
R: Se ponía mal, me hablaba, y cuando me habló me dijo: “bueno, ahora ya
es tarde”, “ya está, cometiste el error vos y ahora, bancatela.”.
Raquel. 15 años de edad, vivía con su madre y asistía a la escuela al
momento de su primer embarazo.

E: ¿Y por qué no le querías contar a tu tía?


D: Porque era muy estricta, era muy recta, no le conté más que nada porque
como que me iba a decir que lo aborte y quizá yo por un momento sí pensé,
pero por otro no quería. Por un lado, sí, te digo que sí, yo quería abortarlo,
yo quería hacer tantas cosas… Pero una chica me ayudó mucho, más que
nada porque me dijo: “sí, yo también aborté, me pasó esto, pero no sabés lo
que te puede llegar a pasar” y quizás eso me hizo pensarlo más.
E: Fue más por temor a lo que podría pasar.
D: A lo que podría pasarme a mí, porque era así. Me decía que ella se puso
la pastilla y paró en el hospital y obvio que se dieron cuenta y le dijeron que
no la iban a denunciar. Me acuerdo que yo era chica [se ríe], me dieron
turno y me atendió un ginecólogo, un hombre grande. Yo le dije que yo
estaba, que parecía que estaba embarazada y que yo no quería tener el
bebé. Me dijo: “¿cómo que no querés tener el bebé? ¿y a qué venís? ¿Vos
pensás que acá te vamos a dar una solución, que te vamos a sacar a tu
bebé? No, acá venís acá para controlarte”.
E: ¿Y vos qué sentiste cuando te dijeron eso?
D: Ah... nunca más [se ríe], no quise venir nunca más a atenderme acá, me
hice los controles en la otra salita. Me acuerdo que me fui y dije: “no, no
quiero un hombre que me atienda”.
Delia. 15 años de edad, vivía con su tía y no asistía a la escuela al momento
de su primer embarazo.

Los pasajes de los testimonios exponen parte de lo que venimos trabajando. El acceso a la
información, la experiencia y el saber sobre el propio cuerpo, la toma de decisiones autónomas, las
desigualdades y violencias de género, las posibilidades diferenciales de continuar o no un
embarazo, exponen parte de los condicionantes de los EMPA. A su vez, estos exponen los desafíos
para las políticas públicas.

La ESI en la escuela: Embarazos, maternidades y paternidades en la adolescencia


Como señala UNICEF (2013), Argentina dispone de un marco legislativo y programático favorable
para garantizar el derecho de las y los adolescentes a acceder al sistema de salud en forma
autónoma, sin obligación de acompañamiento de un adulto y en el marco del respeto de la
confidencialidad (Ley 26.061 y Ley 25.673). También cuenta con instrumentos que promueven el
derecho a la educación en las y los adolescentes durante el embarazo, maternidad, paternidad y
lactancia (Leyes 25.808 y 25.273). La implementación del programa de Educación Sexual Integral en
las escuelas (Ley 26.150) también se orienta a garantizar esos derechos.
Así, desde el campo de la educación y de la salud, se cuenta con dispositivos que pueden potenciar
el abordaje de estas situaciones en la búsqueda por restituir y promover los derechos sexuales y
reproductivos de los y las adolescentes.

Desafíos ante los EMPA en el marco de la ESI. Comenzando a


delinear posibilidades para su abordaje

Los propósitos de la ESI brindan algunas orientaciones para comenzar a pensar el abordaje de los
EMPA en las escuelas desde la perspectiva que brinda este marco normativo. Así, entre algunos de
sus propósitos vinculados a esta temática podemos destacar:
• Ofrecer oportunidades de ampliar el horizonte cultural desde el cual cada niño, niña o
adolescente desarrolle plenamente su subjetividad, reconociendo sus derechos y responsabilidades
y respetando y reconociendo los derechos y responsabilidades de las otras personas.
• Expresar, reflexionar y valorar las emociones y los sentimientos presentes en las relaciones
humanas en relación con la sexualidad, reconociendo, respetando y haciendo respetar los derechos
humanos.
• Propiciar el conocimiento del cuerpo humano, brindando información básica sobre la dimensión
anatómica y fisiológica de la sexualidad pertinente para cada edad y grupo escolar.
• Promover hábitos de cuidado del cuerpo y promoción de la salud en general, y de la salud sexual
y reproductiva en particular, de acuerdo con la franja etaria de los educandos.
• Propiciar aprendizajes basados en el respeto por la diversidad y el rechazo por todas las formas
de discriminación. (Fuente: Lineamientos Curriculares de la ESI)

La ESI en la escuela: Embarazos, maternidades y paternidades en la adolescencia


La ESI estipula una perspectiva multidimensional de las sexualidades. Para el desarrollo de las líneas
de acción en las escuelas propone también la necesidad de un trabajo que recorra distintos niveles
para su abordaje. Así, identifica cinco puertas posibles de entrada. Estas puertas de entrada nos
orientan al momento de pensar/diseñar estrategias de abordaje de los EMPA en las escuelas.
Veamos algunas posibilidades:
- Dimensión personal/experiencial
Implica un trabajo sobre las propias percepciones, sentidos, prejuicios. Para el caso que aquí
abordamos, será necesario trabajar sobre las propias impresiones y miradas en torno a los EMPA
para, a partir de allí, dar un salto conceptual que permita asumir nuestra responsabilidad en la
efectivización de los derechos de las y los alumnos.
- Dimensión institucional
La escuela, institución que acompaña el proceso de desarrollo afectivo-sexual de las y los
adolescentes, tiene la responsabilidad de hacer de la ESI su tarea dentro del marco normativo
nacional, que establece propósitos y contenidos claros. La ESI estipula tres dimensiones
fundamentales desde las cuales se pueden pensar estrategias o líneas de trabajo/acción: el
desarrollo curricular, la organización de la vida institucional cotidiana, y los episodios que irrumpen
en la vida escolar.
- Dimensión referida al vínculo entre escuela- familias-comunidad
Partiendo de una concepción social y política de los EMPA se hace imprescindible la convergencia
de los diferentes actores a fin de consolidar abordajes y estrategias integrales, interdisciplinarias e
interinstitucionales. Desde la certeza de que la escuela tiene mucho por hacer en relación a la
promoción de los derechos de las y los adolescentes —pero también de que sola no puede— es que
en este curso se acercan materiales desarrollados por programas del Ministerio de Educación y por
el Ministerio de Salud de la Nación, a fin de propiciar y profundizar estrategias compartidas.

Para ampliar la propuesta de puertas de entrada que propone el Programa


Nacional ESI sugerimos revisar la Serie Cuadernos de ESI. Contenidos y
propuestas para el aula. (Ver págs. 14 a 17)

La ESI en la escuela: Embarazos, maternidades y paternidades en la adolescencia


A lo largo de la clase hemos comenzado a aproximarnos a una perspectiva en torno a los EMPA, y
nos adentramos en el marco de la ESI en tanto mirada para su abordaje en las escuelas. Los ejes y
fundamentos de la ESI, así como sus propósitos y puertas de entrada nos brindan dimensiones
desde donde comenzar a plantear posibles líneas de trabajo en nuestras instituciones. A lo largo de
las próximas clases iremos desplegando contenidos y propuestas a partir de las cuales esbozar
abordajes institucionales y áulicos que tiendan a efectivizar los derechos sexuales y reproductivos
de todas y todos los que transitan por las escuelas, así como el derecho a la educación,
especialmente de quienes atraviesan situaciones de EMPA.

Actividades

Las/los invitamos a ver los siguientes videos que nos traen las miradas de los/las adolescentes
acerca de los EMPA y de la salud sexual y reproductiva:

Embarazo en la adolescencia- PNESI:

https://www.youtube.com/watch?v=oFB1i7MLU_U&t=1s&index=4&list=PLimL5CznNeCD514Eg73K
OzaGKqc0ZacLB

Salud Sexual y reproductiva desde la mirada de los/as adolescentes- PNESI

https://www.youtube.com/watch?v=QVvcDITwqBk

En la Clase 1 recorrimos aspectos de la ESI para tener en cuenta en el


abordaje de los EMPA en las escuelas ( los ejes del enfoque de la ESI, sus
fundamentos y las puertas de entrada de la ESI).

A partir de las miradas y experiencias de las/los adolescentes que se


exponen en los videos compartidos y desde el marco de la ESI les solicitamos
que en el Foro 1 compartan algunas reflexiones en torno a cuál debería ser
el lugar de las instituciones escolares frente a los EMPA. Se espera que en
las reflexiones se retomen contenidos abordados en la clase.

La ESI en la escuela: Embarazos, maternidades y paternidades en la adolescencia


Compartir la reflexión en el foro de discusión

¡Les esperamos allí!


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Material de lectura

Material de lectura obligatoria

● El embarazo y la maternidad en la adolescencia en la Argentina. Datos y hallazgos para


orientar líneas de acción. Plan ENIA, 2019:
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/unfpa_enia.pdf

● “Mejor hablar de ciertas cosas - Embarazo adolescente”. Canal Encuentro:


http://www.encuentro.gov.ar/sitios/encuentro/programas/ver?rec_id=100874

● Ley Nacional 26150- Educación Sexual Integral:


http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/120000-124999/121222/norma.htm

Material de lectura ampliatoria

● Morgade, G. (2011). Toda educación es sexual. Buenos Aires: La Crujía ediciones. Cap. I
● Serie Cuadernos de ESI. Contenidos y propuestas para el aula. (Ver págs. 6 a 11) . Programa
Nacional de Educación Sexual Integral.
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/cuadernillo_esi_secundaria_i.pdf
● Niñas y Adolescentes menores de 15 años embarazadas. Programa Nacional de la Salud
Integral de la Adolescencia, 2018:
http://www.msal.gob.ar/images/stories/bes/graficos/0000001079cnt-ninas-dolescentes-
menores-15-anos-embarazadas.pdf

Bibliografía de referencia

La ESI en la escuela: Embarazos, maternidades y paternidades en la adolescencia


● Fainsod, P. (2011). Experiencias sociales y escolares de las adolescentes madres que viven
en contextos de marginalización urbana. En Fainsod, P., Tesis de Doctorado en Educación
por la Facultad de Filosofía y Letras-UBA.
● Fernández, A. (2005). Adolescencias y embarazos: hacia la ciudadanía de las niñas. En:
Buenos Aires, UBA FEIM (s/f) EMBARAZO Y MATERNIDAD ADOLESCENTE.
● Gogna, M. y col. (2008). Reproductive Health Matters. Temas de salud reproductiva.
Sexualidad, derechos humanos y salud sexual, número 6, Págs. 74 a 86.
● Morgade, G. (2011). Toda educación es sexual. Buenos Aires: La Crujía. Cap. I
● Romero, M., Abalos, E., Ramos, S. (2010). La situación de la mortalidad materna en
Argentina y el Objetivo de Desarrollo del Milenio. Observatorio de salud sexual y
reproductiva, número 1.
● UNICEF (2013) Situación del embarazo adolescente en Argentina, en el día mundial de la
población. Argentina.
● UNFPA (2013) Maternidad en la niñez. Enfrentar el reto del embarazo en adolescentes.

Créditos

Autor/es: Programa Nacional de Educación Sexual Integral


Programa Nacional de Educación Sexual Integral (2020). Clase Nro. 1: La perspectiva y fundamentos
de la ESI, aportes para el abordaje de los EMPA en las escuelas. La ESI en la escuela: Embarazos,
maternidades y paternidades en la adolescencia. Buenos Aires: Ministerio de Educación.

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