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Introducción
Con especial atención a los postulados de Gui Bonsiepe sobre el diseño, la autodeterminación y la
autonomía se busca identificar como el diseño aporta a la sostenibilidad social generando
innovación colaborativa, para ello se inicia definiendo las posturas que pueden asumir los
diseñadores sirviendo de herramientas de poder o de emancipación. A partir de estas miradas se
define como el diseño aporta a la construcción de lo social desde los artefactos y desde el acto de
diseñar.
Partiendo de los aportes del diseño a la construcción social desde el acto de diseño se reflexiona
sobre los aportes de la disciplina para la sostenibilidad social y posterior innovación colaborativa
para finalizar con los retos que tienen los diseñadores para profundizar en este campo.
Pensar el diseño desde nuestras realidades, desde nuestros territorios, desde nuestros contextos
sociales, culturales, políticos y económicos es uno de los retos a los que el diseño como disciplina y
modo de ver el mundo debe plantearse.
“Las necesidades del diseño en los países “objetos de la globalización” son enormes,
pero en muchas situaciones extremas de necesidades sociales básicas el diseño no tiene
respuesta. Es justamente el carácter no terminado de las sociedades del sur el que abre
perspectivas de que hacer allí donde todavía falta mucho por hacer” (Bonsiepe 2004, p
75)
Para ello se requiere evaluar el rol del diseño y definir una postura como diseñadores, integrarse a
las dinámicas del mercado atendiendo únicamente a problemáticas financieras y fortaleciendo la
concentración de riqueza o entender el mercado como un vehículo para la distribución de la riqueza
y la sostenibilidad social, ambiental y económica, “…rescatar al diseño para políticas que estimulen
el bienestar ambiental y social como un elemento determinante para el desarrollo de las economías
regionales, esta vez, se espera, no para beneficio de unos pocos, sino como un modo de producción
para la redistribución social justa de los beneficios” (Bonsiepe 2004, p 71). Es decir, se puede utilizar
el diseño como una herramienta de poder o como una herramienta de emancipación (Bonsiepe
2005)
Para ello el diseño debe entenderse desde un contexto socio-cultural lo que permite ampliar la
reflexión, observando la disciplina no solo desde la mirada del marketing sino pensando en la
creación de mundo a partir de lo colectivo involucrando al mundo natural y artificial con los seres
humanos como hacedores y transformadores de su realidad.
Para Bonsiepe se debe pensar desde un “humanismo proyectual que consiste en el ejercicio de las
facultades de diseño para interpretar las necesidades de grupos sociales y elaborar propuestas
viables y emancipatorias en forma de artefactos instrumentales y objetos semióticos” (Bosnsiepe
2005 p 8 democracia) y de esta manera abrir espacios de autodeterminación, democráticos, de
proyectos propios con diseños propios.
Ahora bien, el aporte del diseño a la “utopía social” (Bonsiepe 1978, p. 16) se puede hacer desde
dos miradas: desde los artefactos ya construidos y en uso o desde el acto de diseñar en el que las
personas son agentes que definen y configuran su entorno.
Bonsiepe manifiesta una crítica frente a el rol del diseño y su propuesta de artefactos en el
entramado del capitalismo ya que prioriza el valor de cambio sobre el valor de uso, a lo que le
denomina Styling, que valida la existencia de productos atractivos superficialmente asociados con
la idea de “estilo de vida” encaminada al incremento de las ventas enmarcadas en estrategias de
marketing, bajo esta categoría los artefactos influyen en la construcción de sociedades basadas en
el consumo y alejadas de problemáticas como la desigualdad.
“A esta escisión del producto en un cuerpo del producto, portador de la función, y en
un envolvente del producto, separado independientemente de aquél, para atraer al
comprador gracias al atractivo de las apariencias y para estimular la adquisición de
mercancías, corresponde el conflicto de fondo de la proyectación capitalista entre
intereses del valor de uso e intereses del valor de cambio. La autonomía de la estética,
que se convierte en objeto de determinados esfuerzos proyectuales, encuentra en el
styling su más alta expresión, como actividad que se ha especializado en la preparación
de los envolventes de los productos”. (Bonsiepe, 1978, p. 34)
Es el diseñador quien debe asumir una postura frente al impacto que pueden causar sus desarrollos
en la sociedad, apelando a las propuesta de Kripendorff el diseño es la única disciplina que se aboga
la experticia sobre el significado de los artefactos entendiendo los significados como “constructos
explicativos con los cuales vivimos, pero que solo son evidentes en lo que hacemos con ellos”
(Krippendorff, 2006. p 261)
Desde la mirada de como las interacciones sociales nutren al diseño Preece et al. (2002) dice: “Los
seres humanos son inherentemente sociales: viven juntos, trabajan juntos, aprenden juntos, juegan
juntos, interactúan y hablan entre ellos, y socializan. Parece natural, por lo tanto, desarrollar
sistemas interactivos que apoyen y extiendan estos diferentes tipos de socialidad. Sanders (2000)
va aún más lejos: nos dirigimos hacia un nuevo espacio donde las relaciones entre las personas son
más importantes que los productos”. (Postma & Stappers. 2006 p 140). Por lo tanto una mirada que
utilice los patrones de interacción social que se utilizan implícitamente para diseñar pueden ser
empleados para diseñar productos que se ajusten a las relaciones sociales cotidianas involucrando
un mayor número de actores haciendo del diseño y del resultado del diseño un ejercicio más
democrático. (Postma & Stappers. 2006)
A partir de una dimensión práctica, el diseño puede “revalorizar el Know How técnico acerca de los
productos industriales en oposición a la tendencia de fijarse en cuestiones de estilo y estilo de vida,
en lo que está in y lo que esta out” (Bosnsiepe 2005, p. 4) esto implica reconocer los saberes locales
trabajando de la mano con pequeños productores informales y artesanales.
“El-Husseiny y Kesseiba (2012) describen los aspectos claves que direccionan las
comunidades enfocadas en la sostenibilidad social: capital social (incluye participación,
intereses y experiencias compartidas, cohesión social); ambiente (incluye calidad
ambiental, salud, seguridad y protección de los humanos y del ambiente); economía
(incluye seguridad y crecimiento económico, satisfacción de necesidades localmente y
creación de economías locales vibrantes); políticas (incluye empoderamiento y
gobernanza, participación democrática en la toma de decisiones); construcción de
lugar (place-making) (sentido de lugar, buen diseño del espacio público y mejora del
lugar del espacio) (p. 749)”.(Citado por Martínez-Osorio el Al 2017, p. 70)
El diseño involucra diferentes actores durante el proceso de desarrollo de productos, por lo tanto
participa en la construcción de redes a través del acto de diseñar “regulando, mapeando,
empoderando, visionando y amplificando las reglas, prácticas y políticas públicas” (Selloni y Manzini,
2016, p. 130 citado por Martínez-Osorio el Al 2017, p. 74)
Los diseñadores como catalizadores de cambio por ejercer una actividad proyectual se convierten
en agentes de la sostenibilidad visualizando futuros deseables y facilitando su construcción
entendiendo los contextos sociales y productivos en los que se desenvuelven. De esta manera los
diseñadores se pueden volver promotores de desarrollo social y económico.
Con esta mirada el diseño se perfila como una herramienta para la emancipación y la
autodeterminación generando el entorno para el desarrollo de innovaciones sociales y
colaborativas.
En el marco empresarial el diseño puede dar píe a la conformación de redes sociales que pueden
desembocar en redes colaborativas de innovación. De acuerdo con Najafi-Tavani et al (2016)
Por lo tanto el propósito de la investigación es definir como las prácticas del diseño permiten la
articulación de redes sociales, facilitando a los diferentes actores de un sector empresarial
establecer relaciones basándose en el intercambio de saberes, la confianza y la empatía que si se
fortalecen se pueden transformar en redes de innovación colaborativa
Retos
La construcción social es compleja por lo tanto hay conflictos y problemáticas que se deben abordar,
desde la óptica del diseño con la resolución de problemas débilmente estructurados estas
situaciones se deben sortear sin ocultar sus complejidades “Diseñar implica exponerse a y vivir con
paradojas y contradicciones, pero nunca camuflarlas bajo un manto armonizador, y no solamente
esto sino también y sobre todo diseñar es desplegar esas contradicciones. En una sociedad plagada
de contradicciones el diseño está marcado por estas antinomias” (Bosnsiepe 2005 p. 13)
El uso de las tecnologías digitales representa una oportunidad para facilitar los procesos de
cooperación y empoderamiento a través del desarrollo de inteligencias colectivas para ello la
alfabetización digital debe ser una prioridad, sin embargo, es de mayor relevancia el fortalecimiento
de competencias colectivas como el trabajo en equipo, la capacidad de comunicación y la aptitud
para aprender creando. Los diseñadores pueden emplear estas herramientas para facilitar los
procesos de creación y fortaleciendo de redes indispensables para llevar a cabo innovación
colaborativa.
Conclusiones
El diseño puede aportar a la transformación social al facilitar la transferencia y producción de
conocimiento para la configuración de un entorno inclusivo, democrático y participativo que
permita a las comunidades autodeterminarse.
Es el diseñador quien debe asumir una postura frente al impacto que pueden causar sus desarrollos
en la sociedad orientándose a fortalecer las dinámicas del mercado bien sea para la concentración
del capital o la distribución de la riqueza, sirviendo como herramienta para el ejercicio del poder o
herramienta de emancipación y ejercicio de la autonomía.
Los diseñadores como catalizadores de cambio pueden ser agentes de la sostenibilidad visualizando
futuros deseables y facilitando su construcción entendiendo los contextos sociales y productivos en
los que se desenvuelven. De esta manera los diseñadores se pueden volver promotores de
desarrollo social y económico.
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